Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
San Agustin Apuntes
San Agustin Apuntes
SAN AGUSTIN
Desde el firme asidero de la fe cristiana, san Agustín
rechaza horrorizado los supuestos y las conclusiones
a las que conducían el intelectualismo ético
imperante hasta entonces; por un lado, ahondando
en el abismo que separa el conocimiento de la
acción, y que había pasado inadvertido durante
siglos; por el otro, subrayando la infinita
dependencia de la criatura con respecto de su
Creador. Y en este proceso de ruptura con el
paradigma de la antigüedad, incide en tres
conceptos fundamentales para la comprensión de
su pensamiento: voluntad, amor y gracia.
equivaldría a afirmar que el hombre, a través de sus acciones, puede coartar la libre
decisión de Dios y condicionar su juicio. Blasfemia. Frente a ello, san Agustín recuerda la
absoluta dependencia del hombre con relación a Dios, única fuente de cuanto hay de
verdad y realidad en la creación, principio y causa de todo. Si el hombre, en su
insignificancia, consigue orientar su voluntad hacia la Verdad (la fe cristiana), solo es
posible por estar bendecido por la gracia, el don que Dios concede de forma inescrutable.
Nosotros no escogemos a Dios, Dios nos escoge a nosotros y a través de nosotros.
Carta a los Romanos 3:23-27
“ya que todos han pecado y están privados de la gloria
de Dios–, 24 (los cuales son) justificados gratuitamente
por su gracia, mediante la redención que es por Cristo
Jesús1670. a quien Dios puso como instrumento de
propiciación, por medio de la fe en su sangre, para que
aparezca la justicia suya –por haberse disimulado los
anteriores pecados 26 en (el tiempo de) la paciencia de
Dios– para manifestar su justicia en el tiempo actual, a
fin de que sea Él mismo justo y justificador del que
tiene fe en Jesús1671. 27 ¿Dónde, pues, el gloriarse?
Excluido está. ¿Por cuál Ley? ¿la de las obras? No, sino
por la Ley de la fe”1672.
Ya que afirmamos que el hombre es justificado por la fe,
independientemente de la obras de la Ley».26
a vida recta. Si esta era el resultado de la orientación del amor hacia Dios {caritas), la
voluntad enferma es aquella que dirige su amor hacia todo lo que es distinto e inferior a
Dios, la cupiditas que apetece las cosas temporales de este mundo. «Inquiriéndome por la
esencia de la maldad, descubrí que no es una sustancia, sino la perversión de la voluntad,
que se alejade la sustancia suprema, que eres Tú, Dios, para dirigirse a las cosas más
bajas»
la voluntad enferma
es aquella que dirige
su amor hacia todo
lo que es distinto e
inferior a Dios
3
LA SEMILLA DE LA DISCORDIA
CONSTASTINO
san Agustín a la iglesia le está reservado un papel central en la historia, que no es otro
que el de difundir y
extender el mensaje de
Cristo sobre todo el orbe.
Y esa misión salvífica y
universal no es el
resultado del designio de
los hombres, sino que
representa la ejecución
inevitable de un plan
preordinado por Dios.
La Iglesia no ha sido
instituida para encerrarse
en un círculo reducido de
santos y aislarse del mundo, sino para abrazar a la entera humanidad y modificarla,
porque Cristo no vino al mundo a «llamar a los justos sino a los pecadores»s Lucas
5,27-32, Rom 3: 10, 11.
7
A diferencia del pelagianismo, para san Agustín el bautismo y la remisión del pecado
original no constituían un punto de llegada, tras el cual se abría un camino seguro y sin
obstáculos hacia la beatitud; el bautismo era un punto de partida, al que seguía un
tortuoso itinerario en el que la meta no estaba garantizada. Y mucho menos para el
hombre por sí mismo. Afirmar que la criatura, de forma autosuficiente, podía alcanzar la
perfección era una blasfemia.
8
La ciudad de Dios
la Ciudad de Dios representaba, así, una nueva y última pieza en el proyecto existencial al
que san Agustín consagró toda su vida: el dar razón de la presencia del mal. En su
aplicación a la historia, esa explicación descansaba sobre dos elementos que a la postre
debían proporcionarnos consuelo y dotar de sentido a la aparente abundancia
desufrimiento: todo acontecimiento era a la vez inevitable y bueno por ser el resultado del
designio divino. Pero, ¿resulta esa una respuesta satisfactoria al interrogante que nos
plantea la presencia del mal?