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Un nuevo principio de curso bien merece una consideración global de los temas educativos que se

eleve por encima del conflicto concreto o del problema de cada día para tratar de alcanzar las
coordenadas generales en que la mayor parte de ellos se plantea. Estas coordenadas presentan
muchas veces el carácter de antinomias que dificultan-, y en todo caso, condicionan la política
educativa. Administrar o educar

La etimología de antinomia proviene de anti-nomos. Anti, significa frente a, oposición, ir


aparentemente contra. Nomos, por su parte, significa ley, norma. También puede considerarse
como idea o concepto. Las antinomias son leyes, fuerzas o conceptos enfrentados. En la realidad,
en la vida no serían contrarios, sino complementarios. La educación pretende en primer lugar
ofrecer conocimientos susceptibles de ser utilizados inmediatamente o a muy largo plazo. Sin
embargo en el contexto educativo en ocasiones no existe un acuerdo sobre algunas características
de cómo debe ser la educación. A estas contrariedades se le conoce como antinomias educativas.

La educación es una realidad problemática, con estructura antinómica, es decir, comporta una
contradicción interna de principios que la convierten en un programa de acción no bien definido,
asentado en la duda y con un abanico de objetivos que resultan incompatibles unos con otros.

La educación es una realidad problemática, con estructura antinómica, es decir, comporta una
contradicción interna de principios que la convierten en un programa de acción no bien definido,
asentado en la duda y con un abanico de objetivos que resultan incompatibles unos con otros. Las
antinomias educativas son: 1.-Educacación basada en Libertad-Autoridad. 2.-Educación
Autónoma-Heterónoma. 3.-Educación Individual-Educación Social. 4.-Educación como Proceso-
Educación como Contenido. 5.-Educación como Fin-Educación como Medio.

El problema medular de la educación básica es lograr una educación de calidad. ¡Fácil y sencillo!
Mucho se ha hablado en torno al tema. La calidad ha sido definida de mil maneras, pero en el
contexto del sistema educativo nacional y específicamente situándonos en la educación básica, la
calidad deberá estar orientada al desarrollo de competencias cognoscitivas como la comunicación
oral y escrita; la capacidad de identificación y resolución de problemas; la capacidad de descubrir
el mundo natural y social en que el alumno se desenvuelve y saber adaptarse a sus continuas
transformaciones.

Asimismo, fomentar los hábitos, actitudes y valores que permitan al educando lograr una sana
convivencia y el ejercicio de la democracia en una cultura de paz. Resumiendo: lograr el desarrollo
de competencias básicas y de aprendizajes relevantes que el alumno pueda poner en práctica
dentro de su cotidianeidad y de su entorno.1

El logro de aprendizajes relevantes se traduce entonces, en ofrecer al alumno de conocimientos,


habilidades, actitudes y valores que le ayudarán a valerse por sí mismo durante su existencia
futura y que como profesional y como ciudadano, le permitirán interactuar armónicamente dentro
de la sociedad que integra.
En síntesis, la escuela básica tendrá como propósitos centrales: promover el pensamiento
reflexivo, crítico y creador del alumno; desarrollar su capacidad de abstracción y razonamiento;
fomentar un sistema de valores que le permita insertarse en la sociedad con seguridad, a partir del
reconocimiento y puesta en marcha de todas sus potencialidades.

A partir de esta premisa, dos son los temas sobre los cuales deberá trabajar afanosamente el
sistema: la revisión de contenidos y la revisión de los métodos educativos

La falta de pertinencia en los contenidos que ofrece la escuela, es uno de los factores que obliga a
la revisión de los planes y programas de estudio para la educación básica, así como para las
escuelas formadoras de docentes. La falta de relevancia en los aprendizajes que ofrece la escuela
explica la baja calidad de la educación, ya que no existe relación entre los aprendizajes y el
entorno habitual del alumno.

La política educativa actual subraya que es necesario considerar la pertinencia de los contenidos
de acuerdo a las necesidades específicas de los diferentes contextos, hecho que orilla sin lugar a
dudas, a la reestructuración, diversificación y flexibilización de los programas de estudio.

Yendo un poco más lejos, propiciar en el alumno a partir de los elemento que aporta la escuela, las
ganas de seguir aprendiendo a lo largo de la vida, con lo que se da respuesta al planteamiento de
la UNESCO en este sentido: "Los contenidos de la educación básica deben desarrollar el gusto por
aprender, la sed y la alegría de conocer y por lo tanto, las ganas y las posibilidades de acceder más
tarde, a la educación a lo largo de la vida". 2

Para iniciar el trabajo de reformulación de contenidos y métodos educativos, es necesario saber


qué clase de individuo se desea formar; tener claro el perfil que el docente debe ayudar a
construir a través de la práctica pedagógica tanto en el aula como en el patio escolar. Para Capel y
Leah,3 el debate sobre cuál es el mejor programa y cuáles los mejores métodos de aprendizaje
gira alrededor de varios factores, pero sobretodo en el énfasis que se imprima en aquello que se
desea obtener. Esto significa que a partir de la definición de la sociedad que deseamos formar, se
pueden estructurar los planes y programas de estudio.

Ahora bien, si contemplamos el tipo de individuo al que la escuela básica aspira, y observamos
tanto los contenidos como los métodos aplicados hasta la fecha, podremos darnos cuenta de que
hemos transitado por el camino equivocado; y no es precisamente que hayamos perdido el
rumbo, sino que apenas alcanzamos a vislumbrarlo en la lejanía. ¿Por qué? Pues porque
simplemente en nuestro país existe una diversificación enorme de culturas, razas y lenguas, siendo
hasta ahora cuando se reconoce que debemos promover una educación cada vez más "local", una
educación capaz de aprender de su entorno y adaptarse a los cambios y transformaciones que el
siglo XXI demanda.

Es por ello que el enfoque educativo actual 4 se centra en cuatro puntos capitales que a modo de
grandes pilares, deberán sustentar los trabajos y reformas que el Sistema Educativo lleve a cabo
en el presente sexenio:
1.- Una Educación EQUITATIVA, al brindar igualdad de oportunidades de ingreso, permanencia y
logros escolares, a través de aprendizajes que capaciten para la vida y el trabajo.

2.- Una Educación PERTINENTE, al responder a las necesidades individuales y de desarrollo


nacional por medio de una gama de opciones diversificadas y flexibles de programas.

3.- Una Educación INCLUYENTE, que atienda la diversidad cultural de cada región cultural, étnica y
lingüística de nuestro país, a fin de lograr una unificación nacional, entendiendo a ésta, como la
suma de diferencias.

4.- Una Educación FORMATIVA, que contemple el dominio de conocimientos, competencias,


habilidades y valores basados en una sólida visión humanista.

Sin embargo, el punto medular que esta reflexión pretende abordar, son los métodos empleados
por los docentes de Educación Física, dado que para la consecución de tales propósitos, esta
disciplina en un medio idóneo que

debe contribuir a la formación del individuo a través de los múltiples beneficios que de su práctica
se derivan.

Varios estudios han detectado que los fines que la escuela básica persigue no son congruentes con
los resultados obtenidos; problemática que sitúa su origen principal no solo en la calidad
académica del maestro, sino por sobre todo, en la práctica pedagógica, en las formas de
interacción con el alumno; es decir, en el ejercicio de la docencia.

Para Schmelkes 5 sin lugar a dudas, los maestros son los determinantes más importantes de la
calidad educativa, y es en la práctica pedagógica donde se halla una de las mayores fallas del
sistema educativo, por lo que a continuación intentaré explicar sintética y claramente la razón de
tal aseveración.

Ya se han definido las características del individuo que la escuela básica aspira formar; sin
embargo, los caminos elegidos, las estrategias adoptadas, las técnicas utilizadas y en suma, los
métodos aplicados, distan mucho de alcanzar los objetivos planteados. Hemos emprendido la
marcha en una dirección, cuando en realidad la meta está ubicada en el sentido opuesto.

Por supuesto que el cambio de paradigma implica una serie de elementos que valdrá la pena
retomar en ocasión posterior; por ahora, bástenos señalar que cuando los profesionales de la
educación física nos aboquemos a reflexionar seriamente sobre la práctica rutinaria, competitiva,
autoritaria y conductista que impregna nuestra diaria labor, estaremos en vías de convertirnos en
auténticos FORMADORES.

Las antinomias se dan en:

* La vida biológica; Herencia-medio.


* La vida en relación; Hombre-mujer.

* La vida social; Individuo-comunidad.

* La vida psíquica; Amor-odio.

* La vida del espíritu; Acción-contemplación.

* La realidad educativa; autoridad-libertad.

La existencia de las antinomias no es sino la libre posibilidad de ser libre.

ANTINOMIAS EN LA EDUCACION

Un nuevo principio de curso bien merece una consideración global de los temas educativos que se
eleve por encima del conflicto concreto o del problema de cada día para tratar de alcanzar las
coordenadas generales en que la mayor parte de ellos se plantea. Estas coordenadas presentan
muchas veces el carácter de antinomias que dificultan-, y en todo caso, condicionan la política
educativa. Administrar o educar

He aquí la primera antinomia que aparece en el quehacer cotidiano de un Ministerio de Educación.


Administrar se refiere a la ordenación de los medios materiales y personales que hacen posible la
educación. La inmensa mayoría de las cuestiones urgentes que exigen imperiosamente una
solución son de esta índole. Plantean insuficiencias presupuestarias, esclerosis de gestión,
problemas de personal. Ocurre, sin embargo, que su solución muchas veces radica en centros de
decisión externos a la propia Administración educativa. De ahí resulta lo que cabe denominar
disfuncionalidad congénita de los ministerios de Educación. En el caso español, esta
disfuncionalidad es notoria. Del Ministerio de Educación depende casi la mitad de los funcioñarios
públicos existentes. El Ministerio de Educación es además, el primero en cuanto á consignaciones
presupuestarias. Pues bien, ni en la política general de personal ni en la política presupuestaria -ni
siquiera interna del departamento- existe un margen suficiente de decisión propia, basada en
requerimientos estrictamente educativos. El objetivo educativo queda, a veces, supeditado a
exigencias de la Administración no educativa.

Cuando se pretende reflexionar sobre la educación en una perspectiva de futuro es frecuente que
se nos hable de innovaciones extraordinarias relacionadas con los últimos adelantos técnicos y
que deberán producir cambios radicales en el sistema educativo. Frente a estas predicciones
escasamente concretas y con tendencia a la utopía se levantan a veces voces mis realistas o
simplemente mas curtidas por los fracasos y las decepciones que nos recuerdan que los problemas
de la educación y las posibilidades de la sociedad para resolverlos se mantienen incólumes a lo
largo de los tiempos y que, como dicen 10s franceses.
Una visión mis serena y equilibrada nos obliga a reconocer que es cierto que desde que las
sociedades humanas establecieron sistemas especializados de educación, lo que ocurrió al mismo
tiempo que se establecían las sociedades urbanas y administrativas y que se difundía la escritura,
la Educación ha planteado problemas graves como consecuencia de la manera de entender la
relación entre el individuo y la sociedad y la manera de entender la relación entre la cultura y la
técnica problemas que continúan siendo los nuestros. Pero es igualmente cierto que el proceso de
aceleración histórica típico de la época moderna y exacerbada en nuestros días sitúa a la
educación ante problemas nuevos que si en el fondo no son mis que la exaltación de problemas
antiguos ahora se presentan con particular violencia y urgencia.

Planteándolos en forma de oposiciones entre exigencias contrapuestas yo los resumiría en los


siguientes:

- Preparación general y básica frente a preparación especializada.

- Pedagogía como descubrimiento frente a pedagogía como información.

- Formación humana frente a capacitación técnica.

- Valoración del papel del maestro frente a valoración de las técnicas didácticas.

Antes de comenzar brevemente cada una de ellas recordaré lo que pueden considerarse objetivos
constantes del sistema educativo en nuestra cultura:

La vida del hombre es fundamentalmente actividad y la actividad humana necesita apoyarse en


un conocimiento previo. La educación pretenden primer lugar ofrecer conocimientos susceptibles
de ser utilizados inmediatamente o a muy largo plazo. Conocimientos sobre el mundo que nos
rodea, tanto natural como modificado por la técnica y sobre la sociedad en la que estamos
inmersos. Conocimientos que para que resulten asimilables por el alumno deben partir de lo
inmediato y concreto y avanzar hacia lo general y abstracto. Y que posteriormente deberán
concretarse y especificarse en función de su utilización posterior.

Pedagogía del interés

Formación es autoeducación.

Se da de forma continua durante toda la vida, pues tiene un sentido de desarrollo interno.

Educación es heteroeducación.
Se da de forma continua en los primeros años y después paulatinamente de manera puntual.

Es una relación compleja y discutida entre los pedagogos, sin haber unanimidad al respecto.

2.- CLASIFICACIÓN DE LAS ANTINOMIAS

Son principalmente dos teóricos del Derecho los que han realizado las principales clasificaciones
de las antinomias: Norberto Bobbio y Hans Kelsen.

Norberto Bobbio :

Bobbio realiza su clasificación estableciendo tres tipos diferentes de antinomias según el ámbito
de validez de las normas que entran en conflicto.

Así, si ambas normas tienen idéntico ámbito de validez, Bobbio entiende que la antinomia es total-
total, utilizando la terminología de Alf Ross . En este caso, ninguna de las dos normas puede ser
aplicada sin generar un conflicto con la otra. Esta sería la oposición que se daría entre una norma
que prohibiera fumar de las cinco a las siete de la tarde y otra norma que permitiera realizar dicho
acto de las cinco a las siete de la tarde. Como vemos, la oposición entre estas normas es clara,
puesto que el cumplimiento de la primera ocasionaría la desobediencia a la segunda, al igual que
ocurriría en el caso contrario.

Otro caso distinto sería el planteado entre dos normas cuyo ámbito de validez fuera en parte igual
y en parte diverso: es la denominada por Norberto Bobbio controversia parcial-parcial. Aquí la
controversia sólo subsiste en aquellas partes que ambas normas tengan en común, puesto que
cada una tiene un campo de aplicación que está en conflicto con el de la otra, y otro campo de
aplicación en el que el conflicto no existe. Como ejemplo a esta controversia podemos citar una
norma que prohiba fumar pipa y cigarrillo de las cinco a las siete de la tarde y otra que permita
fumar cigarros y cigarrillos durante las mismas horas. En el caso planteado sólo observamos la
incompatibilidad en la prohibición de la primera norma de fumar cigarrillos, y la permisión de la
misma acción por parte de la segunda.

Un último tipo de antinomias son las denominadas total-parcial, dándose este cuando dos normas
coinciden en el ámbito de validez, pero en una de ellas es más restringido, por lo que nos
encontraríamos frente a una antinomia total de la primera respecto de la segunda, y sólo parcial
de la segunda respecto de la primera. Así, lo encontraríamos representado en el caso de una
norma que prohibiera fumar desde las cinco hasta las siete de la tarde y otra que solamente
permitiera fumar cigarrillos desde las cinco hasta las siete.
Hans Kelsen

Hans Kelsen distingue tres tipos de conflictos normativos, estableciendo así una clasificación que
difiere con la del autor precedente.

Uno de estos conflictos normativos serían los bilaterales-unilaterales: serían bilaterales cuando la
aplicación de una norma supusiera la violación de la otra, transformándose en unilaterales en el
caso de que la aplicación de una de las dos normas supusiera la violación de la otra, pero no a la
inversa, es decir, que el cumplimiento de la segunda no implicaría la violación de la primera.

Las antinomias, según este autor, también pueden ser totales-parciales: en este caso, sería total
cuando el cumplimiento de una de las normas supusiera la completa violación de la segunda,
mientras que si solamente implicara una violación parcial de esta última nos encontraríamos ante
un conflicto parcial entre ambas.

Otra tercera clasificación consiste en la diferencia entre conflictos normativos necesarios y


posibles: El primero de estos se daría cuando la aplicación de una de las normas implicara la
necesaria violación de la otra que forma parte del conflicto, constituyéndose un conflicto posible
cuando el cumplimiento de dicha norma supone sólo de manera posible la violación de la otra.

Entre estos tipos de antinomias caben diferentes combinaciones, como observaremos al analizar
un ejemplo: en el caso de una norma que permitiera la bigamia y otra norma que la prohibiese,
estaríamos ante un conflicto bilateral, total y necesario: esto es así porque el cumplimiento de la
primera de las normas implicaría necesariamente la total violación de la segunda, al igual que la
violación de la segunda supondría, por consiguiente, la violación de la primera.

Respecto a una norma que establezca que el homicida mayor de veinte años deba ser castigado, y
otra que regule que el homicida debe ser castigado si tiene más de dieciocho años nos
encontraríamos ante el caso opuesto al anterior. Entre ambas normas se daría una controversia
unilateral, puesto que el cumplimiento de la primera no supone la violación de la segunda, pero sí
al revés; parcial, puesto que ambas establecen que el homicida debe ser castigado; y posible, ya
que no nos encontramos ante una necesaria violación de una norma ante el cumplimiento de la
otra.

3.-RESOLUCIÓN DE LAS ANTINOMIAS

Para Kelsen la única solución a este problema es la norma derogatoria : un conflicto de este tipo
“sólo puede ser solucionado de tal manera que una de ambas normas pierda su validez o que
ambas la pierdan. Esta pérdida de validez puede acontecer de dos maneras solamente. Ya sea
perdiendo una de las normas en conflicto su validez, porque ha perdido su eficacia, puesto que un
mínimo de eficacia es condición de su validez; o por derogación”, haciendo ver que la solución
obedece a criterios volitivos de los órganos competentes.

Los distintos autores defienden principalmente tres criterios: jerárquico, cronológico y de


especialidad.

Criterio jerárquico “lex superior derogat legem inferiorem”

La formulación jerárquica de las normas ya estaba presente en la época del absolutismo para
llevar a cabo una organización de los materiales normativos vigentes de forma apta para asegurar
la prevalencia del poder político sobre el consuetudinario; así, aparecieron teóricos como Hobbes,
Pufendorf o Thomasius. Se defendía la autoridad suprema para la ley producida por la fuente más
próxima al soberano. Tras la Revolución Francesa se lleva a cabo la concentración de las fuentes de
derecho en una sola: “la ley”, por lo que no es necesario jerarquizar las normas, apareciendo como
derecho aplicable la costumbre (siempre que esta no fuera contra legem). Ya en el siglo XX, Hans
Kelsen en su Teoría General del Derecho y del Estado, defiende la jerarquización de las normas y
su división en distintos planos, y, puesto que unas normas derivan de otras, la norma
antinormativa es anulable o es nula.

Este criterio esta recogido en el artículo 1 del C.C. apartados 1, 2, 3 y 4, en el art. 9.3 de nuestra
constitución y en el artículo 23 de la LRJAE.

La inferioridad de una norma con respecto a otra consiste en la menor fuerza de su poder
normativo; pero un problema más complejo es el planteado en la relación entre la ley y la
costumbre; en nuestro ordenamiento la costumbre es una fuente jerárquicamente inferior a la ley,
ocupando el tercer lugar tras las leyes y los reglamentos.

Este criterio no es suficiente al tener que conjugarse en muchos casos con el criterio competencial
o por las excepciones que presenta en las diferentes ramas del ordenamiento: la alteración de las
relaciones ley-reglamento y la excepción que a dicho criterio se realiza en el ámbito del derecho
del trabajo por aplicación del principio de normas más favorable.

Criterio cronológico: “lex posterior derogat priorem”

Según este criterio un eventual conflicto entre dos enunciados normativos de igual extensión e
idéntico rango jerárquico desaparecería por la aplicación del posterior en el tiempo. Conocer las
normas que forman parte de un ordenamiento puede ser complicado; tal dificultad “proviene
fundamentalmente del carácter dinámico del derecho al estar éste en continua transformación
por la incorporación de nuevos enunciados normativos y la supresión de otros .” Así, para el
examen de este criterio es necesario hacer referencia al modo de publicación de los enunciados
jurídicos y a su derogación.

La publicación viene establecida en el artículo 2.1 del C.C., según el cual “las leyes entrarán en
vigor a los veinte días de su publicación en el Boletín Oficial del Estado, si en ellas no se dispusiere
otra cosa”; su entrada en el BOE supondrá la última fase del proceso tras la sanción regia. A
consecuencia de este acto se incorporan al ordenamiento jurídico los enunciados explícitamente
publicados y aquellos que derivan o son consecuencia de ellos.

La derogación se lleva a cabo a través de un enunciado normativo que tiene como objeto invalidar
las prescripciones dadas en virtud de otros enunciados, y presupone la validez de los enunciados
objeto de derogación. El enunciado derogado no forma parte del ordenamiento jurídico, es decir,
se trata de un enunciado inválido, puesto que no puede aplicarse a casos surgidos con
posterioridad a la derogación de la misma.

Según este criterio la norma posterior debe prevalecer, puesto que si prevaleciera la precedente
crear normas sería una acto inútil o sin finalidad. Este criterio viene regulado en el artículo 2.2 del
Código Civil. La razón del mismo hay que buscarla en la esencial historicidad del Derecho y la
necesidad de que este evolucione para una mayor adaptación.

Criterio de especialidad: lex specialis derogat generalem

En estos casos no estamos ante dos enunciados antinómicos, puesto que el enunciado general se
aplica a todas las especies excepto las designadas por el enunciado especial (es decir, difieren en
su ámbito de aplicación). Hoy en día la existencia de leyes especiales se nos presenta como
necesaria, y el uso de estas corresponde a una exigencia fundamental de justicia entendida como
igual tratamiento a las personas que pertenecen a una misma categoría. Un ejemplo de este
criterio lo encontramos en el artículo 15 del C.P.

Gavazzi, en su obra Delle Antinomie , sostiene que una ley es especial cuando regula una clase de
comportamientos que pertenecen a una clase más amplia ya regulada por otra ley que
llamaremos general. La especialidad se refiere al contenido de los enunciados. Hay disposiciones
que, por declaración expresa del legislador, son disposiciones especiales, en los que la especialidad
se caracteriza no por regular supuestos de hecho, sino por regular el mismo supuesto de formas
diferente.

Como excepción a este criterio encontramos una formulación positiva a la regla jurisprudencial de
“inderogavilidad singular de los reglamentos” dada por la LRJAE a fin de que la potestad
reglamentaria de la administración no se equipare al poder legislativo. Así “las resoluciones
administrativas de carácter particular no podrán vulnerar lo establecido en una disposición de
carácter general […]”(art. 30), extendiéndose también a las de rango superior.

Además de estos tres criterios algunos autores señalan la existencia de un cuarto criterio, el
llamado criterio de competencia o prevalencia, que aparece regulado en el artículo 149.3 de la
Constitución Española: “La competencia sobre las materias que no se hayan asumido por los
Estatutos de Autonomía corresponderá al Estado, cuyas normas prevalecerán, en caso de
conflicto, sobre las de las Comunidades Autónomas en todo lo que no esté atribuido a la exclusiva
competencia de estas. El derecho estatal será, en todo caso, supletorio del derecho de las
Comunidades Autónomas.”

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