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Parcial domiciliario
Estudiante:
Miranda, Facundo
Legajo: 20646/0
1. A)
Durante la modernidad, la escuela y el sistema educativo en general constituyeron el
espacio por excelencia para formar a los niños/as, entendiéndolos como futuros
ciudadanos y trabajadores de las nuevas naciones del sistema capitalista. Junto a
ellos (la escuela y el sistema educativo) actuaban otras instituciones tales como la
familia, la iglesia, los sindicatos, los partidos políticos y las ciudades, donde se
desarrollaban diferentes modos de ser un sujeto social.
En palabras de Adriana Puiggrós, la “imaginación pedagógica moderna” se configuró
como la encargada de transmitir a los sujetos los recursos culturales mínimos para
formar parte de la sociedad. El vínculo pedagógico entre docente y alumno se limitaba
a garantizar la transmisión de un arbitrario cultural, entendiendo al estudiante como un
sujeto carente de cultura y mediado por la dicotomía ignorancia(alumno) / saber
(docente).
El Estado era quien se encargaba de construir ese escenario de “bien común” y
asignaba roles: la escuela era la institución que se encargaba de elegir cuáles eran los
repertorios culturales legítimos; los docentes, quienes representaban al Estado, eran
los sujetos que organizaban la experiencia que iban a hacer posible adquirir esos
repertorios. En otras palabras, eran los responsables del traspaso lineal de un
arbitrario cultural que contiene “la cultura”, la “alta” por sobre la “baja”.
Con este panorama, a lo largo del Siglo XX, “se fue planteando, aunque
contradictoriamente, que las bondades del progreso económico y científico fueran
alcanzando a todos los sectores de la sociedad. Es por ello que los sistemas
educativos tuvieron una importante expansión; la que se relaciona con la convicción de
que la educación posibilitaba, en una dimensión social, el crecimiento económico y
una sociedad más democrática, mientras que en una dimensión individual aparecía
como un vehículo para la movilidad y el ascenso social”.
Sin embargo, hacia finales del Siglo XX, este modelo social, político y educativo
comienza a entrar en crisis por diversas causas, pero principalmente a partir de
transformaciones generales en la sociedad moderna y por la llegada de un modelo
neoliberal que arrasó con las premisas del Estado Benefactor y las instituciones
estatales y públicas. Este nuevo escenario generó una serie de transformaciones,
como se verá a continuación.
En líneas generales, tal vez la transformación más importante nazca a partir de los
cuestionamientos a la modernidad en general, haciendo hincapié en la educación. En
este campo comenzaron a construirse perspectivas de comprensión críticas de la
relación entre la educación, las ciencias sociales y la sociedad.
La escuela y la familia son dos de las instituciones más afectadas por las
transformaciones de la posmodernidad, según Martín Barbero, producto de los
cambios en los modos de circulación del saber y del conocimiento, lo que constituye
una de las mutaciones más profundas a nivel sociedad. La revolución tecnológica le
quitó protagonismo a determinados dispositivos que “contenían” el saber, que ahora se
encuentra fragmentado y ha huido de los lugares sagrados con los que históricamente
se lo vinculó.
Siguiendo la línea de Barbero, él denomina a este fenómeno descentramiento, lo que
implica que el conocimiento ya no se halla pura y exclusivamente en los libros y la
escuela. “El saber se sale ante todo del que ha sido su eje durante los últimos cinco
siglos: el libro. Un proceso que casi no había tenido cambios desde la invención de la
imprenta sufre hoy una mutación de fondo con la aparición del texto electrónico. Que
no viene a reemplazar al libro, sino a descentrar la cultura occidental de su eje letrado,
a relevar al libro de su centralidad ordenadora de los saberes”.
Por esta razón, podemos afirmar que estamos frente a un descentramiento
culturalmente desconcertante y que es disfrazado por una gran parte del mundo
escolar al echarle la culpa a la televisión de que los estudiantes no lean. Esta actitud
no aporta a complejizar la mirada y entender los cambios que están atravesando los
lenguajes, la escritura y la narrativa a niveles estructurales. La sociedad ha cambiado
junto con las nuevas generaciones. Si la educación no logra adaptarse a esta
mutuación, quedará desfasada y el proceso de aprendizaje será incompleto por
definición.
Otro fenómeno que desanda Jesús Barbero es el de la des-localización/ des-
temporalización. En sus propias palabras, “los saberes escapan de los lugares y de los
tiempos legitimados socialmente para la distribución y el aprendizaje del saber. [...] Y
también el tiempo de aprender se hallaba acotado a una edad, lo que facilitaba su
inscripción en un lugar y su control vital. No es que el lugar escolar fuera a
desaparecer, pero las condiciones de existencia de ese lugar estaban siendo
transformadas radicalmente, no sólo porque ahora tenían que convivir con un montón
de saberes-sin-lugar-propio, sino porque el aprendizaje se había desligado de la edad
para tornarse continuo, esto es, a lo largo de toda la vida”.
En la actualidad, es cada vez más frecuente encontrar en la Universidad a gente de
diferentes edades, incluídos adultos mayores, y nuestra Facultad de Periodismo y
Comunicación Social es un claro ejemplo de esto. La educación dejó de ser un
proceso temporal lineal que comenzaba con la primaria, continuaba en la secundaria y
automáticamente se accedía a los estudios superiores. En nuestros días, el contexto
latinoamericano y la crisis general obligan a un sujeto a tener que trabajar desde
edades cada vez más tempranas, lo que en muchos casos termina empujando a las
personas a una decisión dicotómica: o se trabaja, o se estudia. Por eso, los casos en
los que un sujeto accede a la Universidad en su edad adulta por el simple hecho de
“darse el gusto de estudiar” o para teorizar la práctica que realizaron durante toda su
vida, son cada vez mayores.
Por otra parte pero en la misma sintonía, la deslocalización implica la diseminación del
conocimiento. En otras palabras, se borran las fronteras que separaban al
conocimiento del saber común. Esto ocurre en parte por la divulgación que ofrecen los
medios masivos y por la devaluación creciente de la barrera que alzó el positivismo
entre la ciencia y la información. Además, “la diseminación nombra el movimiento de
difuminación tanto de las fronteras entre las disciplinas del saber académico como
entre ese saber y los otros, que ni proceden de la academia ni se imparten en ella de
manera exclusiva”.
Durante la modernidad, los lugares por excelencia para “hallar” el conocimiento eran
los libros y la academia. Nadie era capaz de cuestionar esto o de cuestionar una
enciclopedia o un manual: si estaba escrito en un libro, tenía que ser verdad. En
cambio, en la posmodernidad, la revolución de la tecnología y la masificación de los
medios de comunicación hacen que nos cuestionemos todo, inclusive libros o
personas reconocidas de la ciencia. El saber se puede encontrar en muchos lugares,
no está centralizado en una sola institución ni tampoco en el dispositivo escolar.
El Documento de Cátedra Nº 1 retoma estos últimos conceptos y sostiene que a este
escenario lo configura esencialmente las transformaciones emergentes que en las
dimensiones sociales, económicas, políticas y culturales que se fueron desarrollando a
partir de la década del 60. Entre ellas, señala el impacto de las tecnologías de la
información y la comunicación como un elemento central para comprender los nuevos
procesos de producción, circulación y distribución de saberes mencionados
anteriormente.
Además, la globalización cultural supuso una transformación vital en el lugar de las
instituciones educativas como instituciones sociales preponderantes en la transmisión
de la cultura y del conocimiento. “La multiplicación de agentes de formación, tales
como los medios de comunicación o las redes informáticas, con lógicas diversas e
incluso divergentes, contribuyó a cuestionar la legitimidad de la institución escolar y a
configurar un escenario complejo de proliferación de mensajes e información
yuxtapuestos”, afirma la cátedra.
Sin embargo, resulta importante destacar que el impacto de las tecnologías de la
información no materializó procesos de democratización en cuanto al acceso al
conocimiento. Por el contrario, tuvo un alcance desigual y parcial, reconfigurando y
consolidando circuítos segmentados y diferenciados de inclusión y exclusión.
Por último, en cuanto a los lazos sociales y las identidades culturales, el vaciamiento
del Estado Benefactor justificó otra reconfiguración: la de las instituciones como la
familia, la política y, principalmente, las identidades sociales. La estabilidad social
típica de la modernidad devino en una irrupción y expresión de múltiples identidades
culturales.
Estas transformaciones generaron un desordenamiento de gran parte del orden
establecido y que asumimos como lógicos durante toda la época de la modernidad.
B)
En estos programas, los desafíos son constantes: la práctica de la escucha del otro se
vuelve una tarea ardua hasta que la circulación de ideas se instituye como una
práctica vital. La radio se vuelve una herramienta útil porque establece pautas de
funcionamiento y dinámicas que tienen como insumo principal la palabra y el silencio.
Además, la radio abre un campo fecundo para el juego y la experimentación artística.
Por todo esto, multiplicar estos espacios de formación es fundamental para repensar la
educación actual y las prácticas docentes actuales. Además resulta necesario seguir
pensando en la implementación de las nuevas tecnologías a medida que surjan en los
ámbitos formales de educación pero también en los informales. Una de las máximas
deficiencias en esto, es que las tecnologías llegan a los planes de estudios y a las
aulas cuando quedan obsoletas porque surgieron nuevos formatos y soportes
digitales. La Docente e Investigadora de la Cátedra de Tecnología Educativa de la
UBA, Miriam Latorre, en diálogo con la Revista Torque Tracción Cultura, aseveró que
“la escuela no puede ser una isla y cuando digo escuela me refiero al sistema formal
de educación. Principalmente, debe reconocer a los estudiantes como sujetos
inmersos en una sociedad atravesada por las nuevas tecnologías, como dispositivos
móviles e internet, que generan un gran impacto en la distribución y la producción del
conocimiento. El desafío pasa por generar en las escuelas motores de construcción,
lugares de producción”.
Por otra parte, saliendo de lo teórico- conceptual, pero continuando con la relación
entre los medios y los sujetos, Marcelo Bielsa, Director Técnico de Fútbol, en una
conferencia de prensa en Brasil, brindada hace pocas semanas, salió del mundo
deportivo e hizo su apreciación sobre el rol de los medios en las sociedades actuales.
Según el argentino, “el procedimiento educativo más poderoso que tiene la sociedad,
ya no son más las escuelas, son los medios de comunicación. Porque los medios de
comunicación influyen más que la familia y que la escuela, que son los elemento
genuinos de formación. Porque es una vergüenza que los medios de comunicación
eduquen a la gente. Porque los medios de comunicación tienen intereses específicos y
la educación tiene diferentes intereses a los medios de comunicación. Y la familia tiene
expectativas diferentes a los medios de comunicación (…) los medios de
comunicación se especializan en pervertir a los seres humanos”.
Esta perversión que denomina Marcelo Bielsa, puede ser relacionada, volviendo al
film, con la trama del mismo: un joven capaz de ocultar un cadáver con el fin de
acceder a un teléfono móvil para luego llegar al “mundo de la televisión”. En una
sociedad de consumo, los medios de comunicación logran cooptar los gustos y los
intereses de los seres humanos que se apropian – dirá Néstor García Canclini - de los
productos en las prácticas cotidianas como “lugar de interiorización muda de la
desigualdad social”. El autor mexicano, definde al consumo como una producción de
sentidos que tiene que ver con los usos que hacen las personas de los bienes
simbólicos y materiales.
Planteándola de esta forma, podemos pensar a la película para ser trabajada dentro
del programa de la materia de quinto año del secundario Comunicación y Culturas del
Consumo. Esta asignatura pone el ojo en el sujeto actual inmerso en un mundo
globalizado, donde el consumo está regulado por el marketing y la publicidad. Para
este análisis propone, en su bibliografía, autores enmarcados en los estudios
culturales latinoamericanos como Néstor García Canclini, con la idea de estudiar a la
comunicación como una producción social de sentidos contextualizados y enmarcados
en un mundo globalizado y no en términos aislados. El objetivo es poner en discusión
para "comprender la existencia de la cultura del consumo como emergente de una
serie de condicionamientos culturales, económicos y sociales”, tal como lo dice uno de
los objetivos de aprendizaje.
“7 Cajas” recrea una sociedad que, en gran parte, “tiende a disolver el sentido de
solidaridad, a exacerbar el deseo de bienestar material”, tal como sostiene Luis Alberto
Quevedo. Las relaciones entre muchos de los personajes son frías, en donde cada
uno busca su propio beneficio sin importarle que eso perjudique a compañero, tal
como ocurre con el dueño de la carnicería y el marido de la difunta secuestrada.
Siguiendo la línea del Documento de Cátedra Nº 3 y a Jesús Martín Barbero, la
sociabilidad constituye una de las mediaciones clave de los procesos
comunicacionales. “La sociabilidad se genera en la trama de las relaciones cotidianas
que tejen los hombres al juntarse, que es a la vez lugar de anclaje de la praxis
comunicativa”, sostiene Barbero.
En este sentido, existen dos dimensiones comunicacionales que se reflejan con
claridad en “7 Cajas”. Por un lado, una comunicación que nace en un contexto de
individualismo, desconfianza en el otro y proliferación de espacios virtuales, lo que
modifican las formas de lazo social. Un claro ejemplo de esto es la comunicación que
mantiene Víctor con el “encargado” de la carnicería: sólo se ven personalmente una
vez, para luego mantenerse en contacto a través de un celular que le “obsequian” a
Victor. Lo mismo ocurre con la hermana de Víctor y su jefe de origen asiático: en este
caso, ni siquiera hablan el mismo idioma, lo que complejiza aún más la comunicación
interpersonal.
Estos ejemplos grafican nuestra época, caracterizada por la ruptura del contrato social
y de los lazos sociales, lo que provoca fenómenos de desafiliación y complejizan el los
vínculos entre los sujetos.
Sin embargo, en contraposición a lo esgrimido hasta aquí, “aún persisten,
resignificados, modos tradicionales de interacción social”. En algunos grupos se
recrean relaciones interpersonales basadas en principios de reciprocidad, solidaridad y
compañerismo, que le dan sentido y direccionamiento a la vida de las personas.
Esto último también se ejemplifica en “7 Cajas”, principalmente en la relación entre
Víctor y su amiga, quien insiste en acompañarlo en su travesía motivada por su
amistad y el cariño entre ambos, aunque Víctor le diga lo contrario. Lo mismo sucede
con la hermana del protagonista y el hijo de su empleador oriental: entre ellos se forma
un lazo de compañerismo y mutuamente se protegen, aún frente a la policía y distintas
situaciones complejas.
En cuanto al abordaje de la temática en la educación secundaria, se destaca el fuerte
anclaje que tiene en “Comunicación y transformaciones socioculturales en el Siglo
XXI”. Esta asignatura es, sin duda, quien más trabaja sobre las relaciones y los
vínculos entre los sujetos, al punto tal que le dedica una unidad titulada: “Nuevos
modelos de relación: vínculos y subjetividad”. Además, vale destacar que
“Problemática social contemporánea” y “Comunicación, cultura y sociedad” también
trabajan sobre este eje, aunque con menor fuerza.
Por último, en cuanto a los aportes significativos, podemos destacar que el correcto
abordaje de este tema/problema permite comprender las transformaciones que
ocurrieron en las últimas décadas en torno a los contextos de interacción social y
cómo esto impacta en los procesos de construcción identitaria.