Propósito General: Consagración Propósito específico: Guiar a la congregación a tener una visión clara del propósito de sus vidas para que no busquen sus propios deseos, intereses y metas egoístas sino busquen agradar y servir a Dios. Introducción: Quiero que usted se imagine la escena: Jesús ve a la multitud y sube al monte, luego sus discípulos se le acercan y estando él sentado comienza a enseñarles. ¡Tan interesante estaba la enseñanza¡ que de repente la multitud de que se habla al principio comenzó a acercarse para escuchar la enseñanza del Maestro. No se sabe la ubicación exacta de este lugar, pero estaba cerca de la ciudad de Capernaúm a orillas del mar de Galilea. En una de las enseñanzas del Sermón del Monte Jesús les dice: “La lámpara del cuerpo es el ojo”. Esta fue una metáfora que el Señor Jesús utilizó para enseñar a sus discípulos una verdad preciosa. El concepto aquí se basa en la antigua idea de que los ojos eran las ventanas a través de las que entraba la luz al cuerpo. Cuando tenían buena visión, tenían buena luz; pero cuando los ojos fallaban, vivían en oscuridad. Oración de transición: Veamos cómo Jesús relaciona espiritualmente las figuras del ojo bueno y el ojo malo. I. EL OJO BUENO (v. 22) El ojo bueno significa también “ojo sencillo”, “ojo claro”, “sin dobleces”. Cuando tenemos la vista buena ocurren a lo menos tres cosas: A. La imagen que se percibe es nítida Cuando nosotros estamos perfectos de la vista percibimos las imágenes tal y como son, su color, su forma, su tamaño, si es hermoso u horrible aquello que estamos viendo. Cuando tenemos un buen ojo o una vista buena, vemos perfectamente el peligro, no nos tropezamos, no chocamos con otras personas. Todo ello porque nuestra vista está buena. De esa forma, Jesús enseñó a sus discípulos y a la multitud que se acercó la manera en que el ojo bueno simboliza una pureza de motivos. Nuestros motivos han de ser puros, sin dobleces. Nuestro corazón debe estar puro delante de los ojos de Dios. B. Mira en una sola dirección El ojo bueno no tiene la mirada perdida, tiene un solo objetivo al cual mira directamente. Su vista está fija en ello. De esta manera Jesús trató de enseñar a sus discípulos que tuvieran su mirada puesta en dirección al Reino de los Cielos y no en las cosas de este mundo; no debe perjudicar nuestra mirada en Cristo y el servicio a él.
C. Llena de luz el interior
(Si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz): Cuando Jesús usa la palabra “cuerpo” no se refiere simplemente a lo físico, sino a toda la persona, al ser total; esto implica a la mente, el corazón, la voluntad, los sentimientos, los deseos, los motivos. Cuando dice que estará lleno de luz es sinónimo de “iluminado”, o “alumbrado. Así como con la vista material, el hombre que mira con ojos buenos y sanos, camina en la luz, viendo claramente todo objeto, así un propósito simple y persistente de servir y agradar a Dios en todo, hará que todo el carácter sea consistente y luminoso. La vida de la persona está llena de luz, significado y propósito. Nuestro interior estará lleno de cosas buenas, sentimientos puros, pensamientos buenos...
II. EL OJO MALO (v. 23)
Por ojo malo se entiende la mezquindad, los malos deseos, intereses y metas egoístas que bloquean la visión. Así Jesús nos enseña que un ojo malo perjudica en varias maneras. A. La imagen que percibe es distorsionada Al contrario del ojo bueno, el ojo malo no ve bien. Las imágenes no le llegan en su color, forma y tamaño correctos. Hay una enfermedad llamada astigmatismo que responde a las características descritas. Cuando uno no ve bien, fácilmente sufre caídas, se choca con cualquier cosa. Cuando quiere leerse el períodico no es posible, a menos que se usen lentes y aun así cuesta leer. Asimismo el ojo malo a nivel moral y espiritual es egoísta, codicioso y miserable porque no ve más allá de sus propios intereses, tiene malos deseos, y pensamientos impuros.
B. Mira con un doble enfoque
Imagínense a una persona con la vista defectuosa que a veces uno siente que nos está viendo con un ojo y con el otro están viendo hacia otra dirección. Cuando se tiene un ojo malo, entonces, hay un doble enfoque. Tolo lo que hemos venido hablando del ojo malo nos lleva a fijarnos en el contexto de este pasaje: cuando hay visión doble, se tiene un ojo enfocado en los tesoros terrenales y otro en los celestiales. Esto implica una dualidad de vida que al final perjudica a la persona, pues la Biblia dice que no se puede servir a dos señores, o amamos a uno y odiamos al otro o viceversa (Mateo 6:24). No debemos tener la mente y corazón divididos entre el cielo y la tierra.
C. Llena de tinieblas el interior
Pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. El del ojo maligno tiene una vida de oscuridad, desprovista de significado. Todo nuestro ser será oscurecido con los afanes de este mundo, los malos deseos, las motivaciones incorrectas. Nuestro carácter en vez de perfeccionarse se deteriorará. Juan Crisóstomo dijo: “Así como en el cuerpo… cuando se apaga la luz de los ojos, los otros miembros quedan privados del mayor socorro que tenían para sus operaciones; del mismo modo, cuando queda oscurecida la luz del alma, se halla necesariamente sumergida en una infinidad de males. De estas palabras del Salvador debemos aprender, dice San Agustín, que nuestras obras son puras y agradables a Dios, cuando se hacen con un corazón sencillo.” Si la luz dentro de ti es tinieblas, cuántas tinieblas no serán? Lo que regula al hombre es la facultad de la conciencia. La conciencia, la mente, la voluntad, los deseos, las emociones y las metas de la vida son las que determinan el carácter del hombre. Si estas áreas no están dirigidas al cielo, sino al contrario están torcidas o dobles, la persona está en oscuridad y los demás principios y facultades de nuestra naturaleza se rigen por esa misma oscuridad del alma. Conclusión: Jesús pretendía preparar a sus discípulos para que ellos establecieran al Reino de los Cielos como su prioridad. Les invitó en este pasaje a tener una buena visión, lo que significaba servir al Señor con todo su ser, abandonando sus deseos, intereses y metas egoístas que podrían estropear esa visión del Reino. Los invitó a tener un solo objetivo en vista. Hemos visto cómo el Señor Jesús utilizó las figuras del ojo bueno que es aquel que percibe bien una imagen, el que mira en una sola dirección y tiene un solo objetivo con el ojo malo el cual percibe una imagen distorsionada y no permite la luz. Preguntémonos, ¿Cómo es mi visión? ¿Tengo el ojo malo? ¿Tengo el ojo bueno? Si tengo el ojo malo, sinónimo de intereses mezquinos, egoísmo y malos deseos hoy puedo decirle al Señor que restaure mi ojo a una buena visión. Y si me he examinado, y tengo el ojo bueno, debo continuar así; es decir, debo seguir cultivando en oración, en devoción a Dios la pureza de mis motivos. Debo servir al Señor con sencillez de corazón. Que nada de lo que haga tenga doblez alguno. Hoy te invito a que le digas al Señor: “endereza mis motivos” “hazme puro, Señor”, límpiame de toda mi maldad y permíteme servirte con sencillez de corazón, no quiero tener la mirada puesta en lo material y puesta en ti, quiero mirarte sólo a ti, oh Señor!