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Perlas Negras

Místicas
CP Las Voces
POR

AMADO NERVO

116839
M
L I B R E R Í A D E L A V D E C H . B O U R E T

PARÍS I MÉXICO
23, Rué Visconti, 23 I 14, Cinco de Mayo, 14

1904
Propiedad del Editor.

32203
BIBLIOTECA PARTICULAR
O R LA-

PROFESORA DE CANTO.

BIBLIOTECA

•m
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Perlas negras
Este libro es el libro de mi^tíaolescencia¿V
Tiene muchos defectos, fiért^ tambíh\ Muchas since-
ridades. ¿fr . y " ^
Si algo vale Ir^^Pncerid^t^ftel tyrte, que ella me
escude. & ^T' at
t/ o"
^ AMADO ÑERVO.
PORTADA

Abrí el j o y e r o en cuyo fondo duerme


La fúnebre diadema,
El collar t e n e b r o s o que formara
Con lágrimas tu novia : la Tristeza.

Y no vi entre las j o y a s que su seno


Como ataúd encierra,
Ni esos claros luceros : los b r i l l a n t e s ;
Ni esos ojos azules : las t u r q u e s a s .

¡ Oh, tétrico joyel, sartas sombrías


De taciturnas p e r l a s !
¡ Cómo el alma doliente, cuando os mira,
Al aletazo del recuerdo, tiembla!
¡ Oh, triste pedrería, te conozco : La salmodia del mar, las e r r a b u n d a s
Con tus luctuosas gemas Alígeras cadencias,
O r n a su n e g r o yatagán la Duda Los enfermizos pétalos, las místicas
Y salpican su clámide las Penas ! P e n u m b r a s misteriosas de la selva !

j Oh, la dulce nostálgica, la hermosa ¡ Oh, soñador doliente, oh, taciturno

Amante, la Tristeza, Y pálido poeta,

La que con tenues cosas idéales Que pasas como un Buckingham sombrío

Y con amores imposibles sueña ! Y vas r e g a n d o en tu camino perlas !

¿ Esas joyas son gotas de tu s a n g r e ?...


¡ Oh, las m u j e r e s de miradas hondas
¿Lágrimas de tu p e n a ? . . .
Y lánguida b e l l e z a !
¡Qué importa !.,. E n ese vago paraíso
Blancas flores de lis en donde Psiquis,
En donde amores imposibles sueñas,
Mariposa inmortal, las alas pliega.

Adorna con tus fúnebres collares,


Las nebulosas tardes del Otoño, Con tus tristes diademas,
E n que elegías trémulas A tu Musa bohemia : la Neurosis,
E n t o n a el viento cuando el sol desmaya Y á tu pálida novia : la Tristeza !...
T r a s el perfil obscuro de la sierra.
Diciembre de 1895.

Y las noches azules, en que esplende


FRANCISCO M . DE OLAGUÍBEL.
La luna, que semeja
Un lirio de alabastro en donde liban,
Raudas abejas de oro, las estrellas.
PERLAS NEGRAS

¡ M e n t i r a ! yo no busco las grandezas,


me deslumhra la luz del apoteosis
y prefiero seguir entre malezas
con mi pálida corte de tristezas
y mi novia bohemia : la Neurosis.

Dejadme ! voy muy bien p o r la existencia


sin mendigar un vítor ni una palma,
pues bastan á mi anhelo y mi creencia,
un edazo de azul en la conciencia
y un rayito de sol dentro del alma.

Avanza, negra Deidad,


con tu séquito d'estrellas,
con tu báratro de s o m b r a s , las mujeres de mi vida,
con tu luna macilenta ! diciendo todas : Te acuerdas ?

A v a n z a ! . . . Yo, recostado
sobre la pajiza yerba
que alfombra el patio ruinoso " Que disfruto, que río,
de mi morada desierta, que se recrea el pensamiento mío
en sueños inefables, que desciende
Te contemplo, y entretanto, la inspiración á mí, como rocío
descienden y me rodean que del manto del alba se d e s p r e n d e
las m u j e r e s de mi vida y da vida á las flores y atavío : "

diciendo todas : Te acuerdas ?


" q u e la ilusión del p o r v e n i r me alienta;
que jamás el dolor y los afanes
han t r a b a d o en mi espíritu violenta
P u p i l a s del infinito, contienda de titanes ;
siempre mudas, siempre abiertas, que no brama en mi cielo la tormenta
que miráis indiferentes ni arrasan mi verjel los h u r a c a n e s " . . .
los dolores de la t i e r r a ;
Quiero creerlo, pues que tú lo dices ;
Luna, tan sola, tan triste (hay seres m u y felices) ;
como una esperanza muerta, mas oye, alma que sufres p o r q u e adoras :
¡vosotras sois las amigas todas esas venturas que señalas,
misteriosas del poeta! las diera p o r los ayes que tú exhalas,
las diera p o r las lágrimas que lloras !

Con vuestro fulgor descienden,


descienden y me rodean,
El alba, con luz incierta, Mira la luna : d e s g a r r a n d o el velo
en el espacio fulgura, de las tinieblas, á brillar empieza ;
y parece que m u r m u r a ¡así se levantó sobre mi cielo
besando mi faz : ¡ D e s p i e r t a ! el astro funeral de la tristeza !

¿Ves el faro en la peña carcomida


Rompe la nivea mortaja
qu'el mar inquieto con su espuma alfombra ?
de la fuente el sol ufano
así radia la fe s o b r e mi vida,
y su fulgor soberano
solitaria, purísima, escondida :
me dice : ¡ Lucha, t r a b a j a !
¡ como el rostro de un ángel en la sombra !

Muere el sol, quietud inmensa


se adueña de cuanto existe...
entonces, una voz triste
Rindióme al fin el batallar contino
s u s u r r a en mi oído : ¡ P i e n s a !
de la vida social; en la contienda
envidiaba la dicha del beduino
P o r fin, la noche, vestida que mora en libertad bajo su tienda.
de luto, llena d'encanto,
me cobija con su manto, Huí del mundo á mi dolor extraño,
s u s p i r a n d o : ¡Duerme, olvida! llevaba el corazón triste y enfermo
y busqué, como P a b l o el E r m i t a ñ o ,
la inalterable soledad del yermo.

¿Ves el sol, apagando su luz p u r a Ahí moro, ahí canto, de la vista


en las ondas del piélago ambarino ? del hombre huyendo, p a r a el goce muerto,

¡así hundió sus fulgores mi ventura y bien puedo decir con el Bautista :

para no renacer en mi camino ! Soy la voz del que clama en el desierto !


y en un mudo arrobamiento
* se arrodilla el pensamiento
* *

y palpita el corazón...

Oh bólido luciente, que del piélago Al oir tu dulce acento.

donde bogan los a s t r o s


lanzado fuiste sin piedad, y vienes Canta, virgen, yo lo imploro,
á morir á otro piélago agitado : que tu voz angelical
Del azul al azul fué tu camino, semeja el r u m o r sonoro
camino de zafiros y topacios : de leve lluvia dé oro
naciste en el azul del firmamento, sobre campo de cristal.
moriste en el azul del océano. Canta, virgen, yo lo imploro,
es de alondra tu garganta,
Así también el pensamiento mío canta!
del azul al azul camina r á p i d o :
la combustión del fósforo lo engendra
con chispeo violado Qué vagas -melancolías
en la obscura celdilla del cerebro, hay en tu voz ¡ Bien se ve
y lo lleva su anhelo á lós espacios, que son a m a r g o s tus días ;
en busca del saber, de la belleza, huyeron las alegrías,
del arte ques lo azul, de lo' increado, tu corazón p r e s a fué
y morirá p o r fin en las alturas, de vagas melancolías.
consumidas las alas, como I c a r o !
P o r p i e d a d ! no cantes ya,
que tu voz al alma hiere !
Nuestro amor, ¿en dónde está?
Al oir tu dulce acento Ya se fué... todo se va...
me subyuga la emoción Ya murió... todo se muere...
La etiope ambicionaba más encanto
P o r piedad no cantes ya,
reclamaba la reina más decoro,
que la pena me avasalla...
y Dios espolvoreó sobre su manto
calla!
estrellas rubias como g r a n o s de oro.

*
* *

El rayo es un flagelo
El cometa bohemio, que dilata que fustiga las nubes en el cielo ;
su cauda fulgurante p o r l'altura, cuando siente sus flancos azotados

es el cinto de plata el g r u p o tenebroso, tasca el freno

con que ciñe la Noche su cintura. y , cuadriga dé hipógrifos airados,


deja oir un relincho : eso es el trueno

E s etiope bellísima la Noche, El relámpago, luz indefinible


y Dios, de su h e r m o s u r a satisfecho, que breve p o r los cielos se pasea,
en la luna le dio pálido b r o c h e es el ojo de un cíclope, invisible
y complacido lo prendió á su pecho. en medio del estrago y lo terrible,
que detrás de una nube p a r p a d e a .

De las Pléyades limpias y distantes


que trémulas se a g r u p a n en la esfera, E s e r u m o r qu'en vuestra alcoba, es
formóle una diadema de brillantes de luz, oís que dolorido os n o m b r a ,
y con ella encauzó su cabellera. . es la voz de un espíritu, que p a s a
agitando sus alas en la s o m b r a . . .

Y del lago tranquilo qu'en.el llano Y las blancas, las tímidas estrellas,
riza en plácidas ondas su agua p u r a , que brillan en el piélago p r o f u n d o
un biselado espejo veneciano, del éter y lo doran con sus huellas,
donde mira, coqueta, su h e r m o s u r a .
¡ son pupilas de pálidas doncellas
P o r eso pena la muchachila,
que murieron de amores en el mundo 1
p o r eso el goce pueril evita,
odia el bullicio y en un rincón,
*
» * el más sombrío d'estancia aislada,
¡ gime sólita y acurrucada,
como paloma sin su p i c h ó n !
¿ P o r qué tan grave la muchachita?
¿por qué los goces del juego evita?
¿ p o r qué se oculta y en un rincón,
e í más sombrío d'estancia aislada,
'gime s'olita y acurrucada, 1
como paloma sin su pichón ?
¡ La calma !... tan sólo és b u e ñ a
para el débil que la ama :
¿ P e r d i ó su r o r r o grande, que dice :
me gusta el mar, cuando b r a m a
Papá? L'ausencia de Berenice,
y la nube cuando t r u e n a !
su dulce amiga, ¿le causa afán?
La corriente, cuando llena
¿ Sufrió el regaño de adusta abuela
d'espuma, se lanza al plan,
ó pena acaso p o r q u e á la escuela
el monte, cuando en volcán
mañana mismo la llevarán ?
convertido, centellea,
y se estremece y humea
¡ Ay! es que ha muerto su hermosa gata, como fragua de titán.
cuyo bigote — p ú a s de plata —
cien y cien veces acarició ;
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la de albo pelo, mayar sonoro,
ojos muy verdes, vetados de oro,
La lucha... tan sólo es buena
¡ la Remonona que tanto amó !
para el fuerte que la quiere :
i en que las aves, entre las hojas,
me gusta el mar, cuando muere,
el pico esconden b a j o del ala !
cantando, sobre l ' a r e n a ;
la nube, cuando serena,
me finge crespón muy leve, A mí me gustan esas p e n u m b r a s
el r í o , cuando se mueve indefinibles de la enramada
entre céspedes y cañas, á cuyo amparo corren las fuentes,
y las inmensas montañas surgen los gnomos, las hojas charlan...
si se coronan de nieve !

Sol esplendente de p r i m a v e r a ,
ceda tu gloria, declina, pasa,
deja las brumas que me rodean
como rizado crespón de plata 1
Album de Jose/ina Tornel.

Sol esplendente de primavera,


á cuyo beso, fresca y lozana, Bellas mujeres de ardientes ojos,
la flor se y e r g u e , la mariposa de vivos labios, de tez r o s a d a ,
viola el capullo, la yema estalla ; ¡ os aborrezco ! ¡ vuestros encantos
sol esplendente de primavera : ni me seducen ni me a r r e b a t a n !
¡ yo te aborrezco 1 p o r q u e d e s g a r r a s
las b r u m a s leves que me circundan
A mí me gustan las niñas tristes,
como rizado crespón de plata.
á mí me gustan las niñas pálidas,

Á mí me gustan las lardes g r i s e s , las de apacibles ojos o b s c u r o s

las melancólicas, las heladas, donde p e r e n n e misterio irradia,

en que las rosas tiemblan de frío, las de miradas que me acarician

en que los cierzos gimiendo p a s a n , bajo el alero de las p e s t a ñ a s . . .


Más que las rosas amo los lirios ¡ Oh cuántas veces, bajo el imperio
y las gardenias inmaculadas, de vuestra música apasionada,

más que claveles de s a n g r e y fuego Ella me dice : ¿ me quieres mucho ?

la sensitiva mi vista encanta... y yo r e s p o n d o : / con toda el alma !

Himnos vibrantes de las victorias,


Bellas m u j e r e s de ardientes ojos, notas triunfales, bélicas marchas :
de vivos labios, de tez r o s a d a , ¡ chit! p o r q u e huyen al escucharos,
pasad en r o n d a vertiginosa, trémulas todas, mis musas blancas...
vuestros encantos no me a r r e b a t a n . . .
Sol esplendente de primavera,
lindas mujeres de faz rosada,
himnos triunfales... ¡dejadme á solas
Himnos vibrantes de las victorias, con mis ensueños y mis nostalgias !
notas triunfales, bélicas marchas,
¡ os a b o r r e z c o ! p o r q u e al oiros, Pálidas b r u m a s que me rodean
¡trémulas huyen mis musas blancas ! como rizado crespón de plata,
vagas p e n u m b r a s , niñas enfermas
de ojos Obscuros y tez de nácar,
A mí me gustan las notas leves...
notas dolientes : ¡ venid, que os amo !
las notas leves... las notas lánguidas,
¡ venid, que os amo, tended las alas !
las que p a r e c e n s u s p i r o s h o n d o s . . . *

s u s p i r o s hondos, de almas que pasan.


* »

Ghopin : deliro p o r tus nocturnos ; — ¡ Aguila, cese tu v u e l o ;


Beethoven : sueño con tus sonatas; aunque los Andes escalas
W e b e r : adoro tu Pensamiento ; nunca p o d r á s con tus alas

S c h u b e r t : me arroba tu Serenata. tocar las c u m b r e s del cielo !


¡Mujer, ha mucho que llevo
— P o d e r o s o es mi vigor
tu imagen dentro del alma!
y llegaré, no lo dudes...
Si las s o m b r a s que te cercan,
— ¡ A tales excelsitudes
si los misterios que guardas
tan solo llega el c o n d o r !
deben ser impenetrables
p a r a todos, ¡ calla, calla !
— Alma que vas anhelante
¡ Yo solo demando amores,
de ciencia infinita en pos,
yo no te p r e g u n t o nada !
detente : la Ciencia es Dios
y D i o s . . . ¡ está muy distante!
¿ Buscas r e p o s o y olvido ?
— T r a s p a s a r é el firmamento.
Yo también. El mundo cansa.
— Y con qué vigor lo escalas ?
P a r t i r e m o s lejos, lejos
— Llevo dos divinas alas :
de la gente, á tierra extraña,
El amor y el pensamiento.
y cual las aves que anidan
en las t o r r e s solitarias,
confiaremos á la sombra
n u e s t r o amor y nuestras ansias...
¿ Quién e s ? — No sé : á veces cruza
*
p o r mi senda, como el Hada » *

del E n s u e ñ o : ¡ siempre sola !...


¡ siempre muda !... ¡ s i e m p r e p á l i d a ! . . . ¿ Escuchas ? P a s a n suspirando en coro

¿ Su nombre ? No lo conozco. los céfiros l i g e r o s ;

¿ De dónde viene ? ¿ dó marcha? ¿ ves ? agitan los rectos datileros

¡Lo i g n o r o ! Nos encontramos, sus abanicos d'esmeralda y oro.

me mira un momento y pasa : En Ocaso, la luz deslumbradora

¡siempre s o l a ! . . . ¡ siempre triste !... de sus tonos p u r p ú r e o s hace alarde...

¡ s i e m p r e m u d a ! . . . ¡siempre pálida!... ¡ Cuán hermoso es amar en esta hora,


sentir que tiembla el corazón cobarde Ya no dora la luz la escuela copa
cerca del bien que adora ni parlotea entre el ramaje el céfiro.
y que invaden el alma soñadora No puedes reposar en ese árbol,
las místicas tristezas d é l a tarde ! ¡ prosigue, pues, tu vuelo !

¿ E r e s rocío matinal ? ¡El páramo


de mi vida es tan seco !...
De pie, sobre la roca, que allanera En vano intentaría tu frescura
cubre la mar con sus espumas blondas, fertilizar su seno.
veo s u r g i r la luna — ¡ esa viajera No hay un cáliz siquiera en donde puedas,
tan pálida y tan triste! — de las ondas. como diamante trémulo,
lanzar, cuando el sol s u r g e esplendoroso,
Así, del océano de mi vida, tus límpidos destellos.
disipando la sombra en que me p i e r d o , No intentes f e c u n d a r l o infecundable,
se levanta una estrella, revestida ¡almo llanto del cielo!

de fulgores divinos : j lu r e c u e r d o !

¿ Eres sombra ? ¡ P u e s ven! P e r p e t u a sombra


anida en mi c e r e b r o ;
protectora de lívidos fantasmas,
¿ E r e s ave ? mi espíritu es uri árbol privada de luceros.
desnudo y macilento, Un astro luce solo : el imposible,
cuyas hojas pusiéronse muy pálidas el inefable E n s u e ñ o ,
cuando llegó el invierno que, temeroso de opacar sus galas,
y volaron más tarde, desprendidas s'emboza en el misterio...
p o r el soplo del cierzo. ¡ Ven y funde lu sombra con mi sombra,
y un caos formaremos, ¡ Ven, acércate más ! El campo umbrío,
de donde acaso, Dios, compadecido, el cielo torvo y el ambiente frío,
de su fíat al eco, p r e d i s p o n e n el alma á la tristeza.
haga s u r g i r un mundo d'esperanzas, ¡ Ven, apoya en mi h o m b r o tu cabeza,
de ventura y consuelo ! así, j u n t o s , muy j u n t o s , dueño mío !

* Hablemos de tu a m o r : ¡ de aquel soñado


* *
amor ! Guando el invierno desolado
reina doquier y pálidas se ahuyentan
E n las noches de Abril, mansas y bellas la ilusión y la fe, ; cómo calientan
en tanto que r e c u e r d a s ó meditas, los recuerdos benditos del pasado !
ascienden al azul las margaritas
y se truecan en pálidas estrellas.. Ven, acércate más, mi dulce dueño...
y en tanto agita con tenaz empeño
Guando el sol en las mares infinitas la niebla gris su colosal cimera,
del orto, desparrama sus centellas, ¡sobre n o s o t r o s v u e l q u e la Quimera
descienden á los campos, las estrellas el ánfora impalpable del E n s u e ñ o !
y se truecan en blancas margaritas.

P o r eso, cuando llena de r u b o r e s


deshojas m a r g a r i t a s de alabastros, Ya la noche se acerca, la hermosa

a u g u r a n el olvido y los a m o r e s ; reina nubia de castas pupilas ;


presienten el futuro : ¡ han sido a s t r o s ! la que boga en su esquife de plata
c o m p r e n d e n el a m o r : ¡ han sido flores 1 remolcado p o r n e g r a cuadriga.

Ya preludian su tremolo flébil


en las verdes p a l m e r a s , las b r i s a s ;
cayó el sol como rosa ele fuego
Bésame mientras reinan las s o m b r a s
en las glaucas llanuras marinas
que nos traen en sus pliegues la dicha,
mientras baten sus alas los s u e ñ o s ,
Y volvieron las blancas gaviotas
mientras pueblan el b o s q u e las ninfas
á las rocas, que yerguen altivas,
¡ y Deméter con hondos espasmos
erizadas de agujas, sus moles,
de placer inefable palpita!
recortando l'azul lejanía.

Bésame, frente al mar, frente al cielo


en que vago crepúsculo b r i l l a ; Abrió el poniente su botón de fuego ;
en presencia de Dios que bendice empurpuróse la extensión del lago ;
el connubio de tu alma y la mía. reinó doquiera funeral sosiego ;

El creó en n u e s t r o s pechos que laten Eolo difundió su fresco halago


hoy tan juntos, la llama purísima y el Angelus, doliente como un ruego,
del amor que ha dictado mis versos, tremoló en el azul, medroso y vago.
del amor q u e r e s u m e tu vida.
Sintió el enfermo la inquietud arcana
Bésame, cual la ola á la playa, del día que se va, y el desconsuelo
cual los astros al mar, cual las b r i s a s del que ya no ha de ver su luz ufana.
á la palma de lacios cabellos ;
bésame, desposada divina. Y en tanto q u ' E n d i m i ó n , tras rojo velo
parecía decir : ¡hasta mañana!
Mientras abren sus cálices de oro
él, acuitado, sollozó : ¡hasta el cielo!
las estrellas, que son margaritas
del celeste j a r d í n , que los ángeles '
con sus manos de nieve cultivan.
En rica estancia de aristocrática En tanto el cierzo silba y se queja
m a n s i ó n , en lecho de pompa asiática el p o b r e niño de tocar d e j a ;
donde el dorado blasón que expresa llora y á nadie su llanto mueve;
antiguas glorias, luce su brillo, en vano empuja con mano incierta
duerme á sus anchas un falderillo, de la morada condal la p u e r t a ,
el falderillo de la condesa. y se desploma s o b r e la nieve !

E n la magnífica chimenea
un blando fuego chisporrotea,
afuera el cierzo sus alas mueve
y cual vellones d e s p a r r a m a d o s , Guando despunta la luz p r i m e r a ,
van descendiendo p o r los tejados desciende un r a y o sobre la acera,
innumerables copos de nieve. al niño muerto besa en la frente,
presta matices á sus cabellos
L a tarde muere, la luz fenece, y luego forma p o r cima de ellos
la estancia en honda quietud, parece una corona resplandeciente.
cripta en que el ruido mundano cesa
solo se escuchan en ocasiones,
las compasadas respiraciones Otro rayito de la mañana
del falderillo de la condesa. entra riendo p o r la ventana
del rico alcázar y con traviesa
luz que cascada de oro remeda,
U n rapazuelo, de cuerpo escuálido baña los rizos de blanca seda
de tristes ojos, de r o s t r o pálido, del falderillo de la condesa...
rasca las cuerdas de su violín
frente á los m u r o s de aquella casa:
música inútil! la gente pasa
sin d a r s o c o r r o s al serafín.
Guando me vaya p a r a siempre, entierra al sellar otros labios con tu boca,
con mis despojos tu pasión ferviente ; la huella de aquel beso que me diste !
á mi recuerdo tu memoria c i e r r a ;
es ley común que á quien cubrió la tierra
el olvido lo c u b r a eternamente.

A nueva vida de pasión despierta ¡Toca, toca! T u s manos de nieve


y sé dichosa; si un a m o r p e r d i s t e son magas c r e a d o r a s .
otro cariño tocará tu p u e r t a . . . Á su impulso, ¡ qué lánguidas surgen
¿ P o r qué impedir que la esperanza muerta del piano las notas !
resurja ufana p a r a bien del triste ? y llenando la estancia quieta
de voces melódicas,
Ya ves... todo r e n a c e . . . hasta la pálida fingen himnos, sollozos, g o r j e o s ,
tarde, revive en la mañana hermosa ; sinfonías del viento en las hojas,
vuelven las hojas á la rama escuálida cuchicheos discretos de b r i s a s , ^
y la cripta que forma la crisálida y plañidos lejanos dé o l a s . . < y ^ v" ^
es cuna de pintada mariposa.

¡ Toca, t o c a ! Tu música inspit 4 !


T o r n a n las flores al j a r d í n ufano
mis más bellas trovas ; •*
que a r r o p ó con sus. nieves el invierno ;
al oiría, reviven en mi alma,
hasta el Polo disfruta del verano...
las viejas memorias
¿ P o r qué no más el corazón humano
y parece que ausentes venturas
ha de s u f r i r el desencanto eterno ?
riendo r e t o r n a n ,
¡ que me besa como antes mi madre,
Ama de nuevo y sé feliz. Sofoca
que como antes me quiere mi novia!
hasta el p e r f u m e de mi amor si existe ;
¡ sólo te pido que no b o r r e s loca,
¡Toca, toca!... y después, cuando expiren
es un malstrom : encontraremos
temblando en l'alcoba
en su vorágine el placer.
los acentos p o s t r e r o s , ¡oh virgen !
acércate, apoya
en la pálida frente del bardo Valsar, girar, ¡ qué bello es éso !
tus labios de rosas valsar, girar, p e r d e r el seso,
y qu'el ritmo del beso corone hacia el abismo resbalar,
de tu Liszt la potente Rapsodia, en la pendiente, darse un beso,
de tu Schumann los vagos Nocturnos, morir d e s p u é s . . . Valsar, g i r a r . . .
y que vuelen, cantando, las horas,
la canción de la esperanza,
Paolo, tu culpa romancesca
tenue, blanda, misteriosa...
viene á mi espíritu : Francesca,
unida siempre á Paolo v a s . . .
¡Impúlsanos, funambulesca
r o n d a ! ¡más vivo! ¡ m u c h o más!...

Allegro Vivace,
Valsar, girar, ¡ qué bello es éso !
valsar, girar, p e r d e r el seso,
Oye, neurótica enlutada,
hacia el abismo resbalar,
oye : la orquesta desmayada
en la pendiente darse un beso,
preludia un vals en el salón ;
morir después : valsar, g i r a r . . .
de luz la estancia está inundada,
de luz también el corazón.

¡ R o n d a fantástica iniciemos!
el vals es vértigo : ¡ valsemos !
¡ que viva el vértigo, mujer !
clamo, en medio á Taflicción
que trueca en s o m b r a s mi gozo :
A un Poeta. ¡ más inmenso es el sollozo
de mi p o b r e c o r a z ó n !
Tu inspiración heroica reclama los doseles,
*
el áulico aparato, la pompa y el r ü i d o ; * *

m'inspiración no busca ni palmas ni laureles :


le basta un soto espeso donde colgar su nido. ¿ P o r qué? — Si lo supiera lo d i r í a . . .
mi numen es así, p á j a r o enfermo,
Tu numen es olímpico, es sol, el cielo es suyo que busca en el misterio poesía :
y va p o r él soberbio, sobre dorado coche ; ama la nave gótica, la umbría,
mi numen r a s g a tenue la s o m b r a , cual cocuyo, los penachos de niebla, el campo y e r m o .
ó duerme en el inmenso regazo de la noche.
T e m p r a n o fué nutrido de a m a r g u r a s
Tu inspiración es himno, m'inspiración es r u e g o ; mi espíritu, y hoy quiere, contristado,
mi musa está muy triste, tu musa canta y c r e a ; las s o m b r a s en que duermen las locuras.
tu numen es la r o s a de nácar y de f u e g o ; Se cierne como el grifo en las obscuras
mi numen es la pálida y fúnebre orquídea... soledades del templo a b a n d o n a d o .

Mi numen es a s í : ¡ Dios lo ha querido


no me hieras, mujer, con tu r e p r o c h e .
Cuando escucho el r u m o r a r ¿Te disgusta mi amor? venga tu olvido,
de las olas, triste pienso : ¡mas déjame que vague confundido
j qué sollozo tan inmenso con las almas e r r a n t e s de la noche!
es el sollozo del mar!

Cuando me arranca el pesar


u n grito, sin compasión,
Sí, yo amaba lo azul con ardimiento : tan sólo ante lo negro de tus ojos
las montañas excelsas, los sutiles ¡ como el iris del buho se dilata!
crespones de zafir del firmamento,
el piélago sin fin, cuyo lamento ¿ Qu'encanto hubiera semejante al luyo,
arrulló mis ensueños juveniles. .oh noche mía? ¡ tu beldad me a s o m b r a !
yo, qu'esplendores matutinos huyo,
Callaba mi laúd cuando despliega ¡ dejo al alma que agite, cual cocuyo,
cada estrella purísima su broche, sus alas coruscantes en tu s o m b r a !
el universo en la quietud navega,
y la luna, hoz de plata, s u r g e y siega Si siempre he de sentir esa mirada

el haz d'espesas sombras de la noche. fija en mi r o s t r o , p o d e r o s a y tierna,


¡adiós, p o r siempre adiós, rubia alborada!
doncella de la veste sonrosada,
Cantaba, si 1'aurora descorría
¡que reine en mi redor la noche eterna!
en el Oriente sus rosados velos,
si el aljófar al campo descendía,
¡ Oh noche! ven á mí llena d'encanlo ;
¡ y el sol, urna dé oro que se abría,
mientras con vuelo misterioso avanzas,
inundaba de luz todos los cielos!
nada más p a r a tí será mi canto,
y en los b r u n o s repliegues de tu manto,
Mas hoy amo la noche, la galana,
su cáliz abi'irán mis esperanzas...
de dulce majestad, horas tranquilas
**
y solemnes, la nubia soberana,
la d'espléndida pompa americana:
¡la noche tropical de tus pupilas! Cuando el sol vibra su rayo
de oro vivo, de oro intenso,
H o y , esquivo del alba los sonrojos, de la tarde en el desmayo;
su saeta de oro me maltrata, cuando el sol vibra su rayo,
y el corazón, sin pena y sin enojos, ¡ pienso !
amo el beso de la Muerte
P i e n s o en tí, la Deseada
y me d i g o : ¡sí vendrá!
que mi amor buscando va
con nostálgica m i r a d a ; *»

pienso en tí, la Deseada,


y p r e g u n t o : ¿ no vendrá ?
— Yo — dijo Satanás — padezco mucho :
detesto el Bien, p o r extinguirle lucho
Cuando estoy febricitante
y,sin e m b a r g o , triunfador le veo.
en los brazos del Ensueño
¡ Dios burla mi poder y mis hazañas,
que me lleva muy distante;
y la envidia devora mis e n t r a ñ a s
cuando estoy febricitante,
como el buitre feroz de P r o m e t e o !
¡sueño!

¡ Y siempre durará mi angustia fiera,


Sueño en h o m b r o s fraternales
p o r q u e no puedo amar, que si p u d i e r a ,
donde al fin r e p o s a r á n
despreciara la dicha de los cielos!
mis cansados ideales;
Y repliqué : — yo envidio tus dolores :
sueño en hombros fraternales
¡ Como j a m á s alimentaste amores,
y p r e g u n t o : ¿ no vendrán ?
No comprendes aún lo que son celos!
*
Cuando estoy enfermo y triste
* *
y es inútil mi reclamo
p o r q u e al fin tú no viniste;
Virgencita, ya cayeron
cuando estoy enfermo y triste,
¡ amo! en r e d o r las hojas secas ;
los ponientes ya no lucen
de su p ú r p u r a las galas
Amo el beso de la Muerte,
y la escarcha, como lino
que mañana entumirá
desgajado de las ruecas,
mi avidez p o r conocerte;
leve cruza p o r el valle,
ya sollozan á las rejas,
de los cierzos en las alas. ya en la c u m b r e del tejado,
la balada del invierno
Allá, lejos, en los flancos
lentamente canturrean..
sin v e r d o r de la colina,
en la falda de los montes,
en los húmedos collados,
en la m a r g e n de las fuentes, Amiga, mi larario está vacío:
se acurruca la neblina desde qu'el fuego del hogar no arde,
como g r e y de temblorosos nuestros dioses huyeron ante el frío;
corderillos fatigados 1 hoy, preside en sus t r o n o s el hastío,
¡ las nupcias del silencio y de la tarde !
Virgencita, ya en el alma
no hay ensueños n'ilusiones ; E l tiempo destructor no en vano pasa ;
como p á j a r o s m e d r o s o s
los aleros del patio están en r u i n a s ;
se lanzaron al vacío ¡ ya no forman ahí su leve casa
en demanda de otros n i d o s : con p a r e d e s convexas de argamasa
los ardientes corazones, y tapiz de plumón, las golondrinas !
y murieron asaeteados
p o r la lluvia y p o r el frío... ¡ Qué silencio el del piano ! Su gemido
ya no vibra en los ámbitos desiertos ;
Ven conmigo, yo le ofrezco los nocturnos y scherzos han huido...
mi fogón, embalsamado ¡ P o b r e jaula sin aves ! ¡ p o b r e nido !...
p o r la goma de los troncos ¡ Misterioso ataúd de trinos muertos !...
que crepitan y c h i s p e a n ;
soñarás mientras los cierzos ¡ Ah, si vieras tu hueino ! ya no hay rosas,
con acento fatigado, ni lirios ni libélulas de seda,
ni cocuyos de luz ni mai'iposas...
tiemblan las ramas del rosal, m e d r o s a s , Que ya tu juventud está marchita
el viento sopla... la hojarasca r u e d a . . . y no puedes amar — frase solenne,
más inútil, ¡oh rubia Margarita I
Amiga, tu mansión está d e s i e r t a ; El amor es un Lázaro p e r e n n e :
el musgo verdinegro que decora ¡ cuando apenas ha muerto, resucita !
los dinteles r u i n o s o s de la p u e r t a ,
parece una inscripción que dice : ¡ Muerta !
El cierzo pasa, suspirando : ¡ L l o r a !
* Al contemplar tu juventud penosa,

* *
recuerdo de Noemí la desventura.
¡ Ay ! tú puedes también clamar llorosa :
¡ Cállate ! — dijo, p o s a n d o " N o me llaméis Noemí: la más h e r m o s a ;
la diestra sobre mi b o c a ; llamadme Mara, esto es : ¡ mar de a m a r g u r a !"
— olvidarte y o . . . ¡ p r i m e r o
la luz se t r o c a r a en sombras, ¡ Mas qué importa ! En tu lánguida cabeza
perdiera el mar sus r u m o r e s , el nimbo santo del dolor radía,
el rosal no diera r o s a s ! y el dolor es la única nobleza :
Dios u n g e con un óleo de tristeza
P a s a r o n algunos años, á las frentes más altas,t virgen T
mía.
í 6v ti, o ^
y la luz el campo dora,
las ondas gimiendo espiran,
. / /v/V
flores de nácar adornan
.'.VV- #
el rosal... ¡y mi recuerdo Nuestro amor es zenzontle : el p a r a j e
ya no vive en su memoria ! do la beldad á la quietud se aduna,
entona su cantar ; ama el boscaje
cuando tiembla en el claro del ramaje
el rayo macilento de la luna.
Nuestro amor es un mago y un poeta ¡ H o r a de bendición ! Surcan de prisa
reproduce, conforme á su deseo, el espacio los pájaros marinos,
el calado balcón, la estancia quieta y en el palmar qu'enhiesto se divisa,
donde agoniza de pasión Julieta cada palma es laúd, en que la brisa
en los brazos amantes de R o m e o . ejecuta sus trémolos divinos.

Nuestro a m o r es mañana seductora, ... De p r o n t o , de la cima, de la blonda


y crepúsculo al p a r , que rojo a r d e ; llanura en fruto do el Ocaso vierte
pues lucen en su faz encantadora sus ánforas de fuego, surge honda
las alegres sonrisas de l'aurora una queja de duelo : ¡ cada fronda
y las tristes sonrisas de la tarde. suspira la salmodia de la muerte !

*
Mañana, cuando lleno de decoro
s u r j a el sol otra vez, con sus centellas
asaeteando al piélago sonoro,
Se va la luz, hacia el confín violado cuando entornen sus p á r p a d o s de oro
del cielo, el sol agonizante llega, con pudores de virgen las estrellas,
y parece su disco n a r a n j a d o
un escudo de bronce, abandonado Naturaleza que la noche odia,
en el campo sangriento, tras la b r e g a . . ante el ara del cielo enrojecida,
donde fulgura el sol como custodia,

Mientras abre la flor su casto broche en vez de su tristísima salmodia

á las caricias de la tarde umbría, cantará el himno santo de la vida.

la luna avanza en nacarado coche


y brega con los t r a s g o s de la noche
la rutilante cuadriga del día.
. . . M a s hoy, dejadme, aunque á la gloria pese,
dormir en paz sobre mi escudo r o t o ;
dejad qu'en mi r e d o r el ruido cese, ¡ Oh, cómo soy feliz en esas horas !
que la brisa noctivaga me bese mil imágenes castas, seductoras,
y el Olvido me dé su flor de Loto... de mi ser en el fondo se levantan,
y mientras gozo con deleite interno,
* los cierzos fríos á mis r e j a s cantan
¥ *

la canción misteriosa del i n v i e r n o . . .


*
Tu recuerdo, en las noches invernales,
* *
cuando escribo en mi estancia triste y solo,
acaricia mi mente con raudales
de luz, cual las auroras boreales
Dedicada.
acarician los p á r a m o s del polo.

Ha mucho tiempo que te soñaba


¡ Con él viene mi musa, mi consuelo ! así, vestida de blanco tul,
no l ' a r r e d r a n las ráfagas, ni el hielo y al alma mía que te buscaba,
que tapiza mi senda l ' a c o b a r d a ; Ana, ¿ qué miras ? le p r e g u n t a b a ,
llega m u y quedo, con sonrisa amante, como en el cuento de Barba azul.
como llegan al lecho del infante
los ángeles benditos de la guarda.
Ha mucho tiempo que presentía
tus ojos n e g r o s como los vi,
La timidez e n c u b r e su deseo : y que, en mis horas de nostalgia,
teme qu'el mundo sus amores sepa, la hermana Ana me respondía :
y me besa á hurtadillas, y la veo " Hay una virgen que viene á tí. "
alejarse después, como el trineo
veloz, sobre la nieve de la estepa... Y al vislumbrarte, febril, despierto,
tras de la ojiva del t o r r e ó n ,
después de haberse movido incierto,
Dije al César, el rayo de la g u e r r a
como campana que toca á muerto, que sembró de cadáveres la tierra
tocaba á gloria mi corazón. y llevó la victoria donde fué :
¿ cuál es tu fe ?

P o r fin, distinta me apareciste ;


v i b r a r o n dianas en r e d e d o r , Dije al b a r d o también, al que condensa
huyó callada la Musa triste en una estrofa la h e r m o s u r a inmensa
y tú llegaste, viste y venciste de todo lo que siente y lo que ve :
como el magnífico E m p e r a d o r . l cuál es tu fe ?

Hoy, mi esperanza que hacia tí corre, Dije al sabio, qu'escruta las estrellas,
que mira el cielo donde tú estés, en espíritu va tras de sus huellas
p o r q u e la gloria se le descorre, y sus misterios insondables lee :
ya no p r e g u n t a desde la t o r r e : ¿ cuál es tu fe ?
Hermana Ana, ¿dime, qué ves?

Dije al r u d o pastor, dije al artista


Hoy en mi noche tu luz impera, que laureles y palmas se conquista,
veo tu rostro resplandecer, dije á todo mortal que al paso hallé :
y en mis ensueños sólo quisiera l cuál es tu fe ?
enarbolarte como b a n d e r a
¡ y á tí abrazado p o r tí vencer !
Y simultáneo acento, soberano
acento que llenó todo lo arcano,
me respondió con inflexión austera :
— ¡ Tan solo creo en el dolor humano,
porque lo siento palpitar doquiera !
En tanto, mi dolor se retorcía
en el fondo del alma ¡ y me mordía !
y no lejos (verdad ó devaneo)
un coloso doliente repetía :
¡ Yo soy la Humanidad, soy P r o m e t e o 91

Místicas
Fleclamus genua.

s Hit. Hom.

r
En tanto, mi dolor se retorcía
en el fondo del alma ¡ y me mordía !
y no lejos (verdad ó devaneo)
un coloso doliente repetía :
¡ Yo soy la Humanidad, soy P r o m e t e o 91

Místicas
Fleclamus genua.

s Hit. Hom.

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M KM m m m, ffe m m m m ag

P-
INTROITO

/
o-

«y, . J
¡ Oh las r o j a s iniciales C
que ornáis los salmos t r i u n f a l e s
en breviarios y misales !

¡ Oh casullas que al reflejo


de los cirios, en cortejo
vais mostrando el oro viejo !

¡ Oh vitrales policromos
fileteados de plomos,
que brilláis b a j o los domos !

¡ Oh custodias rutilantes,
con topacios y diamantes!
Oh copones r e b o s a n t e s !
¡ Oh Dies irse tenebroso !
¡ Oh Miserere lloroso !
¡ Oh Te Deum glorioso 1

Me perseguís cuando duermo,


me rodeáis si despierto...
tenéis mi espíritu y e r m o ,
muy enfermo... muy enfermo... II

casi muerto... casi muerto...


PREDESTINACIÓN

Pitra Ciro B. Ceballos.

Grabó sobre mi faz descolorida


su Mané Thecel Phares el Dios fuerte,
y me agobian dos penas sin medida :
un disgusto infinito de la vida,
y un temor infinito de la muerte.

¿Ves cómo tiendo en r e d e d o r los ojos?


¡ay busco abrigo con esfuerzos v a n o s ! . . .
¡ En medio de mi ruta, sólo abrojos !
j al final de mi ruta, sólo arcanos !
¿ Qué hacer cuando la vida me repela
si la pálida muerte me acobarda ?
Digo á la vida : sé piadosa, vuela...
Digo á la muerte : sé piadosa, t a r d a !

E s t a b a escrito a s í ! No más te afanes


p o r b o r r a r de mi faz el torvo estigma ;
impélenme furiosos huracanes, III
y voy, entre los brazos de Ahrimanes,
á las fauces hambrientas del E n i g m a . OBSESIÓN

Hay un fantasma que siempre viste


luctuosos paños, y con acento
cruel de Hamlet á Ofelia triste,
me dice : ¡ Mira, vele á un convento !

Y me horroriza prestarle oídos,


pues al conjuro de su palabra,
pueblan mi mente descoloridos
y enjutos frailes de faz m a c a b r a ;

Y dicen salmos penitenciales


y se flagelan con cadenillas
y los repliegues de sus sayales
semejan antros de pesadillas...
MISTICAS

E n vano aquella visión resiste


el alma, loca de sufrimiento :
los frailes r o n d a n , la voz persiste,
y, como Hamlet á Ofelia triste,
me dice : ¡Mira, vete á un convento!

IV

s
GÓTICA

Para Balbino Dávalot.

Solitario recinto de la abadía ;


tristes patios, arcadas de recias claves,
desmanteladas celdas, capilla fría
de historiados altares, de sillería
de roble, domo excelso y obscuras n a v e s ;

Solitario recinto : cuántas pavesas


de amores que ascendieron hasta el pináculo
donde mora el Cordero, guardan tus huesas...
Heme aquí con vosotras, las abadesas
de cruces pectorales y de áureo báculo...
E n f e r m o de la vida, busco la plática
con Dios, en el misterio de su santuario;
tengo sed de idealismo... Legión extática,
de monjas demacradas de faz hierática,
decid, ¿aun vive Cristo t r a s el sagrario ?

Levantaos del polvo, llenad el coro ;


los breviarios aguardan en los sitiales ;
que vibre vuestro salmo limpio y sonoro,
en tanto que el Poniente nimba dé oro V
las testas de los santos en los vitrales...
AZRAEL ,

¡ Olí claustro silencioso, cuántas pavesas


de amores que ascendieron hasta el pináculo
donde mora el Cordero, guardan tus huesas !.
N o w I must sleep...
Oraré mientras duermen las abadesas
BYRON.
de cruces pectorales y de áureo báculo...

Azraél, abre tu ala negra y honda,


cobíjeme su palio sin medida,
y que á su abrigo bienhechor se esconda
la incurable tristeza de mi vida.

Azrael, ángel bíblico, ángel fuerte,


ángel de redención, ángel sombrío,
ya es tiempo que consagres á la muerte
mi cerebro sin luz : altar vacío...
Azraél, mi esperanza es una e n f e r m a ;
ya tramonta mi f e ; llegó el ocaso,
ven, ahora es preciso que yo duerma...
¡morir... dormir... dormir?... soñar acasol

«
RUPTURA TARDIA

Ya no más en las noches, en las noches glaciales


que agitaban los rizos de azabache en tu nuca,
soñaremos unidos en los viejos sitiales ;

Ya no más en las tardes frías, quietas y grises


pediremos mercedes á la Virgen caduca,
la de manto de plata salpicado de Uses.

¡ Ay! es fuerza q u e ocultes ese rostro m a r m ó r e o :


vida y luz, en un claustro de p e n u m b r a s austeras,
donde pesa en las almas todo el hielo hiperbóreo.
N o s amábamos mucho ; mas tu amor me perdía ;
¡ nos queríamos tanto!... mas así me p e r d i e r a s ,
y rompimos el lazo que al placer nos unía...

¡Es preciso ! m u r a m o s á las dichas humanas ; Vil


¡ seguiré mi camino, muy penoso y muy tardo,
sin besar-tus pupilas, tus pupilas arcanas !
INTKA VULNERA TUA ABSCONDIME

Plegue á Dios cuando menos que algún día, señora,


muerto ya, te visite, como P e d r o Abelardo
visitó, ya cadáver, á Eloísa la P r i o r a . La desventura me quitó el regalo
y la serena paz de la existencia,
y sembré muchos odios ; mi conciencia
clamaba sin cesar : ¡Eres muy malo !

D e s p u é s , la dicha me libró del cieno :


u n rayito de sol doró mi frente,
v sembré mucho amor, y dulcemente
clamaba mi conciencia : / Eres muy bueno !

« Ay 1 — me dije, con tono de r e p r o c h e ,


qué menguada virtud la que me alienta
si solo en el placer abre su b r o c h e . . . »

Hoy bendigo á Jesús en la tormenta,


hoy su roto costado es mi sangrienta
guarida, en lo infinito de mi noche !
j Ay de los vientres que concibieron !
¡ Ay de los senos que amamantaron! "

IV. _ Huí angustiado, lleno de h o r r o r e s ,


pero la t u r b a conmigo huía

T
y con sollozos d e s g a r r a d o r e s
su ritomello feroz seguía :
Vili
V. — " ¡ Ay d é l o s seres que se quisieron

APOCALÍPTICA
y en mala hora nos e n g e n d r a r o n !
¡ Ay de los vientres que concibieron /
¡ Ay de los senos que amamantaron ! "

Y j u r ó p o r el q u e v i v e en l o s s i g l o s
los s i g l o s , que 110 h a b r á m á s t i e m p o . . .
VI. — Y he aquí los a s t r o s — chispas de fraguas
del viejo C o s m o s ! — que descendían

I . — Y vi las sombras de los que fueron, y al apagarse s o b r e las aguas


en sus sepulcros, y así clamaron : en hiél y absintio las convertían.
<< ¡ Ay de los vientres que concibieron !
¡ Ay de los senos que amamantaron !" VII. — Y á los fantasmas su voz unieron
los Siete Truenos, estremecieron
I I . — " L a noche aspei'ja los cielos de oro ; el Infinito, y así clamaron :
mas cada estrella del n e g r o manto "¡ Ay de los vientres que concibieron !
es una gota de n u e s t r o lloro... ¡ Ay de los senos que amamantaron! "
¿ V e r d a d que hay muchas? ¡ lloramos t a n t o ! " . . .

I I I . — " ¡ Ay de los seres que se quisieron


y en mala hora nos e n g e n d r a r o n !
L a leyenda refiere que tu triste mirada
extinguía los duelos y las ansias secretas,
y yo guardo aquí d e n t r o , como en u r n a cerrada,
desconsuelos muy hondos, mucha hiél concentrada,
y la fiera nostalgia que tocó á los poetas...

Viviré de silencio — el silencio es la plática


IX
con Jesús, escribiste : tal mi plática sea —
y mezclado á tus frailes, con su turba hierática
A RANCá, REFORMADOR DE L A TRAPA
gemirá fíe pro fundís la voz seca y asmática

(1626-1700)
que fué verbo : ese verbo que subyuga y flamea !

Ven, abad incurable, g r a n asceta, yo quiero


anegar mis pupilas en las tuyas de acero,
Para el Padre Pagaza. aspirar el efluvio misterioso que escapa
de tus miembros exangües, de tu r o s t r o severo,
Es preciso que t o r n e s de la esfera sombría y sufrir el contagio de la paz de tu T r a p a !
con los flavos destellos de la luna., que escapa,
cual la momia de un mundo, de la azul lejanía ;
es preciso que tornes y te vuelvas mi guía
y me des un refugio, ¡ p o r piedad ! en la T r a p a ,
s
Si lo mandas, ¡ oh p a d r e ! si tu regla lo ordena,
cavaré p o r mi mano mi sepulcro en el huerto,
y al amparo infinito de la noche serena,
vagaré p o r sus b o r d e s como el ánima en pena,
mientras lloran los bronces con un toque de muerto.
T S ?
& áz áz W T S P
y p o r tí mi vida brillará tan pura
cual los lises albos de tu vestidura.

Te daré mis versos : floración t a r d í a ;


mi piedad de niño : floración de A b r i l ;
é irán á tu solio, dulce madre mía,
mis castos amores en blanca theoría,
con cirio en las manos y toca monjil.

MATER ALMA
»

Que tus ojos radien sobre mi destino,


que tu veste nivea que la luz orló,
ampare mis culpas del torvo Dios Trino :
¡ Señora, te amo! ni el grande Agustino
ni el tierno B e r n a r d o te amaron cual'yo !

Que la luna, octante de bruñida plata,


escabel de plata de tu pie real,
p o r mi noche bogue, p o r mi noche ingrata,
y en su sombra sea místico fanal.

Que los albos lises de tu vestidura


el erial p e r f u m e n de mi senda d u r a
en el mar de la vida revuelto y hondo,
danaide que sustenta tonel sin fondo...
¡ Oremos!

Oremos p o r los místicos, p o r los neuróticos


nostálgicos de sombra, de templos góticos
y de cristos llagados, que con supremos
desconsuelos r e c o r r e n su ruta fiera,
levantando sus cruces como b a n d e r a .
¡ Oremos !
OREMUS
Oremos p o r los que odian los ideales,
p o r los que van cegando los manantiales
de amor y de esperanza de que bebemos,
Para Bernardo Couío Castillo. y derrocan al Cristo con saña impía
\ y después lloran, viendo T a r a vacía.
Oremos p o r las nuevas generaciones ¡Oremos!
abrumadas de tedios y decepciones ;
con ellas en la noche nos hundiremos. Oremos p o r los sabios, p o r el e n j a m b r e
Oremos p o r los seres desventurados de artistas exquisitos que mueren de h a m b r e !
de moral impotencia contaminados... ¡ Ay ! el pan del espíritu les debemos,
aprendimos p o r ellos á alzar las f r e n t e s
¡ Oremos !
y helos p o b r e s , escuálidos, tristes, dolientes...
¡ Oremos !
Oremos p o r la t u r b a que á cruel p r ü e b a
sometida, se abate sobre la g l e b a ; Oremos p o r ' l a s células de donde brotan
galeote que agita s i e m p r e los remos ideas-resplandores, y que se agotan
p r o d i g a n d o su savia ; no las b u r l e m o s ;
¿ qué fuera de n o s o t r o s sin su energía?
Oremos p o r el Siglo, p o r su agonía
del Suicidio en las negras fauces!...
¡ Oremos 1

XII

T i l A N S M I G I ! ACIÓN

MMMM ant. C/irísl.


MDCCC post. Christ.

A veces, en sueños, mi espíritu finge


escenas de vidas lejanas :
Yo fui
un sátrapa egipcio de r o s t r o de esfinge,
de mitra dorada y en Menfis viví.

Ya muerto, mi alma siguió el vuelo errático,


ciñendo en Solima, y á Osiris infiel,
la mitra bicorne y el efod hierático
del gran sacerdote del Dios de Israel.
Después, mis plegarias alcé con el druida
y en bosque sagrado Velleda me amó.
Fui rey merovingio de barba florida ;
corona de hierro mi sien rodeó.

Más tarde, trovero de nobles feudales,


canté sus hazañas, sus lances de h o n o r ,
yanté á la su mesa y en mil bacanales XIII
sentirne beodo ele vino y de amor.

REQUIEM
Y ayer, prior esquivo y austero, los labios
al Dios eucaristico temblando acerqué :
p o r eso conservo piadosos resabios
y busco el retiro siguiendo á los sabios Para José M. Oclioa.
y sufro nostalgias inmensas de fe.
[Oh señor Dios de los ejércitos,
eterno P a d r e , eterno R e y ,
p o r este mundo que creaste

mm con la virtud de tu p o d e r ;
p o r q u e dijiste : la luz sea
y á tu palabra la luz fué;
porque coexistes con el Verbo,
p o r q u e contigo el Verbo es
desde los siglos de los siglos
y sin mañana y sin ayer,
requiem seternam dona eis, Domine,
et lux perpetua luceat éis/
¡ Olí Jesucristo, p o r el frío
de tu pesebre de Bélera,
p o r tus angustias en el H u e r t o ,
p o r el vinagre y p o r la hiél,
p o r las espinas y las varas
con que tus carnes d e s g a r r é ,
y p o r la cruz en que b o r r a s t e
todas las culpas de I s r a e l ;
Hijo del H o m b r e , desolado,
trágico Dios, tremendo Juez : XIV

réquiem seternam dona eis, Domine,


DKLÍCTA CARNIS
el lux perpetua luceat eis!

Divino E s p í r i t u , Paráclito,
aspiración del g r a n Iaveh,
Carne, carne maldita que me apartas del cielo,
que unes al P a d r e con el Hijo,
carne tibia y í'osada que me impeles al vicio :
y siendo el Uno sois los Tres :
ya r a s g u é mis espaldas con cilicio y flagelo
p o r la paloma de alas niveas,
p o r vencer tus impulsos, y es en vano, ¡ te anhelo
p o r la inviolada doncellez
á pesar del flagelo y á pesar del cilicio !
de aquella virgen que en su vientre
llevó al Mesías E m m a n u e l ;
Crucifico mi cuerpo con sagrados enojos
p o r las ardientes lenguas r o j a s
y se abraza á mis plantas Afrodita la i m p u r a ;
con que inspiraste ciencia y fe
me s u m e r j o en la n i e v e ; mas la templan sus o j o s ;
á los discípulos amados
me revuelco en un tálamo de punzantes abrojos
de Jesucristo nuestro bien,
y sus labios lo truecan en deleite y ventura.
requiem eeternam dona eis, Domine,
et lux perpetua luceat eis !
Y no encuentro esperanza ni refugio ni asilo
y en mis noches pobladas de febriles quimeras.
me p e r s i g u e la imagen de la Venus de Milo,
con sus lácteos muñones, con su r o s t r o tranquilo
y las combas triunfales de sus amplias caderas.

XV
¡Oh Señor Jesucristo, guíame p o r los rectos
d e r r o t e r o s del j u s t o ; ya no t u r b e n con locas
A NEMESIS
avideces la calma de mis p u r o s afectos
ni el caliente alabastro de los senos erectos
ni el marfil de los h o m b r o s ni el coral de las bocas !
Tu brazo en el pesar me precipita,
me robas cuanto el alma me recrea
y casi nada tengo : flor que oréa
tu aliento de simún se me marchita.

P e r o crece mi fe junto á mi cuita


y digo como el Justo de Iduméa :
Así lo quiere Dios J bendito sea !
el Señor me lo da y Él me lo quita.
v
Que medre tu f u r o r , nada me importa
puedo todo en AQUEL que me conforta,
y me resigno al duelo que me m a t a ;

P o r q u e , roja visión en noche obscura,


Cristo va p o r mi vía de a m a r g u r a
agitando su túnica escarlata.
- I R

Ya en las sombras del c o r ó cantar no puede m.i voz austera


los litúrgicos salmos, mi alma está estéril como una roca;
mi virtud agoniza, mi fe sucumbe, Satán espera...
¡ Oh S e ñ o r , no permitas que bese impío mi faz de cera
que muestra palideces de viejo cirio bajo mi toca !

xvi

ANTIFONA

Auima loqucns.

l'ara Anterior Lescano.

Oh S e ñ o r , yo en tu Cristo busqué un esposo que me quisiera,


le ofrendé mis quince años, mi seso nubil, violó mi boca
y p o r El ha quedado mi faz de nácar como la cera,
mostrando palideces de viejo cirio bajo mi t o c a ;

Mas Satán me persigue y es muy hermoso ! Viene defuera


y ofreciéndome el cáliz de la ignominia, me vuelve loca...
¡ Oh S e ñ o r ! no permitas que bese impío mi faz de cera,
que muestra palideces de viejo cirio bajo mi toca...
t

II

Yo te dedico
el ímpetu orgulloso con que en las cimas
de todos los calvarios, me crucifico,
iluso ! pretendiendo que te redimas 1

XVII
Yo te consagro
un cuerpo que martirio solo atesora
Á son QUIMERA
y un alma siempre obscura, que p o r milagro,
del cáliz de ese cuerpo no se evapora...

Para Luis G. Urbina.


III
Pallida, sed quamvis pallida palchra
»
tamen.
M u j e r , tu s a n g r e yela mi sangre cálida;
I m u j e r , tus besos fingen b e s o s de e s t r e l l a ;
mujer, todos me dicen que e r e s muy pálida,
En n o m b r e de tu rostro de lirio enfermo, p e r o muy bella...
en n o m b r e de tu seno, frágil abrigo
donde en noches pobladas de espanto duermo, .Te hizo el Dios tremendo mi d e s p o s a d a ;
¡ yo te bendigo ! ven, te aguardo en un lecho nupcial de espinas
no puedes alejarte de mi j o r n a d a ,
En n o m b r e de tus ojos de adormideras, p o r q u e une n u e s t r a s vidas, ensangrentada
doliente y solitario fanal que sigo ; cadena de cilicios y disciplinas.
en nombre de lo inmenso de tus ojeras,
¡ yo te bendigo !
r

XIX
XVI i i
A FELIPE II

ÉL l ¡ l í S ( i - 1"ANTASSíA

¡'ara Rafael Delgado.

l'ard Rubén ¿1/. Campos.


I g n o r o qué corriente de ascetismo,
Yo soñé con un beso, con un beso p o s t r e r o qué relación, qué afinidad impura
en la lívida boca del S e ñ o r solitario enlazó tu t r i s t u r a y mi t r i s t u r a
que d e s g a r r a sus carnes s o b r e tosco m a d e r o y adunó tu idealismo y mi idealismo;
en el nicho más íntimo del vetustQ santuario,
Mas sé p o r intuición que un astro mismo
Cuando invaden las, sombras el tranquilo crucero, ha presidido nuestra noche obscura
parpadéa la llama dé la luz del sagrario, y que en mí como en tí libradla altura
y agitando en el p u ñ o su h e r r u m b r o s o llavero, un combate fatal con el abismo.
se dirige á las p u e r t a s del recinto el ostiario.
Oh r e y , eres mi r e y ! Hosco y sañudo
Con un beso infinito, cual los b e s o s voraces también soy ; en un mar de arcano duelo
que se dan los amados en ía noche de bodas, • mi luminoso espíritu se pierde,
enredando sus cuerpos como lianas tenaces...
Y escondo como tú, s o b e r b i P y ^ a

Con un beso que fuera mi palladium bendito bajo el negro j u b ó n de terciopelo ^


K)
p a r a todas las ansias de mi ser, p a r a todas el cáncer implacable que me m u e r d a n
las caricias bermejas qile irle ofrece el delito.
II

Si alguno dijere que Cristo divino


p o r nos pecadores no murió en Judéa
ni su cuerpo es hostia ni su sangre vino,
¡anatema s é a !

XX Anatema los que ríen d e oblaciones celestiales


en que un Dios, loco de amores, es la víctima s u p r e m a ;
ANATHEMA SIT que no formen p a r a ellos ni su harina los trigales
ni sus néctares sabrosos los viñedos. ¡Anatema !

III
Para Jesús Urueta.

Si alguno afirmare que el alma no existe,


I
que en los cráneos áridos perece la idea,
que la luz no surge tras la sombra triste,
Si n e g a r e alguno que Santa María,
anatema s e a !
del Dios Paracleto, paloma que albea,
Anatema los que dicen al mortal que tema y dude,
concibió sin mengua de su doncellía,
anatema los que dicen al mortal que dude y t e m a ;
¡ anatema sea!
que en la noche de sus duelos ni un cariño los escude
ni los bese la esperanza de los justos. ¡Anatema!
Anatema los que burlan el prodigio sin segundo
de la flor intacta y úber que da fruto siendo yema,
que los vientres que conozcan, como légamo infecundo,
no les brinden sino espurias floraciones. ¡ A n a t e m a !
Antes, llevado de mis antojos,
besé los labios que al beso invitan,
las rubias t r e n z a s , los grandes ojos,
¡sin acordarme que se m a r c h i t a n !

Mas como afirman doctores graves


que tú, maestro, citas y nombras
que el hombre pasa como las naves,
XXI
como las nubes, como las sombras...

Á KEMPIS Huyo de todo t e r r e n o lazo,


n i n g ú n cariño mi mente alegra
y con tu libro bajo del brazo
voy recorriendo la noche n e g r a . . .
Sicul nubes, quasi naves,
velut umbra...
¡Oh Kempis, Kempis, asceta y e r m o ,
pálido asceta, qué mal me hiciste !
Ha muchos años que busco el yermo,
Ha muchos años que estoy enfermo
ha muchos años que vivo triste,
y es p o r el libro que tú e s c r i b i s t e !
ha muchos años que estoy enfermo,
¡ y es p o r el libro que tú escribiste!

¡ Oh Kempis ! antes de leerte, amaba


la luz, las vegas, el mar Océano ;
mas tú dijiste que todo acaba,
que todo muere, que todo es vano!
Los de los ojos inmensos,
BIBLIOTECA PARTICULAR los de las caras de cristos,
D E LA los de las grandes melenas :
f
v
Mi musa, -la v i r g e n fría
PROFESORA DE CANTO. que vuela en pos del olvido,
tan solo embelesos halla

XXII En vuestra g r a n señoría,


vuestro mirar distraído
POETAS MISTICOS y vuestra voz que avasalla;

Mi alma que os busca entrevistos


t r a s de los leves inciensos,
Para Jesús E. Valenzucla. bajo las naves serenas,

B a r d o s de frente sombría
Ama esas caras de cristos,
y de perfil desprendido
ama esos ojos inmensos,
de alguna vieja medalla ;
ama esas grandes melenas I

Los de la g r a n señoría,
los de mirar distraído,
los de la voz que avasalla.

Teólogos graves é iñtensos,


vasos de amor desprovistos,
vasos henchidos de'penas ;
XXIII

Á LA CATÓLICA MAJESTAD DE P A U L VERLAINE

XXIV
Para Rubén Daño.

ESQUIVA
P a d r e viejo y triste, rey de las divinas canciones,
son en mi camino focos de una luz enigmática,
tus pupilas mustias, vagas de pesar y abstracciones
y el límpido y noble marfil de tu testa socrática. Para Mi Larrañaga y Portugal.

Flota como el tuyo mi afán entre dos aguijones :


¡ No té amaré ! muriera de sonrojos
alma y carne, y brega con doble corriente simpática
antes bien, yo que fui cantor maldito
p o r hallar la ubicua beldad en nefandas uniones,
de blancas hostias y de nimbos r o j o s ;
y después expía y gime con lira hierática.
yo que solo he alentado los antojos
de un connubio inmortal con lo infinito.
P a d r e , tú que hallaste p o r fin el sendero que arcano
á J e s ú s nos lleva, dame que mi numen doliente
virgen sea y sábio á la vez que radioso y humano. ¡ No te a m a r é ! mi espíritu atesora
el p e r f u m e sutil de otras edades
Tu virtud lo libre del mal de la antigua serpiente de realeza y de fe consoladora,
para que y a salvos al fin de la d u r a pelea, y ese noble p e r f u m e se evapora
laudemos á Cristo en vida perenne. Así sea. al beso de mezquinas liviandades.
Mi mundo no eres tú : fueron los p r i o r e s
militantes, caudillos de sus g r e y e s ;
el mundo en que, magníficos señores,
fulminaron los P a p a s triunfadores
su anatema fatal contra los reyes.

Fué la etapa viril en que se cruza


con B a y a r d o que esgrime su tizona XXV
E s c o t que sus dialécticas aguza ;
la edad en que la n e g r a caperuza CELOSO

f o r j a b a el silogismo en la Sorbona.

Y no sé de pasión, y me contrista
v i b r a r la lira del amor precario. Bien sé, devota mujer,
Sólo brotan mis versos de amatista cuando te contemplo en tus
al beso de Daniel, el simbolista, fervores y celo arder,
y al ósculo de Juan, el visionario ! que no me puedes querer
como quieres á J e s ú s .

Bien sé que es vano soñar


con el edén entrevisto
de tu boca, sin cesar,
y tengo celos de Cristo
cuando vas á comulgar.

P e r o sé también que son


p o r mi mal y p o r tu daño
piedades y devoción,
caretas con que el engaño
te disfraza el corazón.

Y c o m p r e n d o , no te a s o m b r e ,
que hay en tu espíritu dos
cultos con un solo n o m b r e ,
que rezas al hombre-Dios
XXVI
y sueñas con el D i o s - h o m b r e ;

PARÁBOLA
y el a r d o r de que me llenas
acabará p o r quemar
Jam fetet.
todo el j u g o de mis venas,

Y p o r no quererme amar
tú te vas á condenar Para Ezeqiliel A. Cha,
y á mi también me condenas.

Jesucristo es el buen Samaritano :


yo estaba malherido en el camino
y con celo de hermano
ungió mis llagas con aceite y vino ;
después, hacia el albergue no lejano
me llevó de la mano
en medio del silencio vespertino.

Llegados, apoyé con abandono


mi cabeza en su seno,
- .

106 MISTICAS

y Él me dijo muy quedo : « Te perdono


tus pecados, ve en paz ; sé siempre bueno
y búscame : de todo cuanto existe
yo soy el manantial, el ígneo centro... »
Y repliqué muy pálido y muy triste :
— a ¿Señor, á qué buscar si nada encuentro ?
¡ mi fe se me murió cuando partiste
y llevo su cadáver aquí dentro ! »
XXVII

« E s t a n d o Tú conmigo viviría...
AL CHISTO
mas tu verbo inmortal todo lo puede
dila que surja en la conciencia mía,
resucítala, ¡ oh Dios! ¡ era mi guía ! »
Señor, entre la sombra voy sin tino,
Y Jesucristo respondió : — Ya hiede. la fe de mis mayores ya no vierte
su apacible fulgor en mi c a m i n o ;
¡ mi espíritu está triste hasta la muerte !

Busco en vano una estrella que me alumbre,


busco en vano un amor que me redima ;
mi divino ideal está en la cumbre,
y yo, ¡ p o b r e de m í ! yazgo en la sima....

La lira que me diste, entre las mofas


de los mundanos, vibra sin concierto ;
¡ se p i e r d e n en la noche mis estrofas,
como el grito de Agar en el d e s i e r t o !
Y paria de la dicha y solitario,
siento hastío de todo cuanto existe,..
Yo, Maestro, cual tú, subo al Calvario
y no tuve T a b o r , cual lo tuviste...

Ten piedad de mi mal, dura es mi pena,


numerosas las lides en que lucho ;
fija en mí tu mirada que serena,
XXVIII
y dame, como u n tiempo á Magdalena,
la calma : ¡ yo también he amado mucho !
VENITE, ADOREMÜS

Para Antonio Zaragoza.

Adoremos las carnes de marfiles,


s adoremos los r o s t r o s de perfiles
arcaicos : aristócrata p r e s e a ;
las frentes de oro pálido bañadas,
las manos de falanges p r o l o n g a d a s
donde la sangre p r o c e r azulea.

Venid, adoremos
el arcano Ideal, compañeros.
Adoremos los ojos dilatados
cual piélagos de s o m b r a s , impregnados
de claridades diáfanas y astrales,
los ojos que abrillanta el histerismo,
los ojos que en el día son abismo,
los ojos que en-la noche son fanales.

Venid, adoremos
el arcano Ideal, compañeros.

Adoremos las almas siempre h u r a ñ a s ,


XXIX
las almas silenciosas, las extrañas
que jamás en amores se difunden :
INCOHERENCIAS
a l m a s - u r n a s d e inmensos desconsuelos,
que intactas se remontan á los cielos
ó intactas en el cócito se hunden.

Para José I. Bandera.


Venid, adoremos
el arcano Ideal, compañeros.
Yo' tuve un ideal ¿ en dónde se halla ?
albergué una virtud ¿ p o r qué se ha
¡ Oh poetas, excelsos amadores
fui templario, ¿ do está mi
del arcano Ideal, dominadores
¿ en qué campo
de la forma rebelde, laboremos
me dejaron así, triste y
p o r ' r e c o n s t r u i r los góticos a l t a r e s ,
y luego á sus p e n u m b r a s tutelares
¡Oh P r o g r e s o , eres luz? _ v
venid, a d o r e m o s !
su fulgor mi conciencia ? Tfenjgfo miedo
¿ la duda terrible que envenena,
. y me miras r o d a r s o b r e la arena
¡ y cual hosca vestal bajas el dedo !
112 MÍSTICAS ftM a f ó . g M M fM ¿ ¿ m ¿ „

Oh Siglo decadente que te j a c t a s


de p o s e e r la verdad, tú que haces gala
de que con Dios y con la muerte pactas,
¡ devuélveme mi fe ! yo soy un Chactas
que acaricia el cadáver de su Atala...

Amaba y me decías : « analiza, "


y murió mi p a s i ó n ; luchaba fiero
con J e s ú s p o r coraza, y en la liza XXX
d e s m e m b r ó mi coraza, triza á triza,
el filo p e n e t r a n t e de tu acero. UN PADRE NUESTRO

¡ Tengo sed de saber y no me enseñas P o r el alma del R e y L u i s de B a v i e r a , en ci l u g a r de


tengo sed de avanzar y no me ayudas, su t r à n s i t o . — S c h l o s s b e r g . Reino de B a v i e r a .
tengo sed de c r e e r y me despeñas
en el mar de teorías en que sueñas
hallar las soluciones de tus dudas !
Aquí fué donde el rey Luis Segundo
Y caigo, bien lo ves ! y ya no puedo de Baviera, sintiendo el p r o f u n d o
batallar sin a m o r , sin fe serena malestar de invencibles anhelos,
que ilumine mi ruta, y tengo miedo... p u s o fin á su imperio en el mundo.
Í'
¡ Acógeme, p o r Dios! levanta el dedo,
vestal, ¡que no me maten en la a r e n a ! Padre nuestro que estás en /os cielos.

Un fanal con un cristo, en un claro


mm del gran p a r q u e , al recuerdo da amparo,
8
y al caer sobre el lago los velos
Solo W a g n e r le amó como hermano,
de la noche, el recuerdo es un (aro.
solo W a g n e r , cuya alma-océano
su conciencia inundó de consuelos,
Padre nuestro que estás en los cielos.
y su vida fué un lied wagneriano.

En el lago tiritan las ondas, Padre nuestro que estás en los cielos,
en el p a r q u e se mueren las f r o n d a s santificado sea el tu nombre,
y ya muertas abaten sus vuelos: venga á nos el tu reino...
Qué tristezas tan hondas... tan h o n d a s . . .

Padre nuestro que estás en los cielos.

¡ P o b r e rey de los r a r o s a m o r e s !
Como nadie sintió sus dolores,
como nadie sufrió sus desvelos,
t
le inventaron un mal los doctores.

Padre nuestro que estás en los cielos.

Su cerebro de luz era un foco ;


mas un nimbo surgió poco á poco
de esa luz, y la turba, con celos
m u r m u r ó : « Wittelsbach está loco. »

Padre nuestro que estás en los cielos.

«
A la luz del dolor que ya me m u e s t r a
mi mundo de fantasmas vuelto e s c o m b r o s ,
de tu místico monte iré á la falda,

Con un báculo : el tedio, en la siniestra,


con andrajos de p ú r p u r a en los hombros,
XXXI
con el haz de quimeras á la espalda.

EN CAMINO

Me levantaré é iré á mi padre.

Para'Leopoldo Lugones.

RESUELVE TORNAR AL PADRE

No temas, Cristo r e y , si descarriado


t r a s locos ideales he partido,
ni en mis días de lágrimas te olvido
ni en mis horas de dicha te he olvidado.

E n la llaga cruel de tu costado


quiere formar el ánima su nido,
olvidando los sueños que ha vivido
y las tristes mentiras que ha soñado.
MÍSTICAS 119

II
III

DE COMO SE CONGRATULARÁN DEL RETORNO


PONDERA LO INTENSO DE LA F U T U R A VIDA INTERIOR

T o r n a r é como el P r ó d i g o doliente
¡ Oh sí! yo t o r n a r é ; tu amor estruja
á tu heredad tranquila ; ya no puedo
con invencible afán al pensamiento,
la p i a r a cultivar y al inclemente
que tiene hambre de paz y de aislamiento
r e s p l a n d o r de los soles tengo miedo.
en la mansa quietud de la cartuja.

Tú saldrás á encontrarme diligente,


¡ Oh s í ! yo t o r n a r é ; ya se dibuja
de mi mal te hablaré, quedo, m u y q u e d o . . .
en el fondo del alma, ya presiento
y dejarás u n ósculo en mi frente
la plácida silueta del convento
y un anillo de nupcias en mi d e d o ;
. con su albo domo y su gentil a g u j a . . .

Y congregando del hogar en torno


Ahí, solo p o r fin conmigo mismo,
á los viejos amigos del contorno,
escuchando en las voces de Isaías
mientras yantan risueños á tu mesa,
tu clamor insinuante que me n o m b r a ,

Clamarás con profundo regocijo :


¡ Cómo voy á anegarme en el mutismo,
" G o z a d con mi ventura, p o r q u e el hijo
cómo voy á p e r d e r m e en las crujías,
que perdido llorábamos, r e g r e s a ! "
cómo voy á fundirme con la s o m b r a ! . . .
XXXII
ULTIMA VERBA

HYMNUS
EL ALMA Y CRISTO

Para Francisco de P.
EL ALMA

Magnus honor, magna gloria


— Señor, ¿por qué si el mal y el bien adunas,
Te adaniiire, omnia creata
p a r a mí solo hay penas t u r b a d o r a s ?
judicare transitoria.
La noche es negra, p e r o tiene lunas ;
¡ el polo es triste, p e r o tiene a u r o r a s !
Felix anima ac beata
qua) de mundo se ipsa cavet
E l látigo fustiga, p e r o alienta;
et solatia sola habet.
el incendio destruye, p e r o arde,
in Te, Rpdpmptor peccata.
¡ y la nube que fragua la tormenta
se tifie de arreboles en la tarde !
Rex coelestis, Vir doioris,
benedictus sis, quia e§tis CRISTO
cum M a r i a f i m t e a n i o n s . . .
Vir dolppis., Rex ccpjpstis. — ¡ Insensato ! y yo estoy en tus dolores,
Las Voces
a„ mm ató
1T1T1T1T1TXTÍT1TÍT1T1TÍTJ.TXT^
fM ¿i m¿ m m&
áít. m
JTXTXTXTXTXTXTXTXTXTXTXT1T-IT-

L A S V O C E S (1)

DE LOS POEMAS PANTEISTAS

Las transgresiones del rey de la cre-


ación , apenan á la creación entera. Quién
sabe si éste es el secreto do la expre-
sión pensativa do la Naturaleza, de la
triste austeridad de las tardes y de la
lejana'.melancolia de las estrellas...
Elevaciones (Del mismo autor).

El escenario es un g r a n valle, empenachado de á r b o -


les, exuberante de cálices, endiamantado de fuentes. To-
do palpitarla imagen de las nubes en las fuentes, el r o -
cío en los cálices, en los árboles los nidos. Cuando el sol
revienta como un enorme florecimiento escarlata en la
(1) Véase " L a Hermana Agua".
palidez lejana y dorada del orto, cada rama es una guzla,
ÁNGEL
cada flor es un joyel, cada fuente es una fuga de zafiros.
La Naturaleza está como glorificada en el valle. Diríase Hoy como ayer, llevando la g a r r a de un castigo
la aristocracia de la flora en un T a b o r edénico. Una
p o r donde quiera. ¡ Cuánto se tarda mi ataúd !
expresión enigmática surge y resalta en todas las co-
Al despertar, mi angustia se despertó conmigo;
s a s , algo como la clai'idad de una conciencia que vi-
dormí, p e r o á mi lado velaba mi inquietud.
gila, algo como el misterio de un pensamiento y de
Y siempre la voz esa que me habla con enojos,
una voluntad que, aunque incógnitos, transpiran y se
que habita en lo más hondo del ánima y que escucho
denuncian. Se p r e s i e n t e que los pétalos ven, que las
con miedo...
fuentes, temblorosas de ninféas, de nelumbios y de
lotos, ven, que las frondas ven, que una alma arcana, UNA FUENTE, á otra fuente :
de esencia indecible, p e r o consciente en absoluto,
Mira, hermana, s u s p á r p a d o s qué rojos :
piensa, sueña, ora, al amparo y bajo la caricia inmor-
parecen los de un hombre que se desvela mucho...
tal del cielo; se adivinar, diálogos inefables entre los
corimbos que se estremecen y las lejanas n u b e s r o - ÁNGEL

meras ; se siente uno mirado y seguido p o r seres no


Hoy como ayer, huyendo los sobrenaturales
previstos. Alguien, lúcido y mudo, está ahí, bajo el
cobre radiante dél sol Ó bajo la plata trémula de las avisos, que condenan los goces de que muero.

estrellas. Remanso, una limosna de tu agua, tus cristales


refrescarán mis ojos sonámbulos.
Cuando Ángel aparece, aquellas individualidades en
plena expansión matinal, t ó r n a n s e agresivas. La a g u - EL REMANSO, voz que como todas las otras no cabe

deza de ü ñ espíritu advertiría un cambio eñ todas las en la pauta humana :

cosas, un señiblánte hostil, una fisonomía que, aunque No q u i e r o !


recóndita, deja translucir protestas.
Angel, después dé una noche más de amor y de ÁNGEL, inclinándose para coger el agua que resbala

exceso, e n t r a pausadamente desde las indecisas p e - de sus manos y huye :


numbras del fondo. Remanso, tengo fiebre y envidio tu frescura.
9
LAS VOCES 131

UNA ONDA á otra onda ; ANGEL

Esquívate, no dejes que tu vaivén se aquiete. Me has hecho mal y escondes tu esencia :
ÁNGEL
VARIAS VOCES á la rosa :
Remanso, algunas gotas p a r a mi calentura.
Pica! Pica!
EL REMANSO
ÁNGEL

No q u i e r o !
H o y como ayer sin ruta ni brújula en la vida :
VOCES me asusta mi futuro, me apena mi p a s a d o . . .

Véte, véte ! UN PÁJARO á otro :

ÁNGEL Hermano, escucha, ¿ no oyes qué voz tan desabrida ?"


H o y como ayer despierto con hambre de la aurora parece que ha llorado...
que al menos traza nimbos sobre mi frente mustia.
ÁNGEL, viendo las dos aves :
UN LIRIO á una azucena : ¡Dos p á j a r o s ! quién sabe si asiendo sus dispersos
Hermana, mira al hombre qué pálido está ahora. gorjeos^ forme un ramo de místico regalo.

ÁNGEL LOS PÁJAROS

T r e s somos que no duermen j a m á s : mi veladora,


— Es uno de nosotros : es uno que hace versos..
mi péndulo y mi angustia.
— ¿ Qué dice ?
... ¡ He ahí un r o s a ! al menos aspiraré su aroma
— Que cantemos...
y beberé el aljófar sutil que la salpica :
— No cantes, es muy malo.
Mi lengua es una f r a g u a . . .
ÁNGEL
LA ROSA, reteniendo su aliento y desenvainando una
espina : Hoy como ayer, tostado de sol en un p a r a j e
desierto cuya arena se arremolina y treme.
Malvado, Toma! T o m a !
Oh frondas, un a m p a r o . . .
LAS VOCES 133

UNA RAMA á otra : me dormiré en tu almohada, concédeme un beleño...


j R e c o g e tu follaje! Mis p á r p a d o s se c i e r r a n . . .
j Que exhale la solana sus vahos y lo queme!
LAS MALEZAS entre sí :
VARIAS VOCES
Eriza tus r a s t r o j o s ,
¡Ladrón! ¡ladrón! esgrime tus espinas, engrifa tus abrojos,
ÁNGEL que sienta picazones y se le vaya el sueño.

D i r í a que surgen de mí voces...


UNA ROSA, empinándose sobre su tallo y mirándole-
LAS VOCES fijamente :

¡Ladrón! Devuélveme el r o s a d o de tu epicúrea boca,


que me hace falta p a r a las hojas que elaboro.
ÁNGEL

Gritos que ahogan la voz de mis congojas. UN VENERO

LAS VOCES
¡ Ladrón ! se están secando las u b r e s de mi roca,
r e t ó r n a m e las aguas a m a r g a s de tu lloro.
¡ Ladrón!

ÁNGEL UNA TÓRTOLA

¡ Las cosas h a b l a n ! Devuélveme el lamento de tu alma atribulada :


Lo necesito p a r a mi sollozar sencillo.
LAS VOCES

¡ L a d r ó n ! ¿ No nos conoces ? UNA ESTRELLA

¡ P u e s somos la divina creación á quien e n o j a s ! La chispa de mi fuego que roba tu mirada

ÁNGEL
soberbia, me hace falta p a r a aumentar mi brillo.

Acaso las vigilias escancian la locura... UN PÁJARO


¡ R e n d i d o e s t o y ! Oh césped, anhelo tu blandura,
P u e s t o que en a r r a s t r a r t e no más cifras tu empeño
134 LAS VOCES LAS VOCES 135

y.hacia el instintoá cada conciliación resbalas, OTRA VOZ


devuélveme el inútil empuje de tu ensueño
para aumentar la fuerza divina de mis alas. L a s flores y las faunas después de un ciclo lento
de aspiración informe, sentimos con p r o f u n d o s
ÁNGEL, presa ya del desvarío, encarándose con las p a s m o s en nuestra obscura conciencia en movimiento
cosas : b r o t a r como un retoño de luz el pensamiento
y unir sus vibraciones al ritmo de los mundos.
¡Todo me increpa ! Nadie mi agitación ensalma...
Creaturas, soy el amo del mundo y os d e s p r e c i o ;
¡ vosotras sois las cosas efímeras, sin alma ! OTRA VOZ

VOCES IRÓNICAS ¡ Que no tenemos alma ! ¡ Tú en cambio qué haces de ella ?


La atrofias, y nosotras que vamos hacia los
¡ Qué n e c i o !
futuros avalares, miramos como huella
tu instinto en tu cerebro las trazas de tu estrella,
UNA VOZ
los r a s t r o s de tu origen, ¡la imagen de tu Dios !
Desprecio de los fuertes p o r los que ven p e q u e ñ o s ,
p o r q u e su esencia ignoran ; desdenes visionarios.
OTRA voz
¿ T ú sabes p o r ventura qué plétora de empeños,
q u é atroz perseverancia de anhelos y de ensueños
Mañana, cuando inútil su germen ya marchito,
formaron nuestras almas al fin de milenarios ?
los astros se deshojen como pálidas rosas,
las cosas, vueltas almas, irán al infinito,
OTRA voz
quedándose en la nada las almas vueltas cosas.
p i g n o r a s que el anhelo de un órgano lo crea ?
Cantar el agua quiso y un día fué arroyuelo,
EL VIENTO
• -
p e n s a r quiso el instinto y al fin tornóse idea,
la escama volar quiso, pidiólo al Dios que crea ¡ Aléjate llevando tu infamia y tu castigo,
las alas, y hecha pluma de cóndores, fué al cielo. u s u r p a d o r , en tanto que llega tu ataúd !
ÁNGEL, abrumado, con la obsesión de una frase ma-
quinal :

Me d e s p e r t é y la angustia se despertó c o n m i g o ;
dormí, p e r o á mi lado velaba lá inquietud...

[Se aleja vencido y váse perdiendo lentamente en el


claro-obscuro del fondo.)
II

Las flores son seres superiores que


han realizado elensueüo de Budha ,
n o desear nada, soportarlo t o d o ,
absorberse en sí mismas hasta la
voluntaria inconsciencia.
Strinilbcrg.

El mismo escenario. Mas ahora un apaciguamiento


divino cae sobre todas las cosas. Algo de la inefable
resignación de la Naturaleza ante el sol, que se d e -
sangra en agonía soberana y mansa. Alguien medita y
ve entre la luz que se va y la sombra que llega. Las
flores, las f r o n d a s , las fuentes, tienen fisonomías que
el misterio de la noche que viene envaguece ó d e t e r -
mina. P e r o una inmensa placidez ha substituido á la
hostilidad a n t e r i o r . La agresión triunfal de la flora
\
bajo la plenitud de la vida matinal y meridiana, ha ido
volviéndose melancolía blanda, austeridad suave, j Se
adivina que el valle piensa en D i o s ! Sobx-e las monta-
ÁNGEL
ñas lejanas, que parecen d e s p r e n d e r s e del p r o p i o azul
del cielo, como si una tijera enorme las hubiese r e - ¡ Oh Tarde ! manso ensueño de la Naturaleza,
cortado en siluetas ondulantes, Yésper x>adia como á tí de lo p r o f u n d o clamo, alma parens mía,
una hostia de paz y una luna afilada y misteriosa, (De profundis clamavi á te), d u r a es la vía,
traza, entre la tarde que muere y la aurora que ven- madre-, tengo tristeza,
drá, su melancólico p a r é n t e s i s de cuarzo. mi espíritu está lleno de tu melancolía.
Angel llega lentamente p o r el fondo. E n sus cabe- Oh T a r d e , manso ensueño de la Naturaleza,
llos, ya g r i s e s , tiembla la p ú r p u r a del poniente. Su de profundis clamavi á te, alma parens mía...
mirada es triste, p e r o serena, con la serénidad del ¡ Tengo mucha tx'isteza !
que, pesaroso p o r las viejas t r a n s g r e s i o n e s , pei>o des- Los seres me rechazan. ¿ N o ves cómo me acosa
asido ya de todo, se acerca á las lindes de la vida, con sus iras la hostil reina Naturaleza ?
lleno de piedad y de resignación. Amó, delinquió, s u - Las aves tienen nido, guarida la raposa
frió... Ahora espex-a. La tarde está en su espíritu ¡y yo no tengo donde reclinar mi cabeza !
como en la N a t u r a l e z a ; la larde, que llora las risas de Demeter, mi madrastra, con sus iras me a c o s a !
la mañana, la tarde que tox-na pensativas á las almas, De profundis clamavi á te. Tengo tristeza...
las bestias y las flores, la t a r d e , pórtico de las es- ¿ P o r qué me increpa todo ? P e q u é , p o r q u e he vivido...
trellas, vestíbulo del silencio y de la eternidad. (Alma Parens, « los pájaros del cielo tienen nido»).
¿ P o r qué tan r u d a inquina
de parte de las cosas ?
EL ALMA D E LA TARDE, á Ángel.

Yo soy meditabunda p o r q u e sé muchas cosas : LA TARDE

la meditación á la piedad me inclina.


¿ Quieres flores? pues corla mis flores misteriosas.
¿ Quieres rosas ? pues corta mis desmayadas x-osas,
¿ Quieres lirios ? aspira mi estrella vespertina.
¡ no tienen ni una espina !
...Mas fúndete en mi arcano, disuélvete en mis rosas,
Yo soy contemplativa p o r q u e sé muchas cosas.
alumbra con mis lirios y sabrás muchas cosas :
¿Quieres lirios? p u e s toma mi estrella vespertina. mis rosas y mis lirios no tienen ni una espina.
LAS VOCES LAS VOCES 141

LA FUENTE, á Angel. .LOS PÁJAROS


P e r d ó n a m e , fui mala, pero mi espejo ingrato
¡Ya no solloces, canta !
grato será y sabrosa mi agua que no bebiste.
¿ Verdad que nos p e r d o n a s la rebelión ? Divinos
Asómate á mi espejo, quiero hacer tu r e t r a t o ;
t r i n o s enseñaremos á la ideal garganta
... p e r o sonríe, ¡mira, que no me salga triste !
de tu musa : el secreto de todos nuestros trinos !
¡Asómate ! ¿ no ves los astros ? Sus centellas
Mas... sé como n o s o t r o s , que muerto ya, tu anhelo
nacen al p r o p i o tiempo en e n j a m b r e divino revivirá en dos alas p a r a escalar el cielo.
en mi agua y en los cielos. Te copiaré con ellas, Dos alas que una a l e g r e palpitación levanta,
aureolaré tu r o s t r o con resplandor de estrellas que, trémulas de amores en su celeste ruta,
como el de un santo bizantino ! r e t o r n a n á los nidos como en p o s de una fruta...
... P e r o fúndete en mi agua, ¡ dilúyete en mi seno ¡ (un nido es una fruta misteriosa que canta).
vivir, o b r a r , es m a l o ; disolverse... ¡eso es bueno !
EL VIENTO
LAS FLORES
¡ Canta! en mis impalpables alas fué tu lamento
« Las flores realizamos en la vida sañuda
de ayer, é irán tus cánticos de hoy. ¡ Nada persiste
un i n t e n t o divino, p o r misterioso modo :
en m í ! ¿ P o r qué mis ecos te p u s i e r o n tan triste?
no anhelar nunca nada, mas soportarlo todo,
Mi voz, amarga ó dulce, sólo es la voz del viento...
a b s o r b e r s e en sí mismo con voluntaria y muda
Mas disuélvete, amigo,
inconsciencia... Este es el ensueño de Budha :
en polvo, á fin de que p e r e g r i n e s conmigo.
No anhelar nunca nada, mas soportarlo todo. »
Yo llevaré conmigo tu fósforo y tus gases.
P e r d o n a l a s p a l a b r a s aquellas vagarosas,
Y a e s tiempo de que pases, ya es tiempo de que p a s e s . . .
que te dieron martirios.
Si quieres, p r e m i a r e m o s tus horas dolorosas UNA voz
poniendo entre los labios de tu musa más rosas,
E s pecado vivir nuestra breve j o r n a d a
en su tez más azáleas y en su frente más lirios.
sin dar al universo toda nuestra alma en cada
... P e r o ven con n o s o t r a s m e j o r , sé alveolo, yema,
hora de n u e s t r o s días amargos ó risueños ;
disuélvete. S e r flor es la virtud suprema.
pecado ser como esas infantas de balada
142 IAS VOCES LAS V O C E S , 143

que absortas en el vago ritual de sus ensueños, la vida sin deseos, sin amores
sonámbulas y frías, y ama tus paraísos interiores
caminan p o r los limbos de góticas mansiones, sobre todas las cosas de la t i e r r a .
sin imprimir su huella, como hechas de abstracciones, — Perfuma
sin proyectar su sombra s o b r e las galerías... con los lirios, revuela
como las mariposas,
VARÍAS VOCES
rízate con la espuma...
— Yo vuelo. — Medita
— Yo p e r f u m o . con las tardes, funde tu alma con ellas,
— Yo calmólas congojas florece con la primavera y con las estrellas.
de la sed. — Suspira con la h o n d a
— Yo ilumino las nubes de oro y gualda. voz de la noche, amasa
— Yo arrullo á mis polluelos. con ella tus misterios, palpita con la o n d a
— Y yo hago de las hojas y pasa con el viento que p a s a . . .
p a r a cantar á Mayo, mil l e n g u a s de esmeralda. — Ruge con los ignotos
mares;
LOS ASTROS
busca un santo capullo p a r a tus avalares,
Florecimientos del vacío a r r u l l a ' c o n las tórtolas, olvida con los l o t o s . . .
somos nosotros, alabastros
liliales,
almas del éter, a s t r o s
inmortales.

VARIAS VOCES

— La paz está en n o s o t r a s las que tú llamas cosas,


radia con las estrellas, revienta con las rosas.
— Busca el quieto walhalla en que se encierra
BIBLIOTECA PARTICULAR '
D E LA

PROFESORA DE CANTO.

III

Esta noche arden lioguéras


Y los lobos no vendrán!
Viejo estribillo.
Oportet nasci denuo.
E s preciso renacer.
Cristo á Kieodemo.

L a sombra empieza á invadir la escena ; se acentúa


el misterio. No lejos brilla una h o g u e r a encendida p o r
los pastores p a r a c o n g r e g a r cerca de ella sus ganados.
Los pastores suenan á distancia sus cuernos, cuyos
ecos se dilatan p o r la infinita serenidad de la noche.
Unas pastorcillas, cogidas de la mano, danzan en r e -
dedor del fuego y el r u m o r de sus cantares va inva-
diendo la soledad de no sé qué unciosa melancolía.
Angel, sentado al pie de un árbol, fija sus ojos c o m o
hipnotizado, en el claro vivo de la fogata.
: : 1
- * - * — — ~ —*

LAS V O C E S 147

¡ Cómo alegran ardiendo los abrojos !


LAS PASTORCILLAS
¡Los lobos no v e n d r á n !
¡ Dancemos ! alalú... los p r a d o s , rojos
con nuestro fuego están. LAS VOCES, á Angel.
Alalú... ¡ cómo alegran ardiendo los a b r o j o s !
— Suspira con la honda
L o s lobos no v e n d r á n . . .
voz de la noche, amasa
Alalú, alalú...
con ella tus misterios, palpita con la onda
Los lobos no vendrán...
y pasa con el viento que p a s a . . .
— R u g e con los ignotos
LAS VOCES, á Ángel.
mares,
— Medita con las tardes, busca un santo capullo
funde tu alma con ellas, p a r a tus avatares,
florece con la primavera y con las estrellas. arrulla con las tórtolas,
— Perfuma ¡ olvida con los lotos !
con los lirios, revuela
como las m a r i p o s a s , ÁNGEL

rízate con la espuma,


Oh madre Naturaleza,
revienta con las rosas...
quiero en tí fundir mi mal.
Estoy ebrio de tristeza,
LAS PASTORCTLLAS
de una tristeza mortal...
Dancemos ¡ cuán bellas Ya me invade el hondo anhelo
las llamas ! Se dijera de huir con las mariposas,
que hemos hecho una hoguera de p e r f u m a r con las rosas,
con un montón de estrellas. de fulgurar con el cielo.
¡ D a n c e m o s ! alalú... Los p r a d o s , rojos Mis horas tristes son robos
con el incendio están. al alma eterna de P a n . . .
148 LAS VOCES
LAS VOCES • 149

LAS PASTOITCILLAS, alejándose al encuentro de los pas-


lo? fíats. Santa eres tú.
tores que sonando sus cuernos vienen hacia la ho-
¡Fuego, abrásame !
guera :
LAS P A S T O R C I L L A S , muy lejos.
Alalú, alalú, los lobos
no v e n d r á n . . . Alalú...
Esta noche no v e n d r á n .
ÁNGEL
ÁNGEL, con la mirada fija en las llamas, como atraído
Quiero hervir con el torrente, por una fuerza incontrarrestable, se arroja en la ho-
r u g i r con el mar i g n o t o . . . guera.
Quiero olvidar con el loto,
quiero soñar con la fuente.
¡ Quiero en supremos a r r o b o s
fundir en tu sér mi afán I

LAS PASTOR CILLAS, más lejos.

¡Alalú, alalú, los lobos


no v e n d r á n !

ÁNGE L

Quiero no tener deseos


como las flores, p a s a r
como el viento, en los g o r j e o s
de las aves g o r j e a r . . .
S e r un alma más en tu
alma divina en que están
T A B L A

Portada 3

Perlas negras . . '


A l b u m de J o s e f i n a T o r n e i 18

Allegro Vivace
A un p o e t a ' 3g

A n t e el s e p u l c r o de M. G u t i é r r e z N á j e r a . . . . . . . . . 48
Dedicada _ " &3

Místicas, . . . . . . . .
. 0/
Introito gg
Predestinación ' g l

Obsesión „0
~. . oo
(¿Otica gg
Azrael * g_

Ruptura tardía ' g9

Intra vulnera tua abscondi me . . .


Apocalíptica. • • • ^
A R a n e é , R e f o r m a d o r de l a T r a p a 74
Mater a l m a - • • ^
Oremus '
Transmigración '
Requiem. ' 8g
Delicta carnis 85
A Némesis 87
Antífona 88
A Sor Q u i m e r a 90
E l beso-fantasma 92
A Felipe II - 93
A n a t h e m a sit 94
A Kempis 96
Poetas místicos 98
A l a C a t ó l i c a Majestad de P a u l Verlaine 100
Esquiva 101
Celoso 103
Parábola 105
A l Cristo 107
Venite, a d o r e m u s 109
Incoherencias 111
Un P a d r e nuestro 113
En camino 116
De como se c o n g r a t u l a r á n del retorno 118
Pondera lo intenso de l a f u t u r a v i d a interior 119
Hymnus 120
Ultima Verba 121
L a s Voces.. 125

PARÍS — IMPRENTA DE LA V d a DE CH. BOURET


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