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RESUMEN LIBRO NILS

CAPITULO I: El castigo del duende

Nils Holgerson era un muchacho de unos 14 años, alto y de cabellos rubios. Sus ocupaciones
favoritas eran dormir, comer y jugar.
Un domingo sus padres van a la iglesia y le piden a Nils que se quede en casa leyendo el Evangelio
del día.
Al ver partir a sus padres se acomodó en un sillón y comenzó a leer en voz baja hasta que empezó
a dormirse.
Se despertó por un ruido y vio por el espejo que la tapa del cofre de su madre estaba levantada y el
recordaba perfectamente que antes de dormirse estaba cerrada. Pensó que algún ladrón estaba en la casa
hasta que vio que un pequeño duende cabalgaba en el borde del cofre. El niño estaba asombrado y pensó
en hacerle una jugarreta al duende.
Con una red para cazar mariposas capturó al duende y este le propone a Nils que sí lo libera le dará
una gran moneda de oro. Nils rechaza la oferta y el duende le da una gran bofetada convirtiéndolo en
duende aunque al mismo tiempo le concede el don de poder hablar con los animales.
Nils comenzó a buscar al duende y como no lo encontraba lloró y prometió nunca más faltar a su
palabra, que sería bueno y obediente. De pronto recordó que su madre decía que los duendes se escondían
en el establo así que fue inmediatamente hacia allá.
Al llegar al establo los animales se alborotaron y estaban contentos al ver a Nils tan pequeño,
diciendo que se lo merecía por haber sido tan malo con ellos. Mientras ocurre esto, un grupo de patos
silvestres vuelan sobre la granja en una de sus migraciones, y Martín, uno de los patos domésticos de los
padres de Nils, se une a ellos. Nils se agarra fuerte al cuello del pájaro cuando este logra despegar para
unirse a las a la bandada.
Durante un largo rato el niño no se dio cuenta de nada. Después tuvo el valor de mirar hacia abajo y
reconoció los verdes campos, los bosques de hayas, las granjas y los jardines.

CAPITULO II: Nils y la zorra Esmirra

Ya oscurecía y los patos bajaron hasta las orillas del lago Vombsjó. Nils se dio cuenta que la
respiración de Martín era fatigosa y le pidió que bebiera agua del lago. El pato no se movía así que Nils lo
arrastro hasta el agua.
Martín le dio las gracias al niño por haberlo ayudado y le pidió que lo acompañara a Liponia.
Los demás patos silvestres salieron del agua y no prestaron mucha atención a lo ocurrido. Okka, el
guía, les pregunto a Nils y a Martín quienes eran y que los llevaba a volar con ellos. Martín les respondió
que era para demostrarles que también los patos domésticos servían para algo. Okka lo encontró muy
valiente y aceptó que él y Nils fueran con ellos.
A media noche cuando todos dormían, la zorra Esmirra, corrió en dirección a los patos y logro
atrapar a uno por el ala.
Nils despertó sobresaltado y al ver que la zorra huía con su victima, la persiguió hasta que la cogió
del rabo y tiró con mucha fuerza. El pato pudo escapar y Nils trepo por el tronco de una haya.
Cuando amaneció, Martín se acercó volando y tomó sobre su lomo a Nils y lo llevó a la orilla del
lago. Los otros patos no dijeron nada de la hazaña del niño y salieron en busca de comida diciendo que aún
no partirían a Laponia.
CAPITULO III: Nils, gran corazón

Pasaron varios días y Nils creyó que pronto lo llevarían a casa, pero se dio cuenta que eso todavía
no ocurriría.
Los patos silvestres se acercaron a Nils y Okka le agradeció por haberlo salvado de la garras de la
zorra. En forma de agradecimiento, Okka le envió un mensaje al duende que había castigado a Nils y le
pidió que lo convirtiera en hombre cuando regresara a casa, al explicarle lo bien que se había portado el
niño con ellos.
Nils comenzó a llorar y les dijo que no quería volver a ser hombre y que su único deseo era ir con
ellos a Laponia.
Okka aceptó su decisión y continuaron su vuelo. Iban en camino cuando salió a su encuentro
Trianura, la grulla y luego de saludarlos los invito al baile de Kullaberg. Pocos minutos más tarde legó
Ermenric, la cigüeña y solicito la ayuda de Okka y los suyos, en socorro de las ratas negras que estaban
amenazadas por las ratas grises.
Nils, a quien Okka presentó como Pulgarcito, prometió ayudarlos. Se dirigieron al castillo de
Glimminge en donde estaban los ratones grises muy confiados comiendo granos de trigo.
Nils, con un cuerno para encantar ratones, enviado por Flama, el búho que vivía en la catedral de
Lund, pudo sacar a los ratones grises del castillo.
El muchacho anduvo largo tiempo tocando, y las ratas continuaban tras él, y anunció que las ratas
negras estarían de vuelta tan pronto como saliera el sol, entonces el pito de Flama podría dejar de sonar sin
peligro.

CAPITULO IV: Esmirra, la zorra perversa.

Okka, sus compañeros, Martín y Nils partieron al norte. Cuando pasaron por la región de
Kristianstad comenzó a llover muy fuerte y el agua golpeaba con mucha fuerza las alas de los patos y su
vuelo se hacía más lento.
Se hizo tarde y los patos aterrizaron bajo un pino. Nils se cubría bajo el ala de Martín, pero no podía dormir
porque estaba mojado y muy asustado.
Una tarde en que la zorra Esmirra vagaba por las orillas casi desiertas del río Ronneby, divisó a una
bandada de patos y los reconoció al instante. Se dio cuenta que buscaban donde pasar la noche y los
acechó durante un buen rato. Esmirra los miraba con disgusto porque se acordaba del mal que le habían
causado. Por culpa de ellos había sido desterrada de Escania y obligada a vivir en Blekinge.
Los patos se ubicaron en un lugar que a la zorra se le hacía muy complicado llegar, así que desafió
a una marta y a una nutria para que fueran en busca de los patos, pero Nils hizo fracasar todos los intentos
de los animales.
Okka y su bandada se acomodaron en un balcón y no demoraron en dormirse pero Nils no podía
conciliar el sueño. De repente se oyó un gran aullido de Esmirra. Okka se despertó y Esmirra le propuso que
si le entregaba a Pulgarcito haría las paces con él y dejaría de perseguirlos. Okka no aceptó y le dijo que
toda la bandada daría la vida por Nils. El niño se conmovió al escucharlo y se dio cuenta que los quería.

CAPITULO V: Nils, prisionero de las cornejas.

Durante dos días la niebla había interrumpido su viaje y todos se encontraban a la orilla del mar
jugando. Los patos se acercaron a Nils para decirle que Martín había desaparecido. Lo buscó hasta que se
hizo de noche y descubrió que Martín desaparecía para ayudar a una pata gris que no podía volar por tener
una herida en el ala. Cuando el pato se fue, Nils se acerco a la pata y le tocó el hueso del ala lastimada. Lo
apretó y lo hizo volver a su sitio.
A la mañana siguiente, Okka decidió continuar con el viaje y antes de irse, Martín fue a ver a la pata
gris. Ella se estaba bañando en el mar y le dijo que Nils la había sanado.
Después de varios días de vuelo llegaron al cantón de Sunnerbo. Una mañana estaban en la orilla
del mar en busca de alimentos y Nils se había internado en la selva cercana buscando algo que comer. De
pronto 2 cornejas lo cogieron y comenzaron a volar tan torpemente que el niño se pego con una rama en la
cabeza y perdió el conocimiento.
Cuando despertó, se dio cuenta que estaba prisionero. Las cornejas llegaron a una casa destruida,
que era su vivienda, y dejaron al niño en el suelo.
Ráfaga, el jefe de las cornejas, le pidió a Nils que abriera una vasija de barro. Como el niño estaba
muy cansado no pudo y Ráfaga le dio un picotazo en la pierna. Nils dio unos pasos atrás y sacó su cuchillo
enterrándoselo en el ojo a Ráfaga. Rápidamente las cornejas se abalanzaron sobre el niño y él se escondió
en la vasija, lanzándoles las monedas que estaban adentro. Al ver las monedas, las cornejas olvidaron su
venganza y corrian a esconder las monedas.
Fumla-Drumla, la corneja que lo había llevado, le dijo al niño que ella lo salvaría y lo llevaría donde
los patos silvestres.

CAPITULO VI: El deshielo y los niños

Después de ser salvado por la corneja, Nils volvió a reunirse con la bandada que iba hacia Laponia.
Asa y el pequeño Mats, los hermanitos que vivían en la misma aldea de Nils, iban a esa región
durante 3 meses para trabajar en las carboneras.
Los niños tenían que atravesar el lago y pensaban que ahorrarían mucho tiempo si atravesaban
sobre el hielo, en lugar de rodearlo. Ellos no sabían el gran peligro que corrían.
Comenzaron a avanzar rápidamente y los niños se dieron cuenta que las olas del mar avanzaban
contra el hielo.
El hielo se partía y comenzaba a hundirse. Las grietas se convertían en hendiduras y el hielo iba
reduciéndose a grandes bancos flotantes.
En ese momento pasó sobre sus cabezas una bandada de patos. Entre los gritos de los patos los
niños oyeron una voz dándoles indicaciones para poder salvarse. Asa y Mats siguieron los consejos y
obedecieron cada vez que escuchaban la voz.
Cuando llegaron a la orilla, Asa sacó un pequeño zueco que dejo visible sobre una roca. Un gran
pato descendió y se escuchó un grito que decía: ¡Feliz viaje, feliz viaje! ¡Es Nils Holgersson quien les habla!

CAPITULO VII: Nils y el amigo Gorgo

Tres años antes que Nils viajara con los patos silvestres, Okka había salvado la vida de un
aguilucho llamado Gorgo, en las montañas de Laponia.
Okka le contó a Nils esa amistad y le había dado sus señas, para que pudiera reconocerlo cuando
llegaran a Laponia.
Un día la bandada visitó el nido pero Gorgo ya no estaban allí. Un mirlo les contó que Gorgo había
sido apresado por un cazador y vendido en Estocolmo, al gran parque zoológico de Skansen.
Gorgo estaba encerrado en una pajarera y una mañana escuchó que alguien le hablaba. Nils le
ofreció ayuda y comenzó a limar la jaula para que pudiera escapar.
Una mañana Gorgo pudo escapar, salió de la jaula y desapareció por los aires. Nils pensó
tristemente que el águila no tenía educación ya que no le había dado las gracias, pero al rato Gorgo bajo del
cielo y le agradeció lo mucho que había hecho por él. Lo subió a su lomo y lo llevo junto a la bandada de
patos silvestres.
Okka corrió hacia Nils y le preguntó donde había estado, que estaban muy preocupados por su
larga ausencia. El pequeño le contó su aventura y le dijo que ya podía subir a ver a su amigo Gorgo a su
nido.
CAPITULO VIII: La mujer que deseaba escribir

El mismo año que Nils viajaba con los patos silvestres, una mujer deseaba escribir un libro sobre
Suecia, un libro que sirviera de lectura a los niños de las escuelas. Ella no se sentía capaz y estaba
dispuesta a abandonar su proyecto, cuando tuvo la idea de ir a visitar su casita en Vermland, la provincia
donde había nacido, para inspirarse y describir el lugar donde transcurrió su infancia.
Mientras viajaba se sentía rejuvenecer y comenzó a recordar a sus padres, hermanos y a la vieja
criada.
Cuando el cochero detuvo los caballos a la entrada de la alameda se estremeció y encontró todo
distinto. Llegó a su casa, donde había vivido muchas experiencias alegres y recordó muchas vivencias.
Sentía que ahora sería muy penoso abandonar ese lugar.
Al rato, desde el jardín, escucho unos gritos y vio a un pequeñín que se defendía de las garras de
una lechuza. La señora espantó a la lechuza y el pequeño quedo adolorido en el suelo. Le dio las gracias y
le pidió a la señora si podía proporcionarle abrigo seguro donde pasar la noche.
Nils le contó que no era un duende, sino un humano igual que ella. La señora se asombro y le pidió
que le contara todo lo que le había sucedido.
El pequeño le relató sus aventuras y la señora estaba maravillada y contenta. Exclamó lo bien que
había hecho en volver a su casa y que la historia de Nils era lo que necesitaba para poder hacer el libro que
tanto le preocupaba.

CAPITULO IX: En camino

A la mañana siguiente, Nils se despidió de la señora y ella le dijo que su aventura tendría un final
feliz. Ahora Nils solo pensaba en convencer a Martín de seguir a los patos silvestres en su viaje por el
extranjero y Martín solo quería regresar al establo del buen granjero Holger Nilsson.
En la tarde llegaron a Dalsland y mientras descansaban apareció Gorgo. El aguilucho le dijo a Nils
que el duende que lo había transformado le había dicho que tenía que volver a su hogar junto al pato
blanco ya que las cosas en su casa marchaban mal. Sus padres habían tenido que vender las vacas y
pronto se verían obligados a abandonar la graja si alguien no los ayudaba.
Okka tomó dirección hacia la llanura de Escania y al rato después el pato blanco y Nils descendían
en la granja de Holger Nilsson.

CAPITULO X: El retorno al hogar

Era ya mediodía y Nils corrió velozmente al establo, creyendo que las vacas le informarían mejor
que nadie de todo. El muchacho le hablo a Rosa de Mayo y la vaca reconoció su voz. La vaca le dio la
bienvenida al saber que Nils había cambiado y le contó las penas que han pasado sus padres desde que él
se había ido.
Le dijo que habían comprado un caballo que les había costado mucho dinero y que ahora el caballo
estaba enfermo; que a su padre le daba pena matarlo y nadie lo quería comprar así que tuvo que vender a
sus compañeras.
Nils salió corriendo del establo y fue donde el caballo. Lo saludo y le dijo que era el hijo de la casa.
El caballo le contó que se le había metido un clavo en una pata y el veterinario no había podido descubrirlo.
Nils tomó la pata herida del caballo y con su cuchillo hizo unos signos en el casco. En ese momento
el muchacho escuchó voces en el corral y se dio cuenta que eran sus padres. Escuchó cuando su padre le
decía a su mamá que tenían que vender la casa. Nils no oyó más porque sus padres entraron a la casa al
mismo momento que Asa llego acompañada de su padre a visitarlos.
Los padres supieron que Nils estaba vivo y que había cambiado. Fue donde el caballo y en el casco
leyó: “Retira el clavo de la pata”.
Después llego el pato blanco y entró en la casa. La madre de Nils se asustó y Nils entró corriendo
gritándole a la madre que no le hiciera daño. La madre lanzo un grito de alegría y lo abrazo fuertemente. El
muchacho comprendió lo que sucedía y exclamaba que volvía a ser alto. Estaban todos muy felices.
A la mañana siguiente, Nils fue a la costa y espero en la playa para que los patos pudieran verlo.
Tenía muchas ganas de contarles como habia vuelto a ser hombre.
En un instante oyó la voz de Okka pero no entendía lo que decía. Comprendió que ya no podía
hablarles ni comprenderlos. De repente Okka se le acercó y Nils lo abrazo. Los otros patos también se
acercaron y le hicieron caricias. Nils abrazó a cada uno de ellos y se dirigió rápidamente a su casa. El
muchacho estaba feliz de haber escapado del encantamiento, pero era doloroso separarse de sus amigos.
Nils sintió una impresión tan dolorosa que casi hubiera preferido seguir siendo Pulgarcito para viajar con una
bandada de patos silvestres.

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