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Título: UNA BUENA VISIÓN

Texto: Mateo 6:22-23


Propósito General: Consagración
Propósito específico: Guiar a la congregación a tener una visión clara del propósito de sus
vidas para que no busquen sus propios deseos, intereses y metas egoístas sino busquen
agradar y servir a Dios.
Introducción: Quiero que usted se imagine la escena: Jesús ve a la multitud y sube al monte,
luego sus discípulos se le acercan y estando él sentado comienza a enseñarles. ¡Tan
interesante estaba la enseñanza¡ que de repente la multitud de que se habla al principio
comenzó a acercarse para escuchar la enseñanza del Maestro. No se sabe la ubicación exacta
de este lugar, pero estaba cerca de la ciudad de Capernaúm a orillas del mar de Galilea. En
una de las enseñanzas del Sermón del Monte Jesús les dice: “La lámpara del cuerpo es el
ojo”. Esta fue una metáfora que el Señor Jesús utilizó para enseñar a sus discípulos una
verdad preciosa. El concepto aquí se basa en la antigua idea de que los ojos eran las ventanas
a través de las que entraba la luz al cuerpo. Cuando tenían buena visión, tenían buena luz;
pero cuando los ojos fallaban, vivían en oscuridad.
Oración de transición: Veamos cómo Jesús relaciona espiritualmente las figuras del ojo
bueno y el ojo malo.
I. EL OJO BUENO (v. 22)
El ojo bueno significa también “ojo sencillo”, “ojo claro”, “sin dobleces”. Cuando
tenemos la vista buena ocurren a lo menos tres cosas:
A. La imagen que se percibe es nítida
Cuando nosotros estamos perfectos de la vista percibimos las imágenes tal y
como son, su color, su forma, su tamaño, si es hermoso u horrible aquello que
estamos viendo. Cuando tenemos un buen ojo o una vista buena, vemos
perfectamente el peligro, no nos tropezamos, no chocamos con otras personas.
Todo ello porque nuestra vista está buena. De esa forma, Jesús enseñó a sus
discípulos y a la multitud que se acercó la manera en que el ojo bueno
simboliza una pureza de motivos. Nuestros motivos han de ser puros, sin
dobleces. Nuestro corazón debe estar puro delante de los ojos de Dios.
B. Mira en una sola dirección
El ojo bueno no tiene la mirada perdida, tiene un solo objetivo al cual mira
directamente. Su vista está fija en ello. De esta manera Jesús trató de enseñar
a sus discípulos que tuvieran su mirada puesta en dirección al Reino de los
Cielos y no en las cosas de este mundo; no debe perjudicar nuestra mirada en
Cristo y el servicio a él.

C. Llena de luz el interior


(Si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz): Cuando Jesús usa
la palabra “cuerpo” no se refiere simplemente a lo físico, sino a toda la
persona, al ser total; esto implica a la mente, el corazón, la voluntad, los
sentimientos, los deseos, los motivos. Cuando dice que estará lleno de luz
es sinónimo de “iluminado”, o “alumbrado. Así como con la vista material, el
hombre que mira con ojos buenos y sanos, camina en la luz, viendo claramente
todo objeto, así un propósito simple y persistente de servir y agradar a Dios
en todo, hará que todo el carácter sea consistente y luminoso. La vida de la
persona está llena de luz, significado y propósito. Nuestro interior estará lleno
de cosas buenas, sentimientos puros, pensamientos buenos...

II. EL OJO MALO (v. 23)


Por ojo malo se entiende la mezquindad, los malos deseos, intereses y metas
egoístas que bloquean la visión. Así Jesús nos enseña que un ojo malo perjudica
en varias maneras.
A. La imagen que percibe es distorsionada
Al contrario del ojo bueno, el ojo malo no ve bien. Las imágenes no le llegan
en su color, forma y tamaño correctos. Hay una enfermedad llamada
astigmatismo que responde a las características descritas. Cuando uno no ve
bien, fácilmente sufre caídas, se choca con cualquier cosa. Cuando quiere
leerse el períodico no es posible, a menos que se usen lentes y aun así cuesta
leer. Asimismo el ojo malo a nivel moral y espiritual es egoísta, codicioso y
miserable porque no ve más allá de sus propios intereses, tiene malos deseos,
y pensamientos impuros.

B. Mira con un doble enfoque


Imagínense a una persona con la vista defectuosa que a veces uno siente que
nos está viendo con un ojo y con el otro están viendo hacia otra dirección.
Cuando se tiene un ojo malo, entonces, hay un doble enfoque. Tolo lo que
hemos venido hablando del ojo malo nos lleva a fijarnos en el contexto de este
pasaje: cuando hay visión doble, se tiene un ojo enfocado en los tesoros
terrenales y otro en los celestiales. Esto implica una dualidad de vida que al
final perjudica a la persona, pues la Biblia dice que no se puede servir a dos
señores, o amamos a uno y odiamos al otro o viceversa (Mateo 6:24). No
debemos tener la mente y corazón divididos entre el cielo y la tierra.

C. Llena de tinieblas el interior


Pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. El del ojo maligno
tiene una vida de oscuridad, desprovista de significado. Todo nuestro ser será
oscurecido con los afanes de este mundo, los malos deseos, las motivaciones
incorrectas. Nuestro carácter en vez de perfeccionarse se deteriorará.
Juan Crisóstomo dijo: “Así como en el cuerpo… cuando se apaga la luz de
los ojos, los otros miembros quedan privados del mayor socorro que tenían
para sus operaciones; del mismo modo, cuando queda oscurecida la luz del
alma, se halla necesariamente sumergida en una infinidad de males. De estas
palabras del Salvador debemos aprender, dice San Agustín, que nuestras obras
son puras y agradables a Dios, cuando se hacen con un corazón sencillo.”
Si la luz dentro de ti es tinieblas, cuántas tinieblas no serán? Lo que regula
al hombre es la facultad de la conciencia. La conciencia, la mente, la voluntad,
los deseos, las emociones y las metas de la vida son las que determinan el
carácter del hombre. Si estas áreas no están dirigidas al cielo, sino al contrario
están torcidas o dobles, la persona está en oscuridad y los demás principios y
facultades de nuestra naturaleza se rigen por esa misma oscuridad del alma.
Conclusión: Jesús pretendía preparar a sus discípulos para que ellos establecieran al Reino
de los Cielos como su prioridad. Les invitó en este pasaje a tener una buena visión, lo que
significaba servir al Señor con todo su ser, abandonando sus deseos, intereses y metas
egoístas que podrían estropear esa visión del Reino. Los invitó a tener un solo objetivo en
vista. Hemos visto cómo el Señor Jesús utilizó las figuras del ojo bueno que es aquel que
percibe bien una imagen, el que mira en una sola dirección y tiene un solo objetivo con el ojo
malo el cual percibe una imagen distorsionada y no permite la luz.
Preguntémonos, ¿Cómo es mi visión? ¿Tengo el ojo malo? ¿Tengo el ojo bueno? Si tengo el
ojo malo, sinónimo de intereses mezquinos, egoísmo y malos deseos hoy puedo decirle al
Señor que restaure mi ojo a una buena visión. Y si me he examinado, y tengo el ojo bueno,
debo continuar así; es decir, debo seguir cultivando en oración, en devoción a Dios la pureza
de mis motivos. Debo servir al Señor con sencillez de corazón. Que nada de lo que haga
tenga doblez alguno.
Hoy te invito a que le digas al Señor: “endereza mis motivos” “hazme puro, Señor”, límpiame
de toda mi maldad y permíteme servirte con sencillez de corazón, no quiero tener la mirada
puesta en lo material y puesta en ti, quiero mirarte sólo a ti, oh Señor!

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