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RESEÑA “LA NACIÓN SOÑADA”.

Colombia, un país lleno de importantes riquezas naturales, productor de un café inigualable,


paisajes envidiables, con una salida a dos océanos, una biodiversidad única en el mundo,
cuna de grandes personajes de extenso reconocimiento en áreas como la música, el deporte,
la cultura, la literatura, la medicina entre otros.

Lamentablemente, también es reconocido por producir ilegalmente la cocaína más pura en el


mundo, vivir en un conflicto social donde intervienen, guerrilleros, paramilitares,
delincuencia común y el mismo estado. Territorio donde se han presentado cualquier cantidad
de barbaries contra la integridad física y moral de muchos seres humanos, a nombre de
alguna bandera que enarbola una idea y que otros no les parece buena, han producido una
masacre, una guerra, un conflicto o como lo quieran llamar expertos y no expertos, la misma
población nacionalista, contra sí misma y que en momentos, canta con fervor el himno
nacional cuando un deportista, por ejemplo, obtiene un triunfo en el exterior.

La presente reseña quiere mostrar un punto de vista diferente del que comúnmente han
ofrecido autores de diversa índole y oficio acerca de la violencia en Colombia y que está
plasmado en el contenido del libro “La nación soñada” de Eduardo Posada Carbó. El
historiador, columnista, profesor, abogado de la Universidad Javeriana, con máster en
estudios latinoamericanos y Doctor en historia moderna de la universidad de Oxford, hace
en este texto una descripción detallada de la violencia en Colombia, sus orígenes, y las causas
que él cree tienen al país en esta especie de hecatombe. Usando dentro de sus argumentos
posiciones de muchos autores que han escrito al respecto y dentro de varias vertientes
temáticas.

“La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen para provecho de gentes que si se
conocen pero que no se masacran. (Paul Ambroise Valéry)”

La anterior frase apunta a la verdad sobre este tipo de confrontaciones violentas, dejando ver
en su metáfora el negocio que ofrece la guerra, sobre todo a grandes capitalistas o países ricos
en general; de esta manera, Posada Carbó también usa en el transcurso de su libro, distintas
posiciones que a la vez va recreando con la suya y que indudablemente tocan la fibra sensible
de ese rastro de corrupción y muerte que vive este país.
La idea inicial que maneja el autor está relacionada siempre con la “no aceptación”, de
afirmaciones triviales como que, los colombianos somos violentos por naturaleza, que
estamos falta de valores como la tolerancia y el respeto, que la culpa es de la clase política
dirigente o que simplemente no existe democracia, que factores como el narcotráfico, la
guerrilla o el paramilitarismo hacen de los pobladores de la nación personas violentas.

Las razones que usa Posada están sujetas en la misma historia latinoamericana y del país,
respecto a este comportamiento antisocial, para ello compara hechos del siglo pasado, como
la forma antisocial que poseían los indígenas entre ellos mismos, antes de la llegada de los
colonizadores, que simplemente fluyeron sin que aún existieran los factores que se
mencionan como originadores de un conflicto violento o una conducta inhumana.

Después del análisis acerca del comportamiento violento de los colombianos, el autor amplía
el espectro hacia la parte política o de manejo del país, se refiere a los partidos tradicionales,
al famoso frente nacional, a la política de izquierda proveniente del socialismo ruso,
difundido en América por Cuba y aceptado inicialmente por un grueso de ciudadanos, que
incluso en la actualidad ejercen vida política en el país. El autor rechaza por completo que
sean esos cambios o ideales distintos los que han ocasionado que seamos tan mal vistos en el
mundo, además de ser un país de conflicto y muerte, más bien cree que lo que hace daño al
país es la sectorización en los municipios y departamentos como especies de “repúblicas
independientes” que no van a la par en el progreso de la nación.

Es necesario dejar claro hacia donde van las ideas expuestas por el autor en su obra, pues
aunque sus posiciones estén coherentes y aplicadas a la realidad, no en vano hay infinidad de
otros materiales referentes a la violencia colombiana que argumentan con posiciones serias,
aunque contrarias a la presente, una realidad que también amerita darles credibilidad.

Si el asunto es no estigmatizar a la población entera por los sucesos acontecidos, no se puede


dejar de lado hechos realmente violentos que han dejado huellas imborrables en la historia.
Posada Carbó menciona muchos, que “justifica” por circunstancias ajenas al de asociarlas a
estrictos comportamientos humanos irrazonables. El problema es tener poder de
convencimiento en las masas, sobre todo en las más necesitadas, cuando éstas exigen
explicaciones por hechos tan atroces, como jugar futbol con las cabezas de personas
asesinadas por paramilitares en plena plaza de un pueblo, echar a la suerte a ver a quien le
toca el próximo tiro. Premiar a agentes del estado por presentar resultados a favor de las
fuerzas militares, ocasionando con ello, los famosos falsos positivos, que no era más que
asesinar personas que nada tenían que ver con el conflicto y hacerlas pasar como guerrilleros.

Aquí cambia un poco lo de Carbó, cuando reconoce la educación como factor determinante
en el entendimiento de las razones que llevan al país a ser tan brutalmente bélico y violento.
Reflexionar a partir de eso, le daría más validez a sus hipótesis, solo hay que recordar que la
educación no ha sido prioridad en muchos años de gobierno y cuando solo se actúa por el
concepto de los demás, sin saber las razones o consecuencias posteriores, ocurre lo que está
aconteciendo en Colombia.

En otra vertiente, propia de quienes se educan y asumen liderazgos, está ideología política,
ligada por lo general al contexto donde se desenvuelve el individuo. En Colombia, es como
decir, aunque un poco traído de los cabellos, que los hijos de los docentes, en un alto
porcentaje serán docentes también.

Las ideas, sean de derecha o de izquierda, influyen en el pensar del individuo, mucho más si
es por parte de familiares. En Colombia por, ejemplo, existen los llamados delfines políticos,
que son hijos de dirigentes reconocidos, que siguen la misma línea política de sus tutores. Es
el caso de Iván Cepeda, hijo del inmolado congresista de la Unión Patriótica, Manuel Cepeda
Vargas, el senador Mauricio Ospina, hijo del comandante asesinado del M-19 Iván Marino
Ospina y hermano del exalcalde de Cali, Jorge Iván Ospina.

Lo que esto demuestra es que, a favor de las buenas ideas, también está la educación; sin
embargo, no es una educación estrictamente personal y de pensamiento libre, está permeada
por ideas bases de alguna ideología política ya existente y que en el caso del individuo es
contextual.

Es muy razonable entonces, creer que los pensamientos de Eduardo Posada Carbó, son en
definitiva importantes y muy ciertos, habría que globalizar mucho más la forma de entender
este tipo de postulados que reclaman la verdadera nacionalidad como una solución al actuar
violento de muchas personas de esta patria hermosa y llena de riquezas.
RESEÑA HISTORICA

“LA NACION SOÑADA”

WILLINTON VERTEL DIAZ

ING. JAIME ARARAT HERRERA

UNIVERSIDAD DE CORDOBA

FACULTAD DE INGENIERIAS

INGENIERIA INDUSTRIAL

MONTERIA-CORDOBA

2016

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