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armando pérez
dic 2005
Comentario del guión técnico: Yo comenzaría con una habitación poco iluminada
(luces de velas en algún rincón y en una mesa pequeña). Para tratar de mantener
al canónigo anónimo y resaltar la importancia de Zenón, sugiero hacer un paneo
lento del bastón, la silla, y otros objetos del cura. La cámara esta detrás del cura y
a medida que Zenón (Z de ahora en adelante) entra la toma se va alejando de su
cara y termina detrás del cura.
Canónigo
¿Puede dejarnos solos por favor?
Comentario del guión técnico: solo se muestra la mano del cura que se abre
dando permiso para salir al mensajero del cual solo un cuerpo sin cara que da
media vuelta y se aleja......creo que se debe escuchar sobreenfatizado el cierre del
cerrojo y el candado....
El carcelero asiente circunspecto y sale de la habitación, cuando está afuera cierra
con cerrojo (se oyen ruidos del cerrojo mientras Zenón y el Canónigo se miran.
Zenón inexpresivo observa el rostro del Canónigo y detalla las arrugas de una
cara iluminada por las velas que adquiere un aspecto sombrío y siniestro. Nota
como el canónigo intenta pararse, pero no puede asirse a sus muletas, o se
arrepiente, lo cierto es que no alcanza a pararse. Cuando detalla la mirada del
Canónigo nota que éste tiene los ojos enrojecidos y, tal vez, un leve temblor en los
labios como queriendo decir algo. Zenón, a su vez, no dice nada tampoco, o no
puede decir nada, hasta que por fin responde con evidente reproche y acidez
Comentario del guión técnico: de arriba solo la mano temblorosa del cura que
intenta pararse y, como mencioné arriba, mostrar todos los símbolos del cura, que
es lo que creo que importa. La iglesia es la que intenta salvar a quien condena, la
igleasia vetusta, rica, vieja,....
Zenón
Padre, agradezco los pequeños y grandes favores que ha hecho durante mi
cautividad. Pronto adiviné de donde venían tales atenciones. Su inesperada
visita también lo es.........
Zenón habla con familiaridad al canónigo (de hecho lo conoce, ha estudiado con él
hubo un tiempo en que el canónigo fue su maestro) no mueve las manos ni hace
gestos, tampoco es expresivo, pero el rostro, aunque duro, sigue demostrando
gratitud.
El Canónigo le dice con reproche afectuoso
Canónigo
¿Porqué no tuviste la suficiente confianza? ¿Porqué no me dejaste ver tu
alma antes? Siempre tuviste menos confianza en mi que en ese cirujano
barbero
Zenón responde con ironía, pero siempre serio, como si estuviera seco por dentro.
Zenón
¿Le extraña que no le haya tenido confianza?
Zenón, que frota cada cierto tiempo sus dedos, opta por acercarse a una silla de
la mesa y extiende las palmas de las manos encima de la vela, pero suficientemente lejos
como para no quemarse. Mira sus manos y a la llama
de la vela dice lentamente...
Zenón
La hoguera
Comentario del guión técnico: creo que se debe hacer una toma en la que se vea el reflejo
acentuado (con efectos tal vez) de la llama de la vela en su mano y en su rostro,
especialmente en sus ojos. No se como haremos esto pero, evidentemente, estamos ante un
efecto especial
Canónigo
Los servicios que he tratado de prestarte han sido muy poca cosa. Es bueno
que recordemos que graves diferencias enfrentaron antaño a Monseñor y al
antiguo prior de los franciscanos, pero estos dos santos varones acabaron
por apreciarse. El difunto Prior te recomendó al reverendísimo Obispo en su
lecho de muerte. Monseñor ha puesto todo su empeño en que fueras
juzgado con equidad.
Zenón
Se lo agradezco
Canónigo
Acuérdate de que no solo de Monseñor depende el veredicto. Hasta el final
recomendó indulgencia.
Zenón
La iglesia aborrece el derrame de sangre
Canónigo
Esta vez era sincero. Pero por desgracia los crímenes de ateísmo de
impiedad son patentes. Tu quisiste que así fuera. En materia de derecho,
nada, gracias a Dios, pudo probarse contra ti. No obstante, sabes, al igual
que yo, que diez presunciones equivalen a una convicción para el
populacho, y hasta para la mayoría de los jueces. Las acusaciones de ese
deplorable muchacho cuyo nombre no quiero mencionar te han perjudicado
mucho, en un principio...
Comentario del guión técnico: la mano del cura aprieta con fuerza el bastón
Zenón lo interrumpe y le mira a los ojos con reproche
Zenón
No se imagina usted que yo también participaba en las risas y juegos que se
celebraban en los baños a la luz de los cirios robados?
Canónigo
Nadie lo ha dicho. No olvides que existen otros tipos de complicidad
Zenón meditativo sin mirar al canónigo, mirando la vela como si ésta fuera su interlocutor,
como quien sabe que está hablando con la pared, continúa
Zenón
Es extraño que, para nuestros cristianos, los pretendidos desmanes de la
carne constituyen el mal por antonomasia
Zenón
Nadie castiga la brutalidad, el salvajismo, la barbarie y la injusticia, con rabia
y asco. A nadie le parecerán obscenas, mañana, las gentes que vayan a
contemplar como me estremezco entre las llamas
Zenón
Discúlpeme padre. No volveré a cometer la indecencia de decir las cosas
como son
Canónigo
Me atreveré a decir que lo que confunde en esa aventura de la que eres
victima es la extraña solidaridad del mal? La impureza en todas sus formas,
unos infantilismos tal vez intencionadamente sacrílegos, la violencia contra
un recién nacido inocente y, en fin, esa violencia contra sí mismo, la peor de
todas, que se perpetró Pierre de Hamaere...
Canónigo
Confieso que en un principio todo ese negro asunto me había parecido
desmesuradamente abultado por los enemigos de la iglesia, sino inventado
por ellos. Pero un cristiano, un fraile que se da muerte, es un mal cristiano y
un mal fraile, y ese crimen no es un primer crimen, con toda seguridad...
El canónigo
No me consuelo de hallar tu sabiduría mezclada con todo esto
Zenón responde amargamente, con vehemencia, lentamente, sin furia, sin rencor
Zenón
La violencia cometida contra su hijo por esa desgraciada se parece mucho a
la del animal que roe uno de sus miembros para desprenderse de la trampa
en donde la hizo caer la crueldad de los hombres. En cuanto a Pierre...
Zenón se interrumpe, al darse cuenta de que lo único que podía alabar del difunto
era precisamente su muerte voluntaria. En este momento el condenado piensa en
la única carta que le queda por jugar: el suicidio. Por supuesto, tiene que
guardarse para si el secreto. Inteligentemente, cambia la dirección para evitar
tocar nuevamente la idea o posibilidad de suicidio en la mente del canónigo.
Zenón
No habrá venido aquí para repetir ante mi el proceso de unos cuantos
infortunados. Empleemos mejor estos valiosos momentos
Canónigo
El ama de llaves Jean Myers te hizo un flaco servicio. Nadie simpatizaba con
ese malvado, al que yo creía olvidado por todos. Pero la sospecha de
envenenamiento lo ha vuelto a poner en todas las bocas. Siento el escrúpulo
al preconizar la mentira, pero mas hubiera valido que negaras todo trato
carnal con esa descarada sirviente
Zenón en tono burlón y por primera vez con una lejana sonrisa, que parece mas
una mueca, dibujada en la comisura de la boca
Zenón
Me admiro de que una de las mas peligrosas acciones de mi vida haya sido
acostarme dos noches con una sirvienta
Canónigo
Nunca sabrás hasta que punto pesa tu naufragio en mi conciencia
Canónigo
No hablo de tus actos, de los que sé poca cosa, y que deseo creer inocentes,
aunque el confesionario me enseñe que otros peores pueden mezclarse a
virtudes como las tuyas. Hablo de esa fatal rebeldía del espíritu que
transformaría en vicio la perfección misma y cuya semilla puse sin querer en
ti. Cuanto ha cambiado el mundo y que benéficas parecían las ciencias y los
clásicos cuando yo estudiaba artes y letras...
Canónigo
Cuando pienso que yo fui el primero en enseñarte esas escrituras que ahora
desprecias, me pregunto si otro maestro mas enérgico e instruido que yo....
Zenón
No se aflija Padre
Zenón añade, en tono mas bien erudito y situándose muchos siglos después,
como un visionario que anticipa algo, con seguridad de lo que va a
suceder...
Zenón
La rebeldía que tanto le inquieta estaba ya dentro de mi y puede que también
en nuestro siglo
Canónigo
Tus dibujos de bombas voladoras y de carros movidos por el viento, que
tanto hacían reír a los jueces, me han recordado a Simón el mago. Pero
también he recordado las quiméricas mecánicas de tu juventud, que no
produjeron mas que turbaciones y tumulto
El canónigo
Fue aquel día precisamente cuando obtuve para ti, de la regente, un puesto
que te hubiera abierto las puertas de una carrera llena de honores!
Zenón
Posiblemente hubiera llegado al mismo punto aun siguiendo otros caminos:
sabemos aun menos de los caminos y del objetivo de la vida del hombre que
de las migraciones de los pájaros...
El canónigo está como en los viejos tiempos, perdido en sus recuerdos; escucha
al joven de veinte años, a su discípulo. Es a él a quien hubiera querido salvar en
cuerpo o por lo menos en alma y no este viejo impuro y pecador. Zenón continúa
descalificando sus propias invenciones
Zenón
No de mas importancia que yo a esas fantasías mecánicas que en si mismas
no son fastas ni nefastas
Zenón
Mas confieso que al ser nuestra raza como es y como será sin duda hasta el
fin de los siglos, es malo dar a los locos la posibilidad invertir la maquina y a
los furiosos la de subir al cielo. En cuanto a mi y en el estado en que me ha
puesto el tribunal.....
Zenón
He acabado por maldecir a Prometeo por haber entregado el fuego a los
mortales!
Zenón
Ábrete abismo eterno, y traga, mientras aún es tiempo a esta desenfrenada
raza….
Canónigo
Qué dices?
Zenón
Nada, me recitaba a mi mismo una de mis profecías grotescas.
Canónigo
Has perdido tu fe en la sublime excelencia del hombre. Se empieza por dudar
de Dios...
Zenón un poco más tranquilo y sosegado ya volviendo de su trance, de su febril
tormento, de su angustia por saber que la cuenta regresiva es irreductible e
irreversible....
Zenón
El hombre es una empresa que tiene en contra al tiempo, a la necesidad y a
la fortuna, así como la imbécil y siempre creciente primacía del número.
Zenón
Los hombres matarán al hombre.
Canónigo
Habré de creer que, como le dijiste al obispo, la Gran Obra no tiene para tí
otro objetivo que el de perfeccionar el alma humana?
Canónigo
Si es así estás mas cerca de nosotros de lo que monseñor y yo nos
atrevíamos a creer, y esos mágicos arcanos, que yo solo de lejos contemplé,
se reducen a lo que la santa iglesia enseña a sus fieles.
Zenón responde con una convicción que parece sarcasmo pero no lo es porque
cree lo que dice.
Zenón
Si, desde mil seiscientos años.
Canónigo
Mi querido hijo imaginas que estoy aquí para iniciar contigo un debate que a
nada conduce? Tengo mayores razones de estar aquí. Monseñor me hace
observar que en tí no existe herejía propiamente hablando, como en el caso
de esos detestables sectarios que hacen la guerra contra la iglesia en estos
tiempos, sino mas bien sabias impiedades cuyo peligro solo amenaza a los
doctos. El reverendísimo señor obispo me asegura que tus Proteorías,
justamente condenadas por rebajar nuestros dogmas a la categoría de
vulgares nociones diseminadas hasta entre los peores idólatras, podrían
servir igualmente a una nueva Apologética: bastaría con que las mismas
proposiciones mostrasen en nuestras verdades cristianas la coronación de
las intuiciones infusas en la humana naturaleza. Sabes igual que yo que todo
es cosa de dirección...
Zenón
Creo comprender a donde va ese discurso... Si la ceremonia de mañana
fuera sustitutiva por una retractación...
Canónigo
No esperes demasiado. No es la libertad lo que se te ofrece. Pero Monseñor
asegura que podría obtener tu detención en un centro religioso de su
elección; tus comodidades futuras dependerían de las pruebas que supieras
dar a la buena causa. Sabes que las prisiones perpetuas son precisamente
aquellas de las que uno se las arregla muy bien para salir.
Zenón con tono amargo, enojado, pero sin levantar la voz y conteniéndose de
llorar responde.
Zenón
Sus socorros llegan tarde, Padre. Más hubiera valido ponerle un bozal a mis
acusadores.
Canónigo
No presumimos de haber podido ablandar al procurador de Flandes... Un
Hombre de esa clase condena del mismo modo que un perro se arroja sobre
su presa. Por fuerza hemos debido consentir que el proceso siguiera su
curso, con la reserva de hacer uso de los poderes que nos han dejado. Las
órdenes menores que antaño recibiste, te señalan a las censuras de la
iglesia, mas bien te garantizan una protección que la burda justicia secular
no ofrece.
Al tiempo que cerraba los ojos y miraba hacia el techo como suplicando.
Canónigo
Bien es verdad que he estado temblando hasta el fin de que no hicieras
alguna confesión irreparable
Zenón rápidamente responde
Zenón
Hubieras tenido que admirarme si lo hubiera hecho por contricción...
Canónigo
Te agradezco que no confundas al tribunal de Brujas con el de la
penitencia... Lo que aquí cuenta es que el deplorable hermano Cyprien y sus
cómplices se contradijeran, que nos hayamos librado de las infamias de la
fregona encerrándola en el manicomio, y que los malintencionados que nos
acusaban de haber cuidado al asesino de un capitán español se hayan
eclipsado... Los crímenes que no conciernen sino a Dios son de nuestra
competencia.
Zenón
Coloca dentro de esas fechorías los cuidados prodigados a un herido?
Canónigo
Mi opinión carece de importancia.. Si quieres saberla, es que todo servicio
prestado al prójimo debe juzgarse meritorio, pero en tu caso se mezcla en
ella una especie de rebeldía que nunca lo es
Canónigo
El difunto Prior, que en algunas ocasiones pensaba de manera equivocada,
hubiera aprobado sin duda esa caridad insidiosa.
Canónigo
Felicitémonos al menos de que no hayan podido aportar pruebas
Zenón
Lo hubieran conseguido sin gran esfuerzo de no mediar sus cuidados para
impedir que me torturaran. Ya le dí las gracias.
Canónigo
Puedes pensar lo que te plazca sobre los poderes de este mundo, pero los
intereses de la iglesia y los del orden continuarán siendo uno solo mientras
los rebeldes sigan uniéndose a los herejes.
Zenón
Entiendo todo esto. Mi precaria seguridad dependería enteramente de la
buena voluntad del obispo, cuyo poder puede decrecer o su punto de vista
cambiar. Nada me prueba que dentro de seis meses no me vea tan cerca de
las llamas como hoy
Canónigo
Y no es ese el temor que has tenido toda la vida?
Zenón levanta la mirada y busca la del canónigo responde con voz clara como si
estuviera contando un cuento
Zenón
En la época en que usted me enseñaba los rudimentos de las letras y de las
ciencias, un individuo acusado de un crimen verdadero o falso fue quemado
en Brujas y uno de nuestros criados me contó su suplicio.
Esto último con horror, como si viese al hombre con su cara y a su dolor y
paroxismo como los suyos. Reflejaba las llamas de la hoguera en sus pupilas como
antecediéndose a lo que inexorable podía pasar.
Zenón
Para aumentar el interés del espectáculo habían atado al poste con una
cadena larga, lo que le permitió correr, envuelto en llamas, hasta caer de
bruces contra el suelo o, para hablar claro, contra las brasas. A menudo me
he dicho que semejante horror podría servir de alegoría del estado de un
hombre al que dejan casi libre
El canónigo buscando excusas
Canónigo
Y crees que no nos encontramos todos en el mismo caso? Mi existencia ha
sido apacible, pero no se vive ochenta años sin saber lo que es la coacción.
Zenón
Apacible sí. Inocente no
Zenón
Mas no le extrañe Padre que sus bondades puedan parecerme una trampa.
Zenón
Mis pocos encuentros con el reverendísimo señor obispo no me han
mostrado a un hombre compasivo.
Canónigo
Ni el obispo te ama ni Le Cocq te odia. Sólo yo......Pero aparte de que eres el
peón de una partida que entre ellos se está jugando….
Canónigo
….Monseñor no se haya desprovisto de humana vanidad y le honraría llevar
ante Dios a un impío capaz de persuadir a sus semejantes.
Canónigo
La ceremonia de mañana será para la iglesia una victoria más sensible de lo
que hubiera sido vuestra muerte.
Zenón
El obispo debe darse cuenta de que las verdades cristianas tendrían en mi a
un apologista muy comprometido.
Canónigo
Te equivocas. Las razones que tiene un hombre para retractarse pronto se
olvidan, y sus escritos permanecen. Ya algunos de tus amigos veían, en tu
sospechosa estancia en San Cosme, la humilde penitencia de un cristiano
que se arrepiente de haber vivido mal y cambia de nombre para entregarse
en el anonimato a las buenas obras. Que dios me perdone!
Zenón
Si no he citado yo mismo el ejemplo de San Alejo que regresó disfrazado de
pobre a vivir entre los suyos en el palacio donde nació
Zenón
San Alejo se arriesgaba a que lo descubriera su devota esposa. Mi fuerza
interior no hubiera llegado hasta eso
Zenón
Mi muerte me parecía segura, ya no me quedaba mas que pasar unas
cuantas horas en serenidad completa.... Suponiendo que sea capaz de ello.
Zenón
Pero me tienta Padre, y me veo explicando con toda sinceridad, que el
aldeano que presumía de tener en su campo de trigo a una infinidad de
Jesucristos es un buen tema de broma, pero que tal bribón sería,
seguramente, un mal alquimista, o también que los ritos y sacramentos de la
iglesia tienen tantas, y a veces más, virtudes que las de un médico...
Zenón
No digo que creo, digo que ha dejado de parecerme una respuesta el sencillo
NO, lo que no significa que esté dispuesto a pronunciar el sencillo Si. En
cerrar el inaccesible principio de esas cosas en el interior de una persona
labrada sobre un modelo humano me sigue pareciendo una blasfemia y, sin
embargo, siento a pesar mío, a un Dios presente en esta carne que mañana
será humo. Puedo osar yo decirle que ese mismo Dios es quien me obliga a
decirle que no? Y sin embargo, todo panorama del espíritu se apoya en unos
fundamentos arbitrarios: porqué no en estos? Toda doctrina que se impone
a las multitudes proporciona pruebas a la inepcia humana: ocurriría lo
mismo si por ejemplo, Sócrates ocupara el lugar de Mahoma o de Cristo.
Pero si así es....
Zenón
Porqué renunciar a la salvación corporal y la facilidad del común acuerdo?
Me parece como si hiciera ya varios siglos que hubiera considerado y
reconsiderado esto.....
El canónigo casi con ternura, como cuando un padre ve a su hijo sufrir por la fiebre
o alguna enfermedad y quiere, desesperadamente, salvarlo.
Canónigo
Déjame guiarte. Solo Dios será juez del grado de hipocresía que mañana
contenga tu retractación. No lo eres: lo que tomas por una mentira tal vez
sea, sin que lo sepas, una profesión de fe formulada. La verdad tiene
secretos para introducirse en un alma que ya no se atrinchera contra ella.
Zenón responde ya decidido a morir, con la convicción que dan los principios y la
cercanía de la muerte, pero recupera la civilizada calma que lo caracteriza...
Zenón
Puede decirse lo mismo de la impostura. No, excelso padre en ocasiones he
mentido para vivir, pero empiezo a perder mi aptitud para la mentira. Entre
usted y nosotros, entre las ideas de Gerónimo van Palmaert, las del obispo y
las suyas, por una parte, y las mías por la otra, hay algunas similitudes, a
menudo compromisos, y nunca una relación constante.
Zenón
Ocurre como en aquellas curvas trazadas a partir de un plano común, que es
el intelecto humano: que divergen en un principio para acercarse después, y
luego alejarse de nuevo unas de otras; que se cortan en ocasiones en sus
trayectorias o se confunden, el contrario, sobre uno de sus segmentos, pero
que nadie sabe si se juntan o no en un punto que está más allá de nuestro
horizonte. Sería una falsedad llamarlas paralelas.
El canónigo con una especie de espanto, al mismo tiempo lo mira con mirada
miope de incredulidad y exclama.
Canónigo
Hablas en plural y sin embargo estás solo.
Zenón
En efecto. No tengo, por suerte, listas de nombres que dar a nadie. Cada uno
de nosotros es su propio maestro y su propio adepto. La experiencia se
rehace cada vez a partir de nada.
Canónigo
El difunto prior de los Franciscanos que, aunque demasiado blando, era un
buen cristiano y un religioso ejemplar, no pudo saber en que abismo de
rebeldía habías escogido vivir
Canónigo
Seguramente le has mentido mucho, y a menudo.
Zenón
Se equivoca, coincidíamos mas allá de nuestras contradicciones
Canónigo
Tu testarudez es una fe impía de la que te crees mártir
Condenándolo
Canónigo
Parece que desearas que el obispo se vea obligado a lavarse las manos...
Zenón
La frase es muy inoportuna
El anciano se agacha para recoger los bastones que le sirven de muletas,
arrastrando con ruido el sillón. Zenón los recoge y se los tiende amablemente. El
canónigo se levanta con esfuerzo. El carcelero que está al acecho en el pasillo,
alertado por el ruido de pasos y de sillas, abre la llave de la cerradura para entrar,
cuando el Canónigo le grita que espere un momento. La puerta entreabierta
vuelve a cerrarse.
Canónigo
He cumplido mal mi misión. Tu contumacia me aterroriza, pues equivale a
una total insensibilidad respecto a tu alma. Lo sepas o no, solo una falsa
vergüenza te hace preferir la muerte a la amonestación pública que precede
a la retractación...
Zenón
Admito que hubiera sido un mal cuarto de hora que pasar...
Canónigo
La muerte también
Zenón
Le confieso que llegados a un cierto grado de locura, o de sabiduría, al
contrario, parece poco importante que sea a mí a quien quemen o a
cualquier otro, ni que dicha ejecución tenga lugar mañana o dentro de tres
siglos. No presumo de que unos sentimientos tan nobles sigan en pie
durante la ceremonia del suplicio, pronto veremos si llevo verdaderamente
dentro de mí ese espíritu que definen nuestros filósofos. Pero tal vez, demos
un valor demasiado alto al grado de firmeza del que da pruebas un hombre
que muere.
Canónigo
Mi presencia aquí no hace más que endurecerte, no obstante, quiero señalar
una ventaja legal que nos hemos reservado cuidadosamente y de la que
quizá no te has dado cuenta. No ignoramos que antaño huiste de Innsbruck
tras haber sido prevenido en secreto de una orden de arresto contra vos por
la oficialidad del lugar. Seguiremos guardando silencio sobre este hecho que
de ser conocido te situaría en la postura desastrosa de fugitivo, y que haría
ardua sino imposible, tu reconciliación con la iglesia. No debes temer que tu
sumisión sea inútil......Todavía te queda toda la noche por delante para
reflexionar.
Zenón
He aquí algo que me demuestra que, durante toda mi vida, me han espiado
mas de lo que suponía.
Canónigo
En lo que concierne al dolor corporal, puedo prometer que en todo caso, no
tienes nada que temer. Monseñor y yo hemos tomado todas las
disposiciones.
Zenón
Muchas Gracias.
Zenón
Que gentiles! es mas copiosa que de costumbre. Es absurdo comer y
transformar estos alimentos en quilo y sangre que ya no van a ser utilizados
Zenon2
Todavía puedes arrepentirte ¿Porqué morir quemado si puedes vivir tus
últimos años en el monasterio de San Francisco que es el que más te
gustaría?
Zenón 1
No puedo aceptar una vida deshonrosa a estas alturas. Soy injustamente
condenado...pero no moriré como quieren
Zenón 1
AL menos ese derecho no pueden arrebatármelo
Zenón 1
Pero debo tener cuidado o echaré a perder el plan
Zenón 2
Porqué temes? Qué te atormenta? Eres culpable? Has renegado lo
suficiente? Perdiste la fe en Dios? O quizás nunca la tuviste? Porque te
convertiste a la fe de Mahoma durante tu estancia en Oriente?
Zenón 2
Y tus diabólicas Proteorías que hasta las prohibieron en París. Otra
evidencia de tu pacto con el diablo?
Zenón 2
Tu cambio de identidad te delata, sólo las sabandijas se esconden
Zenón con las manos en sus oídos golpea repetidamente su frente contra la
mesa.....Y la abominable relación con tu ayudante Cyprien, que tanto has
negado. Sabes que en el fondo te atraía.
Zenón 1
Una cosa son las tentaciones de la carne y otra son los hechos. Todo lo que
dijo Cyprien era mentira. Yo nunca estuve con él!
Zenón 2
Pero cuantas veces flaqueaste....Y lo del aborto?
Zenón
El aborto que practiqué a Idelette es mentira, pero también lo hubiera hecho
si me lo hubiera pedido para ahorrarle tantas penurias. Y sí es verdad que
ayudé a los forajidos. Pero lo hice porque soy médico y humano antes que
juez. También sabía lo de los juegos en los baños y no los condené ni los
acusé. Me condenan como cómplice por ello...Pero esos niños no le hacían
daño a nadie...Donde está escrito que el placer es un pecado...vivir no es un
pecado...sentir no es un pecado...ser joven no es un pecado...Y mi fé....es
verdad...también....Todo es verdad....No creo en Dios! Y si esto me hace ser
hereje, entonces lo soy!
El alma carnal mantenida prudentemente apartada de las deliberaciones del alma
razonable, se encuentra de golpe y desde dentro de lo que Zenón había ocultado.
Algo en el se rompe como si fuera una cuerda; se le seca la saliva, los pelos de la
muñeca y dorso de la mano se erizan, le castañetean los dientes. Aquel desorden,
que nunca había experimentado, lo asusta mas que el resto de sus desventuras.
Había que terminar el proyecto antes de que el hundimiento de su carne o de sus males lo
hicieran incapaz de remediar sus propios males
Zenón 1
No puedo flaquear!
Zenón
EL bisturí?
Zenón
Son las cuatro, el carcelero no va a aparecer hasta el toque de queda y
pasará nuevamente por aquí cuando amanezca. Puedo escoger entre dos
largos intervalos...
Zenón
Pero esta noche no es igual. Esta noche es diferente, puede llegar algún
inoportuno con un mensaje del obispo o del canónigo y necesitarían abrir la
puerta...
Zenón
Puede ser que se hayan dado cuenta y de un momento a otro me van a atar
las manos
Con mano aún temblorosa, levanta la tapa de la escribanía que estaba por encima
de la mesa. Entre dos finas tablillas que a simple vista parecen estar juntas, el
tesoro que puso allí seguía en su sitio: una cuchilla de afeitar flexible y delgada de
dos pulgadas por lo menos que antes había escondido en su jubón y luego
trasladado a aquel escondite cuando le devolvieron la escribanía debidamente
revisada por los jueces.
El paso del tiempo había descompuesto sus entrañas, se acerca a un cubo colocado en un
rincón de la habitación y defeca. El olor de las materias recocidas y expulsadas por la
digestión humana llena un instante su olfato, recordándole una vez mas las conexiones
entre la podredumbre y la vida.
(Comentario: el gesto de repulsión aunque visible debe ser tan elocuente que transmite
placer, resignación....)
Se ajusta los herretes con mano firme. El jarro encima de la tablilla está lleno de
agua helada. Se humedece la cara reteniendo en su lengua una gotita que para él
sería agua de la última vez.
(Comentario: nuevamente la cara del actor que represente a Zenón debe ser lo
sufiecientemente expresiva como para connotar placer, gozo, alegría y al mismo tiempo el
dolor de la ultima vez. La gotita en la punta de la lengua es el ultimo sorbo de vida que
toma que saborea, es a la vez la purificación simbólica de un cuerpo destinado a ser
calcinado...)
Cuatro pasos lo llevan hacia su cama. La economía y rapidez de sus gestos son
las de sus grandes momentos de cirujano. Extiende por el suelo la tosca manta de lana, tan
tupida como si fuera de fieltro, formando una especia de pilón que
retendrá o embeberá, al menos en parte, el líquido derramado. Para mayor
seguridad toma la camisa que se había puesto el día anterior y la retuerce para
ponerla delante de la puerta, a modo de burlete. (Era preciso evitar que algún
reguero por el suelo en ligera pendiente, pudiera alcanzar demasiado pronto el
pasillo.) Sin hacer ruido se quita los zapatos. Se tiende en el lecho, asentando la
cabeza en la dura almohada. Piensa...
Zenón
Canónigo hubiera deseado evitarle el horror
Zenón mira con terror hacia la puerta. (Cada minuto que pasaba era un triunfo.) Echa una
ojeada a la manta ya negra, empapada en sangre. Empieza a recordar pasajes de su vida y
sonríe con nostalgia. Se endereza con esfuerzo no porque le importara hacerlo sino para
probarse a si mismo que aquel movimiento le es aun posible.
Su corazón late muy fuerte, una actividad violenta y desordenada reina en su cuerpo,
siente una especie de ternura por aquel cuerpo que tan bien le sirvió, que hubiera podido
vivir, todo lo mas, unos veinte años suplementarios y que él destruía así, para ahorrarle
peores y aun mas indignos males. Tiene sed, pero ningún medio a su alcance para aplacar
esa sed (Comentario: Aquí habría que hacer un close up de los labios resecos y algo
temblorosos, quizás la cámara se aleja en espiral y “vuela” por el cuarto mientras enfoca
los ojos de Zenón que la sigue, mientras los objetos de la habitación empiezan a flotar
junto con Zenón) (Efectos Especiales: como lograr que todo, incluyéndolo a él flote?)
Las crispaciones y angustias, son buena señal para el suicida (Comentario: aquí empieza
una sonrisa “in crescendo” que es casi una mueca pero de alegria).
Un escalofrío helado lo recorre, como al principio de una náusea. Es el comienzo del final.
Trata de calcular el tiempo que hace falta para que el charco rojo se extienda hasta llegar
al otro lado de la puerta, mas allá de la débil barrera formada por la camisa. (Pero poco
importa ya; esta salvado, incluso si por mala suerte, el carcelero abre enseguida la puerta
cuyos cerrojos eran lentos de abrir, el asombro, el miedo, la carrera por las escaleras
buscando socorro, le dejan a la evasión tiempo para realizarse. Mañana quemarían un
cadáver.)
Después, entre todo aquel ruido percibe un estertor. Respira con intensas y
ruidosas aspiraciones superficiales, que ya no le llenan el pecho. Alguien que no
era del todo él, (es el otro Zenón con ropa negra esta vez) que parece colocado un poco
mas atrás a su izquierda, considera con indiferencia las convulsiones de su agonía.
Se hace noche todo muy obscuro excepto los ojos. Y empieza una especie de viaje en 3D
donde hay tinieblas, abismos y luego empiezan a refulgir colores en los que el negro se
convierte en verde pálido, después en blanco puro el pálido blanco se transmuta en oro
rojo, sin que cese sin embargo el negro original.
Ya no ve, pero todavía le llegan los ruidos exteriores. El carcelero ve en el suelo un charco
negruzco. (Un momento antes el agonizante se hubiera aterrorizado ante la idea de ser
apresado y obligado a vivir y a morir unas horas mas tarde. Pero toda esa angustia ha
cesado: es libre. Aquel hombre que se acerca, ya no puede ser mas que un amigo.)