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Jlébnikov
por Jorge Zalamea

1 los ojos y las manos, y aun los pasos, que


En el cielo recién lavado, el sol bate sus me indicaron las tumbas de Chéjov, Gor-
cobres sobre Moscú. Es una cándida ma- ki, Maiakovski, Hikmet... de tantos
ñana en que la esquiva potranca de la otros amigos de mi corazón y guías de
primavera se hinca, hipando y relinchan- mi entendimiento. .
do, bajo las urgencias del adolescente Pero cuando les pedía que me llevasen
garañón estival, babeante de luz. a la tumba de Velimir Jlébnikov, se les
Los árboles parecen crecerse con la su- alumbraba en los ojos la sorpresa y una
bienda de su propia savia. La herrería tímida sonrisa trataba de disculpar el si-
de los verdes follajes se convierte en hos- lencio de sus labios ignorantes.
til ddensa de la vieja arquitectura mos- Me exasperaba y desesperaba ya cuan-
covita, estampando sus hojas como cora- do mi amigo Leo tuvo la fortuna de to-
zas y tendiendo sus ramas como flechas parse con el encargado del cementerio:
y macanas en los muros de ladrillo que un hombrecillo de mediana edad, bajo,
tienen finas venas de piedra cremosa. rechoncho, rubicundo, efusivo y harto
En el monasterio de las vírgenes nue- más heliófilo que necrófilo. Con su an-
vas -¿ o no será, más bien, de las viejas dadura saltarina, su flujo verbal y su mí-
once mil vírgenes?- los abedules, los mica meridional, fue él quien me condujo
plátanos, las acacias, los sauces, las lilas, hasta la gran lápida negra, toda cercada
los abetos se empeñan, bajo la algarabía de plantas silvestres, bajo la cual repo-
de las golondrinas -tan entrecortada co- saba finalmente Velimir Jlébnikov.
mo su propio vuelo zigzagueante-, en
una trémula competencia de esmaltes que 3
hace pensar en la afanosa emulación de Nacido en Astracán en 1885 y muerto de
los discípulos en un taller de iconosta- hambre física en una aldehuela del dis-
SIOS.
trito de Novgorod en 1922, Jlébnikov al-
El aire es apenas tibio y trae, no se canzó a conocer en su corta vida todas
sabe de dónde, olor de guindas labiales las miserias y grandezas que nuestra se-
y de fresas pezones. mejanza es capaz de infligir a los mejo-
Las cebollas refritas que rematan las res de ella.
torres bizantinas, están horras - j ay, qué Filólogo, orientalista, matemático, as-
pena!- de abejas. Pero, fuera de los mu- trónomo, físico, naturalista y, sobre todo
ros del viejo cementerio, en el pequeño poeta, Jlébnikov soportó en su vida y aun
lago que lo refleja, los cisnes dejan lamer después de su muerte alternativas de ad-
sus cuellos por la lengua salaz del sol. De versidad y gloria que hubiesen sido inso-
ese sol tan desnudo en el cielo recién la- portables para cualquier individuo me-
vado como un adolescente que se empina nos despegado que Velimir de toda con-
y extiende sobre las arenas de una playa tingencia material. Sumido en las simas
bienaventurada, paseándose con el solo o empinado a las cimas de sus expedicio-
vestido. de su propio sudor. nes intelectuales y espirituales - Tyani-
En verdad, no se me deparó más bello vov decía: "Jlébnikov no busca, encuen-
y propicio día para visitar a los poetas tra"-, nuestro hombre se olvidaba de
calcinados bajo los negros mármoles y el los menesteres cotidianos: podía pasar
tenebroso espejo basáltico que deletrea días sin acordarse de la comida; sus ro-
sus nombres con letras del oro que des- pas se convertían en harapos sin que él
deñaron. se percatase; sus escasos editores espera-
ban vanamente que les llegasen las co-
2 rrecciones, variaciones y precisiones sin
Con ese calor cordial -mitad afecto y las cuales no autorizaba la publicación
mitad curiosidad-, que caracteriza al de sus obras.
pueblo soviético, fueron muchas las bocas, En una carta escrita a su hermana en
1921, desde Persia, encontramos este au- punto no menos apasionado en los detrac- las vicisitudes de este escritor práctica-
téntico autorretrato: "Corro al mar para tores de Jlébnikov, menos conocidos y mente desconocido en el 'resto del mundo
escuchar su sagrado discurso. Para con- respetables desde luego -con la única y poco conocido en su propia patria. La
fusión de los persas, yo mismo comienzo excepción de Máximo Gorki-, que sus línea de su influencia parece estar hoy
a cantar. Por más de media hora, torpe- admiradores y discípulos. Lazarevski dic- en ascenso. La juventud soviética busca
mente, forcejeo y lucho con las aguas tamina: "Desde luego, Jlébnikov es un y estudia sus obras, esperando encontrar
fraternas, hasta que el castañeteo de mis idiota, pero más simpático que Maiakovs- en ellas los elementos de una renovación
dientes me recuerda que es hora de cu- ki." Un escritor de indudable importan- que estima tan necesaria como retardada.
~~irme con los vestidos humanos, esa pri- cia como Aksionov, repite: "Fue un idio-
Sion que oculta al hombre del sol y de ta en el sentido más ordinario de la 5
los vientos marinos." palabra." V. S. Mirski se atreve a con- Estas notas de carácter puramente infor-
fesar: "Me encantó esa extraña mezcla, mativo, se acompañan con algunas ver-
4 en una misma persona, del genio y del siones castellanas de la prosa y la poesía
Las contradicciones del criterio, las mu- idiota." En 1951, cuando la gloria de de Jlébnikov, trabajosamente realizadas
danzas y veleidades de la crítica y, sobre Jlébnikov conocía una nueva aurora en- por el traductor con la colaboración de
todo, la subordinación de ésta a los fac- tre la juventud soviética, Schervina lo escritores y estudiantes soviéticos, mu-
tores de poder tienen muy singular ejem- clasifica como "un rematado decadente" chas veces más sorprendidos, desconcer-
plo en lo ocurrido con la obra poética de y Sayanov escribe esta frase atroz: "En tados y dudosos que el propio autor de
Jlébnikov en su propia patria entre los la poesía soviética no hay lugar para esas versiones ante cada una de las difi-
años 1914 y 1951. Veamos, por curiosi- Jlébnikov." cultades de todo género que surgían, no
dad o distracción, algunos ejemplos: En la línea divisoria de tan apasiona- ya en cada verso del poeta, sino en la
En 1914, Maiakovski no tiene reparo das y contradictorias opiniones, se halla mayoría de las palabras empleadas o
en decir que Jlébnikov "es un genio". En Máximo Gorki. En 1934, el autor de me- creadas por él y en la ordenación o com-
1922, se hace más explícito: "Un Colón dia docena de las más hondas, justas y posición a que las sometía. No hay para
de nuevos continentes poéticos. Lo con- bellas novelas de la literatura universal qué insistir en la falla grave e inevitable
sideré siempre como uno de nuestros contemporánea, se refiere a Velimir con que implica la imposible transcripción de
maestros." En el mismo año, el de la estas palabras: "Jlébnikov creó un caos la musicalidad de la lenglla rusa a la mu-
muerte del poeta, David Burliuk dice de verbal, tratando solamente de expresar sicalidad de la castellana. Esta dificultad,
él: "un genio nacional ruso". En los años la tortuosa confusión de su sensibilidad -que lo mismo se presenta con Pushkin
subsiguientes, Viacheslav Ivanov, Vino- estrechamente individualista y altamente que con Pasternak, con Esenin que con
kurov y Kuzmin le atribuyen el mismo áspera." El gran maestro de los novelis- Maiakovski-, se multiplica Guando ;;e
epíteto de genio. En 1935, Mirski lo ca- tas soviéticos, comenzaba a aceptar las trata de traducir a un poeta que, como
lifica como "uno de los más grandes poe- Imposiciones de los dogmas oficiales y a Jlébnikov, trabajó apasionadamente su
tas del siglo xx". En 1937, Eikhembaun patrocinarlas cuando debían aplicarse poesía con las formas "interiores" de la
lo reverencia como el "maestro de toda a la literatura de los demás. palabra, con el llamado lenguaje trans-
la poesía moderna". En 1953, el gran Estas variaciones político-literarias de la racional (zaum) y con el "sonido-ima-
crítico Roman Jakobson, maestro de ge- crítica pueden resumirse en la confronta- gen".
neraciones e insuperado eslavista, no vaci- ción de dos textos de la revista Novy Mir, Ojalá e! lector quiera aceptar estas in-
la en escribir: "Nunca he dejado de con- en cuyas páginas se escribía por el año formaciones como un simple anticipo del
siderar a Jlébnikov como uno de los más 1931: "Jlébnikov no sólo fue el más gran- detenido ensayo que preparo sobre la
grandes poetas rusos y acaso el poeta de poeta del pasado y de! presente, sino obra y la. vida de Velimir Jlébnikov, ante
moderno más importante del mundo." también del futuro." No obstante, en cuya negra lápida tumbal me incliné
Muchos años antes, el futurista ruso mayo de 1948, en la misma revista se acu- amorosamente el 19 de junio de 1967.
Livshitsa explicando al futurista italiano saba a Jlébnikov de ser "el responsable
Marinetti que el poeta de Astracán ha- de todas las tendencias indeseables de la
bía sido para el siglo xx lo que Pushkin poesía soviética".
para e! XIX Y Lomonosov para el XVIII, Finalmente, en 1960, los restos mortales
-le decía: "Comparado con Jlébnikov, del poeta fueron trasladados de la tumba
Rimbaud fUe apenas un niño balbucien- perdida en el distrito de Novgorod al ce-
te. " menterio Novodevichye de Moscú.
Estos ditirambos tuvieron un contra- Es posible que no hayan cesado aún

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