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Sobre “La poética del espacio”

Introducción:

En el presente documento se pretende dar a conocer algunos de los postulados más


importantes sobre La Poética del Espacio de Bachelard con el fin de aterrizar conceptos
clave para el análisis de poemas que permitan el reconocimiento de espacialidad y que
busquen respuesta a asunto fenomenológicos.

Para hablar de la poética del espacio es importante reconocer que este texto tiene múltiples
interpretaciones y, pese a que la lectura psicológica es válida no es el único foco
de atención que merece el texto, bajo esta conciencia me permito reconocer conceptos
clave que se tocan a lo lago de los 6 capítulos en donde el espacio poético se reconoce en
diferentes locaciones y elementos que hagan parte de dichas espacialidades, en este sentido
es válido reconocer la casa como el primer espacio poético reconocible y del cual hay una
conciencia primaria, la casa como un espacio íntimo donde surgen las primeras impresiones
del mundo y en donde la imaginación y la memoria sufren un proceso de desarrollo que
consolida la visión subjetiva del mundo; además es el primer espacio donde gracias a la
imaginación y la memoria se reconstruye a ensoñación y se reconoce como la cualidad que
permite que la casa sea un espacio poético ya que es donde hay una vivencia de la
condición humana, es un desprendimiento de la realidad y se permite puentes sensibles
entre lo real y los mundo posibles que habitan este mismo espacio, que conviven allí, que se
mueven y dialogan.
Este espacio material, la casa, es un sistema bajo el cual el hombre es, donde el hombre
entabla una convivencia con el espacio, y esto es posible a través del fenómeno del
sedentarismo ya que gracias a este el hombre tiene la posibilidad de aterrizar sus sueños, y
la memoria, en calidad de propiedad individual posibilita otras formas de imaginación y, es
que las condiciones del espacio tales como la privacidad, la libertad, la comodidad etc.
Generan una noción de plenitud asociada con el bienestar que se encuentra permeada por
este ensueño. Para Bachelard la identidad de los espacios se logra a nivel lingüístico a
través de la evocación de las imágenes y es comparable a lo que logra el cerebro con el
hecho de memorar.
Con respecto a las imágenes poéticas y las metáforas es importante hacer una salvedad: La
metáfora para Bachelard es una herramienta primitiva que carece de espontaneidad, es na
construcción sígnica racional que adquiere un significado difícil de expresar, que toma
elementos de la realidad y los codifica, hay una ruptura mecánica de la ensoñación y a
diferencia de la imagen que es producto de la imaginación no es de carácter trascendental.
En consonancia con esto, el pensamiento individualizado, el concepto clasificado es
pensamiento muerto, pierde su carácter móvil, su espontaneidad. Pasando al tema del
armario, y poniéndolo en términos de dimensiones, de espacialidad, el armario es un
símbolo que almacena una gran carga semántica, no solamente es reconocido como un
objeto material, el armario es una dimensión espacial que alberga profundidad, es un
espacio que almacena y protege recuerdos que posibilita la ensoñación, es un espacio
íntimo, como el cofre, en este sentido el armario podría ser quien almacene, quien le dé un
lugar al cofre, se presentaría como un territorio poético que permita el reconocimiento de la
intimidad cuando el cofre se abre, cuando el cofre significa, cuando el cofre adquiere
dimensión espacial, en este sentido es válido afirmar que el poema adquiere otras
dimensiones también, el espacio dentro del poema es este juego de abrir y cerrar
cofrecillos, de abrir y cerrar secretos, espacios íntimos, y a su vez este objeto más grande:
El armario hace las veces de poema, es este territorio donde la intimidad se aloja, se
reconoce, se repiensa, es.
El poema como refugio: el nido, la concha y los rincones.
En este apartado quiero detenerme un poco, quiero que el reconocimiento del poema como
espacio se exponga en el sentido en que así como el nido es un refugio para los pájaros, es
el lugar donde nacen los pichones y creces para después volar, así mismo el poema es el
espacio, le refugio no solo del poeta para expresar la concepción subjetiva del mundo que
ha construido a través de su diálogo con espacio exteriores, con cuerpos, con territorios
ajenos a él, sino que también se presenta como el espacio donde se mantienen ciertas
valoraciones que vuelan, que permean y habitan en su defecto otras regiones, otros nidos,
otras casas, es decir: el poema como nido permite el crecimiento de ideas expresadas a
través de imágenes o metáforas que trascienden y a través de la referenciación o el
intertexto se permiten habitar otros espacios.
En este sentido el poema es un espacio vivo que proporciona vida, y que se deja vivir
como ya se ha visto antes en este documento a través de la exploración de la imaginación,
la memoria y el ensueño.
En concordancia con Bachelard el hecho de coleccionar nidos solo le quita la vitalidad a los
poemas, es como esconder una planta del sol y del agua, es esperar a que marchite, es
obligarla a la muerte prematura, al desconocimiento de la vida, así mismo este solipsismo
de escribir para uno mismo un poema, de imposibilitar el encuentro que necesita el hecho
escrito y el escribir un poema obliga al poema mismo a esta condena de desconocer el
mundo, de ignorar la posición del otro como territorio, del otro como nido, del otro como
espacio íntimo que a su vez trasciende y merece la búsqueda emocional, memorable y
ensoñadora.
Esta experiencia de habitar el nido, es muy parecida a la de habitar la concha, es esta
necesidad de habitar esos espacios vacíos, de proporcionar una esencia de ser al espacio y
entablar un diálogo con y en él, en este sentido la ensoñación surte un efecto más amplio, la
ruptura con la realidad de sentido es capaz de usar esta sensación de protección y refugio en
un nivel más profundo, además de comprender que esta imagen de la concha puede ser muy
surrealista, claramente en este sentido el factor psicológico es imperante,también puede
entenderse al poema como artificio que le proporciona vida a este espacio vacío, lo
convierte en un espacio habitable.
Para finalizar, y con respecto a este gran símbolo de los rincones, (aquí una lectura
muchísimo más psicológica) me quiero detener en la conciencia de ser como un espacio en
que el que el cuerpo del poeta y de poema condensan el inicio de nuevos espacios de
manera simultánea, la conciencia del ser presente en el cuerpo, en un territorio se da gracias
a la presencia del “rincón” que lo entiendo y represento como el espacio a solas en que la
conciencia empieza a reconocer al ser como ser, la conciencia de sí mismo que explica
Bachelard a través de Sartre, la niña que halla su casa en si misma, de la misma manera
sucede con el poeta como espacio, como espacio interno, como reconocimiento de sí sobre
sí mismo, este factor psicológico es importante porque permite un reconocimiento espacial
que se extrapola a las dimensiones del poema, incluso a la forma misma en que se
construye el espacio interno- externo del poema, a través de la recuperación de los
recuerdos y la espontaneidad de la imagen en su composición. Este rincón es un espacio
también de posibilidades ontológicas, la búsqueda de la esencia se da gracias a este espacio
porque el rincón es más pequeño que la casa o el armario, el rincón es topográficamente
más pequeño que otros espacios que albergan más información del mundo, sin embargo en
él hay algo de esta información condensada en una escala menor debido a su condición
espacial y aunque parezca minimalista es capaz de emprender este tipo de búsqueda como
si se tratara de una intimidad dentro de la intimidad.

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