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¡A LAS COSAS MISMAS!

Fenomenología e investigación en Ciencias humanas

Juan Carlos Aguirre García


Universidad del Cauca

I. A las cosas mismas

Uno de los lemas con los que se identifica a la fenomenología es ir “a las cosas
mismas” o, para ser más exactos, “retroceder a las «cosas mismas»” (Husserl,
1995, p. 218). Este lema, que se encuentra en una de las obras iniciales del
fundador de la fenomenología, establece un punto de partida para la investigación
fenomenológica. No fue enunciado como un eslogan o un grito de batalla. Él
resume el punto de partida del “análisis fenomenológico”. El asunto que Husserl
tenía entre manos era el siguiente: se proponía la fundamentación de la lógica,
separándola del juicio psicológico, pero sin desterrar de dicha fundamentación “las
vivencias concretas del pensamiento” (p. 217). Es claro que ellas no pertenecen a
la esfera de la lógica, es decir, el lógico puede realizar las investigaciones sobre
sus principios sin recurrir a fenómenos psíquicos concretos; puede hacer su
análisis en la esfera de la abstracción; no obstante, considera Husserl, no
podemos prescindir de lo concreto en una investigación sobre la lógica pura.
Desde sus inicios, está la idea que toda ciencia tiene como punto de inicio la vida
cotidiana o el mundo vital. Si bien es cierto que la ciencia alcanza niveles altísimos
de abstracción, estos nunca se zafan de la vida concreta de los sujetos. La lógica
no es la excepción.

Sin embargo, las vivencias concretas, en la riqueza y ambigüedad de las palabras


con que se enuncian, pueden dar lugar a malentendidos que pueden filtrarse en la
fundamentación lógica, por lo que se requiere un análisis detallado del mismo en
aras de lograr “claridad y distinción epistemológicas” (Husserl, 1995, p. 218). Es
ahí donde afirma lo siguiente:

Los conceptos lógicos, como unidades válidas del pensamiento, tienen que tener su
origen en la intuición. Deben crecer por abstracción ideatoria sobre la base de ciertas
vivencias y aseverarse una y otra vez por la repetida realización de esa abstracción;
deben aprehenderse en su identidad consigo mismos. O dicho de otro modo: no
queremos de ninguna manera darnos por satisfechos con «meras palabras», esto es, con
una comprensión verbal meramente simbólica, como la que tenemos por de pronto en
nuestras reflexiones acerca del sentido de las leyes establecidas en la lógica pura sobre
«conceptos», «juicios», «verdades», etc., con sus múltiples particularizaciones. No
pueden satisfacernos significaciones que toman vida –cuando la toman– de intuiciones
remotas, confusas, impropias. Queremos retroceder a las «cosas mismas». Sobre
intuiciones plenamente desenvueltas queremos llegar a la evidencia de que lo dado aquí,
en abstracción actualmente llevada a cabo, es verdadera y realmente lo mentado por las
significaciones de las palabras en la expresión de la ley; y, en el sentido de la práctica del
conocimiento, queremos despertar en nosotros la disposición para mantener las
significaciones en su inquebrantable identidad, mediante mediciones suficientemente

1
repetidas sobre la intuición reproducible (o sobre la realización intuitiva de la abstracción).
Igualmente nos convencemos de ese hecho del equívoco, cuando nos representamos
intuitivamente las cambiantes significaciones que un mismo término lógico recibe en
diferentes conexiones enunciativas; adquirieron la evidencia de que lo que la palabra
mienta acá y allá halla su cumplimiento en momentos o formaciones de la intuición, que
son esencialmente distintos. Por separación de los conceptos mezclados y por adecuada
modificación de los términos conseguimos entonces la apetecida «claridad y distinción»
de las proposiciones lógicas (Husserl, 1995, p. 218-219. El énfasis en negrita es mío).

En este contexto, la fenomenología como un regreso a las cosas mismas es un


reconocimiento de que todo concepto, incluso los conceptos lógicos, tienen su
origen en intuiciones 1; además, que los conceptos por sí mismos no agotan la
totalidad de un acontecimiento, es decir, siempre está el eco de la intuición
concreta (que de ahora en adelante llamaré vivencia) y, finalmente, que se
requiere un esfuerzo continuo por desdecir lo dicho a partir del eco de la vivencia,
con el propósito de ser fiel a tal vivencia, es decir, a la cosa misma. El “a las cosas
mismas” es, por tanto, un principio fenomenológico y, en cuanto tal, rige toda
investigación fenomenológica tanto en su nivel epistemológico como ético:
apegados a él, los conceptos de la ciencia garantizan su evidencia; pero, a su vez,
responden de manera justa por lo otro que se tematiza.

II. Nueva concepción de cosa

Una distinción que debe hacerse en este punto es que ir “a las cosas mismas” no
se circunscribe a la perspectiva empirista que equipara cosa con hecho, o lo que
es susceptible de comprobación empírica. Esta perspectiva puede verse en la
ciencia natural. Husserl la presenta de la siguiente manera:

El conocimiento natural empieza con la experiencia y permanece en la experiencia. En la


actitud teórica que llamamos “NATURAL”, queda, pues, designado el horizonte total de
las investigaciones posibles con UNA SOLA palabra: es el MUNDO […] A toda ciencia
corresponde un ámbito de objetos como dominio de sus investigaciones, y a todos sus
conocimientos, es decir, aquí, enunciaciones correctas, corresponden, como protofuentes
de fundamentación acreditante de derecho, ciertas intuiciones en las que los objetos del
ámbito vienen a la dación de sí mismos, y al menos parcialmente a DACIÓN
ORIGINARIA. La intuición DADORA de la primera esfera del conocimiento, la “natural”, y
de todas sus ciencias, es la experiencia natural, y la experiencia ORIGINARIAMENTE
dadora es la PERCEPCIÓN, entendida la palabra en el sentido corriente (Husserl, 2013,
p. 87).

Esta es una caracterización resumida del modo como opera la ciencia, toda
ciencia. Es valioso notar que no solo ocurre en la ciencia física o biológica, sino
también en las que Husserl llama ciencias “de los seres animales con su
NATURALEZA PSICOFÍSICA, o sea, también la fisiología, la psicología, etc.”

1El concepto de intuición tiende a confundirse. Aquí solo significa dos sentidos: en primer lugar,
comprensión inmediata del objeto en percepción directa; en segundo lugar, intuiciones categoriales
no sensible. Ambos sentidos se toman de Moran y Cohen (2012).

2
(Husserl, 2013, p. 88); pero también las llamadas Ciencias humanas o Ciencias
del espíritu: “la historia, las ciencias de la cultura, las disciplinas sociológicas de
toda índole” (p. 88). Sin lugar a dudas, también el Trabajo social pertenecería a
estas ciencias de hechos.

Ahora bien, si la fenomenología propusiera a un retorno a las cosas mismas en


sentido empirista, no se diferenciaría en nada de los modos habituales de
proceder la ciencia y, en tal sentido, sería inútil pues no hace más que reiterar lo
que ya se sabe. No obstante, el trabajo de Husserl consistió en mostrar un
dominio de objetos que no se circunscriben al carácter de hechos, pero son
objetos. Con otras palabras, amplió la esfera de los objetos, mostrando que en ella
se hallan otros objetos que han sido omitidos en una perspectiva empirista. Este
dominio o región de objetos es denominado por Husserl como región eidética o
esencial. Para este filósofo, “LA ESENCIA (EIDOS) ES UN OBJETO DE NUEVA
ÍNDOLE. ASÍ COMO LO DADO EN LA INTUICIÓN INDIVIDUAL O
EXPERIMENTANTE ES UN OBJETO INDIVIDUAL, LO DADO EN LA INTUICIÓN
ESENCIAL ES UNA ESENCIA PURA” (Husserl, 2013, p. 91. Mayúsculas en el
original).

“A las cosas mismas”, no sería una vuelta a un hecho que respalde una afirmación
científica y garantice su validez (se ha dicho que para esto basta la ciencia). Quien
utiliza la fenomenología como método comprende que “a las cosas mismas” es un
llamado a ubicarse en la región esencial o eidética, esto es, en la esfera de
vivencias de un sujeto, de modo que este sea considerado en el proceso de
conocimiento que culmina en la formulación de algunas estructuras teóricas. “A las
cosas mismas” implica aventurarse en un terreno tradicionalmente descuidado por
la investigación científica natural; arriesgarse a formular estructuras y tener el
coraje de revaluarlas, siempre teniendo como base las vivencias subjetivas en las
que se respaldan; procurar hacer ciencia de la subjetividad sin reducir la
subjetividad a hecho.

Uno de los mitos respecto a la fenomenología es su hostilidad a la ciencia. Al


menos en la fenomenología husserliana, la fenomenología como ciencia de la
subjetividad no tiene la pretensión de competir con la ciencia natural, ni mucho
menos en descartar sus hallazgos. Por el contrario, Husserl considera que la
ciencia natural y la eidética están relacionadas.

III. Lemas y fenomenologías

El apartado I comenzó diciendo que “a las cosas mismas” es uno de los lemas con
el que se identifica la fenomenología. El apartado II concluyó insinuando que hay
otras fenomenologías diferentes a la husserliana. En efecto, la fenomenología, a
diferencia de otros métodos, tiene un considerable corpus teórico, especialmente
filosófico. Una de las dificultades de su aplicación consiste en que,
inevitablemente, habría que sumergirse en sus presupuestos antes de iniciar un

3
trabajo riguroso bajo este método. Casi cualquier tratado de fenomenología
empírica 2 comienza con unos capítulos sobre la filosofía fenomenológica.
Asimismo, en vista de que es un movimiento tan prolífico, no existe un núcleo
teórico básico que pueda ser compartido o defendido por todos los que se llaman
fenomenólogos.

En cuanto a lo primero, basta tomar algunos ejemplos. En 2009, el psicólogo


Amedeo Giorgi publicó su trabajo The descriptive method in psychology. A
modified husserlian approach. El capítulo cuarto del libro se titula: “Método
fenomenológico científico y su contexto filosófico”. Allí afirma: “Si bien ya me he
referido al sentido preciso de “fenómeno” en fenomenología y al sentido de mundo
de la vida, todavía deben explicarse otros aspectos del método fenomenológico
para poder comprender este enfoque” (Giorgi, 2009, p. 67). Giorgi parte de cuatro
presupuestos: 1) que el enfoque fenomenológico no está en contra de la
perspectiva empírica; 2) que la teoría fenomenológica de la ciencia todavía no se
ha articulado sistemáticamente; 3) que la filosofía fenomenológica es explícita en
reconocer que todo lo que ella estudia lo hace desde el punto de vista de la
conciencia o de la subjetividad; y, 4) que la fenomenología valora las posibilidades
y los horizontes, y los encuentra vitales para la determinación de los sentidos. De
igual modo, Giorgi considera dos principios básicos de la fenomenología: el
llamado “principio de todos los principios” y la “variación imaginativa”.

Otro trabajo que se ha tornado paradigmático en la investigación fenomenológica


es el publicado por Clark Moustakas en 1994, titulado Phenomenological
Research Methods. En el capítulo 2: “Fenomenología trascendental: marco
conceptual”, aborda algunos conceptos claves de la fenomenología:
intencionalidad, intuición, metodología de la fenomenología trascendental (epojé,
reducción fenomenológica trascendental, variación imaginativa), intersubjetividad.

Recientemente, el profesor Mark D. Vagle publicó el libro Crafting


phenomenological research (2014). Al inicio de este didáctico trabajo, Vagle
explora algunos conceptos filosóficos y nociones básicas de la fenomenología, a
saber, el concepto de fenómeno, la intencionalidad y, de modo interesante,
tematiza la importancia de las preposiciones (“de”, en la fenomenología
husserliana; “en” en la fenomenología hermenéutica) en la investigación
fenomenológica.

En el contexto del Trabajo social ocurre lo mismo. Pascal (2010), en su artículo


“Phenomenology as a Research Method for Social Work Contexts: Understanding
the Lived Experience of Cancer Survival”, dedica un tercio del texto a exponer lo

2Por fenomenología empírica entiendo el uso del método fenomenológico en contextos específicos
de investigación en ciencias humanas y sociales. Por filosofía fenomenológica entiendo el estudio
hermenéutico o de análisis conceptual de los principios de la fenomenología, lo que
despectivamente Embree (2003) denominó “erudición” (p. 33).

4
que él titula como “Marco teórico”. Allí, el autor hace un recorrido histórico de la
fenomenología y se centra en el contexto heideggeriano, sobre el cual respalda su
investigación. De la fenomenología husserliana rescata: la exploración de la
vivencia de los fenómenos, el mundo de la vida y el retorno a las cosas mismas.
También menciona una expresión común a quienes han leído fenomenología: el
poner entre paréntesis, para enfatizar el intento del fenomenólogo por liberarse de
los prejuicios.

De acuerdo con los casos presentados, la fenomenología está compuesta por una
serie de lemas y cada uno encierra una serie de discusiones filosóficas que
requieren ser comprendidas para que haya una adecuada comprensión del
método.

En cuanto a la fenomenología en plural, podría decirse que existe un alto número


de fenomenólogos (considerados así por otros o autodenominados). La lista sería
inagotable. Una aproximación a ellos se encuentra en Van Manen (2016). Basta
citar los siguientes: Edmund Husserl, su fundador, Martin Heidegger, Maurice
Merleau-Ponty, Emmanuel Levinas, Jean-Paul Sartre, Hans-George Gadamer,
Paul Ricoeur, Jacques Derrida, Jean-Françoise Lyotard, Edith Stein, Alfred Schutz,
Felix Kaufmann, Max Scheller, Jan Patocka, Simone de Beauvoir, Claude
Romano, Michel Henry, Jean-Luc Marion, Jean-Luc Nancy. Esta lista es precaria;
no obstante, quisiera dejar insinuada la diversidad de versiones, incluso la
aparente inconmensurabilidad entre algunas de ellas, a partir de la expresión ya
clásica de Ricoeur: “La fenomenología es en gran medida la historia de las
herejías husserlianas” (2004, p. 182). Un intento de aprehender tanta diversidad
sería proponer que hay una fenomenología descriptiva, inspirada por Husserl, una
fenomenología interpretativa, inspirada por Heidegger, y una fenomenología
hermenéutica, que intenta fundir ambas perspectivas (un ejemplo de esta
perspectiva es Van Manen, 2016). De la decisión del tipo de fenomenología a
utilizar depende el diseño metodológico.

IV. ¿Vale la pena investigar con la fenomenología?

Ante la premura de los actuales procesos investigativos y el trasfondo filosófico


que implica la utilización del método fenomenológico, cabe la pregunta acerca de
si vale o no la pena investigar con la fenomenología. Pareciera que para hacer
fenomenología empírica debe invertirse previamente un tiempo considerable en la
preparación filosófica, de modo que se garantice la aplicación adecuada del
método y no una visión deforme de él (ver Giorgi, 2006). Ahora bien, en tanto
seres sin tiempo, afanados por terminar una investigación para presentar ante la
instancia respectiva y nos dé el certificado de su culminación, quizás no sea buena
inversión el tiempo dedicado a aprender la filosofía que sostiene la fenomenología.

No obstante, contra todo pronóstico, abundan los estudios fenomenológicos. Una


simple búsqueda en google bajo los términos “fenomenología de” o

5
“phenomenology of” nos arroja campos tan sorprendentes como: la religión, la
economía, la enfermedad, la socialidad, la mirada, la oración, el testimonio, la
discapacidad, la escucha, el cuerpo femenino, las emociones, lo cotidiano, la
lectura, la tecnología, el contacto, las emociones, la vejez. Seguiría un largo
etcétera. Para algunas personas alrededor del mundo, en consecuencia, ha
parecido valioso investigar con la fenomenología.

En mi caso particular, pese a comprender la dificultad de aproximarse a los textos


clásicos de la fenomenología y, a la vez, a la falta de ejercicios rigurosos de
aplicación del método fenomenológico en la investigación empírica en nuestro
contexto, considero que sí vale la pena investigar con la fenomenología. Las
razones pueden ser múltiples; no obstante, para culminar haciendo alusión al lema
con que iniciamos, me permito resaltar solo algunas reflexiones.

La fenomenología permite ir “a las cosas mismas”. Son las cosas mismas las que
legitiman el ejercicio fenomenológico y, a su vez, las que tienen el poder de des-
construirlo. Sin las cosas mismas, la investigación se torna solo un relato a cargo
del investigador, quien asume la postura del experto (la posición fenomenológica,
al contrario, relieva la figura del anfänger, el principiante). Las cosas mismas
denuncian cuando las palabras arropan un acontecimiento vivido, encubriendo su
sentido. Sin las cosas mismas, los acontecimientos se vuelven algo dicho,
disponible en un texto, un audio, un vídeo; esto es, los acontecimientos se vuelven
memorias y, en cuanto tal, pierden su presente, su presencia, son re-presentados.
Las cosas mismas sospechan de la palabra que congela su sentido; son
escépticas a lo dicho, reclaman un re-decirse, un des-decirse, un esfuerzo por
enunciar. Es obvio que las cosas mismas no se circunscriben al plano de lo
empírico, ¡he ahí su dificultad! Es más fácil dar razón de la piedra, de su ser
inorgánico, de su forma; mas no es tan fácil dar razón de la piedra lanzada por un
estudiante que, ante el desespero de su infructuoso argumento en la blindada
solidez del sistema, no parece tener otro modo de expresar su deseo de cambio.

Son justamente las nuevas cosas a las que retorna la fenomenología las que la
hacen valiosa para la investigación empírica. No se trata de las cosas susceptibles
de cálculo y medida; se trata de lo íntimo del sujeto adolorido, deseante,
enamorado, angustiado, victimizado. La fenomenología recupera al sujeto perdido
en los marcos objetivantes de los discursos mal llamados “duros”. La
fenomenología todavía trata al otro como persona y no como una cifra, un
personaje (Jaramillo & Aguirre, 2015). Si bien la pretensión del fenomenólogo es
hacer justicia a las vivencias de la persona y, en razón de ello, se esfuerza por
aquietar el afán de interpretar a su medida (epojé - reducción), a partir de la
hegemonía de su yo, reconoce que su investigación, en tanto circunscrita a las
cosas mismas, tiene al otro como el detentador de la última palabra; a su vez,
reconoce que las cosas mismas no se dan de manera transparente; tal vez ni
siquiera se dan, sino que se van insinuando como se insinúa una huella (¿acaso

6
este no es el sentido más original de investigar? 3). La fenomenología no teme
reconocer que los conocimientos que formula no se sintetizan en fórmulas, sino
que se mueven por terrenos escarpados, en los cuales es más factible la caída.

Finalmente, aunque esto parece contradecir el sueño husserliano de formular la


fenomenología como una “ciencia rigurosa” (Husserl, 2009) (“estricta”, en otras
traducciones), nada más alejado de ello. La fenomenología produce conocimiento
científico sobre las vivencias subjetivas. No se trata de hacer relatos meramente
poéticos o dulzones de tales vivencias, que nada tengan que ver con las
exigencias de objetividad científica; pero tampoco se trata de reducir la cosa, el
objeto, a su contexto meramente fáctico. La fenomenología comparte con el
conocimiento científico su carácter de inacabado, su constante esfuerzo-deseo por
ser fiel a lo estudiado, la revisión constante y crítica de sus fundamentos y, ante
todo, el convencimiento de la trascendencia del objeto, lo que lo salvaguarda de
ser construido a la medida de quien lo piensa.

Referencias

Embree, L. (2003). Análisis reflexivo. Una primera introducción a la investigación


fenomenológica. Morelia: Jitanjáfora.

Giorgi, A. (2006). Difficulties encountered in the application of the


phenomenological method in the social sciences. Análise Psicológica 3(24), 353-
361.

Husserl, E. (1995). Investigaciones Lógicas (I). Barcelona: Altaya.

Husserl, E. (2009). La filosofía, ciencia rigurosa. Madrid: Encuentro.

Husserl, E. (2013). Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía


fenomenológica. Libro primero: Introducción general a la fenomenología pura.
México: Fondo de Cultura Económica.

Jaramillo, L. & Aguirre, J. (2015). De personajes a personas: una aproximación


ético-epistemológica a la investigación en educación. Revista de investigaciones
15(26), 146-156.

Moran, D. & Cohen, J. (2012). The Husserl Dictionary. London: Continuum.

Moustakas, C. (1994). Phenomenological Research Methods. London: Sage.

3La palabra investigar viene de investigare, cuya raíz es vestigium, “huella”, “rastrear”, “seguir la
huella”.

7
Pascal, J. (2010). Phenomenology as a Research Method for Social Work
Contexts: Understanding the Lived Experience of Cancer Survival. Currents:
Scholarship in the Human Services 9(2), 1-23.

Ricoeur, P. (2004). Sur la phénoménologie. En: A l’école de la phenomenologie


(pp. 159-185). Paris: Vrin.

Vagle, M. (2014). Crafting phenomenological research. London: Routledge.

Van Manen, M. (2016). Fenomenología de la práctica. Métodos de donación de


sentido en la investigación y la escritura fenomenológica. Popayán: Universidad
del Cauca.

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