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ElmaestroignoranteyJacquesRancière

En su polémico libro
El maestro ignorante
Rancière nos ofrece una peculiar mirada sobre laenseñanza, la educación y la igualdad. Partiendo de la
ilustración de la figura de Joseph Jacototy de su extraordinaria aventura intelectual
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, pone en cuestión la valoración tradicional de losobjetivos característicos del dispositivo educacional
moderno.Rancièr e nos presenta a Jacotot: profes or de retóri ca, abogado, ar t ill er o
del ej ér ci to de la República, secretario del Ministerio de Guerra, diputado, y una vez en el exilio, lector de
literaturafrances a en la Univer s i dad de Lovaina
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. Est e colori do per s onaje s upo r eali zar un curi os o descubrimiento: para
enseñar
no es necesario
saber
. Semejante descubrimiento va a contramano de la evidencia sobre la que parecen apoyarse los sistemas
educativos: la necesidad delrol explicador. Alguien,
ésequesabe
, tiene que explicarnos aquello que aún no sabemos. Así, enesa transmisión de conocimientos -que va
progresivamente de lo simple a lo complejo- tienelugar el acto de educar, es decir, la apropiación
razonada del saber
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.¿Cómo es posible, siendo ésta la estructura de la experiencia educativa, que para enseñar
nosea necesario saber? Para Rancière la clave está en la
explicación
. ¿Qué significa
explicar
?Explicar es la tarea que adopta un tipo específico de maestro: el maestro que supone que todoalumno
necesita
de su ayuda para detectar la estructura más simple de los conocimientos. Lapalabra del maestro
tiene que romper “el mutismo de la materia enseñada”
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,es la encargada deestablecer un conjunto de razonamientos que haga comprensibles otros
razonamientos, por ejemplo, aquellos que se presentan en un libro, y además, es la responsable de determinar
enqué punto la explicación se encuentra en sí misma explicada. Dicho de otro modo, el
maestroexplicador es aquel que establece una distancia insalvable entre el material enseñado y el sujetoa instruir,
a estas alturas, incapaz de aprender por sí mismo
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.Para Rancière, y por supuesto para el mentado Jacotot, resulta indispensable invertir la lógica delsistema
explicador
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,por que la incapaci dad que el maest ro expl icador a l a vez depos it a y encuentra en su
alumno, es el espacio donde anida la desigualdad. Aquí es donde Rancière seencuentra con la tradición crítica que
venimos refiriendo: identifica a la operación pedagógica conla cristalización de la desigualdad, aunque ésta se
desarrolle en nombre de la igualdad. En otraspalabras, el dispositivo institucional escolar se encuentra encerrado
en una trampa: reproducir lascondiciones en las que opera.
El explicador es el que necesita del incapaz como tal. Explicar algunacosa a alguien, es primero demostrarle
que no puede comprenderla por sí mismo. Antes de ser el acto del pedagogo, la explicación es el
mitode la pedagogía, la parábola de un mundo dividido en espíritus sabios y espíritus ignorantes,
espíritus maduros e inmaduros, capaces e incapaces, inteligentes y estúpidos.
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Según lo dicho, el orden explicador es un tipo de orden que en pos de la
trasmisión deconocimientos, instituye la desigualdad actual en nombre de una igualdad
futura. Poniendo laigualdad como objetivo, establece la desigualdad como dato distintivo de la situación en
la queopera. Sobre esta operación anidaba el discurso pedagógico tradicional, pero además, es sobreesta
operación que según Rancière también se apoyan las políticas educacionales progresistas:la igualdad siempre
es mañana, es un efecto buscado y nunca una evidencia constatable. Ahora bien, ¿qué tipo de
desigualdad es la que aquí se funda? Para Rancière, la concepciónexplicadora establece un
mito pedagógico que divide el mundo: fractura la inteligencia en dosmitades, una inferior y otra
superior, una que se maneja según el azar de las percepciones, lascostumbres y las necesidades, y otra que se
despliega racional y metódicamente. La segunda esla encargada de hacer de los conocimientos objetos
asequibles para la primera. El animal tanteaa ciegas, el joven educado investiga valiéndose de la
ciencia y el sentido común
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. El hombreembrutecido aplicará entonces su inteligencia a comprender que para lograr aprender
necesitaque se le dé una explicación.Si para Rancière la desigualdad adquiere existencia en la diferenciación de
las inteligencias, laigualdad hallará cuerpo en su desjerarquización. Esta es la
comprobación
que realiza Jacotot,ese es el inicio de su aventura. Este profesor se había visto en la compleja situación de
enseñar francés a estudiantes flamencos, sin manejar en absoluto el holandés. En principio, nada habíaentre el
maestro y los alumnos que posibilitara el encuentro. Las condiciones estaban dadas paraque fuera
imposible implementar el recurso de la explicación. Según Rancière, el elementocomún, el
nexo entre Jacotot y sus estudiantes, fue una edición bilingüe del
Telémaco
deFenelón. Con ella, los alumnos aprendieron francés sin que mediara explicación alguna, aunqueno por ello,
sin maestro. Jacotot había posibilitado el encuentro: un encuentro entre inteligencias.Es en este sentido que
Rancière nos habla de igualdad.
El libro -Telémaco u otro- colocado entre las dos inteligencias resumeesta comunidad ideal que se inscribe en la
materialidad de las cosas. El libro es la igualdad de las inteligencias.
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Idem, pág. 15.
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Idem, pág. 17.
9
Idem, pág. 54.
La igualdad se efectiviza, entonces, en el encuentro en torno de un objeto común. Ese

encuentro,esa puesta en acto de la igualdad de las inteligencias en una búsqueda compartida


es lo queRancière va a denominar

verificación
de la igualdad.
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Esta verifi cación no se realiza en la determinación de un recorrido a realizar para alcanzar la
igualdad. Por el contrario, la igualdad sepractica.Este es el diagnóstico que Rancière nos ofrece. Si enseñar se
reduce a explicar, todo dispositivode enseñanza será un dispositivo embrutecedor, amplificador de la
desigualdad, que impondrá lasubordinación de una inteligencia a otra, obstaculizando toda
emancipación. Así, la que éldesigna como sociedad pedagogizada encontrará su mejor expresión en
aquel orden social quevive y se reproduce en el hiato que declara combatir. La explicación no sólo es un
mecanismo deembrutecimiento que se da en las relaciones pedagógicas, sino más bien, la
estructuraciónmisma del orden social. Una vez más, entonces, la educación y sus rasgos se manifiestan
comomapas o claves de la realidad social.
Quien coloca la igualdad como el fi n a conseguir a partir de una situación
desigualitaria la coloca de hecho en el infinito. La igualdad nunca viene después, como un
resultado a alcanzar. Ella debe estar siempre adelante. La misma desigualdad social
la supone: el que obedece una orden debe ya, en primer lugar, comprender que
debeobedecerla. Debe ser el igual de su maestro para someterse a él. Nohay ignorante que no
sepa una multitud de cosas y es sobre ese saber,sobre esa capacidad en acto, sobre el que
toda enseñanza debe fundarse. Instruir puede entonces significar dos cosas
exactamenteopuestas: confirmar una incapacidad en el acto mismo que se pretendereducirla o, a la inversa,
forzar una capacidad, que se ignora o niega, ar e c o n o c e r s e y a d e s a r r o l l a r t o d a s l a s
c o n s e c u e n c i a s d e e s e reconocimiento. El primer acto se llama embrutecimiento, el
segundoemancipación
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