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PARTICIPAR EN LA SANTA MISA

El mayor espectáculo del mundo


Extraído del audio de:
https://www.ivoox.com/21-02-2019-el-mayor-espectaculo-del-mundo-10-audios-mp3_rf_32705126_1.html
https://www.youtube.com/channel/UC9RN5vG3C0qlq4pZFx-k9-w

Hoy, en el evangelio vemos a Jesús y sus discípulos paseando ahí hacia Cesarea. Nos dice la Sagrada
Escritura: tranquilamente acá en la tarde me lo imaginaba yo. Y el Señor se gira un poco y les dice a los
que van con Él: ¿Quién dice la gente que soy yo? Le contestaron: Pues unos que Juan el Bautista,
otros que Elías, otros un profeta que ascendió al Cielo con carros de fuego. Otros, uno de los profetas.
Y Jesús les dice: Y vosotros ¿Quién decís que soy yo? Y Pedro por el Espíritu Santo, le dic: Tú eres el
Mesías.
¿Quién es para ti, Jesús? ¿Es tu relación con Él tan personal, tan de amistad como la que tenía
con sus apóstoles?
¡Sabes cuál es la acción más divina, el momento de más intimidad entre Jesús y tú?: la Santa
Misa. Por eso hoy quería hablarte un poquito. Proponerte este tema, para que tú, que es lo importante,
hables con nuestro Jesús en la Santa Misa.
Hoy te quiero proponer que revises tu manera de participar en el sacramento culmen de la vida cristiana,
hacia el que se dirige toda la Iglesia: la Santa Misa, la Eucaristía.
Todos podemos mejorar en la manera de participar en la Eucaristía.
No lo dejes. Y Jesús, yo te pido ahora, que yo mismo sacerdote, no deje que el acostumbramiento y la
rutina disminuyan la enorme cantidad de gracia que podemos recibir. No solo la cantidad de gracia, sino
que me acostumbre a recibirte. Madre, eso sería tremendo.
Te quiero contar la conversón de Hahn Scott, porque a mí me ha ayudado el leerlo en un libro que
te recomiendo. Se titula: “Roma, dulce hogar”.
Cuenta la conversión suya y la de su mujer, Kimberly. He tenido la suerte de conocerlos a ellos dos en
Roma. Menos mal que me traducían porque no me enteraba mucho. Este hombre, actualmente, es un
profesor y teólogo americano y que da clases en una universidad de EEUU. No sé exactamente dónde. A
lo mejor tú lo conoces. Yo los datos no los manejo del todo bien, como sabes, pero antes era un
conocido Pastor Protestante evangélico. Una cabeza prodigiosa. Una vez se lo escuché a su mujer.
Yo creo que prácticamente se sabe la Biblia de memoria. No creo que se la sepa toda, pero es increíble.
Es más, ella nos decía: seguro que os sabéis muchas canciones de memoria. Pues yo animaría a los
católicos, antes de convertirse, que empleásemos la memoria en eso. En eso es verdad que nos ganan
los protestantes.
Cuenta él en su libro, que un día cometió la fatal metedura de pata, que es que se decidió a ir a Misa y
entró en una iglesia, un día cualquiera entre semana. Se puso en el último banco de la cripta de una
iglesia grande. Pero la Misa diaria era abajo en la cripta.
Y él dice: que no sabía con certeza lo que se iba a encontrar allí. Quizá estaría allí con un sacerdote que
celebraba, o con un par de viejas monjas. Decía él: me senté en un banco del fondo para observar. Y de
repente vi que numerosas personas empezaron a entrar de la calle. Gente normal y corriente que
entraban, que hacían una genuflexión, que se arrodillaba para rezar y le impresionó su sencilla pero
sincera devoción.
Sigue diciendo: entonces sonó una campanilla y entró el sacerdote. La gente se levantó, pero dice que él
se quedó quieto. Porque a mí me asombró esto, dice: Como evangélico Calvinista, me habían enseñado
que la Misa católica era el sacrilegio ás grande que un hombre podía cometer. Sacrificar a Cristo otra
vez. Madre mía, eso en la Misa incruenta, pero bueno. Él observaba, escuchaba y de pronto se dio
cuenta de que todo lo que él conocía de la Biblia iba cobrando sentido vivo en la iglesia. Empezó a
quedarse literalmente alucinado.
Empezó a decir: mira esta frase es la del profeta Isaías y caramba aquí dice: que le entraban ganas de
interrumpir la Misa. Vaya como se explica eso, es increíble. A beber su Sangre, es lo que dice el profeta
en san Juan. Él estaba increíblemente alucinado. Hubiera querido interrumpir decía, cada parte. Esto es
fantástico y luego llego la Consagración. Son palabras suyas: tras pronunciar las palabras de la
Consagración : El sacerdote mantuvo elevada la Hostia. Entonces sentí que la última sombra de duda se
había diluido en mí, con todo mi corazón: Señor mío y Dios mío, Tú estás verdaderamente ahí y si eres
Tú, entonces quiero tener plena comunión Contigo. No quiero negarte nada y ya dice que calló. Al día
siguiente, allí estaba yo, una y otra vez, día tras día, y ahí dice que quedó atrapado. No sé cómo decirlo,
termina diciendo, pero me había enamorado de pies a cabeza de Nuestro Señor en la Eucaristía. Su
presencia en el Santísimo sacramento era para mí, poderosa y personal.
Yo no sé si puedes escaparte tú, con qué frecuencia puedes escaparte a participar de la
Eucaristía. Pero vale la pena hacer el esfuerzo.
Es el momento de mayor unión que tendrás con Jesús. Es algo tan grande. Señor yo te pido no
acostumbrarme. Yo se lo pido todos los días, cada vez que lo tengo en mis manos que han sido
consagradas, el poder que tiene en mis manos, ya ves tú. Yo nada, pero por la Consagración. Por esto te
animo a que participes, no que asistas. Que participes, porque como bien se dice en la liturgia es un
sacrificio, del sacerdote, de Cristo y vuestro.
Te voy a dar en estos breves momentos que nos quedan, por si te ayudan, algunos “tics”, como
se dice ahora, por si te sirven para participar, vivir mejor tu Misa, nuestra Misa, Jesús. Habría
muchos más, pero he seleccionado unos poquitos:
+ Intenta llegar unos minutos antes y recógete. Pide ayuda a la Virgen y a tu Ángel de la Guarda. Sé que
es, a veces, difícil el camino que emprendes. Pero no es un acto más de un día o del domingo. Es algo
transversalmente grande, enorme, es un milagro maravilloso.
+ Antes del Yo Confieso, pide personalmente perdón a Dios por las ofensa que has podido cometer, las
que te acuerdes y las que no. Pídele perdón.
+ A lo mejor dejar unos minutos de silencio, igual que justo después del Yo Confieso.
+ Después del Yo Confieso o del Gloria el domingo, el sacerdote dice: Oremos. Se llama Oración
Colecta. Porque el sacerdote ahí recoge, recolecta todas las intenciones de las personas que participan.
Piensa una intención concreta, o varias: un familiar, , una necesidad, una intención más universal, la
Iglesia, el Papa, las personas que sufren, etc.. Eso te ayudará a concentrarte un poquito. Señor, hoy
quiero ofrecer esta Santa Misa por lo que sea. Y el sacerdote verás que en esa Oración Colecta
recoge todo lo que cada uno ha puesto.
+ En el Ofertorio del pan y del vino, haz que pese la patena y que al sacerdote le pese, con tus cosas,
las cosas buenas que hayas hecho o las menos buenas, todo. Alma, vida y corazón, que pese la patena.
Un amigo mío me contaba que también le lanzaba un beso a la patena, para que cuando llegue Jesús se
encuentre un beso. Y si le pones dos, le pides también que le dé uno de tu parte a la Virgen, cuando él
esté en el Cielo.
+ Escucha atento el Prefacio, porque el sacerdote, si te fijas, convocó a toda la corte celestial, es algo
espectacular. San Juan Pablo II decía que era un espectáculo cósmico. Verás cómo llama y convoca a
los Ángeles, a los Arcángeles, a toda la corte celestial, a los santos, a tus familiares difuntos,
también todo el Cielo pendiente, porque va a venir Dios.
Y al alzar la Hostia dile con Santo Tomás: Señor mío y Dios mío, te adoro con profunda reverencia.
Bienvenido al altar, Jesús. Lo que sea que salga de tu corazón.
Me refiero a la fila para comulgar, a veces nos ponemos a mirar. Mira la blusa esta, mira a Conchita, que
mal le queda. Fíjate en el niño de fulano, qué revoltoso es, hay que ver, ni lo ha peinado hoy. Vámonos
rápido, es un poquito pesado, echamos la mañana con estos como nos enganchen.
Cierra los ojos, inténtalo sin tropezarte y di: Yo quisiera Señor recibiros con aquella pureza, humildad
y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre. Con el Espíritu y fervor de los santos.
Repíteselo y luego cierra los ojos. Eres un Sagrario viviente.
Da las gracias por tantas cosas, tantas. Utiliza oraciones antiguas de santos, de la tradición de la Iglesia,
como sea, pero no te quedes igual. Tienes a Dios dentro.
+Terminaremos con una oración clásica de la Iglesia que recomienda para preparar la Misa: Madre mía
ayúdame a estar en la Misa con los mismos sentimientos que tuviste tú al pie de la Cruz. Enséñame a
querer a tu Hijo y a participar en tan sagrados misterios con dignidad, piedad y devoción. Ángel de mi
Guarda que no me distraiga.

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