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INTRODUCCIÓN
Los mapas son, ante todo y en general, objetos físicos. No son enun-
ciados, y por lo tanto no es posible predicar su verdad o falsedad en
sentido estricto. Más que mapas verdaderos o falsos, habitualmente
calificamos a los mapas como buenos o malos, es decir mapas que
cumplen los cometidos que se le adjudican y mapas que no lo hacen.
A pesar de ello, la categoría de progreso parece no ser ajena a la car-
tografía. En general, cuando comparemos un mapa del siglo XVII
con un mapa actual, las diferencias son notables, es más, nos en-
contraríamos tentados a afirmar que el mapa actual es más realista
o incluso mejor en comparación al del siglo XVII. Entidades inexis-
tentes se han omitido en las versiones modernas, se dan cuenta de
otras que efectivamente sí existen y no han sido representadas en las
versiones anteriores, además de que relaciones entre las entidades
postuladas, como podría ser la distancia entre dos ciudades, se aco-
moda mejor con la realidad.
Sin duda los mapas han mejorado en este sentido, y sin embargo la
noción de un mapa ideal o perfecto parece ser una quimera. Tome-
mos como ejemplo de “buen” mapa uno de los ofrecidos por Google
Maps. El servicio nos permite bascular entre una gran variedad de
mapas de una misma zona, y realizar acercamientos con algún lími-
te. Pero incluso el mapa que representa la superficie terrestre con un
altísimo grado de precisión no es completamente preciso en ningún
aspecto (más adelante trataremos un caso especial) ni releva todos
los aspectos posible2. Por otro lado, el mapa completo o universal
2 Para una defensa sistemática de estas limitaciones en referencia directa a los
El Derrotero de la Representación: Los Modelos como Mapas 107
MAPAS Y PROPÓSITOS
MAPAS Y MODELOS
Tal vez sea preciso comenzar desde cota cero: bajo lo concepción
representacional de los modelos, los modelos se relacionan con la
realidad procurando representarla, y a su vez, esta relación es la
garante epistémica de la afirmación de que los modelos nos per-
miten adquirir efectivamente algún tipo de conocimiento del obje-
to representado. Es entonces, menester de esta postura, responder
como un modelo podría representar su sistema objetivo, y más pre-
cisamente, como podría hacerlo adecuadamente. En términos de la
sección anterior: ¿Qué hace que los modelos científicos sean capaces
de establecer una relación de representación epistémica, y en par-
ticular de representación epistémica confiable con un sistema real?
Ambas preguntas han dado lugar a una diversidad de respuestas,
entre las que se destacan las posiciones que introduciremos en bre-
ves: la concepción estructural o por isomorfismo y la intencional o
por similaridad. A modo de presentación, podemos adelantar que
la primera sostiene la existencia de alguna relación directa y de tipo
lógica – por ej. el isomorfismo- entre la estructura de la realidad y la
propia de los modelos, mientras que para la segunda, la relación de
representación es ciertamente de carácter más débil que una estricta
relación lógica –por ej. la similaridad - y sólo puede entablarse y
evaluarse, a la luz de los objetivos del usuario del modelo.3
LA SOLUCIÓN INTENCIONAL
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Press.