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Didáctica de la comunicación

Parcial domiciliario

Estudiante:

Miranda, Facundo

Legajo: 20646/0
1. A)
Durante la modernidad, la escuela y el sistema educativo en general constituyeron el
espacio por excelencia para formar a los niños/as, entendiéndolos como futuros
ciudadanos y trabajadores de las nuevas naciones del sistema capitalista. Junto a
ellos (la escuela y el sistema educativo) actuaban otras instituciones tales como la
familia, la iglesia, los sindicatos, los partidos políticos y las ciudades, donde se
desarrollaban diferentes modos de ser un sujeto social.
En palabras de Adriana Puiggrós, la “imaginación pedagógica moderna” se configuró
como la encargada de transmitir a los sujetos los recursos culturales mínimos para
formar parte de la sociedad. El vínculo pedagógico entre docente y alumno se limitaba
a garantizar la transmisión de un arbitrario cultural, entendiendo al estudiante como un
sujeto carente de cultura y mediado por la dicotomía ignorancia(alumno) / saber
(docente).
El Estado era quien se encargaba de construir ese escenario de “bien común” y
asignaba roles: la escuela era la institución que se encargaba de elegir cuáles eran los
repertorios culturales legítimos; los docentes, quienes representaban al Estado, eran
los sujetos que organizaban la experiencia que iban a hacer posible adquirir esos
repertorios. En otras palabras, eran los responsables del traspaso lineal de un
arbitrario cultural que contiene “la cultura”, la “alta” por sobre la “baja”.
Con este panorama, a lo largo del Siglo XX, “se fue planteando, aunque
contradictoriamente, que las bondades del progreso económico y científico fueran
alcanzando a todos los sectores de la sociedad. Es por ello que los sistemas
educativos tuvieron una importante expansión; la que se relaciona con la convicción de
que la educación posibilitaba, en una dimensión social, el crecimiento económico y
una sociedad más democrática, mientras que en una dimensión individual aparecía
como un vehículo para la movilidad y el ascenso social”.
Sin embargo, hacia finales del Siglo XX, este modelo social, político y educativo
comienza a entrar en crisis por diversas causas, pero principalmente a partir de
transformaciones generales en la sociedad moderna y por la llegada de un modelo
neoliberal que arrasó con las premisas del Estado Benefactor y las instituciones
estatales y públicas. Este nuevo escenario generó una serie de transformaciones,
como se verá a continuación.
En líneas generales, tal vez la transformación más importante nazca a partir de los
cuestionamientos a la modernidad en general, haciendo hincapié en la educación. En
este campo comenzaron a construirse perspectivas de comprensión críticas de la
relación entre la educación, las ciencias sociales y la sociedad.
La escuela y la familia son dos de las instituciones más afectadas por las
transformaciones de la posmodernidad, según Martín Barbero, producto de los
cambios en los modos de circulación del saber y del conocimiento, lo que constituye
una de las mutaciones más profundas a nivel sociedad. La revolución tecnológica le
quitó protagonismo a determinados dispositivos que “contenían” el saber, que ahora se
encuentra fragmentado y ha huido de los lugares sagrados con los que históricamente
se lo vinculó.
Siguiendo la línea de Barbero, él denomina a este fenómeno descentramiento, lo que
implica que el conocimiento ya no se halla pura y exclusivamente en los libros y la
escuela. “El saber se sale ante todo del que ha sido su eje durante los últimos cinco
siglos: el libro. Un proceso que casi no había tenido cambios desde la invención de la
imprenta sufre hoy una mutación de fondo con la aparición del texto electrónico. Que
no viene a reemplazar al libro, sino a descentrar la cultura occidental de su eje letrado,
a relevar al libro de su centralidad ordenadora de los saberes”.
Por esta razón, podemos afirmar que estamos frente a un descentramiento
culturalmente desconcertante y que es disfrazado por una gran parte del mundo
escolar al echarle la culpa a la televisión de que los estudiantes no lean. Esta actitud
no aporta a complejizar la mirada y entender los cambios que están atravesando los
lenguajes, la escritura y la narrativa a niveles estructurales. La sociedad ha cambiado
junto con las nuevas generaciones. Si la educación no logra adaptarse a esta
mutuación, quedará desfasada y el proceso de aprendizaje será incompleto por
definición.
Otro fenómeno que desanda Jesús Barbero es el de la des-localización/ des-
temporalización. En sus propias palabras, “los saberes escapan de los lugares y de los
tiempos legitimados socialmente para la distribución y el aprendizaje del saber. [...] Y
también el tiempo de aprender se hallaba acotado a una edad, lo que facilitaba su
inscripción en un lugar y su control vital. No es que el lugar escolar fuera a
desaparecer, pero las condiciones de existencia de ese lugar estaban siendo
transformadas radicalmente, no sólo porque ahora tenían que convivir con un montón
de saberes-sin-lugar-propio, sino porque el aprendizaje se había desligado de la edad
para tornarse continuo, esto es, a lo largo de toda la vida”.
En la actualidad, es cada vez más frecuente encontrar en la Universidad a gente de
diferentes edades, incluídos adultos mayores, y nuestra Facultad de Periodismo y
Comunicación Social es un claro ejemplo de esto. La educación dejó de ser un
proceso temporal lineal que comenzaba con la primaria, continuaba en la secundaria y
automáticamente se accedía a los estudios superiores. En nuestros días, el contexto
latinoamericano y la crisis general obligan a un sujeto a tener que trabajar desde
edades cada vez más tempranas, lo que en muchos casos termina empujando a las
personas a una decisión dicotómica: o se trabaja, o se estudia. Por eso, los casos en
los que un sujeto accede a la Universidad en su edad adulta por el simple hecho de
“darse el gusto de estudiar” o para teorizar la práctica que realizaron durante toda su
vida, son cada vez mayores.
Por otra parte pero en la misma sintonía, la deslocalización implica la diseminación del
conocimiento. En otras palabras, se borran las fronteras que separaban al
conocimiento del saber común. Esto ocurre en parte por la divulgación que ofrecen los
medios masivos y por la devaluación creciente de la barrera que alzó el positivismo
entre la ciencia y la información. Además, “la diseminación nombra el movimiento de
difuminación tanto de las fronteras entre las disciplinas del saber académico como
entre ese saber y los otros, que ni proceden de la academia ni se imparten en ella de
manera exclusiva”.
Durante la modernidad, los lugares por excelencia para “hallar” el conocimiento eran
los libros y la academia. Nadie era capaz de cuestionar esto o de cuestionar una
enciclopedia o un manual: si estaba escrito en un libro, tenía que ser verdad. En
cambio, en la posmodernidad, la revolución de la tecnología y la masificación de los
medios de comunicación hacen que nos cuestionemos todo, inclusive libros o
personas reconocidas de la ciencia. El saber se puede encontrar en muchos lugares,
no está centralizado en una sola institución ni tampoco en el dispositivo escolar.
El Documento de Cátedra Nº 1 retoma estos últimos conceptos y sostiene que a este
escenario lo configura esencialmente las transformaciones emergentes que en las
dimensiones sociales, económicas, políticas y culturales que se fueron desarrollando a
partir de la década del 60. Entre ellas, señala el impacto de las tecnologías de la
información y la comunicación como un elemento central para comprender los nuevos
procesos de producción, circulación y distribución de saberes mencionados
anteriormente.
Además, la globalización cultural supuso una transformación vital en el lugar de las
instituciones educativas como instituciones sociales preponderantes en la transmisión
de la cultura y del conocimiento. “La multiplicación de agentes de formación, tales
como los medios de comunicación o las redes informáticas, con lógicas diversas e
incluso divergentes, contribuyó a cuestionar la legitimidad de la institución escolar y a
configurar un escenario complejo de proliferación de mensajes e información
yuxtapuestos”, afirma la cátedra.
Sin embargo, resulta importante destacar que el impacto de las tecnologías de la
información no materializó procesos de democratización en cuanto al acceso al
conocimiento. Por el contrario, tuvo un alcance desigual y parcial, reconfigurando y
consolidando circuítos segmentados y diferenciados de inclusión y exclusión.
Por último, en cuanto a los lazos sociales y las identidades culturales, el vaciamiento
del Estado Benefactor justificó otra reconfiguración: la de las instituciones como la
familia, la política y, principalmente, las identidades sociales. La estabilidad social
típica de la modernidad devino en una irrupción y expresión de múltiples identidades
culturales.
Estas transformaciones generaron un desordenamiento de gran parte del orden
establecido y que asumimos como lógicos durante toda la época de la modernidad.

B)

Luego de la última dictadura militar argentina (1976-1983), las subjetividades


contemporáneas y los vínculos educativos entre las generaciones han entrado en un
proceso de cambio constante. El sistema económico, político y social que instauró el
gobierno de facto y que continuó el gobierno encabezado por Carlos Saúl Menem, y
que luego continuó con un alfonsinismo desdibujado, llevaron a distintas generaciones
a resignificar las prácticas de sus antecesores y a pensar nuevos modos de vida y
nuevas subjetividades.
El plan neoliberal llevado a cabo en estos años, como bien explican Francisco Jódar y
Lucía Gómez en su obra “Educación posdisciplinaria, formación de nuevas
subjetividades y gubernamentalidad neoliberal” tiende a poner “énfasis en las
capacidades autocreativas y expresivas del sujeto (…) obligado a ser activo y
autorresponsable, capaz de sacar el máximo partido a sus recursos personales en
busca de un estilo de vida propio y singular”. De esta manera, se elimina la mirada
colectiva sobre la formación, desaparecen las herencias pasadas y se pone el ojo en
la creación de un sujeto sin ataduras que sea “empresario de sí”.
En este contexto, en 1993, se sanciona la Ley Federal de Educación donde se
comienza a cristalizar un proceso de erosión en tanto instituciones estatales,
apuntando a la prevalecía de las lógicas del mercado capitalista. Además, se acentúa
un trasvasamiento cultural y generacional en transformaciones culturales debidas a
procesos de globalización y al avance de la tecnología que contribuyen a replantear el
campo de la comunicación en la institución educativa. Según Sandra Carli, esta
reforma estructural de los 90, retomada de la dictadura, deterioró no solo el espacio
público sino también el simbólico. Las escuelas pasaron a ser un nuevo escenario de
crisis social.
A partir de 2003, con la vuelta de un Estado presente, se volvieron a resignificar los
vínculos educativos con la implementación de políticas socioeconómicas inclusivas.
Diferentes actores de la educación popular, idearon una reforma a la Ley Federal de
Educación y surgió la Ley Nacional de Educación sancionada en 2006. Esta nueva ley
llega para pensar que “la educación y el conocimiento son un bien público y un
derecho personal y social, garantizados por el Estado” (artículo 2)” y que “la educación
es una prioridad nacional y se constituye en política de Estado para construir una
sociedad justa, reafirmar la soberanía e identidad nacional, profundizar el ejercicio de
la ciudadanía democrática, respetar los derechos humanos y libertades fundamentales
y fortalecer el desarrollo económico-social de la Nación”.
En 2015, el nuevo gobierno retomó las políticas educativas y económicas que
resaltaron en la década del 90. El Estado solo se presenta para evaluar
individualmente los conocimientos de los educandos y las capacidades de los
educadores. La evaluación nacional “Aprender” llevada a cabo en 2016 es un claro
ejemplo, donde los sujetos son enmarcados en estadísticas numéricas y evaluados sin
tener en cuenta el contexto socioeconómico en el que está inserto.
No obstante, cabe enmarcar de manera transversal a todas estas épocas, pero sobre
todo a la última década, los avances tecnológicos que también redefinen los vínculos
educativos y generan nuevas subjetividades.
La revolución informacional/comunicacional colocó a las nuevas generaciones en un
papel central. El vínculo de transmisión de saber pensado de manera unidireccional y
lineal de padre a hijo o de profesor a alumno muta a partir de los conocimientos de las
nuevas generaciones en relación a las transformaciones tecnológicas. Es decir, hoy un
niño puede ser el que ocupe el rol del educador y un padre/madre o profesor/a del
educando.
De igual manera, las nuevas subjetividades son resignificadas por el surgimiento de
nuevos actores en la sociedad digital. Las redes sociales, colocan a los sujetos como
productores/consumidores de nuevos conocimientos. La escuela, como institución
pensada genuinamente, junto a la familia, para la transmisión de saber, está en una
disputa constante entre su formato tradicional y su adaptación a esta era digital. El
modelo educativo formal, no encontró la manera sistemática de insertarse en esta era
por la rapidez de las modificaciones tecnológicas.
2)

De la imposición al reconocimiento cultural: nuevos desafíos político -


pedagógicos críticos para la docencia

Ante la avanzada neoliberal que está sufriendo latinoamerica en general, y Argentina


en particular, algunas discusiones que parecían saldadas en torno a la educación
aparecieron de nuevo en escena y resulta necesario retomarlas y resignficarlas. El
menemismo, en los 90, dejó intervenir al Banco Mundial en América Latina para
trabajar en la educación básica. Esta política económica entiende a la educación como
una oportunidad para los ciudadanos para que sean más productivos y así salir de su
posible situación de pobreza y mejorar su calidad de vida. El Banco, realizaba
prestamos para “aumentar la eficiencia del sistema educativo”. A partir de
recomendaciones de esta entidad que “invertía” en Argentina, se sancionó en 1993 la
Ley Federal de Educación. Esta Ley apuntaba a multiplicar las lógicas del mercado
capitalista. Se fomentaba la competencia y se entendía a la educación como un
consumo y no como un derecho.

En 2015, con la asunción de Mauricio Macri en la Presidencia de la Nación y el


nombramiento de Esteban Bullrich como Ministro de Educación y Deporte, resurgieron
estás políticas dejadas atrás en los últimos 12 años. Esta cartera, llevó adelante en
2016 el operativo Aprender con una mirada instrumental y economicista que vuelve
fomentar el “espíritu emprendedor” de los estudiantes y reduce a la educación como la
formación de recursos humanos de las grandes empresas.

Para hacerle frente a estas políticas, es necesario pensar diferentes mecanismos


pedagógicos que piensen a la educación de manera colectiva, crítica y con una fuerza
emancipadora. Los Centros de Actividades Juveniles e Infantiles, implementados
durante los gobiernos kirchneristas, han trabajado en torno a esa mirada liberadora y
popular. Esta política pedagógica sirve para fomentar que los jóvenes construyan
sentido desde la escuela como espacio rehabitado. Pensar el espacio escolar fuera del
marco curricular pero atravesando procesos educativos.

De esta manera, se fortalece el sentido de pertenencia y de resignificación en torno a


la escuela. El horizonte de posibilidades se corre para dar lugar a procesos tales como
la realización de programas radiales, producciones narrativas y recreaciones grupales,
actividades que priorizan la palabra y el cuerpo como punto de contacto con la
experiencia y el conocimiento.

En estos programas, los desafíos son constantes: la práctica de la escucha del otro se
vuelve una tarea ardua hasta que la circulación de ideas se instituye como una
práctica vital. La radio se vuelve una herramienta útil porque establece pautas de
funcionamiento y dinámicas que tienen como insumo principal la palabra y el silencio.
Además, la radio abre un campo fecundo para el juego y la experimentación artística.

A partir del concepto de emancipación esgrimido por el psicoanalista y escritor Jorge


Aleman, la experiencia emancipatoria se caracteriza por tratarse de una apuesta y
también una relación con el lenguaje. Para Aleman “el sujeto emerge a partir de las
prácticas instituyentes en el común de la lengua realizadas colectivamente”. En esa
línea, sugiere que toda práctica emancipatoria es una causa que nos interpela desde
lo que forjamos en común, desde nuestras palabras, desde nuestro modo de narrarnos
como sujetos políticos en el devenir de la transformación. La emancipación también es
una posibilidad, una experiencia del orden de lo contingente, de aquello que no tiene
fórmulas y garantías y que sólo tiene como material común la lengua que habitamos.

La experiencia emancipadora se caracteriza por su carácter contingente que requiere


del desafío permanente de crear propuestas convocantes desde lo que tenemos en
común para explorar nuevas zonas de conocimiento. Eso también implica el
sostenimiento de cierta constancia en cuanto a la asistencia de los niños y jóvenes,
que hasta el momento se incentiva en la formación del CAJ y del CAI como puntos de
referencia a la hora de estar con amigos, jugar y aprender. El desarrollo de estas
experiencias mantiene un devenir de transformación subjetiva de los niños y jóvenes
en relación a la escuela y sostiene de modo latente la condición emancipadora de
aquello que apuesta por el futuro atendiendo al presente.

Por todo esto, multiplicar estos espacios de formación es fundamental para repensar la
educación actual y las prácticas docentes actuales. Además resulta necesario seguir
pensando en la implementación de las nuevas tecnologías a medida que surjan en los
ámbitos formales de educación pero también en los informales. Una de las máximas
deficiencias en esto, es que las tecnologías llegan a los planes de estudios y a las
aulas cuando quedan obsoletas porque surgieron nuevos formatos y soportes
digitales. La Docente e Investigadora de la Cátedra de Tecnología Educativa de la
UBA, Miriam Latorre, en diálogo con la Revista Torque Tracción Cultura, aseveró que
“la escuela no puede ser una isla y cuando digo escuela me refiero al sistema formal
de educación. Principalmente, debe reconocer a los estudiantes como sujetos
inmersos en una sociedad atravesada por las nuevas tecnologías, como dispositivos
móviles e internet, que generan un gran impacto en la distribución y la producción del
conocimiento. El desafío pasa por generar en las escuelas motores de construcción,
lugares de producción”.

De esta manera, es impostergable la formación de los y las docentes en este sentido.


El Instituto de Formación Docente, también creado en el anterior gobierno y que hoy
sufre terrible desmantelamiento, tiene entre sus objetivos formar a los y las docentes
en torno a las tecnologías de la información y la comunicación. Volver a invertir parte
de los recursos que maneja esta cartera en este programa, es una manera de
transformar la educación.

No resultan necesarias las evaluaciones donde se estudia al individuo sin tener en


cuenta su contexto, sus necesidades, sus gustos y sus problemáticas. Porque como
decía Freire: “el estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni
por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir
ideas, sino de crearlas y recrearlas”. Por todo esto, el desafío debe ser cómo
multiplicar las herramientas para los docentes y estudiantes para que juntos puedan
llevar a cabo una educación transformadora, que incentive la mirada crítica y el
espíritu revolucionario del mundo que habitan.
3)
A)
El protagonista de “7 Cajas”, Víctor desde la primera escena hasta el último suceso
reproduce textualmente lo que escucha en el televisor que encuentra en la calle. Su
relación con el aparato tecnológico es de admiración: el joven quiere repetir todo lo
que allí ve. Es oportuno utilizar a Jesús Martín Barbero para caracterizar estas
acciones de Víctor: “entre emisores-dominantes y receptores-dominados ninguna
seducción ni resistencia, sólo la pasividad del consumo y la alienación descifrada en la
inmanencia de un mensaje-texto por el que no pasaban los conflictos, ni las
contradicciones y mucho menos las luchas”.

Víctor como describe Barbero, no presentaba resistencia hacia lo que le ofrecía la


televisión: desde la repetición exacta de lo que decía Arnold Schwarzenegger hasta el
calco de un beso apasionado con la coprotagonista. Para teorizar la transcripción casi
automática que se producía entre lo que mostraba el aparato tecnológico y las
reacciones de Víctor, la obra de Andrea Iotti viene a colación. La autora describe las
teorías de comunicación y cabe en este ejemplo la teoría hipodérmica que “proponía
un modelo comunicacional lineal, basado en el esquema conductista estímulo–
respuesta. Este implicaba que las audiencias de los medios eran indefensas y pasivas
y que cualquier mensaje que recibieran generaba en ellas un efecto directo. Por esa
razón, esta teoría también se conoció con el nombre de “aguja hipodérmica” o “de la
bala mágica”.

Por otra parte, saliendo de lo teórico- conceptual, pero continuando con la relación
entre los medios y los sujetos, Marcelo Bielsa, Director Técnico de Fútbol, en una
conferencia de prensa en Brasil, brindada hace pocas semanas, salió del mundo
deportivo e hizo su apreciación sobre el rol de los medios en las sociedades actuales.
Según el argentino, “el procedimiento educativo más poderoso que tiene la sociedad,
ya no son más las escuelas, son los medios de comunicación. Porque los medios de
comunicación influyen más que la familia y que la escuela, que son los elemento
genuinos de formación. Porque es una vergüenza que los medios de comunicación
eduquen a la gente. Porque los medios de comunicación tienen intereses específicos y
la educación tiene diferentes intereses a los medios de comunicación. Y la familia tiene
expectativas diferentes a los medios de comunicación (…) los medios de
comunicación se especializan en pervertir a los seres humanos”.

Esta perversión que denomina Marcelo Bielsa, puede ser relacionada, volviendo al
film, con la trama del mismo: un joven capaz de ocultar un cadáver con el fin de
acceder a un teléfono móvil para luego llegar al “mundo de la televisión”. En una
sociedad de consumo, los medios de comunicación logran cooptar los gustos y los
intereses de los seres humanos que se apropian – dirá Néstor García Canclini - de los
productos en las prácticas cotidianas como “lugar de interiorización muda de la
desigualdad social”. El autor mexicano, definde al consumo como una producción de
sentidos que tiene que ver con los usos que hacen las personas de los bienes
simbólicos y materiales.

Planteándola de esta forma, podemos pensar a la película para ser trabajada dentro
del programa de la materia de quinto año del secundario Comunicación y Culturas del
Consumo. Esta asignatura pone el ojo en el sujeto actual inmerso en un mundo
globalizado, donde el consumo está regulado por el marketing y la publicidad. Para
este análisis propone, en su bibliografía, autores enmarcados en los estudios
culturales latinoamericanos como Néstor García Canclini, con la idea de estudiar a la
comunicación como una producción social de sentidos contextualizados y enmarcados
en un mundo globalizado y no en términos aislados. El objetivo es poner en discusión
para "comprender la existencia de la cultura del consumo como emergente de una
serie de condicionamientos culturales, económicos y sociales”, tal como lo dice uno de
los objetivos de aprendizaje.

B) “Los medios masivos de comunicación en el marco de la constitución


de una sociedad mediatizada”
Resulta evidente que el escenario en el cual transcurre “7 Cajas” es un mundo
altamente afectado por la cultura mediática. Desde la primera escena, donde Víctor
reproduce con exactitud los diálogos de una película de Arnold Schwarzenegger, hasta
la última, en la cual esboza una sonrisa por ver su rostro en televisión a pesar del
trauma que acababa de vivir, las industrias culturales y sus productos son el eje
transversal que atraviesa al film y a sus protagonistas.
Además, vale la pena destacar que Víctor accede a realizar el trabajo de transportar
“mercadería” para unos extraños sometiéndose a sus reglas, solo para satisfacer el
deseo latente de acceder a un teléfono celular moderno, lo cual le permitiría
“pertenecer” a un universo social superior al suyo. Muy probablemente, este anhelo de
obtener un aparato tecnológico que no está a su alcance haya nacido producto del
consumo de televisión, de la publicidad y del complejo entramado de las industrias
culturales.
En cuanto a la Sociedad de la Información, tal como detalla el Documento de Cátedra
3, existen dos formas de pensarla, entenderla y proyectarla: algunos teóricos la
describen como un nuevo modelo de sociedad, mientras que otros entienden que es
un concepto que solamente refleja la ideología de un mercado globalizado.
El primer modelo nace desde y para los países centrales. Allí, entienden que el
desarrollo de la tecnología y de la comunicación traerá acarreado el crecimiento por
igual del planeta en su conjunto. Sin embargo, no toman en cuenta que algunos países
“subdesarrollados” no logran superar diferentes tipos de crisis, como la económica o la
social, por lo que la brecha digital y el acceso a las nuevas tecnologías es aún una
problemática lejana y de interés secundario. Por consiguiente, mientras los países
centrales miden los indicadores de desarrollo a través del acceso a internet, las
naciones con menos recursos aún sueñan con garantizar el trabajo a todos sus
habitantes.
Por estas razones, la teoría de Manuel Castells descrita como “sociedad de redes” se
acerca mucho más a la realidad de nuestro mundo globalizado. El sociólogo
argumenta que la estructura de la organización social está edificada en función de
redes de información, que surgen a partir de los avances de la tecnología. Esta red
esta interconectada por puntos, pero que no tienen el mismo poder ni la misma fuerza,
ni tampoco se garantiza la presencia de todos los sectores sociales, ya que muchos de
estos se encuentran excluidos de la sociedad de redes. De esta manera, se reproduce
las desigualdades existentes entre países y grupos sociales.
Para complejizar el modo de abordar a la Sociedad de la Información, existe otro eje
que indaga sobre ella: las transformaciones que se han producido en las sociedades
contemporáneas a partir de la globalización y de los nuevos procesos de producción,
circulación, almacenamiento y reproducción de la información.
En relación a lo anterior, resulta evidente que, en la modernidad y en la
posmodernidad, la información y sus productos ocupan un rol fundamental en la
sociedad. Sin embargo, lo que se ha modificado es el uso de esa información: hace
algunos años, se buscaba acceder a la información para generar un motor de cambio
y conseguir una producción más rentable; en nuestros días, el fin mismo es acceder a
la información, lo que significa que ya no se la utiliza para “mejorar” a la comunidad,
“sino que la innovación, la investigación y el desarrollo tecnológico tienen como
objetivo actuar sobre la información misma, generando nuevas formas de producirla,
almacenarla y transmitirla”.
Por otra parte, al tratarse de una temática tan compleja y con tantas maneras distintas
de abordarse, resulta lógico que más de un diseño curricular de asignaturas que
aborden el campo de la comunicación trabajen sobre él.
Entre estas materias podemos destacar a “Comunicación y medios”, del Bachillerato
de adultos, donde se estudian a los medios masivos de comunicación, sus
características, su lenguaje, su manipulación y la situación actual.
A esta asignatura se suma “Comunicación y culturas del consumo”, quien aborda los
medios de comunicación desde una lógica de mercado, la cultura y el consumo, y el
rol del Estado vinculado a las nuevas tecnologías.
Por último, “Comunicación, cultura y sociedad” trabaja en sus dos últimas unidades
con “Comunicación y tecnologías de la información en las sociedades
contemporáneas” y “Comunicación, medios masivos y ciudadanía”, respectivamente.
En cuanto a los aportes significativos para la formación ciudadana, podemos destacar
lo trascendente que resulta problematizar el rol de los medios masivos de
comunicación en la Sociedad de la Información, al mismo tiempo que se intenta
resignificar las representaciones de los sujetos acerca de los discursos mediáticos.
Además, es vital comprender las transformaciones que se dieron a partir de los
nuevos modos de circulación de la información mediados por los avances tecnológicos
y lo que ello implica para nuestra sociedad.

“Los consumos culturales en vinculación con los productos de las


industrias culturales”

Como se mencionó anteriormente, la trama completa de la película gira en torno al


deseo de Víctor de conseguir un celular, lo cual lo lleva a realizar el trabajo de
transportar las cajas. Aquí se pone en evidencia un claro ejemplo de la consumos
culturales y, en el fondo del escenario, las industrias culturales. Como afirma Jesús
Martín Barbero, el consumo no es solo reproducción de fuerzas, sino también de
sentidos; es una lucha que no se agota en la posesión de los objetos, porque pasa por
los usos que les dan forma social y en los que se inscriben demandas.
En la misma sintonía, Ivan Schuliaquer en su obra “El poder de los medios”, sostiene
que: “Vivimos en un mundo repleto de imágenes y palabras. Y esas imágenes y esas
palabras no llegan desde otro planeta: conforman, constituyen, diseñan, construyen y
rearman el universo que habitamos. En ese marco, los medios son uno de los actores
con mayor peso para hacer circular las imágenes y palabras y para disputar los
sentidos sociales del mundo compartido”. Siguiendo esta lógica, los medios de
comunicación son uno de los actores más influyentes en la cultura y en la historia de
un determinado colectivo, tal como ocurre en “7 cajas”.
En relación con esto, se entiende que la cultura ya no es una actividad ejercida
principalmente por el Estado, sino un área clave en el proceso de acumulación de
capital, en la que el Estado se limita a regular, promocionar y, en algunas
oportunidades, cofinanciar. Esta progresiva masificación de la mercancía cultural, la
información y la comunicación fue dejando atrás los productos únicos durante el siglo
XIX, para terminar consolidándose en el siglo XX.
Por otra parte, aunque estrechamente vinculado, podemos entrelazar la concepción de
industrias culturales con la de hegemonía. En palabras de Raymond Williams, esta es
“un complejo entrelazamiento de fuerzas políticas, sociales y culturales diferentes, con
el fin de constituir y sostener la conducción de una sociedad, sin necesidad de hacerlo
por el dominio coercitivo o por la fuerza”. Esto le otorga a las clases más fuertes la
posibilidad de posicionarse como dirigentes de la sociedad. “Para esta finalidad, los
grupos dominantes trabajan el interjuego entre hegemonía y consenso a través de los
medios de comunicación y la opinión pública”, afirma Jorge Huergo, quien también
trabaja este concepto.
Entonces, el discurso social emitido por los medios de comunicación masivos y
hegemónicos construye equivalencias discursivas que, con el correr de los años y las
presiones mediáticas, se erigen a la categoría de “estatutos universales” y se
naturaliza su práctica. Así, se asegura que un gran número de personas tenga una
percepción “adecuada” (a sus intereses) del funcionamiento del mundo social. Por eso,
entiendo a los medios de comunicación como uno de los actores más influyentes en la
cultura, lo que lleva a Víctor a realizar una labor sumamente peligrosa para satisfacer
el deseo generado por esta industria.
Vale destacar que en América Latina se configuró un proceso de comunicación
alternativa o popular. Esta perspectiva nace de la cultura y las necesidades de los
grupos populares y transforma las características de la comunicación hegemónica y
dominante. Este modo contrahegemónico, comprometido con los movimientos
sociales, encuentra uno de sus anclajes más fuertes en la Tecnicatura en
Comunicación Popular, de nuestra Facultad de Periodismo y Comunicación Social de
la UNLP.
Al rastrear esta temática en los espacios curriculares de las asignaturas que pueden
dictar los Profesores en Comunicación Social de la FPyCS, llegué a la conclusión de
que, según mi criterio, no se aborda lo suficiente ni tampoco con la profundidad que
debería hacerse. “Comunicación y culturas del consumo” es la asignatura que trabaja
con las industrias culturas y sus consecuencias, a través de distintas unidades. Sin
embargo, en las restantes materias no se evidencia su análisis al recorrer los
programas.
En cuanto a los aportes significativos del campo de la comunicación para la formación,
es importante destacar que el abordaje de las industrias culturales, la hegemonía y los
procesos contrahegemónicos favorecen el análisis crítico de los consumos y los
procesos de producción cultural, al mismo tiempo que se reconocen los modos en que
los sujetos se vinculan con contextos de pertenencia sociocultural y construcción
identitaria.

“Las modalidades en que los sujetos construyen sus vínculos y lazos de


sociabilidad”

“7 Cajas” recrea una sociedad que, en gran parte, “tiende a disolver el sentido de
solidaridad, a exacerbar el deseo de bienestar material”, tal como sostiene Luis Alberto
Quevedo. Las relaciones entre muchos de los personajes son frías, en donde cada
uno busca su propio beneficio sin importarle que eso perjudique a compañero, tal
como ocurre con el dueño de la carnicería y el marido de la difunta secuestrada.
Siguiendo la línea del Documento de Cátedra Nº 3 y a Jesús Martín Barbero, la
sociabilidad constituye una de las mediaciones clave de los procesos
comunicacionales. “La sociabilidad se genera en la trama de las relaciones cotidianas
que tejen los hombres al juntarse, que es a la vez lugar de anclaje de la praxis
comunicativa”, sostiene Barbero.
En este sentido, existen dos dimensiones comunicacionales que se reflejan con
claridad en “7 Cajas”. Por un lado, una comunicación que nace en un contexto de
individualismo, desconfianza en el otro y proliferación de espacios virtuales, lo que
modifican las formas de lazo social. Un claro ejemplo de esto es la comunicación que
mantiene Víctor con el “encargado” de la carnicería: sólo se ven personalmente una
vez, para luego mantenerse en contacto a través de un celular que le “obsequian” a
Victor. Lo mismo ocurre con la hermana de Víctor y su jefe de origen asiático: en este
caso, ni siquiera hablan el mismo idioma, lo que complejiza aún más la comunicación
interpersonal.
Estos ejemplos grafican nuestra época, caracterizada por la ruptura del contrato social
y de los lazos sociales, lo que provoca fenómenos de desafiliación y complejizan el los
vínculos entre los sujetos.
Sin embargo, en contraposición a lo esgrimido hasta aquí, “aún persisten,
resignificados, modos tradicionales de interacción social”. En algunos grupos se
recrean relaciones interpersonales basadas en principios de reciprocidad, solidaridad y
compañerismo, que le dan sentido y direccionamiento a la vida de las personas.
Esto último también se ejemplifica en “7 Cajas”, principalmente en la relación entre
Víctor y su amiga, quien insiste en acompañarlo en su travesía motivada por su
amistad y el cariño entre ambos, aunque Víctor le diga lo contrario. Lo mismo sucede
con la hermana del protagonista y el hijo de su empleador oriental: entre ellos se forma
un lazo de compañerismo y mutuamente se protegen, aún frente a la policía y distintas
situaciones complejas.
En cuanto al abordaje de la temática en la educación secundaria, se destaca el fuerte
anclaje que tiene en “Comunicación y transformaciones socioculturales en el Siglo
XXI”. Esta asignatura es, sin duda, quien más trabaja sobre las relaciones y los
vínculos entre los sujetos, al punto tal que le dedica una unidad titulada: “Nuevos
modelos de relación: vínculos y subjetividad”. Además, vale destacar que
“Problemática social contemporánea” y “Comunicación, cultura y sociedad” también
trabajan sobre este eje, aunque con menor fuerza.
Por último, en cuanto a los aportes significativos, podemos destacar que el correcto
abordaje de este tema/problema permite comprender las transformaciones que
ocurrieron en las últimas décadas en torno a los contextos de interacción social y
cómo esto impacta en los procesos de construcción identitaria.

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