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El ADN en la segunda mitad

del siglo XX: transformación científica y cultural

AITOR CALVO FERNÁNDEZ


ÍNDICE

:: Introducción ….............................................................................................................. 1

:: Una retrospectiva deformada …................................................................................... 2

:: El ADN en perspectiva histórica ….............................................................................. 3

- Un comienzo discreto: años 50 y 60 …............................................................. 4

- Etapa de transición: años 70 y 80 ….................................................................. 5

- Asentamiento definitivo: años 90 ….................................................................. 6

:: Conclusiones …............................................................................................................ 7

:: Bibliografía …............................................................................................................. 9

i
INTRODUCCIÓN

La genética es un tema científico con una amplia representación en la cultura. Además


de ser un campo en el que se invierten grandes cantidades de dinero y esfuerzo desde
diversas disciplinas, se trata de un caso que destaca por su presencia fuera del ámbito
especializado. Los genes, el ADN y otros términos de la familia han atravesado las
barreras de la ciencia y se han instalado en las conversaciones de bar, en debates sobre
legislación, en el cine y en otros entornos lejanos a los laboratorios. Dadas las enormes
dimensiones que ha tomado el fenómeno, cabe preguntarse acerca del significado que
esos descubrimientos han tomado en nuestra sociedad, las implicaciones que ello tiene
para esta última y cómo se ha llegado a esta situación.

Desde hace unas cuantas décadas, es común concebir la ciencia como un


proyecto estrechamente ligado a la sociedad. Los hallazgos científicos se dan siempre
en un contexto amplio donde entran diversos factores –intereses, ideologías, culturas
materiales, etc.-- que los modelan y conforman. Así, tampoco es de extrañar que
conocimientos como los que se refieren al ADN y los genes puedan ser bien recibidos
en la sociedad y circular por ella. El problema reside en que, debido al peso que les
otorga la autoridad científica, su uso puede generar equívocos. Como muestra Gould
(1981: 97-99) con respecto a la craneometría, el conocimiento científico pueden alejarse
del ámbito en que se formula y se justifica, de forma que pasa a tener vida propia y se
pierde el contacto con su origen. Examino en este trabajo la imagen social del ADN y
cómo ha llegado a formarse, para disponer así de una perspectiva histórica.

Hay varios aspectos a los que hay que dirigirse para esclarecer la historia del
ADN. Ello requiere, evidentemente, hablar del ADN dentro de la comunidad científica
--descubrimientos, importancia asignada-- y fuera de ella –significado social, uso en
distintos contextos--. Sin embargo, esos espacios no pueden tomarse como separados.
En el cruce entre ambos se encuentra una clave para entender la construcción de la
visión popular del ADN, y es la foto de James Watson y Francis Crick posando junto
con el modelo de la doble hélice en 1953, que llegó a ser un icono cultural (cfr. de
Chadarevian, 2003). El estudio de la foto permite entender por qué la doble hélice, y no
otro hallazgo relacionado con el ADN, llegó a cobrar ese valor icónico. A partir del
trabajo de Olby (2003) sobre la historia de la doble hélice, el de Nelkin y Lindee (2004)
sobre el papel y el significado del ADN en la cultura,1 y el de Soraya de Chadarevian
(2003) sobre la fotografía, me propongo analizar la historia del ADN y cómo ha llegado
a ser lo que es hoy.2 Para ello, describiré primero la reconstrucción popular de los
hechos y expondré a continuación las fases por las que pasó hasta la década de los 90,
relacionando los factores que contrubuyeron a su transformación.
1 Este libro trata específicamente sobre la cultura de EEUU. Sin embargo, dado el alto nivel de
globalización –sobre todo en lo que respecta a la cultura más popular, dominada por el cine y la
televisión--, hay una gran similitud entre Norteamérica y gran parte de los países europeos a
este respecto. Así, hablaré en términos generales para referirme al mundo occidental.

1
UNA RETROSPECTIVA DISTORSIONADA

Después de todos los avances científicos que se han dado desde la propuesta de la
estructura helicoidal del ADN y la resonancia que han tenido fuera de la ciencia, no es
de extrañar que ahora lo veamos como un evento clave. Como ejemplo de la
retrospectiva popular, puede citarse el siguiente fragmento de un artículo de The
Guardian (Rutherford, 2013), que dice lo siguiente acerca de la propuesta de estructura
de doble hélice en 1953: “...la forma en que entendemos la vida cambió para siempre
aquel día, y comenzó la era moderna de la biología” ¿Fue esto así de verdad? Lo cierto
es que a lo largo de los años cincuenta la estructura helicoidal no tuvo la prominencia
que se le atribuye hoy en día; de los artículos dedicados al ADN en esos años, pocos la
mencionaban siquiera (Olby, 2003: 402-403). Lo que hay que preguntarse, entonces, es
cómo y por qué llegó a convertirse en un hallazgo considerado clave para la ciencia,
tanto dentro como fuera de la comunidad científica.

Relacionado con ello, tenemos la foto de Watson y Crick hecha por Barrington
Brown. Esta ha aparecido en libros de biología, pósters y medios de todo tipo, con lo
que puede considerarse sin duda un icono cultural. De Chadarevian (2003: 91,96)
menciona un contraste muy interesante al respecto: mientras que el público suele
coincidir acerca de las cualidades estéticas del modelo, al fotógrafo no le impresionó
cuando lo fotografió. No obstante, los científicos que comprendían sus implicaciones sí
que lo encontraban atractivo. La autora sugiere que si el modelo llegó a ser apreciado
positivamente, fue precisamente porque sabían que era importante. De hecho, la foto
tuvo un origen fortuito y no se publicó en ese momento (ibíd.: 95-96). Como podrá
verse, hay una estrecha relación entre la representación social de la foto y la relevancia
atribuida a la publicación de la estructura.

La presencia y el papel del ADN en la cultura ha tomado una forma que apenas
se parece a la entidad biológica a la que se refiere (Nelkin y Lindee, 2004: xi-xxvi). El
ADN ha penetrado en debates acerca de la identidad y la reproducción, en la definición
de la familia y del ser humano, aparece en novelas y en el cine, y un largo etcétera. Sin
embargo, esto no era así en las dos décadas que siguieron a la publicación de la
propuesta de la doble hélice. En aquellos años la crianza ganaba en el famoso debate
nature vs nurture, y las perspectivas y opiniones articuladas entorno al esencialismo
genético no predominaban aún (véase más abajo). Como mostraré en el desarrollo
histórico, hay que tomar en cuenta la ideología subyacente, relacionada con la herencia,
para comprender el devenir del ADN como elemento cultural y científico. Un análisis

2 Dado que el ADN afianzó su posición en la cultura popular en los años 90 ( cfr. Nelkin,
Lindee, 2004), y que parece que hoy en día sigue manteniendo una posición fuerte, no
consideraré los cambios ocurridos desde finales del siglo pasado.

2
conjunto del desarrollo de los tres puntos presentados pone de relieve la compleja
estructura que forman y lo erróneo que resulta interpretarlos sin perspectiva histórica.

EL ADN EN PERSPECTIVA HISTÓRICA

El objetivo de este apartado es mostrar el trayecto histórico del ADN ¿Qué pasó desde
que se publicaron los artículos con la estructura en 1953 hasta lograr la hélice doble?
¿Qué razones hay para que haya llegado a tener la presencia cultural que hoy tiene?
Para responder a estas preguntas, he distinguido tres periodos: el primero comprende la
década de 1950 y principios de 1960, cuando el ADN no era aún popular. El segundo
abarca las dos décadas siguientes, las de 1970 y 1980, que fueron un periodo de
transición en el que el ADN y su estructura tuvieron un protagonismo creciente en la
investigación biológica y biomédica y se fueron instalando en el imaginario popular. Por
último, el tercero se refiere a la década de 1990, cuando la presencia del ADN en la
investigación biológica quedó establecida, al menos en apariencia, pues los debates
sobre su protagonismo biológico se mantienen hasta hoy. Esta división es un tanto
arbitraria, ya que no hace igual justicia a la evolución en los distintos ámbitos
involucrados, por lo que debe entenderse como una guía flexible para estructurar el
desarrollo y subrayar el cambio que en él se da.3

- Un comienzo discreto: años 50 y 60.

Como ya mencionaba en relación a la cita del artículo de The Guardian, la publicación


de la propuesta de la estructura helicoidal del ADN no significó un antes y un después
para la biología. El trabajo de Olby (2003) muestra que el interés empezó a crecer
cuando se vio su papel en la síntesis de proteínas a finales de la década de 1950.
Alrededor de 1953 la opinión general se decantaba por un modelo de síntesis de
proteínas que no se basaba en la copia de un molde, lo cual descartaba al ADN como
candidato principal. El mecanismo del molde fue propuesto por Watson y Crick el
mismo año en que publicaron la propuesta de la estructura, pero no contó con evidencia
hasta el trabajo de Matthew Meselson y Franklin Stahl en 1958, que demostraba su
replicación semiconservadora y apoyaba así la propuesta de estructura de doble hélice

3 Con flexible quiero decir que hay casos (ej.: la publicación del libro de Wilson) que los
incluiré en una década que no les corresponde por estar muy cerca o tener mayor relevancia en
ese otro periodo. También caracterizaré cada etapa por una cantidad limitada de eventos; esta
selección es conveniente para hacer más clara la intención de la exposición y la división por
décadas, a costa de no hacer justicia a la complejidad de la situación. A lo largo de toda la
sección, debe entenderse que hay más eventos característicos de una visión “pro-naturaleza ” o
“pro-entorno” que se dan más adelante o más atrás en el tiempo, pero las limitaciones del
trabajo no permiten incluirlos todos.

3
(ibíd.: 403). No obstante, todavía hubo que esperar más de una década hasta que se
dedujo su papel en la célula. Otro aspecto a considerar es su relación con la herencia,
que sería crucial para la popularización del ADN y el modelo de la doble hélice (ibíd.:
405). Aunque los trabajos de Oswald Avery, Colin MacLeod y Maclyn McCarty en
1944 y Al Hershey and Martha Chase en 1952 sugerían que el ADN era material
hereditario, la investigación en los primeros años muestra que la comunidad científica
no estaba aún convencida de ello (ibíd.: 402).

La historia de la fotografía de Watson, Crick y el modelo de la estructura


muestra un trayecto similar. Según Soraya de Chadarevian (2003), la fotografía fue
tomada el mismo año de la propuesta de la estructura. Su destino fue parecido al de esta,
ya que ni siquiera se publicó cuando recibió el premio Nobel. Esta autora destaca
también la dificultad para establecer la fecha en que se tomó la instantánea, pues ni el
fotógrafo, Anthony Barrington Brown, ni Watson y Crick parecen acordarse muy bien
de los detalles; es muy probable que en su momento no se le atribuyera mayor
importancia. Pese a que Watson, Crick y el cristalógrafo de rayos X Maurice Wilkins
recibieron el premio Nobel de Medicina en 1962, todavía faltaban algunos elementos
para que la propuesta por de la estructura se viera como lo muestran las
reconstrucciones actuales (cfr. de Chadarevian, 2003: 97).

La presencia social del ADN era escasa. El estudio de Nelkin y Lindee (2004)
muestra que el ambiente se imponía sobre la biología: el consejo familiar, en el que
destacaba el libro Baby and Child Care de Spock, daba primacía al entorno de
crecimiento y desarrollo (ibíd.: 137-138); las teorías sociológicas dominaban las
explicaciones sobre del crimen (ibíd.: 134); y el fracaso académico se asociaba
principalmente al ambiente (ibíd.: 163). El esencialismo genético no era la ideología
dominante, y el ADN no había entrado aún en medios populares como el cine o los
cómics (ibíd.: 182-183). Fue una etapa en la que el neomendelismo de la primera mitad
del siglo, que tuvo una expresión radical en la ciencia nazi, fue revertido y la crianza
sustituyó a la herencia como el factor considerado como más influyente (López Beltrán,
2005: 339; Nelkin y Lindee, 2003: 36-37). Para entender la fama del ADN y la
recepción de la propuesta de la doble hélice hay que tener en cuenta el ambientalismo
que dominaba en la posguerra, además de los intereses científicos que guiaban la
investigación en biología. La imagen cultural del ADN y de la propuesta de Watson y
Crick de 1953 no se formó ella sola, sino que requirió la acción de otros factores que
aún no se habían dado.

4
- Etapa de transición: años 70 y 80.

En este periodo se aprecian cambios significativos en el papel del ADN, pues se le había
asignado un papel en la célula y los científicos empezaron a convencerse de sus
implicaciones para la herencia (Olby, 2003: 404-405). El suceso clave para su
popularización fue la publicación del libro The Double Helix de Watson en 1968, en el
que el autor ofrece un relato personal de los hechos que llevaron al descubrimiento (de
Chadarevian, 2003: 97-101). Su enorme éxito literario –asociado también a la
controversia que causó-- supuso un punto de inflexión también para la foto, que
figuraba entre sus páginas. Soraya de Chadarevian argumenta que el retrato de
Barrington Brown encarna el relato de Watson: la actitud jovial de los científicos, su
protagonismo junto con el modelo y los métodos simples que sugieren la creatividad de
los científicos. A lo largo de los 70, la demanda de la foto creció considerablemente, el
retrato captó la reconstrucción de Watson, y contribuyó a su popularidad. Esta aumentó
a partir de 1987, al menos en el Reino Unido, año en que la BBC hizo una serie de
televisión sobre la historia contada en el libro de Watson, The Double Helix. Esto
requirió la construcción del modelo, que se realizó con la guía de la foto de Barrington
Brown (ibíd.: 103). El tema llegó a la TV, uno de los medios más populares –si no el
más popular--, poniendo en el camino de la fama tanto a la foto como a la estructura de
doble hélice del ADN.

Un fenómeno parecido se observa en lo referente a las ideas relacionadas con la


esencialismo biológico. A pesar de las reacciones negativas que recibieron algunas ideas
reduccionistas en los años 70, como el rechazo a considerar las diferencias de género
como innatas por parte del feminismo (Nelkin, Lindee, 2004: 104) o el escepticismo
ante las propuestas de Richard J. Herrnstein acerca de la base innata del nivel de
inteligencia --según lo establecían los tests al uso-- y el estatus social (ibíd.: 114), el
fundamentalismo biológico se expandió, al menos en Estados Unidos. Fue en esta
década cuando Edward Osborne Wilson propuso explicar el orden social en términos
biológicos (ibíd.: 39) y se publicó el conocido libro El gen egoista de Richard Dawkins
(ibíd.: 53). También empieza a asociarse el lenguaje de la genética con lo sagrado e
inviolable, asignando poderes sagrados al ADN, tema que se acrecentará más tarde
(ibíd.: 55). La ideología que estaba empezando a expandirse situaba la naturaleza
humana en el ADN.

La década siguiente supuso un cambio radical, reflejado en la ingente cantidad


de referencias en la obra de Nelkin y Lindee (2004). La genética dio un paso adelante
con el desarrollo de la capacidad computacional y de nuevas técnicas de laboratorio, y
aumentó paralelamente su presencia en la cultura. Se dieron así ciertos cambios: los
problemas escolares empezaron a caracterizarse como patologías biológicas (ibíd.: 163),
se volvió más cumún hablar de diferencias innnatas entre sexos (ibíd.: 109) y los
análisis de la política social se centraron cada vez más en la patología individual (ibíd.:

5
130). Todo ello indica un giro teórico cada vez mayor hacia el individuo y en especial a
su biología, proceso que tomará su forma definitiva en los 90.

Aumentó la presencia del ADN en medios populares; ya no se trataba de un


fenómeno reservado a especialistas o espacios reducidos. Junto a la serie producida por
la BBC, triunfaron en el cine E.T. y Blade Runner en 1982 (ibíd.: 38), películas en las
que incluían el ADN en la trama. La entrada en la esfera popular indica ese alejamiento
de los orígenes científicos que mencionaba al principio. Después del ambientalismo que
siguió a la Segunda Guerra Mundial, en esta etapa hubo una vuelta al esencialismo
genético, aumentó la atención puesta en el ADN y se forjó la imagen dominante de la
propuesta de la estructura de doble hélice.

- Asentamiento definitivo: años 90.

Llegada la década de los 90, la fama de la propuesta de la estructura de 1953 y de la


fotografía estaba bien asentada. Se recreó la foto en 1900 y en 1993 se construyó una
enorme estatua de bronce del modelo propuesto en 1953 como regalo para Watson en su
25 aniversario como director del Cold Spring Harbor. Como indica de Chadarevian
(2003: 104), la hélice había pasado “de 'modelo molecular primitivo' a preciosa obra de
arte”.

Una mirada amplia hacia estos años revela la entrada definitiva del ADN en la
cultura pupular. Las líneas que separan el “hombre”, la “naturaleza”, la “vida” y las
“máquinas” empezaron a hacerse borrosas, mientras el ADN se afianzaba como
elemento sólido de diferenciación (Nelkin, Lindee, 2004: 43). El gen cada vez se hacía
más parecido al germoplasma de los eugenistas de comienzos de siglo, adquiriendo
nuevos poderes; puede decirse que el alma de cada persona, su esencia, pasó a situarse
en el ADN (ibíd.: 20, 37-39). Los debates en torno a la identidad del individuo y de la
familia se centraban ya en esta molécula (ibíd.: 58); el creciente miedo por la violencia
agudizó la preocupación por el crimen, que cada vez se analizaba más en términos de
predisposición genética (ibíd.: 158); y en el ámbito de la reproducción ganaba
importancia la continuidad de los genes, lo cual se reflejó en las nuevas tecnologías de
reproducción (ibíd.: 188). Este análisis cultural (ibíd.) muestra cómo el ADN se
incorporó como medio para articular multitud de problemas sociales, sirviendo de
herramienta para elaborar discursos y argumentos desde posturas distintas y a menudo
opuestas.

Lo que tenemos, entonces, es una situación que revela rasgos comunes desde
cada una de las tres perspectivas examinadas. En la biología, el ADN cobró importancia
hasta el punto en que reaparecieron temas de literatura eugenésica de comienzos de
siglo –deseo de “mejores niños”, reivindicación de la reproducción diferencial de clases
y razas--, con una legitimidad tomada de los últimos avances en genética molecular

6
(ibíd.: 36-37). En la sociedad, la genética aumentaba su popularidad, tanto en
movimientos políticos neo-nazis (cfr. ibíd.: 179-180), como en televisión (ibíd.: 72-74)
o en revistas como Time (ibíd.: 105). El ADN se convirtió en un punto de apoyo para
pensar los problemas de la época, y esto jugó un papel importante en la recepción de los
descubrimientos científicos relacionados con él. Entre ellos, el mejor reconocido por la
sociedad fue el de la estructura helicoidal. Esto no se debe a que fuera más importante
que otros –y no lo es--, en gran medida a su asociación con la herencia biológica.

El concepto de la herencia surgió a principios del siglo XIX, época en la que el


cuerpo y el ambiente se veían como un conjunto inseparable. Esto empezó a cambiar en
1960, cuando se incluyó en el darwinismo. Con ello la balanza empezó a desequilibrarse
a favor de la transmisión de material hereditario y en detrimento del ambiente, proceso
que culminó con la distinción de Galton entre nature y nurture, que rompía con el
holismo que había predominado hasta entonces. A comienzos del siglo XX, la genética
se impuso sobre el resto de teorías que se proponían explicar la herencia, reduciendo
esta última a la transmisión de genes (ibíd.: 328-330). Este proceso es importante para
entender la historia posterior a la propuesta de Watson y Crick, ya que sobre esta
concepción de la herencia se formó la base ideológica que subyace a la historia que he
expuesto. Incluso en las décadas de 1950 y 1960, la dominación de las explicaciones
sociales sobre las biológicas se construyó sobre la dicotomía naturaleza/crianza que se
había formado en el siglo XIX y que ha sobrevivido hasta hoy.

Como muestra Richard C. Lewontin (1991), la enorme importancia asignada al


ADN se debe también a factores como el negocio de la biotecnología y el Proyecto del
Genoma Humano, así como el uso que se ha hecho de la genética en la eugenesia o para
justificar desigualdades sociales o raciales. Diversos intereses políticos, económicos e
ideológicos contribuyeron a una visión reduccionista del individuo como determinado
por la herencia genética recibida. Sin embargo, esta doctrina ya había perdido su base
científica en los años 90, pues la biología reconocía que en el individuo afectaban tanto
el ambiente como los genes y que el ADN no lo explicaba todo (ibídem). Al igual que en
el caso trabajado por Gould, las ideas científicas se habían distanciado de su origen. La
presencia y la fama del ADN en la década de lo 1990 solo puede comprenderse tomando
en cuenta su relación con la herencia y la ideología del esencialismo genético, que
situaba en él toda la naturaleza humana. Asimismo, la reconstrucción de la propuesta del
modelo de doble hélice como evento clave requirió, además de ese contexto, el libro de
Watson y la circulación de la fotografía.

CONCLUSIONES

A lo largo del trabajo pueden verse múltiples cambios que ha sufrido el ADN a lo largo
de los 50 años, tanto en la investigación biológica como en la cultura. Resulta evidente
que desde la perspectiva popular actual o de los años 90, una mirada hacia atrás

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ofrecería una imagen deformada de la historia. En los tres hilos históricos que he
seguido –en la doble hélice en la ciencia, en la foto y en la cultura-- puede verse una
transición hacia la ideología del esencialismo genético. También se aprecia la
complejidad histórica de esa transformación, que sigue ritmos diferentes en cada ámbito
debido a las particularidades de cada uno: hay un desarrollo en la ciencia, otro distinto
en las manifestaciones sociales aisladas, ciertos eventos llevan por otras vías a su
popularización mediática, etc. Se trata, por tanto, de un proceso que no es uniforme,
sino que se enrevesa a medida que el ADN y la genética ocupan los territorios que han
llegado a conquistar.

Esta evolución llega en este trabajo a los años 90, cuando la situación toma una
forma que poco ha cambiado hasta hoy. La fama que toma la foto en esa última década,
la importancia que se le sigue atribuyendo al descubrimiento de la estructura helicoidal
y la presencia del ADN en debates de todo tipo marcan hasta qué punto ha penetrado en
nuestro imaginario. Como defienden Nelkin y Lindee (2004: 201-204), esto se debe a la
mutua conformación entre las ideas científicas propuestas y las ideas sociales sobre
raza, familia, etc. que los científicos reflejan. No se trata de una serie de
descubrimientos totalmente ajenos a la cultura que luego entran fortuitamente en ella,
sino de unos conocimientos que surgen en medios donde hay ideologías prevalecientes
donde encajar. El resultado es una ideología del esencialismo genético, a pesar de
tratarse de una simplificación cuya utilidad es cuestionable incluso para la biología.
Tomando esto en cuenta, resulta más fácil entender la reconstrucción deformada de los
hechos: descubrimiento heroico, cambio inmediato en nuestra forma de ver el mundo,
etc. Esto acentúa la necesidad de tomar una perspectiva histórica y, como propone
López Beltrán (2005: 339-340), tratar esa concepción reduccionista de la herencia como
una perspectiva que podría haberse evitado y criticar los valores que con ella se han
introducido en nuestra sociedad.

Con este estudio he querido mostrar la amplitud de la historia de la doble hélice


del ADN, mostrando cómo hay una unidad –con diferencias en los tiempos, como
indicaba antes-- entre los campos involucrados, cómo todos se mueven de una forma
relativamente conjunta. Sin embargo, debido precisamente a la generalidad de este
enfoque, han quedado fuera gran parte de los movimientos que han tenido que darse
para que el ADN haya viajado por todos esos territorios. Se ha visto, por ejemplo, la
influencia del relato de Watson en la popularización de la foto y de la propia estructura
del ADN, y cómo la sociedad cambiaba esas décadas siguiendo una línea que llevaba a
la genetización. Si bien esto ayuda a entender ese desarrollo histórico, explorar los
caminos que llevan los hallazgos científicos a la calle o a los cines, los que siguien los
especialistas en sociobiología o los defensores de la eugenesia permitiría comprender
mejor la fama que adquieren. En definitiva, se trata de una historia compleja que merece
trabajarse con más profundidad, tanto por su impacto sobre la forma en que pensamos
hoy en día como por su interés como historia cultural de la biología.

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Bibliografía

De Chadarevian, Soraya, (2003) “Portrait of a discovery: Watson, Crick, and the


Double Helix” Isis, 94, Nº 1: 90-105.

Gould, Stephen Jay (1981), “La medición de las cabezas. Paul Broca y el apogeo
de la craneología”. Traducción de Ricardo Pochtar y Antonio Desmonts. Barcelona:
Crítica, 90-124.

Lewontin, Richard Charles (1996), Biology as Ideology: The Doctrine of DNA,


Ontario, House of Anansi.

López Beltrán, Carlos, (2005) “Por una nueva historiografía de los conceptos
científicos. El caso de la herencia biológica” en M. & Guillaumin (Ed.), Historia,
Filosofía y enseñanza de la Ciencia, México, pp. 307-346.

Nelkin, Dorothy, Lindee, M. Susan (2004), The DNA mystique: The gene as a
cultural icon, University of Michigan Press.

Olby, Robert, (2003) ”Quiet debut for the double helix” Nature, 421: 402-405.

Rutherford, Adam (2013). DNA double helix: discovery that led to 60 years of
biological revolution. The Guardian. 25 de abril [online] URL:
https://www.theguardian.com/science/2013/apr/25/dna-double-helix-60-years-
biological-revolution [consultado 9/1/2018].

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