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Comentario crítico

El presente capítulo de la lectura “El profesional de la Psicología y su “ethos”” analiza el


comportamiento ético que todo profesional de la salud mental debe asumir y respetar en el
ejercicio de una relación dual que está presente en todo momento. Esta relación psicólogo-
persona exige una forma correcta de actuación, donde ambos agentes asumen roles,
responsabilidades, valores y criterios éticos específicos que están delimitados en el código
de ética profesional del psicólogo.
Un profesional de la salud mental se adentra en los pensamientos más íntimos de una persona
como ningún otro profesional, por ello, está en la obligación moral de desarrollar
competencias que eviten posibles iatrogenias, además de adoptar ciertos principios y normas
éticas de actuación. El autor explica que estos principios surgen de la preocupación por
dignificar al ser humano teniendo como fin máximo el deber de hacer el bien, tomando en
cuenta primero no dañar. El problema empieza cuando no existe conciliación entre paciente
y psicólogo sobre lo mejor para la situación, así, el psicólogo se ve envuelto en un dilema
que tendrá que resolver respetando la autonomía y evitando confundir hacer el bien con el
paternalismo fuerte. Así, al respetar la toma de decisión de un paciente autónomo se estaría
aceptando las libertades básicas, pensamiento y conciencia. En consecuencia, ningún
principio debe ser vulnerado, estos se aplican a cualquier ética profesional simultáneamente,
por el contrario, de dar prioridad a uno de ellos se pueden incurrir en una ética individualista,
colectivista o paternalista.
El autor destaca que todos estos principios solo pueden ser puestos en práctica en la
construcción de reglas o normas morales básicas, de ahí que por naturaleza humana se
estructuren las mismas para vivir en convivencia, incluso toma mayor relevancia en la
relación diádica psicólogo-paciente, puesto que, en esta interacción se deben dejar explícitas
los derechos y roles de ambos agentes. Son tres normas básicas las que están presentes en
esta relación: regla de confidencialidad, regla de veracidad y consentimiento válido y la regla
de fidelidad a las promesas hechas, de las cuales analizaremos mediante una interrogante, ya
que, consideramos que coloca al psicólogo en una posición complicada, donde su decisión
puede repercutir directamente en la integridad del paciente.
¿Cualquier información que el paciente confíe al psicólogo debe ser guardado como secreto?
El código de ética expresamente manifiesta algunos casos donde en contra de la voluntad del
interesado la información puede ser revelada, de ser tajantes se podría asumir que se estaría
violando la autonomía del paciente, pero haciendo el análisis de las situaciones donde se
puede realizar, estas siempre respetan los principios antes mencionado, por ejemplo, si el
psicólogo optara por no decir nada cuando conoce la posibilidad de enfermedades genéticas
graves que su paciente niega a contar a su esposa estaría vulnerando el principio de
beneficencia, se infiere entonces que ninguna norma está por encima de un principio, así los
dilemas éticos se complejizan aún más cuando existen discrepancias entre principios.
En conclusión el psicólogo debe aplicar tanto criterios como normas establecidas en el código
de ética a su vida diaria, “del hacer al ser” sin necesidad de un control externo.

Integrantes: Joyce Angeles, Alan Alvarado, Carlos Carhuallanqui, Lorena Palma, Jesus
Maza

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