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1.

Jarabe Tapatío

El baile nacional de México cuenta con elementos que de


inmediato permiten al público identificar su país de origen:
mariachis, un hombre vestido de charro y una mujer vestida
de china poblana.
El Jarabe Tapatío nació a finales del siglo XIX en Jalisco y
debe su nombre a la mezcla de danzas regionales que dieron
origen a esta nueva tradición. Además, la palabra “tapatío”
hace alusión al zapateo de los hombres que rodean a la mujer
a manera de cortejo, mientras ella, también zapateando,
ondea su falda de coloridos diseños de manera muy femenina
y algo distante.

En la actualidad, es el baile más conocido de México y su


música le ha dado la vuelta al mundo como una característica
de la cultura de este país.
2. Danza de los Tlacololeros

Es el baile tradicional más antiguo del estado de Guerrero y


gracias a esto conserva importantes componentes
prehispánicos.
Los hombres de esta región suelen interpretar la danza a
inicios de mayo, cuando se honra a Tláloc –la divinidad de la
lluvia– para asegurar buenas cosechas y pedir protección de
los depredadores. Los 14 bailarines, más dos que representan
al tigre y a la perra maravilla, originalmente rodeaban los
cerros al ritmo de la flauta y el tambor para realizar sus
plegarias, mientras los campesinos perseguían a los animales
que más peligro representaban para sus cosechas y ganado.

Finalmente, una vez que se capturaba al tigre se lo


entregaban a los tlacololeros quienes le daban su merecido
para que no se acercara a la cosecha mientras la perra
miraba desde lejos. En la actualidad, esta danza se
representa en diferentes festividades a lo largo del año y
constituye un patrimonio por el que los mexicanos de la zona
sienten gran orgullo.
3. Los Parachicos

Catalogada como Patrimonio Cultural por la UNESCO, esta


danza se interpreta durante la Fiesta Grande de Chiapa de
Corzo y existen varias leyendas sobre su origen, aunque la
más popular es la de aquella mujer que llegó a esta localidad
buscando una cura para su hijo enfermo y encontró a un
grupo de chapacorceños que se disfrazó para darle alegría al
niño.
En la actualidad, esta danza se realiza durante un día
específico de la fiesta y los danzantes recorren la ciudad
durante todo el día con un traje muy elaborado y llamativo:
máscaras de madera, vestidos con sarapes (pieza parecida al
poncho andino), chales bordados y coloridas cintas.

El fin de esta tradición es devocional y los parachicos le


ofrecen su arte a tres santos: Nuestro Señor de Esquipulas,
San Antonio Abad y San Sebastián Mártir. La música que los
mueve viene de las flautas, los tambores y los sonajeros de
hojalata
4. Danza del Venado

Como su nombre lo indica, este baile típico se realiza en el


estado de Sonora en honor al venado, un animal venerado y
también cazado tradicionalmente por los pueblos indígenas
yaquis y mayos.
Se considera como una de las danzas que mejor ha
preservado su originalidad desde la época prehispánica, tanto
en el aspecto musical como ritual. Los instrumentos utilizados
son el tambor de agua, los frotadores, las sonajas y la flauta
de carrizo, y los músicos van llamando poco a poco a los
protagonistas de este baile: el venado, el pascola y el coyote.

Durante la interpretación se representa la cacería del animal,


sus movimientos característicos, y los de otras especies
propias de la zona y del momento.

Tradicionalmente, quien interpreta a este personaje debe ser


educado desde pequeño para este fin e incluso su
alimentación le debe permitir llegar a tener la agilidad y salud
física, mental y espiritual necesaria para llegar a ser el venado
de la danza.
5. Danza de los Concheros

Este baile se remonta a inicios de la conquista y se cree que


nació de la necesidad de mantener vivas las costumbres
indígenas, aunque también se evidencia la influencia española
en los instrumentos el hecho de que rinde tributo a ciertos
personajes religiosos.
La danzan hombres y mujeres, y sus atuendos se caracterizan
por conservar prendas tradicionales y por el uso de plumas,
actualmente algunas son sintéticas, pero inicialmente podían
ser de faisán, pavo real, gallo o avestruz.

Se realiza en dos momentos: una denominada “velación” que


representa la energía de la noche, el jaguar, la madre tierra y
la feminidad, y otra en la que se honra al día, al águila, a la
energía solar y la masculinidad.

Esta tradición tiene un fuerte contenido espiritual y son muy


importantes los rituales realizados antes, durante y después
de su interpretación, ya que es importante mantener la
armonía con el cosmos mediante ofrendas, respeto y una
intención pura y sanadora.

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