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Problemas de Relatividad Especial
Problemas de Relatividad Especial
Guión:
2.1 El espacio-tiempo
2.2 Masa inercial y masa gravitatoria: el principio de equivalencia
2.3 Principio de Relatividad Generalizado
2.4 Contrastación experimental de la Teoría General de la Relatividad
Para demostrar su existencia se propusieron una serie de experimentos. Entre ellos el más
famoso fue el experimento de A. Michelson y E. Morley realizado en 1887. Se pretendía medir
la velocidad absoluta de la Tierra con respecto al éter. El montaje experimental conseguía
dividir un rayo de luz en dos rayos en sentidos opuestos entre sí gracias a un juego de espejos.
Un rayo se dirigía en el sentido del movimiento terrestre y otro en el opuesto. Se esperaba que
existiera diferencia de velocidades entre ambos rayos. Era como intentar medir la diferencia de
velocidades de los rayos de luz que emite los faros delanteros y las luces de posición traseras
de un coche que se mueve a gran velocidad. Aparentemente la luz emitida en la dirección del
movimiento debería moverse a mayor velocidad que la trasera. Pero no se detectaba tal
diferencia en el experimento. El resultado no logró explicarse hasta 1905. En realidad la
preguntan que hacían Michelson y Morley a la Naturaleza era: ¿si un móvil emite luz en el
sentido de su movimiento y en el contrario, en qué sentido se mueve más rápido la luz? La
física clásica diría que en el sentido del movimiento. La respuesta de la Naturaleza fue: la
velocidad es la misma en ambos sentidos.
En 1905 Albert Einstein sentó las bases de la Teoría Especial de la Relatividad. No conocía por
aquel entonces el experimento de Michelson-Morley, pero su teoría proporcionó una elegante
explicación de los resultados. Propuso la Teoría Especial de la Relatividad basándola en un par
de postulados sencillos y a partir de ellos levantó todo un edificio. Los postulados son:
1. Principio de relatividad: las leyes de la física son idénticas en todos los sistemas de
referencia inerciales. Este principio fue establecido inicialmente por Galileo en el
estudio de la cinemática y la dinámica y es conocido como relatividad galileana. Otra
manera de enunciarlo es diciendo que no existe experimento alguno capaz de
determinar la velocidad absoluta de un sistema de referencia inercial. A. Einstein
incluyó a los experimentos mecánicos de Galileo, cualquier tipo de experimento,
incluyendo a los ópticos y electromagnéticos.
Las transformaciones clásicas de Galileo nos dicen como relacionar las coordenadas (x, y, z, t)
espaciales y temporales de un suceso para un observador inercial O con las (x’, y’, z’, t’) de un
observador inercial O’ a velocidad v respecto a él. Si por simplicidad suponemos que la
velocidad v posee componente sólo en el eje x, tenemos:
x x ' vt
y y'
z z'
t t'
Es fácil ver que las transformaciones de Galileo proporcionan intervalos de longitud y tiempo
absolutos, independientes del sistema de referencia inercial que los mide. La distancia x=x2-x1
es igual a la distancia x’=x’2-x’1 y los intervalos de tiempos entre sucesos también. Además las
velocidades que ambos sistemas de referencia asignan a los cuerpos diferirán siempre en la
velocidad relativa que existe entre los sistemas de referencia. Si asumimos los postulados de la
Relatividad Especial, las transformaciones de Galileo nos conducen a contradicciones. Las
transformaciones correctas compatibles con los postulados son las de Lorentz:
x ' vt '
x
v2
1- 2
c
y y'
z z'
v
t 2 x'
t c
v2
1- 2
c
Partiendo de las transformaciones de Lorentz podemos determinar como serán las medidas de
tiempos y distancias vistas por distintos observadores en sistemas de referencia inerciales. Por
ejemplo, supongamos que estamos fijos en un sistema de referencia inercial O. Imaginemos
otro observador O’ en un sistema de referencia inercial que se mueve a velocidad v respecto a
nosotros, en una nave espacial por ejemplo. Lleva un reloj en su muñeca que marca las 12 en
punto y un tiempo t’ de una hora después, según su observación, marca las 13. Nosotros
medimos el intervalo de tiempo entre que su reloj marca las 12 y las 13 y obtenemos t. La
cinemática clásica nos dice que ambos intervalos serán idénticos, de una hora en nuestro
ejemplo. La Teoría Especial de la Relatividad dice que la física clásica es incorrecta y que
nuestra intuición nos engaña. Según nuestro cronómetro, el reloj del segundo observador
retrasa. Visto desde nuestro sistema de referencia todo parece transcurrir más lento en la nave
espacial. Nosotros mediremos:
t '
t
v2
1-
c2
2
t t '
3
y si el viajero mide t’ = 1 h, nosotros observamos t = 1,15 h . Desde la perspectiva del
viajero las cosas son absolutamente simétricas. Su nave es un sistema de referencia inercial
fijo y por tanto somos nosotros quienes nos movemos a velocidad v. Así que nuestros tiempos
le parecen dilatados. ¿Quién tiene razón? Según la Teoría Especial sencillamente esta
pregunta no tiene sentido, al igual que no tiene sentido decir quién se está moviendo y quién
no. La dilatación temporal se comprueba hoy en día de forma rutinaria en los aceleradores de
partículas. Los tiempos de desintegración de las partículas se ajustan a las predicciones
teóricas de la Teoría Especial.
v2
L L' 1 - 2
c
Se produce por tanto una contracción en las medidas de distancia. Esta contracción se produce
en la dirección del movimiento, permaneciendo inalteradas el resto de direcciones. Para una
velocidad, de nuevo, v = 1/2 c, tendríamos:
3
L L'
2
Es decir, si L’ = 1 m, entonces L= 0,87 m.
v2
1- 2
c
Observemos que si x’ = 0, los sucesos ocurren en el mismo punto simultáneamente, entonces
t = 0. Es decir, serán simultáneos, como no podría ser de otra manera para ambos
observadores. Pero, si x’ 0, existen una distancia entre ambos sucesos, entonces t puede
ser positivo o negativo dependiendo del signo de x’. De modo que podemos declarar que un
suceso es anterior a otro o lo contrario. La simultaneidad es relativa, depende del observador
contrariamente a lo que nos sugiera la intuición.
Otra de las consecuencias de la Relatividad Especial es que la energía total relativista E de una
partícula libre es:
E mc 2
Puesto que de la física clásica sabemos que la energía cinética de una partícula libre depende
de su velocidad y c es constante por el segundo postulado relativista, entonces necesariamente
la masa dependerá de la velocidad. El valor de esta masa, denominada masa relativista, es:
m0
m( v )
v2
1- 2
c
donde v es la velocidad de la partícula libre desde nuestro sistema de referencia inercial y m 0
es la masa en reposo, es decir con velocidad v = 0 en nuestro sistema. Por abuso de lenguaje
cuando se usa el término de masa de una partícula se hace referencia a su masa en reposo. La
masa en reposo es la magnitud equivalente a la masa inercial de la mecánica clásica. Su valor
para una partícula es invariante, mientras que su masa relativista depende de v y por tanto del
sistema de referencia de medida. De este modo la energía relativista de una partícula en
reposo será invariante, pero la energía relativista total dependerá del sistema de referencia.
Observemos por la ecuación que si m 0 es distinta de cero, entonces necesariamente la
partícula no puede encontrarse a una velocidad superior a c, puesto que en ese caso su masa
relativista sería un número imaginario. De modo que según la Teoría de la Relatividad Especial
ningún cuerpo puede superar la velocidad de la luz en el vacío. Observemos que al aumentar v,
aumenta la masa relativista. Si aceleramos un cuerpo al aumentar su velocidad su masa
aumenta. Y para seguir acelerando debemos incrementar el aporte de energía. En el límite v
tendiendo a c tendríamos que la masa relativista sería infinita. Es decir, deberíamos aportar
infinita energía para conseguirlo. ¿Existen sin embargo partículas en el Universo con velocidad
c? Evidentemente sí. Los propios fotones que componen la luz son partículas que se desplazan
a velocidad c. La única manera de hacer compatible este hecho con la ecuación de masa
relativista es asignar masa en reposo nula a tales partículas.
Podemos definir el momento lineal de una partícula libre en una dimensión como:
m0
p v
v2
1- 2
c
Así podemos encontrar una expresión para la energía relativista en función del momento lineal:
2
E 2 p 2 c 2 m0 c 4
De esta expresión determinamos la energía relativista total de una partícula de masa nula como
un fotón. Será:
E pc
Puesto que tanto la masa en reposo m 0 como c son invariantes, de la ecuación anterior
deducimos que:
2
E 2 - p 2 c 2 m0 c 4
2.1 El espacio-tiempo
Al igual que la distancia euclídea es un invariante frente a distintos sistemas de referencia que
están rotados, por ejemplo; en el espacio-tiempo, el invariante es el intervalo entre dos
sucesos. Desde el punto de vista de la Relatividad nuestras medidas de espacio y tiempo son
como proyecciones independientes desde un determinado ángulo, nuestro sistema de
referencia, de un absoluto que es el espacio-tiempo. Distintos observadores en distintos
sistemas de referencia podrán medir diferentes valores para tiempos y distancias; pero
alcanzarán total acuerdo en el intervalo espacio-temporal de medida.
En 1916 Einstein extendió los conceptos de la Relatividad Especial para explicar la atracción
gravitatoria entre masas, en su llamada Teoría General de la Relatividad. Imaginemos dos
masas ejerciéndose una fuerza gravitatoria entre sí. Supongamos que una de las masa cambia
repentinamente de posición. ¿Cuánto tiempo tardan ambos cuerpos en sentir la nueva fuerza
de atracción? Según la física clásica el tiempo es nulo. Es decir la fuerza gravitatoria se
transmite a velocidad infinita. Pero según la Relatividad Especial nada se mueve a mayor
velocidad que la luz en el vacío. ¿Cómo solventa este dilema la Teoría General de la
Relatividad? La geometría en matemáticas había estado presidida por Euclides durante más de
2000 años. En el siglo XIX matemáticos como K. F. Gauss, J. Bolya o N. I. Lobachevsky, por
mencionar a unos pocos, pusieron en duda el famoso axioma de las paralelas de Euclides y
desarrollaron todo un conjunto de nuevas geometrías. Estas geometrías se dividen a grandes
rasgos en tres categorías: de curvatura positiva, negativa y nula. En dos dimensiones un plano
tendría curvatura nula, la superficie de una esfera curvatura positiva y la superficie de una silla
de montar curvatura negativa. La Relatividad General nos dice que en realidad la atracción
gravitatoria es una consecuencia de la curvatura del espacio-tiempo. La presencia de una masa
curva el espacio-tiempo. Una analogía reveladora, propuesta por primera vez por A. Eddington
para divulgar la Teoría General, consiste en imaginar una superficie elástica como una sábana
tensa. Esto sería el equivalente al espacio-tiempo. Cuando en ella posamos una bola pesada,
el equivalente al Sol por ejemplo, la sábana se deforma. La fuerza de atracción que siente un
planeta, una pequeña bola a cierta distancia de la bola central, es consecuencia de la
deformación del espacio.
La Relatividad General añade además otro punto crucial: la fuerza que sentimos en un sistema
acelerado es de la misma naturaleza que la ejercida por una atracción gravitatoria. Para
entender que se quiere decir con esto debemos hablar de masa gravitatoria e inercial.
La sensación de peso que percibimos es debida a la atracción gravitatoria que la Tierra ejerce
sobre nuestra masa. Nuestro peso en la Luna es una seis veces inferior, a pesar de que
nuestra masa sigue siendo la misma. En este caso estamos hablando de masa gravitatoria.
Queda definida a través de la fuerza gravitatoria. Si pensamos, sin embargo, en la resistencia
que ofrece un coche a ser acelerado por el hecho de tener masa, nos estamos refiriendo a la
masa inercial. Un coche con más masa ofrece más resistencia al cambio de velocidad. En este
caso definimos masa a partir de la segunda ley de Newton.
En el siglo XIX R. Von Eötvos demostró experimentalmente con enorme precisión que el
cociente entre la masa gravitatoria e inercial de distintas sustancias eran idénticos. Todos los
experimentos realizados para medir diferencias entre la masa inercial y la masa gravitatoria han
concluido con su equivalencia. Einstein postuló esta igualdad entre masa inercial y gravitatoria
para desarrollar la Teoría de la Relatividad General. De hecho, ya Galileo hizo notar que dos
cuerpos de masas distintas eran atraídos por la Tierra con la misma aceleración. Es decir, la
aceleración de un cuerpo en un campo gravitatorio no depende de su masa. Que dos cuerpos
de distinta masa caigan con la misma velocidad es de hecho una consecuencia directa de la
equivalencia entre masa inercial y gravitatoria. Einstein postuló el principio de equivalencia, su
tercer postulado, que asume esta igualdad.
Supongamos que un observador inercial determina que otro segundo sistema de referencia
está acelerado uniformemente. El principio de equivalencia establece que para el observador
inercial es indiferente suponer que está acelerado uniformemente o considerarlo en reposo con
la presencia de un campo gravitatorio uniforme. Supongamos una serie de cuerpos que vistos
por el sistema inercial inicial están en reposo. Vistos por el sistema acelerado uniformemente
se observarán acelerados uniformemente. De modo que se observarían como si todo estuviera
acelerado por un campo gravitatorio.
Hecha esta equivalencia, Einstein propuso su cuarto postulado, que en realidad es una
generalización del primero. En vez de establecer solo que las leyes de la física son las mismas
en todos los sistemas de referencia inerciales, amplió la vigencia de las leyes físicas a todos los
posibles sistemas de referencia, fueran inerciales o no.
Consideremos un hombre dentro de un ascensor en caída libre en un campo gravitatorio
uniforme. Un par de objetos le acompañan en la caída, permaneciendo fijos en sus posiciones
para nuestro observador en el ascensor, ya que el campo gravitatorio acelera idénticamente a
todos los cuerpos independientemente de sus masas. Si empuja uno de los objetos le imprimirá
una velocidad que mantendrán en línea recta. Para este observador su sistema es inercial.
Pensemos ahora en una variante. Imaginemos que una fuerza constante tira de nuestro
ascensor. Razonemos de forma mecánico-clásica. Esto provocará una aceleración constante
en los objetos presentes. Esto será correcto si nuestra aceleración es pequeña y las
velocidades involucradas son muy inferiores a c de modo que la aproximación newtoniana sea
válida. El hombre tendrá la sensación de peso y observará como los objetos se aceleran hacia
el suelo del ascensor con la misma aceleración uniforme. Concluirá que se encuentra en un
campo gravitatorio.
Imaginemos que un rayo de luz entra por un agujero en la pared vertical del ascensor. Visto por
un observador externo, puesto que el ascensor está acelerado hacia arriba, el observador
interno debería describir la trayectoria de la luz curvándose hacia el suelo. ¿Verá esto
realmente el personaje del ascensor? ¿Cómo puede hacerlo compatible, si es así, con su idea
de la existencia de un campo gravitatorio si la luz no posee masa? Recordemos que existe una
equivalencia entre masa y energía. Efectivamente la masa en reposo de los fotones que
componen la luz es nula, pero su energía tiene una equivalencia en masa: m = E/c 2 y por lo
tanto sufrirán una aceleración: la trayectoria de la luz se curvará.
Todos estos razonamientos son extensibles a cualquier tipo de movimiento, tanto sean
rotaciones o aceleraciones no uniformes. Todos los sistemas no inerciales pueden ser
entendidos, por tanto, como sistemas inerciales sometidos a un campo gravitatorio.
<Fig. 7: Imagen del telescopio Hubble donde aparecen objetos azules que
son múltiples imágenes de una misma galaxia producidas por una lente
gravitacional.>
Una de las deducciones de la Teoría General, que los relojes se ralentizan en presencia de
campos gravitatorios, y lo hacen tanto más cuanto más intenso sea el campo, se comprobó
experimentalmente por primera vez por J. C. Hafele y R. Keating en 1971. La teoría predice la
existencia de agujeros negros de los que disponemos pruebas sólidas de existencia real o las
ondas gravitatorias, que se muestran todavía esquivas a la detección.