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Sinopsis

El primer amor, es un asesino...

H
artley Grace Featherstone está teniendo un día muy malo. Primero
descubre que su novio está engañándola con la presidente del Club
de Castidad del Herbert Hoover High. Luego él es vinculado como
el primer sospechoso en un asesinato. Y si eso no fuera suficiente, ahora está
dependiendo de Hartley para que limpie su nombre.

Pero, por mucho que a Hartley no le importaría verlo retorcerse, sabe que es inocente,
y es la única que puede ayudarlo. Junto con su mejor amiga, Sam, y el Chico Malo
residente de la escuela, Chase, Hartley empieza a investigar por su cuenta. Pero a
medida que los cadáveres empiezan a acumularse, el misterio se profundiza, los
sospechosos se multiplican, y Hartley empieza a temer que pueda ser la próxima
víctima del asesino.
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Contenido
Sinopsis ............................................................................................................................................................. 2
Capítulo 1 .......................................................................................................................................................... 4
Capítulo 2 .......................................................................................................................................................... 8
Capítulo 3 ........................................................................................................................................................ 20
Capítulo 4 ........................................................................................................................................................ 39
Capítulo 5 ........................................................................................................................................................ 50
Capítulo 6 ........................................................................................................................................................ 63
Capítulo 7 ........................................................................................................................................................ 73
Capítulo 8 ........................................................................................................................................................ 78
Capítulo 9 ........................................................................................................................................................ 91
Capítulo 10 .................................................................................................................................................... 106
Capítulo 11 .................................................................................................................................................... 113
Capítulo 12 .................................................................................................................................................... 123
Capítulo 13 .................................................................................................................................................... 129
Capítulo 14 .................................................................................................................................................... 142
Capítulo 15 .................................................................................................................................................... 152
Capítulo 16 .................................................................................................................................................... 163
Capítulo 17 .................................................................................................................................................... 174
Capítulo 18 .................................................................................................................................................... 187
Capítulo 19 .................................................................................................................................................... 194
Capítulo 20 .................................................................................................................................................... 202
Capítulo 21 .................................................................................................................................................... 215
Capítulo 22 .................................................................................................................................................... 219
Capítulo 23 .................................................................................................................................................... 237
Social Suicide ................................................................................................................................................. 249
Capítulo 1 ...................................................................................................................................................... 250
Sobre la Autora: ............................................................................................................................................. 254
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Créditos ......................................................................................................................................................... 255


Capítulo 1
Traducido por: Lore_Mejia

Corregido por: Xhessii

H
ay tres cosas que nunca quieres encontrar en el casillero de tu novio:
un suspensorio sudado, una D en el examen de historia de la semana pasada
y un envoltorio de condón vacío.

Qué suertuda soy, le di a los tres.

Me las arreglé para omitir la calificación casi perdida y la ropa sudada,


estudiando el paquete de aluminio rasgado. Lo cogí entre mi pulgar y mi dedo índice,
sintiendo como se me abría la boca como a un personaje de caricatura mientras me
recostaba en el casillero para apoyarme.

—No puede ser —dijo mi mejor amiga, Sam, cuando miró sobre mi hombro—.
Hartley, ¿eso es…?

—Eso creo —dije con voz rasposa.

—Bendito condenado, ¡eso apesta!

Me volteé hacia ella. —¿Condenado?

Sam encogió los hombros. —¿Qué?

—¿Estamos censurando ahora?

—Kyle dice que tengo boca de camionero.

—Tienes boca de camionero. Es una de las cosas que más amo de ti.

—Kyle dice que no es muy femenino.

Le volteé los ojos al techo. —Sí, tomaría consejos de feminidad de un chico que
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vive en su camiseta de fútbol.


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Sam se puso sus manos en las caderas y me dirigió una mirada punzante. —
Bueno, al menos mi novio no se está tirando a la presidenta del Club de Castidad.

Miré al papel de Trojan en mi mano. Tenía razón.

—Dios, esto no puede estar pasando —me quejé.

Que es exactamente lo que he estado diciendo desde que Ashley Stannic me


mandó un mensaje en la primera hora de Inglés diciendo que alguien había visto a mi
novio, Josh DuPont, tocando a Courtney Cline después de la práctica de campo a
traviesa de ayer. Al principio, no le había prestado atención. Porque (a) Courtney
Cline era la reina de mantente-virgen, poniendo posters de ¡Gánate Tu Derecho a Usar
Blanco! Por toda la cafetería e incluso animando a los estudiantes a firmar un
compromiso de abstinencia el primer día de clases, y (b) Josh y yo habíamos estado
saliendo desde siempre.

Nuestra relación hasta había sobrevivido haber estado a larga distancia durante
dos meses este verano: uno durante el cual fui a Ohio a visitar a mi abuela Mimí y el
otro durante el que Josh fue a campamento de fútbol en Sacramento. Cada uno se
había sentido como una eternidad, pero una vez él regresó a casa, nos pasamos la
semana entera anterior al inicio de clases pegados el uno al otro, sólo apartándonos
cuando uno de nosotros necesitaba dormir o ir al baño. Éramos sólidos. Sabía que no
había manera de que él me dejara. Ashley tenía que estar equivocada.

Sólo que, para la segunda hora Jessica Hampton y Chris Fret también estaban
equivocados, mandándome mensajes para preguntarme que si el rumor de que Josh
había llegado a segunda base con Courtney eran reales. Para el almuerzo, media
escuela estaba equivocada, y yo recibía miradas a hurtadillas y de risitas por encima
de bandejas de pizza y salsa de manzana.

Y estaba cuestionando esa solidez.

Así que, hice lo que cualquier buena novia haría. Abrí el casillero de Josh.
¿Habría sido más maduro confrontarlo acerca de los rumores? Posiblemente. ¿Habría
sido igual de efectivo?

Miré el pequeño paquete dorado en mi mano.


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Lo dudo mucho.
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No importa lo mucho que ame (tachen eso, amé, pasado) a Josh, no soy idiota.
Todo el mundo sabe que el cromosoma Y lleva con él la instintiva necesidad de
mentir cuando se encuentra bajo presión.

Que sería a lo que Josh tendría que enfrentarse cuando lo encontrara.

Seria presión.

En su laringe.

Hice bola el papel dentro de mi puño.

—¿Dónde está? —les pregunté a todos—. ¿Dónde está ese infiel pedazo de…?

Pero no logré terminar. El timbre sonó, haciendo eco en los pasillos de la


secundaria Herbert Hoover. Inmediatamente la conversación a nuestro alrededor se
detuvo, los casilleros se cerraron, y cientos de zapatos chirriaron contra el sobre
encerado piso mientras se dirigían a la quinta hora.

—Mira, tal vez haya alguna buena razón para que eso esté ahí —ofreció Sam,
acomodándose su mochila en los hombros.

—¿Cómo cuál? —Metí el envoltorio en mi mochila, tiré la puerta del casillero


de Josh y seguí a Sam por el pasillo.

—Bueno, tal vez sea para la clase de educación sexual.

—No sé tú, pero la última vez que tuve clase de educación sexual fue en octavo
grado.

—Buen punto. Ok, tal vez sea para algún proyecto de ciencia sobre, ummm,
¿reproducción?

—Estás inventando.

—Ok. Pero tal vez sea sólo uno que uso contigo y el envoltorio se quedó en su
mochila o algo así. Eso podría pasar, ¿cierto?

Me mordí el labio. No, no podría. Porque mi pequeño y sucio secreto que no


podía compartir ni con mi mejor amiga era que al contrario de la presidenta del Club
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de Castidad, yo sí era virgen.


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Ok, no había firmado ningún compromiso o había hecho promesas para
guardarme para el “Señor Correcto” cuando llegara. Es sólo que… bueno… no había
sucedido para mí aún. Lo había intentado. Una vez. Durante el primer año cuando
parecía que todo el mundo lo estaba haciendo, y pensé que estaba destinada a ser la
única virgen en Silicon Valley. Había estado saliendo con Cole Perkins por un par de
meses en ese entonces, así que cuando él quiso que fuera a su casa un viernes después
de la práctica de polo, acepté.

Su cuarto olía a pizza vieja, medias de gimnasia y el ambientador Glade que su


mamá utilizaba. Él había puesto su iPod con una horrible música de Christina
Aguilera, canciones que probablemente deberían haberme animado pero lo que hacían
era que me cuestionara que hacia desnudándome con un tipo que había bajado
canciones de Christina Aguilera. Cole me juró que había hecho esto muchas veces,
pero apuesto que ese era su cromosoma Y hablando porque fue extraño, casi doloroso,
y al final él había eyaculado por todas sus sábanas antes de que pudiéramos hacerlo en
realidad.

Después de esa experiencia, decidí que no me estaba perdiendo de nada y


abandoné la idea.

Hasta que llegó Josh. Había asumido que algún día lo haría con Josh. Ustedes
saben, cuando fuera el momento correcto.

Aparentemente el momento correcto había sido primero con Courtney Cline.

—Mira, lo buscaremos después de clases —prometió Sam, deteniéndose fuera


de su clase de literatura—. No te preocupes, Hart. Estoy segura de que esto es un gran
malentendido.

Ella me dio un breve abrazo antes de entrar al salón. Me quedé mirándola,


vagamente escuchando el timbre de retraso llenar el pasillo con su horrible
advertencia.

Correcto. Malentendido.

Más le vale a Josh rezar que eso sea todo lo que esto es. De otra forma, lo
mataría.
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Capítulo 2
Traducido por: Kathesweet

Corregido por: Xhessii

L
o primero que hice cuando llegué a Química (sólo dos minutos después)
fue escribirle un mensaje a Josh. Si él tenía una buena explicación,
ahora sería un excelente momento para escucharla.

Necesitamos hablar urgentemente

Puse mi teléfono en vibración y lo empujé en el bolsillo de mis jeans. Luego, a


regañadientes, abrí mi libro de química, tratando de seguir la clase mientras mi ser
entero estaba centrado en esperar por la vibración indicadora de la respuesta de Josh.

Una explicación de la unión química de iónico contra covalente más tarde, mi


teléfono no había vibrado. Mientras la señora Perry giraba su espalda para escribir
nuestra tarea en la pizarra, lo saqué e intenté otra vez.

Llámame cuando recibas esto

Luego lo alejé otra vez, fingiendo preocuparme por los átomos intercambiando
electrones.

Pero para el final de la clase mi teléfono seguía conspicuamente silencioso.


Intenté atrapar un atisbo de Josh en el pasillo mientras nos mezclábamos para el
último período, pero considerando que él tenía historia en el ala este y yo tenía
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trigonometría en el ala oeste, era una causa perdida.


Envié tres mensajes más durante matemáticas, intentando concentrarme en
funciones de ángulos agudos, pero completamente distraída por la falta de actividad
viniendo de mi bolsillo. Con cada segundo que pasaba, podía sentir la posibilidad de
que esto fuera algún malentendido estúpido volviéndose más y más delgada, hasta
que para el final del período, empezó a parecerse a una gemela Olsen. Drogada.
Después de una limpieza de colon.

Entonces, tan pronto como sonó el timbre y los pasillos se llenaron con
personas haciendo su carrera enloquecida hacia la libertad, llamé a Sam y le dije que
se encontrara conmigo en el campo donde el equipo de campo traviesa practicaba.

Para el momento en que atravesé el éxodo masivo, Sam ya estaba allí,


observando al equipo hacer estiramiento antes de su primera carrera. Escaneé el
grupo de chicos en suéteres naranjas y negros de los Wildcats por alguna señal del
cabello rubio de Josh. Usualmente él resaltaba en una multitud: alto, flaco, con un
corte de cabello desaliñado-chic, y los ojos más azules que he visto. Piensa en Zac
Efron. Sólo que rubio. Y más atractivo. Había algo en su sonrisa ―un poco
desequilibrada con los hoyuelos― que tanto chicos como chicas se sentían atraídos a
su círculo como pequeños mosquitos zumbando hacia un exterminador de bichos
brillante. Para bien o para mal, nadie podía resistirse a Josh DuPont.

Pero, hoy, no había señal de él.

Sin inmutarme, seguí a un chico bajito con cabello negro hirsuto hacia la
cabecera de la pista, él estaba luchando por tocarse los pies.

―Hola, Cody.

Cody Banks levantó la mirada, sudor ya reuniéndose sobre su frente amplia.

―Hola, Hartley. Cómo estás. ―Asintió hacia Sam―. Cómo estás.

Sam asintió de vuelta.

―¿Dónde está Josh?

Cody se encogió de hombros.

―No lo sé.
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―¿No está en la práctica?


Sacudió su cabeza.

―Nop. Se quedó por unos minutos, pero luego dijo que no se estaba sintiendo
bien. Quizás se fue a su casa.

Cobarde. Si Josh creía que no estaba sintiéndose bien ahora, que solo esperara
hasta que pusiera mis manos sobre él…

―Entonces ―dijo Cody, inclinándose más cerca―, ¿es cierto? ¿Lo de Josh y
Courtney?

Le lancé una mirada que decía claramente que si valoraba su vida, no seguiría
por ahí.

―Ella encontró una envoltura de condón ―dijo Sam en su lugar―. Pero


estamos seguras de que es por un proyecto de ciencias.

Cody sacudió la cabeza.

―Hombre. Apesta.

―Lo sé, ¿no? ―dijo Sam.

Los ignoré, parpadeando hacia el sol mientras barría mi mirada sobre el campo
hacia las bancas donde Color Guard1 estaba practicando, haciendo girar sus banderas
de gran tamaño en la brisa de la tarde como bastones agitándose. Si bien no era
totalmente dado que todos los miembros de Color Guard también pertenecían al
Club de Castidad, hacer girar banderas era considerada una de las actividades más
saludables en la escuela, lo que significaba que la proporción de Chicas del Club de
Castidad en Color Guard era algo como los mormones en Utah. Escaneé la línea de
chicas en uniformes pequeños de faldas cortas. Una alegre morena estaba
notoriamente ausente de la formación.

Courtney.

Me giré hacia mi amiga.

―Sam, ¿crees que podrías pedir prestado el auto de tu hermano?


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Color Guard: Tradicionalmente, son una representación visual de la música; grupo que acompaña a las bandas de
marcha y con frecuencia usan banderas.
―Probablemente. ―Se detuvo―. ¿Por qué?

―Porque si encuentro a Courtney Cline en casa de Josh y los mato a ambos,


voy a necesitar una forma rápida de escape.

Sam se mordió el labio, sus cejas haciendo una arruga de preocupación por mi
comportamiento. Pero, como buena amiga que era, finalmente dijo: ―De acuerdo,
pero tenemos que pensar en una cuartada convincente en el camino.

Media hora después estábamos rodando por Blossom Hill Road en el Volvo
1986 de su hermano Kevin con pegatinas de ¡Vive Verde! cubriendo toda la parte
trasera. Para la consternación de sus padres, el hermano de Sam había dejado la
universidad y se unió a Greenpeace el año pasado en lugar de graduarse de Stanford
como había hecho su padre. Y el padre de su padre. Y el padre del padre de su padre.
Era una tradición en la familia Kramer que había terminado dolorosamente cuando
su mamá había descubierto que Kevin no estaba en la clase de Derecho de los
Negocios que se suponía debía estar tomando, sino afuera de Whole Foods con un
portapapeles en la mano, pidiéndole a los compradores que firmaran una petición
para disminuir la urbanización en los pantanos del sapo de río de manchas negras.
Aunque sus padres enloquecieron, Sam estaba a gusto con el camino que su hermano
eligiera, ya fuera como alumno de Stanford o amante hippie de las ranas. Así fue,
hasta que sus padres dejaron claro que ahora era ella su única esperanza de tener una
hija graduada de universidad, convertida en una célebre cirujana, y ganando lo
suficiente para mantenerlos en una villa de retiro elegante en su vejez. Innecesario
decir que, las notas de trigonometría de Sam se habían convertido en el único tema de
conversación en la cena familiar de los Kramer.

Por suerte para nosotras, los padres de Sam todavía estaban trabajando, y
Kevin nos había cambiado sus llaves por una promesa de usar papel reciclado para
nuestra tarea esa noche.
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Desafortunadamente, un Volvo de 1986 se movía ligeramente más rápido que


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un Segway.
―¿Puedes hacer que esta cosa se mueva? ―pregunté, observando a una anciana
en un Buick gigante pasarnos.

―Lo siento. Kevin puso AV en el motor, y es un poco lento.

Ladeé mi cabeza.

―¿AV?

Sam asintió.

―Aceite vegetal. Se quema más limpio que los combustibles tradicionales.


Básicamente, sólo vuelcas un montón de aceite de cocina en el tanque, y estamos
listos para irnos.

―¿En serio? ―No es de extrañar que la Abuela nos hubiera pasado.

―Síp. Kevin va a todos los restaurantes de comida rápida para recolectar su


aceite usado una vez a la semana.

―Asqueroso.

―Lo sé. Pero nos llevará allí ―prometió Sam―. Lo que me lleva a preguntar…
¿exactamente qué vas a hacer cuando lleguemos allí?

Pensé en ello.

―¿Arrancarle los testículos y alimentar a su hámster con ellos?

Sam asintió.

―Creativo. ―Luego se giró hacia mí mientras bajaba la velocidad por una


señal de pare―. Pero de verdad. ¿Qué vas a decir?

Suspiré, recliné mi cabeza sobre el asiento, y cerré mis ojos.

―No sé.

Lo que, en realidad, era la verdad. No tenía idea de qué se suponía que diría en
una situación como esta. Sabía que se suponía que debía estar enojada con él. Y lo
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estaba. Todo eso de alimentar al hámster con las joyas de la familia podría haber sido
un chiste, pero no estaba demasiado alejado de la realidad. Cada vez que pensaba en
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esa envoltura de condón haciendo un hoyo en mi bolso, quería golpear algo.


Duro.

Preferiblemente su cara.

Pero tanto como odiaba admitirlo, parte de mí no quería odiarlo. No quería


romper con él aun cuando parecía como el siguiente paso lógico. Lo que realmente
quería era regresar a ayer cuando todo estaba bien, tenía un novio genial, y Courtney
Cline sabía cómo mantener sus piernas juntas.

Sam rodeó la esquina hacia Beacon y detuvo nuestra máquina de quemado-


limpio en una parada con un resoplido rápido de alivio del motor. Que estaba
empezando a oler como papas fritas.

Beacon era como cualquier otra calle en un suburbio en Silicon Valley: casas
californianas estilo rancho construidas una al lado de la otra, cuadrados de jardín
frente a árboles maduros actuando como un amortiguador entre la calle, minivans y
camionetas con estas pequeñas figuras de familias en las ventanas traseras
descansando en cada viaje. A las siete, el vecindario estaría lleno con los olores de
carne mechada y los sonidos de Jeopardy. Actualmente, la única señal de vida era un
chico tres puertas más allá, tomando fotos de un Camaro viejo con un parachoques
abollado en su entrada.

Y el Jeep Wrangler de Josh estaba aparcado en frente de la cuneta.

Tomé una respiración profunda. Dios, ¿qué iba a decirle? ¿Qué iba a decirme?
¿Intentaría negarlo? ¿Mentir para salir de ello? Quizás confesaría y rogaría por
perdón, prometiendo que nunca tocaría a otra chica de nuevo mientras viviera. ¿Le
creería?

―Entonces… ¿Vas a entrar? ―preguntó Sam desde el asiento del conductor.

Asentí.

―Sí. ―Pero por alguna razón, mi trasero permaneció firmemente pegado a mi


asiento.

―¿Pronto?
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―Seguro.
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―¿Antes de que nos graduemos?


―Quizás.

―¿Asustada?

―Completamente.

―¿Quieres que entre contigo?

Asentí. ―¿Lo harías?

Sam sonrió. ―Oye, ya estoy conduciendo el auto de escape. También podría


ser una cómplice en toda la extensión de la palabra. Vamos.

Salió de un salto del auto, obligándome a hacer lo mismo, y agarró mi mano


mientras cruzábamos la calle y entrabamos en la pasarela a la puerta del frente de
Josh. Un pequeño ganso de piedra vestido con un impermeable de lluvia estaba en el
porche, dos pares de Crocs de jardinería al lado de éste. Sobre la puerta colgaba una
corona de flores secas con una pequeña señal de Bienvenido en el centro.

―¿Qué pasa si su mamá responde? ―preguntó Sam ante el ganso, como si éste
pudiera volver a la vida y picotearla en las rodillas.

Sacudí mi cabeza.

―Sus padres están en algún crucero a Alaska. Aniversario. ―Lo que ayer había
significado que podíamos besarnos todo lo que quisiéramos en el sofá de su sala sin
que alguien nos molestara. Hoy… la idea de mi lengua tocando cualquier lengua que
hubiera tocado la lengua de Courtney Cline enviaba una oleada de nausea a través de
mí.

Aspiré un poco de coraje, apreté la mano de Sam por apoyo, y toqué el timbre
antes de que pudiera cambiar de opinión. Carillones silenciosos hicieron eco al otro
lado de la puerta, y me esforcé por escuchar el sonido de pasos acercándose. El
silencio nos recibió en su lugar, así que timbré otra vez, sintiendo a Sam moverse
nerviosamente de un pie al otro a mi lado.

No hubo respuesta.
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Renuncié al timbre, golpeando un puño sobre la puerta justo bajo la señal de


bienvenida.
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―¡Sabemos que estás ahí dentro, Josh! ¡Abre!

Creí escuchar movimiento en el interior, pero después de esperar un minuto


completo seguíamos paradas en el porche como idiotas. Agarré el pomo de la puerta y
tiré de éste. Cerrada. Genial.

―Quizás no está aquí. ―Sam miró por la ventana del frente, estirando su
cabeza para ver alrededor del enorme sofá y el centro de entretenimiento de roble.

―Su auto está aquí.

―¿Quizás simplemente no quiere responder? Quizás cree que si no responde la


puerta, no puedes romper con él.

Estreché mis ojos, mi ansiedad convirtiéndose en determinación.

―Vamos por la parte de atrás.

Crucé el jardín hacia la puerta lateral de madera, estirándome por la parte


superior, y abriendo el pestillo.

―¿Puerta trasera? ―preguntó Sam, luchando por seguir mi marcha


determinada.

Asentí, alcanzando las puertas de vidrio deslizantes que llevaban a la sala de


Josh. Sólo que, cuando tiré de la manija, quedó claro que también estaban cerradas.

―Parece que no vamos a entrar ―dijo Sam.

Analicé el patio trasero. Grueso césped verde cubría el jardín, y los árboles
frutales estaban a lo largo de la valla protegiendo el patio para privacidad. A la
derecha había un patio cubierto con una gran barbacoa lo suficiente para asar un
elefante pequeño. A la izquierda, un cobertizo de almacenamiento portátil estaba
contra la pared de estuco de la casa. Levanté la mirada. El techo del cobertizo
terminaba sólo unos centímetros debajo del segundo piso.

Justo bajo la ventana de la habitación de Josh.

Sam siguió mi mirada. Luego puso sus ojos en mí.


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―Tienes que estar bromeando.


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―Si nos subimos al techo, será fácil entrar por la ventana.

―¿Cuántos años tienes? ¿Diez? ¿Quién se sube a los techos?

Me giré hacia ella.

―Mira, tengo dos opciones, Sam. Puedo subir al cobertizo, entrar por la
ventana, y hacer que Josh me explique por qué una envoltura de condón estaba en su
casillero, o puedo ir a casa, mandarle mensajes muchas veces, y esperar cerca de mi
teléfono como alguna crédula patética mientras lo imagino intercambiando Dios sabe
qué fluidos corporales con Courtney Cline.

Sam mordió el interior de su mejilla, su mirada yendo al techo otra vez.

―Maldito infierno. Odio las alturas.

―No te preocupes, no es tan alto ―le aseguré. Aun cuando yo no estaba


totalmente interesada en los lugares altos. Aunque la clase de educación física
obligatoria y un viaje ocasional al gimnasio me mantenían en tallas de un dígito, yo
no era exactamente lo que llamarías atlética. Y ese cobertizo parecía como hecho de
latas recicladas.

Pero no había manera de que fuera a jugar el juego de “esperar a recibir un


mensaje de texto” por más tiempo.

Troné mis nudillos, luego hundí los pies en mis Skechers en el metal corrugado
del lateral del cobertizo, agarrándome a la esquina del techo con mis dedos.

―Dame un empujón ―le ordené a Sam.

Un segundo después sentí sus manos sobre la parte trasera de mis jeans,
empujándome hacia arriba con un gruñido.

―Un chiste sobre el tamaño de mi trasero, y te repudiaré ―advertí, mis tríceps


tensándose mientras mis pies se deslizaban, haciendo eso de “trotar en el aire”.
Finalmente encontraron su agarre otra vez, trepando por el lado mientras me izaba
sobre el techo con mi vientre primero.
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El cobertizo dio un gemido bajo mi peso, y permanecí perfectamente quieta,


medio esperando que toda la cosa colapsara bajo mí.
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No lo hizo. Lo que tomé como una buena señal.

Me puse sobre mis rodillas y manos, inclinándome para ayudar a Sam. Se quitó
sus sandalias para tener una mejor tracción, me las lanzó primero, luego agarró mi
mano y se impulsó hacia arriba por el lado del cobertizo para unirse a mí.

La estructura gimió otra vez mientras Sam descansaba sobre el techo a mi lado,
ambas deteniéndonos para recuperar el aliento.

―¿Ahora qué? ―preguntó, mirando la ventana de la habitación de Josh


mientras se volvía a poner los zapatos.

Me paré de puntillas, tratando de obtener una mejor visión del interior. Las
cortinas estaban cerradas, así que no podía ver mucho. Sólo un destello de color entre
los paneles que podría haber sido el hombro de alguien o algo tan fácil como una
lámpara.

―Voy a entrar ―decidí.

―¿Estás segura que es una buena idea? ―preguntó Sam.

No, no lo estaba. Pero ya que era la única idea que tenía, deslicé mis dedos
entre el marco y el alfeizar, levantando lentamente la ventana hasta que tuve unos
buenos noventa centímetros de espacio. Me detuve, escuchando por cualquier sonido
del interior.

Nada.

Tomé una respiración profunda, aparté las cortinas, me icé sobre el alfeizar, y
luego bajé dentro de la habitación de Josh, Sam un paso detrás de mí.

La mayor parte de la habitación estaba en sombras, la única fuente de luz era la


ventana por la que acabábamos de entrar. Mis ojos fueron a la cama de Josh,
deshecha, cubierta con las mismas sábanas del sistema solar que había tenido desde
quinto grado. Al lado de ésta estaba su escritorio, con su computador y una colección
de libros escolares esparcidos encima. Un estante superior sostenía sus trofeos
deportivos: campo traviesa, béisbol, fútbol. Un montón de pequeños chicos de cromo
sosteniendo pelotas, contorsionados en posiciones incómodas. Al lado opuesto de la
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habitación había un aparador de madera y una pila de ropa sucia a la que culpaba por
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el ligero olor agrio en la habitación. Y al lado de éste estaba el armario de Josh.


Donde mis ojos se congelaron.

En el espacio entre la pared y la puerta del armario, la tela spandex brillante y


morada del uniforme de Color Guard me devolvía la mirada.

Atrapado.

Halé a Sam del brazo, señalándole el armario. Sus ojos se ampliaron mientras
articulaba las palabras: ―¡Oh Dios mío!

Me acerqué lentamente de puntillas al armario, segura de que el sonido de mi


corazón latiendo era lo suficientemente alto para que Sam lo escuchara. Estiré una
mano rápidamente deslicé la puerta hacia atrás…

Para revelar a Courtney Cline, acurrucada en el suelo del armario de mi novio.

―¡Lo sabía! ―grité.

Sólo que Courtney no se movió. Su cabeza estaba doblada hacia abajo, su


cabello cubriendo su cara como si fingiera que si no podía verme eso la haría
invisible.

―Te veo, Courtney. Levántate ―ordené, elevándome sobre ella, las manos
sobre las caderas en lo que esperaba fuera una pose muy intimidatoria.

Solo que ella siguió sin moverse.

De acuerdo, ahora ella estaba empezando a enojarme de verdad.

―Har… ―empezó Sam.

Pero levanté una mano para detenerla. Lo que sea que tenía que decir podía
esperar. Al ver a la Señorita Castidad, el miedo que había estado creciendo en mi
estómago todo el día de repente estaba confirmado en persona. Y la adrenalina
resultante bombeando a través de mi sistema era demasiado buena para perderla.
Courtney y yo íbamos a arreglar esto fuera de aquí y ahora.

―¡Dije que te levantaras! ―repetí, luego puntualicé mi orden agarrando su


brazo flacucho y sacudiéndola.
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Pero cuando la cabeza de Courtney cayó hacia atrás como una muñeca, me di
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cuenta que no había manera de que se levantara. Su cabello se alejó para revelar su
cara pálida como porcelana. Sus grandes ojos azules estaban abiertos, mirando
directamente al frente. Su boca estaba fija en una pequeña O sorprendida. Y la piel
suave y libre de imperfecciones de su largo cuello de bailarina estaba amoratada
debajo del cordón de sus audífonos blancos de iPod, enredados como un collar de
fuerza mortal alrededor de su garganta.
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Capítulo 3
Traducido por: Clau12345 & Nats5

Corregido por: Alicadi

M
i película favorita de todos los tiempos es Borat. Y la absolutamente
mejor escena en la película es cuando Borat atrapa a su amigo
completamente gordo —estamos hablando de que sus rollos tienen
rollos—, Azamat, en una habitación de hotel, profanando la imagen de la amada de
Borat, Pamela Anderson. Borat se vuelve loco, carga a Azamat y los dos comienzan
una pelea de lucha libre, en cueros, por todo el hotel. La escena es hilarante. Pero,
¿dos viejos demasiado peludos luchando desnudos? Es la cosa más asquerosa que he
visto en mi vida.

Hasta ahora.

Solté el brazo de Courtney como si estuviera en llamas, sacudiendo mis manos


rápidamente hacia arriba y abajo para deshacerme de los piojos de muerto. Entonces
grité. Largo, fuerte, hasta que mi garganta se lastimó. Vagamente registré a Sam
haciendo lo mismo y pasándome hacia el vestíbulo. La seguí, las dos chillando como
almas en pena y corriendo hacia la puerta principal como velocistas olímpicos.

—¡Ohmidios, ohmidios, ohmidios! —gritaba Sam mientras nos empujábamos hacia


las escaleras. Bajamos los escalones de dos en dos, medio deslizándonos, medio
cayendo, en nuestra loca carrera hacia la puerta. Sam la alcanzó primero, hurgando en
la cerradura antes de finalmente empujarla y correr por los escalones de la entrada,
agitando los brazos.

Me derrumbé sobre la acera. Mis piernas se sentían temblorosas, mi corazón


latía demasiado rápido y mi aliento salía en pequeños ahogos irregulares mientas
parpadeaba hacia la casa de Josh, tratando de procesar lo que acabábamos de ver.
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—¿Estabamuertaverdad? —dijo Sam, pegando sus palabras con urgencia—.


Quiero decir ¿realmente, verdaderamente muerta?
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Asentí con la cabeza.

—¡Ohmidios, ohmidios! —Sam golpeó la acera dejándose caer a mi lado—.


Vimos un cadáver. Un cadáver de verdad. ¡Tocaste un cadáver!

Mi estómago se anudó y sequé la palma de la mano contra mi muslo.

—Creo que voy a vomitar.

—Josh tiene un cadáver en su habitación. ¡Ohmidios, tu novio te engañó con


un cadáver!

—¿Quieres dejar de decir “cadáver”? —grité—. Y estoy segura de que estaba


vivo cuando... ya sabes... —Sequé mis palmas contra mis jeans otra vez.

—Ohmidios, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Sam, su tono de voz se elevó


hasta el territorio de la histeria.

—¿Qué está pasando?

Giré mi cabeza para encontrar al chico Camaro de pie sobre nosotras, con la
cámara colgando de su mano derecha.

Pensé que lo recordaba vagamente de la escuela, a pesar de que no estaba en


ninguna de mis clases. Tenía cabello oscuro, muy corto y un poco puntiagudo en las
puntas. Vestía completamente de negro desde la cabeza hasta los pies —pantalones
negros, camiseta negra, pelo negro azabache— y no estaba segura, pero parecía que
llevaba delineador negro en los ojos. El efecto general le daba una vibra peligrosa,
oscura, intensificada por la manera en que estaba elevado frente a nosotras.

—¿Por qué los gritos? —preguntó de nuevo, su mirada saltando de nosotras,


desplomándose en un montón sobre la acera, frente a la puerta de entrada de Josh.

Abrí la boca para hablar, pero sólo salió una especie de llanto ahogado en la
parte posterior de mi garganta. Tomé una respiración profunda y volví a intentarlo,
esta vez encontrando mi voz, aunque una inestable.

—Ahí —le dije, señalando a la casa—. Courtney.


21

El chico levantó una ceja en mi dirección, claramente no entendiendo.


Página

—¿Ustedes dos están bien?


Sacudí mi cabeza hacia atrás y hacia adelante tan violentamente que mi cabello
rastrilló mis mejillas, causando escozor.

—No. No estamos bien. Muerta. Courtney está muerta.

Esta vez ambas cejas se dirigieron al norte. —¿Muerta?

A mi lado Sam asintió con la cabeza.

—Arriba. En el armario. —Ella se volvió hacia mí—. Hartley la encontró. Ella


la tocó.

Le di un codazo en las costillas. ¿Tiene que seguir recordándomelo? La palma


de mi mano estaba ardiendo de tanto frotarla contra mi muslo.

El chico de negro cambió su mirada de Sam a mí, luego a la casa, sin duda
tratando de averiguar si esto era parte de una elaborada broma a sus expensas. Pero el
hecho de que ninguna de las dos pudiera dejar de temblar debió convencerlo, porque
finalmente dijo: —Esperen aquí. —Luego caminó por el sendero frente a la casa de
Josh y desapareció en el interior.

Sam me agarró la mano. Le devolví el apretón. Y esperamos en silencio hasta


que saliera.

Dos minutos más tarde, lo hizo, su rostro de un tono pálido que ni siquiera un
actor de Crepúsculo podría alcanzar.

—Dame tu celular —me ladró.

Accedí extrayéndolo de mi bolsillo. —¿A quién estás llamando?

Él me dirigió una mirada dura, la mandíbula apretada en un fuerte ángulo.


Entonces respondió. —A la policía.
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—¿Nombre?
Página

—Grace Hartley Featherstone.


—¿Edad?

—Dieciséis.

—¿Dirección?

—Uno diecisiete Orange Grove, San José.

—¿Escuela?

—Herbert Hoover. Um, ¿Detective Raley?

—¿Sí?

—Creo que necesito vomitar de nuevo.

El tipo grande, pelirrojo, cuyo traje parecía que se había encogido dos tallas
durante el lavado, dio un paso gigante mientras yo colocaba mi cabeza entre mis
rodillas para detener el mareo.

Tan pronto como el chico de negro llamó al 911, el aire pareció llenarse con el
sonido de las sirenas. Una ambulancia llegó pronto a la escena, los paramédicos
corrieron a la casa de Josh con kits de primeros auxilios. Una vez que se hizo tan
evidente para ellos como lo fue para Sam y para mí que Courtney estaba más allá de
la ayuda, llegó la policía uniformada. Fue entonces cuando el chico de negro
desapareció silenciosamente, dejando a Sam y a mí a nuestra propia cuenta. No es de
extrañar. Dado su look de alto, oscuro y peligroso, diría que era un hábito para él
evitar la autoridad como la mayoría de las personas evita las coles de Bruselas.

Una vez que la policía había dado un vistazo a la habitación de Josh, llamaron
al detective de homicidios Raley, quien había enviado al tipo de la unidad de escena
del crimen —que, dicho sea de paso, no se parecía en nada al chico caliente de la
CBS—. Pero fue cuando llegó la camioneta negra de la morgue, que me perdí y
devolví mis palitos de pizza parcialmente digeridos en los arbustos de azalea de la
señora DuPont. Hasta entonces, todo había sido medio surrealista, casi como ver una
escena desplegándose en la televisión. Los oficiales uniformados se defendían de una
creciente multitud de curiosas madres-amas-de-casa, los de la unidad de escena del
crimen empolvaban la puerta de entrada buscando huellas dactilares mientras las
23

luces azules y rojas de las patrullas bañaban todo el vecindario, en tonos que eran
Página

mitad club de baile, mitad libro de colorear.


Pero ver las ruedas de una camilla forense salir de la parte posterior de la
camioneta hacia la entrada de la casa de Josh, fue lo que me hizo dar cuenta de lo
muerta que estaba Courtney y en qué clase de problemas estábamos metidas Sam y
yo.

—¿Bien? —preguntó Raley, poniéndome una mano tentativa sobre mi espalda.

Tomé unas cuantas respiraciones profundas más en la acera, inhalando los


olores del agua de lluvia, la barbacoa de alguien cercano y la goma de mis zapatos.
Entonces levanté la cabeza y poco a poco asentí con la cabeza.

—Creo que sí.

Ante lo cual, el detective pareció inmensamente aliviado. Me atrevo a decir que


ver adolescentes vomitando no aparece en su descripción de puesto de trabajo. Lucía
lo suficientemente viejo como para ser el papá de alguien, pero quizás todavía no
llegaba a la etapa de ser abuelo. Cabello rojo, barriga redonda, muchas pecas y una
generosa ración de arrugas que decían que era demasiado rudo para usar protector
solar.

—Sólo tengo unas cuantas preguntas más y podrás ir a casa, ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza otra vez. Luego eché una mirada a través de la calle, donde
Sam estaba hablando por su celular, más rápido que una ardilla en Starbucks con su
novio acerca de nuestro espantoso descubrimiento. Conociendo a Kyle, sería el
chisme de toda la escuela en cuestión de minutos. Dado mi estómago revuelto, no
quería pensar en eso.

—¿Dijiste que tu novio vive aquí?

—Sí. Josh. Josh DuPont.

—Y la víctima... —Él miró hacia abajo, consultando sus notas.

—Courtney —suministré, encontrándome a mí misma sintiendo lástima por


ella a pesar de todo lo que había aprendido ese día.

—De acuerdo. Courtney Cline. —Miró para arriba, con su frente arrugada y
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frunciendo los labios con preocupación—. ¿Qué estaba haciendo aquí?


Página
Me mordí el interior de mi mejilla. —Muy probablemente intimando con mi
novio.

—¿Intimando?

—Eso significa...

Raley levantó una mano carnosa.

—Uh, creo que sé lo que significa. —Sus mejillas se tiñeron de rojo, pero se
aclaró la garganta y continuó—. Por lo tanto, ¿Courtney vino a “ver” a tu novio? —
preguntó, haciendo comillas en el aire alrededor del verbo sustituto.

Asentí con la cabeza.

—¿Y tú viniste a enfrentarte a ella?

—Bueno, no. Quiero decir, vine a hacerle frente a Josh, de verdad, pero la
encontré a ella en su lugar.

—¿Y las cosas se salieron de las manos? —preguntó.

—Sí. Espere, ¡no! —Entrecerré mis ojos hacia él—. ¿Qué quiere decir con,
“salirse de las manos”?

Hizo una pausa como si estuviera eligiendo sus palabras con mucho cuidado.

—Courtney fue asesinada, Hartley.

Y aunque yo sabía que era muy poco probable que Courtney accidentalmente
se estrangulara con los audífonos de su iPod, escuchar las palabras en voz alta hizo
que mi estómago diera tumbos de nuevo.

—Nosotras no la matamos —le dije—. Veníamos a hablar con Josh. Sólo que él
se acobardó y no estaba aquí.

—Por lo tanto, ¿Josh sabía que vendrías a enfrentarte a él?

—Esa sería mi conjetura.

—¿Y llegó aquí primero? —preguntó, señalando el Jeep de Josh


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Página

Me encogí de hombros. —Parece que sí.


—Y se aseguró de que Courtney mantuviera su secreto.

—¿Qué? No. ¿Cree que Josh...? No. De ninguna manera.

—¿No?

Negué con la cabeza otra vez.

—No hay forma de que Josh hubiera hecho esto.

—¿Estás segura?

—Positivo. Conozco a Josh.

—No sabías que se acostaba con alguien más.

Me mordí el labio. Buen punto.

—Mire, puede que no sea perfecto —alerta de eufemismo—, pero sé que Josh no
es un asesino.

—Está bien —dijo Raley levantando las manos en señal de rendición—.


Cambiemos de marcha un minuto, entonces. Courtney. Dime, ¿cómo la encontraron?

—En el armario. —Tragué, limpiando mi mano contra el lado de mis


pantalones vaqueros de nuevo mientras reviví la escena. Tuve la mala sensación de
que nunca iba a ser capaz de limpiar mi cerebro de esas imágenes.

—¿Cómo te metiste en la casa?

—¿Qué? —Cayendo de golpe de nuevo en el presente.

—Dijiste que la puerta estaba cerrada con llave, ¿correcto? Entonces, ¿cómo te
metiste en la casa?

—Oh. Cierto... —En comparación con matar a alguien, estaba muy segura de
que escurrirse a escondidas por una ventana del piso superior era poca cosa.

Pero, ya que estaba empezando a sentirme como sospechosa, no quería correr el


riesgo.
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—Uh, nosotras como que dimos la vuelta hacia atrás.


Página

—¿Como qué?
—Sí. Como qué.

—Hartley —dijo, acercándose, su voz bajó una octava llegando a ser amistosa y
rozar el tono paternal que usan los policías de La Ley y el Orden justo antes de que
arresten a alguien—, el equipo de la CSU está por toda la casa en estos momentos.
Huellas dactilares, huellas, pelos, fibras de ropa. ¿Por qué no haces las cosas más
fáciles para ti y me dices la verdad?

¿Por qué cuando alguien decía que hicieras las cosas más fáciles para ti nunca
resultaban fáciles?

—Fuimos a la parte de atrás —repetí.

—¿Y? —preguntó.

—¿Realmente necesita todos los detalles?

Él asintió con la cabeza.

—Sí, como que sí.

—Está bien. —Suspiré—. Saltamos sobre el depósito y trepamos hacia la


ventana de Josh.

Él frunció el ceño.

—¿Saben que irrumpir en la casa de alguien más es ilegal?

—No tan ilegal como matar a alguien. Lo cual —dije, haciendo hincapié de
nuevo—, no hicimos.

—Está bien, está bien. Voy a dejarte ir por ahora. —Puse una mano en mi
cabeza, en el punto exacto en el que tenía una crisis de migraña gestándose.

—Entonces, ¿puedo ir a casa ahora?

—Haré que un oficial te lleve en un minuto. Sólo tengo una pregunta más.

Asentí con la cabeza. —Dispáreme.

—¿Dónde está Josh DuPont?


27
Página

Me mordí el labio. Buena esa.


Y le pedí a Dios tener una respuesta.

Cuando la policía finalmente dejó que Sam y yo nos fuéramos, tomaron


nuestra información personal, dijeron que estarían en contacto con nuestros padres —
alegría— y nos pidieron no salir de la ciudad. Lo cual era tan cliché que casi me reí en
voz alta. Una señal segura de que estaba a punto de caer en una especie de shock,
porque era evidente que no había nada gracioso en esta situación. Courtney estaba
muerta, yo era testigo material y Josh estaba PEA.

Mientras Raley me aseguró que todas las preguntas que me había hecho eran de
rutina, la manera en que mantuvo el ceño fruncido cada vez que mencionaba a Josh
no me daba mucha confianza de que no estuviese escribiendo la palabra “sospechoso”
en letras grandes y gruesas junto a su nombre. Courtney fue encontrada en su casa, él
estaba desaparecido; y como había señalado el detective, tenía una tonelada de
motivos.

Cerré los ojos, tratando de no pensar en eso mientras un agente me llevaba a


casa. En su lugar, le mandé un mensaje de texto a Josh de nuevo, desde la parte de
atrás de la patrulla.

¡¿Dónde diablos estás?!

Para el momento en que el oficial me dejó en casa, lo único que podía hacer era
arrastrarme a través de la puerta, soltar mi mochila en el sofá y buscar en la parte de
atrás del refrigerador un envase de Cherry García de mi escondite para helados
secreto. Agarré una cuchara y cavé en él, apoyada contra el mostrador de la cocina.
Estaba a tres bocados de calmarme cuando mamá entró, zapatillas Nike en sus pies y
una cesta de ropa bajo el brazo.

—Caray, Hartley, busca un envase, ¿quieres? —dijo, agarrando uno del armario
sobre el fregadero.

Me abstuve de señalar que tenía intención de comerme el envase entero y en su


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lugar serví lo que quedaba en el plato.


Página
—Tengo yoga en veinte —dijo mamá mientras se perdía en el cuarto de
lavado—. Así que estarás por tu cuenta para la cena. Y el helado no cuenta. Hay
restos de pizza de arroz en la nevera.

Arrugué la nariz. Mamá no come gluten, de ahí la pizza de arroz. Tampoco


come productos lácteos. O alimentos procesados. O carne. Lo que básicamente reduce
su existencia al ejercicio.

—Bien —le contesté, poniendo otra cucharada de B&J en mi lengua.

—¿Cómo estuvo tu día?— Preguntó, tomando una merengada de proteína de


soja de la nevera.

Mal. Horrible. Mortal.

Sin embargo, después del persistente interrogatorio del Detective Raley, no


podía enfrentarme a otro de mamá. Por lo menos no hasta que tuviera tiempo de
armar una versión editada-para-padres. Así que, en su lugar, me fui con la norma

—Bien.

—Genial. Mira, voy a encontrarme con algunas de las chicas para un café
después del yoga, así que llegaré tarde. No me esperes despierta. ¡Oh! —Añadió
agarrando las llaves del gancho junto a la puerta del garaje—. Y manos a la obra con
tu tarea. No lo dejes todo para el último minuto de nuevo esta semana, ¿eh?

—Estoy en eso —mentí mientras desaparecía por la puerta. Un latido después


escuché su mini van encenderse y cerrarse la puerta del garaje tras ella.

En general, soy una persona muy honesta. Y mi promedio de 3.5 atestigua el


hecho de que, a pesar de mi tendencia a posponer las cosas, casi siempre hago mi
tarea a tiempo. Pero esa noche simplemente no lo tenía en mí.

Así que ignoré el decreto de mamá respecto a que el helado no constituye una
comida completa y subí penosamente por las escaleras hasta mi habitación,
dejándome caer con las piernas abiertas en mi colcha de retazos mientras trataba de
bloquear la horrible presentación de diapositivas de mi día.
29

Cerré los ojos, tomé unas cuantas respiraciones profundas y de limpieza... y


sentí mi celular vibrar en mis pantalones.
Página
Josh.

Lo agarré, enganchando una uña en el borde de mi bolsillo en mi torpe apuro


antes de abrirlo.

Un número que claramente no era de Josh iluminó la pantalla.

Mierda. Me tragué la decepción que surgió mientras leía el mensaje de Ashley


Stannic.

¿Es cierto? ¿CC muerta?

Me mordí el labio. Toda la vida de Courtney acababa de ser reducida a una


línea de texto. Por supuesto, yo no había sido la presidenta de su club de fans, pero
tampoco había querido verla realmente muerta. —Tal vez sólo un poco...

Cerré el teléfono, soltándolo sobre la colcha al lado mío, dejando que Ashley
consiguiera sus chismes en otros lugares.

Dos minutos más tarde, mi teléfono vibró de nuevo. Leí la pantalla. Jessica
Hanson.

¡OMG! ¿CC muerta?

Eliminé el mensaje, bajando mi teléfono lentamente de nuevo. O tratando de


hacerlo. Vibró en mi mano de nuevo antes de que lo pudiera dejar ir.

Ding, dong. ¡La perra ha muerto!


30

Rápidamente lo cerré, una sensación de malestar se formó en la boca de mi


Página

estómago, alertándome de la reaparición de mi Cherry García.


Un segundo más tarde vibró de nuevo. Inmediatamente presioné el botón de
apagado incluso antes de leer la pantalla, y lancé el ofensivo aparato a mi mochila
como si fuera una bomba de tiempo lista para estallar.

Me recosté en la cama, dispuesta a que Ben & Jerry se quedaran dentro. Con el
tiempo creo que me quedé dormida. Dado que la siguiente cosa que supe, es que
estaba de nuevo en el dormitorio de Josh. Estaba oscuro, sólo podía distinguir
sombras, destellos de color a la luz de la luna. Y entonces la vi: Courtney Cline,
todavía vestida con su uniforme morado de la Guardia de Color. Pero ya no estaba
caída en el armario. Estaba de pie junto a él. Caminando hacia mí, con los brazos
extendidos frente a ella como un zombi. Venía hacia mí, podía sentirlo. Me volví
hacia la puerta, pero fue como si mis pies se quedaran atrapados en melaza. Traté de
llamar pidiendo ayuda, pero no pude hacer que mi voz saliera. Traté con más fuerza
de correr, bombeando mis brazos con todo mi poder, dispuesta a moverme. Pero ella
me estaba ganando, la Courtney Zombi con sus grotescos audífonos enrollados
fuertemente en su cuello. Estaba casi encima de mí.

Y entonces me tropecé, cayendo al suelo. Sentí que se cernía sobre mí,


bloqueando el último rayo de luna. Me volteé hacia su cara. Ella estiró un brazo y…

Sus dedos apretaron mi hombro. Grité, incorporándome en la cama. El sudor


corría por la parte baja de mi espalda, mi aliento salía en jadeos rasgados mientras me
enfocaba en la oscuridad hacia la figura en frente de mí.

Alto, delgado, pelo lanudo.

Josh.

Me incliné y encendí mi lámpara de noche, parpadeando contra el ataque


repentino de luz mientras lo dejaba entrar.

—Santa Jodida mierda, Josh. Me asustaste casi hasta morir.

—¿Jodida?

—Estamos bajo censura ahora —le expliqué.

—Oh. Lo siento —susurró—. No fue mi intención asustarte. —Se sentó en la


31

cama junto a mí.


Página
Cerca de mi lado. Tan cerca que podía oler su loción corporal Axe. Sutil y
amaderada. Siempre me había gustado la forma en que permanecía después de haber
estado en mi habitación. A pesar de todo lo que había sucedido, respiré hondo, algo en
mi pecho aleteó con el olor familiar.

—Hey, nena —dijo, inclinándose. Vi sus labios moverse hacia los míos, su olor
revoloteando en mi nariz.

Tomé una respiración profunda.

Luego lo empujé con fuerza.

—¡Qué demonios, Hart! —La cabeza de Josh golpeó bruscamente hacia atrás
mientras él se deslizaba fuera de la cama, cayendo en una pila en el suelo.

Pero no había terminado con él.

—¡Arrastrado! —Le lancé la almohada—. ¡Eres un imbécil! —Me uní a él en el


suelo y le di un manotazo en el estómago—. ¡Tú, absolutamente jodida rata!

—Le di una lluvia de golpes en el pecho, canalizando todas las horas que había
gastado boxeando en el Wii, hasta que finalmente atrapó mis muñecas en sus manos.

—Hart, nena, cálmate.

—Me vuelves a llamar “nena” y te juro que tu hámster usará tus bolitas como
juguetes para masticar.

No estoy seguro de que creyera completamente la amenaza, pero fue lo


suficientemente inteligente como para soltar mis manos. Se deslizó hacia atrás en la
alfombra, poniendo cierta distancia entre nosotros.

—¿Cómo pudiste incluso llegar hasta aquí? —le pregunté, mis ojos viajaron a la
puerta de mi habitación, tratando de que mi ritmo cardíaco estuviese de nuevo bajo
control.

—Ventana. —Hizo un gesto hacia mis cortinas, revoloteando con la brisa.

¿Nadie usa la puerta?


32

—No podía correr el riesgo de que alguien me viera —explicó.


Página

Mientras trataba de recuperar el aliento, le di un buen vistazo.


Se veía horrible, pálido, cansado, con marcadas ojeras bajo sus ojos y líneas de
preocupación sobre sus cejas. A pesar de la ira corriendo a través de mí, tuve que
luchar contra la urgencia de extender la mano y abrazarlo y decirle que todo iba a
estar bien.

Por otra parte, no tenía ni idea de si eso era cierto.

—¿Qué te pasó hoy? —pregunté.

Josh exhaló profundamente y se pasó una mano por su pelo perfectamente


despeinado. —No sé por dónde empezar.

—Empieza por el principio. ¿Dónde estuviste hoy después de la escuela?

—No me sentí bien en la práctica...

—Tonterías —le interrumpí.

Hizo una pausa, claramente sorprendido. Entonces, una esquina de su boca se


levantó en su sonrisa de marca registrada—. Está bien. Escuché que estabas molesta.
Tenía miedo de que fueras a hacer… bueno… justo lo que hiciste. Así que te estaba
evitando ¿contenta?

No lo creo. Pero lo insté de todos modos.

—Y luego, ¿qué?

—Bueno, me dirigí a casa, pero estaba inquieto. Así que decidí salir a correr. Lo
siguiente que sé, es que estaba corriendo de regreso a casa y había un montón de
policías estacionados en mi entrada. Así que huí de allí.

—Espera, ¿por qué corriste? ¿No querías ver lo que estaba pasando?

Los ojos de Josh cayeron al suelo.

—Tenía como algo en mí.

Ladeé mi cabeza.

—¿En ti? ¿Qué tipo de “algo”?


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—Algo que no les gustaría a los policías.


Página
Estreché los ojos.

—Qué. Tipo. De. Algo.

—Un documento de identidad falso, ¿de acuerdo? —Sus mejillas se tiñeron de


rosa—. El viernes pasado, el hermano mayor de Cody manipuló algunas licencias de
conducir falsas para que pudiéramos entrar a este espectáculo para mayores de veinte
en Santa Cruz. Tenía la licencia falsa en el bolsillo. No quería meter al hermano de
Cody en problemas, así que pensé que debía quedarme atrás hasta que los policías se
fueran.

¿Por qué nunca me di cuenta de cuán idiota era hasta ahora?

—Eso fue estúpido.

Él no me hizo caso.

—De todos modos —continuó—, fui a casa de Cody y él me dijo lo que pasaba.
Que habían encontrado el cuerpo de Courtney en mi habitación.

—¿Por qué no vas a la policía entonces?

Josh negó con la cabeza. —Alguien la mató en mi habitación. Mira, los policías
ya han estado en casa de Cody y Chris Fret buscándome. Y estoy bastante seguro que
no es para invitarme al Policeman’s Ball2.

—Josh, esto es una locura —dije, abrazando mis rodillas a mí pecho. A pesar de
que una pequeña parte de mí sabía que tenía razón. Por la forma en la que Raley
había estado cuestionando mis movimientos, Josh claramente tenía algunas
“explicaciones” que dar.

Josh se inclinó más cerca por lo que sus ojos captaron la luz proveniente de mi
solitaria lámpara, brillando con un azul tan claro que era casi irreal.

—Tengo diecisiete —dijo—. Hart, puedo ser juzgado como un adulto por esto.
Es serio.

—Entonces, ¿qué vas a hacer?


34

2
Página

Policeman’s Ball: Baile de la Policía, es un evento que organiza Amnistía Internacional desde 1976, y fue la primera
vez que se dio en EEUU.
Miró hacia abajo, recogiendo una pieza invisible de pelusa en mi alfombra.

—Mantener el perfil bajo por un tiempo. Espero que alguien encuentre al


verdadero asesino antes de que los policías me localicen. Honestamente, eso es parte
del por qué estoy aquí.

Le entrecerré los ojos. —¿Qué quieres decir?

Levantó la vista, su mirada suplicante de repente. —Mira, alguien mató a


Courtney, y hasta que la policía acabe con ese tipo, voy a ser el número uno de los
sospechosos. —Hizo una pausa—. Tenemos que averiguar quién mató realmente a
Courtney.

—¿Tenemos? —Solté una risotada—. Debes estar bromeando.

—Por favor, Hart, tú eres la única en la que puedo confiar.

—Lo siento, la confianza es algo de lo que ando un poco corta actualmente.

Crucé los brazos sobre mi pecho.

Pero Josh se inclinó y tomó una de mis manos. Podía sentir mi resolución
debilitarse. Traté de mantenerme fuerte, de recordar la bola de rabia que sentí
mirando su casillero esa tarde. Pero sus manos eran calidad. Y después del día que
había tenido, se sentía bien. Familiar. Reconfortante.

—¿Josh? —Mi voz apenas un susurro.

Se inclinó y pude oler el chicle de menta en su aliento. —¿Sí?

—¿Lo hiciste?

—¿Qué? No. ¡Dios, no! —Se echó hacia atrás, pasándose una mano por el pelo,
esta vez levantándose pequeños mechones—. ¿Cómo puedes incluso preguntar eso,
Hartley?

Me senté de rodillas. —Mírame a los ojos, Josh. —Lo que era una señal de lo
desesperada que estaba, porque nunca había visto que el truco de mírame-a-los-ojos
fuese válido en los tribunales.
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Página
Josh cuadró su mandíbula, su mirada azul de bebé encontrándose con la mía.
Sentí mi pecho aletear de nuevo pero agarré con fuerza lo poco de determinación que
me quedaba.

—Mírame a los ojos y dime que no mataste a Courtney Cline.

Josh tomó una profunda respiración.

—Juro por el trofeo de campeonato entre países que no maté a Courtney.

Rodé los ojos. Difícilmente sagrado, pero lo dejé pasar.

—Está bien —dije, todavía aguantando la mirada—. Ahora jura que no te


acostaste con ella.

—Yo… —vaciló, sus ojos deslizándose al suelo antes de encontrarse de nuevo


con los míos—. No me he acostado con ella.

Había visto a niños kínder mentir mejor que esto. Sentí la esperanza
encogiéndose lentamente en una pequeña bola triste en mi pecho.

Pero.

Él era más fácil de leer que un libro de Dick y Jane. Y cuándo había dicho que
no la mató, había sido tan recto como una flecha. No era un asesino.

—Por favor, Hart, tienes que creerme —suplicó, tomando mi mano de nuevo.

Miré abajo hacia su pulgar, acariciando sin rumbo la palma de mi mano. Me


dije a mi misma que mi decisión no tenía nada que ver con lo bien que se sentía esto
mientras me tragaba lo poquito de sentido común que me quedaba.

—Vale.

—¿Vale? —El rayo de esperanza en los ojos de Josh fue suficiente para
romperme el corazón. Rápidamente miré hacia otro lado, diciéndome a mi misma que
no me importaba qué iluminaba sus ojos nunca más.

—Te ayudaré.
36

—Oh, Hart, eres la mejor...


Página
Pero le corté. —Seamos claros. No estoy haciendo esto porque sea tu novia.
Hemos acabado con eso. Hecho. Finito. El final.

Por un momento parecía que podría protestar, pero luego sus hombros se
hundieron en derrota. Aparentemente el día le había drenado toda su fuerza tanto
como a mí.

—Te ayudaré —dije, suavizando el tono—, porque te creo.

Asintió, sus ojos un poco tristes.

—Gracias, Hartley. Lo aprecio.

Saqué mi mano, sacudiendo la emoción que podía sentir atascada en mi


garganta. —Mira, la policía probablemente esté vigilando tu teléfono. ¿Cómo puedo
hacerme contigo?

Metió la mano en el bolsillo trasero y me entregó un trozo de papel con un


nombre en él. HHHrunner94.

—¿Qué es esto? —pregunté.

—Una cuenta de MySpace. Lo creé donde Cody esta tarde.

Arrugué la nariz. —¿MySpace? Nadie más lo usa.

—Exactamente. ¿Qué mejor lugar para esconderse?

Buen punto.

—Sólo mándame un mensaje allí si me necesitas. Trataré de entrar por lo


menos una vez al día, ¿vale?

Asentí.

—Gracias de nuevo, Hartley —dijo, y se inclinó como si fuera a darme un beso.

Rápidamente aparté la cara.

Se levantó torpemente, dirigiéndose a la ventana.


37

—Josh —dije, mirando su larga, inclinada escalada por el alféizar.


Página
Hizo una pausa, girándose por lo que las sombras se dibujaron en su rostro,
suavizándose en la penumbra.

—¿Sí?

—Ten cuidado.

Sonrió. Esa sonrisa de un millón de dólares, saca-pantalones-de-cualquier-


chica, de Josh DuPont.

Y después se había ido.

Me hundí en las almohadas, sola de nuevo en la oscuridad, y mirando fijamente


el techo.

¿En qué me había metido?


38
Página
Capítulo 4
Traducción SOS por: Magdaa & LizC

Corregido por: Alicadi

C
uando tenía diez años mis padres se divorciaron. Hasta ese entonces
había vivido en Los Ángeles, donde papá escribía comedias para
ganarse la vida y mamá se quedaba en casa y cocinaba galletas libres
de gluten. Pero ser madre soltera significó que ella necesitaba un trabajo, así que nos
tuvimos que mudar al norte de Silicon Valley, donde ella podía poner su título en
programación para trabajar para Google. ¿Lo bueno? Mamá se iba a trabajar a la tarde,
lo que significaba que todavía estaba libre para cocinar dulces para después del
colegio. ¿Lo malo? Me tuve que mudar a los suburbios.

Los suburbios eran una experiencia completamente diferente para una niña
criada en el corazón de la ciudad como yo. Una para la que no estaba preparada. Poco
sabía yo de que los niños de los suburbios habían dominado el arte de las pandillas
incluso mejor que sus contrapartes urbanas.

En el primer día de quinto grado, todos los chicos me miraron como si fuera de
otro planeta. Teniendo la marca de nueva chica, no había manera de que me
mezclara. Yo era el monstruo de tres cabezas caminando por los pasillos de su
escuela, amenazando todo lo que era status quo.

Eventualmente desgasté mi olor a chica-nueva y convencí a mis compañeros de


clases de que podía ser tan homogénea como ellos, pero todavía recordaba eso como lo
más incómodamente sobresaliente que me había sentido.

No sostenía una vela para el hoy.

Mordí mi labio, sintiendo docenas de ojos en mi espalda mientras serpenteaba


por el pasillo de la Secundaria Hervert Hoover un martes a la mañana. Traté de
39

ignorarlos, pero estaban en todos lados, quietos como si esperaran que yo hiciera algo.
Página

Como devolviendo los setecientos cincuenta mensajes que colectivamente me habían


mandado anoche. No es broma. Malditos setecientos cincuenta. Mi mamá iba a tener un
infarto cuando viera la factura de Verizon.

Nunca en mi vida la primera campana había sonado tan dulce, mandando a los
mirones a dispersarse de mala gana a sus clases. Me deslicé en la última fila de mi
clase de literatura, abriendo inmediatamente mi libro y pretendiendo leer para evitar
las miradas de mis compañeros.

Sólo algunos pararon lo de mirar fijamente.

Sentí un lápiz pinchando mi espalda. Me di la vuelta para encontrar a Jessica


Hanson inclinándose hacia adelante en su escritorio.

—¿Es cierto —susurró a través de sus aparatos—, lo de Courtney?


—Mordí mis labios, sintiendo mi latté de desayuno agitarse en mi estómago. Y asentí.

—Guaaaaaaaaaau —respondió Jessica. Luego se inclinó otra vez—. ¿Cómo se


veía ella? ¿Estaba, como, en mal estado? —Ella arrugó su nariz pecosa.

Por suerte, la voz del director por el altavoz me salvó de responder.

—Buenos días, estudiantes —empezó—. Lamento informar que tenemos


algunas trágicas noticias esta mañana.

Ahí volvió la agitación.

—Una de nuestras amadas estudiantes —siguió el director—, Courtney Cline


ha fallecido.

Oí jadeos ahogados, y una de las chicas Color Guard en el frente de la clase


inclinó su cabeza y empezó a sollozar. Varios pares de ojos miraron a mi lugar, una
silenciosa pregunta colgando en el aire, ¿sólo cuán enojada estaba con Courtney ayer?

Agaché mi cabeza, fingiendo otra vez exagerado interés en los sonetos de


Shakespeare mientras el director continuaba.

—Nosotros en el Herbert Hoover High estamos aturdidos y tristes por esta


prematura pérdida. Estamos proveyendo una consejera para la pena para cualquier
estudiante que quiera aprovechar sus servicios. La pueden encontrar en el salón
40

veinticinco.
Página
Logré pasar a través de Inglés y PE, pero para el tercer periodo, había tenido
suficiente de miradas, de susurros, de personas articulando a través del salón: “¿Es
verdad?”. Eran incluso peor las inclinaciones de cabeza de mis profesores, quienes
estuvieron seguros de que tuviera escrito el nombre de la consejera y el número del
salón. Todos menos la Señorita Blasberg. Ella sólo me recordó que estudiara para la
prueba de trigonometría de la próxima semana.

Para el cuarto, no podía soportarlo más. Le mandé un mensaje a Sam.

Skpándome. ¿T su+?

Dos minutos después me respondió con un:

Def. 5min stacionamiento d atrás

Cinco minutos después estaba parada en el estacionamiento trasero de la


HHH3, escaneando las filas de viejos minivans y coches compactos de arranque
buscando la cabeza rubia de Sam. Finalmente, la vi, balanceándose y saludando entre
las filas, mirando nerviosamente detrás de su hombro cada dos segundos.

—No estamos esquivando a la turba, ¿sabes? —dije cuando finalmente se


acercó—. Sólo es el profesorado.

—Sí, trata de explicarle eso a mi papá. Voy a obtener una lectura de tres horas
de como esto va a representar en mi ensayo de entrada a Standford.

Mordí mi labio.

—Lo siento. ¿Quieres volver a entrar?

Sacudió su cabeza violentamente.


41
Página

3
HHH: Herbert Hoover High.
—¡Infiernos, no!4 No podría haber sido más esquivada hoy si hubiera tenido la
gripe porcina.

—Yo, también. —Paré—. Josh vino anoche.

Sam sacudió mi hombro.

—¡No puede ser! ¡Cuéntame!

Lo hice, rápidamente llenándola con mi visita de medianoche, todo el tiempo


sus ojos creciendo más grandes. Para el tiempo que terminé, se veía como si hubiera
estado tomando No-doz 5 toda la mañana.

—¿En serio prometiste ayudarlo? —preguntó.

Metí mi uña entre mis dientes. Luego asentí.

—Sí.

—Hombre, Hartley, pensé que ibas a romper con él.

—¡Lo sé! —dije, un poco más alto de lo que quería. Hice un esfuerzo consciente
para bajar mi voz antes de continuar—. Lo sé. Y lo hice —le aseguré, ignorando la
memoria de cuán conflictivas mis estúpidas emociones había sido—. Pero te puedo
decir que no hay manera de que él haya hecho esto. Él podría ser un tramposo y un
mentiroso, pero no es un asesino.

Sam frunció el ceño, masticando esto por un momento.

—Así que, ¿qué hacemos? Quiero decir, no es como si fuéramos investigadoras


o algo.

—No —evadí—, pero piensa en esto, conocemos HHH desde adentro y de


afuera. Tenemos acceso a todo tipo de información acerca de Courtney que nadie
nunca le derramaría a los policías.

Sam asintió despacio.


42

4
¡Infiernos, no!: Del inglés “H-E-double-hockey-sticks, no!” Que sería como deletrear "Hell" (infierno) pero toma las
Página

"L" como si fueran palos de hockey por la forma, lo usa para no decir palabrotas. Traducción que en español pierde el
sentido.
5
No-doz: Medicación con cafeína.
—Cierto. Está bien, ¿así que a quién conocemos que odiaba a Courtney? —Se
paró—. Aparte de ti.

—Caramba, gracias.

—Sabes lo que quiero decir.

Fruncí mis labios.

—Bueno, podríamos empezar con los Emos. Ella siempre estaba en contra de
ellos por no demostrar espíritu escolar.

—Oh, ¿y recuerdas como ella totalmente le sacó la corona del baile a esa
animadora con un voto sorpresa de último momento por parte de la banda de la
escuela?

Asentí. Lo cierto era que, sería mucho más fácil reducir a aquellos que no
odiaban a Courtney Cline. Tú no llegabas a ser así de popular siendo buena.

—Está bien, quizás necesitamos ir a esto por un ángulo diferente —decidí—.


¿Quién tiene acceso a la escena del crimen?

—Mírate siendo toda CSI —bromeó Sam.

La golpeé en el brazo.

—Estoy siendo seria. ¿Quién podía haber estado en la casa de Josh ese día?

—Bueno, creo que como que probamos que no fue Batcave —Sam aclaró—.
Quiero decir, cualquiera pudo haberse metido por la ventana.

Cierto. Esta cosa del investigador era mucho más difícil de lo que parecía.

—Está bien, esto es lo que sabemos —dije—. Courtney estaba en su uniforme


de Color Guard, ¿no? Lo que significa que se tomó el tiempo de cambiarse después
del colegio antes de ir a la casa de Josh. ¿Nos tomó, qué, media hora conseguir el auto
de Kevin e ir?

—Al menos —Sam estuvo de acuerdo.


43

—Y unos minutos para trepar el cobertizo.


Página

—Cierto.
—Así que, estamos mirando a una muy pequeña ventana entre cuando la
escuela terminó a las dos y media y cuando la encontramos a las, digamos, tres y
cuarto.

—Bueno, ¿quizás alguien en el vecindario vio algo? —Sam ofreció.

Momento de bombilla de luz.

—¡El vecino con la cámara! —Apunté mi dedo a Sam—. El chico de negro. Él


estaba afuera sacándole fotos a su auto. Quizás vio a alguien entrar a la casa de Josh.
¡Quizás los atrapó con la cámara!

—Merece el intento —dijo Sam—. Vamos a averiguarlo.

Como ninguna de nosotras tenía la menor idea de cuál era el nombre del
hombre de negro, comenzamos explorando el estacionamiento de atrás por su
abollado Camaro. Pasamos por truncadas camionetas pertenecientes al equipo de
fútbol, destartaladas camionetas conducidas por el equipo de debate, y un sedán
plateado con un corazón púrpura brillante colgando del retrovisor que servía de
transporte a la Escolta Colorida de elección. Pero no el Camaro. Lo que significaba
que (a) su abolladura dañada se extendía a problemas en el motor o (b) estaba
zanjando, también. Dado el aspecto de chico malo que había tenido el otro día, nos la
jugamos en la opción (b), y veinte minutos y un viaje en autobús más tarde,
estábamos de vuelta en la calle de Josh. Hoy, sin embargo, el césped estaba achatado
en parches, mostrando signos de haber sido pisoteado por decenas de pares de pies.
Una fina capa de polvo negro cubría el marco de la puerta y ventanas donde huellas
dactilares sin ninguna duda la habían levantado. Y la corona de bienvenida en la
puerta principal estaba torcida, inclinándose al azar a la izquierda.

Josh Wrangler brillaba por su ausencia. Sinceramente esperaba que eso


significara que hubiera tenido tanto éxito en el medio de la noche y no que los
policías lo habían confiscado como evidencia.

Me dirigí resueltamente por la calle, más allá del sitio de Josh, hasta la pasarela
de la casa con el Camaro en el frente, Sam a un paso detrás de mí. A diferencia de la
de Josh, ésta no tenía ningún signo de bienvenida. En su lugar una placa de “No
44

Solicitante” colgada al lado de la puerta. En negro. Con una calavera y dos tibias
cruzadas sobre él. Rápidamente llamé al timbre de la puerta antes de que pudiera
Página

cambiar de opinión.
Dos latidos más tarde nuestra apuesta dio sus frutos, y el hombre de negro
abrió la puerta. Miró de Sam a mí, el reconocimiento inmediatamente floreciendo. —
Ustedes dos otra vez.

No es el saludo más amistoso que jamás había conseguido...

—Uh, hola. Soy Hartley. —Alcé mi mano.

Él sólo la miró. —¿Es esa la mano que tocó a la chica muerta?

Retrocedí, frotándola en el asiento de mis jeans en su lugar.

Sam se hizo cargo y saludó con la mano. —Yo soy Sam.

—Chase —respondió—. Creo que las he visto alrededor de la escuela. —Luego


hizo una pausa antes de añadir—: ¿Qué quieren?

Me balanceé de un pie a otro en el porche, su franqueza desconcertándome. Por


no mencionar el hecho de que parecía mucho más grande de lo que recordaba. Más
alto, más amenazador. Pero olía un poco agradable, como a cuero y jabón. Era una
combinación inquietante.

Me aclaré la garganta.

—Nos preguntábamos si podrías haber visto algo en el barrio mientras estabas


tomando fotos ayer.

—¿Qué clase de algo? —Cruzó los brazos sobre su pecho. Su pecho muy
amplio. Él fácilmente podría haber estado en el equipo de fútbol, aunque tenía la
sensación a partir del signo anti-establecimiento negro y el rebelde delineador negro
masculino que él no era del tipo de espíritu en equipo. Parecía más como del tipo
intérprete-de-música-deprimente-en el-sótano-de sus-padres.

—¿Cualquier cosa... sospechosa? ¿Cualquiera que haya salido de la casa por la


calle? —le aclaré.

—¿Quieres decir otra que no sean ustedes dos?

—¡No la matamos! —dije rápidamente.


45

Él entrecerró los ojos. —¿Estás segura?


Página

Tiré mis manos al aire.


—Sí, estoy segura. ¿Me veo como una asesina?

Dejé que su mirada rodara sobre mi cuerpo, detallándome de la cabeza a los pies
con una evaluación lenta que terminó en una sonrisa de aprobación. No estaba segura
de si debía sentirme halagada o violada.

—Esa fue una pregunta retórica —murmuré, mis mejillas calentándose.

—Entonces, ¿no? —preguntó Sam, llevándonos de nuevo en marcha—. ¿Viste a


alguien entrar o salir de la casa?

Él ladeó la cabeza.

—¿Por qué debería decirles?

—Uh... porque... —Mierda. No había contado con él siendo tan curioso. Piensa
rápido, chica—. Porque... estamos escribiendo una historia para el periódico en línea
de la escuela. El Herbert Hoover High Homepage. Y queríamos ver las reacciones de
los vecinos a la trágica muerte. —Vaya, eso no sonó nada mal.

Sólo que no estaba segura que Chase estuviera de acuerdo conmigo. Se apoyó
sobre los talones, su boca curvándose en una sonrisa lenta, sus ojos iluminándose
como si tuviera algún secreto. Uno muy bueno.

—¿Qué? —pregunté.

En lugar de contestarme, se volvió hacia Sam.

—Tu amiga es una mentirosa terrible.

Cuadré mis hombros hacia atrás. —¡No lo soy!

—¿No eres qué? ¿Una mentirosa o una mentirosa terrible?

—Uh... —Me mordí el labio. Bueno, en realidad era probablemente ambas


cosas.

Por suerte, Sam saltó a salvarme.

—¿Qué te hace pensar que está mintiendo?


46

—¿Además del hecho de que está toda inquieta en mi porche como si estuviera
Página

en una compra de drogas?


Me quedé inmóvil, obligando a mis pies a detener.

—No estoy inquieta —mentí. Una vez más.

—Mira, sé que no eres del periódico escolar —continuó—, porque yo soy el


editor del Homepage.

Bofetada mental en la frente.

—Está bien, de acuerdo —dije finalmente—. No estamos en el periódico.

—Impresionante.

No le hice caso.

—La verdad es que, Josh es… era… mi novio.

—Entonces, ¿quién era la chica que encontraste muerta en su habitación?

—La chica con la que se estaba acostando —aportó Sam.

Chase, silbó por lo bajo antes de girar a mí.

—Ouch.

—No es broma. Mira, sólo estamos tratando de averiguar lo que pasó.

—¿Tu novio la mató? —preguntó Chase.

—No.

—He oído que está desaparecido.

—¿En serio? —contesté evasivamente.

—¿Sabes dónde está?

—No.

—¿Pero has hablado con él?

—No...
47

Esa lenta sonrisa se dibujó en su rostro.


Página

—Realmente eres una mentirosa terrible.


Apreté la mandíbula, sintiendo mis fosas nasales flamear.

—Mira, ¿has visto algo ayer por la tarde, o no?

Chase miró de Sam a mí, luego de vuelta otra vez como si tratara de decidir
cuánto compartir. Finalmente, pareció llegar a una conclusión. —¿Qué tal si les
ofrezco un trato?

Casi odié preguntar.

—¿Un trato?

—Te voy a ayudar con esta pequeña investigación que están llevando, y a
cambio, el Homepage obtiene la historia exclusiva.

Puse mis manos sobre mis caderas. —Como si necesitáramos tu ayuda.


Estamos haciéndolo muy bien por nuestra cuenta, muchas gracias. —Otra mentira.
Y, a partir de la expresión de su rostro, él lo sabía. En serio iba a tener que trabajar en
mi cara de póquer.

—¿No te gusta ese trato? Bien. ¿Qué tal éste? Todos trabajamos juntos, y no
llamo a la policía y les digo que se están haciendo pasar por miembros de la prensa y
están interfiriendo con una investigación de homicidio por albergar al novio
desaparecido.

—Ex-novio. Y no estoy albergando nada. —Aunque no estaba del todo segura


de que los policías no lo verían a la manera de Chase.

—Por lo menos, están saltándose las clases —respondió él—. A los policías no
les gusta eso.

—Tú también —señalé rápidamente.

—Estoy de permiso por enfermedad. —Tosió poco convincente en su mano.


Luego sonrió de nuevo—. Es tu decisión, rubia. Yo o los policías.

Me balanceé de un pie a otro, sopesando los pros y los contras. No estaba


ardida en la idea de que todos mis movimientos fueran impresos para que toda la
sociedad HHH los viera. Por otra parte, no estaba tan ardida en la idea de visitar a
48

Josh en una celda de la cárcel tampoco.


Página
Y la triste realidad era que, más allá del sondeo de la calle por los vecinos
entrometidos, no tenía ni idea de por dónde empezar una investigación por asesinato.
Seamos realistas, podría usar toda la ayuda que pudiera conseguir.

Me volví hacia Sam. Ella inclinó la cabeza hacia un lado y se encogió de


hombros.

—De acuerdo. Bien —dije, alzando mi mano hacia Chase—. Trato hecho.

Él sonrió, una de las esquinas de su boca tirando hacia arriba un poco más alto
que la otra cuando agarró mi mano y la estrechó.

—Trato hecho.
49
Página
Capítulo 5
Traducido por: sooi.luuli & Violette

Corregido por: Xhessii

H abiendo sellado mi destino, para mejor o peor, en primer lugar


teníamos derecho hasta el punto de estar en lo de Chase… las fotos
que Chase estaba tomando afuera ayer a la tarde, y sin importar si
contuvieran evidencia de la identidad del asesino.

—¿Podemos verlas? —pregunté.

—¿Para qué? —rebatió él.

—Imaginamos que Courtney debe haber sido asesinada entre las dos y media y
las tres y cuarto —explicó Sam—. Lo que deja una pequeña oportunidad para su
asesino. Si estabas tomando fotografías entonces, podrías haber logrado ver algo para
ayudar a identificarlo.

Él asintió.

—Traje mi cámara justo después de la escuela. Un tipo me chocó por detrás la


semana pasada. Me imaginé que no dañaría tener alguna evidencia fotográfica del
daño. Mayoritariamente estaba tomando primeros planos, pero tienes que echarles un
vistazo. Entren.

Vacilé. Algo acerca de cruzar el umbral se sentía un poco como entrar a la


guarida del león. Pero, si quería ayudar a Josh, me imaginé que Chase era el más
manso de los leones con el que me iba a encontrar. Además, éramos compañeros,
¿cierto? Así que atravesé la entrada un momento después que Sam.

Las dos seguimos a Chase hacia una sala de estar amueblada


sorprendentemente como la mía. Un centro musical de madera, una televisión pre-
50

HD cubierta, se hallaba contra una pared. Una combinación de sofá acogedor y


Página

asiento para dos personas se situaba en frente para el máximo placer de la vista. A la
derecha, una cocina de azulejos color azul bebé estaba más allá de un juego de
comedor apenas visible. Todo tema suburbano de calidad.

Seguimos a Chase por las escaleras y fuimos hacia la izquierda, por una corta
entrada con tres habitaciones que se ramificaban. Chase nos condujo hacia la segunda
a la derecha, empujando una puerta de madera blanca con un cartel de “No Pasar” en
ella.

Aquí la decoración era mucho más de angustia adolescente que de ama de casa
feliz, dejando en claro que la mamá de Chase adhirió, de hecho, el cartel a la puerta.
Las paredes estaban pintadas de negro, creando un efecto como de cueva. Una manta
de un negro difuso cubría la cama, y un armario lleno de ropa negra abarcaba la pared
del fondo, camisas y jeans colgando torcidos en las perchas sobrecargadas. En las
paredes había pósteres de bandas de las que nunca había escuchado, las lenguas de sus
cantantes sobresaliendo, pintura de guerra en sus rostros, sangre falsa goteando de sus
bocas. Encantador.

Una ventana estaba de cara al sur, un par de cortinas oscuras cerradas. Negras.
(Caramba, qué sorpresa). Afuera estaba a punto de ser mediodía, pero aquí era
medianoche. Miré la oscuridad con los ojos entrecerrados, sintiendo que mis pupilas
se agrandaban para encontrar algún pequeño punto de luz el cual vislumbrar.

Un escritorio gris de bronce de cañón se hallaba en la esquina. Una laptop, una


cámara digital, y una colección de diferentes lentes estaban esparcidos encima. Chase
fue directo a su escritorio, abriendo de un tirón su laptop.

—Tomen asiento. Esto tomará un minuto —ofreció Chase.

Miré alrededor. Una silla de escritorio llena de ropa negra se hallaba en un


costado. Al lado de ella, una silla plegable de madera apilaba libros escolares de texto.
Lo cual sólo dejaba a la cama. Corrí a un lado un par de almohadas y me senté con
cautela en el borde.

O intenté con cautela sentarme en el borde.

Al segundo que mi culo dio con la manta de color negro difuso, me hundí una
media docena de pulgadas, el colchón tambaleándose como si me hubiera plantado
51

sobre gelatina.
Página
—¡Whoa! —dijo Sam, reflejando mi propia sorpresa mientras se sentaba a mi
lado—. Colchón de agua.

—Lindo, ¿eh? —preguntó Chase por encima de su hombro.

—Fabuloso. —Sentí que mis mejillas se calentaban, intentando no pensar en el


tipo de acción que sucedía en una cama así, y me corrí más cerca del borde.

Luché por mantener una posición vertical, balanceándome al lado de Sam,


mientras observaba a Chase a un clic de distancia en su computadora.

Pronto, una serie de imágenes en miniatura llenó la pantalla, mostrando su


parachoques abollado desde quince ángulos diferentes. La mayoría era, de hecho,
primeros planos, mostrando el cromo golpeado y una luz trasera aplastada, pero unas
vislumbraban la calle de más allá en el fondo.

—¿Puedes agrandar esas? —pregunté, señalando a un par donde podía casi


distinguir la esquina de la casa de Josh.

—Puedo hacer cualquier cosa que quieras con ellas —respondió,


inmediatamente agrandando las imágenes.

Sam y yo nos inclinamos hacia delante, mirando la pantalla con los ojos
entrecerrados.

Alrededor de los trozos a gran escala de los parachoques pude distinguir unos
árboles, el garaje de la casa de al lado, la parte delantera del Jeep de Josh. En un par de
fotos, los otros autos que aparcaban en la calle eran visibles. En otra, las ruedas del
SVO Volvo del hermano de Sam se asomaban en el marco.

Pero desafortunadamente nada gritaba “asesino” o “pista decisiva”.

No estaba completamente segura de lo que había esperado ver en las fotos, pero
claramente la cámara de Chase no había capturado nada incriminatorio.

—Odio decirlo, pero realmente no veo nada aquí —dijo Sam, manifestando mi
propia decepción.

—Lo siento —respondió Chase, cerrando la ventana—. Les dije que


52

mayoritariamente eran primeros planos.


Página

—Así que, ¿ahora qué?


Chase sacó un cuaderno de rayas anchas y un bolígrafo de su mochila de al lado
de su escritorio.

—Creo que deberíamos hacer una lista de todos los que tenían problemas con
Courtney. —Hizo una pausa. Entonces me dio una mirada mordaz—. Además de ti.

Puse los ojos en blanco.

—Sí, ya pensamos en eso —le dijo Sam—. El problema es que, no pudimos


imaginarnos quién no tendría problemas con Courtney. —Hizo una pausa—. ¿Tienes
alguna suposición?

Sacudió su cabeza.

—Realmente no nos movíamos por los mismos círculos sociales. Sabía quién
era ella, pero estaba un año detrás de mí, así que nunca tuve mucho que ver con ella.

Lo cual hacía a Chase un sénior y explicaba por qué Sam y yo nunca tuvimos
nada que ver con él tampoco. La división entre los años escolares era casi tan amplia
como la brecha entre la multitud toda-de-negro-todo-el-tiempo y las entusiásticas
chicas abanderadas.

Observé cómo Chase fruncía los labios, sus cejas juntándose. Noté que sus
cejas eran mucho más oscuras que las de Josh. Casi estando al borde de lo muy
robustas, pero en vez de verse descuidadas despedían una vibra reflexiva. Como si
pasara un montón de tiempo contemplando los secretos del universo.

O tal vez sólo los secretos de las letras del death metal.

—Hablemos con sus amigos —dijo él finalmente—. Sabrían si Courtney había


estado teniendo problemas últimamente con alguien en particular.

Saqué mi celular del bolsillo, verificando la hora.

11:45 a.m. Casi el almuerzo. Era un momento tan bueno como cualquier otro
para alcanzar a las abanderadas para una charla.

Chase agarró una sudadera con capucha de su armario —negra con una gran
águila morada en la espalda— y dirigió el camino de vuelta, a través de la casa, hasta
53

la puerta principal.
Página

Sólo había un problema.


Sam y yo estábamos sin transporte. Y el bus no pasaba de nuevo hasta dentro
de otra media hora, tiempo en el cual las abanderadas estarían apartadas a salvo en el
quinto período. Si queríamos preguntarles antes del final del día, teníamos solamente
una alternativa.

Miré el Camaro abollado de Chase en la entrada.

—Es sólo un rasguño. Se mueve bien —nos aseguró, abriendo la puerta del lado
del pasajero.

El abollado parachoques inclinado hacia un lado, la inclinación del silenciador


precariamente cerca del suelo. Si yo estornudara, estaba muy segura de que el tubo de
escape se caería.

—Así que, ¿algún chico te golpeó por detrás? —pregunté.

—Sí. Imbécil total. Pero fue el chico delante de mí el que causó en realidad el
accidente. Él se detuvo repentinamente, yo frené, y el chico detrás de mí me golpeó la
cola del auto.

—Oh. —Me sentí un poco mejor. Una repentina parada imprevista podría
pasarle a cualquiera, ¿verdad? Empujé el asiento delantero hacia delante, pasando por
encima hacia el diminuto trasero.

—Entonces no fue tu culpa.

Chase sacudió su cabeza.

—Nop. Totalmente fue del chico delante de mí. Quiero decir, ya sabes, ¿quién
se detiene por una luz amarilla?

Oh, no.

Abrí mi boca para protestar que tal vez el bus no estaría tan mal después de
todo, pero no tuve ni una oportunidad cuando Chase cerró de golpe la puerta. Sam se
deslizó en el frente, y yo intenté tragar mi preocupación mientras Chase arrancaba el
coche. Pero más o menos se atascó en mi garganta mientras salía de la entrada y
tomaba la primera esquina en dos ruedas.
54

—Um, entonces, ¿por cuánto tiempo haz tenido tu licencia? —pregunté,


Página

agarrando el apoyabrazos de la puerta como un salvavidas.


—Desde el año pasado. Pasé mi decimosexto cumpleaños en la fila del DMV.

—¿En serio? —Sentía al cinturón de seguridad tenso contra mi pecho mientras


tomaba otra esquina a la velocidad NASCAR—. ¿Tú, uh, pasaste en el primer
intento?

—Por supuesto.

Pasó cerca de un bache, y juro que salimos disparados por lo menos a medio
metro en el aire. Sentí que mi cabeza besaba el techo.

—¿Y en cuántos accidentes has estado?

—Sólo uno.

Eso fue un pequeño consuelo.

—Este mes —agregó él.

Cerré mis ojos y dije una oración en silencio a los dioses de intersecciones
claras.

Afortunadamente, volvimos a Herbert Hoover High en una pieza; aunque


estaba muy segura que el salvaje viaje del Señor Chase había recortado unos buenos
cinco años de mi vida. Nos giramos sobre el Camino de Entrada del Instituto de
Enseñanza Secundario (nombre ingenioso, ¿no?) justo cuando las clases estaban
dejando salir por un período de almuerzo de quince minutos y estacionamos en doble
fila en el lote trasero del estacionamiento de la escuela. Lo cual, en este momento del
día, era una zona de “maneja bajo tu propio riesgo”. Los conductores de último
modelo en los SUV’s y los sedanes usados llenaban el lote, mandando mensajes
frenéticamente a pesar de las leyes de manos libres mientras se apresuraban al
Starbucks en busca de una rápida dosis de cafeína. Todos los autos estaban llenos en
su capacidad, y los sonidos de los MP3 enfrentados tocando a todo volumen desde los
estéreos trucados que llenaban el aire —Taylor Swift luchando con Usher por encima
del indistinguible bajo de una canción de hip-hop.

Chase parecía ajeno a los problemas de los trescientos conductores novatos


abarrotándose en un lote al mismo tiempo, su Camaro sobrevolando los reductores de
55

velocidad, como un mal espectáculo de setenta polis. Mis dientes castañeaban


Página

mientras contenía el aire en mi asiento.


—Ya sabes, se supone que disminuyas la velocidad por los reductores de
velocidad —propuse.

—¿Dónde está la diversión en eso? —Chase me sonrió abiertamente por el


espejo retrovisor.

Apreté los dientes, rezando que llegara con todos mis empastes intactos.

Después de evitar por poco un choque con un Honda Accord llevando a la


mitad del equipo de debate, Chase estacionó en doble fila en un espacio cerca de la
verja.

Mientras Chase le echaba llave a su trampa mortal y nosotras cruzábamos el


estacionamiento, vislumbré al Detective Raley merodeando cerca de la cafetería.
Tenía arrinconado a un miembro de la banda de la escuela, haciéndole preguntas con
una intensidad que tenía al pobre tipo atrapado. Odiaba decírselo, pero si Courtney
había dicho más que un “buu” a un miembro de la banda en todo el año, me comería
mi libro de química. Estaba ladrando seriamente al árbol equivocado.

Yo tenía esperanzas mucho más altas para nuestra presa mientras Chase dirigía
el camino hasta el patio principal de HHH donde las abanderadas tenían a su corte
del mediodía.

La primera vez que había comenzado en HHH, mamá había sugerido que
probara para “esa animación con banderas”. Me había tomado la mejor parte de una
hamburguesa de soja sin gluten explicarle las diferencias complejas y seriamente
importantes entre las porristas y las abanderadas.

Animar era para las chicas a quienes les gustaban sacudir el culo y hacer
aberturas en las faldas cortas en frente de una multitud que grita. Abanderar era para
las chicas buenas que tenían más espíritu escolar que los cerebritos. Las porristas
salían con los chicos universitarios con tatuajes. Las abanderadas salían con fondos
fiduciarios. Las últimas cuatro chicas en nuestro club de “dieciséis años y embarazada”
de nuestra escuela eran porristas. Las últimas cuatro presidentas del Club de Celibato
habían sido abanderadas. Las porristas eran el futuro de los compañeros de juego en el
mundo. Las abanderadas llegaban a ser mujeres florero con bolsas de pañales de Louis
56

Vuitton. Ni que decir, tampoco habían sido un grupo en el que había estado
muriéndome por unirme como estudiante de primer año, y nunca había lamentado
Página

esa decisión.
Las animadoras usualmente pasaban el almuerzo fuera del campus, fumando
Marlboro Light6 (para permanecer delgadas). Las chicas de The Color Guard, por
otra parte, tomaban el lugar privilegiado bajo de la sombra de un árbol solitario en
patio al centro de la escuela, bebiendo Red Bull 7 libre de azúcar (para permanecer
delgadas). (Está bien, tal vez ellas si tenían una o dos cosas en común).

Por lo general, la conversación del campamento de Color Guard podía ser


escuchada desde dos edificios de distancia, ya que entre más genial la persona se
percibe, más fuerte charlaría. Pero mientras nos acercamos, el grupo esta
inusualmente sometido por respeto al fallecimiento de su reina. Las chicas se reunían
en dos o tres para expresar sus teorías sobre la muerte en susurros dramáticos. Noté
las bandas negras cubriendo la parte superior de sus brazos en varias de ellas, en lugar
de las usuales de algodón simple, estas estaban plagadas de hilos brillantes de color
morado.

Bandas de luto de diseñador. Qué apropiado.

En el centro de la mezcla, rodeadas de por lo menos una docena de futuras


mamás de soccer, estaban sentadas dos mejores amigas de Courtney: Caitlyn Calvin
y Kaylee Clark. Si alguna vez has visto a una muñeca Barbie, has visto a Caitlyn y
Kaylee. Lacio, brillante y rubio cabello cargado con suficientes productos para crear
sus propios hoyos en la capa de ozono. Grandes ojos azules ribeteados con delineador,
rímel, sombra de ojos, y un poco mas de rímel para una buena medida. Cutis tan
perfecto como una foto de después de Proactiv 8 y sus extremidades de un color miel
uniforme que de alguna manera se veía natural, a pesar de la ausencia de cualquier
línea de bronceado. Claramente todas las chicas en el campus las odiaban y,
simultáneamente, querían ser como ellas.

Caitlyn estaba vestida con una falda blanca que llegaba hasta la mitad del
muslo (sólo lo suficientemente baja para pasar el código de vestimenta, pero lo
suficientemente alta para mostrar los frutos de su adicción al Red Bull), una camiseta
sin tirantes con volantes en la parte delantera una pálida versión violeta del morado
obligatorio de Color Guard, y un par de Skechers 9 de lona que de alguna manera
desafiaban cualquier signo de suciedad. Al lado de ella, Kaylee vestía una copia al
57

6
Marlboro Light: Marca de cigarrillos de moda favorecido por supermodelos y celebridades. A menudo los seguidores
adolescentes de la moda los utilizan sustitución de alimentos.
7
Página

Redbull: Es una bebida energética.


8
Proactiv: Productos para la limpieza y tratamiento de piel.
9
Sketchers: Empresa estadounidense dedicada a la fabricación de calzado deportivo.
carbón del atuendo, sólo que su blusa era un morado índigo. La única cosa para
diferenciar la Cosa Uno de la Cosa Dos, era que el cabello de Caitlyn estaba retirado
fuera de su rostro con un broche morado en el lado derecho. Kaylee lo tenía retirado a
la izquierda. Caitlyn, derecha… Kaylee, izquierda, me cantaba a mi misma mientras
nos acercábamos a ellas.

Sentí la conversación a nuestro alrededor caer de un susurro dramático a un


silencio pesado mientras me acercaba, una señal clara que yo había sido el tema.
Agaché mi cabeza, no queriendo hacer contacto visual. Chase, por otra parte, caminó
directo al dúo horripilante, ajeno de las miradas, y abruptamente, detuvo las
conversaciones como un intruso invadió sus filas.

—¿Caitlyn? —preguntó Chase.

Cosa Uno le dio una lenta mirada de arriba a abajo, sus ojos azules evaluando
silenciosamente si era digno o no de una respuesta. Mientras su estilo negro-sobre-
negro no estaba probablemente a sus estándares una diminuta sonrisa curvó la esquina
se su boca mientras ella tomaba sus anchos hombros, ojos oscuros y mandíbula
cuadrada. Él podría no ser un bebé de fondo fiduciario, pero él tenía suficiente de esa
cosa de melancólico chico malo pasando para despertar su interés, o al menos, eso
asumí que él hizo mientras Caitlyn contestaba: —Esa soy yo. ¿Y tú eres....?

—Chase Erikson.

Caitlyn le lanzó una enorme sonrisa que hablaba del hecho de que ella estaba
mucho más pendiente de usar su paladar de noche que yo.

—Encantada de conocerte, Chase —dijo ella, su voz ronroneado sobre su


nombre mientras hacía girar un mechón de cabello rubio entre sus dedos—. ¿Que
puedo hacer por tí?

—Estoy en el Homepage del Herbert Hoover High…

Ella le dio una mirada en blanco.

—El periódico en línea de la escuela.


58

Ella se encogió de hombros. —Bien. —Es evidente que ella no era del tipo de
Página

leer.
—¿Me estaba preguntado si podía hacer unas cuantas preguntas acerca de
Courtney?

Caitlyn bajó los ojos al suelo, haciendo una exagerada inhalación. —No lo sé.
Todo esta tan crudo. No puedo creer que ella realmente se ha ido. —Inhalación.
Inhalación.

—Puedo responder por ti. —Saltó Kaylee, sus ojos situados en los bíceps de
Chase como si ellos fueran éclairs10 y su propia persona baja de peso hubiera pasado el
año escolar existiendo en… bueno… Red Bull libre de azúcar.

Caitlyn le disparó una mirada sucia a la Cosa Dos. —No he dicho que no podía
responder. Sólo que es difícil. —Ella se volvió a Chase—. Ella era mi mejor amiga, ya
sabes.

Chase asintió.

—¡Ella era también mi mejor amiga! —Saltó Kaylee, determinada a no quedar


fuera. Entonces ella hizo una réplica exacta de la cosa inhalar de Caitlyn.

—¿Cuándo fue la última vez que vieron a su mejor amiga? —preguntó él al par.

Caitlyn atrajo juntas sus cejas perfectamente depiladas.

—Ayer. Después de la escuela.

—¿A qué hora? —Yo intervine. Si nosotros sabemos exactamente cuando


Courtney se fue, ayudaría a reducir la hora de su muerte.

Los ojos de Caitlyn me dedicaron una mirada de disgusto, parpadeando como si


me hubiera visto por primera vez. —No lo sé. Después de la escuela. La vimos justo
antes de la práctica de Color Guard.

—¿Ella se veía molesta por algo? —preguntó Chase—. ¿O distraída?


¿Preocupada?

Caitlyn sacudió su cabeza. —No, ella estaba perfectamente bien. Como de


costumbre.
59
Página

10
Éclairs: Pastelillo relleno de crema con forma alargada.
—¿Ella estaba teniendo problemas con alguien? —presionó él—. ¿Saben de
alguien que tiene una razón para estar molesto con ella? ¿Alguien con una razón para
quererla muerta?

Los ojos de Caitlyn se dispararon hacia mí.

—Además de mí —añadí rápidamente.

Se encogió de hombros. —No lo sé.

—Yo sí —interrumpió Kaylee.

Caitlyn le envió una mirada, pero Kaylee continuó, sin inmutarse. Claramente
un lindo chico malo triunfó sobre el código de lealtad de Color Guard. —Sé quién la
mató.

Alcé una ceja. Seguramente no iba a ser tan fácil, ¿verdad?

—¿Quién? —preguntó Chase.

—Josh DuPont —anunció ella. Después ejecutó otra perfecta inhalación—. Él


asesinó a mi mejor amiga.

—¡De ninguna manera! —grité automáticamente.

Chase me disparó una silenciosa mirada de advertencia, antes de volverse a


Kaylee. —¿Por qué dices eso? —presionó él.

—Ella recibió un mensaje de texto de él justo antes de salir de la escuela —


explicó Kaylee.

Sentí mi estómago encogerse. —¿Estás segura?

Ella asintió. —Positivo. Ella lo leyó para mí.

—¿Qué decía? —preguntó Chase.

—Quería que ella se reuniera con él en su casa después de la escuela.

Mordí mi labio. —Eso que ocurrió no dice porque, ¿verdad? Como, ¿tal vez ella
estaba ayudándolo con un proyecto de ciencias sobre condones?
60
Página
Chase y Sam se giraron hacia mí como uno solo. Ambos llevando la misma
mirada de «abre los ojos» en sus rostros que decía que ellos sentían lastima por mi
estadía en La-La-Land11.

—¿Qué? Es posible… —murmuré a un sitio de pelusa en mi manga.

Chase regresó su atención a las gemelas Abercrombie. —Entonces, ¿los


rumores eran ciertos? ¿Courtney estaba durmiendo con Josh?

Me encogí ante lo directa que era la pregunta. Mayormente porque eso


demandaba una respuesta directa. Una que no estaba segura si quería hacer frente
mientras estoy parada delante del escuadrón entero de Color Guard.

Podía sentir los ojos de cada chica vestida de purpura dándome una evaluación
crítica, comparándome en silencio con su última reina y preguntándose cuanto
tiempo Josh se habría tomado para elegir entre nosotras dos. Yo usaba jeans.
Courtney había usado mezclilla de diseñador con sus iniciales bordadas en los
bolsillos en hilo brilloso de color morado. Yo llevaba zapatillas de deporte. Ella había
usado zapatos atléticos de Ed Hardy12 con diamantes de imitación incrustados a lo
largo de la lengua13. Yo había heredado lo que mamá le gustaba llamar una
complexión “atlética”. Ella se veía como si tuviera de contrabando globos de agua en
la parte superior. Mientras que mi autoestima estaba generalmente bastante
saludable, me sentí vacilar incómodamente mientras la especulación de quince
diferentes pares de ojos juzgadores se grababa en mí.

Por suerte, sería una especulación que seguiría sin respuesta.

Kaylee abrió su boca para hablar nuevamente, pero antes de que pudiera
responder a la pregunta de Chase. Caitlyn la tomó directamente con ella.

—Es absolutamente imposible que Courtney estuviera durmiendo con Josh.


Ella no se acostaba con cualquiera. Courtney era virgen.

Sam soltó un fuerte resoplido.


61

11
La-La-Land: Un lugar fuera de contacto con la realidad.
12
Ed Hardy: Don Ed Hardy es un tatuador norteamericano con una línea de ropa y accesorios basados en sus diseños.
13
Página

Diamantes de imitación incrustados en su lengua: La lengua de un zapato es una tira que se encuentra en la parte
superior del pie. Casi siempre se encuentran en los zapatos con cordones, con el propósito de proteger la parte superior
del pie, y para evitar que los cordones froten el pie, y se refiere a esta pieza con diamantes de imitación incrustados.
Caitlyn se giró hacia ella de la manera en que un león podría girarse a un jugoso
filete. —¡No te atrevas a desprestigiar su buen nombre! —advirtió ella.

Estaba impresionada. Desprestigiar estaba entre las diez primeras palabras del
vocabulario para SAT14. Alguien ha estado trabajando con su tutor.

—Ni siquiera lo soñaría —prometió Sam, elevando sus manos en un


movimiento de rendición. Luego ahogó otra risa...

—Courtney firmó el compromiso de castidad en el primer día de nuestro


primer año —continuó Caitlyn—. De ninguna manera ella le daría la espalda. Ella lo
tomaba muy en serio. Courtney era virgen. Apuesto mi vida en ello. —Se giró a
Chase—. Y tú puedes imprimir eso.

Pero él no se veía tan convencido. —Si eso es verdad, ¿por qué ella se estaba
reuniendo con Josh en su habitación ayer por la tarde?

Caitlyn encogió sus huesudos hombros. —No lo sé. ¿Por qué no le preguntas
eso a él?

Confía en mí, tenía la intención de eso.


62
Página

14
SAT: En EEUU corresponde a las siglas de Scholastic Aptitude Test. Una prueba de aptitud que se hace normalmente
en el último año de la preparatoria. Incluye una sección donde se evalúa el vocabulario.
Capítulo 6
Traducción SOS por: Jo, Liseth Johanna & LizC

Corregido por: Xhessii

L
a campana para el quinto período sonó, y los estudiantes
inmediatamente corrieron adentro, Sam incluida, diciendo sobre su
hombro que tenía un examen de Español esa tarde. ¿Yo? Ya había
arruinado mi record de asistencia perfecta al acortar esa mañana. Realmente no le vi
el sentido a terminar el día. Especialmente cuando (a) había pasado de mi tarea la
noche anterior así que no tenía nada que entregar, y (b) había cero oportunidades de
que fuera capaz de concentrarme de todas formas. No cuando el Detective Raley
estaba rondando los pasillos, Josh estaba en fuga, y el completo cuerpo de estudiantes
de HHH no podía decidir si había asesinado a Courtney o había estado a punto de
que terminaran conmigo por ella. O ambos.

Lo que necesitaba hacer era hablar con Josh. Si realmente le había escrito a
Courtney, efectivamente llevándola hacia su muerte, necesitaba saber por qué. Sí, era
consciente que la respuesta obvia era, duh, llamada para sexo. Pero mantuve la
esperanza de que no fuera tan obvio como parecía. ¿Qué puedo decir? Soy gran fan de
la negación.

Considerando que Raley probablemente estaba vigilando mi uso del celular


como un halcón, no me atreví a contactar a Josh por mi teléfono. En su lugar, decidí
caminar las dos cuadras a la biblioteca pública en Main y usar su internet gratis para
ponerme en contacto con él.

Me giré para irme…

Y casi choco con el pecho de Chase.

Aparentemente no todos se habían dispersado con el sonido de la campana.


63

No. Pero no necesitaba saber eso. Considerando que no estaba exactamente


Página

segura de que tipo de respuestas conseguiría de Josh, realmente no quería una


audiencia. Además, no estaba segura de que pudiera confiar completamente en Chase.
Cuando las cosas se ponen feas, Chase no tenía lealtad hacia mí. Estaba en esto por
una historia. Y tenía esa historia si Josh iba a la cárcel o no.

Así que en lugar de escupir mi destino. Asentí. Lentamente. —Sí. Sí, voy a
clase.

Él sonrió abiertamente. —Hombre, eres la peor mentirosa del planeta. En serio,


tenemos que conseguirte unas clases o algo.

Rodé mis ojos. —Lo que sea. —Pasé empujándolo, dirigiéndome a la parte
delantera de la escuela.

—Así que, si no estás yendo a clase, ¿qué estás haciendo? —persistió,


siguiéndome un paso detrás.

—Nada.

—¿Dónde estás yendo?

—A ningún lugar.

—¿Necesitas que te lleve a ningún lugar?

—¡No! —Aún si lo hiciera, no estaba lista para tomar mi vida en mis manos
yendo con él dos veces en un día—. Mira, sólo porque los dos estamos investigando
esto no quiere decir que tenemos que estar unidos por la cadera.

Chase dejó de seguirme. Me dio una larga mirada. Luego sonrió abiertamente
de nuevo.

—Bien. Perfecto. Te veré luego, entonces.

—Bien. Bueno. Nos vemos. —Me giré para irme de nuevo.

Y lo escuché diciendo sobre mi hombro: —¡Saluda a Josh de mi parte!

Suspiro.
64
Página
La rama local de nuestra biblioteca estaba situada justo en la siguiente calle de
nuestra escuela secundaria. En teoría estaba a una distancia conveniente para que los
estudiantes vayan para estudiar luego de clases. En la realidad, olía como papel
húmedo, alfombras con moho, y cuerpos sin lavar. Sin necesidad de decir, todos bajo
la edad de sesenta la evitaban como la plaga. Era un edificio de bloque de hormigón,
jactándose de ser lo último en la “arquitectura moderna.” Alrededor de mil
novecientos cincuenta. Una alfombra naranja cubría las paredes (sí, las paredes) y
linóleo blanco el suelo.

Estanterías de metal sostenían los libros todavía organizados en ficheros, a


pesar de la disponibilidad de la clasificación digital. La ciudad seguía amenazando con
remodelar la biblioteca, poniendo extravagantes interpretaciones a acuarela del nuevo
edificio en el periódico todos los años. Pero hasta ahora, la reunión de fondos sólo
había alcanzado el nivel de entusiasmo necesario para pagar por las acuarelas, no el
edificio real.

Contuve mi respiración mientras pasaba a través de las puertas de vidrio


delanteras, pasando a través del escritorio de circulación y dirigiéndome bajo las
escaleras al sótano que contenía periódicos y dos filas de antiguos computadores.
Laminados carteles junto a cada estación advertían que se nos estaba permitida sólo
una hora de internet a la vez. Con algo de suerte, sólo necesitaría una fracción de eso.

Me acomodé en la estación junto a una mujer de cabello blanco viendo fotos de


sus nietos en Photobucket (dejando salir el ocasional arrullo de cuán lindos eran) y
un tipo usando tres abrigos, dos pares de calcetines, y una barba de una semana.
Asegurándome de sentarme a contra viento del hombre muy vestido, luego inicié
sesión en línea y hice mi camino hacia MySpace para encontrar la cuenta falsa que
Josh había hecho la noche anterior.

Honestamente, no había estado en MySpace por años, no desde el cuarto grado.


Tan pronto como Jessica Hanson me había atraído a unirme a su mafia, había sido
estrictamente una usuario de Facebook. Pero como Josh había apuntado, si todos
estaban en Facebook, MySpace era el equivalente virtual a una guarida en el bosque.
65

Un profundo, desértico bosque.


Página
Apreté en HHHRunner94 y llegué a una página adonada con un fondo rojo,
cursor flameante, y sobre veinte canciones diferentes en una lista de reproducción
automática. La abuelita me envió una mirada mientras Kings of Leon salían de los
parlantes del computador. Rápidamente apreté mudo, mandándole una sonrisa de
disculpas. Claramente estar prófugo le había dejado a Josh demasiado tiempo en sus
manos.

Bajé, apretando el botón de Envíame un Mensaje con forma de un cráneo y una


cruz de huesos (¿En serio, Josh? ¿No te parece sólo un poco inapropiado?) y escribí
una rápida nota en la ventana de mensajes. La mantuve corta y enigmática en el caso
improbable de que Raley hubiera de alguna forma descubierto el alias en línea de
Josh.

Necesitamos hablar. Conéctate esta noche. 9 p.m.

Apreté Enviar, esperando que Josh estuviera monitoreando la cuenta tan


vigilante como había prometido, luego tomé mis cosas y me dirigí a casa.

Para matar unos cuantos minutos más, me detuve en Jamba Juice para un
granizado de Placer de Melocotón. La escuela técnicamente todavía no había
terminado, y lo último que quería era un interrogatorio de mamá sobre por qué
llegaba temprano. La que resultó ser la menor de mis preocupaciones. Cuando giré en
la esquina, hacia mi calle, vi un sedán beige con luces de policía en el salpicadero,
aparcado de lleno frente a mí casa.

Raley.

Cerré los ojos y pensé una palabra realmente mala mientras hacía una
66

valoración mental de la situación. Si Raley estaba dentro, probablemente estaba


Página

hablando con mamá. ¿Lo bueno? Si estaban hablando del asesinato, ella probablemente
no iba a concentrarse en el hecho de que yo estaba llegando a casa temprano. ¿Lo
malo? Mamá tendía a ser un poquito sobreprotectora. Y por “un poquito” quiero decir
que yo tenía siete antes de me dejara subir a la resbaladilla en el parque, por miedo a
las “raspones”. Podía imaginar cómo se tomaría esto.

Tuve una fugaz fantasía en la que simplemente me daba la vuelta y me alejaba.


Me escondía en el centro comercial por, oh, digamos, el resto de mi vida. Pero no
duró nada. De cualquier manera, era un sueño tonto pensar que mamá no se enteraría
de la muerte de Courtney. Quiero decir, ¿hola? Una chica en nuestra escuela fue
asesinada. Por supuesto que ella se daría cuenta. De hecho, estaba un poco
sorprendida de que hubiera tomado todo este tiempo. Aunque mamá nunca veía las
noticias (decía que toda esa negatividad interrumpía el flujo de su chi), estaba tan
conectada al instinto maternal como alguien podía estarlo.

Y, claramente, Raley estaba contándole el chisme de filón. Tomé una profunda


y fortificante respiración y seguí por el camino de losa en mi puerta principal. La abrí
para encontrar a mamá y al Detective Raley en la sala, el Detective Raley de pie cerca
de la vacía chimenea, mamá en el borde de nuestro sofá de microfibra marrón, su
frente grabada con una línea de preocupación que yo conocía bien. Era la misma que
me había mostrado cuando yo había señalado al resbaladilla, la misma que había
puesto cuando había tomado la clase de Tae Kwon Do en tercer grado, y la misma que
se había congelado en sus facciones la pasada primavera. Era su cara de Madre.

Y nunca era una buena.

Tan pronto como me vio, se levantó del sofá y cruzó los cuatro pasos hacia la
puerta para taclearme como un apoyador.

—Oh, Hartley, cariño, ¿estás bien? —murmuró en mi cabello

—Mamá, creo que me estás partiendo las costillas.

Aligeró su agarre, retrocediendo para mirarme como si encontrar una chica


muerta pudiera dejar una marca.

—El Detective Raley me lo contó todo. Oh, cariño, ¿por qué no dijiste nada?
¡Qué horrible debió ser para ti!
67

Le lancé a Raley una mirada, preguntándome qué tanto era “todo”, pero su
rostro era una cosa vacía e ilegible.
Página
—Estoy bien —mentí.

—¿Bien? Dios mío, tu amiga fue asesinada, Hart. Claramente no estás bien.

No señalé que Courtney y yo difícilmente éramos BFF. En el mundo de mamá,


todos bajo la edad de dieciocho eran amigos de todos, como si todos fuéramos parte
de alguna sociedad secreta de menores.

—En serio, estoy bien.

—Bien. Entonces no le molestará responder unas cuantas preguntas —dijo


Raley.

Por un corto momento pensé en fingir histeria para evadir su interrogatorio.

Quizá no estaba bien.

Quizá éramos BFF.

Quizá sí necesitaba unos cuantos abrazos maternos más.

Pero, dado que sabía que Raley no estaba realmente dándome a escoger en el
asunto, asentí silenciosamente y me senté en el sofá para enfrentar la música. Mamá
se sentó a mí lado y me dio una palmadita en la mano.

—¿Cuándo fue la última vez que viste a Josh? —empezó Raley.

—Ayer —dije lentamente. Lo que era verdad.

—¿A qué hora?

—Temprano. —Lo que, definitivamente no era la verdad. Recé por no ser tan
mala mintiendo como Chase parecía pensar que lo era.

—¿Puede ser más específica? —presionó Raley.

—Antes de la escuela.

—¿Antes de la escuela? —preguntó Raley, enarcando una ceja.

—Sip. —Asentí tanto que mi cabello cayó sobre mis ojos. Lo que estaba bien,
68

porque si los levantaba para encontrar los de él, estoy bastante segura que podría decir
Página

que estaba en el lado incorrecto de lo verdadero.


—De acuerdo. —Raley garabateó algo en su cuaderno de notas.

Me incliné para ver si era “mentirosa, mentirosa, cara de osa”, pero él volteó la
página antes de que pudiera verla.

—¿Alguna idea de en dónde podría estar Josh ahora? —preguntó.

Sacudí la cabeza. Esta vez yo estaba diciendo la verdad al 10%. Por supuesto, él
no había preguntado si yo sabía cómo contactar a Josh más tarde en la noche…

—Espere… —dijo mi mamá, levantando un mano—. ¿A qué se refiere con


“podría estar”? ¿Está desaparecido?

—No está en casa, señora —respondió evasivamente Raley.

—¿Cómo, desaparecido? —Su voz se elevó una octava.

—No tenemos información sobre su paradero actual —dijo Raley


cuidadosamente, aunque miró directamente a mí cuando lo dijo. Aparté la mirada,
encontrando una mancha increíblemente interesante en la alfombra.

—¿Está en peligro? —preguntó ella.

—No creo que eso sea probable —contestó evasivamente.

—Así que... si no cree que está en peligro... —dijo mamá, sus palabras
desvaneciéndose mientras veía su hámster mental saltando en su rueda pequeña.
Mamá puede ser un poco rara, pero no es ninguna tonta.

—Josh es una “persona de interés” en este caso —dijo Raley, haciendo su cosa de
comillas al aire de nuevo.

Mamá se inclinó hacia adelante en su asiento, una mano fue a su pecho. —No
estamos diciendo que Josh tenga nada que ver con esto, ¿verdad?

—Estamos explorando todas las posibilidades —dijo Raley—. En este momento,


nos gustaría mucho hablar con el chico. Si tienen alguna idea de dónde puede estar...
—Sus ojos clavaron agujeros en mí.

¿Mis ojos? Todavía pegados a la mancha en la alfombra. Ya sabes, como que se


69

parecía a un pez de lado. Mamá puede ser que desee pensar en conseguir limpiarla
Página

con vapor pronto.


—No tenemos ni idea. No lo hemos visto desde... —Mamá se volvió hacia mí.

—Ayer. Antes de la escuela —repetí. Desafortunadamente no más convincente


que la última vez.

—Oh, Hartley —dijo mamá, abrazándome de nuevo—. ¡Y pensar que te


permití salir con un asesino!

—¡Mamá! —Me retorcí saliendo de su alcance—. Él no mató a Courtney.

—Podrías haber sido tú, Hart.

—No podría haber sido yo. Porque él no lo hizo.

—¿Debo llamar a sus padres? —preguntó mamá, mirando al teléfono portátil al


final de la mesa.

—Sus padres han sido notificados de la situación —le dijo Raley—. Están en
este instante en un crucero en Alaska, pero volarán en cuanto la nave atraque en el
siguiente puerto.

—Dios, no puedo creerlo. Jugué al tenis con la madre de Josh apenas el mes
pasado —dijo mamá—. Y allí estaba ella, criando un asesino.

—¡Mamá!

—Hartley, tenemos varios testigos que dicen que estabas molesta después de la
escuela ayer —dijo Raley, saltando en la conversación.

Entrecerré los ojos. —¿Molesta?

—Enojada.

—¿Quién dijo eso?

—Testigos.

—Sabes, los adolescentes… tienden a ser un poco melodramáticos.

Él entrecerró sus ojos en mí. —Teniendo en cuenta el drama… exagerado, como


puede haber sido, digamos que Josh sabía lo molesta que estabas. Sabía que pretendías
70

hacer frente a Courtney, Courtney pensó venir a confesarte acerca de su relación.


Página
Digamos que él no quería eso. Digamos que él decidió que Courtney necesitaba
quedarse callada.

Apreté los labios. Puesto que él no lo había redactado en forma de pregunta, no


me sentí obligada a responder.

—¿Relación? ¿Qué relación? —preguntó mamá.

Por lo que mamá sabía, mi relación entera con Josh consistía en películas en el
centro comercial e ir de la mano a los bailes escolares. Estaba bastante segura de que
ella estaba tan familiarizada a la negación como yo lo estaba cuando se trataba de
sexo adolescente.

Es por eso que cuando Raley abrió la boca para contestar, me lancé primero.

—¡Compañeros de ciencia! Courtney estaba trabajando en un proyecto de


ciencias con él. Acerca de la reproducción.

Raley enarcó una ceja. Pero, por suerte lo dejó pasar.

—¿Es seguro enviar a Hartley a la escuela? —preguntó mamá—. Tal vez


debería mantenerla en casa por unos días.

—Estoy seguro de que es seguro para que regrese a la escuela.

—¿Pero ella no era una especie de testigo?

—Después de los hechos.

—¿Los testigos después del hecho necesitan protección de testigos?

Puse los ojos en blanco.

Pude ver a Raley resistir la tentación de hacer lo mismo.

—Creo que está a salvo, Señora Featherstone. Esto se siente como un incidente
aislado.

—Vi un programa de televisión sobre esto en Lifetime justo el otro día. La


mujer entró en protección de testigos, pero el asesino la encontró de todos modos. ¿Y
71

si el asesino la encuentra de todos modos? ¿Qué garantía tienen de que estará a salvo?
Página
—Le aseguro que estamos haciendo todo lo posible para encontrar a la persona
que cometió este crimen, Señora Featherstone.

—Se refiere a Josh.

Pero Raley había dominado el arte de la evasiva. —Estoy seguro que una vez
que hablemos con el señor Dupont, va a ser capaz de aclarar algunas cosas para
nosotros.

A ti y a mí, amigo.
72
Página
Capítulo 7
Traducido por: Susanauribe

Corregido por: Kathesweet

U
na vez que Raley se fue, mamá saltó directo a la cocina haciendo
comida de consuelo que insistió yo necesitaba después de mi
“encuentro tortuoso con la muerte”. Pensé en decirle que ese arroz
con macarrones y fideos con queso de soya no era exactamente mi idea de consuelo
pero supuse que era más fácil dejar que cocinara para alejar su ansiedad.

No es que eso la hubiera hecho abstenerse de estar en un modo sobreprotector


con una venganza cuando llamó papá.

—¡Ella podría necesitar protección de testigos! —gritó en el teléfono.

—¡Estoy bien, mamá! —dije.

—Dice que está bien —retransmitió mamá en el teléfono—, pero no creo que lo
esté. Está pálida.

—Estoy aquí, ya sabes.

—Estoy preocupada por ella, Brian. Creo que deberíamos irnos por un tiempo.
Tal vez ir a quedarnos en casa de mi madre.

Tuve un estremecimiento interno. Ya había pasado cuatro semanas este verano


rodeada por Bengay y Polident. Eso es más de lo que alguien se merecía en un año
entero.

—Mamá, estoy bien, lo juro —dije entre un bocado de macarrones y queso


falso. Metí más fideos en mi boca como para probar mi punto—. ¿Ves? Bien.

Un plato y medio después finalmente me las arreglé para convencer a mamá de


73

que estaba debidamente consolada, no a punto de encontrarme online por mi nov…


Página

eh, exnovio y lo suficientemente bien para ir mañana a la escuela.


Lavé mis platos y me apresuré a mi habitación para evadir más mimos.

8:06

Ingresé a MySpace, sólo en caso de que Josh se hubiera conectado más


temprano, luego me senté a esperar.

Navegué por los sitios de TMZ y L.A. Informer buscando las últimas noticias de
las celebridades. Coseché algunas piñas en Farm Town. Revisé cuáles películas
estaban pasando en el centro este fin de semana. Miré los últimos videos de
mudkiplover08 en YouTube. Realicé una encuesta sobre cuál marca de brillo de labios
sabía mejor.

8:32

Como se me habían acabado los sitios para perder el tiempo, ingresé al sitio de
la escuela para revisar qué tarea había mañana. Las notas de estudio para un examen
de historia el lunes, oraciones para diagramar en inglés y tres páginas de ecuaciones la
señora Blasberg. Fabuloso. Saqué mis cuadernos de mi mochila y supuse que podría
intentar pasar mis clases este semestre. Desafortunadamente, tuve un mal rato
concentrándome cuando todo mi ser estaba enfocado en ver ese pequeño ícono de
“ahora en línea” junto al nombre de Josh. Trabajé con un ojo en el reloj y uno en mi
pantalla, enviando miradas aleatorias hacia mi trabajo mientras resolvía oraciones y
diagramaba ecuaciones. O tal vez era al revés. Como dije, en verdad no estaba
prestando atención de cerca.

8:59

Terminé mi tarea de trigonometría e inglés e inicié vigilancia en mi


computadora.

9:02

Vamos, Josh, ¿dónde estás?

9:08

Comencé a corear, “conéctate, conéctate, conéctate, conéctate” en la melodía de


74

I’m a Little Teapot.


Página

9:12
Tal vez no recibió el mensaje que le envié. Tal vez no estaba viendo su cuenta
de MySpace después de todo. Tal vez la creó y se olvidó de ella. Tal vez Raley lo
había arrestado y estaba esperando en una celda en este momento, descomponiéndose
y deseando que su novi… exnovia, hubiera estado más alerta al buscar al verdadero
asesino de Courtney.

Hola.

Dejé escapar un suspiro de alivio y temí que mamá lo escuchara sobre su


Ejercicio de TV abajo.

Llegas tarde.

Lo siento. Tuve que encontrar una computadora.

¿Dónde encontraste uno?

La Tienda Apple. Estoy “probando” uno. No tengo mucho tiempo antes de que
el vendedor me agarre.

No pude evitar sonreír. Muy recursivo.

¿Qué pasa? preguntó.

Esa era una pregunta pesada. Pero, considerando que tenía a un empleado
trabajando por comisión cerniéndose sobre su hombro, decidí ir al grano.

¿Courtney te envió un mensaje anoche?

Hubo una pausa de su lado. Esperaba que eso significara que estaba tratando de
recordar y no que su tiempo de probar hubiera expirado.

¿Por qué? Escribió finalmente.

Hmm… respondiendo una pregunta con una pregunta. Clásica técnica de


evasión. No es que yo me lo creyera.

Caitlyn dijo que le escribiste a CC después de la escuela. ¿Es cierto?

Esta vez su respuesta fue inmediata.


75
Página

No.
Un aliento de alivio se me escapó.

¿De verdad? ¿No le enviaste un mensaje? ¿Diciéndole que se vieran en tu


casa?

¡NO!

Está bien, eso no quería decir que todo el asunto del “rumor del condón en el
casillero” fuera una total mierda, pero al menos mi esperanza en su inocencia no
estaba totalmente equivocada.

¿Entonces quién envió el mensaje?

No lo sé. Alguien está tratando de inculparme.

Y haciendo un buen trabajo, si el detective acosándome era una indicación.

¿Por qué?

No lo sé. Pero juro que no le dije a Corntey que fuera a mi casa.

Ignoré el error de deletreo, en su lugar junté mis labios y digerí la información.


¿Le creía? En su mayoría. Probablemente. Tal vez. Él no había anotado un montón de
puntos en el departamento de confianza últimamente.

Por otra parte, estaba bastante convencida de que toda esa evidencia llevaba
directamente a Josh. Demasiado conveniente. Y, como alguien que alguna vez ha
visto televisión sabe, cuando las pistas parecen ser ciertas, usualmente es cierto.

¿Todavía estás ahí? Escribió Josh.

Asentí hacia la pantalla.

Sí.

Te extraño.

Me mordí el labio. Y me ordené ignorar la forma en que mi estómago de


repente se sintió caliente y apretado. No me importaba si él me extrañaba. No me
importaba qué sintiera. Él no tenía sentimientos hasta donde me concernía. Yo
76

tampoco. Esto era sobre encontrar un asesino. No sobre extrañar a alguien.


Página
Tengo que irme, escribí.

¡Espera!

¿Qué?

Gracias. Eres la mejor.

Rápidamente cerré sesión antes de que pudiera escribir algo estúpido.

Como, yo también te extraño.


77
Página
Capítulo 8
Traducido por: Lalaemk

Corregido por: Kathesweet

—M
is padres amenazaron con enviarme a un convento. —
Sam tomó un mordisco de su sándwich de ensalada de
huevo, un poco de mayonesa colgaba de la esquina de su
boca—. ¡Y ni siquiera somos católicos!

Sacudí mi cabeza en simpatía.

—Amiga.

Después de su conversación con mi madre, Raley había visitado a los padres de


Sam, provocándoles el mismo tipo de ataque al corazón que le había provocado a mi
mamá. Sólo que los padres de Sam ya se encontraban en modo súper protectores,
puesto que habían visto la foto de Courtney en las noticias de las diez. Si mi mamá
estaba asustada de la energía negativa, los padres de Sam la comían como si fuera
combustible. Incluso tenían un mapa colgado en la pared de la cocina con pequeños
alfileres clavados en él donde, de acuerdo con el sitio web de la ley de Megan, vivía
cada delincuente sexual registrado alrededor de dieciséis kilómetros de su casa. Sin
necesidad de decir, esas calles estaban bloqueadas en rojo como las rutas que Sam no
tenía permitido tomar para ir a la escuela.

—¿Raley te dio el tercer grado? —pregunté, mordiendo mi manzana Roja


Deliciosa.

Sam asintió, su lengua batallando para remover la mancha de mayonesa.

—Y el cuarto y el quinto. Dios, pensarías que fui yo quien la mató por la forma
en la que él me presionó. ¡Era una testigo inocente! —dijo, luego hizo una pausa—.
Bueno, casi inocente. Él le dijo a mi papá que nos colamos por la ventana de Josh.
78
Página

Me encogí.
—Auch. ¿Qué dijo tu papá?

—Que Stanford no permite que los delincuentes entren a su programa de pre-


medicina. —Hizo una pausa—. Estoy parafraseando. Es difícil conseguir las palabras
exactas, con todos los gritos.

—Apesta —dije.

—No estoy bromeando. ¿Hablaste con Josh anoche? —preguntó Sam, buscando
dentro de su bolsa café por una servilleta.

Miré hacia arriba. La cafetería estaba atestada, pero la mayoría de la gente


estaba prestando más atención a sus platos de tacos que a la conversación a su
alrededor. Sin embargo, me incliné, susurrando mi respuesta, no fuera que de alguna
forma Raley sacara información a las masas.

—Sí.

—¿Lo viste?

Sacudí mi cabeza.

—Nos mandamos mensajes instantáneos.

—Bien. Entonces técnicamente no estás ayudando ni confabulando.

Arqueé una ceja.

—Eso fue lo que Raley le dijo a mi papá anoche. Que si yo sabía si tú sabías
dónde estaba Josh era mejor que yo le dijera porque significaba que estaba en
complicidad por ocultar información. Él parecía bastante serio.

Dejé escapar un suspiro, agitando mi cabello.

—Lo sé. Es por eso que tenía que hablar con Josh sobre el mensaje que recibió
Courtney.

Metió una pajilla a su caja de jugo, llevando jugo de uva hacia su boca.

—Entonces, ¿qué fue lo que dijo? ¿Él lo envió?


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Negué, y rápidamente relaté la conversación con Josh.


Página
—Si no lo envió, ¿quién lo hizo?

Me encogí de hombros.

—Obviamente alguien que hizo parecer que era de Josh. Alguien que escuchó el
rumor de que Josh y Courtney estaban… ya sabes.

—¿Acostándose?

Me encogí.

—Sí.

Sam miró alrededor de la habitación.

—Odio decirte esto, Hart, pero eso no reduce el campo demasiado. Casi todos
lo habían escuchado para ese entonces.

Saqué mi orgullo de debajo de mi zapato.

—Gracias. Necesitaba ese recordatorio.

Sam me ignoró, e inclinó su cabeza hacia el frente de la cafetería.

—No mires ahora, pero aquí viene nuestro “compañero”.

Por supuesto, no pude evitar girar en mi asiento para obtener una mejor vista
de la entrada principal.

Donde Chase estaba enmarcado en la puerta.

Sus hombros anchos llenaban la entrada casi tan bien como cualquiera del
equipo de fútbol de la secundaria lo haría. Era alto, pero no de una manera
desgarbada, y tenía músculos que sobresalían en los lugares correctos. Estaba usando
un par de jeans, y estaba vistiendo otra vez una camiseta negra. Tenía puestos un par
de Docs negros, un brazalete de cuero negro en la muñeca derecha, y su cabello negro
se disparaba de su cabeza en una manera desordenada. No desordenado a propósito,
sino más bien desordenado de acabado de salir de la cama.

No es que tuviera conocimiento de primera mano de cómo podría lucir un


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peinado desordenado acabado de salir de la cama, pero imaginaba que era así.
Página

Um, vaya. Chase en realidad era un poco atractivo.


Quiero decir, si te gustaba todo este asunto de chico malo. Lo que no me
gustaba en absoluto. Los chicos malos eran malos, y tenía un novio suficientemente
malo que me duraría toda la vida, así que muchas gracias.

Los ojos de Chase escanearon la habitación y encontraron los míos viéndolo.

Me sonrojé. Dios sabrá por qué.

Afortunadamente él no pareció notarlo e hizo su camino a nuestra mesa.

—Oh, genial. Aquí viene —dijo Sam, completamente ajena al calor de mis
mejillas.

Ella bajó la cabeza, aspirando con fuerza a través de su pajilla.

—Hola —dijo Chase, plantándose en el banco junto a mí.

—Hola —respondí.

—¿Alguna suerte contactando a tu novio? —preguntó.

—Exnovio —enfaticé.

—Lo que sea. —Le restó importancia al tecnicismo—. ¿Y? ¿Hablaste con él?

Me encogí de hombros.

—Algo así.

Considerando que Raley estaba amenazando sistemáticamente a todos mis


amigos con cargos criminales, admitir abiertamente que estaba en contacto con un
fugitivo no parecía como un plan inteligente.

—¿Algo así? ¿Qué significa eso? —preguntó Chase. Bajó la mirada hacia el taco
sin comer en mi plato y, sin ni siquiera preguntar, lo recogió y le dio un gran
mordisco.

Bien, en realidad no estaba planeando comerme el taco de carne (era enorme).


(Y si no estás segura de por qué, nota la parte de enorme). Pero eso fue muy
presuntuoso de su parte. Y un poco íntimo. Por alguna razón hizo que mis mejillas se
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calentarán aún más.


Página

—Eso significa que Josh no envió el mensaje —respondí, mirándolo masticar.


—¿Estás segura? —Chase levantó una ceja hacia mí.

—Positivo.

—¿Él te dijo eso?

Mordí mi labio.

—Simplemente créeme. Él no lo envió.

—Biiiien. —Sin embargo siguió con la ceja arqueada, claramente no me había


creído.

—Por lo tanto —proseguí—, o Caitlyn nos está mintiendo sobre el mensaje, o


Courtney le mintió a ella.

—O Josh te está mintiendo —señaló Chase. Hizo una pausa—. O tú estás


mintiéndonos.

Estreché los ojos hacia él.

—¿Y por qué haría eso?

—No lo sé. ¿Por qué tratarías de probar la inocencia de un chico que te engañó?

Mordí mi labio. No iba a dignificar esa pregunta con una respuesta.


Especialmente no mientras él se estaba comiendo mi taco.

—Mi relación con Josh es privada —le dije.

Él sonrió.

—Amiga, no hay nada privado en esa relación. Todos en la escuela conocemos


tus asuntos.

—Mi nombre no es “Amiga” —dije—. Y todo lo que necesitas saber sobre Josh
es que él es inocente.

Chase me dio una mirada larga.

—Las chicas de verdad creerán cualquier cosa, ¿no es así?


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Estreché mis ojos otra vez. Luego moví mi plato fuera de su alcance.
Página
—Mira, hay una manera de saber a ciencia cierta quién está diciendo la verdad
—dijo Sam, claramente tratando de jugar a hacer las paces antes de que alguien
lanzara un taco—. El teléfono de Courtney tendrá un registro de todos los mensajes
enviados.

—Sí, excepto que probablemente su teléfono esté en manos de la policía en este


momento —señalé.

—Correcto.

—De cualquier manera —dijo Chase—, la compañía de teléfono debe tener esos
registros. Ellos mantienen una copia de cualquier mensaje que es enviado.

—¿En serio? —dijo Sam. Podía decir que estaba repasando mentalmente toda la
serie de mensajes que ella y Kyle se enviaban cada noche—. ¿Ellos los leen? —Sus
mejillas se tornaron de una sombra brillante de carmesí.

Chase se encogió de hombros.

—Bueno, no hay un chico ahí sentado revisando cada uno, pero están
almacenados. Usualmente por una semana o dos, hasta que necesitan más espacio
para guardar los nuevos.

—¿Cómo sabes eso? —pregunté.

—El periódico hizo un reportaje sobre el sexting 15 un par de meses atrás —


dijo—. Muy esclarecedor. —Le lanzó un guiño a Sam.

Ella palideció.

—Bien, suponiendo que la compañía de teléfono tenga un registro de los


mensajes en algún lugar, ¿cuáles son las posibilidades de que simplemente nos lo den
a nosotros? —pregunté.

Chase se estiró hasta mí y se metió el resto de mi plato en su boca.

—No lo harán. Necesitas una orden judicial y la causa probable para leer los
mensajes privados de alguien.
83

Sam lucía terriblemente aliviada.


Página

15
Sexting: Mensajes de texto con contenido sexual.
—A menos —añadió Chase

—¿A menos? —jadeó Sam.

—A menos que seas un hacker increíble. —Él sonrió. Una sonrisa de dientes
grandes.

—¿Tomaré esa mirada como que tú conoces a un hacker increíble? —pregunté.

—Estás mirándolo.

—Cállate —dijo Sam—. ¿Puedes irrumpir en el computador de la compañía de


celulares?

Él se encogió de hombros.

—Pan comido. ¿Cómo crees que obtuve todos esos mensajes de sexting?

—¿Los lees? —preguntó Sam.

Él asintió, y luego se inclinó más cerca.

—No creerías las cosas pervertidas que algunos de nuestros compañeros están
haciendo. —Le lanzó otro guiño.

Sam lucía como si fuera a desmayarse de la vergüenza.

—Entonces vamos a hackear —dije.

—Pero no he almorzado todavía —protestó Chase. Luego miró mi ensalada—.


¿Te vas a comer eso?

Una vez que Chase terminó de comerse mi almuerzo, dejamos la cafetería y


nos dirigimos a la biblioteca de la escuela.

Pero sólo llegamos hasta el ala principal, cuando una mujer con cabello
esponjado y Crocs dio la vuelta a la esquina y casi se estrelló contra mí.

—¡Hartley! —exclamó—. Estoy muy contenta de encontrarme contigo. —Se


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detuvo—. Literalmente —añadió, y luego se rió de su propio chiste.


Página
Le di una mirada en blanco, develándome los sesos por saber quién podría ser
ella, y por qué querría encontrarse conmigo, literalmente o no.

—Mary Bessie —dijo amablemente—. Soy la consejera.

Ah, cierto. No es de extrañar que no la haya reconocido. La había estado


evadiendo como a una plaga. Lo último que necesitaba era diseccionar la mezcla de
sentimientos que había estado esforzándome por ignorar.

—Encantada de encontrarte —mentí—. Desafortunadamente, voy tarde para…

Pero ella no me dejó terminar.

—Escucha, me encantaría hacer una cita para que hablemos. —Puntualizó esta
solicitud ladeando la cabeza hacia la derecha y llevando sus cejas hacia abajo, su
frente fruncida, los labios fruncidos con los que trataba de parecer simpática pero en
realidad parecía que necesitaba un retoque de Botox.

—Oh, rayos. Eso suena divertido, señora Bessie…

—Mary, por favor. —Hizo una gran sonrisa amable para mí. Por el color beige
de sus dientes la catalogué como una adicta al café. Quién no cree en los
blanqueadores.

—Bien. Mary. Esa es una oferta muy amable, pero estoy bien.

—Oh, cariño. —Inclinó la cabeza aún más—. Sé que sólo quieres fingir que
todo esto nunca pasó.

Dios, jamás.

—Pero no es saludable para ti que embotelles tus sentimientos aquí —dijo,


haciendo un gesto hacia su torso—. No podrás sentirte mejor a menos que estés
dispuesta a sentir.

Sentí a Chase resoplar detrás de mí.

—No, en serio. Estoy bien. Nada embotellado.

—Bien. —Ella puso sus manos en un gesto de rendición—. No es mi tarea


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presionarte. Sólo tienes que saber que estoy aquí. —Inclinó su cabeza aún más, casi
Página

mirándome de arriba abajo—. …para cuando estés lista para dejarlo salir.
—Gracias. Sí. Definitivamente haré eso.

Cuando el infierno se congele.

—¡Salón veinticinco! —dijo mientras la rodeaba.

—¡Grandioso!

Hice una nota mental de encontrar una ruta para no pasar por el salón
veinticinco.

Cinco minutos después estábamos en la biblioteca de la escuela, mirando


fijamente a la hilera de ordenadores Mac. Sin importar lo mucho que la financiación
se redujo, los computadores en la escuela siempre estaban cargados con los últimos
programas. Y siempre Mac, cortesía del legado de Wozniak (cofundador de Apple)
como filántropo de nuestro sistema educativo local. Filantropía o publicidad
inteligente, ¿creando toda una generación de usuarios Mac? De cualquier manera, no
me estaba quejando mientras Chase se sentaba detrás de una pantalla y comenzaba a
teclear líneas de códigos.

Silicon Valley es conocido como el centro de la tecnología en el mundo,


engendrando tales compañías como Apple, Google y eBay, sólo nombrando las más
importantes. La mayoría de los niños que crecían aquí comenzaban a usar portátiles
tan pronto como podían sostener uno. A los tres años, estaban en línea jugando
juegos de rol. A las diez estaban escribiendo sus propios programas, y a los dieciséis
estaban empezando con el próximo Apple y Google. O, en el caso de Chase,
hackeando compañías como Apple o Google.

O la red de internet de Silicon Valley.

Vi mientras entraba al sitio principal de la compañía celular, haciendo clic en el


inicio de sesión en la página de clientes.

—¿Cuál es el teléfono celular de Courtney? —preguntó.

Busqué en mi propio celular hasta que llegué a su nombre en mi lista de


contactos. No es que realmente llamara a Courtney Cline, pero como cualquier novia
sospechosa sabe, lo primero que debes hacer es comprobar las llamadas entrantes de
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otras mujeres del teléfono de tu novio. Al segundo en que había escuchado rumores,
Página
pregunté el teléfono de Courtney y lo guardé en mi propio teléfono para fisgonear en
el futuro.

Recité los dígitos a Chase y lo miré introducirlos a la página web. Entonces, en


lugar de poner la clave de Courtney, él abrió otra pantalla, introduciendo una línea de
números y letras que no significaban nada para mí, pero debían significar algo para el
computador porque comenzó a escupir sus propias líneas de números y letras en
respuesta.

Diez minutos después estaba comenzando a entrecerrar los ojos por mirar el
pequeño parpadeo del cursor a través de la pantalla.

—¿Tenemos algo? —me quejé.

—Casi —dijo Chase, nunca quitando los ojos de la pantalla—. Paciencia,


pequeña saltamontes.

Dos agonizantes minutos después, la pantalla cambió, y Chase dijo un “sí” en


voz baja.

—¿Lo tienes? —preguntó Sam.

Él asintió.

—Estamos dentro.

Sabía que no debía estar impresionada por sus acciones criminales, pero
conforme la pantalla devolvía a Courtney al sitio principal, lo estuve un poco.

—Entonces, ¿quién le envió el mensaje? —pregunté.

—Espera —dijo Chase, desplazándose a través de una línea de fechas.

Hizo clic en el día que Courtney había muerto. Una lista de llamadas se
mostró. Una línea muy larga.

—Santos Shnikies16, ella era popular —dijo Sam.

Me di la vuelta.
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Página

16
Shnikies: Término usado durante un acto de gran asombro o estupefacción.
—¿Shnikies? —pregunté—. ¿Alguien está poniéndose al tanto con una maratón
de Scooby-Doo?

Ella me sacó la lengua.

—Oye, intenta censurar todas las malas palabras de tu vocabulario y ve que tan
creativa te pones.

—Ella recibió exactamente ciento cincuenta mensajes ese día —interrumpió


Chase.

Amigo. De repente me sentía despreciada.

Me giré hacia la pantalla mientras Chase se desplazaba a través de los números,


perfeccionando las marcas de tiempo mientras ella salía de la escuela y cuando la
encontramos en casa de Josh. Sólo quince se ajustaban al marco de tiempo.

Y uno saltó a mi vista.

—¡Ahí! — Apunté con mi dedo al número en la pantalla junto al nombre J.


DuPont—. Ese es Josh.

Chase hizo clic en él. La pantalla cambió, el mensaje visualizado. Era de una
línea:

Mi casa. Lo antes posible, te veo ahí.

—Entonces, él estaba mintiendo. —Chase se reclinó en su asiento. Juraría que


vi satisfacción brillando en sus ojos.

Pero sacudí mi cabeza.

—O estaba diciéndome la verdad acerca de alguien tendiéndole una trampa.


¿No es posible que alguien haya tomado su teléfono sin que él lo supiera?

Chase se encogió de hombros.

—Lo conoces mejor que yo.

Mordí mi labio. Noventa por ciento del tiempo tomaba un acto de Dios sacar el
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celular de Josh de su persona. Pero sabía de un momento en el que definitivamente no


Página

tenía su celular.
—Práctica a campo traviesa. Cody dijo que estuvo ahí por unos pocos minutos
antes de irse a casa. Pudo haber dejado su celular en su bolsa de gimnasio.

—Bingo —dijo Sam—. Alguien pudo tomar su teléfono de su bolsa y enviar el


mensaje. Sólo tomaría un par de segundos.

—Entonces, ¿quién tendría acceso a su bolsa de gimnasio? —preguntó Chase.

Me encogí de hombros.

—El equipo las deja junto al campo mientras practican. Cualquiera pudo
filtrarse por un minuto y enviar el mensaje sin que nadie lo supiera.

—Entonces estamos de vuelta al punto de partida —dijo Sam, dejando escapar


un suspiro.

Apoyé mi barbilla en el codo mientras miraba la lista de los mensajes que


Courtney había recibido ese día. Varios venían de los sospechosos usuales, Caitlyn,
Kaylee, y otras varias chicas del Color Guard. Algunos eran de nombres que reconocí
como miembros del equipo de fútbol. Uno de un T. Cline, que supuse era su mamá.
Algunos de personas que sonaban vagamente familiares.

Y uno que no parecía pertenecer ahí en absoluto.

—Revisa ese —dije, señalando un mensaje recibido a la mitad del periodo del
almuerzo ese día. Era de A. Brackenridge.

Si Courtney tenía un polo opuesto, Andi Brackenridge era ese. Para empezar,
ella era una animadora, la antítesis natural de una chica Color Guard. Y por otro
lado, Andi había quedado embarazada y había perdido el semestre de primavera el
año pasado cuando su niña había nacido. Era la encarnación de todo a lo que el Club
de Castidad se oponía: una madre soltera adolescente que había llevado su prueba de
actividad sexual como una enorme barriga de embarazada apenas contenida bajo su
uniforme de animadora. El hecho de que ella no se hubiera escabullido a ser educada
en casa u obtenido su GED con la cola entre las piernas la había hecho un objetivo
prioritario de la multitud de castidad. Después de que su novio la dejara en su tercer
trimestre, el Club de Castidad había hecho a Andi su chica del cartel virtual de lo que
89

pasaría contigo si no firmabas tu promesa de Esperar a la Fecha. Gracias, en parte, a


su campaña sin piedad contra ella, Andi no había regresado a la escuela este año.
Página
Lo que la hacía la última persona que esperaría que le enviara un texto
amigable a Courtney.

—Haz clic en este —dirigí, apuntando a la pantalla.

Te vi. Pagarás perra.

—Vaya —dijo Sam—. Suena como que no era una gran fanática de Courtney
como tú.

Le di un codazo en las costillas.

—¿Qué fue lo que ella vio? —me pregunté en voz alta.

Y más importante, ¿había hecho que Courtney muriera?


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Página
Capítulo 9
Traducido por: Jo y SOS por: Little Rose y Jo

Corregido por: Yonoestoyloca

C
hase cerró la ventana del buscador y borró toda evidencia de nuestra
búsqueda ilegal mientras la campana de advertencia sonaba, señalando
el final del almuerzo. Sam se colgó la mochila al hombro y se fue a su
clase de literatura. Yo la seguí, entusiasmadamente yendo a química. Y, no, el
entusiasmo no era porque me había memorizado la tabla periódica ni nada. Era
porque tanto Kaylee como Caitlyn estaban en la clase.

Y tenía intención de pedirles todo lo que supieran sobre Courtney y Andi.


Habían sido rápidas al señalar a Josh ayer, pero me preguntaba si había otros huesos
enterrados en el armario de Courtney que no habían mencionado.

Abrí la puerta al aula de la señora Perry justo cuando la campana final sonaba,
tomando mi lugar de siempre en la estación de la tercera fila. Cailtyn y Kaylee se
sentaban a dos filas de distancia, en el centro. No fue hasta que la profesora explicara
el experimento del día, y nos hubiera dividió en grupos de dos y tres para intentar
seguir las indicaciones en la pizarra sin hacer explotar nada que pude acercarme a la
pareja.

Cosa Uno y Cosa Dos se habían, predeciblemente, unido para el experimento.


Tomando mi libro, me apresuré a llegar al centro del salón.

—¿Les molesta si me uno? —pregunté.

La mirada que me dieron dejó claro que realmente les molestaba pero, por
suerte para mí, las chicas buenas no excluían a otros estudiantes. Al menos no cuando
la profesora podía oír.

—Claro —dijo Caitlyn, lo suficientemente fuerte para que la señora Perry las
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oyera—. Nos encantaría ayudarte a ponerte al día. —Ella me dio su sonrisa cargada de
Página

azúcar.
Se la igualé hasta la última caloría.

—Entonces —dije poniéndome un par de guantes y tomando un tubo de ensayo


con una cosa azul. (De acuerdo, realmente no prestaba atención cuando la señora
Perry explicó lo que era. Estaba demasiado ocupada ensayando cómo traería
casualmente el tema de Courtney siendo amenazada por Andi. Un ensayo que
pondría en práctica cuidadosamente…)

—Noté a mucha gente usando esos brazaletes —dije señalando el brillante


accesorio negro que cada una llevaba en su ante brazo.

—Courtney era muy popular —me informó Caitlyn.

Kaylee asintió solemnemente. —Muy.

—¿Tenía muchos amigos?

De nuevo, dos cabezas rubias asintieron de acuerdo. —Sí, toneladas —dijo


Kaylee—. Aunque nosotras fuimos sus mejores amigas.

—Claro —dije—. ¿Y qué hay de Andi Brackenridge? ¿Era su amiga?

Caitlyn frunció la nariz como si hubiera olido algo podrido. — ¿Andi? Dios,
qué perdedora. Andi definitivamente no era amiga de Courtney —me dijo,
quitándome el tubo de ensayo y poniéndolo cuidadosamente en un soporte.

—Huh. Bueno, eso es raro.

—¿Qué? —preguntó Caitlyn—. ¿Qué es raro?

—Que no fueran amigas. Porque Andi envió un mensaje de texto a Courtney


justo antes de que muriera —dije, mirando cuidadosamente sus reacciones.

Pero sólo recibí la mueca de oler a algo podrido.

—¿Quién te dijo eso? —demandó Caitlyn.

Excelente pregunta.

—Eh… un amigo. Te lo diría, pero no puedo divulgar mis fuentes. —Bien. Eso
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sonó oficial.
Página
—Bueno, debe ser un error. De ninguna manera Courtney habría tenido algo
que ver con esa zorra —dijo decididamente Caitlyn. Luego dejó caer un par de
píldoras blancas en la mezcla azul. Comenzó a burbujear. A pesar de mi
preocupación, no pude evitar lo genial que se veía eso.

—De hecho —le dije mientras veía las burbujas subir hasta el borde del tubo—,
vi el mensaje. No es una equivocación.

—¿Qué clase de mensaje? —preguntó Kaylee mordiéndose el labio.

—Una amenaza.

Kaylee abrió los ojos como platos. —¿En serio?

—En serio —dije—. Andi dijo que vio a Courtney y quería que pagara.

—¿La vio haciendo qué? —preguntó Kaylee. Miró a Caitlyn, pero la Cosa Uno
estaba evitando el contacto visual cuidadosamente, en su lugar concentrando toda su
atención en meter una pajita en la mezcla azul para revolverla.

—Esperaba que quizás lo supieran.

Caitlyn sacudió la cabeza, haciendo que sus rizos de comercial de champú se


agitaran en sus hombros. —Por favor. Ella es una completa anónima. Probablemente
esté inventando todo. Ya sabes que quedó embarazada a los quince —dijo,
enfatizando lo último.

—¿Y eso qué tiene que ver con nada?

—Demuestra su completa falta de moral.

Puse los ojos en blanco. —Los adolescentes tienen sexo, Caitlyn. Supéralo.

—Bueno, no deberían —dijo Caitlyn—. Está mal. Deberían estar guardándose.


Nuestros cuerpos son nuestros templos. Deberían respetarse a sí mismos un poco
más.

—Sabes, podría jurar que te vi metiendo Cheetos en tu templo la semana


pasada.
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Página

—Oh, pero estoy segura de que eran sin grasa —saltó Kayleen.
Oh, hermano.

—Volvamos a Courtney —dije, retomando la charla antes de que siguiera


desintegrándose. (Lo que, por cierto, le estaba ocurriendo a la pajita, el líquido
consumía el plástico. ¿Qué demonios es esa cosa azul?)—. ¿Courtney les mencionó
algún contacto reciente con Andi?

Caitlyn sacudió la cabeza. —No. Y Courtney nos contaba todo. Éramos sus
mejores amigas. ¿Verdad, Kaylee?

Kaylee miró al piso, asintió, y dijo en un tono que por primera vez expresaba
verdadera pena. —Sí, lo éramos.

—Lo que sea que Andi creyó ver —continuó Caitlyn—, probablemente es una
ilusión. Y de ninguna manera Courtney tomaría una amenaza de su parte en serio de
todas formas. Quiero decir, Andi es una perdedora. ¿Qué podría hacer para herir a
Courtney?

¿Además de estrangularla con unos auriculares de iPod? No estaba segura.

Pero iba a averiguarlo.

Tan pronto sonó la campana me dirigí al casillero de Sam para contarle de mi


charla con las chicas. Bendita mi suerte, Kyle me había ganado y tenía a Sam en una
llave de labios contra los casilleros.

Me aclaré la garganta, luego alejé la mirada, intentando ignorar la sensación de


vacío en mi estómago porque ahora mis labios no tenían un novio.

Sam levantó la mirada, se separó de Kyle, y se sonrojó. —Hey, Hartley —dijo.

Kyle se volvió. —Hola.

Saludé, aún algo incómoda por la mano de Kyle en la cadera de Sam.

—Entonces, hablé con las súbditas de Courtney —le dije a Sam y repetí la
conversación mientras los tres caminábamos por el pasillo.

—¿Les crees? —preguntó Sam, mientras pasábamos por la puerta a la escalera


94

de entrada.
Página
Me encogí de hombros. —Parecían realmente sorprendidas de que Courtney
tuviera algo que ver con Andi.

—Amigo, recuerdo a Andi —intervino Kyle—. Era caliente.

Sam lo golpeó en el brazo.

—No tanto como tú —añadió, frotándose el bícep—. Ella era una especie de
fogata y tú activas todas las alarmas de bomberos, cariño.

Sam sonrió. —Buen intento.

Kyle se inclinó y le susurró algo a Sam al oído. Ella rió. Miré hacia otro lado,
intentando volver a ignorar el vacío en mi estómago.

—¡Allí está ella! —Escuché a alguien decir a alguien al otro lado del terreno.

Levanté la mirada para encontrar a Jessica Hanson apuntando hacia mí. Estaba
indicando a una mujer que se veía familiar vestida en severo traje gris, tres capas de
maquillaje, y puntiagudos tacones negros que la tenían moviéndose de pie a pie para
evitar hundirse en el húmedo pasto. Detrás de ella se paraba un tipo con una cámara
enorme amarrada a su cintura y un chico lleno de granos con un sujetapapeles y la
palabra interno casi estampada en su frente. Y detrás de ellos, estacionado en la curva
del frente de la escuela, había una van blanca de KTVU Noticias con una antena
pegada en el techo.

Oh, chico.

—¡Hartley! —llamó la mujer, avanzando con un micrófono negro en una mano.

Mordí mi labio y contemplé levemente escapar, pero fue un pensamiento de


corta vida mientras la mujer la rodeó, su séquito un paso detrás.

—¿Hartley Featherstone? —preguntó—. Hola, soy Diane Dancy del noticiario


KTVU del canal dos. ¿Me estaba preguntando si podía hacerte un par de preguntas?

—Umm… bien. Creo —dije, de pronto consiente del hecho que no me había
mirado en un espejo desde el cuarto periodo. Por instinto levanté una mano a mi
cabeza, alisando mi cabello hacia abajo.
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Página

—Genial —dijo Diane, haciéndole gestos al tipo de la cámara.


Él levantó la cámara a su hombro y dijo: —En cinco, cuatro, tres…

—Espera, ¿te refieres a ahora mismo? —pregunté, metiendo más cabello detrás
de mi oreja, deseando que al menos me hubiera dado una oportunidad de ponerme
algo de brillo labial.

Ella me ignoró, en su lugar girándose a la cámara y sacando rápidamente la


sonrisa más grande que había visto. —Soy Diane Dancy en la Secundaria Herbert
Hoover donde los estudiantes están reaccionando frente al truculento asesinato de
uno de los suyos. Estoy aquí con Hartley Featherstone, la estudiante que encontró el
cuerpo de Courtney Cline. Hartley —dijo ella, girándose hacia mí—, ¿puedes decirme
cómo se sintió encontrar a tu buena amiga asesinada?

—Uh… bien, buena es una palabra fuerte… —me detuve, mirando del
micrófono a la reportera a la pequeña luz roja en la cámara indicando que estaba
siendo transmitida a cada casa en Bay Area.

—¿Cómo se sintió cuando te diste cuenta de que había sido asesinada? —


presionó Diane.

—¿Apestó? —dije. Sólo que salió más como una pregunta.

—Estoy segura de que debió haber sido increíblemente traumático para ti.

¿Honestamente? Como que lo fue. A pesar del hecho de que Courtney no era lo
que llamaría una “buena” amiga, nadie merecía morir así. —Lo fue —contesté—, pero
estoy segura de que fue mucho más traumático para ella.

—¿Y la encontraste en la habitación de tu novio?

—Ex-novio —aclaré.

—¿Estabas asustada?

—Un poco.

—¿Espantada?

—Algo así.
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—¿Asustada por tu propia vida?


Página

—Um, bueno, no realmente…


—¿Asustada de que pudiste haber sido tú?

Entrecerré mis ojos. —¿A qué te refieres con que pudo haber sido yo?

—¿Crees que fue suerte que Josh colapsara cuando estaba con Courtney y no
contigo?

—Espera… Josh no cambió.

—¿Quieres decir que viste signos de sus tendencias homicidas mientras estaban
saliendo?

—¡No! —Levanté mi mano, sacudiendo mi cabeza—. Te has equivocado. Josh


no es un asesino.

Diane me dio una mirada escéptica. —Mis fuentes dentro de la comunidad de


aplicación de la ley han verificado que es un sospechoso.

—La policía está equivocada —protesté—. Y… ¡nosotros vamos a probarlo!

Ella levantó una ceja ingeniosamente modelada. —¿Nosotros?

—Estoy trabajando con el periódico en línea de la escuela, la página de la


Herbert Hoover High, para conducir una investigación.

Pude ver interés brillando detrás de los ojos de Diane mientras hacía gestos al
tipo de la cámara para acercarse. —Dime más sobre esta investigación. ¿Qué estás
haciendo exactamente?

—Oh. Bueno… —titubeé, sintiendo la intensidad de la cámara en mí—.


Estamos, uh, observando a sus compañeros de clase, amigos, enemigos… cualquiera
que conociera bien a Courtney. Hemos entrevistado a varias personas sobre sus
movimientos el día que fue asesinada —continué, acalorándome—. De hecho, si
alguien tiene información relacionada a la muerte de Courtney, les pido que me
contacten a través de la página de inicio.

—¿Tu investigación ha mostrado algo interesante hasta ahora? —preguntó


Diane.
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Asentí. —Sí, lo ha hecho, Diane. Tenemos evidencia que indica que alguien
Página

más que Josh pudo haber tenido un motivo viable para asesinar a Courtney.
—¿Y cuál podría ser esa evidencia? —presionó Diane.

—Mensajes de texto.

—¿De dónde sacaste esos mensajes de texto?

—Uh… —Me imaginé que probablemente no sería una gran idea admitir
piratería informática por televisión. Le eché un vistazo a Sam por ayuda. Ella se
encogió de hombros—. Preferiría no revelar mis fuentes en este momento.

Lo que sonó bastante débil mientras lo decía, pero aparentemente fue suficiente
para convencer a Diane para dejarlo.

—Bueno, allí lo tienen —dijo ella, girándose a la cámara—. Cuidado asesinos,


porque la Herbert Hoove High tiene su propia Nancy Drew en el caso.

Genial. Justo como quería ser conocida.

Tan pronto la cámara se apagó, tomé a Sam por el brazo y la llevé fuera del
campus antes de que alguien más escuchara el comentario de Nancy Drew.
Caminamos rápidamente las tres cuadras a su lugar donde, diez minutos después,
estábamos abogando nuestro caso con su hermano para que nos dejara usar la limpia,
verde máquina para seguir a Andi Brackenridge.

—Amiga, ¿de nuevo? —preguntó de su posición en el sofá. En frente de él


estaba Animal Planet en mudo, y la mesa de café a su lado estaba llena de los restos
de ambos el desayuno y el almuerzo si la mezcla de tazones de cereal, manchas secas
de leche, y latas vacías de Chef Boyardee eran alguna indicación.

—¿Por favor, Kev? —preguntó Sam—. Estamos desesperadas.

—¿No pueden, como, tomar el bus? Estoy corto de gasolina.

—Te ayudaremos a llenarlo después —dijo Sam.

—¿Prometido?

—Lo prometo.

—Bien, supongo —dijo finalmente—. Pero tráeme un taco o algo, ¿bien? Estoy
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muriendo de hambre.
Página
Apenas tuvimos tiempo para asentir antes de tomar las llaves y correr a la
puerta.

Diez minutos después estábamos manejando por el aviso de “¡Vive verde!” por
la Avenida Union donde, de acuerdo al directorio anual del año pasado, vivía Andi
Brackenridge. Nos estacionamos en frente de un gran, lugar estilo rancho con un
gran agregado cuadrado sobre el garaje pintado de un tono de amarillo sólo un
levemente más claro que el resto de la casa.

Sam cerró el auto con una tos de humo con olor a papas fritas, y la seguí al
camino de piedra a una puerta delantera de madera blanca. Había una alfombra de
bienvenida afuera, y dos begonias en maceteros flaqueaban la entrada. Sam tocó una
vez, y dos golpes después fuimos recibidas por una mujer con largo cabello suelto
sobre sus hombros y rayado con reflejos. Estaba vestida en un par de jeans ajustados,
sandalias con brillo en las amarras, y una camiseta de Ed Hardy. Mientras se veía
demasiado joven para ser una abuela, la reconocí de las niñas exploradoras del sexto
grado como la mamá de Andi.

—¿Señora Brackenridge? —pregunté.

Ella asintió. —¿Puedo ayudarte?

—Estamos buscando a Andi. ¿Está adentro?

Sacudió su cabeza. —Lo siento, está trabajando. ¿Son amigas suyas? —


preguntó.

—Fuimos a la escuela con ella —dije. Lo que era la verdad, aún si no habíamos
hablado desde la escuela media.

—¿Dónde trabaja? —preguntó Sam.

—Vende cosméticos Mary Kay —respondió la Sra. Brackenridge—. Tú sabes,


de puerta en puerta.

Eso encajaba. La Andi que recordaba del año pasado había sido una adicta
virtual al maquillaje, una cosa más supongo que tenían en común las chicas de la
Guardia de Color y las porristas. Su color firma había sido un conjunto de tres
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diferentes labiales Bare Escentuals con un glaseado de brillo de labios Burt’s Bees por
Página

encima. Estaba casi segura de que se quitaba su maquillaje cada noche con un cincel.
—¿Alguna idea de dónde podamos encontrarla? —presionó Sam.

—Dijo que estaba trabajando en el vecindario Blossom Grove hoy. Tal vez
puedan alcanzarla.

Blossom Grove era una comunidad planificada de casas unifamiliares cerca de


la autopista. Grandes casas, pequeños lotes, larguiruchos árboles pequeños atados a
estacas al medio de parches cuadrados de tierra lo suficientemente grandes para que
un golden retriever haga sus negocios. Le agradecimos a la señora Brackenridge y nos
subimos al Volvo, cruzando nuestros dedos de que tuviéramos suficiente aceite para
lograrlo.

Luego de pasear a través del camino Orange Blossom, hacia el tribunal Citrus
Blossom, y bajando por la avenida Blossom Breeze (Caray, ¿piensas que tal vez
alguien tenía algo por la agricultura?), finalmente encontramos a Andi al frente de
una gran casa de dos pisos de estuco beige. Mientras que sus caderas eran más
generosas de lo que las recordaba, no se podía confundir su cabello teñido rojo y sus
labios de tres capas. Estaba rodando una pequeña maleta rosada detrás de ella y tenía
un pequeño bebé rosado amarrado a su pecho en un portador. Regordetes bracitos y
piernecitas sobresalían del frente de ella como una estrella de mar.

Sam se detuvo a mitad de calle.

—¡Oye, Andi! —llamé mientras salíamos.

Ella se detuvo, levantando una mano para cubrir sus ojos del sol de la tarde
mientras bizqueaba hacia mí.

—¿Te conozco?

—Hartley Featherstone —ofrecí, trotando a través de la calle para encontrarla—


. De las Niñas Exploradoras.

—Oh. Claro. —A pesar de que podía decir por su mirada en blanco que no me
recordaba realmente. O sólo no le importaba.

—Escucha, estoy feliz de que te encontramos. He querido hacerte un par de


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preguntas.
Página
Andi inclinó su cabeza hacia un lado. —¿Preguntas? ¿Sobre maquillaje? —
preguntó—. Porque estamos con un especial ahora de brillos labiales humectantes.
Dos por cinco dólares.

Hmmm, tentador…

—De hecho, estábamos preguntándonos si podíamos preguntarte sobre


Courtney Cline.

El rostro de Andi tuvo un rápido cambio de vendedora amigable a una irritada


víctima. —Courtney Cline era una completa hipócrita, sin mencionar una completa
perra.

—¿Tomo eso como que no eran amigas? —deducí inteligentemente.

—¿Amigas? ¡Ja! —Empujó su cabello sobre un hombro, por poco golpeando al


arrullado bebé en la cara.

—Mira, no voy a decir nada malo sobre los muertos…

Demasiado tarde.

—…pero Courtney definitivamente no era mi amiga.

—El sentimiento es mutuo —dije.

—Lo sé. He oído los rumores.

Fantástico. ¿Acaso sabía todo el pueblo?

El bebé amarrado a su torso comenzó a moverse, causando que Andi se meciera


de pie en pie. Tenía el sentimiento de que la criaturita no estaba para largas
conversaciones, así que fui directo al punto.

—Vimos el mensaje que le enviaste a Courtney el día que murió. En el que la


amenazabas.

Andi entrecerró sus ojos hacia mí, midiendo mi honradez. Por suerte para mí,
aparentemente nuestra mutua antipatía de todas las cosas Courtney funcionó.
101

—¿Qué sobre eso? —dijo ella—. Estaba ofreciéndole una pequeña propuesta.
Página

—Lucía como si estuvieras chantajeándola —señaló Sam.


Andi se encogió de hombros. —Semánticas.

—Cuéntame sobre la propuesta —dije.

—Bueno… —Se detuvo, mirando sobre su hombro como si el estuco beige


pudiera tener oídos—. Tenía pruebas de que la reina de castidad no era todo lo que
pretendía ser.

—¿Qué tipo de pruebas?

—Un video. De ella haciendo un Paris Hilton, si sabes a lo que me refiero.

Una sensación enferma se formó en mi estómago, alertándome de que no debía


hacer la siguiente pregunta. Pero de alguna manera había una desconexión entre mi
cerebro y mi boca porque salió de todas formas.

—¿Con quién?

Andi mordió su labio, luego me dio una comprensiva inclinación de cabeza que
era el duplicado exacto del terapeuta. —Josh DuPont.

Me concentré muy fuerte en respirar dentro y fuera por unos completos diez
segundos antes de que me confiara en poder hablar.

—¡Ese mierdástico, cobarde, trasero de mono hijo de un cactus follador!

Tal vez debería haberme tomado veinte segundos.

—Lo siento —dijo Andi. Y se veía como si lo dijera en serio. Si alguien estaba
familiarizado con ser jodida por un chico, era ella.

—¿De dónde conseguiste esta prueba de video? —preguntó Sam, enviándome


una mirada por el rabillo de su ojo como si esperara que enloqueciera en cualquier
segundo. Me conocía tan bien.

—Lo tomé yo misma —respondió Andi.

—¿Dónde? ¿Cómo? —Deseé que alguien pudiera arreglar esa desconexión. ¿Por
qué seguía haciendo preguntas en las que claramente no quería escuchar las
102

respuestas? El bebé se removió y Andi se giró en sus pies de nuevo.


Página

—El viernes pasado. Estaba en un juego de fútbol, entregando unos labiales


Very Cherry al equipo de porristas, cuando vi a Courtney y a Josh dirigirse dentro de
la sala de la banda. Sabía que ninguno de ellos tocaría a un nerd de la banda con un
palo de tres metros, así que me imaginé lo que estaban haciendo. Allí es cuando los vi
intercambiando fluidos corporales detrás del estante de instrumentos de viento de
madera. Bastante enfermo, en verdad.

Sip, estaba totalmente a punto de vomitar. —¿Y lo grabaste?

Andi asintió. —Saqué mi teléfono y capté cada indecente segundo.

—Déjame verlo. —¡¿Dios, qué estaba mal conmigo?!

Andi mordió su labio. —¿Segura que esa es una buena idea?

—Déjame. Verlo.

Andi se volvió a Sam. —¿Prometes sostenerla si enloquece?

Sam asintió. —Lo intentaré.

—Bien. —Se conformó Andi, sacando un teléfono rosado de su bolsillo


trasero—. Pero recuerda, soy solo la camarógrafa. Así que, como, no le dispares al
mensajero, ¿bien?

No respondí, y en su lugar me concentré en la pequeña pantalla mientras las


tres de nosotras nos apretábamos para ver a Andi moverse a través de las miniaturas
hasta que encontró una de la sala de la banda. Apretó Play y se inclinó hacia atrás,
dejando que Sam y yo entornáramos los ojos a su teléfono.

La calidad era muy mala, granulada y realmente movida como si Andi no


pudiera quedarse quieta, y el sonido era bajo. Pero no había equivocación en lo que
estaba pasando. Vi una pierna desnuda, el destello de una tornasolada falda morada
de la Guardia de Color subiendo por un muslo, seguida por la parte de atrás de la
cabeza de mi novio mientras se acercaba para matar. Unos segundos después
escuchamos gemidos y jadeos.

Cerré mis ojos, empujando el celular.

—He visto suficiente. —Era una cosa saber que tu novio te había engañado,
103

pero una completamente distinta era realmente verlo.


Página

Dios, me sentí tan estúpida.


—¿Estás bien? —preguntó Sam suavemente.

No. —Sí.

—Es bastante claro lo que estaba pasando —dijo Andi, apuntando el video.

—Como cristal.

—De todas formas, luego de toda la mierda por la que me hizo pasar Courtney,
no podía esperar a exponerla por la hipócrita que era.

—Pero no la expusiste —señaló Sam.

Andi sacudió su cabeza. —No. Cuando llegué a casa y vi el material, tuve una
mejor idea. Como pueden imaginar, estoy un poco corta de dinero estos días. ¿Tienen
idea de cuánto cuesta un bebé? —preguntó.

Sam y yo sacudimos nuestras cabezas.

—Un millón de dólares.

Pestañeé. Luego miré abajo al aparentemente inocente pequeño bulto rosado en


su bolso.

—Lo sé, ¿no? —dijo Andi—. Pero los analistas dicen que un bebé nacido este
año les costará a sus padres más de un millón de dólares por el curso de sus vidas. No
tengo ese dinero. Así que, tuve una mejor idea que exponer a Courtney.

—Decidiste chantajearla.

Ella asintió. —Le envié unos pocos momentos del material que grabé y le dije
que si no me compraba pañales por un año, terminaría por todas partes en YouTube.

Mi estómago se irritó de nuevo con el pensamiento de la prueba de mi novio


engañándome puesta por todas partes en internet.

—¿Qué dijo ella? —preguntó Sam.

—Dijo que pagaría. Sólo que murió antes de que pudiéramos discutir términos
104

específicos. —Andi soltó un melancólico suspiro, mirando hacia abajo a su bebé—.


Muy malo.
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—¿Dónde estabas cuando fue asesinada? —preguntó Sam.


Los ojos de Andi se dispararon hacia arriba. —¿A qué te refieres?

—¿Tienes una coartada?

Rodé mis ojos por el término. Diane Dancy tenía razón. Sonábamos como
Nancy Drew. Pero tenía que admitir que tenía curiosidad también.

—Espera, no creen que tuve algo que ver con su muerte, ¿no?

Sam se encogió de hombros. —¿Y tú?

—¡No! Dios, no. ¿Por qué la querría muerta?

—No eras exactamente su mayor fan. —Señalé.

—Tampoco lo eras tú.

Buen punto.

—No contestaste la pregunta. —presionó Sam.

Andi puso sus manos en sus caderas. —Estaba en el doctor, ¿bien? Chloe tenía
su chequeo de seis meses. Pueden preguntarle a cualquiera si no me creen. Ella gritó
como un sangriento asesinato cuando recibió sus vacunas. Además —continuó—, si
algo, tenía toda razón para querer a Courtney viva. Revísalo, me quedé sin
suministro de pañales por un año porque algún tipo la apagó antes de que pudiera
recibir mi paga. No hay forma de que hiciera esto.

Andi tenía un punto. En La Ley y el Orden siempre era el chantajeador y no el


chantajeado el que terminaba muerto. Y no parecía como si Andi tuviera muchos
motivos para matarla.

—Ahora, a menos de que vayan a comprar algo, tengo trabajo que hacer —dijo
Andi, haciendo gestos a su maleta.

Me detuve. —¿Todavía te quedan labiales guinda?

Ella asintió.
105

—Me llevaré dos.


Página
Capítulo 10
Traducción SOS por: Kathesweet

Corregido por: Yonoestoyloca

A
l segundo en que volvimos a la máquina verde, agarré el teléfono de
Sam y envié un mensaje urgente a la cuenta de MySpace de Josh.

Necesito verte. Esta noche. La ventana estará abierta.

Luego pasé el resto del camino de vuelta a mi casa contando lentamente hasta
diez, maldiciendo a Josh de la manera más creativa que conocía, luego contando hasta
diez otra vez.

―Vaya, conoces un montón de groserías ―comentó Sam en un punto―. Y yo


que creía que tenía una boca sucia.

―¿Qué puedo decir? Aparentemente el porno protagonizado por mi novio saca


lo mejor de mí.

―Siempre supe que él era un malévolo idiota.

―Gracias. ―Apreciaba su muestra de apoyo, censurado como podría ser.

Para el momento en que Sam me dejó en frente de mi casa, casi había puesto
mi estómago rugiente bajo control.

Casi.

Luego vi el auto del Detective Raley parado en la cuneta.

Tomé dos inhalaciones profundas, conté hasta veinte esta vez, luego caminé
hasta la ventana del lado del conductor de su sedán. Ésta bajó para revelar al
detective.
106

―Buenas tardes, señorita Featherstone ―dijo él.


Página

―Podría serlo.
Él elevó una ceja.

―¿Sí?

―Si usted estuviera buscando al verdadero asesino en lugar de acecharme.


―Una declaración valiente. Aparentemente los videos pervertidos también sacaban
mi lado honesto.

Desafortunadamente Raley era un parroquiano demasiado fresco para ser


sacudido por mi honestidad.

―Créame, señorita Featherstone, nuestro departamento está usando cada


recurso para localizar al asesino de Courtney. Lo encontraremos. ―Me miró
directamente como si eso hiciera que lo dicho sonara más como una amenaza que
como una promesa.

―Lo que me recuerda ―continuó―. ¿Vio a Josh hoy?

Sacudí mi cabeza.

―Nop.

―Bueno, supongo que simplemente esperaré aquí un rato para ver si aparece.

―Genial. Diviértase con eso ―dije con todo el sarcasmo que pude reunir. Que
fue mucho. Aunque no estaba emocionada con la idea de que Raley básicamente me
acechara policialmente en cualquier momento, hoy era especialmente molesto.
Porque tan pronto como Josh llegara, planeaba asesinarlo. Y no quería a Raley como
testigo.

Al minuto en que entré por la puerta el aroma de lasaña hecha en casa me


saludó, señal de que en lugar de ir a su acostumbrada clase de aeróbicos acuáticos,
mamá había optado por desfogar su ansiedad a través de comida de consuelo otra vez.
Tenía que admitirlo, olía bien. Y podía necesitar un poco de consuelo. Incluso si
estaba hecho de fideos sin gluten y tofu sazonado.

Una vez que devoré dos pedazos, escapé del agarre de mi madre sofocante y me
107

dirigí a mi habitación. Inmediatamente abrí mi ventana, revisando el exterior para


asegurarme que Josh tenía el camino libre. Lo último que quería era que se hiriera en
Página

su camino a mí, matándose.


Una vez estuve segura que llegaría sano y salvo, hice mi tarea a medias, luego
encendí el televisor y vi American Idol mientras mantenía un ojo en la ventana. Luego
vi un episodio de Castle. Después de las noticias, donde Diane mostró mi toma (vaya,
de verdad deseo que me hubiera dejado detenerme por lápiz labial) y le dijo a Bay
Area que aunque no había noticias en el caso del “asesino de la Herbert Hoover
High” los otros miembros del Club de Castidad estaban haciendo un Fondo
Conmemorativo para Courtney Cline para ayudar a divulgar el mensaje de
abstinencia juvenil.

Acababa de ponerme un par de pantalones de yoga y meterme en la cama,


resignada a la idea de que Josh de alguna manera había sido avisado sobre su destino
final y se había asustado, cuando escuché un sonido afuera. Como una ardilla. Una
muy grande.

Corrí a la ventana y vi a Josh subiéndose al árbol de afuera. Se abrazó al tronco


con sus zapatillas, luego se balanceó hasta una rama baja como Tarzán. Me miró, me
dio un pequeño saludo, luego se deslizó a lo largo de la rama hasta que estuvo a ras de
mi ventana. Di un paso atrás mientras levantaba un pie, luego el otro sobre el alfeizar
y cayó con un gruñido sobre mi piso.

―Hola ―dijo, parándose. Frotó sus palmas sobre la parte delantera de sus
jeans―. Siento que me tomara tanto. Hay un auto aparcado en frente de tu casa.

Crucé a la ventana al otro lado de la habitación, mirando afuera sobre el techo


hacia la calle más allá. Sólo podía ver el guardabarros del indescriptible sedán de
Raley.

―Ese es Raley.

―¿Quién?

―El detective que quiere “interrogarte” .

―Oh. ―La cara de Josh palideció un poco.

―Él no te vio, ¿cierto? ―pregunté, mirando otra vez el auto sin marcar.
108

Josh sacudió la cabeza.


Página

―Pasé a través del jardín del vecino en la parte de atrás.


―Eso es la primera cosa lista que has hecho ―dije.

Los ojos de Josh inmediatamente parecieron heridos.

Esperaba sentirme satisfecha o vengada al herirlo. Pero no fue así.


Simplemente me sentí peor. ¿Cómo él podía ser un idiota, pero cuando yo era una
idiota, la estúpida culpa le quitaba la diversión a todo?

―Merecía eso ―admitió―. Y lo siento por arrastrarte hasta esto, Hartley


―dijo, dando otro paso hacia mí.

Yo di un paso atrás.

Lo último que quería era que Josh se disculpara. Quería que fuera un estúpido,
un idiota, el imbécil engañador que ahora sabía sin duda que era. Si se disculpaba,
significaba que tenía confianza, tenía sentimientos. Posiblemente incluso por mí.
Posiblemente unos que podía estar tentada a devolver. Y no quería devolverlos. La
primavera pasada mi abuela Betty había fallecido. Había sido verdaderamente
repentino. Un día estaba bien, al siguiente fue al doctor lo que creíamos había sido
una revisión de rutina y salió con un diagnóstico de cáncer de estómago etapa cuatro.
Dos semanas después murió mientras dormía. Yo quedé devastada.

Josh y yo acabábamos de empezar a salir en aquel entonces, pero él había sido


mi roca. Había sostenido mi mano, me había pasado pañuelos, e incluso había ido
conmigo a su funeral. Ni una sola vez había destellado esa mirada ligeramente
apenada que la mayoría de chicos tenía cuando las lágrimas aparecían. En su lugar,
había dicho: “Todo va a estar bien”, y me ofreció el mismo par de ojos azules suaves,
comprensivos y compasivos que estaba dándome ahora mismo. Unos que decían que
entendía cómo me sentía y deseaba poder hacerme sentir mejor.

Sólo que esta vez, no me estaban haciendo sentir mejor.

Tomé una inhalación profunda, conjuré la imagen mental de la sala de video de


la banda, y me recordé por qué le había pedido a Josh que viniera.

―Tengo un testigo.
109

Él inclinó la cabeza.

―¿Un testigo de qué?


Página
―Courtney y tú. Ella tiene un video.

Él se detuvo.

―¿Video de qué?

―¿Tú qué crees?

Fue lo suficientemente listo para no responder. En su lugar, dijo:

―No la maté.

―Pero dormiste con ella.

―Yo… ―empezó.

Pero no le permití terminar.

―Ni siquiera intentes negarlo. Te vi, Josh. Dios, ¿Cómo pudiste?

Dio otro paso hacia mí.

―Hartley, lo siento tanto…

―¡No te atrevas a disculparte!

Se congeló.

―Mira, no es como si yo quisiera que las cosas sucedieran de esta manera,


Hartley.

―¿Cómo exactamente querías que sucedieran, Josh? ―pregunté, mi voz


elevándose―. ¿A mi espalda?

―No. ―Pero podía decir que era exactamente como había querido que
sucedieran―. No quería herirte.

―No, no querías que lo descubriera.

―No es así.
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―Entonces dime, Josh, ¿exactamente cómo es?


Página

Él miró hacia el suelo.


―Estábamos en un juego de fútbol en Walnut Creek. Fue después de la
reunión, acabábamos de ganar, y estábamos regresando a casa en el autobús.
Courtney se sentó a mi lado, y una cosa llevó a la otra…

―No quiero escuchar esto. ―Una frase muy cierta que nunca había
pronunciado.

―Simplemente sucedió.

―Los terremotos simplemente suceden. Los tornados simplemente suceden.


¡Tu lengua no simplemente cayó en la boca de otra chica! ―Sin mencionar con
seguridad otras partes corporales en las que no iba a pensar.

Josh se mordió el labio.

―Lo siento ―dijo por millonésima vez.

Debería haber retrocedido entonces, lamer mis heridas, dejar que mi orgullo
empezara el lento proceso de recuperación. En lugar de eso, pregunté:

―¿Por qué? ―Porque, claramente, soy un poco masoquista.

―¿Por qué lo siento?

―¡¿Por qué dormiste con la presidente del Club de Castidad?!

Él tomó una inhalación profunda.

―De acuerdo, ¿quieres saber la verdad?

―No, preferiría seguir escuchando las mentiras salir de tu boca.

Él suspiró, luego miró hacia el piso.

―Mira, tú y yo hemos estado saliendo por seis meses, Hartley. Seis meses.
Enfréntalo, nunca ibas a ceder en eso.

Oh, él no acaba de decir eso.

No sé qué había esperado escuchar. Quizás que Courtney era más linda que yo,
111

más lista que yo, mejor en los crucigramas.


Página

Pero lo que dijo era que la reina de la castidad se tendió y yo no lo hice.


―¿De verdad? ¿Esa es tu razón? Me engañaste con Courtney Cline…
¡Courtney Cline de todas las personas! ¿Por qué no dormiría contigo?

―Respeto que seas virgen ―dijo Josh―, pero, Hartley, vamos.

―¿Vamos? ¡¿Vamos?! ¿Eso es lo mejor que puedes hacer? ―Toda mi relación


con mi primer amor verdadero se había venido abajo por dos pequeñas palabras.

―Lo siento.

Sentí las lágrimas calientes alinearse detrás de mis ojos pero me rehusé a darle
la satisfacción de derramar incluso una.

―Eres tan idiota.

—No significó nada.

―Significó algo para mí.

―Hartley…

Estiró una mano hacia mí.

―No te atrevas a tocarme. No vas a tocarme. Simplemente vete.

Él abrió su boca para hablar pero debió haberlo pensado mejor.

―Lo siento ―dijo otra vez. Luego se giró y salió por la ventana por donde
había entrado.

Tuve la idea fugaz de salir al frente y decirle al Detective Raley dónde podía
encontrar a Josh DuPont. Tenía la sensación que encontraría una satisfacción
inmensa en verlo arrastrar a mis exnovio con esposas. Incluso podría ayudarlo a
sacarle una confesión.

Pero la verdad era, aun a través de mi ira, sabía que Josh no había matado a
Courtney. Él era una comadreja del orden más bajo. Lo que sólo servía para
solidificar mi teoría de que no había tenido las agallas de matar a Courtney.
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Entonces, ¿quién lo hizo?


Página
Capítulo 1
Traducido por: DaniShadowHunter

Corregido por: La BoHeMiK

P asé el resto de la noche alternando entre llorar, golpear las almohadas en


lugar del rostro de Josh y lloriqueándole a Sam por teléfono. Tan buena
amiga era, que no solo me dejó seguir hablando, si no que abandonó la
censura el tiempo suficiente como para llamarlo con una gran cantidad de nombres
que harían sonrojar a un marinero.

—Gracias, necesitaba eso —le dije

—No hay problema. —Hizo una pausa—. Entonces, lo superaste totalmente.


¿No?

Asentí con el teléfono. Entonces dije: —No lo llamé con ninguno de los
nombres creativos que acabas de usar, pero, si, lo estoy. Superando totalmente.

Estoy orgullosa de decir que en realidad terminé esa oración antes de echarme a
llorar. Por suerte, Sam tenía minutos ilimitados y no le importaba escucharme
lloriquear incoherencias sobre cuán superado tenía a Josh.

Desperté a la mañana siguiente atontada, con los ojos hinchados, y en general


sintiéndome como si hubiese sido atropellada por un camión. Uno grande. El cual,
había retrocedido, golpeándome de nuevo, y luego, mostrándome un video de mi
novio haciéndolo con una animada morena.

Cepillé mis dientes dos veces, intentando eliminar el mal gusto de la confesión
de Josh, me lavé la cara con un exfoliante de albaricoque que dejó mi piel en carne
viva y hormigueando, luego até mi cabello en una cola de caballo sin sentido, lista
para enfrentarme al día.
113

Como un complemento a mi humor de mierda, me puse un par de jeans


Página

ajustados, unas zapatillas de plata brillantes y una camiseta suelta con lentejuelas
plateadas por todos lados. Culminando con un par de pendientes plateados, esperando
que los aros colgantes hicieran distracción de mis ojos enrojecidos. Entonces, agregué
una capa de máscara y delineador de ojos solo para estar segura.

Tomé mi mochila y logré escurrirme por la puerta principal antes de que mamá
pudiera empujarme un tazón de avena con jarabe de agave hacia mí, en su lugar,
caminé las dos calles hacia el Starbucks más cercano y ordené un latte venti. Doble.

Para el momento en que caminé todo el camino hasta la escuela, estaba llena de
cafeína, renovada y lista para comenzar mi día.

Desafortunadamente, a la primera persona que vi fue a Mary Bessie, la


molestosa consejera extraordinaria.

—¡Hartley!

—Hola, señora Bessie.

—Mary. ¿Cómo estas, Hartley?

—Bien.

Amaba esa palabra. Encubría todo tipo de tonterías. No importaba la situación,


uno siempre podía fingir bienestar.

—Te ves como si hubieras estado llorando —dijo, haciendo una inclinación con
su cabeza patentada mientras escudriñaba mis ojos.

Demasiado para CoverGirl.

—Estoy bien.

—¿Estás segura?

—Mucho.

—Estoy aquí si necesitas hablar sobre cómo te estás sintiendo en este


momento. Sabes, las lágrimas son emoción en movimiento.
114

Puse mentalmente mis ojos en blanco.

—Llego tarde a Inglés.


Página
—El timbre ni siquiera ha sonado todavía.

—Fue agradable hablar con usted —dije dándome media vuelta.

Ella se paró en la puerta de su oficina, su cabeza todavía inclinada, con molesta


simpatía exhibida con su vestido de poliéster.

Logré arreglármelas en los dos siguientes períodos sin ningún incidente. Hoy,
las miradas de reojo de mis compañeros eran menores y más disimuladas, el
murmullo continuó a medida que pasaba por allí, deteniéndose en un siseo por un:
“¡Es ella!”. Habían pasado dos días enteros desde que Courtney había sido encontrada
muerta. Una eternidad. Di gracias a Dios por la poca capacidad de atención
electrónica con la que habían sido criados en mi generación. A esta altura, para el fin
de semana nadie recordaría a Courtney para nada. Por no hablar de la pobre chica
despistada cuyo novio la había engañado, supuestamente la había matado y dejándola
por encontrar a otra jovencita.

De hecho, para el cuarto período, yo casi también lo había olvidado.

No fue hasta la hora del almuerzo que fui alejada de mi mejor amiga. Negación,
otra vez.

—Hola, Hart.

Alcé la vista de mi casillero para encontrar a Chase, peligrosamente cerca. De


nuevo, vestía los ajustados jeans negros, su cabello parecía más puntiagudo que de
costumbre, como si hubiera estado toda la mañana pasando sus manos a través de él.
Estaba frustrado, si es que su ceño fruncido demostraba algún indicio.

—Necesito hablar contigo —dijo.

—Entonces habla —dije, empujando mi libro en el interior del bolso.

Él observó detrás de mí, el pasillo lleno de gente y luego bajó el volumen de su


voz.

—Un dato anónimo me llegó en un papel. Sobre Courtney.


115

Alcé una ceja.


Página

—¿Un dato anónimo? Eso parece un poco melodramático, ¿O no?


—Si te gusta, amarás esto. Es de alguien que se refiere a sí mismo como
“Bloguero Profundo”. Él dice que vio a quién asesino a Courtney Cline.

—¿En serio? —pregunté con escepticismo colgando de mi voz.

—En serio.

—¿Entonces quién la mató? —pregunté.

—No lo sé. Él no lo dijo.

—Por supuesto que no lo hizo.

—Dijo que solo te lo diría a ti.

—¡¿A mí?!

—¡Shhhh!

Bajé el volumen de mi voz.

—¿Por qué a mí?

Chase se encogió de hombros.

—Supongo que vio tu entrevista en televisión.

—Bien. Dale mi e-mail.

Pero Chase negó con la cabeza.

—Él dijo que no podía arriesgarse a enviar ese tipo de información vía e-mail.
Quiere conocerte en persona.

—Eso es maravilloso. —Arrojé mis manos hacia arriba.

—Se pone mejor. Dijo que estará en el campo de fútbol. Hoy a la medianoche.
Y que debías ir sola.

Rodé mis ojos.


116

—¿De verdad? ¿Estoy viviendo un episodio de CSI: Silicon Valley?


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Chase sonrió.
—Linda.

A pesar de mi mal humor, creo que me sonrojé.

—Yo iba por exasperada, no linda.

—Intenta más duro la próxima vez —dijo aun sonriendo. Un hoyuelo hundió
su mejilla izquierda, totalmente incoherente con la imagen de “Peligro: Chico malo al
frente” que él estaba cultivando.

—De todos modos —dije—. Esto se siente como una completa broma.
¿Medianoche? ¿Ven sola?

—Exactamente mis pensamientos.

Exhalé una gran cantidad de aire, erizando mi cabello.

—Estoy tan cansada de esto. Juro que si voy allí y nadie aparece…

—Guau. Espera, no estas realmente pensando en reunirte con él ¿O sí?

Me volví hacia él.

—Por supuesto. Digo, probablemente sea una broma, pero necesito estar
segura, ¿no?

—¡No! —gritó.

—¡Shhh! —dije, cambiando de lugar con él.

Falló en percibir la ironía, ignorándome por completo mientras continuaba.

—No, definitivamente no creo que debas encontrarte con él.

—¿Por qué no?

—¿No acabamos de superar esto? ¿Sola? ¿En el medio de la noche? ¿En un


lugar desierto?

Puse mis manos sobre mis caderas.


117

—El campo de fútbol HHH es difícilmente en el medio de la nada. Creo que


Página

estaré bien, Mamá.


Pero él negó con la cabeza de nuevo.

—No. No hay forma de que te deje ir.

—Perdón. “¿Dejarme?” ¿Desde cuándo te convertirse en mi cuidador?

—Hartley, estamos tratando con un asesino aquí. Esto no es ninguna clase de


juego.

—Oh, vaya, lo siento. Y yo pensando que estábamos jugando Parcheesi.

Otra vez, mi excelente ingenio en el sarcasmo fue derrochado en él.

—Iré —dijo.

—¿Y eso es más seguro, porque…?

—Soy un hombre.

—Bien. Y tener un par de bolas con pene te hace invencible. ¿Cómo?

—Bueno, ahora estas siendo irrazonable.

Arrojé mis manos hacia arriba.

—En los pasados dos días, he sido engañada, mentido, acosada por un policía y
un consejero, y ahora, gracias a un demasiado entusiasta reportero, todo el cuerpo
escolar cree que quiero ser alguna clase de Nancy Drew 17, y tengo una cita con un
informante secreto en un campo vacío en el medio de la noche. ¡Creo que me gané el
derecho de ser un poco irrazonable!

—No vas a encontrarte con él.

—Voy a encontrarme con él.

—No me gusta esto, Hartley.

—¡No me importa lo que no te gusta!

Él entrecerró sus ojos observándome.


118
Página

17
Nancy Drew: Es una detective aficionada que ha sido protagonista de varias series de novelas de misterio para niños y
adolescentes.
—Oye, ¿qué pasa con esa actitud? No soy con quién deberías estar enojada por
aquí.

Tenía razón. Yo estaba totalmente proyectándolo. Estaba furiosa con Josh, pero
Chase era un objetivo cercano. Y toda esa actitud de macho, no estaba haciendo que
ganara ningún punto hoy.

—Yo solo estoy cuidando de tu bienestar —dijo Chase—. No quiero que salgas
herida.

—¿Por qué todo el mundo dice eso cuando en realidad lo que quieren decir es
que no se quieren sentir culpables?

—Eso no es lo que quise decir.

—Lo que sea.

Chase negó con la cabeza.

—¿Por qué estás haciendo esto?

—¿Discutiendo contigo? Buena pregunta. No vales realmente para nada el


tiempo.

—No. Intentando ayudar a Josh. El chico que te engañó.

Sentí mi rostro sonrojarse y las mejillas ardiendo.

—Sé que me engañó. ¿Crees que no lo sé?

—Entonces, ¿por qué te sigue importando?

—¡No me importa!

—No te creo.

—No me importa lo que creas.

Chase arrojó sus manos hacia arriba.


119

—¿Sabes qué? Bien. Ve encuéntrate con ese asesino psicótico en el campo de


fútbol a medianoche. ¡Termina contigo misma!
Página
—Bien. ¡Lo haré!

—¡Bien!

—¡Genial!

Para este punto, nuestra conversación había escalado a una competencia de


gritos. Cada cabeza dentro del campo de visión se volteó hacia nosotros. Chris Fret se
detuvo en su casillero, sus manos congeladas sobre un jersey a cuadros, su boca
abierta. Jessica Hanson estaba filmándonos con su teléfono. Las chicas del Color
Guard estaban observando abiertamente, Caitlyn esforzando su vista hacia nosotros,
mientras Jaylee se mordía una uña, observando consternada.

Golpeé el casillero fuertemente y agaché mi cabeza, dándole la espalda a Chase


a medida que me marchaba.

Dios, odiaba a los chicos.

Me escondí en el baño de chicas por el resto del período del almuerzo, luego
mantuve mi nariz pegada a mis libros de Química y Trigonometría. Tan pronto
como el último timbre sonó salí disparada por las puertas, logrando escabullirme con
solo algunas miradas de parte de los curiosos. Ni que decir, para ese momento cada
persona en HHH con un celular sabía sobre mi pelea con Chase. De hecho, un
mensaje de texto me había sido enviado erróneamente:

Hart está totalmente perdida.

Le respondí nuevamente que Cody debía comprobar sus contactos más


cuidadosamente antes de enviar mensajes masivos.

Ups. Lo siento.

Ignoré la disculpa. Tenía suficientes de esas para toda una vida. Y realice mi
camino a casa.

Por suerte, Raley se encontraba nuevamente estacionado en frente de mi casa.


120

Estaba comenzando a pensar en él como un accesorio permanente. Como si fuera un


gran y molesto gnomo de jardín.
Página
—¿Atrapaste a algún tipo malo hoy? —pregunté mientras pasaba caminando.

Él solo negó con la cabeza y se desquitó con: —No. ¿Viste a Josh hoy?

—No.

Ninguno de los dos creía eso, pero no le di la oportunidad de continuar


investigándome con mayor profundidad. Me alejé rápidamente.

Ingresé mi llave en la cerradura y abrí la puerta para encontrar una nota de mi


madre pegada en la entrada:

Fui a clases de spinning. Hay pastel en la heladera. Te quiero.

Pastel. Algunos días amaba a mi mamá. Fui directamente a la nevera y retiré


algo que goteaba con chocolate glaseado.

Bien, estaba hecho de harina de garbanzos y algarrobo congelado. Pero, de


verdad, no había mucho que pudieras hacer para arruinar una torta de chocolate. Me
corté una gran porción, y luego la coloqué en mi escondite secreto del congelador.
Había un cuarto de litro de Chunky Monkey que dejé. Lo tomé colocándolo encima
de la torta, luego me senté en la encimera y saboreé cada bocado.

Después de haberme saciado por completo, caminé hacia mi dormitorio,


sintonicé MTV y saqué mi libro de Trigonometría. ¿Cómo es que era justo, teniendo
que conducir una investigación por asesinato y hacer Trigonometría? Todo lo que
Raley hacía era sentarse fuera de mi casa en su sedán, sin duda comiendo donas.

Varios deliciosamente dramáticos reality shows después, escuché la minivan de


mamá llegar a la entrada, seguida de cerca por un golpe en mi puerta.

—¿Hart? ¿Estás ahí? —preguntó mi mamá mientras asomaba la cabeza en mi


habitación.

Hice un pequeño saludo desde mi posición con las piernas cruzadas sobre la
cama.

—Hola.
121

—¿Hiciste la tarea?
Página

—Sí.
—¿Conseguiste comer algo?

—Sí.

—¿Estás bien?

—Sí.

—¿Tienes todo lo que necesitas?

—Sí.

—Bien… —Mamá tembló en la entrada a pesar de que claramente ya no tenía


más preguntas para hacer.

—Bueno… entonces, que tengas buenas noches —dijo finalmente.

—Gracias —Hice una pausa, y agregué: —Tú también.

Sintiéndome un poco culpable por estar mintiéndole después de que me había


hecho una torta.

Bien, supongo que no estaba técnicamente mintiéndole. Pero ciertamente no le


había dicho que planeaba escaparme, y encontrarme con un testigo anónimo a
medianoche en un campo desierto de fútbol.

Entonces de nuevo, consideré que aquella información podría llegar a darle un


ataque al corazón, estaba siendo una muy buena hija mintiéndole.

Observé el reloj 11:30 pm. Era ahora o nunca.


122
Página
Capítulo 12
Traducido por: IreneRainbow

Corregido por: La BoHeMiK

M
e puse un par de pantalones negros ajustados, una capucha negra y
mis tenis, sólo en caso de que hubiera algo acechando allá fuera,
para poder huir de eso.

Miré por la ventana. Raley seguía estacionado en la acera, su parachoques era


apenas visible desde mi posición. Sin duda, no quitaba los ojos de la puerta de la
entrada, como si Josh pudiera mágicamente aparecer en cualquier momento.

Desafortunadamente, no creía que él fuera a dejar de espiarme, si salía por esa


puerta, cualquiera de los dos lo haría.

Me di la vuelta y miré la ventana trasera. Si Josh podía escalarla, sin duda yo


podría salir, ¿cierto?

Crucé la habitación, abrí la ventana y miré hacia abajo. El suelo parecía muy
duro y lejano.

Dudé por un breve segundo, preguntándome si era demasiado tarde para llamar
a Chase y aceptar su oferta de ir conmigo a conocer al “Bloguero Profundo”. Pero eso
significaba tragar mi orgullo y admitir que era una gallina. Había tenido mi ego
herido más de una vez en la última semana. No estaba segura sí podría recuperarme
de otro golpe.

Así que, a pesar de mi buen juicio, tomé una respiración profunda, pasé sobre el
alféizar de la ventana y me incliné hacia el árbol de roble que Josh había utilizado
para subir a mi habitación. Experimenté solo un poco de vértigo cuando mi pie quedó
suspendido en el aire sobre los dos pisos desde donde podía caer.
123

Tranquilízate, Hart, tranquilízate.


Página
Tomé otra respiración profunda y me incliné a la derecha, estirando mi pie
tanto como pude. La punta de mis Nikes tocó la rama más grande. Solté el alféizar
con una mano, extendiéndola hacia el árbol, canalizando las obsesiones de yoga de
mamá. Pude poner un pie, pero apenas era un estable punto de apoyo. Tenía que
saltar.

Cerré los ojos, diciendo una oración en silencio, y contuve la respiración. Podía
hacer esto. Era una chica mono. No me caería.

Saqué mi pierna de nuevo del alféizar, con mi rodilla en la abertura de la


ventana. Entonces abrí mis brazos y salté.

Por un terrible momento, estaba suspendida sobre nuestro descuidado césped.


Entonces mis manos encontraron la rama del árbol y me sujeté como si mi vida
dependiera de eso (lo que, en este punto, era verdad).

Me di un par de segundos para recobrar mi fuerza de nuevo, luego


desplazándome bajé por la rama, con los pies primero hacia el centro del árbol, donde
convergían las ramas.

El segundo en que mis pies golpearon el tronco, dejé escapar un ruidoso suspiro
de alivio, y estaba segura de que Raley me escucharía. Agachándome en la oscuridad,
escuchando con mi cuerpo entero los sonidos de los suburbios en la noche: una
televisión en la habitación de mi vecino soltando risas de fondo, un gato maullando
sobre la calle, un lavavajillas zumbando alegremente en la casa detrás de la mía.

Pero no había detectives entrometidos.

Hasta ahora, todo bien.

Envolví mis brazos alrededor del tronco, lentamente facilitando mi bajada,


luego me dejé caer los últimos centímetros al suelo. Me escabullí alrededor del árbol,
manteniéndome en la oscuridad y fuera de alcance de las luces de detención de
movimiento en nuestro patio trasero, hasta que llegué al patio lateral.
Cuidadosamente para evitar botes de basura, abrí el pestillo de la puerta trasera y me
asomé.
124

Raley seguía estacionado en el mismo lugar, con los ojos pegados a la puerta de
entrada.
Página
En las inmortales palabras del señor Burns... eeeeeeexcelente.

Rápidamente salí por la puerta, cerrándola detrás de mí, entonces agaché la


cabeza y caminé hacia la escuela.

Sólo fueron unos diez minutos de camino al campo de fútbol; pero me sentí
como una fugitiva todo el camino, esquivando la feroz ley estacionada en mi calle.

Estaba tiritando de frío en el momento que llegué a la escuela. Tiré las mangas
hacia mis manos, deseando haber traído mi abrigo. Pero era blanco. No era
exactamente un color sigiloso.

Soplando visibles bocanadas de aire, bordeé el frente de la escuela. Fue


originalmente construida al principio del siglo pasado, con todas las altas columnas,
toneladas de hormigón blanco, y grandes escalones para llegar a las puertas
delanteras. Era iluminado desde abajo, con luces colocadas estratégicamente,
haciendo que pareciera un gigante mausoleo en la noche.

No es que mi imaginación se escapara conmigo o algo así.

Envolví los brazos a mí alrededor, tratando de no participar en ninguna escena


en particular de las películas de terror que se estaban llevando a cabo en mi mente;
mientras aceleraba mi camino para atravesar el edificio, cruzando el estacionamiento
trasero y llegando al tranquilo campo de fútbol, cubierto de rocío.

El “Bloguero Profundo” había dicho específicamente en el e-mail que Chase me


dio, que me encontraría en la parte baja de las gradas. Parpadeé en la oscuridad,
tratando de no desorientarme, mientras entraba a la primera fila de asientos.

Di tres pasos, luego creí oír un ruido a mi izquierda y rápidamente me di la


vuelta. Miré a través de la nada.

—¿Hola? —grité.

No hubo respuesta.
125

Tragué una bocanada de cobardía, acelerando mi ritmo hasta la última fila.


Donde estaba segura que había surgido el ruido esta vez.
Página

—¿Hola? —llamé de nuevo—. ¿Bloguero Profundo?


Me sentí un poco ridícula llamándolo por su seudónimo, pero: “¡Hey, misterioso
informante!”, se sentía más tonto.

Hubo una pausa, entonces una voz ronca respondió.

—¿Estás sola?

Me sorprendí al oír que la voz era femenina, aunque me di cuenta de que ella
trataba de disimularlo agregando una voz áspera. ¿Para que yo no la reconociera? Di
un paso hacia delante, tratando de distinguir al dueño de la voz; pero todo lo que
podía ver era el débil contorno de una persona. Parecía que estaba vestida toda de
negro, con una capucha sobre su cabeza. Ella podría haber sido Heidi Klum o un
terrorista, era todo lo que podía decir.

—Sí —respondí—, estoy sola.

—¿Estás armada?

Puse los ojos en blanco.

—No, ¿por qué debería estar armada?

—Date la vuelta para que pueda verte.

Extendí mis brazos y di un exagerado giro, para que el informante disfrutara la


dramática vuelta.

—¿Satisfecha? —pregunté.

Vi asentir a la persona.

Bueno. Era hora de poner manos a la obra.

—¿Viste quién mató a Courtney Cline? —pregunté.

—Sí.

Hice una pausa, esperando que continuara. Cuando ella no lo hizo, se lo pedí.

—¿Y bien? ¿Quién lo hizo?


126

—Primero necesito cierta garantía de que estaré segura.


Página

—¿Cómo cuál?
—Protegerás mi identidad.

—Bueno, considerando que no tengo idea de quién eres, eso no debería ser un
problema. ¿Cómo sabes quién mató a Courtney?

—Vi al asesino.

—¿Cómo? —pregunté.

—Estaba fuera de la casa de Josh cuando Courtney fue asesinada. Vi entrar al


asesino.

Mordí mi labio.

—Bueno, voy a morder el anzuelo... ¿A quién viste?

—Te lo diré —La sombra se acercó un paso, aproximándose hacía mí—. Fue...

La voz se quebró. Oí un sonido como el de pies tropezando sobre la hierba.


Hubo una brusca respiración y un segundo más tarde un agudo grito.

Entonces vi con horror como mi mejor pista, daba la vuelta y empezaba a


correr en la dirección opuesta.

—¡Espera! —grité, girando después de ella—. ¡No te vayas!

Pero, “Bloguero Profundo” no me prestó atención, saliendo a toda velocidad


hacia el estacionamiento.

Agaché mi cabeza y corrí tras ella.

Sólo que no llegué muy lejos.

Al pasar por el lugar donde ella había estado de pie en las sombras, tropecé con
algo en el suelo, mi pie izquierdo lo golpeó mientras caminaba hacia adelante.

Puse mis manos al frente, para evitar mi caída, y las palmas de mis manos se
deslizaron sobre la hierba mojada.

Estiré mi cabeza hacia atrás para ver qué era con lo que me había tropezado.
127

Y fue entonces cuando oí un nuevo sonido. Un largo y fuerte grito, haciendo


Página

eco extrañamente fuera de las gradas de metal abandonadas.


Me tomó un minuto darme cuenta de que venía de mí, mientras todo mi ser
estaba enfocando en el objeto en el suelo que, por cierto, mi pie izquierdo quedó
atrapado sobre él.

Kaylee Clark yacía en el césped, las piernas torcidas bajo su cuerpo, sus ojos
vacíos mirando fijamente hacia el cielo estrellado. Y un charco de sangre debajo de su
cabeza.
128
Página
Capítulo 13
Traducido por: flochi (SOS) & Lalaemk

Corregido por: Alicadi

R etiré rápidamente mi pie de debajo de Kaylee y me puse de pie


apresuradamente. O lo intenté. Me tropecé, cayendo sobre el suelo otra
vez, barro húmedo aplastándose entre mis dedos. Se sintió como si
tardara una eternidad encontrar mis pies una segunda vez y hacerlos moverse en
dirección opuesta al cuerpo. Cuando por fin lo conseguí, eché a correr, mi cuerpo
moviéndose sin ningún aporte de mi cerebro. Lo cual era bueno, porque en el
momento actual lo único que mi cerebro podía hacer era cantar, “oh, Dios mío, oh,
Dios, oh, Dios mío” una y otra vez. Corrí a ciegas en medio de la oscuridad, llegando al
medio campo antes de encontrarme con una pared sólida.

—Ya. —Manos recorrieron mis brazos, manteniéndome sujeta.

—¡Violación! —grité instintivamente, golpeando a mi atacante. Estaba lejos de


ser cierto, pero como una chica, lo que tenía programado era gritar cuando atacó.
Golpeé en la dirección general de su rostro.

—¡Hartley! Su cabeza se echó hacia atrás, pero su agarre permaneció fuerte.

Me detuve. Reconocí esa voz.

—Jesús, cálmate.

Déjenme decirles, nunca había estado tan contenta de ver a ese policía pelirrojo
con sobrepeso en mi vida.

—¡Dios mío, Dios mío! Kaylee. Por allí. ¡Dios mío!

—Cálmate —dijo el detective Raley otra vez—. Respira.


129

Lo hice, arrastrando un aire frío que quemó mis pulmones.


Página

—Kaylee Clark. Está… —Volví a respirar profundamente—, … muerta.


En las sombras, pude ver las cejas de Raley bajar, haciendo su frente una masa
de arrugas.

—Muéstrame.

A pesar de que lo último que quería hacer era volver a donde sabía que Kaylee
estaba sangrando bajo las gradas, el tono de voz de Raley no admitía discusión.
Entonces, lo hice.

Mis pies se negaron a moverse tan pronto como las gradas quedaron a la vista
otra vez, así que apunté con un brazo estirado —bueno, un brazo ligeramente
tembloroso— hacia la última fila.

—Allí.

Raley asintió.

—Quédate aquí.

Sí, como si fuera a ir a alguna parte.

Observé a Raley acercarse al objeto inerte debajo de las gradas. Lo vi agacharse,


examinando a Kaylee de cerca, luego volver a enderezarse y sacar su celular. Estaba
demasiado lejos para escuchar más que una conversación amortiguada, pero pude
imaginarme lo que estaba diciendo. Bastante segura de que la palabra “forense” estuvo
involucrada.

Me estreché con mis brazos, el frío mordiendo a pesar de que el sudor había
aparecido ante la primera vista de Kaylee. Miré mis pies. Una mancha grande y roja
había cubierto el dedo de mis Nikes blancas. Me dije que no era sangre.
Probablemente sólo ketchup que se había caído durante el almuerzo. Tal vez pintura
de uñas que se me había derramado en algún momento. Definitivamente no sangre, y
definitivamente no de una chica muerta. Obligué a mis ojos a alzarse, haciéndome la
promesa de nunca volver a mirar mis pies.

Raley volvió a acercarse a mí, una expresión sombría en la cara.

—Está muerta.
130

A pesar de que era sabido, sentí a mi estómago dar un vuelco. Otro cuerpo
Página

muerto en Herbert Hoover High.


Y encontrado por mí.

Una sensación enfermiza de déjà vu golpeó mientras miraba a la CSU


arrastrarse por el campo de fútbol. El área estaba iluminada ahora por los grandes
focos que rodeaban el estadio. Oficiales uniformados se escalonaban cada cuatro
pasos haciendo una cadena humana, registrando el césped por evidencia. El médico
forense y un puñado de otros sujetos en trajes baratos se arrodillaban sobre el pobre
cuerpo de Kaylee. Y Raley estaba de pie frente a mí, los pies plantados a la altura de
los hombros, su cuaderno fuera, sonriéndome como una hamburguesa de verano. Al
parecer no había sido tan silenciosa como había pensado, cuando Raley, de hecho, me
había visto deslizándome calle abajo y decidió seguirme. Sin embargo, por el
momento, no podía estar muy molesta como lo estaba él. Si no me hubiera detenido,
probablemente todavía estaría corriendo por la noche alimentada por la pura
adrenalina.

—Entonces, ¿qué estabas haciendo aquí? —preguntó, la lapicera suspendida en


el aire.

—Te lo dije. Iba a encontrarme con Bloguero Profundo.

Levantó una ceja.

—¿Y quién es este “Bloguero Profundo”? —preguntó, haciendo comillas en el


aire alrededor del nombre como si no me creyera.

—No lo sé. Ese es el punto de que ella era Bloguero Profundo. Es un alias.

—Sí. Lo entendí. —Bajó la vista a sus notas—. ¿No tienes un nombre?

—No.

—Pero dijiste “ella”. ¿Sabes que es una chica?

Bajé la mirada a mis pies. Mala idea. La Mancha me miró a la cara. Levanté
rápidamente los ojos para encontrar los de Raley.
131

—La voz fue femenina. Eso es todo lo que sé.


Página

—¿Y crees que esta Deep Blogger mató a Kaylee?


—Sí. No. Quizás.

Nuevamente levantó una ceja.

Respiré profundamente.

—Mire, no lo sé. Iba a encontrarme con ella aquí, y de repente sólo se dio la
vuelta y corrió.

—¿Y por qué ibas a encontrarte con ella?

Me mordí el labio. Por más que sabía que no era la decisión de mi vida mentirle
a la policía, en especial tratándose de un doble homicidio, le había prometido a
Bloguero Profundo que mantendría su identidad como un testigo a salvo. No es que
tuviera tiempo realmente de decirme testigo de qué había sido, pero entregarle mis
cartas a Raley no iba a ayudar igual que decirle nada.

—¿Hartley? —solicitó Raley.

—Hubo un dato —dije finalmente.

—¿Qué tipo de dato?

—Uno anónimo.

Entrecerró sus ojos.

—¿De quién?

Levanté los brazos bruscamente.

—Bueno, si lo supiera, no sería muy anónimo, ¿no?

Entrecerró sus ojos.

—Mira, Hartley, la policía consigue “datos anónimos” —dijo, nuevamente


haciendo comillas con los dedos—. Los adolescentes no.

—Bueno. Bien. Tú sigue tus datos que yo seguiré los míos.


132

—No estás siendo muy cooperativa, señorita Featherstone.

—Lo sé.
Página
Raley frunció sus labios con tanta fuerza que casi desaparecieron.

—¿Cómo conseguiste este dato?

—Vino de un papel en la escuela.

—¿Y qué decía el soplón?

—No puedo decirlo.

—¿Por qué?

—Integridad periodística.

—No eres periodista.

—Ahora lo soy —dije, irguiéndome en mi altura completa—. El HHH


Homepage se ha asociado conmigo para investigar la muerte de Courtney. Algo que
sabrías si hubieras observado las noticias anoche en vez de mi puerta delantera.

Raley puso una mano en su frente, masajeando el lugar entre sus ojos como si le
estuviera dando dolor de cabeza.

Igualmente, amigo.

—Bien, volvamos a anoche —dijo—. Te encontraste con esta bloguera, ¿qué


sucedió después?

—Se lo dije. Huyó.

—¿Alguna idea de la razón?

Me encogí de hombros.

—¿Mi mejor suposición? Encontró a Kaylee igual que yo.

—Sí, interesante eso.

Mi turno de entrecerrar los ojos.

—¿Qué quiere decir?


133

—Tú encontrando un cuerpo muerto. Otra vez.


Página

—¿Qué está diciendo?


—Nada. —Raley bajó la vista a sus notas, efectivamente ocultando su
expresión—. Sólo… interesante.

—¿Necesito un abogado aquí? —pregunté.

Raley alzó la vista, sus ojos mirando directamente los míos.

—No lo sé. ¿Lo necesitas?

Crucé mis brazos sobre el pecho, ejerciendo mi derecho a guardar silencio.

—¿Cuándo fue la última vez que viste a Josh? —preguntó Raley, saltando a su
tema favorito como si preguntarlo bastantes veces fuera a quebrarme.

Afortunadamente, fui salvada de responder por una voz saludándome a través


del campo.

—¡Hartley! —Me di la vuelta y vi a mamá volando hacia mí con una velocidad


que haría que el entrenador de futbol de la HHH firmara al instante.

—Oh, mi bebé —gritó, abordándome.

Creo que sentí una costilla lastimarse bajo la presión de su abrazo, pero en ese
momento no me importó realmente. Se sintió bien ser lastimada, sentir algo en
absoluto, sabiendo que a unos cuantos pies de distancia Kaylee no volvería a sentir
nunca nada. Sorbí una lágrima que no sabía que quería derramar hasta que divisé a
mamá.

—¿Estás bien? —preguntó cuando finalmente se apartó, su ojos revisando mi


rostro por golpes o rasguños.

Asentí, sin confiar en mí para hablar sin convertirme en un desastre lloroso.

—Llegué aquí tan pronto como la policía me llamó —dijo ella, mirando a Raley.

Pude ver las emociones beligerantes en el rostro de Raley. Por un lado, su dolor
de cabeza disminuiría en el momento que me entregara a alguien más. Por otra parte,
era mucho más fácil interrogar a un menor sin su tutor adulto presente.
134

Le di a mamá una versión rápida y muy editada de los eventos de la noche,


dejando de lado todas las cosas buenas. Rogué a Raley, quien estuvo escuchando todo
Página

el tiempo, que no se sintiera compelido a llenarlos.


Cuando acabé, mamá volvió a abrazarme.

—¡Presenciaste otro asesinato!

—Bhehhno, nhhno exhaactammehnteh.

—¿Qué dijiste? —Mamá dio un paso atrás.

Aspiré una bocanada de aire.

—Bueno, no exactamente —repetí—. No la vi realmente siendo asesinada.

Pero los detalles parecieron perderse cuando se volvió hacia Raley y dijo: —Eso
es todo. Queremos protección.

—¡No, no la queremos! —protesté.

—Señora, no creemos que su hija esté en algún peligro inmediato.

—¿Cómo pueden decir eso? —respondió mamá—. Esta es la segunda chica que
ha sido asesinada.

—Les aseguro que estamos haciendo todo lo posible para mantener a los
estudiantes seguros.

—¿Tal vez un viaje? —dice mamá, volviéndose hacia mí—. ¿Te gustaría ir de
viaje?

—Mamá, tengo un examen de trigonometría —protesté. Por no mencionar que


la Bloguera Profunda aún estaba en alguna parte por ahí, con la información que
podía llevarme al verdadero asesino, y yo era la única a la que ella estaba dispuesta a
dársela.

—Podríamos hacer un viaje por carretera. ¿Qué divertido sería eso?

¿Yo y mamá atrapadas en un coche juntas durante horas y horas? Casi tan divertido
como clavar dagas en mis ojos.

—En realidad, señora Featherstone —Raley la corta—, creemos que la mejor


135

cosa para hacer en esta situación es que ella mantenga su rutina normal.

Sí, y quedarme donde él pueda mantener un ojo en mí.


Página
Pasaron otros quince minutos de este tira y afloja antes de que Raley
finalmente convenciera a mi mamá de que no tenía un gran objetivo en mi espalda, y
no necesitaba ni (a) mudarme a miles de kilómetros de distancia, o (b) cambiar mi
nombre y entrar al programa de protección a testigos como Jane Smith de Ohio.

Para el momento en que mamá me metió en la parte trasera de su mini-van y


condujo a casa. Yo estaba fuera de ritmo.

—¿Necesitas hablar? —preguntó Mamá mientras nos deteníamos en la


entrada—. Todavía hay tarta en la nevera.

Negué. Por muy tentador que el espeso glaseado sonara, lo que necesitaba eran
un millón de horas de sueño.

Y averiguar la identidad de Bloguero Profundo.

—Entonces, ¿qué pasó? —preguntó Sam, poniendo su mochila sobre su hombro.

Una pregunta capciosa.

Había estado recibiendo textos y mensajes instantáneos durante toda la


mañana mientras corría la noticia de la muerte de Kaylee. Y, más específicamente, de
mí descubriéndola. Por supuesto, Sam, al estar en el centro de la colmena chismes,
había sido la primera en llamarme, yendo a un coro de “ohporDios”, y “estás bien”, y
luego un poco más de “ohporDios”. Una vez que le había asegurado que estaba bien,
había exigido todos los detalles. Le había prometido entregárselos a ella en la escuela.
Cuando mi mamá no escuchara afuera de mi puerta, dispuesta a enviarme a una isla
desierta al menor sonido de problemas.

—Tú solo, como que, ¿la encontraste? —presionó Sam.

Asentí. —En realidad me tropecé con ella.

—¡Ewwwww! ¡Pobre de ti! —Sam me abrazó alrededor de mi mochila—.


Entonces, ¿qué pasó con ella?
136

Miré por encima del hombro izquierdo. Ashley Stanic y Cole Perkins tenían
sus cabezas juntas, susurrando y mirando hacia mí. Un poco más abajo del pasillo, un
Página
par de mateatletas me estaban lanzando miradas de simpatía. ¡Mateatletas! ¡Dándome
simpatía! ¡A mí!

—No lo sé. —Suspiré, cerrando mi casillero y dirigiéndome al primer período—


. Kaylee estaba muerta cuando llegué allí.

—Raro —dijo Sam, caminando junto a mí—. ¿Cómo murió?

—Yo sólo oí al forense decir que “desangrada”.

Sam arrugó su nariz pecosa. —¿Lo que significa…?

—Ella murió desangrada. Alguien la golpeó en la parte posterior de la cabeza, y


luego se fue.

Sam hizo un simulacro de temblor. —Enfermo.

—No es broma. —Puse mis Nikes directamente en la lavadora cuando llegué a


casa, pelándolos con los guantes de goma de mí mamá para la cocina y poniendo el
agua muy caliente. Luego los lavé de nuevo. Y a pesar de que habían terminado
brillantes, brillando como blanco-nuevo, no había sido capaz de obligarme a
ponérmelos esta mañana, usando Uggs 18 con mi vestido en su lugar.

—¿Qué hay acerca del Bloguero Profundo? —preguntó Sam—. ¿Él se presentó?

Asentí. —Ella. Bloguero Profundo es una chica.

—¿Hablaste con ella?

—Se podría decir.

—¿Qué quieres decir con “se podría decir”?

—Ella salió disparada —le dije a Sam acerca de mi encuentro y del hecho de que
había estado a segundos de conocer la identidad del asesino de Courtney cuando DB
había desaparecido.

—¿Crees que ella vio al asesino en el campo?


137
Página

18
Uggs: Modelo de botas.
Negué. —No es muy probable. Me hubiera dado cuenta si hubiera habido otra
persona por ahí con nosotros. Honestamente, creo que probablemente vio a Kaylee,
se asustó y salió corriendo.

—Eso es una coincidencia, Kaylee siendo asesinada justo donde ustedes tenían
su reunión.

Asentí. —Sí, más que una coincidencia, diría yo. El que mató a Kaylee tiene
que haber sido alguien que sabía que iba a estar allí.

—Bien, así que, ¿quién sabía acerca de tu reunión a medianoche?

—Yo. Tú. Chase. —Pensé de nuevo en el argumento de Chase que había tenido
en el pasillo ayer sobre mi reunión. El argumento muy fuerte—. Y cualquier persona
al alcance del oído de mi casillero.

—O, en la red de textos de cualquier persona con oído —señaló Sam—. Eso no
lo reduce demasiado, ¿verdad?

—No. No mucho. —Lo que nos dejó de nuevo al principio. Una vez más.

Mientras doblábamos la esquina, vi a Chase apoyado contra el marco de la


puerta de mi primer período. Iba vestido hoy con un par de pantalones vaqueros de
cintura baja, y una playera negra con otra negra debajo de mangas largas. Una cadena
colgaba a un lado de sus pantalones vaqueros, y en lugar de sus habituales botas,
llevaba un par de bien-desgastados Chucks19 negros, dándole una vibra moderna de
James Dean20. Mientras que el atuendo podría hacer que cualquier otro se viera como
si se hubiera esforzado demasiado con el “adolescente-melancólico”, en él parecía
completamente auténtico.

—Oye —preguntó mientras nos acercábamos—. ¿Estás bien?

Asentí. —En su mayoría.

—Ella tropezó con el cadáver de Kaylee —suministró Sam.

Chase asintió. —Sí, lo vi.


138

Yo parpadeé. —¿Qué quieres decir con que “lo viste”?


Página

19
Chucks: Converse de bota.
20
James Dean: Fue un actor norteamericano. Siendo icono cultural adolescente de su época.
—Yo estaba ahí. Realmente no crees que te dejaría ir a encontrarte con un
extraño anónimo en medio de la noche por ti misma, ¿verdad?

Rodé mis ojos. —¿En serio? —Aunque, tenga que admitirlo, parte de mí se
sintió un poco cálida ante el pensamiento de él creyéndose a sí mismo como mi
protector.

—¿Por qué no dijiste nada? —pregunté.

—Estaba escondido. Bloguero Profundo quería hablar contigo a solas, así que
me quedé atrás, cerca de la choza de aperitivos. Pensé que podía mantener un ojo en ti
desde ahí y saltar dentro en caso de que algo turbio apareciera.

—Yo diría que un cadáver es bastante turbio —señaló Sam.

—Así es. Tan pronto como oí tus gritos, corrí detrás de ti, pero ese detective
llegó primero. Fuiste inmediatamente escandalosa —observó.

—Sí. Los cadáveres sacan la estrella que hay en mí.

—De todos modos, tan pronto como vi al detective, me fui. Me imaginé que
estabas a salvo, y, bueno, digamos que no tengo la mejor relación con la policía.

Vaya, me pregunto por qué.

—¿Viste a Bloguero Profundo? —le pregunté.

Él asintió. —Despegó hacia el aparcamiento trasero. Traté de seguirlo tan


pronto como vi que estabas bien, pero él había desaparecido para entonces.

—Ella —dijo Sam—. Bloguero Profundo es una chica.

—¿Quién? —me preguntó Chase.

De mala gana, sacudí la cabeza. —No podría decir. Estaba oscuro, y ella estaba
vestida de negro. Pero tenía una voz femenina.

—¿Estás segura?
139

Asentí. —Estoy bastante segura. Ella estaba tratando de disimularlo, pero era
alta. Supongo que podría haber sido un hombre, pero lo dudo.
Página
Frunció el ceño, arrugando la frente en una actitud pensativa. —¿Y ella no te
dijo lo que vio?

—Sólo que vio a alguien entrar en la casa de Josh ese día. Estaba a punto de
decirme quién era cuando ella se fue.

—¿Ella los vio salir?

Me encogí de hombros. —No tuve la oportunidad de preguntar.

La campana sonó, y Sam empujó su mochila sobre su hombro. —El deber


llama. Te veré después de Estadística, ¿bien? —dijo sobre su hombro.

—Te enviaré un mensaje —le prometí.

—Bueno, vamos —me dijo Chase, retirándose de la pared.

—¿A dónde? —Entrecerré mis ojos hacia él.

—Tenemos que localizar a esta chica Bloguera.

—Pero tengo Literatura ahora —protesté.

Él me lanzó una mirada que claramente decía que James Dean pensaba que yo
era una nerd.

—Sáltatela.

—No puedo hacer eso.

—¿Por qué no?

Me mordí el labio. Porque ya lo había hecho dos veces en la última semana.


Una vez más y significaría una nota a casa, sólo una cosa más para que mi mamá
enloqueciera. La atrapé mirando los folletos online de un internado esta mañana.
Tuve la sensación de que estaba a dos segundos de un encierro “bajo supervisión de
paterna”, no me imaginaba lo que pasaría si se enterara de que estaba saltándome las
clases, también.
140

Por otro lado…

No se me había escapado notar que el mar de gente corriendo a clase había


Página

creado un amplio espacio alrededor de su servidora. Aunque la mayoría de la gente


estaba chocando unos con otros, podría levantar las dos manos hacia ambos lados y
no tocar una sola alma. Era como si la muerte estuviera cazando y yo era la zona cero
para el virus. Tuve un mal presentimiento de que mi vida social como la conocía,
había terminado oficialmente. A menos que yo quisiera ser siempre “esa chica”
necesitaba encontrar al verdadero asesino y rápido.

—Bien —finalmente me rendí—. ¿Qué es un día más de delincuencia juvenil?


141
Página
Capítulo 14
Traducido por: Shadowy

Corregido por: Alicadi

—E
ntonces, ¿a dónde vamos? —pregunté mientras seguía a
Chase por el pasillo ahora vacío. Luché contra el impulso
de agacharme en cada ventana de salón de clase que
pasamos.

—Biblioteca —dijo—. Necesitamos una computadora.

Dirigió el camino afuera del edificio principal y a la derecha. No fue hasta que
hizo otra derecha en el estacionamiento lateral que me di cuenta que no íbamos a pie.

—Oh, no. De ninguna manera. —Me detuve en seco.

Chase se dio la vuelta. —¿Qué?

—De ninguna manera voy a entrar en ese auto contigo de nuevo.

Inclinó su cabeza, los inicios de diversión jugando en las comisuras de sus


labios. —¿Y por qué no?

—Porque conduces como un maníaco.

—No lo hago.

—¿Cuántas multas por velocidad has conseguido?

—¿Este mes?

—Descanso mi caso.

—Estoy bromeando —dijo, la sonrisa abriéndose por completo—. Vamos, voy


142

a conducir lento para ti, Abuelita.


Página
Sacudí mi cabeza. —He visto suficientes cadáveres por toda una vida, gracias.
Creo que caminaré.

Se encogió de hombros. —Está bien, como quieras. —Luego gritó sobre su


hombro: —¡Nos vemos allá! —Antes de continuar en su Camaro, metido en la
segunda fila entre dos SUVs usadas.

Tomé la acera de los dos bloques, perfectamente contenta con mi decisión


incluso cuando Chase me pasó rugiendo a una velocidad decididamente no de
Abuelita un par de minutos más tarde. El clima era agradable, la calle desierta, y el
ejercicio físico era una distracción bienvenida de la sesión de ejercicios mentales que
había estado haciendo desde encontrar a Kaylee. ¿Había la misma persona asesinado
tanto a Courtney y Kaylee? ¿Por qué? ¿Había Kaylee sabido algo sobre la identidad
del asesino? ¿Qué había estado haciendo en el campo de fútbol? ¿Y cómo Deep
Blogger encajaba en todo esto? No lo sabía. Y, tristemente, para el momento que
llegué a la biblioteca, no estaba más cerca de averiguarlo.

Me abrí paso al sótano, donde las computadoras de una hora estaban


localizadas. Chase ya estaba escribiendo en uno cerca al final de la fila. Saqué una
silla plástica y me senté a su lado.

—Así que, ¿cuál es tu plan para localizar a nuestra Bloguera Profunda? —


pregunté.

—Vamos a rastrear su dirección IP —dijo sin levantar la vista de la pantalla—.


Debería haber hecho esto ayer cuando el correo entró primero —se reprendió—, pero
estaba un poco preocupado por averiguar lo que tenía que decir.

—Bueno, esperemos que ella todavía se sienta habladora. ¿Cómo encontramos


la dirección IP? —pregunté.

—Aquí está el correo original que envió —dijo, señalando la pantalla—.


Tenemos que rastrear de dónde vino hasta llegar a la bandeja de entrada del
Homepage. —Hizo clic en un par de botones en el lado de la dirección de correo en la
ventana de bandeja de entrada, y otra ventana apareció, creando un encabezado de
143

correo tres veces el tamaño normal, lleno con toneladas de números y puntos en
patrones aparentemente al azar.
Página

—¿Qué es eso? —pregunté, entornando los ojos a la pantalla.


—Es una lista de las direcciones IP de todos los servidores por los que el correo
viajó. —Apuñala su dedo en una línea lo más lejos abajo. —¿Ves esa? Ahí es donde se
originó. Esa es la computadora de Bloguero Profundo.

—¡Genial! —Hice una pausa—. Está bien, entonces ¿qué hacemos con la
dirección IP? Esto no nos dice dónde está ella, ¿verdad?

—Todavía no —respondió. Luego abrió otra ventana—. ¿Cómo vamos de


tiempo? —preguntó.

Miré hacia abajo a la pantalla de mi celular. —Hemos estado por veinte


minutos.

—Perfecto. Bien, ahora buscamos de dónde es la IP en un sitio de búsqueda. —


Abrió una página llamada ARIN Quiénes y escribió la línea de letras en el cuadro de
búsqueda. Un par de segundos después la información de registro para esa dirección
apareció en la pantalla.

Chase la miró fijamente. —Eso no puede ser correcto.

—¿Por qué? ¿Qué dice? —Pregunté, mirando por encima de su hombro.

El nombre en la pantalla era un Edificio de Suministros Jackson. Había una


dirección en el centro de San José listada a su lado.

—Así que ¿algún constructor es Bloguero Profundo? —pregunté. Él tenía


razón. Eso no tenía mucho sentido.

Pero Chase sacudió su cabeza. —La dirección IP es propiedad de esta empresa,


pero creo que sé quién envió el correo real.

—¿Quién?

—Shiloh Jackson. Su papá es el dueño de Edificio de Suministros Jackson.

Ahora eso tenía sentido.

Shiloh y yo habíamos ambas estado en una producción escolar de El Libro de la


144

Selva cuando estábamos en quinto grado —yo como un mono y ella como una
serpiente— pero desde llegar a la escuela media, habíamos ido en direcciones sociales
Página

completamente diferentes. Shiloh era una chica Gótica hasta el final, pareciendo más
vampírica que humana en estos días. Negro sobre negro con negro en lo alto de eso.
Algo así como Chase a la enésima potencia. La única cosa sobre ella que no era negro
medianoche era su piel pálida, con polvo para verse casi mortalmente blanca.

Como puedes imaginar, Shiloh y sus secuaces eran los polos opuestos de las
chicas Color Guard. Los Góticos pensaban que las chicas Color Guard eran clones de
Barbie. Las chicas Color Guard pensaban que los Góticos eran fanáticos de vampiros.
Aun así, las dos facciones mantenían sus esquinas separadas de HHH. Lo cual me
hizo preguntarme por qué Shiloh había estado en cualquier parte de las
inmediaciones de la reina de la castidad el día que murió.

—Entonces, vamos a hablar con Shiloh —dije.

Pero Chase estaba aún negando con su cabeza, mirando la pantalla.

—Sabes qué, voy a dejarte tomar éste sola.

Me congelé, levantando una ceja en su dirección. —¿Y por qué eso?

Se encogió de hombros. —Sólo creo que puedes manejar éste por tu cuenta. Ve
pequeña saltamontes, muéstrame lo que tienes.

Hmm. Chase diciendo que no quería estar presente cuando entrevistáramos a


la persona que podía potencialmente abrir este caso era como Andi Brackenridge
diciendo que no creía en el delineador de ojos. Algo estaba pasando.

Pero, si eso significaba no tenerlo mirando sobre mi hombro, no iba a protestar


para hablarle a Shiloh a solas.

—Haz lo que quieras —dije. Me puse mi mochila en mi hombro—. Te llamaré


más tarde y te dejaré saber lo que averigüé.

—Sí. Haz eso —dijo, su voz distraída, sus ojos todavía en la pantalla.

Traté de hacer caso omiso de la sensación de que me estaba perdiendo algo


mientras me dirigía de vuelta a la escuela.
145

Era la hora del almuerzo antes de que tuviera la oportunidad de rastrear a


Página

Shiloh. Ella y su pandilla pasaban el tiempo en el 7-Eleven a través de la calle de la


secundaria, fumando cigarrillos sin filtro en una muestra de rebeldía desafiante. La
escuela tenía una estricta política de no fumar —era contra las reglas encender un
cigarrillo en cualquier lugar dentro de seis metros de la propiedad escolar.

Los Góticos se sentaban a seis metros y cinco centímetros de distancia,


resoplando como chimeneas. ¡Toma eso, establecimiento!

Levanté mi mochila un poco más alta sobre mis hombros e hice mi camino
hacia su pequeño grupo. Llegué dentro de un metro y medio antes de que todos los
ojos se giraran en mi dirección.

Dos chicos en chaquetas de cuero negro se sentaban al lado de Shiloh y otra


chica que no reconocía. Sin embargo, lo admitiré, difícilmente reconocía a Shiloh. En
quinto grado ella había estado en el lado gordito, con grandes mejillas de ardilla y
hoyuelos. Su cabello marrón claro había sido siempre una cola de caballo, y había
tenido una cosa por las camisetas con temas de Pókemon.

Su camiseta hoy tenía una cabeza de caballo descuartizada de su cuerpo


ensangrentado, publicitando alguna banda de la que yo —por suerte— nunca había
oído. Su cabello era negro fuerte con una raya azul grande pintada a través del frente.
Algo así como una mofeta genial. Llevaba una minifalda negra sobre un par de
medias a rayas blancas y negras y Doc Martens en sus pies. Un suéter negro sujeto
con grandes pines plateados corona el atuendo.

Y mientras que una fina capa de grasa de bebé todavía se aferraba a sus
mejillas, el resto de ella estaba muy delgada. Como, súper delgada. Tenía la sensación
de que el cigarrillo en su mano derecha calificaba como almuerzo.

—Um, hola —dije, caminando hacia ella.

Me dio una mirada en blanco.

Aclaré mi garganta, esperando que el gesto no pareciera tan nervioso como me


sentía. Aunque yo sabía que detrás del maquillaje aterrador y las camisetas con
cabeza de caballo los Góticos eran sólo normales de dieciséis años como yo, los
personajes inspirados de vampiros que estaban actuando eran sólo un poco
146

intimidantes.

—Uh, soy Hartley. ¿De la clase de la señora Edgemon? ¿Quinto grado?


Página
Me miró parpadeando. —Lo sé.

—Oh.

—Eres esa chica que sigue encontrando personas muertas.

Palmada mental en la cara.

—Um, algo así.

—Escuché que encontraste el cuerpo de Kaylee anoche. —El chico a su derecha


elevó la voz. Su piel estaba pintada de blanco, sus ojos bordeados de negro como un
personaje de El Extraño Mundo de Jack.

Asentí a regañadientes. —Sí.

—¿Cómo fue?

—¿Encontrarla? Aterrador, supongo.

Negó con su cabeza. —No, el cadáver. ¿Estaba, como, destripada o algo así?

Negué con la cabeza.

—Oh.

Estaba más que un poco descolocada por lo decepcionado que sonó.

—Um, de todos modos, tengo que hablar contigo, Shiloh —dije.

De nuevo me dio la mirada en blanco. —Bien. Habla.

—Uh, ¿tal vez podríamos ir a algún lugar más privado?

—¿Por qué?

—Tengo un par de preguntas. Sobre bloguear —dije, añadiendo un pequeño


toque-toque, codazo-codazo a mi voz—. Bloguear profundo.

Me sentí ganar una ventaja distintiva cuando se puso un tono más pálida.
147

Con un rápido vistazo a sus amigos, hizo un encogimiento de hombros


engañosamente casual. —Bien. Hablemos.
Página
Podía sentir los ojos de sus compañeros en mi espalda mientras nos movíamos
a unos pasos de distancia. Shiloh dirigió el camino hacia el lado de un edificio,
esperando hasta que nos movimos detrás de un gran contenedor verde antes de
encender otro cigarrillo. Su mano temblaba mientras tomaba la primera calada.

—¿Qué quieres saber? —preguntó, exhalando humo a través de su nariz.

—Tú eres Bloguero Profundo, ¿no?

Shiloh miró sobre su hombro. Luego el otro. Asegurada de que sólo las donas
rancias y el desayuno de burrito que permanecían en el contenedor podían oírnos,
asintió. —Sí.

Un punto para Chase.

—¿Cómo lo averiguaste? —preguntó.

—Rastreamos tu dirección IP.

—Apesta. No pensé en eso. —Tomó otra calada.

—¿Por qué corriste anoche? —pregunté.

—¿Hablas en serio? —preguntó, sus ojos pesadamente delineados abriéndose—


. Me tropecé con un maldito cadáver. ¿Viste la sangre?

Asentí, ignorando la forma en que mi estómago de repente dio la vuelta


mientras recordaba mis Nikes contaminados.

—De todos modos, cuando vi eso, sólo entré en pánico. Corrí, ¿sabes? Quiero
decir, ¿y si el asesino todavía estaba allí?

—¿Lo estaba? —pregunté—.¿Lo viste?

Negó con su cabeza. —La única persona que vi fuiste tú.

Lo cual me llevaba al punto de esta interrogación. —Estabas a punto de


decirme quién mató a Courtney cuando corriste.
148

Ella hizo otra mirada sobre el hombre. Tomó una respiración profunda, luego
una calada profunda de su cigarrillo. —Lo que negaba totalmente la respiración
Página

profunda, si me preguntas.
—Dios, ¿por dónde empiezo? —dijo.

—En cualquier parte que quieras siempre y cuando no huyas de nuevo antes de
llegar a la parte buena.

Asintió. —Tengo un blog. Se llama La Corriente Principal Apesta.

No era el nombre más original, pero asentí, indicándole que siguiera.

—De todos modos, el año pasado las chicas de Color Guard trataron de
hacerme firmar una promesa de abstinencia. Les dije que era un poco tarde para
volver a poner a la virgen en el establo, ¿sabes?

No, no sabía, estando todavía en el establo yo misma. Peor asentí de nuevo de


todos modos.

—Bueno, cuando le dije a Courtney y a sus clones por dónde se podían meter
su promesa, ellas llenaron de papel higiénico mi casa.

—Eso apesta —comenté.

—Mucho. Mi padre tuvo que contratar un servicio de árbol para venir a


eliminar el papel de las ramas superiores del árbol en el frente. Le costó mil dólares.
Lo que significó que en lugar de conseguir un auto este año, estoy atascada montando
la vieja moto de mi hermano. Perra.

Estaba bastante segura de que estaba refiriéndose a Courtney y no a la moto.

—Entonces, ¿el blog? —Solicité.

—Cierto. Sí, así que seguí a Courtney después de la escuela al día siguiente,
con la intención de patear la mierda fuera de su alegre pequeño trasero. Pero en
cambio la vi en una tienda de donas. Rellenando su cara con garritas rellenas21. Por
supuesto ella fue al baño y lo vomitó todo después, pero el video que tomé en mi
teléfono de ella hartándose no tenía precio. Decidí allí que era el mejor rembolso en el
mundo que patear un trasero. Así que, fui a casa y lo publiqué en mi blog en su lugar.
¿Adivina cuantas visitas conseguí?
149

Me encogí de hombros. —¿Cuántas?


Página

21
Garritas rellenas: Son como pasteles muy dulces rellenos de almendras, uvas pasas y en ocasiones queso crema.
—Ochocientas. ¡Eso es como la mitad de la escuela!

—Amiga. —Estaba impresionada.

—No es broma. De todos modos, ahí es cuando empecé a seguir a Courtney y


sus clones de Color Guard sobre una base regular. Conseguí algunas cosas que no
tienen precio, déjame decirte.

No pude evitar preguntar. —¿Cómo qué?

—Aquí, déjame mostrarte —dijo, sacando su teléfono. Unos pocos clics más
tarde y se conectó e inició sesión en su página de blogger. Un fondo negro y palabras
de color rojo sangre le daban una sensación parecida a TMZ22. Sólo que en lugar de la
celulitis de celebridades deportivas ella mostraba a las chicas de Color Guard con sus
faldas accidentalmente metida en sus bragas, dedos en sus narices cuando pensaban
que nadie estaba mirando, y mordiendo hamburguesas con queso.

Me desplazo hacia abajo al artículo destacado de hoy. Estaba titulado “La foto
del día”, debajo de una foto de Caitlyn Calvin con las bragas tragadas en su trasero.

No pude evitar un resoplido de risa. —Lindo —dije, de verdad queriéndolo


decir.

—Gracias. —Sonrió, mostrando esos hoyuelos que recordaba.

—Así que, ¿supongo que estabas siguiendo a Courtney el día que murió?

Asintió. —Sí. Después de la escuela la escuché diciéndole a una de sus clones


que tenía un mensaje de Josh y necesitaba un aventón a su casa. Pensé que tal vez
conseguiría algunas buenas imágenes porque, bueno, todo el mundo sabía que ella
estaba acostándose con Josh.

Todo el mundo menos yo.

—¿Qué pasó?

—Para el momento que llegué allí en mi moto, sabía que ya estaría adentro. Así
que fui a la parte trasera de la casa de Josh para obtener una buena vista de la ventana
150

de su habitación.
Página

22
TMZ: Es un sitio web estadounidense dedicado a las noticias, escándalos y chismes sobre celebridades.
—¿Qué viste?

—Fue difícil distinguir mucho. Todo lo que podía ver de la habitación era un
pedacito entre las cortinas. Pero podía decir que alguien más estaba en la habitación
con ella.

—Éste alguien más… ¿Viste su cara? —Pregunté, inclinándome hacia delante.

Negó con su cabeza. —No. Pero sé quién era.

—¿Cómo?

—Reconocí su ropa. No había duda de él.

—¿Y? —Pregunté, el suspenso matándome—. ¿Quién era?

Shiloh mordió su labio. —Mira, no puedes decirle a nadie que te conté esto. Lo
digo en serio. Si este chico sabe que lo vi, eso es un blanco en mi cabeza. No quiero
estar atascada en alguna cosa de protección de testigo.

Crucé mi corazón con mi dedo índice. —Lo juro. Totalmente confidencial.

Miró sobre ambos hombros de nuevo. —¿El chico que vi? —Se inclina cerca—.
Era Chase Erikson.
151
Página
Capítulo 15
Traducido por: Jo & Kathesweet

Corregido por: Susanauribe

D
e pronto cada conversación que Chase y yo habíamos tenido en los
últimos días sonaron en mi cabeza, tomando un nuevo significado.
Un significado siniestro, me di cuenta, ya que esas piezas de
rompecabezas en conflicto cayeron en su lugar. Todo encajaba perfectamente. Chase
había estado afuera de la casa de Josh el día del asesinato. Habría sido lo más fácil en
el mundo para él entrar a hurtadillas, matar a Courtney, luego volver a salir, creando
una perfecta coartada para él con sus fotos. Había estado vehementemente en contra
de que conociera a Bloguero Profundo la primera vez. ¿Había sido por preocupación
por mi seguridad, como había dicho, o porque realmente estaba preocupado de que
alguien lo hubiera visto entrar a la casa de Josh? ¿Y qué pasa con Kaylee? Había
admitido estar en la cancha de fútbol. ¿Había sido para protegerme o para matar a
Kaylee?

En cada lugar donde había estado un cadáver últimamente, también lo había


estado Chase.

Me sentí enferma.

Y el hecho de que Shiloh estuviera soplando otra nerviosa bocanada de humo


en mi rostro no ayudaba.

—¿Estás segura? —pregunté, realmente, realmente esperando que no lo


estuviera—. ¿Estás segura de que era Chase?

Shiloh asintió tan enérgicamente que sus flequillos negros rebotaron contra su
frente. —Positivo.
152

—Pero dijiste que no viste su rostro.


Página

—Tenía su espalda hacia mí —reconoció.


—¿Entonces cómo puedes estar segura que era Chase? Quiero decir, montones
de chicos podrían lucir como él por atrás.

Lo que no era enteramente cierto, Chase tenía un estilo propio. Sin mencionar
que había muy pocos chicos en nuestra escuela que estuvieran sobre el metro ochenta,
hombros anchos, construidos como ratas de gimnasio, pero vestidos como James
Dean.

—¿Viste su cabello? —pregunté, jadeando—. ¿Te fijaste en su altura, viste un


indicador o algo?

Shiloh sacudió su cabeza. —Dame un descanso, fue sólo un atisbo a través de


las cortinas.

—¿Entonces cómo puedes estar segura de que era él?

—Reconocí la sudadera con capucha que estaba usando. Tenía un águila en la


parte de atrás. Una grande morada.

Sentí mi estómago retorcerse dolorosamente. Tenía razón. Había visto a Chase


usar la misma sudadera.

—Esa sí es la sudadera de Chase —concedí.

—Lo sé. Yo se la di.

Incliné mi cabeza. —¿Tú se la diste?

—Para su cumpleaños el año pasado. Estábamos saliendo.

Miré dos veces, un movimiento digno de una caricatura. —¡¿Chase estaba


saliendo contigo?! —dije. Luego me sentí inmediatamente culpable mientras su
expresión se endurecía—. Lo siento, no quería que sonara así. Estoy segura de que
muchos chicos quieren salir contigo. Eres muy… uh… única.

Lo que, evaluándola de nuevo, de hecho era muy cierto. No sólo única, sino que
también había un aire exótico en ella. Algo prohibido. Y… si quitabas todo el fingido
maquillaje y la ropa funky, Shiloh era de hecho algo linda. Le di una mirada de arriba
153

y abajo. Bien, muy linda. Era delgada con largas piernas que lucían increíbles en una
minifalda (aún si la minifalda estaba cubierta en cierres y alfileres de gancho y las
Página

piernas estaban recubiertas en leotardos de la Malvada Bruja del Oeste). Y, a


diferencia de la mayoría de las chicas delgadas como modelos, ella realmente tenía
pechos. Uno que estaba mostrado en ventaja con la ajustada camiseta de cabeza de
caballo.

Ella era una chica mala, Chase era un chico malo; encajaban perfectamente. No
debería haberme sorprendido el darme cuenta que sus caminos románticos se habían
cruzado en algún punto.

Y no debería haberme importado en absoluto. Y no me importaba. Ese pequeño


agujero en mi estómago no tenía nada que ver con el hecho de que este era el tipo de
chica que realmente era el tipo de Chase. Probablemente era porque me había saltado
el desayuno. Eso era, sólo tenía hambre.

—… y entonces yo… ¿oye, estás siquiera escuchando?

—Sí. —No. Me di cuenta de que me había desconectado totalmente de lo que


había estado diciendo.

—Ajá. Bueno, lo que sea, estaba diciendo que estaba trabajando en la Homepage
el año pasado, y él era el editor, y tú sabes cómo son esas sesiones de tarde en la
noche, ¿cierto?

—Cierto. —No, no lo sabía. Y por alguna razón ese agujero se profundizó por el
pensamiento—. Bien, asumamos que era Chase a quien viste. ¿Por qué el querría
matar a Courtney?

—¿Cómo lo sabría yo? Tal vez fue un accidente. Tal vez ella lo atrapó entrando
a la casa de Josh. ¿No estaban los padres de Josh afuera?

—Sí, ¿y…?

—Momento perfecto para entrar y tomar algunas cosas.

Sacudí mi cabeza. Tenía un difícil momento creyendo que hubiera algo en la


habitación de Josh que le atrajera a Chase. Por el otro lado… ¿qué sabía realmente
sobre el Chico Malo excepto que, bueno, era un chico malo? ¿Sólo que cuán malo era?

—No lo sé —evadí—. Eso no suena como Chase.


154

Shiloh entrecerró sus ojos hacia mí. —Sí, bueno, apuesto a que lo conozco
Página

mucho mejor que tú.


Me mordí el labio. —Eso puede ser verdad, pero…

—Chase es un imbécil. —Saltó Shiloh antes de que pudiera terminar—. Uno


desagradable de dos caras, corazón frío y de reptil.

Levanté una ceja. —¿Tomo eso como que las cosas no terminaron
amistosamente entre ustedes dos?

—Rompió conmigo por Twitter.

—Auch.

—No es broma. Un día todo es genial, al siguiente soy dejada por un tweet sin
razón. Sin explicación. Nada. Qué imbécil —dijo, aspirando otra larga calada.

Lo admito, era una forma bastante insensible de terminar una relación. Por el
otro lado, Shiloh parecía sólo lo suficientemente molesta por eso como para querer
una venganza. Y acusar a otra persona de asesinato es una enorme manera de
vengarse de él.

—¿Estás segura de que tus sentimientos personales no están nublando un poco


tu criterio aquí?

Shiloh me disparó una mirada, luego se encogió de hombros. —Lo admitiré, él


no es mi persona favorita. Pero sé lo que vi. Lo cual es el por qué no le puedes decir a
nadie que fui yo la que te contó esto. Si Chase supiera que fui yo la que lo vio con
Courtney, ¿puedes imaginar cuán cabreado estaría?

Oh - oh.

—Um, sobre eso… —me fui apagando.

Shiloh entrecerró sus ojos hacia mí. —¿Qué?

—Chase fue como el que ubicó tu dirección de IP.

—¡¿Qué?! Cristo, ¿qué parte de “ven sola” no entendiste?

—¡Lo siento! ¿Cómo se suponía que supiera que era él el que no querías que
155

supiera? Quiero decir, tenías que saber que él iba a leer la nota que enviaste al diario.
Página

—Sí, por lo que lo envié anónimamente. Caray. —Shiloh aplastó la colilla de su


cigarro contra la suela de sus Docs e inmediatamente buscó en el bolsillo del lado de
su sweater para sacar otro. Sus manos temblaban mientras lo encendía—. ¡Genial!
Esto es sólo genial —dijo ella, el palo de cáncer moviéndose arriba y abajo entre sus
labios mientras ella comenzaba a pasearse—. ¿Qué voy a hacer ahora? ¡Él sabe que vi!

—Mira, él no sabe nada excepto que tú eres Bloguero Profundo. Sólo le diré que
no viste muy bien al tipo.

Ella se giró hacia mí, los ojos entrecerrados. —Más te vale, Hartley
Featherstone, o voy a perseguirte y golpearte fuera de los sentidos.

¿Cosa aterradora? Le creí totalmente.

—Cierto. Bien. No hay problema. Oye, puedes contar totalmente conmigo.


Bien, bueno, sólo me iré ahora —dije, alejándome lentamente.

—¡Sé dónde vives, Hartley! —me gritó—. ¡Todo esto es tú culpa!

¿Por qué todos creían que tropezar con cadáveres era de alguna manera mi
culpa? Como si me gustara tropezarme con ellos. Como si fuera mi idea de un gran
momento. Confíen en mí, entre usar frenos por mi experiencia escolar completa y
encontrar otro cadáver, totalmente tomaría la tortura de boca de metal.

Sólo que, mientras el asesino siguiera allá afuera, los destinos parecían intentar
a propósito que mi vida apestara como un agujero negro.

Tan pronto volví al campus, le escribí a Sam.

¿Dónde estás?

Treinta segundos después una respuesta vibró mi teléfono a la vida.

La cafetería. ¿Tú?

Necesito hablar. Estaré allí en seguida.

Cinco minutos después, entré a la cafetería. Estaba llena de estudiantes


hambrientos, el sonido conjunto de docenas de conversaciones rebotando contra las
paredes mal aisladas, el olor del espagueti, albóndigas misteriosas, y desinfectante
156

extrafuerte impregnando el aire.


Página
Noté a Sam sentada en una mesa cerca del centro de la habitación con Kyle,
Erin Carter y Jessica Hanson, ambos todavía usando su brazalete de luto. Fui directo
hacia ellos, tomando a mi mejor amiga por el brazo tan pronto la pude alcanzar.

—Oye, necesitamos hablar. Ahora.

—Whoa, relájate —dijo ella, mientras empujaba su caja de jugo orgánico de


uva, derramando la cosa morada en la mesa.

—Es en serio. Esto es, como, de vida o muerte.

Mal elección de palabras. Jessica me levantó una ceja, luego le envió una
mirada a Erin.

—Uh, nosotras nos estábamos yendo de todas formas —dijo Jessica, recogiendo
su bandeja de palos de pizza y espagueti. Le pegó con el codo a Erin, quien hizo lo
mismo, moviéndose a un punto unas mesas más allá junto a algunos chicos del
equipo de atletismo. Y, noté, tomando el camino largo alrededor para evitar acercarse
mucho a mí en el proceso.

Puse mis ojos en blanco.

Pero tenía un pez más grande que freír. Sam y yo probablemente habíamos
estado confabulando con un asesino.

—Probablemente estamos confabulando con un asesino —le dijo a Sam tan


pronto Jessica y Erin estuvieron fuera de alcance.

Kyle arrugó su frente. —¿Qué es confabular?

—Cariño, ¿de qué estás hablando? —preguntó Sam, secando el jugo derramado
con una servilleta de papel.

Rápidamente los puse al día con mi reunión con Shiloh y su revelación de que
el asesino había estado usando la sudadera de águila de Chase.

—¿Dijo que estaba segura de que fuera Chase en la sudadera? —preguntó Kyle
cuando había terminado.
157

—No —concedí—. Dijo que nunca vio el rostro del tipo.


Página

—Así que, ¿no es posible que fuera alguien más? —preguntó Sam.
Me encogí de hombros. —Posible, supongo, pero mucha coincidencia, ¿no?
Quiero decir, ¿él sólo parece estar allí en el momento del asesinato, y el asesino sólo
parece estar usando su ropa? Entonces Chase sólo parece ofrecer ayudarnos a atrapar
al asesino, en su lugar empujarnos completamente fuera del camino real.

—¿Lo ha hecho? —preguntó Kyle.

—¿Ha hecho qué?

—¿Te ha empujado fuera del camino? Quiero decir, como que suena que las ha
estado ayudando.

—Cierto. Lo que es exactamente lo que querría que pensáramos si fuera el


asesino.

—Tiene un punto —dijo Sam—. ¿Y qué hacemos ahora?

—No lo sé. Pero, te diré lo que no haremos.

—Decirle a Chase lo que Shiloh vio.

Como si fuera el momento, las puertas de la cafetería se abrieron y vi a nuestro


más reciente sospechoso entrar.

Caminó al mostrador del almuerzo, tomó una bandeja, y luego empujó un


pedazo de pizza tibia y una Coca-Cola en ella. No exactamente vil, pero supongo que
hasta los asesinos tenían que comer almuerzo.

—Vamos a confrontarlo —dijo Kyle, poniéndose de pie.

Agarré su brazo. —¿Estás bromeando? Siéntate.

Su trasero golpeó la silla con un ruido sordo.

—¿Y qué si estamos equivocados? —pregunté—. ¿Qué si Shiloh estuviera


equivocada? ¡O mintiendo! —Sin embargo, aun cuando lo dije, tenía que tomar esa
teoría en serio. Aún si Shiloh tenía algún rencor herido de exnovia, la mirada en sus
ojos cuando había hablado de ver al asesino había sido miedo puro. Sin dudas sobre
158

eso, había estado asustada de Chase.

Sin embargo, era posible que estuviera equivocada…


Página
Sam se encogió de hombros. —Bien, ¿y qué si es inocente? Lo confrontamos, lo
niega, estamos listos para seguir.

—Error. Si es inocente, sólo lo enojamos completamente y allí va su ayuda para


atrapar al asesino.

—¿Y qué si tenemos razón? —rebatió ella.

―Si tenemos razón, simplemente lo acusaremos de ser un asesino. Eso nos


pone un poco en su corta lista de futuras asesinadas.

Sam arrugó su nariz.

―Buen punto. Es un pierde-pierde.

―Vamos, salgamos aquí ―dije, agarrándola por la manga otra vez y tirando de
ella hacia la puerta trasera.

―Amiga. Esta es una camisa de cincuenta dólares. Si la estiras, me compras


una nueva.

Solté la manga.

―Lo siento.

Pero agaché mi cabeza, las tres corriendo hacia la parte trasera de la cafetería.
Alcanzamos la puerta justo cuando Chase pagaba por su comida y se giraba para
escanear la habitación buscando un asiento. Durante medio segundo pude jurar que
sus ojos estaban buscándome, pero me deshice de ese pensamiento, haciéndolo a un
lado rápidamente.

Tan pronto como salimos al sol mi celular sonó. Bajé la vista a la lectura de
salida. Un mensaje de Chase:

¿Dónde estás?

Me mordí el labio. Así que había estado buscándome.

Ocupada. ¿Por qué?


159

¿Hablaste con Shiloh?


Página
A pesar del hecho de que no estaba ciento diez por cierto segura de creer que
Shiloh en realidad había visto a Chase en la casa de Josh, me había comprometido a
mantener las observaciones de Shiloh confidenciales. Además, era mejor prevenir que
lamentar.

Sip. No fue de ayuda. Ella no vio un CM.

Un segundo después él respondió:

¿CM?

Chico Malo, aclaré.

Unos segundos después mi celular sonó otra vez.

Linda.

De verdad deseaba que dejara de llamarme así. Especialmente si era un asesino.

¿Entonces Shiloh no fue de ayuda?

No, no es una testigo confiable.

Al menos, era seguro para ella si él creía eso. ¿Yo? Tenía una sensación
profunda de que era una testigo muy confiable.

Qué mal.

Estaba a punto de responder, cuando Chris Fret llegó corriendo a través del
patio, dirigiéndose hacia el frente del edificio principal.

―Chicas ―gritó cuando nos vio―. ¿Escucharon?

―¿Escuchar qué? ―preguntó Kyle.

―Hay una furgoneta de las noticias aparcada afuera otra vez ―dijo. Empezó a
bailar hacia atrás―. Dicen que están entrevistando a los estudiantes para las noticias
de esta noche.

―No otra vez ―murmuré.


160

―Vamos a ver si podemos ver esos idiotas en el fondo que saludan a mamá.
Página

―Sonrió Chris, luciendo como si fuera el sueño de su vida ser un idiota.


Lo seguimos alrededor del frente del patio, deteniéndonos cuando llegamos al
césped. Era cierto, una furgoneta de las noticias KTVU estaba aparcada afuera otra
vez, un satélite en su techo, cables cruzando el césped hacia el camarógrafo. Junto a él
se encontraba el interno y un par de centímetros más allá estaba Diane Dancy.
Sostenía un micrófono en una mano y encrespaba su cabello con la otra. A su lado,
Caitlyn estaba revisando su brillo labial en un espejo y posando cuidadosamente para
que la luz del sol pegara en sus iluminaciones justo en el ángulo perfecto.

Un pequeño grupo de personas se habían reunido detrás de ellas, otros


aspirantes a idiotas sacando las lenguas a la cámara y gritando cosas como: ¡Vamos,
Wildcats!

―Probando, uno, dos, tres ―dijo el interno en el micrófono de Diane.

El tipo bajo la cámara le dio un pulgar arriba, y el interno asintió hacia Diane.

Ella sacudió su cabello una vez más, luego miró directo a la cámara mientras el
interno hacía la cuenta regresiva.

―Estamos al aire en cinco, cuatro, tres, dos… ―Luego se calló, apuntando


hacia la reportera.

―Soy Diane Dancy reportando en vivo en frente de la Herbert Hoover High


en San José donde una segunda estudiante inocente ha sido encontrada brutalmente
asesinada esta semana. El cuerpo de la joven y vivaz Kaylee Clark fue descubierto
anoche en el desolado campo de fútbol, brutalmente apaleada hasta la muerte.

Me estremecí mientras recordaba la escena. A pesar de la calidez de la luz del


sol golpeándome, piel de gallina apareció en mis brazos.

―Como la primera víctima ―continuó la reportera―, Kaylee era miembro del


muy popular Color Guard del campus.

El uso del adverbio “muy” fue un poco para llamar la atención, pero era claro
que Diane era una mujer que usaba modificadores para exprimir cada gota de drama
de una situación.
161

Sin embargo, para ser honesta, esta fue una exprimida ligera.
Página

―Tengo a mi lado a una de sus compañeras, Caitlyn Calvin. Caitlyn, ¿cómo


ha te ha afectado esta tragedia?
―Kaylee y Courtney eran mis mejores amigas en todo el mundo ―le dijo a la
cámara―. No sé qué voy a hacer sin ellas.

Exhaló un pequeño sollozo, una sola lágrima rodó por su cara. Aunque noté que
ésta en realidad no fue suficiente para correr su rímel en frente de la cámara. Buen
truco. Me preguntaba si lo practicaba en frente del espejo o era un talento natural de
las chicas de Color Guard.

―¿Qué puedes decirnos sobre las reacciones de los otros miembro de Color
Guard ante la brutal muerte de Kaylee?

―Estamos asustadas, Diane ―dijo Caitlyn―. Está claro que un asesino serial
está eligiendo como blanco a los miembros de Color Guard.

Aunque dos personas difícilmente calificarían como serial, tenía que admitir
que Caitlyn podría tener razón. Había sido más que coincidencia que Kaylee y
Courtney hubieran sido asesinadas. ¿Alguien estaba eligiéndolas como blanco por sus
creencias de abstinencia? ¿Esta no era tanto una venganza personal sino una moral?

¿Y, si lo fuera, eso significaba que el asesino no había terminado? Con


Courtney y Kaylee muertas, había un objetivo obvio que quedaba.

Y aparentemente ella o sabía, ya que miró directo a la cámara, sus ojos


brillando con lágrimas.

―Le imploro a la policía que encuentre a las personas responsables por estos
asesinatos ―dijo Caitlyn―. Porque si no lo hacen… ―Una corta pausa para otro
sollozo―, ¡temo que puedo ser la siguiente!
162
Página
Capítulo 16
Traducción SOS por: Dani & Little Rose

Corregido por: Susanauribe

T
enía que admitir que en la posición de Caitlyn, yo también estaría un
poco asustada. Como la única clon púrpura que quedaba, era
completamente posible que Caitlyn fuera un objetivo fácil.

Esa es la razón por la que, cuando la campana sonó, decidí que tenía que hablar
con ella. Si alguien le guardaba rencor a una Color Guard, ella era la única persona
que tal vez sería capaz de dar algunas pistas. Desafortunadamente, Caitlyn pasó el
quinto período en la oficina del consejero de duelo. Luego en el sexto período tenía
literatura en el ala oeste mientras yo tenía trigonometría en el ala este, lo que quería
decir que para la hora en que sonara la campana final y estuviera libre para acechar a
mi presa, ella ya habría dejado el campus en su lindo y pequeño Volkswagen Rabbit.
(Al menos eso es lo que Ashley Stannic dijo cuando la alcancé en el estacionamiento)
Afortunadamente, de acuerdo con Chris Fret, Caitlyn trabajaba en Hollister en el
Centro Comercial Oakridge después de la escuela los miércoles, jueves, y viernes. El
centro comercial estaba a diez minutos conduciendo por la calle Blossom Hill si
tenías un coche. O a media hora de viaje en bus con los sin hogar y los retrasados
mentales si no lo tenías.

No es necesario decir que, quince minutos más tarde, Sam y yo estábamos


suplicándole por nuestra situación a Kevin.

—Mira, sólo necesitamos prestado el coche por unos minutos. Una hora, como
máximo.

Levantó su cabeza del sofá donde estaba echado, totalmente absorto en una
repetición de Meerkat Manor 23.
163
Página

23
Meerkat Manor: Programa de televisión británico de documentales sobre animales.
—No se los prestaré —dijo, lamiendo masa de brownie de una espátula de
plástico. Había un bol de mezcla en frente de él, una caja vacía y una botella de agua a
su lado sobre la mesa de café. Aparentemente el antojo voraz había llegado antes de
que Kev pudiera hornear sus brownies.

—No iremos lejos —prometí—. El centro comercial está prácticamente al final


de la calle.

—¿El centro comercial? —Levantó la vista, un pequeño globo de cosa dulce


colgaba del costado de su boca—. Es la personificación de nuestra sociedad
materialmente capitalista. No puedo ni siquiera comenzar a decirte los horrores de
los crímenes ambientales y humanitarios que son cometidos en el nombre del
todopoderoso dinero en el centro comercial.

¿En serio? Había una Fábrica de Tarta de queso y un par de grandes tiendas. No
era como si ellos mataran cachorros.

—No compraremos nada —prometí—. Solamente tenemos que hablar con


alguien allí.

—¿Quién? —preguntó, empujando otra espátula llena dentro de su boca.

—Caitlyn Calvin. Trabaja en Hollister.

—¿Hollister? Amigo, ellos, como que, ¡contratan monos para coser sus ropas!

Sam puso sus manos sobre su cadera. —¿Monos? ¿En serio?

Kevin arrugó su frente. —O tal vez niños. Algunos trabajadores no son


realmente geniales.

Vagamente me pregunté si esos brownies eran del tipo “divertido”.

—Mira, sólo necesitamos hablar con ella —dije—, sobre las muertes en la
escuela. Ambas chicas eran sus amigas.

—Amigo. Escuché sobre eso. Tú las encontraste. A ambas. —Me da una larga
mirada.
164

—¡No tuve nada que ver con eso! —protesté.


Página

Entrecerró sus ojos hacia mí. —¿Estás segura?


—¿De qué no maté a dos personas? Sí, bastante.

Afortunadamente, su cerebro estaba demasiado lleno de agujeros para detectar


mi sarcasmo. —Está bien. Si tú lo dices, confío en ti, amiga.

—Entonces… ¿el coche? —preguntó Sam—. ¿Podemos por favor tomarlo


prestado?

Kevin asintió, echando más mezcla de brownie dentro de su boca.

—Sí, seguro. Haz lo que quieras. Pero necesita combustible.

Oh-oh.

—¿Quieres decir aceite vegetal? —pregunté.

Él asiente.

Odié siquiera preguntar… —Está bien. Entonces, ¿dónde conseguimos cinco


galones de aceite vegetal?

—Sugiero Burger Barn.

Oh, chico. El bus estaba luciendo cada vez mejor.

Después de ayudar a Kevin a encontrar sus llaves (“Amigo, como que estaban
aquí justo hace un segundo… oh, allí están. Bajo la mezcla de brownie. Amigos,
¿quieren un poco de mezcla de brownie? Está súper buena”.), Sam y yo decimos una
silenciosa plegaria a los dioses de la canola24 de que tuviéramos suficiente combustible
para conducir tres cuadras hacia Burguer Barn.

Afortunadamente, tuvimos justo lo suficiente, el Volvo dando una tos de


rendición cuando resbalamos en el aparcamiento y nos deslizamos en el lugar. Al
interior, tres chicos manejaban las cajas registradoras; uno de veintitantos con
espinillas, un chico indio con un mostacho que lucía como si necesitara su propia
redecilla y un chico que reconocí de mis clases de Español del cuarto periodo.

—Hey —dije, capturando su atención.


165
Página

24
Canola: Tipo de planta de cual se produce aceite.
Levantó la vista de su caja registradora y bizqueó sus ojos como si negara que
necesita gafas. Un segundo más tarde reconocimiento aclaró en él. —¿La clase de la
señorita González?

Asentí. —Hartley.

—Correcto. Tú eres la que sigue encontrando chicas muertas.

De todas las cosas por las que aspiraba a ser conocida…

—De todas formas —interrumpió Sam, sabiendo que era un tema sensible—,
nos estábamos preguntando si ¿podíamos tener un poco de su grasa?

Levantó una ceja, sus ojos disparándose hacia el mostrador visiblemente


grasoso.

—Para nuestro coche —explicó—. Es un motor SAV convertido, y estamos sin


aceite vegetal.

—Oh. —Pensó por un momento—. Seguro, supongo. Quiero decir, nosotros


normalmente solo tiramos esas cosas.

Anotación.

—¿Cuánto quieres?

—¿Cuánto tienes?

—Tenemos un par de barriles afuera. Encuéntrenme en la parte de atrás —


instruyó.

Lo hicimos, rodeando el edificio hacia la entrada de servicio dónde el Chico de


la Clase de Español salió un minuto después.

Señaló un enorme barril cerca del contenedor de basura. —Ella es toda suya.

El barril era casi tan alto como yo; dos veces más ancho; y tenía una cosa blanca
como pus asomándose en la parte de arriba. Como un grano gigante.
166

Qué afortunadas somos.

—¿Tienen un embudo o algo? —preguntó el Chico de la Clase de Español.


Página
Sam negó con la cabeza.

—Hmmm. —Él acarició su barbilla donde los primeros mechones de una


barbita estaban luchando por crecer—. Bueno, tenemos algunos guantes de plástico en
la parte de trasera. Supongo que podrían simplemente usar sus manos.

Traté realmente duro de suprimir una broma.

Dos minutos más tarde, el Chico de la Clase de Español volvió con un par de
guantes de plástico para preparar comida. Nos da uno a cada una, entonces nos da un
“buena suerte” por sobre su hombro antes de desaparecer de regreso dentro de Burger
Barn.

Sam y yo nos miramos.

—Supongo que deberíamos abrirlo —dijo.

Asentí. —Sip.

Ninguna se movió.

—Está bien. Vamos.

—Bueno —estuve de acuerdo.

—¿Te vas a mover pronto?

—¿Yo? ¿Por qué debería ir primero?

—Es tu novio el que nos metió en esto.

—Exnovio. Además, es el estúpido auto ecológico de tu hermano.

Ambas miramos hacia el Volvo. Luego al barril. Luego a los pequeños guantes
de plástico otra vez.

—¡Está bien! —Levanté mis brazos, rindiéndome—. Iré primero.

Me puse los guantes, luego cerré mis ojos y empujé una mano dentro del tanque
de grasa.
167

Oh. Dios. Mío.


Página
Era suave y blando, y olía como carne rancia. Mantuve mi boca cerrada para
conservar mi almuerzo y tiré un puñado lleno de asquerosidad viscosa dentro del
convertidor de combustible. Eso era, nunca iba a volver a comer nada cocinado en
aceite nunca más.

—¿Es totalmente asqueroso? —preguntó Sam, arrugando su nariz mientras me


miraba.

—Nop —mentí—. Estoy bien. Ven a ayudarme.

Ella lucía un poco verde, pero lo hizo, empujando una mano enguantada dentro
del tanque.

—Oh. Dios. Mío. ¡Esto es demasiado asqueroso!

—Respira por tu boca. No huele tan mal de esa forma.

Asintió, las dos jadeando mientras arrojábamos puñado tras puñado dentro del
convertidor.

Veinte minutos más tarde habíamos arrojado suficiente sustancia pegajosa en


el convertidor para lograr llegar a Oakridge y volver. Saltamos dentro del coche, una
corriente de humo con olor a hamburguesa con queso se arrastró en nuestro camino.
Recé porque nadie conocido nos viera. O nos oliera.

Salvar el ambiente era tan asqueroso.

El Centro Comercial Oakridge es la casa de cada posible tienda en la que


quisieras comprar alguna vez. Target, Macy’s, Old Navy, Sears, como también las
tiendas básicas del centro comercial, incluyendo Hot Topic, Gap y Hollister. También
albergaba un patio de comida, un cine completo, un P.F. Chang’s, una Fábrica de
Tartas de Queso, y un California Pizza Kitchen. Podría vivir felizmente toda mi vida
en este centro comercial.

El único inconveniente era que mientras construyeron más tiendas a través de


los años se quedaron sin espacio para ampliar el aparcamiento. Anduvimos en
círculos por quince minutos completos antes de divisar a una señora con un cochecito
168

cargado y dos niños salir de Target. La seguimos hacia la parte trasera del
aparcamiento (obteniendo extrañas miradas cuando llenamos por completo la sección
Página

más baja de la estructura del estacionamiento con humo de hamburguesa) y


esperamos mientras ella cargaba al niño más grande en la parte de atrás, el bebé en su
asiento, y el cochecito dentro del maletero de su SUV beige. Una camioneta vino por
el otro pasillo, mirando detenidamente nuestro preciado puesto, pero Sam señaló
hacia su intermitente, tocando la bocina agresivamente hacia él, y siguió de largo.
(Estoy segura de que fue la bocina lo que lo hizo, no el hecho de que nuestro humo
estuviera comenzando a nublar el aire).

Una vez que nos apoderamos de la victoria del espacio para aparcar,
caminamos tranquilamente por la vía principal del atestado centro comercial e
hicimos nuestro camino hacia la tienda de Hollister, que se encontraba entre la de
Victoria’s Secret y Borders. Nos detuvimos para disfrutar la imagen del grandioso
chico en la pared del frente usando sólo sus vaqueros Hollister muy abajo antes de
entrar a encontrar a Caitlyn.

La vimos enseguida en el mostrador cerca de la parte de atrás, doblando pilas de


camisetas rosadas con diseños de brillantes signos de paz sobre ellas. (Lindas. Me
preguntaba si estaban en oferta…)

En el momento que los ojos de Caitlyn se levantaron de la camiseta con cuello


en V que tenía en su mano para encontrarse con los míos, gritó.

—¡Tú! ¡Aléjate de mí! ¡Eres un ángel de la muerte! —Retrocedió, poniendo una


mano frente a ella como intentando guarecerse de los espíritus malvados.

Santo cielo.

—Relájate, Caitlyn. No estoy armada.

—Eso no es gracioso. Por tu culpa, dos de mis amigas están muertas.

—¡Yo no las maté!

Pero Caitlyn asintió vigorosamente, aún con una buena distancia de metro y
medio entre nosotras. —Cada vez que te acercas a alguien, muere. ¡Estás maldita!

Esta vez realmente puse los ojos en blanco. —¿En serio?

—Yo no he muerto —señaló Sam—. Y yo estoy con Harley todo el tiempo.


169

Caitlyn se mordió el labio, procesando la lógica de esto. —Debes ser inmune o


Página

algo por el estilo.


Pensé en señalar que Caitlyn pasaba mucho más tiempo con las chicas muertas,
por lo que era más probable que ella fuera el ángel de la muerte y yo no, pero me
imaginé que era mejor no molestar a mi principal testigo. En cambio, intenté
distraerla con halagos.

—Linda camisa —dije señalando la cosita púrpura brillante que llevaba puesto.
Honestamente, se veía exactamente como la que llevaba la última vez que la había
visto. Me pregunté si las compraba al por mayor.

Pero ella fue lo suficientemente vanidosa para picar. —Gracias. Ya se nos han
acabado estas, pero tenemos unas en un estilo más… —me miró de arriba abajo—.
Generoso cerca de la registradora.

Estoy bastante orgullosa de mí misma por haber mantenido la sonrisa.

—Genial. Gracias. Les echaré un vistazo. —Bueno, fue más una mueca—. En
realidad queríamos preguntarte unas cosas. Sobre la entrevista que diste esta mañana.

Al mencionar el debut en KTVU, Caitlyn se suavizó un poco. —¿Lo viste?

Asentí.

—¿Cómo me veía en cámara?

Su inocencia era muy conmovedora.

—Te veías fabulosa.

Ella se pasó el cabello detrás del hombro. —Dijeron que quizás harían una
secuela la semana próxima.

—Dijiste que alguien estaba dirigiéndose a los miembros de la Color Guard —le
recordé—. ¿A qué te referías con eso?

—Bueno, creo que es algo obvio. Primero Courtney, luego Kaylee. Alguien
tiene un problema con nosotras. Simplemente somos demasiado morales.

Podría pensar en varios adjetivos que describieran más específicamente a


170

Courtney, pero tenía que admitir que por todo lo que sabía, ella no era más que lo que
decía ser, una virgen obsesionada con el bronceado perfecto y hacer ondear enormes
Página

banderas coloridas en los partidos de fútbol.


—¿Alguien ha amenazado a Color Guard? —pegunté.

Caitlyn asintió. —Todo el tiempo. Recibimos al menos una carta de odio por
día. Algunos simplemente no pueden soportar que seamos tan buenas.

Imagínense eso.

—¿Alguien en particular? —pregunté—. ¿Alguna amenaza que parezca


particularmente realista?

Caitlyn frunció la nariz, recordando. —Normalmente son anónimas. Pero hubo


una la semana pasada de uno de los góticos. Le gritó “perra” a Courtney cuando
salíamos de Jamba Juica.

Hmm. Era algo loco pasar de gritar insultos a estrangular.

Decidí tomar otro enfoque. —¿Alguna idea de lo que Kaylee podría haber
estado haciendo en el campo de fútbol a esa hora de la noche?

Caitlyn sacudió la cabeza. —No. Lo lamento.

—¿Ella no mencionó que se encontraría con nadie?

Otra sacudida de la cabeza. —No.

—¿Cuándo fue la última vez que hablaste con Kaylee?

—Ayer. Después de la escuela fuimos a hacernos las uñas de las manos y los
pies. Ya sabes, para distraernos del asunto de Courtney.

—¿Y cómo se veía? —preguntó Sam—. ¿Nerviosa o molesta por algo?

Caitlyn puso sus manos en las caderas. —¿Te refieres a algo además de que
nuestra mejor amiga fuera asesinada?

—Claro. ¿Y a dónde fueron después del spa? —pregunté.

—A casa. Dijo que tenía mucha tarea de Química. —Ella me miró—. Algunos
de nosotros realmente nos preocupamos por esa materia.
171

Sí, tendría que averiguar qué era la cosa azul del tubo de ensayo.
Página

—¿Esa fue la última vez que la viste? —pregunté.


Caitlyn asintió. Luego soltó uno de sus sollozos perfeccionados para no
arruinarse el maquillaje. —Ella era una amiga tan buena. No sé qué voy a hacer sin
ella.

Incluso si las lágrimas nunca salían de sus ojos, y su proceso de sanación


incluía tratamientos de spa, le creí. Las chicas de Color Guard viajaban en manadas.
Y Caitlyn de repente se había convertido en un lobo solitario.

—Soy la única que queda ahora —dijo como si leyera mis pensamientos—. Lo
que me convierte en la próxima.

—¿Has recibido alguna amenaza específica? —pregunté.

Sacudió la cabeza. —¿Acaso la muerte de mis dos mejores amigas no es


amenaza suficiente?

Honestamente, yo tampoco andaría caminando por ningún lugar oscuro de ser


ella.

—Mira, debo volver al trabajo —dijo Caitlyn, retrocediendo—, sólo mantente


alejada de mí, ¿sí? No estoy lista para morir.

Puse los ojos en blanco. —No soy el ángel de la muerte.

—Como sea. Tampoco eres un amuleto de buena suerte.

Tenía un punto.

Cuando Sam dobló en mi cuadra para dejarme, vi que Raley estaba,


predeciblemente, estacionado fuera de mi casa, con medio brazo pecoso colgado de la
ventanilla, mientras Daughtry sonaba en volumen bajo de la radio. Lo que, en sí
mismo, era una señal de que era muy viejo para escuchar Daughtry.

Levantó una mano saludándome mientras Sam me dejaba en la acera.

—Hola Hartley —dijo.

Asentí en su dirección.
172

—¿Salieron después de clases?


Página

Volví a asentir.
—¿A dónde?

Me encogí de hombros. —Por ahí.

—¿A hacer qué?

—¿Cosas?

—¿Qué clase de cosas?

—Cosas de adolescentes.

—Lindo auto —dijo cambiando de táctica—. Me da hambre.

Tenía el presentimiento de que todo le daba hambre a Raley. Le di la espalda,


subiendo los escalones de la entrada a la casa. Dejé mi bolso cerca del pie de las
escaleras y entré en la cocina. Me recibió una nota en la mesada:

Hart:

Fui a la clase de Yoga-Pilates. Saca algo del


congelador para cenar.

PD: ¡Mantén la puerta cerrada y no respondas el


teléfono!

Tomé un helado oculto del congelador. (Lo admito, el auto de Kevin también
me daba hambre). Después de todo, mamá dijo que tomara algo del congelador, y si
comía un helado de plátano tendría las proteínas diarias (nueces) y la fruta (plátano).
Eso sonaba como una dieta balanceada para mí.

Tomé mi cena y mi cuchara arriba y abrí mi tarea. Pero aunque intentaba


concentrarme en los trabajos de Química, mi mente estaba en otra parte.

Oh, en realidad, en quince diferentes lugares, como piezas de información que


había ido ensamblando en los últimos días, flotando en mi mente en patrones
parecidos. Nada parecía encajar, y aun así sentía que todo lo necesario estaba frente a
mí.
173

Llevándome más helado a la boca (¿Hay algo mejor que plátano con chocolate?
Dejé química de lado y tomé un Sharpie y un cuaderno.
Página
En los programas policiales, había tres cosas que los detectives siempre
buscaban: medios, motivos, y oportunidades. Escribí las tres cosas en el cuaderno.

Me concentré en lo primero. En este caso, medios era una locura. Todo el


mundo en laHerbert Hoover High tenía unos audífonos de iPod. Y, aunque no sabía
exactamente con qué habían golpeado la cabeza de Kaylee, la colección de grandes
piedras ya disponibles fuera del campo de fútbol decían que no sería muy difícil
encontrar un arma.

Lo que me dejaba motivos y oportunidades.

Desafortunadamente, oportunidades sonaba igualmente extenso como medios.


Por ahora Andi Brackenridge era la única a quien interrogamos que tenía una
coartada medianamente sólida. Además, parecía tener más motivos para tener a
Courtney viva que muerta.

Lo que me dejaba preguntándome quién tendría un motivo para matar a


Courtney.

Siloh dijo que había visto a Chase yendo a la casa de Josh antes de la muerte de
Courtney. Si eso era cierto, ¿qué motivo tenía Chase para matar a Courtney?
Claramente no se movían en los mismos círculos, y me costaba imaginar a Chase
como el tipo de Courtney. Era la antítesis del perfecto Josh. Claro que Courtney no
se interesaría en un chico como Chase.

¿Y cuál es la conexión? ¿Por qué Chase querría a Courtney muerta?

No lo sabía. Pero una cosa era segura: era momento de averiguar si Chase era
un amigo o un enemigo.

Capítulo 17
Traducido por: Susanauribe & Vero
174

Corregido por: Yonoestoyloca


Página
E
l día siguiente fue sábado, lo cual significaba (a) SIN escuela, (b) sin
tareas y (c) el perfecto día libre para hacer un poco de investigación de
un chico malo taciturno. En lugar de ir a donde Chase y llamarlo
asesino, Sam y yo decidimos que la mejor manera de descubrir si él tenía tendencias
homicidas era buscando en su habitación. Si había cualquier evidencia de que había
matado dos personas, ese era el lugar más probable donde estarían.

El único problema es que necesitábamos que Chase saliera de la habitación


llena de evidencia. Afortunadamente, tenía un plan. Sam y yo compusimos una nota
anónima de nuestra autoría, enviándosela por e-mail a Chase de la computadora de
Kevin:

Sé quién es el asesino. Encuéntrese conmigo en Starbucks a la 1 P.M.

Chase vivía a unos buenos diez minutos de Starbucks (aunque, por la manera
en que conducía, hacía un promedio de cinco) y probablemente esperaría al menos
diez minutos antes de que se diera cuenta de que había sido retado y luego le tomaría
otros cinco minutos conducir. Supuse que teníamos al menos unos sólidos veinte
minutos para buscar en su hogar.

Una vez que establecimos el escenario, Sam y yo rogamos por una hora con la
máquina verde de Kevin (tuvimos que prometerle traerle más mezcla para brownies
esta vez) y para las 12:50 en punto, estábamos aparcando en Beacon Street.

La cinta de escena del crimen había desaparecido de la casa de Josh, aunque


noté que el césped había comenzado a crecer y que las ventanas seguían cerradas
contra el cálido sol, una señal de que sus padres no habían podido regresar de Alaska.
Aunque sólo habían pasado cinco días desde el asesinato de Courtney, todo el lugar
parecía desierto y triste. Me pregunté si alguna vez se sentiría igual, considerando lo
que había pasado en sus paredes. Personalmente, si yo fuera Josh, dormiría en la sala
por el resto de mi vida en vez de pasar otra noche en esa habitación.

Sam y yo pasamos la casa de Josh y aparcamos en la esquina, justo fuera de


vista de la casa de Chase. Saltamos del auto y pusimos vigilancia detrás de un seto
verde esculpido con forma del cabello de una muñeca troll.
175

Espié por el seto. El Camaro de Chase todavía estaba aparcado en el camino de


entrada. Todavía no se había ido. Retrocedí.
Página
—Él sigue aquí —le susurré a Sam.

Ella asintió. Miré a mi móvil, 12:53. Se le estaba acercando la hora.

Ya fuera eso o que él no creyera que el e-mail fuera real (buenos instintos) y
estaba ignorándolo todo. Estaba a punto de decir la teoría número dos y por rendirme
cuando escuché el sonido de un auto sin un sonido de mofle encendiéndose. Sam y yo
miramos por el arbusto una vez más, justo a tiempo para ver a Chase saliendo del
camino de entrada. Nos agachamos de nuevo, haciéndonos tan pequeñas como
pudiéramos mientras él pasó junto a nosotras. Afortunadamente, él estaba demasiado
absorto en hundir el acelerador hasta el fondo (12:58. Seriamente, ¿él va a estar allí en
dos minutos? Realicé una pequeña oración por aquellos que estuvieran en la vía con
él) para notar a dos chicas tratando de mezclarse en la naturaleza.

Fase uno, exitosa. Tiempo para la fase dos de nuestro brillante plan: conseguir
traspasar las unidades parentales de Chase y llegar a su habitación.

Me escondí en el borde de su casa justo cuando Sam caminó por los escalones y
golpeó la puerta delantera. Un momento después fue abierta por un chico mayor con
cabello delgado y una prominente barriga de cervecero.

Le dio una mirada expectativa a Sam. —¿Puedo ayudarte? —preguntó con un


profundo barítono.

—Uh, hola —respondió Sam de manera nerviosa—. Estoy súper, súper


arrepentida, pero… ¿es ese su auto estacionado en la curva? —Señaló al sedán
estacionado justo en la derecha del camino de entrada.

Él hombre asintió. —Sí, ¿por qué?

—Creo que acabo de chocarlo con mi auto.

—¡Qué!

Sam se acobardó con la alta voz del chico pero estuve orgullosa al verla
apegarse a la historia que creamos.

—No creo que lo haya rayado o algo así, ¿pero tal vez debería venir a ver verlo
176

para estar seguro?


Página
—Genial —murmuró Papá Chase, dejando el porche para seguir a Sam por los
escalones.

Como lo esperábamos, toda la atención de él estuvo enfocada en su precioso


bebé. Ni siquiera se concentró en la chica deslizándose por la esquina, por la puerta
delantera abierta y a su casa. La TV estaba encendida en la sala, un juego de los
Giants sonando. Escuché sonidos en la cocina como si alguien estuviera descargando
el lavaplatos. Rápidamente me escabullí por las escaleras y por el pasillo hacia la
habitación de Chase y me deslicé dentro.

Fase dos completada. En fase tres: recolección de evidencia.

Me tomó un momento estar de pie detrás de la puerta de la habitación cerrada y


contuve mi aliento mientras miré alrededor. Los mismos posters de bandas me
saludaron, chicos sacando sus lenguas y chicas vestidas casi con nada junto a los
sacadores de lenguas. La mesa todavía estaba llena con equipo de cámara, pero la
cama no estaba hecha hoy, mostrando un set de sábanas de Star Wars contra un
edredón negro. Sí. Star Wars. Le sonreí a la pequeña grieta en la armadura de
genialidad de Chase.

Decidí comenzar con el escritorio, excavando en el primer cajón. Bandas de


goma, clips para papel, una engrapadora y dos blocs de papel. Una tenía garabatos de
pequeñas caricaturas de chicos cargando armas de varios tamaños. No exactamente
corazones amistosos o arcoíris pero no necesariamente del todo diferente de lo que
otro chico en mi clase dibujaría. Un revoltijo de lapiceros sin sus respectivas tapas
estaban a un lado y una pega azul rodeaba el cajón. Nada que probara que Shiloh
tenía razón en cuanto a Chase siendo el asesino.

De nuevo, nada probaba que ella no lo fuera.

Me moví al segundo cajón. Este contenía una colección de fotografías. La


mayoría a blanco y negro, capturando varias formas arquitectónicas y sombras.
Estuve asombrada al encontrar una serie de retratos entre las cosas artísticas. La
primera era de un chico mayor en un banco en el parque. Estaba sentado solo, sus
hombros encorvados, una mirada distante en sus ojos que inmediatamente me
177

hicieron sentir nostálgica por un tipo que en verdad no había conocido. Era una
escena simple, pero la emoción que Chase había capturado era sorprendentemente
Página

poderosa. Seguí con la otra foto. Esta era el extremo polar de la anterior al principio,
mostrando a un niño en unos juegos. Estaba colgado al revés, la mirada de pura
alegría en su rostro tan inocente que no pude evitar sonreír también. Chase
definitivamente tenía un don para capturar el momento.

El clic de la puerta delantera me alejó de mis pensamientos. Sam se había


soltado y Papi estaba de regreso con su juego de beisbol. Miré a mi celular, 1:05.
Estaba con tiempo prestado.

Regresé las fotos a su lugar y crucé hacia el librero en la pared opuesta,


escaneando su contenido por algo que gritara “asesino en serie.” Incliné mi cabeza
para leer los títulos de los libros en su estante. La rebelión de Atlas, Cannery Row,
Trampa 22. No sé qué clase de material de lectura esperaba encontrar pero estaba
impresionada. Era un verdadero lector. Ninguno de estos fueron asignados en la lista
de lectura de nuestra escuela.

Al lado de los libros había un par de carpetas negras, sus portadas rasgadas y
con cartulinas dentro saliéndose por los bordes. Claramente bien usadas. Saqué una
del estante, abriéndola. Hojas escritas a mano con letras desastrosas y sosas llenando
los papeles rayados. Entrecerré con los ojos con la página, tratando de leer la primera,
diciéndome que tal vez podría ser una confesión en vez de admitir que sólo estaba
formando un alboroto por el asunto.

Cuando el viento invernal mueve su cabello

Rayos de sol llenan mi alma.

Cuando el otoño nubla las luces de sus ojos,

Las promesas de la primavera florecen en mi corazón.

De. Ninguna. Manera

¡Era un poema de amor! ¿Quién sabría que el Chico Malo tendría un lado dulce? Pasé
178

la página. No pude evitarlo. Era otro poema, este más oscuro, sobre una sombra
cayendo en el mundo. El siguiente parecía una analogía entre olas en la arena
Página
borrando huellas de pisadas como un nuevo amor eliminando los recuerdos de uno
viejo.

Estaba tan absortada en leer en su carpeta de reflexiones que casi no escuché el


sonido afuera de la ventana.

Casi.

—¡Graznido! ¡Graznido!

Me congelé. No. No me digan que Sam acaba de…

—¡Graznido!

Crucé hacia la ventana, arrastrando la sábana negra que sirvió como cortina
improvisada. Pestañeé contra la repentina entrada de luz en la Habitación
Medianoche, mirando hacia abajo. Justo debajo, en la puerta de afuera, estaba Sam,
saltando hacia arriba y abajo moviendo sus brazos.

—¡Graznido!

Abrí la ventana. —¿Qué estás haciendo? —siseé.

—Haciendo un llamado de ave para llamar tu atención.

—Ese es el peor sonido de todos. ¿Graznido? ¿Qué ave en verdad dice eso?

Ella negó con su cabeza, moviéndose más violentamente. —¡Él está aquí! —
dijo.

—¿Él?

—¡Chase! Acaba de estacionarse y… —Dio la vuelta—. Oh, demonios.

Y con eso se metió detrás de su arbusto de begonias.

Oh-oh. Para nada bueno.

Consideré brevemente saltar por la ventana pero dado que (a) Estaba a un piso
del suelo sin un árbol de ayuda y (b) estaba oscuro, el pensamiento fue de corta
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duración.
Página
En cambio, metí la carpeta de nuevo en el estante y rápidamente escaneé la
habitación para encontrar un lugar donde esconderme. ¿En el armario? Abrí las
puertas. Y fui saludada por una pila de ropa sucia al menos tan alta como yo. Ew.

Me di la vuelta. Está bien, ¿qué tal el escritorio? Me arrodillé en manos y pies,


pero sólo pude hacer que entrara mi trasero debajo de este, mi cabeza saliéndose por
un lado.

Lo cual sólo dejó otro lugar más. Debajo de la cama. Sólo Dios sabía qué clase
de experimentos de ciencia vivían debajo de la cama de un adolescente. Me detuve,
tratando de pensar en una alternativa.

Luego lo escuché. Una voz en el otro lado de la puerta murmurando algo, y la


voz de Chase en respuesta.

—Ayer envié el papeleo.

Más murmullos.

—Sólo me falta el ensayo de ingreso.

Levanté el mullido cobertor negro y contemplé el oscuro abismo de debajo. Era


ahora o nunca. Tomé una profunda respiración, recé para no tocar nada asqueroso o
peor, vivo y me arrastré boca abajo debajo de la cama. Mi pie derecho se encontró con
la pared y mi izquierdo tocó algo suave y baboso. Ahogué un gemido. Pude notar los
olores mezclados de pizza y el gimnasio de la escuela. Me mordí el labio,
preguntándome si tal vez el armario no hubiera sido tan mala idea después de todo.

Sólo que no tuve la oportunidad de actuar en mi segunda opción cuando la


puerta se abrió y un par de botas negras entraron en la habitación. Estaba bastante
segura de que estaban conectadas al cuerpo de Chase, pero desde mi punto de ventaja,
sólo eran zapatos.

Los vi cruzar desde la puerta hacia el escritorio y escuché el sonido de algo


siendo depositado en su superficie. Una mochila cayó al suelo, enviando una oleada
de motas de polvo hacia mí. Contuve mi aliento, dispuesta a no estornudar. Escuché
unos cuantos sonidos más, una par de clics, un sonido de golpe, un tamborileo.
180

Honestamente podía haber estado tocando la batería o construyendo un modelo de la


Mona Lisa, no tengo idea.
Página
Luego los pies se movieron de nuevo y escuché el sonido de ropa moviéndose.
Luego vi una camiseta negra cayendo al suelo. Contuve mi aliento. ¿Podría ser que
estuviera siendo testigo de Chase desvistiéndose?

Está bien, supongo que estaba escuchando más que presenciando pero todavía
se sentía un poco mal.

Y un poco emocionante al mismo tiempo.

Mala Hartley. Dios, no estaba interesada en ver a Chase desnudo. No me


importa qué clase de abdominales formados habían escondidos bajo sus camisas
negras, aunque estaba bastante segura de que era apretados y ardientes por la forma
en que sus camisas se le pegaban.

Oh, Dios. No quería verlo desvestirse.

Tanto, de hecho, que cuando un cinturón cayó al suelo, no pude evitar


moverme un poco hacia adelante, levantando la esquina de la sábana de Star Wars
colgando en mi rostro y mirar por ahí.

Alcé la mirada…

…y vi que mis oídos no me habían traicionado. Chase, estaba, de hecho,


desnudo de la cintura para arriba.

Y tenía, en verdad, abdominales formados. Unos bastante, bastantemente


buenos. Para alguien que hacia lo posible por evitar cualquier rayo de luz en su
habitación, no tenía idea de cómo había conseguido un bronceado tan genial y parejo.
Pero lo tenía. Un color miel y cálido. Excepto en el dobladillo de sus jeans donde se
desvanecía a un color uniforme y pálido justo antes de que sus pantalones nublaran el
resto de mi vista.

Mordí mi labio, mortificada por admitir la clase de pensamientos que estaba


pasando instantáneamente por mi mente. Como que si Josh tuviera unos
abdominales así, las oportunidades de seguir virgen serían significativamente
menores.
181

Miré mientras Chase se inclinó hacia abajo y desató los cordones de sus botas,
tirándolas a un lado. Un minuto después, se quitó los calcetines también, enviándolas
Página
a la misma pila. Y luego hizo lo impensable. Sus manos fueron a los botones de sus
jeans.

Oh, no.

Por favor, no. No los pantalones…

Okey, esto estaba mal. Oficialmente era una espía Tom 25. O una Hartley. O
como quieras llamarme. Pero no pude quitar mis ojos de sus dedos, lentamente
desabotonando el botón superior de sus jeans, dándome mi propio show privado,
mientras movía mi pie con algo suave y bizarro en mi dedo derecho y grandes motas
de polvo sobando mi nariz.

El botón se abrió y rogué porque Chase estuviera usando un par de bóxer


grandes y anchos. No tal suerte. Mis ojos estaban pegados, como si estuviera viendo
un accidente de autos mientras bajó el cierre unos centímetros.

No había dobladillo de bóxer.

No había dobladillo blanco pegado.

Chase estaba continuando.

—¡Detente! —grité. Cubriendo mis ojos con una mano mientras me arrastré de
debajo de la cama.

—¡Santa… —Chase saltó hacia atrás varios centímetros, golpeando su escritorio


y enviando un fajo de fotos hacia el suelo.

—¡No bajes ese cierre! —exigí, mis manos todavía sobre mis ojos.
(Principalmente. ¿Estaba mal mirar un poquito?)

—Dios, Hartley —murmuró Chase.

Estuve agradecida de escuchar el sonido de un cierre subiendo rápidamente y


destapé mis ojos cuando Chase volvió a ponerse el botón, pareciendo preocupado por
primera vez desde que lo había conocido.
182

—¿Qué estás haciendo? —gritó. Una vena que no había notado antes saltando
en el lado de su cuello.
Página

25
Tom Peeping: Es un personaje que se tiene por mirón. Se dice que no pudo aguantar las ganas y miró Lady Godiva
por un agujero.
—Um... escondiéndome.

—¿De?

—De ti.

—¿Por qué?

—Así no sabrías que irrumpí en tu habitación para buscar evidencia.

Por qué mi cerebro escogió este momento para empezar a arrojar la verdad, no
tenía idea. Sólo deseaba que se detuviera pronto. Y yo que había pensado que había
llegado a ser una mejor mentirosa en los últimos días, también.

—¿Evidencia de qué? —Preguntó, entrecerrando los ojos hacia mí.

—De que tú mataste a Courtney y a Kaylee.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, luego se estrecharon de nuevo. Muy


estrechos. Cruzó los brazos sobre su pecho desnudo.

(Lo cual, por cierto, hizo que sus bíceps se abultaran de una manera muy
distractora.) —Tienes que estar bromeando.

En ese momento, yo deseaba un poco que así fuera.

—¿Todo bien ahí dentro? —Escuché desde el otro lado de la puerta.

—Sí, papá. Bien —dijo Chase. Aunque la forma en que estaba mirándome a
través de las pequeñas aberturas de los ojos en realidad no parecía tan bien para mí.
Al parecer, lo tomó como un uso liberal de la palabra como yo lo hice.

—Uh... ¿lo siento? —le dije, aunque salió más como una pregunta.

—¿Lo siento? ¡Lo siento! Dios, Hartley, ¿qué podría haberte hecho pensar que
era el asesino?

Agaché mis hombros. —Alguien te vio.

Él arqueó una ceja. —¿Me vio qué?


183

—Entrando en la casa de Josh después de que Courtney lo hizo.


Página

—Se equivocaron.
Negué con la cabeza. —No, ella estaba muy segura.

—¿Ella? —preguntó, pesimismo en la palabra—. No sería Bloguero Profundo,


¿verdad? ¿Shiloh?

Me mordí el labio. Luego con mucho cuidado moví la cabeza en sentido


negativo. —No.

—Por el amor de... Hartley, rompí con ella. —Supongo que no era tan buena
mentirosa como esperaba—. Está enojada conmigo —continuó.

—Dije que no era ella.

Él me dio una mirada de “di la verdad”.

—Está bien, está bien. Tal vez fue ella.

—Y tal vez te dijo que maté a Courtney por algún sentido enfermo de
venganza. Tal vez ella creo todo esto de Bloguero Profundo para vengarse de mí.

—Dijo que rompiste con ella por Twitter.

Chase, se pasó una mano por el pelo. —Hubo más que eso. Nuestra relación era
complicada, ¿de acuerdo? Y, honestamente, no podía soportar otro enfrentamiento
con ella. Así que, sí, lo terminé. Es por eso que está haciendo esto sobre mí ahora.

—No lo sé. Parecía realmente asustada de ti.

—Está en el club de drama. Estaba actuando asustada.

—No se sentía como actuación para mí. Y conozco sus dotes interpretativas. Su
serpiente no era tan buena.

Chase me lanzó una mirada. —¿Serpiente?

Pero antes de que pudiera explicarlo, negó con la cabeza. —¿Sabes qué? No
importa. Puedo decirte a ciencia cierta que no era de mí de quién estaba asustada.

—Ella vio tu sudadera con capucha de águila.


184

Chase, fue al armario, lo abrió y cogió el objeto en cuestión.


Página
—¿Este? Probablemente hay docenas de otras personas en la escuela que tienen
esta. No es precisamente única en su clase, sabes.

Me mordí el labio. Buen punto. No había pensado en eso.

—¿Estás seguro? —le pregunté.

—¿Que no soy un asesino? Sí, bastante seguro.

—Lo siento. —Y esta vez quería decirlo en serio de todo corazón.

Especialmente la forma en que la ira se había desvanecido un poco de sus ojos y


había sido sustituida por algo mucho peor.

Dolor.

Yo apesto.

—Realmente, realmente lo siento —dije de nuevo. La ironía de lo parecida a


Josh que sonaba en ese momento no se me escapó.

Chase abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera, estalló un sonido
desde el exterior.

—¡Caw! ¡Caw, Hartley, caw!

Chase, entrecerró los ojos. —¿Sam?

Asentí. Luego me acerqué a la ventana y llamé a Sam. —Puedes dejar de


graznar. Me atrapó.

—No está asesinándote ni nada, ¿verdad?

Miré a Chase. No podía prometer que el pensamiento no había pasado por su


cabeza…

—No, estoy bien.

—Oh. Bueno, en ese caso, voy a traer el auto.


185

—¿Sam también cree que soy un asesino? —preguntó Chase mientras entraba
mi cabeza por la ventana.
Página

Asentí. Lentamente.
—Genial.

—Mira, lo siento tan... —comencé, pero él no me dejó terminar.

—Lo que sea. Sólo sal de aquí.

Abrí la boca para decir algo más, pero me di cuenta que más allá de lo siento,
no sabía muy bien qué decir. Así que asentí, y luego me escabullí de su habitación con
mi proverbial rabo entre las piernas. Su padre levantó la vista brevemente mientras
me abría paso a través de la casa y salía por la puerta principal, pero estaba demasiado
absorto en el juego para preocuparse exactamente por donde había venido.

Cerré la puerta detrás de mí, justo mientras Sam se detenía con una tos con
olor a hamburguesa.

—¿Fue mi llamada del pájaro que lo delató?

Sacudí la cabeza, transmitiendo el striptease que había roto mi cubierta


mientras conseguí entrar.

—Amiga —dijo, cuando terminé.

—Lo sé.

Sam sacudió la cabeza hacia mí. —Yo lo habría dejado acabar completamente.

—Confía en mí, estuve tentada.

—Entonces, ¿supongo que no es el asesino?

Encogí los hombros. —Él dice que no.

—¿Y le creíste?

Asentí. —Sí. Mayormente.

—Está bien, si el asesino no es Shiloh y no es Andi y no es Chase, entonces,


¿quién es?

Esa era la pregunta del millón de dólares.


186
Página
Capítulo 18
Traducido por: Kathesweet

Corregido por: Xhessii

R aley estaba, como de costumbre, aparcado en frente de mi casa cuando


llegué. No me molesté con bromas ingeniosas. De hecho ni siquiera le
di un segundo vistazo. Él era parte del paisaje en lo que a mí respecta.
Casi tan interesante como los arbustos de azalea junto a la acera. No estoy segura que
me mirara con la misma falta de interés, sus ojos fijos en la parte posterior de mi
cabeza mientras abría la puerta del frente, pero al menos no salió y me persiguió.
Gracias a Dios por los pequeños favores.

Pero tan pronto como entré por la puerta, me di cuenta que podría haber
necesitado un favor más grande.

―Hartley, ¿dónde has estado? ―Mamá me agarró por la cintura, haciendo su


imitación de boa constrictor otra vez.

―Um, ¿afuera? ―Logré decir con mi último aliento.

Me liberó e hizo una rápida valoración de mi persona buscando algún


traumatismo. Sin encontrar alguno, su expresión hizo un cambio rápido, la
preocupación remplazada instantáneamente por ira. Mucha ira.

―Maldición, Hartley, ¡hay un asesino allí afuera!

―Vaya. ¿Acabas de maldecir, mamá?

Me ignoró, sacudiendo la cabeza.

―No puedes simplemente ir “afuera.” No es seguro.


187

―Estoy bien, mamá.

―¿Por qué no me dijiste que ibas a salir de la casa esta mañana?


Página
―Nunca te digo cuando voy a salir de la casa.

―¡Estaba muy preocupada!

―Tenía mi celular conmigo. ―Lo saqué y miré la pantalla. Dieciocho llamadas


perdidas. Ups―. Oh. Supongo que lo tenía en silencio. Lo siento.

―¡Casi llamo a la policía, Hartley!

―La policía ya está afuera de nuestra casa.

―Tú no vas a… ―continuó mamá, ignorando completamente mi lógica―,


salir de la casa otra vez sin mi permiso. No vas a “afuera.” No vas a desaparecer sin
aviso.

―No desaparecí…

―No vas a ninguna parte sin un padre presente. ¿Estoy siendo clara?

Como el cristal.

―Genial. Algún chico está matando y yo soy la que está bajo arresto
domiciliario.

Mamá me miró.

―Hablo en serio, Hartley.

Yo también, pero no creía que ahora fuera momento de señalar eso. Asentí,
haciendo lo mejor para parecer que en realidad podría cumplirlo.

No me entiendan mal, la mayoría del tiempo no tengo mayores problemas con


mamá. Seguro, ella es una loca por la soya, y un poco neurótica, pero está haciendo lo
mejor con eso de ser madre soltera y, honestamente, en lo que a padres respecta,
podría ser mucho peor. Así que mi acto de rebelión en este momento no tenía nada
que ver con alguna necesidad profundamente arraigada de desafiar la autoridad
parental y todo que ver con el hecho de que (a) un asesino estaba suelto, y (b) estaba
arruinando mi vida sistemáticamente.
188

Fugazmente me pregunté si ese era el motivo verdadero del asesino (aplastar la


vida social de Hartley un pequeño paso a la vez) pero aún no era lo suficientemente
Página

egocéntrica para creerlo verdaderamente. En su lugar, tuve que asentir ante mamá y
escucharla decir que hablaba “completamente en serio” unas cien veces más mientras
me servía un falso BLT (bulgar 26, lechuga y tomate), antes de que finalmente me
dejara escapar a mi habitación.

Abrí la puerta y encendí la luz…

Y grité.

Sentado en medio de mi cama, luciendo absolutamente terrible, estaba Josh. Se


levantó de un salto ante el sonido de mi chillido.

Aparentemente, mi mamá también se levantó.

―¿Hartley? ¿Estás bien? ―gritó mamá. Podía escucharla subiendo las escaleras
de dos en dos.

―¡Bien! Lo siento… pisé una grapa. ¡Ay!

―Oh. ―El elefante subiendo las escaleras se detuvo―. Muy bien. ¿Necesitas
una bandita o algo?

―No. Estoy bien. Gracias. ―Cerré rápidamente la puerta detrás de mí.

―¿Qué estás haciendo aquí? ―le siseé a Josh.

―No quería asustarte ―dijo, lanzándome una sonrisa avergonzada―.


Simplemente… me quedé sin lugares a los cuales ir.

Aunque mi ritmo cardiaco se había reducido de los niveles de un adicto a la


cocaína, éste todavía estaba rondando la región de los cincuenta Red Bull. Tomé un
par de inhalaciones profundas para ralentizarlo mientras le daba una buena mirada a
Josh. Sólo habían pasado tres días desde la última vez que lo había visto, pero la
diferencia era notable. Estar a la fuga era una vida difícil. Tenía círculos oscuros bajo
sus ojos como si no hubiera sido capaz de descansar, sabiendo que toda la fuerza
policial de San José estaba detrás de él. Tenía una fina línea de barba a lo largo de su
mandíbula que parecía completamente extraña a su apariencia de “chico de al lado”,
su ropa estaba arrugada y un poco gris. Y tampoco olía demasiado bien.
189
Página

26
Bulgar: Se hace remojando y cocinando el grano de trigo entero, secándola y luego eliminan de parte del salvado y
quiebran el núcleo restante en trozos pequeños.
―¿Dónde has estado escondiéndote? ―pregunté, sentándome en la cama.
Aunque no demasiado cerca. (¿Mencioné el hedor?)

―Aquí y allí. Anoche dormí en el parque.

¿Como una persona sin hogar? Tanto como lo odiaba por todo lo que había
sucedido en la última semana, de repente me sentí ridícula por pensar que mi vida
estaba siendo arruinada. Al menos yo tenía una cama cálida y comidas caseras de
soya sin fin.

―¿Tienes hambre? ―pregunté―. Tenemos… ¿soya?

Me lanzó una pequeña sonrisa que no alcanzó sus ojos.

―Pasaré. Pero gracias.

―Seguro.

El silencio nos alcanzó entonces. Espeso. Pesado. Lleno con todas las cosas que
le había gritado la otra noche. Todas las cosas que había hecho a mi espalda antes de
eso.

―Entonces… ―dijo finalmente―, ¿estás cerca de encontrarlo?

―¿Encontrarlo?

―¿Al asesino?

Mordí mi labio. Odiaba decirle que a pesar de toda nuestra investigación, Sam
y yo no estábamos mucho más cerca de lo que habíamos estado al principio. Seguro,
habíamos enturbiado el agua bastante, ¿pero atrapar de verdad al asesino? No
verdaderamente.

―Más o menos ―dije en su lugar.

―¿De verdad? ―Sus ojos se iluminaron, brillantes y esperanzados en contraste


a su apariencia desaliñada. Luché contra otra oleada de simpatía. Era un imbécil
traidor y mentiroso. No iba a sentir simpatía por él. Sin importar lo patético y solo
190

que estaba ahora.

―Tenemos unos cuantos sospechosos ―dije.


Página
―¿Quiénes?

Mordí mi labio otra vez.

―Preferiría no decirlo hasta que reduzcamos las cosas un poco más. ―Medio
esperaba que mi nariz creciera como la de Pinocho con esa declaración.

Afortunadamente, Josh no era ni de cerca tan bueno como Chase en ver a


través de mis verdades a medias. En su lugar, dijo: ―Esas son buenas noticias.
Noticias verdaderamente buenas.

Hubo una pausa de nuevo.

―De verdad aprecio esto, Hartley ―dijo, su voz baja y espesa con emoción―.
Eres todo lo que tengo. Mira, Hart, yo…

―No ―dije automáticamente. Estaba teniendo un momento suficientemente


difícil rechazando la simpatía que cualquier persona normal podría sentir por un
chico solo y asustado que estaba huyendo. No podría lidiar con lanzar también a la
mezcla nuestra relación complicada. Estaba centrada en encontrar quién había
matado a Courtney y a Kaylee. Eso era. Cuerpos muertos con los que podía lidiar.
¿Mis sentimientos hacia mi exnovio? Todavía estaba un poco asustada para
profundizar demasiado en ellos.

Pero Josh no abandonó la conversación tan fácilmente.

―Por favor escucha. Esta podría ser la única oportunidad que tengo de decir
esto.

Tomé una respiración profunda, recordándome que él era un imbécil, y


endureciéndome para escuchar lo peor.

―Bien. ¿Qué?

Se lamió los labios.

―Estaba equivocado. Te herí, y nunca podré decirte lo apenado que estoy. Sé


que no puedo volver atrás, incluso cuando me gustaría hacerlo ―dijo, inclinándose
191

hacia adelante―. De verdad me gustaría. Estos últimos días, he tenido mucho tiempo
para pensar, y, Hartley, simplemente quiero que sepas que me di cuenta de lo mucho
Página

que te herí. Traicioné tu confianza. Y nunca me perdonaré.


Eso era de lejos lo más inteligente que alguna vez había escuchado decir a Josh.
Quién iba a saber que estar huyendo lo haría crecer. Y crearle un alma. Una
verdaderamente profunda y articulada.

Miré fijamente un poco de pelusa en mi edredón, parpadeando para sacar el


polvo en mi ojo. (Sí, polvo. No eran lágrimas. Tenía alergias. Probablemente de
haberme escondido bajo la cama de Chase. No había manera de que fueran lágrimas,
y no había manera de que significara que tenía algún sentimiento por Josh).

―Hart ―continuó, su voz más baja mientras se inclinaba―. ¿Hay alguna


posibilidad de que pudiéramos empezar otra vez…? Quiero decir, sé que no podemos
volver a donde estábamos. ¿Pero quizás podríamos seguir adelante?

Parpadeé con fuerza (¡maldito polvo!) y tomé una inhalación profunda que fue
sorprendentemente temblorosa. Abrí mi boca para responder.

Sólo que nunca tuve la oportunidad.

―¡Quietos!

La puerta de mi habitación se abrió tan fuerte que se sacudió sobre sus goznes,
el pomo de la puerta abolló la pared detrás de ésta. Dos oficiales de policía armados
entraron, ambos sosteniendo armas negras amenazadoras justo en frente de ellos.

Grité otra vez. Y a pesar de su sugerencia de quedarme quieta, no pude evitar


saltar de la cama instintivamente y ponerme tan lejos en la pared trasera de esas
armas como pude.

Gracias a Dios por mi inhabilidad de quedarme quieta, la policía no estaba muy


interesada en mí pero sí lo estaban en el chico todavía sentado en mi cama como un
ciervo frente a faros de luz.

―¡Manos sobre la cabeza! ―le gritó el primer policía a Josh.

Josh hizo caso, elevándolas tan alto como pudieron estar.

―No disparen. Por favor, Dios, no maté a nadie. No disparen ―rogó, su voz
192

elevándose dos octavas.

―¿Josh DuPont? ―preguntó una voz familiar. Levanté la mirada de las armas
Página

negras brillantes (con dificultad. Es sorprendente cómo armas mortales en tu


habitación tienden a llamar tu atención) para encontrar la forma redonda del
Detective Raley llenando el marco de mi puerta. Detrás de él, mama revoloteaba, su
mano sobre su boca, sorprendida.

―¿Eres Josh DuPont? ―preguntó Raley otra vez.

Josh asintió, su manzana de Adán moviéndose nerviosamente de arriba abajo,


sus manos todavía sobre su cabeza.

Raley cruzó la habitación en una zancada rápida, sacando un par de esposas de


su cinturón y afianzando las manos de Josh detrás de su espalda.

―Josh DuPont, estás bajo arresto por los asesinatos de Courtney Cline y
Kaylee Clark. Tienes derecho a permanecer callado.

Josh me miró, miedo y súplica en sus ojos.

Miré las armas negras otra vez, deseando que los policías las enfundaran ya.

Y Raley se veía como el gato que se comió el canario y todos sus amigos, un
brillo de satisfacción iluminando sus ojos, una sonrisa arrugando sus mejillas pecosas.
Todas esas horas de observar mi puerta de frente inerte finalmente habían surtido
efecto. Raley había atrapado a su hombre.
193
Página
Capítulo 19
Traducido por: IreneRainbow

Corregido por: Xhessii

E l año pasado mi mamá me sorprendió con entradas para ver Legalmente


Rubia, el musical en San Francisco; como regalo de cumpleaños. Nunca
había visto la película, pero sonaba divertido: Rubias efervescentes,
montones de disfraces geniales, y un día con mi mamá en San Francisco. Genial.

Me había enamorado del musical. Elle Woods fue totalmente linda, una chica
totalmente divertida, que en realidad era inteligente debajo de todo eso. Una persona
optimista que todo el mundo subestimaba. Fue la historia clásica del no-juzgues-un-
libro-por-su-portada.

Ella se convirtió en mi nuevo héroe.

Es por eso que me sentí tan estúpida cuando me di cuenta de que Raley había
sacado la Elle de mi interior. Con su típico aspecto de policía, un vientre lleno de
donas, y la actitud paternal; le había catalogado como un policía tonto sobre el
camino equivocado. Resulta que en realidad había sido un policía muy inteligente
sobre el camino equivocado.

Por supuesto que me había seguido hasta el campo de fútbol la noche que
Kaylee murió. Por supuesto que se dio cuenta de que salí por la ventana de mi
habitación. Y, por supuesto se dio cuenta de que si yo podía salir, Josh fácilmente
podía entrar.

De hecho, supe que él había visto a Josh subir la noche del miércoles; así que
sólo había estado esperando a que la orden de detención llegara, así él podía estar
seguro de que una vez que arrestara a Josh, no lo iba a perder de nuevo. Resulta que,
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no puedes detener legalmente a un sospechoso a menos que lo acuses de algo.

Al menos, eso era lo que Cody Banks le había escrito a Jessica Hanson la
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mañana siguiente; explicando que los padres de Josh habían sido informados por su
caro abogado; que, a pesar de los $50,000 (o $75,000; dependiendo de si crees el
mensaje de Kyle o el de Erin Carter) que habían conseguido a su regreso de Alaska,
eran incapaces de poner a Josh en libertad bajo fianza. Así que, hasta la fecha de su
juicio, Josh estaba residiendo en el centro de detención juvenil del condado de Santa
Clara.

Y por la mañana del lunes, su detención ya estaba en el centro de las lenguas (y


dispositivos móviles) de todos los chismes del HHH.
Para ser honesta, en este punto estaba acostumbrada a ser la paria del HHH, que casi
no me importaba. De hecho, no me importaban los chismes. Estaba totalmente bien
con eso.

Estaba totalmente bien con la manera en la que podía oír mi nombre susurrado
una docena de veces mientras caminaba por los pasillos. Hey, quiero decir, todo el
mundo sabía mi nombre. ¡Mira lo popular que, inesperadamente, me volví! Las
miradas de soslayo cuando cruzaba el patio. Estaba llamando la atención. ¿No es eso
lo que toda chica quiere? ¿Y las conversaciones se detenían cada vez que entraba a los
salones? Hacía que fuera más fácil escuchar mis propios pensamientos. Todo estaba
totalmente bien.

Estaba segura de que la siguiente semana, alguna otra tragedia, como los
enormes granos que Cole Perkins tendría antes de la fiesta, llamaría la atención de
todos y la Chica que Salía con el Asesino y Encontraba Cadáveres sería cosa del pasado.
Hasta entonces, yo estaba malditamente bien siendo la estrella de los textos
sensacionalistas del HHH.

Tan absorta estaba en mi sutileza, que cuando estaba dando la vuelta en el ala
este, casi me golpeó directamente contra la ataviada forma de Mary Bessie.

—Hartley —dijo, inclinando su cabeza noventa grados a la izquierda—. ¿Cómo


estás, querida?

Tomé una respiración profunda.

—Bien.
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—Puedes sentirte bien, pero bien no es un sentimiento.

Abrí la boca para decirle lo bien que mis sentimientos estaban, y que tan
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mierda era todo eso.


En cambio, lo que salió fue un sollozo ahogado.

—Es cierto, ¡tengo sentimientos!

—Oh, querida —dijo, envolviéndome en un abrazo que olía a esencia de pachuli


y Fancy Feast.

—Déjalo salir, déjalo salir.

Por una vez, hice lo que me pidieron. Hipé otro gran sollozo.

—¡No quiero lamentarme por Josh! ¡No soy un CSI! ¡Odio ser una paria!

Era consciente de que lo que hacía no tenía sentido. Pero, afortunadamente,


parecía que la señora Bessie conocía bien las incoherencias adolescentes o
simplemente no le importaba, mientras yo continuara llorando.

—Ven a mi oficina —dijo, poniendo su brazo a mi alrededor—. Tengo té.

—Está bien. —Sorbí mi nariz—. Me gusta el té.

¿Qué podía decir? Mi vida se había derrumbado hasta el punto donde todo
estaba roto; y no podía rechazar la oferta de manzanilla elaborada en un plato
caliente.

La seguí por el pasillo a una habitación, al lado del armario del conserje. Era
pequeña, lo suficiente para tener un escritorio, un par de sillas y una estantería llena
de, por lo que noté, eran volúmenes de psicología y cuidado de gatos. Una planta
colgante se balanceaba precariamente de las tejas del techo, en la esquina.

Tenía que apreciar que la señora Bessie tratara de hacer que el lugar pareciera
hogareño y acogedor.

En su escritorio, había una colección de artilugios, un dispensador en forma de


elefante, un Beanie Baby, sosteniendo un lápiz que parecía un hobbit, y un marco
para fotos decoradas con botones de colores pegados en una paleta.

—¿Su bebé? —pregunté, señalando el marco.


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—¡Sí! —Su rostro se iluminó con una gran sonrisa que dejaba ver dos filas de
dientes torcidos. Movió el marco de manera que podía ver la imagen. Un Escarabajo
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Volkswagen con un gran gato sentado en el capó.


»Su nombre es Priscila. Es mi orgullo y alegría. Mi pequeña con piel de bebé —
dijo, haciendo muecas de besos a la foto. ¿Y yo era la que necesitaba asesoramiento?

—Ella es... Linda.

—Gracias. Encuentro a los felinos como grandes compañeros. Te aman


incondicionalmente, incluso si no tienes todo el dinero del mundo y prefieres ayudar
a jóvenes con sus problemas; en lugar de convertirte en la doctora que tu madre
siempre soñó que fueras.

—Ajá. —De repente, me sentí mucho mejor con mi vida.

El teléfono sonó en su escritorio.

—Lo siento mucho. Déjame contestar y luego podremos conversar —dijo la


señora Bessie. Tomó el auricular con un alegre “Habla Mary Bessie”, que casi parecía
una canción.

Se detuvo al escuchar la voz en el otro extremo.

—Bueno, ¿cuándo fue la última vez que tomó sus medicamentos? —preguntó.
Otra pausa—. Algunos efectos secundarios son normales —continuó.

Me desconecté y me concentré en beber el té. Era caliente y fuerte, después de


haberse cocinado a fuego lento en la placa caliente en el borde del escritorio desde
Dios sabe cuándo. Tomé otro sorbo. Tuve que admitir que tenía alguna clase de
efecto reconfortante.

El líquido caliento fluyó por mi garganta, limpiando de alguna manera el sabor


de mis lágrimas. Y al chocar contra mi vientre, calmó la ansiedad burbujeante que
tenía desde el sábado por la noche, cuando chicos con armas habían entrado en mi
habitación. Y el calor de la taza contra mis palmas era muy agradable. La calidez era
una buena sensación. Una que era tangible e identificable. Segura.

A diferencia de los miles de sentimientos diferentes e identificables que tenía


en mi vientre cuando pensaba en Josh, Raley, Chase y este lío en el que me había
metido.
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Sí, tenía sentimientos. Y ellos no estaban bien. Era un maldito desorden. Para
ser honesta, no estaba segura de lo que le habría dicho a Josh cuando Raley y sus
Página

matones irrumpieron. La mirada en sus ojos, la sinceridad en su voz... Quiero decir,


todos cometemos errores, ¿cierto? Claro que algunos de ellos eran más grandes y más
mortales que otros; pero la idea de Josh en una celda en prisión, me había dejado
dando vueltas todo el fin de semana.

Por no mencionar que el hecho de que la policía arrestara a un hombre por


asesinato en mi cama, hizo que mi mamá enloqueciera tanto que llamó a mi padre y
habían pasado las siguientes dos horas sermoneándome juntos sobre cómo nunca se
me permitiría mirar a un tipo de nuevo, hasta que tuviera treinta años; dejándome
soltera.

¿Y tener mi propio auto? De ninguna manera.

¿Ir a la universidad y vivir en un dormitorio? Demasiado arriesgado.

Mamá incluso sugirió que se me implantara un chip. Papá realmente lo


consideró un momento antes de decirme que estaba oficialmente estancada por el
resto de mi vida natural.

O hasta que cumpliera los dieciocho años; lo que sucediera primero (Y


juzgando por la forma en que me gruñía, se trataba de un cara o cruz). Y, como si eso
no fuera suficiente, Chase me envió un mensaje de texto.

Me mentiste.

Tan pronto como la policía se fue y estaba libre de Conferencias, llamé a Sam y
le dije todo; todavía temblando al recordar el negro brillante de las armas reales que
me apuntaban y el clic de las esposas de Josh.

Por supuesto, Sam había llamado inmediatamente a Kyle, quién le había


enviado mensajes a la mitad del equipo de waterpolo. Y en una hora, todos en la red
de Verizon lo sabían.

Incluyendo a Chase.

La verdad era que les había mentido a muchas personas en la última semana.
Por mucho que me había molestado con Josh por mentirme; me convertí en lo que yo
odiaba. Por supuesto, no era como si hubiera profesado mi amor eterno a Chase y
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luego estuviera desnuda con un tipo detrás de él.


Página

Pero le había prometido trabajar conjuntamente. Y se lo había escondido a


Chase. Aunque estaba bastante segura de que él ya sabía que había estado
escondiendo a Josh todo el tiempo, pero supongo que la confirmación era la diferencia
entre preguntarse qué hacía un envoltorio de condones en el casillero de tu novio y
ver las secuencias del video donde él estaba con Courtney Cline detrás de los
bastidores.

Había pasado toda la noche del sábado plagada de sueños perturbadores de


personas gritando: “Mentirosa, mentirosa”, los ojos de cachorro de Josh, Chase
manejando a una velocidad vertiginosa lejos de mí en su abollado Camaro, y la cara
hinchada de Courtney Cline, su lengua sobresaliendo de su boca mientras me
preguntaba por qué no podía hacerle justicia.

Tomé otro sorbo de manzanilla. Tal vez, el té haría que todo mejorara.

Miré de nuevo la imagen de Priscila. Tal vez debería conseguir un gato. Podía
convertirme en la dama loca de los gatos. Priscila se veía linda. Sin prejuicios. Tal
vez la señora Bessie estaba en algún lugar ahí.
Miré la imagen. Tomé un sorbo de manzanilla. Mirando el gato en el capo del auto,
de nuevo. Era uno de los más viejos Escarabajos que alguna vez verías en el camino;
sobre todo después de que dejaron de producirse por los setentas. Pero era lindo.
Distintivo, un poco como la señora Bessie.

Tomé otro sorbo de té, preguntándome qué clase de auto podría haber obtenido
si no me hubiera hundido en el fin del tiempo. ¿Qué auto me encajaría? ¿Un lindo
Escarabajo? ¿Un jeep deportivo como el de Josh? ¿Un veloz Camaro como el de
Chase?

Y de repente, me di cuenta.

Sam y yo habíamos pedido prestado un auto para ir a la casa de Josh después de


la escuela. Entonces, el asesino debe haber conducido a casa de Josh; así es como llegó
antes que nosotras. De ninguna manera podría haber tenido tiempo de salir de la
escuela, matar a Courtney y salir antes de que llegáramos.

Lo que significaba que tenía un auto. Lo que significaba que se había


estacionado en algún lugar en la calle de Josh.
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Me levanté de mi asiento, caminando hacia la puerta.

—¿Hartley? —dijo la señora Bessie—. ¿A dónde vas? —preguntó, cubriendo el


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auricular del teléfono con una mano.


—Estoy genial. Sabes, el té trabajo totalmente. —Miré hacia abajo. En mi prisa,
casi había salido con la taza de “los sentimientos son nuestros amigos”. La dejé en su
escritorio.

—Gracias, me siento diez veces mejor. Eres tan buena en tu trabajo —dije,
caminando hacia atrás, acercándome a la puerta.

—Oh, bueno, está bien... Supongo —dijo, despidiéndose con su mano.

Al segundo en que estuve libre, saqué mi teléfono de mi bolsa; ignorando la


campana resonando en las paredes, señalando el final del primer periodo. Las
personas corrían junto a mí, hacia ambos lados; corriendo a su siguiente clase
mientras yo escribía el número de Chase.

Impacientemente, golpeé mi pie contra el piso de linóleo, mientras sonaba el


timbre por tercera vez. Juro que podía sentirlo viendo la pantalla, y debatiendo
mentalmente si tomar o no la llamada de una total mentirosa.

Aparentemente, se fue con el no; cuando su correo de voz apareció.

Pero estaba tan entusiasmada con esta idea y a punto de cerrar el caso; y no iba
a decirlo por correo de voz. Marqué de nuevo. Esta vez tomó la llamada al segundo
timbre.

—¿Qué? —Me tragué el nudo de pesar y pasé por alto su saludo menos que
amistoso.

—Tengo que ver las fotos de nuevo. Las que tomaste el día del asesinato de
Courtney.

Podía sentirlo fruncir el ceño en el otro extremo.

—¿Por qué?

—Podía haber evidencia en ellos. ¿Dónde estás? ¿Podemos reunirnos?

—No estoy seguro de sentirme cómodo teniéndote cerca.


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Bueno, me lo merecía.

Tomé una respiración profunda.


Página
—Siento haberte mentido. Me gustan tus sábanas de Star Wars. No eres tan
mal conductor. Y juro por mi nuevo brillo de labios Very Cherry, que nunca te
mentiré de nuevo.

Me pareció oír una risa ahogada en el otro extremo, pero cuando su voz regresó,
era tan inexpresiva como siempre.

—¿Qué evidencia?

Lo tomé como una buena señal.

—El asesino tuvo que haber manejado a casa de Josh, lo que significa que el
auto debe haber estado estacionado cerca, mientras él estaba matando a Courtney.

—Está bien... —Respondió.

—Y cuando Sam y yo llegamos, él se había ido.

—Lo que significa que su auto también —dio Chase. Podía sentir como su
cerebro se ponía en marcha.

—Lo que significa —dijo—, que necesitamos examinar las fotos y ver cual auto
estaba en la calle a las dos y media...

—¡Y antes de las tres y cuarto!

—¡Exactamente!

—Estoy en ello. Tengo las fotos en mi cámara en casa. Escaparé de mi próxima


clase e iré a buscarlos.

—Avísame tan pronto como encuentres algo.

—Hecho —dijo y colgó.

Ya fuera por la manzanilla, o el largo llanto, o el hecho de que Chase me


hablara de nuevo; tenía una pequeña esperanza mientras caminaba al segundo
periodo, con sólo cinco minutos de retraso.
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Puede que fuera una paria, pero era una paria con una pista.
Página
Capítulo 20
Traducido por: AariS

Corregido por: Kathesweet

C
asi estaba contenta de tener Educación Física en el segundo periodo
así podía quemar mi exceso de energía. Aunque, tenía que admitir,
estaba totalmente preocupada durante el volibol con escuchar sonar
mi teléfono desde mi bolsa en el banco. Tan preocupada que casi fui golpeada en la
cabeza por un remate. Dos veces. Después de la segunda vez el entrenador Chapin se
apiadó de mí y me permitió sentarme.

Al final del periodo, permanecí junto a mi casillero y miré mi teléfono durante


un minuto y medio completo, deseando que zumbara a la vida con nuevas noticias de
Chase. No hubo suerte. Todavía estaba deseándolo con todas mis fuerzas cuando una
voz familiar gritó por el pasillo.

—¿Hartley? ¿Hartley Grace Featherstone? ¿Puedo tener un minuto?

Miré hacia arriba para encontrar a Diane Dancy viniendo hacia mí, su interno
y cámara a remolque.

Di un rápido vistazo a la izquierda, luego a la derecha, por cualquier medio de


escape, pero me tenía arrinconada contra las hileras de los casilleros por ambos lados.
Y antes de que pudiera deslizarme más allá de ella, la pequeña luz roja de la cámara
estaba encendida, el objetivo estaba apuntando en mi dirección, y Diana estaba
disparando ráfagas de preguntas en mi dirección.

—¿Cómo fue ver a la policía arrestar a tu novio por asesinato? —preguntó,


metiendo un micrófono en mi cara—. ¿Se ha puesto en contacto contigo? ¿Estarás en
su juicio? ¿Aún está afirmando su inocencia?
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Parpadeé en su dirección, tratando de decidir qué pregunta responder primero.


Página

—Um…
—¿Cómo se siente saber que tu novio está en la cárcel?

—Exnovio —aclaré, mirando más allá de ella para ver a una multitud de gente
reunida en el vestíbulo—. Y él es inocente —añadí, tanto para su beneficio como para
el de ellos.

—Por supuesto que está aún por demostrarse su culpabilidad en un tribunal de


justicia —concedió Diane.

Sacudí la cabeza.

—No, quiero decir que realmente es inocente. Todo lo que hemos descubierto
hasta el momento apunta al hecho de que alguien le está incriminando.

Diane da un paso hacia delante.

—Entonces, ¿aún están investigando?

Asentí.

—Sí. De hecho, estamos muy cerca de encontrar al verdadero asesino.

Sonrió, dándome una mirada condescendiente.

—La policía cree que el verdadero asesino ya está bajo custodia.

—Bueno, están equivocados —dije. Luego añadí: —Y puedo probarlo.

—¿Puedes?

—Bueno… podré. Pronto. Tenemos una pista muy sólida que estamos
siguiendo actualmente.

Diane asintió, aunque si realmente me creía o no, tendría dificultades para


decirlo.

—Tu lealtad a tu novio es muy admirable.

—Exnovio —dije de nuevo. Aunque la cámara ya se había alejado de mí y


vuelto a Diane, que estaba informando al público espectador que deberían estar
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atentos a las once para las últimas noticias sobre “el asesino de la Herbert Hoover
High esperando la mano rápida de la justicia” tras las rejas.
Página
Oh, chico.

Rápidamente me deslicé más allá de ella y navegué entre la multitud de


estudiantes todos de repente enviándose mensajes de texto entre sí acerca del último
loco momento Nancy Drew de Hartley. No es que me importara. En este momento,
tenía una sola pista en mente, y estaba estancada en espera de noticias de Chase.

Las cuales, por cierto, no llegaron durante el tercer periodo, a pesar del hecho de
que comprobé mi teléfono cada cinco minutos. ¿Qué le estaba tomando tanto tiempo?
¿Cuán difícil era comparar unas pocas fotografías y encontrar cuál de esas cosas no
pertenecían? Al final del cuarto, yo era una masa de nervios. Habría abandonado la
escuela y conducido a la casa de Chase yo misma si hubiera tenido un auto. Y no
estuviera castigada por el resto de mi vida natural.

Finalmente, cinco minutos antes del almuerzo, mi teléfono vibró en mi


bolsillo, la sacudida haciéndome saltar en mi asiento. Afortunadamente, la señorita
González no se dio cuenta cuando lo deslicé fuera de mis vaqueros y comprobé la
lectura.

Desafortunadamente, no era de Chase.

Aparecía un número, pero no era uno que tuviera programado en mis


contactos, así que no tenía ni idea de quién era. Sin embargo, era local, lo cual me
hizo comprobar el mensaje, a pesar de los ojos de águila de González recorriendo el
aula.

Soy Andi B.

Leí la primera línea, eliminando ese misterio.

Sé quién mató a CC.

Levanté una ceja. Había escuchado esta canción y este baile antes. Shiloh había
pensado que sabía quién era el asesino también. Estaba a punto de desconectarlo
cuando el teléfono vibró en mi mano de nuevo.

Tengo un vídeo. Encuéntrame a medianoche. Campo de fútbol.


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¿Qué sucedía con la gente y la medianoche? Parte de mí quería enviarle un mensaje


Página

de texto de vuelta y decirle que cortara con el drama y simplemente soltara quién lo
hizo. Es decir, si Andi realmente tenía un vídeo, ¿por qué no me lo había enseñado
antes? ¿Por qué no había dicho nada? ¿Era esto alguna clase de nuevo intento de
chantaje? Si pensaba que estaba dispuesta a pagar por información sobre quién mató a
Courtney, claramente había sobreestimado el importe de mi asignación.

Por otro lado… por otro lado, sinceramente me sentía así de cerca de lograr
exponer todo este asunto completamente. El asesino no podía esconderse para
siempre. Alguien debía haber visto algo. Y si Andi había estado chantajeando a
Courtney, tal vez ella era ese alguien. Tal vez había captado algo en su vídeo de
chantaje que, como yo con los autos, no se había dado cuenta de que era relevante
hasta ahora.

Así que, a pesar de que yo estaba tan por encima de toda la cosa de la capa y la
espada, le mandé un mensaje de texto.

Estaré allí.

Para cuando Sam, Kyle y yo terminamos nuestros bastones de pizza y


marchitas ensaladas césar de la cafetería, todavía no tenía noticias de Chase. No
podía soportar más el silencio, así que le disparé un mensaje de texto.

¿Qué te está tomando tanto?

Casi inmediatamente, mi teléfono sonó en respuesta, el nombre de Chase


iluminándose en la pantalla.

—Amigo, ¿dónde estás? —pregunté.

—Amiga, estoy comprobando las fotografías.

—¿Durante las últimas cuatro horas?

Suspiró.
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—Tuve que ampliarlas todas para ver los detalles. La mayoría de las fotos sólo
tienen una esquina de la calle visible aquí y allí de todos modos. Y tomé como un
Página

centenar de ellas. Está llevando algún tiempo compararlas todas.


Resistí la urgencia de gimotear como un niño de dos años.

—¿Cuánto tiempo?

—Dios, suenas como un niño llorón.

Vale, casi resistí.

—Seguiré buscando —me aseguró Chase—, y serás la primera en saberlo


cuando encuentre algo.

—Bien —dije—. ¡Pero date prisa! —Luego colgué.

—¿Ningún asesino todavía? —preguntó Sam, haciendo ruidos de succión


mientras absorbía lo último de su zumo de uva.

Sacudí la cabeza. Por el lado positivo, tenía altas esperanzas en mi reunión con
Andi más tarde. De una forma o de otra, íbamos a poner en evidencia a este tipo esta
noche.

Al segundo que la escuela nos dejó salir, me di cuenta de que mi estatus como
la leprosa de la HHH se estaba volviendo consolidado de por vida. Mamá estaba
sentada en la acera en su camioneta beige esperándome. Escuchando a Guns N’ Roses.
A todo volumen.

—Uh, ¿es esa tu madre? —preguntó Cody Banks, que venía detrás de mí.

Mi cara se volvió rojo remolacha, y estoy bastante segura de que me encogí al


menos cinco centímetros.

—No.

—¿Estás segura? —preguntó, sonriendo—. Porque te está haciendo señas.


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—Debe ser algún tipo de tic. Nunca antes la había visto en mi vida.
Página
Esperé hasta que Cody se fue, luego rápidamente me escabullí a la camioneta
antes de que alguien pudiera verme. Abrí la puerta del lado del pasajero y me deslicé
hacia abajo de manera que sólo la parte superior de mi pelo era visible a través de la
ventana.

—¡Conduce! ¡Ahora!

Mamá me lanzó una mirada.

—Encantada de verte también, Hartley.

—Ajá. Encantada. Totalmente encantada. ¡Ahora vamos!

Afortunadamente, podía ser densa, pero tenía corazón. Condujo. E incluso bajó
la radio a un volumen normal.

Una vez que llegamos a casa (sólo tres estridentes canciones más tarde), mamá
me condujo a la cocina, donde comenzó a revolver una gran olla.

—Deja tu mochila. La comida está casi lista.

—No tengo hambre —protesté, comprobando la lectura de mi teléfono móvil


por enésima vez. Nada.

—Necesitas comida —dijo mamá—. Necesitas mantener tu fuerza durante este


difícil momento.

Puse los ojos en blanco.

—Y no pongas los ojos en blanco —dijo Mamá, moviendo una cuchara de


madera hacia mí.

—Bien. ¿Qué estás cocinando?

—Chili.

—Huele como comida de perro.

—Chili de soja.
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—Estupendo.
Página

—Pruébalo. —Metió la cuchara en mi cara.


De mala gana mordí un bocado del extremo.

—Sabe como a comida de perro.

—Pues bien, come, Fido, porque esto es lo que tenemos.

—Bien. —Caray, ¿qué pasaba con la actitud? Se podría pensar que era toda mi
culpa estar bajo vigilancia policial o algo así.

Me tragué un bol de chili (el cual, si contenía la respiración, era casi


comestible), luego me excusé de más comida de “fuerza” con los deberes. Solo que
Mamá insistió en que la hiciera en la sala de estar, donde podía mantener un ojo en
mí.

—¿Qué, no confías en mí?

—No hasta donde pueda aplacarte.

—Tú sabes, con todo el Yogalates que has estado haciendo, apuesto a que
realmente podrías placarme desde bastante lejos.

—Buen intento. Deberes en la sala de estar.

Era casi de noche antes de que finalmente tuviera permitido ir a mi habitación.


E incluso entonces, me di cuenta de que una alarma había sido agregada a mi
ventana.

Tenía la sensación de que en realidad podría estar bajo mayor vigilancia en este
momento de lo que lo estaba Josh.

Lo cual presentaba un pequeño problema: ¿cómo salir para encontrarme con Andi?

—¿Cómo voy a conseguir salir para encontrarme con Andi? —le pregunté a
Sam media hora más tarde después de haber pasado por cada posible escenario de
escape. Todos los cuales terminaban conmigo siendo atrapada.

—¿Estás preguntándome a mí? —rió Sam—. Amiga, si alguna vez tratara de


escaparme, sabes que mi padre me mataría. Luego me enterraría. Después tal vez me
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mataría de nuevo.

Buen punto. En los cinco años desde que conocía a Sam, nunca se había
Página

escapado después de anochecer. De hecho, estaba bastante segura de que ni siquiera


había dejado la casa después de oscurecer, sus padres temían por la clase de
comportamiento “no del tipo de Stanford” que podría haber entre los adolescentes
una vez que el sol se pusiera.

—¿Tal vez podrías intentar la ventana?

—Bloqueada. Y equipada con una alarma.

—Hombre.

—Lo sé.

—Vale, qué tal esto… espera hasta que se vaya a dormir, y luego sólo escapa por
la puerta principal.

—No se van a la cama hasta más de la una. Tengo que reunirme con Andi a
medianoche.

—Entonces, ¿escapa por la puerta trasera? No puede mirar ambas a la vez,


¿verdad?

—Las luces del patio trasero están encendidos. Seré un pato sentado tan pronto
como de un paso afuera.

Escuché a Sam suspirar al otro lado y me imaginé su flequillo volando hacia


arriba.

—Lo siento, eso es todo lo que tengo. Has llegado al límite de mi furtividad.

—Gracias de todos modos.

—Déjame saber cómo resulta, ¿de acuerdo?

Asentí en mi habitación vacía.

—Lo haré. —Luego colgué y marqué otro número. Mientras Sam podría marcar
un tres en la escala de lo furtivo, tenía una muy buena idea de alguien más que era al
menos un once.
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—No está hecho aún. —Fue el saludo que Chase me dio cuando cogió el
teléfono—. Lo siento, tuve que volver a la escuela a reunirme con el consejero del
Página

periódico, después tuve que editar el ejemplar de mañana, luego hubo una cena con la
familia. Pero estoy casi ahí ahora. Sólo voy por las últimas fotos.
—Es bueno saberlo. En realidad necesito tu ayuda con algo más —dije. Luego le
conté acerca de mi reunión con Andi.

—Voy a ir contigo —dijo Chase cuando terminé.

—¡No!

—¿Recuerdas lo que pasó la última vez?

—Demasiado bien.

—Mira, Andi es inofensiva. Y nadie más sabe que me voy a reunir con ella. Es
perfectamente seguro.

Hizo una pausa.

—Casi he terminado aquí. Te seguiré y me esconderé. Ni siquiera sabrá que


estoy allí.

—No. Estoy bien.

—Demasiado tarde. Es un trato hecho. Te seguiré con o sin tu permiso.

Me mordí el labio. Si Andi iba a pasar por todos estos problemas para reunirse
conmigo en privado, estaba bastante segura de que no le gustaría una audiencia.

—Bien —dije—. Me voy a reunir con ella a la una de la mañana. —Contuve el


aliento, cerré los ojos, y crucé los dedos.

—Genial. Estaré allí a la una.

Dejé escapar un suspiro silencioso, agradeciendo a los dioses de las mentiras


que por una vez haya sido capaz de tirarle una. Si era afortunada, para la una estaría a
buen recaudo en mi cama y el asesino estaría de camino a la cárcel de Raley.

—Bien. Ahora, ¿cómo voy a salir de aquí ? —pregunté.

Estuvo en silencio en el otro lado durante un momento, contemplando sus


opciones.
210

—¿Tu madre está en el piso de abajo? —preguntó.


Página

—Sip.
—Vale, si ella está abajo, deberías ir arriba.

Miré arriba al techo.

—¿Que significa…?

—¿Tienes una buhardilla?

Me encogí de hombros.

—Supongo que sí —respondí—. Hay un agujero en el techo en el cuarto de


lavado.

—Vale, entonces sube a la buhardilla, después encuentra el respiradero, y sal


por ahí.

—¿Salir a…?

—No lo sé. ¿El tejado? Averígualo. Tengo que irme para poder terminar de
comprobar las fotos.

Y me colgó.

Me quedé mirando el silencioso teléfono. Lo hizo sonar tan fácil. Simplemente


trepar hasta el tejado. Claramente él nunca había sido una chica con un precario
sentido del equilibrio y un leve miedo a las alturas.

Sin embargo, tenía razón. Mamá no estaría esperando que yo saliera de ese
modo.

Pasé las siguientes dos horas tratando de que surgiera algún otro modo. Por
desgracia, a las 11:15, ningún rayo de genio me había golpeado. Sería arriba y afuera.

Me metí en un par de vaqueros viejos, una sudadera negra con capucha, y unas
zapatillas, y me dirigí a la puerta de la habitación. La entreabrí y asomé la cabeza.

Pude oír a mamá viendo la televisión, su DVD de The Biggest Loser filtrándose
hacia arriba por las escaleras. Eché un vistazo por el pasillo. Al final, cerca de su
dormitorio, estaba el cuarto de lavado.
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Rápidamente me escabullí de mi habitación, medio esperando que se dispararan


Página

alarmas láser cuando pasé su habitación. Afortunadamente, Mamá no había llegado


tan lejos (aún), y llegué al cuarto de lavado sin incidentes. Me deslicé dentro
cuidadosamente y cerré la puerta detrás de mí.

Hasta aquí todo bien.

Miré hacia arriba al recorte rectangular en el techo por encima de la lavadora.


Nunca había estado allí arriba. Llámame loca, pero no era una fanática especialmente
grande de los lugares oscuros y escalofriantes. Salté encima de la lavadora,
encogiéndome ante el sonido del metal chirriando, y me estiré, empujando el
rectángulo, casi esperando que nada sucediera.

Cedió fácilmente, deslizándose hacia arriba por encima para revelar un gran
hueco oscuro.

Me puse de pie recta, mi cabeza metiéndose en la buhardilla. Más oscuridad.


Saqué mi teléfono móvil y lo abrí. La pantalla proyectaba un resplandor azulado,
permitiéndome ver vigas de madera tendidas sobre un mar de aislamiento rosa. A la
derecha había una colección de cajas etiquetadas “Decoraciones de Navidad”. A la
izquierda, un par de sillas rotas y un aparador al que le faltaban tres cajones. Y
delante había un respiradero metálico, sólo un pelo más grande de lo que yo lo era,
una delgada franja de luz de luna visible a través de los listones diciéndome que
Chase estaba de hecho en lo correcto acerca de eso ofreciéndome una salida.

Nunca debería haber dudado de su naturaleza vil.

Dejé mi teléfono móvil sobre la viga más cercana, permitiendo que la luz azul
llenara la habitación mientras equilibraba mis manos en el borde del techo para hacer
palanca y saltaba. Dos intentos más tarde, tuve fuerza suficiente en la parte superior
de los brazos para subirme a la buhardilla. Una vez allí, recoloqué cuidadosamente el
rectángulo de techo debajo de mí, cubriendo cualquier evidencia de mi ruta de escape.

También sirvió para cortar con eficacia mi visibilidad a la mitad, obligándome


a confiar completamente en mi teléfono móvil para alumbrar la viga delante de mí,
aunque no podía proporcionarme luz suficiente para llegar a las esquinas de la
buhardilla.
212

Había dejado de creer en el hombre del saco cuando tenía siete años. Pero, si
realmente existía y todas las mentiras de mamá sobre él siendo imaginario eran en
Página

vano, tenía la sensación de que probablemente vivía en una de las esquinas de nuestra
buhardilla. Eran oscuras, llenas de telarañas, y totalmente escalofriantes. Me puse
anteojeras mentales, concentrándome en el respiradero redondo en el muro a dos
aguas del fondo.

Rogando no perturbar a un nido de arañas (las cuales estaban justo al lado de


las alturas en la lista de cosas que amaba), salté de viga en viga, evitando pisar en el
esponjoso aislante rosa. Un meticuloso paso a la vez, finalmente llegué a través de la
habitación al respiradero. Podía sentir el aire fresco llegando del exterior. Una buena
señal.

Empujé, probando qué tan fuerte era. Se movió. Empujé. Se movió de nuevo
pero no cedió. Me balanceé sobre un pie en la viga de madera y lo pateé. Esta vez una
esquina se soltó. Repetí el proceso, esperando que Mamá no oyera el ruido. O
simplemente se imaginara que teníamos ratas muy grandes. En mi segundo intento el
respiradero se inclinó hacia el exterior, haciendo un sonido metálico que resonó a
través de la buhardilla. Me congelé, conteniendo la respiración, rogando por que el
siguiente sonido que oyera no fuese Mamá, investigando.

Un segundo.

Dos.

A los cuatro Mississippi, decidí que no lo había oído, y estaba a salvo.

Miré por la abertura de ventilación. Debajo de mí estaba el tejado del garaje.

Empujé mi cabeza y mis hombros a través del hueco de ventilación, la madera


astillada raspando contra mi sudadera cuando pasé. Encorvé los hombros tanto como
pude, finalmente consiguiendo sacar un brazo para apoyarme en el tejado de debajo
mientras escabullía el otro brazo, una cadera, y una pierna. Finalmente ambos pies se
deslizaron fuera, golpeando las tejas.

Respiré hondo, congelándome de nuevo para los necesarios cuatro Mississippi


para asegurarme de que mi madre no había oído.

Hasta aquí todo bien.


213

Siempre y cuando no mirara hacia abajo.

Lo cual, por supuesto, fue lo primero que hice.


Página
Santa jodida…

Era mucho para caer. Vi el suelo oscilar de alguna manera delante de mis ojos,
el asfalto del camino de entrada pareciendo particularmente duro y rompe huesos
desde este lugar ventajoso. Respiré hondo, diciéndome que de verdad no miraría hacia
abajo esta vez, y recolocando cuidadosamente el respiradero.

O intentándolo. Colgaba un poco torcido, pero me imaginé que mamá no


estaba a punto de venir a inspeccionar el tejado esta noche. Me di la vuelta.

Y sentí mis pies deslizarse en las tejas.

Rápidamente me senté sobre mi trasero, la adrenalina corriendo a través de mí.


Tomé un par más de respiraciones profundas, luego me escabullí al borde del tejado.
La parte superior de la camioneta de Mamá estaba a medio metro por debajo de mí.

Me deslicé hasta que estuve tan cerca como pude conseguir, dije una oración en
silencio, dejándole todas mis posesiones mundanas a Sam si no lo conseguía, y salté.

Aterricé con un ruido sordo en la parte superior del mamá-móvil, agradecida


por una vez por su gran forma de bloque.

Me deslicé sobre mi vientre a la parte trasera del coche y me bajé con los pies
por delante sobre la rueda de repuesto, nunca habiendo estado tan agradecida en mi
vida de sentir mis pies golpear el suelo. Me tomé un momento para recuperar el
aliento, mirando alrededor la calle vacía mientras me agazapaba detrás del coche.

Por una vez, Raley no aparcó en la acera de en frente. De hecho, la calle entera
estaba inquietantemente desierta. La única ventana iluminada era nuestra sala de
estar, donde mamá estaba velando a su hija “propensa a tropezar con cadáveres” o eso
pensaba ella.

Cuando miré hacia atrás a la casa, tuve un instante de culpabilidad por


escaparme de ella. Pero sólo un instante. Hey, me había hecho comer chili comida-
para-perros. Creo que estábamos empatadas.

Le di la espalda a la ventana, agachando la cabeza y saliendo calle abajo.


214

Era hora de ver a una chantajista con respecto a un vídeo.


Página
Capítulo 21
Traducido por: PaolaS

Corregido por: Xhessii

T
roté todo el camino a la escuela, un fuerte sentimiento de déjà vu me
llenó cuando pasé una tienda vacía tras otra, escaparates oscuros y
lotes baldíos, que indicaban que todos los buenos estaban en casa y en
la cama a estas horas. Una parte de mí deseaba estarlo también, pero si no quería
pasar el resto de mi vida bajo arresto domiciliario, “buena” era algo que no podía
permitirme el lujo de ser esta noche. En su lugar, me escabullí a través de la noche,
repasando mi plan una vez más.

Era simple: vería el video que Andi tenía. Si se trataba de algo bueno, llamaría
a Sam, quien, después de muchos ruegos, había convencido a Kevin de venir a
buscarme y Andi, y todos nos iríamos directamente a la estación de policía, donde
alguien podría sacar a Raley de la cama. (Hey, era lo menos que podía hacer, teniendo
en cuenta que apareció en mi dormitorio, con una pistola en la mano-muy
dramático… el Sábado en la noche). Luego arrestarían al malo de la película, y Kevin
me llevaría de vuelta a casa antes de que mamá supiera que me había ido.

Era un buen plan. Un plan sólido. Uno que, por supuesto, dependía de que
Andi realmente tuviera algo de material incriminatorio del asesino. Sin embargo, en
la remota posibilidad de que ella estuviera bien (a) haciendo una cortina de humo, o
(b) intentando algún nuevo tipo de chantaje, el plan era aún más simple: decirle que
se fuera al infierno y llegar a casa antes de que mamá se diera cuenta de que me había
ido. (Se darán cuenta de que ambos planes involucran a mamá en desconocimiento
que había escapado. Muy importante para el éxito de ambos. Y mi felicidad futura).

En el momento en que llegué a la calle principal, me sentía confiada. Me deslicé


215

por el mausoleo a la parte trasera de la escuela, donde pasé una línea de trailers.
Aunque se suponía que debían ser aulas temporales, cualquier persona que se hubiera
Página

criado en el sistema escolar de California sabía que los trailers eran las estructuras
más permanentes alrededor. Yo estaba bastante segura de que la nuestra precedía a
MTV. Rodeé la piscina, donde los Wildcats practicaban waterpolo, y me dirigí hacia
el campo de fútbol más allá.

El cual estaba, como era previsible a estas horas, desierto. Miré a mi celular: 11:
47. Era temprano. Metí mis manos en el bolsillo delantero de mi sudadera y me senté
en las gradas de metal a esperar a Andi.

Cerré los ojos, escuchando la noche tranquila. Un búho ululaba en el extremo


más alejado del campo. Los aspersores en el patio se dispararon. El zumbido de la
carretera a lo lejos retumbó detrás de mí.

Un pitido fuerte lleno el aire, haciéndome saltar tan alto que casi me caigo de
las gradas.

Mi celular gritó en mi bolsillo. Tomé una respiración profunda. Menos mal que
no estaba nerviosa esta noche ni nada.

Saqué mi teléfono del bolsillo, esperando que el número de Andi iluminara la


pantalla, diciéndome que no aparecería. (Esto era totalmente la última vez que
accedía a reunirme con alguien con información misteriosa a la medianoche. ¿No
podría alguien ser misterioso a una hora razonable?) Sin embargo, en lugar del
número de Andi, era el de Chase. Abrí el mensaje. Él me envió un texto con imagen.

Lo desplace hacia abajo y leí el texto:

¡Lo tengo! Antes y después. Comprueba qué falta.

Debajo del texto se adjuntaban dos fotos. La primera era media foto aparecía el
parachoques del coche de Chase con una esquina de la calle de atrás. Pude distinguir
una camioneta blanca y un sedán plateado. Pase a la segunda foto. Miré hacia abajo
en la imagen. Una vez más, el parachoques de Chase era visible, esta vez desde un
ángulo diferente, más bajo, mirando a la abolladura. El fondo estaba un poco fuera de
foco, pero yo podía ver el mismo tramo de calle como en la primera foto, el camión de
nuevo aparcado junto a la acera. Sólo un sedán faltaba.

Sentí que se me aceleraba el pulso. ¡Aquí estaba todo! Revisé la esquina de las
fotos por una marca de la hora. Anhelaba un monitor de computadora grande, pero
216

yo tenía solo el teléfono, entrecerrando los ojos en la esquina amplié la imagen. La


primera lectura 2:34. El segundo 3:17. El tiempo encajaba perfectamente. ¡El
Página

propietario del sedán tenía que ser el asesino!


Miré con más atención. Por desgracia, las imágenes no mostraron nada del
propietario, sólo el propio vehículo.

Patético, sin placas de vanidad que pudiera ver, sólo tres dígitos visibles en la
placa un 5, un 7 y una G. Estaba a punto de renunciar a ella dejándolo como otro
callejón sin salida cuando algo colgando del espejo retrovisor del coche en la imagen
número uno me llamó la atención.

Me incliné, entrecerrando los ojos en la pantalla. Era confuso, diminuto, y no


de la mejor calidad, para empezar. Pero mientras inclinaba la cabeza y me echaba
hacia atrás, tomó forma. Un corazón. Un corazón púrpura con brillos colgando de
una cadena de plata.

Contuve el aliento.

Yo conocía aquel corazón. Lo había visto antes una docena de veces. Y sabía a
quién pertenecía.

De repente, todo tomó forma, todos los pedazos aleatorios de información que
había flotando en mi cabeza cayeron en un modelo perfecto. Un modelo
perfectamente siniestro, me di cuenta con un escalofrío, como ahora sabía
exactamente quién había matado a Courtney.

Y a Kaylee. Y quién había incriminado a Josh de todo.


Cambié pantallas y rápidamente marque el número de Chase, con las manos
temblando.

—Hey —respondió al primer timbrazo—. ¿Tienes las fotos?

—¡Sí! Y yo sé quién es.

—Sí, el sedán.

—No, yo sé quién es el dueño.

—¿En serio? —preguntó. Yo podía sentirlo inclinándose hacia delante, su


cuerpo tan tenso como el mío, rígido por el nerviosismo—. ¿Quién?
217

Abrí la boca para decírselo.


Página
Pero en lugar de un nombre, un tipo de sonido estrangulado salió.
Probablemente porque algo acababa de ser colocado alrededor de mi cuello. Y había
empezado a apretar.

Muy fuertemente.
218
Página
Capítulo 22
Traducido por: Sheilita Belikov, Andy Parth y SOS por: Marina012

Corregido por: Xhessii

D ejé caer mi teléfono, apenas consciente del estruendo que hizo, mis
manos fueron inmediatamente a mi cuello. Arañé la correa, sintiendo
sus bordes ásperos clavándose en mi piel. Traté de aspirar aire, pero
fue inútil. La correa estaba lo suficientemente apretada para bloquear mi tráquea,
aplastando contra mi garganta. Instintivamente, me moví violentamente a la
derecha, luego a la izquierda, mi cuerpo luchando por su propia cuenta contra la falta
de oxígeno. Por desgracia, quienquiera que estuviera sosteniendo la correa detrás de
mí era malvado y fuerte y se movió junto a mí, nunca dejando que la correa se
aflojara lo suficiente para que yo tomara un respiro.

Sentí a mi visión haciéndose borrosa. Mis pulmones estaban ardiendo, y el


mundo estaba haciéndose más pequeño y más pequeño, mi visión estrechándose en
todos los lados, como una película desvaneciéndose lentamente a negro. Mis
miembros se sentían pesados, mi cabeza pesada. Mis párpados tan pesados que
estaban amenazando con cerrarse. Yo estaba en tiempo prestado.

Reuní toda la fuerza que me quedaba y, luchando contra todos los instintos,
dejé que mis extremidades se aflojaran. Lo cual tuvo exactamente el efecto que
esperaba. Mi atacante aflojó las riendas, el tejido alrededor de mi cuello soltándose
solo una fracción de pulgada. Eso era todo lo que necesitaba.

Me sacudí hacia adelante y luego bruscamente hacia atrás, mi cabeza


conectando con la cara de mi atacante.

Oí un gruñido suave. Luego:

—¡Mi nariz!
219
Página
Mi atacante soltó la correa, y rápidamente metí la mano entre ella y mi cuello
magullado y la deslicé por encima de mi cabeza. Di un paso rápido hacia adelante,
preparándome para huir tan rápido como pudiera.

Pero un paso fue lo más lejos que llegué.

Podría haber aturdido a mi atacante con ese cabezazo, pero la recuperación fue
rápida. Antes de que pudiera hacer mi escape, sentí una explosión detrás de mí oreja
derecha, dolor como una luz blanca martilleando a través de mi cabeza.

Tropecé hacia delante, mis rodillas golpeando el suelo y mis manos


extendiéndose para amortiguar la caída. Sentí la piel de mis palmas raspándose
cuando el mundo se precipitó a mi encuentro. Algo caliente y húmedo goteó por el
costado de mi cara.

—¿Hartley? ¿Sigues allí? —Oí a Chase decir desde mi teléfono en algún lugar
entre los arbustos a la derecha.

Pero eso fue lo último que escuché. Cuando extendí mi mano para encontrar
mi celular, dolor explotó otra vez. Solo tuve un segundo para registrarlo antes de que
todo se volviera negro.

Parpadeé. Auch. Eso dolió. Dejé de parpadear, dejando en lugar de eso que mi
cerebro aturdido despertara lentamente. No estaba segura de cuánto tiempo había
estado inconsciente, pero se sentía como un año, todos los músculos de mi cuerpo
tiesos y oxidados como el Hombre de Hojalata abandonado en la lluvia. Intenté
moverme una vez más, abriendo lentamente los ojos. No tenía idea de dónde estaba.
En algún lugar oscuro. Que olía a moho, algo metálico, y sudor. Arrugué la nariz
contra la combinación objetable. Auch. Eso dolió, también.

Si no cuenta quedarse dormido naturalmente, había estado inconsciente solo


220

una vez antes. Fue cuando tenía diez años y había necesitado que me sacaran un
diente de leche obstinado para hacer espacio a su homólogo adulto demasiado ansioso.
Página

Me habían puesto bajo anestesia, dicho que contara hacia atrás desde diez y que
pensara en cosas relajantes. Había llegado a tres antes de que el mundo de pronto se
volviera completamente negro. Despertar de nuevo después del procedimiento había
sido totalmente desorientador. Como luchar para salir de un sueño profundo, pero ni
siquiera estando realmente seguro de que no estabas soñando todavía. Como intentar
salir de debajo de una manta nubosa.

Esto era algo como eso… pero con un dolor de cabeza que parecía extenderse
hasta llegar a las puntas de mi cabello. Mi cabeza palpitaba como si alguien estuviera
reproduciendo hip-hop a todo volumen en su interior, y tenía la boca seca como si
hubiera estado chupando Sour Patch Kids toda la noche. Moví mi lengua alrededor,
lamiendo mis labios.

O, más exactamente, tratando de lamerlos. Resulta que algo estaba pegado en


mi boca. Si tuviera que adivinar, diría por el sabor gomoso que se trataba de cinta de
embalar. Campanas de alarma resonaron en mi cabeza cuando me acordé de mis
últimos minutos; la lucha y el hecho de que había perdido. Moví las manos y los pies,
con una mala sensación generándose en mi estómago. Sip. Estaban atados con cinta
de embalar también.

No era bueno.

Me obligué a parpadear en la oscuridad en busca de un vistazo de mi atacante, a


pesar de que cada movimiento de mis párpados se sentía como un esfuerzo de
proporciones monumentales.

Finalmente, objetos comenzaron a aparecer en las sombras. Un fagot. Un atril.


Un par de tambores en la esquina.

La sala de la banda.

Tuve un momento de absoluta repulsión cuando vi el gabinete de los


instrumentos de viento de madera detrás del cual mi nov… exnovio se había enredado
con la reina de la castidad, pero eso fue opacado por el hecho de que estaba atada y
amordazada. Encontrarse así nunca era una buena señal.

¿Y una señal aún peor?


221

La puerta de la sala de la banda se abrió poco a poco, con una sombra entrando.
Entrecerré los ojos a través de la oscuridad para distinguirla justo cuando las luces
Página

fluorescentes del techo se encendieron, inundando la habitación de luz.


Parpadeé, tratando de ignorar el destello de dolor que se estrelló a través de mi
cabeza cuando mis pupilas se dilataron. En su lugar, me centré en la imagen de mi
atacante, en persona, claramente iluminada en la puerta.

Tuve un pequeñísimo consuelo en el hecho de que había tenido razón sobre el


propietario del sedán cuando ella me sonrió, mostrando lo que había sido pagado por
$5,000 de ortodoncia.

—Vaya, buenos días, Bella Durmiente —dijo Caitlyn Calvin, sarcasmo goteaba
de su voz casi tan asquerosamente dulce como las cuentas moradas en forma de
corazón que colgaban de las puntas de su cabello trenzado—. Me preguntaba cuando
despertarías.

—Hmph frphm bemphr.

—¿Qué es eso? —preguntó, dando un paso hacia adelante.

—¡HMPH FRPHM BEMPHR!!

Alargó una mano y, con un movimiento rápido, arrancó la cinta de mi boca.

—¡Santo infierno! —grité, sintiendo al menos tres capas de piel yéndose con la
cinta. Me mordí con fuerza para detener la picazón.

—Cuida tu lenguaje —reprendió Caitlyn, haciendo un sonido “tsk” a través de


sus dientes.

—Interesante consejo viniendo de una asesina —repliqué.

Ella entrecerró los ojos en mí por un segundo. Luego sonrió. Una gran sonrisa
aterradora y enferma. Fue la cosa más espeluznante que alguna vez había visto fuera
de una película de terror. Cómo pude no haber percibido la maldad acechando bajo la
superficie de su actitud animada, no lo sabía.

—Asesina es una palabra muy fea —dijo, arrugando su nariz respingona (la cual,
me alegró ver, estaba hinchaba cuando hablamos).

—Matar gente es un trabajo feo.


222

—Prefiero pensar en ello como justicia exigente. Estoy abatiendo a los


Página

indignos.
—¿Indignos de qué?

—La vida. Los que son inmorales deben ser castigados. Y es mi deber hacerlo.

Bien, siempre había sabido que había algo ligeramente raro en las chicas de la
escolta escolar, pero nunca me había dado cuenta de lo extremadamente desquiciada
que estaba esta chica hasta ahora. Me preguntaba si Courtney había sabido…

—¿Cómo fue matar a tu mejor amiga tu deber? —pregunté. No es que estuviera


muy interesada en el funcionamiento interno de la mente de la Chica Loca, pero
generalmente cuando un asesino golpea a alguien en la cabeza, lo ata, y comienza a
confesar, no presagia nada bueno para la salud del atado. No se tiene que ser devoto
de CSI para saber que la mayoría de los criminales no confiesan cuando esperan que
la otra persona sobreviva a la terrible experiencia.

A fin de cuentas, entre más tiempo pudiera mantener hablando a Caitlyn,


tendría mejor oportunidad de dar con un brillante plan para escapar.

Bueno, cerebro, no hay momento como el presente para volverse brillante.

Caitlyn giró una trenza en sus manos, pareciendo totalmente la adorable


estudiante modelo.

—Courtney era la presidenta del Club de Castidad —explicó—. Todas la


veíamos como nuestra brújula moral para guiarnos concienzudamente a través de las
aguas tentadoras de la preparatoria.

No podía dejar de poner los ojos en blanco.

—Ella estaba acostándose con mi novio.

—¡Lo sé! —gritó Caitlyn—. Fue repugnante. Estaba poniendo todo lo que
representábamos en ridículo.

—¿Así que la mataste?

Caitlyn se detuvo por un momento, luego asintió muy lentamente, con una
chispa alcanzado sus ojos que me hizo preguntarme si no lo había disfrutado.
223

—Tuve que hacerlo, ¿no lo ves? Si se corría la voz de que Courtney Cline
Página

estaba acostándose con alguien fuera del matrimonio, ya nadie tomaría en serio la
promesa de castidad. ¿Quién sabe qué clase de caos causaría eso?
Adolescentes teniendo sexo. Imagina eso.

Decidí que el sarcasmo abierto probablemente no era la mejor táctica.

En cambio, dije: —Pero era tu mejor amiga.

—Era. Yo nunca podría ser amiga de una hipócrita.

—Así que, ¿qué hiciste?

—Tan pronto como Kaylee y yo oímos los rumores sobre ella y Josh, decidimos
llevar a cabo una intervención. Lo que estaba haciendo con Josh tenía que ser
detenido.

—¿Así que la engañaron para encontrarse con ustedes en casa de Josh?

Ella asintió.

—Queríamos confrontarla en la escena de sus crímenes. Bueno, una de las


escenas de sus crímenes —dijo ella, mirando alrededor de la sala de la banda y
arrugando la nariz.

Mis sentimientos exactamente.

—De todos modos, cuando estábamos todos en la cancha para la práctica de la


escolta, Kaylee hizo de guardia mientras yo sacaba el teléfono de Josh de su mochila y
enviaba el texto. Diez minutos después, Courtney me estaba pidiendo un aventón a
la casa de Josh. Ella me soltó un rollo sobre necesitar ver sus notas de trigonométrica,
pero nosotras sabíamos por qué realmente quería verlo. La seguimos al interior, y fue
entonces cuando la confrontamos acerca de sus malos caminos.

—¿Qué pasó?

Caitlyn sacudió la cabeza.

—En lugar de negarlo o estar arrepentida, alardeó de ello. Sobre cómo todo el
mundo pensaba que era tan casta y allí estaba ella andando a escondidas con Josh.
Estaba realmente orgullosa del hecho de que tenía a toda la escuela engañada.
224

Incluida yo.
Página

—Y entonces —continuó Caitlyn—, nos dijo que no era la primera vez. ¡Lo
había hecho antes! ¡Con chicos de otras escuelas!
—¡Puta! —No pude evitarlo; simplemente se me salió.

—Lo sé, ¿verdad? —coincidió Caitlyn—. Kaylee y yo le dijimos que tenía que
parar. ¡En ese momento! Tenía que arrepentirse, redimirse, asegurarse de que nadie
en la preparatoria Herbert Hoover se enterara nunca de la vida inmoral secreta que
había estado llevando.

—¿Y lo hizo? —pregunté, aunque el hecho de que estuviera muerta en el closet


de mi exnovio como que contestaba eso para mí. Pero yo necesitaba más tiempo. Mis
ojos recorrieron la sala en busca de algo lo suficientemente afilado como para cortar
mis ataduras. Fagot, tarola, batuta de batonista. ¿Por qué aquí todo era tan redondo y
seguro para niños?

—No —me respondió Caitlyn—. No lo hizo. ¿Sabes lo que hizo?

Negué con la cabeza.

—¿Qué?

—Se rió. ¡Se rió de nosotras! ¡Nosotras! Nos llamó mojigatas. Dijo que éramos
ridículas por creer realmente en esa mierda de la castidad. Dijo que solo lo hacía para
que se viera bien en su aplicación de la universidad.

—Apuesto a que eso te enfureció —dije, mis ojos todavía explorando la sala.

—Sí. Sí, lo hizo. Me di cuenta entonces que Courtney tenía que ser detenida
antes de que destruyera todo lo que representábamos.

—Así que la mataste. —Divisé un atril de metal en la esquina, volcado sobre su


costado, con las patas hacia arriba. Una de ellas estaba un poco dentada, como si
hubiera visto días mejores. Parecía perfecta para cortar un trozo de cinta de embalar.
Si tan solo pudiera acercarme lo suficiente, podría ser capaz de deslizar mi muñeca a
través de su borde. Me deslicé lentamente hacia atrás, con los ojos en Caitlyn
mientras hablaba.

—Yo no quería matarla. Traté de razonar con ella. Pero no quiso escuchar. ¿No
te das cuenta? Era la única forma de detenerla. No iba a hacerlo por su cuenta.
225

—¿Qué hay de Kaylee? ¿Estuvo de acuerdo en que era la única forma de detener
a Courtney?
Página
Caitlyn se encogió de hombros.

—Ella pensó que solo deberíamos asustar a Courtney, que estábamos allí solo
para hacerla volver al camino de la virtud. Pero yo lo sabía mejor. Después de que
Courtney confesó, supe que era malvada y que nunca cambiaría su camino.

—¿Así que la estrangulaste?

Caitlyn asintió.

—Fue muy fácil, de verdad. Courtney tenía su iPod en el bolsillo. Kaylee la


sujetó mientras yo agarraba los audífonos y envolvía el cable alrededor de su cuello.
Y apretaba.

—Hasta que dejó de respirar. —Sentí que se me revolvía el estómago,


imaginando los últimos momentos de Courtney. Mis ojos se posaron en la correa de
tela de la mochila de Caitlyn, colgando de su hombro, y mi imaginación no tenía que
trabajar muy duro, después de haber experimentado lo mismo hace unos momentos
(¿Horas? Todavía no estaba segura de cuánto tiempo había estado atada aquí.). No
era agradable. No era la manera en que la que desearía que alguien pasara su último
momento en la tierra, incluso alguien como Courtney Cline.

Ella asintió.

—Luchó un poco al principio, pero no pasó mucho tiempo antes de que se


quedara inmóvil. En realidad, fue mucho más fácil de lo que pensaba. Te
sorprenderías de cuán frágil es la vida realmente.

Esperaba que no tuviera la oportunidad de aprenderlo de primera mano.

—¿Y Kaylee estuvo de acuerdo con eso?

—Courtney estuvo muerta antes de que ella siquiera supiera lo que pasó. En ese
momento, no tenía otra opción. Tenía que estar de acuerdo. La metimos en el closet y
nos fuimos. Pensé que Josh la encontraría más tarde, y todo el mundo creería que él
lo hizo. —Hizo una pausa—. Pura casualidad que tú intervinieras.

—Esa soy yo. Señorita Pura Casualidad.


226

Ella no me hizo caso, siguiendo adelante.


Página
—De todos modos, todo salió bien. La policía pensó que Josh la había matado y
había escapado. Todo el mundo lo hizo. —Hizo una pausa, entrecerrando los ojos
hacia mí—. Excepto tú.

Oh-oh.

—¿Perdón? —chillé.

—Tenías que entrometerte. Tenías que empezar a sembrar dudas, arrastrando


el carácter de Courtney por el lodo.

Me abstuve de señalar que ella había logrado embarrarla lo bastante por su


cuenta. En cambio, hice todo lo posible para desviar el tema de conversación de mí
estando atada e indefensa.

—No lo entiendo —dije, deslizándome otra vez hacia atrás. Solo algunos
centímetros más y estaría dentro del alcance del atril dentado—. Si Kaylee estaba en
esto contigo, ¿por qué la mataste?

Por primera vez Caitlyn pareció casi arrepentida.

—No quería hacerlo. Kaylee era buena. Era auténtica, una virgen pura que
vivió el credo.

—Entonces, ¿qué sucedió? —Extendí la mano detrás de mí tanto como pude y


sentí la punta de mis dedos acercándose al borde dentado. Me deslicé hacia atrás un
poco más, posicionando mis muñecas hasta que sentí el borde entrando en contacto
con la cinta. ¡Sí!

—Lo que sucedió fuiste tú —dijo, lanzándome una mirada acusadora.

Me quedé inmóvil, la cinta pegada en la pata dentada del atril.

—¿Yo?

—Sí, tú. Continuaste haciendo preguntas, ahondando donde no pertenecías.


Traté de reasegurarle a Kaylee que nuestro plan era infalible, pero cuanto más
fisgoneabas, más nerviosa se ponía. Y entonces comenzó a preguntarse si habíamos
227

hecho lo correcto. Estaba asustada y quería ir a la policía. Quería confesarlo todo. —


Meneó la cabeza—. Qué desperdicio. ¡Y todo es tu culpa!
Página

—¿Mi culpa? Tú la mataste.


—¿Por qué tuviste que ser tan entrometida? ¿Qué te importaba de todos
modos? ¿Quiero decir, por qué te importaba si Josh fue a la cárcel? El chico te
engañó.

—Sí, soy consciente, gracias. —Caray, ¿todo el mundo tenía que seguir
señalándolo?—. Así que, ¿mataste a Kaylee?

Ella asintió lentamente. —Tuve que hacerlo —repitió—. Te escuché diciendo


que ibas a reunirte con un testigo a la noche en el campo de fútbol. Parecía la
oportunidad perfecta para encargarme de ambos. Kaylee necesitaba ser silenciada y si
tú eras el que encontraba el cuerpo, bueno, pensé que quizás podría asustarte. Que
dejaras de meter tus narices a donde no pertenecen.

—Ajá. —Froté la cinta en mis muñecas contra el borde, sintiéndolo lentamente


desgastar la cinta. No exactamente un intento de escape, pero si seguía frotando—.
Vamos —provoqué.

—Bueno —continuó Caitlyn—. Le dije a Kaylee que se reuniera conmigo a


quince minutos para la medianoche. Le dije que estaba de acuerdo en que teníamos
que ir a la policía, pero que necesitábamos que nuestras historias coincidieran
primero. Que tendríamos que confesártelo e ir directo a la policía después. Pobrecita,
me creyó totalmente. —Ella sacudió su cabeza como si realmente lo sintiera por
Kaylee—. Nunca lo vio venir. Me colé detrás de ella, la golpeé en la cabeza con una
roca y abajo se fue. Rápido e indoloro.

Sí, excepto por toda la parte de estar… muerto.

—¿Y la dejaste allí como una amenaza para mí?

Ella asintió.

—Esperé que podría asustar algún sentido en ti, y que te preocuparías de tus
propios asuntos.

—Pero no lo hice.

Ella me fulminó con la mirada.


228

—No, no lo hiciste. Me hiciste demasiadas preguntas. Y tarde o temprano le


harías la pregunta correcta a la persona correcta. Y es por eso que tienes que morir
Página

también.
A pesar de que estaba bastante seguro de que ella no iba sólo a dejarme ir,
escucharle decir las palabras en voz alta envió un escalofrío por mi columna
vertebral.

—No soy la única que sabe que fuiste tú —dije, con la esperanza de que podría
convencerla que ese secreto no moriría conmigo.

—Oh, ¿en serio? —Ella puso sus manos en sus caderas.

—Chase vio tu auto en las fotos. Él sabe que estaba estacionado en la calle de
Josh el día del asesinato.

Ella se encogió de hombros.

—Un auto en la calle difícilmente es prueba de que haya asesinado a alguien.


Muchas personas estaban estacionadas allí ese día. Josh. Tú. Chase.

Buen punto.

—Y Andi Brackenridge tiene un video tuyo. Ella iba a mostrármelo esta


noche.

Ella sonrió, mostrando todos sus quinientos dientes otra vez.

Y sentí que las piezas encajaron en su lugar una vez más.

—Andi no tiene un video, ¿o sí?

Caitlyn sacudió su cabeza muy lentamente.

—Y ella no me envió ese mensaje de texto hoy, ¿lo hizo?

Otra vez con su sacudida de cabeza.

—Tú lo hiciste.

Ella asintió.

—Entonces podrías atraparme, estrangularme, golpearme la cabeza y atarme.


229

—De hecho, sólo había planeado estrangularte. Pero los mejores planes. —Se
encogió de hombros—. Tuve que improvisar un poco.
Página
—¿La sudadera? —pregunté, haciendo todo lo posible para pararla. Froté
furiosamente detrás de mi espalda, casi sin importarme si me ve ahora. Podía sentir
la cinta rasgándose, la tela volviéndose más y más delgada. Si pudiera solo
mantenerla hablando un poco más—. Shiloh Jackson dijo que vio la sudadera negra
con un águila púrpura de Chase en la ventana de la habitación de Josh justo antes de
que Courtney fuera asesinada.

Ella sacudió su cabeza.

—¿Te refieres a mi sudadera negra con una mariposa purpura en ella?

Palmada en la frente mental. Así que Shiloh no había estado mintiendo; sólo
había visto lo que ella había querido ver en esa ventana. Repentinamente me sentí tan
estúpido por haber dudado de Chase. Si alguna vez saliera de aquí, iba a pasar el resto
de la escuela secundaria reconciliándome con él.

Sí.

—Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? —pregunté. Incluso aunque un adelanto de


mi propia muerte no era exactamente mi idea de un buen tiempo, necesitaba unos
segundos más antes de poder liberar mis manos.

—Ahora va a ser un terrible accidente —dijo Caitlyn, viéndose como si casi se


creyera su propia historia—. Va a ser un incendio. En la habitación de la banda. Con
el cableado antiguo en estos desvencijados portátiles viejos, estaba obligado a pasar en
algún momento. Y, como ellos limpian los restos, encontraran un cuerpo entre las
ruinas.

Sudor viajó por mi espina dorsal.

—¿El mío? —le pregunté.

Ella asintió.

—Es una horrible tragedia que sólo hayas estado investigando en la habitación
de la banda cuando se prendió en fuego. —Ella sacó un mechero de su mochila—. El
fuego es la manera perfecta para cubrir la evidencia. Especialmente una vez que los
230

bomberos arremetieran con sus mangueras sobre toda la escena.

—Nunca te saldrás con la tuya —dije, dándome cuenta de que sonaba


Página

alarmantemente como un personaje de un episodio de Scooby-Doo.


Ella se encogió de hombros.

—Josh está en custodia. Tú estás a punto de morir. Ya me he salido con la mía.

Ella tenía un punto.

Y, noté mientras se estiraba por su bolso, también tenía una lata de líquido para
encendedores.

Observé en horror como destapaba la lata y vertía el líquido acre en el piso.


Con movimientos lentos y metódicos comenzó a caminar por la habitación,
esparciendo generosamente por el área de la puerta, luego rociando los gabinetes de
madera del instrumento.

—¿Realmente es en serio? —pregunté, sintiendo la adrenalina subir en mi


pecho mientras ella creaba una ruta de líquido para encendedores que llevaba derecho
a mí.

Parecía herida.

—Por supuesto que es en serio. ¿Por qué es que nadie toma en serio a las chicas
del Color Guard?

Era una pregunta capciosa que estaba demasiado preocupado por responder
correctamente en el momento.

—No puedes hacer esto —balbuceé.

—Ya lo estoy haciendo.

—Tu plan es deficiente —dije comprando tiempo desesperadamente.

Ella se detuvo. Ladeó la cabeza.

—¿Cómo así?

—Hay una cosa con la que no estás contando —dije, sintiendo la última de mis
ataduras finalmente ceder.
231

Ella arrugó su adorable nariz poco hinchada.

—¿Qué?
Página
—Un soporte musical roto —dije.

Una arruga entre sus cejas.

—¿Una qué?

Tomé su momento de confusión para actuar. Era ahora o nunca. Tomé un


profundo aliento, luego me lancé hacia adelante, separando mis manos con un fuerte
desgarrón mientras lo último de la cinta de tubo cedía.

La abordé desde el frente, tirándola en su trasero, la lata volando de su mano


hasta golpear la pared lejana.

—Uhh. —La cabeza de Caitlyn golpeó el piso, una fuerte bofetada contra el
linóleo. Pero no estuvo aturdida por mucho tiempo. Lanzó ambas manos arriba y
agarró un puñado de mi cabello, tirando.

Grité, mi cabeza siguiéndola a donde ella halaba, me solté de un tirón de ella y


abajo en el suelo a su lado. Me estiré, abofeteando indiscriminadamente en la
dirección de su rostro. Sentí un par de bofetadas conectar, pero no la hicieron perder
su agarre en mi cabello.

—Suelta —dije, a través de mis dientes apretados, mi cuero cabelludo en fuego.

—Deja de golpearme —respondió ella, agachándose mientras conectaba con su


mejilla. De ninguna manera. Estaba peleando por mi querida vida. Si perdía, estaba
frita. Literalmente, si Caitlyn hacía su camino.

Ambos nos empujamos, abofeteamos y golpeamos esperando que el otra diría


“tío”. Y sentí perder la mano en la parte superior que había ganado en mi
momentáneo elemento de sorpresa. Aparentemente cargando esas altas banderas
alrededor habían hecho los brazos de Caitlyn fuertes.

Ella estaba ganando.

Luché contra ella, pateando con mis piernas. Un pie conectó con el estante de
los clarinetes, enviando una lluvia de los instrumentos de viento sobre nosotros. Uno
me golpeó en la cabeza, llevando mi dolor de cabeza al territorio de la migraña.
232

Un par golpeó a Caitlyn en el hombro, haciéndole perder su agarre y rodar


Página

hacia la derecha.
—¡Mis cuentas para el cabello! —gritó ella mientras pequeños corazones
purpura se esparcían por el suelo—. Eso es todo. Ahora vas a tener que pagar.

Oh-oh.

Caitlyn se lanzó hacia adelante y me agarró del brazo, arrastrándome sobre mis
pies y golpeándome contra la pared del fondo.

Sentí mis dientes traquetear mientras la sacudida hacía eco a través de mi


cuerpo. Me sorprendió por un momento, pero me recuperé rápidamente, lanzándome
hacia ella.

Desafortunadamente, cuando me lancé hacia Caitlyn, también golpeé un


estante de cuernos franceses. Ellos se vinieron abajo, golpeando una tuba que estaba
apoyada a la pared detrás del estante, y cayó ruidosamente hasta el suelo.

Y, aún más horrible, creando una chispa.

Miré con horror como la chispa alcanzó un charco de líquido para encendedores
en el suelo, instantáneamente volviéndose una llama viva. Que se extendió como una
línea de dinamita a través de la pared del fondo, bajando por el centro del salón, a
través de la sección de instrumentos de viento, y hacia un montón de partituras que
inmediatamente ardieron en llamas, arrojando a Bach, Beethoven y Sousa por la
habitación en un silbido de llamas brillantes.

Parpadeé.

Para nada bueno.

Caitlyn saltó lejos de las partituras en llamas. Podía ver sus engranajes
mentales girar. No exactamente como lo había planeado, pero la improvisación
parecía estar funcionando para ella.

Especialmente desde que ella estaba en lado de la habitación más cercano a la


puerta y yo estaba en el lado más cercano a la creciente pared de fuego. Caitlyn miró
de mí a la puerta. Se encogió de hombros.

—Lo siento, Hartley —dijo.


233

Y antes de que incluso pudiera protestar, Caitlyn se había deslizado por la


Página

puerta hacia la libertad.


Y yo estaba sola. En el salón de la banda en llamas. Con la salida bloqueada.

La Señorita Pura Casualidad ataca de nuevo.

Mi cabeza giró violentamente, buscando alguna posible vía de escape.


¿Ventanas? No se permiten en salones portátiles. ¿Grietas en las paredes? Me deslicé
tan atrás como pude al único rincón sin gas, sintiendo el calor de las llamas creando
un efecto de quemadura en mis mejillas. Me estaba asando lentamente como un
cerdo. Empujé en las paredes. Sólidas. Sin fisuras, sin agujeros, sin manera de salir.

Y las llamas estaban creciendo, empujándome al rincón.

Luché contra la urgencia de llorar como un bebé, y en su lugar tanteé mi


camino a lo largo de la pared por cualquier posible lugar para esconderme del intento
del infierno de asarme viva. Mis dedos exploraron la pared detrás de mí mientras me
escabullí a la izquierda, un ojo en las llamas. Por desgracia, lo único que encontré fue
un montón de pompones apilados en un rincón. A falta de un mejor plan, agarré uno
y lo tiré al fuego lamiendo mis pies. Hizo un sonido chisporroteante, convirtiendo las
llamas a un color azul y púrpura, provocando un olor nocivo. Pero desacelerando su
progreso hacia mí.

Rápidamente agarré otro pompón y lo lancé. No estaba apagando el fuego, pero


estaba ganando tiempo.

—¡Ayuda! —grité, mi voz rápidamente engullida por las llamas


chisporroteando—. ¡Ayúdenme! ¡Estoy aquí! —grité de nuevo. No es que tuviera
mucha esperanza de que alguien me escuchara. Yo misma había visto cuán desierto
estaba el campus. Pero ya no tenía opciones.

—¡Ayuuuuuuuda! —grité de nuevo, tirando otro pompón al fuego.

Mi voz estaba ronca en el momento en que recogí el último pompón, y mi piel


se estaba volviendo de un rojo brillante. Las llamas empujaron más cerca, sin mostrar
ninguna señal de misericordia.

Esto era todo. El final del camino. Nunca pensé que esta fuera la manera en que
me iría. Honestamente, nunca había pensado mucho sobre morir. Morir era algo que
234

las personas mayores hacían. No los de dieciséis. Y aquí estaba yo. Dieciséis, y
derritiéndome como un malvavisco en una fogata.
Página
Las lágrimas sacaron lo mejor de mí, deslizándose silenciosamente por mis
mejillas mientras pensaba en mi mamá. Ella iba a estar tan molesta cuando se
enterrara que me escabullí a mi muerte. Imaginé a Raley dándole la noticia, su rostro
paternal dibujado con preocupación. Imaginé a Sam cuando escuchara sobre su mejor
amiga siendo parrilla. ¿Qué diría? ¿Y los otros estudiantes de la HHH? ¿La señora
Bessie sería invadida por el desconsuelo, o pasarían un día usando brazaletes de
diseño, y luego se ocuparían de sus asuntos como si yo nunca hubiera existido?

¿Y qué hay de Chase?

Gracioso que pensara en él en un momento como este. Apenas lo había


conocido, no es como si hubiese desempeñado un papel importante en mi vida.

Pero lo hice. Pensé en él y en el remordimiento que sentía por creer que podía
ser un asesino. Por el dolor que había visto en sus ojos ese día. Por hurgar en su
habitación. Por no dejar que terminara su striptease antes de salir de debajo de su
cama.

De hecho, estaba pensando tanto en Chase, que casi creí haberlo visto. Estaba
claramente alucinando, los gases tóxicos de los pompones fundiéndose finalmente
golpeando mi cerebro. Alucinaba su forma a través de la bruma de humo asfixiante
de la habitación: las llamas lamiendo las esquinas de mi visión mientras veía a mi
alucinación saltar por encima de una pila de clarinetes ardientes, su forma cubierta en
una manta húmeda, manos extendidas a través de los últimos pompones ardiendo
hacia mí.

Entonces ellas me agarraron alrededor de mis hombros.

Vaya, esta era una fuerte alucinación.

—¡Hartley! —me gritó.

Parpadeé a través del humo y mi propio cerebro confuso.

—¿Chase?

—Agárrate a mí.
235

Lo hice, agarrando la mano húmeda que se extendía hacia mí.


Página
Un segundo después el manto húmedo estaba alrededor de mis hombros
también, y Chase me estaba arrastrando a través de las llamas hacia la puerta. Un
instante más tarde, el calor del salón llameante dio paso a un golpe de aire frío en mis
mejillas, el manto húmedo cayendo al suelo.

Yo con él.

—¿Hart? Hart, háblame. ¿Estás bien? —dijo Chase, inclinándose sobre mí.

Miré hacia su cara. Extendí una mano y toqué la barba fina en su mejilla. Qué
tal… de verdad era real.

—Di algo —dijo con voz ahogada, sus cejas dibujando una línea apretada.

—Algo.

Él dejó salir un sonido que pudo haber sido un suspiro o un sollozo, no estaba
segura. Se agachó y me abrazó a él incluso más ferozmente de lo que mi mamá nunca
había hecho.

Entonces hizo algo totalmente inesperado, lo que me hizo preguntarme una vez
más si estaba alucinando.

Me besó.

Sus labios cubrieron los míos de forma suave y lenta, sabiendo como café y
chicle de menta.

Experimenté un segundo completo del cielo.

Luego me desmayé inmediatamente.


236
Página
Capítulo 23
Traducido por: Kathesweet

Corregido por: La BoHeMiK

M
e desperté, acostada sobre una camilla. No es que pudiera verla,
pero desde mi punto de vista (mirando hacia arriba al cielo oscuro,
un paramédico tomando mi presión arterial y mi cabeza atada a una
tabla de madera rígida), asumí que estaba en una camilla. Brillante, ¿no?

Después de contestar unas cuantas preguntas de rutina, como, cuál era mi


nombre, qué día era (fue una pregunta confusa porque no estaba segura cuánto
tiempo había pasado entre mi reunión de medianoche y ahora), además de quién era
el presidente, consideré que estaba bien. Al menos lo suficientemente bien para
desatarme de la tabla de madera.

Fue en ese momento cuando mamá llegó, agarrándome en un abrazo que no


terminó. De verdad, creo que nos paramos allí durante cinco minutos completos
antes de que finalmente me soltara, con lágrimas en los ojos. Lo que por supuesto
provocó que lágrimas llenaran mis ojos. Lo que nos llevó a convertirnos en desastres
lloriqueantes de “te quiero” (la mayoría de ella) y “nunca más me escaparé” (la
mayoría míos) para el momento en que el Detective Raley se acercó con su pequeño
cuaderno negro en mano.

Culpo al lloriqueo del hecho de que tomara otros diez minutos antes de que
finalmente fuera capaz de contarle toda la historia a Raley.

―Entonces, ¿Caitlyn fue la que te envió el mensaje para que se encontraran


aquí? ―preguntó, consultando sus notas.

Asentí.
237

Lo que, por cierto, no se sintió bien. Mi pelea con Caitlyn, junto con inhalar
una gran cantidad de humo de cigarro, había provocado que la migraña creciera a
Página

proporciones monstruosas.
―Ella estranguló a Courtney y golpeó a Kaylee en la parte posterior de la
cabeza con una piedra.

Él arqueó una ceja.

―¿Y te dijo todo esto?

Me moví para asentir otra vez, pero menos mal lo pensé mejor, justo a tiempo.

―Sí. Justo antes de que intentara asarme.

―Ajá.

―Mire, sé que suena medio loco, pero tiene que creerme, Caitlyn fue…

Pero él me interrumpió con un: —Lo hago.

Me detuve.

―¿Hace qué?

―Creerte.

Cerré mi boca con un golpe seco.

―Oh.

―Chase nos llamó tan pronto te sacó del edificio.

¿El Chico Malo tenía a la policía en marcación rápida? Quién lo sabría.

Aparentemente, de acuerdo con el cuaderno de Raley, Chase había estado


preocupado cuando había dejado caer mi teléfono, y él inmediatamente se metió en su
trampa mortal, atravesó las calles hacia la escuela (por una vez estaba agradecida por
sus maniáticas habilidades de conducción). Me había buscado en el campo de fútbol,
estaba a punto de renunciar y llamar a Raley para reportarme como desaparecida,
cuando había visto llamas elevándose desde el salón de la banda. Pensando
rápidamente, había humedecido una manta que tenía en la parte trasera de su auto
con agua de la piscina, se envolvió en ella, entró y me rescató.
238

Una acción muy heroica. Muy caliente. (Oye, después de la noche que había
tenido, creo que me gané el derecho a hacer un juego de palabras, o dos).
Página
Por cierto, él se había ido. Para el momento en que desperté, Chase no estaba
en ningún lugar cerca, haciéndome preguntar si mi mente había, de hecho, estado
jugándome trucos con “el beso”. Me lamí los labios. Estaba casi segura de que podía
probarlo en ellos.

―Tenemos a Caitlyn cubierta ―continuó Raley―, y un oficial uniformado


está de camino a su casa ahora mismo. La atraparemos, no te preocupes.

Y por primera vez en días, en realidad no lo hice.

―¿Y mientras tanto? ―preguntó mamá―. ¿Deberíamos esconder a Hartley?


¿Deberíamos irnos de la ciudad? ¿Hay que ponerla en alguna clase de custodia
preventiva?

Raley me miró. Luego asintió hacia mamá y puso los ojos en blanco, una media
sonrisa apareció en la comisura de sus labios.

No pude evitar devolvérsela.

―Estoy bien, mamá ―le dije.

Mamá me miró.

―No tienes cejas. No estás bien.

Mis manos fueron hasta mis cejas. O, más exactamente, la piel calva donde
solían estar.

¡Nooooooooo!

―Volverán a crecer ―me aseguró Raley―. Y mientras tanto, creo que estás
completamente a salvo si regresas a casa. Tenemos la situación bajo control. Te haré
saber tan pronto como tengamos a Caitlyn en custodia.

Mamá todavía no estaba completamente convencida, pero cuando le rogué que


fuéramos a casa y me estimulara con un plato de tarta de queso de soya con corteza
de nuez sin gluten, ella cedió, metiéndome en la furgoneta.
239

Estaba a punto de amanecer para el momento en que llegamos. Y me


encontraba muy cansada. Pero, en lugar de colapsar sobre mi cama, seguí a mamá a la
Página

cocina.
―Entonces ―preguntó tentativamente mientras agarraba un tazón de mezclar
del estante superior―, ¿quieres hablar, cariño? Quiero decir, si no quieres, está bien,
entiendo.

¿Pero honestamente? Sí quería.

Así que lo hice.

Mientras mamá mezclaba tofú, fructuosa, y leche de soya, le conté todo lo que
había pasado la semana pasada, desde que descubrí a Courtney en el armario de Josh.
Dudé un par de veces, esperando a que apareciera la madre protectora, pero
sorprendentemente, no apareció. Al menos, no hasta que llegué al final.

Cuando rodeó el mostrador de la cocina y me dio otro abrazo de cinco minutos.

―Nunca vuelvas a asustarme así ―murmuró contra mi cabello.

No tenía que preocuparse. No tenía intención de volver a inmiscuirme con algo


así otra vez.

***
El Detective Raley atrapó a Caitlyn al día siguiente. Había estado huyendo
toda la noche, pero, saltarse la escuela era demasiado para una buena chica de Color
Guard, incluso una asesina. Fue arrestada al segundo en que trató de entrar en el
campo de la escuela, y se le oyó gritar sobre su tarea de trigonometría mientras era
esposada. El noticiero KTVU reportó que estaba buscando una alegación de locura,
diciendo, que la presión por la perfección en la preparatoria, le había hecho hacerlo.
Creativa, tenía que aceptarlo. Se rumoreaba que había sido encerrada en una
institución psiquiátrica, donde estaba ocupada convirtiendo a las inestables
mentalmente en vírgenes renacidas.

Con Caitlyn en custodia, Josh fue liberado y todos los cargos fueron retirados.
Regresó a la escuela el siguiente lunes, y, por primera vez en dos semanas, todos los
ojos estaban en él, los susurros y miradas dirigidas a alguien más para variar. Parte de
240

mí sentía un poco de pena por él. Quiero decir, había sido marcado, arrestado, y
encerrado en la cárcel… no es algo que le desearía a alguien.
Página
Pero por mucho que hubiera sido mi primer amor, él también había sido el
primer chico que me engañó. Y si había aprendido algo de mi experiencia casi-asada,
era que la vida era demasiado corta para pasarla con alguien que no me respetaba.
Había dirigido una investigación de asesinato. Descubrí a la asesina, incluso cuando
la policía no pudo. Había sobrevivido a ser atacada, llevando a una asesina a la
justicia. Yo era increíble, y merecía algo mejor.

Así que dejé que Josh sufriera las miradas y cuchicheos él solo.

El funeral de Kaylee fue el miércoles, pero no fui. Sus padres especificaron que
era sólo para familia y amigos cercanos, no creía que calificara como alguno. Aun
cuando sabía que había tenido un papel en la muerte de Courtney, sentía un poco de
pena por Kaylee. Era claro que ella no se había dado cuenta de lo que Caitlyn estaba
haciendo hasta que fue demasiado tarde. Y, al final, había intentado hacer lo correcto.
Así que ese día me puse un brazalete negro atravesado con hilos brillantes purpuras
en su honor.

El funeral de Courtney, por otra parte, fue tan concurrido que terminaron
usando el estadio de fútbol para dar cabida a todos. Además tuvieron que instalar tres
bancos adicionales de baños portátiles en el aparcamiento. Chicos de toda el área de la
escuela aparecieron e incluso algunos universitarios del Estatal de San José.
Aparentemente la Reina de la Castidad de verdad había conocido a mucha gente.

Y ese hecho fue explotado completamente en el blog de Shiloh. Ella obtuvo


tantas visitas para el Mainstream Sucks después del incendio y el arresto de Caitlyn
que empezó a cobrar por el espacio publicitario de la barra lateral. Una oportunidad
que varios negocios aprovecharon. En lugar del viejo auto de diez velocidades de su
hermano, Shiloh pronto fue vista conduciendo un nuevo convertible BMW a la
escuela.

Sí, estaba pensando seriamente en empezar a bloguear ahora.

La estación de noticias local mostró una serie completa de historias del Asesino
de HHH. Después de que el intento de chantaje de Andi Brackenridge saliera en las
noticias, Mary May la despidió por conducta impropia de una dama. Andi luego
241

contrató a un buen abogado civil, quien demandó por despido ilegal. Se rumorea que
Andi estaba buscando un acuerdo que cubriera el costo de criar a su pequeño bulto
Página

rosa. Varias veces más.


Por supuesto, mientras las estaciones de noticias locales tomaban la historia
con gusto, el Homepage de la Herbert Hoover High había sido el primero en publicar
la cadena completa de eventos, Chase obtuvo su exclusiva prometida. De hecho, su
artículo fue reimpreso en Weekly Times y en San José Mercury News con su pie de
autor, dándole la clase de recopilación que lo pondría en la escuela de periodismo de
su elección el próximo año.

No es que yo tuviera conocimiento de primera mano de la elección. De hecho,


desde “el beso”, no habíamos hablado. Algo por lo que supongo no debería haber
estado sorprendida. Quiero decir, ahora que todo el caso había terminado, y tenía su
historia, en realidad no teníamos ninguna razón para pasar el tiempo juntos.
Vivíamos en mundos diferentes. Estábamos en círculos diferentes. Nuestra sociedad
tentativa estaba terminada.

Lo que estaba bien. Yo había terminado con los hombres en general, y los de
nuestra escuela específicamente. Josh, Chase y la gran cantidad infantil de ellos podía
desaparecer de mí vista por lo que me importaba. Que es exactamente lo que le dije a
Sam esa tarde sobre la gran carne mechada de la cafetería.

―Honestamente, ni siquiera me importa que no me haya hablado desde que


volví a la escuela ―le dije.

―¿Quién, Josh?

―Chase.

Elevó una ceja, luego tomó un sorbo de su caja de jugo.

―¿Qué? ¿Qué quieres decir con la ceja?

―Nada.

―Nada de “nada”, Samantha Kramer. ¿Qué?

―Es sólo que…

―¿Qué?
242

Ella sonrió.
Página

―Has dicho su nombre seis veces.


Me detuve.

―No. No lo creo.

Asintió, su flequillo golpeando contra la frente.

―Sí. Conté. Mientras me decías lo mucho que no te importan los hombres, has
dicho el nombre de “Chase” seis veces.

Me mordí el labio.

―¿Y?

Se encogió de hombros. Luego tomó de su caja de jugo otra vez.

―Son muchas veces, eso es todo.

―Y qué. Así que dije su nombre seis veces. Digo muchas cosas muchas veces.

―Ajá.

―No significa nada.

―Ajá.

―Además, ¿no estabas escuchando? Superé a los chicos. Los chicos apestan.
No te traen nada más que problemas. Todo este asunto empezó por un maldito chico.
Dios, si pudiera volver en el tiempo y no salir con Josh, todavía tendría cejas.

―Volverán a crecer.

―Eso es lo que todos siguen diciendo ―murmuré, muy consciente de estar


tocándome la parte todavía calva sobre mi ojo derecho donde había intentado dibujar
una ceja con un lápiz de ojos. El cual, dicho sea de paso, se mezclaba perfectamente
con la quemadura rojo brillante sobre mi cara que me hacía ver como si me hubiera
quedado dormida en una cama bronceadora. Y el moretón purpura alrededor de mi
cuello que apenas empezaba a desdibujarse. Además del bulto en mi sien donde
Caitlyn me había golpeado, ahora era de un encantador tono marrón como popó de
bebé. Sí, yo era un precio regular.
243

―Bueno, no mires ahora ―dijo Sam, mirando sobre mi hombro―, pero aquí
Página

viene.
―¿Josh? ―pregunté, inclinándome y agarrando mi bandeja, lista para hacer
una salida apresurada.

Ella sacudió la cabeza.

―No, Chase.

Me mordí el labio.

―Oh.

Hice una rápida revisión de si tenía o no tiempo para encontrar una salida
antes de que me viera. No es que tuviera alguna razón para huir. No había hecho
nada malo. Así que él me besó. ¿Y qué? Gran cosa. Las personas se besaban todo el
tiempo. No significaba nada. Había sucedido en el calor del momento. (Uff. Ahí iba
otro juego de palabras). Yo estaba emocional, alucinando. Él acababa de rescatarme
de un edificio en llamas. Cualquier cosa que sucediera después no contaba. Todos
saben eso.

Aparentemente me tomé demasiado tiempo convenciéndome de que no


necesitaba escapar, que la bandeja de Chase aterrizó sobre la mesa de fórmica a mi
lado, antes de que tuviera una oportunidad de no actuar por instinto

—Hola ―dijo, montándose a horcajadas sobre el banco a mi lado.

Cerca de mí.

Mis mejillas instantáneamente se calentaron. Mariposas incómodas flotando en


mi estómago.

―Hola ―logré decir, cubriendo mi sonrojo con el cabello.

―Hola, Sam.

―Hola.

―Hola ―repetí.

―Ya dijiste eso ―señaló.


244

―Oh.
Página

Sam miró de Chase a mí. Luego volvió a Chase.


―De acuerdo, bien, tengo que ir a… ya saben, entonces, los veré más tarde, ¿sí?
―dijo, reuniendo la caja de jugo y su bolsa de papel.

Abrí mi boca para rogarle que se quedara, pero ya estaba alejándose, con la
mochila sobre el hombro. Hizo una señal de “llámame” sobre su hombro.

Genial. Sola con el Chico Malo.

―Entonces… ―dijo, abriendo su salsa ranchera.

―Entonces.

―Tus cejas se ven bien ―dijo, señalando mi trabajo con el delineador.

Otra vez incliné mi cabeza hacia abajo detrás del cabello.

―Gracias. Deberían crecer pronto.

Él asintió.

―Genial. Mira, hay algo que quiero hablar contigo, Hartley.

―No significó nada ―farfullé. Luego inmediatamente deseé ser una de esas
chicas que sabía mantener su boca cerrada en una situación incómoda.

El asunto era que, estaba completamente asustada de escuchar lo que Chase


tenía que decir. Por mucho que estuviera segura de mi genialidad recién descubierta,
todo el asunto de Josh era todavía doloroso. Al menos por ahora. Quizás en unos días,
semanas, meses, cuando mis cejas volvieran a crecer y mi orgullo tuviera una
oportunidad de crecer con ellas, estaría un poco menos asustada alrededor del sexo
opuesto. ¿Pero ahora? ¡No, no y no!

―¿No significó nada? ―preguntó Chase, ladeando su cabeza.

Lamí mis labios.

―Sí. Quiero decir, estaba vulnerable, ¿ya sabes? Estaba fuera de mí. Por el
humo. Y el fuego. Y el humo de los cigarros. Pensé que quizás te estaba imaginando
al principio. Y me rescataste, así que estaba como “mi héroe” y todo eso y
245

simplemente fue el cal… ―Me detuve justo a tiempo de hacer un juego de palabras
esta vez―. Fue el momento, ¿ya sabes? Así que, sé totalmente que eso no significó
Página

nada. No estoy leyendo algo que en realidad no está allí. Sé que Shiloh es tu tipo, las
chicas oscuras, extrañas y peligrosas; y yo soy como vainilla con tofú, así que sé que
fue un error, simplemente una casualidad que no significó nada, así que no tienes que
“hablar” ―dije haciendo las comillas en el aire estilo Raley―, conmigo sobre ello,
porque estamos bien, ¿de acuerdo?

Me detuve para respirar. Levanté la mirada para encontrar a Chase lanzándome


una sonrisa ladeada.

―¿De qué rayos estás hablando? ―dijo.

Mordí mi labio.

―¿El beso?

Algo momentáneamente destelló detrás de sus ojos, pero rápidamente


desapareció.

―No era de eso de lo que quería hablar.

Palmada mental en la cara.

―Oh. Bien. Bueno, de acuerdo, entonces.

Sonrió incluso más ampliamente, mostrando una fila de dientes.

―Estás sonrojada.

―Es la quemadura.

―Es lindo.

―¿Querías algo? ―pregunté, sonrojándome tanto que temí que mis mejillas se
volverían purpuras.

―Sí, así es ―dijo, metiéndose un pedazo de pizza en la boca como si nada en el


mundo pudiera hacerlo sentir avergonzado o incómodo, especialmente no un beso
que significó tan poco que él ni siquiera sabía de qué estaba hablando―. Creo que
trabajamos bien juntos en la historia.
246

Enarqué una ceja (o el lugar donde una ceja debería estar).

―¿De verdad?
Página
―Ya sabes, cuando no estás acusándome de ser un asesino.

―Sí. Lo siento por eso.

Le restó importancia con un gesto.

―Como sea, quería saber si querías un lugar en el periódico. El Homepage


podría necesitar una reportera como tú.

―¿Cómo yo?

―Lista, tenaz, ingeniosa. ―Se detuvo, luego me sonrió otra vez―. Dispuesta a
sacrificar sus cejas por la verdad.

―Volverán a crecer ―repetí.

―Entonces, ¿qué dices? ¿Quieres venir a trabajar conmigo?

Me mordí el interior de mi mejilla. Honestamente, nunca había tenido


aspiraciones periodísticas. Escribir un ensayo para Inglés era todo el tecleo que quería
hacer. Por otra parte… tenía que admitir que hubo cierta satisfacción en sacar a
Caitlyn de su mentira. Algo como hacer un rompecabezas donde todas las piezas
estaban en 3D. Y eran humanas.

Además, después de toda la búsqueda que había hecho últimamente, podía ver
mis notas bajando. Si quería entrar en una buena universidad, iba a necesitar algo de
buenas actividades extracurriculares para acolchar mis aplicaciones.

―De acuerdo ―dije finalmente―. Lo haré.

―Genial. ―Mordió otro pedazo de pizza―. Salón treinta y cinco. Después de


la escuela. Te daré tu primera tarea hoy.

―Estaré allí.

Bajó su último trozo de pizza y agarró su bandeja, desdoblándose del banco y


poniéndose de pie.

―Oh, y… ¿por cierto?


247

―¿Si? ―pregunté, levantando la mirada hacia él.


Página

―Shiloh no es mi tipo.
―¿Oh? ―pregunté, mi voz subiendo una octava más de lo que me habría
gustado.

Él sacudió la cabeza.

―En realidad, me siento atraído por las rubias.

Me tragué un escalofrío.

Él sonrió.

―Te veo más tarde, compañera ―dijo, luego se alejó.

Observé su forma alta y de hombros anchos atravesar la cafetería, lanzando su


bandeja en la línea, antes de salir de la habitación.

Oh, Dios.

Este iba a ser un año muy interesante.

Fin
248
Página
Social Suicide
(Deadly Cool 2)
Twittwercidio: el asesinato de un ser humano por otro, mientras la víctima está
en el acto de twittear.

Llámame loca, pero imaginé que


escribir para la página principal
Herbert Hoover High sería un evento
muy dulce. Mejoraría mi currículum para
las aplicaciones de la universidad,
obtendría un primer vistazo a la
columna de chismes, pasaría algún
tiempo comiéndose con los ojos al
editor del periódico al chico malo y
melancólico, Chase Erikson.

Pero en mi primera gran historia,


fueron las cosas... un poco más al sur. Lo
que debería haber sido una entrevista
normal con Sydney Sanders se
convirtió en mi descubrimiento de la
posiblemente reina del baile de
bienvenida muerta en su piscina.
Electrocutada mientras twitteaba.
Ahora, además de desarrollar una
reputación como descubridora cuerpos del
HHH, estoy atascada tratando de
demostrar que la muerte de Sydney no fue
un suicidio.

Estoy empezando a echar de menos los días en que mi mayor preocupación era
249

si la cafetería servía palitos de pizza o tacos...


Página
Capítulo 1
Traducido por: Kathesweet

Corregido por: La BoHeMiK

T
enías que ser increíblemente estúpido para ser atrapado haciendo
trampa en la clase del señor Tipkins, pero entonces, Sydney Sanders
era conocida por ser más rubia que Paris Hilton.

“Posible reina del baile de bienvenida suspendida por hacer trampa en


examen”.

Miré hacia abajo a mi encabezado para el Herbert Hoover High Homepage,


nuestro periódico de la escuela online. Usualmente nuestras noticias eran cosas como
la emocionante táctica del conserje retirando un pelo que se encontraba los martes de
tacos en la cafetería. Así que era una historia sobre un enorme engaño. Y había estado
sorprendida cuando el editor del periódico, Chase Erikson, me había asignado la
historia más grande desde que el auto del director fue etiquetado en la parte trasera
del aparcamiento. Después de todo, yo sólo había estado trabajando en el Homepage
durante un corto tiempo, lo que me hacía la residente novata.

Tenía la sensación de que esta historia era alguna clase de prueba. Lo hacía bien
y me ganaría el respeto de mis compañeros reporteros así como el de cierto editor con
quien tenía una historia personal complicada. Fallaba y volvería al ritmo de la
cafetería.

Claramente estaba apuntando hacia el resultado número uno.

Subí el volumen de mi iPod en un esfuerzo por ahogar el ruido del pequeño


cuarto de trabajo del periódico de la escuela y puse mis dedos sobre el teclado.

La nominada a reina del Baile de Bienvenida de la Secundaria


250

Herbert Hoover, Sydney Sanders, fue descubierta haciendo trampa en


el examen de medio curso del martes, en la clase de Precálculo. El señor
Página
Tipkins atrapó a Sydney con las manos en la masa cuando notó las
respuestas del examen pintadas en sus uñas.

Aparentemente Sydney había incorporado las letras A, B, C o D al


diseño pintado en sus uñas falsas en el orden exacto a las respuestas
que aparecían en el examen del martes. Después de que Sydney fuera
atrapada, rápidamente salió a la luz que su mejor amiga, Quinn Leslie,
también había hecho trampa en su examen.

Ambas chicas son suspendidas de la HHH mientras la


administración investiga cómo las respuestas al examen fueron
conseguidas. Sydney, previamente considerada una gran contrincante
en las próximas elecciones, ya no será elegible para ser la Reina del
Baile de Bienvenida de la Secundaria Herbert Hoover el próximo
sábado.

―¿Es la historia del engaño? ―preguntó Chase, repentinamente detrás de mí.

Muy cerca detrás de mí.

Me aclaré la garganta mientras el olor de jabón fresco y suavizante de ropa


llenaba mi espacio personal. Saqué un audífono de mi oído y contesté:

―Sí. Lo es.

Estuvo en silencio por un momento leyendo la pantalla de mi computadora


sobre mi hombro. Sentí los nervios reunirse en mi estómago mientras esperaba por su
reacción.

Chase Erikson era la razón por la que me había unido al periódico de la escuela
en primer lugar. Él y yo habíamos estado investigando un asesinato en nuestra
escuela, cada uno por razones diferentes. Chase porque se sintió atraído a una historia
interesante. Y yo porque la chica asesinada había sido la presidente del Club de
Castidad y resulta que había estado durmiendo con mi novio. No hace falta decir que
251

él ahora era totalmente un exnovio. De cualquier manera, Chase y yo habíamos


formado algo así como un equipo para encontrar el asesino del Club de Castidad, y
Página

una vez lo hicimos, Chase me dijo que mostraba habilidades investigativas


prometedoras y me ofreció un puesto en el equipo. Considerando que mi currículum
para la universidad necesitaba algo de relleno, acepté.

En lo que se refiere al trabajo, el periódico era mucho más divertido de lo que


había imaginado. Cuando había escuchado por primera vez el término periódico
escolar había imaginado un montón de nerds hambrientos por créditos extra con
dedos manchados de tinta. Pero en realidad, todo el periódico operaba online (sin
tinta) y varios estudiantes que conocía contribuían (ninguno de ellos nerds). Ashley
Stannic hacía una columna de chismes una vez a la semana y era completamente
divertida, incluso si sólo la mitad de los rumores que sacaba eran ciertos. Chris Fret
contribuía con un reportaje deportivo y tenía una encuesta en curso sobre el jugador
favorito de este semestre. De hecho, lo único que no había sido del todo agradable
sobre trabajar en el periódico era el propio Chase.

Chase era alto, de espalda ancha, y construido como un atleta. Su cabello era
negro, corto, y en la parte superior puntiagudo, gelificado en un estilo de despeinado
perfecto. Sus ojos eran oscuros y usualmente centelleaban con una mirada que decía
que él sabía un secreto verdaderamente bueno que nadie más sabía. Casi siempre
vestía de negro, botas amenazantes y mucho cuero.

Una vez mamá me recogió del periódico para una cita odontológica y, cuando
conoció a Chase, lo describió como “un poco peligroso.” Cuando Ashley Stannic jugó
a verdad o reto en los dulces dieciséis de Jessica Handon y había sido presionada a
decir la verdad, ella había descrito a Chase como “sexo en un par de vaqueros”. ¿Yo?
No estaba muy segura de qué pensaba de Chase. Todo lo que sabía era que las cosas
habían sido incómodas y un poco torpes entre nosotros desde “el beso”.

Sí. Yo, Hartley Grace Featherstone, había intercambiado saliva con el chico
malo residente de la HHH.

Cuando habíamos trabajado juntos en esa primera historia, yo había terminado


siendo secuestrada y casi asesinada. Casi, porque él había estado allí para salvarme en
el último minuto. Y tan pronto como Chase me había rescatado, me dio un beso.

Brevemente. En el calor del momento. Cuando las emociones estaban a flor de


252

piel.
Página
Era una noche de la que ninguno de nosotros había hablado desde entonces,
además, yo estaba noventa y nueve por ciento segura que no había significado nada
en absoluto, más allá de alivio para ambas partes de que aún estuviera viva.

Pero el otro uno por ciento todavía persistía lo suficiente que en situaciones
como esta, donde la esencia de su suavizante de ropa estaba haciéndome inclinarme
tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo en mi mejilla, todavía no estaba segura
de si pensaba en Chase como sexo en un par de vaqueros o un chico que era un poco
peligroso.

―Este es bueno ―dijo Chase, trayéndome de vuelta al presente.

―Gracias. ―Me sentí sonreír ante su elogio.

―Pero puedes hacerlo mucho mejor.

Y simplemente así, mi sonrisa cayó como las notas de un jugador de fútbol.


253
Página
Sobre la Autora:
Gemma Halliday
Gemma tuvo un tiempo difícil
averiguando qué es lo que quería hacer cuando
creciera. Trabajó como una actriz de películas y
televisión, importadora de osos de peluche,
administradora de una tienda departamental,
maestra de preescolar, artista de tatuajes de
medio tiempo, una psíquica del número 900,
antes de que finalmente decidiera vender su
primer libro, Spying in High Heels, en 2005 y
decidiendo ser escritora.

Desde entonces, Genna ha escrito varias


novelas de misterio y ha sido el recipiente de
numerosos premios, incluyendo el National
Reader's Choice Award y tres nominaciones RITA. Sus libros han salido en las listas
de Bestsellers del USA Today y New York Times.

Ahora Gemma está en su casa en el área del San Francisco Bay donde ella está
trabajando duro en su siguiente libro.
254
Página
Créditos
Moderadora:
Kathesweet

Traductores:
AariS Dani Lore_Mejia Sheilita Belikov
Andy Parth IreneRainbow Nats5 sooi.luuli
areli97 Jo PaolaS Susanauribe
Belle 007 Kathesweet ShadowHunter Violette
clau12345 lalaemk Vero

Traductores SOS:
Magdaa Marina012

Recopilado por:
Xhessii

Correctoras:
Alicadi La BoHeMiK yonoestoyloca
Kathesweet Susanauribe
Michy Xhessii

Diseño por:
PaulaMayfair
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