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INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE Nº 174

ROSARIO VERA PEÑALOZA

PROFESORADO DE EDUCACIÓN SECUNDARIA


EN LENGUA Y LITERATURA

Deconstrucción de
‘Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas’

TEORÍA LITERARIA IV
Profesora: Lito Luciani
Estudiante: Alejandro Ávalos
Fecha: 11-10-2016
Introducción
En el presente trabajo se llevará a cabo una deconstrucción del texto Las aventuras de Alicia en
el país de las maravillas. Es decir, se propondrá una lectura alternativa a la interpretación
hegemónica que recae sobre todas las posibles lecturas de esta obra literaria. La opinión de la
crítica literaria, aunque mencionada en el trabajo, será totalmente desestimada a la hora de
leer este libro.

Argumentativamente, la obra se compone de la siguiente manera: durante un paseo rutinario,


Alicia ve un conejo blanco parlante y ataviado con vestidos, por lo que decide perseguirlo.
Cuando llega a su madriguera se da cuenta de que es la entrada a un mundo desconocido. En
él Alicia vive unas aventuras singulares que desafían toda lógica de nuestra realidad, por
ejemplo, cambia de estatura, conoce a múltiples animales con quienes dialoga, escucha
numerosas historias de los personajes y es invitada a extraños eventos y fiestas. Finalmente
despertará justo antes de que la Reina de Corazones, realeza del lugar, le cortara la cabeza.

Cabe destacar que, al haber sido la obra original escrita en lengua inglesa, debió superar un
proceso de traducción, lo cual implica un trabajo donde se ponga en juego toda una
concepción del lenguaje. En la traducción se pone en práctica simultáneamente una lectura y
una reescritura de la obra, por lo que el texto ya ha pasado por un eslabón intermedio que, si
bien no es un factor tan condicionante como lo es por ejemplo la crítica literaria, puede influir
en la interpretación de un texto.

En una primera aproximación, el país de las maravillas es un mundo al revés


y, quizá, alternativo al racional y serio de donde procedía la niña. Cuando
esta, en los inicios de su aventura subterránea, y de acuerdo a las
enseñanzas de la escuela, conjetura hasta dónde podrá conducirle su
descenso por la madriguera, imagina el término al otro lado de la tierra, en
las antípodas (por más que la palabra le salga un poquitín alterada), donde
lo normal será literalmente andar cabeza abajo. Y ese lugar opuesto al lado
de acá se aprecia acaso de modo más claro aún, mediante sistemáticas
inversiones, en el libro A través del espejo.

Respecto del perfil de la protagonista, Alicia, Luis Maristany sostendrá:


Admitamos, en todo caso, que Alicia se perfila como una figura ambigua,
que no se entrega sino a medias a su nueva experiencia. Carroll ha invertido
genialmente el cuadro y así vemos cómo una niña adulta se resiste ante los
juegos, las bromas y las excentricidades de unos adultos niños. Estos son los
que representan más propiamente el mundo que reconocemos como
carrolliano; por tanto, para descubrirlo, habrá que atender a sus
movimientos y a sus palabras.

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Aquí, en cambio, se propondrá una nueva interpretación de la obra, donde la presencia de
alusiones a la mitología griega se vinculará con el argumento para componer un nuevo tipo de
aventuras de Alicia, ya no en el país de las maravillas, sino a través de un viaje al infierno.

Al igual que en la Divina comedia de Dante, el autor combinará alusiones a las religiones
cristiana y grecolatina para representar el viaje de un ser vivo desde el mundo terrenal hacia el
mundo infernal.

El trabajo estará dividido según las principales alusiones que puedan encontrarse en la obra
para reforzar esta teoría deconstructivista.

Caronte y el viaje a través del río Leteo

Con el siguiente poema se da inicio a la obra Las aventuras de Alicia en el país de las
maravillas, de Lewis Carroll:

En la dorada tarde nuestra barca Y cuando el narrador ya siente exhausta


se desliza sin prisa: su fuente de inventiva
impulsan ambos remos unos brazos y se propone a postergar la historia
inhábiles de niñas, (…)
mientras en vano sus manitas pugnan El cuento se ha acabado.
por trazar nuestra vía. Y en penumbra, feliz tripulación,
hacia casa remamos.
¡Ah, Trinidad cruel! ¡En esa hora,
bajo un cielo de ensueño, Recibe, Alicia, el cuento y deposítalo
cuando el aire no agita ni una hoja, donde el sueño de Infancia
me piden que urda un cuento! abraza a la Memoria en lazo místico,
¿Más cómo va a oponerse una voz sola como ajada guirnalda
a tres lenguas a un tiempo? que ofrece a su regreso el peregrino
(…) de una tierra lejana.

En este fragmento inicial de la obra se da cuenta de la presencia de Alicia (junto a otras dos
niñas) en una barca, dialogando con el narrador, quien podría ser, presumiblemente, Caronte,
quien se halla trasladando a los difuntos hacia el Inframundo.

Se deslizan sin prisa, dado que no hay apuro en una región donde el tiempo se encuentra
detenido, mientras que su inhabilidad, contrastante con la experiencia de Caronte, se hace
evidente debido a la inmortalidad humana y su paso por el río Leteo sólo como tránsito al
infierno; mientras que, Caronte, en cambio, realiza el mismo recorrido durante toda la
eternidad.

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La pérdida de su memoria, demolición de todas las estructuras mentales que consideraba
totalmente afianzadas y estables, puede haber sido provocada por el río Leteo, a través del
cual navega la barca de Caronte.

—¡Dios mío! ¡Qué cosas tan extrañas pasan hoy! Y ayer todo pasaba como
de costumbre. Me pregunto si habré cambiado durante la noche. Veamos:
¿era yo la misma al levantarme esta mañana? Me parece que puedo
recordar que me sentía un poco distinta. Pero, si no soy la misma, la
siguiente pregunta es ¿quién demonios soy? ¡Ah, este es el gran enigma!
Y se puso a pensar en todas las niñas que conocía y que tenían su misma
edad, para ver si podía haberse transformado en una de ellas.
(…) ¡Dios mío, qué rompecabezas! Voy a ver si sé todas las cosas que antes
sabía. Veamos: cuatro por cinco doce, y cuatro por seis trece, y cuatro
por siete... ¡Dios mío! ¡Así no llegaré nunca a veinte! De todos modos,
la tabla de multiplicar no significa nada. Probemos con la geografía.
Londres es la capital de París, y París es la capital de Roma, y Roma... No,
lo he dicho todo mal, estoy segura.

Circe y la Duquesa

Caronte no es el único personaje proveniente de la mitología griega al que se alude en la obra.


Posteriormente, Alicia se encontrará con la Duquesa, quien lleva un niño y Alicia lo sostendrá
entre brazos. En ese momento, el pequeño comenzará a sufrir una metamorfosis y pasará a
ser un cerdo. Podría decirse que Alicia está, entonces, en presencia de la hechicera conocida
Circe.

—No gruñas —le riñó Alicia—. Ésa no es forma de expresarse.


El bebé volvió a gruñir, y Alicia le miró la cara con ansiedad, para ver si le
pasaba algo. No había duda de que tenía una nariz muy respingona,
mucho más parecida a un hocico que a una verdadera nariz. Además
los ojos se le estaban poniendo demasiado pequeños para ser ojos de
bebé. A Alicia no le gustaba ni pizca el aspecto que estaba tomando
aquello. «A lo mejor es porque ha estado llorando», pensó, y le miró
de nuevo los ojos, para ver si había alguna lágrima. No, no había
lágrimas.
—Si piensas convertirte en un cerdito, cariño —dijo Alicia muy seria—, yo no
querré saber nada contigo. ¡Conque ándate con cuidado!

Esta hechicera no es más que un famoso personaje de la mitología griega, presente en la obra
Odisea, de Homero. En ella, Circe invita al ejército de Ulises a un banquete, cuya comida se
hallaba encantada, hecho que derivó en la transmutación de gran cantidad de los compañeros
del héroe en cerdos.

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Cómeme, la tentación del pecado original

Tras la caída de Alicia, ella se encuentra en una habitación, imposibilitada de salir de ella,
aunque a salvo de los peligros que pudieran acosarla en el exterior. Para lograr salir, consume
el líquido de una botella y come una porción de pastel, elementos que la hacen alterar su
tamaño y la ayudan a salir de este lugar. La porción de pastel con el cartel Cómeme puede ser
vinculado con el fruto prohibido del relato bíblico de Adán y Eva. Así como el comerlo los
condenó al exilio del Edén, liberándolos al imperfecto mundo terrenal; Alicia salió a conocer un
nuevo mundo totalmente extraño y desconocido para ella.

Esta analogía entre la comida y el pecado se ve fortalecida por la siguiente escena:

¡Vaya, por fin tengo la cabeza libre! dijo Alicia con tono de satisfacción, que
muy pronto se transformó en alarma al advertir que no podía encontrar en
parte alguna sus hombros. Todo lo que podía ver, al mirar hacia abajo, era
un cuello inmensamente largo que parecía elevado como una caña de un
mar de hojitas verdes que se extendía lejos por debajo de ella. (…)
Como no había modo de que sus manos subieran hasta su cabeza, decidió
bajar la cabeza hasta las manos, y descubrió con entusiasmo que su
cuello se doblaba con mucha facilidad en cualquier dirección, como una
serpiente. (...) Una gran paloma se precipitaba contra su cabeza y la
golpeaba violentamente con las alas.
—¡Serpiente! —chilló la paloma.
—¡Yo no soy una serpiente! —protestó Alicia muy indignada—. ¡Y déjame
en paz!

Aquí, nuevamente mediante la consumición de un alimento (la seta), la contextura física de


Alicia se ve alterada, al punto tal que se encuentra en las alturas con una paloma
(representante de la paz, la pureza y el bien) quien la confunde con una serpiente (símbolo del
pecado y el mal). De este modo, puede interpretarse una lucha entre el bien y el mal en el
alma de Alicia durante su viaje al infierno.

¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?

Es el sombrerero loco quien le pregunta: ¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?

He aquí una posible respuesta:

El cuervo, según el Diccionario de símbolos1, de Jean Chevallier:

El color de este pájaro, su grito lúgubre, también el hecho de que se


alimente de animales muertos, hacen de él para nosotros un símbolo de mal
agüero. (…) símbolo negativo ligado al temor de la desgracia. ‘está cerca de

1
Chevallier, J. Diccionario de Símbolos. Barcelona: España. Editorial Herder, 1986. Pág. 86

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las tinieblas. Sobrevuela los terribles campos de batalla, acompañado por
nubes oscuras. Se convierte así en un pájaro fúnebre. Como es tenebroso,
toca la muerte, puede anunciar la desgracia, ser un mensajero de ella.

El escritorio podría estar vinculado con al atril de Minos, el juez de los muertos en el infierno,
lo cual nos daría como resultado:

Tanto un cuervo como un escritorio son símbolos de la desgracia. El primero, asociado


principalmente a la desgracia en vida, un presagio de la muerte que se avecina; el segundo, a
la desgracia tras la muerte y la condena eterna.

A su vez, en la conversación con el sombrerero y sus acompañantes, este le comenta que el


Tiempo (personaje elíptico) ha tenido una discusión con él y, al enojarse, ha decidido
detenerse. Esto podría ser interpretado como una explicación basada en la duración eterna del
castigo infernal, lo cual lleva a los condenados a la locura.

El juez Minos

El juicio que se menciona y al que asiste Alicia, no es ni más ni menos que el juicio de Minos en
la entrada del infierno para determinar dónde pasarán los hombres el resto de su vida
espiritual. Podría asumirse que la discusión revela al que, en verdad, no corresponde a ella ese
lugar y debiera volver hacia el mundo terrenal.

Y la Falsa Tortuga acababa de empezarla, cuando se oyó a lo lejos un grito


de «¡Se abre el juicio!»
—¡Vamos! —gritó el Grifo. Y, cogiendo a Alicia de la mano, echó a correr, sin
esperar el final de la canción.
—¿Qué juicio es éste? —jadeó Alicia mientras corrían.
Pero el Grifo se limitó a contestar: «¡Vamos! », y se puso a correr aún más
aprisa.

El contraste de caracteres entre el rey y la reina también es un detalle a analizar, dado que
ambos parecen reflejar las dos partes de una misma personalidad (realeza), lo cual puede estar
nuevamente asociado a la lucha interna del individuo entre el bien y el mal, lo cual
determinará su destino luego de la vida terrenal. Además, esta misma lucha intelectual puede
darse en la determinación del rey Minos para castigar o no a los mortales que llegan a las
puertas del infierno. Se destaca que en la obra se menciona que el Juez es, justamente, el Rey,
hecho que refuerza esta teoría:

El Juez, por cierto, era el Rey; y como llevaba la corona encima de la peluca,
no parecía sentirse muy cómodo, y desde luego no tenía buen aspecto.

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—Y aquello es el estrado del jurado —pensó Alicia—, y esas doce criaturas
(se vio obligada a decir «criaturas», sabéis, porque algunos eran animales de
pelo y otros eran pájaros) supongo que son los miembros del jurado.

Una gran elipsis evita la mención del recorrido de Alicia durante su regreso, asumiblemente
debido a las aguas del río Leteo, sólo narrando a partir del momento de su despertar en la
orilla del lago, probablemente donde la canoa de Caronte la haya dejado.

Al oír esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella.
Alicia dio un pequeño grito, mitad de miedo y mitad de enfado, e intentó
sacárselos de encima... Y se encontró tumbada en la ribera, con la cabeza
apoyada en la falda de su hermana, que le estaba quitando cariñosamente
de la cara unas hojas secas que habían caído desde los árboles.

El principal motivo de esto puede, probablemente, haberse debido a que el juez Minos haya
decidido el regreso de Alicia al mundo de los vivos; sin embargo, algunos aspectos de su
memoria fueron anulados para que su experiencia en el infierno no entrara en contradicción
con su vida terrenal. Por esto, los recuerdos de la niña son evocados por ella como un sueño y
no como una experiencia real.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Texto primario:
Carroll, L. Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Buenos Aires: Argentina. Plaza y
Janés Editores, 2002.

Textos secundarios:
Chevallier, J. Diccionario de Símbolos. Barcelona: España. Editorial Herder, 1986.

Panesi, J. Críticas. Buenos Aires: Argentina. Editorial Norma, 2001.

Huamán, M. Claves de la deconstrucción. SS/DD.

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