Mientras la tecnología mejora, los científicos son capaces de detectar más elementos contaminantes, y en cantidades más pequeñas, en los depósitos de agua dulce de la Tierra. Nuestros lagos, ríos, arroyos y depósitos subterráneos contienen a menudo un coctel químico que incluye desde píldoras anticonceptivas, cremas solares, pesticidas y hasta petróleo.
Además de la contaminación sintética, el agua dulce también es el punto final de
nuestros desperdicios biológicos, en forma de aguas residuales, excrementos animales, y agua de lluvia mezclada con fertilizantes ricos en nutrientes provenientes de jardines y granjas. Esos nutrientes se abren camino a través de los ríos hacia los mares, en ocasiones creando zonas sin oxígeno y por ello sin vida en las zonas costeras de los océanos, y causando que la conexión entre tierra y mar sea dolorosamente obvia. Cuando echas pintura al retrete, a menudo acaba en el océano, a través de los conductos de agua dulce.
En el mundo desarrollado, la regulación ha restringido el vertido de contaminantes
a la industria y a los procesos agrícolas en los lagos, arroyos y ríos. La tecnología también ha ofrecido soluciones como costosas filtraciones y plantas de tratamiento que convierten nuestra agua potable en agua para su consumo saludable. Algunas ciudades están promoviendo la infraestructura “verde”, como son tejados verdes y jardines de lluvia, como maneras de filtrar la contaminación de manera natural. Pero podemos observar otra realidad en partes del mundo subdesarrollado, donde hay menos infraestructura política, económica y técnica para tratar con el aluvión de amenazas contaminantes para el agua dulce y todas las especies que dependen de ella. Andalucía expone los avances de la investigación en reprogramación celular en el congreso mundial de la Sociedad Internacional de Terapia Celular RECUPERAN UNA TÉCNICA DE 1935 PARA INVESTIGAR EL CÁNCER EN MOSCAS Un trabajo dirigido por el investigador ICREA Cayetano González, del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona), publicado en Nature Protocols, describe un método de investigación con moscas Drosophila melanogaster con 80 años de historia que estuvo a punto de caer en el olvido. Dicha técnica permite trasplantar tejidos de larvas a moscas adultas para estudiar el crecimiento tumoral y otros procesos biológicos de interés biomédico como la regeneración de tejidos. En 2002, Cayetano González, jefe del grupo de División Celular en el IRB Barcelona, se encontró con un problema técnico para estudiar el crecimiento tumoral en las moscas del vinagre. En Drosophila, los tumores malignos crecen sin límite y matan al individuo. La solución podía pasar por el trasplante de tumores, un ensayo habitual en la investigación del cáncer en mamíferos, incluido el cáncer humano, que consiste en trasplantar el tumor a ratón. Con casi un siglo de estudios con la mosca, cabía esperar que entre la batería de técnicas desarrolladas para investigar con Drosophila, había una para el trasplante de tejidos. “Y en efecto así fue, pero los artículos metodológicos eran escasos e incompletos, con lo que reproducir la técnica en el laboratorio se hacía extremadamente complicado”, detalla el profesor González. La técnica, desarrollada hacia 1935, se usó extensamente en las décadas siguientes, cayendo en desuso y prácticamente desapareciendo a finales del siglo pasado. “El caso es que en 2002 sólo un número muy reducido de investigadores en todo el mundo poseía este valiosísimo conocimiento”, explica. El profesor János Szabad de la Universidad de Szeged, en Hungría, era de los pocos científicos que seguían usándola e invitó a González a su laboratorio. A partir de entonces, González la ha aplicado para sus estudios con modelos de cáncer en moscas y su laboratorio ha acogido científicos de centros de Europa, Estados Unidos, India y Australia para aprenderla. El método consiste en disecar el tejido de interés, cargarlo en una micro aguja de cristal construida a tal efecto e inyectarlo en una mosca adulta. “En realidad es sencillo. No obstante, hay multitud de pequeños detalles, desde la construcción de la aguja hasta el cuidado de las moscas implantadas, que resultan fáciles de realizar cuando se aprenden de un experto pero muy difíciles de reproducir sin entrenamiento”, describe el profesor González. En el artículo, Fabrizio Rossi, investigador postdoctoral del IRB Barcelona, y Cayetano González describen todos los materiales, equipos y métodos necesarios para implementar el protocolo de manera rápida y eficaz, con vídeos que muestran cada uno de los pasos. “Ahora cualquier laboratorio de Drosophila en cualquier parte del mundo puede hacer uso de esta poderosa técnica”, dice González. OBTENIDAS POR CLONACIÓN CÉLULAS PRODUCTORAS DE INSULINA
Vuelve la clonación terapéutica. La vieja idea de tomar el genoma de una célula de
la piel de un paciente, introducirlo en un óvulo y usar el embrión resultante para generar cultivos de células madre no solo sigue viva, sino que goza de mejor salud que nunca. Científicos de Nueva York y Jerusalén acaban de mejorar la técnica hasta el punto de hacer viable, por primera vez, su aplicación clínica en el futuro inmediato. Y han conseguido clonar de esta forma, también por primera vez, células beta pancreáticas —las productoras de insulina— a partir de una paciente de diabetes de 33 años. La ley norteamericana, sin embargo, va muy por detrás de la ciencia en este caso. La generación de células beta pancreáticas era uno de los objetivos prioritarios de la medicina regenerativa, porque los científicos esperan que pueda ayudar a los pacientes diabéticos. La obesidad y la consecuente diabetes de tipo 2 es el principal problema de salud pública de nuestros días, pues de él se derivan los grandes matarifes —infarto, cáncer y neurodegeneración— en los países occidentales, y cada vez más en el mundo en desarrollo, a medida que va importando el nefasto estilo de vida y nutrición de los países ricos. La medicina regenerativa ha experimentado una revolución en los últimos años con la invención de un segundo tipo de células madre, las iPS, o células de pluripotencia inducida, que no requieren la construcción de un embrión humano, y que valieronhace dos años el premio Nobel de Medicina a su creador, el japonés Shinya Yamanaka. Pero ni el comité Nobel —que también otorgó el premio a John Gurdon, el clonador del primer animal— ni el resto de los científicos del campo han renunciado en ningún momento a la idea original. Tal y como señalan en Nature Dieter Egli, de la Fundación de Células Madre de Nueva York, y sus colegas de la Universidad de Columbia de la misma ciudad y la Universidad Hebrea de Jerusalén, las células iPS, por mucho que puedan constituir el futuro de la medicina regenerativa, están actualmente plagadas de escollos de cara a su aplicación clínica. “Las células iPS”, escriben, “son a menudo defectuosas en su diferenciación (especialización en tipos celulares útiles para trasplantes), contienen patrones aberrantes de metilación (modificación epigenética), y adquieren mutaciones somáticas”. Un cuadro desolador en comparación con las células embrionarias clonadas, que estarían muy cerca de la aplicación clínica de no ser por el entorno legal adverso. Entonces, ¿vuelve la clonación terapéutica? “La respuesta es sí”, dice Egli a EL PAÍS. “La investigación en medicina regenerativa se ha concentrado con fuerza en las células iPS desde el desarrollo de esta técnica en 2007 por el premio Nobel Shinya Yamanaka y su equipo. Sin embargo, nuestro trabajo muestra que las células madre específicas de paciente derivadas por transferencia nuclear (clonación) son una fuente viable para desarrollar terapias celulares”. Al igual que otros científicos del campo, el jefe del equipo de Nueva York no ve razón para renunciar a una línea de investigación prometedora por el mero hecho de que exista otra. “Todas estas tecnologías, incluidas las células iPS y las células madre embrionarias derivadas por clonación, permanecen relativamente inexploradas, y como no sabemos todavía qué estrategia será la más útil para la medicina, preferimos seguir explorando todas las rutas”. Pese a todo ello, Egli no tiene la menor crítica contra la concesión del premio Nobel al descubridor de las células iPS. Más bien todo lo contrario: “El Nobel a Yamanaka ha galvanizado la investigación en células madre y ha atraído una atención, un interés y una motivación sin precedentes hacia el campo al mostrar a los científicos que la tecnología de las células madre tiene un potencial increíble; es verdad que, al mismo tiempo, ha desincentivado a los laboratorios de la investigación en clonación; pero creemos que nuestro éxito en este terreno establecerá un nuevo equilibrio, con ambas líneas progresando en paralelo”. Otro factor que ha jugado en contra de la clonación humana es el célebre fraude del investigador coreano Hwang Woo-Suk, cuyos ecos siguen sin apagarse más de una década después del escándalo. “Cualquier fraude científico genera desconfianza en un campo de investigación”, reconoce el investigador de Nueva York, “y este sigue siendo un problema tan real hoy como lo fue en la época; pero aquel trabajo concreto de Hwang ya no es un factor significativo” CURA A PACIENTES CON ARTRITIS CON CÉLULAS MADRE
El científico Mario Delgado, director del Instituto de Parasitología y Biomedicina
López Neyra, un organismo que depende del CSIC y que se ubica en el Campus de la Salud de Granada, empezó a investigar en el año 2005 sobre cómo el sistema inmunológico se educa para distinguir lo propio (nuestros tejidos y células) de lo extraño (virus, bacterias, parásitos,...). «Queríamos saber qué células y moléculas intervienen en esta educación, un término que se conoce como tolerancia inmunológica, y que es clave, ya que cuando falla se producen los procesos de autoinmunidad (artritis reumatoide, esclerosis múltiple, enfermedad de Crohn, diabetes tipo 1)», explica el protagonista. El doctor contó con la financiación de la Consejería andaluza de Salud, del Fondo de Investigaciones Científicas y de la propia empresa Cellerix, que allá por el año 2009 se entregó en cuerpo y alma al desarrollo de los denominados medicamentos vivos. Así -en Granada- empezó un camino que se sigue andando hoy día y que incluso está a punto de alcanzar su meta, cosa que ocurre muy raramente en la ciencia, donde miles de líneas de investigación terminan en vía muerta. Hoy, contento pero no conformista, Mario narra en su despacho que aquella 'invención' ha logrado superar el dificilísimo e intrincado camino de los avances sanitarios y que ya se está experimentando con células madre mesenquimales (procedentes de la grasa de un individuo donante) en algunos pacientes españoles que participan en un ensayo clínico repartido en numerosos hospitales. «En artritis reumatoide se han obtenido muy buenos resultados, con tres infiltraciones se ha logrado incluso que desaparezca la enfermedad», narra el director del López Neyra, quien puso aquel primer grano de arena para que esta terapia celular haya abierto las puertas de la esperanza a pacientes con quienes anteriormente había fracasado todo el arsenal terapéutico existente. El poder sanador de lo que 'descubrió' Mario se basa en el efecto de reparación celular y anti-inflamatorio de esas partículas que se obtienen de simple tejido graso. ESTOS CIENTÍFICOS HAN MONITORIZADO LA MIGRACIÓN DE INSECTOS CON UN RADAR Escrito por Pablo G. Bejerano,
Hay aspectos de la naturaleza difíciles de estudiar. Es pura lógica: cuanto más
pequeño y más se mueve, más difícil es su estudio. Con los insectos ocurre precisamente esto. Se mueven mucho, rápido y su tamaño tampoco ayuda. Problemas como la progresiva desaparición de las abejas resultan insondables por falta de conocimiento. ¿Cómo conseguir datos? Un equipo internacional de especialistas en biología y medio ambiente ha creado un método que permite recopilar información sobre la migración de insectos mediante un sistema de radar.Durante diez años estos científicos han monitorizado la migración de insectos en Reino Unido. Y lo han hecho con ayuda de un sistema que combina un método tradicional con tecnología radar sofisticada. La investigación tenía dos vertientes: los insectos más pequeños (con un peso menor de 10 mg) y los de mayor tamaño. Estos dos grupos se estudiaban de formas diferentes. El comportamiento de los primeros se podía observar gracias a una red que los atrapaba. El segundo grupo solo se podía evaluar usando un radar entomológico para observación vertical. Este dispositivo es capaz de registrar la masa corporal de cada insecto de más de 10 mg, así como la altitud a la que vuela, su velocidad o el sentido en el que se mueve. Su alcance es de 1,2 kilómetros, con lo que cualquier insecto que volara a menor altura era objeto de estudio. Las particularidades de la migración de insectos Para llevar a cabo el estudio los científicos colocaron estos radares en tres lugares del sur de Reino Unido. Los dispositivos recogieron información de más de 1,8 millones de insectos, suficiente para extrapolarla y obtener tendencias generales. En total, los insectos representados en las conclusiones del estudio ascenderían a 3.370 billones. En términos generales esto significa 3.200 toneladas de insectos.
Fortaleciendo la identidad cultural desde la revaloración de las actividades rituales andinas en los niños y niñas de la Institución Educativa Inicial Nuestra Señora del Rosario del Distrito de Combapata