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Cuerpo e identidad

Según Margaret Mahler (1963) el sentimiento de identidad está


determinado por las sensaciones corporales, por lo que la
identidad se asentará en la imagen corporal.

Margaret Mahler: el proceso de separación-individuación


Los trabajos de observación de la relación madre-bebé realizados
por Margaret Mahler dieron como resultado tres importantes fases
en el desarrollo psicoafectivo hasta los tres años de edad: la fase
de autismo normal, la fase simbiótica y la fase de separación-
individuación (Mahler, 1965).

La fase de autismo normal tiene lugar durante las primeras cuatro


semanas de vida. El bebé alterna entre estados de vigilia y sueño,
durante los cuales intenta mantener una regulación de sus
mecanismos fisiológicos. El pecho o el biberón son experienciados
como parte integrante de su Yo. El bebé no distingue a la madre
de sus propios esfuerzos para reducir cualquier tensión
desagradable.

El inicio de la fase de simbiosis normal (a partir del segundo mes


de vida) está marcado por una vaga conciencia del objeto de
satisfacción de las necesidades. Existe un estado de
indiferenciación, de fusión con la figura materna, en el cual el Yo
no se diferencia del no-Yo, y donde el exterior y el interior van a
empezar a vivenciarse como distintos solo muy gradualmente. El
bebé irá tomando conciencia gradualmente de la existencia de
un objeto que satisface sus necesidades: la madre.

El inicio del Yo y, simultáneamente, del objeto simbiótico puede


delimitarse cuando el bebé empieza a ser capaz de esperar y
anticipar con confianza la satisfacción, hecho posible por la
existencia de representaciones de placer unidos los cuidados
maternos. A partir del segundo semestre de vida, todos los
comportamientos del bebé indican que la relación simbiótica es
específica con su madre. Con la suya y no con otra.
La tercera fase, de separación-individuación, transcurre desde los
6 hasta los 36 meses de edad. Mahler (1965) divide esta fase en
cuatro subfases: diferenciación, entrenamiento, reaproximación y
permanencia del objeto con consolidación de la individualidad.

En la subfase de diferenciación el niño pasa a percibir a la madre


como separada de sí mismo.

La subfase de entrenamiento transcurre desde el 9.º/10.º mes hasta


el 15.º mes y se centra en las funciones del Yo, entre otras en la
locomoción que permite la exploración de sectores de la realidad
cada vez más amplios. La predominancia del placer en ese
funcionamiento autónomo le permite superar la angustia de
separación que se suscita en cada nuevo tramo de
funcionamiento autónomo.

La subfase, de reaproximación, se desarrolla desde el 16.º al 24.º


mes y se caracteriza por la toma de conciencia, por parte del
niño, de su vulnerabilidad frente a la separación física de su
madre, en notorio contraste con el relativo olvido de la presencia
materna en la subfase del entrenamiento (Gabbard, 2000).

La cuarta y última subfase del proceso de separación-


individuación es la de permanencia del objeto y consolidación de
la individualidad. La figura materna es introyectada como una
presencia interna tranquilizadora. De esta manera, los períodos de
separación prolongada no son vivenciados de forma tan
amenazadora.

En este período hay un desarrollo de las funciones cognitivas y


adquisiciones, como la comunicación verbal, que permiten al niño
una representación estable de su identidad individual, teniendo en
cuenta sus límites corporales.

Así, el sentimiento de identidad deriva de la experiencia del


contacto corporal satisfactorio con la madre percibiéndola como
límite entre el Yo y el mundo.
Los seres humanos percibimos el mundo y nos percibimos desde el
cuerpo. Nos identificamos con él ya antes de nacer, comenzamos
a sentir al mundo a través de la interacción de la madre con la
sociedad, siendo esta la primera socialización primitiva del nuevo
ser con el mundo.

Al nacer, el bebé se va apropiando de su entorno desde su rol de


infante. El llanto, la sonrisa, la búsqueda constante de la mirada, el
pataleo para conocer sus extremidades, la aprensión de la mano,
la succión como forma de alimentarse a través del pecho
materno, son toda una definición de la forma de apropiación del
mundo, de sentir el mundo, de cargarlo de afectividad para
interactuar con él.

El cuerpo en la Antigüedad y en el Medioevo.

El hombre primitivo percibía al mundo cargado de sentimientos, lo


cargaba de significado a medida que éste se revelaba. Este
hombre se entremezclaba, era parte de una unidad con la tierra,
sostenido por la telaraña de significación de sus propios mitos.

La forma de percibir al entorno de forma mítica, dándole


significado propio a los distintos acontecimientos de la naturaleza.
Esta mítica es sostenida bajo continuos ritos, siendo esta la forma
física del mito, que a medida que trascurre el tiempo se transforma
en una tradición individual y comunitaria, dándole sentido a la
continuidad de la vida.

A su vez a medida que el hombre primitivo se adaptada a su


mundo, se iban organizando para las distintas tareas que poseía la
tribu. Estas tareas se dividían por el sexo, ya que los hombres tenían
una contextura más fuerte que la mujer y esta presentaba mejores
condiciones para criar a los niños, cuidar la aldea, que no se
apague el fuego y ser recolectora de frutos. Los hombre se
organizaban en grupos de cazas, y a su vez estos tropas
ordenaban por las mejores habilidades, siendo que los mas
dotados para las armas conducirían la avanzada contra el animal
y los otros acarearían la caza. Estos grupos estaban organizados
tácticamente, a su vez desarrollaban su físico con largas
caminatas, frecuentes saltos, como también trepar los árboles y
rectar por los suelos, y a su vez se aleccionaba en la practica del
manejo de la lanza como contacto cuerpo a cuerpo y como
lanzamiento a distancia.

El cuerpo a lo largo de la historia de la humanidad ha tenido


distintos matices y significaciones, según las distintas culturas del
planeta.

El significado del cuerpo en la antigua Grecia

Los griegos empezaron a racionalizar el pensamiento, y de esta


manera se comenzó con el dualismo cuerpo-alma, viviendo al
cuerpo desde un lugar de estudio, llegando al factor de
individualización.

Con esta separación, el hombre comienza a separarse de su


cuerpo y de sus mitos, cuestionando de donde provienen las
sensaciones, para así dudar y tratar de reaccionar al mundo.

Con el advenimiento del siglo V (AC) el cuerpo se incorpora en el


ideal educativo griego para los ciudadanos; educación que
buscaba el equilibrio integral para todas las artes, la gimnasia, la
ciencia, la música, la filosofía, la política, las leyes, orientada a
formar un ciudadano virtuoso.

La palabra Areté resumía esta situación, buscando la virtud del


hombre integral, tanto en los aspectos mentales, corporales y
espirituales.
El niño espartano, destinado a ser un soldado, pertenecía más al
estado que a su familia, al nacer era examinado por los ancianos
de la tribu, que lo devolvían a la madre si estaba bien constituido;
en caso contrario lo hacían arrojar a un abismo del Taigeto. Todas
las madres educaban a sus hijos de la misma manera; no los
envolvían y los acostumbraban a comer de todo y a no tener
miedo de nada. Al cumplir el niño los siete años se entregaba al
estado; el niño era entonces como un hijo de regimiento, que
desde’ luego formaba parte de una clase mandada por el que se
habla mostrado superior a los Otros alumnos por su inteligencia y
su fuerza.

El estudio se tenía en poco en este género de educación. Se


limitaba a enseñar a los niños a cantar y a explicarse con
precisión; tratábase sobre todo de dar fortaleza y flexibilidad al
cuerpo. Gracias a una serie de ejercicios graduados, los niños
aprendían a correr, saltar y lanzar el disco o la jabalina. Después se
ejercitaban en el manejo de las armas y en la danza guerrera
llamada pírrica.

Así se les acostumbraba a soportar’ sin quejarse el dolor, el frío y el


calor, el hambre y la sed, la fatiga y Llevaban el mismo vestido en
todas las estaciones, se acostarían sobre cañas que ellos mismos
cortaban en el Eurotas, y no se lavaban ni perfumaban sino en los
días de grandes fiestas. Se les alimentaba mal y les era permitido
robar para aplacar el hambre; pero, silos encontraban robando,
eran castigados severamente. Uno de ellos, que habla ocultado
un zorro vivo bajo su túnica, se dejó morder el vientre antes que
confesar el robo. Había también concursos de resistencia a los
porrazos. Cada año recibían una vuelta de azotes delante del
altar de Artemisa, y el vencedor era quien tardaba más en
quejarse; sucedió que murieron algunos niños sin prorrumpir un
quejido.
Estos niños tenían aspecto grave y ademanes mesurados.
Caminaban con los ojos bajos, y no tomaban la palabra sino
cuando eran interrogados. Esta educación de hierro los
preparaba a la disciplina militar.

Los jóvenes formaban parte del ejército a los diez y siete años; a los
treinta eran considerados como ciudadanos y debían contraer
matrimonio, sin dejar por ello de pertenecer al estado. El empleo
del tiempo estaba fijado por los reglamentos. Llevaban uniforme y
debían asistir todos los días a los ejercicios, consistentes en
carreras, saltos y manejo de las armas. A este respecto, la
institución más curiosa era la de las comidas publicas, que eran
obligatorias para todos los espartanos, aun para los reyes; sin
embargo, no se celebraban diariamente.

En esas comidas, los hombres se agrupaban por escuadras de a


15, y los que las componían eran en la guerra compañeros de
tienda de campaña. Esas escuadras eran círculos a los que era
muy difícil entrar y en los que se procedía a votación para aceptar
un nuevo miembro, como sucede en los cuerpos de oficiales en
Alemania. En las comidas públicas se comía la sopa negra,
guisado célebre en toda Grecia, hecho con pedacitos de carne,
grasa de cerdo, vinagre y sal. Pero la minuta podía aumentarse
con productos de caza o con carne de las victimas, cuando
había habido un sacrificio.

A esa vida austera debían los espartanos el carácter grave y


digno -que tenían. Diríase que los envaraba su compostura
heroica de viejos veteranos que afectan despreciar todo lo que
los demás hombres aprendan o temen. No se inclinaban sino
delante de los ancianos, que respetaban como a sus padres. Su
lenguaje era voluntariamente rudo y sencillo, y su manera de
responder, a la vez corta y mordaz, ha llegado hasta nosotros con
el nombre de laconismo
Para el 1500 (AC) los cretenses ya practicaban la lanza, la carrera
pedestre, una lucha parecida al boxeo y la lucha contra los toros,
como actividades propias de prácticas deportivas primitivas.

En el canto XXIII de la Ilíada, Homero narra los funerales de


Patroclo junto a los muros troyanos. Aquiles organizó las pruebas
atléticas para su difunto amigo, en la invasión de los ejércitos de
Atenas a la Isla de Troya. Se dispuso primero la carrera de carros,
después el pugilato, la lucha, la carrera pedestre, el combate de
armas, el tiro del hierro, el concurso de arqueros y el lanzamiento
de jabalina.

En los tiempos homéricos los pueblos griegos organizaban los


juegos deportivos para agasajar a los huéspedes o para honrar a
los dioses.

Para 776 (AC) nacen los juegos olímpicos modernos, donde se


disputaba en un estadio en forma de herradura, con gradas que
albergaban a 30000 espectadores, registrándose además los
ganadores de cada competencia. Esta fiesta se celebra cada 4
años, cabiendo en el calendario griego, donde se celebraba la
tregua. A los ganadores de la competencia se les entregaba una
corona de olivos que se recogían de las orillas del río Alfeo. De
esta manera los griegos dan una importancia al cuerpo y su
desarrollo en las competencias atléticas, siendo los juegos
olímpicos la conmemoración y celebración hacia éste, el cuerpo.

En dichos juegos olímpicos, las competencias más importantes que


se disputan son:

El significado del cuerpo en la edad media y el renacimiento

Con el advenimiento de la Edad Media, el cristianismo y su


pensamiento tienen su esplendor en el centro europeo. El cuerpo
era concebido como una carga, como un sufrimiento, sometido a
la disciplina del orden establecido por la iglesia, supeditado a la
salvación del alma, sumiso, compasivo, abstemio de dolor y de
vida.

Fuera de lo establecido por la Iglesia como filosofía para la vida en


general, el cuerpo popular se manifestaba en las fiestas
medievales, un cuerpo grotesco, excediendo sus propios limites
mediante sus protuberancias, abierto al mundo, sin inhibiciones,
desbordante de vitalidad, sin jerarquías se mezclaban el cuerpo
entre la multitud, renaciendo en contraposición a la filosofía
reinante.

Con el advenimiento del Renacimiento, la visión del cuerpo en la


sociedad cambia. Se manifiesta una corporeidad despojada de la
visión teológica. El cuerpo adquiere un valor productivo y la
muerte es vivida como la posibilidad de una nueva vida. El saber
anatómico, oculto y desprestigiado por la Iglesia Católica en la
Edad Media, es retomado por los catedráticos y reaparece a
través de disección del cuerpo, comenzando así el dualismo de
cuerpo o carne y persona o espíritu.

Por lo tanto el cuerpo del Renacimiento, es un cuerpo alegre,


divertido, explorador, que busca lo lúdico en el medio que lo
rodea, en el mundo, pero para fraternizar y socializar con otros
cuerpos.

El significado del cuerpo en el romanticismo

A partir de la Revolución Francesa, se promovieron nuevos


valores, la modernidad se instala en las principales ciudades de
Europa, exponiendo al individualismo urbano y la revolución
industrial como principal característica. El cuerpo se alineaba con
los mecanismos de producción y se lo veía como una máquina
para el trabajo.

Se trata de que el cuerpo llegue a gran velocidad a todos los


lados con la creación de carreteras; como también esté cómodo,
representado por la creación del sofá; como también el silencio
como protector de la intimidad, creándose espacios para estar,
como el café; aparece también la arquitectura cerrada; se crea
el automóvil, el ascensor, marcando las características de la
modernidad que marcarán la unión entre los cuerpos pasivos e
individuales, con los cuerpos veloces sin la estimulación y
posibilidades de movimientos.

Con el Positivismo, surgido en el siglo XIX, se continuó


desvalorizando el cuerpo, este movimiento se expresaba a través
de la ciencia experimental del orden social y del progreso
técno/individual.

Se promovía el futuro a través de la publicidad, promoviendo el


dinamismo y la velocidad, identificando el progreso técnico con el
progreso humano. El hombre solo desempeña el papel del
maquinista perfecto, inventor, se prescinde del cuerpo obrero
reemplazándolo por engranaje y varillas que prolongan sus
extremidades como también en el arte la creación de las
marionetas. La figura humana queda en la penumbra. El objetivo
era fragmentar el cuerpo para potenciar las partes.

Ante esta postura de lógica racional tecnicista y de uniformidad


industrial, nace un nuevo movimiento: el Romanticismo.

Su intención es reivindicar la subjetividad, la libertad sobre la


disciplina, reaccionando contra la rutina de las sociedades
industrializadas.

En las artes surge el expresionismo en oposición al impresionismo.


La preocupación se centraba en los conflictos íntimos; la realidad
era vista como un espacio de profundización, abandonando las
expresiones superfluas, buscando respuestas en la propia
imaginación. El cuerpo es valorizado según la influencia artística.

Nace la danza moderna mediante movimientos que expresan


mejor los sentimientos y las fuerzas creadoras, subrayándose la
relación con lo terrenal mediante la persecución corporal, la
reptación, el caer y recobrarse, encarnado como lucha Kinésica.

Por otro lado la Revolución Industrial en Inglaterra, dio como


resultado el nacimiento de otra escala social: la Burguesía
Industrial. A esta burguesía industrial junto con la Aristocracia que
gobernaba el país, les sobraba mucho tiempo libre, y lo
aprovechaban para ejercitar su cuerpo, gestando el nacimiento
del deporte moderno.

Este cambio de concepción del cuerpo, produjo una valoración


más importante, llena de expresiones subjetivas, realzando el
cuerpo colectivo e individual, dando paso a la expresión pura de
un sueño, de Pierre de Coubertin, el nacimiento del olimpismo
moderno, y nacen así los juegos olímpicos modernos.

El significado del cuerpo en la actualidad

El cuerpo en las sociedades contemporáneas es visto y vivido bajo


la concepción del paradigma anatomía fisiológica. El cuerpo es el
pilar de una medicina fascinada por los procesos orgánicos.

Surge a su vez el interés por la expresión corporal del imaginario,


una búsqueda de la integridad perdida y de la buena salud a
través de la preocupación por el cuerpo.

En esta preocupación, esta visión de lo corporal, la corporeidad


humana tuvo distintos momentos según las décadas.
En los años setenta perduraba una idea del cuerpo ligada al
ejercicio de lo sensorial y la actividad física, y se expresaba en la
vida cotidiana. Muchos concurrían al trabajo por sus propios
medios de movimientos (caminando) o con instrumentos sencillos
de locomoción (bicicleta) tratando de cumplir siempre el mismo
camino, habitando el trayecto. El hombre aún tenía anclaje en su
cuerpo y la comunidad donde se valoraba la convivencia en
grupos por ejemplo la barra del café. El desgaste físico se reducía
a espacios y tiempos acotados, por ejemplo el tiempo y los
espacios laborales en la fábrica, dejando a los tiempos de
esparcimiento el club, el café y la familia.

Por otro lado el deporte espectáculo empezaba a tomar su primer


envión, con la profesionalización de algunos deportes como el
fútbol, produciendo una movilidad social importante; Las
trasmisiones en los medios masivos de comunicación, con su
negocio de marketing deportivo; como también la valorización y
actualización continuamente de las primeras teorías de
entrenamiento físico avaladas por los resultados deportivos.

La década de los ochenta marcaría el inicio de la explotación del


cuerpo, algo que llega hasta nuestros días. El cuerpo es sometido
al máximo con distintos tipos de entrenamiento para cualquier
experimentación científica, acrobacia y/o técnica motriz. Todo
esto fomentado, gracias a los avances tecnológicos, por la
expansión de los medios de comunicación que invaden todos los
campos sociales, como la danza, la gimnasia, la familia y el
deporte. Se produce una reelaboración de la definición de
intimidad, fomentada por el creciente individualismo. Este
individualismo vuelve al cuerpo portátil, vergonzoso, frágil, a la
búsqueda del cuerpo sano y joven por medio de los métodos de
entrenamiento físico. Esta visión esta ligada al endiosamiento de la
apariencia física como forma de éxito, que se ve reflejado en la
Educación Física Escolar donde se busca tonificar y formar para la
producción. El cuerpo se vuelve protésico, ya que todo sujeto
puede ser donante o receptor de órganos. Esta vivencia del
cuerpo máquina, continúa vigente, notándose esto en el discurso
diario “estás acelerado” o “se te aflojó un tornillo”.

Con la llegada de los años noventa, los avances de la


modernidad no eran los esperados y empezaban a dejar
consecuencias, la post-modernidad y la velocidad vivenciada
asumen un valor creciente. En los hogares se advierte un hombre
cómodo, sentado o acostado frente a la pantalla del televisor o
de la computadora, remplazando las ventanas o las puertas,
aprovechando la comodidad de los controles remotos, o teléfonos
móviles, siendo la tecnología una parte más de nuestros cuerpos.

El individualismo hace del cuerpo una posesión, mientras la


identificación esta ligada a sentirse miembro del cuerpo colectivo,
ligada al sentimiento caracterizada por los códigos culturales de
comportamientos propios. Esta vinculación se da a través del lugar
y la forma de vida, la estética y la forma de vestirse como los ritos
del propio grupo. Estos tipos de grupos se les comienzan a
denominar Tribus Urbanas. Estas tribus viven su cuerpo, su
corporeidad como comunidades emocionales, eligiendo como
exteriorización la energía en eventos deportivos, recitales o en
espacios festivos con fuerte componente físico donde se fusiona el
baile con codearse y golpearse, primando el yo social, el cuerpo
grupal sobre el yo individual, el cuerpo propio, simulándose estos
cuerpos individuales a engranajes propios y compatibles del
mecanismo superior, del motor colectivo y oscilante.

La corporeidad se manifiesta a través de movimientos kinésicos,


con manifestaciones gestuales, posturales, relacionada con los
elementos de la imagen y lo corporal.
El fin de siglo XX y el principio del Siglo XXI trajo una corporeidad
plagada de idealismo como fundamentación de la personalidad
y el bienestar psicológico, dando como resultado la imagen del
éxito. Este idealismo de la belleza se fundamenta en el
ocultamiento o retraso de la adultez o vejez corporal, en la
posibilidad de múltiples cirugías estéticas, como también en la
consumición de tecnología y recetas de entrenamiento físico
mágicas y de ropa de moda.

La explotación de la comunicación digital convierte a las tribus


urbanas, se vuelven mega nautas, formando una identidad global,
produciendo la llegada del cuerpo al planeta universal y general,
siendo todo el globo un lugar, un espacio para identificarse y
expresarse. Se produce un resurgimiento de las micro culturas
autónomas, sin la necesidad de un espacio físico de referencia,
siendo su espacio el universo de la red, el colmo de las ráfagas de
luz cibernéticas del cable digital, identificando a cada integrante
su cuerpo a ella.

Este nuevo siglo, propone una diferencia socio-económica con


respecto a los cuidados del cuerpo. Las clases se acomodan y
tienen acceso a tiempo libre, de ocio, para descansar en lugares
propios y sociales repletos de comodidades corporales, gimnasios,
máquinas de deportes extremos, como también tratamientos de
masajes y de bellezas, saunas y jacuzzis, promoviendo la mejor
calidad de vida, accediendo a los cuidados profesionales en
clínicas privadas de salud, tratando de salvar al cuerpo de la
vejez, de su muerte diaria. A contrapartida, las clases menos
acomodadas, en la marginalidad y la pobreza, el cuerpo es vivido
como una herramienta de trabajo. de subsistencia, desgarrado de
emoción, resignados a los planes sociales de salud y bienestar de
los estados provinciales y nacionales. Lo niños trasladan esta
sensación de desarraigo al juego popular como el fútbol,
agregándole además de las reglas, la violencia ante la
impotencia engendrada por su entorno desfavorable. A
contrapartida de la clase acomodada, la muerte del cuerpo es
vivida día a día, sin descanso más que el que brinda el sueño, sin
recreación más que el rito sencillo del mate, exponiendo la vida
en salas de emergencia repletas de cuerpos, virus y violencia. El
cuerpo en las clases desfavorables es vivido con violencia, con
furia y se exterioriza en la dejadez y desazón del alcohol y las
drogas, la desilusión por el futuro y en el palo a palo del día a día
de la realidad.

Conclusión

Podemos concluir afirmando que el cuerpo ha tenido una


mirada evolutiva a lo largo de la historia. Cada una fue
circunstancia de las ataduras sociales y culturales de sus tiempos.

La corporeidad la podemos asociar a la motricidad, ya que el ser


humano experimenta con su cuerpo de manera práctica, con
vida, actuante. La corporeidad y la motricidad son indisolubles, no
existen una sin la otra, representan cada una en el análisis
científico, son elementos con definiciones propias, pero en la
realidad práctica, activa del hombre, el cuerpo no puede
concebirse sin vida, sin movimiento. La motricidad esta presente
en lo cotidiano del hombre, cargadas sus acciones de sentimiento
y finalidad, interactuando y expandiéndose en el tiempo, en
busca de la trascendencia de sus actos con el medio social y
natural. La motricidad da sentido a la corporeidad y viceversa.

El movimiento siempre ha servido como método para que las


distintas sociedades moldeen el cuerpo humano, está presente en
los currículos escolares, las ideologías imperantes y reinantes de
cada momento histórico, reduciendo al hombre a disciplina o
descubrimiento, en busca de un control social absoluto.

Siguiendo a Manuel Sergio y aplicando sus conceptos al hombre


lo podríamos definir desde las siguientes dimensiones:

La corporeidad: Desde y a partir del cuerpo me proyecto al


mundo

La motricidad: Interioriza y humaniza el movimiento

La comunicación y cooperación: Afirmamos el nosotros, vos y yo


conectados, unidos a partir de estar en el mundo.

La historicidad: Vivir nuestro presente, proyectando el futuro


esperanzador, sin olvidar de donde venimos, sin olvidar nuestro
pasado.

La libertad: Entender las necesidades, para ser un ser reflexivo,


histórico y autónomo del propio medio.

La noosfera: Buscando la totalidad humana, por medio de los


saberes espirituales y culturales.

La trascendencia: Buscando hacer para crecer y ser mucho más.


A partir de estas dimensiones el cuerpo no se reduce a una
instancia biológica, sino a un ser histórico-social, biológicamente
activo.

La corporeidad, representa el modo de ser del hombre, bajo


circunstancias históricas, siendo la Educación Física su herramienta
más importante.

Foucault afirma que el cuerpo es portador de poder, por ende


que uno es portador de poder, que colectivamente somos
portadores del poder colectivo. Este poder del cuerpo colectivo
esta sujeto a normas y leyes propias de cada sociedad, siendo
que este cuerpo colectivo porta mayor poder, y que este cuerpo
colectivo es el que realiza las normas colectivas y reglas que
engendran el cuerpo colectivo popular absoluto de poder.

Este cuerpo colectivo, Cuerpo Institucional, es el efecto de una


elaboración social y cultural, por lo tanto la corporeidad y la
motricidad representan un ente propio, indisoluble del imaginario
colectivo propio de cada cultura, que lo legitima en su expresión
como sociedad, que estará representada y puesta en marcha por
la Educación Física, las teorías que la avalan, y su incidencia
directa en la vida colectiva.

Entender exactamente desde donde venimos y hacia donde


vamos como forma de vida, como una raza de animales en el
reinado de la naturaleza, como la humanidad misma, es hacerse
cargo del presente elaborándolo y trabajando con miras al futuro.

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