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Todo éste tiempo he hecho los esfuerzos más sinceros de mi vida, para
mantenerlo, porque, no quiero herirlo, porque aun cuando hay un millón de
cosas en las que diferimos, estamos juntos por un propósito… Porque aun
cuando he querido extirparle la cabeza con mis dedos porque no hay nadie tan
terco como él, sé que no podría, porque lo amo, ya ni siquiera sé qué demonios
es esto que escribo, solo sé que se siente tan bien… Escribir y amar. Y sobre
todo, amarlo… Y escribir acerca de cuánto lo amo… Acerca de cuánto me
enloquece, de una buena manera, esa ansiedad que tiene siempre en sus
manos, que rara vez puede mantenerlas quietas, cuando siempre termina de
comer primero que yo… Cuando comienza a cantar desafinado, o a hacer
sonidos extraños de la nada… O cuando se concentra tanto en un juego o algo
así, que solo responde “ajá”… También sus cosas ordinarias y…
Extraordinarias. E incluso, esa forma en la que da todo de sí cada día para ser un
buen hombre…. Su manera de ver todo tan: “Tranquila, hay que trabajar en
eso” o “Siempre habrá una solución” que a la vez difiere tanto de mi forma
catastrófica de ver todo tan: “¿Qué rayos se supone que voy a hacer con esto?”,
“Ya qué, todo se jodió” Él, es tan hermoso que ni siquiera sé cómo describirlo,
solo sé que estoy enamorada de todos esos detalles, que probablemente él no
sepa que yo sé, y debo admitir, que a veces recuerdo cosas tan –insignificantes-
a los ojos del mundo, que podría dar miedo. Pero estoy enamorada de él, y yo
tan solo espero que él sienta cuánto le amo, y por eso me hace tanto bien
llenarlo de amor en cada segundo que tengo la oportunidad, aun cuando los
caminos se tornen angostos, seguir amándolo, y aún más… Porque él
simplemente lo merece, él merece darse cuenta del hermoso ser que es, y de lo
capaz que es de convertirse en lo que anhele…