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2° Parcial de Derecho Constitucional
2° Parcial de Derecho Constitucional
Los derechos sociales surgen del constitucionalismo social, luego del constitucionalismo clásico
con la revolución industrial, como una necesidad de regular las actividades laborales del hombre
y protegerlas. El Estado gendarme pasa a ser un Estado de bienestar. Aparece con la idea de
igualar para que todos tengamos las mismas oportunidades, y caracteriza al trabajo como una
actividad humana (no como una mercancía como se pensaba en el capitalismo). Por lo tanto
merece una protección especial, y en nuestro ordenamiento jurídico lo encontramos
consagrado en el art. 14 bis de la Constitución Nacional. A nivel internacional también tiene una
principal importancia en materia de derechos sociales, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales.
a) El art. 14 bis
i) Primer párrafo
Protege al trabajador que desarrolla sus tareas en relación de dependencia. El sujeto titular de
los derechos que acá se contemplan es el trabajador como persona física. Como consecuencia
del principio protectorio tiende a asegurarle garantías mínimas para la preservación de su
dignidad en la esfera de su actividad profesional. Una sola disposición está referida a las
relaciones de empleo público y es la que le garantiza su estabilidad. Algunas de las garantías que
protege son la jornada limitada, el descanso y vacaciones pagas, el salario mínimo vital y móvil,
igual remuneración por igual tarea, entre otras.
Por lo tanto, los derechos gremiales que consagra el segundo párrafo del art. 14 bis CN son los
siguientes:
Consagra los derechos de la seguridad social, rama distinta al derecho del trabajo y que alcanza
no sólo a los trabajadores que desempeñan sus actividades en relación de dependencia sino
también a los trabajadores autónomos. Aquí aparece como titular de derechos constitucionales
otro "grupo intermedio": la familia. Alguna de las garantías que protege son las jubilaciones y
pensiones móviles, protección integral de la familia, acceso a una vivienda digna, entre otras.
Como ya hemos advertido la reforma constitucional de 1994 con la modificación del artículo 75
que regula las facultades del Congreso, ha agregado cláusulas (en particular en los incisos 17,
19, 22 y 23) que resultan complementarias de las disposiciones de la parte dogmática. En lo que
respecta al art. 14 bis, cabe señalar su confluencia con el inc. 19 del art. 75, que establece una
serie de metas que deben guiar la labor legislativa, muchas de las cuales están directamente
relacionadas con la dimensión social de las personas.
En su sentencia, la Corte rechazó ese argumento señalando que las medidas de fuerza
en las que participó el trabajador en modo alguno podían considerarse legítimas. La
Corte puntualizó que la huelga es un medio de presión, para lograr que se satisfagan
ciertas reclamaciones del sector laboral, que obstaculiza el normal desarrollo de las
actividades de producción de bienes o de prestación de servicios. Por ende, las medidas
de acción directa no solo perjudican al empleador, también afectan a los destinatarios
de dichos bienes y servicios, es decir, a los consumidores o usuarios.
La Corte también tuvo en cuenta que, del mismo modo, tanto los tratados
internacionales sobre derechos humanos como la doctrina elaborada por la
Organización Internacional del Trabajo a partir de las disposiciones de su convenio 87
sobre la libertad sindical contemplan al derecho de declarar una huelga como un
derecho que le corresponde a la asociación profesional de trabajadores.
La Corte Suprema sostuvo que la base salarial para el cálculo indemnizatorio no puede
ser reducida en más de un tercio (33%) del monto total de la remuneración. En otras
palabras, para la Corte no es inconstitucional que exista un límite para el cálculo de la
base, pero éste no puede ser inferior al 67% del monto que el trabajador recibía como
remuneración cuando estaba empleado.
También agregó que el trabajador goza de una protección especial en la relación laboral,
que es un sujeto favorito o privilegiado del derecho. Dijo que debe haber una relación
proporcional entre el sueldo que el trabajador percibía en actividad y el monto que la
empresa debe pagar si decide concluir el vínculo laboral sin justa causa.
Sistema de garantías
Las garantías son procedimientos que el ordenamiento jurídico otorga a los habitantes
para tornar posible el goce de los derechos reconocidos. Sin las garantías, no habría
posibilidad de un auténtico Estado de Derecho, pues las personas quedarían indefensas
frente a las violaciones a sus derechos provenientes del Estado y de otros particulares.
Son llaves o mecanismos para acceder a la jurisdicción, sólo cuando se den los requisitos
formales y materiales. Podemos distinguir, entonces, dos clases de garantías:
Garantías genéricas: son todas aquellas que tienden a proteger toda clase de
derechos (amparo, debido proceso).
a) El debido proceso
Es un conjunto de garantías procesales que tienen por objeto asistir a los individuos
durante el desarrollo del proceso judicial, y así protegerlos de los abusos de autoridades,
y permitirles defensa en sus derechos.
El art 18. CN menciona que ningún habitante de la nación podrá ser penado sin juicio
previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones
especiales, o sacados de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa.
Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo, y es inviolable la defensa en juicio
de la persona y de los derechos. De este artículo surgen los siguientes principios en
materia del debido proceso:
Juicio previo: nadie puede ser castigado sin haber sido previamente juzgado y
sentenciado mediante el debido proceso.
Juez natural: son jueces naturales los juzgados y tribunales creados por ley antes
de que se produzca el hecho que motiva el proceso, sin importar el o los
individuos que lo integren. Lo que no se puede es sacar al individuo de ese
juzgado “natural” y formar una comisión especial para que se lo juzgue.
Ley anterior: ningún habitante puede ser penado sin juicio previo fundado en ley
anterior al hecho del proceso. De este principio se derivan otros dos:
i) Principio de legalidad: si al momento en que el individuo cometió el acto,
este no estaba prohibido por la ley, es un acto permitido y por lo tanto el
sujeto no podrá ser castigado.
ii) Principio de irretroactividad de la ley: las leyes en principio rigen para el
futuro y no pueden aplicarse a hechos ocurridos antes de su sanción. Sin
embargo, en materia penal, se admite la aplicación retroactiva de una ley
cuando es más benigna que la que regía al tiempo de cometerse el delito.
Inviolabilidad de la defensa en público: durante el juicio, el individuo podrá hacer
lo que sea necesario para defender su persona y sus derechos, es decir, para
demostrar su inocencia o la legitimidad de los derechos que invoca.
Declaración contra si mismo: nadie puede ser obligado a declarar contra si
mismo.
b) El amparo
Se ha definido comúnmente al amparo como una acción judicial breve y sumaria, rápida
y expedita, destinada a garantizar los derechos y libertades constitucionales distintos de
la libertad física (pues ella está protegida por el hábeas corpus), que tiene un ámbito
diferente del de los procesos ordinarios, por cuanto éstos no pueden satisfacer la
urgencia de la restauración de los derechos presuntamente conculcados, lo cual es un
elemento esencial en el proceso de amparo. El amparo tiene como objetivo restaurar el
derecho o, impedir que se siga produciendo el daño.
El amparo en nuestro país es una creación pretoriana y jurisdiccional, que tuvo su origen
en los famosos casos "Siri" y "Kot", que admitieron, pese a la ausencia de regulación
procesal específica, la existencia de una acción destinada a la protección de los derechos
no alcanzados por el hábeas corpus, ya que se estimó que los preceptos constitucionales
y la experiencia institucional del país reclamaban de consuno el deber de asegurar el
goce y ejercicio plenos de las garantías individuales para la efectiva vigencia del Estado
de Derecho. En el caso "Siri" se protegía la libertad de prensa frente a una violación del
poder público. Mientras que en el caso “Kot” se admitió la acción respecto de una
violación proveniente de particulares.
La regulación legislativa recién aparecería una década después (1966-68) con la sanción
de la ley 16.986, reglamentaria del amparo contra actos de autoridad pública, mientras
que en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación se da cabida a esta acción
cuando va dirigida contra actos de particulares (art. 321, inc. 2º).
El amparo, además de que puede ser contra autoridades públicas o contra particulares,
se clasifica en tres tipos:
El amparo contiene una serie de requisitos para poder invocarlo, que pueden clasificarse
en formales y materiales.
Requisitos formales:
Requisitos materiales:
c) Habeas corpus
Es el medio para garantizar la libertad ambulatoria de las personas. Se trata de una clara
limitación al poder de los gobernantes que no pueden encarcelar a las personas en
contra de lo que establece la ley. La evolución del instituto lo ha llevado a aplicarse no
sólo en materia de libertad física, sino también en lo relativo a las condiciones de
detención de las personas encarceladas, como así también en otras cuestiones
vinculadas con ellas. En otros casos, nos permite que se de a conocer el paradero de una
persona, si su detención fue lícita o ilícita, y que en caso de ser ilícita se proceda a la
reparación del derecho a libertad física. La acción de habeas corpus se mantiene y puede
interponerse también durante el estado de sitio.
i) Antecedentes
Habeas Corpus clásico (o reparador): se usa para hacer cesar la detención ilegal
(detención sin orden de autoridad competente).
Habeas Corpus Preventivo: se usa para cuando hay una amenaza real e
inminente contra la libertad física (no se trata de simples actos preparatorios).
Por ej.: orden de arresto ilegal que esta pronta a ejecutarse.
Habeas Corpus Correctivo: se usa a favor de las personas detenidas en forma
legal. Su objeto es corregir las condiciones de detención legal cuando no fueran
las que corresponden. Por ej.: si a un preso no se le da de comer, entonces puede
interponer el ¨habeas corpus correctivo¨, para que se le de de comer.
Habeas Corpus Restringido: se usa para los casos en que hay perturbación en
el derecho de locomoción, sin llegar a la privación de la libertad. Por ej:
seguimiento, vigilancia, no dejar entrar al trabajo, al estudio, a la casa, etc.
Habeas Corpus de desaparición forzada de personas: hoy en día ya no se lo
utiliza, porque se utilizó muy frecuentemente durante la última dictadura militar.
Legitimación pasiva: el habeas corpus sólo puede interponerse contra las autoridades
públicas.
d) Habeas data
El habeas data es una garantía que poseen las personas para exigirle explicaciones a
aquellos organismos públicos o privados que tienen datos o información sobre ella o su
familia, y así averiguar qué datos puntuales tienen y por qué y para qué los tienen. Se
encarga de proteger los datos personales de la persona (autodeterminación de la
información) que se encuentran en los bancos de datos públicos o privados. El habeas
data protege el derecho a la intimidad o a la privacidad.
El fenómeno aparece con la organización del relevamiento de datos sobre las personas
para la creación de bancos, de parte de la administración pública como así también de
entidades privadas. Nadie discute la utilidad de esas fuentes de información, ellas
constituyen una valiosísima herramienta para la concreción de variados fines, que hacen
a la satisfacción del interés general. Pero frente a esta cara de la moneda, surge
igualmente otra realidad que se relaciona con el poder que adquiere quien maneja esos
datos. Ellos pueden ser también empleados para influir en variadas formas sobre la
buena fe de las personas, para de ese modo lograr objetivos que lejos de satisfacer a los
titulares de esa información se convierten en serias amenazas para sus actividades, su
buen nombre u honor o se transformen en un canal susceptible de ser utilizado con fines
de tipo discriminatorio. Las consecuencias no deseadas pueden ser múltiples y obligan
a la búsqueda de nuevas garantías que desde el campo del derecho constitucional
permitan que las personas no se vean privadas de su derecho a la intimidad.
Habeas Data Informativo: para que el organismo informe sobre qué datos tiene
sobre la persona, con qué fin o motivo ,y cómo o de dónde los obtuvo.
Habeas Data Rectificador: para corregir datos falsos o erróneos y para completar
los incompletos, o actualizar los que estén atrasados o desactualizados.
Habeas Data Preservador (o confidencial): para hacer que no sean expuestos
públicamente o que se saque de los archivos, la información personal
relacionada con asuntos íntimos de la persona (religión, orientación sexual,
ideología política, enfermedades, etc), ya que puede dar lugar a discriminación.
Ángel Siri se presentó ante el juez solicitando que requiriera a la policía un informe sobre
quién había ordenado la clausura y los motivos de la misma. Requerido dicho informe
por el juez, el comisario informó que la orden había sido emitida por la "Dirección de
Seguridad de la Policía" y que el motivo lo desconocía. Ante la falta de especificación
sobre los motivos de la clausura del diario, el juez requirió informes del Jefe de Policía
de la Provincia de Buenos Aires, de la Comisión Investigadora Nacional y del Ministerio
de Gobierno de dicha provincia, todos los cuales manifestaron ignorar las causas de la
clausura y la autoridad que la dispuso. Tras apelar la decisión del juez, la Cámara de
Apelaciones en lo Penal de Mercedes confirmó la sentencia.
Más allá de todo esto, la Corte falla a favor de Siri por considerar que efectivamente
había una falta grave a las garantías protegidas por la Constitución, aunque no se
encontraban reglamentadas dichas violaciones, esto no era un impedimento para que
la Corte no hiciera lugar al pedido, ya que como jueces tienen la obligación de hacer
respetar y velar por el cumplimiento de la Constitución.
La firma Samuel Kot S.R.L., propietaria de una fábrica textil ubicada en el partido de San
Martín, provincia de Buenos Aires, sufrió una huelga tras un conflicto con su personal.
La huelga primeramente fue declarada ilegal por la "Delegación San Martín del
Departamento Provincial del Trabajo"; por esta razón Kot ordenó a sus obreros retornar
al trabajo dentro de las 24 horas. Esto trajo aparejados muchos despidos. Un mes y
medio más tarde, el presidente del Departamento Provincial del Trabajo declaró nula la
resolución de la Delegación San Martín e intimó a la empresa a reincorporar a los
obreros que había despedido. Tras la negación de la empresa, los obreros despedidos
ocuparon la fábrica paralizándola totalmente. Acto seguido, Juan Kot (gerente de la
empresa) formuló una denuncia por usurpación pidiendo la desocupación de la fábrica.
Kot, al darse cuenta que su denuncia por usurpación no le daba resultados favorables,
inició otra causa paralelamente. Antes de dictarse la sentencia de la cámara de
apelaciones -que confirmara el sobreseimiento definitivo-, se presentó ante la misma
deduciendo recurso de amparo para obtener la desocupación de la fábrica. Para invocar
el recurso mencionado, Kot se basó en lo resuelto por la Corte en el caso Siri; en la
libertad de trabajo; en el derecho a la propiedad; y en el derecho a la libre actividad,
todos estos mencionados por la Constitución Nacional. La cámara de apelaciones
desechó el recurso planteado interpretando que se trataba de un recurso de Habeas
Corpus. Contra esta sentencia, el interesado interpuso recurso extraordinario.
La Corte falló a favor de Kot, haciendo lugar al recurso de amparo luego de revocar la
sentencia de la Cámara de Apelaciones. Ordenó que se entregara a Kot el
establecimiento textil libre de todo ocupante indicando que “la Cámara de Apelaciones
se confunde al considerar el recurso invocado por el afectado como un recurso de
habeas corpus. El interesado interpuso una acción de amparo invocando los derechos
constitucionales de la libertad de trabajo, de la propiedad y de la libre actividad; o sea,
dedujo una garantía distinta a la que protege la libertad corporal (habeas corpus)”, así
fue que la Corte ratificó lo resuelto en el Caso Siri (en este último la restricción ilegítima
provenía de autoridad pública, y en el Caso Kot es causada por actos de particulares).
La Corte sostuvo que el art. 33 CN al hacer mención de los derechos y garantías implícitos
no excluye restricciones emanadas de particulares; “nada hay, ni en la letra ni en el
espíritu de la Constitución, que permita afirmar que la protección de los llamados
derechos humanos esté circunscripta a los ataques que provengan sólo de autoridad
pública”.
La sentencia tiene dos aspectos relevantes: por un lado crea la acción de clase, esto es
una garantía de los derechos de dimensión colectiva, y por otro protege la privacidad
en el uso de Internet y telefonía personal frente a posibles intromisiones de organismos
del Estado.
La sentencia destaca que hubo una mora del legislador al no dictar una ley para facilitar
el acceso a la justicia, y siendo estos derechos constitucionales de carácter operativos,
es obligación de los jueces darles eficacia.
Hay casos en que por una sola causa se afectan los derechos de numerosas personas y
en los que resulta muy difícil para cada uno de los afectados promover una acción
judicial. En estos supuestos resulta afectado el acceso a la justicia.
Hay una clara afectación del acceso a la justicia, porque no se justifica que cada uno de
los posibles afectados de la clase de sujetos involucrados deba promover una nueva
demanda peticionando la inconstitucionalidad de la norma.
Para el futuro es indispensable formular algunas precisiones dirigidas a los jueces que
traten este tipo de acciones:
Joao Gastón Dessy interpuso habeas corpus por considerar que el Servicio Penitenciario
Federal ‑Prisión Regional del Norte, unidad 7‑ había agravado ilegalmente sus
condiciones de detención (art. 3 inc. 2 ley 23.098 ) al violar su correspondencia y afectar
sus derechos a la intimidad, privacidad y a una pena con fin resocializador. En tal sentido
señaló como fundamento de su presentación que el personal penitenciario le había
rechazado una pieza de correspondencia que pretendía enviar, y luego precisó que le
sean devueltas las piezas cerradas que entrega. Sostiene que la obligación de entregar
abiertas las cartas que se propone despachar, para permitir a las autoridades del penal
ejercer la censura de su contenido contraviene la Ley Penitenciaria Nacional que sólo
prescribe la supervisión de las cartas recibidas pero no de las remitidas (arts. 91 y 92),
viola los arts. 18 y 19 CN. y la Convención Americana de Derechos Humanos.
El propósito de readaptación social del penado, que debe estar en la base del
tratamiento carcelario y es expresamente predicado en el art. 1 LPN. se ve controvertido
por disposiciones y actos de autoridad como los que han dado lugar a esta causa, ya que
censurar y obstaculizar la comunicación del recluso con el exterior es un modo de
distanciarlo del medio social al que deberá reintegrarse tras el cumplimiento de la pena.
Por este motivo, sostuvo que, dado que dicha situación ponía en peligro la vida y la
integridad física del personal penitenciario y policial y generaba condiciones indignas y
altamente riesgosas de trabajo, debía instruirse a la Suprema Corte de Justicia de la
Provincia de Buenos Aires y a los demás tribunales de dicha provincia para que hicieran
cesar urgentemente el agravamiento o la detención misma. Por otra parte, reconoció
legitimación al Centro de Estudios Legales y Sociales para interponer el hábeas corpus
colectivo a pesar de que la Constitución Nacional no menciona en forma expresa el
hábeas corpus como instrumento deducible en forma colectiva.
En consecuencia, fijó los estándares de protección de los derechos de los presos que los
distintos poderes provinciales deben respetar para cumplir con el mandato de la
Constitución Nacional y con los pactos internacionales de derechos humanos que tienen
jerarquía constitucional.
También ordenó a la justicia provincial a verificar y remediar las condiciones indignas de
detención de los presos detenidos a su disposición así como disponer la inmediata
libertad de los adolescentes y enfermos detenidos en comisarías.
i) Introducción
Por eso hablamos de lo que se conoce como “crisis de representación”, una teoría que
se encarga de explicar por qué las democracias ya no son tan efectivas y presentan
consecuencias negativas. Contiene dos presupuestos: un presupuesto sociológico y un
presupuesto epistemológico.
Desde fines del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX, a la aparición de la democracia le
seguiría la adopción de una de estas dos formas de gobierno que por ello se consideran
los modelos clásicos de organización de la estructura gubernativa en una democracia
constitucional. Esto fue así, en aquellos Estados que se iban pronunciando a favor de los
principios del constitucionalismo. Existieron ensayos de otras modalidades como el
gobierno de asamblea durante los tumultuosos años de la Revolución Francesa, pero
sólo se consolidarían el presidencialismo y el parlamentarismo. Curiosamente uno y otro
se establecerían en distintas áreas geográficas. El parlamentarismo de cuño británico,
producto de la evolución de las instituciones inglesas, se asentaría en Europa. El
presidencialismo —ideado por la imaginación y el pragmatismo del constituyente
estadounidense—, por su parte, se instalaría en los Estados Unidos para luego
extenderse hasta los más lejanos confines del continente americano, a medida que las
antiguas colonias españolas y portuguesas se independizaron y accedieron a la
democracia.
a) Presidencialismo
Tanto el titular del Poder Ejecutivo como los miembros del Congreso son elegidos de
manera independiente a través del sufragio universal, es decir, como resultado del
pronunciamiento directo de la soberanía popular. El mandato de los ocupantes de
ambos poderes no puede modificarse una vez que ellos han sido electos. Dicho de otra
forma, ni el Congreso, ni el Presidente pueden remover al o a los titulares del otro poder
por razones de tipo político. La única causal de excepción a esta regla la constituye un
eventual juicio político al Presidente, al Vicepresidente o a los ministros, el que
precisamente, no puede fundarse en motivos de orden político.
b) Parlamentarismo
En lo que hace a la relación orgánica, existe una suerte de colaboración entre los poderes
políticos del Estado. Este esquema de relaciones conlleva un proceso de designación del
gobierno en el que participan el jefe de Estado y el Parlamento, pero que precisa en
última instancia de la confianza de este último para gobernar. El Parlamento es el único
órgano cuyos ocupantes son elegidos a través del sufragio del pueblo. Los mandatos de
los miembros de los poderes políticos pueden verse interrumpidos antes de la
finalización del mandato para el que han sido elegidos. En el caso del Parlamento por su
disolución; mientras que el gobierno puede ser removido por la aprobación de una
moción de censura que provoca el retiro de la confianza parlamentaria. Duverger se
refiere a estas dos herramientas bajo la expresión: "medios de acción recíproca", la que
grafica con claridad el sentido que tiene esa suerte de juego paralelo y recíproco de
relación que surge entre los dos poderes políticos del Estado.
c) Semipresidencialismo
El Presidente de la República para llevar a cabo sus funciones y sobre todo mantenerse
en la posición tan especial en que la Constitución lo sitúa, debe presentarse como el
representante indiscutido de toda la ciudadanía, por encima de los partidos y de todo
interés particular. En tal sentido el ballottage se presenta como un instrumento por
demás adecuado para ello. Inclusive, el hecho de que los candidatos a la presidencia
presenten sus candidaturas con independencia de toda bandería política, coadyuva a
preservarlos y a colocarlos ante el electorado como potenciales "árbitros" más que
como hombres de partido.
Las relaciones Ejecutivo/Legislativo son similares a las que se producen en el marco del
Parlamentarismo. Sin embargo, existen dos importantes diferencias entre ambos
sistemas. La primera, que los miembros del gabinete no tienen que ser necesariamente
parlamentarios. Inclusive, en la mayoría de los países que han adoptado este sistema, el
número de no parlamentarios ministros supera el de parlamentarios. En algunas
oportunidades excepcionales, se ha recurrido a un gabinete integrado totalmente por
técnicos —así ocurrió en Portugal, a fines de los setenta, en el siglo pasado—. La
segunda diferencia, consiste en que la confianza no tiene porque ser expresa, condición
sine qua non en el parlamentarismo, sino que puede ser tácita. Esto es, gracias al silencio
del Parlamento en pronunciarse en el transcurso de un breve plazo de tiempo, se
presume que ha brindado el apoyo para la conformación de un nuevo gobierno.
El Estado también debe encargarse de los delitos ecológicos en el Código Penal, y cada
provincia debe hacerlo de forma autónoma. Es importante mencionar que, ante la
violación de un derecho de medio ambiente, se puede interponer una acción de amparo
colectivo, consagrada en el art. 43 CN, 2° párrafo.
La preservación del medio ambiente resulta posible cuando se armoniza con el concepto
de desarrollo. El nuevo concepto incluirá la variable ambiental. Así el límite a toda acción
de desarrollo estará dado por la no afectación del ambiente, dentro de parámetros
previamente establecidos. Esta posición es la que da nacimiento a la noción de
desarrollo sustentable.
Además cada obra, actividad, acción que se emprenda, deberá ser efectuada teniendo
en cuenta que ellas no produzcan determinado tipo de consecuencias negativas para el
medio ambiente. Dichas consecuencias no se limitan a nuestra realidad actual, sino que
deben considerar también a los futuros habitantes del planeta. La protección del planeta
es una deuda que todos tenemos para con las generaciones futuras. El carácter
intergeneracional es una de las características que presenta la protección del medio
ambiente y en particular su vinculación con el desarrollo. Su formulación plantea uno de
los dilemas más acuciantes de la época actual, cual es el de asegurar posibilidades de
supervivencia a nuestros descendientes.
Dado que el tratamiento compartido asegura medidas más adecuadas, para encontrar
consensos se debe buscar el modo de compartir el tratamiento de estas cuestiones. A
tal fin se deben concretar los canales de participación más adecuados a esos efectos. La
materia ambiental y la gestión de los recursos naturales han permitido, a lo largo de las
últimas décadas, una cada vez más importante presencia ciudadana en todas las
decisiones que atañen a estas dos cuestiones. La legislación y las prácticas de las
democracias más desarrolladas así lo demuestran. Esto ha sido posible gracias a un rol
muy activo de los sectores independientes, emprendido por organizaciones no
gubernamentales.
Con la consagración del derecho al ambiente sano, a partir de la década del '60 en el
siglo pasado, nace la tercera generación de derechos, la que viene a sumarse a las dos
precedentes —individuales y sociales—. Estos centran su enfoque, en el entorno en el
cual debe transcurrir la vida humana a partir de una proyección ad infinitum que obliga
a todos por igual, en aras al logro de la equidad intergeneracional.
La Ley General del Ambiente 25.675 (de presupuestos mínimos) contempla una serie de
instrumentos para la obtención de los objetivos que establece, los que de manera
directa o indirecta hacen a la implementación de una democracia participativa. De esta
manera se completan los cometidos establecidos para las autoridades por el
constituyente de reforma en el art. 41, segundo párrafo. En adelante "todo habitante
podrá obtener de las autoridades la información ambiental que administren y que no se
encuentre contemplada legalmente como reservada"; el párrafo anterior les reconoce
este derecho a "las personas físicas y jurídicas, públicas o privadas". Asimismo, el art. 19
de la Ley General del Ambiente en el capítulo titulado: "Participación ciudadana"
establece que "toda persona tiene derecho a ser consultada y a opinar en
procedimientos administrativos que se relacionan con la preservación y protección del
ambiente, que sean de incidencia general o particular, y de alcance general". En otras
de las disposiciones se impone la necesidad de acudir a estos procedimientos de
"consultas o audiencias públicas" para autorizar actividades que "puedan generar
efectos negativos y significativos sobre el ambiente". También deberán asegurarse estas
instancias, según el legislador, "en los procedimientos de evaluación del impacto
ambiental y en los planes y programas de ordenamiento ambiental del territorio".
La Ley General del Ambiente crea el Sistema Federal Ambiental cuyo objetivo es la
coordinación de la política ambiental a escala regional y nacional en aras del logro del
desarrollo sustentable.
Surge para subsanar aquella desigualdad que existe en la relación comercial entre el
consumidor o usuario (la parte débil o dominada) y el proveedor o prestador de servicio
(la parte fuerte o dominante).
Según la Ley de Defensa del Consumidor 24.240, los consumidores o usuarios tienen los
siguientes derechos:
El Estado por su parte debe darle protección a estos derechos. A través de las leyes, el
Estado debe prevenir o solucionar problemas que surgen en estas relaciones
comerciales, y regular servicios públicos, permitiendo a las asociaciones de
consumidores y usuarios que participen de los organismos de control.
Por último, vale agregar que recientemente se sancionó la Ley 26.361, modificatoria de
la Ley de Defensa del Consumidor. Esta nueva ley introduce varias mejoras a la anterior,
especialmente en lo referido a modos de rescisión de contrato, atención personalizada
de las empresas para reclamos del los consumidores, aumento de multas para empresas
infractoras, etc.
Con arreglo a esta pretensión la clase afectada estaría conformada por “todo aquel
usuario del servicio de gas, quien no contó con la posibilidad de que sus intereses sean
representados con carácter previo al aumento tarifario”.
El Juez de Primera Instancia dispuso dar publicidad a la iniciación del amparo colectivo
en el Centro de Información Judicial y procedió a la inscripción del proceso en el Registro
Público de Procesos Colectivos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Luego
rechazó la acción interpuesta.
La Corte Suprema considera que el caso debe ser analizado porque está en juego la
interpretación de la Constitución Nacional, y existe trascendencia institucional porque
el conflicto ha generado una litigación de características excepcionales que compromete
principios básicos del debido proceso constitucional en la tutela de los derechos de los
usuarios y del Estado Nacional.
Por lo tanto, por unanimidad la Corte anuló el aumento de gas respecto de los usuarios
residenciales.
La provincia de La Pampa interpuso una demanda en el año 2014 ante la Corte Suprema,
que sostenía que la Provincia de Mendoza incumplía la obligación de negociar y celebrar
de buena fe los convenios para regular los usos del río Atuel. Afirmaba que la mayor
prueba de su mala fe era la maliciosa demora en el tratamiento y el posterior rechazo
por su legislatura del convenio marco de 2008, que preveía un plan de obras a realizar y
financiar por las dos provincias involucradas y por el Estado Nacional. Solicitó que se
declare la presencia de daño ambiental, como consecuencia de los incumplimientos
señalados y que se ordenara su cese y la recomposición del ambiente. Sostuvo además
que debía fijarse un caudal de agua mínimo a ingresar al territorio pampeano, teniendo
en cuenta el derecho humano al agua, al crecimiento armónico y equilibrado entre las
provincias.
Con el voto de la mayoría (Lorenzetti, Highton, Maqueda y Rosatti), la Corte resaltó que
este conflicto entre las dos provincias, es distinto del que resolviera la Corte en 1987, y
que debe resolverse en base a un federalismo de concertación que supere enfoques
separatistas para lo cual el Tribunal debe ejercer su competencia dirimente. Dijo que el
caso, en su visión actual, involucra un problema ambiental; que existe un derecho al
agua que debe superar el modelo dominial para ser ecocéntrico sistémico. Sostuvo que
el acceso al agua potable incide directamente sobre la vida y la salud de las personas, y
es fundamental su protección para que la naturaleza mantenga su funcionamiento como
sistema y su capacidad regenerativa y de resiliencia. También afirmó que la lucha contra
la desertificación implica enfocarse en la oferta de agua, y no sólo en el derecho al agua
como demanda. En función de ello se ordenó que deberán presentar un plan de obras,
la distribución de sus costos, dentro del ámbito de la Comisión Interprovincial del Atuel
Inferior, debiendo participar el Estado Nacional. Asimismo se ordenó a las partes fijar un
caudal hídrico apto para la recomposición del ecosistema afectado en el noroeste de la
provincia de La Pampa en el plazo de 30 días (dándole la razón de este forma a la
Provincia de La Pampa). Enfatizó además la necesidad de abordar el conflicto del Atuel
desde una perspectiva de unidad -como una cuenca hídrica- dado que los recursos
naturales son interdependientes y deben ser cuidados de manera integrada.
Luego de varias audiencias públicas citadas, en julio de 2008 la Corte dictó la sentencia
en la que se determinó la responsabilidad que les cabe al Estado Nacional, la provincia
de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en las acciones destinadas a un
mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, la recomposición del ambiente y
la prevención de daños futuros. La Corte estableció un programa de intervención que
obliga a la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR) a seguir un
cronograma de actuación de medidas que se vinculan a: a) producción y difusión de
información pública; b) control de la contaminación industrial; c) saneamiento de
basurales; d) extensión de obras de aguas, cloacas y desagües pluviales; e) realización
de un plan sanitario de emergencia; f) adopción de un sistema internacional de medición
para evaluar el grado de cumplimiento de los objetivos. A fin de asegurar la correcta
ejecución de la sentencia, la Corte delegó el proceso de ejecución al Juzgado Federal de
Primera Instancia de Quilmes que tiene que controlar el cumplimiento de la sentencia.
Asimismo, la Corte creó un Cuerpo Colegiado conformado por el Defensor del Pueblo de
la Nación junto con algunas ONG que se habían presentado en carácter de terceros con
el fin de fortalecer y habilitar la participación ciudadana en el control del cumplimiento
del fallo.
Hechos:
Antonio Domingo Bussi fue elegido diputado nacional por la provincia de Tucumán como
candidato del partido Fuerza Republicana. En aquellos comicios, celebrados el 24 de
octubre de 1999, obtuvo más de 100 mil votos. La justicia electoral oficializó su
candidatura sin que se formularan objeciones o impugnaciones a su postulación, y la
Junta Electoral Nacional de Tucumán lo proclamó oficialmente como diputado nacional
el 22 de noviembre de ese mismo año.
Bussi presentando un amparo para poder acceder a su cargo, argumentó ante la justicia
que la Cámara de Diputados no tenía facultades para rechazar su diploma de diputado
electo por razones éticas o políticas, y que tampoco le podía exigir requisitos adicionales
a los que impone la Constitución Nacional para ser miembro del cuerpo.
En virtud de otra cláusula constitucional que así lo establece , admitió que los diputados
pueden expulsar de la cámara a uno de sus miembros. Pero que ello debe hacerse una
vez que éste ha sido incorporado al cuerpo, y cuando la causal de inhabilidad moral se
produce con posterioridad al ingreso.
Decisión de la Corte:
Dos años después, en octubre de 2001, luego de que Bussi presentara un recurso
extraordinario, la Corte Suprema revocó la decisión de la Cámara y resolvió que la
demanda de Bussi no planteaba una mera cuestión política no justiciable, sino que
ameritaba ser revisada judicialmente. El máximo tribunal afirmó que ante la
presentación de una causa, la decisión sobre la existencia y los límites de las atribuciones
de los poderes legislativo, judicial y ejecutivo le correspondía a la Corte.
En consecuencia, ordenó que los jueces de la instancia inferior dictaran una nueva
sentencia conforme con ese criterio. Así, no dijo si el planteo era correcto o no, sino que
mandó a que se controlara la decisión de la Cámara de Diputados en cuanto a la negativa
a incorporar al legislador electo Bussi. La Corte sostuvo que el que tiene la habilidad
moral para elegir a un funcionario es el pueblo, por medio del voto, y no la Cámara que
no lo dejó acceder a su cargo.
Una vez más el referente tucumano apeló ante la Corte, que a su vez volvió a revocar la
sentencia del tribunal inferior. El 4 de noviembre de 2003, el máximo tribunal resolvió
que la justicia electoral debía dictar otra resolución en la que evaluara si la Cámara de
Diputados tenía facultades para rechazar a un representante electo por motivos éticos
o políticos. Es decir, que el hecho de que el suplente se hubiera incorporado a la Cámara
de Diputados a pedido del partido que ambos integraban, no impedía que la justicia
revisara la decisión de ese cuerpo de no admitir a Bussi.
La Corte aclaró que el agravio para Bussi persistía, pues L. Klett ya había tomado el cargo
cuando el caso llegó por primera vez ante ella , y desde aquel primer fallo se entendía
que el planteo no era abstracto. Es decir, que aunque el suplente de Fuerza Republicana
hubiera asumido en reemplazo, subsistía en agravio para Bussi. Por ello, el máximo
tribunal consideró inaceptable que después de aquella sentencia la Cámara hubiera
resuelto nuevamente en forma contraria, lo que equivalía a desconocer la autoridad de
las resoluciones de la Corte. Agregó que el agravio subsiste -como mínimo- hasta que el
mandato por el que había sido elegido no venciera. Ello ocurriría en diciembre de 2003,
poco más de un mes después de esta sentencia de la Corte.
El Presidente del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, y abogado del juez
Fayt, el Dr. Jorge Rizzo, con el patrocinio letrado del abogado Adriano Patricio Díaz
Cisneros, presentó una acción de amparo solicitando su inconstitucionalidad en
representación de la agrupación de abogados "Gente de Derecho". Rizzo planteó que la
nueva ley proscribía la Agrupación "Gente de Derecho", al impedirle postular candidato
propio en las próximas elecciones en el Consejo de la Magistratura, ya que, con la nueva
ley, éstas se decidían por el sufragio universal, y a través de los partidos políticos.
La juez María Romilda Servini de Cubría emitió, el 11 de junio de 2013, dos sentencias,
en uno y otro amparo, dictaminado que dicha ley era inconstitucional al no adecuarse a
las pautas del art. 114 CN, y dejando sin efecto el llamado a elecciones nacionales a
representantes del Consejo de la Magistratura.
Los actores dedujeron acción meramente declarativa "con el fin de hacer cesar el estado
de incertidumbre generado mediante la Resolución 331/14 del plenario del Consejo de
la Magistratura de la Nación, y el artículo 7° del 'Reglamento de Subrogaciones de los
Tribunales Inferiores de la Nación', aprobado por la Resolución 8/14 de ese cuerpo
colegiado, solicitando que se declare la inconstitucionalidad de ambos; y, en su mérito,
se deje sin efecto la designación del Dr. Laureano Alberto Durán, como juez subrogante
del Juzgado Federal de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional N° 1 de La Plata,
Provincia de Buenos Aires, con competencia electoral en ese distrito. En su demanda
aclararon que el pedido de inconstitucionalidad abarcaba "a todas las normas y actos
actuales y futuros que modifiquen las normas citadas en tanto configuren circunstancias
sobrevinientes de las que no sea posible prescindir; y la invalidez de todos los actos que
realice el Dr. Durán en tanto se encuentre al frente de esa función.
El juez de primera instancia hizo parcialmente lugar a la demanda. Por un lado, declaró
la inconstitucionalidad de las dos resoluciones del Consejo de la Magistratura que
habían sido cuestionadas y dejó sin efecto la designación de Durán.
La Corte Suprema, por unanimidad, sostuvo que la ley era inconstitucional porque
afectaba la independencia judicial y la garantía de juez natural para los ciudadanos, en
tanto permitía al Consejo de la Magistratura elegir subrogantes para un tribunal o caso
determinado, en forma discrecional, sin sorteo ni parámetro objetivo alguno y sin dar
prioridad a los jueces designados mediante el procedimiento constitucional. Además, la
ley establecía que los jueces subrogantes podían nombrarse por una mayoría inferior a
la requerida para nombrar jueces titulares.
Por ello, concluyó que las disposiciones de la ley 27.145 permiten que, en forma paralela
a los jueces designados de acuerdo con las reglas de la Constitución Nacional, se
conforme un cuerpo de conjueces para cada fuero, instancia y jurisdicción –que sólo en
el ámbito de la Capital Federal alcanzaría al millar- y cuyo nombramiento para un
tribunal, o incluso para un caso concreto, es definido en forma discrecional y por simple
mayoría por el Consejo de la Magistratura.
De este modo, los propios órganos a los que la Constitución Nacional les asigna la
función de designar jueces no sólo no cubrieron, en tiempo y forma, el importante
porcentaje de cargos vacantes sino que, además, dictaron normas por las que
habilitaron a designar jueces al margen del procedimiento constitucional creando una
justicia de excepción en la que no rige la garantía del juez natural ni de independencia
judicial.
La Corte señaló que las normas citadas fueron dictadas por el Presidente de la Nación
en el marco de la delegación legislativa contemplada en el art. 1º, inciso “f”, de la ley
25.414.
El citado art. 1º, inc. “f”, permite al Ejecutivo derogar total o parcialmente leyes que
“afecten o regulen el funcionamiento operativo de organismos o entes de la
administración”, lo que debe entenderse en referencia a leyes cuya derogación, por su
especificidad, no altera o modifica de manera grave otros fines o políticas legislativas
que las dirigidas explícitamente al funcionamiento de la administración pública.
El decreto 1204/2001, destacó la Corte, excede los términos de esta delegación, porque
no afecta ni regula de manera específica a la administración o sus entes
descentralizados, sino que lo hace respecto de quienes ejercen la abogacía. En este
sentido, dijo que no es relevante que la administración pueda verse “indirectamente”
beneficiada al no tener que afrontar los gravámenes que deben pagar sus abogados y
no se advierte, ni se ha alegado, qué beneficio sobre algún organismo público se
derivaría de la exención de la matriculación en el Colegio Público de Abogados.
Por ello, la delegación que de modo excepcional se admite debe reunir ciertos recaudos,
entre los que cabe subrayar: 1º) que la delegación sin bases o criterios inteligibles para
su ejercicio está prohibida; 2º) cuando las bases estén formuladas en un lenguaje
demasiado genérico e indeterminado, la actividad delegada será convalidada por los
tribunales si el interesado supera la carga de demostrar que la disposición dictada por
el Presidente es una concreción de la específica política legislativa que tuvo en miras el
Congreso.
De tales premisas, la Corte deduce que cuanto más amplia e imprecisa sea la delegación,
menor será el alcance de las atribuciones que podrá ejercer el Poder Ejecutivo. Y a la
inversa, cuanto más claras sean las directivas de la ley delegatoria, mayores
probabilidades de éxito tendrá quien defienda la validez de las normas dictadas en su
cumplimiento porque con mayor facilidad podrá demostrar su adecuación a la ley.
En el presente caso, el Tribunal objetó los argumentos del Estado Nacional, quien se
apoyó en una lectura sumamente amplia e indeterminada de la ley 25.414 y no
demostró que, pese a ello, el decreto formaba parte de una política que efectivamente
adoptó el Congreso. Por el contrario, se limitó a solicitar una aplicación mecánica del
texto legal, en la versión vaga e inexpresiva por él mismo propuesta.
Finalmente, con la opinión coincidente de todos sus ministros, la Corte sostuvo que los
Decretos de Necesidad y Urgencia fueron establecidos para atenuar el presidencialismo
y que, por lo tanto, su uso por parte del Poder Ejecutivo debe ser limitado. “El texto de
la Constitución Nacional no habilita a elegir discrecionalmente entre la sanción de una
ley o la imposición más rápida de ciertos contenidos materiales por medio de un
decreto”, dijeron los jueces.
La Corte declaró la inconstitucionalidad del decreto 558/02 del 27 de marzo de 2002 que
modificó la ley 20.091 de entidades de seguros. En los aspectos principales, la opinión
de los jueces es coincidente al considerar que el DNU cuestionado es inconstitucional.
El juez de la Corte Suprema Eduardo Moliné O’Connor fue destituido por el Senado de
la Nación el 3 de diciembre de 2003, por la causal de mal desempeño en el ejercicio de
su función. La acusación se basó en distintos cargos por su actuación en los casos
“Meller”, “Magariños”, y “Macri”, que se presentan sintéticamente más adelante.
Al respecto, se aclaró que el motivo del juicio era la conducta previa al dictado de esos
fallos, que habría inspirado un desvío en el ejercicio de sus atribuciones, y no el
contenido de sus sentencias. Más allá de la defensa que Moliné O´Connor alegó en
forma particular sobre cada cargo, en forma general negó que existiera en la Corte una
“mayoría automática menemista” -que él supuestamente integraba- y enumeró las
razones por las que consideraba que el juicio político era inconstitucional. Así, dijo que
se estaba desconociendo la independencia de los jueces; criticó que se lo enjuiciara
sólo a él por sentencias en las que había votado junto con otros magistrados; denunció
prejuzgamiento por parte de quienes lo acusaban e impugnó la decisión del Senado de
suspenderlo sin goce de haberes durante la sustanciación del proceso, por ser ésta una
medida contraria a la Constitución.
Todos los jueces de la Corte se excusaron de intervenir en la resolución del caso por
haber sido colegas del magistrado destituido. Por ello, el máximo tribunal estuvo
integrado por conjueces elegidos entre los miembros de las Cámaras Federales.