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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA

FACULTAD DE PERIODISMO Y COMUNICACIÓN SOCIAL

TEORIAS DE LA EDUCACIÓN

Verónica Piovani

Arboleda, Duverney. 21024/9

Sevillano, Nancy. 18992/7

Torres, María Guillermina. 13430/3

duverney8@hotmail.com

sevillanonancy@hotmail.com

Guillermina_torres@hotmail.com.ar

LA PLATA – BUENOS AIRES

JULIO DE 2018
Pensándonos como docentes

“Estamos en una época en la que no se puede predecir


el futuro, pero sí proyectar. Eso se llama política”

Adriana Puigróss

La escuela, al igual que las instituciones heredadas de la modernidad, se


encuentran en medio de una crisis sistemática que pone en duda las formas de
educación, que además de ser la encargada de formar al ciudadano, de hacer que
un individuo pertenezca a un lugar, que tenga un pasado común y unos
conocimientos que establecen igualdad a todos -por lo menos así era en los ideales
de la modernidad-, también era -es- la institución encargada de crear lazo social
entre el individuo y el Estado Nación. La educación es, en definitiva, la encargada
del proceso de aculturación del individuo. Pero esto se hizo -hace- sobre la base de
un recorte brutal: el no reconocimiento de otros saberes que escapan a la lógica
cartesiana de la modernidad: no se tiene en cuenta los conocimientos previos del
individuo, sus costumbres familiares-tribales, su experiencia; esta institución ve al
individuo como una “tabla rasa”, una hoja en blanco presta a ser llenada con un
contenido que busca sacarlo de su estado de “salvajismo” y tornarlo un sujeto
moderno, ejerciendo, de esta manera, un recorte entre lo que “debe” ser enseñado
y lo que no, lo que es conocimiento y lo que no.

En la actualidad esas formas de educación vienen quedando rezagas por un


mundo devenido en aldea global, promovido por el proceso de globalización y de
integración en grupos supranacionales. Por tal motivo el sistema educativo queda a
la zaga de los cambios globales que se están dando: se está educando con formas
del siglo XVIII a educandos del siglo XXI, los cuales ya incorporan en sus destrezas
nuevas formas comunicativas mediadas por tecnologías que permiten que haya un
descentramiento del saber que ha relevado en parte al sistema educativo en la
obtención de conocimientos y que pone cualquier conocimiento a disposición a un
click de distancia. Es por esto que una educación crítica en la que la dualidad
educando-educador sean constructores en conjunto de saberes críticos de
realidades con el fin de intervenir en la puja por las transformaciones sociales que
incidan en sus realidades cercanas, es más apremiante que en otros tiempos.

La lógica de la educación en la modernidad era la de crear ciudadanos que


replicaran el sistema que los producía para así, reproduciéndose, reproducir el
sistema mismo. Era una forma de reproducción en la que las instituciones
desplegaban y replicaban todo el sistema estatal que estaba -y está- sostenido por
la ideología de las clases dominantes en instituciones que, en apariencia, estaban
desligadas de toda idea política. Este es un discurso que prima hoy en día en la
llamada posmodernidad y que busca afianzar pedagogías que desvinculan a la
educación de los discursos de poder y que afirman que desde los sistemas
educativos se operan cambios que estructurales que cambien la sociedad; hecho
desmentido en la práctica.

Las políticas económicas que forman parte de la agenda educativa son las
que prescriben el currículum y nos dicen cómo enseñar a los estudiantes desde
muy chicos las teorías de la política neoliberal, cómo insertarlos en un mundo en el
que, por los virajes políticos de Nuestra América, van cada vez más destinados al
discurso meritocrático, a la competencia individual, dejando cada vez más de lado
las prácticas sociales colectivas que fuercen al Estado a adoptar medidas
educativas sociales-estatales. .

El capitalismo como política económica del mercado, de las finanzas, que


cada tanto tiene crisis que lo obligan a cambiar, disfrazar su imagen para lograr más
adeptos y seguir convenciendo. Los cambios pueden ser la globalización y el
neoliberalismo. El trabajo que realizan, desde las políticas neoliberales, nos
atraviesan a todos por igual: sus métodos de comunicación, las teorías de formar
un sujeto individualista consumidor, un usuario. Sus teorías llevadas adelante en
todos los ámbitos, pero por sobre todas las cosas, en el sistema educativo.
El sistema educativo en el neoliberalismo se basa en que el merito en la
escuela debe ser una meta individual y no una construcción colectiva-social, por
medio de discursos basados en las teorías educativas como:

 Biologicismo: piensa al sujeto como ser determinado por sus genes,


no tiene en cuenta las condiciones sociales de los individuos ni la
forma en como ésta los condiciona. Su discurso es base para justificar
ideas de raza o la diferencia de entre ricos y pobres o la dominación
de unos sobre otros, como condiciones biológicas y no como
construcciones sociales. Vemos en la historia la cantidad de ejemplos
acerca del abuso de la teoría de la evolución para justificar la
dominación y la desigualdad.
 Neurocientismo: es una teoría que explica las diferencias y
desigualdades sociales como producto del cerebro de las personas y
no como injusticias de la sociedad.
 Meritocracia: es aquel que se basa en el merito personal, el
individualismo, en el creer que uno solo me forma y produce su propio
éxito, que nada es colectivo
 Tecnicismo: Si tomamos en cuenta el concepto de tecnicismo como
filosofía en la educación vemos que se apuesta a la información que
dan los técnicos en educación y no al relato de la experiencia empírica
de los educadores y los educandos.

Hoy en día en nuestro país, y podemos decir que en gran parte de América
Latina, podemos ver cómo funcionan estás teorías (neurocientismo, biologicismo,
tecnicismo, meritocracia); se toma a la educación como una mercancía más, por lo
tanto tiene un valor en el mercado. De esta manera, desde los gobiernos
neoliberales, se trata por todos los medios de desvalorizar a la educación pública,
a los docentes y al sujeto a formar, devenido ahora en un usuario, en un consumidor;
por lo tanto la educación deja de tener la importancia que tuvo en otros tiempos:
aquel discurso de la modernidad que hablaba de que estudiando se podía progresar
o mejorar en la escala social, ya no existe.
Las teorías de la Neurociencia le vienen a este sistema como anillo al dedo.
Una manera de colocar al estudiante en una posición difícil de superar ya que “no
tiene capacidad mental” para el aprendizaje, por lo tanto comenzará un ir y venir
entre psicólogos y psiquiatras para normalizarlo. Este sistema necesita un
estudiantado homogéneo, acrítico y consumidor; por lo tanto los docentes también
quedan en una situación de diagnósticadores de complicados sistemas
sintomatológicos que serán tratados con psicofármacos y terapias. La capacidad de
aprender es entonces de carácter biológico y no basadas en desigualdades
sociales.

La educación neoliberal es una educación pensada por los colonizadores


para los colonizados, no utilizan las mismas teorías en los países colonizadores que
las utilizadas para los países dependientes. En esta economía neoliberal
globalizada la mercantilización juega un rol central y se encuentra en casi todos los
aspectos de la vida: el ciudadano es ahora un consumidor, un dato que es medible
y cuantificable, por lo tanto controlable. Este sistema trata de construir un individuo
que piense y actúe para sí, como nueva forma de subjetividad, y no para el colectivo
de una sociedad, ese individualismo lo lleva a pensar que solo hay logros en lo
individual, lo social no existe.

Nos encontramos en una sociedad bombardeada por los medios de


comunicación, por las redes sociales y por organizaciones no gubernamentales
cuyos relatos versan en el buen vivir, en ser positivos, en que la felicidad es posible
en este sistema. Estudiantes y docentes en una eterna queja: estos últimos dicen
“no estudian, no leen, no les interesa nada”, y los estudiantes en una nueva forma
de aprendizaje “no entienden” que los docentes no entiendan este nuevo mundo de
redes sociales, de nuevas lecturas en las que es la imagen, y no el texto, es
preponderante. Se busca educar a un individuo del Siglo XXI con formas del Siglo
XVIII.

En nuestro país con el cambio de políticas educativas a tomado fuerza el


tema de la evaluación usada para docentes y estudiantes. Los docentes deben de
capacitarse para este nuevo sistema meritocrático en el que las formas de
especialización docente están siendo tercerizadas, por lo tanto se convierten en un
servicio pago. Se aleja de lo público y tiende a ser una mercancía que es
administrada fuera de los márgenes públicos dando cabida a multinacionales de la
educación, dejando de ser un derecho para ser un servicio. Para los estudiantes el
sistema de educación pública, ahora bastardeado, deja de instruirlos para que
puedan ser seres libres de pensamiento, con capacidad critica propia, y que estos
mismos puedan cuestionar, interpelar e indagar sobre los contenidos y el contexto
real de la verdad que los rodea, convirtiéndose así en parte de un sistema nefasto.
La meritocracia logra, hacernos creer que hay una pedagogía “especial” para los
pobres dando por sentado que los niños y jóvenes que no logran los objetivos son
necesariamente de la clase más baja.

La evaluación ha pasado a ser un método de control para educadores y


educandos, las formas de evaluación se aplican de manera injusta, ya que, se
emplea el mismo sistema para todos por igual, sabiendo la necesidad de evaluar
según el contexto socioeconómico en el que funciona cada institución educativa; de
manera que lo que están haciendo es imponer un sistema evaluativo traído de
países con otras culturas/sistemas socioeconómicos diferentes y aplicarlos a
ultranza en sociedades con realidades totalmente diferentes; de esta manera la
visión meritocrática promovida en el sistema educativo logra una división de los
estudiantes: unos inteligentes, talentosos y emprendedores, que serán exitosos en
sus estudios y lograran buenas calificaciones “sin deberle nada a nadie”; los otros,
los que carecen de esas “capacidades” deberán afrontar su fracaso y para esto
recibirán un entrenamiento para lograr superar sus falencias.

Así podemos escuchar discursos políticos que hablan de “caer en la


educación pública” como una desgracia, cuando son ellos los que prescriben el
currículum que deberán poner en práctica los docentes, y que configurarán una
subjetividad anclada desde las ideas de una clase dominante: el currículum es la
expresión de un espacio de lucha en la que se imponen las ideas de la clase social
hegemónica. Estos discursos valorizan de manera desmedida la importancia de la
escuela privada, es el mismo discurso político que nos dice que no son necesarias
las universidades públicas en las zonas más humildes porque los pobres no llegan
a la universidad, dejando en claro en estas posturas neoliberales que “la educación
no es un derecho”, es un servicio.

Ante todo lo evaluado sobre el contexto en que nos encontramos, con una
política neoliberal en marcha, nos cuesta vernos como docentes obligados a cumplir
con las normas, las teorías, que hoy se ponen en práctica en las instituciones; difícil
situación la de encontrar un atajo por donde poder atravesar este sistema y ser
formadores de una educación en la que la relación educadores-educandos sea un
intercambio de saberes pensados para formar un sujeto crítico que actúe en los
problemas que hay en su realidad cercana y que por tanto pueda intervenir en la
puja por la construcción de una sociedad más justa.

Nuestra idea es pensarnos como sujetos críticos, que podamos aportar


desde la experiencia en la práctica, teorizar sobre la misma partiendo de las
experiencias áulicas y que seamos capaces de escribir sobre la educación
necesaria, una educación que sea una apuesta a la construcción de un sujeto
analítico que pueda pensarse en colectivo y que incida sobre realidad, sabiendo que
es un aporte a futuro del que posiblemente no podamos ver sus frutos. Esa
educación basada en una mirada latinoamericana, releyendo y teniendo en cuenta
el texto como parte importante en la formación, buscando esos marcos teóricos que
desde la colonia se vienen negando, bucear en las palabras de aquellos como
Simón Rodríguez, José Mariátegui, Iván Illich, Paulo Freire y Jorge Huergo, que nos
enseñan el camino de una educación liberadora, teniendo en cuenta el pensamiento
originario de américa latina, ese pensamiento indoamericano para poder
reconocernos como colonizados y cambiar la historia de la educación, para forjar
ese futuro incierto que soñamos diferente, más humanista, un mundo más solidario,
respetándonos en la diferencias, uniéndonos en una hermandad latinoamericana en
búsqueda de la derrota del capitalismo neoliberal y de los individualismos que, está
comprobado históricamente, es un camino que ha lastimado a nuestro pueblo.

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