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FACULTAD DE EDUCACION

Licenciatura en lengua castellana y literatura

Crónica

29 AÑOS DE AUSENCIA PADRE SERGIO RESTREPO

Marino López dejando escuchar una voz entrecortada y melancólica nos dice; ya

son 29 años que Sergio no está con nosotros pero aún así lo seguimos recordando como el

primer día, un hombre alto, delgado, que usaba ante ojos, una persona de apariencia

físicamente sencilla pero que con arduo trabajo dejó una huella imborrable en los corazones

de todas las personas que tuvimos la fortuna de conocerlo y compartir con él.

Sergio Restrepo Jaramillo, oriundo de Medellín- Antioquia, sacerdote jesuita, llega

al municipio de Tierralta en el año 1979 convocado por otro grupo de sacerdotes con el fin

de visitar y conocer todas las necesidades sociales, culturales y religiosas que presentaba el

alto Sinú en esa época.

“Cuando lo vi por primera vez se le notaba la templanza que se necesitaba para

sobrevivir en esta tierra que aunque muy rica en ganadería y gran productora de madera era

una tierra golpeada por la violencia y la injusticia” nos cuenta Marino López más conocido

como “el profesor” amigo y vecino del sacerdote Sergio; resalta de manera positiva todo lo

que el padre hizo en esta tierra, cuenta que en los 10 años que el sacerdote vivió en el alto

Sinú hizo lo que nunca nadie se había atrevido hacer “llegó por primera vez a las cabeceras

del Sinú a hablar a los indígenas de Dios, tuvo el valor de hablar cuando algo no le gustaba
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con respecto a las injusticias que se presentaban aquí, era un hombre lleno de valores y

principios, siempre dispuesto ayudar al más indefenso sin importar lo que se le dijera, era

una persona correcta en todo lo que hacía a tal nivel que en muchas ocasiones hizo

denuncias en público sin importar colocar en juego su integridad física o emocional. Sergio

era un hombre único, dice “el profesor” dejando escuchar en su voz una nostalgia al

recordarlo”.

Al igual que Marino López también otras personas tuvieron la oportunidad de

conocerlo y compartir con él, entre ellos, el odontólogo Ricardo Jaramillo y Víctor Pantoja.

Víctor Pantoja era un niño de tan solo 11 años cuando el padre Sergio Restrepo

llegó al municipio de Tierralta, en ese mismo año Víctor hizo su primera comunión con la

preparación de la comunidad Madre Laura y en ese momento Víctor no solo conoció al

padre Sergio sino que también se convirtió en su ayudante y amigo: “yo me encargaba de

ayudarle en las cosas de la iglesia y también en conseguirle el abono para las plantas porque

aparte de ser siervo de Dios, el padre también era amante de la naturaleza, le gustaba

siempre estar sembrando árboles, él decía que eso generaba vida, tanto así que aquí en el

parque central tuvimos la oportunidad de tener muchos árboles sembrados gracias a él pero

que lastimosamente ya no están por el mal cuidado de todos los habitantes del municipio”

añade Víctor Pantoja.

Sergio, un hombre sencillo, carismático, humilde se dio a conocer en todo la región,

se convirtió en voz de aliento para muchas personas que tenía sed de justicia por todas las
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atrocidades que pasaban en el pueblo gracias a los grupos alzados en armas que aquí

habitaban pero aun así nada de esto fue motivo para que él dejara de insistir en ayudar al

pueblo a superar cada una de las cosas negativas que en el sucedían.

Era tanto el amor e interés que el sacerdote sentía por el municipio de Tierralta que

organizó la biblioteca municipal, inauguró la casa campesina y el museo arqueológico

Zenu, todo esto con el fin de que la cultura del municipio fuera más grande que la violencia

que por esos momentos circundaba la región. Sin embargo no todo era color de rosa porque

lo que para él era buenas obras y acciones de justicia, para los grupos al margen de la ley no

era de muy buen parecer, especialmente las acciones que el sacerdote tomó cuando

comenzó hacer publica las denuncias de todas las fechorías que pasaban y nadie hacia nada;

estos grupos alzados en armas no eran muy gustosos de la estadía del sacerdote en esta

región.

El 1 de junio de 1989 nadie esperaba que sucediera lo que para muchos era una

muerte anunciada, el día comenzó de manera inesperada porque cuando apenas el sol

comenzaba a salir al oriente del municipio personas armadas acabaron con la vida del señor

Jesús Yanes un chofer del pueblo, luego de seis horas otro hecho sangriento se presentó en

Tierralta-Córdoba, cuando el reloj marcaba las 12 del día fue asesinado el comerciante del

pueblo Juan Ortega y al caer la tarde el padre Sergio estaba conversando con sus amigos y

dice “es mejor que cada quien coja para sus casas porque ya mataron al del desayuno,

también el del almuerzo y no sabemos quién sea el de la cena” sin sospechar siquiera por
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un instante que sería él mismo, nos cuenta de manera nostálgica el señor Marino López

quien estaba con el sacerdote el día que fue asesinado.

Marino López dice “recuerdo esa tarde como si fuera ayer; el padre Sergio, mi

persona y otros amigos estábamos de manera normal platicando cerca de la iglesia cuando

decidimos cada quien coger para nuestras casas, las cosas no estaban muy bien en el pueblo

ya que ese día habían asesinado a dos personas, nos despedimos y a la distancia venía una

chica que alcanzó al padre para entregarle unos retablos que había mandado arreglar, el

padre y la chica pasaron la calle cuando se escucharon unos disparos que estremecieron mi

pecho y alguien gritó ¡mataron al padre, mataron al padre!, lo único que se me ocurrió fue

salir corriendo a ver qué había pasado y al llegar al lugar de los hechos encontré a mi amigo

ya inmóvil todo cubierto de sangre no puedo explicar lo que sentí en ese momento fueron

sentimiento de impotencia y dolor encontrados a la vez, no solo yo sentí ese gran dolor

porque como algo inexplicable el cielo se abrió y comenzó a llover fuertemente como

muestra de reclamo por toda la sangre que se había derramado ese día en el municipio”.

La muerte del sacerdote Sergio Restrepo era para muchos ya una muerte anunciada

puesto que él no se quedaba callado al ver las injusticias que se presentaban en el pueblo, él

buscaba fervientemente la igualdad en el pueblo, qué hubiese paz, justicia; pero

lastimosamente no lo logró, su muerte fue atribuida al grupo armado AUC al mando del

paramilitar Fidel Castaño.


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Se pensó que después de la muerte del padre Sergio la región del alto Sinú

despertaría y comenzaría a darse cuenta que no era correcto y mucho menos justo que

personas inocentes pagaran con sus vidas el hecho de no estar de acuerdo con las

atrocidades que se presentaban, pero no es así porque aunque ya han paso 29 años desde

aquel 1 de junio del 1989 día trágico para nuestro municipio, la desigualdad se sigue

presentando, la justicia solo está para el que tiene más dinero, para el que presenta el poder

de momento, y el necesitado cada día está peor, los grupos al margen de ley siguen estando

en la región haciendo de las suyas y las autoridades, los entes de seguridad y las personas

del común parecen no darse cuenta de nada, más bien como decía el padre Sergio; somos

un pueblo indolente incapaz de sentir amor propio y mucho menos por el que nos rodea.

El cuerpo del sacerdote duró 2 días en cámara ardiente en el pueblo de Tierralta para

que todos sus amigos y feligreses tuvieran la oportunidad de despedirse de él, el 4 de junio

es trasladado a la ciudad de Medellín para ser cremado allá, aunque fue llevado a su lugar

de nacimiento su corazón quedo enterrado en el municipio de Tierralta en la iglesia San

José en la cual presto sus servicios por 10 años, sus familiares decidieron dejar su corazón

acá como muestra del gran amor que el sacerdote sentía por este municipio, un municipio

que aunque indolente como él lo llamaba porque sus habitantes no eran capaces de

denunciar todas las barbaridades que aquí sucedían él siempre brindó amor y luchó

contantemente para que la justicia llegar y se acabaran todas las injusticias que a diario

sucedían.
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El padre Sergio Restrepo es recordado en el municipio de Tierralta no como un

simple sacerdote, es recordado como el amigo del pueblo, como un hombre capaz de luchar

por todo lo que quiere, un hombre que abominaba las injusticias y ante todo era temeroso

de Dios; a aparte también es recordado porque gracias a él contamos con una casa cultural,

un museo y una biblioteca que con mucho sacrificio y templanza consiguió para Tierralta-

Córdoba.

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