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Metodología de la investigación social

Integrantes:

Gabriela Orostica.

Carlos Monsalve.

Sección 2
Movimiento estudiantil.

Para hacer una alusión a los inicios propios del movimiento estudiantil que se promovió con gran fuerza el año
2011 y que se extendió por casi más de medio año, es necesario dar una mirada retrospectiva al sistema
educacional y el denominado “proceso de municipalización de la enseñanza”, y a los cambios socio-políticos,
sucedidos desde entonces.
Este sistema, promulgado desde 1981 y consolidado aun bajo la dictadura de 1990, a espaldas de la opinión
pública por la Ley Orgánica Constitucional de la Enseñanza (LOCE), expreso una reducción de la intervención
estatal en materia educativa y abrió espacios al financiamiento privado de la educación, los cuales al verse
limitados por la norma que no permitían el fin de lucro, diseñaron mecanismos para obtener significativos
beneficios, hecho que repercutió directamente sobre el derecho a la educación y se resguardo bajo el acto de
´´ libertad de enseñanza´´.
Teniendo en cuentas las repercusiones de esta ley, en el año 2006 Los Pingüinos, denunciaron los problemas
que enfrentaba la educación en chile: segregación, exclusión y desigualdad social. A pesar de que este
movimiento no cumplió con sus expectativas, no fue en vano. Se logro la renuncia del entonces ministro de
educación, la atención de los medios de comunicación y las clases políticas, lo cual permitió el cambio de la
LOCE por la Ley General de Educación (LGE), la cual mantuvo un sistema educacional desigual
Las movilizaciones continuaron en el 2011, con mayor participación ciudadana y una fuerza casi telúrica que
repercutió con mayor fuerza sobre muchos sectores sociales de chile. Algunos de los factores que incidieron
en las fuerzas de las movilizaciones podríamos sintetizarlos en tres partes: 1) una inconformidad doliente
frente a una realidad de desigualdad. 2) la ausencia de una dictadura limitante del espíritu autónomo de las
corrientes políticas convensionales por parte de los estudiantes, 3) repudio hacia la creación de políticas
basadas en acciones a ´´la medida de lo posible´´
El método que utilizamos para conocer la actitud de los chilenos frente al movimiento estudiantil fue la
encuesta, en donde empleamos preguntas generalizada aplicada aleatoriamente en distintos sectores de la
sociedad tales como en calles de Santiago, Universidad de Chile y San Felipe. Dentro de las categorías
realizadas para determinar de manera general la actitud de los chilenos frente a los procesos de movilización
y demandas estudiantiles pudimos distinguir dos tipologías que apoyan de manera consistente las exigencias
de los estudiantes:

Los participantes activos, que tienen como tendencia general el apoyo presencial en las distintas formas de
protesta pública.
Los participantes pasivos, ellos, a diferencia de los anteriores, mantienen una actitud mucho más crítica y
reflexiva, desconfían de la capacidad de las manifestaciones públicas como herramientas efectivas que
permitan el cambio en la sociedad.

Por otro tenemos dos tipologías en oposición al movimiento estudiantil:


Opositores desinteresados, los cuales se caracterizan por no poseer ningún argumento en contra
simplemente tienen una actitud de indiferencia ante el movimiento.
Opositores con fundamento, quienes encuentran a través de su razonamiento los argumentos necesarios y
justificados para oponerse al movimiento estudiantil.

Gracias a los datos recogidos en estas encuestas realizadas a un grupo de 15 personas 5 de cada sector
mencionado anteriormente, encontramos que un 66,6% de los encuestados corresponden a sujetos a favor
ya sea activo o pasivo y un 33,3% lo componen sujetos en contra con argumento o desinteresados.

En complemento a los datos recogidos encontramos una encuesta aplicada en el año 2011 fecha de la última
evaluación pública del movimiento estudiantil realizada por Adimark, la cual entrega los siguientes datos, en
septiembre, un 70% dice estar “de acuerdo” con las demandas presentadas por los estudiantes, en tanto
un 25% dice estar “en desacuerdo”.

Esta información nos permite concluir que evidentemente ha existido un despertar en la sociedad chilena
respecto a los movimientos estudiantiles, un despertar positivo que promueve el cambio. Sin embargo los
datos nos indican que efectivamente existe un sector de la sociedad que no es adherente e independiente de
sus argumentos logramos socavar que esta variable depende en gran medida del nivel de información que
llega a cada ciudadano, de la manera en que se informa y lamentablemente también del sector físico en que
se encuentra, siendo puntos esenciales para discutir en pro de soluciones efectivas que ayuden a generar un
despertar colectivo en desmedro de nadie.

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