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Dhammapada

Consejos Del Buddha

Traslación

Héctor O. Abbiati
Víctor M. Romano

Versión del original de la Colección de


Textos Electrónicos de la Biblioteca de
la Universidad de Adelaida, Australia
(http://etext.library.adelaide.edu.au)

-1-
C
Caappííttuulloo II
V
Veerrssooss G
Geem
meellooss
1. Todos nuestros logros son el resultado de nuestras intenciones: sus fundamentos son el resultado
de nuestras intenciones, todo se funda en la causa primera de la intención; todo fue forjado por
nuestras intenciones. Si un Ser piensa, habla o actúa con un sentido de intención dañina, el su-
frimiento lo sigue, como la rueda sigue la pezuña del buey que tira del carro.

2. Todos nuestros logros son el resultado de nuestras intenciones: sus fundamentos son el resultado
de nuestras intenciones, fueron forjados por nuestras intenciones. Si un Ser piensa, habla o actúa
con un sentido de intención no dañina 1 , la bienaventuranza lo sigue, como el propio espíritu
ilumina al ser.

3. “Él abusó de mí, él me pegó, él me derrotó, él me robó…”-en aquellos que guardan tales pen-
samientos, ocultando intenciones más profundas, el odio nunca cesa.

4. “Él abusó de mí, él me pegó, él me derrotó, él me robó…”-en aquellos que no guardan tales
pensamientos, ni ocultas intenciones, el odio no existe.

5. El odio no cesa por el odio: el odio cesa por el amor; esa es una verdad, trascendente.

6. El mundo ignora cuál es la finalidad que la vida trata de expresar; -pero aquellos que la cono-
cen, ya no tienen por qué disputar.

7. Aquel que vive buscando sólo placeres 2 temporales, con sus sentidos fuera de control, inmode-
rado en su forma de comer, cómodamente ocioso, Mara (el tentador) seguramente lo instruirá,
como el viento fortalece a un débil árbol.

8. Aquel que vive sin buscar placeres temporales, con sus sentidos armonizados, moderado en su
forma de comer, leal y firme en sí mismo 3 , a él Mara seguramente no lo encontrará 4 , al igual
que el viento no halla objeto alguno que empujar en el vacío 5 .

9. Aquel que solicite el colocarse la investidura naranja,6 sin haberse purificado de sus máculas,
aquel que subestime al temple y la veracidad, falto de honestidad7 , sólo obtendrá la apariencia
de la vestidura naranja 8 .

10. Mas, aquel que se ha purificado en sus máculas 9 , se fundamenta de lo esencial, reconociendo el
temple y lo veraz 10 . Aquel se hará merecedor 11 de la investidura naranja.
1
Ahimsa: principio de no-daño
2
Los placeres debilitan; mejor dicho, el exceso de placeres o el estar solamente concentrado en ellos. O sea, ser un
extremista debilita al Ser. No son los placeres los que destruyen, porque Dios le dio placeres a todo el mundo, si no,
no estarían en el mundo. No obstante, los excesos producen excesos.
3
Leal y firme en sí mismo no quiere decir “egoísmo”.
4
Mara no lo encontrará. Lo va a buscar y, como está en sí mismo, no encuentra dónde poder instruirlo.
5
Vacío: la Nada
6
En realidad, el color es ámbar-oro. “Investidura” se utiliza en el sentido de vestidura interna.
7
Una persona puede ser honesta en relación a lo que ella vive.
8
La convierte en una simple vestidura naranja. Dicha apariencia es apariencia a nivel de realidad. En suma, apariencia y
esterilidad dan como resultado algo hueco.
9
Las máculas ayudan a un Ser a purificarse; no son su enemigo, son su gran instructor interno.
10
Aquel que pudo encontrar en sí mismo el temple y la veracidad, puede reconocer si el otro los posee.

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11. Aquellos que ven imaginariamente la verdad, en ese sitio en donde ella no está; y ven falsedad
en ésta, nunca se acercarán a su sitial. Se encuentran envueltos en medio de las circunstancias
elaboradas por sus propias intenciones.

12. Aquellos que reconocen lo veraz en la verdad, y lo erróneo en la falsedad. Se acercan a la Ver-
dad interna, siguiendo deseos honestos de iluminación.

13. Así como la lluvia penetra a través de una casa descuidadamente techada, la pasión teñirá a una
mente irreflexiva, de acuerdo a la intención.

14. Así como la lluvia no penetra a través de una casa cuidadosamente techada, la pasión no teñirá a
una mente sanamente reflexiva, de acuerdo a la intención.

15. El que desea lo innecesario entristece este mundo, y sólo lamentos encontrará en el próximo; no
puede evitar sus manifestaciones en ambos. Él se lamenta y sufre cuando recibe el resultado de
su propia acción.

16. El ser honesto halla paz en este mundo, y en el otro; abriéndole las puertas a la bienaventuranza.
El regocijo brota de sí, cuando la purificación ha sido realizada en sí misma.

17. El que hace lo innecesario pena en este mundo, y sufre en el siguiente; él encuentra el resultado
de sus acciones en ambos. Se entristece al descubrir la intención de su acción innecesaria; no
conscientemente, sigue el sendero innecesario.

18. El Ser justo encuentra bienaventuranza en este mundo, y paz en los siguientes; vive en biena-
venturanza en cada uno de ellos, de acuerdo a su grado evolutivo 12 . La bienaventuranza no lo
deja, gracias a la necesaria realización de la acción, que fue concretada por él; la bienaventuran-
za aumenta en la medida en que él logra mantenerse en el camino necesario.

19. El Ser que, en intención, no es consciente de lo necesario, aunque pueda repetir en palabras el
texto completo de la ley y sus particularidades, mas no logra ejecutar lo solicitado por ella, ne-
cesariamente, tiene una religiosidad aparente, es como aquel cuidador de ganado ajeno que se
imagina que es suyo, sin serlo.

20. Aquel que sigue la ley, aunque en su memoria sólo pueda retener unos pocos versos de ella 13 ,
habiendo dejado de lado sus intenciones pasionales superfluas, habiendo derrotado su odio y su
tonta forma de moverse en el mundo, habrá adquirido la posibilidad de un conocimiento mayor
y una mente que le ayuda a encaminarse, hacia la meta de la paz interior, sin siquiera darse
cuenta de ello. 14 A él no le preocupan las cuestiones de este mundo ni las del otro, ya está en
camino hacia la meta buscada.

11
El ser merecedor o no de la investidura es una cosa; que a la persona se la den o se la ponga, es otra: todavía falta
mucho. El primer paso es la purificación, pero después viene la capacitación para poder llevarla. Aquí la persona está
frente a la posibilidad: debe elegir si lo hace o no. Después de elegir, corresponde discernir si le pesa o no le pesa.
12
Por ende, la bienaventuranza es posible aquí y ahora, al igual que el Nirvana.
13
Es aquel que la mayoría de la gente toma como ignorante, porque no puede repetir los versos. En realidad, sólo guar-
da en su memoria y atesora en su corazón, aquellos versos esenciales: ése es un sabio, los demás, son intelectuales.
14
El Ser tomó este camino, aunque no se dé cuenta

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Caappííttuulloo IIII
H
Hoonneessttiiddaadd
21. La veracidad es el sendero que nos lleva hacia la realidad posible (Nirvana), la actitud egoísta es
el sendero de la realidad ilusoria (virtual). Los honestos viven, los deshonestos es como si vivie-
ran, muertos.

22. Aquellos que perseveran en la honestidad, habiendo comprendido su sentido 15 , hallan en ella lo
veraz, y el regocijo brota en sus corazones.

23. Los sabios, en constante vivir, con suave firmeza interior, fluyendo la energía del amor divino a
través de ellos, están en camino hacia la realización (Nirvana).

24. Si un Ser honesto se ha puesto en movimiento, aun contra sus deseos, olvidándose de todo lo
demás, si sus acciones o hechos están libres de las máculas del egoísmo personal 16 , si actúa res-
petando y considerando al prójimo, teniendo su comportamiento bajo sereno fluir, desde el inter-
ior de su Ser, y vive de acuerdo a lo que él realmente es (Dharma) 17 , entonces la
bienaventuranza será una realidad presente.

25. Al accionar conscientemente, aun contra sus personales deseos, gracias a la honestidad adquiri-
da con esfuerzo, teniendo su comportamiento bajo sereno fluir 18 , el buscador de sabiduría va
construyendo su propio sitial en el mundo, en servicio a los demás, que ni la más firme tempes-
tad podría hacer desaparecer.

26. Los tontos se nutren de la vanidad 19 ; los aprovechados, del conocimiento deshonestamente em-
pleado. Aquel que va en busca de la sabiduría, encuentra en la honestidad, un sano refugio ante
la tempestad del mundo.

27. No siguiendo la vanidad, ni al regocijo que produce el amor aparente y el deseo vano, siendo
honesto y meditativo 20 , se alcanzará una alegría en real regocijo.

28. Cuando el Ser humano ha aprendido que la honestidad rehúye el camino de la vanidad, él ha
comenzado a encontrar la escala que le permitirá acceder a una mayor realidad, sólo allí podrá
comprender el por qué de observar con respeto a los demás y comprenderlos, y serenamente,
contendrá en sí mismo a la sedienta multitud en su peregrinar21 , como la montaña que halla con-
tinuidad en el valle.

15
Esa es la cuestión: comprender el por qué.
16
Hay un egoísmo superior y otro inferior: aquí hablamos del egoísmo personal, o sea, el inferior, que se puede mani-
festar de múltiples formas.
17
El Dharma real es el que vive en el interior de cada ser.
18
Es necesario recalcar aquí, que el fluir es sereno y no autoritario; por ende, el fluir es natural.
19
Esto es así porque los vanos y banales son tontos.
20
En el sentido de “reflexivo”.
21
La montaña es sólo altitud del valle; el valle es sólo planicie de la montaña: no hay diferencia esencial, sólo en la
oportunidad evolutiva. Por ende, el sabio no es más ni menos que otros, sino que forma parte de un todo, encontran-
do la realidad de su ser interior, y él se da cuenta de que, estando en la montaña, ésta es continuidad del valle, y que
él viene del valle y se convirtió en montaña por propio esfuerzo. Eso es también una posible oportunidad para los
demás, y una posibilidad concreta; no es más ni menos que los demás: es parte de los demás, porque se atrevió un
poquito antes a cosas a las que los demás, se van a atrever un poco después.

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29. Honesto entre aquellos que viven en la ilusión, atento entre los somnolientos, el Ser consciente
así se torna diligente 22 , dejando atrás lo que ya no es necesario 23 .

30. Así el humilde va en busca de su puesto de responsabilidad encontrando su tarea, para beneficio
del resto. El acto honrado pasa desapercibido; sólo el tiempo lo hace aflorar 24 .

31. El buscador de sí mismo, expresando honestidad, no prestando atención a las distracciones que
la mente le propone, se libera de las ataduras que él mismo se fabricó.

32. El buscador de sí mismo, reflexivo, que no es arrastrado por sus pensamientos, va en busca de la
perfección, aproximándose siempre a la meta.

22
Por ende, la Vida es un constante aprendizaje.
23
El Sabio no es mejor que los otros: el Sabio es sabio porque logró encontrarse a sí mismo. Cuando uno se encuentra a
sí mismo, es naturalmente distinto a los otros y semejante a todos los demás. Se siente mejor consigo mismo, pero no
mejor que los demás.
24
Con el tiempo, todo el mundo descubre la verdad en lo acontecido. Tal es el peso de la verdad, de lo veraz. En el
presente pasa desapercibido y todo el mundo lo niega, pero con el tiempo, estos últimos reconocen su equivocación.

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Caappííttuulloo IIIIII
E
Ell PPeennssaam
miieennttoo
33. Como el arquero corrige el defecto en la flecha, el buscador de sabiduría debería serenar su
mente oscilante, encontrando firmeza en sí mismo 25 , convirtiéndose en aquel que vigila y así,
sin esfuerzo, contenerla.

34. Como un pez fuera del agua, que yace sobre la playa árida, así nuestros pensamientos tiemblan
en pedido de auxilio al tentador 26 .

35. La mente se ha de disciplinar, no forzándola, ya que es imposible de sujetar por la fuerza, dado
que ella se sale de rumbo con suma facilidad al sentirse inquietada; una mente disciplinada apor-
ta serenidad al camino de bienaventuranza 27 .

36. El Ser humano debería vigilar su forma de pensar, pues sus pensamientos son astutos en el arte
de engañarlo, y con facilidad huyen de su percepción consciente: los pensamientos que han sido
objetos de vigilancia, serenos nos acercan a la bienaventuranza.

37. Aquellos que se dediquen a disciplinar naturalmente su propia mente, difícil de enmarcar, cuya
tendencia es la de andar en círculos laberínticos, tras su propio interés, imposible de encontrar, y
que se esconde a sabiendas del atento morador interno, se liberarán de las trampas de la mente y
del deseo superfluo.

38. Si la firmeza interior no es la suficiente como para evitar dejarse arrastrar por sus propios pen-
samientos vanos, si el Ser humano no actúa de acuerdo a su sentido interno, si en su paz él se
encuentra perturbado, su conocimiento difícilmente se convertirá en sabiduría.

39. Los pensamientos en el Ser humano son producto de la intención, ella los alimenta y los dirige,
reinando la confusión en la conciencia; si sólo concentrara su atención en lo necesario, abste-
niéndose del pensamiento dual, el temor del vigilante interno se disiparía.

40. Conociendo que este cuerpo manifiesto es frágil como una jarra de fino cristal, fortaleciendo
esta vivencia a través de la propia experiencia, único juez confiable y certero, junto con el pro-
pio discernimiento honesto, hasta convertirlo en firme certeza interior, entonces, no habrá temor
en ningún sitio de su Ser, mientras permanezca vigilante y atento.

41. Llegado su momento, el cuerpo yacerá inerte en tierra, sin vida, ayudándonos a tomar concien-
cia de que es sólo una vestidura temporal necesaria.

42. El odio alimenta al odio, la enemistad forja más enemistad, mas una mente erróneamente enfo-
cada, hará un daño mayor que la suma de ambos.

43. Ni una madre, ni un padre, ni familiar alguno, brindarán ayuda como lo hace una mente correc-
tamente enfocada en lo necesario, desde el Ser interior.

25
La firmeza no es una cualidad de la mente, es una cualidad del Ser.
26
La mente es el tentador; los pensamientos piden ayuda a la mente. Tienen un aliado: nuestros pensamientos piden que
la mente se alíe a ellos.
27
Una mente serena es como un perro leal, siempre atento a las necesidades de su amo, como una función natural.

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Caappííttuulloo IIV
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Diisscceerrnniim
44. ¿Quién se atreverá a trascender lo terrenal, la Muerte y a los Dioses mismos, y permanecerá
incólume en su logro? ¿Quién se atreverá a encontrar el Sentido real, respetarlo y seguirlo, como
el Ser perceptivo distingue entre los aromas de las flores vivas y las moribundas, y, entre las vi-
vas, su múltiple variedad, sin confundirlas, con total, suave, firme y delicado respeto? 28

45. Aquel que va en busca de sí mismo debería sopesar en su justa medida: lo terrenal, la Muerte y a
los Dioses mismos. Así, el buscador logrará el sentido de la oportunidad 29 de estar frente a la
prueba, que el aroma de la flor le ofrece.

46. A aquel que toma conciencia de que su cuerpo de manifestación física, es tan poco perdurable
como la espuma que la ola trae, al igual que ilusorios espejismos, el mundo de su subjetiva ilu-
sión no tendrá cómo atraparlo en su red de aparentes realidades, así su conciencia no se verá en-
gañada por la ilusoria Muerte.

47. La Muerte hallará a aquel Ser que, distraída e irrespetuosamente, junta flores sin importarle ni
su aroma ni su interna naturaleza, sólo por el hecho de coleccionarlas por meros apetitos egoís-
tas, como un aluvión se lleva a una población que, despreocupadamente, duerme el sueño de los
irresponsablemente irrespetuosos.

48. La Muerte siempre somete al Ser que, irrespetuosamente, arranca las flores de un jardín que no
le pertenece por derecho natural, antes de recibir el resultado de sus ansiados deseos temporales.

28
Esto alude a la ley de respeto por el prójimo: el prójimo es sagrado y tan importante como mi Ser. La defensa de la
conciencia del prójimo, su vida, es tan importante como la propia vida. El discernimiento es total, suave, firme y de-
licado respeto.
29
Ante la oportunidad de aprender, sería mejor respetarla, darse un tiempo y, por ese momento, callar y no opinar; la
ocasión es la que tiene que mostrar su forma de comunicación y lo que necesita, en ese lenguaje que se desconoce
por completo. En este sentido, uno debería manejarse como un total ignorante: sentarse, callarse, escuchar, ver, reci-
bir, para advertir cuál es la necesidad de la ocasión, cuál es la instrucción necesaria que uno debería recibir de la oca-
sión. La ocasión es sagrada; no se debería osar herirla en grado mínimo, porque desaparecería. En otras palabras: se
presenta ante uno la oportunidad de crecimiento; no se sabe ni lo que es, apenas se percibe algo delante de uno. No
se alcanzan a distinguir o a discernir ni sus características, ni su forma de moverse...nada. Entonces uno debería ir li-
geramente hacia atrás, dejarle el total espacio para que se manifieste, porque uno quiere saber qué es. Para eso, se de-
ja de ser protagonista: la protagonista es la situación, el sentido de la oportunidad; hay que dejar que ella se
manifieste libremente. No se debería juzgar si ella trae errores o no, pues uno no sabe distinguir entre lo que es un
error y lo que no lo es, en esta nueva situación. Uno debería retirarse al interior de su espíritu y de su corazón, dejar
el campo libre a la situación para que me enseñe: uno es como un ignorante total, hay que sentarse en el último ban-
co, de forma silenciosa y solamente ver, percibir, sentir...El sentido interno sería el único capaz de discernir; por en-
de, solamente en el silencio interior se descubre la realidad de lo que está pasando. Una vez descubierta, habría que
fijarse cómo se debería participar sin violar la situación, y sumarse a ella. Hay que comprometerse a desarrollar el rol
que todavía se desconoce y que la situación solicita. Así se saldría de la ignorancia total. Ahora que uno ya cedió, y
que aprendió por ceder, la que va cediendo despacio, porque yo la respeté en grado sumo, es la situación. Entonces,
al confiar en uno y ver la pureza de su interior y la veracidad de la intención transparente y trascendente, ella cede
para brindarle a uno el lugar, que a uno le corresponde. Se debería aprender, de ahí en más, qué es lo que se tiene que
hacer, porque eso ha sido solamente el principio. Nótese el autorespeto que tendríamos que tener.

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49. Así como la abeja toma el néctar necesario sin dañar a la flor, a su color y a su esencia, ni tan
siquiera a su suave y sutil aroma, así el sabio, desde el sitial que ha encontrado para sí, aconseje
sin producir, en lo posible, daño a los otros seres, de acuerdo a la necesidad que ellos expre-
sen. 30

50. La crítica corroe ahora, corroe luego y corroe siempre a aquel que vive criticando. Cuídese el
buscador de que tal actitud se transforme en costumbre. Porque tal costumbre, día con día, lo
alejará más de sí mismo, no permitiéndole corregir el propio error, que es lo único que depende
de sí mismo; el resto no depende de él. Así obra el honesto, dado que solamente de él debe cui-
darse, en lugar de perder el tiempo en cuestiones que no son de su incumbencia, ni proporcionan
evolución a su conciencia.

51. Así como la apariencia de una hermosa flor, cuyo color y refulgencia no reflejan la propia esen-
cia, sino la vacuidad de su desolación interior, así son las delicadas, laberínticas y dulcemente
escondedoras y perniciosas palabras de aquel que, siendo deshonesto, comercializa con el alma
de los Seres, tentándolos con falsas flores y delicias aparentes, casi reales.

52. Mas cuando la real belleza de la flor surge de la necesidad de su propia esencia, así adquieren
peso de realidad las palabras que brotan del corazón del Ser, que actúa de acuerdo a su propia
real nobleza interior.

53. Así como de la correcta elección de cada una de las flores de acuerdo al tiempo y la ocasión, se
construye un ramo que brinda alegría a aquel que lo ve, así, paso a paso y con suma paciencia,
precaución y delicado respeto, debe el Ser guiarse en el Sentido, para que los logros broten sin
forzarse, naturalmente.

54. La esencia en las flores no se resiste a la suave brisa del Sentido. Así, ni la rosa, ni la orquídea,
ni el sencillo jazmín, ceden su belleza interior al sutil ladrón de tesoros del reino. Tal, es el aro-
ma que exhala la esencia interior de los Seres que, con firme suavidad respetuosa, no temen se-
guir en el Sentido que su corazón sugiere, aun en medio de la tempestad, que trata de derribar su
firme, profundo y certero paso hacia el portal de su destino, donde le aguarda lo desconocido.

55. Margarita, lirio, clavel del aire o rosa, todas y cada una de ellas, sin excepción, participan del
aroma sutil de lo esencial.

56. Sencilla, es la fragancia de la flor en el jardín de lo cotidiano. Así el aroma de la simple, humil-
de y honesta verdad interior, se eleva hacia la profundidad del reino, sin causar temor a aquellos
que participan de tal acontecimiento sagrado.

57. En aquellos que, forzosamente, por propio esfuerzo y sin obligación de nada, han obtenido el
logro del conocimiento interior y, luego de ello, hayan comprendido que ese fruto no les perte-
nece, compartiéndolo de acuerdo a la necesidad de sus hermanos, la ocasión de lo incorrecto no
hallará huella donde asentarse.

58, 59. Así como la azucena crece en medio del lodazal pestilente, a la percepción de los tontos y
los descreídos por su arrogancia y falta de luminosidad, así crece la oportunidad de aquel
que arriesga toda su vida por un ideal, que no tiene la menor oportunidad de éxito y logro.
Así surge de sus propias cenizas el que todos creían muerto y derrotado, ante los ojos de
una humanidad incrédula y arrogante, por la vacuidad de su comprensible tontería y su jui-

30
Esta debería ser la regla de oro para el servidor, cualquiera sea su tarea.

-8-
cio inexperto. Así, ese ser consciente despierta ante la realidad del juicio silencioso que lo
guió siempre. Su alma encuentra la paz en este mundo o en cualquier otro, ya nada le retie-
ne. Su único interés es el interés general, al cual nunca traicionaría, aun a costa de la pérdi-
da de su propio Ser.
Así, muy a su pesar, no podría evitar, por más que le pese, que los ojos de los cansados
compañeros de ruta elevaran su vista hacia él, tratando de encontrarse a sí mismos.

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V
E
Ell N
Neecciioo
60. Larga es la noche para el vigía; largo es el camino para aquel que todavía no encontró su pro-
yecto de vida; apesadumbrada se hace la vida para aquel que no ha encontrado su Sentido real.
La pena se acrecienta en su corazón y su conciencia.

61. Si el viajante no logra encontrar a alguien que, en capacidad, sea semejante o lo supere en cono-
cimiento, luz, amor-sabiduría, firme y serena voluntad interior y un ideal superador de sí mismo
y con proyección claramente altruista, siga el buscador su camino solitariamente, pues sólo en sí
mismo puede confiar; no existe hermandad con el necio, sólo la posibilidad de ser traicionado
instantáneamente.

62. “Estos son mis hijos, y baso mi fuerza, en el poder del dinero”, tales son los principios del ne-
cio.
Él no sabe lo que es el autorrespeto y proyecta sobre los demás su defecto.
Él no logra encontrarse a sí mismo todavía, carecería de autoridad para dar sugerencias éticas al
resto; grita y no es capaz de escucharse.
La falta, quizás, estaría en aquel que lo tolera sin ponerle límite a su ignorancia, sin dar ayuda a
su necesidad.

63. El necio que es consciente de su necedad, ha comenzado el camino de su propio progreso inter-
ior. Pero un necio que se cree omnipotente e inteligente, ese sí es un necio real: merece ayuda.

64. Si un necio fuera alumno de un sabio y nunca faltara a clase y sus calificaciones fueran sobresa-
lientes, se alejaría considerablemente de la verdad, tan distante de sí mismo en su dependencia y
en su pérdida de real voluntad espiritual, que su carácter no sería la expresión de su espíritu, sino
la apariencia del poder de un capataz de estancia que nunca llegaría a ser dueño de las tierras
que pisa.

65. Si un Ser inteligente aceptara humildemente los simples consejos de un preceptor, que lo trata
como a un hijo en su corazón y en su decir, tendría una ligera oportunidad, tenue, sutil, pasajera,
de abrir un poco los ojos ante la realidad que él mismo es, como, a través del sentido del gusto y
la sensibilidad, el sabor del nutriente eterno llega a conformar el corazón de aquel que está por
despertar.

66. Los necios que, en su ignorancia, se ufanan de su gran entendimiento, no son conscientes de que
ellos son sus propios enemigos y que yacen vencidos en su campo de batalla interior, sin que
haya sonado la mínima descarga de las armas en combate. Así, sus acciones incorrectas ya han
solicitado el remedio a sus intenciones, siendo ello de irremediable transcurrir.

67. Al Ser, luego de realizar una acción incorrecta, sólo le queda el camino de corregirla. No impor-
ta cuánto tiempo le tome, no importa el método: el logro final está asegurado, dado que no pue-
de escapar al destino que él mismo se fabrica para su propia evolución.

68. La acción correctamente realizada satisface la necesidad de la conciencia, despertando paz y


alegría en el espíritu interno y su corazón. (Pautas del discernimiento interior)

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69. Cuando la incorrecta acción todavía no ha sacudido a la conciencia, el necio disfruta del ban-
quete de la ignorancia; mas cuando el resultado no es el esperado, sólo la reflexión lo encamina-
rá hacia el sentido de lo real.

70. Así como el necio sigue paso a paso las indicaciones para realizar una estructura lógica, que lo
lleve al logro de sus ambiciones, su objetivo diferirá esencialmente de aquel que, sopesando jus-
tamente su destino, realiza lo necesario.

71. Una acción incorrecta no muestra su resultado fácilmente, sino que lo oculta cubriéndose de una
ilusión agradablemente placentera, así como la sombra sigue al ser que la produce.

72. Cuando el resultado de la acción se hace evidente a la conciencia de quien la produjo, la ilusión
del banquete de la ignorancia comienza a disiparse por sí misma y comienza el momento de la
oportunidad.

73. El necio construye su reputación a través de los honores, los reconocimientos, los títulos y los
aplausos ajenos, haciendo de su personalidad un reino de arena, que la suave brisa de la realidad
se encargará de demoler, por sí sola.

74. Tanto el creyente como el no creyente sostienen que el mundo funciona gracias a ellos: “Yo
hice esto, yo hice aquello, gracias a mí todo funciona, sin mí, este mundo se desmoronaría. Así
tejo la red de esclavitud invisible que los demás me permiten en su comodidad.” 31 . Así son las
variables que el necio maneja en su mundo y así, complementariamente, ambos, el necio y aque-
llos que gozan de su comodidad, alimentan su “mundo feliz”.

75. Unos llegan a la meta por el camino largo, otros, por el corto, y la mayoría, por el único posible
para ellos; el esfuerzo debería ser un medio natural, regular y sostenido más allá del tiempo de
una vida.

31
Las leyes no las pone el necio, las ponen los cómodos. El necio se aprovecha de esta situación.

- 11 -
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VII
E
Ell B
Buussccaaddoorr D
Dee SSaabbiidduurrííaa
76. Si al ir en busca de un consejero te encuentras con un Ser que acepta compartir sus experiencias
de vida contigo, recuerda que tú lo llamaste; hazte cargo del pedido, dado que tal Ser solamente
siente la obligación de ser veraz ante tu pregunta y contestar honestamente; si te muestra aquello
que en ti tú no quieres ver, escucha su consejo aunque más no sea por única vez.

77. El consejero que usted mismo eligió sólo puede acercarle sugerencias, no más; el resto depende
de su decisión.

78. Ten en cuenta que tú y sólo tú eliges a tus compañeros de ruta; cuídate solamente de tu propia
elección.

79. Sólo aquel que presiente el Sentido, halla paz en su obrar y reflexiona aunque más no sea tan
sólo un momento en lo dicho. No le importa, ni tiene en cuenta la opinión de nadie, sólo se deja
guiar por su vigía silencioso, el resto es perros de paja.

80. Aquellos que tratan de hacer lo justo nunca guardan nada para sí, ni se sirven de Ser alguno; no
utilizan reglas de comercio. Así como el arquero tensa su arco por sí mismo, así el buscador de
la verdad sólo puede confiar en sí, forjándose en su propia fragua y aventando su propio fuego
interior.

81. Así como el petrel danza en medio de la tormenta huracanada, sin que su gozo interior se sienta
tocado, así el buscador aprende a danzar en el viento, de la suave brisa del Sentido.

82. El Ser aconsejado, al escuchar la sugerencia y notar que concuerda con su naturaleza interior,
halla paz en el consejo, experimentando la profundidad, la quietud y la suavidad de un lago se-
reno.

83. Aquellos Seres que han decidido transitar, de acuerdo al Sentido, han tomado la firme decisión
de realizarlo sin importar lo que acontezca; sólo dependen de sí mismos y su fortaleza es la so-
ledad. No pierden su tiempo en charlas vanas: se ocupan del logro y la realización en el servicio.
La felicidad o la tristeza no hallan cómo esclavizarlos, no dejándose manejar por el burlón tirano
de las emociones.

84. El buscador, el servidor, no deseando logros para sí, sino que, dejando que su corazón altruista,
su inteligencia y su serena voluntad, se ocupen de ayudar al progreso ajeno, hace lo necesario
sin que los resultados importen en medida alguna. Así, estaría dispuesto a dejar de lado familia,
logros sociales, poder y riquezas terrenales y espirituales. Ni los bienes celestiales serían para él
una tentación. Sería incapaz de utilizar su sutil inteligencia, para engañar a Ser alguno, en bene-
ficio propio: antes preferiría el destierro absoluto de su conciencia.

85. Pocos hay entre los Seres que, además de desearlo, lo realizan, y, de aquellos que lo realizan,
menos aún lo sostienen y lo comparten. El resto sólo puede ser espectador a la espera de su pro-
pia maduración, la cual, tarde o temprano, será inevitable.

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86. Mas, unos pocos de esos espectadores, al ver las señales, se pondrán prestos en la marcha hacia
su propio destino, habiendo comprendido el sentido de la ocasión. La muerte ya no tiene poder
sobre sus decisiones.

87, 88. Al buscador ya no le satisfacen los valores que hasta ese momento seguía. Algo lo impele a
ir en busca de lo no existente, de aquello que no tiene sentido para los otros. A partir de ese
momento, es considerado un descastado, un apátrida, un Ser sin hogar; se convierte en un
exiliado voluntario, cuyo único deber es el de auxiliar a los sin rumbo. Ya nada tiene, ya na-
da le queda del que era, las posesiones de este mundo nada significan para él. Las posesio-
nes celestiales nada significan; se conoce a sí mismo, sabe lo que tiene que hacer, lo hace.
Está en su destino, él es su destino.

89. Aquellos que han encontrado el Sentido, permaneciendo en él, han encontrado las leyes que lo
gobiernan, armonizándose con él, realizan sólo lo necesario. Entienden y realizan lo justo con
una responsable libertad.

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C
Caappííttuulloo V
VIIII
E
Ell C
Coonnsseejjeerroo ((A
Arrhhaatt))
90. Al término del viaje, el sufrimiento cesa, al consejero ya el dolor no lo encuentra, no está liga-
do a lo que queda atrás; se ha esfumado para él la prisión en la que estaba.

91. A él la mente ya no tiene cómo distraerlo, no siendo feliz en su morada anterior; parte como
cisne dejando tras de sí el lago, dejándose llevar por la brisa de la libertad.

92. Ser a quien las riquezas ya no tientan, que se nutre de lo necesario, que ha percibido la libertad
en la Nada, donde no existe el condicionamiento, el sendero que sigue es difícil de percibir, ca-
si ininteligible para el resto, salvo para aquellos que se aventuren.

93. Aquel a quien los apetitos ya no manejan y cuyo goce no lo ata al apego producido por el en-
gañador, está en posición de hallar el rastro que deja la bandada tras de sí.

94. Los mismos dioses se pondrían a disposición de aquel, que ha sometido a sus extraviados sen-
tidos a la voluntad de su Íntimo, que carece de orgullo y a quien los apetitos mundanos ya no
someten.

95. Un Ser como éste sólo hace lo necesario, basa su conducta en la tolerancia; es transparente
como un lago que no está contaminado por el lodo; la secuencia de renacimientos ordinarios
carece de necesidad para él.

96. Su pensamiento carece del oleaje de la perturbación; serenas son sus palabras, apacibles sus
acciones habiendo logrado su libertad, al convertir su conocimiento en sabiduría, convirtiéndo-
se así en un Ser cuyo consejo refleja calma, quietud, paz y eternidad.

97. Aquel Ser que no basa su vida en el “creo”, pero cuyo conocimiento se fundamenta en aquello
que está más allá de lo manifiesto, que ha cortado todos los lazos con el mundo conocido, re-
moviendo la causa profunda que osó tentarlo durante numerosas encarnaciones, a las cuales él
cedió voluntariamente en su sendero de aprendizaje (toda experiencia es sagrada), renunciando
a todos los deseos luego de haber obtenido el logro de los mismos, este Ser aconsejaría orien-
tando en humildad.

98. En cualquier pueblo, en cualquier bosque, en la profundidad de las aguas o en la superficie de


lo terrestre, dondequiera que se hallen los consejeros, doquiera que se encuentren, la paz se es-
parce.

99. Allí donde tales consejeros moran, la paz reina; dicha paz muchas veces perturba al mundo que
no está acostumbrado a respirarla; no obstante, la serenidad del ambiente los contendrá, pues
allí las aguas de las pasiones no encuentran qué agitar.

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Caappííttuulloo V
VIIIIII
L
Looss M
Miilleess
100. Mejor que un discurso que contenga miles de palabras vanas, es el contenido de una sola pa-
labra que trae paz y regocijo a aquel que la escucha.

101. Un poema construido con miles de palabras cuyo adorno carece de sentido, es nada, en com-
paración a la esencia y el aroma profundo exhalado por el poema de una sola palabra en el
Sentido.

102. Un Ser, al recitar mil versículos de un poema sagrado, huiría de la esencia en el Sentido, for-
jando miles de palabras vanas en la irrealidad de su discurso; ellas nunca se acercarían a la
vivencia pura, honesta, sincera y veraz de aquel que, habiendo ingresado en el Sentido, en su
mirada y en su silencio lo refleja.

103. Si un Ser conquistara en batalla mil veces a mil enemigos, esto carecería de valor ante aquel
que, conquistándose a sí mismo, hiciera de la batalla un sin sentido.

104, 105. Del Ser sólo depende la orientación y la conquista de sí mismo; fácil es la conquista de
otros y la orientación del prójimo: lo dificultoso es lo primero; no hay forma de transfor-
mar en derrota el logro de aquel que se conquistó a sí mismo, sin ayuda de nadie; este Ser
ha encontrado su sitial.

106. La ofrenda a mil dioses vanos, es nada, frente al ofrecimiento sincero del propio Ser a la vo-
luntad del Sentido.

107. Si un Ser, durante cien años, adorara al fuego sagrado de la mente en algún lugar, esto no le
reportaría el logro necesario, tal si se entregara al esfuerzo del logro en sabiduría de su Ínti-
mo.

108. Mil ofrendas, mil sacrificios, mil sinsabores cuyo objetivo es la obtención del mérito: es nada
ante la plena rendición al Sentido, que nada significa para el resto de los Seres.

109. Aquel que abriga en su interior el natural y profundo respeto por el Sentido, acrecentará en sí
mismo y en servicio a los demás, alegría en el vivir, la belleza será su ámbito natural, el esta-
do de felicidad nunca lo abandonará y la fuerza del Sentido manifestará arte por doquier sin
límite.

110. Mas aquel que ilusoriamente vive en la superficie de los hechos, tarde lamentará su decisión:
la tristeza y el desasosiego invadirán su corazón; y en aquel en que el despertar aflore, aunque
éste dure breves instantes, lo buscará desesperadamente el resto de su existencia, encontrando
un motivo que para los demás Seres sería difícil de percibir.

111. El ignorante tiene delante de sí un largo camino, mereciendo el respeto de aquel que se cono-
ce a sí mismo.

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112. La vida de cien años del cómodamente ocioso nutre su ilusoria existencia y lo va alejando de
la esencia de la Vida, sin siquiera darse cuenta.

113. En la vida de aquel que carece de medida y proyecto interior, cien años se convierten en una
eternidad; mas si un Ser encuentra su Sentido esencial y su proyección en el mundo, cien
años no le alcanzarían para gozar de la tarea emprendida.

114. Cien años en la vida de aquel que no ha encontrado su sitial, hacen de él un Ser sin rumbo y
sin brújula, mas aquel que se ha encontrado a sí mismo, al enfocarse en el mundo, natural-
mente seguirá su destino.

115. El Sentido es esquivo para aquel que vive en la ilusión de los sentidos, mas aquel que ha des-
cubierto en la Vida, su Sentido, verá que todo el tiempo del mundo se resume en un segundo,
y su preocupación y desesperanza desaparecen para siempre, en el aquí y ahora.

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Caappííttuulloo IIX
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Noo D
Daaññaarr

116. Si un Ser persistiera en lo correcto en forma presta, debería vigilar que su intención y sus pen-
samientos naturalmente se mantuvieran en ese sitial; si un Ser humano hace displicentemente
lo que es correcto, su mente, juguetonamente, se place y encuentra regocijo en el dañar,
haciéndole perder lastimosamente el tiempo de la oportunidad de progresar.

117. Al Ser humano que realiza una acción incorrecta, sólo le espera su resultado; al deleitarse por
el resultado de dicha acción, sólo perderá lastimosamente su tiempo, su ignorancia se acre-
cienta: deja que el deleite lo turbe. No pierdas tu tiempo en él.

118. El Ser humano, al hacer lo correcto, no tiene necesidad de volver a repetir la experiencia. La
alegría y la satisfacción humildemente brotarán de su corazón; no hay cabida para la falta; su
conciencia naturalmente está en paz; no existe en él huella de preocupación ni espacio para la
duda. La bienaventuranza es el resultado natural.

119. Aun en aquel que actúa incorrectamente, la bienaventuranza lo roza, hasta el momento en que
dicho accionar produce sus resultados, desapareciendo y sin dejar rastro, sólo decepción y
aprendizaje.

120. Hasta un Ser que actúa correctamente ha de pasar por momentos de duras pruebas y de dolor,
antes de la concreción del resultado de su acción, cuya manifestación es la paz que sólo da la
concreción del logro altruista, el cual carece de toda mancha en su conciencia.

121. Que ningún Ser piense ligeramente sobre el resultado fácil del actuar incorrectamente, ya que
lo que viene fácil se va amargamente fácil como vino, percibiendo el Ser en su corazón el
triste resultado de su ineficiente accionar. Así como una tetera se llena gota a gota, así el ton-
to, poco a poco, se va vaciando de contenido, poco a poco.

122. Del mismo modo y con semejante método, el buscador de sabiduría debe trabajar paciente-
mente, poco a poco, realizando las acciones necesarias, que por sí solas le permitirán evolu-
cionar, casi sin darse cuenta.

123. El Ser debería cuidarse de producir daño, como el cuidador de tesoros que, al trasladarlos de
un punto a otro, careciendo de protectores, debe extremar su cautela y sigilo. Como el Ser
que, amando la Vida, se entrega a ella evitando la cobardía.

124. Aquel que no presenta heridas en su mano, puede tocar los pétalos de una planta venenosa sin
sufrir daño; el veneno no lo afectará, ya que él se encargó de que sus heridas cicatrizaran ade-
cuadamente, con respeto, esfuerzo y responsabilidad. El daño no existe para aquel que no
ejerce daño alguno.

125. Si un Ser ofende a un Ser puro, indefenso e inocente como un niño o una dama, la reparación
y el reparador no tardan en presentarse, muy que a su pesar le incomode, como suave polvo
arrojado a contraviento, turbando su faz.

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126. Cada cual ha de encontrar el sitio que se supo conseguir con su propio esfuerzo, para bien o
para mal. Aquellos que necesariamente han realizado lo pertinente y ya no abrigan en su in-
terior deseos de vidas futuras, ya no tienen por qué volver, si así lo decidieran.

127. No hay lugar en el cielo, en el mar, ni en los valles entre las montañas, donde la Muerte pu-
diera no encontrar al Ser mortal, al fatigado peregrino, salvo que él decidiera otra cosa.

128. No hay lugar en el cielo, en el mar, ni en los valles entre las montañas, donde el Ser pudiera
evitar el destino que él mismo se creara, dándole la oportunidad de resolverlo o no.

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Caappííttuulloo X
X
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Laa V
Viioolleenncciiaa
129. Todos los Seres rechazan la violencia; temen, desde lo personal, a la muerte; recordando esto,
sigue el Sendero del no-daño, el cual te pertenece y surge en ti naturalmente desde tu misma
esencia.

130. Todos los Seres rechazan la violencia; aman al Sentido, que se expresa a través de la Vida;
recuerda esto: la necesidad de proteger y no dañar surgirá en ti naturalmente.

131. Aquel que, en busca de su propia felicidad, daña o bloquea el Sendero de otro Ser en igual
búsqueda, sólo está provocando la pérdida de su propia felicidad.

132. Aquel que, siguiendo el Sendero de búsqueda de su propia felicidad, no daña a quienes tam-
bién van en busca de ella, ayuda a que la felicidad de todos se acreciente.

133. Al hablar, tu palabra debe acercar paz y serenidad. Si tu discurso daña el alma del que lo es-
cucha, reflexiona en ello y corrígelo.

134. Si al permanecer callado logras compartir paz y serenidad con quien a ti se acerque, hazlo y
los sonidos del silencio se manifestarán.

135. Si la Edad y la Muerte dirigen la vida de los Seres, ellos aún no han comprendido el Sentido
de la Vida.

136. Aquellos que carecen de discernimiento, no diferencian la acción correcta de la incorrecta,


mas a aquel que premeditadamente realiza la acción equivocada, sólo le espera el resultado de
ella.

137. Aquel que provoca dolor a Seres inocentes, que no pueden defenderse, se hace pasible de
producir diez estados:

138. El de sufrimiento cruel; Pérdidas; Lesiones físicas; Profundas aflicciones; o Alteraciones


mentales,

139. Penalidades legales; Descrédito social; Desarticulación familiar; Pérdida de bienes,

140. O Pérdida del hogar, y a la Muerte, irá al sitial que le corresponde.

141. No hay ritual alguno, que pueda purificar a aquel, que no realice el esfuerzo de armonizarse a
sí mismo.

142. No dependiendo de su forma de vestir, reflejando su paz interior, serenidad, sin hacer osten-
tación de palabra, austero, sencillo, no buscando faltas en los otros Seres: así un Ser comparte
su armonía.

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143. ¿Existe en este mundo un Ser realmente sencillo, que no depende en su accionar de la apro-
bación o la reprobación del prójimo?

144. La Paz interior refleja en el mundo actividad plena y regocijo que no depende de la aproba-
ción del mundo, confiado en el propio conocimiento y en el propio comportamiento, sin olvi-
dar nunca el deber que naturalmente surge desde el interior.

145. Aquellos que, excavando, encuentran agua, la llevan donde sea necesario; los arqueros fabri-
can sus propios arcos; los carpinteros dan forma a los muebles; sólo los Seres se moldean a sí
mismos.

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Caappííttuulloo X
XII
V
Veejjeezz
146. En este mundo donde reina la tristeza, el desasosiego y la normalidad, dime, ¿por qué no in-
tentas luchar en defensa de la verdad que te acerque a una realidad sincera?

147. ¡Observa tu tonto disfraz, con heridas aparentes que no convencen a nadie, armado con des-
cuido por un sastre desprolijo, cúmulo de enfermedades que empalidecen tu corazón y lo
avergüenzan de tal desidia ante tu cobardía de vivir, revoltijo de muchos pensamientos que
carecen de coherencia, pueriles, insustanciales, fingiendo debilidad, despreocupándote de tus
responsabilidades íntimas, habiendo perdido el control de tu propia vida, exigiendo de los
demás soluciones que no ofrecen respuesta válida, a la renuncia de la búsqueda del propio
Ser!

148. Nuestro cuerpo, cúmulo de enfermedades y desperdicios, indecisiones, irresoluciones, nos


hace vagar por el mundo como si ya estuviéramos muertos, gracias a nuestra entera irrespon-
sabilidad y nuestra pérdida de Sentido Vital.

149. Mira esos huesos blancos, ¿qué disfrute hay en mirarlos? Semejan calabazas arrojadas desde
la planta, que carecen del nutriente vital, que ella antes le brindaba.

150. Al darle suprema importancia al cuerpo formado por huesos, sangre y carne, este pensamien-
to hace que uno olvide que en él moran la vejez y la muerte, el orgullo y el engaño.

151. La destrucción alcanza aun a las esplendorosas carrozas de los reyes, de igual forma, el cuer-
po también espera su ocaso, sólo los valores reales sobreviven a tal destrucción, - así los jus-
tos aconsejan a los buscadores.

152. El Ser que poco se esfuerza, poca comprensión obtendrá; envejece como un buey; su cuerpo
se desarrolla, mas su conocimiento no crece en igual ritmo.

153, 154. Buscando al hacedor de este tabernáculo, el Ser atraviesa, en el curso de su experiencia,
un sinfín de encarnaciones, mientras no lo encuentre; siendo doloroso el nacimiento, re-
pitiéndose una y otra vez. ¡Pero ahora, hacedor del tabernáculo, te he descubierto! No te
daré la posibilidad de volver a construir el tabernáculo. Ya tu cárcel no puede detener-
me; las estructuras que fabricaste, a partir de ahora carecen de sentido. La conciencia, en
su búsqueda de lo eterno, ha logrado esfumar el deseo de manifestar lo temporal.

155. Los Seres que son indisciplinados en el acontecer de sus vidas, y no han ganado tesoros en su
juventud, perecen como garzas viejas en un lago sin peces.

156. Los Seres que son indisciplinados en el acontecer de sus vidas, y no han ganado tesoros en su
juventud, yacen, como arcos rotos, suspirando por el pasado que ya no existe.

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Caappííttuulloo X
XIIII
U
Unnoo M
Miissm
moo
157. Si un Ser se tiene en estima, que se observe cuidadosamente; el buscador de sí mismo debe
estar atento durante las tres vigilias de la noche.

158. Que cada Ser se discipline en la observancia y ejecución de lo necesario, luego recién podrá
compartir dicho conocimiento con otros; así el buscador colocará cada cosa en su lugar con
respeto y discernimiento.

159. Si un Ser se hace a sí mismo, como intenta orientar a otros para que sean, estando él mismo
contenido, así podrá contener a otros en el respeto; la personalidad es difícil de disciplinar y
ser contenida.

160. Sólo el Ser es el señor de uno mismo, ¡¿quién más podría serlo?! Al contenerse a uno mismo,
tiene el Ser la posibilidad de manifestar un señor, cuya nobleza es el origen del respeto.

161. Lo innecesario realizado por uno mismo, destroza al causante que produce esa acción, como a
un tonto, como un diamante logra partir a una piedra preciosa sin esfuerzo.

162. Aquel que en lo incorrecto está excedido, se rebaja al estado, en donde su enemigo necesita
que él esté, para así dominarlo con facilidad, como una planta trepadora logra capturar a un
árbol, al cual con sus ramas rodea.

163. Los actos incorrectos y los actos que dañan tanto a uno mismo, como al prójimo, son senci-
llos de realizar; lo que es necesario, eso es difícil de realizar, por el Ser conciencia.

164. Es tonto aquel que desprecia la orientación de aquel que le ofrece, honestamente, ayuda, y
sigue los consejos floridos del petulante y sagaz engañador, él produce fruto para su propia
destrucción.

165. Uno mismo es el causante de los propios errores; uno mismo es el causante de las omisiones
de lo correcto; sólo uno mismo puede mejorarse por sí mismo. Los actos, la palabra, los pen-
samientos y la intención son correctas o incorrectas, sólo dependiendo del Ser que las produ-
ce; nadie puede determinar lo correcto o lo incorrecto en la vida de nadie.

166. Nadie puede olvidar la responsabilidad de la propia tarea por cumplir o la de hacer cumplir la
labor de otro o de otros: esto es falta y cobardía encubierta; una vez que el Ser descubre, tras
largo esfuerzo, su tarea, lo único que le queda por delante es cumplirla de la mejor manera
posible, hasta el final.

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Caappííttuulloo X
XIIIIII
E
Essttee M
Muunnddoo
167. ¡Aprende a discernir cuál es la senda de lo incorrecto! Haz lo necesario… ¡Desacostúmbrate a
vivir en el no-pensar, dejándote guiar por pensamientos que no te pertenecen! ¡En lo posible,
despégate de las doctrinas, con discernimiento! Trata de evaluar lo que el mundo te ofrece,
para evitar seguirlo ciegamente y sin medida; evalúa desde lo profundo de tu corazón.

168. Al despertar de la comodidad cotidiana, el Ser toma conciencia que sólo su accionar lo llevará
a buen término. ¡Sigue el clamor del silencio que guía el juicio desde lo interno! Así encon-
trarás, oportunamente, la alegría que la paz interior brinda.

169. Trata de seguir la ley que te lleva por el sendero de lo necesario, y al final del mismo podrás
encontrarte con el regocijo simple del deber cumplido.

170. Este mundo relativo se asemeja casi a una burbuja, tal vez a un espejismo: así la conciencia
nos ayudaría a enfrentar cualquier momento, cualquier crisis, cualquier dificultad, incluso la
muerte.

171. Observemos tranquilamente los resplandores de este mundo; la mayoría de los Seres se en-
cuentran envueltos por ellos, algunos se mueven a través, casi sin ser tocados por sus brillos.

172. Habiendo seguido una vida de imprudencia, y después de haber aprendido, por propio esfuer-
zo, llegando a ser prudente; colabora con la necesidad del mundo en su evolución, como el
viento despeja de nubes a la Luna, pudiendo ella así brindarnos su suave resplandor.

173. Para aquellos Seres que, habiendo cometido errores necesarios en su vida, y luego de apren-
der, se les abre la oportunidad de la comprensión, el discernimiento y la operatividad en lo
necesario, un nuevo sendero de posibilidades se abre ante ellos. Así brilla el sol, luego de que
un viento limpia de nubosidades el cielo.

174. En este mundo de sombras aparentes, unos pocos alcanzan a vislumbrar el brillo del sol al
mediodía; menos aún son conscientes de que la nubosidad es algo temporal, sabiendo que la
tormenta tiene un principio y un final, no pudiendo alterar el ciclo normal del día.

175. Así como los cisnes siguen el sendero del sol, guiados a través del éter por su sentido interno;
así los Seres continúan su sendero evolutivo de acuerdo a su esfuerzo, a su orientación y a sus
logros, siguiendo el sentido del guía silencioso, que en ellos habita y orienta.

176. Cuando un Ser humano, por ignorancia, piensa, actúa o falsea su palabra, aún más, no respe-
tando el mundo de los otros y al mundo; se ganó el derecho de aprender de acuerdo a las con-
secuencias que él mismo creó.

177. Los duros de corazón construyen su propia celda; se asemejan a tontos que se refugian en su
temor, para no compartir con los otros el brillo de su corazón, produciendo sus propias nubes
de tristeza, que ensombrecen su realidad. Al descubrir la gracia del compartir, experimentan
la alegría de la fraternal laboriosidad que, con el tiempo, ilumina y regocija al mundo.

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178. ¿Qué surgirá de esta reflexión? ¿Esperas ejercer la soberanía en esta Tierra? ¿Deseas un cielo
acorde a tu dignidad? ¿Necesitas del poder absoluto en tu mundo o en el de los demás? ¿O te
conformarías tan sólo con Ser?

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Caappííttuulloo X
XIIV
V
B
Buuddddhhhhaa ((O
OAAqquueell Q
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Deessppiieerrttaa A Miissm
A SSíí M moo))
179. Aquel cuyo logro proporciona la paz necesaria, que ninguna crítica puede rozar, ha encontra-
do en su interior la guía de vida necesaria, en el silencio que todo lo sabe, todo lo ve y todo lo
percibe, más allá de toda lógica.

180. A aquel que está seguro de que su sendero es el correcto, aun siguiendo su propio deseo, o a
aquel que ha apagado su propio deseo de vida, ¿cómo poder ayudarlos a comprender la deci-
sión necesaria? ¿Qué actitud es la debida? Oriéntanos, Luz del Silencio Interior.

181. Los dioses perciben y respetan a aquellos Seres que, a través del esfuerzo, la perseverancia y
el enfrentamiento de los propios errores (que los han llevado a Ser) mantienen así su posición
más allá de las tormentas de este mundo probatorio, compartiendo este logro.

182. No es fácil el nacer a este mundo; dificultosa es la vida cotidiana; se requiere de gran esfuer-
zo para encontrar dónde se encuentra la verdad, que expresa el silencio, en lo profundo del
Ser, y es allí donde, posiblemente, encuentres al Perfecto Despierto, si te atreves.

183. Luego del aprendizaje, a través de los errores, sólo a partir de ese momento diferenciaremos
lo correcto de lo incorrecto, logrando que la intención sea la apropiada a la necesidad del Ser
interior, el portador de luz, el Buddhha.

184. Aquellos que han logrado despertarse, llaman “paciencia” a uno de los más profundos logros,
cuyo objetivo es el aprendizaje a través del camino del sacrificio de sí mismo y de aquellos
valores que la humanidad natural tiene por ciertos. La paciencia es la manifestación más pal-
pable y cotidiana de la no-violencia y de la paz interior, que confía, más allá de cualquier du-
da, en el propósito profundo que yace oculto en el prójimo.

185. La sugerencia del Íntimo, que espera que nuestra conciencia no se alimente de la crítica, de la
violencia egoísta, que viva acorde al sentido interno, que es manifestación de un Sentido Ma-
yor, se trasluce en la forma en que nos nutrimos, dormimos y nos relacionamos con el próji-
mo. Así, los pensamientos quedan al servicio de aquél (el Íntimo), al igual que las
intenciones.

186. La codicia es el grito desesperado de la conciencia, en el camino de la búsqueda hacia sí mis-


mo. Cuando ella ya no la satisface, ya no tenemos necesidad de seguirla. Todo es necesario.

187. Otros Seres necesitan de la meta de los placeres celestiales, cuya enseñanza ha de encontrarse
al lograr hallarlos. El deseo es la fuerza motriz que impulsa al Ser consciente hacia un nuevo
logro y, consecuentemente, a un nuevo despertar. Todo es necesario.

188. Los Seres humanos, bajo la enseñanza del miedo, buscan refugios temporales: el consejo de
los Sabios, los templos, las ermitas autoerigidas… lo externo, hasta encontrar en su propio
cansancio al refugio del Ser interior que, con todo y con todos, conforma una Unidad de Vi-
da.

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189. Gracias a estos refugios temporales y a la experiencia que nos brindan los mismos, es que la
conciencia comienza a tener la necesidad de la búsqueda, en la profundidad del propio Ser.
Todo es necesario.

190. Aquel que se ha encontrado a sí mismo, fuente de lo necesario, y ha encontrado su sitial, en el


silencio de la sugerencia interior, posiblemente encuentre cuatro sabios consejos:

191. La enseñanza que brinda el dolor, el origen del dolor, el término del dolor, y los pasos necesa-
rios (Noble Óctuple Sendero), que nos acercarían a la conclusión del aprendizaje dado por la
escuela del dolor.

192. En los pasos necesarios, es donde el Ser encuentra seguro refugio, en el camino de la búsque-
da de la verdad.

193. La noble tarea de encontrarse, no es un hecho que se logre con facilidad, pero aquel que así lo
realiza, sólo querrá compartir con los demás dicho aprendizaje.

194. Gran regocijo siente el Ser, luego del contacto del reencuentro; gran alegría despierta el con-
tacto con el portador de la verdad interna. La paz encontrada, es acogedora y perdurable, des-
pertando una devoción de profundo respeto, que se manifiesta como Fraternidad En La
Consciencia Trascendente.

195, 196. Aquel que, frecuenciado consigo mismo, descubre la sintonía fraternal, ya no percibe
como lazo en su memoria, las experiencias que lo llevaron a tal contacto trascendente, y
el sano discernimiento reina en él; conoce el valor verdadero de la lealtad y el respeto de
la camaradería universal; su logro es, un logro fraternal.

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Caappííttuulloo X
XVV
B
Biieennaavveennttuurraannzzaa
197. La bienaventuranza es un estado del aquí y ahora, el odio es un sentimiento, que no tiene ca-
bida, ni es reconocido como tal en él.

198. La bienaventuranza es un estado del aquí y ahora, el dolor es algo que quedó olvidado en el
pasado; ayudemos a transmutarlo en nuestros semejantes, como un acto de servicio natural y
cotidiano.

199. La bienaventuranza es un estado del aquí y ahora; tratemos de no ser mezquinos con nuestro
propio Ser y menos aún con otros, aunque todavía ellos no hayan comprendido esta enseñan-
za.

200. La bienaventuranza es un estado del aquí y ahora, el cual, se alimenta desde la nada, de entre
todo lo que surge de ella y del universo que respetuosamente oculta.

201. El logro de la victoria, en sí mismo, encierra el fruto del odio y el recelo. Aquel que ha tras-
cendido los valores de la victoria y de la derrota, vive en bienaventuranza y en paz.

202. La pasión consume a la percepción necesaria y la ciega; aquel que odia es como si ya estuvie-
ra perdido; el profundo dolor excede al del cuerpo; la bienaventuranza real, es aquella que
surge del encuentro de la paz interior.

203. La necesidad interna no satisfecha es la peor de las enfermedades. El más grande de los dolo-
res es el del Ser interior cuando no puede ser escuchado, por aquel que está encargado de sa-
tisfacer su noble necesidad; al comprender el mensaje que antecede y actuar en consecuencia,
el Ser comienza a acercarse al logro trascendente.

204. La salud deriva del más grande de los dones, el contento no depende de las riquezas; el con-
fiar en la profundidad del Ser es la única relación confiable, que conduce a la real hermandad
entre los Seres, la suma de ambos logros, acerca a la bienaventuranza.

205. Luego de encontrar en la soledad del mundo interior, la dulzura de la paz, ésta liberará al Ser
de los miedos, que ya no existen y lo conducirá hacia lo necesario.

206. El Ser, al encontrarse a sí mismo, despierta su profunda necesidad de encontrar a otros Seres,
para compartir lo hallado y así poder dialogar; la comunidad que surge de ellos, conforma un
centro de luz, que a todos lados llega.

207. Aquel que no discierne, junto a quién debería caminar, es porque todavía no ha alcanzado a
respetarse y a comprenderse a sí mismo. Depender de sabios, criticar a los tontos o depender
de vínculos externos, tal no es el camino de lo real.

208. Aquellos que quisieran contactarse con un Ser sabio, inteligente, probo en el conocimiento,
alguien que esté más allá de lo temporal, ese que conoce cuáles son sus necesidades profun-
das y las respeta, van por camino equivocado si lo buscan en lo externo, dado que todas las
anteriores, son manifestaciones del espíritu interno y de la esencia.

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Caappííttuulloo X
XVVII
L
Loo V
Vaannoo
209. Aquellos que viven en lo vano, sin discernir una realidad más profunda, aferrándose a place-
res temporales o celestes, sólo van por el camino largo en busca de la bienaventuranza.

210. La causa del placer o el displacer, es el apego a los resultados de las acciones, siendo esto un
aprendizaje necesario.

211. Manifestación de lo real, es el amor desapegado que no crea lazos de dolor entre los Seres y
que conduce a la comprensión de una realidad mayor.

212. Del lazo del apego proviene lo amargo, del lazo del apego proviene el miedo a perderlo;
aquel que está libre del placer apegado, no hay dónde la amargura y el miedo encuentren có-
mo dañarlo.

213. Del afecto proviene la amargura, del afecto proviene el temor; aquel que está libre de afecto
con apego es porque está establecido en el sitial del amor trascendente, que a todo contiene y
es contenido.

214. De las relaciones humanas superfluas, proviene la pérdida de contenido esencial.

215. Aquel que vive en el amor posesivo, verá que su fruto es el miedo y la amargura; en el amor
no posesivo, se encuentra la clave del amor.

216. La avaricia también es causa de amargura y temor, sólo el dar con discernimiento nos libera y
produce el vacío necesario, para retomar la búsqueda de la plenitud.

217. Habiendo encontrado la inteligencia para hallar lo necesario, lo justo, lo verdadero, haciendo
lo correspondiente; es que ese Ser se ha encontrado a sí mismo y se ha hecho comprensivo
ante los demás.

218. Aquel que ha encontrado su objetivo de vida, consultando en lo profundo de su Ser, con total
honestidad, cuya mente no logra perturbarlo, ni los apegos confundirlo, ha logrado encauzar
un sentido profundo desafiando a la corriente y, sin dudar, se dirige hacia su origen.

219. Así como la familia, los amigos y la esposa reciben con júbilo, a aquel que ha marchado en
cumplimiento del deber necesario, para con todos,

220. De semejante forma, el resultado de las obras necesarias, recibe a aquel que ha hecho lo justo,
y así, él parte de este mundo sin deuda y sin apremios.

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Caappííttuulloo X
XVVIIII
M
Maanniiffeessttaannddoo IIrraa
221. El Ser humano no se debería dejar envolver por la ira; que se cuide del propio orgullo, que se
cuide de tomar por cierto el maquillaje que sus máscaras ofrecen al mundo. El nombre y la
forma agradable son disfraces temporales que no denotan particularidad a la esencia; sólo la
nada posee, y ni siquiera eso.

222. El propio contenido de ira no debería manipular el Sentido de vida. El Sentido de vida, sólo
debería ser conducido, desde la interna necesidad.

223. En el Ser humano el amor hace que, sabiamente, la ira no exista; lo incorrecto no hace pie en
lo correcto; el altruismo hace que el egoísmo ya no sea necesario, dejando fluir la verdad que
anida en su corazón.

224. Sosteniendo la verdad íntima, la ira no encontrará sostén; es bueno valerse del discernimiento
al dar; así encontrarás el regocijo que estas actitudes despiertan en tu Ser interior.

225. Los Seres que se han encontrado a sí mismos, ya no desean herir la esencia de otros Seres y
actúan en consecuencia. Han encontrado una ley más profunda en el Sentido.

226. Aquellos que siempre están atentos a la propia esencia y a sus necesidades, que tomen nota de
ello. Esforzándose en mantener tal relación consciente, hacen que sus pasiones se esfumen
como el humo en el viento.

227. Esta es una antigua costumbre: la responsabilidad de los acontecimientos siempre se la sitúa
en el prójimo. Pocos se hacen cargo de las propias circunstancias, que ellos mismos han fa-
bricado en su vida.

228. La crítica y la alabanza no son hechos perdurables. ¿Por qué tenerlos en cuenta? ¿Por qué
sentirse tocado?

229, 230. La crítica del mundo es un hecho temporal. La alabanza del mundo es un hecho tempo-
ral. El Ser consciente sólo debería cuidarse de sí mismo y, así, colaborará con el mundo.

231. Trata de manifestar lo necesario y de evitar lo innecesario, pero no olvides que ambos conlle-
van evolución.

232. Todo Ser es responsable de lo que dice. Todo Ser es responsable de lo que calla. Todo Ser es
responsable.

233. Uno es responsable de lo que su mente haga; uno es el autor de la intención que manifiestan
los hechos.

234. Uno es responsable de sus propias acciones; uno es responsable de lo que dice; uno es res-
ponsable de sus pensamientos. Es deseable estar atento a que las propias intenciones estén de
acuerdo con la necesidad del Sentido interno, brindando así paz a la propia esencia.

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Caappííttuulloo X
XVVIIIIII
L
Laass IIm
mppuurreezzaass
235. Los Seres se asemejan a las hojas secas en otoño; la presencia del fin de la vida a menudo se
hace presente y muchos, ante los preparativos de la partida, aún no logramos tener provisión
para el viaje.

236. Desde la fortaleza de tu soledad interior, comienza a tomar decisiones y a concretar. Resuel-
ve. Así, comenzarán a desaparecer tus bloqueos e impurezas. Así, lograrás liberarte a ti mis-
mo y te convertirás en un hacedor de tu propio destino.

237. Hemos llegado al final de un sendero, y otra nueva posibilidad se abre ante ti. ¿Piensas seguir
descansando? Prepárate para un nuevo comienzo.

238. Desde la fortaleza de tu soledad interior, comienza a tomar decisiones y a concretar. Resuel-
ve. Así, comenzarán a desaparecer tus bloqueos e impurezas. Así, lograrás la meta esperada
por la humanidad.

239. El buscador de sabiduría deberá, por sí mismo, eliminar sus impurezas, como un joyero quita
las impurezas de la plata una por una, poco a poco y de tiempo en tiempo.

240. Así como la impureza que sale del metal, destroza un sable, así las propias obras de un Ser,
que no está del todo en lo correcto, lo conducen al Sendero del aprendizaje doloroso.

241. La falta de perseverancia lleva a la superficialidad; los hogares decaen ante el descuido; la
falta de salud es la consecuencia de la indolencia y la comodidad, hija de la falta de decisio-
nes; el defecto de un vigía es la desatención y el descuido.

242. La inconducta daña a la esencia de los Seres; la avaricia es el defecto de un benefactor des-
apegado; todos los caminos incorrectos poseen defectos que proveen clara enseñanza.

243. Hay un defecto que es la esencia de todos los defectos: la ignorancia de sí mismo. Hay, en-
tonces, un solo trabajo en la vida: la eliminación de tal defecto.

244. La vida parece fácil de vivir a aquel que no siente vergüenza de su proceder, se vanagloria de
sus actitudes, buscando siempre la confrontación inoportuna, faltándole el respeto a la vida
misma y a sí mismo.

245. Para el modesto, la vida es simple y esforzada, plena de sacrificios, dado que él trata de sos-
tener el ideal de lo correcto y lo necesario, manifestando su inteligencia a través del desinte-
rés, de su actitud paciente, su reserva en el trato con los demás y su intervención armonizante.

246. Aquel cuya falta de sinceridad destruye a su oportunidad evolutiva, tomando de la vida en
lugar de compartir y que desea aquello que no necesita,

247. Embriagando a su Ser, ocultando su cobardía, ha logrado ser eficaz al velarse del verdadero
propósito en su vida.

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248. Cuando alcances a discernir que la falta de límites saludables, es no tener conciencia de dón-
de se está parado y el germen del aislamiento y de la incomunicación humana, deja de ser
avaro y bríndate mejores oportunidades de vida.

249. Los Seres dan de sí mismos, algunos por placer y otros por desinterés; aquellos que limiten
este intercambio natural o lo critiquen, comenzarán a apartarse de la senda del buen compar-
tir, natural a la esencia de todos los Seres.

250. Aquel que no insiste en obrar de acuerdo a lo anterior, encuentra paz en su Ser.

251. No hay fuego consumidor como la pasión egoísta; no hay mayor depredador que el odio; no
hay peor trampa que el desatino; no hay peor desenfreno que el ahogo por avaricia.

252. Es fácil ver los defectos y el camino a seguir de los otros, lo importante es percibir los pro-
pios; los Seres humanos estamos acostumbrados a aventar el aire en el fuego que arde en la
paja seca del vecino, para así mejor ocultar la dejadez en la resolución de sus propias respon-
sabilidades, convirtiéndose en un jugador de dado cargado.

253. Aquel que encuentra con facilidad culpa en el prójimo y se siente ofendido por razones vanas,
está cultivando, sin darse cuenta, el jardín de sus propios defectos, acrecentándolos día a día,
por descuido.

254. No se puede crear sendero posible en el mundo de la ilusión y la fantasía; el disfraz es apa-
riencia de lo real. Vanidad, perfume sin esencia. Los buscadores sólo ansían encontrar y refle-
jar la propia realidad.

255. No se puede crear sendero posible en el mundo de la ilusión y la fantasía; el disfraz es apa-
riencia de lo real. La vida mortal no es eterna, sólo conocen la eternidad, aquellos que se han
encontrado a sí mismos y se regocijan ante el desafío de enfrentar la Nada.

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Caappííttuulloo X
XIIX
X
E
Ell JJuussttoo
256, 257. El Ser justo nunca se instrumentaría de la violencia, para resolver cualquier situación;
tampoco se valdría de ella para distinguir lo correcto de lo incorrecto, ni para orientar a
otros. La ley por la cual se guiaría, es la del respeto por su propia esencia y la del próji-
mo: a esto se lo puede denominar inteligencia.

258. Un Ser no se convierte en sabio, por la cantidad de información acumulada, como conoci-
miento, ni por los títulos exhibidos. Sólo puede alcanzarlo a ayudar tal dignidad, el auxilio y
el desarrollo de la paciencia, la ausencia de odio y crítica y el enfrentar los propios temores, si
es que aún no se han convertido en miedo, y si así fuera, también debería enfrentarlo.

259. Un Ser no es versado en la ley por mucho que hable y exponga sobre ella, aun en términos
académicos. Aunque un Ser sea considerado por otros como iletrado, si él manifiesta y se
conduce observándola, es un guardián de la ley, aun sin títulos.

260. Un Ser no ha entrado a la sabia ancianidad, porque su cabello se haya plateado; pudo haber
acumulado años, pero eso no denota profundidad evolutiva.

261. A aquel en quien, a través del propio esfuerzo, se manifiestan los dones de la veracidad, ar-
monía, suave equilibrio, alegre amor contentivo, respeto por sí mismo y por los demás, mode-
ración, que está libre de culpas y pleno de sosiego y paz en su corazón, se lo reconoce por su
nobleza.

262. El Ser que en sí mismo abriga envidia, egoísmo, deshonestidad e irrespetuosidad, no merece
ni tan siquiera ser escuchado, a pesar de sus atentos modales personales.

263. Aquel que ya ha vencido dichas dificultades, sin que quede ni la raíz de tales afecciones, libe-
rado del odio, convirtiéndose en un Ser noblemente honesto, ese Ser, sí merece el respeto de
los otros.

264. No es por su apariencia, que un Ser logra religarse con su Íntimo. ¿Un Ser así podría ser con-
siderado un noble?

265. Aquel Ser que ha encontrado el sitial de paz en sí mismo y lo comparte, puede ser respetado
como noble; su serenidad es contagiosa.

266. La apariencia de nobleza, no es nobleza. Todos transitamos el Sentido, pocos lo viven y sólo
unos pocos cooperan con él.

267. Aquel que ha trascendido el falso discernimiento y las consecuencias de tal apego, es un Ser
confiable, en su consejo.

268, 269. No es suficiente con adoptar una postura de silencio, ni vivir en los sonidos que la nada
brinda, si uno no es capaz de escucharlos e interpretarlos honestamente; debe, en esas

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circunstancias, encontrar su propio equilibrio para no teñir de falsedad, su percepción de
esa realidad y, aún más, debe interpretar correctamente el Sentido, que de él surge. Así
logrará contribuir al equilibrio de la totalidad.

270. El dañar, no es la actitud de aquel que vive en el respeto de su naturaleza interior. La esencia
del Ser, no podría nunca dañar a criatura alguna, dado que el amor y el respeto conforman su
sentido vital.

271, 272. No sólo por prometer, por disciplinarse, por la adquisición de conocimientos e informa-
ción, ni por efecto de la meditación, ni por haber aceptado el desafío de la soledad, es
que se llega al conocimiento de sí mismo. Sólo la honestidad, el respeto y la perseveran-
cia en el esfuerzo, logran que la meta se convierta en el Sentido, con toda naturalidad,
sin falsía. Sólo en tu Íntimo puedes confiar.

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Caappííttuulloo X
XXX
E
Ell SSeennttiiddoo
273. El Sentido se instrumenta del Noble Óctuple Sendero 32 como llave hacia el portal trascenden-
te, mostrando en las Cuatro Nobles Verdades 33 la realidad a experimentar en este mundo; su
enseñanza esencial es aquella que nos conduce al significado del desapego, despertando al
Ser humano a una realidad mayor, como posibilidad evolutiva.

274. A través del hallazgo del Sentido, la inteligencia tiene una posibilidad de desarrollarse. Es-
fuérzate por percibir el Sentido, que no es externo ni interno, simplemente es; todo lo demás
es solamente un estado anterior necesario, que nos prepara para el contacto posible en él.

275. Al sostenernos y participar del Sentido, el dolor ya no encontrará dónde herirnos. El Sentido
no puede ser mostrado por nadie, uno mismo es el que lo alcanza, uno mismo es quien no lo
encuentra.

276. Los que han transitado el Sentido, antes que nosotros, dejan huellas que no se adecuan a nues-
tros pasos: sólo nosotros podemos transitarlo por nosotros mismos; ni siquiera el anuncio que
hacen de él, es confiable para nosotros. Uno de los resultados de ser y participar en el Senti-
do, es que el portal de la muerte nos comunica, con un mundo que no difiere esencialmente
de este.

277. Toda manifestación en este mundo tiene su fin. Al tomar conciencia de tal realidad, al am-
pliar la percepción consciente, el Ser queda liberado de la causa temporal del dolor. Es parte
de la enseñanza en el Sentido.

278. El apego a la existencia temporal es causa de pena, tristeza y dolor. Es una primera manifes-
tación de la enseñanza en el Sentido, necesaria a la evolución de los Seres.

279. El mundo de las formas es vestidura de un Sentido más real.

280. Aquel que no hace el esfuerzo de tratar de despertarse a sí mismo, cuando el momento ha
llegado, dado que su conciencia todavía no ha logrado resolver situaciones temporales, aquel
que todavía no está preparado en voluntad y entendimiento, está fabricando una nueva opor-
tunidad de evolución en un futuro posible.

281. Desde el silencio de la necesidad interior, sería recomendable que el Ser obrara en conse-
cuencia. El Sentido sólo lo conducirá hacia su necesario destino.

282. El conocimiento hallado, si es veraz, despierta regocijo del Ser interior. La esencia auxilia a
la conciencia, a través de esta forma de discernimiento.

32
Consejos esenciales de Buda: Recta Acción, Recta Palabra, Rectos Medios De Vida, Recto Discernimiento, Recta
Intención, Recto Respeto, Recta Visión, Recto Proyecto.
33
La verdad acerca del dolor, la verdad acerca de la causa del dolor, la verdad acerca de la respuesta al dolor, y el Noble
Óctuple Sendero.

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283. Si lo crees necesario y el tiempo ha llegado, tala el bosque de lo que ya no necesitas o déjalo
en pie, para que otros se aprovechen de sus frutos.

284. El amor entre los Seres, debe fluir como vertiente que nutre el alma que los cobija, en forma
natural, honesta, sincera, sin segundas intenciones y el Sentido, así, manifestará su regocijo.
Las reglas de conducta esclavizan a los Seres que comparten su inseguridad, por no atreverse
a ser ellos mismos.

285. Transforma el amor personal en manifestación del amor puro, que surge por necesidad de tu
espíritu interno, comparte tu luz, regocíjate en el Sentido, y la sensación de liberación te
habrá alcanzado.

286. El sitio en el cual nos encontramos, fue elegido por nosotros, para poder vivir la experiencia
necesaria.

287. Todo tiene su término, nada es permanente. ¿Será necesario tomar alguna decisión?

288. ¡Familiares, amigos! ¿Quién podrá ayudar a aquel que no se ayuda a sí mismo?

289. El Sentido ha de encontrarse en el Sentido mismo, que anida en el interior de los Seres.
¿Quién de nosotros se atreverá?

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Caappííttuulloo X
XXXII
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Miisscceelláánneeaa
290. Si un Ser ha encontrado su propósito de vida, sería recomendable que empezara a dar peque-
ños pasos, hacia su objetivo.

291. El odio llena gota a gota un vaso hasta colmarlo de odio. Al rebalsar, ayuda a llenar otros
vasos de odio. Este accionar nunca traerá aparejada felicidad ni alegría: sólo aportará más
odio.

292. Se descuida lo que debería ser hecho; lo que no debería ser hecho, forma parte importante de
nuestras vidas. Los deseos personales en los Seres, siempre buscan incrementarse: necesitan
sobrevivir a toda costa.

293. Aquellos Seres que permanecen vigilantes de sí mismos, desde sí mismos en este mundo con-
creto, y están atentos a la necesidad, cumpliéndola como deber natural, y no cejan en el es-
fuerzo, no perciben la influencia de sus deseos personales, ni son manejados por ellos.

294. Un Ser, en su conciencia espiritual, no sufre daño al dejar atrás a toda una familia, ni al cum-
plir con su deber de soldado y ejecutar a las huestes enemigas junto con su comandante y des-
trozar, a su rey.

295. Un Ser, en su conciencia espiritual, no sufre daño al dejar atrás a toda una familia, tampoco al
cumplir con su deber, en legítima defensa, al eliminar a los gobernantes de un reino, para
hacer respetar la soberanía de un pueblo, si así lo considerara justo, y a un Ser ilustre desleal a
su investidura.

296. Aquellos que van en busca de su luz interior, están siempre atentos a la voz de su silencioso
consejero: él siempre vela en sus vidas.

297. Aquellos que van en busca de su luz interior, están siempre atentos a la voz de su silencioso
consejero, cuyo sabio decir, los orienta de acuerdo a lo necesario, la ley que a ambos entrela-
za desde el principio de los tiempos, guiándolos hacia la eternidad, siempre presente en el
aquí y ahora.

298. Aquellos que van en busca de su luz interior, están siempre atentos a la voz de su silencioso
consejero, y contenidos en su sagrado templo interior.

299. Aquellos que van en busca de su luz interior, están siempre atentos a la voz de su silencioso
consejero, a la par que nunca descuidan su cuerpo, siendo éste tan sagrado como su espíritu.

300. Aquellos que van en busca de su luz interior, están siempre atentos a la voz de su silencioso
consejero y su conciencia se mantiene enfocada en actitudes justas y compasivas.

301. Aquellos que van en busca de su luz interior, están siempre atentos a la voz de su silencioso
consejero y su conciencia se mantiene enfocada, meditativa y concretamente, en su aquí y
ahora atemporal.

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302. Es difícil mantenerse en el mundo siendo Uno Mismo, sin despreciar la alegría que el mundo
nos ofrece en su manifestación; no es simple ser leal a las necesarias leyes de la interioridad y
compartir con los demás, nuestra vida, también de acuerdo a su necesidad, el servicio necesa-
rio y la hermandad real.

303. Aquel que ha encontrado su sitial y que, consecuentemente, respeta el de los demás en las
relaciones humanas y con los demás reinos, despierta respeto por el mismo respeto, que él se
brinda a sí mismo y a los demás.

304. Los Seres justos son percibidos en la multitud; los Seres injustos son evitados por el alma
pura de las multitudes.

305. Sólo aquel que permanece solitario, velando desde su templo interior, disfrutando de la paz
que en él reina, puede compartir con otros esa armonía, que no conoce de limitaciones.

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Caappííttuulloo X
XXXIIII
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Ell M
Muunnddoo C
Coonnccrreettoo

306. Aquel que se miente a sí mismo, tendrá que rever su actitud en algún momento, como así
también aquel que niega un acto que sí ha realizado. Aquellos que así obran tendrán, en algún
momento, que rever su actitud.

307. Muchos Seres que a sí mismos, se sienten como religiosos, todavía no lo son, puesto que no
se han religado a sí mismos. La observancia de la ley no siempre se condice con la Ley Inter-
na.

308. La religiosidad externa debería ceder un sitial de honor al Íntimo del Ser.

309. El Ser imprudente que aún no discierne entre el amor verdadero y la pasión sin esencia, debe-
ría aprender a no mentirse a sí mismo, a no mentirle al prójimo, a aprender de esa insuficiente
relación y llegar a ser más honesto con él mismo, para lograr una comunicación y una unión
verdadera con otro Ser porque, si no, viviría como si estuviera muerto y ayudaría a otro a se-
guir sus pasos.

310. Existe el equivocarse y el camino de la experiencia necesaria: ambos posiblemente sean uno;
existe el placer que no posee esencia. El Interno busca por caminos aparentemente ilógicos, el
sendero hacia la verdad. Por lo tanto, todo es necesario.

311. Así como un manojo de pasto incorrectamente tomado, al tirar, daña la mano de un Ser, así la
religión practicada con ligereza deja su huella en la conciencia, con la profundidad y la im-
pronta necesaria de su enseñanza.

312. Un acto realizado sin discernimiento interno, una palabra no cumplida y la duda a sabiendas
del error, sólo conllevan al consecuente aprendizaje, que brinda la lección de lo ya actuado.

313. Si algo está por ser hecho, lo mejor es que sea realizado. Que se realice. El retraso en tal pro-
ceder sólo lleva a una mayor necesidad de resolución, con el tiempo.

314. Una acción incorrecta es preferible a no hacerla, pues lo siguiente, aunque tarde mucho tiem-
po, será la toma de conciencia de tal hecho. Una acción correcta es el paso siguiente en el
aprendizaje de la conciencia. Y con el tiempo el Ser comprenderá que todo es necesario.

315. La atención hacia sí mismo, es lo que la conciencia aconseja al Ser; la atención hacia el pró-
jimo sería deseable luego de alcanzar el punto anterior, y no antes.

316. La vergüenza es parte del lenguaje del Íntimo, discernir sobre la verdadera causa, limpiaría la
comprensión sobre la realidad de la esencia de lo actuado.

317. El temor es el instructor del Ser; deberíamos tomarnos todo el tiempo posible para observar,
esclarecer y encontrar su verdadera enseñanza y naturaleza.

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318. Si un Ser se prohíbe algo a sí mismo y, a la vez, prohíbe a otros, acrecentará la validez de la
prueba de crecimiento. Sólo el Ser debería aconsejar al Ser.

319. Aquellos Seres que, enfrentándose a lo prohibido, buscan la verdad, seguramente la hallarán
por sí mismos.

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Ell R
Reessppeettoo
320. Silenciosamente, la conciencia se enfrenta al destino que ella misma se forjó, como el elefan-
te enfrenta las flechas que parten de los arcos de aquellos, que se consideran a sí mismos co-
mo su enemigo, ya que ése es el sentido de la prueba.

321. El guerrero lleva un elefante disciplinado a la batalla, el gobernante lleva un elefante discipli-
nado a la batalla. Aquel que se disciplina a sí mismo, posee el conocimiento necesario para
enfrentarse silenciosamente a su destino.

322. Los animales de carga son los pertinentes, si están bien disciplinados, como así también los
nobles caballos de pura sangre y los elefantes de grandes colmillos; mas aquel que se adiestra
a sí mismo, es de real utilidad a la labor de la necesidad de la propia conciencia.

323. Ningún animal de carga o vehículo podrá llevar al Ser al destino que lo aguarda; sólo el Ser,
luego de persistir en una sacrificada autodisciplina de entrega y abnegación, podrá lograrlo si
así se lo propusiese. Sólo de él depende y nada más.

324. El noble elefante, de longeva sabiduría, difícil de esclavizar, no prueba bocado cuando se
encuentra encarcelado: ese elefante añora su sitio en el bosque, junto a sus hermanos de ruta
en la vida.

325. Si un Ser se alimenta en demasía, si duerme más de lo necesario, envolviéndose en su pesar y


abrumado por la desesperanza, está creando las condiciones de futuras vidas.

326. La mente del Ser está acostumbrada a vagabundear más allá de todo límite, mas la necesidad
consciente es la de instrumentarse de ella, transformándola en un vehículo disciplinado y
atento a la necesidad del Gobernante Interno.

327. El Ser irreflexivo no tiene capacidad para vigilar a sus pensamientos y no logra discernir lo
necesario.

328. Si un Ser encontrara en su sendero a un acompañante prudente y probo, podría compartir la


marcha con él, estableciendo una relación de sano respeto mutuo.

329. Si así no fuera, lo aconsejable es que, siendo leal a su sentido, continúe solo para, así, no trai-
cionar a su sagrada necesidad interna, en bien de todos.

330. Es mejor permanecer en el propio sitio, no dejando que otros perturben la tarea. Lo deseable
es sostener el respeto por sí mismo y por el propio sentido.

331. Si una ocasión así lo amerita, la necesaria amistad surgirá espontáneamente; lo necesario es
gratificante, cualquiera sea su causa: produce regocijo al corazón del Ser; cinco segundos an-
tes de la muerte, el Ser es consciente del valor de la propia vida: él sabe.

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332. Gratificante es para el mundo que los Seres desarrollen su accionar, de acuerdo al propósito
que ellos esperan de sí mismos, desde lo profundo de su Ser, sagrada necesidad.

333. Regocijante es el cumplimiento del deber interior, regocijante es la lealtad al Ser interno; re-
gocijante es el ejercicio del derecho del servicio a la necesidad del otro, regocijante es el
cumplimiento de lo necesario.

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Caappííttuulloo X
XXXIIV
V
L
Loo N
Neecceessaarriioo
334. La sed de conocerse, que surge del inconsciente de un Ser, que todavía no se ha encontrado a
sí mismo, lo lleva de vida en vida, a saciar su necesidad.

335. Aquel que, gracias a su sed, encuentra el propio sentido en este mundo, ha logrado encontrar
el lago de sus anhelos profundos luego de una larga marcha a través de una selva impenetra-
ble.

336. Gracias a esta profunda sed del Ser, difícil de ser vencida, ya los sufrimientos no hacen mella
en él: ha ingresado a la realidad de su destino, y en él impera la paz emergente, como la en-
contrada por un loto en un estanque de serenas aguas, derramándose el rocío de su corazón,
para incrementar y satisfacer la necesidad del mundo.

337. Sólo la voz silenciosa que anida en la profundidad del Ser, como clamor de honestidad, debe-
ría ser escuchada por el Ser; ella expresa la necesidad que es origen de la sed profunda del re-
encuentro esperado. Gracias a la audacia y al arrojo del Ser, el gran tentador ya no ejerce
poder sobre él: el gran ilusionista yace vencido.

338. Al igual que un árbol que, aunque haya sido talado, se mantiene firme mientras su raíz esté
intacta, y vuelve a crecer, así la sed de la necesidad vital volverá a florecer y ya no habrá más
lugar para el dolor.

339. Aquel Ser humano, cuya necesidad de pasiones inferiores, todavía no ha sido totalmente sa-
tisfecha, persistirá en ese sendero mientras aún así lo necesite, hasta obtener las enseñanzas
que su conciencia le reclame.

340. Los canales de vida corren por doquier, como brotes de hiedra en primavera. Siguen su senti-
do hasta la raíz, hasta encontrar la profundidad de su sabiduría.

341. Los Seres reencarnantes buscan una y otra vez la experiencia necesaria que, vida tras vida, les
permitan despertar la posibilidad de la luz del discernimiento.

342. Los Seres humanos, llevados por la sed de experiencia necesaria, van de un lugar a otro, tra-
tando de encontrar el sentido de vida, que les permita encontrarse a sí mismos.

343. Que el Ser humano se esfuerce, en encontrar la senda que lo conduzca a sí mismo y, así, la
pasión por ser, florecerá naturalmente.

344. Aquel que, habiéndose encontrado a sí mismo, todavía no logra sostenerse en ese sitial, vol-
verá a perderse necesariamente, dado que, a partir de ese momento, el mundo se encargará de
ponerlo a prueba, haciéndole ganar firmeza interior, en un grado superlativo.

345. Aquellos Seres que han logrado encontrarse a sí mismos, no definen como cadenas a las for-
madas por hierro, madera o cáñamo, sino que perciben como propias las preocupaciones por
las piedras preciosas y los anillos, por los hijos y los esposos.

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346. Aquellos que han logrado encontrarse a sí mismos, denominan como fuerte, a aquella cadena
que arrastra, hace ceder, pero que es difícil de deshacer; después de haber desvanecido estas
cadenas, el Ser halla libertad en este y en todos los mundos.

347. Aquellos Seres que aún no han logrado darle contenido esencial a sus pasiones, desde su espí-
ritu, bajan corriendo por el arroyo de los deseos temporales, así como una araña baja corrien-
do por la telaraña que ella misma ha hecho, por su propia necesidad; cuando ellos ya no
necesiten esto, enfocarán su conciencia en otras necesidades distintas.

348. Aquel que se ha encontrado a sí mismo ya no tiene necesidad de seguir aferrado al pasado, ha
recuperado el presente y ya se encuentra en la otra orilla; si te has liberado de tu necesidad, te
has hecho cargo de ti mismo y eres un Ser libre.

349. Si un Ser se encuentra sacudido por sus propias dudas, lleno de indecisiones, inoperante y
anhelando desde lo más profundo de su Ser, una resolución liberadora, su sed de reencuentro
consigo mismo se acrecentará cada día más, garantizando así el logro necesario.

350. Si un Ser se ocupa de ir en busca de la causa de sus dudas y trata de resolverlas, en forma
operativa, descubriendo que la mente sólo produce situaciones laberínticas para hacerlo per-
der y aprender, habrá descubierto al gran engañador, su método, y habrá encontrado al crea-
dor de sus cadenas, que es él mismo y sólo, él mismo.

351. Aquel que se ha encontrado a sí mismo y actúa desde sí, ya no tiene por qué temblar, salvo
por su propia indecisión. Ha ingresado a la vida real, se ha hecho cargo de su propio Ser.

352. Aquel que ha calmado la sed, al encontrarse a sí mismo, cuyos afectos reflejan esencialidad,
aquel que se ha convertido, por esfuerzo propio en un Ser honesto, ése elige su propio destino
y es totalmente responsable de su sentido de vida.

353. “Me he conquistado a mí mismo, he comprendido, me he convertido en un hacedor, mis erro-


res sólo me pertenecen a mí, sólo así he logrado liberarme. Tuve que aprender de mí mismo;
compartiré lo aprendido sólo si así los otros lo quieren. No avasallaré nunca el sagrado dere-
cho a elección que cada uno tiene.”

354. La ley yace en mi interior, su dulzura excede a todas las dulzuras; el regocijo de la ley es el
origen de todos los regocijos: ésa es la única sed que me queda.

355. Los placeres sin esencia, destrozan a la conciencia del tonto. El tonto es su propio enemigo.

356. Los campos están dañados por la falta de amor a ellos; la humanidad sólo se daña a sí misma
y ella por sí misma decide qué hacer. El encontrar y manifestar el fervor y la pasión espiritual
trae regocijo a su descubridor.

357. Los campos están dañados por la falta de amor a ellos y por las conciencias concentradas en
el odio. El único don real es simplemente amar.

358. Los campos están dañados por la falta de amor a ellos; la vanidad carece de amor: sepan las
conciencias qué hacer.

359. Los campos están dañados por la falta de amor a ellos; aprendan, en lo posible, los Seres a
amar.

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XXXV
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Haacceeddoorr
360. La moderación es necesaria ante lo que se ve, ante lo que se escucha, ante lo que se percibe y
también en lo que se dice.

361. Es bueno moderar la sensibilidad, el habla, los pensamientos, en todo aquello que sea necesa-
rio. El caminante, el hacedor, debería moderar tanto sus actitudes internas como sus acciones.

362. Aquel que es moderado en su mente, aquel que es moderado en sus emociones, aquel de mo-
derado espíritu y de moderada alma, moderado en el hablar; aquel que, habiendo encontrado
moderación en sí mismo, se ha encontrado a sí mismo, a ése se lo considera caminante.

363. El caminante de moderado habla, que ha encontrado humilde sabiduría en su interior, que
comparte su conocimiento y su entender, su palabra es dulce y contenedora.

364. Aquel Ser, que ha encontrado la verdad interior, reflexionando en dicha verdad, en medio de
ella, actúa desde sí.

365. Que sostenga y valore, lo que ha encontrado; en él no hay envidia; un caminante que envidia
a otros, todavía no se ha encontrado a sí mismo.

366. Un caminante que poco posee, respeta lo que tiene y alcanza respeto dado por el mundo; así
va purificándose a sí mismo.

367. Aquel que ya no se identifica con aquello que fue y no lamenta lo que ya no es, considerando
sólo esencialidades, de ése se puede decir que está en su camino.

368. El caminante que actúa con amabilidad, que es calmo como consecuencia de estar en sí mis-
mo, ya ha encontrado su sitial, viviendo el regocijo interior.

369. ¡Oh, caminante, deshazte de lo innecesario en tu mochila! Si así lo hiciste, tu paso será más
ligero; deja de lado el apego pasional, no te entregues al odio, y el amor trascendente será tu
aliado.

370. No te dejes arrastrar por las impresiones de los cinco sentidos, instruméntate del sexto senti-
do, el sentido del alma trascendente y, a través de él, manéjate.

371. Trata de percibirte a ti mismo, caminante, y no te descuides, porque, si te pierdes, ayudarás a


otros a perderse en el camino. No dejes que tu conciencia vague apegada a tu naturaleza infe-
rior, porque si así te descuidas, la pesada bola de acero de tu grillete te estancará a ese sitio y
sólo te acarreará dolor, tristeza y desazón, nublando tu entendimiento.

372. Sin conocimiento no hay guía segura; sin guía interior segura, nunca se alcanzará la sabiduría.

373. Un caminante que ha vaciado su hogar de objetos innecesarios, haciendo que su mente parti-
cipe de su paz interior, se regocija en el hallazgo de esa verdad.

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374. Aquel caminante que ha descubierto lo temporal en lo temporal y lo superfluo en lo super-
fluo, es porque ha encontrado al profundo intemporal.

375. Caminante, trata de escuchar estos consejos, de alguien que se equivocó antes que tú: estate
atento hacia dónde diriges tus cinco sentidos y subordínalos al sexto (el del alma trascenden-
te), aprende a respetarte a ti mismo y a los demás, moderado al seguir tu propio sentido; prés-
tale atención a tus compañeros de ruta y aconseja sólo lo necesario, no antes de haber
observado.

376. Deberíamos vivir dando en equidad y justicia, siendo operativos en nuestro vivir; luego, al
tornarnos armónicos, el sufrimiento se desvanecerá.

377. Así como las plantas, al llegar el verano, pierden sus flores, así la conciencia debería trascen-
der su propia pasión y el generar odio.

378. El caminante que ha armonizado su cuerpo, su habla, su mente, su intención, y ha dado res-
puesta a su necesidad profunda e inegoísta, ha encontrado la paz en sí mismo como respuesta.
Su necesidad inegoísta ha sido satisfecha y camina libre por el mundo.

379. Trata de despertarte a ti mismo, haz el esfuerzo; examínate por ti mismo; así, protegiéndote a
ti mismo, atento a las distintas realidades, vivirás en el regocijo de la responsabilidad de tu
propia vida, la única que tienes.

380. El Ser trascendente es la esencia del espíritu interno; el Ser trascendente es el hogar y refugio
del espíritu interno; deja que él, que eres tú, manifieste su armonía en ti siendo uno con él.

381. El caminante que ha encontrado armonía en su interior y paz, siguiendo la ética de su espíritu
interno y realizando lo necesario, halló el logro esperado, el primero de muchos peldaños que
se abren ante su paso (Brahma-Samipya).

382. Aquel que, aunque joven caminante, ha encontrado, sigue y persiste en su sentido interior,
haciendo lo necesario, comparte su logro con los demás y no lo guarda para sí, como una ne-
cesidad imperiosa.

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XXXV
VII
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383. La corriente mundana, con su fuerza, ya no te arrastra; tu deseo ya no es de este mundo; si-
gues los designios de tu corazón y los del Ser que en él habita. Has comprendido la relativi-
dad del mundo manifiesto, has encontrado la verdad de tu Ser inmanifiesto.

384. Aquel que se conoce a sí mismo, ha dejado atrás la orilla del que era y ha alcanzado la orilla
del que sabe que es.

385. Para aquel que es sí mismo ya no existe esta orilla, aquella orilla o la otra orilla: las orillas ya
no existen en él. La sombra de su miedo ya no camina detrás de él, sino delante, habiéndose
convertido en su aliado e instructor.

386. Aquel que es sí mismo, se manifiesta reflexivo, no posee culpa, refleja y está en paz, es res-
petuoso en sí mismo y refleja respeto hacia el mundo y los otros, con Shraddra-ha 34 , ha en-
contrado su sitio y no se lo debe a nadie.

387. El sol irradia felicidad, la luna irradia ternura, el guerrero irradia valor, aquel que es sí mismo,
irradia lo que es.

388. Aquel que hace lo necesario, es desde sí mismo; su andar es sereno y firme; ha comprendido
que sus impurezas y dudas son sus mejores instructores, y el temor es el instructor de instruc-
tores.

389. Aquel que es en sí mismo, enfrenta sus propias batallas, no delegando esa sagrada responsabi-
lidad.

390. Aquel que es en sí mismo, se instrumenta de su mente; cuando hace lo necesario, el dolor no
se presenta.

391. Aquel que es en sí mismo, se manifiesta a través de su voluntad, su intención, su pensamien-


to, su palabra y sus acciones necesarias.

392. Luego que la conciencia se haya encontrado a sí misma y descubierto sus propias necesida-
des, descubrirá la ley que allí yace.

393. Un Ser no es conocedor de sí mismo como consecuencia de los años vividos, por la familia a
la cual pertenezca o por la clase social; aquel que ha desarrollado discernimiento y que realiza
lo necesario, ése es un conocedor de sí mismo.

394. La apariencia externa es sólo apariencia, si el Ser todavía no se ha encontrado a sí mismo.

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Fervor trascendente

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395. La vestimenta tiene poco significado; la apariencia física tiene poco significado; el vivir apar-
tado o en medio de la ciudad tiene poco significado: lo realmente significativo es haberse en-
contrado a sí mismo.

396. Un Ser que se conoce a sí mismo no puede hacer que otro Ser se conozca a sí mismo: esto
sólo puede ser logrado por esfuerzo propio. La verdadera riqueza consiste en ser; pobre es
aún el que no se ha encontrado todavía a sí mismo.

397. Aquel que se ha encontrado a sí mismo, carece de apego, el temor no lo hace temblar, conoce
la libertad y la responsabilidad de ser.

398. Aquel que se conoce a sí mismo, ya no necesita de sostenes externos: él se sostiene por sí
mismo.

399. Aquel que se conoce a sí mismo, no tiene necesidad de ofender y no se siente ofendido. La
fuerza reside en él y, aunque un ejército lo derrotara, él no estaría derrotado, pues habría
hecho lo necesario.

400. Aquel que se conoce a sí mismo, ha encontrado la libertad y es libre, es un hacedor, sus de-
fectos no lo atan, es armónico, satisfecho en sí mismo y de las circunstancias, ha encontrado
la paz, aun en esta existencia corporal.

401. A aquel que se conoce a sí mismo, el apego no lo ata como agua sobre una hoja de loto, como
una semilla de mostaza sobre la punta de una aguja.

402. Aquel que se conoce a sí mismo, ya ha puesto fin y ha aprendido todo lo que el sufrimiento
podía enseñarle, se ha quitado de encima aquellos pesos que no le pertenecían y ya nada lo
ata, ni a este mundo ni al otro mundo.

403. Aquel que se conoce a sí mismo, ha encontrado el conocimiento de lo profundo y su sabidu-


ría; sólo realiza el camino necesario y ha obtenido el logro.

404. Aquel que se conoce a sí mismo, no siente disgusto al moverse tanto entre los legos como
entre los mendicantes, va a aquellos lugares donde necesita ir o donde lo necesitan, de acuer-
do a su justo discernimiento interior: sólo desea lo necesario.

405. Aquel que se conoce a sí mismo, respeta la necesidad de los otros seres como sagrada, ya
sean débiles o fuertes, astutos o inteligentes, compasivos o violentos, materialistas o espiri-
tuales, apegados o desapegados, tratando de no interferir en el destino decidido por el otro,
para sí mismo.

406. Aquel que se conoce a sí mismo, es justo con los intolerantes, paciente con aquellos que criti-
can y lleno de Shraddra entre los apasionados.

407. Aquel que se conoce a sí mismo, ya no necesita de la ira, del odio, del orgullo y/o de la envi-
dia como sus necesarios instructores.

408. Aquel que se conoce a sí mismo, habla sin traicionarse, instruye orientando y, así, nadie debe-
ría sentirse ofendido.

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409. Aquel que se conoce a sí mismo, ya no necesita nada para sí, sino que su necesidad es la ne-
cesidad del prójimo, en su justa y necesaria medida.

410. Aquel que se conoce a sí mismo, trata de incentivar en los otros el deseo profundo del espíritu
interno, de cada uno de ellos.

411. Aquel que se conoce a sí mismo, tiene como único interés el servicio al prójimo, tratando de
que los demás se interesen por encontrar la verdad, dentro de ellos mismos.

412. Aquel que se conoce a sí mismo, hace en este mundo lo necesario, más allá del bien y del
mal, sin establecer lazos con ellos.

413. Aquel que se conoce a sí mismo, simplemente es.

414. Aquel que se conoce a sí mismo, ha encontrado su propio sentido y lo sigue, ya no existen
orillas para él, reflexiona lo necesario, no cree en nada ni en nadie y, sin embargo, confía en
la hermandad real de los Seres que viven desde su interioridad, es libre y totalmente respon-
sable de sí mismo y sólo expresa alegría incomprensible para el resto, que no desea compren-
derlo, ni comprenderse a sí mismo.

415. Aquel que se conoce a sí mismo, camina por el mundo, deseando hacer lo necesario.

416. Aquel que se conoce a sí mismo, sólo sigue sus senderos profundos, y su deseo es hacer sólo
lo necesario.

417. Aquel que se conoce a sí mismo, ya no depende de la opinión de otros Seres humanos, no se
subordina ante la opinión de dios alguno: la única opinión valedera, es la de su Ser interno.

418. Aquel que se conoce a sí mismo, ya no huye del dolor o del placer, elije qué vida llevar en
este mundo y en cualquier otro mundo, ya no necesita huir, dado que se ha encontrado a sí
mismo.

419. Aquel que se conoce a sí mismo, sabe, hace lo necesario para sí y ante los otros, y se sostiene
por sí mismo.

420. Aquel que se conoce a sí mismo, sigue su propio sendero; los dioses no lo perturban, los espí-
ritus no lo inquietan, la opinión y las acciones de otros Seres no logran alterar su rumbo; sólo
de su corazón brota Shraddra: es un Ser humilde.

421. Aquel que se conoce a sí mismo, sólo se posee a sí mismo y no depende del amor del mundo.

422. Aquel que se conoce a sí mismo, es en sí mismo, se respeta a sí mismo, hace, sabe, realiza,
está en paz con su Ser, no deja nada sin resolver, al hacer lo necesario: es.

423. A aquel que se conoce a sí mismo, ya no le interesa quién fue; no confía en sus visiones; tiene
su vida siempre por delante e ignora su destino; en consecuencia, lo forja desde su constante
aquí y ahora, como única posibilidad; tomó conciencia de su grado real de ignorancia y eso
ya no lo asusta, sino que le da paz; sabe lo que sabe y lo que no sabe y es sincero para con él
mismo y los otros, y no lo oculta ante sí mismo y ante los demás.

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ÍÍnnddiiccee

Capítulo Título Página


I Versos Gemelos ………………………………………. 2
II Honestidad ..................................................................... 4
III El Pensamiento ……………………………………….. 6
IV Las Flores (O Del Respetuoso Discernimiento Interior) 7
V El Necio ……………………………………………….. 10
VI El Buscador De Sabiduría …………………………….. 12
VII El Consejero (Arhat) ………………………………….. 14
VIII Los Miles ……………………………………………… 15
IX No Dañar ………………………………………………. 17
X La Violencia …………………………………………... 19
XI Vejez …………………………………………………... 21
XII Uno Mismo ……………………………………………. 22
XIII Este Mundo …………………………………………… 23
XIV Buddhha (O Aquel Que Se Despierta A Sí Mismo) ….. 25
XV Bienaventuranza ………………………………………. 27
XVI Lo Vano ……………………………………………….. 28
XVII Manifestando Ira ……………………………………… 29
XVIII Las Impurezas ………………………………………… 30
XIX El Justo ………………………………………………... 32
XX El Sentido ……………………………………………... 34
XXI Miscelánea …………………………………………….. 36
XXII El Mundo Concreto …………………………………… 38
XXIII El Respeto ……………………………………………... 40
XXIV Lo Necesario …………………………………………... 42
XXV El Hacedor ……………………………………………... 44
XXVI Aquel Que Se Ha Encontrado A Sí Mismo ……………. 46

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