Está en la página 1de 7

BRUNO HAPEL: SHÂKYA-MUNI Y RENÉ GUÉNON

Cuando se han pretendido justificar las dos actitudes de René Guénon frente al
Budismo, se ha declarado:

"Es un lugar común decir que Guénon se equivocó a este respecto, puesto que
modificó, a partir de la segunda edición de la Introduction générale à l'étude
des doctrines hindoues, su posición inicial a propósito de esta tradición. Ahora
bien, esta rectificación estaba acompañada de muchas restricciones y matices
que algunos, hoy en día, desdeñan. No se debe olvidar que Guénon jamás
renegó de las críticas que inicialmente hubo formulado; muy al contrario, las
consideraba como perfectamente ortodoxas en referencia a las refutaciones
formuladas por Shankarâchârya a la luz de la doctrina tradicional de la cual era
el intérprete. Si la posición que Guénon adoptó en la segunda edición reflejaba
los puntos de vista del hindú Coomaraswamy, que eran tradicionales y
ortodoxos, la de la primera edición reflejaba los del hindú Shankarâchârya, que,
procediendo de otro punto de vista, no eran menos ortodoxos. A falta de tener
en cuenta dichos matices, no obstante capitales, se caerá en nuevas
incomprensiones"1.

Es cierto decir que Guénon no se equivocó, puesto que no ha cesado de


exponer un punto de vista ortodoxo (es el criterio mismo de su obra), aunque
este punto de vista no sea propiamente hablando ni el de Shankara ni el de
Coomaraswamy. Pero es falso deducir, como insinúa Gilis, que si Guénon no
se equivocó es porque no había dejado de considerar al Budismo como una
herejía. Para acreditar su tesis, el Sr. Gilis, el "discípulo ortodoxo" de Guénon,
escribe en efecto:

"Además, y esto es raramente mencionado, el Cristianismo y el Budismo


constituyen ambos "una herejía formal desde el punto de vista de la tradición"
de la que han surgido, tal como René Guénon lo menciona expresamente a
propósito del segundo. Si se mostró más discreto respecto al Cristianismo, ello
no puede dejar de estar en relación con las "razones diversas" por las cuales
decía no haber "sentido jamás ninguna inclinación para tratar especialmente
este asunto". Es en todo caso extremadamente significativo que su artículo
"Christianisme et Initiation", del que se extraen las citas que anteceden, se
inicie justamente con una comparación entre la "Iglesia cristiana" y la "Sangha
budista"2.

Consideremos el texto escrito por Guénon en su artículo titulado "Christianisme


et Initiation":
"Esta expresión ilegítima dio lugar posteriormente, en el Budismo indio, a
ciertas desviaciones tales como la negación de las castas; el Buda no tuvo a
éstas en cuenta en el interior de una organización cerrada cuyos miembros
debían, en principio al menos, estar más allá de su distinción; pero pretender
suprimir esta misma distinción en el medio social al completo constituía una
herejía formal desde el punto de vista de la tradición hindú"3.

Es entonces la extensión ilegítima lo que constituye una herejía formal, y no el


Budismo en sí. Se conoce la tendencia del Sr. Gilis a disipar las
"incomprehensiones", pero su obsesión por querer demostrar que el
Cristianismo es una herejía es tal que sobre este punto plantea una falaz
interpretació n de aquel a quien considera su maestro. He aquí un fiel
servidor...

No dudando de que Guénon hubiera podido equivocarse respecto al Budismo y


reseñando la obra del Sr. Gilis, Elie Lemoine escribe:

"Es sin duda cierto decir, como hace el Sr. Gilis, que la primera posición de
Guénon reflejaba el punto de vista hindú que fue el de Shankarâchârya, y por el
cual el Budismo no representaba sino una herejía, y no es menos cierto que
Guénon ha referido y hecho suya la "leyenda de las puertas de Agarttha
cerrándose ante el Buda tras su rebelión", lo que no es precisamente conferirle
una patente de ortodoxia. Pero hay más aún, y no es el Sr. Gilis quien nos
llevará la contraria si decimos que Guénon hablaba en nombre de la tradición
primordial y no en el de
una tradición particular. Así pues, el juicio que emitió sobre la tradición budista
no era solamente el reflejo del de Shankarâchârya, y le faltaban las
informaciones puestas a su disposición por Ananda K. Coomaraswamy para
reexaminar su posición inicial"4.

Es lícito decir que las interpretaciones de Charles-André Gilis y de Elie Lemoine


relativas a las fuentes de referencia de Guénon con respecto al Budismo están
lejos de dar cuenta plenamente de la realidad. René Guénon no fue el
intérprete de Shankara en lo que concierne al Budismo, ya que para este último
el Budismo como tal no existía. Shankara no niega la existencia de ciertas
escuelas cuya doctrina reflejaba las enseñanzas del Buda. Y puesto que
Guénon hablaba en nombre de la Tradición primordial no tenía por qué "seguir"
el punto de vista de Coomaraswamy.

La argumentación que desarrolla en las ediciones sucesivas de Autorité


spirituelle et pouvoir temporel no debe nada a Shankara ni a Coomaraswamy.
Guénon escribía en la primera edición de esta obra:"Las modernas teorías
"evolucionistas", bajo sus diversas formas, no son los únicos ejemplos de ese
error que consiste en situar toda realidad en el "devenir", aunque éstas hayan
aportado un matiz especial con la introducción de la reciente idea de
"progreso"; teorías de este género han existido igualmente en la antigüedad,
especialmente entre los griegos, y también fue el caso del Budismo. Ahora
bien, precisamente, el Budismo fue, en la India, una de las principales
manifestaciones de la rebelión de los Chatrias, del mismo modo que el
Jainismo que le había precedido y con el cual ofrece, sobre muchos puntos,
similitudes que fácilmente se explican por sus relaciones históricas, pero jamás
tuvo gran extensión.

Es sabido que Shâkya-Muni, el fundador del Budismo, perteneció a la casta de


los Chatrias, pero no parece que normalmente se piense en extraer de este
hecho las consecuencias que implica; sin embargo, no se puede comprender
verdaderamente el carácter de esta doctrina heterodoxa sin considerarla bajo
este aspecto. Se ha podido ver, en efecto, por lo que hemos expuesto5, la
directa unión que existe entre la negación de todo principio inmutable y la de la
autoridad espiritual, entre la reducción de toda realidad al "devenir" y la
afirmación de la supremacía de los Chatrias; y debemos añadir que,
sometiendo al ser al completo al cambio, se le reduce por ello mismo al
individuo, pues lo que permite superar la individualidad, lo que es trascendente
con respecto a ésta, no puede ser sino el principio inmutable del ser, que es
formalmente negado por el Budismo"6.

En la nueva edición de esta misma obra, René Guénon escribe:

"Las modernas teorías "evolucionistas", bajo sus diversas formas, no son los
únicos ejemplos de ese error que consiste en situar toda realidad en el
"devenir", aunque éstas hayan aportado un matiz especial con la introducción
de la reciente idea de "progreso"; teorías de este género han existido
igualmente en la antigüedad, especialmente entre los griegos, y también fue el
caso de ciertas formas de Budismo, las que por otra parte debemos considerar
como formas degeneradas o desviadas, a pesar de que, en occidente, se haya
tomado la costumbre de considerarlas como representando al "Budismo
original". En realidad, cuanto más de cerca se estudia lo que es posible saber
de éste, más claramente aparece como algo diferente a la idea que
generalmente se forman de él los orientalistas; en especial, parece bien
establecido que no implicaba en absoluto la negación del Âtmâ o del "Sí-
mismo", es decir, del principio permanente e inmutable del ser, que es
precisamente lo que sobre todo tenemos aquí a la vista. Que esta negación
haya sido introducida posteriormente en ciertas escuelas del Budismo indio por
los Chatrias rebeldes o bajo su inspiración, o que simplemente hayan querido
utilizarla para sus propios fines, es algo que no pretendemos decidir, pues en el
fondo importa muy poco, y las consecuencias son las mismas en ambos casos"
7.

Más tarde, René Guénon añade en una nota muy aclaratoria:

"No se puede invocar, contra lo que aquí decimos del Budismo original y de
una desviación posterior, el hecho de que el mismo Shâkya-Muni perteneciera
por nacimiento a la casta de los Chatrias, pues este hecho puede explicarse
legítimamente por las condiciones especiales de una determinada época,
condiciones que dependen de las leyes cíclicas. Por lo demás, puede indicarse,
a este respecto, que Cristo también descendía, no de la tribu sacerdotal de
Leví, sino de la tribu real de Judá"8 .

La cuestión del Budismo se resume entonces de cierta manera en la


interpretació n de la pertenencia de Shâkya-Muni a la casta de los Chatrias. Es
significativo ver a René Guénon responder a su propia objeción. La Regla
quería que Shâkya-Muni fuera un Chatria rebelde, la excepción "cíclica" hizo de
él un Buda. La obra de Guénon expone siempre la Regla antes de considerar la
excepción, lo que no puede ser más ortodoxo y pedagógico. Esta característica
hace así a su obra particularmente adaptada a la tradición occidental.. . ¿debe
esto extrañar a alguien?

Citemos una pasaje de una obra de Coomaraswamy: "Pensamos haber dicho


lo suficiente como para haber demostrado sin duda posible que el "Buda" y el
"Gran Personaje", el "Arhat", el "Transformado en Brahma" y el "Dios de los
Dioses" de los textos pali es el Espíritu mismo y el Hombre interior de todos los
seres, y que es "Ello" lo que Se hace a Sí mismo múltiple y en Quien todos los
seres "se hacen uno"; que el Buda es Brahma, Prajâpati, la Luz de las Luces, el
Fuego o el Sol, el Primer Principio, en fin, bajo cualquier nombre empleado en
los antiguos textos, y para demostrar, además, que por forzada que sea la
descripción de la "vida" y de las proezas del Buda, son los actos de Brahma en
tanto que Agni e Indra lo que en ella se refiere. Agni e Indra son el Sacerdote y
el Rey in divinis, y el Buda nace con ambas posibilidades, las cuales realiza,
pues, aunque en un sentido su reino no sea de este mundo, es igualmente
cierto que en tanto que Chakravartî es a la vez sacerdote y rey en el mismo
sentido en que Cristo es Sacerdote y Rey"9.

Reseñando esta misma obra, René Guénon escribe:

"Otro punto que ofrece gran interés es el siguiente: los nombres y epítetos del
Buda, de manera general, son, así como sus actos, los mismos que la tradición
védica refiere más especialmente a Agni y a Indra, a quienes a menudo la
denominación de Arhat es también aplicada; ahora bien, Agni e Indra son
respectivamente el Sacerdocio y la Realeza in divinis; el Buda nace
precisamente con ambas posibilidades, y se puede decir que, escogiendo la
primera, las realiza a ambas, pues éste es uno de esos casos en que, como se
ha dicho anteriormente10, uno de sus dos términos está contenido
"eminentemente" en el otro"11.

Se ve en esto cómo René Guénon no adopta el mismo punto de vista que


Coomaraswamy en lo que concierne a la identificació n del Buda con el
Chakravartî. Y ello matiza el siguiente pasaje del Roi du Monde en el que
escribe:
"La idea de un personaje que es sacerdote y rey a la vez no es una idea
demasiado corriente en occidente, aunque se encuentre en el origen mismo del
Cristianismo representada de una manera notable por los ‘Reyes Magos’;
incluso en la Edad Media el poder supremo (al menos según las apariencias
externas) estaba dividido entre el Papado y el Imperio. Una tal separación
puede ser considerada como la marca de una organización incompleta por
arriba, si se nos permite la expresión, puesto que no aparece el principio
común del que proceden y dependen regularmente los dos poderes; el
verdadero poder supremo debía entonces encontrarse en otro sitio. En Oriente,
el mantenimiento de una tal separación en la cumbre misma de la jerarquía es,
por el contrario, bastante excepcional, y no es apenas sino en ciertas
concepciones budistas donde se encuentra algo semejante; queremos aludir a
la incompatibilidad afirmada entre la función de Buda y la del Chakravartî o
‘monarca universal’, cuando se dice que Shâkya-Muni debió, en un cierto
momento, escoger entre una y otra"12.

René Guénon añadía en la primera edición de esta misma obra:

"Por otra parte, es lícito pensar que había aquí algo muy distinto a una elección
voluntaria, pues el hecho de que sea así presentada por el Budismo parece en
realidad indicar lo que tanto Saint-Yves como Ossendowski afirman: que
Shâkya-Muni, mientras proyectaba su rebelión contra el Brahmanismo, habría
visto cerrarse ante él las puertas del Agarttha"13.

Esta confrontación de textos permite entrever que la cuestión de las relaciones


del Buda con el Agarttha son muy complejas y no se resumen en la atribución o
no de una simple patente de ortodoxia.

Se habrá comprendido que la autoridad de Guénon no está subordinada a


ninguna autoridad "exterior". He aquí una nueva confirmación.

En la primera edición de L'Homme et son devenir selon le Vêdânta, René


Guénon dedica un capítulo14 a la constitución del ser humano según los
budistas. La lectura de este capítulo podría hacer creer que René Guénon no
hace sino seguir el comentario de Shankara a los Brahma-Sûtras. Pero si se
coteja este comentario con el texto de Guénon, parece claro que allí donde
Shankara no hace sino indicar simples listas de elementos constitutivos como
los cinco skandhas o los doce nidânas sin aportar el más mínimo desarrollo,
René Guénon escribe numerosas páginas explicativas acerca de estas mismas
nociones.

Así, en su comentario sobre el sutra 19, Shankara prosigue su presentación de


los Sarvâstivâdins que, como precisa, ligan la existencia individual al
encadenamiento de condiciones (nidânas) de las que ofrece la relación: avidyâ,
samskâra, vijnâna, nâmarûpa, shadâyatana, sparsha, vêdanâ, trishnâ,
upâdâna, bhava, jâti, jarâmarana, [shoka, paridêvênâ, duhka, etc.]. Precisa
después que estas categorías "no son negadas por otras". Pero si niega su
encadenamiento causal, no da ninguna explicación acerca de estas
condiciones. Así, lo que en Shankara se reduce a una simple enumeración se
convierte en la obra de Guénon en la ocasión para un amplio desarrollo,
prácticamente un tercio del capítulo que dedica a los budistas15.

La obra de Guénon es totalmente "original"16, y en ella el error aparente bien


puede revelar una verdad oculta. Pensamos haber demostrado que la actitud
de Guénon frente al Budismo y en particular hacia Shâkya-Muni, lejos de ser la
confirmación de ciertos errores, es de hecho una verdadera fuente de
informaciones, especialmente si se consideran todas las semejanzas y las
divergencias que se pueden comprobar entre el Cristianismo y el Budismo.

Artículo publicado en Vers la Tradition, nº 60, junio-julio- agosto de 1995.

1Charles-André Gilis, Introduction à l'enseignement et au mystère de René Guénon,


Editions de l'Oeuvre, París, 1985, pág. 89.

2 Ibid., págs. 87 y 88.

3 Aperçus sur l'èsotérisme chrétien, Editions Traditionnelles, París, pág. 11, nota 2.

4 Theologia sine metaphysica nihil, Editions Traditionnelles, París, pág. 218.

5 "(...) El poder temporal se arruina a sí mismo al desconocer su subordinación respecto


a la autoridad espiritual, porque, como todo lo que pertenece al mundo del cambio, no
puede bastarse a sí mismo, ya que el cambio es inconcebible y contradictorio sin un
principio inmutable (...)", Autorité spirituelle et pouvoir temporel (Edición original),
Librairie philosophique J. Vrin, París, 1929, pág. 94.

6Autorité spirituelle et pouvoir temporel (Edición original), Librairie philosophique J.


Vrin, París, 1929, págs. 94 a 96.

7 Autorité spirituelle et pouvoir temporel (segunda edición), Éditions Véga, París, 1947,
págs. 75 y 76.

8 Ibid., pág. 76.

9 Hindouisme et Bouddhisme, Éditions Gallimard, París, 1949, págs. 151 y 152.

10 "(...) Dios es una Esencia sin dualidad (adwaita), pero que subsiste en una doble
naturaleza, de donde la distinción entre "Supremo" (para) y "No-Supremo" (apara), a
los cuales corresponden, desde puntos de vista diferentes, todas las dualidades en las
que uno de sus términos, estando subordinado al otro, está contenido "eminentemente"
en éste", Études sur l'Hindouisme, pág. 193.

11 Études sur l'Hindouisme, Éditions Traditionnelles, París, 1979, pág. 195.

12 Le Roi du Monde (tercera edición), Éditions Traditionnelles, París, 1950, cap. II.

13 Le Roi du Monde (edición original), "Les Cahiers du Portique", Librairie Ch. Bosse,
París, 1927, págs. 17 y 18.

14 Este capítulo fue suprimido en la edición definitiva de 1947.

15L'Homme et son devenir selon le Vêdânta (edición original), Éditions Bossard, París,
1925, págs. 116 a 120.

16 El texto dice "originale [en el sentido de nuevo, de que no imita nada anterior] et originelle
[en tanto que relativo al origen]": esta distinción no existe en castellano, evidentemente (n. del
t.).

También podría gustarte