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Segundo, los hogares de medianos ingresos no son de "clase media", sino más
bien pobres. Sus niveles de salud y educación están asimismo muy por debajo
de lo que podría esperarse de la clase media en el sentido occidental del
término. En Perú, durante la década de 1990, casi 20% de los niños menores de
cinco años en hogares de medianos ingresos eran de baja estatura para su edad.
La mediana del nivel educativo de los adultos bolivianos es todavía de menos de
dos años.
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Resumen del artículo y de la ponencia dados en el marco de la conferencia por los 25 años de
GRADE.
2 Nancy Birdsall, miembro del Comité Consultivo de GRADE, es presidenta del Center for Global
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Por último, aun cuando los hogares de medianos ingresos y pobres recibieron
grandes beneficios con la reducción de la inflación, los beneficios visibles en
términos de crecimiento han sido pequeños, y se han concentrado en su mayor
parte entre quienes tienen mayor nivel educativo y activos inicialmente
mayores.
En muchos países de la región, los esfuerzos por atender las rigideces laborales
se limitaron a reformas parciales, como contratos de trabajo temporal y por
tiempo determinado sin beneficios o incentivos para capacitación. Los
resultados han sido más distorsiones y desigualdades, sin los beneficios de
incremento del empleo o disminución del desempleo.
Esencial para el contrato social es también una política fiscal radical, destinada
a crear una sólida base impositiva y tasas de interés más bajas. Esto implica,
sobre todo, voluntad y habilidad política durante los días de bonanza para
reducir la deuda pública.
Se requiere, además, de un sistema fiscal justo, que vuelva más progresivos los
impuestos y el gasto. En la mayoría de países latinoamericanos el 10% de
hogares más rico paga pocos impuestos. Por otra parte, América Latina se apoya
fuertemente en el impuesto al valor agregado (IGV) y el impuesto a la nómina,
que son regresivos, pues gravan el consumo o desalientan la creación de
empleos. Ambos impuestos, además, son invisibles para los contribuyentes, lo
que impide que asuman su responsabilidad de financiar al Estado y de exigirle
cuentas a sus representantes políticos.
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Del lado del gasto, la mayoría de países de la región administra una distribución
del gasto, sobre todo en inversiones sociales, que es más progresiva que la
distribución del ingreso. Pero en algunos países, sectores importantes del gasto,
como las pensiones civiles o militares, son tanto ineficientes como injustos.
Algunas de estas obligaciones serán cubiertas al final por contribuyentes
futuros. Eso significa que trabajadores más pobres tendrán probablemente que
subsidiar a otros más privilegiados.
Por último, un contrato social requiere acceso a los mercados de los países ricos.
Por lo menos parte de la inestabilidad que ha sido tan costosa para hogares de
mediano ingreso y para los pobres se reduciría en la región si tuviera mejor
acceso a los mercados estadounidense y europeo. Además, los empleos creados
en sectores como la agricultura, el calzado y los textiles incrementarían la
demanda de mano de obra menos calificada. Los beneficios de la economía
global serían así mayores para la vasta mayoría de hogares en los que los adultos
cuentan aún con relativamente escasos estudios.
Conclusión