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El pueblo Ataco ubicado al sur del departamento del Tolima era el hogar de
Belisario, un niño de tan solo 8 años de edad quien poseía una contextura
delgada, cabello castaño, nariz respingada y ojos azules. Su apariencia física era
como la de cualquier otro niño de su edad, a diferencia que sufría de una timidez
extrema la cual le impedía relacionarse adecuadamente con otras personas. “uno
de mis temores era ir a la escuela, eso iba obligado y llorando porque no
sabía cómo relacionarme con los otros niños, solo iba porque me gustaba
cantar y los demás decían que era muy talentoso, pero yo era muy penoso”.
Un día el padre de Belisario decidió llevarlo a la emisora la voz del Tolima para dar
a conocer su talento, pero la timidez era un obstáculo bastante grande, es por eso
que antes de entrar a la emisora su papá lo llevaba a una cafetería que quedaba
cerca y destapaba una botella de aguardiente tapa roja. “Mi papá me daba unos
traguitos para quitarme la timidez y así poder cantar”. Esa fue la primera vez
que Belisario probó el alcohol, siendo tan solo un niño el sabor del licor no parecía
desagradarle ya que al acabarse la copita le suplicaba a su papá por más. Las
idas a la emisora eran cada vez más frecuentes, Belisario sabía que la única
forma de poder cantar era tomándose unos tragos antes de entrar a la emisora.
Belisario tenia habilidades para las manualidades es por eso que empezó a
trabajar fabricando muebles de mimbre. El dinero que ganaba por su trabajo era
suficiente para aportar en los gastos de la casa y suplir su más grande necesidad,
el consumo de licor. Con el paso de su adolescencia las “cantaletas” de su madre
eran cada vez mayores por verlo llegar en el peor estado de alicoramiento a la
casa, le causaban tristeza, vergüenza y preocupación ya que esa forma de beber
traería problemas a la vida de su hijo.
“Cada vez tenía menos control con el trago, pero yo no le veía problema”. A
la edad de 22 años Belisario conoció al amor de su vida, quien hoy en día sigue
siendo su esposa y la madre de sus hijas. Carmen era una joven de tan solo 15
años, ella sabía de los malos hábitos de Belisario pero no le importaba porque
estaba muy enamorada de él y pensaba que el algún día controlaría la bebida. Al
cabo de un año de relación quedo embarazada. “Eso para mí fue como un
baldado de agua fría, mi mama si me lo había dicho ya hace un tiempo que a
mí me faltaba una mujer para coger juicio y mire que al poquito tiempo me
pasó eso”.
Belisario se mudó con Carmen a la casa de uno de sus hermanos, donde les fue
alquilado un cuarto a la joven pareja. “Yo fui un borracho responsable, nunca
le falto nada a mi mujer y a mi hija”. Después que su hija nació, las borracheras,
peleas he infidelidades eran más constantes en la vida de Belisario. Agredir a su
esposa física y verbalmente se convirtió en otro de sus oscuros hábitos. “yo me
emberracaba cuando mi mujer se me enfrentaba y yo como veía que mi papá
le daba trompadas a mi mamá cuando estaba borracho yo también lo hacía,
eso era lo normal para mí”.
“Mis amigos y compañeros del trabajo empezaron a criticar cada vez más mi
manera de tomar, pero yo los mandaba a la porra a todos y decía que yo
bebía lo normal y podía manejar el trago”. Las lagunas mentales fueron la
primera alerta para Belisario que el alcohol se estaba convirtiendo en un problema.
Se presentaron numerosos episodios de peleas en cantinas las cuales le dejaron
diversas cicatrices en su rostro y cuerpo .En varias ocasiones persiguió a su mujer
con un cuchillo por toda la casa y le causo severas cortadas en distintas partes de
su cuerpo y encuentros sexuales con prostitutas eran cada vez más frecuentes.
“La peor de esas borracheras que yo me acuerde fue llegar a la casa y
reventar a mi mujer a trompadas porque me dijo que yo era un borracho que
ya estaba enfermo, a mí eso me daba rabia cuando me criticaban mi forma
de tomar, por eso le di tan duro a mi mujer que la deje inconsciente en el
piso del cuarto. Al otro día me despertó el llanto de mi niña, eso estaba la
sala vuelta nada, lleno de botellas y una película porno en el televisor, me
desperté todavía borracho y sin saber bien que había pasado anoche”.
“Ese día le confesé a mi hermano que ya estaba aburrido con mi vida, que
me quería suicidar, ya no aguantaba más las cosas que hacia borracho, y
esos arrepentimientos al otro día después de tomar me deprimían mucho”