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Para comprender qué es el canon literario, lo mejor es analizar los dos términos que

componen la expresión. Un canon puede ser un listado o un catálogo que, por lo


general, reúne aquello que se considera como un modelo a seguir. Literario, por su
parte, es lo que está vinculado a la literatura (la disciplina artística que se desarrolla
mediante la expresión verbal).
Se conoce como canon literario, de este modo, al conjunto de las obras clásicas que
forman parte de la alta cultura. Estos trabajos, ya sea por sus características formales,
su originalidad o su calidad, han logrado trascender las épocas y las fronteras,
resultando universales y siempre vigentes.
Si bien los especialistas en la materia aseguran que el criterio para escoger las obras
del canon literario debería ser la excelencia estética, se trata de un aspecto subjetivo
que dos personas pueden apreciar de maneras diferentes. Por otro lado, quienes se
limitan a consumir los libros de esta lista pierden la oportunidad de conocer un sinfín
de obras que podrían gustarle más, e incluso aportarles más a nivel intelectual y
emocional.
Por lo general se dice que tanto los poemas de Homero como la Biblia son dos de los
pilares del canon literario occidental, aunque esta opinión es debatible. A partir de
estas obras se forjó una tradición que siguieron Aristóteles, Platón, Dante
Alighieri, Giovanni Boccaccio, Nicolás Maquiavelo, René Descartes, Miguel de
Cervantes y Saavedra, Luis de Góngora, William Shakespeare, Voltaire, Johann
Wolfgang von Goethe, Jean-Jacques Rousseau y otros autores.
Es importante mencionar que el canon literario no se encuentra cerrado. Con el
avance de la historia nuevos escritores pueden pasar a considerarse como clásicos y
sus libros, incluidos en el canon.
También hay que tener en cuenta que no hay un
único canon literario, sino que estas nociones se
asocian a culturas específicas. El canon literario
del mundo occidental es diferente del canon
literario árabe o islámico, por ejemplo, donde
aparecen obras como “Las mil y una noches” o
el Corán.
Uno de los temas más preocupantes dentro de este contexto es el papel de la mujer en
la literatura, el cual aún no se ve representado de forma justa y equitativa,
especialmente cuando echamos un vistazo al canon literario. Si bien es cierto que las
difíciles situaciones sociales que la mujer debió atravesar a lo largo de la historia le
impidieron actuar con el mismo grado de libertad que el hombre, ya sea estudiando o
formándose a nivel académico, es absurdo continuar negando el trabajo de aquéllas
que sí consiguieron derribar los muros del machismo y dejaron un legado invaluable.
El problema de la mayoría de los centros educativos es que no actualizan sus fuentes
con los datos que muchas personas dedicadas a la investigación literaria han
aportado en los últimos años, gracias a los cuales hemos descubierto a muchas
mujeres escritoras cuyas obras no han recibido el reconocimiento que merecían. Los
intereses que incluso al día de hoy intentan relegar a la mujer a un papel de madre y
ama de casa son precarios pero tienen la suficiente fuerza para continuar
enmudeciendo a millones de valiosas personas.
¿Qué piensa una niña con vocación de escritora cuando en el colegio le enseñan por
primera vez el canon literario y descubre que se encuentra dominado por el hombre?
Pues por fortuna esto no ha logrado detener a las miles de artistas de la palabra que
hoy en día luchan por compartir los estantes de las librerías con los hombres, o por
ocupar las sillas de la Real Academia Española; sin embargo, aún queda mucho
trabajo hasta que se borre del inconsciente colectivo la idea de que el sexo femenino
es sinónimo de debilidad o de tareas domésticas.
El hombre se despierta de un incierto

sueño de alfanjes y de campo llano

y se toca la barba con la mano

y se pregunta si está herido o muerto.

¿No lo perseguirán los hechiceros

que han jurado su mal bajo la luna?

Nada. Apenas el frío. Apenas una

dolencia de sus años postrímeros.

El hidalgo fue un sueño de Cervantes

y don Quijote un sueño del hidalgo.

El doble sueño los confunde y algo

está pasando que pasó mucho antes.

Quijano duerme y sueña. Una batalla:

los mares de Lepanto y la metralla.

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