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Lo ideal es que el desayuno contenga un lácteo descremado, un cereal

integral como pan o avena, una fruta y frutos secos. Por el contrario, los
alimentos altos en azúcar, grasa y sodio, como cereales azucarados, paté o
mantequilla, no deberían estar presentes, ya que aumentan el riesgo de
sufrir enfermedades cardiovasculares.
El cerebro funciona con base de alimentos. Si sólo se alimenta de café y
galletas, se vuelve una bomba de azúcar al cuerpo, pero la energía sólo
será en las primeras horas.

Por otro lado, los costos por no tomar desayuno pueden ser el aumento de
peso y la disminución del rendimiento de las capacidades intelectuales.

Carbohidratos saludables

Un buen desayuno contiene por lo menos un carbohidrato saludable que no


provoca alternación de azúcar en la sangre. Por ejemplo: la avena o el pan
de centeno.

Además, ingerir fibras es primordial, ya que la sensación de saciedad durará


más. El azúcar se digiere muy rápido, por ende, el efecto de hambre vuelve
en pocas horas.

Proteínas adecuadas y bajas en grasas

En vez de comer alimentos muy pesados como el huevo, la leche entera o


las salchichas, mejor cambiarlos por algo más saludable. Por ejemplo, una
ensalada de frutas con nueces más un yogurt descremado.

Batido de frutas (alimentos alcalinos)

Es una buena opción para formar parte del desayuno. Si es un batido que
incluye fruta o verduras, avena, semillas como chía (chan) y leche
descremada, podría llegar a ser el desayuno.

Un vaso de jugo de limón o naranja, un té blanco o una manzana es lo ideal.


Tienen los mismos efectos que un café, pero es mucho más sano.

Cereales integrales

Ayudan a la digestión y aumentan la saciedad.


Incluir lácteos

Los lácteos, aparte de calcio, es una buena fuente de proteínas,


los que aumentan la saciedad.

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