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PAIDOS CONTEXTOS Ultimos titulos publicados: BBL 12, tris de a vide en nuestro 13. gute para la perplejidad centfca ba qué querems logue querer El pequeto gran bro dela igrorancia 0 creyentes? Conversaciones S.Zi D.Fo, Elamory le rsa T.Puig, Marea ciudad. Cimo redivefarla para aregurar un futuro xpléndido pare todos 144, 2) Bouman, El 1 beso de Eros. Una introduccién alos diotesybéroee la Antigiedad Vivir. Una guia par la jubilacin activa G. Gued), Les matematics bia 150. JM. Esquitol, El spina dels dies. Una rele flosdfca sobre el “omps ile vide 152. J. Mitchinson J. Lloyd, El pequetio gran libro de la ignonancia oni ena negocacion 154, RP. Droit, Genealogie de los bérboros. 155. R Corleld, La vida de ls plantas soler 156. J.M, Martinez Selva, La gran mentre. En la mente de los fabuladores ‘nds famosos de a medersidad 157. RFunk, Erich Fromm. Una escuela de vida 158. A. Comte Sponvile, Luceci. La mie a absenta 159, $. Pinker, La paradoja sexual De mujeres, hombres yl verdadera Frontera del género 164. M. Rampin, Le palabra asta, Més de cen aorisonos de todas las paces para aleanca via 165. P Zimbardo y J. Boyd, La paradoja del tempo, La mucus psiologia del tempo 166. P.Veyne, Fouceult Pensamionto y vida 167. Wl Marsalis y G.C, Ward, Jax Como la misice puede cambiar t ida 168, J. Butler, Marcos de guer. Les dar lonadas JUDITH BUTLER MARCOS DE GUERRA Las vidas lloradas wn PAIDOS WP 2p omany un seojdsop woyrults anb of ap souopou sei ‘ouenxo saoared apang ‘souonsand souvfowas Bxoye swsopisuoo ap seren ered saoey epand of anb ozzanyso sambpeno e vmsoye oduran jap eurazqosd pp anb oduron 2180 us opurzodo oduran un ap spur sowraua) eX anb e399 -ored soouoqus ‘so oduron gnb op saiuaioyip souoppeiard -1a1UT ap Onsen wun O[9s s9 ou vUID]Go3d Jp Ig ‘oduIIN 2189 $9 anb 0] 3p uonsano eT a1qos osuasuo9 o1F919 318Ins eupod ugmb wed { oduren aise wurzye 9s opugp ‘opusiz -yps soure3so sou oduran anb v z0qes urs «odwon 2359» 8 viouazayar zoey apond as ou anb aiuapiae soared sand ‘oywspourur vurs{gord un wpsns odwan 2189 ap jenxas vonyjod e] se9pisuos ap oasop onssnu zeuNyy “uo}pvustpur s s0]0p ap EpaIsa wun epor Is sen op -uefop ‘uorpeumS9[sop B] ap ourstuvooUEr Jp UOD Dse3I |B opep ty uo!sonpord ns ap wusds9 Bf 9p wrong uoSeUN vy 9p woTBMNOTT vl ‘ose> dis9 Uy “eIMIION Bf ap BUDS Bf UO ooypsdoi0y ooseur a 10d epiSunp ‘[euorseu opis ey anb ‘buHIOU BUM ‘TenstA ewIOU ¥] UD OTUTAUOD 98 4394 JOP UO!D “Ipuod F] so anb 39a ou 2189 ‘194 Jap o1pauu UD «IDA Ow» genoas odwian & ais ‘wazon8 by e viesuss uororsodo bun vied souompuos panaio1 “[Enxas EOnyog SB] OwoD vzzan8 ef ap vIWsUDs UOrsUOIdWOD BUN OVW 13] JeABD08 ap Opfiuas [9 ud ‘se ‘esado pend of ‘opro0U0D K 142s ‘Osta ‘opIp| ‘opfo as apand anb of v source € -ofIpuos auodust soweara anb oprpad ury sou anb ef od woe] vIsa ‘UoIDDa|Is eUN WIS 19a UN BISIx9 OU O1NLdvo { nboyua ya ezed eneso2ot ras uorsemuiy vy anbuny vaHan9 30 SOOWN ber 146 MARCOS DE GUERRA libertad en el tiempo. Que no hay un tinico tiempo que ya nos divide la cuestin de qué es este tiempo, tiene que ver con el problema de saber qué historias han re- sultado ser formativas, cémo se intersecan —o dejan de intersecarse— con otras historias y cOmo se organiza la temporalidad a lo largo de unas lineas espaciales. No estoy sugiriendo aqui volver a una versién de la diferencia cultural que dependa del holismo cultural, es decir, que las culturas deban considerarse unidades discretas 0 idénticas a si mismas, monoliticas y distintas. En realidad, yo me opongo a semejante vuelta atrés. El problema no es que existan diferentes culturas en gue- Tra unas con otras, o que haya diferentes modalidades de tiempo, cada cual concebida como algo autosuficien- te, que estén articuladas en diferentes y diferenciadas localizaciones culturales 0 que entren en contacto con- fuso o brutal las unas con las otras. Por supuesto, eso podria ser, a cierto nivel, una descripcién valida; pero en tal caso se nos estarfa escapando un argumento muy im- portante, a saber, que las concepciones hegeménicas del progreso se definen a sf mismas por encima y en contra de una temporalidad premoderna que producen para autolegitimarse. Politicamente, las preguntas «¢En qué tiempo estamos?, «¢Estamos todos en el mismo tiem- po?> y, mas concretamente, «¢Quién ha llegado a la modernidad y quién no?», son todas ellas preguntas que se plantean en medio de unas disputas politicas muy se- rias, preguntas que no pueden contestarse recurriendo al simple culturalismo. Miplanteamiento es que la politica sexual, més que operar al margen de esta contestacién, esta en medio de ella, y que, muy a menudo, las reivindicaciones de liber- tades sexuales nuevas o radicales son adoptadas, preci- POLITICA SEX! URA Y TIEMPO SECULAR 147 samente, por ese punto de vista —estin generalmente enunciadas desde dentro del poder estatal— que pre- tende definir Europa y laesfera de la modernidad como cl lugar privilegiado donde el radicalismo sexual puede darse y de hecho se da, A menudo, que no siempre, se exige que semejante luga: privilegiado de libertad radi- cal esté protegido contra las putativas ortodoxias aso- ciadas a las comunidades inmigrantes. Dejaré esta exi- gencia a un lado por el momento, puesto que conlleva toda una serie de presupuestos que serén considerados mis adelante, en este mismo capitulo, Pero deberiamos recordar que se trata de una formulacién sospechosa, una formulacién hecha regularmente por un discurso estatal que busca producir nociones bien diferenciadas de minorias sexuales y de nuevas comunidades inmi- grantes dentro de una trayectoria temporal que conver- tiria Europa y su aparato estatal en avatar tanto de la libertad como de la modernidad. En mi opinién, el problema no es que haya diferen- tes temporalidades en diferentes localizaciones cultu- rales, de manera que, a tenor de lo cual, necesitemos ampliar simplemente nuestros marcos culturales para vernos como individuos internamente més complica- dos y capaces. Esa forma de pluralismo acepta el enmar- que bien diferenciado y holista para cada una de estas denominadas «comunidades», para luego plantear una cuestién artificial sobre cémo podrian superarse las ten- siones existentes entre elias. El problema es, mas bien, que ciertas nociones de un espacio geopolitico relevante —incluida la delimitacién espacial de comunidades mi- noritarias— estén circunscritas por este relato de una modernidad progresiva; que ciertas nociones de lo que puede y debe ser «este tiempo» estin construidas de

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