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De pies a cabeza, los huesos proporcionan sostén a nuestro cuerpo y ayudan a darle forma.
El cráneo nos protege el cerebro y nos conforma la cara. La médula espinal, un canal de
intercambio de mensajes entre el cerebro y el cuerpo, está protegida por la columna vertebral
o espina dorsal.
Las costillas forman una cámara que alberga el corazón, los pulmones, el hígado y el bazo, y
la pelvis ayuda a proteger la vejiga, los intestinos y, en las mujeres, los órganos reproductores.
Aunque son muy ligeros, los huesos son lo suficientemente fuertes para soportar todo nuestro
peso.
La construcción de los huesos continúa durante toda la vida, ya que el cuerpo renueva y
reconstruye constantemente al tejido vivo de los huesos. Los huesos contienen tres tipos de
células: los osteoblastos, que conforman hueso nuevo y ayudan a reparar las lesiones óseas;
los osteocitos, que transportan nutrientes y productos de desecho desde y hacia los vasos
sanguíneos en los huesos, y los osteoclastos, que rompen el hueso y ayudan a esculpirlo y a
darle forma.
Los osteoclastos son sumamente activos en niños y adolescentes, trabajando en los huesos
conforme se van remodelando durante el proceso de crecimiento. También desempeñan un
papel importante en la reparación de fracturas.
Los huesos están compuestos por calcio, fósforo, sodio y otros minerales, así como por la
proteína colágeno. El calcio es necesario para que los huesos sean duros, lo que les permite
soportar el peso corporal. Los huesos también almacenan calcio y lo liberan al torrente
sanguíneo éste cuando es necesario en otras partes del cuerpo. Las cantidades de ciertas
vitaminas y minerales que ingerimos, en especial la vitamina D y el calcio, afectan
directamente a la cantidad de calcio almacenada en nuestros huesos.
Los huesos están sujetos a otros huesos mediante largas tiras fibrosas, denominadas
ligamentos. El cartílago, una sustancia flexible y elástica que recubre las articulaciones,
sostiene los huesos y los protege en las partes donde friccionan entre sí.
Los huesos no trabajan solos: necesitan la ayuda de los músculos y las articulaciones. Los
músculos tiran de las articulaciones, lo que nos permite movernos. También ayudan al cuerpo
a desempeñar otras funciones para que pueda crecer y mantenerse fuerte, tales como
masticar alimentos y transportarlos a través del sistema digestivo.
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Músculos y articulaciones
El cuerpo humano tiene más de 600 músculos. Hacen de todo: desde bombear sangre por
todo el cuerpo hasta ayudarnos a levantar cosas pesadas.
Haz clic para recorrer esta presentación y obtener más información acerca de los músculos y
las articulaciones.
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El cuerpo humano tiene más de 650 músculos, que constituyen la mitad del peso corporal de
una persona. Están conectados a los huesos mediante tejidos duros y resistentes, similares a
los cordones, denominados tendones, que permiten que los músculos tiren de los huesos. Si
usted mueve los dedos de la mano, podrá ver el movimiento de los tendones del dorso de la
mano mientras hacen su trabajo.
Incluso cuando estamos sentados y completamente quietos, hay músculos de nuestro cuerpo
que están en constante movimiento. Los músculos permiten que el corazón lata, que el tórax
se expanda y se contraiga mientras respiramos y que los vasos sanguíneos ayuden a regular
la tensión arterial y el flujo sanguíneo por todo el cuerpo. Cuando sonreímos o hablamos, los
músculos nos ayudan a comunicarnos, y cuando hacemos ejercicio, nos ayudan a
mantenernos sanos y en una buena forma física.
Los movimientos que realizan nuestros músculos están coordinados y controlados por el
cerebro y el sistema nervioso. Los músculos involuntarios están controlados por estructuras
que se encuentran en las profundidades del cerebro y la parte superior de la médula espinal,
denominada "tronco encefálico". Los músculos voluntarios están controlados por una parte del
cerebro conocida como corteza cerebral motora y el cerebelo.
Cuando usted decide moverse, su corteza motora envía una señal eléctrica a través de la
médula espinal y los nervios periféricos a los músculos, haciendo que estos se contraigan. La
corteza motora de la parte derecha del cerebro controla los músculos de la parte izquierda del
cuerpo y viceversa.
El cerebelo coordina los movimientos musculares ordenados por la corteza motora. Los
sensores de músculos y articulaciones envían mensajes de retroalimentación a través de los
nervios periféricos para indicar al cerebelo y a otras partes del cerebro dónde y cómo se está
moviendo el brazo o la pierna y en qué posición se encuentra. Esta retroalimentación permite
un movimiento fluido y coordinado. Si queremos levantar un brazo, el cerebro envía un
mensaje a los músculos del brazo y éste se mueve. Cuando corremos, se implican una mayor
cantidad de mensajes cerebrales porque muchos músculos deben trabajar al unísono.
Los músculos mueven las partes del cuerpo contrayéndose y relajándose. Los músculos
pueden tirar de los huesos, pero no pueden empujarlos nuevamente hacia la posición original.
Por ello, trabajan en pares de flexores y extensores. El flexor se contrae para doblar una
extremidad en una articulación. Luego, una vez completado el movimiento, el flexor se relaja y
el extensor se contrae para extender o estirar el miembro en la misma articulación. Por
ejemplo, el bíceps, ubicado en la parte anterior del brazo, es un flexor, y el tríceps, ubicado en
la parte posterior del brazo, es un extensor. Cuando flexionamos el brazo a la altura del codo,
el bíceps se contrae. Luego el bíceps se relaja y el tríceps se contrae para estirar el brazo.
Las articulaciones se encuentran en las uniones entre huesos. Hacen que el esqueleto sea
flexible; sin ellas, el movimiento sería imposible.
Las articulaciones permiten que el cuerpo se mueva de muchas maneras. Algunas de ellas se
abren y se cierran como sin fueran bisagras (por ejemplo, las rodillas y los codos), mientras
que otras permiten realizar movimientos más complejos. El hombro o la articulación de la
cadera, por ejemplo, nos permite realizar movimientos hacia adelante, hacia atrás, laterales y
giratorios.
Por muy fuertes que sean los huesos, estos pueden romperse. Los músculos se pueden
debilitar y las articulaciones (así como los tendones, los ligamentos y el cartílago) se pueden
lesionar o pueden quedar afectadas por enfermedades.
Los problemas que pueden afectar a los huesos, músculos y articulaciones incluyen los
siguientes: