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Clínica y Salud, 2008, vol. 19 n.° 1 - Págs. 101-120.

ISSN: 1135-0806

ARTÍCULOS

Psicoterapia en la edad tardía


Psychotherapy for the elders
JAIME MARTÍN MONTOLÍU1
Fecha de Recepción: 14-05-2007 Fecha de Aceptación: 26-03-2008

RESUMEN

Aunque directamente relacionada, la psicoterapia del anciano recorta un


ámbito eminentemente clínico dentro de la psicología del envejecimiento y de
los cuidados psicológicos en la vejez. Por su naturaleza, los dispositivos tera-
péuticos están diseñados para abordar el dolor psíquico partiendo de los sín-
tomas observables, al tiempo que ofrecen a las personas la oportunidad de
revisar los fundamentos emocionales y cognitivos de su histórico-actual, de
ese peculiar ‘modo de estar en el mundo’ que causa la aparición, persistencia
o desplazamiento de un cuadro sintomático psicológico o psicosomático. La
problemática de los pacientes mayores y ancianos se liga a su modo de enve-
jecer y presenta características diferenciales que han de ser tenidas en cuenta
para elegir modalidades terapéuticas eficaces y acordes con su condición.

ABSTRACT

Although embedded in the psychology of aging and the psychological care


of old people, the psychotherapy for elder people holds in its own as a
substantially clinical environment. Because of their very nature, the therapeutic
devices are designed to approach the psychic pain starting from the obvious
symptoms. They also give people the opportunity to review the emotional and
cognitive foundations of their lives, a peculiar “way of being in the world” that
causes the appearance of a psychological symptomatic picture and its per-

1 Médico psicoterapeuta. Miembro de la Sociedad «Fórum», de «Psicoterapia Psicoanalítica».

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sistence or its displacement. The problem with elderly patients is linked to


their way of aging and it presents differential characteristics to bear in mind in
order to choose effective therapeutic modalities in tune with patient’s condi-
tion.

PALABRAS CLAVE

Envejecimiento, Psicoterapia, Déficit, Transferencia.

KEY WORDS

Aging, Psychoterapy, Deficit, Transfer.

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J. Martín

INTRODUCCIÓN (Al objeto de evitar reiteraciones,


a lo largo del texto se utilizan como
El interés por los ancianos corre equivalentes una serie de términos
paralelo a la marcada tendencia al sinónimos: anciano, persona mayor,
aumento de la expectativa de vida y viejo, paciente añoso; vejez, anciani-
a la cuadratura de la pirámide etaria, dad, edad tardía, senescencia.)
particularmente en los países ricos.
Fenómenos, sin duda, asociados al
bienestar material y a la mayor dis- PLANTEAMIENTO TEÓRICO
ponibilidad de recursos sanitarios.
La ONU prevé que para el año 2050 El ciclo vital dinámico
el porcentaje de mayores de 60
años supere al infantil para el con- En el ciclo vital de los individuos,
junto de la población mundial, el periodo de madurez y, sobre
estando España previsiblemente todo, la vejez constituyen episodios
para entonces en el rango de los cada vez más amplios y complejos
países más envejecidos. desde el punto de vista social y
psicológico. Al expandirse el con-
Actualmente viven en España 7,2 cepto de cambio evolutivo a todo
millones de personas mayores, de el ciclo vital, la ancianidad ha deja-
las cuales el 62% son mujeres. La do ya de ser contemplada como
esperanza de vida al nacer de éstas una simple etapa homogénea mar-
últimas alcanza ya los 83,1 años cada por el declive final. Se sabe,
frente a los 75,7 para los hombres desde el punto de vista del des-
(Mº. Asuntos Sociales., 2005). Este arrollo, que los procesos de cam-
diferencial toma relevancia si se tie- bio no siguen necesariamente
nen en cuenta variables cualitativas patrones fijos y predeterminados;
en función del género, ya que la pri- éstos pueden diferir y combinarse
macía en la atención asistencial tien- en cada periodo del ciclo. De modo
de a desplazarse desde el objetivo que en cualquier momento de
de alargar la vida al de mejorarla dicho ciclo, crecimiento y declive
(Yanguas Lezaún, 2007). Bajo esta estarán imbricados según los
perspectiva, los factores de índole aspectos o dimensiones que articu-
biológica (menopausia, desgaste len, ya que los cambios pueden ser
físico de los embarazos, etc.) han de de naturaleza muy diversa. Esto es
cruzarse forzosamente con los particularmente comprobable en
determinantes psico-socio-cultura- adultos y viejos, donde las diferen-
les (mayor exposición a la violencia, cias interindividuales, la plasticidad
a las cargas familiares y a la falta de conductual y el grado de integra-
recursos, soltería, abandono, divor- ción presentan marcados rasgos
cio o viudez crecientes, etc.) cuyo de multidimensionalidad y multidi-
impacto individual son innegables a reccionalidad, en contraste con la
la hora de comprender con precisión evolutiva infanto-juvenil, más ape-
lo que significa envejecer para cada gada a la uniformidad en la
cual en nuestros días. secuenciación, la irreversibilidad y

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la universalidad (Stassen-Berger y tes teorías psicológicas y de la


Thompson,1998). extensa experiencia acumulada en
clínica, para proponer formas espe-
El emergente subjetivo quizás cíficas de abordaje de los trastor-
más característico de la persona nos en la edad tardía; bajo un enfo-
mayor es la progresiva confronta- que dinámico e integrador de lo
ción entre experiencia acumulada y biopsicosocial, cognitivo y afecti-
deterioro de las capacidades orgá- vo-motivacional.
nicas. En un cierto sentido, la per-
cepción creciente y prolongada de
ese antagonismo acuña la concien- Epigénesis y generatividad
cia de la irreductibilidad del reloj
biológico y de la propia finitud tem- La Asociación Mundial de Geron-
poral. Quizás sea entonces cuando tología ubica el comienzo de la
tome asiento la edad tardía en el vejez en los 65 años (O.M.S, 1972).
sujeto. La aceptación manifiesta de Lógicamente, se trata de un criterio
tal finitud suele coexistir con nega- estrictamente cronológico y no
ciones encubiertas. Y su incapaci- refleja lo que corrientemente se
dad para pensarse en términos de constata o habitualmente se experi-
deseo, sea por renuncia o por impo- menta. La exquisita versatilidad de
sición, inducirle entonces a un reti- la condición de anciano afecta
ro resignado y silencioso según incluso a la dificultad para fijar una
avanza en años, profundizando el edad común.
declive físico en paralelo a su aisla-
miento social y psicológico. Algunos autores distinguen
senescencia primaria (cambios irre-
Una cierta visión de los trastor- versibles provocados por el paso
nos ligados al envejecer ha tendido del tiempo) de la secundaria (cam-
a disociar al cuerpo físico de los bios provocados por enfermedades
afectos y las emociones, promo- o afecciones específicas). Otros
viendo su medicalización. Pero, diferencian al anciano joven del
más allá de lo puramente asisten- anciano mayor en función de carac-
cial o defensivo, otra mirada es terísticas relacionadas con la salud
posible. Proponemos una perspec- y el bienestar social. Y es que el
tiva desde la que la capacidad de envejecimiento no es únicamente un
sentir no tiene límite de edad, y que acontecimiento biológico. Es en
hace hincapié en que para alcanzar gran parte un hecho social. Factores
la longevidad es necesario no sólo socio-culturales lo determinan enor-
tener salud y bienestar material, memente, aunque no expliquen ni
sino también proyectos de vida resuelvan por sí mismos su extraor-
(Iacub, 2001). De acuerdo con los dinaria diversidad individual (Balles-
conocimientos generados en la teros Jiménez, 2004).
interdisciplina (Agúera, Cervilla,
Martín, 2006), tendremos en cuenta Los mayores constituyen, pues,
lo mejor del legado de las diferen- un colectivo extremadamente hete-

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rogéneo sometido a un estereotipo ginario) acabe siendo interiorizado


cultural básicamente negativo. por la persona mayor -que incluso
Como destino inevitable, la noción puede llegar a vivirse como sólo un
de vejez provoca una mezcla de estorbo para los demás-, tanto más
respeto y horror, una profunda am- fácilmente tenderá a solventarse en
bivalencia. Por otra parte, el estilo las diversas expresiones de
de vida de las sociedades actuales psico(socio)patología.
tiende a excluir lo imperfecto y
perecedero a costa de la escisión Debemos a Erikson una contribu-
de lo individual-subjetivo frente a lo ción histórica muy pertinente al
comunitario-adaptativo. El deterioro tema que nos ocupa. Para estudiar
físico, la dependencia o la dificultad el conflicto psicológico asociado a
para la comprensión de los cam- la secuencia de cambios dentro del
bios, propios de la ancianidad, en- ciclo vital, este autor partió del
trarían de lleno en ese capítulo. Há- supuesto de que “la existencia de
bitos, conocimiento, habilidades y un ser humano depende en todo
conductas pierden su condición his- momento de tres procesos de orga-
tórica, motivada, personal y conflic- nización que deben complementar-
tiva, para alojarse en el eterno pre- se entre sí” (1993, pgs.29-30). A
sente de los mandatos de adecua- saber:
ción, fácilmente intercambiable y
apto para el consumo individual y • el proceso biológico de organi-
colectivo. El precio de esa exclusión zación jerárquica de los siste-
no puede ser otro que la alienación mas orgánicos que constituyen
del sujeto respecto a su propia ex- un cuerpo (soma);
periencia.
• el proceso psíquico que organi-
Contemplados como un exce- za la experiencia individual
dente improductivo por un canon mediante la síntesis del yo
cultural que labra su vocación de (psyqué);
inmortalidad privilegiando lo aparen-
te o novedoso como paradigma de • y el proceso comunal, consis-
lo deseable, los ancianos acabarían tente en la organización cultural
siendo relegados a los márgenes de de la interdependencia de las
la asimilación social. Cada familia personas (ethos).
habría de hacerse cargo de los
suyos para invisibilizarlos a cuenta Aplicó los fundamentos de la epi-
de la igualitaria condición de consu- génesis – concepto, tomado de la
midores o consignarlos en las insti- embriología, que designa el princi-
tuciones de cuidado. No es de pio mediante el cual se van gene-
extrañar, pues, que uno de los fan- rando nuevas estructuras a partir de
tasmas recurrentes de la ancianidad otras en el tiempo- al estudio del
sea un sentimiento de inadecuación desarrollo humano, para proponer
acorde con ese malestar cultural; y ocho etapas básicas y articuladas,
que cuanto más rechazo (real o ima- cada una de las cuales estaría regi-

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da por un conflicto central, siendo junto con otros, a lo largo de


clave su integración con las etapas todo su ciclo de vida. A ese
previas. Nos interesa comentar las ideal es a lo que Erikson deno-
dos últimas: mina “sabiduría”. Se corres-
ponde a una actitud contem-
• En la adultez o edad madura el plativa y básicamente satisfe-
conflicto se daría entre la gene- cha e integrada. Por el contra-
ratividad y el estancamiento. El rio, la desesperanza traduciría
concepto de generatividad (que un malestar consigo mismo
incluye sinónimos tales como bajo la forma de sentimientos
productividad y creatividad) de frustración, desgana, duda,
entendido en sentido amplio, vergüenza, ineficacia, culpa,
es la necesidad de aportar algo soledad, desconfianza, miedo,
propio a la comunidad, de la tristeza… y terror a la proximi-
que se es interdependiente. La dad de la muerte.
capacidad de perderse en el
encuentro profundo con los Este autor ocupa un lugar de pri-
otros llevaría a una expansión vilegio en la cabecera de cualquier
gradual del yo, incluyendo cada aproximación a la edad tardía. Fue
vez a más personas o grupos también un ejemplo: dejó escrito su
de personas, en un círculo de último libro una vez pasados los
afectos e identificación, cuida- noventa años de edad, reiterando
do y solicitud, cuyo paradigma su enfoque vitalista sobre las varia-
último sería la preocupación ciones de lo que para él constituía
por establecer y guiar a una el propósito de todo anciano: unifi-
nueva generación de indivi- car e integrar sus experiencias per-
duos. sonales y únicas con la visión del
futuro colectivo, “el sentimiento
• En la vejez, es la oposición compartido del ‘nosotros’ en la co-
entre la integridad del yo y la munidad” (1986).
desesperanza lo que estaría en
juego. Erikson designa “integri-
dad del yo” a la seguridad acu- LA PRÁCTICA DE LA
mulada respecto a la armonía y PSICOTERAPIA EN LA EDAD
al significado; a la dignidad del TARDÍA
propio estilo de vida contra
toda amenaza física o econó- Senescencia y pre-senescencia
mica; y al sentimiento de inte-
gración en la cultura. De modo Aunque directamente relaciona-
que el individuo que ha sabido da, la psicoterapia del anciano
cuidar y cuidarse, adoptará sus recorta un ámbito eminentemente
triunfos y desilusiones como clínico dentro de la psicología del
inherentes al hecho de haber envejecimiento y de los cuidados
sido generador de productos e psicológicos en la vejez (Buendía,
ideas en un madurar gradual, 1996).

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Según Adduci (2004), podemos gicas asociadas a la senescencia


clasificar a los ancianos según las suelen tener su raíz en el bagaje
dimensiones de actividad, adapta- caracterial previo y arrancan, en
ción y dependencia. De modo que multitud de ocasiones, hacia el final
encontraremos pacientes: del periodo útil de la vida laboral.
Hay una patología asociada a ese
• apáticos (deprimidos), activos o periodo de tránsito que algunos
hiperactivos (maniacos); denominan pre-senescencia (Addu-
ci, 2004).
• sometidos (hiperadaptados),
razonablemente integrados o Apartado progresivamente del
querulantes (reivindicadores); centro de gravedad en la vida profe-
sional y familiar, privado de las iner-
• sobredependientes, autónomos cias estructuradoras de su senti-
o refractarios. miento de sí, y despojado de sus
ropajes acompañantes, el sujeto
afronta una exigencia adaptativa
En los polos de estas caracteriza- máxima: la de aceptarse en un
ciones suelen encontrarse los que nuevo estatuto personal y social.
necesitarían en un momento dado la Pondrá a prueba la cohesión del
intervención de un profesional, aun- sentimiento de sí mismo, su capaci-
que no sean exactamente aquellos dad de lidiar con sentimientos de
para los que habitualmente se efec- rivalidad, culpa, hostilidad y exclu-
túa la demanda. La sensibilidad sión, o de hallar en su interior recur-
emocional y el aprecio del entorno sos cooperativos, de protección,
familiar es un elemento clave para didácticos o creativos largamente
que ésta se produzca cuando es colectados en su experiencia de
necesaria. En el otro extremo, médi- vida.
cos, psicólogos y asistentes socia-
les deben prestar atención a los sig- Integración versus marginación,
nos de violencia intrafamiliar contra adaptación o ruptura del sentimien-
ellos (Korovsky y Kart, 1998) to de comunidad, cambio en cual-
quier caso, es lo que espera inevita-
El miedo a la soledad es uno de blemente en esta fase del ciclo vital;
los fantasmas que aquejan a los proceso que conlleva una gran
individuos en esta fase de la vida, movilización afectiva y que involucra
ya que son los apegos permanentes a toda la subjetividad.
los que confieren un significado real
a la continuidad de la existencia. La perspectiva de desarrollo pivo-
Temáticas ligadas a las necesidades tará sobre cuatro aspectos:
de dependencia afloran a nivel indi-
vidual, centradas en la calidad de • La aceptación del nuevo es-
los vínculos y a la disponibilidad de quema corporal y, posterior-
las figuras de apego significativas. mente, de la identidad de an-
Algunas perturbaciones psicoló- ciano.

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• La resolución de los duelos la integridad cognitiva, el estatus y


melancólicos por identificación los estilos que las propias relacio-
con ese otro que se fue y no se nes interpersonales e intergenera-
volverá a ser nunca más. cionales han ido adoptando, deter-
minarán el impacto del envejecer
• El afrontamiento psicológico de sobre cada cual. El funcionamiento
la progresiva presencia temáti- intelectual, la afectividad y calidad
ca de la muerte, sea ésta implí- de vida pueden ser medidos con
cita (cercanía) o a través de las ayuda de algunos instrumentos mul-
pérdidas reales (familiares, ami- tidimensionales (Fernández-Balles-
gos, etc.). teros y Zamarrón, 1.999). La per-
cepción negativa sobre la propia
• La reactivación de toda la pro- capacidad mental y la autodiscrimi-
blemática en torno a la indivi- nación por razón de edad parecen
duación y la dependencia. tener influencia sobre el resultado
de la actividad cognitiva. Con todo,
En la medida en que el sujeto en la memoria implícita suele estar
senescencia conserve un sentido mejor conservada que la explícita,
armónico de sí mismo, una dignidad los procedimientos de control o la
madura y una relativa integridad capacidad de procesamiento de
gracias a la aceptación de su propio nueva información.
curso vital, será capaz de asumir
sus diferentes y renovadas respon- Aunque en la terapia con mayores
sabilidades, establecer relaciones es con frecuencia necesario centrar-
de nuevo cuño con otros y recrear se en lograr la aceptación de las
intimidad. pérdidas y los déficits por encima
de la consecución de estándares de
mejoría, a menudo conviene des-
La cuestión del déficit afiar ciertos hábitos o inercias. La
soledad, la falta de un rol social
En el proceso de envejecimiento activo, la ausencia de obligaciones
se producen importantes cambios y el exceso de tiempo desocupado
deficitarios, tales como la disminu- aumentan la vulnerabilidad indivi-
ción de la memoria, el entorpeci- dual.
miento senso-perceptivo, la merma
en fuerza y coordinación motriz, etc.
Estos serán más o menos acusados Otras temáticas específicas
dependiendo de los hábitos físicos
(Garatachea, 2007) y del éxito relati- En la vejez el uso del tiempo libre
vo de su integración armónica en el tiene una gran importancia, ya que
curso evolutivo (Lehr y Thomae, puede convertirse en enemigo si no
2003). La salud corporal, el equili- se sabe que hacer con él. En las
brio afectivo, el grado de satisfac- personas mayores se incrementa
ción con lo vivido, la elaboración o además la necesidad de que los
no de la propia historia traumática, otros les dediquen un tiempo que

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suele ser escaso. Esa pugna ocupa los hombres, para quienes la fun-
a veces un lugar central en sus rela- ción sexual o la utilidad laboral será
ciones con el entorno familiar. el valor social a sostener. Los estu-
dios destacan, por otra parte, una
En otras ocasiones es precisa- significativa mayor dedicación coti-
mente la disponibilidad horaria lo diana de las mujeres de edad a acti-
que da lugar al establecimiento más vidades instrumentales (en particu-
o menos problemático de roles lar, a las del hogar) en relación a los
auxiliares en el cuidado de los pro- hombres, que dedican, en general,
pios hijos adultos o de los nietos. más tiempo al ocio (Osuna, Villar y
Algunos autores hablan, por ello, de Triadó, 2003).
la progresiva feminización de la
vejez (Pérez Díaz, 1995). Ejercer Andropausia y climaterio convo-
como abuelo es última fase de la can un reajuste en la relación sexual
parentalidad y la arbitraria limita- (Masters y Johnson, 1978) y de
ción de esta función por parte de pareja que será tanto más adaptado
los familiares puede constituir una y armónico cuanto mejor haya sido
forma larvada de maltrato. El abuelo su experiencia de intimidad e ‘iden-
‘implicado’ o ‘compañero’ represen- tidad de pareja’. Reaparecen con-
ta el pasado del grupo familiar. flictos sobre la privacidad y el fuerte
Depositario de la mítica familiar y de sentimiento de dependencia da
los mandatos éticos, su idealización paso en ocasiones a una liberación
por parte de los nietos -con quienes de la asertividad como algo cons-
puede mantener un vínculo de libre tructivo. Sentirse más vulnerable
alianza- propicia un sentido de tras- revierte en deseo de mutuo cuidado
cendencia que alivia el penar por la y acompañamiento: el fantasma de
proximidad de la muerte. Estos, a la viudedad planea.
su vez, representan la continuidad y
ayudan al anciano a reparar los sen- Algunos autores hablan de una
timientos de culpa o frustración ori- ‘latencia senescente’ (Aducci, 1987),
ginados en el ejercicio de la paren- que anticiparía el reajuste sexual
talidad. mediante una crisis que en el hom-
bre involucra fantasías paranoides
Las temáticas específicas de acerca de la disminución de su
género, en ambos sexos, de pronto capacidad viril, y en la mujer el
experimentan una ‘sorprendente’ pasaje por una anhedonia temporal.
reactivación (Radl Philipp, 2003). La Superada esta crisis, se reactivará
carencia de una representación cul- el encuentro sexual en la pareja
tural positiva en torno al cuerpo aunque de otras maneras: persi-
envejecido dificulta el mantenimien- guiéndose más el juego y el contac-
to de una percepción deseable de sí to erótico con el otro que el sexo
mismo. En línea con los estereoti- explícito de primera y exclusiva
pos de género, las representaciones intención. Interesa tener en cuenta
estéticas parecen jugar un papel también los desarrollos de la sexo-
más relevante en las mujeres que en logía moderna (Kaplan, 2002) en

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torno a la noción de ‘inhibición autoestima, regular la tristeza por


aprendida’, la cual supone una aso- las continuas pérdidas y mantener
ciación del impulso erótico con sen- íntegro el sentimiento de control y
timientos negativos bajo forma de de sentido. A través de ese intento
prejuicios sexuales tales como la reiterado de componer una narra-
inadecuación del deseo en razón de ción personal (reminiscencia) le es
la edad. posible al anciano llegar a sentir la
persistencia de su singularidad. Las
El duelo por la muerte de un reminiscencias integradoras o ins-
amigo íntimo o de la pareja es la trumentales correlacionan con el
experiencia común más dolorosa e bienestar y parecen favorecer un
importante. Se viene a sumar a una envejecimiento fructífero. Si el tera-
progresiva desaparición de mucho peuta facilita y coopera al buen fin
de lo conocido y amado. El aisla- de ese propósito, el paciente se
miento respecto de sus grupos de estructura en torno a una narrativa
pertenencia propicia todo género de más o menos coherente. En dicho
intromisiones bienintencionadas en contexto, su capacidad para revisar
su intimidad. El duelo resulta más el pasado asumiendo significados
complejo a medida que se avanza emergentes, es la clave del buen
en edad y puede enclavarse en pronóstico. El trabajo terapéutico
cualquiera de sus fases. Además de suministra un marco intersubjetivo
una respuesta sensible, requiere de que permite escenificar la paradoja
los terapeutas que se ocupan de de la interdependencia, según la
ancianos y mayores, formación cual es necesario establecer relacio-
específica, versatilidad y pericia en nes basadas en la confianza para
su manejo (Worden, 2004). Incluso alcanzar la autonomía emocional
en entornos de cuidados paliativos propia. En esa capacidad de co-
multidisciplinares, la personalidad exploración del paciente mayor resi-
preexistente condiciona la actitud y de, entre otros, el diagnóstico dife-
las estrategias de afrontamiento de rencial con las formas precursoras
la propia muerte (Peñacoba Puente del deterioro mental y la demencia.
et al., 2005).
Esta última es una disfunción glo-
Con frecuencia los sujetos de bal que afecta a la memoria, al len-
edad se refugian defensivamente en guaje, los afectos, las conductas, la
lo que fueron, en lo que hicieron, personalidad, el intelecto o el senti-
enclavándose en una retahíla apa- do de sí mismo, fomentando la
rentemente obsesiva o monotemáti- incertidumbre, el desconcierto, la
ca sobre el pasado que a veces se desconfianza y el miedo irracional al
toma como signo de deterioro men- abandono o la muerte; y está aso-
tal. Ocurre lo mismo con conductas ciada a la reminiscencia abierta-
aparentemente oposicionistas y de mente obsesiva o desorganizada.
apego a sus objetos. A veces tiende Cuando la persona mayor acepta
a ignorarse la función psicológica que lo pasado es realmente pasado,
que esto tiene para preservar la sea cual sea la tristeza y el dolor

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que ello pueda causar, el presente y es el de cambio terapéutico. Propó-


el futuro pueden ser abordados de sito de un quehacer clínico con
un modo más realista. Puede inclu- vocación de eficacia y perdurabili-
so renacer el interés por antiguas dad que persigue la buena adapta-
aficiones olvidadas o presentarse ción, el crecimiento de la persona y
como posibles, formas de vincula- de su creatividad.
ción desconocidas hasta el momen-
to. Cuando la intervención se acom- El abordaje psicoterapéutico de
paña con actividades corporales y los pacientes añosos puede variar
programas de entrenamiento en según su vulnerabilidad y disposi-
memoria (Calero García y Navarro ción en un espectro que incluye en
González, 2006) mejora incluso el sus extremos las formas elaborati-
rendimiento físico y cognitivo tal vas características de la psicotera-
como se constata, invariablemente pia psicoanalítica para los más acti-
aunque en desigual medida, en la vos, y la mera psicoterapia de apoyo
terapia exitosa de la persona de para los más frágiles. La elección
edad. depende también de los objetivos
centrales convenidos o propuestos
(análisis, validación, orientación,
Peculiaridades del marco socialización, rehabilitación, etc.) y
terapéutico con ancianos adopta modalidades muy diversas
(Gil Escudero, 2007).
Por su naturaleza, los dispositivos
terapéuticos están diseñados para Si bien las intervenciones siempre
abordar el dolor psíquico partiendo pueden modularse en torno al con-
de los síntomas observables (Izal y tenido emocional o relacional por
Montorio, 1999). Al mismo tiempo, encima de la expresividad de lo cog-
ofrecen a las personas una oportu- nitivo, la inclusión en un grupo psi-
nidad -con frecuencia, única en su coterapéutico se reserva por regla
vida- de revisar los fundamentos general a personas motivadas y ver-
emocionales y cognitivos de su his- balizadoras. El psicodrama se revela
tórico-actual, de ese ‘modo de estar a veces como particularmente útil
en el mundo’ que habitualmente es porque las actividades no verbales
causa de la aparición, persistencia o suelen resultar, de entrada, menos
desplazamiento de un cuadro sinto- fatigosas y más integradoras. Por su
mático psicológico o psicosomáti- parte, los pacientes necesitados de
co. mucho apoyo o cuya capacidad gre-
garia y comunicativa esté afectada -
La superación del malestar invo- los caracteriales, hostiles, temero-
lucra, en la mayoría de los casos, sos, paranoides o mayormente per-
dimensiones afectivas, corporales, turbados- obtendrán un mayor be-
relacionales, ideativas y conductua- neficio de la terapia individual. Ade-
les, todas ellas contenidas con des- más, ese tipo de personas suelen
igual profundidad e integración en ser difíciles de tolerar para los de-
un concepto tan abarcativo como más miembros del grupo, ya que

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Psicoterapia en la edad tardía

tienden a inhibir o entorpecer la parecida a las ya vividas cuando


cohesión grupal y a demandar la van al médico. En este modelo, al
atención exclusiva de su terapeuta. paciente sólo se le demanda que
Eso induce a la desmoralización y a deposite su confianza en el saber
la falta de compromiso; y a diferen- del facultativo, que diagnostica y
cia de los grupos de jóvenes, los prescribe el tratamiento. En la con-
mayores expresan más los límites y sulta psicológica ese depósito de
muestran menos apoyo cuando esto confianza es contingente y a veces
ocurre (Nelman y Stutman, 1996). está implícito sólo en los compases
Los grupos pequeños suelen ser de los primeros encuentros. Suele
especialmente útiles para tratar los cimentarse a lo largo de todo el pro-
problemas interpersonales y las difi- ceso -que es sobre todo una expe-
cultades para establecer relaciones riencia relacional- y resulta impres-
íntimas y confiables. También para cindible para el éxito de la tarea.
combatir la negatividad, el desalien-
to y la soledad psíquica, expresar La inercia asistencial arrastra una
complicidad y promover el desplie- larga historia primando los aspectos
gue de intercambios basados en el físicos sobre los psicológicos, la
conocimiento y la memoria. Aun así, anamnesis sobre el relato. Para los
lo frecuente es que el tema domi- pacientes, somatizar es a menudo
nante se relacione con las pérdidas, una respuesta más adaptativa ante
lo que requiere de una formación los traumas afectivos que darles
específica del terapeuta para evitar expresión emocional, ya que las
que el grupo pueda derivar en una quejas somáticas se atienden con
experiencia abrumadora para los más presteza y simpatía que las
participantes. necesidades psíquicas. De inicio,
cuando es posible, la ‘escucha
Por su plasticidad, los modelos abierta’ permite al paciente organi-
terapéuticos complejos e integrados zar un relato del padecimiento
(Bleichmar, 1998) resultarán más actual más acorde con su modo
útiles para un abordaje comprensi- personal de estructurar sus histo-
vo, ya que permiten rastrear el reco- rias, lo cual trasluce aspectos del
rrido y la combinatoria de diversas carácter y de la subjetividad, muy
motivaciones, su articulación pecu- valiosos para el tratamiento. Prestar
liar con el carácter para la formación atención al orden secuencial de los
del síntoma, así como la ruta even- datos que proporciona es tan
tual para su desmontaje. importante como los datos en sí, ya
sean éstos relativos a acontecimien-
Con mucha frecuencia los tos de su vida familiar y social, a
pacientes mayores acuden acompa- estados de ánimo, a su salud, a sus
ñados de algún familiar a la consulta fantasías, expectativas o teorías.
días después de haberse celebrado Ponderar la coherencia interna, las
una entrevista previa de éste con el rupturas e interrupciones de lo rela-
terapeuta. Esperan, por lo general, tado, ayudará al clínico a formarse
que se reproduzca una situación una primera impresión del estado

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emocional y cognitivo que acaba todo sobre él; o bien el terapeuta


siendo por lo general más fiable y descarga su responsabilidad trans-
ajustado que cualquier cuestionario grediendo estos principios. Siendo
por válido que éste sea. Al tiempo, uno de los objetivos centrales de la
transmite un interés genuino por la terapia la autonomía emocional del
persona del paciente en su integri- paciente, ese compromiso debe ser
dad; es decir, más allá de la conste- explícito y mantenido a lo largo de
lación sintomática o de su estado todo el proceso.
psicofísico (Adduci, 2004).
Esto incluye la necesidad de fijar
No obstante, la terapia de estos objetivos del modo más claro posi-
pacientes necesita por lo general de ble, y trabajar anticipadamente, en
un terapeuta activo, capaz de flexi- un momento dado del proceso, su
bilizar el encuadre para propiciar los finalización (aunque algunas veces
avances. Poco a poco habrá de éste se prolonga hasta la muerte).
poner en marcha procedimientos Abordar la ansiedad de separación
que organicen el discurso y orienten es una tarea insoslayable en la tera-
la tarea en un clima cooperativo. pia con mayores y ancianos. En ese
Esto, que llamamos ‘construcción sentido, ésta siempre tiende a tener
del vínculo terapéutico’, es una la estructura de lo que se entiende
pieza clave del abordaje. En muchas como ‘terapia breve’ (Safran, 2002).
ocasiones requiere que se explicite
desde el inicio por qué y cómo se Por lo demás, ayudar a compren-
incorporará a la terapia, si fuera pre- der lo que le va pasando, a discernir
ciso, al acompañante o a otros realidad y fantasía, deseos y expec-
miembros del grupo familiar. Otras tativas, a asociar experiencias pre-
veces, el clínico tendrá que despla- sentes y pasadas en un relato cohe-
zarse al domicilio o verá necesaria rente con su particular modo de
una intervención específica sobre el procesamiento psíquico, a regular la
entorno de cuidadores, convivientes emoción; así como sostener, des-
o relaciones, aunque esto último velar o avalar aquello que va sintien-
suela ser útil tan sólo en alguna fase do legítimamente en el presente de
del proceso -habitualmente al prin- la relación terapéutica, es la materia
cipio- y en ningún caso puede con- común con el resto de las terapias.
vertirse en prótesis. Si el paciente
es el anciano, y no la familia, se Por su frecuencia relativa y la difi-
debe ser especialmente cuidadoso cultad para el manejo, dos situacio-
en el respeto de la confidencialidad, nes específicas merecen nuestra
privacidad y voluntariedad. Debido atención:
a la situación de dependencia y a
que en la mayoría de las ocasiones • El ‘vínculo pseudo-cooperativo’
son los familiares los que se hacen en el que el paciente gratifica
cargo del coste económico de la constantemente al terapeuta
terapia, éstos pueden acabar cre- (agrada, regala, bromea, se porta
yendo que tienen derecho a saberlo bien…) mientras elude abordar

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Psicoterapia en la edad tardía

asuntos significativos y escon- les, va en ello. Pero no todo es téc-


de conscientemente la informa- nica.
ción sobre su presente.
Incluso antes de producirse, el
• El ‘funcionamiento en doble’ en encuentro paciente / terapeuta está
el cual el paciente envuelve al marcado por la posición que cada
terapeuta con un relato confu- uno ocupa en el imaginario del otro;
so, repleto de sobreentendidos es decir, por presunciones inevita-
sobre acontecimientos y perso- bles, históricas e individuales (exper-
najes a los que se refiere por su to, figura de autoridad o cuidador
nombre como si fueran ya co- frente a un sujeto en dificultad, por-
nocidos por un terapeuta que tador de un diagnóstico o enfermo
es vivido como un doble de sí con síntomas) y por los significados
mismo. y expectativas inconscientes (Neu-
garten, 1992). También la materiali-
Si en la primera situación predo- dad del otro es determinante (corpo-
minan las ansiedades persecutorias ralidad, actitud, gestualidad, tono y
frente al extraño, en la segunda timbre de voz, etc.). Por ejemplo,
parece haber una dificultad mayor para el paciente anciano la edad
para percibir al otro como una per- aparente del terapeuta no es irrele-
sona distinta de sí mismo. La expe- vante. Tener un interlocutor más
riencia terapéutica es, pues, antes joven puede resultar vitalizador o
que nada una experiencia vincular. todo lo contrario. Cuando el tera-
Ambas modalidades nos sirven de peuta es vivido positivamente como
ejemplos para introducir un tema un subrogado de los padres, pero
clave para el abordaje clínico en simboliza a su vez a un depositario
profundidad: la transferencia (Jun- de la juventud perdida o de un cono-
kers, 2006). cimiento valorizado, accede más
fácilmente a formar parte de un vín-
Precisamente porque acude en culo idealizador. Debe aceptar ese
estado de necesidad, el paciente lugar inicialmente asignado sin
suele ser muy perceptivo respecto ponerlo en juego pero sin desmentir
de la actitud del profesional, y lo irá su naturaleza proyectiva. Comienza,
situando progresivamente en algún a partir de ahí, el proceso de interac-
lugar de su mundo interno. Lo pri- ción mutua que dará lugar a la for-
mero que entra en juego es un mación de un campo intersubjetivo,
clima: la primera entrevista puede en el cual la personalidad del clínico
estar aún muy condicionada por la y su emocionalidad, sólo se han de
ansiedad del encuentro o, como ya filtrar a través del ejercicio de su rol.
dijimos, por experiencias previas de Lo esperable es que el terapeuta se
corte sanitario. Ya en los primeros convierta en una figura afectivamen-
compases se logra una conexión o te importante y suficientemente sig-
se deriva en un malentendido. En nificativa para el paciente. Este
gran parte, la pericia del terapeuta puede así hacerse permeable a su
para manejar éste y otros datos rea- influencia a través de un proceso

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J. Martín

que se recorre conjuntamente, que bien a ejecutar fantasías de rescate,


incluye avances, retrocesos y ruptu- impotencia o desesperanza median-
ras, y no está garantizado de ante- te la sobreactuación o la negligen-
mano. El terapeuta viene a represen- cia, priorizando las intervenciones
tar la continuidad en el autocuidado de apoyo y de gratificación, o ca-
psicológico y su capacidad de escu- yendo en autorrevelaciones inapro-
cha empática estará continuamente piadas. La contratransferencia pue-
puesta a prueba. de corresponder también a una res-
puesta contrafóbica frente al declive
Con el fin de establecer adecua- físico o deterioro mental evocador
damente la secuencia y el ritmo de de las propias fantasías (Coderch,
objetivos sobre los que va a trabajar, 1990).
el terapeuta deberá pulsar constan-
temente qué estatuto ocupa en el
mundo subjetivo del paciente, qué le A modo de ejemplo:
atribuye, de qué modo vive aquello dos casos clínicos
que le dice, desde dónde se relacio-
na con él…(Coderch, 1972). En Al objeto de ejemplificar nuestro
ocasiones, deberá tolerar periodos modo de trabajo, reseñamos a con-
de intensa idealización o actitudes tinuación dos casos clínicos proce-
fuertemente regresivas, demandas dentes de nuestra casuística parti-
simbióticas o confusionales, identi- cular que incluye 34 pacientes
ficación con algún personaje signifi- mayores de 65, en tratamiento indi-
cativo del pasado, depositaciones vidual de duración mayor al año y 2
masivas o confrontaciones en la experiencias grupales con mayores
medida en que representa simbóli- de 60, de 7 y 8 meses de duración
camente una figura de autoridad. cada una.

Por otro lado, ¿qué evoca cada Elegimos dos intervenciones po-
paciente en el mundo interno del clí- lares en cuanto a duración, modali-
nico? ¿Qué afectos moviliza? dades prioritarias de abordaje (em-
¿Acaso le recuerda a alguien? ¿Su pática e interpretativa) y recursos en
aspecto o su historia le emociona, le juego. Esta selección busca tam-
interesa, le exaspera, le enternece? bién enfatizar la importancia del tra-
¿Y su actitud? Cuando se trata de bajo en transferencia. (Para mayor
pacientes añosos, los terapeutas claridad las expresiones del tera-
pueden estar sometidos a la persis- peuta irán entrecomilladas y en cur-
tencia de conflictos inconscientes siva, las de los pacientes sólo entre-
en torno a la edad, a las figuras comilladas).
parentales, o a sus propios temores
relativos a la muerte. Sentimientos Caso A: Remedios tenía 67 años
de ambivalencia, rechazo o conmi- cuando acudió a consulta con su
seración pueden llevarle a infantili- hijo, a raíz de un desagradable
zar o intentar controlar al paciente a incidente con ocasión de la boda
través de una actitud paternalista; o de éste que propició la demanda

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Psicoterapia en la edad tardía

de ayuda. Esta mujer, de carácter miento de los conflictos interperso-


abierto y desenfadado, es la hija nales, se desarrolla en un clima afa-
menor y díscola de una familia muy ble y cooperativo. Será la ocasión
conservadora y numerosa, de la de revisar en transferencia senti-
que sólo vive un hermano con el mientos muy arraigados de inade-
que no se habla. Madre soltera tar- cuación, culpa y vergüenza de sí
día, cuenta que sufrió unos treinta misma que contrarrestaba a través
años atrás el repudio total de su de la identidad de damnificada. La
entorno a causa del embarazo, terapia individual duró un año y
dedicándose ‘en cuerpo y alma’ medio a razón de una sesión sema-
desde entonces a la misión de nal, y sus avances van a ser propi-
educar y asegurar una buena posi- ciados por el creciente sentimiento
ción profesional y económica para de la paciente de ser comprendida y
el chico. Logrado ese objetivo, apoyada en los avatares más impor-
comienza a vivir persecutoriamente tantes de su trayecto vital (‘poner en
el emparejamiento de éste, al que palabras lo que eran nudos en la
culpa de deslealtad por unirse ‘en garganta’). Incluyó sesiones conjun-
secreto a una mujer que no le con- tas de la triada familiar hacia el final
viene’. Provoca el enfrentamiento del proceso y su participación en un
hasta consumar la ruptura de rela- grupo terapéutico de mayores
ciones y se instala entonces en un durante siete meses. A instancias
discurso victimista a pesar de los del terapeuta, Remedios va a ir en
esfuerzos reiterados de su hijo por paralelo afrontando activamente su
rehacer el vínculo. Su fijación en el tiempo libre, llegando a retomar
aislamiento toma entonces la relaciones del pasado que fueron
forma de una detallada diatriba entonces suprimidas de forma radi-
acusadora y proyectiva, reivindica- cal bajo la presunción de una
dora de sí, que encubre una deses- supuesta desaprobación moral por
peración depresiva profunda, parte de los otros.
repleta de somatizaciones e ideas
vengativas y autolíticas: no duer- Caso B: Para Antonio, el diag-
me, no come, no sale de casa nóstico de adenoma de próstata a
desde el incidente. Se siente burla- los 73 años vino a precipitar en cri-
da del mismo modo que lo fue en sis un deterioro psicológico y rela-
el pasado por el único amor de su cional progresivo iniciado algunos
vida… De nuevo, lo vivido como años antes. Hombre hecho a sí
repudio de sí, es convertido en mismo y de temperamento colérico,
rechazo de los otros y luego en su éxito económico le había permiti-
repudio a los otros. Sólo que en do mantener un estatus emocional
esta ocasión no hay ningún objeti- muy precario en su vida de relación.
vo que la rehabilite, como en su ‘Todo lo que necesito lo puedo
momento fue la crianza del hijo. comprar’ era su lema preferido.
El tratamiento, iniciado con el Cuando sintió peligrar su cargo
objetivo explícito de modificar un directivo en la empresa que contri-
patrón desadaptado de afronta- buyó a levantar durante 35 años,

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J. Martín

por el empuje de unos ejecutivos evacuatoria y centrada en un repaso


más jóvenes y mejor preparados, incidental del presente. El terapeuta
inició un ciclo de conductas bizarras se sentía inmovilizado y excluido de
en el trabajo mientras su entorno cualquier diálogo no reasegurante;
familiar traducía a mera vergüenza incluso a veces, incapaz de conte-
ajena y evitación su actitud de terro- ner ese confuso aluvión. En la cuarta
rismo patriarcal hacia hijos y nietos. semana le señaló que apenas había
La mujer acabó yéndose a vivir con hablado de si mismo y, apoyándose
una de sus cuatro hijas al extranje- en una de sus afirmaciones, le dijo
ro, y entonces decidió jubilarse par- que al igual que uno podía morir
cialmente, rodeándose de asisten- contra los otros, uno podía estar
tas y empleados en su propia casa. viviendo, sin darse cuenta, también
Su relación con el mundo exterior contra los otros. ‘El resultado es que
empezó a circunscribirse a un rígido nadie se entera de quién es uno’.
programa de actividades lúdicas y
deportivas que le proporcionaron un La siguiente fase sorteó numero-
precario remedo de vida social, aun- sas explosiones de rabia destructi-
que su trato (amargo, impositivo y va, periódicas y con gran aparato
de permanente confrontación) se verbal, pero orientó el discurso
vio agravado por una súbita afición hacia un intento de narración de su
al consumo inmoderado de alcohol. propia historia. Describía minuciosa-
Con ocasión de una consulta al uró- mente las razones que le inducían a
logo con la esperanza de obtener pensar que los otros estaban exclu-
Viagra, se encuentra con un diag- sivamente interesados en su dinero
nóstico que ‘lo mete en la cama a o su posición, por ejemplo, inten-
cultivar la idea de una muerte inmi- tando reclutar para esa idea a un
nente’ pese a su excelente estado terapeuta vivido como doble de sí
de salud y forma física. Luego de la mismo. Las intervenciones se diri-
operación, y confirmada la benigni- gieron entonces a especularizar ese
dad, se instala en la férrea convic- funcionamiento, mostrándole pro-
ción de ser portador de un cáncer. gresivamente cómo no dejaba
Acude a consulta a instancias de un espacio ninguno a otra interpreta-
médico amigo. ción y cómo el efecto de esas teorí-
as confirmaban una percepción muy
‘Me creo un león, pero soy sólo hostil de su propio mundo. También
un gato enfermo’ fueron sus pala- se dirigieron a desafiar la omnipo-
bras de apertura. El comienzo de la tencia y rotundidad de su deseo
terapia fue intensivo, a razón de tres (‘querer es poder’) e intentaron co-
sesiones semanales, con un largo nectarle con sus propios sentimien-
capítulo inicial centrado en el dete- tos: ‘parece que se enfada porque
rioro corporal, en sus rituales de Ud. esperaba que fuese de otro
autocuidado y en la inminencia de la modo y erró’.
muerte. Hablaba ansiosamente y
contestando a sus propias pregun- De paso, se intenta conducirle a
tas, en una actitud abiertamente una reconstrucción biográfica a la

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Psicoterapia en la edad tardía

que finalmente accede, dando pie a Retoma la relación con alguno de


un tratamiento en diván, de ritmo sus nietos mayores y accede final-
más pausado (2 s/s) y productivo. mente a hacer un viaje con el objeti-
vo de pedir a su mujer que regrese.
El mayor de tres hermanos varo-
nes, a mucha distancia del siguien- Al cabo de cinco años y medio de
te, la terapia reveló un marcado terapia, su actitud general ha mejo-
abandono emocional en la infancia rado (particularmente hacia su fami-
a causa del desarraigo familiar, una lia extensa y con algunos conoci-
madre severamente deprimida y un dos), y se ha ido creando un entor-
padre ausente y tiránico que morirá no amistoso mediante la participa-
siendo él adolescente. El proceso ción en debates y actividades de
de acorazamiento caracterológico una fundación (donde da rienda
va a producirse en internados seve- suelta a su más consciente y atem-
ramente disciplinarios, en cumpli- perada necesidad de vitalización
miento del mandato paterno centra- por medio de la confrontación de
do en la hombría y el triunfo. Tiene ideas). Sigue acudiendo una vez por
un pobrísimo relato mítico de su semana a la consulta, encarando la
pareja y una gran frustración misó- elaboración del fin de terapia y el
gina por haber tenido sólo hijas. trabajo de duelo por la separación
Finalmente llora cuando habla de su definitiva de la figura del terapeuta.
madre (‘como cuando estaba en el
colegio’), actualmente demenciada
en una residencia. CONCLUSIÓN

A partir de ahí, el análisis momen- La psicoterapia de mayores y an-


to a momento de la tormentosa rela- cianos constituye un recurso valioso
ción con el terapeuta va dando fru- en el tratamiento de los trastornos
tos. Se expande la comprensión de psicológicos ligados al envejeci-
sus deseos de reconocimiento e inti- miento. Su adecuada implementa-
midad y sus dificultades para lograr- ción ha de tener en cuenta necesa-
lo. La construcción de un relato riamente el sesgo que confieren las
acaba poco a poco afectivizándole a tareas y peculiaridades asociadas al
costa de un largo y doloroso proceso ciclo vital, a las características de
de autorreflexión que le permite personalidad y a la singularidad del
hacer el duelo de lo que fue y reo- mundo subjetivo y relacional de
rientar algunos propósitos de vida. cada paciente.

118 Clínica y Salud, 2008, vol. 19 n.º 1


J. Martín

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