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espacio público
m
iaa vk lu a d a e m
El espacio público: ciudad y ciudadanía JORDI B O R J A Y Zaida Muxí
Jordi Bofja nació en Barcelona, donde
estudió derecho. En París se graduó en
sociología y geografía y obtuvo un máster
en urbanismo. Fue después profesor en las
universidades de Barcelona y Autónoma, y
trabajó como urbanista en el Ayuntamiento,
hasta que fue cesado por la publicación de
Lo gran Barcelona. Miembro de la dirección
del PSUC, fue diputado al Parlamento de
Cataluña en 1980 y concejal del
Ayuntamiento de Barcelona en 1983, donde
ocupó funciones de gobierno hasta 1995.
En la actualidad dirige Urban Technology
Consulting y el máster «La ciudad» (UB).
Ha enseñado en las universidades de París,
Nueva York y Buenos Aires, y es autor, entre
otros, de Estat i ciutat (1988), Barcelona,
un model de transformado urbana (1995),
Local y global, con M. Castells (1998),
La ciudadanía europea, con V. Peugeot y
G. Dourthe (Barcelona, 2001) y La ciudad
conquistada (Alianza, 2003).
El espacio público:
ciudad y c iu d a d a n ía
Jordi Borja
Zaid a M uxí
El espacio público:
ciudad y ciudadanía
D ip u t a c ió
B a r c e lo n a Electa
xarxa de municipis
Texto: Jordi Borja y Zaida Muxí
Primera edición en castellano: marzo de 2003
Título original: L'espai públic: ciutat i ciutadania
En defensa de la urbanidad 11
Oriol Bohigas
Introducción 13
Parte 1
Parte 2
Ejemplos de espacios públicos
I Barcelona y su área metropolitana 135
II España 211
III Europa 253
IV América Latina 317
V Grandes metrópolis 393
Bibliografía 409
En defensa de la urbanidad
Oriol Bohigas
Arquitecto
Este libro que el lector tiene en las manos me parece importante y, so
bre todo, útil porque resume los aspectos más positivos del debate so
bre el espacio público urbano y toma posiciones muy claras y ciertamen
te radicales: el espacio público es la ciudad.
Tenemos que reconocer que la tesis a favor del protagonismo social y
estético del espacio urbano se ha extendido con buena fortuna en mu
chas ciudades europeas. Y también tenemos que aceptar que la mayor
parte de las teorías sobre el tema han arrancado de Cataluña, donde co
menzó a ser proclamado a partir de los primeros sesenta y donde -e s
pecialmente en Barcelona- se encuentran las primeras realizaciones en
unos programas de rehabilitación y reconstrucción. Por ello es tan acer
tado que en el capítulo de ejemplos el primero sea dedicado a Barcelona
y no sólo a la ciudad consolidada, sino al Área Metropolitana, demostran
do que el espacio público puede ser un elemento fundamental para lo
grar la nueva urbanización de las implantaciones desurbanizadas.
Pero también hemos de reconocer que durante los últimos años se han
desplegado frentes polémicos contra esta teoría, unos frentes que se
presentan amparados en diferentes disfraces de modernidad y que, pre
cisamente por eso, me parecen tan peligrosos.
El primer frente viene originado a partir de una certeza evidente: la atención al
espacio público implica -aunque sólo sea en la metodología de proyecto- el
convencimiento sobre la trascendental importancia de la forma urbana, la for
ma diseñada para vivir colectivamente y para la representación de la colectivi
dad. Es un frente, por lo tanto, indirecto, orquestado por todos los que mantie
nen que el diseño de la forma urbana no es una categoría moderna, sino un
lastre del pasado burgués, sin darse cuenta que es un poco ridículo y arries
gado -al menos en términos históricos- enfrentar burguesía y ciudadanía. Son
los que mantienen que la ciudad moderna viene dada por modelos america
nos en los que predomina el terreno desordenado, las acumulaciones comer
ciales fuera de la ciudad, los núcleos-dormitorios sin calles ni tiendas, los
strips, el dinamismo del antiurbanismo, la ville eclatée, el terrain vague y otras
ideas erróneas más literarias que figurativas. No tengo ninguna duda de que
esta tendencia explosiva y desordenada -discontinua- proviene de un sistema
de uso del suelo impuesto por los intereses particulares del mercado por enci
ma de las necesidades colectivas, cada vez más privadas del soporte de un
control urbanístico. Lo curioso es que este hecho real ha acabado encontran
do urbanistas y teóricos sociales que lo han elogiado como el auténtico siste
11
ma urbano de la modernidad, seguramente porque alrededor de toda realidad
productiva -incluso las correspondientes al capitalismo liberal más salvaje- se
forma rápidamente un ámbito de pensamiento justificador con gestos y argu
mentos que provienen -por costumbre retórica- del otro bando.
No es necesario decir que muchos arquitectos se suman a esta hipocresía ge
neral, a menudo por la necesidad de irse enrolando en los itinerarios producti
vos que tienen más éxito. Pero seguramente también por una razón profesio
nalmente más justificable y más digna: en el terreno desurbanizado, sin calles
ni preexistencias, sin identidades, es más posible hacer una arquitectura autó
noma, liberada de condiciones, caprichosa hasta el infinito, es decir, una ar
quitectura que no tiene la obligación de responder a la realidad de una ciudad
exigente. Una arquitectura grandilocuente y más fácil de proyectar.
También hay otro frente que me parece más sutil y, por lo tanto, más peligro
so. Corresponde a los que dicen que, si bien la forma urbana -y, por lo tanto,
la ordenación del espacio público- es un factor de aglutinamiento social y de
creación de identidades, esta aglutinación puede convertirse en un elemento
negativo -e incluso subversivo- para la buena convivencia en libertad. El
mantenimiento d_el espíritu de vecindad, el refuerzo de las identidades a tra
vés de la forma, la aceptación de la imagen representativa de lo que es públi
co, puede acabar enmascarando la realidad de los problemas insalvables de
la vida colectiva e, incluso, puede ser un germen de clasificación social agre
siva y, finalmente, un punto de partida para solidificar los guetos. Por lo tan
to, la ciudad radicalmente libre sería la ciudad sin forma, sin barrios, sin ca
lles ni plazas. Una ciudad en la cual el espacio público no sea urbano.
Los peligros que subrayan estas críticas tienen, evidentemente, alguna vali
dez y es necesario tenerlos en cuenta a la hora de diseñar la ciudad, los ba
rrios, las calles, aunque, de todas maneras, el valor negativo no los acredita
para convertirse en un nuevo programa urbano. Y me escama un poco que
la única traducción programática posible se acerque tanto a la del liberalis
mo del mercado y, al final, a la justificación del caos y la explotación consi
guiente. En realidad, comporta el convencimiento de que no es posible una
intensa convivencia en los ámbitos urbanos, es decir, que las formas de la li
bertad pasan por un puro individualismo. Y eso ¿no es ya una predisposición
a aceptar las formas políticas y económicas del nuevo liberalismo?
Es necesario batallar contra estos dos frentes -o hacerlos razonar lógica
mente en términos políticos y sociales- y es necesario hacerlo aunque sea
desde una situación muy incómoda porque la realidad de la expansión
de nuestras ciudades parece que les da soporte: todas ellas son la expre
sión de esta modernidad caótica y explotadora, en versiones -eso sí- cada
vez más degradadas. Por eso me parece tan útil este libro: no solamente re
sume la teoría sobre el espacio urbano, sino que da ejemplos en los cuales
el ciseño del espacio ha conseguido transformar muchos ámbitos -y crear
otros- que habían estado a punto de ser invivibles.
12
«De las dos creaciones helenísticas, la ciu
dad y la e s ta tu a , aún es la ciu dad la m ás
b e lla . T ie n e a d em ás de la lin e a , el m o v i
m iento. Es a un tiem po estatu a y tra g e d ia ,
tra g e d ia en el m ás e le v a d o sen tid o de la
p a la b ra , e s p e c tá c u lo de un m o v im ie n to
in serto en la lib e rta d .»
Eugeni d'Ors
Kavafis
El espacio de la representación
1. Un espacio m ultifuncionai
El espacio público ciudadano no es un espacio residual entre calles y
edificios. Tampoco es un espacio vacío considerado público simple
mente por razones jurídicas. Ni un espacio «especializado», al que se
ha de ir, como quien va a un museo o a un espectáculo. Mejor dicho
estos espacios citados son espacios públicos potenciales, pero hace
falta algo más para que sean espacios públicos ciudadanos.
15
que permiten el paseo y el encuentro, que ordenan cada zona de la
ciudad y le dan sentido, que son el ámbito físico de la expresión co
lectiva y de la diversidad social y cultural. Es decir que el espacio pú
blico es a un tiempo el espacio principal del urbanismo, de la cultura
urbana y de la ciudadanía. Es un espacio físico, simbólico y político.
16
de nuevos crecimientos. Recuperar la dimensión simbólica para
identificar [os espacios urbanos como referencias ciudadanas, ha
cer de los lugares de conexión o nodales un lugar con sentido, un
hito cívico, atribuir a las áreas de nueva centralidad características
del lugar central, o sea: monumentalidad, multifuncionalidad, inter
cambio, lugares de encuentro y de expresión. Mantener o hacer vi
viendas en las áreas con vocación terciaria, no excluir a la industria
de las zonas residenciales, limitar y penalizar las operaciones que
formalicen guetos, garantizar la polivalencia, la mezcla y la visibili
dad de cada zona de la ciudad. Éstos son, a nuestro parecer, algu
nos de los valores y objetivos que tendrían que orientar las políticas
urbanas y sería deseable que los asumieran los agentes sociales y
económicos, públicos y privados, de manera que se garantizara el
máximo de articulación de los «productores de ciudad».
17
instrumento privilegiado de la política urbanística para hacer ciudad
sobre la ciudad y para calificar las periferias, para mantener y renovar
los antiguos centros y producir nuevas centralidades, para suturar los
tejidos urbanos y para dar un valor ciudadano a las infraestructuras.
Barcelona es «el modelo» en el que se fundamentan precisa
mente The Econom ist y muchos otros expertos, publicistas, res
ponsables políticos, etc., para atribuir el renacimiento de la ciu
dad a la política de espacios públicos. No vamos ahora a entrar a
discutir el valor más o menos cierto de paradigma del ejemplo
barcelonés ni com entarem os el hecho de que seguramente la
prioridad dada al espacio público fue más bien fruto de la falta de
recursos para realizar grandes infraestructuras o am biciosas ope
raciones de vivienda. Una excelente exposición, «La reconquista
de Europa»2 m ostró cóm o el espacio público urbano hoy renueva
y cualifica las ciudades europeas. Probablemente Barcelona es un
caso exitoso y más acabado que muchos otros, pero no es el úni
co. En Cataluña, en España, en Europa, también en América del
Norte y del Sur encontram os muchos ejemplos recientes, de los
últimos veinte años, positivos. Pero también en todos lados en
contramos casos negativos.
13
8. Privatización del espacio público
Otras dinámicas existentes, aún más potentes, son la del urbanis
mo de productos, la sumisión al mercado, la obsesión por la com-
petitividad, la fuerza económica de la iniciativa privada y la debili
dad política de la iniciativa pública. Podemos contemplar cómo se
pretende hacer ciudades a partir de parques temáticos, ciudades
empresariales, barrios cerrados, infraestructuras al servicio del ve
hículo privado e individual, las zonas de viviendas segregadas por
clases sociales, plazas y monumentos enrejados, etc., y observa
mos con preocupación cómo se crean bloques conservadores en
las zonas de ciudad hecha y equipada, con los miedos y los intere
ses que se oponen a los cambios y a las mezclas. Es el espacio
público el que paga la factura de los «productos urbanos».
Por lo tanto, a pesar de muchos ejemplos positivos de la expe
riencia reciente, es necesario ser conscientes de que el reto del
espacio público es un desafío presente y que nunca podremos
considerar que hemos ganado definitivamente. No se trata de una
cuestión técnica ni de un debate de urbanistas; es un debate de
valores culturales: convivencia o insolidaridad, justicia social o
desigualdad, igualdad cívica o anomia.
La tentación de dejar el desarrollo urbano a la libre competencia
y a los valores económicos inmediatos del mercado es muy peligro
so, ya que el espacio público es especialmente rentable en térm i
nos sociales, culturales y civiles; pero también lo es, a medio plazo,
en términos políticos, la gobernabilidad, y económicos, generando
atracción y creación de nuevas actividades.
El espacio público tiende fundamentalmente a la mezcla social,
hace de su uso un derecho ciudadano de primer orden, así el es
pacio público debe garantizar en términos de igualdad la apropia
ción por parte de diferentes colectivos sociales y culturales, de gé
nero y de edad.
El derecho al espacio público es en última instancia el derecho a
ejercer como ciudadano que tienen todos los que viven y que quie
ren vivir en las ciudades.123
1. Término francés que designa la recuperación de formas arquitectónicas de las
épocas pasadas.
2. Albert García Espuch'e (1999).
3. R. Fyfe Nicholas (1998). Michel Sorkin (1997). John Hannigan (1998). Marc
Augé (1994).
19
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CiudaST^^I^d^ñWTco
«De las ciudades, lo que más me gusta
son las calles, las plazas,
la gente que pasa ante mí y
que probablemente no veré
nunca más,
la aventura breve y maravillosa como un fuego
de virutas, los restaurantes,
los cafés y las librerías.
En una palabra: todo lo que es
dispersión, juego intuitivo,
fantasía y realidad.»
americanas parece condenar a reliquias del pasado la imagen de El tejido urbano complejo
la ciudad como espacio público, como lugar o sistema de lugares permite la diversidad de usos y
significativos, como heterogeneidad y como encuentro. La segre ia convivencia de diferentes
tipos de personas, que es la
gación social y funcional, centros especializados, áreas fragmentadas esencia de la ciudad.
25
26
i
◄▲
son desafíos presentes en la ciudad a los que hay que agregar dos Espacio urbano emblemático
cuya resolución es básica, como son el tránsito y la seguridad. Pero recuperado para el encuentro,
para pasear,
afrontar exclusivamente estos retos por vías directas y sectoriales con para vivir la ciudad. El espacio
duce a em peorar los problemas antes que a resolverlos. público define la cualidad
de la ciudad. Piazza del Populo
Las zonas de baja densidad y las pautas sociales de las clases y calle peatonal en Roma.
medias, que dan prioridad al automóvil y las autovías urbanas,
acentúan la segmentación urbana, promueven desarrollos urbanos
getizados, aumentan las distancias y multiplican la congestión.
Así una de las características de Barcelona como es su densi
dad, de 15.000 hab./km 2, que ha sido fruto de un proceso de
concentración secular de agrupar poblaciones, actividades y ser
vicios, se ha visto afectada por los movimientos de población pro
pio de las grandes ciudades. Entre los años 1972 y 1992 se ha
doblado el consumo del suelo por habitante en la Región M etropo
litana de Barcelona, lo que muestra que la form a tradicional de ur
banización en el ámbito barcelonés, se encuentra en un rápido
proceso de transformación.5 Este modelo de consumo de territorio
alcanza cotas extremas en California: entre 1 9 7 0 y 1 9 9 0 la po
blación del Área Metropolitana de Los Ángeles ha crecido un 45%
al tiempo que la ocupación del suelo ha crecido un 200% . Este
modelo de crecimiento aumenta las congestiones de tráfico, requiere
grandes inversiones públicas en infraestructuras y conduce a la
pérdida de los espacios públicos de uso colectivo interno.6
El resultado de un estudio reciente sobre 22 ciudades francesas
muestra que entre 195 0 y 1975 la población urbana se duplicó al
tiempo que la superficie aumentó un 25%; y que entre 1975 y 1990
ha ocurrido lo contrario, la población ha aumentado solamente un 25%
y sin embargo se ha doblado la superficie urbanizada.7
El modelo al límite del absurdo es el de Sao Paulo «de los no
venta» que quedará como una de las mayores aberraciones urba
nas del siglo xx. Más autovías urbanas equivalen a peor circula
ción y a menos ciudad. Y la presencia de más policía protectora en
las áreas residenciales y comerciales más demandantes, de clases
medias y altas, crea más inseguridad en los espacios públicos y en las
áreas suburbanas populares menos protegidas. Cuando no es la policía
uno de los factores creadores de inseguridad, como sucede a menudo
en las ciudades latinoamericanas. Las ciudades europeas resisten me
jor debido a la consistencia de sus tejidos urbanos heredados y a un
tejido social menos segregado. Las dinámicas de la denominada ciu
dad emergente en las periferias y de degradación o de especialización
de los centros expresan una crisis de la ciudad como espacio público.
La ciudad metropolitana no está condenada a negar la ciudad, sino
que puede multiplicarla. El reto real es el de establecer una dialéctica
positiva entre centralidades y movilidad y hacer del espacio público el
hilo de Ariadna que nos conduzca por lugares productores de sentido.
El derecho a la centralidad accesible y simbólica, a sentirse orgu
llosos del lugar en el que se vive y a ser reconocidos por los otros, a
la visibilidad y a la identidad, además el disponer de equipamientos y
espacios públicos cercanos, es una condición de ciudadanía. Tam
bién es un derecho de ciudadanía el de la movilidad, ya que supone
información e intercambio, oportunidades de formación y de ocupa
ción, posibilidades de acceder a las ofertas urbanas y apropiarse de
la ciudad como un conjunto de libertades. Si los derechos de centrali
dad y de movilidad no son universales, la ciudad no es democrática.
28
Lo expuesto supone asumir y construir una ciudad de ciudades.
Ciudades policéntricas y plurimunicipales, en las que el espacio
público es a la vez un elemento articulador del tejido urbano re
gional o metropolitano y elemento de cohesión, tanto física como
simbólicamente, de las áreas densas.
29
por lo que es. Edge porque es un mundo vigoroso de pioneros e inmi
grantes, levantándose lejos de los antiguos centros urbanos donde
hace 35 años sólo había granjas o pequeñas villas [..,].»9
La ciudad es el producto cultural o mejor aún, la realización hu
mana tout court más compleja y significante que hemos recibido
de la historia, que construimos y destruimos cada día entre todos
y lo es fundamentalmente porque es la maximización de las posi
bilidades de intercambio.
Ciudad, cultura, comercio, son términos etimológicamente e histó
ricamente unidos. Como ocurre con ciudad y ciudadanía, personas
con derechos y responsabilidades, libres e iguales. La ciudad es el lu
gar de la ciudadanía, y la polis, el lugar de la política como la partici
pación en los asuntos de interés general. No es un ejercicio inútil re
cordar algunos conceptos que expresan unos valores fuertes que no
merecen ser suplantados por otros más débiles o menos solidarios.
La complejidad y la carga de sentido que consideramos consus
tancial a la ciudad no resultan de manera automática de la concen
tración de población ni de la importancia de su actividad económica,
ni por el hecho de ser sede de poderes políticos o administrativos.
Si la diversidad y el intercambio son dimensiones fundamentales, la
«ciudad ciudad» es aquella que optimiza las oportunidades de con
tacto, la que apuesta por la diferenciación y la mixtura funcional y
social, la que multiplica los espacios de encuentro.
El urbanismo no puede pretender resolver todos los problemas
de la sociedad. Roland Castro, por una vez modesto en sus afir
maciones, decía que al menos no debería de empeorarlos ( l'urba-
nisme ne devrait pas ajouter au malheur des hommes).10 No es una
frase vacía ya que en muchos momentos históricos, incluyendo el
actual, el urbanismo parece a menudo empeñado en hacerlo.
Debemos considerar una dimensión decisiva de la ciudad: la
calidad de su espacio público. Que es el lugar del intercambio por
excelencia y también donde más se manifiesta la crisis de la ciu
dad. Pero también donde aparecen las respuestas positivas.
30
Fragmentación por la exasperación de algunos supuestos fun- La segregación social
cionalistas: la combinación de un capitalismo desreglado con la y funcional, los centros
lógica sectorial de las administraciones públicas produce la multi especializados, las áreas
fragmentadas, la circulación
plicación de elementos dispersos y monovalentes en un territorio y la seguridad condenan la
cortado por vías de comunicación: «Los no-lugares ya no se interpre ciudad como espacio público,
como lugar o sistemas de
tan como recipientes existenciales permanentes, sino que son en lugares significativos, como
tendidos como enormes focos de acontecimientos [...] no lugares heterogeneidad y como lugar
de encuentro. Madrid, avenida
definidos por la sobreabundancia y el exceso. Son siempre espacios de la Castellana, rodeada de
relacionados con el transporte rápido, el consumo y el ocio»11. áreas de funciones segregadas.
Y privatización con la generalización de guetos según clases
sociales desde los condominios de lujo hasta las favelas o simila
res y la sustitución de las calles, las plazas y los mercados por
centros comerciales: «... transformar el espacio público de la ca
lle en un espacio comercial privatizado de un centro de compras
tiene claros costos sociales en términos de acceso democrático
31
y responsabilidad pública [...] la domesticación del espacio a tra
vés de la purificación y privatización involucra crecientes exclusio
nes sociales y acrecienta las desigualdades...».12
Los tres procesos se refuerzan mutuamente por contribuir a la
casi desaparición del espacio público como espacio de ciudadanía.13
¿Nos encontramos, entonces, frente a una nueva realidad «me-
taurbana»? ¿Estamos ante la muerte de la ciudad como se procla
ma tan a menudo? Parece obvio que las tendencias comentadas
contrarían el complejo «producto ciudad» (que es necesario distin
guir de la «ciudad de productos» específicos) caracterizado por la
densidad de relaciones sociales y por la mezcla de poblaciones y de
actividades. Y aún peor, acentúan las desigualdades y la margina-
ción, reducen la capacidad de integración cultural y la gobernabili-
dad del territorio. Finalmente se niegan los valores universalistas
que se vinculan con la entidad «ciudad».
Frente a estas dinámicas desestructuradoras de la ciudad actúan
otras dinámicas en sentido contrario. En todos los momentos his
tóricos de cambio se ha anunciado la muerte de la ciudad. Pero,
a la larga, han prevalecido casi siempre, aunque la mayoría de las
veces con altos costos sociales, las dinámicas de revalorización
de la ciudad. ¿De dónde proceden entonces las tendencias y las
fuerzas (re)constructoras de la ciudad?
Existen factores económicos y técnicos, especialmente los progre
sos en el mundo del transporte y de las comunicaciones, que favore
cen la dispersión. Pero existen otros factores de signo contrario: el ca
pital fijo polivalente; el tejido de pymes y de empresas de servicios a las
empresas; los recursos humanos cualificados; la imagen de la ciudad;
la oferta cultural y lúdica que atrae cada vez más a los agentes econó
micos y a los profesionales; las múltiples oportunidades de trabajo,
aunque a veces sean teóricas; la diversidad de equipamientos y servi
cios y el ambiente urbano que demandan amplios sectores medios.
También el hecho de que una parte importante de los colectivos socia
les que parecían irreversiblemente instalados en la suburbanización re
valoren la ciudad tanto a la hora de decidir su inversión o su trabajo,
como a la hora de fijar su residencia y la concentración de sectores po
pulares establecidos y de inmigrantes atraídos por las mayores posibili
dades de supervivencia... Todo junto actúa en favor de la ciudad densa.
Pero además de estos factores económicos y sociales hay otros
factores culturales y políticos que explican la revaloración de la ciudad.
32
Mito o realidad, la ciudad aparece como el lugar de las oportunidades,
de las iniciativas y de las libertades individuales y colectivas. El lugar de
la intimidad, pero también el de la participación política. De la revuelta
y del autogobierno. De la innovación y del cambio. «Ayer, en la mani
festación de desempleados, atravesando la ciudad, me sentí, por pri
mera vez en muchos años, un ciudadano», declaraba un manifestante
en París en mayo de 1997. La ciudad es el continente de ja historie^ d_
tiempo concentrado en el espacio, la condensación del pasado y la
memoria, es decir, el lugar desde donde se producen los proyectos
de futuro que dan sentido al presente. La ciudad es un patrimonio co
lectivo en el que tramas, edificios y monumentos se combinan con re
cuerdos, sentimientos y momentos comunitarios. La ciudad es, sobre
todo, espacio público y no pareciera que los que allí vivimos, la gran
mayoría de la población, pudiéramos renunciar a ella sin perder víncu
los sociales y valores culturales, sin empobrecernos.
Finalmente, si concluimos que en la ciudad, o en sentido más am
plio en las regiones urbanas o metropolitanas, se confrontan diná
micas contradictorias y en consecuencia las políticas urbanas, que
implican responsables políticos, profesionales y agentes económicos
y sociales, pueden impulsar unas dinámicas y reducir otras. Por lo
tanto los valores culturales y los objetivos políticos devienen la cues
tión decisiva de nuestro presente y de nuestro futuro urbanos.
Como decía recientemente Michael Cohén, antes que nada te
nemos que plantearnos cuáles son los valores que orientan nues
tra acción, hacia dónde queremos ir y qué modelos de vida urba
na proponemos a la ciudadanía.14
33
▲
La ciudad fragmentada tiene Decir que la ciudad es la gente es ya un tópico, una expresión
la tendencia de ser una ciudad
físicamente segregada, atribuida entre otros a Sófocles, Shakespeare y Goethe. Y en este
socialmente injusta, caso gente no sólo quiere decir tamaño y densidad, es decir, una
económicamente malgastadora,
culturalmente miserable y concentración más o menos grande de personas, sino que tam
políticamente ingobernable. bién diversidad, heterogeneidad, relación entre individuos y colec
Es la negación de la ciudad.
Downtown de Los Ángeles.
tivos diferentes. Desde Aristóteles, que en su texto La Política 16
defendía que la ciudad debe estar compuesta por diferentes cla
ses de personas, que no existe la ciudad si la población se ase
meja mucho. Hasta Louis Wirth que en su texto clásico Urbanismo
como forma de vida, decía: «La ciudad se caracteriza por la hete
rogeneidad social». La filosofía y la sociología urbana coinciden
en enfatizar la ciudad como lugar donde se concentran y conviven
las diferencias de origen, de aptitudes, de actividades... admitien
do también que esta diversidad favorece lo imprevisible, introdu
ce desorden y hace más posible la innovación.17
Para Habermas,18 la ciudad es sobre todo el espacio público
donde el poder se hace visible, donde la sociedad se fotografía,
34
donde el simbolismo colectivo se materializa. La ciudad es un esce
nario, un espacio público que cuanto más abierto esté a todos,
más expresará la democratización política y social. En consecuen
cia tanto Habermas como Sennet llaman la atención sobre las diná
micas privatizadoras del espacio urbano como una negación de la
ciudad como ámbito de la ciudadanía que supone el reconocimien
to de los ciudadanos como sujetos activos e iguales de la comuni
dad política, a los que se reconoce el derecho y la posibilidad real
de acceder a la diversidad de ofertas urbanas.
La diversidad hace posible el intercambio y tiene como condición
que haya un mínimo de pautas comunes -d e civismo- que posibiliten
la convivencia. Los dos elementos citados, el intercambio o la ciudad
como mercado de productos, servicios e ideas, y el civismo o las pau
tas culturales comunes se expresan y necesitan el espacio público.
Sin excluir la trasgresión sin la cual no hay apertura al cambio.
La ciudad es entonces urbs, concentración de población, y civitas,
cultura, comunidad, cohesión. Pero es también polis, lugar de poder,
de la política como organización y representación de la sociedad,
donde se expresan los grupos de poder, los dominados, los margina
dos y los conflictos. El espacio público, como dice Pietro Barcellona,
es también donde la sociedad desigual y contradictoria puede expre
sar sus conflictos.19 La expresión del conflicto permite sentirse ciuda
dano, como decía el manifestante de París citado y la ciudad como es
pacio público no es solamente representación, es también escenario
del cambio político.
4. A. Jacobs (1993).
5. 0. Nel-lo (1998).
6. Urban Land Institute (1999).
7. F. J. Monclús (1998).
8. Seminario Internacional. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 1996.
9. J. Garreau (1991).
10. R. Castro (1994).
11. J. M. Montaner (1997). Véase M. Augé (1994).
12. P. Jackson, Nicolás R. Fyfe (ed) (1998).
13. M. Borja y M. Castells (1998). Véase también J. Borja (1999).
14. M. Cohén (2000).
15. M. Augé (1994).
16. L. Wirth, Urbanisme com a form a de vida.
17. P. Barcellona (1992).
18. J. Habermas (1993).
19. P. Barcellona.
35
U re tra o
v e r s W ^
A rde el a g u a ,
la tie rra a rd e ,
a rd e
: S W .é l asfalto
hasta a b ra s a r,
com o si
las fa ro la s a p re n d ie ra n
la ta b la de m ultiplicar.;
La p la za
m ^ s b e lla
que m iles de dam as p e rifo lla d a s .
Esta p la za
■ ju s tific a ría
c a d a c iu d ad .
Si yo fu e ra
el obelisco de V endóm e
con la P lace de la C o n co rd e.
Vladim ir M aiakovski
La ciudad- Poemas 1 9 1 7 -1 9 3 0
2
La agorafobia urbana
A menudo a los políticos y los profesionales nos gusta recordar aquello
de que «el aire de la ciudad nos hace libres», pero la realidad urbana nos
invita más a citar aquello de «malos tiempos para la lírica». Ya no es ori
ginal poner titulares como «the hell is in the city» -e l infierno está en la
ciudad- o «la ville partout, partout en crise» -la ciudad por todos lados,
por todos lados la crisis-, como hicieron The Economist y Le Monde
Diplomatique hace unos años; todos lo hacen. Parecería que las prác
ticas sociales indican que la salida es hacerse un refugio, protegerse
del aire urbano, no solamente porque está contaminado, sino porque
el espacio abierto a los cuatro vientos es peligroso. En las grandes ciu
dades se imponen los shopping centers con un cartel que dice «Se
reserva el derecho de admisión» y en los guetos residenciales las calles
de acceso han perdido el carácter público en manos de policías priva
dos. La justificación de los promotores de urbanizaciones guetizadas
apelan tanto a la inseguridad como al retorno a la naturaleza; «En gran
medida, el nivel de aceptación de los clubes de campo y barrios cerra
dos obedece al problema de la inseguridad que tienen las grandes ciu
dades. Sin duda, este tipo de urbanismo encuentra su sustrato con
ceptual en razones de mayor peso y que a largo plazo se profundizarán
beneficiando este esquema, el cambio en los hábitos laborales y una
creciente conciencia ambiental impulsa a los consumidores a situar su
residencia en armonía con la naturaleza».20 Un discurso en el que el ciu
dadano se convierte en consumidor y la vida urbana en producto inmo
biliario. ◄
Es decir que el problema es que la libertad nos la ha de dar el espa Página anterior
cio público y hoy hay temor al espacio público. No es un espacio pro
Propuesta del equipo dirigido
tector ni protegido. En algunos casos no ha estado pensado para dar por el arquitecto Joan Busquéis
seguridad sino para cumplir con ciertas funciones como circular o esta para la recuperación de Puerto
Madero en Buenos Aires.
cionar, o es simplemente un espacio residual entre edificios y vías. En Un proyecto que buscaba
otros casos ha estado ocupado por las supuestas «clases peligrosas» la recuperación para la ciudad
de espacios obsoletos
de la sociedad: inmigrantes, pobres o marginados. El espacio público y abandonados del antiguo
no provoca ni genera los peligros, sino que es el lugar adonde se evi- puerto.
2_
39
dencian los problemas de injusticia social, económica y política. Y su
debilidad aumenta el miedo de unos y la marginación de los otros y
la violencia urbana sufrida por todos.
La agorafobia, sin em bargo, es una enfermedad de clase de la
que parecen exentos los que viven la ciudad como una oportunidad
de supervivencia. Aunque muchas veces sean las principales vícti
m as, no pueden perm itirse prescindir del espacio público. Los
pobres tienen que vivir en él y hasta cierto punto de él, pero la pobre
za del espacio público los hace aún más pobres. Por el contrario el
lujo de este espacio contribuye a la justicia urbana.
El diagnóstico de «la muerte de la ciudad» como resultado de un
momento de cambio y como tal de crisis, es un tópico recurrente. Unos
ponen el acento en la tribalización; las «hordas» están en las puertas de
la ciudad (por ejemplo barrios periféricos conflictivos), pero también en
su corazón, en los centros históricos degradados:«... el espacio públi
co es heterogéneo y posee características locales. Los ejemplos que
normalmente se citan para explicar la muerte del espacio público son
de Estados Unidos y los problemas se hacen universales [...] el espacio
público no es homogéneo. Los espacios públicos se diferencian según
su función social, cultural, económica y simbólica y lo que es más impor
tante es que dependen de los significantes, retos y negociaciones que
los diferentes públicos coloquen sobre ellos».21 La crisis de la ciudad es,
entonces, el resultado de la crónica de una muerte anunciada y por qué
no, de la imposición de un modelo económico y social que se ve en la
forma esterilizada de entender y hacer la ciudad.
Kigali, la capital ruandesa, com partim entada por tribus que se
odiaban, no sería únicamente un fenómeno primitivo. También es
una prefiguración de una pesadilla de nuestro futuro urbano. Un futu
ro que ya es presente en Argelia, Estambul o El Cairo, con ejércitos
que protegen los barrios «civilizados» enfrentados a la «barbarie»
popular. Algunas ciudades americanas no están muy lejos de estas
situaciones, com o algunos barrios de Bogotá, M éxico DF o Los
Ángeles. Recordemos City o f Quarz de Mike Davis.
Otros, más optimistas, nos dicen que la ciudad moderna es otra
ciudad, la que se puede observar en los límites de la ciudad actual,
en sus periferias, en sus entradas. Desde Edge City22 (Estados Uni
dos) y la exposición «Les entrées de la ville» (París), ya citados, al
auge de las teorías del caos urbano, expresan la mitificación de la
ciudad desurbanizada o de la urbanización sin ciudad.
2_
40
Entendemos por ciudad el producto físico, político y cultural comple
jo, europeo y mediterráneo y también americano y asiático, que hemos
caracterizado en nuestra cultura, en nuestro imaginario y en nuestros
valores como concentración de población y de actividades, mezcla social
y funcional, capacidad de autogobierno y ámbito de identificación sim
bólica y de participación cívica. Ciudad como lugar de encuentro, de
intercambio, ciudad como cultura y comercio. Ciudad de lugares y no
únicamente un espacio de flujos. Pero podemos hacer lugares de cen-
tralidad por medio de los flujos y puntos nodales.
Al valorar estas características de la ciudad y de la vida urbana
se produce una «contra-acción» respecto al discurso de «la muer
te de la ciudad». Se recuperan los centros urbanos y se atribuye
valor de centralidad a viejos barrios populares. Aunque en muchas
de estas intervenciones se produce una nueva especialización (cul
tural, turística, comercial) de los centros urbanos y una «gentrifica-
ción» de residentes y usuarios. Una política urbana activa y perma
nente y una gestión descentralizada puede limitar estos procesos
y mantener áreas de carácter popular, hasta de «refugio».
Si la agorafobia urbana es una enferm edad producida por la
degradación o la desaparición de los espacios públicos integrado-
res y protectores a la vez que abiertos para todos, es necesario
hacer espacios públicos de calidad en aquellos lugares en que se
producen los flujos y en los nuevos guetos residenciales, centros
comerciales, áreas de sector terciario, áreas privilegiadas, etc. En
esta nueva ciudad las infraestructuras de comunicación no crean
centralidades ni lugares fuertes, más bien segmentan o fracturan
el territorio y atomizan las relaciones sociales. O los nuevos par
ques tem áticos lúdico-comerciales excluyentes crean caricaturas
de «centro urbano» para clases medias consumistas. Una manifes
tación más de agarofobia. Pero ¿es inevitable que sea así?
«El planeamiento urbano es destruido por la fuerza de las propues
tas de los promotores para realizar centros comerciales gigantes,
complejos de oficinas y parcelamientos residenciales de cientos de
miles de acres. No existen precedentes de la medida y de la rapidez
de estas construcciones. Debido a que cada componente es propues
to de forma separada, por promotores que compiten, el perfil de la
ciudad no emerge hasta que se halla convertido en un hecho. Deviene
más fragmentada, desagradable e ineficiente que si se hubiese planea
do con anterioridad, ya sea por el gobierno o por un promotor.»23
2_
41
¿Es el fin de la ciudad que hemos conocido históricamente? ¿Son
estos procesos reversibles y reutilizables?
_2_
42
ración y el ejercicio de la ciudadanía, entendida como el estatuto
igualitario que permita ejercer un conjunto de derechos y deberes
cívicos, políticos y sociales.
El espacio público nos interesa principalmente por dos razones.
En primer lugar porque es donde se manifiesta, con mayor fuerza
y mayor frecuencia la crisis de «ciudad» y de «urbanidad». Por lo
tanto parece que sea el punto sensible para actuar si se pretende
impulsar políticas de «hacer ciudad en la ciudad». Y en segundo
lugar porque las nuevas realidades urbanas, especialmente las que
se dan en los márgenes de la ciudad existente, plantean unos retos
novedosos al espacio público: la movilidad individual generalizada,
la multiplicación y la especialización de las «nuevas centralidades»
y la fuerza de las distancias que parecen imponerse a los intentos
de dar continuidad formal y simbólica a los espacios públicos. Esta
mos convencidos de que la dialéctica movilidades-centralidades es
una cuestión clave del urbanismo moderno y que la concepción de
los espacios públicos es, a su vez, un factor decisivo, aunque no
sea el único, en el tipo de respuesta que es necesario dar.
«...Hay un problema: si nos limitamos a [...] la importancia de lo
local, a la importancia del lugar, a la identidad de los lugares y ade
más reforzamos, como ha de ser, la expresión de estas identida
des mediante operaciones urbanísticas que subrayan la significa
ción de los espacios residenciales [...] se puede producir, y de
hecho se está produciendo, el peligro de la disociación creciente
entre el espacio de la ¡nstrumentalidad y el espacio de identidad [... ]
no solamente se pierde la conexión con lo instrumental, sino que
se pierde la comunicación entre cada identidad. Porque si cada iden
tidad se hace específica y los puntos de conexión pasan por una
¡nstrumentalidad que es global y que está cortada de lo expresivo,
tenemos entonces a la vez un mundo de instrumentos globales con
una cultura cosmopolita ahistórica y un fraccionamiento en tribus
locales. De aquí sé deduce la importancia de dos viejos tem as de
urbanismo y arquitectura: la monumentalidad y la centralidad. Por
que la monumentalidad es la capacidad de emisión simbólica entre
diferentes localidades y entre las localidades y los instrumentos de
poder con los que ha de coexistir, negociar, interactuar, luchar. La
lucha es una relación. El peligro de hoy no es el conflicto, sino la
separación entre lo local y lo global y, debido a ello, construir ins
trumentos globales desconectados de las sociedades locales.
_2 _
43
La centralidad desde el punto de vista urbanístico no tiene por
qué ser un centro, puede ser multinuclear. Se plantea así la idea de
que la ciudad no es solamente unos elementos sim bólicos centra
les a los que se agregan espacios residenciales que se hacen sig
nificativos, sino que la centralidad es la difusión de esta monumen-
talidad en diferentes centros que articulan significado y función en
el conjunto del territorio».24
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44
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7
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público moderno resulta de la separación formal (legal) entre la pro
piedad privada urbana (expresada en el catastro y vinculada gene
ralmente al derecho a edificar) y la propiedad pública (o dominio públi
co por subrogación normativa o por adquisición de derechos por
medio de la cesión), que normalmente supone reservar este suelo
libre de construcción (excepto equipamientos colectivos, infraes
tructuras de movilidad, actividades culturales y a veces comercia
les, referentes simbólicos monumentales, etc.).
El espacio público también tiene una dimensión sociocultural. Es
un lugar de relación y de identificación, de contacto entre las per
sonas, de animación urbana, y a veces de expresión comunitaria.
«En la ciudad tradicional, histórica, la mem oria urbana es bas
tante fácil de definir.
»Es la imagen que permite a los ciudadanos identificarse con su
pasado y presente como una entidad cultural, política y social. Los
espacios privilegiados de los monumentos como marcas en el teji
do de la ciudad...».25 En consecuencia toda la ciudad existente, toda
la ciudad heredada, es toda ella ciudad histórica.
La dinámica propia de la ciudad y los com portam ientos de la
gente pueden crear espacios públicos que jurídicamente no lo son,
o que no estaban previstos como tales, abiertos o cerrados, de paso o
a los que hay que ir expresamente. Puede ser una fábrica o un depó
sito abandonado o un espacio intersticial entre edificaciones. Lo son
casi siempre los accesos a estaciones y puntos intermodales de
transporte y a veces reservas de suelo para una obra pública o de
protección ecológica. En todos estos casos lo que define la natura
leza del espacio público es el uso y no el estatuto jurídico.
El funcionalismo predominante en el urbanismo moderno desca
lificó pronto el espacio público al asignarle usos específicos. En
unos casos se confundió con la vialidad, en otros se sometió a las
necesidades del «orden público». En casos más afortunados se prio-
rizó la monumentalidad, el «embellecimiento urbano». O se vinculó
a la actividad comercial. Y en casos menos afortunados se utilizó
como mecanismo de segregación social, bien para excluir, bien para
concentrar (por medios, por ejemplo, de la accesibilidad o de la falta
de ella). En ocasiones los procedimientos jurídicos burocráticos han
llevado a considerar que el espacio público ideal es el que está prác
ticamente vacío, donde no se puede hacer nada. O que se lo prote
ge tanto que no es usado por nadie (por ejemplo cuando con las
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46
mejores intenciones se peatonalizan todos los accesos, se prohíben
todo tipo de actividades o servicios comerciales, etc.).
El espacio público supone, pues, dominio público, uso social colec
tivo y multifuncionalidad. Se caracteriza físicamente por su accesibi
lidad, lo que lo convierte en un factor de centralidad. La calidad del
espacio público se podrá evaluar sobre todo por la intensidad y la
calidad de las relaciones sociales que facilita, por su fuerza mezcla
dora de grupos y comportamientos; por su capacidad de estimular
la identificación simbólica, la expresión y la integración culturales. Por
ello es conveniente que el espacio público tenga algunas calidades
formales como la continuidad en el espacio urbano y la facultad orde
nadora del mismo, la generosidad de sus formas, de su diseño y de
sus materiales y la adaptabilidad a usos diversos a través del tiempo.
«Lo que no funciona es el intento de mareaje de nuevos espacios
instrumentales a los que se intenta dar una nueva simbología por
medio de la privatización de espacios públicos; es decir la idea de
crear unos espacios que reproducen funciones de centralidad urba
na, que tratan de reconstruir, y reconstruyen, a veces con bastante
éxito la densidad de la vida urbana pero que privatizan y a la vez que
privatizan, sesgan definitivamente los usos y la percepción de este
espacio porque está dominado por la función comercial. No hay nada
de malo en la función comercial, una función tan legítima como cual
quier otra en la sociedad. Pero, la cuestión es la estructuración sim
bólica sobre la base de la predominancia excesiva de esta función.»26
El urbanismo contemporáneo, heredero del movimiento moder
no, fue reconstructor de ciudades después de la Segunda Guerra
Mundial. Se focalizó en un funcionalismo eficientista, dotado de un
instrumental separador m ás que integrador (la zonificación, los
modelos), justificado por urgencias sociales (vivienda, equipamien
tos básicos) y acentuado por la com partim entación de las admi
nistraciones públicas y de los cuerpos profesionales (por ejemplo
transportes/ingenieros sin otras visiones del desarrollo y del fun
cionamiento urbanos). El resultado ha sido casi siempre la aplica
ción de políticas sectoriales en lugar de realizar actuaciones que
articulen la diversidad y la complejidad de las demandas urbanas.
Así resultaron las grandes operaciones de vivienda donde cada ope
ración es destinada a un segmento social determinado y la priori
dad es asignada casi siempre a la vialidad com o ordenam iento y
como inversión. El espacio público pasó a ser un elemento residual.
2_
47
La agorafobia lleva El movimiento moderno en la primera mitad del siglo xx y las polí
a la simulación del espacio real,
la actividad comercial abandona ticas públicas en la segunda mitad han configurado un urbanismo
la calle, se cierra sobre que se ha confundido con la vivienda y con las obras públicas (vías,
sí misma. Se busca la imagen
de la ciudad pero se vacía de puentes, accesos, etc., es decir, comunicaciones). El hacer ciudad
contenido, la ciudad queda com o producto integral e integrador quedó olvidado y con ello el
reducida a una escenografía. espacio público. O por lo menos relegado a un rol secundario.
La Roca Company Store, en el
Municipio de la Roca del Valles,
Barcelona.
El urbanismo funcionalista
El urbanismo funcionalista ha tenido que pagar el precio de sus limi
taciones y además el de los usos perversos que se han hecho de
él. La combinación del monofuncionalismo de los program as y de
sectorialización de las políticas públicas con las dinámicas del mer
cado en ciudades clasistas, agravadas por las rentas de posición
de los «instalados» respecto a los «allegados» (inmigrados), ha dado
lugar a unas situaciones urbanas insoportables. Grupos residen-
2
48
cíales que se degradaban rápidamente por su mala calidad, por la Barrios cerrados, la distopía
de la ciudad homogénea, de
falta de inserción urbana, por su anomia sociocultural, por la pobre ¡guales que se basa en el
za de los equipamientos, por el círculo vicioso de la m arginación supercontrol. Entrada a un
barrio fuertemente controlado,
física y social... Áreas centrales congestionadas y especializadas las calles están vacías, sin vida.
que pierden su rol integrador en beneficio de funciones adm inis Acceso a un barrio cerrado
trativas. Barrios históricos despedazados y desarticulados por en Buenos Aires.
actuaciones viarias, poco respetuosas con los entornos y con la
calidad de la vida cotidiana de los residentes. Diseminación en el
territorio m etropolitano de centros com erciales, campus universi
tarios e industrias que ordenan la vida de los activos según la tríada
sarcástica del 68: «Metro, boulot, dodo» (Metro, trabajo, dormir).
La recuperación de las áreas degradadas y olvidadas casi siempre
céntricas por parte de los sectores más acomodados de la socie
dad, produciéndose un reflujo social, los nuevos pobladores des
plazan a los antiguos con la consiguiente pérdida de éstos del dere
cho a la centralidad y a la accesibilidad.
_2_
49
El movimiento moderno no era tan simplista como el urbanismo
funcionalista del capitalismo desarrollista. Su preocupación por la
vivienda masiva y la importancia acordada a las comunicaciones
expresaba una visión productivista, no especulativa, de la ciudad y
una preocupación por las condiciones de vida de las poblaciones
trabajadoras. Sus propuestas urbanas podían ser interesantes tam
bién por su com plejidad, por la capacidad de integrar objetivos
sociales, ambientalistas y estéticos; ejemplo de ello serían el Plan
Maciá (o Le Corbusier) para Barcelona en 1 9 3 2 , contemporáneo
del Regional Planning y al que siguieron la casa-bloc y la municipa
lización del suelo urbano.
La crítica ciudadana
En los años sesenta y setenta la conflictividad urbana irrumpió con
fuerza en la vida política y social de la m ayoría de los países de
Europa y América.
Los movimientos sociales de los sectores populares no eran ajenos
a las críticas y a las reivindicaciones urbanas. Las movilizaciones ciu
dadanas y de barrio tienen antecedentes en la mayoría de las ciudades
europeas y se expresaban en la lucha por la vivienda, por el precio de
los transportes, por los servicios urbanos básicos y también por pla
zas y jardines, por centros culturales y equipamientos sociales y depor
tivos. También, contra las expropiaciones, la corrupción, el autorita
rismo y la opacidad de las decisiones de la política urbana. Estos
movimientos sociales urbanos se dan aún en contextos dictatoriales,
como en la España de los años setenta, y a menudo paralizaron actua
ciones y proyectos, pudiendo negociar compromisos que satisfacían
algunas de las reivindicaciones urbanas respecto a las expulsiones,
accesos, equipamientos o transporte. Fue a partir de estas situaciones
cuando el usuario, el ciudadano, se convierte en interlocutor real para
los proyectos urbanos y arquitectónicos, dejando de ser una población
abstracta. Incluso se consiguieron negociar programas de vivienda, ser
vicios y espacios públicos para cualificar áreas marginales o muy defi
citarias, respetando la población residente.
La reivindicación y la lucha en la calle por los derechos ciudada
nos lograron que el espacio público fuera un verdadero espacio de
representación de todos los ciudadanos: «El espacio público de la
calle nunca ha sido preotorgado. Ha sido siempre el resultado de
2_
50
una demanda social, negociación y conquista. Los espacios públi Calle de un barrio cerrado
cos tienen que adaptarse a diferentes públicos... ».27 en Buenos Aires. Una calle
sin aceras, solamente para
A las reacciones de carácter social se añadieron otras de carác coches y casas.
ter cultural y político. No son solamente los herederos del m ovi
miento m oderno quienes pueden decir al ver la evolución de los
grands ensembles -conjuntos habitacionales-, los edificios singu
lares, la terciarización o la degradación de los centros, etc.:«No es
eso, no es eso». También otros profesionales e intelectuales del
urbanismo, de la arquitectura y de otras disciplinas, todos ellos uni
dos por una preocupación cultural, estética, a veces «paseísta» res
pecto a la ciudad, levantaron su voz contra los excesos del urba
nismo desarrollista y funcionalista. En unos casos prevaleció la
revalorización form al de la ciudad existente o la m itificación cultu-
ralista de la ciudad histórica. En otros, la preocupación por el
ambiente urbano, y en otros la reivindicación de un urbanismo «aus
tero» frente al despilfarro. Y sería inexacto concluir que la crítica
social no se hallaba presente en muchas de estas voces.
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51
La crítica política a este urbanismo de la zonificación y del desa-
rrollismo recogía algunas o muchas de las críticas sociales y cul
turales, que apoyadas en estos movimientos aportan un plus con
tra el autoritarismo tecnocrático o corrupto, contra el sometimiento
de las políticas públicas a grupos de intereses privados, a favor de
la transparencia y la participación ciudadana, la revalorización de la
gestión política local y la descentralización. En esta crítica política
coincidieron los movimientos sociales urbanos, las posiciones crí
ticas de carácter ideológico o cultural y las fuerzas políticas más
dem ocráticas o progresistas. Hay que decir tam bién que en no
pocos casos las direcciones políticas partidarias tardaron bastan
te en «descubrir» el potencial político de las cuestiones urbanas.
2_
52
atención es la desconfianza o el prejuicio contrario a los grandes
proyectos urbanos presente en los movimientos urbanos o ciuda
danos más críticos, que tiene muchas veces una raíz justificada en
experiencias nefastas de muchos proyectos de los años sesenta y
setenta contaminados de corrupciones, especulaciones, impactos
depredadores sobre el medio ambiente urbano, pérdida de espacios
públicos, despilfarro, proyectos fragmentados y excluyentes, etc.
En todo caso parece más positivo, en un marco democrático deba
tir los grandes proyectos y si es preciso proponer alternativas, evi
tando el fundamentalismo de que solamente l o «small is beautiful».
De todas formas los movimientos ciudadanos de los últimos treinta
años han hecho importantes contribuciones a la gestión de la ciudad y
al urbanismo de este final del siglo xx. Citemos por lo menos tres:
1. La revalorización del «lugar», del espacio público, del ambien
te urbano, de la calidad de vida, de la dialéctica barrio-ciudad, del
policentrismo de la ciudad moderna...
2. La exigencia de la democracia ciudadana, de la concertación
y de la participación en los planes y proyectos, de programas inte
grados, la gestión de proximidad y la recuperación del protagonis
mo de los gobiernos locales en la política urbana.
3. Y, como consecuencia de lo anteriormente dicho, o tal vez como
premisa, la recreación del concepto de ciudadano como sujeto de la
política urbana, quien «se hace» ciudadano interviniendo en la cons
trucción y gestión de la ciudad. El marginal se integra, el usuario pasi
vo conquista derechos, el residente modela su entorno, todos adquie
ren autoestima y dignidad aceptando y respondiendo a los desafíos
que les plantean las dinámicas y las políticas urbanas.
2
53
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PIA ZZA R O TO N D A
NAVONA
P IA Z Z A D E L L A
M INER VA
CAM PO
O E ’ FIORI
El tren s’atura embolcallat
per la boira de plom que fa am ortir
el soroll deis carrers, cláxons de ferro,
el desordre d’alguna mala música.
Un taxi em deixa a un centre impersonal.
És una ciutat lletja que m’espera amb
el desanim de una vella hetaira.
Pero comenco a rescatar alguns llocs,
cases, voreres,
els llums d’unes botigues, aquell bar.
El passeig va tornant-me a poc a poc
una veu dins la boira y una música
amb una Metra escrita per la vida.
Els carrers, com canvien a mesura
que són reconeguts peí meu record.
No hi ha cap ciutat lletja,
cap home, cap dona
tan miserables que no puguem ser
tu y jo en esta historia d’amor.
Los centros
Hay una estrategia urbana para construir un nuevo territorio que va
más allá de la ciudad m etropolitana. Un territorio que estará en
muchos casos polarizado por una gran ciudad. Pero en otros no
tanto, como la denominada terza Italia y algunas regiones france
sas y alemanas. Pero, en todos los casos, nos encontramos que
las unidades territoriales fuertes lo son por la fortaleza de su «sis
tema de ciudades». El espacio urbanizado no es ciudad. El territo
rio articulado exige ciudades, lugares con capacidad de ser cen-
tralidades integradoras y polivalentes y constituidos por tejidos
urbanos heterogéneos social y funcionalmente.
Hacer ciudad es, antes que nada, reconocer el derecho a la ciu
dad para todos. Ante los procesos disolutorios de la urbanización
periférica, la degradación de los centros heredados y la eclosión
de pseudocentralidades monofuncionales, reivindicar el valor ciu
dad es optar por un urbanismo de integración y no-exclusión que
optimice las «libertades urbanas».
¿Cuáles son los desafíos decisivos específicamente urbanos para
«hacer ciudad sobre la ciudad» y hacer efectivo el derecho a la ciudad? ◄
Página anterior
La respuesta es casi obvia: centros, tejidos urbanos y movilidad
y siempre espacios públicos. Las plazas de Roma han
Los centros: ¿Qué se puede hacer con los centros antiguos? recibido una nueva política de
recalificación por parte
¿Cómo se pueden hacer nuevos centros? de la Administración tanto
En el caso de los centros antiguos, la dialéctica infernal conges en el centro de la ciudad
como en la periferia. Se han
tión-degradación puede ser sustituida por la dialéctica conserva realizado proyectos complejos
ción-transformación. que ligan las plazas y las calles
peatonalizadas.
La congestión se debe tanto a la especialización terciaria de algu (Maurizio Marcelloni, arquitecto)
nas de las zonas como a la inadecuación de algunas de sus tramas Foto áerea de Roma.
3_
57
El mercado no hace ciudad. a las funciones presentes o a la utilización intensiva del automóvil.
En el encuentro entre
la ciudad y el espacio urbano La cuestión es que no sean ni monofuncionales (por ejemplo admi
recuperado en Puerto Madero, nistrativos) ni que se pretenda que sirvan para todo, sino que ten
una actuación sin criterios
generales que ha hecho gan algunas funciones predominantes (comercial, cultural, turística,
que entre ambas zonas etc.), incluyendo siempre la residencial. No pueden estar saturados
nos encontremos en una de actuaciones, pero han de ser fácilmente accesibles (transporte
tierra de nadie.
subterráneo, aparcam ientos estratégicos).
La degradación se reduce por medio de estrategias que combinen
apertura de algunos ejes y espacios públicos con acupuntura múltiple
en los puntos más críticos. Esta acupuntura combina normalmente,
además de los espacios públicos citados, actuaciones de renovación
de bloques de viviendas, equipamientos culturales o educativos (por
ejemplo, universitarios), promoción del com ercio, prevención de la
inseguridad, etc. Sin olvidar que no está mal mantener o aceptar algu
nas áreas marginales que son al mismo tiempo refugio y aventura.
3
58
Sólo a través de una acción permanente de transform ación se
conservarán los centros antiguos.
¿Qué es necesario conservar? ¿El conjunto de la tram a, manza
nas de casas, edificios aislados? Evidentem ente, es necesario
encontrar soluciones de com prom iso, que pueden ser diferentes
en cada caso. Pero la cuestión conceptual que hay que debatir es
la del patrim onio histórico, la de la m em oria colectiva, la monu-
mentalidad y el sentido que transmite. Y también la importancia de
que se produzca la animación urbana diurna y nocturna, en la calle
y en la plaza, pero que sean lugares de estar y no vías de paso, la
presencia de todo tipo de gente, sus encuentros y, para parte de
ellos, sus viviendas.
La historia urbana que los ciudadanos asumen depende, al menos
en parte, de las decisiones que se toman, casi siempre de manera
poco democrática sobre edificios, monumentos, toponimias, planos
y guías turísticas, etc. Y la integración de los habitantes de la aglo
meración metropolitana depende también en buena parte del uso
que pueden hacer de los centros con historia. ¿Nos hem os pre
guntado alguna vez por qué a menudo se transmite un sentido mili
tarista de la historia, por qué se mitifican ciertos estilos burgueses
o aristocráticos y se destruye la m em oria popular, por qué hay
barrios enteros que no figuran nunca en los mapas, aun en aquellos
editados por los gobiernos municipales? Por no hablar de «la invisi
bilidad» de las periferias y de los entornos metropolitanos, excepto
en los mapas para automovilistas. No se puede olvidar que en la ciu
dad m etropolitana hay «centros» en la periferia, es decir, en la
región urbana, o debe haberlos.
Los centros no son solam ente núcleos neurálgicos de la vida
urbana por su capacidad multifuncional y por producir un sentido
integrador. También son el lugar de la diferencia. Las ciudades se
diferencian, sobre todo, por su centro. Su competitividad y su potencial
integrador serán más grandes cuanto mayor sea su diferenciación
respecto de las otras ciudades.
¿Qué finalidad tienen los nuevos centros? Los nuevos centros son
necesarios para conservar los centros antiguos, para desarrollar
nuevas funciones y para estructurar la ciudad metropolitana. ¿Dónde
es necesario potenciarlos o inventarlos? Donde la ciudad se encuen
tra con su periferia y aprovechando zonas obsoletas o que la evo
lución urbana necesita reapropiarse (áreas industriales desactivadas,
3_
59
terrenos militares, antiguas estaciones o puertos, etc.). Las ciuda
des, pequeñas o medianas, de las regiones metropolitanas ofrecen
a su vez un potencial de centralidad, vieja y nueva, importante. En
am bos casos hay que apostar por su accesibilidad, por su multi-
funcionalidad y por su monumentalidad.
Las nuevas centralidades no tienen que acom pañar necesaria
mente todas las dinámicas urbanas, sino que se han de apoyar en
una fuerte acción pública para contrarrestar sus efectos perversos.
Hay que escoger, evidentemente, y esta acción pública debe apo
yarse en potencialidades objetivas de las áreas escogidas, en ope
raciones efectuadas mediante la cooperación pública y privada. El
desarrollo posterior de esta acción se deberá en gran parte al mer
cado. Pero las nuevas centralidades reequilibradoras social y territo
rialmente, polivalentes, estructurantes del territorio, abiertas a la evo
lución y a la diversidad, no se realizarán sin proyectos públicos fuertes
que marquen el lugar e impongan com prom isos a los agentes eco
nómicos.
«En el caso de los barrios cerrados del área m etropolitana se
estaría construyendo un modelo de ciudad fragm entada, de man
zanas, donde no se reconstruiría el ám bito de la sociabilidad y lo
colectivo, que sí tiene la ciudad tradicional, y [...] no solamente en
térm inos de m orfología urbana sino de tejido social [...] El riesgo
de establecer nuevas reglas de juego entre el estado y la sociedad
civil y fundamentalmente por parte del sector privado y del sector
inm obiliario, es que se reproduzca una manera de hacer ciudad,
que aísla, que segrega y genera lugares de ricos y de pobres.»28
Para no favorecer estas políticas de segregación y fragm enta
ción social y espacial, los entes públicos han de tener claro qué ciu
dad se quiere construir, hacia dónde se han de dirigir los esfuer
zos, para in corp ora r en ellos a los diferentes actores sociales,
económ icos y productivos. Las decisiones básicas e im prescindi
bles no pueden quedar en manos del mercado. El mercado solo no
hace ciudad, más bien lo contrario.
La movilidad y la visibilidad
Optim izar la movilidad de todos los ciudadanos y la accesibilidad
de cada una de las áreas de las ciudades metropolitanas es una de
las condiciones para que la ciudad dem ocrática sea real. Si existe
3
60
◄A
una tendencia a la diferenciación social horizontal, los in y los out, Programa Cento Piazze
y si la diversidad de funciones y de ofertas está distribuida desigual de recalificación de las
periferias por medio de
mente por un territorio extenso, las diferentes clases de movilidad y concursos de arquitectura
la accesibilidad de cada punto es una condición de ciudadanía. para la recalificación de áreas
de gran potencialidad social.
El derecho a la movilidad se ha de complementar con el derecho La ciudad metropolitana
a la visibilidad. no está condenada a negar
la ciudad, sino que puede
«En la ciudad hay zonas iluminadas y zonas oscuras. Un gobier multiplicarla. El reto real
no dem ocrático de la ciudad se ha de com prom eter a encender es establecer una dialéctica
algunas luces en todas las zonas oscuras», dijo con una expresión positiva entre centralidad
y movilidad, y hacer del espacio
que nos parece muy afortunada quien fuera alcalde de Barcelona, público el hilo de Ariadna que
Pasqual Maragall, en el prim er año de su mandato en 1984. nos conduce por lugares
productores de sentido.
Movilidad y accesibilidad no dependen únicamente de sistemas
de transportes adecuados a las demandas heterogéneas, aunque
se trate de una condición sine qua non. También dependen de la
diversidad y de la distribución de centralidades, de la calidad urba-
_ 3_
61
na y de las ofertas de servicios de las zonas menos atractivas, de
la existencia en ellas de algunos elementos que les proporcionan
personalidad e interés. Es decir, no se trata únicamente de que los
habitantes de las zonas oscuras se puedan mover por el conjunto
del te rrito rio m etropolitano. Se trata también «de iluminar» estas
zonas para que sean visibles y atractivas al resto de la ciudadanía.
Todos tenemos derecho a la ciudad y este derecho incluye la movili
dad y también el reconocimiento de los otros. Todos tenemos derecho
a sentirnos orgullosos del lugar donde vivimos y que los otros reco
nozcan la dignidad de nuestra zona de residencia. A todas las partes
de la ciudad m etropolitana les corresponde una cuota de centrali-
dad, de monumentalidad, de equipamientos y actividades atrayen
tes, de calidad. Lo que nos remite a los tejidos urbanos.
3
62
ción de un conjunto articulado que pueda retener la memoria y del
que cada sujeto de manera individual pueda diseñar sus m apas...30
Pero no hay casi nunca debate ciudadano sobre form as y tramas
urbanas. Algunas cuestiones que nos parecen relevantes para este
debate son:
La continuidad y la diferencia de la trama urbana. La continuidad
formal, como son la cuadrícula de los ensanches y los grandes ejes,
entre otros, son factores importantes de integración ciudadana. Por
otro lado, es conveniente que cada zona de la ciudad tenga ele
mentos diferenciales, bien com o resultado de la tram a heredada,
bien por la producción presente de morfologías específicas.
Las formas que tome el tejido urbano por medio de ejes viarios,
espacios públicos, actuaciones constructivas, lugares con alguna
dimensión de centralidad, han de tener en cuenta el com prom iso
necesario entre continuidad y diferenciación, ya que ni la integra
ción ha de confundirse con homogeneidad ni la diferenciación es
sinónimo de excepción. El territorio necesita ejes que expliciten su
continuidad e hitos que marquen los lugares.
El debate sobre homogeneidad o heterogeneidad social no puede
partir de fundamentalismos, ni de lo inevitable o de la convivencia
de áreas socialm ente homogéneas, es decir, la segregación cla
sista del territorio, ni del axioma que todos los barrios han de opti
mizar la mixtura social. Por un lado, porque la realidad de cada ciu
dad, su historia urbana, ha generado áreas m ixtas y otras más
homogéneas que no se pueden cam biar radicalm ente o a co rto
plazo. Y, en segundo lugar, porque si bien se puede orientar el mer
cado y las administraciones públicas pueden impulsar actuaciones
que introduzcan elementos de heterogeneidad social, estas políti
cas tienen sus límites. Aun así, hay un valor público que es el que
creemos que ha de tener prioridad: la heterogeneidad, la mezcla,
la presencia de colectivos sociales diferentes en cada zona de la
ciudad facilita tanto el funcionamiento urbano (ocupación, movilidad,
equipamientos, etc.) como la integración sociocultural. Esta hete
rogeneidad se consigue tanto por medio de la residencia como por
medio del uso de los espacios urbanos. Pero a menudo se hace lo
contrario, bien porque los prom otores privados imponen objetivos
lucrativos y valores clasistas y, en otros casos, las políticas públicas
con vocación «social» mantienen o crean guetos de baja calidad.
Por eso, políticas urbanas que favorezcan la mezcla, la hetero-
63
▲
En este caso, la plaza geneidad cultural, social y funcional harán de la recuperación urba
es proyectada para relacionar
y hacer la transición entre na una realidad y no un simulacro esteticista de la ciudad.
espacios de diferentes escalas «El renacimiento contem poráneo del centro hace que la hetero
y características. Por un lado,
la masa compacta del edificio geneidad sea prácticam ente imposible. No se trata solamente de
Walden 7 y por otra, matar la calle, sino de m atar la multitud, eliminar la mezcla demo
la fragmentación doméstica crática. El nuevo centro está diseñado para asegurar un perfecto
del barrio sur de Sant just
Desvern. Proyecto de Miquel continum de trabajo, consumo y recreación de la clase media, ais
Roa, arquitecto. ladas de las desagradables calles de la ciudad [...].
«Ciudades de todas las m edidas corren para aplicar y aprove
char una fórmula que reúna conjuntamente desarrollo, homogenei
dad social y percepción de seguridad.»31
La tram a urbana ha de poder adaptarse a usos diversos y favo
recer la m ultifuncionalidad. La ciudad no soporta bien la zonifica-
ción rígida. La mezcla de funciones es posible y deseable si se sabe
sacarle partido. Los edificios adm inistrativos públicos o privados
3
64
pueden generar en sus áreas de acceso y las plantas bajas cafés
y comercios, espacios culturales y de ocio. Las manzanas indus
triales pueden tener entornos ajardinados que no signifiquen ruptu
ras psicológicas y ambientales en áreas residenciales. Se pueden
multiplicar los ejemplos de mezclas positivas. Un área urbana que
permite una flexibilidad de usos es la que mejor se adapta a su evo
lución y se puede mantener correctam ente durante mucho tiempo.
Ejemplos no faltan: el Ensanche de Barcelona ideado por Cerda, las
cuadriculas latinoam ericanas com o en Buenos Aires, los barrios
para trabajadores de calidad en Viena o Am sterdam, entre otros.
La monumentalidad y la identidad de cada tejido urbano es una exi
gencia social. Cuanto más problemática o deficitaria sea una zona,
más hay que invertir en la calidad del espacio público, en su diseño,
en sus materiales y en su mobiliario. La estética form a parte de la
ética del urbanismo.
La animación y la seguridad urbana: la vitalidad del ambiente urba
no es un factor importantísimo de atracción y capacidad de integración.
La seguridad urbana depende sobre todo de la presencia de gente en
la calle, es decir, de la intensidad de usos del espacio público.
«La diversidad de usos equilibra el territorio desde el género.»32
La polivalencia del espacio público supone su adecuación al géne
ro (uso femenino), a los grupos de edad, a colectividades cultura
les o étnicas diversas.
3_
65
La participación ciudadana no es una exigencia retórica, ni una
form alidad informativa, sino un debate político y cultural en el cual
han de poder intervenir m uchos actores, residentes presentes y
futuros, usuarios de trabajo, de ocio y ocasionales o de paso. Nadie
es propietario exclusivo de ningún trozo de territorio. Ni la munici
palidad, ni el prom otor, ni los vecinos. El debate ciudadano ha de
estar orientado por objetivos políticos explícitos, es necesario hacer
em erger los valores culturales y los intereses sociales im plícitos.
Se han de presentar las propuestas técnicas y financieras, así como
los im pactos previsibles, con la máxima claridad, lo cual parece
obvio pero a menudo no se hace. Todas las personas han de tener
su oportunidad. La que exige proporcionar medios a quienes no
los tienen, por edad, género o marginación social o cultural.
Las administraciones públicas y en especial el gobierno local no
pueden renunciar a un rol regulador e impulsor de la transformación y
de la cohesión de los tejidos urbanos. Su papel no es imponer sin deba
te su imperio en aquellas funciones limitadas que tiene en exclusiva ni
seguir obstinadamente las dinámicas del mercado. Ni tampoco conde
narse a no decidirse escuchando a unos y otros sin tomar partido. El
gobierno local ha de tener un proyecto político e intelectual para la ciu
dad a partir del cual debatir las diferentes propuestas e intereses.
Los espacios públicos requieren un debate público, la participación
ciudadana, a lo largo del proceso de concepción, producción y gestión.
¿Participación de quién? La lista podría ser interminable. También
se podría sim plificar respondiendo «participación de quienes se
m anifiesten com o interesados». Algunos colectivos sociales nos
parece que requieren una atención especial y, por lo tanto, es nece
sario hacer emerger sus aspiraciones. Las mujeres, en primer lugar,
con sus demandas de accesibilidad o de iluminación, como también
respecto a su horario laboral, y tantos otros aspectos que se esca
pan a los «responsables masculinos». Los jóvenes, que no son nece
sariamente «los vecinos». La gente mayor y los niños, a los cuales
pocas veces se les pide opinión y pocos se fijan en ellos o los
defienden (posiblemente las mujeres). Las minorías étnicas, cultu
rales o sexuales que sufren algún tipo de exclusión.
Es necesario que los profesionales asuman una responsabilidad
especial en la concepción y diseño de los espacios públicos. No
son un tipo de proyecto com o otros. No es suficiente con respon
der a la demanda del «cliente», ya sea la Administración pública, un
_3_
66
organismo autónomo o una empresa privada. Es necesario hacer Espacios públicos que
reutilizan espacios otrora
todo lo que sea posible para que se expresen todos estos intere usados por las infraestructuras.
ses, para producir y difundir una cultura de espacios públicos que Recuperación por parte
de la ciudad de lugares
permita hacer propuestas y también cuestionar o com batir aquellas con historia, emblemáticos.
demandas o exigencias sociales no siem pre generosas, con los Puerto Madero, Buenos Aires.
otros o con uno mismo. Más que cualquier otro program a urbano,
un proyecto de espacio público se ha de apoyar en valores éticos,
de libertad, tolerancia y solidaridad.
J3_
67
El desafío del espacio público: la prueba
del urbanismo
La bondad del urbanismo actual se verifica en la calidad del espa
cio público. «Nosotros también tenemos derecho a la belleza», decía
una anciana de una favela de Santo André (Sao Paulo, Brasil).
Derecho a la belleza, y hasta derecho al lujo, porque no hay
nunca despilfarro cuando se da riqueza a los pobres. Por lo tanto,
antes que nada, el espacio público es un desafío y una oportunidad
para la justicia urbana. Reivindicamos la máxima calidad para el
espacio público de la cotidianeidad, pero también el acceso a los espa
cios públicos de centralidad para todos.
El espacio público es un desafío global a la política urbana: un
desafío urbanístico, político y cultural, referido a toda la ciudad.
Urbanístico: el espacio público no es el espacio residual entre lo
que se ha construido y el espacio viario. Hay que considerarlo el
elemento ordenador del urbanismo, sea cual sea la escala del pro
yecto urbano. Es el espacio público el que puede organizar un terri
torio que sea capaT3e~supoftar diversos usos y funciones y el que
tiene más capacidad de crear lugares. Ha de ser un espacio de la
continuidad y de la diferenciación, ordenador del barrio, articulador
de la ciudad, estructurador de la región urbana. Para los gobiernos
locales, el espacio público es el examen que han de aprobar para
ser considerados «constructores de ciudad».
Político: el espacio público es el espacio de expresión colectiva, de
la vida comunitaria, del encuentro y del intercambio cotidianos. Nada
queda al margen de este desafío: bloques de viviendas, centros comer
ciales, escuelas, equipamientos culturales o sociales, ejes viarios, por
no nombrar calles y galerías, plazas y parques. Todas estas realiza
ciones son susceptibles de un tratamiento urbanístico que genere espa
cios de transición, que contribuyan a crear espacios de uso colectivo.
Es una cuestión de voluntad política y de respeto al derecho a la ciu
dadanía, el sentido que se quiera dar a la cotidianeidad ciudadana.
Pero hay otra dimensión política del espacio público: aquella de
los momentos com unitarios fuertes, de afirmación o de confronta
ción, el de las grandes m anifestaciones ciudadanas o sociales. La
ciudad exige grandes plazas y avenidas, especialmente en sus áreas
centrales (y, también, en otra escala, en sus barrios), en los cuales
puedan tener lugar grandes concentraciones urbanas. Estos actos
3
~68 ~
de expresión política tienen su lugar preferente frente a los edificios
o monumentos que simbolizan el poder. En consecuencia, es esen
cialmente antidem ocrático cuando por medio de la prohibición de
acceso o del diseño urbano se impide este tipo de manifestaciones.
Al contrario: se ha de ampliar el espacio público hasta el interior de
los edificios políticos y adm inistrativos que representan o ejercen
poder sobre la gente. Como mínimo, hasta la planta baja.
Cultural: la monumentalidad del espacio público expresa y cum
ple diversas funciones; referente urbanístico, manifestaciones de la
historia y de la voluntad del poder, símbolo de identidad colectiva...
Es uno de los mejores indicadores de los valores urbanos predomi
nantes. ¿Por qué se nos imponen grandes edificios públicos como
fortalezas religiosas o políticas? Son inaccesibles al público a pesar
de su supuesto papel representativo com o los palacios y algunos
parques. ¿Por qué las avenidas más populares se coronan con monu
mentos o son bautizadas con nombres que glorifican gestas milita
res nada populares? ¿Por qué se ornamentan y se cualifican como
culturalmente válidas ciertas zonas de la ciudad y no otras abando
nadas o desvalorizadas? ¿Por qué se sacrifican avenidas y bulevares
al automóvil y espacios colectivos animados o abiertos a los par
ques temáticos excluyentes? ¿Por qué se menosprecia el valor cul
tural de los edificios y tramas que representan la historia industrial
y obrera, por no hablar de los fragmentos rurales y agrícolas?
La gestión dem ocrática de la ciudad consiste precisamente en
socializar la centralidad de calidad y «monumentalizar las periferias»
descalificadas. — -___
La dimensión cultural del espacio público no se limita a la monu
mentalidad y a los espacios no construidos, sino al conjunto de los
edificios, equipamientos e infraestructuras de la ciudad. Las formas
siempre transmiten valores, la estética es también una ética. Menos
preciar el espacio público, su calidad, su belleza, su adecuación a
los gustos y las aspiraciones de los diferentes sectores de pobla
ción más allá de su función específica, es simplemente dejar de lado
la gente y contribuir a los procesos de exclusión. Nada justifica que
no haya una preocupación y un debate públicos sobre el diseño, el
color, los materiales, etc., de grandes edificios públicos, de esta
ciones o autovías urbanas, de hospitales, etc.
¿Quién determina el espacio público? ¿Cómo se produce y cómo
se evalúa el espacio público?
El espacio público es antes que nada una determinación político-
jurídica, pero tam bién un producto de uso social. Es decir, hay
«espacios públicos» inaccesibles o prohibidos y otros, que no son
jurídicam ente públicos, de uso colectivo intenso. Parecería razo
nable plantearse cómo se pueden socializar los primeros y convertir
en públicos los segundos.
La agorafobia urbana identifica vialidad con espacio público y
seguridad con privatización. Y a menudo los poderes públicos con
tribuyen cerrando y especializando los lugares públicos frente a
demandas de signo opuesto. Por ejemplo cerrando con rejas las
plazas para im pedir reuniones de jóvenes o de ciertas minorías,
expulsándolos del espacio público. Los casos de racismo que exclu
yen a minorías étnicas de espacios y equipamientos públicos son,
desgraciadamente, demasiado frecuentes.
«El crecimiento de la ciudad privada en donde la desorganización
de las antiguas calles y ciudades es reem plazada por un tipo de
experiencia urbana mesurada, controlada y organizada que está ínti
mamente relacionada con una fusión de consumo, entretenimiento
y cultura de masas. Estos desarrollos casi urbanos intentan proveer
de toda la energía, la variedad, estimulación visual y oportunidades
de cultura de las cosas reales, pero al mismo tiem po dejan fuera
los problem as que acompañan la vida urbana, la pobreza y el cri
men. De esta manera los inversores acaban con las m ezclas de
diferentes clases de gente...»33
3_
70
quedado m onopolizadas por la circulación en avenidas, paseos,
bulevares, jardines, terrazas, etc.
- Mejora mediante ajardinados, m obiliario urbano, iluminación,
equipamientos socioculturales, actuaciones sobre los entornos, etc.,
de calles y plazas de los barrios de bajo nivel de urbanización, a
menudo antiguas periferias, que se convierten en verdaderos espa
cios públicos de uso colectivo y que proporcionan calidad de ciu
dad a estos barrios.
La reconversión: nos referim os a la conversión en espacios y
equipamientos públicos de áreas que hasta ahora han sido infraes
tructuras de comunicaciones (puertos, estaciones), industrias desac
tivadas, cuarteles, etc., que por sus condiciones m ateriales o de
localización se pueden considerar obsoletas o de usos alternativos
más positivos para la ciudad, lo cual supone una negociación polí
tica con agentes públicos o privados. Es necesario tener en cuen
ta que los agentes públicos a veces actúan con una escasa visión
del interés público ciudadano, pudiendo com binar la arrogancia
administrativa con el afán especulativo. La exigencia de reversión
a la ciudad, sin otros costos que el desmantelamiento y traslado,
parece una demanda lógica de los gobiernos locales, sobre todo
cuando los interlocutores son entes públicos.
La producción de espacios públicos ex novo no solamente ha de
formar parte principal de toda operación de desarrollo urbano, sino
que ha de ser, como ya hemos dicho, el elemento ordenador, tanto
por lo que respecta a la articulación con el resto de la ciudad m etro
politana como por lo que respecta a la ordenación interna. Pero hay
otras oportunidades de producir espacio público como las siguien
tes:
- La consideración como espacios públicos, y no como espacios
vacíos, de los espacios naturales (forestales, frentes de agua, reser
vas ecológicas), o agrícolas en regiones urbanas para definir usos
compatibles con su sostenibilidad.
- La utilización de áreas vacantes para entretejer la trama urbana
periférica mediante parques equipados y accesibles, nudos de comu
nicaciones con vocación de atraer elementos de centralidad, etc.
- La utilización de las nuevas infraestructuras de com unicacio
nes, como los anillos de circunvalación y los intercambiadores, para
generar espacios públicos y «suturar» barrios en lugar de fra g
mentarlos.
71
- La apertura de nuevos ejes en la ciudad construidos para dotar
la de más monumentalidad, desarrollar y articular sus centralidades
y generar espacios públicos o sea lugares fuertes.
- La consideración como espacios públicos de calidad de infraes
tructuras y equipamientos «especializados» como estaciones, aero
puertos, centros com erciales o conjuntos de oficinas.
_ 3_
72
◄
Un parque tropical
en las antiguas naves del
ferrocarril en la estación
de Atocha, Madrid. Un lugar
para el reposo del ruido
de la gran ciudad.
3
73
diversidad de actores con finalidades más específicas e inmedia
tas. En consecuencia, el program a de espacios públicos ha de ser
muy fuerte desde su inicio y ser defendido a lo largo de todo el pro
ceso de desarrollo del program a. Por una parte, los condicionan
tes constructivos o de circulación a menudo discutibles y sectoria
les van reduciendo o desvalorizando los espacios públicos. Y por
otra, es necesario insertar los programas de espacios públicos en
los grandes proyectos urbanos, porque contribuyen, o así habría
de ser, a su calidad, multifuncionalidad y capacidad de evolución.
- La sostenibilidad y el uso social futuro de los espacios públi
cos son dos cuestiones que se han de plantear desde su concep
ción, lo cual implica tener en cuenta sectores profesionales, cultu
rales y sociales, pero esto se hace pocas veces.
Todas estas cuestiones justifican el debate ciudadano y la auto
nomía intelectual, como hemos explicado anteriormente.
dad, hacer centros sobre los centros, crear las nuevas centralida La reestructuración
de las calles del núcleo
des y ejes articuladores que den la continuidad física y simbólica, histórico de Girona: un diseño
estableciendo buenos com prom isos entre el tejido histórico y el que muestra persuasión
e inteligencia, no impide el paso
nuevo, favoreciendo la mezcla social y funcional en todas las áreas. del coche pero lo invita
Por eso y sin que sea posible dar recetas mágicas, válidas para a no adentrarse en el centro
si no es imprescindible.
cualquier lugar y cualquier tiem po, conviene tener en cuenta algu Domesticando y pacificando
nos criterios que casi siempre resultan eficaces como son: el tráfico.
_3_
75
1. No hacer jamás un proyecto para resolver un problema, sino
para resolver dos, tres, varios problemas a la vez. Por ejemplo, una
ronda o vía perimetral sirve para la circulación individual y colectiva,
recalifica las periferias urbanas, genera centralidades en su entor
no, soporta equipamientos y espacios públicos, posee valor cultu
ral... o es así com o habría de ser.
2. Diseñar prim ero el espacio público y articular ejes de conti
nuidad física y simbólica entre los nuevos proyectos y la ciudad exis
tente. Por ejemplo la Défense no sería parte de París si no estuvie
se en el eje Louvre y Champs Elysées y no culminara en el Grand
Arche. No pasa lo mismo con la Grande Bibliothéque, ya que los gran
des proyectos de arquitectura urbana si no resuelven bien su relación
con los entornos no pueden considerarse exitosos.
3. Vivienda, siempre vivienda. Las áreas urbanas sin vivienda no
son ciudad, expresan la alienación urbana. Es necesario mantener
la vivienda en las áreas centrales e incorporar com o mínimo entre
un 30 y un 50% de viviendas en todos los grandes proyectos urba
nos aunque se presenten como áreas de nueva centralidad, parque
empresarial, de servicios, etc. Las operaciones de viviendas han de
evitar la homogeneidad social. Los proyectos de viviendas de voca
ción social únicamente para estam entos sociales bajos son antiso
ciales. La mezcla social supone más ocupación, más equipamiento,
más integración en la ciudad y más visibilidad del lugar.
4. Actuar en los márgenes por su capacidad de sutura, en los anti
guos barrios populares por su historia, en los ejes circulatorios por
su posición estratégica, en las áreas obsoletas recuperables, ya sean
industriales, militares, ferroviarias, portuarias, etc., sobre la base de
«grandes proyectos urbanos» que formen parte de una estrategia o
de un Proyecto de Ciudad coherente y deseable, compartido por con
senso social y cooperación público-privada. Los proyectos urbanos
estratégicos deben definir un área de intervención mucho mayor que
lo que requiera el proyecto inicial que sirva de arranque.
5. Respetar la historia, la trama existente, la tradición cultural del
urbanismo de cada lugar. Por ejemplo en ciudades con una cuadrí
cula potente, como Buenos Aires, no se puede impunemente desa
rrollar proyectos basados en enormes torres aisladas rodeadas de
estacionamientos y enrejadas. Otras ciudades han de jugar con sus
elementos físicos, como Río de Janeiro con el aterro y los m orros,
o con sus elementos socioculturales, com o Sao Paulo y la compo-
3
76
sición «étnica» de los barrios. En otras ciudades posiblemente sea
necesario inventar la historia en el presente debido a su desarrollo
acelerado y deformado, com o pasa en Bogotá, pero siempre hay
elementos positivos que ayudan com o la sierra sobre la que se
apoya la ciudad, las «carreras», las zonas de baja densidad que
pueden generar espacios públicos, la excelente tradición arquitec
tónica, entre otros.
6. El sector público ha de ser prom otor, no sim plem ente con
trolador, regulador y operador subsidiario. No hay grandes pro
yectos urbanos, de reconversión o ex novo, sin un programa públi
co potente que abra paso, que impulse operaciones ancla y que
establezca certidum bres y condiciones para los agentes privados.
El mercado solo no hace la ciudad, la destruye prim ero y después
se destruye a sí mismo, genera monopolios y rentas de privilegio,
es decir elementos rígidos y paralizadores. El sector público, por
otro lado, puede desarropar la ciudad utilizando el m ercado, pero
no siguiéndolo de manera sumisa.
7. Hacer ciudad es hacer comercio y hacer cultura, términos his
tórica y etimológicamente vinculados. Es decir, la ciudad es el lugar
de los intercambios y de las identidades. La calidad del espacio público
es el valor esencial de la ciudad, entonces en él se expresan, en el
sentido más amplio y ambicioso, comercio y cultura.
Como ya hemos dicho, afirmamos que el lujo del espacio público
no es lujo sino que es inversión económica y justicia social.
3
77
El espacio público
es la ciudad, es la calle
«A travesar la c a lle para
de casa.»
Cesare Pavese
4
4
81
4
82
Es decir, funciones que se sitúan en dos escalas diferentes.
«Comprender las diferentes lógicas urbanas para la creación de
tejidos compatibles con las disposiciones corrientes de las ciuda
des, y con lo que sabemos de la práctica, que se pueden relacio
nar [...] es decir, susceptibles de acoger las form as arquitectóni
cas heredadas del movimiento moderno [...] también aquellas que
no entran en lo que consideramos cultura arquitectónica.»34
La recuperación de la cultura del espacio público es hoy una respuesta
no solamente a los déficit de espacio y equipamientos de uso colectivo,
sino también a la concepción «especializada» del espacio público. Esta
concepción ha sido reforzada en los últimos años por un «urbanismo de
productos», que ha reducido el concepto de proyecto urbano, que
ha de ser el que defina las condiciones de la edificación, al proyecto arqui
tectónico. La arquitectura urbana puede ser muy interesante pero no es
lo mismo que el urbanismo y el proyecto urbano. El urbanismo de pro
ductos, vinculado a estrategias de competitividad y a una cierta sumisión
a la iniciativa privada, a menudo contribuye a la fragmentación y a la segre
gación urbana. Pudiendo convertirse en un facto r de construcción
de una lógica de ciudad que partiendo de la fragmentación sea capaz
de reducirla, en lugar de acentuarla como generalmente sucede.35
Esta tendencia al urbanismo de productos tiende a reducir el ries
go, tanto el riesgo de la inversión como el riesgo del encuentro con
el otro, el riesgo de la diferencia y la heterogeneidad.
«Desde la moda de una cultura urbanística débil o pobre las ciu
dades del cambio de siglo, incluyendo las más recientes inversio
nes en la construcción de edificios para centros comerciales subur
banos y parques tem áticos, downtown festival m arket y espacios
temáticos, se puede identificar una continua búsqueda de entrete
nimiento de masas sin riesgo, que minimice el contacto entre ricos
y pobres, entre blancos y negros, a la vez que maximiza los bene
ficios financieros de los prom otores. ◄
«De acuerdo con Herbet Muschamp,36 esta clase de negocios urba Cerda diseñó la Barcelona
nos busca reinscribir la seguridad de los valores de la clase media en el moderna del Ensanche,
ordenando la ciudad alrededor
centro urbano. Un cierto híbrido, una ética urbana-suburbana que fusio de los espacios públicos.
ne la seguridad del suburbio y la estandarización con la congestión urba Podemos afirmar
que la tradición urbanística
na, ofreciendo a la clase media un agradable espacio público donde la que hemos heredado hace
gente pueda disfrutar sin tener miedo. Pero esta clase de negocios urba del espacio público un elemento
que se identifica con la forma
nos fuerza a la ciudad a convertirse en una fortaleza invisible donde ricos de la ciudad y está presente
y pobres continúan polarizados pero la distancia es menos obvia».37 en toda ella.
* 8?
▲►
Estrasburgo. La primera y la Existe otra concepción de la ciudad que asume y aprueba el
segunda línea de tranvías
conectan equipamientos caos m etropolitano y de la ciudad sin lugar. Así la ciudad «genéri
y barrios. Para facilitar esta ca» fabrica piezas dispersas en el territorio, exalta la anomia y pre
conexión se unifican diferentes
proyectos, algunos que hacen supone que del caos saldrá el mejor orden posible. Se trata de un
más cómodo el acceso a los pensamiento urbanístico funcional para los negocios privados, los
tranvías, otros para solucionar
la compatibilidad del sistema
políticos con prisas y los arquitectos gestuales.
de tranvías con la red existente. «La ciudad genérica es la ciudad liberada de la esclavitud del centro,
El objetivo es crear una cadena de la camisa de fuerza de la identidad. Tiene el sentido de hoy y surge
de espacios públicos y no una
sucesión de actuaciones de las reflexiones de las necesidades de hoy. Es la ciudad sin historia.
puntuales. La serenidad de la ciudad genérica se cumple a través de la eva
cuación de la esfera pública [...] En las program aciones urbanas
ahora encontram os sólo lugar para los m ovim ientos necesarios,
esencialmente aquellos del automóvil...
Su principal atractivo es la anomia.
«La calle ha m uerto...»38
La ciudad del espacio público pretende construir tejidos urbanos
con vocación igualitaria y abierta, con elementos referenciales pro
ductores de sentido, con diversidad de centralidades y con capa-
_ 4_
84
: HOlít
La calle
La calle es hoy objeto de un recuerdo romántico al considerarlo un
anacronismo. Se admite con demasiada facilidad su inevitable susti
tución por vías más o menos rápidas y por edificios altos y aislados.
0 bien, es objeto de una sobreprotección y se la segrega de la circu
lación mecánica, se convierte en paseo acotado y así a la vez pierde
su rol de lugar de paso, de trayecto, de elemento de continuidad y de
relación entre las piezas urbanas; deviene un producto, uno más.39
A m ediados del siglo xix cuando lldefons Cerda, proyectó el
Ensanche de Barcelona, no olvidó señalar su preocupación por la
complejidad de la calle, que se tiene que considerar en una dimensión
_4 _
85
que vaya mucho más allá de su componente circulatorio:«... por qué
medios la calle, sin dejar de ser vía pública urbana, sin perjuicio de los
servicios que como tal debe prestar, puede y debe atender a otros que
de ella exigen, los vecinos por un lado y los transeúntes por otro, res
pondiendo a la vez a las exigencias de la locomoción y al organismo
social y urbano [...] la calle sin perder su carácter de "carretera” , está
más principal e inmediatamente destinada a prestar, y realmente pres
ta una serie interminable de servicios a cual más importante al vecinda
rio estante [...] En cuanto a la amplitud del conjunto de fajas y zonas des
tinadas al movimiento pedestre, después de meditar muy detenidamente
sobre esta cuestión, resulta que por ningún concepto debe ser menor
86
◄▲
de la concedida al movimiento ecuestre y rodado... Esas superficies que Nantes. Con la introducción
del tranvía se ha buscado
en cada encrucijada quedan vacías y al parecer sin objeto, después de reencontrar el equilibrio entre
dejar plenamente atendidas las exigencias de circulación, ofrecen a los los diferentes medio de
transporte y comunicar
vendedores callejeros de comestibles y otros artículos de uso común y nuevamente los dos sectores
frecuente, puestos a propósito para atender su útilísima industria...».40 del barrio antiguo.
Separar sí, pero esto no significa segregar. En la ciudad, para El espacio público reservado
para automóviles y autobuses
hacer ciudad, no conviene aislar las calles. Puede haber áreas y calles se han visto reducidos y el
peatonales pero teniendo cuidado para no contribuir a la marginali- tranvía comparte sin conflictos
el espacio público reservado
dad o al «museísmo» urbano, las calles tienen que ser accesibles tam para peatones. El resultado
bién para los vehículos, aunque tampoco se han de considerar que es. un espacio de calidad que ha
reequilibrado los usos y permite
todas las vías anchas han de servir para atravesar la ciudad. Por ejem la convivencia de diferentes
plo, para citar casos lo suficientemente conocidos de Barcelona, la medios de transporte. El tranvía
Gran Via tiene que servir para atravesar la ciudad pero La Rambla no es introducido como agente
activo en la regeneración de los
y la Diagonal a medias, es decir, con limitaciones para el automóvil, espacios públicos de la ciudad.
lo que justifica el tranvía. Ahora bien, las calles han de encontrar for
mas no rígidas de separación de las funciones como pueden ser los
escalones, el mobiliario urbano, las hileras de árboles... Las vías segre
gadas, como las rondas en Barcelona, el bulevar periférico en París
)
J
4
1 7
o las autopistas en Nueva York, no sólo tienen que ser la excepción
sino que es necesario hacerlas lo más urbanas posible, es decir, inte
gradas funcionalmente y también por el diseño que ha de favorecer
T ► su inserción en el tejido urbano.
Saint Denis, Bobigny. Después Un adecuado tratam iento de las calles y vías urbanas supone
de cincuenta y cuatro años de
ausencia el tranvía vuelve a tener criterios para distinguir y tratar de form a diferente calles ordi
recorrer la periferia parisina. narias, pasajes, calle mayor o rambla, bulevares o avenidas, auto
El bajo costo de su
construcción y sus cualidades vías urbanas o autopistas... Siempre, aunque es necesario garan
en el momento de relacionar tizar su uso polivalente tanto como espacio público y su accesibilidad,
diferentes barrios y sectores
hasta ahora olvidados y com o la articulación con la red viaria de la ciudad. Lo cual también
desagregados, lo hacen un es válido para las plazas, los entornos o espacios de transición vin
sistema de transporte excelente culados a grandes equipamientos y parques urbanos. Es necesario con
en una zona urbana tan densa.
El tranvía demuestra que una siderar el potencial urbanístico generador de espacios públicos y de
infraestructura de transporte transición de escuelas y equipamientos culturales, hospitales, conjun
público puede resultar un medio
eficaz de poner en valor un to de oficinas o industrias, estaciones, puertos y aeropuertos, como ya
medio urbano. Aquí ha servido se ha expresado anteriormente. Las infraestructuras generalmente han
para crear el primer gran
bulevar de la periferia de París. sido consideradas como agresiones inevitables al espacio público ciu
dadano o no han estado tratadas para otros usos que el específico de
_4 _
88
su función: redes de servicios (energía, agua, teléfono, etc.), infraestruc
turas y sistemas de transporte colectivo (desde las estaciones hasta las
paradas de autobús). Es interesante observar hoy en día el tratamiento y
reconversión de áreas ferroviarias, puertos, canales y viaductos, cuarte
les, industrias obsoletas, y otras áreas (véase la segunda parte del libro).
Obviamente también a los accidentes topográficos es necesario verlos
como oportunidades y no como un obstáculo o una incomodidad para el
desarrollo de la ciudad y de la calidad de vida.
La cultura del espacio público nos lleva a considerar que todos
los elementos que conforman el espacio físico urbano se pueden y
se deben tratar con un uso polivalente y positivo, sacando ventajas
y rendimientos en beneficio del espacio público.
4
90
espacio público nuevo o animar el que existe... o todo lo contrario, pue
den vaciarlo, introducir rupturas o soluciones de continuidad a la red
urbana que debiliten el sistema de espacios públicos. Lo mismo se
puede decir de operaciones homogéneas de vivienda, que a menudo
suman tres impactos negativos: homogenización social, segregación
urbana y debilidad del espacio público. Otro «producto urbano» poco
citado son los parques de oficinas, empresariales o de centros admi
nistrativos que a pesar de las posibilidades que podrían ofrecer, lo que
sucede con más asiduidad es que niegan el espacio público ciudada
no. Son necesarias normativas que introduzcan viviendas en estas ope
raciones, que reserven las plantas bajas para bares y restaurantes,
comercios, equipamientos culturales. Una perversión reciente del urba
nismo es la introducción de edificios altos y aislados en tramas equili
bradas, como la cuadrícula, en nombre de la creación de espacio públi
co cuando se trata de aparcamientos o de espacios exclusivos, a veces
enrejados, que introducen rupturas en el espacio público preexistente.
Por no hablar de los famosos parques temáticos, discutibles en ámbi
tos metropolitanos, y aberrantes en áreas urbanas densas.
Una consideración especial merecen finalmente los espacios de
transición, es decir, aquellos que se sitúan entre privados y públi
cos, o los generados por el impacto o el vacío de un equipamiento
o una infraestructura sobre su entorno, o espacios residuales pro
ducidos por las formas del desarrollo urbano. Si vemos estos espa
cios como oportunidad nos darem os cuenta de que en la ciudad
actual las posibilidades de crear espacios públicos calificados son
inmensas. Bien como espacios públicos permanentes, bien com o
oportunidad para el urbanismo «efímero».
A_
92
ve rota por la aparición de los espacios públicos privatizados con
el derecho a la admisión y permanencia...»44
_4_
93
moverse al tiem po que los hombres se instalan en él y lo disfrutan:
«Partiendo de la observación realizada en el terreno, hemos podi
do identificar las siguientes características y efectos en el uso de
los espacios públicos -p o r parte de los habitantes- vinculados a la
buena calidad física-espacial de los mismos:
»Mayor diversidad: los espacios de mayor calidad acogen a usua
rios de diferentes sexos y edades, personas solas, en pareja o en
grupos; que intercalan y desarrollan actividades diversas, dinámicas
y pasivas -juegos y deportes, conversación, paseo y descanso.
«Incremento del tiem po de uso: los espacios de m ejor calidad
permiten una ocupación tanto diurna como nocturna más frecuen
te por parte de diferentes tipos y usuarios. Lo que quiere decir rela
ción directa con el grado de seguridad que presentan los espacios.
«Circulación intensiva: los espacios que constituyen bordes vita
les, presentan circulaciones cruzadas y en diferentes direcciones,
lo cual se refleja en su ocupación intensiva, tanto en su área cen
tral como en los bordes y periferias».
Se hace entonces necesario potenciar el uso del espacio público
por parte de las minorías sin obstrucciones culturales, discriminato
rias o excluyentes. Realizar políticas urbanas inclusivas que favorez
can el uso del espacio público por parte de las mujeres, ya que exis
te muchas veces una especie de control tácito masculino sobre los
espacios de carácter social transitorio, entre lo público y lo privado
alejando de ellos a las mujeres. Así la amenaza del dominio sexual
masculino a través de provocaciones verbales y la posibilidad de un
desencadenamiento de la violencia es determinante en la relación de
las mujeres con el espacio público.46 Para paliar en alguna medida
estos efectos negativos sobre el derecho al uso de la ciudad se crean
espacios públicos femeninos para fomentar el encuentro (como cen
tros de atención, bibliotecas de mujeres, etc.). Espacios que son una
ayuda, pero que constatan la dificultad de la mujer a la hora de ejer
cer en la calle los mismos derechos que los hombres.
_4_
94
injusta, porque dualiza y excluye, porque expresa un urbanismo que no
solamente no añade un plus de solidaridad, sino que agrava la desgracia
de muchos, porque no contribuye a la redistribución social. Si en Amé
rica, y más recientemente en Europa, se generaliza esta caricatura del
movimiento moderno de shopping centers, de zonas residenciales pro
tegidas por policías privados, de grandes equipamientos concebidos
como fortalezas, es porque la segmentación urbana es funcional. La
agorafobia urbana, el tem or al espacio público, se com bate con el
automóvil y con el hábitat protegido por las «fuerzas del orden».
Esta opción no es monopolio de clases altas ni medias. Los sec
tores pobres también necesitan protegerse y generar su autodefen
sa, sus propios «policías», muchas veces lo son las mismas orga
nizaciones armadas que fuera de su zona son bandas delincuentes
o que dentro de ella gestionan actividades consideradas ilegales.
Esta com partim entación es potencialm ente explosiva pero no se
considera hoy en sí misma fuente de inseguridad urbana cotidiana.
En Río o en Estambul el ejército separa una zona de otra. Y dentro
de ellas actúan las «policías» propias de cada una (más privadas
que públicas). Ciudades tan distantes com o Los Ángeles y Kigali
(Ruanda) son la prueba de las explosiones de violencia que generan
las ciudades guetizadas o tribalizadas. En Río o en Bogotá, en París
o en Nueva York, en Barcelona o en Marsella, la violencia que se
vive en los barrios marginales no preocupa ni a los medios ni a las
instituciones ni a la llamada opinión pública. Lo que preocupa es la
delincuencia urbana, sean robos o agresiones a ciudadanos
«comme iI faut», sean enfrentamientos con la policía o alteraciones
del orden público. La violencia urbana nace com o reflejo de diver
sos problemas sociales y se hace más visible en el contacto entre
los ciudadanos y los «otros». Es entonces una expresión de con
flicto social. Siempre es una expresión de anomia y revuelta.
La violencia urbana puede ser leída como ambivalente. Un aten
tado al derecho a la s e g u rid a iy u n indicador dem ocrático, o mejor
dicho nos indica que hay un déficit dem ocrático.48
No es preciso enfatizar algo tan comúnmente admitido: el dere
cho a la seguridad es un derecho dem ocrático fundam ental. Las
instituciones políticas, las administraciones públicas, la justicia y la
policía deben garantizarlo, por lo tanto prevenir o reprim ir las con
ductas que amenacen o conculquen este derecho. Quienes más
necesitan de la protección pública del derecho a la seguridad son
los sectores más débiles o vulnerables de la sociedad. El derecho
a la seguridad es, sobre todo, un derecho a la justicia que deman
dan los sectores populares. Aunque la justicia está cada vez más
ausente de sus territorios y más inaccesible cuando la precisan.
Sin embargo las políticas de seguridad ciudadana, por una parte,
sólo muy parcialm ente protegen este derecho y, por otra, tienen
también efectos perversos. Queremos únicamente resaltar por lo
menos tres déficit:
Su carácter clasista y racista. Se «criminalizan» grupos y territo
rios como peligrosos y sospechosos colectivamente. Como decían
en un program a de televisión francesa (Sagacités) jóvenes magre-
bíes desocupados, una vez superado el inconveniente del apellido
y del aspecto físico, muchas veces el obstáculo insuperable para
encontrar empleo era dar la dirección del barrio en el que vivían. En
ciertas ciudades es suficiente ser joven «étnico» y «periférico» para
ser considerado predelincuente por las «fuerzas del orden».
La mitificación de las políticas represivas sobre todo «made in USA».
A pesar de que los estudios recientes, incluso comparando únicamente
ciudades norteamericanas que practican políticas distintas, se demues
tra que las políticas tipo «tolerancia cero» criminalizan colectivos socia
les y étnicos y no siempre reducen la inseguridad urbana, o por lo
menos, no más que políticas sociales y culturales preventivas. La com
paración entre la Barcelona de los ochenta y el Londres conservador
demuestra, por otra parte, la mucha mayor eficacia de las políticas pre
ventivas (en Londres durante el gobierno Thatcher la delincuencia urba
na aumentó en un 50%, en Barcelona se redujo en el mismo porcentaje).
La incomprensión de las dimensiones específicamente urbanas
de la inseguridad. Cuando, por ejemplo, se combina un espacio peri
férico desestructurado, sin espacio público ni equipamientos de cali
dad, donde los jóvenes no trabajan ni estudian de día, ni saben
dónde ir de noche, si a ello se añade la presencia percibida como
provocadora de la policía, ¿qué se puede esperar?
La inseguridad urbana puede considerarse también como una señal
de alerta social. Expresa la contradicción entre una socialización rela
tiva pero considerable del espacio urbano (usable por la gran mayoría
de la población) y la exclusión o poca integración económica y cultu
ral de numerosos colectivos sociales que ocupan la ciudad pero no pue
den usar sus ofertas (mayoritariamente comerciales) ni tienen a su alcan
ce las libertades potenciales que de hecho son negadas a muchos.
4
96
por ello, a riesgo de parecer provocador, creem os que hay que
considerar la violencia urbana también en su dimensión de indicador
democrático, en la medida que nos envía un conjunto de señales sobre
colectivos sociales que pugnan por sobrevivir, por ser reconocidos
aunque lo expresen agresivamente, que no aceptan su exclusión.
_4_
97
Este urbanismo finalmente reproduce y amplía, aunque sea incons
cientemente, las consecuencias del urbanismo militar de hace unas
décadas, cuando defendía la utilidad de los polígonos de vivienda, ais
lados, como zonas de reclusión y control de las «clases peligrosas».49
Los sectores populares son precisamente peligrosos porque se les
aísla, porque se les recluye en territorios sin lugares, es decir, caren
tes de atributos y significados, porque no pueden sentirse orgullosos
de su casa y de su barrio, porque no es posible en este marco cons
truir su doble identidad de ciudadanos: de su barrio y de su ciudad.
Si predomina la dinámica de ciudad difusa y fragm entada inclu
so las actuaciones bien intencionadas destinadas a socializar o cua
lificar los espacios urbanos pueden, a corto plazo, tener efectos
perversos. Por ejemplo grandes espacios públicos accesibles que
son rechazados por clases medias víctimas de la agorafobia urba
na y/o utilizados agresivamente por sectores que se sienten exclui
dos. O grandes equipamientos culturales sin espacios de transición
con el entorno que en vez de cualificar éste aparecen como forta
lezas ostentosas e irritantes para sectores poco integrados.
_4 _
98
La intensidad de su uso por su entorno com ercial y residencial,
por sus equipamientos o por ser contiguos o de paso con relación
a puntos intermodales de transporte.
La calidad form al, la m onum entalidad, el uso de m ateriales
nobles, el prestigio social atribuido a la obra.
La ordenación de espacios de transición entre las áreas com er
ciales y residenciales form ales, entre los equipamientos culturales
y sociales y las zonas «conflictivas».
La participación de la comunidad, vecinos y usuarios en la ges
tión de los espacios y equipamientos, y en la realización de activi
dades en estos espacios y equipamientos.
La oferta específica dirigida a grupos en situación de riesgo que
puede referirse tanto a la oferta educativa o cultural (por ejemplo
escuela de circo para jóvenes predelincuentes) com o a espacios
disponibles para iniciativas propias (música, deportes) o escuelas-
talleres vinculadas a posibles demandas del entorno (que pueden
com pletarse con m icroem presas o asociaciones que aseguren
luego la gestión de servicios y por lo tanto generen empleo).50
El urbanismo no puede renunciar a contribuir a hacer efectivo el
derecho a la seguridad en la ciudad, es decir, en el espacio público,
el derecho a los espacios públicos protectores. Pero para todos.
Sin exclusiones.
4
99
(?)
E s p á d P d ^ fM W d M a m a
«Todos tienen el d erech o a disponer
o a c c e d e r fá c ilm e n te a un á re a con
elem en to s de c e n tra lid a d , a vivir en
un b a rrio bien visto y bien co n sid erad o
por el resto de los ciu d ad an o s, a p o der
in v ita r a co m er en su casa sin te n e r que
a v e rg o n za rs e de n ada.»
( C o l o q u i o d e C a r r o s - F r a n c i a , d e las
in te rv e n c io n e s de Roland C a s tro
y J o rd i B o r j a . )
5
5
103
Espacio público igual a espacio menos determinar su identidad diferenciada del resto, como era,
de la memoria, del aprendizaje
y de la convivencia. Fossar por ejemplo, la distinción campo-ciudad. Se superponen realidades
de la Pedrera, Barcelona. diferentes: la ciudad histórica con sus centros y sus barrios, a veces
8 antiguos municipios; la ciudad administrativa o el municipio actual;
0
la aglomeración o continuo urbano, a menudo estructurada por la
1
red de metro; la com arca, que por razones históricas, geográfi
cas y administrativas mantiene una cierta vigencia; el área m etro
politana que puede ir más allá de la continuidad territorial; la re
gión m etropolitana con multiplicidad de centros o polaridades,
hoy en día de geometría variable, y en general no del todo articu
lada ni funcional ni institucionalmente, por ejemplo en lo que respecta
al transporte colectivo y al planeamiento territorial; y finalmente
los entes intermedios -provincias, departam entos o condados
para referirnos a la terminología europea- que aunque en bastan
tes casos han tenido orígenes arbitrarios, han consolidado una ar-
5
104
ticulación institucional del territorio plurimunicipal y es una opción
razonable para la organización de la región urbana, macrometro-
politana o metápolis52. En este tipo de ámbitos, como Barcelona
(ciudad, área metropolitana, región y provincia) tam poco es senci
llo determinar la naturaleza de las «otras ciudades»: los antiguos
municipios-suburbios que adquieren calidad urbana y elementos
de centralidad; ciudades alejadas de la influencia de la capital
hasta un período reciente pueden mantener hoy una relación coti
diana: y, en medio, las denominadas «ciudades maduras» de la re
gión metropolitana que combinan elementos de centralidad propia
mientras que es una parte relativamente cualificada del sistema
urbano barcelonés. Afortunadamente la dinámica policéntrica es
fuerte, lo cual permite a la vez un uso social del territorio más justo
y más racional.
Aún podríamos ampliar esta realidad compleja si considerára
mos las ciudades y las regiones metropolitanas en el ámbito euro
peo. La m acro-región estratégica, conjunto articulado de ciudades
que configuran más una red que un sistema estricto, que configura un
territorio construido por proyectos estratégicos. O las regiones ur
banas transfronterizas y los grandes ejes articulados por ciudades
y grandes infraestructuras, com o el arco atlántico o el Rin-Ró-
dano.
¿De dónde es ciudadano el «urbanita» actual? En este magma
de elementos territoriales, funcionales, históricos, a menudo unos
son relativamente estables, y otros se hacen y rehacen continua
mente; en esta mezcla de gran ciudad y de región urbana, de ba
rrios-refugio de la identidad y de ciudades pequeñas y medianas
que radicalizan su afirmación «para no disolverse en el aire», es
tos territorios que hemos descrito com o fragm entados y difusos,
esta ciudad genérica compuesta de elementos dispersos y de es
pacios privatizados... ¿de dónde son y dónde ejercen los ciudada
nos la ciudadanía? Parece evidente que no se puede hablar de un
único territorio de proximidad, sino de diversos territorios y diver
sas identidades y pertenencias territoriales.
La civitas o la ciudad com o lugar productor de ciudadanía y
ámbito de ejercicio de la misma. Entendemos por ciudadanía un
estatus que reconoce los mismos derechos y deberes para todos
los que viven - y conviven- en un mismo territorio caracterizado
por una fuerte continuidad física y relacional y con una gran diver-
La calle es el primer lugar sidad de actividades y funciones. La intensidad o alta densidad de
d p lo p n nw ix /p np ip i ít ?|\/Á q
dei juego. Plaza de ios Ángeles, relaciones entre los habitantes es posible precisamente porque
Barcelona. son diferentes, en cuanto a aptitudes y actividades, por lo tanto
pueden intercam biar. La ciudad-c/V/tas no es una unidad homogé
nea sino la sociedad urbana heterogénea. La cohesión de la civi
tas se basa en la igualdad de los ciudadanos, que es casi una re
dundancia, ya que un elemento distintivo de los ciudadanos es
precisamente la igualdad político-jurídica, el acceso a todos los
servicios urbanos y las actividades que se desarrollan en la ciudad
y la existencia de m ecanismos reductores de la desigualdad y es
tim uladores de la movilidad social. El ideal de la sociedad urbana
entendida com o civitas (o urbanidad) es el de una colectividad ba
sada en la convivencia y la tolerancia, heterogénea pero con unos
valores básicos y unas pautas elementales de com portam iento
comunes, que construyen y mantienen algunos elementos de
identidad. La ciudad que hace posible la civitas no es la ciudad
genérica con tendencia a la anomia, privatizada por los miedos y
5
106
ia insolidaridad, orientada socialmente por los valores individualis
tas y «familiaristas»53 (es decir, buscar solamente la compañía y la
proximidad \os «idénticos»), fragmentada a la vez por las estruc
turas físicas y administrativas del territorio y por localismos cor-
norativos de guetos de todo tipo, dualizada entre los in y los out,
sm referencias físicas y sim bólicas... Por mucho que se pretenda
justificar la ciudad genérica, la ciudad caos, la ciudad emergente
en las periferias o la telépolis por la gran heterogeneidad de la so
ciedad postindustrial, por la dinámica propia del mercado o por el
impacto determinante de las nuevas tecnologías de comunica
ción, el hecho es que estos factores pueden ser útiles o regula
bles con finalidades muy diversas, pueden actuar en direcciones
muy opuestas, según los valores y objetivos de las políticas públi
cas.
Es también la polis, el lugar de la política. El lugar de la política
de proximidad, del autogobierno, de las instituciones político jurídi
cas, de las normas y administraciones públicas y también de la
autorrepresentación de la sociedad, de la expresión de las deman
das colectivas, de las movilizaciones sociales, de los cambios en
las relaciones de poder, de las innovaciones culturales y políticas.
Es decir la polis es el lugar del poder, de la participación y de la
representación a través de las instituciones, y también de la opo
sición al poder y de los cambios en el poder.
A pesar de la existencia de los Estados y de la «globalización
política», la ciudad vale com o lugar político, pero también como
representación de la identidad colectiva de la sociedad urbana,
por ello se reivindica el gobierno de proximidad, la concertación
entre instituciones y actores sociales para llevar a cabo proyec
tos colectivos, como pueden ser el planeamiento estratégico y la
participación ciudadana a todos los niveles, utilizando entre otras
las nuevas tecnologías.
La cuestión es cómo las políticas de espacios públicos contribu
yen a hacer ciudad en los territorios urbanizados, a crear condicio
nes de urbanidad y de civitas, a facilitar la participación ciudadana y
la innovación de las políticas democráticas. Los espacios públicos
pueden ser una respuesta eficaz a tres tipos de desafíos: urbanísti
co, sociocultural y político.
El desafío urbanístico requiere respuestas que ya hemos citado
sobre la ordenación de los elementos construidos, el establecimien-
5
107
to de trayectos físicos y simbólicos que den continuidad a las par
tes del territorio urbano, la sutura de los espacios intersticiales, la
dialéctica entre centralidades y movilidades accesibles a toda la po
blación, la mixtura social y funcional de cada zona urbana, etc.
El desafío sociocultural demanda dar calidad al espacio público,
entender la monumentalidad no solamente como la colocación de
elementos aislados, sino com o una relación física y simbólica en
tre ellos y con los entornos, un plus calificador de los espacios y
de las edificaciones que han de proporcionar sentido a la cotidia-
neidad de los habitantes y usuarios de la ciudad. El espacio públi
co ha de cumplir una función integradora compleja, combinando
una función universalizadora con una función comunitaria o de
grupo; por lo tanto, la socialización es un proceso dialéctico que
requiere tanto las relaciones entre todos y en todas direcciones
com o la integración en grupos de referencia de edad, de cultura,
de clase.
El reto político se expresa en la capacidad del espacio público
para facilitar el acceso de todos a la participación y la moviliza
ción política. Pero también es el derecho al reconocim iento como
ciudadano, a la protección frente a la agresividad del entorno, in
cluyendo la institucional. El espacio público ha de garantizar la ex
presión de los colectivos sociales, la organización y la acción de
sectores que se movilizan y la transform ación de las relaciones y
de los usos que se dan en los mismos espacios y que expresan la
fuerza de los diferentes colectivos.
5
108
un medio para el acceso a la ciudadanía para todos aquellos que
sufren algún tipo de marginación o relegación. Es la autoestima
del manifestante en paro que expresa un sueño de ocupante de la
ciudad, que es alguien en ella y no está solo.
5
109
que excluyen a los ciudadanos más o menos integrados a la vida
y culturas urbanas. Y hacer lo necesario para garantizar la acumu
lación de usos colectivos diferentes, es decir, hacer de los espa
cios públicos lugares de inclusión para los excluidos.
M ovilidad y centralidad
Hoy, el funcionamiento eficaz y dem ocrático de la ciudad se mide
por la dialéctica entre movilidades y centralidades. La ciudadanía de
todos dependerá de la universalidad de los dos componentes del
sistema urbano. Movilidad y centralidad tienen un componente de
espacio público en tanto que factor de ciudadanía. Una ciudad que
5
110
funciona exclusivamente con el automóvil privado y con centralidades
especializadas y cerradas com o centros administrativos o de ne
gocios, áreas turístico-culturales exclusivas, shopping centers de
lujo, edificios símbolo de grandes empresas, etc. no facilita el pro
greso de la ciudadanía. Al contrario, acentúa las tendencias a la
segmentación, al individualismo y a la exclusión.
5
112
◄A
Derecho a la belleza.
Recuperación y creación
de nuevos espacios públicos
en lugares anteriormente
abandonados. Recuperación
del espacio comunitario entre
bloques de vivienda pública en
Décines, Lión y Hellersdorf,
en Berlín.
Programas de vivienda
Los programas de viviendas han de incorporar un program a de
espacio público, en las dos escalas que hemos expuesto anterior
mente: la del barrio, zona, conjunto y la de la ciudad. En el nivel
más inmediato el espacio público ordena la cotidianeidad de los
5
113
residentes y usuarios del área, que es también un espacio de
paso para otros ciudadanos y de uso intermitente o excepcional
según el tipo de equipamientos y actividades que se den. Por lo
tanto se han de resolver problemas de com patibilizar y articular,
y se corren dos peligros. El prim ero sería que se privilegien unos
usos o funciones, reduciendo o suprimiendo los otros, por ejem
plo, la circulación mecánica y las vías rápidas sobre el resto, o
que se maximice el uso intensivo del espacio para edificaciones,
reduciendo el espacio público a la vialidad más indispensable, de
jando únicamente espacios residuales más vacíos que públicos
en el sentido de colectivos.
El otro riesgo es que los espacios públicos se hallen segregados
rígidamente, haciendo com partim entos para cada función, con lo
cual se los reduce a un conjunto de elementos especializados y
pierden gran parte de sus funciones ciudadanas. Por lo tanto es
necesario establecer separaciones flexibles cuando sean necesarias
y se han de facilitar las relaciones entre los diferentes espacios
públicos, realizar una transición gradual desde los espacios comu
nitarios o privados vinculados a la vivienda y a los edificios co
m erciales o de oficinas, hasta las plazas o avenidas que son ejes
urbanos.
Los espacios públicos de escala ciudadana han de hacerse vi
sibles y tener una relación funcional directa con cada área de la
ciudad, todos los ciudadanos han de sentirse física y simbólica
mente vinculados con el resto de la ciudad, por medio de las redes de
transportes y las grandes vías urbanas, de los m onum entos y
de algunos elementos de centralidad. Cualquier operación de vi
vienda tiene que prever esta vinculación.
5
114
acumulada, alianzas y negociación. La iniciativa puede surgir de la
institución política local o de un movimiento cívico, hasta de un
colectivo social o profesional.
Es necesario conquistar espacios, infraestructuras y edificios
susceptibles de tener un uso público, que se hallan en manos tan
to de entes públicos como privados que los tienen infrautilizados
o congelados. Ya nos hemos referido a la necesidad de revertir a
la ciudad áreas obsoletas y en proceso de cambio de uso. En
otra escala, sucede algo similar con los edificios más o menos
abandonados que han dado lugar al fenómeno okupa. Esta con
quista no llegará únicamente por medio de demandas respetuo
sas, dentro de los marcos y procedimientos legales. Es necesario
tener iniciativas que permitan crear movimientos de opinión favo
rable a las demandas; situaciones de hecho por medio de ocupa
ciones simbólicas o continuadas y recursos legales ante tribunales
superiores, como por ejemplo tribunales europeos frente a los es
tatales, etc.
5
116
popular, etc. La participación puede ser información, debate, nego
ciación. También puede derivar en fórm ulas de cooperación, de
ejecución o gestión por medio de la sociedad civil (asociaciones o co
lectivos, empresarios «ciudadanos», organismos sindicales o profe
sionales, etc).
Los déficit de la ciudad afectan de manera diferente y desigual
a los distintos sectores de la población. En unos casos la exclu
sión es prácticamente global: los «sin» (sin papeles, sin trabajo,
sin protección social, sin integración cultural, etc.). En otros ca
sos es más específico: parados, tercera edad, niños, minorías ét
nicas o religiosas, etc. Una política ciudadana exige desarrollar un
conjunto de «acciones positivas» orientadas a cada uno de estos
grupos. Una prueba de ciudadanía sería medir la im portancia y la
eficacia de estas acciones, por ejemplo desarrollar la multicultu-
ralidad, convertir las demandas de niños y gente mayor en crite
rios orientadores de los programas de espacios públicos y equi
pamientos colectivos, hacer la ciudad más «femenina», incorporar
objetivos redistributivos y estudios de im pactos sociales en todos
los proyectos urbanos, etc.
Los proyectos y la gestión de los espacios públicos y equipa
mientos colectivos son a la vez una oportunidad de producir ciu
dadanía y una prueba del desarrollo de la misma. Su distribución
más o menos desigual, su concepción articuladora o fragmenta-
dora del tejido urbano, su accesibilidad y su potencial de centrali-
dad, su valor simbólico, su polivalencia, la intensidad de su uso
social, su capacidad para crear ocupación, su capacidad para fo
mentar nuevos «públicos», la autoestima y el reconocim iento so
cial, su contribución para dar «sentido» a la vida urbana, son
siempre oportunidades que nunca habrían de desaprovecharse
para promover los derechos y obligaciones políticas, sociales y
cívicas constitutivas de la ciudadanía.
5
117
necesarios para desarrollar las políticas públicas que hagan posi
ble el ejercicio y la protección de los derechos y obligaciones c¡
dadanas.
Un desafío social: prom over las políticas sociales urbanas que
ataquen a las discriminaciones que imposibilitan o reducen el ám
bito de la ciudadanía: ocupación, situación de vulnerabilidad (por
ejemplo niños), marginación cultural, etc.
Un desafío específicamente urbano: hacer de la ciudad, de sus
centralidades y monumentalidades, de la movilidad y accesibilidad ge
neralizadas, de la calidad y visibilidad de sus barrios, de la fuerza de
integración de sus espacios públicos, de la autoestima de sus habitan
tes, del reconocimiento exterior, etc., unos entornos físicos y simbóli
cos que contribuyan a dar sentido a la vida cotidiana de la ciudadanía.
La producción de ciudadanía y el rol de los gobiernos locales
es un desafío político no exclusivo de éstos. La política no reduce
su espacio a las instituciones, los partidos y las elecciones. Exis
te otro espacio, el de la sociedad política, expresión mejor que la
sociedad civil, que es el que crean y ocupan todas las organiza
ciones y form as de acción colectiva cuando van más allá de sus
objetivos e intereses inmediatos y corporativos. Es el espacio de
la participación ciudadana que plantea demandas y propuestas,
que exige responsabilidad a las administraciones y empresas,
ofrece alternativas y cooperación para ejecutar y gestionar pro
gramas y proyectos sociales, culturales, de promoción económi
ca o de solidaridad. Y de urbanismo.
Para concluir, la responsabilidad de hacer ciudadanía también
pertenece a los profesionales del urbanismo. En nombre de su
ética y de su saber técnico, del conocim iento de los avances de
la cultura urbanística y de la experiencia internacional, por su sen
sibilidad respecto a las herencias de la ciudad en la que trabajan
y por su potencial creativo de reconocer tendencias e inventar fu
turos, los profesionales del urbanismo han de reclam ar autonomía
intelectual ante los políticos y los diferentes colectivos sociales,
han de elaborar y defender sus propuestas, asumiendo riesgos
frente a las autoridades y «opiniones públicas» y saber renunciar
públicamente antes que traicionar sus convicciones.
La reinvención de la ciudad ciudadana, del espacio público
constructor-ordenador de ciudad y del urbanismo com o productor
de sentido no es monopolio de nadie.
5
118
Los políticos elegidos dem ocráticam ente tienen la responsabili
dad de la decisión de los proyectos públicos. Las organizaciones
sociales tienen el derecho y la obligación de exigir que se tengan
en cuenta, que se debatan y se negocien sus críticas, sus deman
das y sus propuestas. Los profesionales tienen la obligación de
elaborar análisis y propuestas formalizadas y viables, de escu
char a los otros, pero también de defender sus convicciones y
sus proyectos hasta el final.
51. Véase Jordi Borja: E/s reptes del territori e/s drets de la ciutadania P.E.C.,
Ajuntamentde Barcelona, 1999.
52. Véase referencias de la introducción.
53. Richard Sennet (1970/1973).
.Conclusiones
La,ocj~udraxJaría; hoy ©
!os. n uevo s de re olio s urb ano s
Me g u sta ría que existiesen lu gares
estab les, inm óviles, in tan g ib le s , intocados
o casi in to cab les, in m u tab le s ,
a rra ig a d o s , lu g ares que se ría n re fe re n c ia s ,
puntos de p a rtid a , fu e n te s .
6
123
tendiendo a convertirlo en un espacio residual o «especializado». El
reto político democrático es cómo intervenir en esta contradicción
para hacer la ciudad más «igualitaria» (Cerda). La separación espacio
privado-espacio público y el dominio del primero sobre el segundo, la
reducción de los espacios públicos a funciones monovalentes y la
multiplicación de espacios segregados y privatizados de todo tipo
son indicadores de una sociedad urbana clasista y desigual. En cam
bio hay una relación positiva entre la democracia urbana y la calidad
del espacio público (Habermas). En consecuencia el objetivo común
dem ocrático de los gobiernos locales, de los movimientos socia
les y de los profesionales del urbanismo es desarrollar políticas y
proyectos que den prioridad al espacio público. La legitimación de
este objetivo se puede sintetizar en la definición de un conjunto de de
rechos urbanos que integren y vayan más allá de los derechos cívi
cos y sociales habituales (vivienda, educación, transporte, etc.).
En el texto que sigue a continuación proponemos un catálogo,
obviamente no exhaustivo, de derechos ciudadanos y urbanos como
contribución a la renovación de la cultura política en el ámbito de
la ciudad y del gobierno local. Es decir, nos referim os a derechos
directam ente vinculados a la política de y en la ciudad. Legitimar
las demandas locales y la síntesis entre valores universalistas y
prácticas políticas territoriales requiere la form ulación de dere
chos que permitan desarrollar un com bate dem ocrático por la jus
ticia en la ciudad. Un líder político socialdemócrata ya desaparecido,
Mitterrand, respondiendo a la pregunta ¿qué es hoy el socialis
mo? que le formulaba un periodista contestó con dos oraciones:
«Es la justicia. Es la ciudad.» De esto se trata.
1. Derecho al lugar
La gente tiene derecho a mantener su residencia en el lugar don
de tiene sus relaciones sociales, en sus entornos significantes. 0
a tener otro de su libre elección. Todas las personas que viven en
un lugar que han contribuido a construir, en el que están arraiga
das y que proporciona sentido a su vida, deben poder continuar
viviendo en él y tienen derecho al realojo en la misma área si ésta
se transform a por medio de políticas de desarrollo urbano o de
rehabilitación de hábitats degradados o marginales. Las autorida
des locales protegerán a las poblaciones vulnerables que puedan
sufrir procesos de expulsión por parte de las iniciativas privadas.
6
124
2 Derecho al espacio público y a la monumentalidad
En la ciudad actual existen fuertes dinámicas desequilibrantes que
tienden a hacer de ella un conjunto de espacios de geometría va
riable y de territorios fragmentados (física, social y administrativa
mente), difusos y privatizados. El espacio público es, o puede ser
lo opuesto, una de las condiciones básicas para la justicia urbana,
un factor de redistribución social, un ordenador del urbanismo de
vocación igualitaria e integradora. Todas las zonas de la ciudad deben
estar articuladas por un sistema de espacios públicos y dotadas
de elementos de monumentalidad que les den visibilidad e identidad.
Ser visto y reconocido por los otros es una condición de ciudadanía:
se puede ser plenamente ciudadano cuando los otros te ven y te
reconocen, cuando conoces tu lugar y cuando cada uno puede
decir con orgullo el lugar donde vive.
3. Derecho a la belleza
El lujo del espacio público y de los equipamientos colectivos no es
despilfarro, es justicia. Los programas públicos de vivienda, infraes
tructuras y servicios deben incorporar la dimensión estética como
prueba de calidad urbana y de reconocimiento cívico. Cuanto más
contenido social tiene un proyecto urbano, más im portantes son
la forma, el diseño, la calidad de los m ateriales... La estética del
espacio público es ética.
6
125
■
6
126
I
I unicipios, incluso los pequeños son ámbitos de representación
de gestión (a veces muy limitada) válidos. Pero casi siempre la
gestión pública de proximidad requiere ámbitos de planificación y
orogramación, de gestión de servicios costosos y de redistribu
ción de recursos, que abarca una diversidad de municipios. Debe-
remos plantearnos la elección directa de estos gobiernos para
que adquieran una mayor legitimidad dem ocrática. Y para garan-
t¡zar que se tiene en cuenta más a las personas que a los kilóme
tros cuadrados.
6
127
nos en tanto que personas sometidas a otras jurisdicciones y tam
bién en tanto que usuarios y consumidores. Esta protección por
parte de los gobiernos locales deberá compensar la tendencia a la
gestión indirecta o a la privatización de servicios y la consiguiente
reducción de la función pública. Por otra parte la complejidad del
consumo social aumenta la dependencia de los ciudadanos respec
to a las empresas de servicios y de distribución comercial que mu
chas veces actúan en mercados oligopólicos.
1 1 . D e re c h o a la ju s tic ia lo c a l y a l a s e g u rid a d
Hoy la justicia es inaccesible para la mayoría de los ciudadanos
(por su coste, lentitud, etc.). La seguridad es vista principalmente
en térm inos de represión y se plantean políticas de seguridad que
reducen el ámbito de la vida pública, cuando la «inseguridad»
afecta a sectores medios y altos y a agentes y representantes de
las instituciones. La justicia local, de base municipal y la seguri
dad com o actuación concertada entre la institución local y la so
ciedad civil organizada es hoy una demanda inaplazable de las
mayorías ciudadanas, en la medida en que puede asegurar una
prevención más eficaz y, si es preciso, una reacción sancionado-
ra más rápida. La seguridad urbana requiere espacios públicos
protectores, es decir, animados.
1 2 . D e re c h o a la ile g a lid a d
Paradójicamente tanto los colectivos sociales como, a veces, las
instituciones locales deberían asumir el coste de prom over inicia
tivas ilegales o alegales para convertir una demanda no reconoci
da en un derecho legal (por ejemplo para obtener la reversión de
uso de espacio público congelado por una administración estatal
o los derechos básicos de los «sin papeles»). Es decir, se trata
de demandas que se pueden considerar «legítimas», aunque no sean
legales. Son dignas de tener en cuenta las sentencias judiciales
absolutorias de los o k u p a s o las iniciativas promovidas por autori
dades locales de ocupar terrenos con vocación de espacio público
(por ejemplo, de uso militar) o contra prácticas «legales» contrarias
al medio ambiente.
13. D e re c h o a l e m p le o y a l s a la rio c iu d a d a n o
El ámbito urbano-regional debe garantizar un rol social que pro-
p0rc¡0ne ingresos monetarios, es decir, remunerados al conjunto
de la población activa. Además de las iniciativas generadoras de
empleo (por ejemplo, servicios de proximidad, ecología urbana,
etc.) es en este ámbito donde se pueden experimentar y gestio
nar algunas form as de «salario ciudadano» y establecer redes de
seguridad y de formación continuada que compensen la inestabili
dad del empleo de la economía de mercado.
14. D e re c h o a la c a lid a d d e l m e d io a m b ie n te
Como derecho a una calidad de vida integral y como derecho a
preservar los patrimonios ciudadanos para las generaciones futuras.
Este derecho incluye el uso de los recursos naturales y energéticos,
el patrimonio histórico-cultural y la protección frente a las agresio
nes a la calidad del entorno (contaminaciones, congestiones, su
ciedad, fealdad, etc.).
6
130
cuando no es ya una realidad. Pero una tendencia por fuerte que
sea no es un destino obligatorio. La ciudad hoy emerge nueva
mente como lugar, como mixtura, como espacio colectivo, como
referente cultural. Construir la ciudad del siglo xxi es tener un pro
yecto de ciudadanía, ampliar los derechos de tercera generación,
el derecho al lugar y a la movilidad, a la ciudad refugio y a la iden
tidad local, al autogobierno y a la diferencia, a la igualdad jurídica
de todos los residentes y a la proyección exterior de la ciudad
como entidad política abierta.
Los progresos sociales no comienzan en las instituciones, sino
que más bien es en ellas donde culminan. Los progresos se ma
terializan en políticas que se formalizarán en instituciones. Pero
antes habrá que luchar por los nuevos derechos (y responsabilida
des) y legitimar estas exigencias. Se ha dicho que nuestra época
es, como otras que se han dado en la historia, una era de con
quista de nuevos derechos. También se ha dicho que es el siglo
de las ciudades. En consecuencia es la época de los derechos ur
banos. Pero la exigencia del derecho surge de la rebelión moral,
del deseo de poseer alguna cosa, unas libertades y unas oportu
nidades que a menudo nos son negadas. La ciudad del deseo no
es la ciudad ideal, utópica y especulativa. Es la ciudad querida,
mezcla de conocimiento cotidiano y de m isterio, de seguridades
y de encuentros, de libertades probables y de transgresiones po
sibles, de privacidad y de inmersión en la vida colectiva. Es nece
sario reinventar el erotism o de la ciudad que no se encuentra ni
en el miedo público, como la agorafobia, que es una enfermedad
reciente de la ciudad latinoamericana y que comienza a manifes
tarse en Europa, ni en la asepsia aburrida del balneario suizo pro
tegido, al cual tienden los «barrios cerrados» cada vez más fre
cuentes tanto en Europa com o en América. Ser ciudadano es el
derecho a sentirse protegido, pero también la libertad de vivir la
aventura urbana.
Si hace un siglo algunos podían decir «Civilización o barbarie»
otros «Socialismo o barbarie», hoy podemos proponer com o lema
de progreso «Ciudadanía o barbarie».
6
TiT
2
a -C Ü
Q _
Ejemplos de espacios públicos
En Barcelona el «hacer ciudad» a partir del espacio público ha sido segu
ramente la principal característica del urbanismo democrático de los
años ochenta, que ha continuado en los noventa, introduciendo la exigen
cia del espacio público de calidad y accesible en los grandes proyectos
del 92.
La estrategia de espacios públicos en todas las escalas posibles, des
de las mini plazas a los parques, se basaba en la confianza tanto de polí
ticos como de profesionales en los impactos positivos de estas actuacio
nes sobre el entorno. Pero también fue una respuesta pragmática a las
demandas sociales reforzadas por la descentralización, la utilización del
planeamiento existente y la posibilidad de recuperar suelo para espacio
público y equipamientos para optimizar el uso de los escasos recursos
económicos disponibles.
Los casos que presentamos muestran la diversidad de actuaciones
que permite una política estratégica de espacios públicos:
- Apertura de plazas para promover la renovación de los viejos cen
tros degradados, (plaza del Raval, plaza deis Ángels).
- Apropiación de vacíos o de obras de infraestructura viarias para crear
avenidas calificadas de la periferia (Via Júlia, rambla de Prim, ronda
del Mig / avenida Brasil, avenida Río de Janeiro, Les Rondes).
Reconversión de vías de circulación para automóviles en paseos.
(Diagonales del Ensanche).
- Recuperación de los interiores de manzanas como espacio público.
(Ensanche).
- Creación de espacios públicos a partir de operaciones comerciales
privados. (Edificio La Illa, Maremágnum).
136
- Creación de parques urbanos y paseos por la reconversión de áreas
portuarias y ferroviarias, de restitución de equipamientos obsoletos
(Frente de mar, Estación del Norte, Parque Joan Miró/Escorxador).
También incluimos algunos casos de la aglomeración metropolitana,
es decir el continuum o primera corona. Se trata de unas áreas que his
tóricamente sufrían una baja calidad urbana debido a la debilidad de las
centralidades existentes, al crecimiento rápido de los años cincuenta a
los setenta sin respeto por la gente ni por el medio; polígonos de vivien
das sin equipamientos ni espacios públicos, infraestructuras agresivas,
industrias contaminantes e infraestructuras viarias y ferroviarias que han
contribuido a la fragmentación del territorio.
La mayoría de los casos se refieren a la política de parques urbanos
como mecanismo de creación de un espacio público calificador del terri
torio, que produce suturas de los tejidos y genera en ciertos casos cen
tralidades. Parques que van desde un espacio «quasi natural» a un jardín
romántico. El caso de Badalona es un sistema de parques que estructu
ran la misma ciudad buscando restablecer la relación mar-montaña.
En todos estos casos es interesante señalar tanto la calidad del diseño,
como el uso social que proponen. También se ha considerado la originalidad
de la gestión que corresponde casi siempre a diversos municipios, a través
de la Mancomunidad metropolitana y/o con mancomunidades o consorcios
formados especialmente por los municipios directamente interesados.
Citamos finalmente un caso diferente: la residencia para la tercera edad y
una plaza en St. Feliu. No tanto por el carácter de la operación, que nos
parece positiva aunque relativamente normal, sino por la reacción inicial
mente negativa de los vecinos. «¡NO queremos viejos en nuestro entorno!»
137
Espacio público privado: el Maremágnum,
Barcelona
Z. M .
138
▲
La Rambla de Mar. En la ción con el lugar al que considera agresivo, desagradable, fuera de
Rambla, la diversidad configura
el espacio público. control. En algunos casos la aparición de estos contenedores de con
sumo y de ocio han ayudado a cualificar un espacio público, lo que in
dica que si existe una política urbana con una idea de ciudad, ésta se
puede constituir tanto de partes públicas como de partes privadas.
El complejo lúdico-comercial del Muelle de España en Barcelona
form ado por el Maremágnum, centro de ocio y com pras, un com
plejo de salas de cine, el acuario y la sala Imax, es un ejemplo en
el que se puede com probar cóm o las lógicas del m ercado no son
únicas y que es posible su inserción dentro de una ciudad con plan,
tener en cuenta la relación con el entorno, responder a ciertas ca
racterísticas del lugar, y, form ar parte de un todo urbano no hace
la inversión menos rentable, sino todo lo contrario.
La relación planteada por el proyecto con La Rambla colabora
a su prolongación hacia el puerto en form a de puentes. Se logra
un com etido doble: por un lado el aprovechamiento com ercial del
gran flujo de peatones que pasean diariamente por ella, pero también
para la ciudad es la prolongación de este espacio.
140
Se obtiene así una nueva relación visual y espacial con Barcelona
mejorando la calidad y la seguridad del espacio público de la parte
de La Rambla más cercana al mar; esta mejora no se logra con
coacción ni por imposición sino que la mayor afluencia de gente
garantiza la diversidad y, con ello, la seguridad.
Se puede inferir de estos resultados que la seguridad no es si
nónimo de exclusión sino de diversificación y que la aceptación
de nuevas maneras de consumo no es siempre negativa para el
espacio urbano.
142
1" '•
7g
A-iítrssíi.
◄A
Rambla del Raval. Apertura de
un espado de dimensiones
desconocidas para parámetros
tradicionales del barrio, cuyo
futuro todavía hay que
determinarlo.
143
nos enseña que ciertos núcleos urbanos no pueden tratarse como
un barrio más. No se puede ir con la lección aprendida, y limitarse a
derribar, trazar, establecer una normativa, edificar y colocar a los
vecinos en espacios que han acumulado tanta complejidad en sus
largos años de historia. Hay problemas de luz, de densidad, de tra
bajar con proyectos que hablen el mismo lenguaje de lo que no se
derriba, que planteen renovar, sin falsos conservacionismos, pero
con respeto y calidad. Se hubiera necesitado más un trabajar a
«continuación de» que en «sustitución de».
Algunos de los viejos y nuevos vecinos de ese gran receptáculo
vacío que es hoy la rambla del Raval observan con preocupación
de dimensión desconocida ese gran solar lleno de sol. En un ba
rrio conocido por sus callejuelas, humedades e insalubridades
nunca hay demasiado sol, pero sí que existe esa sensación de es
pacio fuera de toda proporción, de frontera o terreno de nadie,
más que de plaza común que permita coser, tramar. La rambla del
Raval y su futuro es hoy un gran problema y una gran oportunidad.
Un problema si no se consigue llenar ese espacio con tramas ur
banas y civiles que permitan avanzar sin perder diversidad y cohe
sión. Todos sabemos que el vacío social no existe. Si desde los
poderes públicos no se consigue im plicar a los vecinos, a los co
merciantes, a las entidades, en la gobernación, en la responsabili-
zación de ese espacio público, otras tramas clandestinas y delictivas
lo llenarán. La labor de las instituciones públicas no es monopolizar,
sino tender puentes, facilitar la autogobernación social. Porque, lo
cierto es que el Raval, a pesar de todo, está tratando de buscar su
propia personalidad tras esas heridas que no permiten cicatrizaciones
cómodas. Las salidas multicolores de los colegios del barrio nos di
cen que el Distrito es un antecedente de lo que será cada vez más
Barcelona. El trabajo de las entidades del barrio, de los servicios
municipales, está consiguiendo que se mantenga la cohesión a pesar
de los repetidos intentos de llenar los vacíos con tramas delictivas.
Riera Alta, Riera Baixa, Carme y Hospital van cobijando tiendas de
discos y ropa de primera y segunda mano mucho más interesantes
que los rutinarios y repetitivos com ercios estilo zaramangofurest-
boulevard. Frente a centros comerciales cada día menos originales,
más adaptados a la cultura del MundoMac, es una gozada pasear
por esas calles que conservan cierto ambiente canalla. Las carnice
rías magrebíes o los restaurantes pakistaníes conviven con los ba-
res llenos de estudiantes Erasmus y artistas en busca de una opor- a
tunidad. La desculturización y la desidentificación que azota los La rambla del Raval y su futuro
, , , „ , , x ' . es hoy un problema pero
centros de todo el mundo desarrollado no ha penetrado aun en el también una gran oportunidad.
Raval. Nadie quiere un nuevo Marais en Ciutat Vella. Nadie quiere un
lugar yuppificado, sin vida. Lo que está en juego en Ciutat Vella es
lograr mantener la mezcla, la diversidad, el pluralismo de usos y
gentes. Y hacerlo siendo innovadoramente respetuoso con la identi
dad de un barrio que siempre ha sido Barcelona, antes que Barce
lona fuera lo que hoy es. Al final, los lugares que serán más valora
dos, serán los que mantengan sus diversidades culturales y una
calidad de vida suficiente. La renovación de Ciutat Vella busca esa
dignidad en las condiciones de vida, pero deberíamos evitar entre
todos que ello se haga a costa de perder identidad, de perder gro
sor de usos y personas. Se necesita densidad, se necesita comple
jidad, se necesita gente con ideas arquitectónicas sencillamente
complicadas, y no técnicos con complicadas ideas simples. Dejemos
que la historia del lugar y su realidad actual actúen como constric
ción positiva y no pretendamos un imposible borrón y cuenta nueva.
La rambla del Raval es hoy una oportunidad.
145
Plaza deis Angels
Isabel Bachs
148
Ninguna de las aproximaciones hechas tiene sentido por sí misma
• no es en el esfuerzo de superponer las diferentes escalas y lec
turas planteadas. Lo que puede ser enriquecedor en este plantea
miento no es recuperar o reivindicar estrategias urbanas pasadas
ni buscar modelos comprobados en otros entornos geográficos, ni
tan siquiera actuar unívocamente en la búsqueda de programas de
uso popular. Lo que seguramente tenemos que hacer es ponderar
las actuaciones que han de emprenderse enfocando simultánea
mente distintos objetivos y tom ar las decisiones futuras midiendo
las repercusiones en cada uno de los niveles planteados.
55. Los que hemos vivido de cerca el nacimiento y desarrollo del proyecto del Mu-
seu d’Art Contemporani de Barcelona aún nos sorprende recibir algunas opinio
nes y preguntas sobre la integración del edificio y el espacio público en el teji
do urbano del Raval. No puedo evitar la sospecha de que bajo el escepticism o
con que a menudo se cuestionan las relaciones formales del edificio y el entor
no se esconde, no solamente un desconocimiento del pasado reciente de la
historia de la ciudad y la ignorancia del carácter de la arquitectura encargada,
sino una posición demagógica que hace que se desvíe la atención de las estra
tegias y se concentre en el descubrimiento, siempre injusto y parcial, de un
único responsable.
149
Las nuevas ramblas
Jau m e B arnada
150
I
T il
152
dor y de consolidación urbana, al tiem po que se daba estructura,
a ios nuevos barrios, urbanizando puntos y creando itinerarios ur
banos. Via Júlia fue uno de los primeros ejemplos de esta política
democrática. Y una de las extrapolaciones de la idea de rambla a
una nueva localización. Esto produjo un efecto de mejora incues
tionable y ayudó a la generación de un proceso de reactivación
económica y social en su entorno. El espacio original era un vacío
con poco uso en un extremo de la ciudad que fraccionaba la posi
ble relación entre los barrios de Roquetes y Prosperitat. La llega
da del metro comunicó estos barrios con el centro, pero la actua
ción realmente importante fue el proyecto de urbanización que
dio la calidad de ciudad necesaria.
Hasta hoy, estos procesos de urbanización han garantizado la
mejora de muchos espacios, tanto centrales como periféricos, tales
como: rambla de Prim, rambla de Catalunya, paseo Huís Companys,
rambla de Sant Andreu..., a través de potenciar el viario com o un
lugar mixto de equilibrio entre los usos tradicionales y las activida
des ciudadanas contemporáneas.
◄
Esta voluntad de mejora del medio y en la búsqueda de una via La rambla de Prim representa el
lidad con usos urbanos complejos hay que destacar la reciente pago de una deuda histórica y
cobertura de la ronda del Mig, en los barrios de Sants y Les Corts. urbana de la Administración a
los ciudadanos que vinieron a
Esta actuación mantiene los flujos de tránsito y crea un espacio Barcelona en el período de la
para peatones a modo de rambla, sobre la losa de cobertura de inmigración. Con la urbanización
de este espacio se consolida el
la vía rápida, evitando el fraccionamiento de los tejidos urbanos proceso de la recalificación
del entorno y buscando un nuevo tipo viario com patible y diverso. urbana de las periferias.
153
I
La avenida Río de Janeiro
C aries Teixidor
PROSPERITAT
S A N T ANDREU
154
La ronda del Mig ha sido concebida como vía básica, fluida pero
no rápida, de función compleja (circulación rodada y de peatones,
transporte público y aparcamiento), caracterizadora de la imagen ur
bana, y referencia general como espacio público. Se ha puesto más
acento en su papel de avenida dentro del ámbito del distrito, de redu
cir su papel de canalizador de tránsito rodado, y de incrementar su
capacidad para la circulación «débil» (peatones y bicicletas).
La ronda del Mig ha significado la ordenación y la urbanización
de importantes vacíos urbanos, la apertura de tram os hístórica-
155
17 l » T' { h
*«
|i r pjjy
157
La fuerza de la urbanización de la avenida radica en la contundencia
de su trazado, rectilíneo y ordenado, con un ritmo constante de los
elementos a los que se confía la definición del marco visual y límites
de la calzada (arbolado: álamos, y columnas de alumbrado viario), pro
vocando una sección visualmente cóncava en el centro del espacio
que ha de urbanizarse, generando así dos amplias aceras-paseos ar
bolados en ambos costados, enfrentados con los espacios edificados.
El desnivel transversal existente, sin posibilidades de ser supri
mido, pero sí manipulado a través del diseño, obligó a separar las
dos calzadas por una mediana central de ancho y altura variables,
que permitieron ajustar el trazado e integrar las escaleras y rampas
necesarias para conectar peatonalmente ambos costados, sin ba
rreras urbanísticas.
158
f El escalonado de esta mediana central mitiga la presencia de
P (os mur0s de contención de hasta una altura de 4 m etros en el
unto más alto. Las plataformas de ladrillo visto adonde se entregan
las «gradas» constituyen la base sobre la que se apoyan las piezas
escultóricas de hormigón gris marengo, desde los extremos de la
secuencia a lo largo de la mediana, en la que se integran unitaria
mente en su arquitectura, cualificando el atractivo visual, dinámi
co desde el automóvil y estático desde los paseos.
159
Las diagonales del Ensanche
Jaum e B arn ad a
i
1
El Ensanche es el paradigma m oderno de Barcelona. Su grado de
consolidación es elevado, en el área central. Su estructura define
un tipo claro y admirado de ciudad. A la vez, sus problemas ac
La avenida Gaudí estableció una
forma de hacer en la ciudad y el tuales son la gran densidad y el uso especulativo del tejido.
Ensanche. El tránsito se distribuye de manera muy homogénea en todo su
► trazado, lo que provoca, en horas puntas, la saturación del cen
La trama Cerda es lo tro, pero también la autorregulación de los flujos. Los últimos pro
suficientemente contundente
para no necesitar diagonales yectos han potenciado a los peatones, en contra de los vehículos,
atípicas en el interior, por tanto, a través de la ampliación de aceras y reducción del espacio desti
éstas pueden ser tratadas
como ejes cívicos de gran nado al transporte privado. Es necesario destacar también la im
eficacia urbana. plantación de carriles - bici en muchos viales de nueva urbanización.
160
►
Como otros proyectos de los
años noventa, la avenida Mistral
incorpora un modo de saber
hacer, preciso y correcto, en el
diseño del espacio urbano, en el
que la experimentación ya no es
un valor. Este eje representa
una importante comprensión del
lugar y lo revaloriza como
espacio central de Barcelona.
162
bulevar (Meridiana), favoreciendo su revalorización ciudadana.
El Ensanche, hoy, tiene además otras diagonales menores y atí-
picas en su interior. La avenida Gaudí es un ejemplo importante. Vía
singular que conecta dos monumentos modernistas, era un espacio
ma| utilizado, con poca dinámica urbana y social. El proyecto, reali
zado a mediados de los ochenta, transformó de manera radical el
lugar y dio la pauta de cómo actuar en otras situaciones. Una vez
más el modelo de rambla fue el referente. La vía actual tiene un bu
levar central, aceras amplias y restricciones de tránsito. Actuaciones
posteriores como la avenida Mistral demuestran que la recuperación
de estas diagonales como espacios públicos es algo muy prove
choso para la ciudad. Y que la trama reticular es lo suficientemente
fuerte para absorber el tránsito. Las recientes propuestas para la
avenida de Roma profundizan en este camino y proponen entender
estos viales como cortes verdes a la manzana tradicional y no como
vías oblicuas de conectividad.
Por último, sólo un pensamiento de futuro. El Ensanche no es
hoy únicamente su parte central. Está también presente en el Po-
blenou, barrio de nuevas actividades y donde la ciudad se desa
rrollará en los próximos años. Prueba de ello son las ejecuciones
en curso del PERI Diagonal, el Frente Marítimo, Diagonal-Mar... y
la consolidación de la Villa Olímpica. Pero aquí también nos encon
tramos con una diagonal atípica, Pere IV, antigua carretera sobre la
que aún hay mucha actividad y preexistencias fuertes. Si nos cree
mos la potencia de la ortogonalidad de la tram a del Ensanche y
su buen comportamiento, esta vía será un espacio recuperado para
los peatones y la ciudad. Si se opta por una visión más técnica, esta
vía será una diagonal de tránsito atípica y fraccionadora de la ciudad,
una mala grieta del pasado. ¡Debemos esperar!
163
El Ensanche de Barcelona.
Los patios interiores
Joan Busquéis
164
▲
A pesar de que los interiores de las manzanas albergan en la ma Ordenanza de los patios.
yoría edificaciones de servicio o de almacenamiento, tiene sentido
pensar que su recuperación como un espacio verde puede suponer
un gran beneficio a las estructuras residenciales y de servicios.
Por eso después del Estudio del Ensanche, el Ayuntamiento de
Barcelona procedió a redactar la ordenanza del Ensanche aproba
da en 1986 que asegura que la transform ación de cada parque y
manzana tiene que contribuir al espacio central del corazón de la
manzana con la plantación de árboles aunque el uso pueda ser de
carácter privado. Se crea así un mecanismo de esponjamiento in
terior que crecerá con el tiem po y en que cada etapa es mejor
que la anterior. El verde va teniendo así un mayor protagonism o
en el espacio del patio.
Por otro lado una treintena de patios de las seiscientas manza
nas del área central tiene proyectos de ajardinamiento unitario y ac-
I
165
►
La siesta, pintura de Casas que
refleja la atmósfera doméstica
de un patio interior.
I
166
◄
ceso público al interior de manzana. Por ejemplo el patio de las Patio de la Sedeta.
Aigües, la Sedeta, etc. Esta estrategia tiene por objetivo asegurar
que en un radio de cinco o seis manzanas se pueda disfrutar de
un espacio público interior. Como medida de rehabilitación de un
tejido ya existente se ha de contar con las posibilidades estratégi
cas y las oportunidades de las diferentes manzanas.
En cualquier caso, ambas estrategias participan de ritm os de
tiempos diferentes, pero quieren incorporar una de las dimensio
nes perdidas del gran proyecto de la Barcelona contemporánea.
I
167
La Illa Diagonal
M anuel de S o lá-M o rales
i
La centralidad urbana es una función de la accesibilidad -rodada,
peatonal, pública y privada-, pero también de la buena mezcla de
usos -la «mixidad» com o se dice ahora-. Es la simultaneidad lo
suficientemente densa y complementaria de actividades, la que
mezcla personas diferentes y superpone movimientos a lo largo
del día y de la semana, y así crea la imagen de urbanidad y de pu
blicidad propia de los centros urbanos.
Algunos de los muchos espacios urbanos de la historia (los
mercados, las catedrales, los estadios), se han producido cuando
La Illa Diagonal.
se mezcla la actividad privada con el uso público. Es un difícil
► equilibrio donde la ciudad llega a apropiarse del dominio privado,
Espacio comercial interior, un
mercado del siglo xxi: mezcla y lo absorbe y lo hace colectivo. Colectivizar lo privado es la fun
de uso, de gente... ción superior de las ciudades, es el acto sustancial de la urbanidad.
168
j
Parque de La Illa. Esto sea dicho como desiderata, como objetivo teórico que pue
de explicar el esfuerzo, más o menos exitoso, de convertir un centro
de negocios, de oficinas y de comercio, en un espacio ciudadano
no totalmente privado, tampoco público, sino colectivo. En La Illa,
la articulación de las diferentes áreas, la relación directa exterior-in
terior, la dimensión de los espacios y su calidad material, el entre
cruzamiento de los movimientos interiores y de los que vienen de
los alrededores, la importancia de las aceras convertidas en pasa
jes, el contrapunto entre la seriedad ciudadana exterior y el anecdó
tico laberinto interno, el balance entre peatones y aparcamientos,
etc., son estrategias de proyecto que han querido aproximarse a la
difícil quimera de la centralidad urbana.
La continuidad y refuerzo de la acera de Diagonal, las alineacio-
170
nes de la calle Anglesola, de Prat d’en Rull, de Costanca, atravie
san verticalmente La Illa, y forman calles comerciales, una araña
de pasajes que configura la planta horizontal del proyecto. Pero
esta red se cruza con el doble orden vertical de actividades (metro
politanas sobre la Diagonal, locales y más de barrio al nivel de la ca
lle Déu i Mata), con el acceso a los aparcamientos, con vestíbulos
mixtos de servicios a las oficinas.
El Centro de Convenciones, las escuelas, el hotel, el Bikini, son con
tribuciones a una diversidad de intereses que, bajo el envoltorio de
una opción explícita por la densidad y por la imagen metropolitana
fuerte, abrigan gente diversa moviéndose con relativa libertad, e,
incluso, con un cierto grado de sorpresa. La acusada continuidad de
los niveles entre aceras, interior y el parque es la garantía de soporte.
171
Nuevos parques, espacios recuperados
Jaume Barnada
I
172
la primera periferia en los barrios tradicionales. Una de las prime Con la urbanización del parque
de la Estación del Norte se
ras actuaciones del Ayuntamiento dem ocrático fue la adquisición recuperó también otro espacio
de estos espacios. Y aplicando la nueva política, donde se valora para la ciudad. Sin embargo, se
produjo una primera evolución
el espacio público como principal elemento de recalificación urbana, en el proyecto. Un parque es
se demolieron las fábricas y se transform aron en espacios públi también un lugar donde el arte
cos. Parques donde el verde y la arquitectura son los principios puede ser incorporado al diseño
urbano de forma efectiva y no
necesarios de diseño y orden urbano. meramente testimonial.
Por todo ello, estos parques tienen unas características espe
ciales, que los hacen diferentes de los parques de otras ciudades
europeas. Se tiene que tener en cuenta que la superficie media
es de tan sólo 4 0 .0 0 0 m2, dimensión realmente pequeña para un
parque. El proyecto de estos lugares tiene que redefinir y recalificar
el lugar, la arquitectura del entorno es de baja calidad y en muchos
casos es un claro exponente de la periferia o de la especulación
del período del «desarrollo». Por tanto, solamente con proyectos de
gran intensidad podemos mejorar el lugar. Estos nuevos parques,
aunque limitados, son espacios plurifuncionales y su estructura in
terna se halla dividida de tal manera que es el diseño el que asu-
173
►
El jardín del Príncep de Girona
es una de las últimas
realizaciones de los noventa,
que también recupera un
antiguo recinto, unos terrenos
militares, para un espacio
i público.
Este proyecto muestra una gran
comprensión del lugar y del
diseño, al proponer espacios de
usos flexibles y cercanos a la
cultura mediterránea. En las
fotografías, antes y después de
la reconversión.
174
apreciado y estudiado, que ha definido los proyectos más im por
tantes de finales de los ochenta y principios de los noventa, en
Barcelona. También son intervenciones que recogieron las necesi
dades y deficiencias que tenía la ciudad, con una reciente historia
llena de contradicciones. La arquitectura tuvo total libertad de
movimientos y produjo lugares com o los parques de Joan Miró, la
España Industrial, el Clot, la Pegaso, la Creueta del Coll o la Esta
ción del Norte.
Hoy este proceso de mejora urbana e incorporación del verde a
la ciudad, a través de la recuperación y transformación de recintos
de dimensión mediana, se ha consolidado como una manera de ha
cer espacios de gran calidad y efectividad, como los Jardines de
Olga Sacharoff, los del Príncep de Girona o el nuevo proyecto de
parque a Diagonal-Pere IV. Finalmente será necesario apuntar un in
terrogante de futuro, ya que esta manera de hacer y de entender la
ciudad en alguno de los proyectos de próxima ejecución ha cam
biado. Diagonal Mar puede ser el ejemplo más discutido, por lo que
es necesario darle tiempo y reflexión posterior.
175
La calle privada: Diagonal Mar, Barcelona
Z. M .
176
◄
Sobre la prolongación de la
avenida Diagonal se construye
un gran complejo urbano, un
«barrio» formado por edificios
de viviendas en torre, parque,
centro de convenciones y
centro comercial.
▲
llamativo en una ciudad orgullosa de sus calles, de su historia ur En primer término, vista parcial
del área que se modifica para el
bana y modelo de recuperación de la vida urbana para muchas Fórum de les Cultures 2004. Al
ciudades en las últimas décadas. Plantear la posibilidad de una calle fondo, las obras de Diagonal
Mar.
privada es un contrasentido para con la definición del espacio pú
blico por excelencia que es la calle.
177
Badalona. Nuevos parques: parque de
Montigalá y el Turó Caritg
Á rea de U rb an ism o d e B adalona
i
El parque de M ontigalá
El parque de Montigalá G-6 de Badalona form a parte de un siste
ma de parques (G-5 y G-4) que han de servir de ligazón de la ciudad
con la serranía de la Marina.
El G-6 es el parque más urbano de los tres reseñados, en
cuanto conecta directam ente con el tejido edificado de los barrios
de Lloreda, Sant Crist y Montigalá. Por esta razón el proyecto fija
un eje peatonal y de servicios mar-montaña que recoge la traza
178
de la riera de Sant Joan y la proyecta hacia la zona intermedia del
futuro parque G-5 (en proyecto) para acceder al parque G-4, ejecu
tado por INCASOL, ya en una zona de características ligadas a la
serranía que tiene en Sant Jeroni de la Murtra el punto referencial.
A lado y lado de este eje se desarrollan áreas de ocio conectadas
por paseos, todo rodeado por una plantación boscosa.
La obra se ha ejecutado en tres fases y quedan pendientes las
obras de las edificaciones complementarias destinadas a los servi
cios del parque.
179
Turó C aritg
El Turó Caritg de Badalona es un parque urbano situado en un punto
estratégico de la ciudad donde se emplazaban las baterías de costa
dentro la zona militar existente. Se encuentra completamente rodeado
por barrios muy densos, La Salut, Sistrells, Llefiá, el Fondo, y es el
punto de referencia del eje del puerto canal con el Palacio Municipal
de Deportes y la fachada de la autopista A-19. Las líneas proyectadas
se concretaron en el proyecto del Sector Estructural Olímpico del
año 1989.
El proyecto de parque se apoya en un anfiteatro natural, con arbola
do preexistente y formalizado por dos montes morfológicamente liga
dos que permiten eliminar un conjunto de barracas y construir una
topografía inventada que genera plataformas y paseos accesibles
desde los barrios. Construido en varias etapas, las primeras de ve
getación ya consolidada, tiene la virtud de parecer formar parte des
de siempre de la memoria de la gente.
180
Prat del Llobregat. El nuevo espacio
público en la operación de desarrollo
de la plataforma logística del Delta
del Llobregat
Jordi Cañas
182
las rondas de Barcelona y las nuevas penetraciones ferroviarias
de alta velocidad, constituyen el núcleo del Convenio de Infraes
tructuras y Medio Ambiente del Delta del Llobregat que puede
com portar unas inversiones cercanas al medio billón de pesetas
en los próximos diez o doce años.
Este desarrollo, sin embargo, puede tener características distin
tas y afectar de diferente manera al territorio que lo soporte -en
este caso el municipio del Prat de Llobregat.
El Prat de Llobregat es una ciudad de 63.000 habitantes -tan
grande como algunas capitales de provincias españolas- que está
a unos 4 km de la ciudad de Barcelona. Este emplazamiento, en
pleno delta del río Llobregat, y en medio del nudo de infraestructu
ras más importante del territorio catalán -aeropuerto, puerto, ferro
carril, plataforma logística...-, confiere a la ciudad del Prat unas ca
racterísticas físicas y funcionales únicas.
El municipio del Prat, por lo que ya ha sufrido durante los últimos
años en su propia piel, vio que era necesario negociar desde el ini
cio la implantación física de cada una de las grandes infraestructu
ras para mantener un territorio racionalmente «lleno» y no caótica
mente «relleno», y apostó por un modelo de ciudad sostenible
donde la característica principal de las decisiones que deben to
marse sea el ajuste de las condiciones ECO-nómicas y ECO-lógicas.
Uno de los prim eros logros de esta negociación territorial ha
sido la obtención, aprovechando la ampliación del aeropuerto, de
una franja litoral de 450 m de ancho y más de 3 km de longitud
que hoy está ocupada por un campo de golf, una instalación mili
tar y una propiedad privada calificada de suelo urbanizable. El
Ayuntamiento del Prat propuso y consiguió de la administración
aeroportuaria convertir este territorio en lo que se ha denominado
Parque Litoral Metropolitano del Prat.
Este Parque Litoral del Prat de casi 90 ha tiene que cumplir
una doble función: de conservación ecológica y de ocio de los
ciudadanos. Para ello se han previsto un conjunto de usos públi
cos que consistirán en:
• playa equipada y apta para el baño,
• áreas de estancia a la sombra de las pinedas,
• espacios grandes de paseo y entretenimiento con instalacio
nes deportivas,
• equipamientos de información y educación ambiental que
184
permitan a los ciudadanos conocer con más profundidad los valo
res naturales del delta de Llobregat.
Este uso público no será incompatible con la función de corredor
biológico entre las reservas naturales del Remolar-Filipines y de la
Ricarda-Ca l’Arana que este sector ha de cum plir y que se funda
mentará en la continuidad de los pinares, del cordón de dunas y
de la playa.
185
Parque de la Solidaritat
(E splugues de L lobreg at)
M an co m u n id ad de M unicipios del Área
M etro p o lita n a de B arcelona
186
césped con las numerosas balizas luminosas en forma de constela
ción hasta llegar a la escultura donde se produce una explosión
de luz que enfatiza su carácter monumental.
La losa del cinturón, dividida en dos piezas por el «salón central»,
acoge mediante unas plataformas escalonadas, diversos usos lú-
dicos del parque.
Estos dos ejes estructuradores del parque, salón central y losa del
cinturón, generan los cuatro sectores del parque destinados exclusiva
mente a la vegetación, caracterizados por su accidentada topografía
en contraposición al carácter plano de los mencionados ejes.
187
Parque Les Planes (l’H o s p ita le t de Llobregat)
M an co m u n id ad de M unicipios del Á rea
M etro p o lita n a de B arcelona
188
ción de 300.000 habitantes en su ámbito municipal y de 5 00 .00 0
en su ámbito m etropolitano (subsistema del delta oriental). La
principal vía de comunicación es la avenida de Isabel la Católica
por la que circulan diversas líneas de autobuses municipales e in
termunicipales. La reciente inauguración de una nueva línea de me
tro, con estación en la citada avenida, delante del parque, aumen
tará su nivel de accesibilidad.
189
■
El proyecto concibe la ordenación del parque de Les Planes desde
una óptica respetuosa con la configuración actual del terreno, man
teniendo en líneas generales el primitivo trazado del fondo de la riera,
transformándolo en el eje del recorrido central del parque de norte
a sur, así como la configuración de los laterales de vaguada en forma
de plataformas y taludes que progresivamente van alcanzando los
bordes este y oeste del parque. En cualquier caso, se corrige y
suaviza la accidentada topografía actual, mediante rellenos en el fondo
de riera que disminuyen los fuertes desniveles entre ésta y los bordes
del parque. Se manipulan también, mediante rellenos, los laterales de
vaguada, de manera que se suavicen los taludes y se sitúen dentro
de unas pendientes razonables.
191
Sant Adriá del Besos. Parque del Litoral
Mancomunidad de Municipios del Área
Metropolitana de Barcelona
194
El parque forma parte de un conjunto de dotaciones litorales
previstas entre el ferrocarril, el río y el mar, com puesto por un
área de aparcamiento, campo de fútbol, complejo polideportivo,
parque litoral y paseo marítimo con una superficie conjunta de 8,5 ha!
Este proyecto se desarrolla en el sector concreto del parque litoral
y el paseo marítimo en terrenos adquiridos por la CMB con una
superficie total de 2,7 ha. La estratégica situación del parque
dentro de un tramo de costa en que las implantaciones industriales
suponen una fuerte barrera para su uso público, da lugar a una
concepción de éste basada en la diversificación de ofertas de
ocio y aparcamiento ligadas a la utilización de la playa (potenciada
por la puesta en funcionamiento del colector Montgat-Montsolís y
el Plan de regeneración de playas del MOPU).
195
Sant Feliu de Llobregat. Creación de
nuevos espacios públicos, zonas verdes
y equipamientos
Núria Pedrals
196
A partir de la aprobación del Plan general m etropolitano del
año 1976, la ciudad ha experimentado unos cambios importantes,
consistentes inicialmente en el desarrollo de polígonos industriales
en los primeros años de desarrollo del Plan, y en los últimos años en
el diseño y desarrollo de sectores básicamente residenciales que
han incorporado mucho suelo destinado a parques y equipamientos.
Debido a la falta de suelo libre en las zonas centrales del casco
urbano, los nuevos suelos públicos incorporados a la ciudad a partir
del desarrollo de los sectores residenciales se sitúan fundamental
mente en los alrededores del casco urbano.
La integración de estos nuevos espacios públicos al servicio
de toda la ciudad -n o solamente de los nuevos se cto re s- ha sido
uno de los principales objetivos que han condicionado el diseño
del planeamiento parcial desarrollado y que ha determinado el
emplazamiento de los nuevos equipamientos para evitar segrega
ciones de determinados sectores de población.
El Plan parcial Falguera II ha sido uno de los sectores residen
ciales referidos, que ha formalizado el cierre de la ciudad por la
fachada que mira al río Llobregat, y que enlaza el casco urbano con el
polígono industrial el Pía que tiene continuidad en Molins de Rei.
197
Este Plan parcial ha perm itido la creación de 700 nuevas resi
dencias aproximadamente, un parque público de 40.000 m2, a|
cual se han agregado 10.000 m 2 de suelo para equipamientos
deportivos y una escuela primaria que com parte servicios con las
instalaciones deportivas. También se ha hecho reserva de dos par
celas de suelo para equipamientos, situadas en dos centros de
manzana rodeadas de residencias, una parcela de 3.000 m 2 desti
nada a guardería, actualmente en funcionamiento, y una segunda
parcela enfrentada con la guardería, de 4 .3 0 0 m 2 destinada a re
sidencia para la tercera edad, actualmente en construcción. Los
dos terrenos están a una distancia de 100 m del parque público
denominado parque del Llobregat, de 40.000 m 2 de superficie.
Uno de los aspectos más sorprendentes que ha comportado la
gestión del suelo de equipamientos para una residencia de la tercera
edad ha sido el rechazo inicial manifestado por un pequeño sector de
vecinos a la instalación de la residencia en el solar previsto.
Desde la administración, a la hora de decidir el emplazamiento
de la residencia se valoró de manera muy positiva la proximidad
al casco urbano del solar, la facilidad de convivencia con sectores
activos de población para los residentes, el emplazamiento res
pecto al parque, accesible a pie, y finalmente la situación de la
rdería en el terreno de enfrente, siempre con la idea de evitar
la marginación de la población de la tercera edad.
Esta propuesta fue rechazada con argumentos de carácter xenó
fobo disfrazados con razones pretendidamente urbanísticas, com o
por ejemplo, que a la residencia le falta espacio libre (solar de
4 300 m2), o que se privaría de asoleamiento a los edificios vecinos
(distancia mínima 20 m) y la propuesta consistía en alejarlos de la
ciudad por su propio bienestar.
Afortunadamente, la administración no cedió ante este tipo de
argumentaciones y la residencia se está construyendo sin mayo
res problemas.
199
Parque de Can Zam
(S an ta C o lo m a de G ram e n et)
M an co m u n id ad de M unicipios del Á rea
M etro p o lita n a d e B arcelona
200
I
en un municipio con déficit urbanísticos im portantes y en una
zona de gran accesibilidad, entre diversos cascos urbanos, ejer
ciendo un papel articulador del territorio m etropolitano.
La inversión en este tipo de obras públicas, además de comportar
una mejora directa en la calidad de vida de la población con menos
poder adquisitivo, tiene una intención de redistribución espacial
de las rentas y de disminución de los desequilibrios sociales de la
ciudad.
Su significación se destaca por la presencia próxima de infraes
tructuras tan potentes com o la «Pata Norte» de la ronda de Dalt y
el nudo de la Trinitat, así com o el río Besos, hoy en vías de urba
nización y regeneración.
El proyecto del cual se ha construido la primera fase se estruc
tura a partir de dos ejes que cruzan com pletamente el parque. La
202
prolongación de la calle Víctor Hugo y la relación form ada por pla
za-lago-no.
El punto central se crea en la intersección de estos dos ejes y
es e| de máxima tensión.
El parque queda dividido en cuatro sectores que pueden tener
personalidades diversas formando, no obstante, una única unidad.
El bosque frondoso, el parque romántico, el jardín tem ático y el
bosque de marina, serían un ejemplo.
203
Las rondas de Barcelona
y el nudo de la Trinitat
M anuel H erce
204
Dicho paradigma ha optado por adecuar los parámetros tradi
cionales de proyectos de vías rápidas a los requerimientos del es
pacio que atraviesa. Los enlaces están en los cruces con las grandes
arterias de la ciudad, diseñándose como plazas-puerta sobre la
misma, y permitiendo una lectura cinética de aquélla al usuario de
la vía. La rasante de la vía se ubica bajo la rasante de ciudad, pro
curando que la geometría de aquélla no afecte a la de las calles
que quedan arriba. Y, fundamentalmente, el tratamiento de la propia
ronda pretende remarcar sus características de calle, con arbolado,
iluminación, uniformización de barandillas, muros, etc.
Las rondas devienen así en un gran espacio público (una mo
derna calle con función fundamental de tráfico y no una autopista
que irrumpe en la ciudad), en un encadenamiento de plazas y es
pacios. E incluso, sobre ella, aprovechando dos niveles, se ubican
206
plazas sobre losas y espacios de equipamientos colectivos que
suturan los barrios que la vía separa. La variedad de lugares que
ha generado, directa o indirectamente, ha perm itido desde enton
ces muy diversas operaciones de creación de espacios urbanos
en su entorno.
207
1
208
El aprovechamiento del espacio afectado por la conexión de
autopistas (más de 10 ha), en difíciles soluciones formales de com
patibilidad de usos urbanos y tráfico, es una experiencia impo
tante que pretende devolver la condición de centralidad (plaza del
automóvil) a los grandes enlaces urbanos. Su diseño apunta a
profundizar en la creación de nuevos modelos de integración del
espacio del automóvil en el sistema de espacios públicos, sin me
noscabo de su función de circulación (por el nudo pasan más de
200.000 vehículos diariamente).
210
La selección que hemos hecho no pretendemos que sea total ni ex
haustiva sino que hemos querido reseñar cómo la iniciativa de ha
cer ciudad a partir del espacio público puede y es tomada como
primordial en muchas ciudades, tanto de Cataluña como del resto
del Estado español.
Nos hemos debido limitar, en lo que se refiere a ciudades no ca
talanas, a algunas grandes ciudades tanto por razones de espacio
como por opción que hicimos al redactar el original catalán. Elegi
mos tres ciudades que se distinguen por la espectacularidad de sus
actuaciones pero también por el carácter prematuro de hacer un jui
cio global sobre unas actuaciones recientes (Bilbao) y en algunos ca
sos muy discutibles (Valencia). No hemos incluido Madrid pues re
queriría una extensión o correríamos el riesgo de caricaturizar sus
proyectos. Aunque no se incluyen tampoco, por las razones antedi
chas, ciudades que en cambio nos merecen mucha atención por la
calidad de sus actuaciones de espacio público, comparable con los
mejores ejemplos europeos, sí que es justo citar los casos de San
Sebastián, Gijón, Santiago de Compostela, Granada, Toledo y otras,
que han realizado un urbanismo de espacios públicos de alto nivel.
A continuación se exponen los siguientes casos:
- Bilbao y la reestructuración metropolitana a lo largo de la ría.
- Sevilla y la recuperación del cauce del río.
- Valencia a través de políticas, a veces contradictorias, sobre
espacios públicos que se apoyan en el cauce del río.
Las tres ciudades han planteado propuestas de gran escala y
de valor desigual como se verá en los com entarios.
También incluimos casos de escala más reducida pero de inte
rés proyectual como Oviedo en la que se ha trabajado en la recu
peración del casco histórico para los peatones, ordenando y paci
ficando el tráfico y proyectando espacios públicos unificados y
que ponen en valor el tejido y la estructura del área central.
Las actuaciones llevadas a cabo en las ciudades catalanas se
leccionadas incluyen:
- Recuperar y aprovechar las oportunidades de los elementos
naturales (río Segre en Lleida y río Ter en Girona, Parque de Vall-
paradís en Terrassa), los espacios vacíos (Eix Maciá en Sabadell
y Via Europa en Mataró), y las infraestructuras obsoletas (ferroca
rriles, casernas, industrias).
- Atribuir al espacio público calidad de uso para los ciudada
nos, ser elemento estructurante para la ciudad y m otor de opera
ciones de centralidad económica y cultural.
-A tención a la calidad del diseño y a la colaboración de los co
lectivos sociales.
Hemos incluido el Pare de l’Agulla de Manresa porque en este
caso la iniciativa ha sido ciudadana, ha sido el uso social el que
ha generado un espacio público adecuado para el uso colectivo.
II
213
1
II
214
r¡o por su carácter navegable y de viejo puerto interior continuo.
La construcción del nuevo Puerto Exterior permitirá la construcción
de ese tipo de puentes.
La nueva vía, que sigue la traza de la ría, y paralela a ésta, salva
en continuidad, mediante puentes, los brazos de agua que desem
bocan en ésta. Con metro-tranvía incorporado a su sección, con
caminos peatonales y para bicicletas junto al agua, genera un paseo
público de borde de la ría en todo su desarrollo.
En su unidad, se distinguen cinco tram os diferenciados:
1. La apertura: donde la avenida del Nervión se integra en el En
sanche bilbaíno, bajo la vía de cornisa, panorámica, que lo bordea.
Un primer puente singular, inclinado, salva la fractura de cota en
tre el Ensanche, alto, y la plataforma de ribera, cruzando el cauce
de la ría. Ya en la plataforma ribereña, el eje surca la península de
Zorrozaurre, con nuevas edificaciones a ambos lados y que incor-
II
215
pora la ampliación del Campus de Sarriko, de la Universidad del
País Vasco, organizado a caballo de ría. Un campus urbano sobre
el agua, con los espacios públicos del borde de la ría abiertos a
los ciudadanos y con usos comerciales y de ocio.
2. El bulevar. La avenida metropolitana incorpora en su sección
un bulevar de 10 m entre ambas direcciones de tráfico, acercándo
se a la ría con una doble plataforma, segregando el flujo viario del
peatonal, que discurre por un espacio y equipado para el recreo y
ocio.
3. El centro. El corazón metropolitano, confluencia de tres valles,
es el salón de la metrópoli que, profusamente vegetado, se convierte
en un símbolo de la regeneración en una de las zonas antes indus
triales y hoy más degradadas.
Entre dos aguas:
4. En Barakaldo, en la dársena de Portu, la avenida permite
configurar una lámina interior de agua limpia, a nivel constante,
sin depender de las mareas, para la práctica deportiva y recreati
va, incluso con una playa artificial en su extremo este.
Buscando el mar:
5. Al final de los 5 km de traza recta, la avenida se bifurca en
las dos márgenes para enlazar con la red viaria existente, planteán
dose, en una recuperada escom brera, un hito singular a modo de
remate.
II
216
Girona. Recuperación de espacios
públicos
Pere Sola Busquéis
217
un lugar para la el gran espacio público entre la Glrona de dentro y la de fuera de las
contem plación... murallas. Los terrenos de FEVE, RENFE y CAMPSA que conforman la
estructura ferroviaria del tren de Olot, Sant Feliu de Guíxols y Barce-
lona-Francia han dotado a la ciudad del Parque Central que articula la
ciudad a lado y lado del trazado del ferrocarril y abre la posibilidad
de transformar la carretera de Barcelona en la gran calle.
El Plan especial de los antiguos cuarteles militares ha permitido
tener el Parque de Migdia y los equipamientos de Palau, realizando
aquello que el Plan del Ensanche no había previsto, y que supone
el cambio del modelo de ciudad heredada.
El encadenamiento de un continuo de operaciones urbanísticas
ha liberado los bosques de Palau, que preservan la línea del hori
zonte y la morfología del paisaje, y convirtiendo los bosques que
se adentran en la tram a urbana en parques urbanos.
Estas operaciones descritas junto con las de las de Ribes del
Ter y las Pedreres, conforman el cambio en la estructura de la ciu
dad. Las Ribes del Ter orientan la ciudad hacia el río que recupe-
II
218
ra los valores ecológicos perdidos y dota a la ciudad de un espa Antiguas infraestructuras
del ferrocarril, espacio público:
cio de ocio a escala metropolitana. El futuro parque de las Pedre- parque, centro cultural y social.
res, que se encuentra en proceso de realización, preservará defini
tivamente el perfil de la ciudad y recuperará el paisaje del lado de
la montaña.
La pequeña escala ha mejorado pieza a pieza en todos los ba
rrios de la ciudad. Cabe destacar la política de actuaciones en el
barrio Vell a partir del Plan especial que selectivamente y con mu
cho cuidado han vaciado algunas piezas del tejido para hacerlo
revivir. Destacan las Beatas y el Jardín de la Infancia, los espacios
de dentro y fuera de la universidad que con la restauración de la
muralla han propiciado el paseo que, siguiéndola, ofrece a los pea
tones la mejor percepción de la ciudad.
La operación del Pou Rodó, Sant Feliu (antiguo barrio de prosti
tución) incorpora a la rehabilitación las últimas manzanas de la
ciudad vieja.
El proceso del nuevo espacio del teatro, que cerraría el proceso
II
219
de convertir parte del barrio antiguo en equipamiento para la ciudad
es el que se ha seguido en la histórica trama urbana como en el
Centro Cultural la Mercé, Cine Moderno, Teatro y Ayuntamiento
antiguo Hotel Centre.
La intervención sobre los barrios más periféricos ha consistido
en algunos casos en aprovechar aquellos espacios que el creci
miento había olvidado y dejado como residuales. Por ejemplo, ganar
la Riera Bullidors com o recorrido para peatones y eje para un
conjunto de barrios con tejidos insolidarios o la revisión de mode
los de crecim iento legalmente vigentes, pero caducos, siempre a
favor de la m ayor aportación de espacio público.
II
220
Río Segre. La Mitjana. Lleida
2. M. y J- M. Llop
II
221
El río Segre. 1 . Áreas de uso público: dos espacios equipados para un uso
público intensivo, un área natural para paseo de peatones y bici
cletas, y diversas zonas para la práctica deportiva.
2 . Áreas de interpretación ambiental: uso pedagógico y de in
terpretación medioambiental.
3. Áreas de interés natural: dos espacios para la observación
de la naturaleza de acceso regulado.
4. Áreas de reserva natural: zona de alto interés biológico de
uso público muy limitado.
- Construcción de una estación depuradora de las aguas resi
duales para reducir el nivel de contaminación de sus aguas.
222
_ Construcción de tres puentes: uno peatonal y dos de circula
ción rodada.
_ Traslado de núcleos de chabolas, localizados en zonas de
riesgo de inundación. Se han proporcionado a los residentes vi
viendas en otras localizaciones.
II
223
Manresa. Parque de la Aguila
Josep Alias
II
224
Su formación como espacio público no ha sido fruto de ninguna
planificación concreta, sino paralela al crecimiento de la presencia de
gente, y a convertirse en lugar de diversas actividades cívicas (Tran-
séquia, Festes de la Llum, etc.).
El principal problema es el de la accesibilidad, agraviada por la re
ciente construcción de la ronda norte de Manresa, que corta la
continuidad entre la ciudad y el parque. El principal medio de acceso
es el vehículo privado, lo que supone una gran congestión durante
los fines de semana, y limita sus potencialidades de aumentar las
dimensiones de la zona verde.
Los nuevos proyectos plantean el crecimiento del parque dentro
del municipio de Sant Fruitós de Bages, destinado, principalmente al
estacionamiento de vehículos privados. Por otro lado, se propone la
creación de una «vía verde» paralela al recorrido de la Acequia.
II
225
M ataré. La nueva ciudad, vía Europa
Angelina Catalá
II
228
para transform ar el torrente existente, separador de ba-
3 , on pl nuevo vial integrador de ciudades,
rnos, e(| Cl " ,
. 6 ha de suelo para equipamientos.
. 202 residencias de promoción pública adquiridas por diversos
colectivos en diferentes modalidades de venta.
, 3.450 residencias de promoción privada con equipamiento
comercial en planta baja y aparcamientos en los sótanos de los
bloques plurifamiliares.
La inversión en urbanización ha sido de 36.52 millones de euros,
de los cuales 30 se han financiado con las cuotas de urbaniza
ción giradas a los propietarios de los sectores o su valor equiva
lente en suelo, 4 millones de euros se han financiado con aporta
ciones de la UE y 2,4 millones de euros con financiamiento
municipal.
En el año 1996, se inauguraron las primeras obras de los viales
y zonas verdes con una gran fiesta en la que participaron más de
10.000 ciudadanos.
En el año 1999, se entregaron las residencias de promoción
pública.
Durante el año 200 0 se inauguró la zona verde más importante
y extensa, el parque central.
A finales del año 2000, se han construido y ocupado un 50%
de las 3.450 residencias de promoción privada.
Y previsiblemente antes del año 2003 estarán todas las resi
dencias acabadas y ocupadas.
II
229
Sabadell. El Eix Maciá, una experiencia
de desarrollo urbano
C aries P rieto
II
230
la obtención del parque de Cataluña, bandera de la campaña de recu-
eración de la ciudad, contra la especulación y a favor de un están
dar de zona verde necesaria. Las 40 ha de parque urbanizado supo
nen un pulmón para la ciudad y para su entorno inmediato.
En tercer lugar, la realización de un centro terciario de carácter
metropolitano para abastecer de servicios al área de influencia eco
nómica, con nuevos centros y grandes superficies comerciales, hote
les oficinas y centros de negocios, equipamientos públicos de ca
rácter universitario.
Para conseguir estos objetivos el Ayuntamiento de la ciudad realizó
una serie de pasos. Desde el año 1981 compró los terrenos del futu
ro parque, tramitó la modificación del Plan General Urbanístico para
permitir los nuevos usos del parque y del centro terciario, firmó un
convenio y pactó un Consorcio Urbanístico (CODEM) con el Instituto
Catalán del Suelo de la Generalidad de Cataluña para el desarrollo del
Eix Maciá. El CODEM dirigió la operación, la urbanización del área y los
accesos, desarrolló los concursos para la venta de las parcelas, im
pulsando una cooperación de iniciativa pública y privada.
Con el Eix Maciá la ciudad de Sabadell ha vivido un punto de infle
xión en su desarrollo, consiguiendo invertir el proceso de suburbiali-
zación que padecen muchas ciudades cercanas a Barcelona, colo
cando el listón de la calidad urbanística al nivel de ciudad-capital.
II
231
El parque de Vallparadís. Terrassa
P ere M ontañ a
II
232
oeos de Cohesión. La aportación europea, que supone el 80%
. I cOSto total, ha sido decisiva para poder ejecutar, entre 1996
1999 el tramo com prendido entre el paseo 22 de julio y el
Lente del Gall. Este tram o ocupa 170.000 m 2 y, por lo tanto,
significa el 70% del parque. El parque de Vallparadís será uno
de los parques más grandes de Cataluña, con una superficie de
347.000 m 2 y una longitud de aproximadamente 3 kilóm etros.
II
233
Oviedo. La peatonalización y adecuación
del centro histórico. Un caso particular:
la rehabilitación de la plaza Mayor
Francisco Pol
II
234
235
Las propuestas del Plan especial
II
236
(je valorar el protagonismo de las arquitecturas. La inclusión en el
diseño de estas pavimentaciones de algunos elementos que contri
buyesen a la «lectura» de los orígenes y la caracterización del tejido
del casco. La previsión de tratamientos específicos sólo en los es
pacios singulares que utilizaban los «materiales de la memoria» de
la ciudad como incitaciones proyectuales, pero con expresiones for
males claramente contemporáneas, rehusando por tanto soluciones
falsarias de «imitación historicista». Y, en fin, la contención en la uti
lización del mobiliario urbano, reducido a sus elementos imprescin
dibles, respondiendo a los mismos criterios formales de priorizar la
valoración de las arquitecturas.
Los resultados de la peatonalización del casco, extendida poco
después a otras áreas contiguas del Ensanche, no han podido ser
más satisfactorios, tanto en sus implicaciones en la estructura funcio
nal como en su incidencia en la vida urbana, con una espectacular re
conquista del casco como lugar de encuentro ciudadano, una percep
tible dinamización de las actividades comerciales y de las actuaciones
en la vivienda, y una positiva aceptación por parte de los residentes.
II
237
1
II
240
Sevilla. Transformación urbana del río en
los años noventa
Damián Á lvarez Sala
II
241
esas claves por las que las formas contingentes que la arquitectura
va segregando en el interior de la ciudad se despliegan en espacios
concatenados de transición hasta el exterior de huertas y caminos
La forma profunda del río se impuso en los orígenes como un acopla
miento forzado que la ciudad supo convertir a lo largo de siglos en
articulación intencionada; es decir, en una unión deseada y fructífera.
La promesa de luminosidad, belleza y prosperidad que encerraba el
flujo a veces devastador y turbio del Guadalquivir, se habría de con
vertir en realidad mediante una lenta victoria sobre lo destructivo en
lo que resultaría un ejercicio continuado de gran estilo que dio cuerpo
al corazón de la ciudad: el puerto, los Reales Alcázares, la murallla, la
Torre del Oro, la catedral, el Archivo de Indias, el palacio de San Tel-
mo, la Maestranza, el puente de Triana....
En 1983 culminó el largo programa de obras de defensa de aveni
das y mejoras en el puerto iniciado a finales del siglo xix. Desviado el
río por la corta de la Cartuja fue posible desmantelar el antiguo muro
▼ de la calle Torneo y el aterramiento realizado en 1948 en Chapina. El
ei no recuperado y los nuevos ferrocarril a Huelva se desvió por el norte. Gracias a ello el cauce his-
tonco, que había estado a punto de ser convertido en zona residencial
a comienzos de los años setenta, se recuperó para la ciudad, en pri
mer lugar como perspectiva, como puro valor visual que había sido
cegado por las obras de defensa de avenidas y del ferrocarril, des
pués como espacio de recreo y, finalmente, como eje de ordenación
principal de la ciudad contemporánea y su área metropolitana.
La designación de Sevilla como sede de la Exposición Universal de
1992 permitió concertar las obras básicas de encauzamiento con las
de acondicionamiento e incorporación a la estructura y al espacio ur
banos de los nuevos suelos defendidos, con una superficie de casi
1.300 ha. Los suelos comprendidos entre el antiguo cauce y el nuevo
se ordenaron como parque con equipamiento, para albergar la Expo
y servir después de espacio dedicado a actividades de investigación,
parque tecnológico, instalaciones deportivas y parque metropolitano.
Sobre la margen izquierda del viejo cauce, liberada del muro de
defensa y del ferrocarril, se construyó un amplio paseo de ribera y
una gran avenida que completa el eje viario que recorre la ciudad de T
norte a sur bordeando el río. Las actuaciones se completaron con la La Alameda de Hércules.
II
243
El puente del Alamillo, de construcción de diez nuevos puentes, cinco con funciones territoriales
Santiago Calatrava, incluye el
paseo a la orilla del río. de cruce de la vega del Guadalquivir, y los otros cinco como conexio
nes del espacio urbano de las dos márgenes del río.
Como un rasgo característico de la cultura de nuestros días, las
numerosas construcciones realizadas en un plazo muy breve expresan
en la disparidad de sus intenciones simbólicas y estéticas, y en la
complacencia en el discurso de lo aparente y fugaz, la condición pa
sajera de su destino, tal vez como esas piezas primeras e infantiles
que protegen la constitución de la dentadura mientras ésta se desarro
lla para ceder después su lugar a las definitivas. Por eso, si hay que
destacar lo esencial de la transformación de la ciudad operada sobre el
río ello sería, más que el conjunto de edificios y estructuras ingenieriles,
entre las que se encuentran muchos de muy notable calidad, la recupe
ración plena de las dimensiones, longitudinal y transversal, del espacio
fluvial como escala básica, como clave mayor, de la arquitectura de la
ciudad, en la tradición de civilización del demiurgo familiar, de su so
mentimiento y asimilación al cuerpo urbano, de la que fue el mejor
ejemplo en el pasado la conform ación de la Alameda de Hércules.
II
244
Valencia. Parque público del Tuna
Trini Simó
■ i ano
II
245
Cinco hermosos puentes de piedra de los siglos xiv al xvii jalonan el
cauce en la parte recayente al núcleo de la Valencia antigua.
Río típicamente mediterráneo, de pequeño caudal pero con posibles
fuertes crecidas en otoño y primavera, cuenta con varios desborda
mientos que han anegado la ciudad y los campos. La terrible riada de
1957 fue la última. A partir de ahí se pensó en su desviación definitiva,
y en 1961 se aprobó, a tales efectos, el Plan Sur. El plan contemplaba
el uso del viejo cauce, ahora ya sin agua, como corredor de vía rápida
que uniría el puerto con la zona oeste de la ciudad. En su seno se insta
larían varias carreteras y vías de ferrocarril y algunos altos edificios.
Es a partir de ese m omento cuando la reivindicación popular
tom ó fuerza, a la cual se sumaron diversas entidades ciudadanas.
Una frase, producto de una voluntad inquebrantable y de una de
m ocracia incipiente, se constituyó en lema: «El riu es nostre i el
volem verd». En 1979 se consiguió la aprobación del Plan General
con el cambio de zonificación: el cauce sería únicamente zona verde
y parque público. La batalla estaba ganada.
246
En principio el proyecto del cauce presentado por el arquitecto Punto de reposo.
Ricardo Bofill, y aprobado por el Ayuntamiento, diseñó el conjunto
como un espacio unitario. Pero pronto los avatares e intereses políti
cos, económicos y profesionales trocearon el cauce en varios tra
mos, cada uno de ellos respondiendo a proyectos diferentes. En
este momento un 50 % de su espacio falta por definir, y el peligro
que corre toda la parte que queda por proyectar es un excesivo
sometimiento a la importancia y características de las zonas urba
nas limítrofes, con lo que la desarticulación puede aumentar. No
obstante, el prim er proyecto, aunque unitario, pecaba de un gran
formalismo y tono versallesco. Por otra parte queda siempre la
esperanza de conseguir mejores y más adecuados diseños que
unan e integren.
Es sobre todo deseable que esta larga cinta verde, antiguo río
indisolublemente ligado al origen y crecimiento de la ciudad, recobre
la memoria de lo que fue. Para ello sería necesario una mayor
presencia de los puentes históricos y de los pretiles y, paralela-
II
247
Proyecto del lecho presentado mente, habría que rediseñar ciertos tram os y encauzarlos hacia la
por el arquitecto Ricardo Bofill.
idea de parque fluvial que mantuviera un pequeño y continuo flujo
de agua serpenteante con una vegetación adecuada.
De esta manera y con una relativamente modesta inversión, la
memoria histórica perduraría, existiría una mayor unidad en el con
junto y todos los elementos del antiguo río estarían más integrados.
Y el cauce subterráneo, siempre existente aunque no visible, tam
bién se integraría y resultaría un conjunto más ecológico y soste-
nible.
Pero en cualquier caso, su uso actual como jardín y lugar de
encuentro es incuestionable.
II
248
Valencia. La Alameda: de paseo a vía
rápida para los coches y aparcamiento
Trini Simó
II
251
©
Europa
III
III
254
rias, viaductos y canales, frentes de ríos, etc. para diseñar es
pacios públicos de calidad (La Haya, Duisburg, Londres, París,
Rotterdam, Saint-Nazaire).
- Las actuaciones en la periferia combinando la calificación in
terior de los espacios públicos y de las viviendas con la inser
ción en el conjunto de la ciudad mediante accesibilidad: m etro
o tranvía, continuidad de las avenidas y elementos de centrali-
dad: grandes equipamientos, monumentalidad (Roma, Lisboa).
Evidentemente no todo es positivo. En algunos casos no se
puede evitar la debilidad frente a los miedos o el monumentalismo
alienador (por ejemplo enrejado de plazas y monumentos). En
otros se ha optado por priorizar la circulación privada degradando
así el espacios públicos, que igualmente acaba congestionado y fra
casa también como «vía rápida». Ciertas iniciativas se han converti
do finalmente en operaciones comerciales tipo parque tem ático o
de gentrificación acelerada. Aunque no es la tónica general. Con
sus contradicciones y, a veces, graves deformaciones, la estrate
gia urbana de espacio público en muchas ciudades europeas pue
de ser considerada una vía interesante hacia una ciudad más co
hesionada y sostenible, más democrática.
J. B.
III
255
Berlín. Potsdamer Platz: obsesiones y
fantasmas de la ciudad europea
contemporánea
C arlos G arcía V á zq u e z
Definir Potsdamer Platz, esta «plaza» berlinesa que jamás fue una
plaza, es relativamente sencillo. Tres form as de hacerlo han sido
especialmente habituales en la multitud de artículos que, sobre el
tema, se han escrito en estos últimos años. En primer lugar, Pots
damer Platz como la mayor obra de la Europa de los noventa: 15 ha
de terreno sobre las que se han construido 700.000 m2 de oficinas,
comercios, locales de ocio y viviendas. En segundo lugar, Potsda
mer Platz como buque insignia, y primer campo de pruebas, de la
operación Berlin-Hauptstadt, es decir, de la transformación de Berlín
en capital de la Alemania reunificada. Y en tercer lugar, Potsdamer
Platz como emblemático mito urbano de los años veinte: el corazón
terciario de una ciudad frenética, el nudo de tráfico más congestio
nado de Europa, un sinónimo de modernidad que sirvió de inspira
ción a Martin Wagner, Marcel Breuer y Erich Mendelsohn... pero
también un sinónimo de destrucción cuando, en 1945, fue total
mente arrasada por las bombas aliadas. Aún nos quedaría, sin em
bargo, una cuarta definición, quizá la más sugerente de todas:
Potsdamer Platz como privilegiado objeto de laboratorio sobre el
que la ciudad europea contemporánea tuvo la oportunidad de pro
yectar su futuro.
El proceso para la reconstrucción de Potsdamer Platz se puso
en marcha en 1990, y lo hizo con una cadena de escándalos. En
prim er lugar se trató de la venta de los terrenos, unos solares de
propiedad pública que fueron vendidos, en algún caso a precio
de saldo, a cuatro multinacionales: la Daimler-Benz, la Sony, la
A+T y la Hertie. A continuación fue el concurso de ideas para la or
denación de la zona, convocado por el Senado berlinés en junio de
1991. El primer premio les fue otorgado a Heinz Hilmer y Cristoph
Sattler con una propuesta cuya suma corrección no pareció con
vencer a casi nadie. Estalló la polémica y los inversores decidieron
III
256
actuar por su cuenta; Sony buscó a Helmut Jahn para desarrollar
su zona, A+T a Giorgio Grassi y Daimler-Benz aceptó convocar un
nuevo concurso que tuviera como base la propuesta de Hilmer y
Sattler. En este caso los ganadores fueron Renzo Piano y Chris-
toph Kohlbecker, a los que, finalmente, se les encargó la realiza
ción del plan urbanístico.
Las obras comenzaron en octubre de 1994, y hoy en día, tras
seis años de frenética actividad constructora, los resultados de la
operación Potsdamer Platz están a la vista, ofreciéndonos la opor
tunidad de evaluar el alcance de la decidida apuesta realizada por
Berlín en pro del espacio público. La primera impresión que recibe
el visitante es que la zona Daimler-Benz tiende a replegarse sobre
sí misma; flanqueada (y hasta cierto punto protegida) por la Pots
damer Strasse y la Linkstrasse, dos vías de alta densidad de tráfico,
se asemeja a una especie de isla urbana, plena de sosiego y tran
quilidad. Una vez en su interior, el trepidante ajetreo del tráfico
perimetral desaparece, dando paso al imperio del nuevo humanismo
urbano contemporáneo, es decir, al imperio del espacio público.
Animados veladores en las amplias aceras de la Alte Potsdamer
Strasse, niños correteando por la Marlene-Dietrich Platz, ancianos
paseando junto al estanque que conduce al Landwehrkanal y grupos
de personas caminando despreocupadas por las calzadas, sin temor
a ser arrolladas por ninguna de las bestias mecánicas que ace
chan fuera de «la isla». Definitivamente «safe and wealthy», la
zona se autopropone com o un mundo feliz dentro del conflictivo
magma m etropolitano berlinés. Pero la verdadera protagonista
del espacio público no son ni las alamedas, ni las placitas, ni las
calles y callejones que se multiplican por doquier, sino Arkaden.
Arkaden es un pasaje comercial que atraviesa la zona en dirección
norte-sur, una calle plagada de tiendas, cafeterías, terrazas, jardi
neras, puentecillos y escaleras mecánicas. En Arkaden no llueve,
no hace frío, no cruzan coches, no hay suciedad, no existen ni ruidos
III
258
n¡ contaminación, tan sólo sonidos musicales y aromas ambientales.
Una cubierta de vidrio protege este «espacio público» del duro clima
berlinés, y una legión de cámaras, sensores y alarmas de otras ame
nazas que acechan fuera de «la isla»: carteristas, marginados, men
digos... No es de extrañar, por tanto, que todas las calles transver
sales de la zona Daimler-Benz desemboquen, indefectiblemente,
en una puerta que da acceso a Arkaden. Tampoco es de extrañar
que esta calle tan particular se haya convertido en la verdadera
protagonista del espacio público en el complejo Potsdamer Platz.
Frente a Arkaden, continuamente abarrotada de público, palide
cen los veladores, las pandillas de niños y las parejas de jóvenes
que pasean por calles, plazas y alamedas; a Arkaden parecen diri
girse, y de ella parecen provenir, la inmensa mayoría de los visi
tantes de «la isla».
Pero la propia Arkaden languidece ante otro fenómeno similar
situado unos m etros hacia el norte: el Sony Forum. Se trata, una
vez más, de un espacio público peatonal e interior, en este caso,
de 4 .0 0 0 m 2 de superficie. Su diseño incide en las características
más intrínsecas de los hechos urbanos: pintoresquismo, densi
dad, m ultiplicidad... «espontaneidad». La plaza se transform a así
en un gran plato repleto de escenas fragmentadas: oficinas, viviendas,
restaurantes, cafés, com ercios, un cine IMAX 3D, una mediateca,
una cinemateca, todo ello resuelto en claves de variedad y densidad,
con fachadas diversas y superficies brillantes, iluminación suge-
rente y un amplio muestrario de árboles, jardineras, bancos, vela
dores, cabinas de teléfono y demás mobiliario urbano. El Sony Fo
rum tematiza así la ciudad tradicional, la misma que a su vez rechaza
en su obsesión por la interioridad.
Tanto Arkaden como el Sony Forum evidencian cómo las tácticas
comerciales, que han penetrado en todas las esferas de la ciudad,
también están colonizando su espacio público. Estos fenómenos
constatan el fracaso de muchos de los presupuestos del conser
vador urbanismo europeo contemporáneo, cuyos teóricos suponían
que el retorno a las form as urbanas tradicionales conllevaría la re
cuperación de valores sociales com unitarios. Pero también son el
exponente de otros muchos fracasos que, en las últimas dos dé
cadas, se han abatido sobre numerosas y bien intencionadas pro
puestas urbanas, fracasos que nos hacen sospechar que el espacio
público contem poráneo está sufriendo una radical transforma
ción. Artificialidad, desnaturalización, imitación de la ciudad tradi
cional... ¿es que la vida pública del futuro tan sólo será viable en
entornos escenificados, en saneadas islas urbanas perfectamente
controladas? ¿Está el espacio público europeo atenazado por una
«geografía del miedo» similar a la existente en las metrópolis nor
teamericanas?
Muchas son las cuestiones que la experiencia berlinesa de
Potsdamer Platz ha dejado abiertas, y no sólo en lo referente al
espacio público contemporáneo, otras aluden al modelo de ciudad
que plantea: al procedim iento (¿por qué se ha dejado en manos
del capital privado la definición de la ciudad?), al diseño (¿por qué
enmascarar com o evolución lo que realmente es una enorme mu
tación?), o al concepto (¿por qué suplantar, apelando a un concep
to tan abstracto com o el de tradición, la verdadera memoria del
lugar?). Cuestiones que convergen en otra de carácter más gene-
ral: ¿es Potsdamer Platz un espacio para la reacción, un cálido re
fugio europeo contra la radical inestabilidad que caracteriza a las
grandes ciudades contemporáneas? En cualquier caso, una cosa
parece clara, que el laboratorio de Potsdamer Platz no ha consegui
do elaborar ninguna receta verdaderamente convincente; una evi
dencia más de las dificultades que encuentra la actual cultura urba
nística europea para canalizar los fenómenos contemporáneos.
III
261
Duisburg. Un parque industrial diferente
Z. M.
III
263
Además, el parque paisajístico cumple un segundo objetivo: en
los últimos años y en el marco de diferentes programas de form a
ción, algunos centenares de personas han aprendido nuevos oficios
de futuro, con lo que el parque paisajístico también ha devenido en
un eficaz centro de formación en la zona norte de Duisburg.
A pesar de toda su singularidad, el proyecto ha resultado ser
un intento muy económico que permite emprender nuevos cam i
nos en el desarrollo de parques urbanos, haciendo también per
ceptible la historia del lugar y la ciudad mediante nuevos usos.
III
267
y textura señala el uso dominante en cada parte. El mismo pavi
mento entra en las plantas bajas de los edificios ajustándose al
uso. La iluminación y los bancos tienen diseño propio y los mate
riales pertenecen al conjunto. Los edificios alrededor de la plaza
son independientes pero se relacionan con porches y con un ele
mento en «Z» en lo alto del prim er techo que crea una continuidad
entre los edificios y sus partes. La autopista ha sido parcialmente
cubierta por unas grandes «alas» con hierro y vidrio para reducir
III
268
el impacto visual y crear un reclamo a los viajeros m otorizados.
Alrededor de las «alas», unas fuentes con chorros de agua crean
un sonido que disminuye el ruido del tránsito. Dos calles paralelas
peatonales pasan también sobre las «alas».
En el centro de la autopista se colocan unas grandes lámparas
tipo «bandera» que con su presencia y ritmo invocan la entrada a la
ciudad y dan una iluminación homogénea al eje central del proyecto.
La ejecución comenzó en 1995 y se concluirá en 2003. En
2001 la mitad de la plaza está ya ejecutada y las «alas» y «bande
ras» acabadas y la edificación se ha llevado a cabo en un 70%. La
realización de los edificios corresponden a diferentes firmas. El
equipo dirigido por Joan Busquets hace dos de los edificios, el es
pacio público y la coordinación general del proyecto.
El proyecto se realiza bajo el auspicio del Ayuntamiento y del
Estado con una intervención mayoritaria por parte de los inversores
privados. El financiamiento incluye la demolición de un brazo del
viaducto y la reurbanización completa del sector.
La superficie del proyecto es de unas 3 ha y la superficie cons
truida total de unos 65.000 m2 sobre rasante. El proyecto urbano
intenta en este caso vincular las decisiones de las infraestructu
ras con las de la edificación, estableciendo unas reglas lo sufi
cientemente abiertas para que los program as específicos sean
posibles pero también estableciendo que las decisiones de un
proyecto tienen consecuencias sobre los que sigan.
III
269
Lisboa. Alto de Lumiar
E duardo Leira
III
271
El terce r tram o del Eje integra el núcleo histórico de Charne-
ca, potencial víllage lisboeta, organizado en torno a un peculiar
espacio abierto triangular preexistente, que lógicamente se man
tiene. El tram o concluye en la Puerta Norte, otra gran rotonda
sobre el Eje Norte / Sur, nueva vía rápida de la ciudad que tam
bién bordea la actuación.
En su conjunto, se trata de una propuesta de ordenación mar
cada por la valorización de la calle, com o espacio público por ex
celencia -s e obliga a edificar en la alineación que la configure- y
se huye, precisamente, de los espacios residuales, interbloques,
que han caracterizado los barrios dorm itorio periféricos en edifi
cación abierta.
Calles arboladas, plazas y el gran Eje, que es tratado como
parque lineal, junto con los tres grandes parques, son las claves
de un proyecto marcado pues por el espacio público. Junto a los dos
ya mencionados, otro gran parque penetra en cuña con disconti
nuidad en el tejido del Ensanche.
III
272
Una urbanización homogénea y de calidad constituye además
un requisito de integración social, en una actuación de elevada
densidad obligada, en que se realojan in situ más de 3.500 fam i
lias, -hasta ahora alojadas en infraviviendas- distribuidas dentro
de un total de casi 20 .0 0 0 nuevas viviendas y otros usos.
Londres. Broadgate
Susana G o n zález - Jo rge Fiori
III
275
Broadgate, Londres. gún |0S prom otores, son «nuevas plazas urbanas» que proveen el
espacio para la gente que trabaja en el área y atraen más gente
para visitar Broadgate. Más de diez años después del comienzo del
proyecto, es evidente que estos espacios han tenido éxito a la hora
de atraer a los trabajadores de las oficinas de otras zonas de la
City de Londres, donde faltan áreas de recreo y actividades. Este
éxito es especialmente obvio durante el verano, cuando las «pla
zas» se llenan de actividades, incluyendo deportes y eventos cultu
rales organizados por la administración de Broadgate.
Pero a pesar de ser vendido y anunciado com o un lugar que
proporciona el espacio público y el arte y que atrae a una comunidad
más amplia, es discutible hasta qué nivel esto es realmente con
seguido. Por ejemplo, no está pensado para ser atractivo o acoger
a la verdadera comunidad de la zona, que incluye a la población
III
276
trabajadora y a diferentes grupos étnicos. Las conexiones con el
tejido urbano adyacente, por ejemplo, son discontinuas y en algunos
casos bastante defensivas; consisten en cambios de nivel, o algunas
presentadas como cu¡s-de-sac, escondidas por obras de «arte de
calle», protegidas por barandillas o carteles con prohibiciones.
Estos problemas han causado debates sobre el tema de la pri
vatización del espacio público. Aunque se anuncia como espacio
público que crea zonas cívicas para la comunidad, en realidad se
ha convertido en un enclave privilegiado, privado y corporativo
dentro de la ciudad, donde no hay lugar para los miembros de la
denominada comunidad más amplia. Si por un lado el uso de este
espacio por ciertos grupos de gente no se favorece, la incursión
final de estos grupos se impide mediante un grupo de gerencia,
guardias y personas de limpieza que están constantemente pre
sentes en el lugar.
Londres. World Squares for all
S usana G o n zález - Jorge Fiori
El proyecto World Squares for all ocupa una gran parte del centro
de Londres, área que incluye algunas de las más importantes ca
racterísticas del país y es considerado el corazón de las institucio
nes gubernamentales, monárquicas y culturales del país. El objetivo
del proyecto y de la propuesta es la mejora y reconfiguración gene
ral de esta área, un proceso en el que la noción de «dominio públi
co» fue primordial para el arquitecto proyectista (Norman Foster).
El área es frecuentada cada día por decenas de miles de em
pleados de oficinas, y es la más visitada por los turistas, que llegan
a más de 20 millones al año. Sin duda, la percepción de esta
zona es la del dominio de vehículos, donde las plazas actúan más
como rotondas que como espacios cívicos. Las empresas que han
elaborado el estudio consideran que el área da pocas facilidades
a los londinenses y aún menos a los turistas.
Se le encargó a N. Foster que hiciera un plan maestro que me
jorara el acceso público en el área y que permitiera el disfrute de
la misma, al tiem po que se preservaban y realzaban los edificios
y monumentos históricos. La cuestión de llegar a un equilibrio en
tre el peatón y el coche era el tema principal del estudio y de las
estrategias propuestas. Para conseguirlo, se realizaron diferentes
análisis utilizando distintas herramientas com o Space Syntax, que
cuidaban tanto de la accesibilidad de los peatones como del flujo
del tráfico. Basándose en esto, se elaboraron diferentes escena
rios para estudiar los efectos de la variedad de medidas, para ase
gurar que las intervenciones tuvieran el menor efecto posible en la
congestión de esta área. Se dibujaron los movimientos de peato
nes y se analizaron los comportamientos de turistas y de «locales»
para comprender cómo se utilizan los espacios públicos.
A pesar de que la principal propuesta era convertir en zona pea
tonal una parte de las plazas Trafalgar y Parlamento, los arquitec
tos dicen que se trata de mucho más que un proyecto de peato-
nalización. «Es un proyecto em blemático, un blueprint project, un
ejemplo de interacción entre una visión amplia, totalizadora y el
III
278
respeto por los detalles según las necesidades de los diferentes
usuarios y de los diferentes lugares». Las medidas propuestas dan
prioridad al espacio público de peatones, ampliando y haciendo
más accesible el «cuerpo» de los peatones de las plazas más im
portantes, asegurando nuevos puntos de encuentro que tienen en
cuenta vistas y monumentos de la zona, creando nuevos espacios
con cafeterías, fuentes, zonas verdes y otros servicios.
III
279
Sin duda, este proyecto de 20,43 millones de euros ha creado
mucha polémica y conflicto, incluso entre diferentes niveles de gobier
no. El mayor problema, por lo que fue inicialmente rechazado por
el W estminster City Council y por algunos m iem bros del Parla
mento, venía de la peatonalización y los efectos negativos que
podía tener en la congestión del tráfico y en la accesibilidad al
Parlamento por los m iem bros del mismo.
III
280
Otro motivo para las duras críticas es que del proyecto se be
neficiarían más los turistas, a costa de la gente que vive y trabaja
en el centro de Londres. Esto lleva al debate sobre cómo se han
de hacer las intervenciones urbanas en las áreas utilizadas por
dos sectores diferentes de la población, que a veces son difíciles
de distinguir, pero que tienen prioridades y necesidades divergen
tes, por no decir contradictorias. Esto cuestiona toda la industria
turística y las presiones que pueden llegar a hacer, directamente o
no, sobre la política urbana y el orden de prioridades ligados a
cambios urbanos. En este caso concreto, también se hace evi
dente el problema de gobernabilidad y de tom ar decisiones a nivel
estratégico. Esto es especialmente problemático en Londres, por
la ausencia de un órgano central responsable de los planes gene
rales y estratégicos en la capital, que existía hasta el año 1986
cuando fue disuelto por Margaret Thatcher, en aquella época pri
mera ministra. En este caso, mientras el proyecto fue elaborado
por un grupo de empresas del gobierno central, el Consejo de la
ciudad de W estminster rechazó algunas propuestas. La razón era
que el proyecto mejoraba por un lado las condiciones concretas del
área de Trafalgar Square, pero no tenía en cuenta una mejora glo
bal de la zona en el sentido medioambiental -problem as de la
contaminación del aire y ruido, congestión del tráfico y los trayec
tos de los autobuses urbanos.
III
281
Londres. South Bank Center
S usana G o n zá le z - Jorge Fiori
III
282
en mayo de 1999 los organizadores del concurso seleccionaron a
R¡ck Mather Architects, una firma afincada en Londres sin experien
cia previa de proyectos a escala urbana.
Después de varios meses para la elaboración de un plan maes
tro más detallado, Rick Mather dio a conocer una propuesta prelimi
nar a mediados de febrero. El elemento que destaca en ésta es un
jardín existente, llamado Jubilee Gardens, como elemento que al
berga nuevos edificios culturales y genera nuevas y más claras co
nexiones con los alrededores. Este jardín, diseñado por la firma pai
sajística holandesa West 8, tiene como principal característica una
superficie ajardinada que se inclina y funciona como cubierta de un
edificio de tres niveles. Éste albergará una nueva sala de concier
tos, una sede para el British Film Institute -incluyendo un complejo ci
nematográfico, el Museum of the Moving Image y una bibilioteca-,
nuevos espacios para exposiciones, además de nuevos usos co
merciales. El objetivo principal de Mather en la parte existente del
complejo ha sido incrementar la circulación peatonal a través del si
tio, crear más accesos a nivel de las plantas bajas de los edificios
(ya que en la actualidad éstos se dan principalmente mediante pa
sarelas elevadas que dejan inutilizadas grandes superficies), y en
general lograr la integración del South Bank con los alrededores.
Esta intención se ve reflejada no sólo en la gran superficie inclinada
del parque -que establece conexiones reales hacia un puente so
bre el río Támesis y hacia una estación de metro, y también una co
nexión virtual en las vistas que ofrece hacia la zona turística e histó
rica de la ciudad-, sino también en la creación de nuevas zonas de
usos mixtos -co m o hotel, centro de convenciones, y otras activida
des culturales-comerciales- Este plan maestro ha sido elaborado a
partir de los requerimientos y opiniones de diferentes grupos involu
crados en la zona, como grupos de artistas, la comunidad local, el
público asistente a las actividades culturales del complejo, y los in
tereses comerciales de la zona. Con el fin de evitar desacuerdos
posteriores, los arquitectos han puesto énfasis en el carácter con
sensual de su propuesta y en los procesos de consulta emprendi
dos para determinar las necesidades y prioridades. Claramente
esta propuesta parece ser un gesto mediador, pero aún falta ver si
esta estrategia puede, mediante la definición de las intervenciones
arquitectónicas particulares, lograr eficazmente la unidad y diversi
dad que pretende promover.
III
283
285
Lyon. La rué de la République
Z. M.
286
287
El proyecto ha sido hecho por el estudio del arquitecto Alain
Sarfati; es un tapiz de granito gris de más de un kilómetro, hori
zontal y recto, acompañado de dos hileras de árboles, bancos y
faroles. Bajo esta aparente sencillez se esconden opciones políti
cas fuertes, es un proyecto em blemático también por la compleji
dad de su funcionamiento en el corazón de la ciudad contemporá
nea, donde se mezclan aspectos técnicos, sociales, culturales y
com erciales.
Para traducir los principios generales a propuestas concretas se
han tenido en cuenta las funciones del lugar... la rué de la Républi-
que es un lugar extremadamente complejo y, gracias al análisis, a
la búsqueda de soluciones de gestiones adaptadas -en este caso,
un ordenador central de control de entradas y salidas-, a la aplica
ción de sistemas de concertación afinados, a los servicios del pro
m otor se ha buscado un conocimiento más profundo de su funcio
namiento y de lo que había en juego, para poder constituir un
programa que aportará al arquitecto los elementos que tendrá que
III
288
integrar en la reflexión y en el proyecto. La ciudad no es un museo
yf por lo tanto, resulta conveniente actuar con competencia y pru
dencia en un medio urbano frágil y complejo.
289
Lyon. Plaza de la Bolsa
A riella M asboungi
III
293
refuerza de manera sustancial la recalificación del sector urbano
íntegramente: un modelo de instalación universitaria de tipo difuso
a través de la recuperación de edificios y las áreas circundantes
degradadas; la superficie todal es igual a otras 22 ha para una
cubicación de 9 0 0 .0 0 0 m3 cúbicos, de las cuales el 60% tiene re
lación con la recuperación de lo existente.
Se une a todo esto la recalificación de los ejes principales de la
vía Ostiense y la vía G. Marconi que, gracias a la nueva malla viaria,
verán aligerados las cargas y los flujos, y con un rediseño de la ca
lle y la intervención con equipamiento de mobiliario urbano para te
ner más espacio peatonal y carriles para el transporte público.
El nuevo sistema viario está constituido por la culminación sub
terránea del Lungotevere dei Papareschi, la construcción de dos
puentes para vehículos sobre el río y la línea férrea Ostia Lido-
Roma, y por la continuación de la circunvalación Ostiense hasta el
barrio Marconi.
Las intervenciones en las estaciones de Ostiense y de Traste-
vere son fundamentales para acceder y extender las áreas cen
trales.
III
295
París. El paseo plantado: Bastille-Bois de
Vincennes
APUR - N athan S tarkm a n
m m Á M T * ). " j ‘I^V, 3 . ip ■ ■ i i w w m
1
la publicidad, los rótulos, las vitrinas y los escaparates y los colores
de las persianas.
- La elaboración de normas para mantener o animar a las acti
vidades para que participen en la tradición y en el prestigio de la
avenida (cines, hoteles...).
- La protección en calidad de m onumentos históricos de la ma
yoría de las construcciones, testim onio de la memoria de los
Champs-Elysées.
Este plan ha sido puesto en marcha a partir del año 1990.
El proyecto de nuevo tratamiento del suelo (Bernard Huet, arqui
tecto), elegido luego de una consulta, ha sido realizado entre 1992
y 1994. El nuevo diseño marca la unidad y la continuidad de la
com posición. Las aceras han sido organizadas en dos partes que
se distinguen por la naturaleza del em pedrado y por el color del
granito: por un lado la alameda peatonal ordenada con dos hile
ras de árboles, por otro lado el espacio com prendido entre los ár
boles y los edificios, también dividido entre el paso de los vehículos
III
300
de seguridad y la zona de extensión de las terrazas cubiertas de
los cafés. La distribución del pavimento integra los árboles exis
tentes, las salidas y las ventilaciones del metro, el mobiliario urba
no y las salidas de emergencia de los estacionamientos y se
adaptan también a la geometría variable de los cruces.
Las farolas diseñadas por Hittorf han sido conservadas y redis
tribuidas. Las grandes lámparas, los bancos y los sem áforos han
sido reemplazados por una nueva gama de mobiliario urbano dise
ñadas por Jean-Michel Wilmotte.
La rehabilitación de los Champs-Elysées es parte de un conjunto
particularmente am bicioso de actuación pública, llevada a cabo
en el transcurso de los años ochenta y noventa, a lo largo del
gran eje histórico del oeste de París: La restauración del Gran
Louvre con la revalorización de los jardines del Carrusel y de las
Tulleries, la restauración del Arco de Triunfo, el cubrim iento de la
avenida de Neuilly y la construcción del gran arco de la Défense.
III
301
París. El parque de Bercy: los jardines de
la memoria
APUR - N athan S tarkm a n
III
302
Una nueva trama regular, a eje con el palacio polideportivo de
Bercy y paralelo al río se combina con los trazados anteriores de los
depósitos. Dentro de la malla así definida, el parque ofrece espacios
de ambientes diferentes: amplias zonas de césped y jardines temáti
cos -rosaledas, laberintos, jardín de aromas, viñedos-, un jardín ro
mántico marcado por la presencia del agua, todo próximo.
Los grandes árboles, las alamedas adoquinadas conservadas
con sus rieles y algunas bodegas y casas rehabilitadas testim o
nios del antiguo Bercy.
Dos pasarelas metálicas atraviesan la calle Joseph Kessel para
unir las partes del parque. Al lado del Sena una vasta terraza pro
tege el jardín y domina el río. Éste será el futuro punto de llegada
que atravesando el Sena buscará la Biblioteca Nacional de Francia.
III
303
Roma. Las estaciones
M au rizio M arcelloni
III
305
En cuanto a la seguridad, se han colocado telecámaras de cir
cuito cerrado en red con la central de operaciones. Además, cua
trocientos policías y otros cuarenta guardias privados de seguri
dad, garantizan la seguridad de los ciudadanos. El servicio se ha
confiado a la Polfer con doscientos agentes a los que se unen
cuarenta carabineros, veinte guardias de finanzas y guardias ur
banos; la vigilancia privada se coloca en los puntos de unión con
el metropolitano y las vías. Además, en las instalaciones antiin
cendio y en las subidas de gas, un estrecho control será posible
gracias a las telecámaras.
La estación Tiburtina se convertirá en el principal nodo de inter
cambio ferroviario de Roma; confluirán el tren de alta velocidad,
el pendular, el tren m etropolitano y la línea B del metro.
La nueva estación, que estará lista en 2003, cambia el paisaje
urbano y reduce la separación entre los barrios producida por las
vías. Será la primera estación elevada de Italia. Hasta ahora se ha
construido la base sobre la que se apoyará el edificio, un coloso de
acero y cemento de 176 m por 45. Los trabajos, una vez termina
dos, hospedarán taquillas, salas de espera y de negocios para los
pasajeros. Además, se contará con una calle cubierta que ligará los
dos lados del barrio. También en el proyecto de ferrocarriles y ciu
dad (Ferrovie e Comune) se incluye el nuevo recorrido de la ronda
de circunvalación este que rodeará la estación gracias a un nuevo
III
306
inte al norte; éste permitirá la transformación en bulevard urba-
del tramo que hoy atraviesa el barrio. El puente tendrá una longi-
de 60 m y costará 240 billones. Para su proyecto se llamará a
mdes arquitectos como Santiago Calatrava y Renzo Piano.
Asimismo en 200 3 estará terminado el parque de 10 ha vecino
3 estación. En el 2005 serán derribados los viejos elevados en
olaza de la actual estación y en su lugar la plaza encontrará su
iva organización para la práctica comercial, centros de la Ad-
íistración y servicios.
Roma. La Cám ara de Diputados en la
Plaza de Montecitorio
Ariella M asboungi
111
310
311
Roubaix. Recuperación del canal
A riella M asboungi
313
Saint-Nazaire. Ciudad-Puerto
Z. M.
III
315
©
Antgf l a m i n a
V
IV
319
Bogotá. El paseo urbano de la Carrera
Quince
María Eugenia Avendaño
IV
320
321
IV
322
Descripción del proyecto
La Carrera Quince es un eje viario con una longitud de 3 km entre
las calles 72 y 100. Los aspectos en los que se ha intervenido son:
• Aceras: se han ampliado ambos lados, en la oriental se han
agregado 9 m de ancho y en la occidental 7 m, que aseguran
aceras de 12 y 10 m de ancho respectivamente.
• Calzada: para organizar el tránsito de la vía se han definido
tres carriles, uno exclusivo para el transporte público; además se
ha comenzado la construcción de cuatro plantas de párking sub
terráneo a lo largo de la calle.
• Mobiliario urbano: uná' cráracterística importante del proyec
to es el diseño de un mobiliario urbano especial, que consiste en
paradas de autobús, pequeñas floristerías, quioscos de venta de
periódicos, paneles informativos (mapas, etc.).
• Jardines delante de las viviendas: estas áreas de propiedad
privada han sido integradas en las aceras, y de esta manera, se
ofrece más espacio público a los peatones.
• Símbolos urbanísticos que delimiten el sector: se han dise
ñado dos puertas de entrada, una en la calle 72 y la otra en la ca
lle 100, en las cuales se han colocado elementos de arte urbano.
Los cruces de los ejes viarios de la Carrera Quince tienen placitas
con material específico.
• Red de servicios públicos: se ha renovado la red de servi
cios públicos de alcantarillado, energía eléctrica, telecom unicacio
nes y gas; además se han instalado dos tipos de iluminación: una
para vehículos y otra para peatones.
• Zona verde: se ha renovado com pletamente el diseño paisa
jístico colocando dos hileras de árboles en la acera oriental y una
en la occidental. Se ha sembrado una nueva especie arbórea, el
liquidámbar. También, de manera complementaria al paseo urbano,
se ha remodelado el parque del Virrey como lugar de descanso y
práctica deportiva.
56. Bogotá es la capital de Colombia y tiene una población cercana a los siete mi
llones de habitantes.
Biblioteca Pública Virgilio Barco
Bogotá. Entre el hombre y el cielo
Claudia Antonia Arcila-R ogelio S alm ona
IV
325
corrido donde la cultura no es una tarea obligatoria sino un ele
mento fundamental del espacio que simplemente se encuentra al
paso. A través del recorrido se descubre y se pone en evidencia
un paisaje que simultáneamente conforma la espacialidad de la bi
blioteca. Por razones técnicas se creó com o una batea que, a la
manera de un «tímpano del entorno» (para decirlo con palabras
de Salmona), recoge la luz, el color, horizontes cercanos y lejanos.
Esos horizontes, para mayor agudeza de la percepción, se refle
jan en el agua que la rodea, multiplicando el significado de las
imágenes.
En el interior hay salas de lectura, salas de música, videote
cas, auditorios, cafeterías, salas de exposiciones, salas múltiples,
espacios dedicados a los niños. El edificio enmarca la naturaleza,
pero al principio no se ve. Se suceden varios elementos que flui-
IV
326
damente permiten ir descubriendo el paisaje dp forma paulatina. El en
torno va apareciendo poco a poco, a medida que se avanza. Se
accede al verde, después al cerro, a la luminosidad reflejada. Es,
en suma, como un observatorio desde el cual podemos percibir,
sin ningún traumatismo, todos los elementos del paisaje bogotano.
La ciudad está siempre presente, visible, a su alrededor. La biblio
teca se ofrece, al final de todo el recorrido, como un gran centro
ceremonial cuyo primer beneficiario es el hombre y cuya cubierta
es el cielo.
Bogotá. La memoria del agua
La avenida Jiménez de Quezada de
Bogotá
Claudia Antonia Arcila-R ogelio S alm ona
IV
328
IV
329
tuyen algunos edificios coloniales y modernos, la Gobernación de
Cundinamarca, tres iglesias, más de veinte universidades en sus
bordes y, por consiguiente, más de 1 50 .00 0 habitantes universi
tarios. La flor y nata de la población bogotana aglomerada duran
te más de ocho horas diarias en condiciones precarias y sin op
ciones para recorrer la ciudad. Ahí radica lo fundamental.
IV
330
El proyecto se preocupó por abrirle a la ciudad la perspectiva
de dos elementos tutelares: Monserrate y Guadalupe; recoge el
símbolo de la palma de cera y el agua como elemento unificador
de ese recorrido, y articula escenarios tan representativos para la
ciudad como el barrio La Candelaria, los barrios al norte de la Ji
ménez y ciertos hitos com o la Quinta de Bolívar, la Academia de
la Lengua, el parque de los Periodistas, la iglesia de San Francisco
y el camino a Monserrate. Su espacialidad va más allá e incita a la gen
te a penetrar en el piedemonte como escenario natural de la ciu
dad. El paseo de la Jiménez ha extendido un hilo alrededor del
cual se rozan constantemente estos y otros escenarios.
«Yo soy el espacio donde estoy», escribió el poeta Noel Ar-
naud. Y el filósofo Ortega y Gasset: «Yo soy yo y mis circunstan
cias». Y el arquitecto Rogelio Salmona: «La ciudad y el habitante
se condicionan mutuamente». Y más adelante: «Uno condiciona
su espacio y el espacio lo condiciona a uno. Lo im portante es que
la gente se reconozca capaz de apropiarse de él».
De la avenida Jiménez se han apropiado hoy los colombianos
con la misma fruición con que siempre lo han hecho del vallenato,
el café, las flores y el dolor.
IV
331
Buenos Aires. Programa de la avenida
Corrientes
R o b erto C on vertí
av san i
R eciclado Hogar San Martin
Hospital Alvear
1 Escuela Centro de Transferencia
| Privado
■ Mixto
H Pu blico
MOTEL HOUOAYINN
$ NUEVO COLEGÍO PUBLICO CE ABOGADOS
{ft) PEQUEÑOS Y NUEVOS
EMPRENOIWIENTOS
COMERCIO • VftVSENDA
OFICINAS - CULTURA - EOUCACION
IV
336
Buenos Aires. Proyecto Retiro-Puerto
Alberto V aras
IV
338
propuestas principales
IV
339
El proyecto Retiro-Puerto ha sido incorporado dentro del Plan
Urbano Ambiental aprobado en 2001.
Etapas
El proyecto tiene dos etapas previstas de desarrollo:
La primera etapa comprende la realización de las obras de infra
estructura ferroviaria necesarias para obtener un acceso eficaz al
puerto y, consecuentemente liberar las tierras que actualmente ocu
pan las playas de maniobras en el borde de avenida del Libertador.
La segunda etapa com prende una superficie de 18 ha y está
compuesta básicamente por áreas residenciales de densidad me-
0- ' ; J
■fe
IV
340
día-alta, hotelería y un centro comercial. Los m etros cuadrados
que han de construirse en esta etapa son aproximadamente
220.000. Esto es aproximadamente equivalente a la superficie que
se ha licitado en la margen este del Dique 4 de Puerto Madero.
El monto de la inversión privada en construcción en esta eta
pa es del orden de los 1 8 0 /2 0 0 millones de pesos. El coste de
infraestructura urbana en esta etapa es del orden de 10 millones
de pesos. El valor de las tierras que van a com ercializarse es de
80 millones.
La tercera etapa abarca las 48 ha restantes y está compuesta
principalmente por un gran parque urbano, áreas residenciales y
grandes equipamientos urbanos.
Se construirán en esta etapa aproximadamente 3 5 0 .0 0 0 m2 lo
que implica una inversión privada en construcciones que se esti
ma del orden de 300 millones de pesos. La inversión en infraes
tructura urbana en esta etapa es de 25 millones. El valor de las
tierras que se van a com ercializar es de 150 millones.
La proporción entre público y privado de la urbanización es la
siguiente: 65% de tierras públicas (49 ha) y 35% de tierras priva
das (26 ha).
Estas cifras, un poco com pactas, hablan de dos aspectos im
portantes: primero, la factibilidad del proyecto y su viabilidad eco
nómico-financiera; en segundo lugar, de la compatibilidad entre
factibilidad y la elaboración de medidas urbanas de fondo para el
mejoramiento de la ciudad: una estrategia de mejoramiento de un
nudo de transportes clave en la ciudad como lo es Retiro.
Notas de los a u to re s J. B. y Z. M .
La importancia de este proyecto de «centralidad» plantea un con
junto de problemas en relación al espacio público de gran com
plejidad: inserción de las infraestructuras en el tejido urbano, arti
culación con la ciudad de un área segregada por sistemas de
transporte pesados, rol del espacio público en la ordenación de un
área con vocación de usos diversos, etc.
Una cuestión especialmente problemática que nos parece de
gran interés, a pesar de no ser objeto del proyecto que se pre
senta, es el tratam iento que se pueda dar a la Villa 31, que por
ahora aún no es ex Villa 31, es decir al barrio marginal y auto-
construido en el que viven diez personas aproximadamente. Parece
consecuente con los criterios de que la operación incluya residen
cia y diversidad social, y que se opte por program as de vivienda
que incluyan a una gran parte de la población de la villa, sin perjui
cios de que se den alternativas aceptadas para el resto. En este
caso el diseño del espacio público puede servir para integrar o
para separar las viviendas de menor rango social. La solución in
te g ra d o s es difícil pero no hacer esta opción no parece justifica
ble por parte de un gobierno dem ocrático.
IV
342
Buenos Aires. Parques públicos en Ciudad
Universitaria
A lberto Varas
IV
345
Buenos Aires. El abandono de la ciudad:
del barrio a la ciudad cerrada
Z. M.
IV
347
El equipamiento propuesto habla claramente de por lo menos
dos cosas: el simulacro y el control. Simulacro de ciudad, de so
ciedad y de una arquitectura pseudoantigua que avala con un matiz
de tradición la imagen de la propuesta y control de las áreas públi
cas, pero también de padres sobre hijos.
Una falta que denota la gran gravedad de estas propuestas es
la falta de espacios de representación civil y política, una sociedad
que plantea su nexo de unión en térm inos contractuales de pro
pietarios, que se regirá com o una empresa, sin más compromiso
que un interés económico igualitario momentáneo. La fundación
de una sociedad «utópica» excluyente.
El crecim iento de los barrios cerrados es especialmente des
mesurado en algunas ciudades latinoamericanas. Las estadísticas
de la ciudad de Buenos Aires hablan claram ente57
Las localidades de la RMBA conforman un espacio de 16.767 km2,
donde residían en 1991 algo más de 12 millones de habitantes (38%
de la población nacional), con una densidad promedio de 739
hab./km 2.58
La región es el aglom erado urbano más importante del país:
concentra el 50% de la mano de obra industrial, el 55% del PBI y
constituye el principal centro financiero y el mayor mercado de
producción y consumo del país.
A partir de estos datos podemos analizar la tendencia más re
ciente y cada vez más acentuada de la «huida» de los habitantes
Tabla de población del RMBA en relación con el país y la ciudad de Buenos Aires59
División politicoadministrativa Población total Superficie Densidad
(censo de 1991) en km2 hab./km2
Ciudad de Buenos Aires 2.965.403 200 14.827
Total RMBA 12.418.084 16.767 741
Total país 32.370.298 3.761.274 8,6
Relación RMBA/país 38,4 0,4
IV
348
de áreas urbanas hacia «unas zonas sin contradicción...». Hasta
la fecha de realizar estos estudios, la superficie urbanizada por
estos barrios cerrados ocupa 173 km2, cuando la ciudad de Bue
nos Aires tiene como superficie 200 km 2.
Si se toma como hipótesis que las familias de clase media y
media-alta están conformadas habitualmente por 4 o 5 miembros,
la posible densidad de estas nuevas áreas se establecería entre
1.461 y 1.826 hab./km 2 frente a la densidad de la ciudad de Bue
nos Aires que está en 14.827 hab./km 2. De la com paración con
los partidos de la RMBA donde se instalan mayoritariamente estos
desarrollos, se encuentran dos tendencias: en las localizaciones
más próximas a la ciudad de Buenos Aires la densidad propuesta
se reduce a 1/5, y en los partidos más alejados las nuevas pro
puestas resultan un gran aumento con respecto a la densidad
existente. Con lo cual en ambos casos se provoca una escisión
con el lugar y se generan nuevas demandas no acordes con la
generalidad del municipio.5789
IV
349
Buenos Aires. Programa Buenos Aires
y el Río
R o b erto C onvertí
Descripción y objetivos:
Surgido de la decisión política de crear un proyecto de gran enver
gadura y con el fin de dar respuesta al deseo de los ciudadanos de
incorporar un gran cambio en la calidad urbana ambiental del frente
costero de la ciudad, el plan ha contado desde el inicio con una cla
ra orientación estratégica, definida por la planificación urbana.
Después de un intenso proceso de gestión y proyecto, hoy se
ha transform ado en una ejecutiva acción de obra pública.
Este Programa de Desarrollo Urbano ha enfatizado uno de los
aspectos más trascendentes de la geografía de Buenos Aires, el
Río de la Plata, generando com o acción principal la integración
este-oeste y sur-norte de la ciudad a través de un corredor ribere
ño de 20 km de extensión y más de 540 ha de espacios verdes
públicos.
Implantación
Como expresión de ese cam bio se institucionalizó en el año 1996
el «Área de Gestión de la Ribera», una herramienta de gestión del
program a Buenos Aires y el Río.
Obras
El objetivo es generar, recuperar y transform ar el espacio público
del frente costero de la ciudad de Buenos Aires, constituyendo un
área para el aparcam iento de acceso libre y gratuito, y con el me
jor soporte de infraestructuras generales, que permita el reen
cuentro del ciudadano con el río.
El program a opera sobre una superficie total de 200 0 ha.
I a etapa: Río de la Plata, 90 0 ha.
2a etapa: Riachuelo desde La Boca hasta Puente La Noria,
1.100 ha.
PROYECTO
PARQUE C€ LOS NIÑOS
Norte-Sur
Las acciones son realizadas interdisciplinariamente con aporta- Programa Buenos Aires y ei Rio
. . . . .,. . . . , , ., y Programa avenida Corrientes.
ciones de ingenieros, biologos, ecologistas, oceanógrafos y arquitec
tos; al mismo tiem po, se convocan concursos nacionales con la
participación de la Sociedad Central de Arquitectos y de la Univer
sidad de Buenos Aires.
IV
351
▲
Programa Buenos Aires y el Río:
paseo Costanera Norte.
IV
352
El proyecto prevé:
80 ha de nuevos parques.
20 ha de paseos públicos recuperados.
300 ha de paseos públicos transform ados.
▲
Programa Buenos Aires y el Río:
paseo Costanera Sur.
IV
353
México D. F. Barrio de Santa Fe
J. B.
►
Viviendas de lujo por encima de
la autopista.
IV
354
◄
El camino hacia Santa Fe.
◄
Espacios monofuncionales y
sometidos a vigilancia.
IV
355
México D. F. El Zócalo de la ciudad
de México
Jorge L e g o rre ta
i
IV
356
La plaza pública más grande del país ha sufrido una serie de
transformaciones. Había tenido áreas ajardinadas, transporte eléc
trico, com erciantes y todo. Últimamente fue objeto de una gran
polémica a causa de las propuestas del gobierno del Distrito Fe
deral para remodelarla.
Hoy, su gran plancha de hormigón armado es lugar de manifesta
ciones de ideas plurales, exigencias políticas a los poderes locales y
federales, centro de convergencia de manifestaciones culturales,
actos cívicos oficiales y de aquellos que involucran a la ciudadanía
de manera espontánea alrededor de la bandera nacional.
El gobierno de la Ciudad de México ha impulsado las expresio
nes más diversas de este espacio. Tanto los conciertos masivos
de artistas populares, com o también aquellas expresiones cultu
rales que parecían dirigidas a una minoría han hecho acto de pre
sencia. También ha servido para convocar a miles de personas
para rescatar nuestras tradiciones: enero de la Rosca de Reyes,
febrero de la Candelera, noviembre de M uertos..., hasta llegar a
diciembre.
En este tiem po de apertura dem ocrática, el Zócalo es más que
nunca la plaza pública por excelencia. Es el foro de discusión polí
tica, es el lugar donde millares de voces se hacen escuchar por
el gobierno. Desde aquí se toman las ciudades, no sólo la de Mé
xico, y desde aquí las diferentes fuerzas políticas miden sus pro
pias fuerzas en una consecuencia natural de una época de transi
ción histórica en nuestro país.
IV
357
México D. F. La recuperación de los
espacios públicos. La experiencia de la
plaza General Gabriel Hernández
Jorge L e g o rre ta
Antecedentes
El problema de la proliferación de la suciedad en la vía pública es
uno de los más recurrentes en todo el Distrito Federal y en la De
legación de Cuauhtémoc.
El abandono de los espacios públicos por la inseguridad, el ina
decuado sistema de recogida y la ausencia de una cultura de con
servación son factores que contribuyen al deterioro de las plazas,
los parques y los jardines de nuestra ciudad.
IV
358
Como una manera de dignificar el espacio público, dentro de sus
programas preferentes, la Delegación estableció la supresión de
los vertederos de residuos clandestinos; unas jornadas de recupe
ración de plazas, calles y parques, la iluminación y reparación de
las fuentes y el incremento de la vigilancia en los lugares inseguros.
Para alcanzar unos resultados positivos, estas acciones tienen que
llegar a recibir el apoyo de la participación de los vecinos.
Acciones de recuperación
La necesidad de recuperar del deterioro la plaza General Gabriel
Hernández, situada en el centro de la ciudad, fue planteada por los
mismos vecinos en audiencia pública a las autoridades.
IV
359
Los habitantes de las zonas contiguas a la plaza acordaron
con las autoridades que se colocaría una imagen de la Virgen de
Guadalupe por haber suprimido el vertedero de residuos.
Con el objetivo de que la ley y el reglamento fuesen efectiva
mente aplicados, como también para garantizar la seguridad de
las personas que frecuentan la plaza, se asignaron dotaciones po
liciales y se program aron patrullas.
Entre otras acciones de recuperación de la plaza se prevé ins
talar cuatro módulos de juegos infantiles, bancos m etálicos y pa
peleras, restaurar los elementos de hierro de los jardines, limpiar
y pintar una fuente, plantar vegetación, podar los setos y el césped
y hacer una poda ligera a los árboles, reparar el pavimento de
hormigón y reparar y cambiar los faroles.
IV
360
Para que estas acciones tuvieran resultados positivos, la parti
cipación de los vecinos fue indispensable en el mantenimiento del
mobiliario y las áreas verdes, como también lo fue el uso de los
juegos, la difusión de las sanciones que establece la ley y la vigi
lancia ciudadana sobre la correcta actuación policial.
Resultados
Erradicación de la basura.
Incremento de la seguridad.
Ocupación del lugar de esparcimiento por parte de los vecinos.
Aprovechamiento de los juegos infantiles por parte de los niños
residentes en la zona y de aquellos que asisten a clase en escue
las vecinas.
Recuperación de otra área verde.
Mejora de la imagen del barrio. Más confianza en el potencial or
ganizativo.
Mayor credibilidad de las autoridades locales.
IV
361
México D. F. Colonia Condesa
J. B. y Jorge L e g o rre ta
IV
363
Río de Janeiro. La avenida Brasil
M anuel H e rc e
IV
366
como espacio público, a través de una nueva organización formal
de este tipo de calles, puede ser una operación emblemática en
América Latina.
IV
367
Rio de Janeiro. Proyecto Rio-Cidade
Verenna A ndreata-M anuel H erce
IV
368
369
370
con estrecham iento de pistas, recuperación para ei peatón de es
pacios sobrantes, regularización de cruces e isletas separadoras;
en este sentido, las atrevidas soluciones de diseño geom étrico y
coloración de cruces principales, aportan al diseño urbano mucha
de la creatividad festiva de la idiosincrasia carioca.
En segundo lugar, en la variada utilización de materiales y tex
turas del pavimento de aceras y plazas, destaca un afán de concep-
tualización de espacios y de paseos, en el que está casi siempre
presente la utilización (a menudo comoinada con otros materiales)
de la tradicional piedra portuguesa, que B. Marx había elevado a la
categoría de lienzo en la playa de Copacabana.
El tercer aspecto es el del mobiliario urbano, siempre al servi
cio de la integración de elementos dispersos; farolas con semáfo
ros y con indicadores de calles, paradas de bus con teléfonos y
con espacio publicitario, etc. Con mayor o menor fortuna en las
propuestas, la incorporación del diseño industrial a soluciones re
petidas y ordenadas en largos trechos, es toda una revolución en
el caótico contexto de la abandonada y privatizada calle latinoa
mericana.
IV
371
Rosario. El retorno de la ciudad a su río:
El proyecto de recuperación
del Rio Paraná
Eduardo R eese
IV
372
- La construcción de nuevas avenidas, especialmente la avenida
de la Costa que permite recomponer la conexión norte-sur de la ciu
dad y generar nuevos espacios abiertos parquizados sobre la costa.
- Las intervenciones de construcción de un gran número de
nuevos espacios públicos tanto en la ribera central como en la
norte (centro cultural Plaza España, paseo del Caminante, parque
a la Bandera, parque Scalabrini Ortiz, parque de las Colectivida
des, balneario La Florida, etc).
- La reconversión de los espacios ribereños ha llevado a las ciuda
des, especialmente Buenos Aires, Córdoba y Rosario, a definir estra
tegias urbanas inéditas e innovadoras. Estas estrategias parecen gi
rar en torno a cuatro problemáticas principales: la problemática de la
dimensión de las operaciones, el nuevo urbanismo que privilegia lo in
tensivo sobre lo extensivo, la aparición de nuevos valores urbanos y
la preocupación por un modelo de gestión que privilegie «lo públi
co» sin prescindir del capital privado.
La amplitud de los proyectos: los proyectos de recuperación de
las franjas ribereñas tienen una importancia estratégica inusual
hasta este período, teniendo en cuenta el tamaño de las superficies,
el número y particularidades de los diferentes espacios sobre los
cuales se trabaja, la localización de distintos equipamientos con
fuerte demanda social a orillas del agua y, por último, el valor sim
bólico que tiene «su» río para la historia de la ciudad.
La implementación del urbanismo intensivo: Buenos Aires, Cór
doba y Rosario muestran la generación de un urbanismo que, al
igual que en muchas ciudades europeas, ya no se basa en la con
quista de nuevos territorios urbanos sino en la reconquista por
densificación, reconversión y /o revalorización de los espacios ya
urbanizados, en particular los territorios litorales. En las tres ciu-
dades hay una voluntad expresa por «ocupar» con el proyecto
todo el suelo litoral, cargarlo de significado, colmarlo de usos y
actividades, llenarlo de gente.
La emergencia de nuevos valores urbanos: cultura y memoria,
prestigio y comando, entretenimientos y naturaleza, nuevas activi
dades y ofertas turísticas, parecen ser los parám etros que rigen
las funciones centrales. Cuando la ciudad está vinculada al agua,
los valores usuales de ésta se expresan en nuevas demandas de la
ciudadanía para apropiarse del espacio público y especialmente
de los valores de su río y de sus espacios costeros.
El modelo de gestión: Los proyectos ribereños se han basado
en un mix entre operaciones de prestigio, operaciones de infraes
tructura, operaciones sociales y operaciones de mercado como
condición de un proyecto integral y de una gestión exitosa.
Preservar el carácter del lugar con una propuesta urbana y ar
quitectónica adecuada, no convertir en trivial un espacio excep
cional mediante alternativas apresuradas o a corto plazo y res
ponder a las expectativas de los ciudadanos, son parte de los
desafíos a los que se ha enfrentado cada ciudad.
El borde ribereño se ha convertido en el espacio público urbano
privilegiado de la ciudad, que requiere ser entendido como lugar
de sociabilidad y como una realidad compleja con significación pai
sajística, funcional, social e integrado en la ciudad. La clave parece
estar además en abordar e interpretar en el proyecto lo peculiar,
lo singular y lo seductor que tiene el espacio público, el espacio
de sociabilidad, frente al agua en el borde de los ríos.
La recuperación del área costera se ha convertido en una inter
vención integral y estratégica de recuperación de toda la ciudad.
Integral porque opera sobre el conjunto de las variables com ple
jas de lo urbano: estructura del territorio, desarrollo económico
local, equidad social y mejoramiento ambiental; estratégica por
que las sinergias positivas entre las variables intervinientes están
produciendo transform aciones en ámbitos territoriales mayores al
sector específico de la o las intervenciones.
La Alameda
Es la principal vía que cruza Santiago de oriente a poniente, limita
el desarrollo del centro hacia el sur. Producto de la primacía que
se ha otorgado al tránsito de vehículos parece que el centro limi
tara con una muralla de autobuses humeando. La propuesta arti
cula el eje norte-sur y recupera el único espacio público de carác
ter ciudadano/monumental de la ciudad, creando la plaza de la
Ciudadanía, sobre la Alameda frente al palacio de la Moneda.
IV
377
Río Mapocho
El río se transforma de un límite en un eje estructurador de espa
cios públicos y de equipamiento cultural de la ciudad. Dos plazas-
puentes conectan el área central con Bellavista, un barrio de atrac
tivo turístico, y con la zona norte que en la proximidad del río, pre
senta gran potencialidad de desarrollo inmobiliario. Un museo de
arte contemporáneo se propone como un lugar de encuentro sobre
el río.
Avenida Norte-Sur
Es una autopista bajo nivel que aísla el centro de la zona poniente.
La propuesta crea una conexión espacial y funcional del centro
con una zona de actual renovación urbana a través de una plaza-
puente.
IV
379
Santo André-Sáo Paulo. Eixo
Tamanduatehy
J. B.
IV
380
actividad económica. El grupo asesor (Jordi Borja-Raquel Rolnik)
realizó una propuesta intermedia entre el «plan estratégico» gene
ral con un listado de decenas de programas y proyectos, y una
suma de actuaciones puntuales según las urgencias y las oportu
nidades. Se propuso y se aceptó definir un gran proyecto estraté
gico, con potencial estructurante, que permitiera desarrollar a lo
largo de un período relativamente largo un conjunto de actuacio
nes que configuren un Eje con un triple potencial: dar más calidad
al centro de Santo André, reforzar la articulación y crear un mar
co favorable para nuevas actividades en el ABC y dotar al conjun
to de centralidad en el seno del Gran Sao Paulo. Se escogió el
Eje del río Tamanduatehy y, especialmente el tram o central de la
región, una longitud de 10 km, un área de 700 ha, que com pren
de la avenida de los Estados (uno de los grandes ejes viarios del
Gran Sao Paulo), la vía del ferrocarril paralela (que liga el puerto
de Santos con Sao Paulo y el interior del Estado), con una ocupa-
IV
381
ción del 50% del territorio, a menudo con industrias envejecidas,
depósitos, instalaciones públicas, etc.
Se elaboraron cuatro propuestas urbanísticas, con equipos diri
gidos por J. Busquéis, E. Leira, C. Malta y C. de Porzamparc. La
propuesta de J. Busquéis (ver gráficos adjuntos) hace de un eje
verde, paralelo a la avenida, al río y al tren, el elemento principal
que da calidad y continuidad al Eje del Tamanduatehy. Este eje
cumple con todas las funciones ideales que hemos atribuido al es
pacio público. Es trayecto a todas las escalas de la región y de la
ciudad, permite la relación entre los dos costados del río y del fe
rrocarril, es una operación que da continuidad a un área que se
desarrollaba por piezas de tamaño variable y a ritmo desigual, y
es un elemento estructural para articular y renovar los barrios
del entorno del Eje.
IV
383
Sao Paulo. La metrópolis y los espacios
públicos centrales: dos ejemplos
R egina M aria P rosperi M ey er, arq u itecta
IV
384
IV
385
metrópoli, pues el 25 % de los viajes realizados en transporte público
tienen allí su destino final, hoy el área se ha transformado en un gi
gantesco territorio de transbordo. Transformados de manera improvi
sada y desordenada en terminales de transporte público, los espa
cios públicos centrales han sufrido en las dos últimas décadas un
proceso de degradación acelerada. La ausencia de cualquier tipo
de estrategia de integración de pasajeros de diversas modalidades de
transporte, buscando alcanzar diferentes sectores de la metrópoli,
genera para los usuarios recorridos compelidos entre dos o más pun
tos en el interior. La implantación de calles peatonales en la década de
los setenta fue una respuesta a los conflictos crecientes entre la cre
ciente masa de peatones y vehículos particulares que se disputaban
las estrechas calles del centro histórico.
IV
386
Sao Joáo, y la nueva plaza Roosevelt-, marcaron la primera gran in
tervención en los espacios públicos del centro de Sao Paulo. La vía
elevada Costa e Silva, que une la calle Amaral Gurgel y Largo Padre
Pericles, en Perdizes, que entró en funcionamiento en enero de
1971, creó un nuevo estatuto urbano para la avenida Sao Joáo. La
avenida más prestigiosa de los años treinta, proyectada para unir el
centro con el barrio más prometedor del sector oeste de la ciudad,
pierde su importancia urbana pasando a atender exclusivamente
los imperativos del tráfico de pasajeros. El deterioro de los edificios
linderos a la avenida y a la nueva vía elevada ha sido extremada
mente intenso y rápido. El ruido de los vehículos que circulan sin in
terrupción en el trayecto a lo largo del trecho elevado, obligó a la
municipalidad a acatar la demanda desesperada de los residentes
en los edificios próximos a la vía, de cerrarla durante la noche y los
fines de semana. Hoy el hecho de que el Elevado Costa e Silva per
manezca sin acceso durante un 50 % del tiempo acaba siendo un
fuerte argumento para su cierre definitivo.
Inaugurada en los inicios de 1970, la nueva plaza Roosevelt se
convirtió en el marco para la reorganización viaria del centro, cuyo
IV
387
principal parámetro es la creación de condiciones de circulación y mo
vilidad. El proyecto realizado, distribuido en tres niveles, presentó un
programa complementario de usos complejos, además de atender a
las exigencias de la circulación metropolitana. La escala del proyecto
interfiere en la estructura de la zona, creando paredones donde antes
existían vistas. La antigua plaza de tierra batida fue sustituida por una
edificación cuya calidad urbana y arquitectónica fue de inmediato obje
tada. Paradójicamente, aún reconociendo que allí existía un inmenso e
inadecuado estacionamiento a cielo abierto, es imposible no reconocer
el carácter destructivo de la iniciativa. El intento de dotar un cuerpo va
cío -una megaestructura de 30.000 m2- de cualidades urbanas, cuan
do su función esencial y primordial era de verdad cubrir los carriles sub
terráneos y garantizar el libre flujo de los vehículos que atraviesan el
centro, sin ningún contacto directo con su estructura viaria, llevó a los
arquitectos responsables del proyecto urbano a buscar una densidad
de uso y de funciones capaz de crear un auténtico «trozo de ciudad».
La falsa complejidad espacial y programática de esta gigantesca masa
de hormigón, creó espacios que no revelan sus funciones. La indiferen
ciación, tanto de los accesos externos como de los espacios internos,
entre un aparcamiento, una guardería infantil o una biblioteca, se con
vierte en una barrera, un impedimento para una posterior asimilación
por parte del usuario y de la ciudad. La dificultad para leer su opaco y
aleatorio espacio interno, así como la imposibilidad de crear cualquier
tipo de continuidad entre la nueva estructura y el tejido urbano existen
te, establecen entre la plaza y el centro precarias relaciones de coexis
tencia. Aunque el término coexistencia sugiera algún tipo de acuerdo,
es bueno no hacerse ilusiones: las actuales condiciones de la plaza
Roosevelt no demuestran ningún tipo de aproximación entre el
contexto urbano donde fue instalado y su interior. La paradoja de
un proyecto que exacerba la precariedad en lugar de inducir o promo
ver la reparación de los problemas urbanos quedó allí demostrado. La
nueva plaza creó en los años setenta un trem endo residuo urbano
cuyo poder de erosión continúa nocivamente activo en el centro.
IV
388
1974, dio continuidad a la destrucción de los espacios públicos
centrales. La implantación de la estación de la Catedral, polo central
de la línea Norte-Sur del m etro paulista, nuestra principal cone
xión de metro, impuso la demolición de inmuebles de la vertiente
este de la plaza, junto a las calles de Felipe de Oliveira y Santa
Teresa. Las dos justificaciones presentadas para llevar a cabo las
intervenciones fueron la necesidad de espacios subterráneos que
la mayor estación de transporte metropolitano del centro exigiría
y el volumen de peatones que pasaría a recibir el área después
de 1978, fecha para su inauguración.
De acuerdo con el proyecto ejecutado entre 1974 y 1978, las
plazas de la Catedral y de Clovis Bevilaqua pasaron a form ar un
espacio continuo, sin llegar en ningún momento a la condición de
un espacio integrado. La catedral y el palacio de Justicia pierden
sus espacios específicos, sus soportes urbanos, lo que les retira
también su capacidad de funcionar como «marcos delimitadores»,
pasando a disputar «codo a codo» el espacio duplicado y de trans
bordo. Implosionan tanto las edificaciones com o la propia esencia
espacial y funcional de las dos plazas. El nuevo espacio, el espa
cio resultante, engulló las dos plazas creando un territorio fluido e
indefinido a todos los niveles. A pesar de que posteriorm ente se
agregue la fuerte presencia de la estación Catedral del metro, la
herida no ha llegado a cicatrizar y tam poco a estancar el exceso
de espacio creado por la acumulación de las dos plazas.
El vacío creado no llega a ganar el poder evocativo de terrain va
gue del que habla Ignasi de Solá-Morales. Aquí el vacío creado por
la ausencia de edificación no puede alcanzar una dimensión positiva
de promesa, de espacio expectante, preparado para recibir un pro
yecto y un nuevo uso, descrito en su análisis. El vacío creado en la
plaza de la Catedral es pura indeterminación; aún hoy remite más
claramente, en términos puramente espaciales, a lo que fue implo-
sionado que a aquello que se ha conquistado -una nueva estación-.
Las innumerables tentativas de recomponerlo a través de interven
ciones en su interior han resultado nulas. Ante la imposibilidad de
reconstruir el tejido urbano implosionado, las fuentes, las escultu
ras y los bancos cuidadosamente diseñados y distribuidos de modo
estratégico no cumplen ninguna función articuladora. Acaban por
asumir el papel de aderezos donde el arte parece querer sustituir y
compensar la propia vida urbana que de allí se ausentó.
IV
389
Sao Paulo. Reurbanización del valle
de Anhangabaú
Jorge W ilheim
IV
391
©
Exponemos a continuación diferentes casos de ciudades latinoa
mericanas y finalmente tres casos de grandes m etrópolis (Nueva
York, Los Ángeles y Tokio).
Las ciudades latinoamericanas sufren dos déficit históricos:
El crecimiento de la ciudad «ilegal» ha sido más rápido que el de
la ciudad legal y a menudo puede representar más de la mitad del
territorio y más de la tercera parte de la población. En la ciudad ile
gal el espacio público es pobre y precario; la población que ya sufre
numerosas exclusiones tam poco puede disfrutar en muchos casos
de espacios públicos formales.
La ciudad legal ha sufrido dinámicas similares a la de las ciuda
des de EEUU pero más agudas. Por un lado, la congestión de las
áreas centrales y el abuso en la utilización del automóvil. Por
otro, la degradación de las áreas de residencia popular y el aban
dono de los espacios públicos, ocupados por vendedores ambu
lantes y dominado por los vehículos.
En los últimos años nuevas dinámicas urbanas han acentuado la
crisis del espacio público: vías rápidas que fragmentan la ciudad,
productos urbanos especializados (nuevos centros de negocios,
«ciudades empresariales», «shopping centres», guetos residenciales,
etc.), miedo al espacio público debido al incremento de la violencia ur
bana, al incremento de las diferencias sociales, etc. En las fichas
que presentamos a continuación aparecen algunos casos negativos
que expresan esta realidad. Pero también hemos querido exponer y
destacar reacciones interesantes que se dan en ciudades en las
V
394
cuales una dialéctica positiva entre movimientos sociales y cultura
les y gobiernos locales dem ocráticos han perm itido que se co
mience a dar la vuelta a las dinámicas negativas, utilizando las
obras de infraestructura (Bogotá, Río), abriendo o rehabilitando
espacios públicos en las áreas centrales (Buenos Aires, Río, San
tiago), proyectando trasporte público, aceras y mobiliario urbano
para el lugar y de calidad (Bogotá), creando ejes vinculantes o
parques en los water fronts o sobre redes de comunicaciones
(Sao Paulo/Santo André, Rosario, Buenos Aires), calificando lími
tes entre áreas form ales e informales con espacios públicos y
equipamientos culturales (Bogotá).
El análisis de los tres ejemplos de grandes m etrópolis escogi
dos señala diferentes acciones negativas sobre la ciudad y su es
pacio público62. En Los Ángeles la segregación, la eliminación del
«otro» de las zonas emblemáticas de la ciudad; en Nueva York la
recuperación de la «paz» urbana -previam ente al ataque contra
las torres gemelas- a costa de un proceso de «higienización»63
«disneylandización» de la ciudad; en Tokio la preponderancia de la
circulación vehicular y la debilidad de espacio público.
Los tres casos hablan de privatización, de segregación social y
funcional, de homogenización forzada, en definitiva de la pérdida
de diversidad social, funcional y espacial... «La ciudad se com po
ne de diferentes clases de hombres, personas similares. No pue
den crear una ciudad», Aristóteles, Política.
Z. M.
V
395
Los Angeles. Renacimiento urbano
Z. M.
V
398
parque no será utilizado para acampar o dormir, ya que los asperso
res programados al azar para empapar a los que duermen despreve
nidos».66
64. Sorkin, Michel, (ed.), Variation on a Theme Park. The New American City and
the End o í Public Space. Hill and Wang, New York. 1992/1997.
Capítulo 4: «Fortress Los Angeles: la militarización del espacio urbano», p.
155. Mike Davis.
«Such stark dystopian visions show how much the obsession with security has
supplanted hopes for urban reform and social integration... We do indeed now
live in “fortress cities” brutally divided into "fortified cells” of affluence and “pla
ce of terror” where pólice battle the criminalized poor.»
65. Ibid., p. 159.
«The contemporary Dowtown “renaissance” render such heterogeneity virtually im-
possible... the new Dowtown ¡s designed to ensure a seamless cotinuum of middle-
class work, comsumption, and recreation, insulated for the cit/s “unsovory” streets.»
66. Ibid, p. 161.
«Although city leaders periodically propose schemes for removing indígents
en masse... Instead the city self - consclously adopting the idiom of coid war,
has promoted the “containment” (the official term) of the homeless in Skid
Row, along Fifth Street, systematically transforming the neighborhood into an
outdoor poorhouse... official policy has transformed Skin Row into probably
the most ten suare blocks in the world... The city in turn tightens the noose
with increased pólice harassment and ingenious design deterrents.
»One of the simplest but most mean-spirited of these deterrents is the Rapid Tran-
sit Districfs new barrel-shaped bus bench, wich offers a minimal surface for uncon-
fortable sitting while making sleeping impossible... Another invention is the agressi-
ve deployment of outdoor sprinklers... to ensure that the park could not be used
for overnigth camping, overhead sprinklers were programmed to drench unsus-
pecting sleepers at random times during the night.»
V
399
Nueva York. Espacio público en la ciudad
Tom Angotti
V
400
personas. Por ejemplo, en el muy galardonado Bryant Park en la
Calle cuarenta y dos de Manhattan hay un restaurante y un café,
muchas sillas movibles y pocas permanentes, y vigilancia constante
con cámaras escondidas y agentes de la policía.
El espacio público más extenso y usado en Nueva York es la ca
lle. La densidad de uso de las veredas en las zonas comerciales y
en los barrios residenciales es testimonio de una calidad de vida
pública que no existe en las otras ciudades norteamericanas donde
predomina el uso del automóvil privado y hay poco transporte públi
co. Pero se está perdiendo este espacio. Cada año aumenta el uso
del automóvil y los camiones. El director de Planificación Urbana en
Nueva York acaba de proponer un aumento en el estacionamiento
automotor. El aumento del tráfico sigue empeorando la calidad del
aire en los espacios públicos. Gracias a las luchas de los grupos
ambientales y los habitantes de los barrios, se están trazando algu
nos carriles bici y están mejorando las condiciones para los peato
nes, pero en general la prioridad oficial es para el uso del coche.
En la última década se han creado en las zonas com erciales
organizaciones de propietarios con carácter jurídico (Business Im-
provement Districts, BIDs) que se encargan de mantener el orden
y la limpieza. En estas zonas, los BIDs se han apropiado del espa
cio público y lo han convertido en centros com erciales donde el
acceso está controlado y limitado según las necesidades de los
com erciantes.
V
401
Tokio. Cultura urbana y espacio público
Z. M.
V
402
Podría pensarse en una metáfora del vacío como tesoro, como
preservación de la naturaleza primigenia, pero la razón de este
espacio está muy alejada de ello. En este gran vacío se halla el
poder, una relación inmejorable de espacio y significado. Si en
Tokio hay un valor supremo es el del espacio y el paisaje, y allí
donde podemos sentir la vastedad y la infinitud de los mismos se
halla el poder imperial.
La estructura del conjunto imperial, al igual que la de los tem
plos, es de espacios proyectados, basados en una geometría ra
cional, que se diferencia de la parte «humana» de la ciudad, cuyo
crecim iento es orgánico, en comunión con el paisaje. El caos de
la m etrópoli es el derivado de una estructura urbana, donde cada
elemento surge con su propia ley, cuyo crecim iento está basado
en lo orgánico y la ausencia de plan; en este contexto el espacio
V
403
público que no sea el de la representación del poder es un espa
cio residual.
Lo que a pequeña escala es un equilibrio entre artificial y natu
ral, pequeños senderos que se abren paso a través de las escar
padas orografías y a través de una exuberante naturaleza, se con
vierte en una manera imposible de crecer para una gran ciudad.
Es a causa de esta cultura de ocupar, de construir sin previsión,
que la legibilidad del plano de Tokio es tan confusa. Coexistiendo
sin solución de continuidad dos realidades. Una sociedad y su re
flejo, la ciudad, donde viven dos mundos que parecen imposibles
de relacionar; el de la contem plación y meditación zen frente a la
vorágine de la contemporaneidad.
La presencia de mascotas electrónicas no es más que la conse
cuencia lógica de la deshumanización de la vida diaria, con la gran
dificultad de crear relaciones personales. Buscar desde nuestra vi
sión una comprensión de la pasión por los tamagochis, mangas o
videojuegos, no nos es posible si no entendemos primero que la
ciudad en sí misma es como un gran videojuego, un gran juego de
rol; un escenario en el que lo real y la simulación se entremezclan
en el magma cotidiano.
La ciudad crece a un ritmo sincopado, sin planes que determi
nen futuros proyectos; la ley de la oferta y la demanda determina la
realidad urbana. A partir de centros neurálgicos de transporte público,
se vinculan proyectos de ocio, comercio o negocio, y una vez satu
rada una zona se busca otro posible centro emergente, se proyectan
e instalan piezas arquitectónicas, y así la ciudad se conforma ba
sándose en centros como sistemas solares o nerviosos que irra
dian su área de influencia, generando de este modo zonas de alta
densidad edilicia, sonora, lumínica, de transporte y de tráfico, fren
te a zonas intersticiales de baja densidad.
La aparición de los nuevos tem plos de consumo con sus es
pectaculares puestas en escena encuentran en una ciudad como
Tokio un germen perfecto para su desarrollo. Vivir en espacios
mínimos, viajar dos o tres horas al día de casa al trabajo y la ine
xistencia del espacio «público», tal com o lo entiende la cultura ur
bana occidental, generan la ocasión perfecta para que la vida se
desarrolle en los centros de ocio y compra.
V
404
Agradecimientos
V
405
Champs Elysées). Y la del director de Urbanismo de Roma, Mauri-
zio Marcelloni.
El apoyo que hemos recibido de Ariella Masboungi (Ministére
de l'Equipement, Francia) ha sido mayor que el de las fichas que
ella misma ha redactado. Y también tenem os que citar la ayuda
de Jorge Fiori (Architectural Association, Londres) que ha selec
cionado los casos ingleses redactados por Susana González.
Agradecerle también a Carlos García Vázquez su visión y análisis
de uno de los emblemas de la ciudad europea de final del siglo xx
como es la Postdammer Platz de Berlín y a Trini Simó (ETSA, Valen
cia) quien presenta dos casos de su ciudad, uno positivo, como la
mayoría y otro mucho más crítico. Generalmente hemos optado
por presentar ejemplos más o menos exitosos, aunque también he
mos considerado que tiene valor demostrativo mostrar algunos ne
gativos, ya sea por falta de actuación o porque tienen un mal plane
amiento o porque se ha realizado defectuosamente un proyecto.
Hemos también incluido casos de grandes ciudades no europe
as, especialmente de América Latina, por ellos agradecem os la
colaboración amistosa de profesionales prestigiosos como Regi
na Meyer y Jorge Wilheim (Sao Paulo), Roberto Convertí, Alberto
Varas y Eduardo Reese (Buenos Aires y Rosario), Jorge Legorreta
(México D. F.), Alfredo Rodríguez (Santiago de Chile), Rogelio Sal-
mona, Claudia A. Arcila y María Eugenia Avendaño (Bogotá), Vere-
na Andreatta (Río de Janeiro). Compañeros con quienes hemos
colaborado en algunos de estos proyectos también han contribuido
en este apartado como Joan Busquéis (Santo André, Sao Paulo). El
amigo Tom Angotti (Pratt Institute, Nueva York) nos ha proporcio
nado un ejemplo de Nueva York.
Finalmente queremos agradecer la colaboración del archivo y
servicio de documentación del Centro de Cultura Contemporánea
de Barcelona (Eva Gimeno y Teresa Navas), que nos han permitido
utilizar materiales de la excelente exposición «La Reconquista de
Europa» que dirigió Albert García Espuche.
A todos los citados, muchas gracias.
También y de manera muy especial agradecem os a Maja Drn-
da, sin la cual no hubiésemos podido realizar este producto com
plicado que ella ha hecho más fácil y ligero.
J. B. y Z . M.
V
406
Profesionales que han colaborado en la redacción
y preparación de textos
Josep Alias, sociólogo, dirigente de ONG.
D am ián Á lvarez Sala, ingeniero de caminos y urbanista.
Verena A ndreatta, arquitecta. Ex presidenta del Plan Río Cidade, Río de
Janeiro.
Tom Angotti, Ph. D. Director de Posgrado Pratt Institute Gradúate Cen-
ter for Planning and the Environment, Nueva York, N.Y.
Claudia Antonia Arcila, arquitecta. Colaboradora del estudio de arqui
tectura de Rogelio Salmona, Bogotá.
M aría Eugenia Avendaño, socióloga. Vicepresidenta de la Cámara de
Comercio de Bogotá. Ex directora ejecutiva del Plan Estratégico de Bogotá.
Isabel Bachs, arquitecta. MACBA, arquitecta conservadora del edificio.
Jaum e Barnada, arquitecto. Ayuntamiento de Barcelona. Sector de Urbanis
mo, Dirección de Servicios de Planeamiento, responsable de proyecto.
Joan Busquets, arquitecto urbanista. Catedrático de Urbanismo ETSAB,
UPC. Ex director de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona.
Angelina C atalá, arquitecta. Jefe del Departamento de Urbanismo y
Obras de Mataró.
R oberto Convertí, arquitecto. Director de la Corporación Puerto Made
ro, Buenos Aires. Director de la facultad de arquitectura de Palermo,
Buenos Aires.
Carlos G arcía Vázquez, arquitecto. Profesor titular de la Escuela Técni
ca Superior de Arquitectura de Sevilla.
Susana G onzález, arquitecta. Architectural Association, Londres.
B ernard Huet, arquitecto. París.
Manuel Herce, ingeniero de Caminos. Ex director Proyecto Villa Olímpica y Ron
da de Dalt. Profesor titular de urbanismo Escuela de Ingenieros de Caminos.
Santiago Juan Lluís, Ex director de Servicios de Ordenación Urbanística.
Área Metropolitana de Barcelona.
Jorge Legorreta, arquitecto urbanista. Delegado de Cuauhtemoc (Méxi
co D. F., Centro).
Eduardo Leira, arquitecto. Master in City and Regional Planning.
Josep M aría Llop, arquitecto urbanista. Delegado de Urbanismo del
Ayuntamiento de Lleida.
V
407
Ariella Masboungi, arquitecta urbanista. Directora del programa «Projet
Urbain» Ministére Equipement, Francia.
Inmanol M ontero, arquitecto. Área Metropolitana de Barcelona.
Jon M ontero, arquitecto. Área Metropolitana de Barcelona.
M aurizio M arcelloni, arquitecto. Director del Piano Regulatore, Roma.
Pere Montaña, director Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Terrassa.
Regina M aria Prosperi M eyer, arquitecta. Catedrática historia urbana de
Universidad Sao Paulo. Directora Técnica de Viva o centro, Sao Paulo.
Caries Prieto, ex Director del CODEM (Consorcio Urbanístico del Eje
Maciá, Sabadell).
Francisco Pol, arquitecto, Director del Plan Especial de Oviedo.
Eduardo Reese, arquitecto y planificador urbano. Profesor facultad de
arquitectura y urbanismo, Universidad de Buenos Aires.
C arm e Ribas, arquitecta urbanista.
Alfredo Rodríguez, arquitecto. Director Proyecto Santiago Centro. SUR
Profesionales Consultores.
Rogelio Salm ona, arquitecto. Bogotá.
Trini Sim ó, licenciada en Historia del Arte, Profesora de historia de la ar
quitectura, ETSA, Valencia.
Pere Sola Busquets, arquitecto. Delegado de Urbanismo del Ayunta
miento de Girona.
M anuel de Solá-M orales, arquitecto urbanista. Catedrático de Urbanis
mo, ETSA, Barcelona.
N athan S tarkm an , ingeniero. Director Agencia Parisina de Urbanismo
(APUR).
Joan Subirats, economista y politólogo. Profesor de la Universidad Au
tónoma de Barcelona.
Caries Teixidor i Felip, arquitecto. Bardají-Teixidors, arquitectos asociados.
Ramón Torra, director de Espacio Público. Área Metropolitana de Barcelona.
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Universidad de Buenos Aires.
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ESPACIO PÚBLICO
El p re s e n te v o lu m e n , que ofrece un c o m p le to p a n o ra m a de la
e s tre c h a vin c u lac ió n e n tre e l espacio p ú b lic o , la ciu d ad y las
p e rs o n a s , se e s tru c tu ra en dos p a rte s c o m p le m e n ta ria s : la
p rim e ra c o n s titu y e u n a re fle x ió n te ó ric a a lr e d e d o r d e los
c o n c e p to s q u e v e rte b ra n esa ¡n te rre la c ió n , m ie n tra s q u e en
la s e g u n d a se o fre c e n s e s e n ta y n u e v e e je m p lo s c o n c re to s
de a p lic a c ió n p rá c tic a , ta n to d e s d e e l p u n to d e v is ta s o c ia l
com o u rb a n ís tic o o g e o g rá fic o .
D ip u ta c ió
B a r c e lo n a
xarxa de municipis