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A Las Cosas Mismas. Fenomenología y Ciencias Humanas
A Las Cosas Mismas. Fenomenología y Ciencias Humanas
Uno de los lemas con los que se identifica a la fenomenología es ir “a las cosas
mismas” o, para ser más exactos, “retroceder a las «cosas mismas»” (Husserl,
1995, p. 218). Este lema, que se encuentra en una de las obras iniciales del
fundador de la fenomenología, establece un punto de partida para la investigación
fenomenológica. No fue enunciado como un eslogan o un grito de batalla. Él
resume el punto de partida del “análisis fenomenológico”. El asunto que Husserl
tenía entre manos era el siguiente: se proponía la fundamentación de la lógica,
separándola del juicio psicológico, pero sin desterrar de dicha fundamentación “las
vivencias concretas del pensamiento” (p. 217). Es claro que ellas no pertenecen a
la esfera de la lógica, es decir, el lógico puede realizar las investigaciones sobre
sus principios sin recurrir a fenómenos psíquicos concretos; puede hacer su
análisis en la esfera de la abstracción; no obstante, considera Husserl, no
podemos prescindir de lo concreto en una investigación sobre la lógica pura.
Desde sus inicios, está la idea que toda ciencia tiene como punto de inicio la vida
cotidiana o el mundo vital. Si bien es cierto que la ciencia alcanza niveles altísimos
de abstracción, estos nunca se zafan de la vida concreta de los sujetos. La lógica
no es la excepción.
Los conceptos lógicos, como unidades válidas del pensamiento, tienen que tener su
origen en la intuición. Deben crecer por abstracción ideatoria sobre la base de ciertas
vivencias y aseverarse una y otra vez por la repetida realización de esa abstracción;
deben aprehenderse en su identidad consigo mismos. O dicho de otro modo: no
queremos de ninguna manera darnos por satisfechos con «meras palabras», esto es, con
una comprensión verbal meramente simbólica, como la que tenemos por de pronto en
nuestras reflexiones acerca del sentido de las leyes establecidas en la lógica pura sobre
«conceptos», «juicios», «verdades», etc., con sus múltiples particularizaciones. No
pueden satisfacernos significaciones que toman vida –cuando la toman– de intuiciones
remotas, confusas, impropias. Queremos retroceder a las «cosas mismas». Sobre
intuiciones plenamente desenvueltas queremos llegar a la evidencia de que lo dado aquí,
en abstracción actualmente llevada a cabo, es verdadera y realmente lo mentado por las
significaciones de las palabras en la expresión de la ley; y, en el sentido de la práctica del
conocimiento, queremos despertar en nosotros la disposición para mantener las
significaciones en su inquebrantable identidad, mediante mediciones suficientemente
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repetidas sobre la intuición reproducible (o sobre la realización intuitiva de la abstracción).
Igualmente nos convencemos de ese hecho del equívoco, cuando nos representamos
intuitivamente las cambiantes significaciones que un mismo término lógico recibe en
diferentes conexiones enunciativas; adquirieron la evidencia de que lo que la palabra
mienta acá y allá halla su cumplimiento en momentos o formaciones de la intuición, que
son esencialmente distintos. Por separación de los conceptos mezclados y por adecuada
modificación de los términos conseguimos entonces la apetecida «claridad y distinción»
de las proposiciones lógicas (Husserl, 1995, p. 218-219. El énfasis en negrita es mío).
Una distinción que debe hacerse en este punto es que ir “a las cosas mismas” no
se circunscribe a la perspectiva empirista que equipara cosa con hecho, o lo que
es susceptible de comprobación empírica. Esta perspectiva puede verse en la
ciencia natural. Husserl la presenta de la siguiente manera:
Esta es una caracterización resumida del modo como opera la ciencia, toda
ciencia. Es valioso notar que no solo ocurre en la ciencia física o biológica, sino
también en las que Husserl llama ciencias “de los seres animales con su
NATURALEZA PSICOFÍSICA, o sea, también la fisiología, la psicología, etc.”
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El concepto de intuición tiende a confundirse. Aquí solo significa dos sentidos: en primer lugar,
comprensión inmediata del objeto en percepción directa; en segundo lugar, intuiciones categoriales
no sensible. Ambos sentidos se toman de Moran y Cohen (2012).
2
(Husserl, 2013, p. 88); pero también las llamadas Ciencias humanas o Ciencias
del espíritu: “la historia, las ciencias de la cultura, las disciplinas sociológicas de
toda índole” (p. 88). Sin lugar a dudas, también el Trabajo social pertenecería a
estas ciencias de hechos.
“A las cosas mismas”, no sería una vuelta a un hecho que respalde una afirmación
científica y garantice su validez (se ha dicho que para esto basta la ciencia). Quien
utiliza la fenomenología como método comprende que “a las cosas mismas” es un
llamado a ubicarse en la región esencial o eidética, esto es, en la esfera de
vivencias de un sujeto, de modo que este sea considerado en el proceso de
conocimiento que culmina en la formulación de algunas estructuras teóricas. “A las
cosas mismas” implica aventurarse en un terreno tradicionalmente descuidado por
la investigación científica natural; arriesgarse a formular estructuras y tener el
coraje de revaluarlas, siempre teniendo como base las vivencias subjetivas en las
que se respaldan; procurar hacer ciencia de la subjetividad sin reducir la
subjetividad a hecho.
El apartado I comenzó diciendo que “a las cosas mismas” es uno de los lemas con
el que se identifica la fenomenología. El apartado II concluyó insinuando que hay
otras fenomenologías diferentes a la husserliana. En efecto, la fenomenología, a
diferencia de otros métodos, tiene un considerable corpus teórico, especialmente
filosófico. Una de las dificultades de su aplicación consiste en que,
inevitablemente, habría que sumergirse en sus presupuestos antes de iniciar un
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trabajo riguroso bajo este método. Casi cualquier tratado de fenomenología
empírica 2 comienza con unos capítulos sobre la filosofía fenomenológica.
Asimismo, en vista de que es un movimiento tan prolífico, no existe un núcleo
teórico básico que pueda ser compartido o defendido por todos los que se llaman
fenomenólogos.
2
Por fenomenología empírica entiendo el uso del método fenomenológico en contextos específicos
de investigación en ciencias humanas y sociales. Por filosofía fenomenológica entiendo el estudio
hermenéutico o de análisis conceptual de los principios de la fenomenología, lo que
despectivamente Embree (2003) denominó “erudición” (p. 33).
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que él titula como “Marco teórico”. Allí, el autor hace un recorrido histórico de la
fenomenología y se centra en el contexto heideggeriano, sobre el cual respalda su
investigación. De la fenomenología husserliana rescata: la exploración de la
vivencia de los fenómenos, el mundo de la vida y el retorno a las cosas mismas.
También menciona una expresión común a quienes han leído fenomenología: el
poner entre paréntesis, para enfatizar el intento del fenomenólogo por liberarse de
los prejuicios.
De acuerdo con los casos presentados, la fenomenología está compuesta por una
serie de lemas y cada uno encierra una serie de discusiones filosóficas que
requieren ser comprendidas para que haya una adecuada comprensión del
método.
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“phenomenology of” nos arroja campos tan sorprendentes como: la religión, la
economía, la enfermedad, la socialidad, la mirada, la oración, el testimonio, la
discapacidad, la escucha, el cuerpo femenino, las emociones, lo cotidiano, la
lectura, la tecnología, el contacto, las emociones, la vejez. Seguiría un largo
etcétera. Para algunas personas alrededor del mundo, en consecuencia, ha
parecido valioso investigar con la fenomenología.
La fenomenología permite ir “a las cosas mismas”. Son las cosas mismas las que
legitiman el ejercicio fenomenológico y, a su vez, las que tienen el poder de des-
construirlo. Sin las cosas mismas, la investigación se torna solo un relato a cargo
del investigador, quien asume la postura del experto (la posición fenomenológica,
al contrario, relieva la figura del anfänger, el principiante). Las cosas mismas
denuncian cuando las palabras arropan un acontecimiento vivido, encubriendo su
sentido. Sin las cosas mismas, los acontecimientos se vuelven algo dicho,
disponible en un texto, un audio, un vídeo; esto es, los acontecimientos se vuelven
memorias y, en cuanto tal, pierden su presente, su presencia, son re-presentados.
Las cosas mismas sospechan de la palabra que congela su sentido; son
escépticas a lo dicho, reclaman un re-decirse, un des-decirse, un esfuerzo por
enunciar. Es obvio que las cosas mismas no se circunscriben al plano de lo
empírico, ¡he ahí su dificultad! Es más fácil dar razón de la piedra, de su ser
inorgánico, de su forma; mas no es tan fácil dar razón de la piedra lanzada por un
estudiante que, ante el desespero de su infructuoso argumento en la blindada
solidez del sistema, no parece tener otro modo de expresar su deseo de cambio.
Son justamente las nuevas cosas a las que retorna la fenomenología las que la
hacen valiosa para la investigación empírica. No se trata de las cosas susceptibles
de cálculo y medida; se trata de lo íntimo del sujeto adolorido, deseante,
enamorado, angustiado, victimizado. La fenomenología recupera al sujeto perdido
en los marcos objetivantes de los discursos mal llamados “duros”. La
fenomenología todavía trata al otro como persona y no como una cifra, un
personaje (Jaramillo & Aguirre, 2015). Si bien la pretensión del fenomenólogo es
hacer justicia a las vivencias de la persona y, en razón de ello, se esfuerza por
aquietar el afán de interpretar a su medida (epojé - reducción), a partir de la
hegemonía de su yo, reconoce que su investigación, en tanto circunscrita a las
cosas mismas, tiene al otro como el detentador de la última palabra; a su vez,
reconoce que las cosas mismas no se dan de manera transparente; tal vez ni
siquiera se dan, sino que se van insinuando como se insinúa una huella (¿acaso
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este no es el sentido más original de investigar?3). La fenomenología no teme
reconocer que los conocimientos que formula no se sintetizan en fórmulas, sino
que se mueven por terrenos escarpados, en los cuales es más factible la caída.
Referencias
3
La palabra investigar viene de investigare, cuya raíz es vestigium, “huella”, “rastrear”, “seguir la
huella”.
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Pascal, J. (2010). Phenomenology as a Research Method for Social Work
Contexts: Understanding the Lived Experience of Cancer Survival. Currents:
Scholarship in the Human Services 9(2), 1-23.