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SOCíiJ.ES
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Rector
Daniel Gomez
Vicerrector
Jorge Flores Steven Shapin
Simon Schaffer
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Universidad
Nacional
• ) de QUílmes
(;
Editorial
Steven Shapln y Simon Schaffer
28 29
Steven Snapin y Simon Schaffer El Leviat!rall y la bomba de vacío'
I miento sobre la naturaleza, las prácticas científicas se institucionali- en el cual estaba incluido el caso histórico de Harvard y otros estudios
\ zaran y Jos hechos prcducidas experimentalmente devinieron en fun- como ese. Queremos ver de nuevo los experimentos con la bomba de
\ dame:ltos de lo que cuenta como conocimiento cientiflco apropiado. vacío, formular nuevas preguntas a esos materiales y reformular los in-
Por consiguiente, comenzamos con un gran paradiglna del procedí- temogantes tradicionales. No inidamos nuestro proyecto con una mi-
mientú experimental: las investigaciones neumáticas de Robert Bayle rada que apunte a cuestionar los relatos existentes acerca del trabajo
y su empleo de la bomba de vacío. experimental de Boyle. De hecho, desde el principio tuvimos profundas
La bomba de vacio de Boyle posee un carácter canónico en Jos dudas de que pu~ieramos añadir mucho al trabajo realizado por los dis-
textos científicos, en la pedagogía de la ciencia y en la disciplina aca· tinguidos estudiosos de Boyle dd pasado. Sin embargo, en la medida
démica de la historia de la ciencia. Es posible pensar que de todos los en que p.uestro análisis avanzaba, nos convencimos crecientemente que
temas de la historia de la ciencia éste es un tópico acerca del cual debe- las preguntas que queríamos responder no habían sido planteadas de
lÍan poder decirse pocas cosas nuevas. Es un relato habitual y, esencial-
mente, un relato ejemplar. En verdad hay muchos aspectos 'del trabajo
experimental de Boyle y la institucionalización de la experimentación
acerca de los cuales tendremos muy pocas cosas nuevas para decir:
"
manera sistemática por escritores prevías. ¿Por qué no?
La .respues~a pued~, resjdj~, en la diferencia que existe entre Jos
relatos. de los miembros y los relatos de los extranjeros". Ser miem~
I
,aro de la cultura' que uno busca comprender posee enonnes ventajas.
i
nuestra deuda con el trabajo historiográfico prevía es demasiado amplia l
En verdad es difícil pensar en cómo uno pacida comprender una cul-
I
como para reconocerla adecuadamente. Es necesario se~alar que' una
i tura de la cual se es completamente extraño. Sín embargo, la perte-
excelente historia de los experimentos neumáticos de los anos 1660 es ' . I
nencia irreflexiva trae serias desventajas para la búsqueda de una l
la primera de las celebradas series de los Harvard Case Histories in Ex~ comprensión, y la principal de ellas puede ser llamado "el método de ~'
perimental Science. 1 Este estudio, realizado hace treinta y cinco años, la auto-evidencia".2 Una razón por la cual los historiadores no han 1:
establece de forma ad:r.irable nuestro punto de partida: muestra que los planteado las preguntas: que queremo~ realizar de modo °sistemático y
experimentos de Boyle con la bomba de vacio fueron diseñados para profundo es que han pro'ducido, en buena medida, reJ¿tos sesgados por
proveer un modelo heurístico sobre cómo podia asegurarse conocimien- el método de la a'utoevídencia que es propIo de los míembros de una
to científico autentico (y en verdad lo han provisto desde entonces), cultura. En este método l¡l.s presuposiciones de nuestras prácticas cul~
De modo interesante, la historia de Harvard en sí misma ha ad- turales rutinarias no son vistas como problemáticas y necesitadas de 1
quirido un estatuto canónico: a través de su justificado lugar en la en- explicación.' C¡rdinariamente, nuestras creencias y prácticas culturales .1
señanza de la historia de la ciencia ha provisto un ejemplo concreto del son referidas a los hechos no ambiguos de la naturaleza o a los ctite-
modo en que debe realizarse la investigación en la disciplina, qué tipo rios universales impersonales de cómo la gente hace las cosas (o có~
de preguntas es pertinente hacer, que tipo de materiales son rel~vante's
para la investigación, cuáles son pertinentes o no, y cuál d~biera ser la
fama general de la narración y la explicación histórica. No obstante,
,mo las hacen c.uando se comportan "racionalmente"). Si se le pregun~
ta a.u n niiembro lego a 'nuestra cultura por qué llama pájaro a un
avestruz, contestará probablemente a su inquisidor que los avestruces .....
es hora de cambiar el método, las suposiciones y el programa' histórico
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Steven Shapi n y Simon S~haffeT
El L~viathan y la bomba de vacio
Por supuesto, no somos antropólogos sino historiadores. ¿Cómo fundirlos con nuestro propio trabajo interpretativo: el historiador ha-
puede un historiador jugar a ser un extraño respecto ~e la cultura ex- bla por sí mismo.
perimental, una cultura con la cual se nos dice que com,partimos un , La controversia de la que nos ocupamos tomó lugar en Inglate-
pasado y que uno de nosotros es el fundador? Uno de lo~ modos que rra entre la década de 1660 y principios de la de 1670. Los protagonis-
podemos utilizar es identificar y examinar episodios de controversias tas fueron Robert Boyle (1627-1691) y Thomas Hobbes (l588-1679).
en el pasado. Desde nuestro punto de vista, las instancias históricas de Boyle aparece coroo d mayor practicante de la experimentación siste-
controversias sobre los fenómenos naturales o práctiqs intelectuales mática y uno de los más importantes propagandistas del valor de las
tienen dos ventajas. Una es que muy habitualmente envuelven desa- prácticas 'experimentales en la filosofia natural. Hobbes toma el papel
cuerdos acerca de la realidad de entidades o propiedades cuya existen- del oponente local más vigoroso a Boyle, buscando socavar las alega- i
cia o valor son subsecuentemente tomadas como no problemáticas o ciones particulares y las interpretaciones producidas por las investiga- \
establecidas. En la metafora de H. M. Cal1im, las creencias institucio-
l· ciones de Boyle y, crucialroente, movilizando poderosos argumentos ¡
nalizadas sobre el mundo natural son como el barco en la botella, para explicar por qué el programa experimental no podia producir el 1
mientld.s que las controversias científicas nos ofrecen la' oportunidad tipo de cónocimíento quc'Boyie recomendaba. Hay un gran número de :
de ver que el barco fue una vez una pila de varillas y cuerdas, y que razones por las cuales la disputa entre Hobbes y Boyle es particular-
estuvo fuera de la botella alguna vez.a Otra ventaja asociada al estu~ mente difídl de analizar para el historiador. Una razón es el grado en
dio de controversias es que los actores históricos frecuentemente jue~ el cual la figura de Hobbes como filósofo natural ha desaparecido de
gan un papel análogo a nuestro pretendido extraño: 'en el transcurso la Iit~ratura. Karglon dice correctamente que "Hobbes fue uno de los
de la controversla intentan deconstruir las creencias y prácticas prefe- tres filósofos mecanicistas más importantes de mediados del siglo die-
ridas de sus antagonistas que se han sedimentado, y hacen esto tra· cisiete, junto con Descartes y Gassendi".9 No faltan evidencias acerca
I
tanda de desplegar el caracter artificial y convencional' de esas de la seriedad con la cual eran tratadas las visiones de Hobbes sobre
\ creencias y prácticas. A partir del momento en que éste es el caso, los la filosofía natural en el siglo XVII, especialmente pero no' exclusiva-
I participantes de una controversia ofrecen al historiador recursos para mente, por aquellos que las consideraban seriamente defectuosas. Sa~
I jugar a ser un extraño. Por supuesto, seria un gran error para el his-
bemos que tan tardíamente como a comienzos del siglo XVHI los tra~
\ tonador simplemente apropiarse y validar el análisis de una de las tados de fílosofia natural· de Hobbes fonnaban un importam:e
partes de la controversia científica, y no es esto lo que nos propone- componente de la, currleula de la universidad escocesa. 10 S'In emb argo,
moS hacer. Hemos hallado valioso notar las estrategias constructivas y hacia fil)ales del siglo XVI!! Hobbes había sido ampliamente excluido
deconstructivas empleadas por ambos lados de la controversia, pero de la historia de la ciencia. La entrada de Hobbes en la lercera edición
mientras utilizamos los relatos de los participantes no debemos con- de' 1797 de la Encyclopaedia Britannica menciona muy brevemente
sus 'consideraciones científicas' e ignora totalmente sus tratados contra
moderna. Latour y Woolgar, en Laboraiory Lije, cap. l. están alertas a los peligros me- Boyie. L~: mismo vale para la entrada Dissertatioll o» the History... 01
todológicos de Identificarse con tos científicos que estudian, en cambio Collins. en "Un-
derstanding Sciencc", especialmente pp, 373-374, argumenta que sólo deviniendo un
miembro competente de la comunidad bajo estudio puede uno comprobar con confian- ~ Kargon, Aromism in E/lg/alld, p. 54.
za su propia comprensión. 10 Shepherd, "Newtonianism in Scottish Universíties", especialmente p. 70, Y
8 Collins, "Seven Scxes" y "Son of Seven Sexes". Philasophy at1d Science ill the Scollish Ulliversiry. pp, 8. \16, 153, 167 Y2\5·2\7.
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Steven Shapin y Simon SchatTer El Uvialha'l y la bomba de vacío
Matltematical and Physical Sc/ence de la edición de ·1842 de la Eltcy~' fueron perdidas aun más espectaculannente, desapareciendo del regls~
clopaedia: Hobbes es recordado como un mósl'f(l en etka, política, tro histórico ;lUn más acabadamente que su pelea con Boyle. Según
psicología y metafísica; la ur:idad de eses intereses con la filcsoi'"h de Leslie Step:¡ens, en su éntrada en el Dictionary oJ National Biograpky,
la naturaleza, tan enfatizados por Hobbes, ha sido desunida y la cien~ los oponenres de Hobbes mostraron sus "múltiples absurdos"; el rela-
cia carece de toda consideración. Incluso el articulo de Mintz sobre to más extenso de Croom Robertson en la onceava edición de la Ency-
Hobbes en el Dictionary of Sdentific Biography está fuertemente ses- clopaedia Britanníca se hace eco de este juicio y ningún historiador
gado hacia sus escritos morales, pollticos y psicológicos,lI Afortuna- disiente. r4
damente para nosotros, desde la monografía sobre' la fiiosofía mecá- En los relatos hi.stóricos de las controversias de Hobbes con Boy- \
nica de Hobbes de Brandt en 1928. la' situación ha comenzado a le la situación es similar. No hay muchas cosas escritas sobre estas dis-
mejorar. En lo que sigue se hará evidente nuestra deuda hacia traba- putas, y lo poco que hay posee algunos errores fundamentales. Por
jos sobre la ciencia de Hobbes realizados más re\ientem~nte por par- ejelJlplo, un escritor ha afinnado que las objeciones de Hobbes a la fi-
te de especialistas como R. H. Kargon, J. W. N. Watkins, iAlan Shapi- loso'fia natural de Boyle provenían de la creencia de Hobbes en el ho- )
ro, Miriam Reik y Thomas Splangens. Sin embargo, ~stamos muy lejos , rror·. vacúi aristotélico (lo que es completamente erróneo).15 Otro
de conocer el verdadero lugar de Hobbes en la filosofía natural del si- escritor más sensible ha argumentado que Hobbes daba un lugar cen-
glo XVII, y, si este libro estimula investigaciones posteriores, una de tral a la experimentación en la fil?sofía natural (lo que dolorosamen-
sus funciones habrá sido satisfecha. te mostraremos que es erróneol. 16 Es posible que parte de las razones
Kargon sugiere que una de las razones que explican el olyido de para esos errores, y para el olvido general de las controversias entre
Hobbes realizado por parte de los historiadores de la ciencia descansa Hobbes y Boyle, sea documental. Hasta donde hemos podido determi-
en el hecho de que estaba en desacuerdo con el héroe Boyle, y por ello nar, solamente dos historiadores dan indicacione.s sólidas de que han
sufrió el ostracismo de la Royal Society de Londres. 12 No hay dudas abierto el texto crucial de esta controversia y que han digerido todos
de que las controversias cientificas de Hobbes en Inglaterra, todas las s.us contenidos; el Dialogus physicus de natura aeris de Hobbes, de
cuales fueron consideradas perdidas por sus contemporáneos, tienen 1661. t7 En verdad, el Dialogus de Hobbes no ha sido nunca traducido
mucho que ver con este olvido de los historiadores. Den~o de la tra-
dición histórica "Whig", las partes perdedoras tienen pocofínterés, y en l. Stephen. "Hobbes", espe6almente p. 935 (ef. Stephen, Hobbes, pp. SJ -54);
ningún tipo de historia ha sido esta tendencia más evidente que en la RoberlSon. "Hobbes", especialmente pp. 549-SS0 (cr. Robertson. Hobbes, pp. 160-185);
A, E. TayJor. Thomas Hobbes. especialmente pp. 18-21 Y 40-41. Vease tamblen Scatt,
historia de la dencia clásica. 13 Este libro se ocupa de las controversias -John Wal1Js", p. 65. Para el. trabajo sobre la geometr[a de: Hobbes y las controvers ' ¡S
de Hobbes en filosofía natural, aunque sus disputas matemáticas con con los profesores de Oxford, veanse Saeksteder, "Hobbes: Geometrícal Objec\S ", y
John Wallis y Seth Ward, que no podemos tratar con ninglin detalle, "Hobbes: The Art of the Geometrkians"; Breidert. "Les mathcmatiques et la méthode
mathcmallque chcz Habbes"; Scoll, rile Malhemalical Work oJ Wo/Us, cap. 10.
15 Sobre la afirmación acerca del liorror vacuí, véaso Greene, "More and Boyle
11 Anan. "Hobbcs"; Mackintosh. "Disertalion Second", pp. 316-323 (sobre on the Spirit of Nature", p, 463; para una nota que señala el mor, véase Apptebaum,
ftlosofia de la étical; piayfair, "Disertation Third" (sobre matematica y ciencia Física, "Boyle and Hobbes".
donde Hobbes es escasamente mencionado); Minll. "Hobbes'~ t,6 Watkins, Hobbes's Syslem, p. 70n. Esa afirmación es tratada con detalle en el
12 Kargan. Alomism in England, p. 54. capitulo 4, más adel3]1te.
l) La tendencia whlggish en el tratamiento de las disputas entre Boylc, Hobbes y 17 las excepciones son Gargani. Hobbcs e la scienza; pp. 278,,285, YLupoli, "la
Linus es brevemente sefiaIada en Brush, Slalislical Physies, p. ¡6. polemica lra Hobbes e Boyk: Gargarü señala que el Dialogus "pertenece a una etapa
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El Levialnan y la bomba de vado
Sleven Shapin y Slmon Schaffer
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Slev~n Shapin y Simon Scha ITer
El Lcviathan y la bomba de vacío
criticas ¿~ Boyle (a Hobbi:s} Ir:uestra [oo.] que no h':.lticI<l sido ~::y~Uko incomprt;,;;:ém de Hob':J<:s refiribcJs<: a factores que distorsionaron su
examinar demas'f?,do la física especial de Hobbes en detaJle [.oot, 22 juicio o ú) hicieron ínadtcuado para apreciar la validez del programa
Peters afinna que las críticas de Hobbes "podrian haber provenido me- i
l.
boyleano: estaba mal calificado en matematica y fisica; era demasia-
1
jor de alguien [Oo.] que hubiera hecho por sí mismo algunos experimen~ do viejo y rígido en el momento de su controversia con Boyle; era de
tos" (lo cual no puede ser la mejor fonna de entender una controver- un temperamento obstinado y dogmático; tenia convicciones ideoló-
sia sobre la validez y el valor del expenmr.nto),23 y R. F. Jones gicas muy firmes. 29 (Hasta donde sabemos ningún historiador ha su-
acuerda,24 Otros historiadores van más allá, limpiando el registro his- gerido jamás que Boyle pudo "no entender" a Hobbes.)
tórico de toda oposición significativa al programa experimental: Ma- . . Desde el.momento en que nuestro procedimiento no va a utilizar
ri.e Boas Hall, sin mencionar a Hobbes por su nombre, dice que "Na~ la categoría de "ent.ender mal" y las asimetrías asociadas a ella, son ne-
dIe excepto un dedicado aristotélico" (que Hobbes ciertamente"no era) cesarias algunas p.alabras ac"erca del método que utilizaremos. No hace
"podía dejar de encontrar los argumentos de Boyle poderosos y con- fal ta casi decir que ·nuestro· propósito no es evaluativo: es descripti v~
vincentes",25 y Barbara Shapiro. en su admirable consideración del explicativo. Sin embargo, figuran centralmente en este libro preguntas
e~p~rismo y el experimentalismo ingles, concluye que "excepto por 'un relacionad;¡.s con la evaluación, y lo hacen de muchos modos. Hemos
mmusculo grupo de criticas que se mofaron de los virtuosi" (cuyos dicho que pretenderemos adoptar una "perspectiva del extraño" respec~
nombres no menciona) "no hubo oposición seria aia nueva filosofia".25 to del programa expenmencal: haremos esto porque nos hemos pro-
En forma dominante, los historiadores se han 'apoyado en la no- puesto la tarea histórica de inquirir por qué las prácticas experimenta-
ción de "incomprensión" (y las razones para ello) como la base,de su les fueron consideradas apropiadas y cómo estas prácticas fueron
tomadas e~ cuenta para la producción de conocimiento confiable. Co-
\ relato causal y su rechazo a las posiciones de Hobbes. El Harvard Case
Histories relata que los argumentos de Hobbes contra Boyle "estaban mo parte del' mismo ejercicio estaremos adoptando algo parecido a la
basados en parte en una incomprensión de las posiciones de Boyle".27 "perspectiva del miemhrb" en lo que hace al antiexperimentalismo
M. A Stewart se refiere a la neumática de Boyle como si hubiera lle- hobbesiano. Es decir, queremos ponemos a nosotros mismos en una
posición en la que las objeciones al programa experimental parezcan
plausibles, sensibles y racionales. Siguiendo a Gellner estaremos ofre-
21 McKie, "!ntroduction", pp. xii'.xiii'.
12 laird, Hobbes, p. 1\ 7. ciendo una "interpretación caritativa" del punto de vista de Hobbes. 30
2J Peters, Hobbes, p. 40. Nuestro propósito no es ponemos del lado de Hobbes, tampoco resucí~
24 R. F. Jones. Ancie11S olld Modems, p. \ 28; de Beer. "So~e Lellm of Hobbes" tar su rr:putación científica (aunque ésta, en nuestra opinión, ha sido
p. 197: Hobbes "falló en apreciar [...) el valioso alcance del experimento para decidir
cualquier cuestión de filosolla natural". "
25 M, B. Hall. "Boyle" p. 379. Su Boyle alld Sevelllwllh-Celllury C!lemeslry no
menclona la disputa entre Hobbes y Boyl~; ef. Burtl. Mt/apllysical Foulldolíons of Ma- 28 Slewart, "/nlroduction", p. xvi. La hipótesis de la "incomprensión" de Hobbes
dem Science, p, 26. afecta Incluso los ~scritos de person~s jóv~nes; véase Kuslan y Stone, Bo)'le: The Orcar
26 B, Sha piro. Probabllity Q1ld Cerio in 1)', p. 73; d. p. 68. Expcrimen ter, p. 26.
1) Conan t, "8oylc's Experi ments In Pneumatics", p. 49. 29 Stephen, "Hob bes", p. 937:: Robertso n, "Hobbes" p. 552.
10 Gell ner, ·Conccpls and Sociery"; er. Collins. "Son of Seven Sexes". pp, 52- 54.
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El Úviathan y la bomba de vado
Steven Shapin y Slmon Schaffer
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ambicio;. ".0 es reescribir el juicio de la historia, que es daro: );;s 'ters- maciones fannales acerca de cómo producir conocimiento y ep.. ningún
pectivas d~ Hobbes encontraron muy poco apoyo en la comunJdad fi- caso como un detenninante de la práctica intelectual. Estaremos inter- "
losófica natural inglesa. Sin embargo, queremos mostrar que en ese mitentemente ocupados en afinnacione.s verba.les explicitas acerca de . ¡
l
contexto no había nada evidente o in~vitable que condujera a un con-
senso filosófico nalural en favor del programa experimental. Si hu.bie-
ran existido otras circ~nstancias histó~cas sos~eniendo esa :omullldad
1 filosófica, las perspectivas de Hobbes.blen podnan haber temdo otra re-
t..
cómo debieran conducirse los filósofos, pero estas afinnaciones acerca \
del método Sl;nl.n invariablemente analizadas en relación con el esta-,I
.blecimiento p'ré~iso en el.c.ual son producidas, en relación a los propó~ \
sitos' de a,quellos que las hacen, y en referencia a la naturaleza actual l.
i cepción. Éstas no fueron ampliamente aceptadas o creídas -mas eran de la prácticu científica contemporánea.)l Más importante para nuestro J11
; creíbles: no fueron consideradas correctas-, pero no había nada inhe- proyecto es U{l examen del método entendido como una act¡vídad I
\ rente a ellas que imposibilitara una evaluación diferente'. (En verdad, práctica real. Por ejemplo. dedicaremos mucha atención a preguntas \
había puntos en los cuales las criticas de Hobbes estaban menos que como: ¿cómo es en verdad producido un hecho experimental? ¿Cuáles
bien informadas, del mismo modo que había aspectos de la posición de son los criterios pnkticos para juzgar el éxito y el fracaso experimen-
Boyle que debieran ser vistas como mal infonnadas e incluso chapuce- ~al? ¿Cómo, y en qué extensión, son verdaderamente reproducidos los
ras. Si el historiador quisiera evaluar a los actores por los estándares experimentos. y qué es lo que permite que tenga lugar la reproducción?
actuales del procedimiento científico, encontraria que ambos eran vul- -¿Cómo es en verqad manejada la frontera experimental entre los he-
nerables.) Por ·(¡(ra parte. nuestro tratamiento del experimentalismo de chos y la teorla? :¿Hay experimentos cruciales? Y, en ese caso, ¿sobre
Boyle enfatizara los papeles fundamentales de la convención, el acuer- qué fundamento son tomados como cruciales? Mas adelante nos esfor~ I
do práctico y el trabajo en la creación y evaluación positiva del cono- zaremos en ampliar nuestras apreciaciones usuales de aquello en lo que
cimiento experimental. Intentaremos identificar aquellos rasgos de. la consiste el método cientifJco y cómo el método en la filosofía natural
situación histórica por los cuales las decisiones intelectuales que' se to- ~e relacio~a con procedimie~tos intelectuales en otras areas de la cul-
I maron se consideraron apropiadas y por los que se afinnó que esas tura y en la sociedad en general. Uno de los modos en que trataremos
) convenciones eran apropiadas, que ese acuerdo era necesario, y que el de hacer esto .es situando el método científico y las controversias acer-
I trabajo involucrado en la producción de conocimiento experimental ca del mismo en un contexto social.
iera valioso y preferible al de otras alternativas, Usualmente se entiende que el concepto de "contexto social" re-
Lejos de evitar preguntas sobre la "verdad", la "objetividad" y el fiere a la ~ociedad en general y, en gran medida, estaremos interesa-
"método apropiado", estaremos confrontando estos temas centralmen-
te_ Pero los trataremos de un modo ligeramente diferente a lo que ca-
)1 Para ejemplos de cnudios emp'rlcos que valoran las afirmaclones metodológi-
racteriza a alguna historia y a mucha filosofía de la ciencia. La
cas en estos terminas. vc!ase B. Wood, "Melhodology and Apologelics"; MllJer, "Metho,~
"verdad", la "adecuación" y la "objetividad" serán ~rata~as como resul- and the 'Micropolllics' of Science"; Yeo, "Sclenllfic Method and the ¡mage of SC!ence.
tados, como productos históricos, como juicios y categorias de actores.
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St(wn Shapin y Simon Schaff(r El Levia¡j¡a n y la bomba de vacio
dos en mostrar las conexiones entre la conducta de la comunidad de monio de nuestras deudas en ese terreno. Nuestras deudas metodológi-
los filósofos naturales y la sociedad de la Restauración en general. Sin cas también se extienden en rriuchas otras direcciones, y son demasia w
embargo, queremos decir algo más cuando utíllzamos el ténnino "con- do ext~nsas y profundas para''Ser reconocidas adecuadamente. Entre los
texto social': Intentamos exhibir el método científico como fonna cris- especialistas en, Hobbes, estamos particulannente en deuda con 1. W. N.
talizada de organización social y como medio de regular la interacción , 1A'atkins (por su insísténcia so'bre las relaciones entre la filosofia natu-
social dentro de la comunidad científica. Para este fin haremos un uso ral y Jamora!), aun cuando disentimos en Jo que hace a las actitudes de
liberal e infonnal de las nociones de "juego de leng~aje': y ,"fonnas .de Hobbes hacia el expenmento; y con Quentin Skinner (por aspectos de su
vida" de Wittgenstein. Nuestra intención es considerar el método cien-, historiografía), aun cuando disentimos respecto a las relaciones de
tífico como una parte integrante de ciertos patrones de actividad. Del Hobbes con la Royal Society. Entre los historiadores de la ciencia he-
mismo modo que para Wittgenstein "la expresión 'juego de lenguaje' mos encontrado inspiración substancial en los estudios ~ecientes sobre
debe poner en relieve aquí que hablar el lenguaje' fonna parte de una la verdadera naturaleza: de la práctica experimental: tenemos especial-
actividad o una fonna de vida", trataremos las controversias .so~re el mente en mente el trabajo de Robert Frank y John Helibron. La orien~
método clentifico como disputas sobre distintos patrones de hacer las tación particular a la comprensión del experimento científico que he-
cosas y de organizar a los hombres para fines prácticos. Ji Sugeriremos i mos encontrado más valiosa deriva del trabajo de los microsociólogos
que las soluciones al problema del conocimiento están incorporadas 1 britanicos y franceses: !-l. M. Collins, T. J. Pinch, Bruno Latour y An~
en las soluciones prácticas dadas al problema del orden social, y que drew Pickerng, y del trabajo pionero de Ludwik Fleck.
diferentes soluciones prácticas al problema del orden social involucran Si bien esas deudas son obvias y evidentes, es interesante reC(JJlO-
soluciones practicas distintas al problema del conocimiento. Esto era t cer dos trabajosde historia e!npirica cuyas conexiones con nuestro pro-
aquello sobre lo cual versaba la controversia entre Hobbes.y Boyle. . _pio proyecto -pueden ser luenos evidentes, pero que ejemplifican
No escapará a nuestros lectores que este libro es un ejercicio de orientad~nes simiiares a '¡;¡s ~qUí empleadas. John Keegan abre su mag-
sociología del conocimiento científico: Se puede tanto discutirla posi- nifico estudio sobre la historia de las batallas con la siguiente confesión:
bilidad de la sociologIa del conocimiento como practica:rla,J3 Hemos
optado por la segunda opción. Se deriva de nuestra decisión que hare- No he visto ninguna batalla; ni de cerca ni de lejos, ni he visto"sus,re-
mos relativamente pocas referencias a la literatura teórica de la socio- sultados (".J He leído .sobre batallas, por supuesto, he hablado sobre
logía de la ciencia, la que ha sido una fuente de inspiración fundamen- bata11as, he dad o ¡eedones sobre bata Ilas [".] Pero no he estado jamás
tal y permanente para nuestro proyecto. Sin embargo, confiamos en que en llUa. Yme he cpnvencido crecientemente que tengo muy poca no-
nuestros procedimientos históncos prácticos ofrecerán suficiente testi- cion de 'lo :que puede srr lIlla verdadera batalla. J4
II Wittgenstein, P!lilosop!licQ! ]¡wcs tigQfio liS, 1, 23, YBlu(' and' Browl1 Boob, pp,
Viniendo de algúien que ha enseñado en Sandhurst, y que ha dado
17. 61; Bloor. WilfgClIslein, c~p. J. El concepto de "discurso" tk Foueault posee imeresan- cursos a los mas' grandes especialistas de historia militar, es una ele-
tes y numerosas similitudes con el conceplo de "jucg'o d( lenguaje" de Wittg(nstein, pero gante fama de reconocer su ignorancia. Sin est~ reconocimiento Kee-
prd(rimos este ¡JI ti mo debido a su i:nfasis en la pri macia de la actividad práctica, Para los
usos foucaultianos, véase, (specialmeme, T!le ArclweoJogy 01 KIlO wiedg c. caps. 1-,2.
n El estado actual de la sociologia del conocimiento c!(ntíflco como una praclica H K~egan, Th e Face of Ba rtie, p. 15: vease ta mbien el rel ato más delall "do de las
empírica es examinada en Shapin, "History of Science and'\ts Sociological ReconSlrtlc\ions': sNies de batallas d( la Segunda Guerra Mundial en Keegan, Su Amdes in Normc!ldy.
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Steven Shapin y Simon Sehaffer
El Levialhan y la bomba de vacio
gan habría sido incapaz de escribir la vívida y movida historia que en a la historia militar, pero estamos contentos de estar implicados en la
verdad ha producido. Cuar.dD iniciamos la investigación para este li- misma empresa historiográfica.
bro, nos senTimos en una sir:::ación simiiar a la de l,:eegzn. Hemo$ iei- El 0~~0 modelo inesperado esta más cerca en su foco empírico a
do mucho acerca de e.xperimentos, ambos hemos incluso realizado al- nuestros objetos de estudio: The Art 01 Describing de Svetlana Alpers.
gunos como estudiantes, per0 no sentimos que tengamos una idea De mar!cY~ desafortunada el libro de Alpers fue publicado cuando el
satisfactuia de lo que es U!l experimento y cómo produce éste cono- nuestro estaba ~ustandalmente terminado, y no hemos podido invo-
cimiento científico. El paralelo con el estudio de Keegan acerca de las lucramos con él' tanto como hubiéramos querido. Sin embargo, los pa-
batallas se extiende incluso más allá. Keegan distingue una forma do- ralelos 'con nuestro proyecto son altamente importantes, y queremos
minante de histoda ml1itar, modelada por el Conde van MoJtke, que señalarlos brevemente. Alpe~ está interesada en el arte descriptivo
llama "Historia del Estado Mayor': En la Historia del Estado Mayor lo hoianMs del siglo xvn. En particular, quiere entender los presupues-
más significativo es el papel de los generales, sus planeamientos es~ tos que 'se encontraban detrás de las preferencias holandesas pOI la
trategicos, sus decisiones racionales y su influencia en el resultado fi- , pintura' descripti:va y l,as con~enciones empleadas al realizar estas pin-
~ ",
nal de la batalla. Lo que es sistemáticamente dejado de Ia.do es la con- turas. 'Escribe: "Presuponer que encontrar y hacer, que nuestro descu-
tingencia y la confusión del combate real, el papel. de los p~queños brimlento' del mundo y nuestros modos de modelarlo, era una sola
grupos de soldados, la relación entre el combate en el. terreno y el pla- , <;osa, era un presupuesto particular del siglo diecisiete': 36 Muestra que
neamíento de los generales. No es excesivo reconocer un parecido de, estos presupuestos se expandieron a través de distintadreas de la cul-
familia entre la Historia del Estado Mayor y las tendencias hacia las tura: proyectos en tomo a lenguajes universales, el programa experi-
"reconst/1.lcciones racionales~ en la historia y la mosofía de la ciencia. ¡ mental en ciencia, y la pintura, y que eran p¡rticularmente
Los "von Moltke" de la historia de la ciencia han mostrado el mismo r pronunciados en los Pa:ises Bajos 'J en Inglaterra, Tanto la pintura des-
~.
rechazo para involucrarse con la práctica científica real, preflriendo
L criptiva holandesa como la ciencia empirica inglesa involucraban una
las idealizaciones y simplificaciones a las contingencias desordenadas, metafora perceptiva del conocimiento: "Entiendo por ello una cultura
los di~cursos sobre esenci¡¡s a la identificación de convenciones, las re- que asume que conocemos lo que conocemos a través de una mente
ferencias a los hechos no problemáticos de la naturaleza y los criterios que refleja la naturaleza".)? La base para cierto conocimiento era ser
trascendentes del método científico a( trabajo histórico hecho por los testigo de la naturaleza. EI.arte del pintor, yel arte de los experimen-
actores científicos rt:'ales. 35 Es demasi~do pensar que hemos añadido a talístas, era, por lo tanto, hacer representaciones que imitaran confia-
la historia de la ciencia una fracción de lo que Keegar. ha contribuido ~;
blemente.e1 ~c~o del ver ~¡n mediaciones,
"
'.
Hay dos puntos de especial Interés para nosotros en el trabajo de mentales debían ser generados, validados y formados como bases pa-
Alpers, Uno es el contraste que plantea entre las concep,dones septen- ra el consenso. Ponemos es-pecial atención al man~o de la bomha de
trionales de la pintura (y p2ffic:;lam~!::e la holandts~1 y las caracte- 'vacío y '<. ~(..$ ':,¡edios 'a "Ü'a1s de los cuales los experimentos que uti-
rísticas de }2 pintura italiana. En la ú1tirna, la pint'.:!!~ era CO'f).Cé0ida lizaba!:. éste dispositivo po~ían ser realizados para producir aquello
primariamente como la glosa de un texto; en la primera, ~l significado que se consideraba conocimiento irrefutable, Discutimos las prácticas
textual de la pintura era dispensado en favor de una ,dire:cta aprehen~ sociales y lingüísticas que Boyle' recomendaba a los experimentadores,
sión visual de la realidad natural. A pesar de que los detalles del con~ mostrando cómo éstas eran ímportantes elementos constitutivos en la
traste no pueden ocupamos aquí, Alpers concluye que las diferentes producción de hechos y en la protección de estos hechos frente a los
teorías acerca de la pintura expresaban distintas concepcíol1,es del co- elementos del conocimiento que se pensaba que podían generar dis-
nocimiento: el texto versus el ojo, El paralelo con las controversias en- cordia y conflicto. Nuestra tarea aquí es idenÜficar las convenciones
tre Hobbes y Boyle, y el conflicto subyacente entre sus respectivas ",.-
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por medio de las cuales se debía producir conocimiento experimental.
teorías acerca del conocimiento, está lejos de ser exacto; sin embargo, En el capítulo 3 discutimos el estado y 105 objetos de la filosofía
en el caso de los conflictos sobre lo apropiado del método experimen- natural de Hobbes an'tes de la publicación de los NelJJ Expen'ments de
tal vemos una similitud notable en la disputa a propósito de la fIabili- Boyle en 1660.: Nuestro objetivo principal aquí es leer el Levia(ll11
dad del ojo, y del testimonio, como bailes para la generación de (1652) como un: texto' de filosofía natural y de epistemología. En tanto
conocimiento. En segundo lugar, Alpers adopta lo que hemos denomi- que tratado de filosofia política el Levíatl1an tenía por objeto mostrar
nado la "perspecti'I:) del extraño" hacia la naturaleza realista de las las práctica> que habrían de garantizar el orden en el Estado. Este or-
imágenes, Su capaCidad para' reflejar la reali~ad es iratada como un dep. podía ser amenazado (y 4urante la Guerra Civil lo había sido) por
producto de la convención y del arte: "Para parecer viva, una pintura
debe ser pintada con minuciosidad': El arte de la representación realis-
ta es predicada conforme a la aceptación de las convenciones para la
intelectu,ales clericales que se arrogaban una autoridad civil para la
cual no, poseía~ ~inguna prerrogativa. Sus principales recursos para es~
' ros actos de usurpación eran; de acuerdo con Hobbes, una falsa onto-
I
realización de afirmaciones realistas en la ciencia: la "mano sincera" y logía y un.: falsa epistemología. Hobbes trabajó para demostrar el 1
el "ojo fiel".38 Con la aceptación de estas convencion~s relativas al co- absurdo de una ontología apoyada en substancias incorporales y esp¡~
nocimiento, y con la adquisición de las habilidades' apropiadas para '1- ritus inmateriales, De tal modo, construyó una ontología plenísta y en
ejecutar las representaciones, el carácter artificial de hacer representa-
~'
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.,
t:
Steven Shapin y 5imon Schaffer El L~ialha11 y la bomba de vacio
inmediatamente !<lS propuestas-radkales de Boyle. El arl~lisis del Dialo- controversia podía ser utilizada para fundamentar los hechos del co-
g~!:; physiC".is de Hobbes formf; el andarn,b.je del capitclo Ll-j En este tex-
nqdmientc experimental-,
"l0 Eobbe~ j:-:tentórefutar el ~xperimentalismo de Boyl~ d~sde ,jiRfsas
Ey: los capítulos 2, 4 Y5 discutimos el papel central de la bom-
p~Ts?ectiv2.o,: argumentó que la bomba de vacio de P"ly!e carecía de in- ba de ,,1,': tn el programa experimental y el modo en que los criticos
!~g;idad fisic3 (filtraba aire) y que, por lo tanto, sus hechos no eran de podían :.:tlizar las imperfeccione:s de su ,modo de trabajo para atacar
Dingun modo hechos; utilizó la filtración de la bomba para ofr~ceT una el exptri:!.~!"!to en si mismo. En el capitulo 6 intentamos hacty ,:les co-
explicación física altematíva a los, hallazgos de Boyle, La bomba, le- sas. Primero vemos cómo la bomba en si misma evolucionó como ob-
jos de producir un vacio operacionaL estaba siempre llena de una frac- jeto material en los años 1660, argumentando que estos cambios
dón de aire atmosférico. Las explicaciones plenistas del comportamien- involucraban respuestas a críticas tempranas, especialmente a las rea-
to de la bomba eran superiores a las de Boyle, y Hobbes atacó a Boyle lizadas por Hobbes. Exhumamos información sobre el pequefio núme-
como si fuera un vacuista, a pesar de las negativas de eS,te último a dar ro de bombas que fueron construidas con éxito en esa década, y
sentido cientifico a los debates del pasado entre el vacuismo y el pIe- ,mostramos que, a pesar,de las, prácticas infonnadas por Boyle, nadie
nismo. De mayor importancia epistemológica fue el ataque de Hobbes fue capaz de construir una bomba y hacerla operar sin ver la original.
al modo de generar hechos. a la constitución de estos hechos en los Esto plantea problemas de reproducción que poseen mayor interés que
fundamentos consensuales del conocimiento, y a la sepajación de los el que le han reconocido previamente los historiadores, La reproduc-
hechos respecto a las causas flsicas que podían explicarlas. Estos ata- cióri es también central para la segunda tarea de est.e capitulo. En el
"
ques apuntaban a sostener que, fuera 10 que fuese el programa expe- capítulo 2 argumentamos que la constitución de los hechos involucra-
I rimental de Boyle. éste no era filosófico, La maso fía era un.a empresa
ba la multiplicación de los testigos. y que Boyle estimulaba él mi.o;no
:~ . la reiteración de sus experimentos. Sin embargo. poco después de que
", causal, y como tal. aseguraba un asentimiento total e irrevocable, no
! el asentimiento parcial que impulsaba Boyle, El ataque de Hobbes fue publicado el New Experiments, otro filósofo en Holanda, Cristiaan
Huygens, produjo un hallazgo (la así llamada suspensión anómala del
\ identificaba el car~<:ter convencional de los hechos experimentales.
En el capítulo 5 mostramos el modo en que Boyle replicó a Hob- agua) que parecía invalidar uno de los recursos explicativos mas im-
bes y a otros dos adversarios en los años 1660: el jesuita Franciscus portantes de Boyle, Examinamos cómo fue tratada esta importante
Linus y el platonista de Cambridge Henry More. Examinando la natu- anomalía y co~c1uín1os que el buen funcionamiento de la bomba de
raleza y el estilo distinto de las re.spuestas de Boyle, identificamos vacío ~e calibr~do por medio de compromisos previos acerca de si es-
aquello que Boylc estaba más interesado en proteger: la bomba de va- ,te fenómen 1 podía existir o no. Analizamos la respuesta a esta ano-
cío como medio para generar conocimiento ñ!osófico legitimo y la in- malia como una manifestación de la forma de vida experimental y de
tegridad de las reglas que habían de regular. la vid'a moral de la las convenciones empleadas',en la comunidad experimental para pro-
comunidad experimenta1. Boyle trataba a Hobbe.s más como un expe- tegerse ~ sí misma respecto a desacuerdos internos que fueran fatales.
rimentador fracasado que, como a alguien que proponía una forma dis- Tanto el 'experimentalismo de Boyle como el modelo demostra-
tinta de construir el conocimiento filosófico. Utilizó I~s opo'rtunidades tivo para la obtención de conocimiento planteado por Hobbes fueron
otorgadas por sus tres adversarios para exhibir el :modo en que las ofrecidos como fomlaS de solucionar el problema del orden. En el ca-
controversias experimentales podian ser manejadas sin destruir la em-,' , pitulo 7 i~tentamos situar las soluciones a este problema en el debate
presa experimental en sí misma -en verdad, para mostrar cómo la más amplio de la Restauración acerca de la naturaleza y las bases del
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Sleven Shapín y Símon Seha ffer
¿Cómo era posible para un hombre racional negar el valor del exreri-
mento y el carácter fundacional de los hechos? Por contraste, el pro-
grama de Boyle parece exudar la banalidad de lo autoevidente. En es-
,
te capítulo intentamos orientamos al problema de la autoevidencia
.' disecando y desplegando los mecanismos por medio de los cuales los
J
procedimientos experimentales de Boyle eran considerados capaces de
producir conocimiento y, en particular, la variedad de conocimiento
llamada "hechos': Mostraremos que la producción experimental de he-
chos involucraba un inmenso cúmulo de trabajo, que descansaba sobre
la aceptación de ciertas convenciones sociales y discursivas, y que de-
pendía de la producción y protección de una foma especial de organi-
zación social. El programa experimental era, en ténninos wittgenste-
nianas, un "juego de Jengu:lje" y una "forma de vida~ La aceptación
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