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Jurisdicción Contencioso-Administrativa de

España
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La Jurisdicción Contencioso-Administrativa de España es el orden jurisdiccional,
integrado en el Poder Judicial, al que la Constitución encomienda el control jurisdiccional
de la potestad de dictar actos por parte de la Administración Pública, y de la potestad
reglamentaria del Gobierno.1
Esta jurisdicción fue creada por las Leyes de 2 de abril y 6 de julio de 1845. Su regulación
legal reside mayoritariamente en la Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa. No obstante, también recibe regulación legal en la
Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial; así como en la Ley 38/1988, de 28
de diciembre, de Demarcación y de Planta Judicial.
No cabe confundir esta jurisdicción con la propiamente administrativa, que nada tiene que
ver con el poder jurisdiccional, y que constituye el conjunto de órganos administrativos
que, en especial en materia económica, tiene establecida la legislación para que las partes
planteen los recursos administrativos, como, por ejemplo, ante los Tribunales Económico-
Administrativos.

Características[editar]
La doctrina, encabezada por Jon De Castro, atribuye al control contencioso-administrativo
una serie de características esenciales. En primer lugar, habría que destacar que es un
control que se ejerce sobre el comportamiento general de la Administración, incluyendo
sus actos administrativos, su inactividad e incluso su actuación material por vía de hecho.
Por otra parte, el control se produce siguiendo criterios de legalidad, es decir, en base al
incumplimiento de las normas jurídicas y sus fines. No se produce un control sobre la base
de criterios de oportunidad, reservados a la Administración. Pese a ello, los límites entre
oportunidad y legalidad son difusos, dado que los Tribunales pueden controlar la actuación
discrecional de la Administración que se separen nítidamente de lo dispuesto por el
Ordenamiento Jurídico.
De igual modo, de trata de un control pleno, derivado del principio de plenitud por el que se
rige el Poder Judicial, y que implica que los Tribunales no pueden abstenerse de resolver
una cuestión de que conozcan basándose en la insuficiencia u oscuridad de la norma
jurídica a aplicar.
Asimismo, es un control desarrollado por una instancia neutral e independiente, que se
atiene para su resolución a los motivos y pretensiones que sostengan las partes, en el
marco de un proceso contradictorio. No obstante, existen dos supuestos clave en que se
flexibiliza esta norma. En primer lugar, respecto a los motivos, si el Tribunal considera que
las partes no están aduciendo un motivo pertinente, puede comunicárselo y permitir que lo
aleguen. En segundo lugar, respecto a la anulación de preceptos reglamentarios, el
Tribunal puede extender la pretensión a otros preceptos conexos, no mencionados por las
partes, a los que afecte la nulidad del precepto que se pretende declarar nulo.

Ámbito[editar]
El ámbito de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa está delimitado por la Ley de
Jurisdicción Contencioso-Administrativa en sus cuatro primeros artículos, que realizan una
delimitación positiva, así como un conjunto de exclusiones, que suponen una delimitación
negativa de su ámbito.
Positivo[editar]
El ámbito de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa se extiende sobre las pretensiones
que se deduzcan de la actuación de las Administraciones Públicas sujeta a Derecho
Administrativo, así como sobre las disposiciones generales de rango inferior a la Ley, y
sobre los Decretos Legislativos que excedan los límites de la delegación.2
La Ley delimita el concepto de Administración Pública a la Administración General del
Estado, las Administraciones de las distintas Comunidades Autónomas, y las Entidades
que compongan la Administración Local, así como a las entidades de Derecho Público que
dependan de ellas.3
Por otra parte, la Jurisdicción Contencioso-Administrativa abarca los actos y disposiciones
sobre personal, administración y gestión del patrimonio procedentes del Congreso de los
Diputados, del Senado, del Tribunal Constitucional, así como del Tribunal de Cuentas y
el Defensor del Pueblo, incluyendo también sus equivalentes autonómicos.4
Con igual fundamento, conocerá de las pretensiones deducidas de los actos y
disposiciones generales que procedan del Consejo General del Poder Judicial y los
órganos de gobierno de los Juzgados y Tribunales, de acuerdo con la Ley Orgánica del
Poder Judicial.5De la misma manera, controlará la actuación de la Administración
Electoral, según los preceptos de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General.6
Entran también dentro del ámbito de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa los actos
del Gobierno (y sus equivalentes autonómicos) relacionados con Derechos
Fundamentales, los elementos reglados de tales actos, o la determinación de las
indemnizaciones que procedan.7
Del mismo modo, se incluye la preparación y adjudicación de los Contratos del Sector
Público, los actos de las Corporaciones de Derecho Público cuando ejerzan funciones
públicas, los actos de control de la Administración respecto a los dictados por los
concesionarios en ejercicio de potestades administrativas, la Responsabilidad patrimonial
de la Administración, y todas aquellas actuaciones que una Ley expresamente atribuya al
conocimiento de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa.7
Finalmente, se atribuye también el conocimiento de las cuestiones prejudiciales e
incidentales que surjan en relación al proceso contencioso-administrativo, exceptuando las
relativas al Derecho constitucional y penal, y lo dispuesto en los Tratados Internacionales.8
Negativo[editar]
La Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa también señala diversas exclusiones,
cuyo conocimiento no corresponderá a este orden jurisdiccional.
De esta manera, no conocerá de los asuntos que una Ley atribuya expresamente al orden
civil, penal o social. Tampoco conocerá del recurso contencioso-disciplinario militar, de los
conflictos de jurisdicción, ni de los conflictos de atribuciones entre órganos de una misma
Administración.9

Elementos[editar]
El control contencioso-administrativo, tal y como señala la doctrina, se compone de
elementos subjetivos, objetivos y formales.
Elementos subjetivos[editar]
En primer lugar, los elementos subjetivos están integrados por las partes, es decir,
demandante (o recurrente) y demandada (Administraciones Públicas, salvo excepciones).
Por otro lado, hay que mencionar la instancia neutral e independiente que instruye y
resuelve el proceso, papel que recae en los órganos integrados en el Poder Judicial que
componen el orden contencioso-administrativo.

Órgano jurisdiccional[editar]
El artículo 6 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa enumera los órganos
que componen este orden jurisdiccional, a saber:

 Juzgados de lo Contencioso-Administrativo: Con competencias sobre una Provincia.


 Juzgados Centrales de lo Contencioso-Administrativo: Con competencias sobre todo el
territorio del Estado.
 Salas de lo Contencioso-Administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia. Con
competencias sobre el territorio de una Comunidad Autónoma. Puede haber varias
salas en un sólo Tribunal Superior de Justicia, que abarquen una o varias provincias
específicas de la Comunidad Autónoma.
 Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional. Con competencias
sobre todo el territorio del Estado.
 Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo. Con competencias sobre
todo el territorio del Estado.
La Ley dedica los artículos 8 a 13 a delimitar los asuntos sobre los que serán competentes
los distintos órganos, siguiendo criterios puramente pragmáticos, que en ocasiones van
ligados a la materia de que se trate, a la cuantía de las pretensiones, la Administración
cuyo comportamiento se impugna, o incluso a diversas combinaciones de varios de estos
criterios.
Cabe señalar que los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo tienden a ocuparse de
asuntos de trascendencia relativamente escasa, que no obstante, suponen un alto
porcentaje de la actividad revisora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa.10Por otra
parte, los Tribunales Superiores de Justicia conocen en primera instancia de asuntos de
mayor importancia, y asimismo, del recurso de apelación, revisión y queja contra los
Juzgados de lo Contencioso-Administrativo. No obstante, su principal rasgo es la
atribución residual. Dicho de otra manera, les corresponde el conocimiento y decisión de
aquellos asuntos que no se atribuyan a otros órganos.11
Los Juzgados Centrales de lo Contencioso-Administrativo guardan cierta semejanza con
los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo, con la peculiaridad de su especialización
en lo relativo a la Administración General del Estado.12Manteniendo esa especialización,
pero atendiendo a asuntos de mayor trascendencia, conocerá en primera instancia la Sala
de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional, que también se encargará de
los recursos de apelación, revisión y queja contra lo dictado por los Juzgados Centrales de
lo Contencioso-Administrativo.13
Finalmente, el Tribunal Supremo se encargará en primera instancia del control a los
órganos constitucionales y de relevancia constitucional, es decir, de los actos y
disposiciones generales del Gobierno, las Cortes, el Consejo General del Poder Judicial, el
Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo y las Juntas
Electorales. Asimismo, conocerá de los recursos de casación, de los recursos de revisión
(contra resoluciones de los Tribunales Superiores de Justicia, de la Audiencia Nacional y
del propio Tribunal Supremo) y de los recursos contencioso-electorales.14
Finalmente, respecto a la competencia territorial, hay que señalar que corresponderá al
órgano en cuya circunscripción tenga su sede la Administración Pública demandada. Si se
tratara de asuntos de personal, propiedades especiales o sanciones, el demandante podrá
escoger el órgano en cuya circunscripción se halle su domicilio particular. En materia de
urbanismo y expropiación forzosa, será competente el órgano en cuya circunscripción se
halle el inmueble en cuestión. Para acabar, si al aplicar estar reglas, pudiera resultar una
pluralidad de órganos competentes, se atenderá al órgano jurisdiccional correspondiente al
lugar donde se localice la sede de la Administración Pública demandada.15

Partes[editar]
Las partes son el segundo elementos subjetivo de que se compone cualquier proceso
contencioso-administrativo. La Ley de Jurisdicción Contencioso-Administrativa plantea la
necesidad de tener capacidad procesal, de acuerdo a la Ley de Enjuiciamiento Civil,
especificando igualmente que los menores (sin tutor, curador o persona con patria
potestad) y determinadas entidades sin personalidad jurídica no podrán actuar, salvo que
la Ley expresamente lo permita.16
Asimismo, se plantea el supuesto de la sucesión procesal, fruto de una legitimación
derivada de una relación jurídica transmisible, en la que el sucesor sustituye al
causahabiente, cualquiera que sea el estado en que se halle el proceso.17
Respecto a la representación y la asistencia letrada en el proceso contencioso-
administrativo, hay que destacar el requisito general de actuar con la asistencia
de abogado, salvo que se trate de funcionarios públicos en procesos sobre sus derechos
estatutarios que no impliquen separación de personal inamovible. Por otra parte, se
requiere la representación de procurador cuando se actúe ante órganos colegiados.18
La representación y defensa de las Administraciones Públicas será ejercida por Abogados
del Estado, funcionarios públicos especialmente cualificados.19

Demandante[editar]
La legitimación para ser parte demandante en los procesos contencioso-administrativos se
reconoce en las personas físicas o jurídicas que ostenten derechos o intereses legítimos
afectados. Igualmente, se reconoce tal legitimación a las corporaciones asociaciones y
sindicatos que representen derechos o intereses colectivos.20
Por otra parte, también pueden ocupar la posición de demandante las distintas
Administraciones Públicas, sea la Administración General del Estado, las autonómicas o
las locales, así como las Administraciones institucionales que dependan de ellas, y cuando
así lo disponga la Ley, el Ministerio Fiscal.20
La Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa también contempla la posibilidad de
una acción popular, dirigida por cualquier ciudadano, en los casos expresamente
contemplados en la Ley; así como la intervención de asociaciones y sindicatos para la
defensa de la igualdad de trato entre el hombre y la mujer.20
Finalmente, se contemplan otros dos supuestos de legitimación activa, como es el de la
propia Administración autora del acto impugnado, que previamente ha sufrido
una declaración de lesividad;21y la legitimación de los vecinos para actuar en nombre e
interés de las Entidades que integran la Administración Local, de acuerdo a lo dispuesto en
la legislación reguladora del régimen local.22
Se excluye la legitimación de los órganos de una Administración para impugnar los actos
procedentes de esa misma administración; la de los miembros de un órgano colegiado
para impugnar las decisiones de ese órgano, salvo que la Ley les autorice expresamente;
la de los particulares que obren por delegación o mandato de la Administración cuyos
actos desearan impugnar; y la de las Administraciones institucionales frente a la
Administración de la que dependan, de nuevo, salvo que reciban autorización expresa de
la Ley.23

Demandada[editar]
La legitimación pasiva, es decir, la aptitud para ser parte demandada en un proceso
contencioso-administrativo recae en las Administraciones Públicas territoriales,
institucionales y en los órganos constitucionales o de relevancia constitucional (Congreso
de los Diputados, Senado, Tribunal Constitucional, Tribunal de Cuentas, Defensor del
Pueblo, Consejo General del Poder Judicial y las Juntas Electorales).24
Asimismo, tendrán legitimación pasiva las personas o entidades titulares de derechos o
intereses legítimos, que pudieran verse afectadas en caso de que el recurso fuera
estimado.25 También tendrán tal consideración las aseguradoras de las Administraciones
Públicas, que comparecerán como codemandada en el proceso, junto con la
Administración a la que aseguran.26
En el supuesto de que se impugne el comportamiento de un organismo o corporación
pública sujetos a fiscalización por parte de alguna Administración territorial, será
demandado el organismo o corporación si la fiscalización le es plenamente aprobatoria; y
será demandada la Administración territorial que fiscaliza si no hubiera aprobado
íntegramente el acto fiscalizado.27
Finalmente, en el supuesto de que se impugne un acto administrativo ejecutado en
aplicación de una disposición general que se pretende ilegal (el llamado recurso indirecto
contra reglamentos), comparecerán tanto la Administración que emitió el acto, como la que
dictó la disposición general.28
Elementos objetivos[editar]
En segundo lugar, los elementos objetivos se componen de las pretensiones que
sostienen las partes respecto a un determinado comportamiento de la administración. Hay
que señalar que el objeto del proceso son las pretensiones, no el comportamiento
administrativo.
La distinción entre comportamiento impugnable y pretensiones tiene gran relevancia dado
que la acumulación de elementos objetivos, regulada en los artículos 34 a 39 de la Ley de
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, prevé la posibilidad de que se reúnan (acumulen)
en un sólo proceso diversas pretensiones derivadas de un mismo comportamiento de la
Administración. Esta figura tiene gran relevancia de cara al principio de economía
procesal.
De esta manera, se pueden acumular en un sólo proceso pretensiones (objetos) que a
priori supondrían procesos distintos, siempre que se deriven de un mismo acto,
disposición, inactividad o actuación material. E incluso de varios actos o disposiciones,
cuando sean reproducción, confirmación, ejecución o guarden conexión directa unos con
otros.29

Comportamiento impugnable[editar]
El comportamiento impugnable de la Administración puede ser una disposición general,
mediante el denominado recurso directo de reglamentos; un acto administrativo que ponga
fin a la vía administrativa, bien sea definitivo, bien sea de trámite, siempre que en este
último caso suponga una decisión directa o indirecta sobre el fondo del asunto, la
imposibilidad de continuar la tramitación, produzca indefensión, o cause perjuicios de difícil
o imposible reparación en los derechos e intereses legítimos de los afectados.30
También es impugnable la inactividad de la Administración cuando el interesado reclame
una prestación reconocida por una disposición general que no precisa de actos de
aplicación. De igual modo, también podrá impugnarse la inejecución de un acto, convenio
o contrato. Por su parte, la impugnación de vías de hecho administrativas (actuaciones
materiales sin soporte legal alguno), se exige el requerimiento previo a la Administración
para que cese tal actividad y restablezca la situación anterior. De no obtenerse respuesta
en 10 días, o de ser ésta negativa, procederá la interposición de recurso contencioso-
administrativo.31
Finalmente, podrá darse el caso del recurso indirecto contra reglamentos, en el que se
impugna un acto administrativo sobre la base de la ilegalidad de la disposición general, y
en cuya aplicación se haya dictado el acto impugnado.32Ello puede dar lugar a la
llamada cuestión de ilegalidad, procedimiento especial mencionado en el artículo 27 de la
Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa.

Pretensiones de las partes[editar]


Las pretensiones de las partes son el verdadero objeto del procedimiento contencioso-
administrativo. Demandante y demandado formulan sus pretensiones en el escrito de
demanda y en el escrito de contestación, respectivamente. A tales pretensiones habrá de
atenerse el órgano jurisdiccional a la hora de dictar sentencia, de acuerdo con el principio
de congruencia.33
Las pretensiones de la parte demandada, obviamente, consistirán en la desestimación
parcial o total de las pretensiones de la parte demandante. Son éstas últimas las que
encuentran detallada regulación en la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa.
De esta manera, el recurrente (o demandante) podrá pretender la anulación de actos
administrativos y disposiciones generales, solicitando que se declaren no conformes a
Derecho.34De igual manera, podrá pretender el reconocimiento de una determinada
situación jurídica individualizada, así como la adopción de las medidas necesarias para
restablecerla.35
Por otra parte, podrá solicitar que se condene, a la Administración Pública en cuestión, al
cumplimiento de sus obligaciones en los supuestos de inactividad administrativa contraria
a Derecho.36También podrá solicitar el cese de una actuación material (vía de hecho) de la
demandada, así como el restablecimiento de la situación previa, y en su caso, la
indemnización por daños y perjuicios.37
Para acabar, las partes podrán solicitar la condena en costas, consistente en el abono de
los gastos procesales que suponga el propio proceso para la parte contraria. Los
supuestos de condena en costas en primera instancia recaen en la parte que sostiene su
acción o bien en la parte que interponga recurso con mala fe o temeridad. En las demás
instancias, la condena en costas se produce si se da la desestimación total del recurso,
salvo que el juez motivadamente resuelva lo contrario.38
Elementos formales[editar]
Finalmente, en tercer lugar, se pueden distinguir los elementos formales, asentados en los
distintos procedimientos de control contencioso-administrativo que pueden darse. Junto
con el procedimiento ordinario, abanderado por el recurso contencioso-administrativo, hay
que destacar la existencia de un procedimiento abreviado, así como diversos
procedimientos especiales. En igual sentido, existen diversos procedimientos relativos a
los recursos frente a las resoluciones, autos y providencias provenientes de la propia
Jurisdicción Contencioso-Administrativa.

Procedimiento ordinario[editar]
Artículo principal: Procedimiento contencioso-administrativo ordinario
Véase también: Tribunales Económico-Administrativos de España
El procedimiento ordinario para interponer recurso contencioso-administrativo está
regulado en los artículos 43 a 77 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa.
Antes de la interposición del recurso contencioso, el recurrente habrá de cumplir un
requisito previo, consistente en el agotamiento de los recursos administrativos (hasta
poner fin a la vía administrativa), o bien formular las reclamaciones que procedan contra la
inactividad administrativa, o su actuación material por vía de hecho.39
El procedimiento ve su iniciación en la presentación del escrito de interposición por parte
del recurrente. Tal escrito se limitará a citar el comportamiento impugnado, solicitando que
se tenga por interpuesto el recurso. Habrá un posterior trámite de admisión, que en caso
de encontrar algún defecto en la interposición, supondrá la apertura de un plazo de 10 días
para que el recurrente lo subsane.40
Posteriormente, el órgano jurisdiccional solicita al órgano administrativo la remisión del
expediente de que se trate,41dando a la Administración un plazo de 5 días para emplazar a
los interesados, según ese mismo expediente.42
Tras la entrega del expediente al recurrente (o demandante), se le concede un plazo de 20
días para que presente escrito de demanda, que contendrá los hechos, fundamentos de
Derecho y pretensiones que desee formular, así como los documentos que procedan para
defender su derecho.43Presentado el escrito de demanda, se le dará traslado a la parte
demandada para que en plazo de 20 días formule escrito de contestación, de naturaleza
similar al escrito de demanda, aunque obviamente con motivos y pretensiones opuestos.44
Hay que destacar la eventual existencia de un trámite de alegaciones previas, que se
sustancia dentro de los 5 primeros días de plazo para contestar la demanda, en el que la
parte demandada alega los motivos de incompetencia o inadmisibilidad de la demanda que
estime oportunos.45En su caso, se dará traslado al demandante para que alegue lo
procedente en un plazo máximo de 5 días; otorgándole, si procede, 10 días de plazo para
que subsane los defectos en que incurra.46
Las partes podrán solicitar al órgano que se practiquen las pruebas necesarias para
esclarecer los hechos en que no coincidan las partes y sean trascendentes para el fondo
del asunto. La prueba se regirá por las reglas contenidas en la Ley de Enjuiciamiento Civil,
dándose 15 días de plazo para proponer, y 30 días para practicar.47También se podrán
practicar pruebas de oficio, a propuesta del propio Tribunal, asegurando en todo caso que
las partes puedan hacer las alegaciones que estimen pertinentes sobre dichas pruebas.48
Las partes podrán solicitar que se celebre vista, que se presenten conclusiones o que se
declare el pleito concluso, sin más trámite, para Sentencia. El órgano jurisdiccional
decretará lo que coincidentemente hayan solicitado las partes, o bien lo que haya
solicitado el demandante. Si hubo prueba, se estará a lo que haya solicitado cualquiera de
las partes.49
Finalmente, la terminación del procedimiento podrá ser anticipada, como en el supuesto
del desistimiento del demandante,50del allanamiento de la demandada,51por la caducidad
del proceso, o bien por acuerdo entre las partes.52
No obstante, la forma natural de terminación es la Sentencia, regulada en los artículos 67
a 73 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa. El órgano jurisdiccional habrá
de dictar Sentencia en 10 días, permitiéndose una ampliación de plazo razonada y
notificada a las partes.53Los pronunciamientos de la Sentencia podrán consistir en la
inadmisibilidad de la demanda, su estimación o desestimación total o parcial, y la eventual
condena en costas.54

Procedimiento abreviado[editar]
Artículo principal: Procedimiento contencioso-administrativo abreviado
El procedimiento abreviado se regula en el artículo 78 de la Ley de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa. Corresponde la utilización de este procedimiento cuando los
Juzgados de lo Contencioso-Administrativo, y los Juzgados Centrales de lo Contencioso-
Administrativo conozcan de la ejecución de actos firmes, de cuestiones relativas al
personal de las Administraciones, de los asuntos de extranjería e inadmisión de peticiones
de asilo político, de dopaje en materias deportivas, y de las cuestiones que tengan una
cuantía inferior a 30.000 €. (La Ley 37/2011 sobre medidas de agilización procesal ha
ampliado la cuantía a 30.000 €).
Se trata de un procedimiento eminentemente oral, que concede vital importancia al acto de
la vista, donde se fijan los hechos y se formulan alegaciones. También serán orales las
conclusiones que se presenten tras la prueba.
También goza de ciertas particularidades de trámite en relación al procedimiento ordinario.
Cabe destacar que la iniciación se produce directamente por demanda (en el
procedimiento ordinario puede darse, pero en escasos supuestos); asimismo, el trámite de
prueba no permite la formulación de preguntas y repreguntas a los testigos.

Procedimientos especiales[editar]
 Procedimiento para la protección de los Derechos Fundamentales de la persona:
(Artículos 114 a 122) Específico para violaciones de los Derechos Fundamentales, se
caracteriza por se un procedimiento desarrollado bajo los principios de preferencia y
sumariedad, con intervención preceptiva del Ministerio Fiscal. Se configura un
procedimiento de plazos reducidos, que a la vez, trata de evitar abusos por parte de
los demandantes, que pueden tratar de reconducir fraudulentamente los
procedimientos ordinarios a la presente figura, mucho más favorable.
 Cuestión de ilegalidad: (Artículos 123 a 126) Surgen como sonsecuencia de la
estimación de un recurso indirecto, y se plantean por el órgano judicial que anuló un
acto que aplicaba un Reglamento ilegal. Para que se produzca una anulación erga
omnes del Reglamento, el órgano de origen deberá plantear la cuestión ante el órgano
competente para anular disposiciones generales.
 Procedimiento en los casos de suspensión administrativa previa de acuerdos: (Artículo
127) La Administración General y la autonómica pueden suspender los actos o
acuerdos de Corporaciones de Derecho Público y Entidades Públicas que consideren
lesivos para su competencia o para el interés general. Tras dicha suspensión, la
Administración recurrente deberá interponer recurso contencioso-administrativo contra
el acto o acuerdo que haya suspendido.

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