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Chile y la Crisis de 1929

La consecuencia más relevante de la Primera Guerra Mundial fue la consolidación de los Estados
Unidos como la principal potencia económica y militar, en desmedro del antiguo dominio que
hasta antes de aquel conflicto ostentaba Gran Bretaña. El acelerado desarrollo industrial que
experimentó Estados Unidos a raíz de la enorme demanda generada por el enfrentamiento
europeo, sumado a la inexistencia de daños en su territorio, les permitieron a sus empresarios
atesorar enormes sumas de dinero que convirtieron al dólar en la divisa más importante del
mundo. Esta gran capacidad de acumular capitales posibilitó la puesta en práctica de una serie de
inversiones y préstamos que se distribuyeron a lo largo y ancho del mercado mundial.

Chile no fue la excepción y la mayor parte de las políticas económicas de la administración Ibáñez
fueron financiadas con fondos norteamericanos, debido a las facilidades de pago que la banca
estadounidense otorgaba a las economías periféricas como la chilena. Esta situación determinaba
que la economía de Chile estuviera supeditada a los vaivenes del comercio internacional y a las
constantes variaciones del valor del dólar, el que se hallaba constantemente amenazado por las
tensas relaciones europeas durante la posguerra. Por otro lado, el panorama económico chileno se
complementaba con el protagonismo de la industria del salitre, la que paradójicamente tenía
como principal cliente a los Estados Unidos, hecho que profundizaba la dependencia chilena de la
economía mundial y de los mercados globales.

Como señalamos anteriormente, luego de la Primera Guerra Mundial los Estados Unidos se
convirtieron en la principal potencia económica y la ciudad de Nueva York se transformó en la
capital económica mundial. En octubre del año 1929 los principales títulos transados en la bolsa de
valores de Wall Street sufrieron una brusca caída en sus precios, motivados por la severa crisis
económica que asolaba a Europa y por la depreciación de las principales monedeas europeas.

El brusco descenso en el precio de las acciones de Wall Street que comenzó el 21 de octubre no
pudo ser contenido y en los días siguientes el pánico invadió a los empresarios norteamericanos,
los que comenzaron a vender sus títulos accionarios de forma vertiginosa y desmesurada con la
intención de recuperar sus inversiones. El efecto que se produjo fue absolutamente contrario y las
acciones perdieron valor en forma aún más rápida; en el denominado “jueves negro” miles de
personas vieron desaparecer sus fortunas y aumentar sus deudas, tanto que algunos se tiraron por
las ventanas del edificio de Wall Street presas de la desesperación.

El desplome de la bolsa de Nueva York tuvo un efecto dominó que se prolongó a la producción
industrial, la que se debió someter a una recesión con los consiguientes cierres de fábricas, los que
dejaron a cientos de miles de personas en las calles. Estos eventos marcaron el comienzo de la
crisis más devastadora que sufrió hasta ese entonces el sistema capitalista, de la que el país del
mundo más afectado resultaría ser Chile.

La doble dependencia que la economía chilena tenía del mercado mundial (los préstamos foráneos
y la venta del salitre) causó que nuestro país se viera fuertemente remecido por la crisis de 1929,
puesto que el brusco descenso de la demanda salitre generó una escasez de fondos que impidió a
Hacienda pagar las cuotas relativas a los empréstitos comprometidos en el extranjero.

La administración Ibáñez desplegó una serie de medidas para revertir la situación, pero no fueron
suficientes y las consecuencias sociales de la Gran Crisis pusieron en jaque la legitimidad del
gobierno. La caída en la venta de salitres dejó tras de sí a miles de trabajadores cesantes, los que
se vieron obligados a abandonar las oficinas del norte y a retornar a la zona central en busca de
mejores perspectivas. Una de las medidas del ministro de Hacienda de Ibáñez, Pablo Ramírez, fue
la creación de la COSACH (Corporación de Salitres de Chile), una empresa financiada y gerenciada
por el Estado con el fin de agrupara a los productores de nitrato para elevar la producción y elevar
los precios. No obstante, las disposiciones de Ibáñez chocaron con la severa crisis y fracasaron
rotundamente.

En el año 1931 la crisis en Chile alcanzó ribetes trágicos: la falta de liquidez impedía el
abastecimiento de los productos de consumo básico en los mercados externos, lo que aumentó los
niveles de tensión entre los distintos grupos sociales. El fuerte descenso del poder adquisitivo de
los chilenos y la cesantía, que aumentaba exponencialmente, obligaron al gobierno de Ibáñez a
suspender el pago de la deuda externa.

En el contexto interno la fuerte crisis social no dejo a Ibáñez más opción que recurrir a los políticos
tradicionales para intentar calmar a la agitada opinión pública, dejando de lado todo su rechazo a
la clase política, a la que consideraba la culpable de todas las desigualdades presentes en la
sociedad chilena. La primera medida que tomó Ibáñez fue llamar al radical Juan Esteban Montero
para que ocupara el ministerio del Interior y a Pedro Blanquier, a quién encargó el manejo de la
cartera de Hacienda.

El ministro Montero restauró las libertades públicas, pero esta disposición sólo consiguió aliviar
levemente a la ciudadanía, la que exigía soluciones radicales a la paupérrima situación económica
del país; sin embargo, debido al aumento gradual de las manifestaciones en su contra y a la
paralización de varios sectores productivos, el 26 de julio de 1931 el presidente Ibáñez presentó su
dimisión y al día siguiente se embarcó rumbó a Argentina, dejando el poder en manos del
Presidente del Senado, Pedro Opazo Letelier.

“Efectos de la crisis económica de 1929 en Europa y Chile”


Si bien la primera guerra mundial se desarrolló en algunas regiones europeas, la crisis
económica que desencadenó, afectó a todo el planeta. La primera guerra mundial había
favorecido de gran manera la economía de EEUU, siendo el principal proveedor de materias
primas, alimentos y productos industriales. Además era el mayor acreedor del mundo, y su
influencia en Europa y Chile era fundamental para sus economías. Cuando en octubre de
1929 la Bolsa de Nueva York quebró, la crisis fue inevitable y se extendió al sistema bancario,
a la industria, el comercio y a la agronomía estadounidenses.
El boom de la crisis obligó a todos los gobiernos del mundo a adoptar medidasproteccionistas,
como subir los tipos de interés y los aranceles, lo que terminó por afectar a EEUU en el
retorno de la crisis. Se quitó el valor de la moneda en casi todo el mundo. Otra consecuencia
fue la sustitución de las manufacturas, que antes se importaban, por productos nacionales. Se
redujo el comercio internacional, había que estimular el consumo interno.
En la vida política internacional se acentuaron posturas extremas, como el fascismo italiano o
el nazismo alemán. En Alemania se dio una situación crítica. En esta, se produjo una
hiperinflación ante la retirada de los inversores internacionales, lo que condujo al pánico
financiero y a la adopción de medidas extremas y severas por parte del canciller Brüning como
fue la de reducción por decreto de todos los salarios lo que creo un aire de descontento por
parte de los trabajadores, además de reducir así el consumo interno llevando a la quiebra a
las empresas. Fue esta situación la que favoreció a las posturas extremistas, como preámbulo
de la segunda guerra mundial.
Según un informe de la Liga de las Naciones (World Economic Survey), Chile resultó la nación
más afectada del mundo. Esto se reflejó en la notable baja de las exportaciones y en la caída
del valor de los productos. Las ventas de salitre y cobre, pilares de la economía en ese
entonces, se redujeron bruscamente provocando graves consecuencias en la economía
interna.
El Banco Central decidió abandonar el patrón oro a mediados de 1931 y durante los siguientes
años la moneda sufrió una fuerte devaluación real. La situación económica del país pareció
tocar fondo, pues se dicta, por vez primera, la suspensión del pago de su deuda externa. Se
reduce el gasto público dejando de recibir créditos externos, se reducen los salarios en un
40% aproximadamente y las importaciones disminuyen en un 88%.
Por su parte los prestamistas extranjeros exigían el pago de la deuda externa, la cual se había
suspendido. Se observaba una alta tasa de cesantía. Hay que agregar que el principal
producto de exportación de aquel entonces, el salitre, dejó de exportarse porque durante la
primera guerra mundial, los alemanes crearon el salitre artificial, que tenía un menor costo.
Luego del “crack” económico, el salitre perdió para siempre la importancia que tenía. Producto
del fracaso económico los cesantes llegaron a un número de aproximadamente 130.000
personas. El gobierno a través de los Comités de Ayuda a los Cesantes debió alimentar y
albergar a miles de familias; las ollas comunes proliferaron en los barrios, y mucha gente
terminó viviendo en cuevas en los cerros aledaños a la ciudad.
Antes de la crisis, Chile vivía una sensación de prosperidad económica durante el gobierno de
Carlos Ibañez del Campo, lo cual era estimulado por la destinación del gasto público a la
infraestructura del país, lo que auguraba prosperidad. Sin embargo, este apogeo tuvo su
origen producto de los créditos que fluían desde Nueva York; créditos que destinaban deudas
externas.
Luego de la crisis, el país se desilusiona de la supuesta prosperidad y comienzan los
manifiestos sociales en contra del gobierno, lo que obligó a Carlos Ibañez del Campo a
renunciar al cargo y al exilio, quedando el país en una crisis política y económica, que solo se
recupero con la llegada al poder de Arturo Alessandri Palma (1932)
Bibliografía
 http://www.portalplanetasedna.com.ar/crisis29.htm
 http://www.rcci.net/globalizacion/2002/fg250.htm
 http://www.portalplanetasedna.com.ar/historia_latina.htm
 http://www.odisea.ucv.cl/download/guias/3%20medio/unid%205/cont%204/gran_depresion.doc
 http://www.wikilearning.com/crisis_de_europa_1919_39-wkccp-7800-108.htm
 http://www.dibam.cl/upload/i2660-2.pdf
 http://enciclopedia.us.es/index.php/Crisis_de_1929
Brüning, Heinrich; Abogado y especialista en asuntos financieros Designado canciller de
Alemania en 1930, su período de gobierno coincidió con los inicios de la depresión en
Alemania, que intentó combatir con medidas deflacionistas.

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