NABGWANA: (‘MADRE TIERRA’ EN LENGUA DULE) FOTOGRAFIA IMPRESA
SOBRE PAPEL, INTERVENIDA CON TÉCNICA MIXTA
NABGWANA Ella era imponente, un poco distraída, tierna, cuidadosa, amorosa y muy sabia. No era joven, ni vieja pero cada día nacía y surgía, estaba destinada a una sola cosa desde que había florecido: parir, cuidar, amar y defender la vida. Todo en ella era amor, incluso cuando se trataba de la muerte. La vida salvaje era su preferida porque en ella escondía un aliento de imponencia y respeto, pero también de ternura y obediencia. A donde sea que miraba ella se encontraba a sí misma. Todo lo que caminaba a lo largo y ancho del que sería su hogar era ella misma. Algo cambió, unos segundos de los millones de años de su vida de repente la empezaron a mutilar, ella tenía miedo de lo que podría pasar, los animales la necesitaban, así como las plantas imploraban que interviniera o que todo se podría esfumar, pero… ¿Qué podía hacer ella? La empezaron a envenenar, todo fue un revoltijo de amargura, muerte y decadencia. Ya a nadie y a nada parecía importarle lo que tenía por decir, así que se hecho a la pena. Dejó que solo sucedieran cosas, cayeran casas, murieran personas, animales, plantas y que la muerte cobrara lo que quisiera, finalmente ya nada valía la pena. Ella que siempre había sido tan jovial, que había disfrutado bañarse en la cuenca de los ríos más caudalosos, que había formado, criado y enterrado tantos seres únicos y hermosos, que había cantado plegarias a la vida, que había donado tiempo y empeño en defenderse a sí misma, que había fortalecido lazos con pueblos que la adoraban y ansiaban conocerla, ahora ella los odiaba. Broto un sentimiento de amargura que jamás había conocido, sentía asco de ver sus ríos llenos de porquerías, de cuerpos mutilados y asesinados, sentía repugnancia con cada hijo suyo asesinado como una forma de “arte”, sentía repulsión cada vez que la usaban como pretexto para defender causas estúpidas sin fundamentos. Quería desquitarse y arrasar con esos insolentes que la habían profanado, usado y humillado. Pero entre todos los seres que eran sus hijos empezaron a convencerla, que pocos eran los que realmente la amaban, pero todos la necesitaban, que muchos hablaban en nombre ella pero que nunca la visitaban, que muchos luchaban por ella y que jamás daban un paso atrás para dignificarla, que ella no se podía rendir, aunque le matara la esperanza ver como poco a poco la acababan. Esta es la historia de la única madre que nos une a todos como hermanos, que, aunque con visiones diferentes de ella, todos los días vemos un acto de amor que nos entrega, que es de esas mamas tercas y cansonas que solo busca que todos y cada uno de sus hijos sea grande, fuerte y que se acuerde de ella. La única que nos arrulla con el viento, nos peina con el agua, nos mima con la fruta y nos regaña con la mala racha. La única que nos necesita hoy y siempre en la batalla, para que con nuestras manos aremos sus tierras, y con nuestra voz le demos un grito de aliento. Ella es la Pacha Mama.