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¿Hasta qué punto fue Alejandro II un zar liberador y revolucionario?

Alejandro II tomó el cargo de zar en 1855, a fines de la guerra de Crimea, el cual fue un conflicto
armado entre Rusia y el Imperio Otomano. Este conflicto, que había comenzado en 1853 y finalizó
en 1856 con la derrota de Rusia, le hizo tomar consciencia al zar de las malas condiciones generales
gracias al atraso no solo económico, ideológico, social, industrial y naval, sino que generalizado a
todos los ámbitos. Ésta era una condición en la que se encontraron varios años, estaba
subdesarrollada con respecto a Europa occidental. Tenía problemas de comunicación debido a su
gran tamaño y gracias a sus pocos caminos y vías férreas se hacía difícil la movilización de las
materias primas. Además en Rusia seguía vigente el modelo de servidumbre similar al feudalismo
que el resto de Europa había dejado atrás en la edad media. Los siervos en Rusia vivían en
situaciones de mucha pobreza. Bajo dicho contexto el determinar hasta qué punto fue Alejandro II
un zar revolucionario y liberados se torna un tanto controversial y complicado por el carácter
contradictorio de sus fines y su accionar, ya que, si bien hizo varias reformas de corte liberal que
hicieron que se lo conociera como el zar revolucionario, indudablemente no lo fue realmente, ya
que, buscó industrializarse mediante el edicto de emancipación principalmente para poder aumentar
la seguridad nacional y no por motivos liberales, realizó reformas políticas para poder mantener el
régimen autoritario y en el momento que comenzaron ánimos de revolución por parte de distintos
grupos comenzó con medidas más bien de regresión.

En primer lugar, las reformas, como el edicto principalmente, que se dieron bajo el poder de
Alejandro II no fueron con intenciones revolucionarias o liberales, sino que fueron únicamente para
poder aumentar la seguridad nacional rusa, para lo cual se necesitaba llevar a cabo una
industrialización. El historiador Tim Chapman considera que la prioridad era sin duda el llevar a
cabo reformas militares, por lo que esto desmiente la idea de Alejandro II como un zar liberador.
Esta necesidad de reformas militares se pudo evidenciar con la guerra de Crimea, y el zar
comprendió que no podía continuar con esta situación, ya que sufría el riesgo de recibir ataques de
otras potencias a las cuales no iba a poder responder. Para poder industrializar necesitaba realizar
ciertos cambios principalmente políticos y económicos, para los cuales tenía que enfrentar un
problema principal. Este era el gran porcentaje de siervos que vivían en una especie de
“feudalismo” y bajo muy malas condiciones de vida. Al tener una población principalmente rural,
87% y una población de tan solo 13% en las ciudades no era posible la industrialización. Todo esto
implicaba poca capacidad de producción, por lo que no se podía dar un crecimiento económico
significativo que pudiese financiar una modernización. Por lo tanto debía hacer que los siervos se
convirtieran en proletariado para poder modernizar e industrializar Rusia.

La poca producción mencionada anteriormente era a causa de este sistema casi feudal, ya que en
grandes tierras pertenecientes a un solo dueño pocos espacios eran trabajados por siervos, es más,
más de un tercio de las tierras cultivables no eran trabajadas nunca. Además de esto había una
automaticidad en la vida de los siervos y una noción de mejorías inexistentes en sus vidas que
tuviera relación a la cantidad de trabajo que realizaban. Todo esto, sumado con el hecho de que lo
que producían no les significaba un beneficio directo que los impulsara a aumentar su trabajo,
impedía que se optimizaran los esfuerzos y la producción ya que se conformaba una gran
desmotivación hacia el trabajo. Esto remarcaba la idea de que se necesitaba cambiar el sistema de
servidumbre que había para poder modernizar Rusia. Por lo tanto, el edicto de emancipación se
posicionaba como una gran solución, ya que no solo permitía que se otorgara motivación a los
siervos, sino que también permitía que se optimizaran las tierras que se disponían. Esto fue gracias a
que el edicto de emancipación, que entró en vigencia en 1861, establecía que cada siervo ahora iba
a trabajar una tierra de la cual podían llegar a ser propietarios mediante pagarla con su trabajo. Ya
no iba a estar su vida bajo el control un dueño de la tierra. Por otro lado, la condición de que las
tierras se podían obtener mediante 49 años de rendición que tenían un interés anual de %6,5,
provocó que varios ex-siervos decidieran movilizarse al medio urbano y se incrementó la población
en la ciudad.

Por otra parte, esa libertad no fue real, ya que ahora en vez de rendir cuentas a un dueño de la tierra
se la rendían al mir, que eran comunas campesinas que recolectaban las rendiciones. Por tanto no se
liberó a los siervos, sino que se les impuso una nueva forma de opresión. Tim Chapman señala que
el hecho de haberles agregado esta otra forma de control no fue un acto de liberalismo. Volviendo al
lado de la producción, esta se fue incrementando, y al poder exportarse más se fue produciendo más
ganancia, de la cual parte se invertía luego en la tecnificación del campo y el crecimiento de la
industria agraria entre otras cosas, como el crecimiento de las líneas férreas y la expansión de otras
industrias, ya sea la textil, la de hierro, carbón y gas. Esto hizo que se diera un crecimiento
económico. Otra parte fue destinada a la modernización del equipamiento militar, de su transporte y
a la creación de escuelas militares que incrementaron su profesionalismo. Las mejoras a nivel
militar que significaban una mejor seguridad nacional se demostraron con la guerra entre Rusia y
Turquía de 1877/78, en la que ganó Rusia y por lo cual restauró su reputación. Por lo tanto, el edicto
de emancipación que tiene carácter de reforma liberal, no tuvo un objetivo liberal ni tampoco se
concretó en un cambio liberador realmente, sino que tuvo la finalidad de industrializar Rusia para
poder dar una mejora militar que incrementara la seguridad nacional y que fortaleciera el poder de
Rusia.

En segundo lugar, varias reformas, como fueron las políticas se dieron para preservar y proteger al
zarismo previniendo que los campesinos, o en su momento siervos se fueran en contra del zar y
generaran una revolución que amenazara el régimen. El zar tenía la supuesta función de padre
protector de los rusos, movido por un sentimiento de humanidad y filantropía. Algunos pueden
argumentar que fue este el sentimiento que impulsó las reformas de Alejandro. De todas formas, el
zar mismo manifestó, en el caso de el edicto de emancipación, que era mejor emanciparlos desde
arriba a que ellos se emanciparan solos desde abajo. Si él se encargaba de esta tarea de
emanciparlos, iba a poder controlar dicha emancipación y por lo tanto continuar en el poder, como
sucedió. Si se hubieran emancipado los siervos por su cuenta hubiese sido mediante una revolución
en contra de zar, lo que lo habría quitado del poder. Cabe aclarar que por esta parte le funcionó bien,
ya que no fue quitado del poder a causa de los siervos o de los campesinos, sino por un movimiento
conformado por nobles intelectuales que estaban a favor del pueblo. Pero no solo la emancipación
fue con este objetivo, sino también lo fueron las reformas políticas, culturales, y legales. Se ocupó
de, de alguna manera conformar al pueblo con pequeñas mejoras en las cuales intentara no perder el
poder pero hacer creer al pueblo que se los estaba otorgando, para que de esta forma no tuvieran
interés alguno en revolucionarse.

El aspecto de mantener al pueblo “conforme” no es menor, ya que relativamente poco tiempo


antes, en 1848, se había publicado el manifiesto comunista, y en 1869 estuvo la primer copia
traducida a ruso, por lo se había consolidado un movimiento intelectual inspirado en estas ideas
llamado la intelligentsia. También estaba presente el nihilismo, basado en la obra de Turgenev, y de
ambos de habían conformado algunos grupos en contra del zar. Alejandro era consiente de que, al
ser una gran mayoría de siervos, si se lograban organizar e ir contra él, el zarismo iba a terminar.
Pero el único problema no eran propios campesinos, sino que también por las influencias
ideológicas de la época y los grupos revolucionarios que podían llegar a movilizarlos. Por tanto el
realizar cambios que beneficiaran en cierto punto al pueblo era cada vez más importante, así es que
no solo cedió mas libertades en cuanto a hablar de temas de política, más independencia en las
universidades o cambios en el sistema judicial que le otorgaban a este más poder, sino que se generó
una descentralización del poder. Esta descentralización del poder parte principalmente de la
evolución en 1870 de los semstva, los cuales eran los organismos conformados tanto por cleros,
nobles y campesinos que se ocupaban de proporcionar y gestionar cuidados médicos, administrar la
pobreza, promover la industria local y respondían al gobierno, a los dumas. Estos eran ahora una
especie de pequeños gobiernos que ahora también cobraban impuestos.
Si bien para el historiador Alan Wood, los dumas fueron los “semilleros del liberalismo” es
importante considerar que este no fue el fin del zar. Él no buscaba la descentralización del poder, ni
promover el liberalismo, sino que la descentralización del poder surgió de su necesidad de mantener
el régimen autocrático. Su objetivo no era perder poder, sino que por el contrario quería mantenerlo,
solo que entendió que para poder mantenerlo era necesario ceder un poco y ser flexible en ciertos
aspectos antes de terminar perdiéndolo todo en una revolución en contra de su poder. De todas
formas, los dumas no solo dependían del gobierno económicamente, sino que habían de estos solo
en algunas partes de Rusia y las elecciones dentro de estos no tenían el mismo poder, por lo que no
le significaron una pérdida de poder muy grande en su afán de conformar a los campesinos, y
también a los movimientos de corte más bien socialista y nihilista. Aquí se muestra de una forma
clara cómo las reformas que parecían más de corte liberal o revolucionario, tienen de fondo un fin
más bien antiliberal, antirevolucionario, a favor del régimen zarista, para el cual fueron
implementadas. Por tanto, las reformas políticas que fueron las que más parecieron quitar poder al
zar y tener un aspecto liberal no tuvieron este fin en absoluto, sino que fueron para evitar la pérdida
de poder del zar gracias a una revolución.

Finalmente, en cuanto el zar Alejandro II pudo evidenciar el avance de grupos que buscaban una
revolución, su reacción fue tomar un giro en su política, que implicó una cierta regresión en esta. El
primer cambio evidenciable fue en 1866, cuando luego de sufrir un atentado de muerte, el zar
decide cambiar a su ministro de educación, quien tenía ideas más bien liberales. Por más que
algunos de sus ministros o consejeros eran liberales, él tomaba sus ideas pero no lo hacía para
promover un liberalismo o porque creyera en los fines del liberalismo. Usaba ideas liberalistas para
cumplir sus propios fines ya que creía que podían servirles, lo que conformó una gran contradición
durante su gobierno, ya que por sobre todo su misión era más bien conservadora o autocrática. El
nuevo ministro es más conservador y ortodoxo, Dimitri Tolstoy, quien se encargó de la regresión de
algunas reformas educativas. Estas reformas eran las que habían permitido que se generaran ciertos
grupos en contra del zar. Como una de las reformas constaba en una menor censura de los libros y
diarios, esto permitió que se llegara al conocimiento de libros como el manifiesto comunista de
Marx y Engels y el libro “padres e hijos” de Turgenev.

Por lo tanto había ingresado gracias a esto la intelligentsia y el nihilismo. El grupo nihilista, que
seguía el planteamiento de Chernyshevsky no era violento. La adaptación del socialismo al
socialismo agrario por parte de Herzen, ya que en Rusia no había proletariado sino campesinado
tampoco era violento. Aunque, el grupo populista “tierra y libertad”, que eran parte de la
intelligentsia pero influenciados por en nihilismo se dividió en dos: Partición negra, no violentos, y
los narodnaia volia, quienes si lo eran. Otras reformas de la educación, como mayor libertad a la
hora de hablar de política y la independencia que se le había dado a las universidades además de un
mayor cupo en estas contribuyeron también a que surgieran estos movimientos con personas
críticas, mayoritariamente estudiantes, en contra del zarismo. El zar se había dado cuenta que al
darles más libertad y flexibilidad había hecho que los revolucionarios creyeran ese el momento
oportuno para hacer un cambio. Así que fueron estas reformas las que comenzaron a ser cambiadas.
La iglesia volvió a tomar el lugar que tenía en las universidades y se volvió a enseñar las materias
clásicas que anteriormente. Esto implicaba la suspensión de clases que incrementaran el
pensamiento crítico además de ciencias naturales.

En 1873 se prohibió a los estudiantes el hablar de ciertos temas. Además de reformas a nivel de
educación también se fortaleció la actividad del tercer estado, es decir la policía nacional secreta, y
se dieron cambios en el ámbito legal. Cuando eran acusados integrantes de estos grupos contrarios
al zar, se los juzgaba en público, y varias veces los jurados eran demasiado benevolentes.
Asimismo, los discursos de los abogados defensores, la profesión que había surgido en una de las
reformas de Alejandro, eran publicados en la prensa, lo que significaban herramientas contra el zar.
Por tanto en 1878 se estableció que los crímenes políticos iban a ser juzgados en cortes militares,
los cuales eran en secreto, a fin de poder controlar y defenderse de los grupos en su contra. En vista
de lo dicho anteriormente, Alejandro II comenzó una regresión en su política en cuanto pudo
evidenciar el avance que estaban haciendo grupos en contra del poder del zar para evitar que se
terminara dando una revolución que pudiese terminar con el zarismo del zarismo

A modo de resumen, el zar Alejandro II no fue un zar revolucionario y liberador como


popularmente se le suele llamar, ya que los cambios que realizó, por más que fueron de corte liberal
tuvieron fines antiliberales. Estos fueron, por ejemplo, proteger, preservar y aumentar el poder de
Rusia tanto en lo respectante a la economía, el poder militar y el régimen zarista. Las reformas que
realizó en la etapa más “liberadora” y en la etapa de su regresión eran preventivas y reaccionarias
una revolución respectivamente.

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