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Antonia Palacios, narradora y poeta venezolana, nacida en Caracas, es la autora de esta fesca y

bella obra, que verdaderamente es una lástima que no leas, no es nada larga como tu sugieres y
además su lectura es amena y se hace corta.
Ana Isabel, una niña decente (1949), novela centrada en la intimidad de una niña que dejaba de
serlo para entrar en la adolescencia, es una rememoración de la infancia feliz de la protagonista la
cual recupera en sus recuerdos ciertas zonas del centro de la ciudad de Caracas
Aquí tienes el resumen que lo copié de: http://es.shvoong.com/books/novel/164111…
En esta obra se narra la vida de una pequeña niña de 8 años, la cual vivía frente a una plaza,
estaba ubicada en caracas en la época de los techos rojos, época cuando esta ciudad se
caracterizaba por el respeto a sus tradiciones y habitantes en un ambiente aldeano, rodeada de
casas, Ana Isabel siempre se la mantenía en la plaza jugando como también cuando llovía se
ponía a desconchar las paredes de las casas. Y cuando eran las 6 de la tarde la señora que vivía
con ella porque su madre había muerto la llamaba para que se metiera, pero ella no le hacia caso y
corría para un escondite que tenia. El escondite era una callejuela que esta detrás de la iglesia
frente a la plaza. Ahí hace mucho frió, la torre impide que penetre el sol. Esta niña era pobre, uno
de los sucesos que acontecieron fue cuando la niña quería hacer su primera comunión pero su
familia no tenia recursos económicos para comprarle el vestido esto lleno de tristeza a la niña pero
sin embargo la realizo. La novela más que todo trata de que la niña no se explicaba porque había
tantas personas pobres y porque a veces su mama le decía que no se ajuntara con personas
indecentes, mas que todo estas dos preguntas fueron la narración de la novela porque ella de cada
rato preguntaba y recordaba cosas acerca a estas preguntas, al final la niña crece se gradúa y se
forma como una niña decente. Ella tenia dos amigas las cuales se burlaban de ella todo el tiempo
le decían que era pobre y ella se sentía muy mal por todo lo que le decían sus amigas, pero ella les
decía que era pobre pero de gran corazón que es lo que no tenían sus amigas solo les importaba
el dinero. Ella cuando estudiaba tenia una maestra la cual le decía a la niña que era fea, pero la
niña se fue acercando poco a poco a la maestra para que se diera cuenta que no era cierto lo que
decía, a lo que la maestra la fue conociendo poco a poco, pero al final la termino de conocer bien y
se dio cuenta que no era cierto lo que decía de ella que era fea, y le pidió disculpa a la niña por
todo lo que le había dicho la cual la niña acepto sin remordimientos, terminaron siendo buenas
amigas dentro de la escuela y fuera. Otro suceso que ocurrió en esta novela es cuando el ministro
muere que ella presencia el entierro y se pregunta que porque moría las personas, el ministro era
una persona rica y al igual que presencio ese entierro presencio un entierro de un niño pobre y ella
se preguntaba porque el entierro del niño pobre no tenia carros y flores como tenia el entierro del
ministro. Otro aspecto de esta novela es que Ana Isabel tenia dos primos que no eran muy
adinerados y ella se preguntaba porque eran tan presumidos y no era como la familia alcántara tan
sencilla por eso es que a ella no le gustaba ir para la casa de sus primos. Luego Ana Isabel se
enferma y es llevada al hospital, ella se cura pero durante su enfermedad recibió todo el apoyo de
su familia esto a la vez le trajo varios recuerdos y esto fortaleció el amor de su familia. Esta novela
muy claramente en la mayoría de su desarrollo trata de preguntas que se hace Ana Isabel que no
sabia y que tenia curiosidad por saber.
Resumen:

La realización de este artículo intenta analizar desde una perspectiva feminista y psicoanalítica,
la novela Ana Isabel, una niña decente de la escritora venezolana Antonia Palacios, publicada en
1949. El estudio de teorías feministas ha aportado grandes cambios a la literatura y ha permitido
ver a la mujer más íntimamente, además permite conocer los deseos y pensamientos más
profundos ocultos dentro de la psique femenina, para así construir el camino para conseguir una
identidad propia, un poco desligada de la opresión masculina.

Las feministas se han propuesto luchar a gran escala por la reivindicación de los derechos de la
mujer, la igualdad social, ética, cultural y política en una sociedad determinada por el dominio del
patriarcado, para así dejar de ser una minoría y empezar a tener una identidad propia que haga
sentir a la mujer como sujeto y no sólo como un objeto manipulable por el hombre.

Palabras claves: dominio, sumisión- opresión, patriarcado,

Introducción

La teoría feminista ha tenido un gran impacto en la sociedad actual, debido a que destruye los
estereotipos temáticos, subvierte las convenciones lingüísticas y sintácticas de la escritura
patriarcal mostrando la totalidad de la experiencia femenina en textos donde expresa sus
intimidades, hace denuncias marginales, critica los centros de poder y dominación marcados por la
opresión masculina hacia la feminidad. En la obra de Antonia Palacios, la niña crece siendo libre
pero a la llegada de la adolescencia empieza a tener grandes cambios en cuanto a su
comportamiento, pues empieza a adoptar los estereotipos impuestos por la sociedad venezolana
de principios del siglo XX.

La mujer latinoamericana siempre ha vivido en un sociedad dominada por el patriarcado, tanto


así, que la mujer ha estado sometida a los patrones, sociales, políticos, culturales impuestos por
los hombres, en donde la opresión hacia la mujer es perpetuada por ellas mismas, volviendo a las
mujeres sumisas y frágiles. A esto, no ha escapado ninguna mujer latinoamericana, pues, todas de
alguna manera hemos sido oprimidas, vejadas, en nuestros hogares y juzgadas negativamente por
la sociedad que, solo se fija en los estereotipos de una mujer de siglos pasados, una mujer
acostumbrada al maltrato, a la tiranía y al mutismo, sin libertad de opinar y, de tener libre
pensamiento. Debido a esto, aparece una mujer luchadora, que esta en busca de la libertad, de la
reivindicación y la aceptación de la igualdad en las sociedades machistas.

Esta lucha lleva años, empezó hace varias décadas de una manera más intensa, aunque en
realidad sus primeros pasos se dieron con la publicación de obras literarias escritas por mujeres
durante las primeras décadas del siglo XX, donde la mujer dejó de ser solo un objeto y empezó a
constituirse como sujeto, dejando a un lado el anonimato bajo el que estuvo escondida varios
años. Debido a que, se conoce la existencia de varias obras, artículos periodísticos escritos por
mujeres, que dejaron una huella innegable en la literatura venezolana y latinoamericana, pero,
que, en muchos casos fueron publicados omitiendo los nombres de sus autoras, o sencillamente
utilizando pseudónimos masculinos.

Breve biografía de Antonia Palacios

Antonia Palacios nació en Caracas en 1915 y, falleció en la misma ciudad en 2001. Fue una gran
poeta, novelista y ensayista. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura, en 1976 y el Premio
municipal de literatura en 1982.

Antonia Palacios ha destacado en la ficción venezolana por el cultivo de una prosa artística,
dentro de la literatura escrita por mujeres, más ligada a los temas sociales. Su novela Ana Isabel,
una niña decente (1949), es una rememoración de la infancia feliz de la protagonista, la cual
recupera en sus recuerdos ciertas zonas del centro de la ciudad de Caracas. En 1954 publicó
Crónicas de las horas. Tras un prolongado silencio de varios años inició, con Los insulares (1964),
un ciclo de cuentos en los que realizaba una incursión poética en el devenir de la conciencia. Su
prosa es, en su elegancia, heredera directa del mensaje de Teresa de la Parra. También ha dejado
su huella en el cultivo del poema en prosa con el libro Textos del desalojo (1973), que avanza en la
línea iniciada por José Antonio Ramos Sucre. Es autora también del volumen de ensayos París y
tres recuerdos (1944) y de las crónicas de Viaje al frailejón (1955). Obtuvo el Premio Nacional de
Literatura con El largo día ya seguro (1975).

Anécdota de la obra

En Ana Isabel, una niña decente se narra la vida de una pequeña niña de 8 años, la cual vivía
frente a una plaza, ubicada en Caracas en la época de los techos rojos, época cuando esta ciudad
se caracterizaba por el respeto a sus tradiciones y habitantes en un ambiente aldeano, rodeada de
casas, Ana Isabel siempre jugaba en la plaza. Esta niña era pobre, pero tenia un apellido de
abolengo que la hacia diferente a los demás niños pobres. Su vida transcurría entre dos mundos, el
mundo de los niños pobres con los que jugaba en la plaza y, el mundo del colegio, donde
compartía con niñas de apellidos reconocidos y familias acomodadas. Ana Isabel es una niña que
demuestra una gran inocencia, frecuentemente cuestiona las aseveraciones que hace su madre
acerca de los niños pobres. A lo largo de la novela se puede ver los cambios de Ana Isabel, como
de niña se comportaba de una manera y con la llegada de la adolescencia cambia totalmente
alejándose de los niños de la plaza.

Análisis de Ana Isabel, una niña decente

Para el análisis de esta obra de la venezolana Antonia Palacios, nos guiaremos por la teoría
feminista y el psicoanálisis siguiendo los arquetipos de Jung. Cabe resaltar que, para Jung (citado
por Rogel B., 2009) los arquetipos son: “formas o imágenes de una naturaleza colectiva que
aparecen prácticamente en toda la tierra como componentes de mitos y al mismo tiempo como
productos autóctonos e individuales de origen inconsciente.” Los arquetipos pueden aparecer de
forma individual o colectiva, pues se manifiestan individualmente a través de los complejos y a
nivel colectivo, cuando caracteriza a una cultura.

En la obra de Antonia Palacios, se puede estudiar el arquetipo del patriarcado, que es un


símbolo de opresión hacia la mujer, característico de varias culturas latinoamericanas. Los
arquetipos representan el inconsciente colectivo que, determinan comportamientos y actitudes,
en nuestro inconsciente tenemos grabado el arquetipo de la mujer como un ser sumiso, frágil,
noble, callado, obediente, pero que hoy en día esta en busca de cambiar ese paradigma y ser un
sujeto capaz de tomar decisiones, expresarse por si misma sin esperar la aprobación de un hombre
que la domine.

En la Venezuela del siglo XX, el patriarcado era el eje principal de la sociedad, todo giraba en
torno a la figura masculina, las decisiones, los cargos importantes estaban adjudicados solo a
hombres, la mujer no era tomada en cuenta y simplemente se encargaba del cuidado del hogar,
con la entrada de la modernidad esto fue cambiando y la mujer contemporánea tiene voz y voto
en la mayoría de las decisiones del hogar.
A pesar de esto, el patriarcado tiene una gran influencia en el inconsciente colectivo, debido a
que en la obra de Antonia Palacios, un personaje resalta la hombría con que debe crecer un niño
diciendo (Palacios, 2004:131): “-Dios me lo bendiga. Guá, ya va sé un hombre… Y como que va a sé
macho como yo.” Esto revela que en la sociedad venezolana de 1920, el machismo estaba
sobrevalorado, y en la actualidad todavía puede observase, pues desde pequeños a los niños se les
inculca el estereotipo del típico macho, dominador, opresor de la mujer.

Otro arquetipo que cabe estudiar, es el de la mujer, según Jung (citado en Galdós, Ruiz, &
Estramiana, 2007) la mujer en el inconsciente colectivo frecuentemente ha sido vista como la
madre, la buena, la sumisa que, cuando es representada por el ánima, puede presentar varias
dicotomías, en este caso se dirigirá el análisis hacia la dicotomía Santa versus seductora. Esta es
una categoría que representa a la mujer santa versus la mujer pecadora. Este arquetipo del ánima
es la representación de lo femenino en lo masculino, se relaciona la mujer santa con todo en
cuanto desea tener el hombre, el amor maternal, la familia; por su parte la mujer pecadora,
tentadora la que se encarga de ser la perdición de un hombre, a la que se le atribuyen las culpas y
desgracias del hombre.

Por otra parte, para acercarnos un poco al tema de la deconstrucción Derrida (citado por
Culler, 1984) la describe señalando que:

En una oposición filosófica tradicional no encontramos una coexistencia pacifica de términos


contrapuestos sino una violenta jerarquía. Uno de los términos domina al otro (axiológicamente,
lógicamente, etc.), ocupa la posición dominante. Deconstruir la oposición es ante todo, en un
momento dado, invertir la jerarquía.

Según lo leído previamente la deconstrucción cambia la posición del dominado por el


dominante, es decir, la posición que ha sido oprimida violenta las reglas e invierte la situación
dejando de ser oprimida para ser opresor. Como se da en el caso de la teoría feminista que en
algunas ocasiones, el patriarcado deja de ser el eje dominante y se subvierte la situación, situando
a la mujer en el lugar antes ocupado por el hombre.

En la obra de Antonia Palacios, se plantea una deconstrucción del patriarcado pues, la mujer
planteada en esta novela busca desligarse completamente del falocentrismo existente, buscando
la liberación tanto de mente como de cuerpo. La mujer santa queda escondida bajo la mujer
seductora, tentadora. En cuanto a esto, en la obra se puede leer la siguiente cita (Palacios, 2004):
En ese libro hay pecados que Ana Isabel no sabe que quieren decir. “No fornicar”. Ana Isabel ha
preguntado a la señorita, ésta se queda callada y luego dice que es un pecado que no pueden
tener las niñas. La señorita dice que Ana Isabel tiene una naturaleza propensa al sensualismo que
quien sabe a donde la conducirá. ¿Sensualismo? Ana Isabel ha buscado en el diccionario (…) ¡Claro
que ella es sensual! Si casi le da vértigos el perfume de las magnolias y de los nardos. Y siente el
perfume recorrerle todo el cuerpo, ya lo tiene en la boca, ya en los ojos, ya en las manos… Sin
duda tendrá que acusarse con el padre Mayorca de ser sensual. (p. 60-61)

Como se puede observar, en la cita anterior debido al comportamiento y a la forma de


expresión de Ana Isabel, la señorita la juzga de sensual e insinúa que al crecer esta pequeña niña
no será “decente”, tanto así que por las palabras de la profesora la niña siente que ser sensual es
pecado y que debe confesarlo al padre. Esto sucede por que se seguían patrones patriarcales
donde las niñas deben comportarse de una manera que no exponga su sexualidad en ninguna
circunstancia.

En las sociedades patriarcales, a las mujeres se les ha hecho sentir fuertemente una opresión
hacia el cuerpo, los sentimientos, comportamientos y actuaciones, frente al mundo tan hostil que
se les ha impuesto. Siempre se la ha enseñado a la mujer desde muy temprana edad como
comportarse acorde a las ideas de lo femenino, advirtiéndole siempre que, ciertas actitudes
podrían hacerla ver de otra manera, acercándola más a lo masculino.

En lo referente al cuerpo, en Ana Isabel, una niña decente (Palacios, 2004) se puede leer:

-No hay que amar al cuerpo- repite siempre tía Clara-, el cuerpo es castigo del alma. Pero Ana
Isabel ama su cuerpo. Ama sus brazos que levanta muy alto, sus piernas con que corre, sus ojos
con que mira… (p.60)

Con lo anteriormente descrito, pareciera que admirar, amar el cuerpo fuera un pecado, como si
las mujeres no tuvieran derecho sobre su propio cuerpo y debía mantenerse oculto ante la mirada
de un extraño y la mirada propia.

Generalmente, en los libros escritos por hombres, la mujer solo aparece como auxiliar del
hombre, no tiene vida propia ni una personalidad bien definida. La aparición de la teoría feminista
busca cambiar esto, se le da a la mujer otra perspectiva, que busca narrar historias desde el
interior de su alma, además permite que la mujer adopte posiciones mas firmes frente a la
sociedad, y tenga en las obras personalidades claramente definidas que buscan la creación de una
identidad propia.
Lo femenino se refiere a todos los patrones que le han sido impuestos a la mujer por normas
o convenciones culturales y sociales. Desde hacia varios siglos a la mujer se le ha enseñado que
tiene que ser discreta, dulce, frágil, etc. A partir de esta imposición, surge el concepto o la idea de
la opresión patriarcal o dominación masculina. Esta opresión, según Toril Moi (1988):

Consiste en imponer estándares sociales de femineidad en una mujer, con el preciso propósito de
hacerle creer que estos estándares seleccionados son los naturales. De modo que, una mujer que
se niega a asimilar esto se convierte en no-femenina y, por ende, no-natural.

La mujer que vive y ha vivido en sociedades patriarcales, al creer que los estándares impuestos
son los correctos y, que es la forma natural en que debe comportarse la mujer, los asume y,
asimila sin ningún problema o reacción contraria, mientras que la mujer que se niegue a seguir
determinados estándares es criticada, vejada y humillada convirtiéndola en una mujer poco
femenina y, además que sería vista como anormal. De esta manera, la mujer llega a formar parte
de las minorías, del sistema periférico que existe en las mayorías de las sociedades actuales y que,
es la lucha constante de las mujeres de hoy día.

Con respecto a esto, en Ana Isabel, una niña decente se puede observar, en unos de los
fragmentos como la niña ha sido subyugada y comparada con varones por su comportamiento
(Palacios, 2004:166):

-¡Vente Ana Isabel, mira que se va a hacer tarde!/- Déjala tranquila, niño. ¿Para qué va a ir? Ya ella
está muy grande para dar carreras por esa plaza con tanto muchacho varón. ¡Te vas a volver una
marimacho, Ana Isabel!

En la cita anterior, se puede observar como algunos comportamientos son aceptados en los
varones pero, dado el caso contrario, si es una niña la que intenta comportarse de un modo
característico de los hombres, inmediatamente es oprimida y sus deseos son coartados, no se le
permite decidir por sí misma y se cohíbe por miedo de ser tratada diferente al resto de las
mujeres. Otro fragmento extraído de la obra de Palacios (2004) dice:

Ana Isabel desearía quitarse los zapatos y correr con los pies desnudos sobre la tierra mojada. Ana
Isabel ama el sol, pero ama también la lluvia, y cuando llueve, siente locos deseos de estar
descalza, sin ropas, y correr desnuda bajo la lluvia. Tía Clara al escucharla comentó severa que Ana
Isabel tenía instintos de mujer mala, mujer de la calle. (p. 59)
Esta cita, nos muestra como las ideas de libertad de Ana Isabel, llevan a la tía a catalogarla de
manera tan denigrante, debido a que en las sociedades patriarcales estas actitudes son
desprestigiadas y no permitidas en las mujeres que viven en sociedades patriarcales.

Aquella mujer que se muestra desafiante frente a las imposiciones sociales, que se atreve a
retar el orden preestablecido hacia lo que se debe ser, hacer, para mostrarse como símbolo de
feminidad, con frecuencia adquiere un aspecto que se no se identifica con los estereotipos
establecidos, por lo tanto, aquella mujer que no ejerza el rol de madre, no sea administradora del
hogar, es socialmente nula e inexistentes en sociedades tan patriarcales como las
latinoamericanas.

El feminismo se inició en Estados Unidos como un movimiento social que buscaba la liberación
y consecución de igualdad de derechos y oportunidades en aspectos como lo político, social,
cultural, que con el trascurso del tiempo logró revolucionar y transformar el mundo, consiguiendo
cada vez más adeptas a este movimiento que surgió de unas minorías. Durante este proceso
surgieron varias escritoras representativas como Virginia Woolf, Simone de Beauvoir que
influyeron fuertemente en la lucha iniciada por mujeres latinoamericanas que durante las ultimas
décadas se ha encargado de darle voz propia, logrando romper el status quo, además la escritora
contemporánea crea universos que corresponden a sus propios valores, sin negar su biología pero
honrando su perspectiva de mujer.

La lucha de las mujeres por la igualdad de derechos, ha buscado dar una nueva visión a la idea
que se tiene de ser mujer, pero cambiando los estereotipos establecidos por los hombres. La
mujer se ha definido a lo largo de la historia como madre, esposa, hermana e hija, debido a esto la
mujer se ha visto en la necesidad de buscar su propia identidad, más allá de las características que
le han sido atribuidas por el patriarcado.

Otro aspecto importante y visible en esta obra, es la diferencia de clases sociales, en esta
novela, el problema de la discriminación, de la marginalidad del pobre es bastante notable, los
centros de poder giran en torno a aquellos que poseen dinero y status y, los pobres son oprimidos
y dominados. El poder es una relación de fuerzas, donde hay un dominador y un dominado. En
cuanto a esto, Foucault (s/f) sostiene que:

El poder no es una institución ni una estructura, o cierta fuerza con la que están investidas
determinadas personas; es el nombre dado a una compleja relación estratégica en una sociedad
dada. El poder en el sentido substantivo no existe *…+ La idea de que hay algo situado en —o
emanado de— un punto dado, y que ese algo es un «poder», me parece que se basa en un análisis
equivocado *…+ En realidad el poder significa relaciones, una red más o menos organizada,
jerarquizada, coordinada.

Lo citado anteriormente indica que, el poder existe en todas las sociedades, es una manera de
organización que permite la prevalencia del más fuerte. Oprime las voces de los débiles, y por lo
tanto el que tenga más fuerza será el que tenga el poder. El poder está relacionado con muchos
aspectos de nuestra vida, existen relaciones de poder en lo social, en lo cultural, en la academia,
culto e instituciones.

En la obra de Antonia Palacios, las relaciones de poder ejercidas desde la iglesia y el colegio son
bastante obvias, muchos de los niños son excluidos por no pertenecer al círculo social, por no
poseer un apellido de abolengo o sencillamente por que las madres les dicen que los otros niños
no son gente decente. Como en muchas culturas existentes, que se rigen bajo preceptos católicos
la iglesia es uno de los centros de poderes que rigen nuestras sociedades y que, de igual manera
nos imponen estereotipos patriarcales, asumiendo posturas que hacen ver comportamientos
normales como pecaminosos. Palacios (2004), en su novela dice:

Será Trinidad la que vende pandehornos o Domitila la que vende arepitas. Pero ni a Trinidad ni a
Domitila nunca las ha visto Ana Isabel correr desnudas, bajo la lluvia. Tía Clara ha dicho que eso es
pecado, un pecado contra el pudor, un pecado vergonzoso… (p. 59)

Esto demuestra la gran influencia ejercida por la iglesia, que siguiendo patrones machistas
oprimen la libertad de la mujer, la libertad de conocer su cuerpo. Para Antonia Palacios escribir
esta obra fue un gran éxito, pues para la época en que fue escrita todavía las mujeres estaban
apegadas al sistema patriarcal. a partir de allí, se abren caminos para la libertad de expresión de
las mujeres escritoras que buscan su aceptación en el canon literario.

Cixous (1986), en su obra considera que la escritura es el medio por el cual la mujer tiene la
posibilidad de apropiarse de aquello que le ha sido anulado por las imposiciones patriarcales: su
identidad y, con ella, su cuerpo; deconstruyendo (según el concepto de Derrida) la oposición
masculino-femenino en donde se encuentra en desventaja, la mujer podrá reconocerse,
recuperarse y redefinirse a sí misma a través de su escritura; para esta autora, la mujer debe
escribirse, más bien, reescribirse para encontrar una identidad que esté definida por lo que ella es
y no a partir de lo que el pensamiento masculino, patriarcal, establece que ella debe ser y hacer.
Escribiendo se rompe el silencio, se rebasa la marginalidad y la represión a las que las mujeres han
sido sometidas en mayor o menor grado.
Antonia Palacios fue una gran escritora, a pesar de que creció en una época marcada por el
patriarcado, en sus obras puede verse una mujer libre, que lucha por sus derechos y, no se
esconde bajo los estereotipos patriarcales sino que busca su propia identidad, escribiendo obras
con un estilo de prosa poética que nos hace viajar a un mundo lleno de colores, paisajes
inolvidables y desconocidos por medio de la lectura de sus obras.

Conclusiones

La escritura se ha convertido para la mujer en un medio para la expresión, la creación de un


arte que le permite identificarse y delimitar a la mujer en un contexto que va más allá del
impuesto por le patriarcado, sino que por medio del cambio de roles, la mujer ha dejado de ser
solo madre, hermana, esposa e hija y a pasado a ser un sujeto transformador, capaz de luchar por
la libertad, la igualdad de derechos y la búsqueda de una identidad propia que pueda ser común a
otras mujeres.

Antonia Palacios en su novela Ana Isabel, una niña decente, hace una crítica a la sociedad
caraqueña de 1920, ella creció en medio de limitaciones que fueron fijadas por la sociedad regida
por el machismo imperante en esa época. La pequeña niña era obligada a seguir ciertos patrones
de comportamiento que restringía su capacidad de toma de decisiones.

Esta novela forma parte de la literatura escrita por mujeres que no se limita a mostrar las
opresiones a las que han sido sometidas las mujeres durante varios siglos, sino que logra mostrar
una obra completamente diferente que muestra una forma los pensamientos, sueños de una niña
que se vuelve mujer en una sociedad falocéntrica, pero narra la historia con un estilo único,
característicos de las mujer que se desliga de las imposiciones patriarcales.
Sinopsis
La novela relata en tono coloquial la pérdida de la infancia de una niña llamada Isabel desde los 8
años hasta la pubertad en laCaracas de comienzos del Siglo XX. Palacios narra esta pérdida como
un viaje que culmina en el reconocimiento de la transformación que convierte a Isabel de una "niña
decente" en una mujer adulta. A decir de Luz Marina Rivas en el libro Nación y literatura, la niña
protagonista, de carácter sonador, se convierte en una testigo de su época, porque la observa
desde afuera, desde el desconcierto infantil que no entiende porque hay niños que no son
«decentes». La precaridad de su condición social, entre la pobreza y el abolengo familiar,
heredado con los apellidos de viejos próceres del país, la convierten en un personaje sin un claro
sentido de pertenencia, que oscila entre dos mundos: el de la plaza Candelaria, donde juega con
los niños de los cerros, y el de la escuela, donde tiene compañeras de familias acomodadas
Según la misma Antonia Palacios Ana Isabel es una obra parcialmente autobiográfica: Mi infancia
fue terrible, porque mi padre era epiléptico y mi madre me crió en una atmósfera de ternura, pero
muy miserable y la única evasión que yo tenía era montarme en el techo, soñar e imaginarme
cosas. Y empecé a escribir esas cosas creadas en mi mente, así nació Ana Isabel.[2] En la misma
entrevista confesó que de los 17 libros que escribió, Ana Isabel.

Conflicto planteado en la obra

La novela más que todo trata de que la niña no se explicaba porque había tantas personas pobres y porque a
veces su mama le decía que no se ajuntara con personas indecentes, mas que todo estas dos preguntas fueron
la narración de la novela porque ella de cada rato preguntaba y recordaba cosas acerca a estas preguntas, al
final la niña crece se gradúa y se forma como una niña decente.

Momento culminante de la obra


Ana Isabel se enferma y es llevada al hospital, ella se cura pero durante su enfermedad recibió todo el apoyo
de su familia esto a la vez le trajo varios recuerdos y esto fortaleció el amor de su familia. Esta novela muy
claramente en la mayoría de su desarrollo trata de preguntas que se hace Ana Isabel que no sabia y que tenia
curiosidad por saber.

Desenlace de la obra

Ana Isabel siempre se la mantenía en la plaza jugando como también cuando llovía se ponía a desconchar las
paredes de las casas. Y cuando eran las 6 de la tarde la señora que vivía con ella porque su madre había
muerto la llamaba para que se metiera, pero ella no le hacia caso y corría para un escondite que tenia.Esta niña
era pobre, uno de los sucesos que acontecieron fue cuando la niña quería hacer su primera comunión pero su
familia no tenia recursos económicos para comprarle el vestido esto lleno de tristeza a la niña pero sin
embargo la realizo.

Ana Isabel se entretiene en desconcharla para ver surgir su corazón de madera. Hay ritmo, hay
poesía. La novela que narra la infancia de Ana Isabel, descendiente de gentes principales, que vive
en una zona que no es la misma en la que viven las gentes adineradas y poderosas de su
momento. Es una niña soñadora, que imagina muchas cosas y, sobre todo, descubre que en su
mundo hay una clara diferencia entre los niños “decentes” y los que no lo son, en donde la
“decencia” no es, como se define en los diccionarios, recato, respeto a las convenciones sociales,
ni respeto a la moral sexual ni mucho menos dignidad y honestidad en los actos y en las palabras,
sino algo que tiene que ver con el origen social de las personas. Ana Isabel es testigo del paso del
tiempo en su mundo, que se va transformando junto con ella, que se convierte en una adulta, en
una señorita “decente” que ya no podrá jugar con los niños de su entorno, los niños de los cerros
cercanos, que no son “decentes” aunque sean buenas personas y respetuosos. Como señala Luz
Marina Rivas enNación y Literatura, el elemento nuclear de la novela es La precariedad de su
condición social, entre la pobreza y el abolengo familiar, heredado con los apellidos de viejos
próceres del país, (que) la convierten en un personaje sin un claro sentido de pertenencia, que
oscila entre dos mundos: el de la plaza Candelaria, donde juega con los niños de los cerros, y el de
la escuela, donde tiene compañeras de familias acomodadas. La trama, o podríamos decir la
ideología que domina la trama, corresponde a la vida de la autora en su infancia y juventud, y
refleja su posición política en los complejos tiempos de la Generación del 28, cuando estuvo con
María Teresa Castillo, Josefina Juliac, Beatriz Peña, Isabel Jiménez Arráiz, etcétera, que fueron a
la vez compañeras de los protagonistas y protagonistas ellas mismas, que supieron ubicarse en
posiciones de vanguardia política. Sobre la propia Antonia Palacios se recuerda que se atrevió a
gritarle “Asesino” al general Gómez al paso de su caravana oficial. Había nacido en la casa de su
familia, de Pelota Punceres, en pleno centro de la ciudad, el 13 de mayo de 1904. Su padre fue el
ingeniero Andrés Palacios, descendiente directo de Bonifacio Palacios, tío de Simón Bolívar, y su
madre, Isabel Caspers, sobrina de Ezequiel Zamora. Como era muy frecuente en esos tiempos, los
Palacios Caspers, a pesar de sus apellidos ilustres, no tenían medios de fortuna. Inocente
Palacios, su hermano, nació cuatro años después que ella. En su infancia, La familia vivió en La
Candelaria, en la Plaza del Panteón y en Maiquetía y, como era muy normal en aquellos días,
Antonia apenas cursó los primeros años de primaria, pero por fortuna su madre se encargó de
aproximarla a los libros y a la cultura en general. A su regreso a Caracas, su vida no fue muy
diferente a las de sus compañeras de generación. Luego de los sucesos del 28 participó en
muchas actividades. Fue en su casa, en 1929, donde nació el “Grupo Cero de Teoréticos”, que
desapareció por la persecución política. Tiempo después se casó con Carlos Eduardo Frías,
director de la revista Élite y excelente cuentista (dejó el oficio de escritor para dedicarse a la
publicidad). En 1935, año en que murió Gómez, nació su hijo Fernán. En ese tiempo publicó sus
primeros trabajos, con seudónimo, enÉlite. Durante el gobierno de Eleazar López Contreras, Frías
entró al Servicio Exterior y estuvieron en París y Ginebra. De esa experiencia salió la publicación
de su ensayo París y tres recuerdos (1944). En 1941 nació su hija María Antonia, destinada a ser
niña prodigio en el piano y a morir en plena juventud a causa de una Diabetes Mellitus I, que en
ese tiempo se conocía como Diabetes Infantil. En 1949, como vimos, se editó en Buenos Aires su
única novela, Ana Isabel una niña decente, gracias a la gestión que ante Gonzalo Losada hizo
Arturo Uslar Pietri. En 1954 dio a conocer Crónicas de las horas, en 1955 Viaje al frailejón, un
bellísimo relato de un viaje a los Andes hecho poco tiempo antes. Por la carrera pianística de su
hija pasó un tiempo en New York, entre 1955 y 1956, año en el que se mudó a Caracas una de las
mejores profesoras de piano de Estados Unidos (Harriet Serr) para apoyar a niña prodigio. En esos
días conocí a María Antonia, de quien me hice realmente amigo. Formábamos parte de un curioso
grupo de jovencitos que en vez de reunirse a bailar, beber y fumar, se reunía a oír buena música, a
hablar de literatura y de música y a desarrollarse culturalmente. Llegamos hasta a sacar un número
de un periódico que, por consejo de Antonia, llamamosHontanar. Se daba entonces el curioso
caso de que en la misma casa, en El Rosal, pared de por medio, se reunían los jovencitos y a la
vez un grupo de intelectuales encabezado por Antonia, en donde estaban Oswaldo Trejo, Antonio
Aparicio, Alfredo Silva Estrada, Sonia Sanoja, Alfredo Chacón, Roberto Guevara y otros, a quienes
los jovencitos (María Antonia, María Elena Coronil, Beatriz Gerbasi, Alonso Palacios, Antonio
Padrón, Manuel Padrón, Rodolfo Milani, Antonio Iszak, Simón Mitler, yo y otros), llamábamos con
sorna “los adolescentes de Antonia”. En 1957 Antonia y su hija se instalaron en Europa (Roma y
Viena) por los estudios musicales de María Antonia, pero la joven decidió abruptamente dejar su
carrera musical y ambas regresaron a Caracas, en donde, a poco de llegar, le fue diagnosticada la
Diabetes a María Antonia. Su condición fue agravándose hasta que murió, meses después de
haberse casado y tras participar activamente en los movimientos subversivos de la extrema
izquierda. Fue un golpe demoledor para Antonia, del que nunca se recuperó. En 1972 revivió su
carrera literaria conLos insulares (cuentos) y en 1973 publicó Textos del desalojo, poemas en
prosa. Es autora también de Crónica de las horas (1964). Ganó el Premio Nacional de Literatura
con El largo día ya seguro (1975). Al año siguiente fue Jurado del Premio de Novela Rómulo
Gallegos, y, por iniciativa de Oswaldo Trejo, dirigió el taller de narrativa del Celarg (Centro de
Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos), experiencia que la llevó a abrir su propio taller de
narrativa, que llamó, por su casa en Altamira, “Calicanto”. De allí surgió la publicación de Hojas de
calicanto, que recogía los trabajos de los talleristas. Sus últimas publicaciones fueron: Una plaza
ocupando un espacio desconcertante (relatos, 1981), Multiplicada sombra (1983),La piedra y el
espejo (1985), Ficciones y aflicciones (1989), Largo viento de memorias (1989), Ese oscuro animal
del sueño (1991), Hondo temblor de lo secreto (1993). Una obra sólida, importante. El 13 de marzo
de 2001, luego de un período de soledades, acentuado por la pérdida de la audición, Antonia
Palacios murió en Altamira, en la quinta “Calicanto”. Sus ojos de esmeralda, que tanto habían visto
y reflejado, se cerraron para siempre.

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