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ECUACIONES INTEGRALES

JOSÉ MIGUEL MARÍN ANTUÑA

TEXTO PARA EL PLAN DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN


FÍSICA
ECUACIONES INTEGRALES
TEXTO PARA EL PLAN DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN
FÍSICA
JOSÉ MIGUEL MARÍN ANTUÑA
PÁGINA LEGAL
Primera edición, Editorial Universitaria, 2014.
Calle 23 No. 565 e/ F y G, Vedado, La Habana, Cuba.
E-mail: eduniv@mes.edu.cu
Teléfono: (+537) 837 4538
e ISBN 978-959-16-2275-4
© Todos los derechos reservados José Miguel Marín Antuña, Profesor
Emérito. Facultad de Física de La Universidad de La Habana. Cuba. E-mail:
marin@fisica.uh.cu
Índice

Introducción 7

1 Clasificación de las ecuaciones integrales 9

1.1 Ecuación integral de Fredholm . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

1.2 Ecuación integral de Volterra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

1.3 Problemas que conducen a ecuaciones integrales . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

2 Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 15

2.1 Propiedades. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

2.2 Núcleos Iterados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

2.3 Método de aproximaciones sucesivas para la ecuación integral de Fredholm ho-


mogénea de segundo tipo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

2.3.1 Desigualdad de Cauchy-Buniakovsky . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

2.3.2 Teorema de existencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

3 Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones de núcleos que cumplan


la propiedad A. Núcleos degenerados. Autovalores y autofunciones 35

3.1 Ideas básicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35

3.2 Núcleos degenerados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

3.3 Ejemplos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

3.4 Núcleos cerrados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

3.5 Teorema de Hilbert-Schmidt . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50

3
4 ÍNDICE

3.6 Ecuación integral de Fredholm no homogénea de segundo tipo . . . . . . . . . . 56

3.7 Solución de la ecuación integral de Fredholm no homogénea de segundo tipo por


el método de aproximaciones sucesivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

3.8 Ejemplos de solución de ecuaciones integrales de


Fredholm de segundo tipo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

3.9 Ecuaciones integrales de Volterra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

3.10 Solución de ecuaciones integrales de Volterra por transformadas integrales . . . . 74

3.11 Ejercicios del Capı́tulo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76

4 Equivalencia entre los problemas de frontera de ecuaciones diferenciales y las


ecuaciones integrales con núcleo simétrico 77

4.1 Función de Green . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77

4.2 Equivalencia entre un problema de


Sturm-Liouville y una ecuación integral con núcleo simétrico. Propiedades de
los autovalores y las autofunciones del problema de Sturm-Liouville . . . . . . . 87

4.2.1 Teorema de equivalencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

4.2.2 Propiedades de los autovalores y de las autofunciones del problema de


Sturm-Liouville . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90

4.3 Equivalencia entre el problema de Sturm-Liouville en varias dimensiones y una


ecuación integral multidimensional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

5 Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 99

5.1 Transformación de la ecuación en un sistema algebráico . . . . . . . . . . . . . . 99

5.2 Determinante de Fredholm. Menores de Fredholm . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

5.2.1 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

5.2.2 Convergencia de las series de Fredholm . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108

5.2.3 Relación entre el determinante de Fredholm y los menores de Fredholm . 109

5.3 Alternativa de Fredholm . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112

5.3.1 Primer teorema de Fredholm . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112

5.3.2 Segundo teorema de Fredholm . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114

5.4 Ecuación no homogénea de Fredholm para D(λ) = 0. Tercer Teorema de Fredholm119


ÍNDICE 5

5.4.1 Núcleos iterados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

5.4.2 Tercer teorema de Fredholm . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

6 Aspectos Complementarios de la Teorı́a de Ecuaciones con Núcleo Simétrico125

6.1 Desarrollo de un núcleo simétrico en serie bilineal . . . . . . . . . . . . . . . . . 125

6.1.1 Convergencia de la serie bilineal al núcleo de la ecuación integral . . . . . 126

6.1.2 Series bilineales para núcleos iterados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

6.1.3 Núcleos definidos positivos y definidos negativos . . . . . . . . . . . . . . 128

6.2 Resolvente del núcleo simétrico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132

7 Ecuación Integral de Fredholm de Primer Tipo 137

7.1 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

7.2 Familia regulada de soluciones aproximadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138

7.2.1 Primer teorema de Tı́jonov . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

7.2.2 Segundo teorema de Tı́jonov . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142

7.2.3 Tercer teorema de Tı́jonov . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

8 Ecuaciones Integrales entre Lı́mites Infinitos con Núcleos que dependen de


la Diferencia de Variables 149

8.1 Propiedades del operador integral entre lı́mites infinitos con núcleo dependiente
de la diferencia de variables . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

8.2 Autofunciones de la ecuación homogénea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151

8.3 Solución de la ecuación no homogénea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152

9 El Método de Wiener-Hopf (Método de Factorización) 165

9.1 Conceptos iniciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165

9.2 Propiedades analı́ticas de la transformada de Fourier . . . . . . . . . . . . . . . 168

9.3 Ecuaciones integrales en el semieje con núcleos dependientes de la diferencia . . 171

9.4 Esquema general del Método de Wiener-Hopf . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176


6 ÍNDICE

10 Respuestas a los ejercicios 181

Bibliografı́a 183
Introducción

La teorı́a de las ecuaciones integrales lineales es un tema de gran elegancia matemática y, a la


vez, una herramienta eficiente para acometer la solución de múltiples problemas de la Fı́sica
Matemática.

El libro que se presenta al lector es el resultado de la experiencia del autor como profesor de
un curso homónimo que, como postgrado y dentro del programa de la Maestrı́a en Fı́sica de la
Facultad de Fı́sica de la Universidad de La Habana el autor ha impartido por más de 40 años.

En el libro se desarrollan los aspectos fundamentales de la teorı́a de las ecuaciones integrales que
tienen importancia para la Fı́sica Matemática, que son las ecuaciones con núcleo real, continuo
y simétrico.

Se abordan, también, los principales métodos de solución de tales ecuaciones y la vinculación


existente entre las ecuaciones integrales y los problemas de frontera de la Fı́sica Matemática.

Luego se desarrolla, aún más, la teorı́a de ecuaciones integrales, estudiando la teorı́a general de
Fredholm para ecuaciones con núcleo arbitrario.

La teorı́a general de las ecuaciones integrales de Fredholm de primer tipo y el método regula-
rizador de Andrei Nikoláevich Tı́jonov es estudiado en un capı́tulo aparte, por su importancia
para la solución de problemas incorrectos de la Fı́sica Matemática.

De manera especial se desarrolla, también, el importante caso particular en el que la ecuación


integral de Fredholm es planteada entre lı́mites infinitos, con núcleo que depende de la diferencia
de las variables.

Por último, se estudian los elementos principales del Método de Wiener-Hopf, conocido también
con el nombre de Método de Factorización, que tiene una amplia aplicación en la solución de
ecuaciones integrales en el semieje (0, ∞).

7
8 Introducción
Capı́tulo 1

Clasificación de las ecuaciones


integrales

En términos generales, se denomina ecuación integral aquella ecuación en la que la función


incógnita se encuentra bajo un signo de integración. Si la función incógnita aparece sólo line-
almente, entonces la ecuación integral es lineal.

Como puede comprenderse, esta definición es muy amplia; sin embargo, nosotros estudiaremos,
especı́ficamente, aquellas ecuaciones integrales de mayor aplicación y que son las siguientes.

1.1 Ecuación integral de Fredholm

Sea f (x) una función definida en el segmento a ≤ x ≤ b y K(x, s) una función definida en el
cuadrado {a ≤ x ≤ b, a ≤ s ≤ b}. Sea ϕ(x) una función desconocida en el segmento a ≤ x ≤ b.
Entonces, se llama ecuación integral de Fredholm de primer tipo a la ecuación que tiene
la forma que aparece a continuación:

Z b
K(x, s)ϕ(s)ds = f (x) (1.1)
a

y se llama ecuación integral de Fredholm de segundo tipo a la ecuación que tiene la


forma

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds + f (x) (1.2)
a

En ambas ecuaciones definidas ası́, la función f (x) recibe el nombre de inhomogeneidad de la


ecuación, de manera que, si f (x) = 0, las expresiones (1.1) y (1.2) nos definirán las ecuaciones
integrales homogéneas de Fredholm de primer y segundo tipo, respectivamente. La función
K(x, s) se conoce con el nombre de núcleo de la ecuación integral; λ es cierto parámetro.

9
10 José Marı́n Antuña

En la definición dada arriba no se hace ningún tipo de especificación sobre las caracterı́sticas
del núcleo K(x, s) de la ecuación, salvo que está definido en un cuadrado del plano (x, s).
Sin embargo, dada su vinculación con los problemas fı́sicos, nosotros nos interesaremos, es-
pecı́ficamente, por aquellos núcleos que cumplan con las condiciones siguientes:

1. K(x, s) 6= 0 idénticamente para a ≤ x ≤ b, a ≤ s ≤ b,

2. K(x, s) es una función real de sus argumentos.

3. K(x, s) es continua y, por tanto, acotada para a ≤ x ≤ b, a ≤ s ≤ b.

4. K(x, s) ≡ K(s, x), es decir, el núcleo es simétrico.

Para abreviar nuestro desarrollo futuro de la teorı́a, al conjunto de estas cuatro condiciones
le llamaremos propiedad A, de manera que, si decimos que un núcleo de cierta ecuación
integral cumple la propiedad A, estaremos suponiendo que satisface las cuatro condiciones
arriba expresadas.

1.2 Ecuación integral de Volterra

Sea f (x) una función definida en el segmento a < x < b y K(x, s) una función definida en el
triángulo a ≤ s ≤ x ≤ b. Entonces, para la función desconocida ϕ(x) en a ≤ x ≤ b, la ecuación,

Z x
K(x, s)ϕ(s)ds = f (x) (1.3)
a

se llama ecuación integral de Volterra de primer tipo y la ecuación,

Z x
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds + f (x) (1.4)
a

se llama ecuación integral de Volterra de segundo tipo. Como se observa, las ecuaciones
de Volterra son aquellas en las que el lı́mite superior de la integral es variable.

Las ecuaciones de Volterra pueden ser consideradas como un caso particular de las de Fredholm,
ya que, si tomamos el núcleo K(x, s) 6= 0 para s ≤ x y K(x, s) ≡ 0 para s > x en las ecuaciones
de Fredholm (1.1) y (1.2), éstas se hacen equivalentes a las ecuaciones de Volterra (1.3) y (1.4).

Las definiciones arriba dadas se refieren a ecuaciones integrales unidimensionales, donde el


núcleo es bidimensional. Aunque en el desarrollo teórico trabajaremos con estas ecuaciones,
ya que se simplifican de esta manera los cálculos y demostraciones, en términos generales
los resultados serán extensibles a ecuaciones integrales en varias dimensiones, las cuales son
importantes también en la Fı́sica Matemática. La ecuación integral de Fredholm de segundo
tipo en tres dimensiones, por ejemplo, es de la forma:
Clasificación de las ecuaciones integrales 11

Z Z Z
ϕ(M ) = λ K(M, P )ϕ(P )dP + f (M ) (1.5)
V

donde M = (x, y, z), P = (ξ, η, ζ) y V es un dominio en el espacio tridimensional.

1.3 Problemas que conducen a ecuaciones integrales

Veremos, ahora, algunos ejemplos de diversa ı́ndole que conducen a ecuaciones integrales.

1. Supongamos que en cierto dominio tridimensional V de frontera S tenemos planteado


el primer problema homogéneo para la ecuación de Helmholtz homogénea, es decir, el
problema de Sturm-Liouville:

∇2 u + λu = 0, ∀M ∈ V (1.6)
u|S = 0

Del cursolibro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica del autor sabemos que la función de
Green para la ecuación de Poisson es
1
G(M, P ) = +v (1.7)
4πrM P
donde la función v es armónica en el dominio donde se busca la solución del problema:

∇2 u = −f (M ), ∀M ∈ V (1.8)
u|S = 0

La teorı́a desarrollada en el libro mencionado nos conduce a que la solución del problema
(1.8) se expresa en la forma:
Z Z Z
u(M ) = f (P )G(M, P )dP (1.9)
V

Por consiguiente, la solución del problema (1.6) puede expresarse como,


Z Z Z
u(M ) = λ G(M, P )u(P )dP (1.10)
V

que es una ecuación integral de Fredholm de segundo tipo homogénea con núcleo

K(M, P ) ≡ G(M, P )

simétrico.
12 José Marı́n Antuña

2. En el libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica arriba mencionado vimos que la solución


del problema de Dirichlet para la ecuación de Laplace en el interior de cierta región
bidimensional S de frontera formada por la curva cerrada C:

∇2 u = 0, ∀M ∈ S (1.11)
u|C = f (M )

podı́a ser buscada como un potencial de doble capa,


Z
cos ϕ(M, P )
u(M ) = ν(P )dlP (1.12)
C rM P
y para la función de densidad dipolar ν(M ) obtuvimos la ecuación,
Z l
1 1
ν(x) + K(x, s)ν(s)ds = f (x) (1.13)
π 0 π
donde

cos ϕ(x, s)
K(x, s) = (1.14)
r(x, s)

es el núcleo de la ecuación integral (1.13), que es una ecuación integral de Fredholm de


segundo tipo.

3. Consideremos el siguiente problema de Cauchy para una ecuación diferencial ordinaria de


orden n:

n−1
X
ϕ(n) + ak (x)ϕ(k) (x) = f (x) (1.15)
k=0
0
ϕ(a) = 0, ϕ (a) = 0, ..., ϕ(n−1) (a) = 0

Buscamos la solución de este problema en la forma:


Z x
1
ϕ(x) = y(s)(x − s)n−1 ds (1.16)
(n − 1)! a

donde y(x) es una nueva función incógnita. De (1.16) tenemos:


Z x
(k) 1
ϕ (x) = y(s)(x − s)n−1−k ds (1.17)
(n − 1 − k)! a

para todo 1 ≤ k ≤ n − 1 y

ϕ(n) (x) = y(x) (1.18)


Clasificación de las ecuaciones integrales 13

Colocando (1.17) y (1.18) en la ecuación del problema (1.5), se obtiene:


Z x
y(x) + K(x, s)y(s)ds = f (x) (1.19)
a

con
n−1
X ak (x)(x − s)n−1−k
K(x, s) = (1.20)
k=0
(n − 1 − k)!

La ecuación (1.19) es una ecuación integral de Volterra de segundo tipo.


14 José Marı́n Antuña
Capı́tulo 2

Ecuación integral de Fredholm


homogénea de segundo tipo

Comenzaremos, ahora, el estudio detallado de la ecuación de Fredholm homogénea de segundo


tipo. Esta es:

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds (2.1)
a

En todo nuestro desarrollo supondremos siempre que el núcleo de (2.1) cumple la propiedad A.
Introduzcamos la siguiente notación operacional. Llamemos A al operador lineal definido por,

Z b
Au = K(x, s)u(s)ds (2.2)
a

Entonces, en forma operacional la ecuación (2.1) puede escribirse de manera equivalente:

ϕ = λAϕ (2.3)

Introduzcamos el concepto de producto interno de dos funciones u(x) y v(x), integrables en


el segmento [a, b], de la siguiente forma:

Z b
(u, v) ≡ (v, u) = u(x)v(x)dx (2.4)
a

Para los núcleos que cumplan la propiedad A se verifica que

(u, Av) = (v, Au) (2.5)

15
16 José Marı́n Antuña

Efectivamente, tenemos que:

Z b Z b
(u, Av) = u(x) K(x, s)v(s)dsdx =
a a
Z b Z b
= v(s) K(x, s)u(x)dxds =
a a
Z b Z b
= v(s) K(s, x)u(x)dxds = (v, Au)
a a

LQQD.

Aquı́, hemos tenido en cuenta que el núcleo K(x, s) es simétrico, pues cumple la propiedad A.

Es evidente que la ecuación (2.1) o su equivalente (2.3) siempre tiene solución trivial, ya que
la función ϕ = 0 la satisface. A continuación daremos una importante definición.

Definición:

Aquellos valores de λ para los cuales la ecuación (2.1) tiene solución no trivial se llaman autova-
lores de la ecuación; las soluciones no triviales que les corresponden se llaman autofunciones
de la ecuación.

Como la ecuación integral (2.1) se define completamente por la expresión de su núcleo K(x, s),
muchas veces se dice que son los autovalores y las autofunciones del núcleo o, equivalentemente,
los autovalores y las autofunciones del operador A.

Estos autovalores y autofunciones tienen las siguientes propiedades.

2.1 Propiedades.
1. Las autofunciones de la ecuación (2.1), correspondientes a distintos autovalores, son or-
togonales en el segmento [a, b].
Demostración:
Sea ϕ1 (x) la autofunción correspondiente al autovalor λ1 y ϕ2 (x) la autofunción corres-
pondiente al autovalor λ2 y que λ1 6= λ2 . Entonces, podemos escribir:
Z b
1
ϕ1 (x) ≡ K(x, s)ϕ1 (s)ds (2.6)
λ1 a

Z b
1
ϕ2 (x) ≡ K(x, s)ϕ2 (s)ds (2.7)
λ2 a

Multipliquemos (2.6) por ϕ2 (x) y (2.7) por ϕ1 (x) y restemos ambas expresiones. Entonces,
utilizando la notación operacional, obtenemos:
Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 17

1
ϕ1 (x)ϕ2 (x) ≡ ϕ2 (x)Aϕ1 (s) (2.8)
λ1

1
ϕ2 (x)ϕ1 (x) ≡ ϕ1 (x)Aϕ2 (s) (2.9)
λ2
Restemos (2.8) y (2.9) e integremos. Nos queda:
 
1 1
− (ϕ1 (x), ϕ2 (x)) = (ϕ2 (x), Aϕ1 (s)) − (ϕ1 (x), Aϕ2 (s)) ≡ 0 (2.10)
λ 1 λ2

La igualdad a cero es en virtud de (2.5), ya que el núcleo es simétrico. Como por hipótesis
λ1 6= λ2 , finalmente queda:
Z b
(ϕ1 (x), ϕ2 (x)) ≡ ϕ1 (x)ϕ2 (x)dx ≡ 0 (2.11)
a

Demostrada la propiedad.
Debemos señalar que, si a un mismo autovalor λk le corresponden varias autofuncio-
nes linealmente independientes, es decir, si el autovalor es degenerado, siempre podemos
lograr que dichas autofunciones sean ortogonales entre sı́, aplicando el método de or-
togonalización desarrollado en el curso de Métodos Matemáticos de la Fı́sica. Siempre
consideraremos que dicha ortogonalización está ya realizada.
Por otra parte, si ϕ1 (x) es una autofunción correpondiente al autovalor λ1 , entonces,
como la ecuación es homogénea, la función ψ1 (x) = Cϕ1 (x) también será una autofunción
correspondiente a λ1 . Por consiguiente, siempre podemos elegir una constante tal que se
cumpla que la norma al cuadrado,
Z b
2
kϕk ≡ ϕ2 (x)dx = 1 (2.12)
a

En tal caso diremos que el sistema de autofunciones es ortonormado (es decir, orto-
gonal y de norma unitaria). También consideraremos siempre que este proceso está
efectuado, es decir, que siempre las autofunciones ya son ortonormales.

2. Todos los autovalores de la ecuación (2.1) son reales.


Demostración:
La demostración la realizaremos por reducción al absurdo. Supongamos que -contrario
a la tesis- cierta autofunción ϕ(x) = α(x) + iβ(x) corresponde a un autovalor complejo
λ = µ + iν donde ν 6= 0. Entonces,tenemos la identidad

ϕ ≡ λAϕ (2.13)

y, efectuando la conjugación compleja:

ϕ∗ ≡ λ∗ A∗ ϕ∗ ≡ Aϕ∗ (2.14)
18 José Marı́n Antuña

pues, al cumplir K(x, s) la propiedad A y ser, por lo tanto real, A∗ ≡ A.


Como λ 6= λ∗ , ya que ν 6= 0 y ϕ 6= ϕ∗ , deberá cumplirse la primera propiedad, es decir:
Z b Z b

ϕ(x)ϕ (x)dx ≡ |ϕ(x)|2 dx = 0 (2.15)
a a

Pero (2.15) significa que ϕ(x) ≡ 0, es decir es la solución trivial. Por consiguiente λ no es
un autovalor, ya que -por definición- autovalor es aquel valor de λ para el que la solución
es no trivial. Por lo tanto, λ tiene que ser real.
Demostrada la propiedad.

3. A cada autovalor de la ecuación (2.1) pueden corresponder, solamente, un número finito


de autofunciones linealmente independientes.
Demostración:
Supongamos que al autovalor λ0 de la ecuación (2.1) le corresponden las autofunciones

ϕ1 (x), ϕ2 (x), ..., ϕn (x) (2.16)

Entonces, tendremos las identidades:


Z b
1
ϕk (x) ≡ K(x, s)ϕk (s)ds (2.17)
λ0 a

para todo k = 1, 2, ..., n. Las expresiones (2.17) son los coeficientes de Fourier del núcleo
K(x, s) en la base (2.16). De la teorı́a de Fourier sabemos que si un sistema de funciones
{ψi (x)} es ortonormado, es decir, si

(ψi , ψk ) = δik (2.18)

entonces, para toda función f (x) del espacio de funciones ψi (x) tiene lugar la desigualdad
de Bessel:


X
fk2 ≤k f k2 (2.19)
k=1

donde fk = (f, ψk ) son los coeficientes de Fourier de la función f (x) en la base ψk (x) y
Z b
2
k f k = (f, f ) ≡ f 2 (x)dx (2.20)
a

es el cuadrado de la norma de la función f (x). La desigualdad (2.19) se cumplirá, con


mayor razón aún, si la suma es finita. Por consiguiente, los coeficientes (2.17) satisfacen
la desigualdad de Bessel:

n Z b
X 1 2
ϕ (x) ≤
2 k
K 2 (x, s)ds (2.21)
λ
k=1 0 a
Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 19

Integrando (2.21) respecto a x en [a, b], obtenemos:

n Z b Z bZ b
X 1 2
2
ϕk (x)dx ≤ K 2 (x, s)dsdx (2.22)
λ
k=1 0 a a a

Es decir:

n Z
X b Z bZ b
ϕ2k (x)dx ≤ λ20 K 2 (x, s)dsdx (2.23)
k=1 a a a

Llamando M = max |K(x, s)|, pues el núcleo cumple la propiedad A y, teniendo en cuenta
la ortonormalidad de las autofunciones ϕk (x), de (2.23) obtenemos que:

n ≤ λ20 M 2 (b − a)2 (2.24)

La expresión (2.24) significa que el número n es acotado y, por consiguiente, al autovalor


λ0 le corresponde, sólamente, un número finito de autofunciones.
Demostrada la propiedad.
En el caso en que n > 1 se dice que el autovalor λ0 es degenerado y al número n se le
llama multiplicidad o rango de degeneración del autovalor.

4. En un segmento acotado [−l, l] del eje λ sólo puede haber un número finito de autovalores
de la ecuación (2.1).
Demostración:
Supongamos que en el segmento [−l, l] hay N autovalores λ1 , λ2 , ..., λN a los cuales les
corresponden las autofunciones ϕ1 (x), ϕ2 (x), ..., ϕN (x). Obtengamos una valoración para
el número N. Tenemos las identidades:

Z b
1
ϕk (x) ≡ K(x, s)ϕk (s)ds (2.25)
λk a

para todo k = 1, 2, ..., N . Estos son los coeficientes de Fourier del núcleo K(x, s) en la
base de las autofunciones consideradas. Por consiguiente, se cumple la desigualdad de
Bessel:

N b
ϕ2 (x)
X Z
k
≤ K 2 (x, s)ds (2.26)
k=1
λ2k a

Integrando (2.26) respecto a x entre a y b y teniendo en cuenta la ortonormalidad de las


autofunciones, obtenemos:

N Z bZ b
X 1
2
≤ K 2 (x, s)dsdx (2.27)
λ
k=1 k a a
20 José Marı́n Antuña

Llamando M = max |K(x, s)| y teniendo en cuenta que, como −l < λk < l, para toda k
se cumple que λ2k < l2 , de (2.27) obtenemos que:

N
≤ M 2 (b − a)2 (2.28)
l2
Es decir:

N ≤ l2 M 2 (b − a)2 (2.29)

La expresión (2.29) significa que N es un número acotado.


Demostrada la propiedad.
Esta cuarta propiedad tiene dos evidentes corolarios:
Corolario 1
Los autovalores de la ecuación (2.1) con núcleo que cumpla la propiedad A pueden ser
ordenados en forma creciente:

|λ1 | < |λ2 | < ..... < |λn | < .... (2.30)

Ello es evidente, ya que, por la propiedad 2 son reales y, por la propiedad 4, no existen
puntos de acumulación en el eje λ.
Corolario 2
Los autovalores de la ecuación (2.1) cumplen que

lim |λn | = ∞ (2.31)


n→∞

lo que es evidente, ya que la propiedad 4 significa que no hay puntos de acumulación en


el eje λ y, por tanto, la sucesión de autovalores tiene que ser divergente.
Las propiedades de los autovalores y las autofunciones enunciadas y demostradas aquı́,
nos serán de gran utilidad posteriormente.

2.2 Núcleos Iterados.

Supongamos dada cierta función integrable en [a, b] ψ0 (x), y consideremos el núcleo K(x, s) de
la ecuación integral (2.1). Construyamos la siguiente sucesión de funciones:

Z b
ψ1 (x) = K(x, s)ψ0 (s)ds (2.32)
a

Z b
ψ2 (x) = K(x, s)ψ1 (s)ds (2.33)
a
Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 21

......

Z b
ψn (x) = K(x, s)ψn−1 (s)ds (2.34)
a

.......

Expresemos las funciones (2.32),..., (2.34),... a través de ψ0 (x). Tenemos:

Z b Z b
ψ2 (x) = K(x, t) K(t, s)ψ0 (s)ds dt ≡
a a
Z b Z b 
≡ K(x, t)K(t, s)dt ψ0 (s)ds ≡
a a
Z b
≡ K2 (x, s)ψ0 (s)ds (2.35)
a

donde hemos llamado

Z b
K2 (x, s) ≡ K(x, t)K(t, s)dt (2.36)
a

De manera completamente análoga:

Z b Z b 
ψn (x) = K(x, t) Kn−1 (t, s)ψ0 (s)ds dt ≡
a a
Z b
≡ Kn (x, s)ψ0 (s)ds (2.37)
a

donde

Z b
Kn (x, s) = K(x, t)Kn−1 (t, s)dt (2.38)
a

Obviamente, (2.36) es un caso particular de (2.38) para n = 2, donde K1 (x, s) ≡ K(x, s).
Las funciones dadas por (2.38), con n = 1, 2, ... se denominan núleos iterados de orden n.
Evidentemente, pueden ser escritos de la siguiente forma:

Z b Z b
Kn (x, s) = ... K(x, t1 )K(t1 , t2 )....K(tn−1 , s)dt1 ...dtn−1 (2.39)
a a
22 José Marı́n Antuña

donde se integra n − 1 veces.

Utilizando la notación operacional, tendremos que lo anterior puede ser escrito en forma com-
pacta:

ψ1 = Aψ0 (2.40)

ψ2 = Aψ1 ≡ A(Aψ0 ) ≡ A2 ψ0 (2.41)

...........

ψn = Aψn−1 ≡ An ψ0 ≡ Ap (Aq ψ0 ) (2.42)

donde p + q = n, ya que -en virtud de (2.39)- podemos escribir que,

Z b
Kn (x, s) = Kp (x, t)Kq (t, s)dt (2.43)
a

Ası́, en forma operacional, el operador Aq debe interpretase como:

Z b
q
Aψ= Kq (x, s)ψ(s)ds (2.44)
a

donde Kq (x, s) es el núcleo iterado de orden q. Tiene lugar el siguiente teorema.

Teorema

Si el núleo K(x, s) de la ecuación (2.1) cumple la propiedad A, entonces, todos sus núcleos
iterados cumplen, también, la propiedad A.

Demostración:

Es evidente, de acuerdo con (2.39), que si K(x, s) es real, continuo y acotado en el cuadrado
{a ≤ x ≤ b, a ≤ s ≤ b}, Kn (x, s) también lo será, de manera que sólo tenemos que comprobar
la simetrı́a del núcleo iterado y que no es idénticamente nulo.

Comprobemos que Kn (x, s) = Kn (s, x). Para n = 2 tenemos que, como K(x, s) es simétrico:

Z b Z b
K2 (x, s) = K(x, t)K(t, s)dt ≡ K(s, t)K(t, x)dt ≡ K2 (s, x) (2.45)
a a

Suponiendo, ahora, que se cumple que Kn−1 (x, s) = Kn−1 (s, x), hallamos que
Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 23

Z b Z b
Kn (x, s) = K(x, t)Kn−1 (t, s)dt ≡ K(t, x)Kn−1 (s, t)dt ≡ Kn (s, x) (2.46)
a a

por lo que, por inducción completa, queda demostrada la simetrı́a de todos los núcleos iterados.

Comprobemos, ahora, que los núcleos iterados no son idénticamente nulos. Supongamos lo
contrario, es decir, que hay núcleos iterados idénticamente iguales a cero y sea Km (x, s) el
núcleo iterado de menor orden idénticamente nulo. Es decir, que

Kk (x, s) 6= 0, ∀1 ≤ k < m (2.47)

Km (x, s) ≡ 0, Kk (x, s) ≡ 0, ∀k > m (2.48)

Existen dos posibilidades:

1. que m sea par: m = 2p. Entonces, por (2.43), tendremos

Z b
K2p (x, s) = Kp (x, t)Kp (t, s)dt ≡ 0 (2.49)
a

En virtud de la simetrı́a de los núcleos iterados, (2.49) significa que

Z b Z b
K2p (x, x) = Kp (x, t)Kp (t, x)dt ≡ Kp2 (x, t)dt ≡ 0 (2.50)
a a

lo que significa que Kp (x, s) ≡ 0 con p < m = 2p. Esto contradice (2.47). Por lo tanto, no se
puede admitir que haya núcleos iterados idénticamente nulos con m par.

2. que m sea impar: m = 2p + 1. Entonces, por (2.43) de nuevo, tendremos:

Z b
Km+1 (x, s) ≡ K2p+2 (x, s) = Kp+1 (x, t)Kp+1 (t, s)dt ≡ 0 (2.51)
a

en virtud de (2.48). Pero, entonces, en virtud de la simetrı́a de los núcleos iterados:

Z b
Km+1 (x, x) = [Kp+1 (x, t)]2 dt ≡ 0 (2.52)
a

de donde concluimos que Kp+1 (x, s) ≡ 0 con p + 1 < m = 2p + 1 lo que, de nuevo, contradice
(2.47). Por consiguiente, debemos concluir que ningún núcleo iterado es idénticamente nulo.
Por tanto, los núcleos iterados cumplen la propiedad A.
24 José Marı́n Antuña

Demostrado el teorema.

Tiene lugar otro importante teorema.

Teorema

Si la función ϕ(x) es autofunción del núcleo K(x, s) con autovalor λ0 , entonces, es autofunción
del núcleo iterado Kn (x, s) con autovalor λn0 .

Demostración:

Por hipótesis, se cumple la identidad:

ϕ ≡ λ0 Aϕ (2.53)

Colocando (2.53) reiteradamente en su derecha, obtenemos, automáticamente, que

ϕ ≡ λ0 A(λ0 Aϕ) ≡ λ20 A2 ϕ ≡ ... ≡ λn0 An ϕ (2.54)

La identidad (2.54) significa que, efectivamente,

Z b
ϕ≡ λn0 Kn (x, s)ϕ(s)ds (2.55)
a

Demostrado el teorema.

Los núcleos iterados serán utilizados en la construcción, por aproximaciones sucesivas, de la


solución de la ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo, a lo que nos dedi-
caremos en el próximo epı́grafe.

2.3 Método de aproximaciones sucesivas para la ecua-


ción integral de Fredholm homogénea de segundo
tipo.

Nos dedicaremos a buscar una autofunción y su autovalor para la ecuación

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds (2.56)
a

donde el núcleo K(x, s) cumple la propiedad A. Recordemos, previamente, una relación útil.
Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 25

2.3.1 Desigualdad de Cauchy-Buniakovsky

En el libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica vimos que, para dos funciones f (x) y g(x) del
espacio L2 [a, b] se cumplı́a la llamada desigualdad de Cauchy-Buniakovsky

Z b Z b Z b 1/2
2 2

f (x)g(x)dx ≤ f (x)dx g (x)dx (2.57)
a a a

O, de forma compacta:

p p
|(f, g)| ≤ (f, f )(g, g) ≡ k f k2 k g k2 (2.58)

La demostración de esta desigualdad puede hacerse si nos percatamos de que

Z b
[f (x) + λg(x)]2 dx ≥ 0 (2.59)
a

Al desarrollar la expresión (2.59) se obtiene:

k g k2 λ2 + 2(f, g)λ+ k f k2 ≥ 0 (2.60)

Para que (2.60) se cumpla para cualquier λ, debe cumplirse que el discriminante

|(f, g)|2 − k f k2 k g k2 ≤ 0 (2.61)

de donde, automáticamente, se desprende la desigualdad (2.58).

2.3.2 Teorema de existencia

Pasemos a enunciar y demostrar el siguiente teorema de existencia:

Teorema

La ecuación integral (2.56) con núcleo que cumpla la propiedad A, tiene, al menos, un autovalor
y una autofunción.

Demostración

Dividiremos la demostración en cuatro partes.

1. Construcción de las aproximaciones sucesivas.


26 José Marı́n Antuña

Como el núcleo K(x, s) cumple la propiedad A, existirá al menos, un punto (x0 , s0 ) tal que
K(x0 , s0 ) 6= 0. Escojamos como aproximación de orden cero la función

ψ0 (x) = K(x, x0 ) (2.62)

y construyamos la sucesión de aproximaciones sucesivas de la siguiente forma:

Z b
ψ1 (x) = K(x, s)ψ0 (s)ds ≡ Aψ0 (2.63)
a

ψ2 = Aψ1 ≡ A2 ψ0 (2.64)

...............

ψn = Aψn−1 ≡ An ψ0 (2.65)

...........

Es evidente que la sucesión funcional {ψn (x)} obtenida no es trivial, ya que, por ejemplo

Z b Z b
ψ1 (x0 ) = K(x0 , s)K(s, x0 )ds = K 2 (x0 , s)ds 6= 0 (2.66)
a a

pues K(x, s) cumple la propiedad A. Por tanto, ψ1 (x) 6= 0. Igual razonamiento nos conduce a
concluir que ψn (x) 6= 0. Introduzcamos la notación:

Z b
2
Nn ≡k ψn k ≡ ψn2 (x)dx (2.67)
a

Entonces tendremos:

Nn = (ψn , ψn ) = (An ψ0 , An ψ0 ) = (A(An−1 )ψ0 , Aψ0 ) =


= (An−1 ψ0 , An+1 ψ0 ) = ...
Z b
p q
... = (A ψ0 , A ψ0 ) ≡ ψp (x)ψq (x)dx (2.68)
a

Ahora bien, de acuerdo con (2.58), tenemos que:

q p
|Nn | ≡ |(ψp , ψq )| ≤ (ψp , ψp )(ψq , ψq ) ≡ Np Nq (2.69)
Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 27

y, en particular:

p
|Nn | ≤ Nn−1 Nn+1 (2.70)

Es fácil ver que ninguna de las funciones ψn (x) de nuestra sucesión es idénticamente nula, pues
si suponemos, por ejemplo, que ψn (x) 6= 0 y ψn+1 ≡ 0, entonces, por (2.70):

p
|Nn | ≤ Nn−1 · 0 = 0 (2.71)

y, como Nn ≡k ψn k2 ≥ 0, de (2.71) concluirı́amos que Nn ≡ 0 lo que implicarı́a que ψn (x) ≡ 0,


contrario a lo supuesto.Ası́ pues, ninguna función de la sucesión es idénticamente nula y, por
tanto, ninguna norma Nn es igual a cero. Por consiguiente, podemos introducir una sucesión
normalizada de funciones dada por:

ψn (x)
ϕn (x) = √ (2.72)
Nn

Las funciones (2.72) tienen, evidentemente, norma unitaria. Como, de acuerdo con (2.65)

Z b
ψn (x) = K(x, s)ψn−1 (s)ds (2.73)
a

tendremos, para las funciones ϕn (x), de (2.73):

Z b
ϕn (x) = µn K(x, s)ϕn−1 (s)ds (2.74)
a

donde,

r
Nn−1
µn = (2.75)
Nn

De esta forma quedan construı́das las aproximaciones sucesivas. Nuestro objetivo será de-
mostrar que las aproximaciones sucesivas (2.74) convergen a una función que satisface la
ecuación (2.56). Para ello, demostremos primero la convergencia de la sucesión numérica {µn },
definida por (2.75). Es decir, veamos la segunda parte de la demostración.

2. Convergencia de la sucesión numérica {µn }

Demostraremos que µn → λ0 para n → ∞. Para ello, demostremos que la sucesión {µn } es


monótona no creciente y acotada por debajo. Ello implicará su convergencia.

Tenemos:
28 José Marı́n Antuña

r r
Nn−1 Nn−1 Nn
µn = ≡ =
Nn N n Nn
√ √ s
Nn−1 Nn Nn−1 Nn Nn
= ≥√ = ≡ µn+1 (2.76)
Nn Nn−1 Nn+1 Nn+1

donde, en el denominador, hemos tenido en consideración la expresión (2.70). La desigualdad


(2.76) nos dice que, efectivamente, la sucesión {µn } es monótona no creciente. Por otra parte,
aplicando a (2.74) la desigualdad de Cauchy-Buniakovsky, tendremos:

Z b 2
2

|ϕn (x)| ≡ µ2n

K(x, s)ϕ n−1 (s)ds ≤

a
Z b Z b
≤ µ2n K 2 (x, s)ds ϕ2 (s)ds (2.77)
a a

De (2.77) y teniendo en cuenta que las funciones ϕn (x) son normalizadas, por lo que la segunda
integral es igual a la unidad, obtenemos:

Z b
2
|ϕn (x)| ≤ µ2n K 2 (x, s)ds (2.78)
a

Integrando (2.78) respecto a x entre a y b y teniendo en cuenta que ϕ(x) son normalizadas,
obtenemos:

1 ≤ µ2n C 2 (2.79)

donde hemos llamado

Z bZ b
2
C = K 2 (x, s)dxds (2.80)
a a

Por lo tanto:

1
µ2n ≥ (2.81)
C2

Es decir, tomando sólo la raı́z positiva, pues de (2.75) se ve que µn son números positivos:

1
µn ≥ (2.82)
C
Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 29

donde, de acuerdo con (2.80), 0 < C < ∞, ya que el núcleo K(x, s) cumple la propiedad A.
La expresión (2.82) significa que, efectivamente, la sucesión {µn } es acotada por debajo. Por
lo tanto, esta sucesión converge. Denotemos su lı́mite por:

1
lim µn = λ0 ≥ (2.83)
n→∞ C

Pasemos, ahora, a una tercera fase de la demostración del teorema de existencia.

3. Determinación del autovalor y de la autofunción de la ecuación (2.56).

La convergencia de la sucesión numérica {µn } no implica, necesariamente, la convergencia de


la sucesión funcional {ϕn (x)}. Por ello, supongamos que se cumple la convergencia uniforme
de las subsucesiones par e impar:

{ϕ2m (x)} ⇒ ϕ̄(x), ∀m = 0, 1, 2, ... (2.84)

{ϕ2m+1 (x)} ⇒ ϕ̄¯(x), ∀m = 0, 1, 2... (2.85)

que demostraremos en la cuarta parte de esta demostración del teorema de existencia.

Tendremos, de acuerdo con (2.74):

Z b
ϕ2m (x) = µ2m K(x, s)ϕ2m−1 (s)ds (2.86)
a

Z b
ϕ2m+1 (x) = µ2m+1 K(x, s)ϕ2m (s)ds (2.87)
a

Por consiguiente, haciendo n → ∞, obtenemos, teniendo en cuenta (2.86) y (2.87):

Z b
ϕ̄(x) = λ0 K(x, s)ϕ̄¯(s)ds (2.88)
a

Z b
ϕ̄¯(x) = λ0 K(x, s)ϕ̄(s)ds (2.89)
a

Evidentemente, las funciones ϕ̄(x) y ϕ̄¯(x) son normadas y no identicamente nulas. Analicemos
las funciones:

ϕ̃(x) = ϕ̄(x) − ϕ̄¯(x) (2.90)


30 José Marı́n Antuña

˜
ϕ̃(x) = ϕ̄(x) + ϕ̄¯(x) (2.91)

Sumando (2.90) y (2.91), obtenemos:

Z b
˜
ϕ̃(x) ≡ λ0 ˜
K(x, s)ϕ̃(s)ds (2.92)
a

Restando (2.90) y (2.91), obtenemos:

Z b
ϕ̃(x) ≡ −λ0 K(x, s)ϕ̃(s)ds (2.93)
a

Los resultados (2.92) y (2.93) indican que el método de aproximaciones sucesivas nos da las
˜
funciones ϕ̃(x) y ϕ̃(x) que satisfacen la ecuación (2.56). Por lo tanto, queda demostrada la
existencia de la solución. Aquı́ son posibles tres casos:
˜
1) ϕ̃(x) ˜
6= 0, ϕ̃(x) 6= 0. Entonces, de acuerdo con (2.92) y (2.93), concluimos que ϕ̃(x) es una
autofunción de la ecuación (2.56) correspondiente al autovalor λ0 y que ϕ̃(x) es una autofunción
de la misma ecuación correspondiente al autovalor −λ0 .

2) ϕ̃(x) ≡ 0. Entonces, de (2.92) y (2.93) concluimos que ϕ̄(x) ≡ ϕ̄¯(x) ≡ ϕ(x) y, por lo tanto,
existe la autofunción ϕ(x) de la ecuación (2.56) correspondiente al autovalor λ0 . En este caso
(2.84) y (2.85) nos permiten afirmar que la sucesión {ϕn (x)} converge uniformemente a ϕ(x).
˜
3) ϕ̃(x) ≡ 0. Entonces, de (2.91) concluimos que ϕ̄(x) ≡ −ϕ̄¯(x) ≡ ϕ(x) 6= 0 y, por lo tanto,
existe la autofunción ϕ(x) de la ecuación (2.56) correspondiente al autovalor −λ0 . En este
caso, la sucesión {ϕn (x)} no converge (no tiene lı́mite), ya que las subsucesiones par e impar,
de acuerdo con (2.84) y (2.85), tienen lı́mites diferentes. Sin embargo, la sucesión {(−1)n ϕn (x)}
será convergente uniformemente a ϕ(x).

De esta manera queda demostrada la existencia de, al menos, una autofunción y un autovalor
de la ecuación (2.56), lo que demuestra el teorema de existencia. Pero, para poder decir
que el teorema está totalmente demostrado, es necesario demostrar aún que las convergencias
uniformes (2.84) y (2.85) tienen lugar. Eso lo abordaremos en la cuarta parte de esta larga
demostración.

4. Demostración de la convergencia uniforme de {ϕn (x)} para ı́ndices pares e im-


pares.

En virtud de que las funciones ϕn (x) son normalizadas, llamando M = max|K(x, s)| y uti-
lizando la desigualdad de Cauchy-Buniakovsky, tendremos, por (2.74):

Z b Z b Z b 1/2
2 2
|ϕn (x)| = µn
K(x, s)ϕn−1 (s)ds ≤ µn
K (x, s)ds ϕn−1 (s)ds (2.94)
a a a
Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 31

de donde:

√ √
|ϕn (x)| ≤ µn M b − a ≤ µ1 M b − a ≡ M0 (2.95)

pues, como la sucesión µn es monótona no creciente, µn ≤ µ1 . Por consiguiente, la sucesión fun-


cional {ϕn (x)} es uniformemente acotada. Por otra parte, como el núcleo K(x, s) es continuo,
tendremos que, para ε > 0, existirá un δ > 0 tal que si |x0 − x”| < δ, se cumplirá que:

ε
|K(x0 , s) − K(x00 , s)| < (2.96)
µ1 M0 (b − a)

Por consiguiente:

Z b
0 00
|ϕn (x ) − ϕn (x )| ≤ µn |K(x0 , s) − K(x00 , s)||ϕn−1 (s)|ds ≤
a
Z b
ε(b − a)
≤ µ1 M 0 |K(x0 , s) − K(x00 , s)|ds < µ1 M0 ≡ε (2.97)
a µ1 M0 (b − a)

donde hemos tenido en cuenta (2.95), (2.96) y que µn ≤ µ1 . La expresión (2.97) nos establece
que la sucesión {ϕn (x)} es continua en [a, b].

Como {ϕn (x)} es uniformemente acotada y continua, de acuerdo con el teorema de Arzelá, de
ella puede sacarse una subsucesión {ϕnp (x)} convergente en media, es decir, tal que:

Z b
Imp ,np ≡ |ϕmp (x) − ϕnp (x)|2 dx < ε, ∀mp , np > N (ε) (2.98)
a

Demostremos que la subsucesión que podemos elegir es la de subı́ndices de igual paridad. Sean
m y n números de igual paridad y analicemos la siguiente expresión, donde tenemos en cuenta
que las funciones son normalizadas:

Z b Z b Z b Z b
2
Im,n = [ϕm (x) − ϕn (x)] dx ≡ + ϕ2m (x)dx
−2 ϕ2n (x)dx
ϕm (x)ϕn (x)dx =
a a a a
Z b Z b
2
= 2−2 ϕm (x)ϕn (x)dx = 2 − √ ψm (x)ψn (x)dx (2.99)
a Nm Nn a

Aquı́ hemos tenido en cuenta la definición (2.72).

De acuerdo con (2.68), tenemos que:

Nk = (ψk , ψk ) ≡ (ψp , ψq ) (2.100)


32 José Marı́n Antuña

donde p + q = 2k. Por consiguiente, si hacemos m + n = 2k, tendremos k = (m + n)/2 que es


un número entero, pues m y n son de la misma paridad. Por lo tanto, tendremos que:

Z b Z b
2
N m+n = ψ m+n (x)dx = ψm (x)ψn (x)dx (2.101)
2 2
a a

Colocando (2.101) en (2.99), tendremos:

N m+n
Im,n = 2 − 2 √ 2 (2.102)
Nm N n

Como Nk > 0 y, además, N m+n < Nm Nn , por lo tanto, siempre se cumplirá que:
2

0 < Im,n < 2 (2.103)

Analicemos, ahora, la siguiente expresión:


2 − Im,n 2N m+n Nm−2 Nn
=√ 2 =
2 − Im−2,n Nm Nn 2N m+n−2
2

2N m+n N N N n+m
= 2
√ m−2 m−1 = µm µm−1 2
(2.104)
2N m+n −1 N N
m m−1 N n+m
−1
2 2

donde hemos tenido en cuenta la definición (2.75). De acuerdo con esa misma definición, (2.104)
nos da:

2 − Im,n 1
= µm µm−1 2 ≥1 (2.105)
2 − Im−2,n µ m+n
2

La desigualdad en (2.105) viene dada por ser la sucesión {µn } monótona no creciente, bajo el
supuesto de que n > m.

De forma completamente análoga, concluimos que:

2 − Im,n µ2m+n +1
= 2
≥1 (2.106)
2 − Im,n+2 µn+1 µn+2

De (2.105) y (2.106) concluimos que:

Im,n ≤ Im−2,n , Im,n ≤ Im,n+2 (2.107)


Ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo 33

Es decir, que, en general:

Im,n ≤ Im0 ,n0 , ∀m0 ≤ m ≤ n ≤ n0 (2.108)

donde m, m0 , n y n0 son todos números de la misma paridad.

Tomando, ahora, en (2.108) m0 = N y np ≥ n, por el teorema de Arzelá tendremos:

Im,n ≤ IN,n ≤ IN,np < ε (2.109)

Por consiguiente, queda demostrado que las subsucesiones con ı́ndices de igual paridad de la
sucesión {ϕn (x)} convergen en media y, como dichas subsucesiones son, a su vez, uniformemente
acotadas y continuas, también convergen uniformemente. De esta manera, quedan rigurosa-
mente establecidas las convergencias uniformes (2.84) y (2.85).

Nótese que la relación (2.108) nos está diciendo que Im,n es monótona no creciente y, como,
además, por (2.103), es acotada por debajo con cota igual a cero, se deduce que, para m, n → ∞,
Im,n → 0 lo que, igualmente, garantiza la convergencia en media de las subsucesiones con
subı́ndices de igual paridad.

Demostrado el teorema de existencia.

Es conveniente hacer las siguientes observaciones:

1. En primer lugar, debemos señalar que este teorema no es válido para la ecuación de
Volterra y puede no ser cierto para las ecuaciones de Fredholm con núcleos no simétricos,
es decir, núcleos que no cumplan la propiedad A.

2. En segundo lugar, el lector puede comparar la afirmación de este teorema con el teorema
demostrado en el capı́tulo de Espacios Funcionales del libro de Métodos Matemáticos de
la Fı́sica del autor para los operadores autoconjugados totalmente continuos.
34 José Marı́n Antuña
Capı́tulo 3

Cálculo de todos los autovalores y las


autofunciones de núcleos que cumplan
la propiedad A. Núcleos degenerados.
Autovalores y autofunciones

3.1 Ideas básicas

El teorema de existencia que acabamos de demostrar en el capı́tulo anterior, nos permite afirmar
la existencia de, al menos, un autovalor y una autofunción para todo núcleo que cumpla la
propiedad A.

Desarrollaremos, ahora, un procedimiento para hallar todos los autovalores y todas las auto-
funciones de una ecuación integral de Fredholm de segundo tipo con núcleo que cumpla la
propiedad A, a partir del autovalor y de la autofunción cuya existencia está garantizada por el
teorema del epı́grafe anterior.

Sea K(x, s) un núcleo que satisfaga la propiedad A y sea λ1 el autovalor correspondiente a la


autofunción ϕ1 (x) de este núcleo, hallados -digamos- por el método de aproximaciones sucesivas.

Veamos el siguiente núcleo auxiliar:

ϕ1 (x)ϕ1 (s)
H2 (x, s) = K(x, s) − (3.1)
λ1

Este núcleo casi cumple con la propiedad A. Decimos ”casi”, pues, evidentemente, como K(x, s)
cumple la propiedad A, (3.1) es simétrico, es continuo (pues ϕ1 (x) es acotada) y es real.

Pero puede suceder que H2 (x, s) ≡ 0.

Tienen lugar los siguientes teoremas.

35
36 José Marı́n Antuña

Teorema.

Cualquier autofunción del núcleo (3.1), ϕ2 (x), correspondiente al autovalor λ2 , es, también,
autofunción del núcleo K(x, s) y es ortogonal a ϕ1 (x).

Demostración:

Sea ϕ2 (x) una autofunción de H2 (x, s) correspondiente al autovalor λ2 . Esto significa que se
cumple la identidad

Z b
ϕ2 (x) ≡ λ2
H2 (x, s)ϕ2 (s)ds ≡
a
Z b
ϕ1 (x) b
Z
≡ λ2 K(x, s)ϕ2 (s)ds − λ2 ϕ1 (s)ϕ2 (s)ds (3.2)
a λ1 a

Calculemos el producto interno de las funciones ϕ1 (x) y ϕ2 (x), teniendo en cuenta (3.2). Te-
nemos:

Z b Z b Z  b
(ϕ1 , ϕ2 ) = ϕ1 (x)ϕ2 (x)dx = λ2 ϕ1 (x) H2 (x, s)ϕ2 (s)ds dx =
a a a
Z b Z b
λ2 b 2
 Z Z b 
= λ2 ϕ1 (x) K(x, s)ϕ2 (s)ds − ϕ (x) ϕ1 (s)ϕ2 (s)ds dx =
a a λ1 a 1 a
Z b Z b
λ2 b
 Z Z b
= λ2 ϕ2 (s) K(x, s)ϕ1 (x)dx ds − ϕ1 (s)ϕ2 (s)ds ϕ21 (x)dx (3.3)
a a λ 1 a a

Pero, como ϕ1 (x) es autofunción del núcleo K(x, s) con autovalor λ1 y es, además, normalizada,
se cumple que

Z b
1
K(x, s)ϕ1 (x)dx ≡ ϕ1 (s) (3.4)
a λ1

Z b
ϕ21 (x)dx = 1 (3.5)
a

Sustituyendo (3.4) y (3.5) en (3.3), obtenemos que (ϕ1 , ϕ2 ) = 0 lo que significa que ambas
funciones son ortogonales. Además, de (3.2), como la última integral a la derecha es cero, nos
queda que

Z b
ϕ2 (x) ≡ λ2 K(x, s)ϕ2 (s)ds (3.6)
a
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 37

lo que significa que ϕ2 (x) es, también, autofunción del núcleo K(x, s) con autovalor λ2 .

Demostrado el teorema.

Teorema.

Si ϕ2 (x) es autofunción del núcleo K(x, s) correspondiente al autovalor λ2 y es ortogonal a


la autofunción ϕ1 (x) del mismo núcleo correspondiente al autovalor λ1 , entonces, ϕ2 (x) es,
también, autofunción del núcleo H2 (x, s).

Demostración:

Por hipótesis, ϕ2 (x) es autofunción del núcleo K(x, s) y se cumple que (ϕ1 , ϕ2 ) = 0. Por lo
tanto, restando a la identidad (3.6) la expresión

λ2
ϕ1 (x)(ϕ1 , ϕ2 ) ≡ 0 (3.7)
λ1

obtenemos:

Z b Z b
λ2
ϕ2 (x) ≡ λ2 K(x, s)ϕ2 (s)ds − ϕ1 (x) ϕ1 (s)ϕ2 (s)ds =
a λ1 a
Z b  Z b
ϕ1 (x)ϕ1 (s)
= λ2 K(x, s) − ϕ2 (s)ds = λ2 H2 (x, s)ϕ2 (s)ds (3.8)
a λ1 a

lo que significa que, efectivamente, ϕ2 (x) es autofunción del núcleo H2 (x, s).

Demostrado el teorema.

Los dos teoremas anteriores sirven de base para hallar todas las autofunciones de un núcleo
K(x, s) que cumpla la propiedad A. El procedimiento es el siguiente:

1. Por el método de aproximaciones sucesivas hallamos ϕ1 (x), λ1 .

2. Construimos el núcleo auxiliar (3.1). Pueden darse dos posibilidades:

(a) H2 (x, s) ≡ 0.
En este caso el núcleo K(x, s) no tiene más autofunciones, pues la única ”auto-
función” posible de H2 (x, s) en este caso serı́a la función cero (ponemos autofunción
entre comillas, pues, por definición, la autofunción no puede ser idénticamente nula).
(b) H2 (x, s) 6= 0.
Entonces, hallamos por el método de aproximaciones sucesivas su autofunción ϕ2 (x)
y su correspondiente λ2 . En virtud de los teoremas demostrados, esta función será
autofunción de K(x, s).
38 José Marı́n Antuña

3. Construimos el núcleo auxiliar:

2
ϕ2 (x)ϕ2 (s) X ϕk (x)ϕk (s)
H3 (x, s) = H2 (x, s) − ≡ K(x, s) − (3.9)
λ2 k=1
λk

De nuevo pueden darse dos posibilidades:

(a) H3 (x, s) ≡ 0.
En este caso, no existirán más autofunciones de K(x, s) fuera de ϕ1 (x) y ϕ2 (x).
(b) H3 (x, s) 6= 0. En este caso, hallamos la autofunción ϕ3 (x) con el autovalor λ3 que lo
serán, también, del núcleo K(x, s).

Continuando este proceso, en general, llegamos a construir el núcleo auxiliar:

n−1
X ϕk (x)ϕk (s)
Hn (x, s) = K(x, s) − (3.10)
k=1
λk

con n entero.
En general, tienen lugar dos casos posibles:

(a) Que ninguno de los núcleos auxiliares (3.10) sea idénticamente nulo: Hn (x, s) 6= 0
para toda n.
Entonces, obtenemos una sucesión infinita de autofunciones de K(x, s)

ϕ1 (x), ϕ2 (x), ...., ϕn (x), .... (3.11)


y sus correspondientes autovalores:

λ1 , λ2 , ...., λn , .... (3.12)


(b) Que, a partir de cierta n, todos los núcleos auxiliares (3.10) sean idénticamente
iguales a cero; es decir, que se cumpla que

Hn (x, s) 6= 0, Hn+1 (x, s) ≡ 0 (3.13)


En este caso, para K(x, s) hallamos un número finito de autofunciones y de autova-
lores:

ϕ1 (x), ϕ2 (x), ...., ϕn (x) (3.14)

λ1 , λ2 , ...., λn (3.15)
Además, como según (3.13)
n
X ϕk (x)ϕk (s)
Hn+1 (x, s) = K(x, s) − ≡0 (3.16)
k=1
λk
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 39

concluimos que el núcleo K(x, s) se expresa en términos de sus autofunciones en la


forma

n
X ϕk (x)ϕk (s)
K(x, s) = (3.17)
k=1
λk

3.2 Núcleos degenerados

Surge un importante concepto.

Definición:

El núcleo K(x, s) se llama degenerado si puede ser escrito en la forma

n
X
K(x, s) = uk (x)vk (s) (3.18)
k=1

donde uk (x) y vk (s) son funciones integrables. Esta definición es general y no exige la simetrı́a
del núcleo.

El procedimiento de búsqueda de todos los autovalores y las autofunciones del núcleo K(x, s)
desarrollado arriba nos permite enunciar el siguiente teorema.

Teorema

Si el núcleo K(x, s) cumple la propiedad A y tiene un número finito de autovalores y de


autofunciones, entonces, es degenerado.

Demostración:

La demostración de este teorema viene dada por el propio procedimiento arriba indicado. Si
Hn+1 (x, s) ≡ 0, entonces, el número de autovalores y de autofunciones del núcleo K(x, s)
es finito y éste puede expresarse por la fómula (3.18), lo que significa que, efectivamente, es
degenerado.

Demostrado el teorema.

Tiene lugar un formidable teorema, recı́proco del anterior.

Teorema.

Si el núcleo K(x, s) es degenerado, entonces, tiene un número finito de autovalores no mayor


que el orden de degeneración n.

Demostración:
40 José Marı́n Antuña

Por hipótesis, el núcleo K(x, s) es degenerado, es decir, tiene la forma dada por la fórmula (3.18).
Entonces, la ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo para este núcleo será:

Z b n
Z bX
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds = λ uk (x)vk (s)ϕ(s)ds =
a a k=1

Xn Z b
=λ uk (x) vk (s)ϕ(s)ds (3.19)
k=1 a

Por lo tanto

n
X
ϕ(x) = αk uk (x) (3.20)
k=1

donde

Z b
αk = λ vk (s)ϕ(s)ds (3.21)
a

son ciertos números. Colocando (3.20) en la ecuación (3.19), obtenemos:

n
X n
Z bX n
X
αk uk (x) = λ uk (x)vk (s) αm um (s)ds =
k=1 a k=1 m=1
n
X n
X Z b n X
X n
=λ αm uk (x) vk (s)um (s)ds = λ αm uk (x)ckm (3.22)
k=1 m=1 a k=1 m=1

donde

Z b
ckm = vk (s)um (s)ds (3.23)
a

son ciertos coeficientes. De (3.22) obtenemos, por lo tanto:

n
X
αk = λ ckm αm (3.24)
m=1

Es decir, hemos obtenido el siguiente sistema homogéneo de n ecuaciones algebráicas con n


incógnitas, para determinar las αk :
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 41

(λc11 − 1)α1 + λc12 α2 + .... + λc1n αn = 0


λc21 α1 + (λc22 − 1)α2 + .... + λc2n αn = 0 (3.25)
.......................................................................
λcn1 α1 + λcn2 α2 + .... + (λcnn − 1)αn = 0

Para que este sistema tenga soluciones no triviales, tiene que cumplirse que su determinante
sea nulo, es decir:


(λc11 − 1) λc12 ... λc1n

λc 21 (λc 22 − 1) ... λc2n

=0 (3.26)

... ... ... ...

λcn1 λcn2 ... (λcnn − 1)

(3.26) es una ecuación algebraica de grado n para determinar λ. Dicha ecuación tiene, cuando
más, n raı́ces λ1 , λ2 , ...., λn .

Demostrado el teorema.

Como consecuencia de ambos teoremas, podemos concluir la siguiente afirmación que, de hecho,
ya está demostrada.

Teorema.

Para que el núcleo K(x, s) que cumpla la propiedad A tenga un número finito de autovalores
es necesario y suficiente que sea degenerado.

3.3 Ejemplos

Veamos algunos ejemplos ilustrativos de los procedimientos desarrollados en estos dos epı́grafes.

1. Hallar todas las autofunciones y todos los autovalores de la ecuación integral de Fredholm
homogénea de segundo tipo:
Z π
ϕ(x) = λ cos(x − s)ϕ(s)ds (3.27)
0

Tenemos que el núcleo es

K(x, s) = cos(x − s) (3.28)

y que, por ejemplo, en x0 = 0, K(x, x0 ) = cos x 6= 0. Por lo tanto, por aproximación


inicial tomamos la función
42 José Marı́n Antuña

ψ0 (x) = cos x (3.29)

Construimos las aproximaciones sucesivas:


Z π
π
ψ1 (x) = cos(x − s) cos sds = cos x (3.30)
0 2
Z π
π  π 2
ψ2 (x) = cos(x − s) cos sds = cos x (3.31)
0 2 2
.........................................................................
 π n
ψn (x) = cos x (3.32)
2
Calculamos el cuadrado de la norma:
Z π  π 2n  π 2n+1
2
Nn ≡k ψn k = cos2 xdx = (3.33)
0 2 2
Por consiguiente, las aproximaciones normalizadas son:
r
ψn (x) 2
ϕn (x) = √ = cos x (3.34)
Nn π
Evidentemente
r
2
lim ϕn (x) = cos x ≡ ϕ1 (x) (3.35)
n→∞ π
Por lo tanto, (3.35) será la autofunción de (3.27) buscada por el método de aproximaciones
sucesivas. Además, tenemos que:
r
Nn−1 2
µn = = (3.36)
Nn π
Por lo tanto, el autovalor correspondiente a la autofunción (3.35) será:

2
λ1 = lim µn = (3.37)
n→∞ π
Hallemos, ahora, las demás soluciones. Para ello, construimos el núcleo auxiliar:

ϕ1 (x)ϕ1 (s)
H2 (x, s) = K(x, s) − ≡
λ1
q q
2 2
π
cos x π
cos s
≡ cos(x − s) − 2 =
π
= cos x cos s + sin x sin s − cos x cos s ≡ sin x sin s 6= 0 (3.38)
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 43

Como las autofunciones de H2 (x, s) son autofunciones también de K(x, s), hallemos por
aproximaciones sucesivas una autofunción del núcleo auxiliar. Evidentemente, para x0 =
π/2, H2 (x, x0 ) = H2 (x, π/2) = sin x 6= 0. Por lo tanto, por aproximación inicial tomamos:

ψ0 (x) = sin x (3.39)

y construimos las aproximaciones sucesivas:


Z π
π
ψ1 (x) = sin x sin s sin sds = sin x (3.40)
0 2
Z π
π  π 2
ψ2 (x) = sin x sin s sin sds = sin x (3.41)
0 2 2
.........................................................................
 π n
ψn (x) = sin x (3.42)
2
Calculamos el cuadrado de la norma:
Z π  π 2n  π 2n+1
2
Nn ≡k ψn k = sin2 xdx = (3.43)
0 2 2

Por consiguiente, las aproximaciones normalizadas son:


r
ψn (x) 2
ϕn (x) = √ = sin x (3.44)
Nn π

Su lı́mite nos dará la autofunción del núcleo auxiliar H2 (x, s), que será otra autofunción
del núcleo K(x, s):
r
2
ϕ2 (x) = lim ϕn (x) = sin x (3.45)
n→∞ π
El autovalor correspondiente será:

2
λ2 = lim µn = (3.46)
n→∞ π
Nótese que el autovalor λ1 coincide con el autovalor λ2 .
Continuando el proceso, creamos el núcleo auxiliar

q q q q
2 2 2 2
π
cos x π
cos s π
sin x π
sin s
H3 (x, s) = cos(x − s) − 2 − 2 =
π π
= cos x cos s + sin x sin s − cos x cos s − sin x sin s ≡ 0 (3.47)
44 José Marı́n Antuña

Como H3 (x, s) ≡ 0, podemos afirmar que no existen más autovalores, ni autofunciones y


que el núcleo K(x, s) es degenerado de orden dos y que puede escribirse como:

2
X ϕk (x)ϕk (s)
K(x, s) = = cos x cos s + sin x sin s (3.48)
k=1
λk

El resultado obtenido mediante el desarrollo teórico es, en el ejemplo visto, evidente, a


partir de la identidad trigonométrica del coseno de la diferencia de dos ángulos:

K(x, s) = cos(x − s) = cos x cos s + sin x sin s (3.49)

De esta manera hemos hallado las dos autofunciones de la ecuación (3.27):


r r
2 2
ϕ1 (x) = cos x, ϕ2 (x) = sin x (3.50)
π π
Ambas autofunciones corresponden al mismo autovalor:

2
λ1,2 = (3.51)
π
que es, por tanto, degenerado.
En el ejemplo desarrollado hemos querido ilustrar, con lujo de detalles, la aplicación
del método de aproximaciones sucesivas para la obtención de una solución de la ecuación
integral y el método de obtención del resto de las soluciones con ayuda del núcleo auxiliar.
Sin embargo, es necesario destacar que el penúltimo teorema de este epı́grafe nos ofrece
un método sencillo para hallar las autofunciones y los autovalores de una ecuación integral
de Fredholm homogénea de segundo tipo con núcleo degenerado, ya sea éste simétrico o
no simétrico.
Efectivamente, si el núcleo de la ecuación integral tiene la forma (3.18), entonces, la
solución podrá proponerse como la expresión (3.20).
Calculando los coeficientes ckm por la fórmula (3.23), puede construirse la ecuación alge-
braica para hallar las λn , autovalores de la ecuación.
Los coeficientes αk de (3.20) se proponen de manera que las autofunciones sean ortonor-
madas.
Ilustremos este método con los siguientes ejemplos.

2. Resolver por el método anteriormente descrito la ecuación integral (3.27) del primer ejem-
plo.
Tenemos que el núcleo es degenerado de orden dos:

K(x, s) = cos(x − s) = cos x cos s + sin x sin s (3.52)

Por lo tanto, de acuerdo con la fórmula (3.20), proponemos la solución como:


Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 45

2
X
ϕ(x) = αk uk (x) = α1 cos x + α2 sin x ≡ ϕ1 (x) + ϕ2 (x) (3.53)
k=1

Calculamos por (3.23) los coeficientes ckm :


Z π Z π
2 π
c11 = cos sds = , c12 = sin s cos sds = 0 (3.54)
0 2 0
Z π Z π
π
c21 = cos s sin sds = 0, c22 = sin2 sds = (3.55)
0 0 2
Por lo tanto, la ecuación (3.26) adquiere, en este caso, la forma:
π
λ −1 0
2 π
=0 (3.56)
0 λ2 − 1
2
de donde λ π2 − 1 = 0, es decir, λ = 2/π, que es el único autovalor del núcleo.
Exigiendo que k ϕ1 k2 =k ϕ2 k2 = 1, obtenemos, para α1 y α2 el valor (2/π)1/2 , de manera
que las autofunciones del núcleo serán
r r
2 2
ϕ1 (x) = cos x, ϕ2 (x) = sin x (3.57)
π π
correspondientes, ambas, al autovalor λ = 2/π. Este resultado, por supuesto, es idéntico
al obtenido en el ejemplo 1.

3. Resolver la ecuación integral


Z π
ϕ(x) = λ x cos sϕ(s)ds (3.58)
0

Aquı́ el núcleo

K(x, s) = x cos s (3.59)

aunque no es simétrico, es degenerado de orden uno. De acuerdo con el teorema men-


cionado, existirá un solo autovalor y una sola autofunción. Esta última tendrá la forma,
de acuerdo con (3.20):

ϕ(x) = αx (3.60)

Colocando (3.60) en (3.58), obtenemos:


Z π Z π
αx = λ x cos sαsds = αλx s cos sds ≡ αλxc (3.61)
0 0

donde el coeficiente c -único en este caso- de acuerdo con (3.23) es, integrando por partes:
46 José Marı́n Antuña

Z π
c= s cos sds = −2 (3.62)
0

Por lo tanto, el determinante (3.26) nos da la ecuación lineal −2λ − 1 = 0, por lo que el
autovalor de la ecuación (3.58) es:

1
λ=− (3.63)
2
q
2 3
De la condición k ϕ k = 1 hallamos que el coeficiente α = π3
, por lo que la autofunción
será:
r
3
ϕ(x) = x (3.64)
π3
y queda resuelto el problema. De acuerdo con la teorı́a desarrollada, esta solución es
única. Obsérvese que, aunque el núcleo (3.59) en este caso no es simétrico, sin embargo
la aplicación de los resultados del teorema mencionado es válida.

3.4 Núcleos cerrados

Daremos el siguiente concepto.

Definición:

La función f (x), integrable en el segmento [a, b], se llama ortogonal en ese segmento al
núcleo K(x, s) si,

Z b
Af ≡ K(x, s)f (s)ds = 0 (3.65)
a

Tiene lugar un importante teorema.

Teorema.

Para que la función f (x), integrable en [a, b], sea ortogonal al núcleo K(x, s) que cumpla la
propiedad A es necesario y suficiente que sea ortogonal a todas las autofunciones de dicho
núcleo.

Demostración:

1. Necesidad.

Por hipótesis, se cumple (3.65). Entonces, si ϕk (x) son las autofunciones del núcleo K(x, s),
tendremos que
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 47

ϕk ≡ λk Aϕk , ∀k = 1, 2, ... (3.66)

Multiplicando (3.66) por f (x) e integrando entre a y b, obtenemos:

Z b
f (x)ϕk (x)dx = (f, ϕk ) ≡ (f, λk Aϕk ) ≡ λk (f, Aϕk ) ≡ λk (ϕk , Af ) ≡ 0 (3.67)
a

donde hemos tenido en cuenta la propiedad (2.5) del capı́tulo 2 para los núcleos que cumplan
la propiedad A y la expresión (3.65). (3.67) significa que f (x) es ortogonal a las ϕk (x).

Demostrada la necesidad.

2. Suficiencia.

Por hipótesis, (f, ϕk ) ≡ 0 y tenemos que demostrar que ello 1implica que Af ≡ 0. Hagámoslo
por reducción al absurdo; supongamos que Af 6= 0. Entonces, podremos construir las aproxi-
maciones sucesivas, tomando como aproximación inicial la función

ψ0 = f (x) (3.68)

Entonces, para las aproximaciones sucesivas tendremos las expresiones:

ψ1 (x) = Af 6= 0 (3.69)

ψ2 (x) = A2 f 6= 0 (3.70)

................................................

ψn (x) = An f 6= 0 (3.71)

Pero, como (f, ϕk ) ≡ 0, teniendo en cuenta la propiedad (2.5) y la fórmula (2.34) de este
capı́tulo en el teorema de los núcleos iterados, tendremos:

(ψn , ϕk ) = (An f, ϕk ) ≡ (f, An ϕk ) =


 
ϕk 1
= f, n ≡ n (f, ϕk ) ≡ 0 (3.72)
λk λk

Introduciendo las aproximaciones ya normalizadas,


48 José Marı́n Antuña

ψn
ϕ∗n = √ (3.73)
Nn

(donde las hemos destacado con un asterisco, para diferenciarlas de las autofunciones ϕn (x))
de (3.72) tendremos que

(ϕ∗n , ϕk ) ≡ 0, ∀k = 1, 2, ... (3.74)

Por otra parte, en el teorema de existencia demostramos que, para la sucesión de aproximaciones
sucesivas normalizadas se cumplen las convergencias uniformes de las subsucesiones de ı́ndices
de igual paridad:

{ϕ∗2m } ⇒ ϕ̄∗
{ϕ∗2m+1 } ⇒ ϕ̄¯∗ (3.75)

y, por lo tanto, los lı́mites dados en (3.75) serán, también, ortogonales a las autofunciones, es
decir:

(ϕ̄∗ , ϕk ) ≡ 0, (ϕ̄¯∗ , ϕk ) ≡ 0 (3.76)

La ortogonalidad (3.76) significa que ϕ̄∗ (x) y ϕ̄¯∗ (x) son linealmente independientes de las au-
tofunciones ϕk (x). Pero esto es absurdo, ya que, por el método de aproximaciones sucesivas,
las autofunciones del núcleo K(x, s) se obtienen, precisamente, como combinaciones lineales de
ϕ̄∗ (x) y ϕ̄¯∗ (x). Por consiguiente, tiene que cumplirse que Af ≡ 0.

Demostrada la suficiencia.

Demostrado el teorema.

Hagamos la siguiente aclaración referente a la demostración de la suficiencia del teorema de


arriba. De las fórmulas del método de aproximaciones sucesivas, puede obtenerse que

˜
ϕ̃(x) + ϕ̃(x) − 2ϕ̄∗ (x) = 0 (3.77)

˜
ϕ̃(x) − ϕ̃(x) − 2ϕ̄¯∗ (x) = 0 (3.78)

˜
donde ϕ̃(x) y ϕ̃(x) son dos autofunciones del núcleo K(x, s). Las expresiones (3.77) y (3.78)
significan que, efectivamente, ϕ̄∗ (x) y ϕ̄¯∗ (x) son linealmente dependientes con esas autofuncio-
nes. Ello implica que serán linealmente dependientes con todas las autofunciones del núcleo
K(x, s), pues un teorema del Algebra Lineal establece que si, entre un conjunto de vectores,
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 49

existe un subconjunto de ellos linealmente dependientes, entonces, todo el conjunto es lineal-


mente dependiente. Esa afirmación es extensible a los espacios funcionales en los que estamos
trabajando. Ello implica la no ortogonalidad entre ϕ̄∗ (x) y ϕ̄¯∗ (x) con las autofunciones ϕk (x),
contradiciéndose, por tanto, (3.76) y, como (3.76) fue obtenido bajo el supuesto de que Af 6= 0,
no queda más remedio que negar esa tesis por absurda y concluir que tiene que ser Af ≡ 0.

Daremos la siguiente definición.

Definición:

El núcleo K(x, s) se llama cerrado si no existe ninguna función f (x) 6= 0 ortogonal a dicho
núcleo.

Con la definición anterior podemos enunciar los siguientes corolarios del teorema anterior:

Corolario 1.

Para que un núcleo que cumpla la propiedad A sea cerrado es necesario y suficiente que el
conjunto de sus autofunciones sea cerrado.

Demostración:

Recordemos que, en un espacio de Banach, el conjunto de funciones {ϕn (x)} se llama cerrado
si es ortogonal, es decir, si

(ϕk , ϕi ) =k ϕ k2 δki (3.79)

y no existe ninguna función f (x) 6= 0 del espacio ortogonal al conjunto. Por otra parte, el
conjunto {ϕn (x)} se llama completo si, para cualquier función f (x) 6= 0 del espacio se cumple
la igualdad de Parseval:


X
c2n =k f k2 (3.80)
n=0

donde

1
cn = (ϕn , f ) (3.81)
k ϕn k2

son los coeficientes de Fourier de la función f (x) en el sistema {ϕn (x)}. En la teorı́a de las
series de Fourier se demuestra que, cumpliéndose (3.80), la serie de Fourier converge en media
a su función f (x).

Ello significa que un conjunto completo forma una base en el espacio en cuestión y, como
este espacio es de infinitas dimensiones, el conjunto estará formado por un número infinito de
funciones.
50 José Marı́n Antuña

Para los espacios de Banach se demuestra (ver libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica del
autor) que todo conjunto de funciones completo es cerrado y viceversa.

Pues bien, el teorema demostrado establece que toda función f (x) ortogonal al núcleo es orto-
gonal a sus autofunciones y viceversa.

Si K(x, s) es cerrado, entonces, no existirá ninguna función f (x) 6= 0 ortogonal a dicho núcleo
y, por lo tanto, no existirá ninguna función ortogonal a las autofunciones del mismo y ello
significa que el conjunto de las autofunciones también es cerrado.

Demostrado el corolario.

Corolario 2.

Un núcleo cerrado no es degenerado.

Demostración:

Efectivamente, pues, si el núcleo es cerrado, por el corolario anterior el conjunto de sus auto-
funciones también es cerrado y, por lo tanto, completo; es decir, forma una base en el espacio
de infinitas dimensiones. O sea, el conjunto de autofunciones tiene un número infinito de
elementos, lo que significa que el núcleo K(x, s) no es degenerado.

Demostrado el corolario.

El teorema demostrado y sus corolarios son de gran importancia en la teorı́a de las ecuaciones
integrales que estamos desarrollando.

3.5 Teorema de Hilbert-Schmidt

En el presente epı́grafe estableceremos algunos conceptos y demostraremos un importante teo-


rema.

Supongamos dado un núcleo K(x, s) que cumpla la propiedad A y sean {ϕk (x)} sus autofuncio-
nes, que supondremos ortonormadas. Entonces, si f (x) es cierta función integrable, le podemos
poner en correspondencia su serie de Fourier a través de las autofunciones:


X
f (x) ∼ fk ϕk (x) (3.82)
k=1

donde los coeficientes del desarrollo son

Z b
fk = (f, ϕk ) ≡ f (x)ϕk (x)dx (3.83)
a
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 51

Daremos la siguiente definición.

Definición.

La función f (x) se llama emanante del núcleo K(x, s) si puede ser expresada en la forma

Z b
f (x) = K(x, s)h(s)ds ≡ Ah (3.84)
a

donde h(s) es cierta función seccionalmente continua en [a, b]. Tiene lugar el siguiente teorema
de Hilbert-Schmidt.

Teorema.

Cualquier función f (x) emanante del núcleo K(x, s) que cumpla la propiedad A puede ser de-
sarrollada en una serie de autofunciones de dicho núcleo convergente absoluta y uniformemente
en [a, b].

Demostración:

La demostración la dividiremos en dos partes:

1. Demostración de la convergencia absoluta y uniforme de la serie.

Teniendo en cuenta (3.83) y (3.84) y el hecho de que K(x, s) cumple la propiedad A, podemos
escribir que:

 
ϕk 1 hk
fk ≡ (f, ϕk ) = (Ah, ϕk ) = (h, Aϕk ) = h, = (h, ϕk ) = (3.85)
λk λk λk

donde hk = (h, ϕk ). Colocando (3.85) en (3.82), obtenemos:

∞ ∞
X X ϕk (x)
f (x) ∼ fk ϕk (x) ≡ hk (3.86)
k=1 k=1
λk

De acuerdo con el criterio de Cauchy, para que la serie que figura a la derecha en (3.86) converja
absoluta y uniformemente en [a, b] es necesario y suficiente que, para ε > 0 exista una N (ε) > 0
tal que para n, m > N se cumpla que


m
X ϕ k (x)
h <ε (3.87)

k
λk


k=n

Tratemos de establecer (3.87). La desigualdad de Cauchy-Buniakovsky que demostramos en el


punto 1 del epı́grafe 2.3 para series establece que, para cualesquiera sucesiones numéricas {ak }
y {bk }, se cumple que
52 José Marı́n Antuña


N
(
N N
)1/2
X X X
ak b k ≤ a2k b2k (3.88)



k=1 k=1 k=1

Basados en (3.88), podemos establecer que, para cualesquiera n y m, se cumple que,

m
X ϕ (x)
( m m  2 )1/2
k
X X ϕ k (x)
hk ≤ h2k (3.89)

λk λk


k=n k=n k=n

Valoremos cada suma dentro del radical en la expresión (3.89). Tenemos que:

Z b
ϕk (x)
= K(x, s)ϕk (s)ds ≡ Aϕk (3.90)
λk a

no son otra cosa que los coeficientes de Fourier del desarrollo del núcleo en serie de sus auto-
funciones. Por consiguiente, tiene lugar la desigualdad de Bessel:

∞  2 Z b
X ϕk (x)
≤ K 2 (x, s)ds (3.91)
k=1
λk a

Pero, como K(x, s) cumple la propiedad A, llamando M = max |K(x, s)|, tendremos:

m  2 ∞  2 Z b
X ϕk (x) X ϕk (x)
≤ ≤ K 2 (x, s)ds ≡ (b − a)M 2 ≡ M1 (3.92)
k=n
λk k=1
λk a

Por otro lado, tenemos que

Z b
hk = h(x)ϕk (x)dx = (h, ϕk ) (3.93)
a

no son más que los coeficientes de Fourier del desarrollo de la función h(x) en serie de auto-
funciones del núcleo K(x, s). Por lo tanto, para ellos tiene lugar, también, la desigualdad de
Bessel:


X Z b
h2k ≤ h2 (x)dx ≤ m2 (b − a) ≡ M2 (3.94)
k=1 a

donde hemos llamado m = max |h(x)|. Este máximo existe, ya que, por hipótesis del teorema,
la función h(x) es seccionalmente continua y, por tanto, acotada en [a, b]. La expresión (3.94)
está diciendo que la serie numérica de h es acotada; es decir, convergente. Por consiguiente,
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 53

por el criterio de Cauchy para series numéricas, podemos afirmar que, para ε > 0, existe un
N (ε) > 0 tal que, para n, m > N , se cumple que

m
X ε2
h2k < (3.95)
k=n
M1

Colocando (3.92) y (3.95) en (3.89), obtenemos que

m
X ϕ (x)
k
hk <ε (3.96)

λk


k=n

lo que significa que el criterio de Cauchy se cumple para la serie funcional (3.86). Queda, ası́,
demostrada la convergencia absoluta y uniforme de la misma.

Es conveniente hacer algunas aclaraciones a la demostración de la primera parte del teorema.

Siempre que tengamos un sistema cualquiera de funciones ortonormadas {ϕk (x)}, podemos
crear la serie de Fourier asociada a la función f (x) (3.86).

Obsérvese que en esa expresión pusimos el signo ∼, en vez del signo igual. El signo igual podrá
colocarse, solamente, en el caso en que se cumpla la igualdad de Parseval


X
fk2 =k f k2 (3.97)
k=1

lo que ocurrirá si el sistema {ϕk (x)} es cerrado y completo.

Ahora bien, sin entrar en esas consideraciones, para la serie (3.86) siempre tendrá lugar la
desigualdad de Bessel


X
fk2 ≤k f k2 (3.98)
k=1

que es lo único que hemos utilizado en nuestra demostración.

Es decir, para demostrar la convergencia uniforme de la serie (3.86) no hemos tenido que suponer
la convergencia de ninguna otra serie; sino que, simplemente, hemos puesto en correspondencia
a la función h(x) su serie de Fourier


X
h(x) ∼ hk ϕk (x) (3.99)
k=1

y nos hemos valido de la desigualdad de Bessel (3.91), que siempre tiene lugar.
54 José Marı́n Antuña

La desigualdad de Bessel siempre se cumple, pues ella se deduce de una relación casi evidente,
que es:


X ∞
X
0 ≤k hk ϕk (x) − h(x) k2 =k h k2 − h2k (3.100)
k=1 k=1

y que viene a ser algo ası́, como una generalización del teorema de Pitágoras a los espacios
funcionales.

La expresión (3.100), teniendo en cuenta que (ϕk , ϕi ) = δki y que hk = (h, ϕk ), es evidente, ya
que:

∞ ∞ ∞
!
X X X
0 ≤k hk ϕk (x) − h(x) k2 = hk ϕk − h, hk ϕk − h =
k=1 k=1 k=1
∞ X
X ∞ ∞
X
= hk hi (ϕk , ϕi ) − 2 hk (h, ϕk ) + (h, h) =
k=1 i=1 k=1

X ∞
X ∞
X
= h2k −2 h2k + 2
k h k =k h k − 2
h2k (3.101)
k=1 k=1 k=1

Ası́ pues, queda demostrada la convergencia absoluta y uniforme de la serie (3.86).

Demostremos que dicha serie converge, precisamente, a f (x); es decir, veamos la segunda parte
de la demostración del teorema de Hilbert-Schmidt.

2. Demostración de la convergencia de la serie a f(x).

Analicemos la siguiente función:


X
ω(x) = f (x) − fk ϕk (x) (3.102)
k=1

Multipliquemos (3.102) por ϕk (x) e integremos entre a y b, teniendo en cuenta la ortonormalidad


de ϕk (x), o sea, que (ϕk , ϕm ) = δkm . Obtenemos que:


X ∞
X
(ω, ϕm ) = (f, ϕm ) − fk (ϕk , ϕm ) = (f, ϕm ) − fk δkm = fm − fm ≡ 0 (3.103)
k=1 k=1

Es decir, que ω(x) y ϕk (x) son ortogonales.

Por consiguiente, ω(x) y el núcleo K(x, s) son, también, ortogonales, de acuerdo con el teorema
demostrado en el epı́grafe anterior. Es decir:
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 55

Z b
K(x, s)ω(s)ds ≡ Aω = 0 (3.104)
a

Calculemos el cuadrado de la norma de ω(x), teniendo en cuenta (3.84), (3.102), (3.103) y


(3.104) y el hecho de que el núcleo K(x, s) cumple la propiedad A. Tenemos:


X
k ω k2 = (ω, ω) = (f, ω) − fk (ϕk , ω) ≡
k=1
≡ (f, ω) = (Ah, ω) = (h, Aω) = (h, 0) ≡ 0 (3.105)

De (3.105) concluimos que ω(x) ≡ 0; es decir,


X
f (x) ≡ fk ϕk (x) (3.106)
k=1

Es decir, efectivamente, la serie (3.86) converge absoluta y uniformemente en [a, b] a la función


f (x).

Demostrado el teorema.

Hagamos la siguiente observación.

En el epı́grafe 2.2 obtuvimos, para los núcleos iterados,

Z b
Kn (x, s) = K(x, t)Kn−1 (t, s)dt (3.107)
a

que las autofunciones ϕk (x) del núcleo K(x,s), correspondientes a los autovalores λk eran,
también, autofunciones del núcleo iterado (3.107) con autovalores λnk . La expresión (3.107) nos
dice que el núcleo iterado es una función emanante del núcleo K(x, s). Por consiguiente, por
el teorema de Hilbert-Schmidt, tendrá lugar el desarrollo


X
Kn (x, s) = Knk (s)ϕk (x) (3.108)
k=1

Calculemos los coeficientes de este desarrollo. Tenemos:

ϕk (s)
Knk (s) = (Kn (x, s), ϕk (x)) ≡ (3.109)
λnk

Por lo tanto, el desarrollo es:


56 José Marı́n Antuña


X ϕk (x)ϕk (s)
Kn (x, s) = (3.110)
k=1
λnk

Por último, digamos, sin efectuar ninguna demostración por ahora, que es posible afirmar que
si el núcleo K(x, s) no es degenerado y si la serie bilineal


X ϕk (x)ϕk (s)
(3.111)
k=1
λk

converge uniformemente en [a, b], lo hace al núcleo K(x, s).

Sin embargo, la afirmación recı́proca, es decir, que el núcleo no degenerado K(x, s) puede ser
desarrollado en la serie bilineal (3.111) aún no ha sido demostrada.

3.6 Ecuación integral de Fredholm no homogénea de se-


gundo tipo

Pasaremos, ahora, al estudio de la solución de la ecuación

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds + f (x) (3.112)
a

donde K(x, s) cumple la propiedad A, f (x) es una función seccionalmente continua en [a, b] y
λ es un parámetro dado.

En el desarrollo teórico que efectuaremos a continuación, podremos ver que las propiedades
de la ecuación (3.112), ası́ como de su solución, están ı́ntimamente ligadas a la solución de la
correspondiente ecuación homogénea

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds (3.113)
a

Con vistas a resolver la ecuación (3.112), buscaremos su solución en la forma,

ϕ(x) = f (x) + g(x) (3.114)

donde g(x) es cierta función. Entonces, colocando (3.114) en (3.112), obtenemos:

Z b
f (x) + g(x) = λ K(x, s)[f (s) + g(s)]ds + f (x) (3.115)
a
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 57

o, llamando h(s) = λ[f (s) + g(s)], de (3.115) obtenemos:

Z b
g(x) = K(x, s)h(s)ds (3.116)
a

La expresión (3.116) significa que la función g(x) es emanante del núcleo K(x, s). Por con-
siguiente, de acuerdo con el teorema de Hilbert-Schmidt, ella admite un desarrollo en serie de
autofunciones de dicho núcleo convergente absoluta y uniformemente en [a, b]:


X
g(x) = gk ϕk (x) (3.117)
k=1

Supongamos, además, que f (x) puede ser desarrollada, también, en serie de las autofunciones
del núcleo K(x, s):


X
f (x) = fk ϕk (x) (3.118)
k=1

donde los coeficientes

Z b
fk = (f, ϕk ) = f (x)ϕk (x)dx (3.119)
a

son conocidos. Entonces, colocando (3.117) y (3.118) en (3.116), obtenemos:


X Z b ∞
X Z b ∞
X
gk ϕk (x) = λ K(x, s) gk ϕk (s)ds + λ K(x, s) fk ϕk (s)ds =
k=1 a k=1 a k=1

X Z b ∞
X Z b
=λ gk K(x, s)ϕk (s)ds + λ fk K(x, s)ϕk (s)ds =
k=1 a k=1 a
∞ ∞
X gk X fk
=λ ϕk (x) + λ ϕk (x) (3.120)
k=1
λk k=1
λk

donde hemos intercambiado la integración con la sumatoria, ya que suponemos que (3.117) y
(3.118) convergen uniformemente y hemos tenido en cuenta que, por definición de autofunción
y de autovalor del núcleo K(x, s):

Z b
ϕk (x)
K(x, s)ϕk (s)ds = (3.121)
a λk
58 José Marı́n Antuña

Por consiguiente, de (3.120) obtenemos:

λgk λfk
gk = + , ∀k = 1, 2, 3, ... (3.122)
λk λk

De (3.122), finalmente, nos queda:

(λk − λ)gk = λfk (3.123)

Aquı́ hay dos casos posibles:

1. Que λ 6= λk . Es decir, que el parámetro λ en la ecuación (3.112) no coincida con ninguno


de los autovalores de la ecuación homogénea correspondiente (3.113).
Entonces, despejando, obtenemos:

λfk
gk = (3.124)
λk − λ

y, por lo tanto, la solución de la ecuación no homogénea (3.112) vendrá dada, de acuerdo


con (3.114), por la expresión:


X λfk
ϕ(x) = f (x) + ϕk (x) (3.125)
k=1
λk − λ

que recibe el nombre de fórmula de Schmidt. En ella, f (x) y λ son conocidas, λk y


ϕk (x) son los autovalores y las autofunciones del núcleo K(x, s) y fk vienen dados por
(3.119).
Del desarrollo efectuado se ve, claramente, que (3.125) satisface la ecuación (3.112).
Pero todo esto está hecho formalmente. Para demostrar que, efectivamente, (3.125) es la
solución de la ecuación (3.112) es necesario demostrar la convergencia absoluta y uniforme
de la serie que figura en (3.125).
En primer lugar, tenemos que, como limk→∞ |λk | = ∞, siempre se puede hallar una k lo
suficientemente grande como para que

|λk |
|λ| < (3.126)
2
En virtud de ello, tendremos:

|λk | |λk |
|λk − λ| ≥ |λk | − |λ| > |λk | − = (3.127)
2 2
Por lo tanto:
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 59

1 2
≤ (3.128)
|λk − λ| |λk |
Valoremos la siguiente suma, teniendo en cuenta (3.128):

m m m
X λfk X fk ϕk (x) X fk
ϕk (x) ≤ |λ| ≤ 2|λ| ϕk (x) (3.129)

λk − λ λk − λ λk


k=n k=n k=n

Pero, para ε > 0, existirá un N (ε) > 0 tal que, para n, m > N , se cumplirá que

m
fk
ϕk (x) < ε
X
λk 2|λ| (3.130)
k=n

ya que ésto fue demostrado en la primera parte de la demostración del teorema de Hilbert-
Schmidt. Colocando (3.130) en (3.129), obtenemos:

m
X λfk
ϕk (x) < ε (3.131)

λk − λ


k=n

La desigualdad (3.131) significa que se cumple el criterio de Cauchy para nuestra serie,
por lo que ésta converge absoluta y uniformemente. Ası́ queda demostrado que existe la
solución de la ecuación (3.112), que viene dada por la fórmula de Schmidt (3.125) y que
dicha solución, para el caso en que λ 6= λk , es única.

2. Que λ = λk0 . Es decir, que el parámetro λ en la ecuación (3.112) coincide con uno de los
autovalores del núcleo.
Entonces, de (3.123), tendremos que:

(λk − λ)gk = λfk , ∀k 6= k0


0 · gk0 = λfk0 , ∀k = k0 (3.132)

Por lo tanto, hay dos posibilidades:


1) Si f (x) no es ortogonal a ϕk0 (x), o sea, si fk0 ≡ (f, ϕk0 ) 6= 0, de (3.132) tendrı́a que ser
λ = 0, lo que es un absurdo. Por consiguiente, en este caso, la ecuación (3.112) no tiene
solución.
2) Si f (x) es ortogonal a ϕk0 (x), o sea, si fk0 ≡ (f, ϕk0 ) = 0, entonces, (3.132) se cumple
para gk0 = C, donde C es una constante arbitraria.
Por lo tanto, para el caso en que λ = λk0 , o bien no existe solución para la ecuación
(3.112) (si f (x) no es ortogonal a ϕk0 (x)), o bien existe un número infinito de soluciones
que vienen dadas por la expresión:


X λfk
ϕ(x) = f (x) + ϕk (x) + Cϕk0 (x) (3.133)
λk − λ
k=1,(k6=k0 )
60 José Marı́n Antuña

donde C es una constante arbitraria.


De manera totalmente análoga, si λ coincidiera con un autovalor λk0 degenerado, cuyas
autofunciones son:

ϕk0 , ϕk1 , ..., ϕkr (3.134)

entonces, exigiendo que se cumpla la condición de ortogonalidad,

fks ≡ (f, ϕks ) = 0, ∀s = 0, 1, 2, ..., r (3.135)

la solución vendrá dada en la forma:

∞ r
X λfk X
ϕ(x) = f (x) + ϕk (x) + Cs ϕks (x) (3.136)
λk − λ
k=1,(k6=k0 ) s=0

donde Cs son constantes arbitrarias (de nuevo, el número de soluciones es infinito).

Como consecuencia del desarrollo del presente epı́grafe, tiene lugar el siguiente teorema, cono-
cido con el nombre de Alternativa de Fredholm:

Teorema.

Si la ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo tiene sólo solución trivial,
entonces, la correspondiente ecuación no homogénea tiene solución única y, si la ecuación ho-
mogénea tiene solución no trivial, entonces, la ecuación no homogénea, o bien no tiene solución,
o bien tiene infinitas soluciones.

Demostración:

Efectivamente, si en la ecuación (3.112) el parámetro λ no coincide con ningún autovalor del


núcleo, entonces, la ecuación homogénea correspondiente tendrá sólo solución trivial y (3.112)
tendrá solución única, dada por la fórmula de Schmidt (3.125).

Sin embargo, si el parámetro λ en la ecuación (3.112) es igual a un autovalor del núcleo, la


ecuación homogénea correspondiente tendrá por solución no trivial la autofunción asociada a
dicho autovalor y, por lo tanto, la ecuación (3.112) -según vimos arriba- o bien no tiene solución,
si la inhomogeneidad f (x) no es ortogonal a la autofunción mencionada, o bien tiene infinitas
soluciones, dadas por la fórmula (3.133), si f (x) es ortogonal a dicha autofunción.

Demostrado el teorema.

Es conveniente decir que nosotros hemos llegado a la alternativa de Fredholm por medio del
estudio de la teorı́a de las ecuaciones con núcleos simétricos; sin embargo, es posible demostrar
que ella es válida, también, para las ecuaciones con núcleos no simétricos.
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 61

3.7 Solución de la ecuación integral de Fredholm no ho-


mogénea de segundo tipo por el método de aproxi-
maciones sucesivas

En el presente epı́grafe desarrollaremos un método general para hallar la solución de la ecuación


integral de Fredholm no homogénea de segundo tipo, con núcleo K(x, s) arbitrario.

Veamos la ecuación,

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds + f (x) (3.137)
a

donde el núcleo K(x, s) puede ser complejo y no simétrico. Buscaremos la solución de la


ecuación (3.137) por el método de aproximaciones sucesivas, proponiendo como aproximación
inicial la inhomogeneidad de la ecuación:

ϕ0 (x) = f (x) (3.138)

y construyendo las aproximaciones sucesivas de la siguiente manera:

Z b
ϕ1 (x) = f (x) + λ K(x, s)ϕ0 (s)ds (3.139)
a

Z b
ϕ2 (x) = f (x) + λ K(x, s)ϕ1 (s)ds (3.140)
a

........................................................................

Z b
ϕn (x) = f (x) + λ K(x, s)ϕn−1 (s)ds (3.141)
a

Por su construcción, es evidente que, si la sucesión de funciones {ϕn (x)} ası́ construida converge
a una función continua, ésta será la solución de la ecuación (3.137). Tiene lugar el siguiente
teorema.

Teorema.

Si en la ecuación (3.137) el parámetro λ cumple que

1
|λ| < λ0 = (3.142)
M (b − a)
62 José Marı́n Antuña

donde M = max |K(x, s)|, entonces, para cualquier función continua f (x), la sucesión {ϕn (x)}
de las aproximaciones sucesivas converge uniformemente a la solución de la ecuación (3.137) y
esta solución es única.

Demostración:

Analicemos la siguiente serie:


X
S(x) = [ϕk (x) − ϕk−1 (x)] (3.143)
k=1

La suma parcial de esta serie es

Sn (x) = ϕ1 (x) − ϕ0 (x) + ϕ2 (x) − ϕ1 (x) + ...


+... + ϕn (x) − ϕn−1 (x) ≡ ϕn (x) − ϕ0 (x) (3.144)

Por consiguiente, se ve, claramente, que si la serie (3.143) converge, convergirá la sucesión
{ϕn (x)} y viceversa.

Valoremos la serie (3.143). Tenemos, de acuerdo con (3.138) y (3.139):

Z b

|ϕ1 (x) − ϕ0 (x)| = f (x) + λ
K(x, s)f (s)ds − f (x) =
a
Z b

= λ K(x, s)f (s)ds ≤ |λ|mM (b − a) (3.145)
a

donde m = max |f (x)|, que siempre existirá, pues, por hipótesis, f (x) es continua. De forma
similar, teniendo en cuenta (3.140) y (3.139):

Z b Z b

|ϕ2 (x) − ϕ1 (x)| = f (x) + λ
K(x, s)ϕ1 (s)ds − f (x) − λ K(x, s)ϕ0 (s)ds =
a a
Z b

= λ K(x, s)[ϕ1 (s) − ϕ0 (s)]ds ≤ |λ|2 mM 2 (b − a)2 (3.146)
a

Continuando este proceso, hallamos que:

|ϕn (x) − ϕn−1 (x)| ≤ m|λ|n M n (b − a)n (3.147)

O sea, introduciendo la notación:


Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 63

q = |λ|M (b − a) (3.148)

de (3.147) obtenemos:

|ϕn (x) − ϕn−1 (x)| ≤ mq n (3.149)

Es decir, hemos obtenido, para la serie (3.143), un mayorante numérico convergente, ya que,
de acuerdo con (3.142), q < 1.

Por el criterio de Weierstrass, concluimos, por lo tanto, que la serie (3.143) converge uniforme-
mente en [a, b].

Por consiguiente, la sucesión {ϕn (x)} de las aproximaciones sucesivas converge uniformemente
a la función ϕ(x), que será la solución de la ecuación (3.137).

Demostremos, ahora, que esta solución es única. Para ello, supondremos que existen dos
soluciones ϕ1 (x) y ϕ2 (x) de la ecuación (3.137). Analicemos la función

ω(x) = ϕ1 (x) − ϕ2 (x) (3.150)

Entonces, obviamente, (3.150) será solución de la ecuación homogénea

Z b
ω(x) = λ K(x, s)ω(s)ds (3.151)
a

Elevando al cuadrado (3.151) y aplicando la desigualdad de Cauchy-Buniakovsky, tendremos:

 Z b 2 Z b Z b
2 2 2
ω (x) = λ K(x, s)ω(s)ds ≤ λ K (x, s)ds ω 2 (s)ds (3.152)
a a a

Considerando la posibilidad de expresiones complejas, (3.152) debe escribirse en la forma:

Z b Z b
2 2 2
|ω(x)| ≤ |λ| |K(x, s)| ds |ω(s)|2 ds (3.153)
a a

Integrando (3.153) entre a y b, obtenemos:

Z b Z bZ b Z b
2 2 2
|ω(x)| dx ≤ |λ| |K(x, s)| dsdx |ω(s)|2 ds ≤
a a a a
Z b
2 2 2
≤ |λ| M (b − a) |ω(x)|2 dx (3.154)
a
64 José Marı́n Antuña

donde hemos tenido en cuenta la cota de K(x, s) en la primera integral y hemos sustituido la
variable muda de integración por x, ya que es una integral definida. De (3.154) obtenemos que:

Z b
2 2 2
[1 − |λ| M (b − a) ] |ω(x)|2 dx ≤ 0 (3.155)
a

Es decir:

Z b
2
(1 − q ) |ω(x)|2 dx ≤ 0 (3.156)
a

donde q < 1 viene dado por (3.148). Por tanto (1 − q 2 ) > 0 y, como la integral en (3.155),
evidentemente, no es negativa, de (3.156) se concluye que

Z b
|ω(x)|2 dx ≡ 0 (3.157)
a

De (3.157) se deduce que ω(x) ≡ 0, o sea, ϕ1 (x) ≡ ϕ2 (x), lo que demuestra la unicidad.

Demostrado el teorema.

Hay una consecuencia importante del teorema que acabamos de demostrar y que enunciaremos
en forma de corolario del mismo.

Corolario.

La ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds (3.158)
a

no puede tener autovalores menores en módulo que λ0 dado por (3.142). Es decir, que, obliga-
toriamente, los autovalores λk de la ecuación (3.158) cumplen que

1
λ k ≥ λ0 = (3.159)
M (b − a)

Demostración:

El teorema que acabamos de demostrar establece que, para cualquier λ que cumpla con (3.142),
la ecuación no homogénea (3.137) tiene solución única. Por la alternativa de Fredholm, ello
implica que la correspondiente ecuación homogénea (3.158) sólo tiene solución trivial; es decir,
no tiene autovalores en el intervalo (−λ0 < λ < λ0 ). En un eje λ los autovalores estarán fuera
de dicho intervalo.
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 65

Demostrado el corolario.

Es conveniente destacar que el teorema demostrado establece que la solución de la ecuación no


homogénea (3.137) puede buscarse por el método de aproximaciones sucesivas sólo en el caso
en que el parámetro λ se encuentre en el intervalo (−λ0 < λ < λ0 ); en este caso se garantiza la
unicidad de la solución.

Si el parámetro λ está fuera de dicho intervalo, habrá que tener en cuenta la alternativa de
Fredholm al buscar la solución y apoyarse en la fórmula de Schmidt (3.125) o la fórmula (3.136)
que -recordamos- son válidas, exclusivamente, para ecuaciones con núcleo simétrico.

Como dijimos arriba, el método de aproximaciones sucesivas para encontrar la solución dentro
del intervalo (−λ0 < λ < λ0 ) es válido para ecuaciones con núcleo arbitrario.

Por último, es conveniente destacar que el proceso estudiado en este epı́grafe es una particu-
larización del visto en el capı́tulo Elementos de Espacios Funcionales y Operadores del
libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica del autor.

Las aproximaciones sucesivas aquı́ construidas no son otra cosa que un caso particular de la
serie de Neumann estudiada en el epı́grafe de dicho capı́tulo titulado Complementos de la
teorı́a espectral de operadores, al estudiar las ecuaciones operacionales.

El teorema aquı́ demostrado es la particularización del teorema general allá demostrado para
las ecuaciones operacionales en un espacio de Banach.

3.8 Ejemplos de solución de ecuaciones integrales de


Fredholm de segundo tipo
1. Z π
ϕ(x) = cos(x + s)ϕ(s)ds + 1 (3.160)
0

Hagamos un análisis detallado. Tenemos que M = max | cos(x + s)| = 1, b − a = π. Por


lo tanto

1
λ=1> ≈ 0.31 (3.161)
M (b − a)

Por lo tanto, la solución no puede ser hallada por el método de aproximaciones sucesivas.
Por ello, buscaremos la solución de la ecuación homogénea correspondiente para, luego,
aplicar la alternativa de Fredholm. La ecuación homogénea es
Z π
ϕ(x) = λ cos(x + s)ϕ(s)ds (3.162)
0

con núcleo
66 José Marı́n Antuña

K(x, s) = cos(x + s) ≡ cos x cos s − sin x sin s (3.163)


es decir, degenerado. Por lo tanto, la solución será de la forma

ϕ(x) = C1 cos x + C2 sin x (3.164)

Colocando (3.164) en la ecuación (3.162), obtenemos:

Z π
C1 cos x + C2 sin x = λ [cos x cos s − sin x sin s][C1 cos s + C2 sin s]ds =
0
Z π Z π
2
= λC1 cos x cos sds − λC1 sin x cos s sin sds +
Z π 0 Z π0
+ λC2 cos s sin sds − λC2 sin x sin2 sds =
0 0
π π
= λ C1 cos x − λ C2 sin x (3.165)
2 2
ya que cos s y sin s son ortogonales en [0, π]. De (3.165) concluimos que los autovalores y
las autofunciones son:

π
λ1 =, ϕ1 (x) = C1 cos x
2
π
λ2 = − , ϕ2 (x) = C2 sin x (3.166)
2
Nótese que se comprueba lo planteado en el corolario del teorema del epı́grafe anterior:
los autovalores están fuera del intervalo (−1/π, 1/π) en el eje λ. También se constata
que, por ser el núcleo degenerado de orden dos, existen no más de dos autovalores y
dos autofunciones del núcleo. Los coeficientes C1 y C2 los hallamos de la condición de
normalización:
Z π Z π
2
k ϕ1 k = C12 2
cos xdx = 1, k ϕ2 k = 2
C22 sin2 xdx = 1 (3.167)
0 0

de donde
r
2
C1 = C2 = (3.168)
π
Por lo tanto, finalmente, la solución de la ecuación homogénea (3.162) vendrá dada por
las autofunciones y los autovalores:

r
2 2
ϕ1 (x) = cos x, λ1 =
π π
r
2 2
ϕ2 (x) = sin x, λ2 = − (3.169)
π π
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 67

Vemos que λ = 1 en la ecuación (3.160) no coincide con ningún autovalor del núcleo. Por
lo tanto, la ecuación homogénea
Z π
ϕ(x) = cos(x + s)ϕ(s)ds (3.170)
0

sólo tiene solución trivial y, por la alternativa de Fredholm, la ecuación (3.160) tiene
solución única, dada por la fórmula de Schmidt (3.125).
En ella, f (x) = 1, λ = 1.
Tendremos, por tanto:

f1 ϕ1 (x) f2 ϕ2 (x)
ϕ(x) = 1 + + (3.171)
λ1 − 1 λ2 − 1
Calculemos los coeficientes:
r Z π r
2 2
f1 = (1, ϕ1 ) = 1 · cos xdx = sin x|π0 = 0 (3.172)
π 0 π
r Z π r r
2 2 0 2
f2 = (1, ϕ2 ) = 1 · sin xdx = cos x|π = 2 (3.173)
π 0 π π

Por lo tanto:

2 π2 sin x 2 sin x
ϕ(x) = 1 + =1− (3.174)
2
−π − 1 1 + π2

2. Z 2
ϕ(x) = 3 xsϕ(s)ds + 3x − 2 (3.175)
0

En este ejercicio el núcleo

K(x, s) = xs (3.176)

es degenerado. Por consiguiente, como M = max |xs| = 4 y b − a = 2, tendremos que

1 1
λ=3> = (3.177)
M (b − a) 8

Ası́ pues, buscamos la solución de la ecuación homogénea


Z 2
ϕ(x) = λ xsϕ(s)ds (3.178)
0

en la forma ϕ(x) = Cx. Colocando en (3.178), obtenemos:


68 José Marı́n Antuña

2 2
s3 2 8
Z Z
Cx = λ xsCsds = λCx s2 ds = λCx | = λCx (3.179)
0 0 3 0 3

Ası́ pues, obtenemos el único autovalor (ya que el núcleo es degenerado de orden uno):
λ = 38 .
Exigiendo que la autofunción sea normalizada:
Z 2
2 2
kϕk =C x2 dx = 1 (3.180)
0

obtenemos la solución de la ecuación homogénea (3.178):


r
3 3
ϕ(x) = x, λ = (3.181)
8 8
Como el parámetro λ = 3 de la ecuación no homogénea (3.175) no coincide con el autovalor
de la ecuación homogénea, por la alternativa de Fredholm, la solución será única y vendrá
dada por la fórmula de Schmidt.
Tenemos que, en este caso, el único coeficiente fk , correspondiente a la única autofunción
es:

Z 2
r r Z 2 r
3 3 2 3
fk = (3x − 2) xdx = (3x − 2x) = 4 (3.182)
0 8 8 0 8
Por lo tanto:
q q
3 · 4 38 38 x 9x
ϕ(x) = 3x − 2 + 3 = −2 (3.183)
8
−3 7

3. Z 1
ϕ(x) = 3 xsϕ(s)ds + 3x − 2 (3.184)
0

Este es un ejercicio muy parecido al anterior, sólo que el intervalo de integración es


diferente. Resolveremos la ecuación homogénea
Z 1
ϕ(x) = λ xsϕ(s)ds (3.185)
0

Como el núcleo es degenerado, proponemos la solución como ϕ(x) = Cx. Colocando en


(3.185):

1
s3 1
Z
λ
Cx = λ xsCsds = λCx |0 = C x (3.186)
0 3 3
Por lo tanto, el autovalor y la autofunción ya normada serán:
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 69


λ = 3, ϕ(x) = 3x (3.187)

Vemos que, en este caso, el parámetro λ en la ecuación (3.184) coincide con el autovalor
de la correspondiente ecuación homogénea (3.185).
De acuerdo con la alternativa de Fredholm, o bien no existe solución, o bien existen
infinitas soluciones de (3.184).
Esto se determina, como sabemos, analizando el producto interno de la inhomogeneidad
con la autofunción. Tenemos:
Z 1 √ √ Z 1 2 √
(f, ϕ) = (3x − 2) 3xdx = 3 (3x − 2x)dx = 3(x2 − x2 )|10 = 0 (3.188)
0 0

Es decir, la inhomogeneidad es ortogonal a la autofunción, por lo que existirán infinitas


soluciones de nuestra ecuación (3.184).
Como el núcleo es simétrico, aplicando (3.133), obtenemos, como hay una sola auto-
función, cuyo autovalor coincide con λ:
√ √
ϕ(x) = 3x − 2 + C 3x = (C 3 + 3)x − 2 (3.189)

Llamando K = C 3 + 3, finalmente, nos queda la solución en la forma:

ϕ(x) = Kx − 2 (3.190)

donde K es una constante arbitraria.

4. Z 1
ϕ(x) = (x + s)ϕ(s)ds + 18x2 − 9x − 4 (3.191)
0

Resolvemos la correspondiente ecuación homogénea


Z 1
ϕ(x) = λ (x + s)ϕ(s)ds (3.192)
0

Como el núcleo, K(x, s) = x + s, es degenerado, buscamos la solución en la forma

ϕ(x) = C1 + C2 x (3.193)

Sustituyendo (3.193) en (3.192), obtenemos la ecuación para los autovalores λ:


2
λ2

(1 − λ ) − λ3

2

=− 1− λ
+ =0 (3.194)
λ −(1 − λ2 ) 2 3
o sea:

λ2 + 12λ − 12 = 0
70 José Marı́n Antuña

Por consiguiente, los autovalores de la ecuación (3.192) son:


√ √
λ1 = −6 + 4 3, λ2 = −6 − 4 3 (3.195)

Las autofunciones, ya normalizadas, que les corresponden son:


√ √
1+x 3 1−x 3
ϕ1 (x) = p √ , ϕ2 (x) = p √ (3.196)
2+ 3 2− 3
Como el parámetro λ = 1 en la ecuación no homogénea (3.191) no coincide con ninguno
de los autovalores y está fuera del intervalo (−λ0 , λ0 ), con

1 1
λ0 = = (3.197)
M (b − a) 2
la solución única de la ecuación (3.191) vendrá dada por la fórmula de Schmidt (3.125)
que aquı́ toma la forma:

2
2
X fk ϕk (x)
ϕ(x) = 18x − 9x − 4 + 1 (3.198)
k=1
λk − λ

Calculando los coeficientes:



5+ 3
f1 = (f, ϕ1 ) = − p √ (3.199)
2 2+ 3

5− 3
f2 = (f, ϕ2 ) = − p √ (3.200)
2 2− 3
y, efectuando los cálculos algebráicos, se obtiene, finalmente, la solución como:

ϕ(x) = 18x2 + 12x + 9 (3.201)

5. Z 1
ϕ(x) = 2 xϕ(s)ds + 2x − 1 (3.202)
0

Resolvemos la ecuación homogénea correspondiente:


Z 1
ϕ(x) = λ xϕ(s)ds (3.203)
0

cuyo núcleo, K(x, s) = x ≡ u(x)v(s), con u(x) = x, v(s) = 1, es degenerado de orden


uno. Por lo tanto, la solución la proponemos como ϕ(x) = Cx.
Colocando en (3.203), hallamos el autovalor y la autofunción normalizada:

λ = 2, ϕ(x) = 3x (3.204)
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 71

Vemos que el parámetro λ en la ecuación no homogénea (3.202) coincide con el autovalor


de la ecuación homogénea correspondiente (3.203).
Por lo tanto, hay que analizar el producto interno de la inhomogeneidad con la auto-
función, para determinar si existe la solución. Tenemos:

1 √ √ Z 1 2 √
Z  
2 1
(f, ϕ) = (2x − 1) 3xdx = 3 (2x − x)dx = 3 − 6= 0 (3.205)
0 0 3 2
Es decir, la inhomogeneidad no es ortogonal a la autofunción y, por la alternativa de
Fredholm, la ecuación (3.202) no tiene solución.

3.9 Ecuaciones integrales de Volterra

La ecuación integral de Volterra de segundo tipo tiene la forma general

Z x
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds + f (x) (3.206)
a

donde K(x, s) 6= 0 y continuo en el triángulo a ≤ s ≤ x ≤ b.

Busquemos su solución por el método de aproximaciones sucesivas. Para ello, proponemos la


aproximación inicial:

ϕ0 (x) = f (x) (3.207)

y construimos las aproximaciones sucesivas en la forma siguiente:

Z x
ϕ1 (x) = f (x) + λ K(x, s)ϕ0 (s)ds (3.208)
a

Z x
ϕ2 (x) = f (x) + λ K(x, s)ϕ1 (s)ds (3.209)
a

.............................................................

Z x
ϕn (x) = f (x) + λ K(x, s)ϕn−1 (s)ds (3.210)
a

Por construcción, si la sucesión {ϕn (x)} converge, lo hace a la solución de (3.206).

Tiene lugar una importante afirmación:

Teorema.
72 José Marı́n Antuña

Para cualquier función f (x) continua en [a, b] y para cualquier λ, la sucesión {ϕn (x)} de las
aproximaciones sucesivas converge uniformemente a la solución de la ecuación (3.206) y dicha
solución es única.

Demostración:

Analicemos la serie


X
S(x) = [ϕk (x) − ϕk−1 (x)] (3.211)
k=1

Su suma parcial, evidentemente, es:

Sn (x) = ϕn (x) − ϕ0 (x) (3.212)

por lo tanto, si la serie (3.211) converge, también converge la sucesión {ϕn (x)} y viceversa.

Valoremos los miembros de la serie (3.211). Tenemos:

Z x

|ϕ1 (x) − ϕ0 (x)| = f (x) + λ
K(x, s)f (s)ds − f (x) =
a
Z x

= λ
K(x, s)f (s)ds ≤ |λ|mM (x − a) (3.213)
a

donde M = max|K(x, s)| y m = min|f (x)| en virtud de la continuidad de ambas funciones.

De manera análoga, obtenemos:

(x − a)n
|ϕn (x) − ϕn−1 (x)| ≤ m|λ|n M n (3.214)
n!

y, como b ≥ x, podemos, en definitiva, escribir que:

(b − a)n
|ϕn (x) − ϕn−1 (x)| ≤ m|λ|n M n (3.215)
n!

De esta manera, hemos hallado para la serie (3.211) un mayorante numérico convergente para
cualquier valor de λ debido a la presencia de n! en el denominador.

Por el criterio de Weierstrass concluimos que la serie (3.211) converge uniformemente en [a, b]
para cualquier λ y, por consiguiente, la sucesión {ϕn (x)} de las aproximaciones sucesivas con-
verge uniformemente en [a, b] para cualquier λ a la solución ϕ(x) de la ecuación (3.206).
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 73

Demostremos, ahora, la unicidad de la solución.

Para ello, supondremos que, para cierta λ̄ existen dos soluciones de (3.206), ϕ1 (x) y ϕ2 (x),
diferentes entre sı́. Entonces, la función:

ω(x) = ϕ1 (x) − ϕ2 (x) (3.216)

satisface, para λ = λ̄, la ecuación homogénea:

Z x
ω(x) = λ̄ K(x, s)ω(s)ds (3.217)
a

Suponiendo ω(x) no idénticamente igual a cero, veamos la siguiente ecuación no homogénea:

Z x
ϕ(x) = λ̄ K(x, s)ϕ(s)ds + ω(x) (3.218)
a

Construyendo el sistema de aproximaciones sucesivas para (3.218), tendremos lo siguiente:

ϕ0 (x) = ω(x)

Z x
ϕ1 (x) = ω(x) + λ̄ K(x, s)ω(s)ds ≡ 2ω(x)
a

.......................................................

ϕn (x) = (n + 1)ω(x) (3.219)

donde hemos tenido en cuenta (3.217).

Pero, la sucesión funcional (3.219) es, evidentemente, divergente, lo que contradice la primera
parte de la demostración de este teorema, donde fue demostrado que, para toda inhomo-
geneidad continua, las aproximaciones sucesivas convergen uniformemente.

Por consiguiente, debe cumplirse, forzosamente, que ω(x) ≡ 0, lo que implica que ϕ1 (x) ≡
ϕ2 (x), con lo que queda demostrada la unicidad.

Demostrado el teorema.

Nótese que el teorema demostrado nos permite concluir que la ecuación no homogénea de
Volterra (3.206) siempre tiene solución única y que la ecuación homogénea sólo tiene solución
trivial.
74 José Marı́n Antuña

3.10 Solución de ecuaciones integrales de Volterra por


transformadas integrales

En ocasiones, es posible utilizar la técnica de las transformadas integrales para resolver deter-
minadas ecuaciones integrales.

En un capı́tulo posterior veremos la aplicación de la transformada de Fourier a la solución


de ecuaciones integrales con núcleo dependiente de la diferencia de las variables entre lı́mites
infinitos.

Aquı́ veremos la aplicación de la transformada de Laplace a ecuaciones de Volterra con núcleos


dependientes de la diferencia de sus variables.

La esencia del método radica en la aplicación consecuente de la transformada de Laplace y de


sus propiedades -estudiadas en el libro de Teorı́a de Funciones de Variable Compleja del
autor- a la ecuación a resolver, por lo que sólo lo ejemplificaremos en un par de casos, a modo
de ilustración.

1. Supongamos que queremos resolver la ecuación integral:


Z t
ϕ(t) = at + sin(t − τ )ϕ(τ )dτ (3.220)
0

Denotando por Φ(p) a la transformada de Laplace de ϕ(t) y teniendo presente que:

1
t:
p2

1
sin t :
p2 +1
y que, de acuerdo con el teorema de la convolución,
Z t
1
sin(t − τ )ϕ(τ )dτ : Φ(p)
0 p2 +1
de (3.220), aplicando la transformada de Laplace, obtenemos la ecuación operacional:

a 1
Φ(p) = 2
+ 2 Φ(p) (3.221)
p p +1
de donde, para la transformada de la función incógnita Φ(p), se obtiene:

a(p2 + 1)
Φ(p) = (3.222)
p4
Por consiguiente, aplicando la fórmula de Mellin para el cálculo del original a partir de
la transformada, tendremos que (a > 0):
Cálculo de todos los autovalores y las autofunciones 75

s+i∞
a(p2 + 1) pt a d3 t3
Z  
1 2 pt
ϕ(t) = e dp = [(p + 1)e ]p=0 = a t + (3.223)
2πi s−i∞ p4 6 dp3 6

que es la solución buscada de la ecuación (3.220).

2. Resolvamos, de forma similar, la ecuación:

t
t2
Z
ϕ(t) = + et−τ ϕ(τ )dτ (3.224)
2 0

Como:

2
t2 :
p3

1
et :
p−1

aplicando la transformada de Laplace a (3.224) y teniendo en cuenta el teorema de la


convolución, obtenemos la ecuación operacional:

12 1
Φ(p) = 3
+ Φ(p) (3.225)
2p p−1

de donde:

p−1
Φ(p) = (3.226)
p3 (p − 2)

Aplicando la fórmula de Mellin, obtenemos:

1 d2 (p − 1)ept (p − 1)ept t4
 
t 1 1
ϕ(t) = 2
+ 3
|p=2 = − − + e2t (3.227)
2 dp p−2 p=0 p 4 4 8 8

que es la solución buscada.

Con el empleo de esta técnica puede acometerse, con relativa facilidad, la solución de ecuaciones
integrales de Volterra del tipo indicado, ası́ como de ecuaciones integro-diferenciales, donde la
función incógnita se encuentre bajo las operaciones de derivación y de integración, a la vez, en
la misma ecuación.
76 José Marı́n Antuña

3.11 Ejercicios del Capı́tulo


1. Z 1
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds (3.228)
0
donde

K(x, s) = x(1 − s), ∀x ≤ s

K(x, s) = s(1 − x), ∀x ≥ s

2. Z 2π
ϕ= sin(x + s)ϕ(s)ds + sin x + cos x (3.229)
0

3. Z 2π
ϕ(x) = λ cos(x − s)ϕ(s)ds (3.230)
0

4. Z 1
ϕ(x) = 2 xϕ(s)ds + 2x − 1 (3.231)
0

5. Z 1
5
ϕ(x) = (xs + x2 s2 )ϕ(s)ds + x (3.232)
2 −1

6. Z 1
1
ϕ(x) = 2 ex+s ϕ(s)ds + ex (3.233)
e −1 0

7. Z 2
ϕ(s)
ϕ(x) = ds + x (3.234)
1 xs
8. Z 2
x
ϕ(x) = 2 ϕ(s)ds + x (3.235)
1 s
Capı́tulo 4

Equivalencia entre los problemas de


frontera de ecuaciones diferenciales y
las ecuaciones integrales con núcleo
simétrico

En el presente capı́tulo estudiaremos uno de los resultados más importantes de la teorı́a de las
ecuaciones integrales de la Fı́sica Matemática.

Con él se incrementa la importancia de la teorı́a de las ecuaciones integrales en el estudio y


resolución de los problemas de esta disciplina.

Con la equivalencia que estableceremos, se logra dar un carácter cerrado, armónico y de gran
belleza a la teorı́a y lograremos, además, dar justificación a las propiedades de los autovalores
y las autofunciones de los problemas de frontera que hemos enunciado y sólo parcialmente
demostrado en el libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica del autor.

Primeramente, acometeremos la construcción de la función de Green de una ecuación diferencial.

4.1 Función de Green

En el presente epı́grafe estudiaremos el operador diferencial

 
d dy
L[y] = k(x) − q(x)y (4.1)
dx dx

donde k(x) > 0 y q(x) son funciones continuas en cierto intervalo de definición [a, b].

El operador (4.1) ya es conocido por nosotros desde el libro de Métodos Matemáticos de la


Fı́sica, cuando estudiamos las funciones especiales de la Fı́sica Matemática.

77
78 José Marı́n Antuña

El operador (4.1) es un operador lineal autoconjugado. En el mencionado libro vimos que, por
operador autoconjugado se entiende al operador A que cumpla que A∗ = A.

En el caso de operadores diferenciales del tipo

3 X
3 3
X ∂2y X ∂y
L[y] = aik + bk + cy (4.2)
i=1 k=1
∂xi ∂xk k=1 ∂xk

éstos serán autoconjugados, si pueden ser escritos en la forma:

3 3
X ∂ X ∂y
L[y] = aik + cy (4.3)
i=1
∂x i
k=1
∂x k

En el caso unidimensional, (4.3) nos da (4.1). Es posible verificar que si el operador L es


autoconjugado, se cumple que:

d
y2 L[y1 ] − y1 L[y2 ] = h(x) (4.4)
dx

donde h(x) es cierta función que se expresa a través de y1 (x) y y2 (x) sin cuadraturas.

Planteemos, ahora, el siguiente problema para este operador:

L[y] = −f (x), ∀a < x < b


y(a) = 0 (4.5)
y(b) = 0

donde f (x) es una función continua dada en el intervalo [a, b]. Analicemos, simultáneamente,
el problema homogéneo correspondiente:

L[y] = 0, ∀a < x < b


y(a) = 0 (4.6)
y(b) = 0

Aclaremos que si en uno de los extremos del intervalo, x = a ó x = b, o en ambos, se verifica que
k(x) = 0, entonces, en lugar de la condición de igualdad a cero de la función y(x) en ese punto,
en el problema (4.5) y su correspondiente (4.6), sólo debemos exigir que la función y(x) sea
acotada, cosa que ya estudiamos en los capı́tulos correspondientes a la teorı́a de las Funciones
Especiales, del libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica.
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 79

Estudiemos el siguiente concepto.

Definición:

Llamaremos función de Green G(x, s) del operador L[y] en el intervalo [a, b] a la función de
dos variables que cumpla las siguientes condiciones:

1. G(x, s) es continua respecto a x y a s en [a, b].

2. G(a, s) = G(b, s) = 0.
∂G ∂2G
3. G(x, s) tiene en el intervalo abierto (a, b) derivadas ∂x
y ∂x2
continuas para todo x 6= s
y cumple la ecuación

Lx [G] = −δ(x − s) (4.7)

El subı́ndice x en el operador L indica que las derivadas están tomadas con respecto a la variable
x, de manera que s juega el papel de un parámetro en la misma.

El lector puede percatarse de que, en la definición dada, estamos en presencia de la solución


fundamental del operador que, además, cumple con las condiciones de frontera del problema
planteado.

Con estos conceptos ya hemos tenido que ver anteriormente, en el Capı́tulo del Método de la
Función de Green del libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica.

Aquı́, no obstante, haremos un estudio detallado, dirigido a los objetivos que nos proponemos
en esta teorı́a.

La definición dada nos permite enunciar las dos siguientes propiedades para la función de Green:

∂G
1. La derivada ∂x
tiene una discontinuidad de primer tipo en el punto x = s.
Recordemos que se llama discontinuidad de primer tipo al punto x0 para la función
f (x), si los lı́mites de esta función por la derecha y por la izquierda en el punto x0
son finitos y desiguales entre sı́; (también se le conoce con el nombre de singularidad
esencial).
Demostración:
Tenemos, por definición, que la función G(x, s) satisface la ecuación (4.7).
Integremos (4.7) con respecto a x entre s−ε y s+ε, donde ε > 0 es arbitraria. Tendremos:

Z s+ε   Z s+ε Z s+ε


d ∂G
k(x) dx − q(x)G(x, s)dx = − δ(x − s)dx (4.8)
s−ε dx ∂x s−ε s−ε

Es decir:
80 José Marı́n Antuña

Z s+ε
∂G s+ε
k(x) | − q(x)G(x, s)dx = −1 (4.9)
∂x s−ε s−ε

La expresión (4.9) significa:


Z s+ε
∂G ∂G
k(s + ε) (s + ε, s) − k(s − ε) (s − ε, s) − q(x)G(x, s)dx = −1 (4.10)
∂x ∂x s−ε

Teniendo en cuenta que k(x), q(x) y G(x, s) son continuas en [a, b], tomando el lı́mite
para ε → 0 en (4.10), obtenemos:
 
∂G ∂G
k(s) (s + 0, s) − (s − 0, s) = −1 (4.11)
∂x ∂x
Es decir:

∂G ∂G 1
(s + 0, s) − (s − 0, s) = − (4.12)
∂x ∂x k(s)
Demostrada la propiedad.
Es decir, hemos demostrado que la ecuación (4.7) implica la condición (4.12).
Para futuros cálculos, es conveniente demostrar la afirmación recı́proca, es decir, que
(4.12) implica a (4.7).
Demostrémoslo. Para ello, supongamos que

Lx [G] = −f (x, s) (4.13)

donde f (x, s) es cierta función. Tenemos que demostrar que f ≡ δ.


Por hipótesis, se cumple la discontinuidad de la primera derivada.
Integremos (4.13) en el intervalo x ∈ (x0 − ε, x0 + ε).
Z x0 +ε Z x0 +ε
Lx [G]dx = − f (x, s)dx (4.14)
x0 −ε x0 −ε

De aquı́:

∂G(x0 + ε, s) ∂G(x0 − ε, s)
k(x0 + ε) − k(x0 − ε) −
Z ∂xx0 +ε Z ∂x x0 +ε
− q(x)G(x, s)dx = − f (x, s)dx (4.15)
x0 −ε x0 −ε

∂G
Sea x0 6= s. Entonces, ∂x
es continua (pues sólo es discontinua en x = s) y k(x), q(x) y
G(x, s) son continuas.
Por lo tanto, en este caso para ε → 0 queda
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 81

Z x0 +0
0= f (x, s)dx, x0 6= s (4.16)
x0 −0

Sea s = x0 . En este caso, a la izquierda, para ε → 0 queda −1:


Z x0 +0
−1 = − f (x, s)dx (4.17)
x0 −0

de donde
Z x0 +0
f (x, s)dx = 1, x0 = s (4.18)
x0 −0

Por consiguiente, f (x, s) = δ(x − s), ya que ésta es la única función posible con tal
comportamiento.
Ası́ queda demostrado que la discontinuidad implica que G(x, s) satisface (4.7)
O sea, (4.7) y (4.12) son equivalentes.

2. Lx [G] = 0 para todo a < x < b y x 6= s.


Demostración:
Es evidente, a partir de (4.7) y de la definición de la función delta de Dirac.

Tiene lugar el siguiente teorema relativo a las caracterı́sticas de la solución del problema (4.5).

Teorema.

Si el problema homogéneo (4.6) tiene sólo solución trivial, entonces:

1. Existe la función de Green G(x, s) del operador L[y] única en [a, b] y simétrica con respecto
a sus variables.

2. El problema no homogéneo (4.5) siempre tiene solución única, que se expresa por la
fórmula
Z b
y(x) = G(x, s)f (s)ds (4.19)
a

Demostración:

Demostremos, primero, la existencia de la función de Green del operador L[y] en el intervalo


[a, b]. La ecuación

L[y] = 0 (4.20)
82 José Marı́n Antuña

es una ecuación diferencial ordinaria de segundo orden; por lo tanto tiene dos soluciones line-
almente independientes.

Llamemos y1 (x) y y2 (x) a dos soluciones linealmente independientes, a las que exigiremos que
cumplan que

y1 (a) = 0, y1 (b) 6= 0 (4.21)

y2 (a) 6= 0, y2 (b) = 0 (4.22)

Evidentemente, y1 (x) y y2 (x) son linealmente independientes en [a, b]. Propongamos la función
G(x, s) en la forma:

G(x, s) = c(s)y1 (x)y2 (s), ∀a ≤ x ≤ s ≤ b


G(x, s) = c(s)y1 (s)y2 (x), ∀a ≤ s ≤ x ≤ b (4.23)

donde c(s) es cierto parámetro, en principio función de s. La función ası́ construida cumple
los requisitos 1 y 2 de la definición de función de Green, pues es continua respecto a ambos
argumentos y, además:

G(a, s) ≡ c(s)y1 (a)y2 (s) = 0


G(b, s) ≡ c(s)y1 (s)y2 (b) = 0 (4.24)

en virtud de (4.21) y (4.22).

Por otra parte, para a ≤ x ≤ s ≤ b:

Lx [G] = c(s)y2 (s)Lx [y1 (x)] ≡ 0 (4.25)

y, para a ≤ s ≤ x ≤ b:

Lx [G] = c(s)y1 (s)Lx [y2 (x)] ≡ 0 (4.26)

ya que y1 (x) y y2 (x) son dos soluciones linealmente independientes de la ecuación (4.20).

Por lo tanto, la función construida cumple una de las propiedades demostradas para la función
de Green.

La condición (4.7) de la definición de función de Green, según vimos, es equivalente a la


propiedad (4.12) demostrada arriba.
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 83

Comprobemos, por tanto, que la función (4.23) cumple con (4.12).

Es decir, exijamos que:

∂G ∂G 1
(s + 0, s) − (s − 0, s) ≡ c(s)y1 (s)y20 (s) − c(s)y10 (s)y2 (s) = − (4.27)
∂x ∂x k(s)

Pero

c(s)y1 (s)y20 (s) − c(s)y10 (s)y2 (s) ≡ c(s)W (s) (4.28)

donde


y s) y2 (s)
W (s) = 0(

6= 0 (4.29)
y1 (s) y20 (s)

es el wronskiano de las funciones y1 (x) y y2 (x), el cual no es idénticamente nulo, ya que las
funciones son linealmente independientes.

Por consiguiente, de (4.27) y (4.28) obtenemos, para c(s), la expresión

1
c(s) = − (4.30)
k(s)W (s)

de manera que, de (4.23), la función de Green queda construida en la forma:

y1 (x)y2 (s)
G(x, s) = − , ∀a ≤ x ≤ s ≤ b
k(s)W (s)
y1 (s)y2 (x)
G(x, s) = − , ∀a ≤ s ≤ x ≤ b (4.31)
k(s)W (s)

Como puede observarse de (4.31), la función de Green construida es continua. Sin embargo no
es evidente de (4.31) que sea simétrica, ya que al intercambiar x por s en estas ecuaciones en
los denominadores aparece k(x) y W (x) en lugar de dichas funciones evaluadas en s.

Analicemos de manera más detallada las caracterı́sticas del parámetro c(s) dado por (4.30).

Para ello, veamos la siguiente expresión:


84 José Marı́n Antuña

d d
[k(x)W (x)] = {k(x)[y1 (x)y20 (x) − y10 (x)y2 (x)]} =
dx dx
d d
y1 (x) [k(x)y20 (x)] − y2 (x) [k(x)y10 (x)] ≡
dx dx
≡ y1 (x)L[y2 (x)] − y2 (x)L[y1 (x)] ≡ 0 (4.32)

ya que y1 (x) y y2 (x) son soluciones de (4.20).

La expresión (4.32) nos indica que

k(x)W (x) ≡ c = constante

Por consiguiente, c(s) -que habı́amos, inicialmente, propuesto como función de s- resulta ser
una constante:

1
c(s) = − ≡c (4.33)
k(s)W (s)

Por consiguiente, la función de Green construida resulta ser, además, simétrica como se requerı́a.

De esta forma queda demostrada la existencia de la función de Green, ya que hemos logrado
construirla con la expresión (4.31).

Demostremos, ahora, que la función de Green es única. Para ello, supongamos la existencia de
dos funciones de Green G1 (x, s) y G2 (x, s) del operador L[y].

Entonces, la función

w(x, s) = G1 (x, s) − G2 (x, s) (4.34)

satisfará el problema homogéneo (4.6), ya que

Lx [w] = Lx [G1 ] − Lx [G2 ] = −δ(x − s) + δ(x − s) = 0 (4.35)

w(a, s) = G1 (a, s) − G2 (a, s) = 0, w(b, s) = G1 (b, s) − G2 (b, s) = 0 (4.36)

Pero, por hipótesis del teorema, el problema (4.6) sólo tiene solución trivial. Por lo tanto,
w(x, s) ≡ 0 y G1 (x, s) ≡ G2 (x, s), lo que demuestra la unicidad de la función de Green.
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 85

Una vez demostrado que la función de Green (4.31) del operador L[y] es única, queda de-
mostrado automáticamente que, si la fórmula (4.19) es solución del problema (4.5), ésta será
única, ya que suponer dos soluciones diferentes del problema (4.5) nos conducirı́a a que su
diferencia serı́a solución del problema homogéneo (4.6), el cual sólo tiene solución trivial.

Por lo tanto, sólo nos queda demostrar que la función (4.19) es solución del problema (4.5).

Esto es evidente, ya que, aplicando el operador L[y] a la fórmula (4.19), obtenemos:

Z b Z b
L[y] = Lx [G(x, s)]f (s)ds ≡ − δ(x − s)f (s)ds ≡ −f (x) (4.37)
a a

donde hemos tenido en cuenta la ecuación (4.7) para la función de Green.

Además:

Z b
y(a) = G(a, s)f (s)ds = 0 (4.38)
a

Z b
y(b) = G(b, s)f (s)ds = 0 (4.39)
a

pues G(a, s) = 0 y G(b, s) = 0, por definición de función de Green.

Las expresiones (4.37), (4.38) y (4.39) prueban que, efectivamente, la fórmula (4.19) nos da la
solución única del problema (4.5).

Demostrado el teorema.

Veamos un ejemplo ilustrativo de construcción de la función de Green. Supongamos que que-


remos resolver el siguiente problema de frontera:

π
y 00 + y = cos x, ∀0 < x <
2
y(0) = 0 (4.40)
y(π/2) = 0

El problema (4.40) es un caso particular del problema (4.5), con k(x) = 1, q(x) = −1 y
f (x) = − cos x, a = 0, b = π/2. Es evidente que el problema homogéneo correspondiente

π
y 00 + y = 0, ∀0 < x <
2
y(0) = 0 (4.41)
y(π/2) = 0
86 José Marı́n Antuña

sólo tiene solución trivial. Por consiguiente, tiene validez el teorema demostrado; es decir, existe
la función de Green única del operador y la solución única del problema (4.40) viene dada por
la fórmula (4.19). Construyamos la función de Green.

La ecuación y 00 + y = 0 tiene las soluciones fundamentales

y1 (x) = sin x, y2 (x) = cos x (4.42)

que cumplen los requisitos establecidos: y1 (0) = 0, y1 (π/2) 6= 0, y2 (0) 6= 0, y2 (π/2) = 0. Como
aquı́ k(s) = 1 y el wronskiano


sin s cos s
W (s) = = − sin2 s − cos2 s = −1 (4.43)
cos s − sin s

la función de Green, de acuerdo con (4.31), será:

π
G(x, s) = sin x cos s, ∀0 ≤ x ≤ s ≤
2
π
G(x, s) = sin s cos x, ∀0 ≤ s ≤ x ≤ (4.44)
2

La solución única del problema (4.40) será, por lo tanto, de acuerdo con (4.19):

Z π/2 Z π/2
y(x) = G(x, s)f (s)ds = − G(x, s) cos sds =
0 0
Z x Z π/2
− sin s cos x cos sds − sin x cos s cos sds =
0 x
Z x Z π/2 x π 
2
= − cos x sin s cos sds − sin x cos sds = − sin x (4.45)
0 x 2 4

Es fácilmente comprobable que la ecuación (4.45) hallada cumple, efectivamente, la ecuación y


las condiciones de frontera del problema (4.40).
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 87

4.2 Equivalencia entre un problema de


Sturm-Liouville y una ecuación integral con núcleo
simétrico. Propiedades de los autovalores y las au-
tofunciones del problema de Sturm-Liouville

4.2.1 Teorema de equivalencia

Pasaremos, ahora, al estudio de uno de los problemas de mayor relevancia en la teorı́a de las
ecuaciones integrales con núcleo simétrico y que le confiere a éstas una importancia destacada
en la Fı́sica Matemática.

Analicemos el siguiente problema de frontera:

L[y] + λp(x)y = 0, ∀a < x < b


y(a) = 0 (4.46)
y(b) = 0

donde L[y] es el operador (4.1) definido en el epı́grafe anterior, p(x) > 0 es una función continua
en [a, b] y λ es cierto parámetro.

Buscaremos las soluciones no triviales del problema (4.46).

Nótese que la ecuación del problema (4.46) es la misma ecuación generatriz de las funciones
especiales que estudiamos en el libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica.

A diferentes casos particulares de esta última se llega al efectuar el proceso de separación de


variables en diferentes sistemas de coordenadas.

En el problema (4.46) hemos supuesto condiciones de frontera de primer tipo homogéneas para
basar nuestro futuro desarrollo en lo elaborado en el epı́grafe anterior.

Sin embargo, es necesario expresar que todo el desarrollo que a continuación efectuaremos puede
ser demostrado con rigor para condiciones de frontera de segundo tipo, de tercer tipo y mixtas
en el problema (4.46).

Además, en dependencia de las caracterı́sticas de la función k(x) en los puntos x = a y x = b,


las condiciones de frontera impuestas podrán ser sustituidas -en el caso en que k(x) = 0 en uno
de dichos puntos- por la exigencia de que la solución sea acotada en dicho punto.

El problema (4.46) es, pues, un problema de Sturm-Liouville.

Durante todo el análisis que efectuaremos a continuación, consideraremos siempre que λ = 0 no


es autovalor del problema (4.46), es decir, que el problema homogéneo para el operador L[y]:
88 José Marı́n Antuña

L[y] = 0, ∀a < x < b


y(a) = 0 (4.47)
y(b) = 0

sólo tiene solución trivial.

Simultáneamente con el problema (4.46), analizaremos la siguiente ecuación integral:

Z b
y(x) = λ G(x, s)p(s)y(s)ds (4.48)
a

donde G(x, s) es la función de Green del operador L[y] definida en el epı́grafe anterior.

Tiene lugar la siguiente afirmación.

Teorema.

La ecuación integral (4.48) es equivalente al problema (4.46); es decir, cualquier solución del
problema (4.46) es solución de la ecuación (4.48) y viceversa.

Demostración:

El problema (4.46) puede ser escrito en la forma:

L[y] = −λp(x)y, ∀a < x < b


y(a) = 0 (4.49)
y(b) = 0

El problema (4.49) es idéntico al problema (4.5) del epı́grafe anterior con inhomogeneidad
f (x) = λp(x)y(x).

Como, por hipótesis, λ = 0 no es autovalor del problema (4.46) y el problema (4.47), por tanto,
sólo tiene solución trivial, se cumplen los requisitos del teorema demostrado en el epı́grafe
anterior y la solución única de (4.46) será (4.48).

Demostrado el teorema.

Llamemos

p
ϕ(x) = y(x) p(x) (4.50)
p
y multipliquemos (4.48) por p(x). Obtenemos:
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 89

p Z b p p
y(x) p(x) = λ G(x, s) p(x)p(s)y(s) p(s)ds (4.51)
a

Si llamamos

p
K(x, s) = G(x, s) p(x)p(s) (4.52)

entonces, para la función (4.50), obtenemos la ecuación integral de Fredholm homogénea de


segundo tipo:

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds (4.53)
a

cuyo núcleo (4.52) es, evidentemente, real, continuo y simétrico; es decir, cumple la propiedad
A.

Ası́ pues, hemos transformado el problema (4.46) en una ecuación integral de Fredholm ho-
mogénea de segundo tipo equivalente (4.53), cuyo núcleo cumple la propiedad A.

Enunciemos y demostremos un importante teorema.

Teorema.

El núcleo K(x, s) de la ecuación (4.53), dado por la expresión (4.52), es cerrado.

Demostración:

Por definición, un núcleo es cerrado si no existe ninguna función f (x) 6= 0 que sea ortogonal al
mismo (y, por tanto, ortogonal a sus autofunciones).

Por consiguiente, tenemos que demostrar que, para toda función f (x), la igualdad

Z b
K(x, s)f (s)ds = 0 (4.54)
a

implica que f (x) ≡ 0.


p
Como p(x) > 0, dividiendo (4.54) por p(x), obtenemos la siguiente función nula:

Z b
1
y(x) = p K(x, s)f (s)ds = 0 (4.55)
p(x) a

O sea, en virtud de (4.52):


90 José Marı́n Antuña

Z b p
y(x) = G(x, s) p(s)f (s)ds = 0 (4.56)
a

La expresión (4.56) es la solución (nula) del problema

p
L[y] = − p(x)f (x), ∀a < x < b
y(a) = 0 (4.57)
y(b) = 0

de acuerdo con lo desarrollado en el epı́grafe anterior.

Como L[y] = L[0] ≡ 0, ya que, de (4.56), y(x) = 0, ello significa que

p
− p(x)f (x) ≡ 0 (4.58)

y, como p(x) > 0, de aquı́ concluimos que f (x) ≡ 0.

Demostrado el teorema.

Del teorema demostrado sacamos la importantı́sima conclusión de que, como el núcleo K(x, s)
es cerrado, por lo tanto no es degenerado y ello significa que tiene un número infinito de
autovalores y de autofunciones.

4.2.2 Propiedades de los autovalores y de las autofunciones del pro-


blema de Sturm-Liouville

Con ayuda de la equivalencia establecida entre el problema de frontera (4.46) y la ecuación


integral (4.48), pasaremos a enunciar y demostrar las propiedades de los autovalores y de las
autofunciones del problema de frontera (4.46).

Con ello quedarán definitivamente establecidas estas propiedades para los problemas de frontera
de Sturm-Liouville en una dimensión espacial, que hemos estudiado a lo largo de todo el libro
de Métodos Matemáticos de la Fı́sica, incluyendo los de la ecuación generatriz de las
funciones especiales.

De esta manera, la teorı́a de las ecuaciones diferenciales y de los problemas de Sturm-Liouville


adquieren un carácter cerrado y armónico.

Veamos las propiedades.

Propiedad 1
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 91

El problema (4.46) tiene un conjunto infinito de autovalores {λn }, que pueden ser ordenados
en forma creciente:

λ1 < λ2 < ..... < λn < .... (4.59)

y que cumplen que

lim λn = ∞ (4.60)
n→∞

A cada autovalor λn le corresponde una autofunción yn (x) y el sistema de las autofunciones


{yn (x)} es cerrado.

Demostración:

Como el problema (4.46) es equivalente a la ecuación integral (4.53), donde ϕ(x) y K(x, s)
vienen dados, respectivamente, por (4.50) y (4.52) y como nosotros demostramos que el núcleo
K(x, s) de la ecuación (4.53) es cerrado y, por tanto, no degenerado, la ecuación (4.53) y su
problema equivalente (4.46) tendrán un número infinito de autovalores y de autofunciones.

Los autovalores son reales y cumplen (4.60), en virtud del corolario 2 de la propiedad estudiada
en el epı́grafe 3 del capı́tulo anterior.

Además, como el núcleo es cerrado, el sistema de las autofunciones es también cerrado.

Demostrada la propiedad.

Propiedad 2

Todos los autovalores λn del problema (4.46) cumplen que

 
q(x)
λn > min , ∀a < x < b (4.61)
p(x)

Demostración:

Supongamos que las autofunciones son normalizadas; es decir, que

Z b Z b
2
k ϕn k ≡ ϕ2n (x)dx ≡ yn2 (x)p(x)dx = 1 (4.62)
a a

Analicemos la siguiente expresión:


92 José Marı́n Antuña

Z b Z b 
d dyn
yn (x){L[yn ] + λn p(x)yn (x)}dx ≡ yn (x) k(x) dx −
a a dx dx
Z b Z b
2
− q(x)yn (x)dx + λn yn2 (x)p(x)dx ≡ 0 (4.63)
a a

La igualdad a cero en (4.63) está dada por el hecho de que, en el integrando a la izquierda, la
expresión entre llaves es idénticamente nula.

Teniendo en cuenta (4.62), de (4.63) obtenemos, integrando por partes la segunda integral:

Z b Z b  
d dyn
λn = q(x)yn2 (x)dx
− yn (x) k(x) dx =
a a dx dx
Z b Z b
0
= 2 b
q(x)yn (x)dx − yn (x)k(x)yn (x)|a + k(x)[yn0 (x)]2 dx (4.64)
a a

En (4.64) el segundo sumando es cero en virtud de las condiciones de frontera del problema
(4.46) y la última integral a la derecha es definida positiva, pues k(x) > 0.

Por consiguiente, tenemos que:

Z b Zb
q(x) 2
λn > q(x)yn2 (x)dx≡ yn (x)p(x)dx =
a a p(x)
q(x∗ ) b 2 q(x∗ )
Z
= y (x)p(x)dx = (4.65)
p(x∗ ) a n p(x∗ )

donde x∗ ∈ [a, b].

Aquı́, hemos aplicado el teorema del valor medio integral y tenido en cuenta (4.62).

Como q(x) y p(x) son continuas en [a, b], se cumple que

q(x∗ ) q(x)

≥ min (4.66)
p(x ) p(x)

Sustituyendo (4.66) en (4.65), queda demostrada la propiedad.

Propiedad 3

Las autofunciones del problema (4.46) correspondientes a distintos autovalores son ortogonales
en [a, b] con peso p(x); es decir:
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 93

Z b
yn (x)ym (x)p(x)dx =k yn k2 δnm (4.67)
a

donde δnm es la delta de Kroneker.

Demostración:

En virtud de las propiedades demostradas en el epı́grafe 3 del capı́tulo anterior, las autofunciones
de la ecuación integral (4.53) correspondientes a distintos autovalores son ortogonales, o sea:

Z b
ϕn (x)ϕm (x)dx =k ϕn k2 δnm (4.68)
a

Sustituyendo en (4.68) las autofunciones ϕn (x) y ϕm (x) por su expresión (4.50), queda de-
mostrada la propiedad.

Propiedad 4: Teorema del desarrollo

Cualquier función f (x) continua y dos veces diferenciable en (a, b) y que cumpla las condi-
ciones de frontera del problema (4.46), puede ser desarrollada en una serie de autofunciones
convergente absoluta y uniformemente en (a, b):


X
f (x) = fn yn (x) (4.69)
n=1

donde los coeficientes del desarrollo vienen dados por:

Z b
fn = f (x)yn (x)p(x)dx (4.70)
a

Demostración:

Sea f (x) una función continua y dos veces diferenciable en (a, b) y tal que f (a) = f (b) = 0.

Entonces, aplicando el operador L a esta función, obtenemos:

d
L[f ] = [k(x)f 0 ] − q(x)f (x) ≡ k(x)f 00 + k 0 (x)f 0 − q(x)f (x) ≡ −h(x) (4.71)
dx

Es decir, el operador L aplicado sobre f (x) nos da cierta función continua que llamamos −h(x).

Esto significa que f (x) es una función que es solución del problema:
94 José Marı́n Antuña

L[f ] = −h(x), ∀a < x < b


f (a) = 0 (4.72)
f (b) = 0

De acuerdo con lo estudiado por nosotros en el epı́grafe anterior, la solución del problema (4.72),
es decir, la función f (x), tiene la forma:

Z b
f (x) = G(x, s)h(s)ds (4.73)
a

donde G(x, s) es la función de Green del operador L.


p
Multiplicando (4.73) por p(x), obtenemos:

Z b
p p p h(s)
f (x) p(x) = G(x, s) p(x) p(s) p ds (4.74)
a p(s)

Es decir:

Z b
F (x) = K(x, s)H(s)ds (4.75)
a

donde hemos introducido las notaciones:

p
F (x) = f (x) p(x) (4.76)

h(s)
H(s) = p (4.77)
p(s)

p
y el núcleo K(x, s) = G(x, s) p(x)p(s) es el mismo dado por la expresión (4.52).

Pero, (4.75) significa que la función F (x) es emanante del núcleo K(x, s) que cumple la
propiedad A.

Por consiguiente, se cumplen los requisitos del teorema de Hilbert-Schmidt demostrado en el


capı́tulo anterior: F (x) admite un desarrollo en serie de autofunciones del núcleo K(x, s):


X
F (x) = Fn ϕn (x) (4.78)
n=1
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 95

donde

Z b Z bp p
Fn = F (x)ϕn (x)dx ≡ p(x)f (x)yn (x) p(x)dx ≡
a a
Z b
≡ f (x)yn (x)p(x)dx ≡ fn (4.79)
a

Sustituyendo (4.50) y (4.76) en (4.78), obtenemos:


X
p p
p(x)f (x) = fn yn (x) p(x) (4.80)
n=1

Demostrado el teorema del desarrollo.

Como conclusión de las propiedades demostradas podemos decir que el sistema de autofunciones
{yn (x)} del problema de Sturm-Liouville (4.46) es cerrado y completo y define, por tanto, una
base en un espacio funcional de infinitas dimensiones de Hilbert dado por todas las funciones
continuas y dos veces diferenciables en (a, b) y que cumplen las condiciones de frontera de
(4.46). Cualquier función de ese espacio podrá ser expresada como una combinación lineal de
dicha base.

4.3 Equivalencia entre el problema de Sturm-Liouville


en varias dimensiones y una ecuación integral mul-
tidimensional

En el presente epı́grafe haremos una extensión, en forma breve, de los resultados establecidos
anteriormente, al caso multidimensional. No nos detendremos en las demostraciones de las
propiedades, ya que ellas no aportan nada nuevo, sustancial; simplemente enunciaremos los
resultados fundamentales.

El problema de Sturm-Liouville que se obtiene a consecuencia de efectuar el procedimiento de


separación de variables en varias dimensiones espaciales, según vimos en el libro de Métodos
Matemáticos de la Fı́sica, es:

∇2 v + λv = 0, ∀M ∈ V
v |S = 0 (4.81)

donde S es la superficie frontera del dominio V . Aquı́, para fijar ideas, hemos tomado el primer
problema de frontera.
96 José Marı́n Antuña

En el libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica vimos que la solución del problema de Dirichlet
homogéneo:

∇2 v = −f (M ), ∀M ∈ V
v |S = 0 (4.82)

tiene por solución la expresión:

Z Z Z
v(M ) = G(M, P )f (P )dP (4.83)
V

donde

1
G(M, P ) = +u (4.84)
4πrM P

con ∇2 u = 0, ∀M ∈ V . La función (4.84), como sabemos, es la función de Green del problema


de Dirichlet, que cumple que G|S = 0.

Aplicando la fórmula (4.83) al problema (4.81), obtenemos que la solución de éste puede ser
escrita en la forma:

Z Z Z
v(M ) = λ K(M, P )v(P )dP (4.85)
V

con K(M, P ) ≡ G(M, P ).

La expresión (4.85) es una ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo en tres
dimensiones con núcleo simétrico.

De forma análoga puede llegarse a una expresión similar para el segundo y el tercer problema
de frontera de Sturm-Liouville; la función G(M, P ) será, entonces, la función de Green del
problema de Neumann o la del tercer problema de frontera para la ecuación de Poisson.

En general, es posible demostrar que toda la teorı́a desarrollada en los capı́tulos anteriores
para las ecuaciones integrales de Fredholm en una dimensión espacial es válida para las ecua-
ciones multidimensionales del tipo (4.85), incluyendo las propiedades de los autovalores y de
las autofunciones.

En el caso que nos ocupa, se ve que el núcleo de la ecuación (4.85) es real, simétrico y no trivial,
ya que esas propiedades son cumplidas por la función de Green.

Lo único de la propiedad A que este núcleo no cumple es la continuidad, ya que, para M = P ,


tiene una singularidad.
Equivalencia entre problemas de frontera y ecuaciones integrales 97

Sin embargo, ésta es una singularidad débil, ya que las integrales

Z Z Z Z Z Z
|K(M, P )|dP, K 2 (M, P )dP (4.86)
V V

son convergentes, en virtud de que


K(M, P ) ∼ α
(4.87)
rM P

con α = 1 < 3, lo que garantiza dicha convergencia, de acuerdo con la teorı́a desarrollada en el
libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica.

Por consiguiente, la ecuación integral (4.85) tiene solución y es válida toda la teorı́a expuesta
en los capı́tulos anteriores.

Por último, podemos señalar que, además de simétrico, el núcleo de la ecuación (4.85) es
cerrado, lo que se deduce del hecho de que el problema (4.82) homogéneo, es decir, el problema

∇2 v = 0, ∀M ∈ V
v |S = 0 (4.88)

como sabemos, sólo tiene solución trivial. Ello significa, de acuerdo con (4.83), que, efectiva-
mente

Z Z Z
K(M, P )f (P )dP = 0 (4.89)
V

sólo para f (P ) ≡ 0, lo que, por tanto, significa que el núcleo es cerrado.

De aquı́ concluimos que el sistema de autovalores y de autofunciones de la ecuación (4.85) tiene


infinitos elementos, es cerrado y completo y cumple las propiedades estudiadas en el epı́grafe
anterior.

En el caso bidimensional todo es similar.

Para el problema de Sturm-Liouville:

∇2 v + λv = 0, ∀M ∈ S
v |C = 0 (4.90)

obtenemos la ecuación integral equivalente


98 José Marı́n Antuña

Z Z
v(M ) = K(M, P )v(P )dS (4.91)
S

donde el núcleo

1 1
K(M, P ) = G(M, P ) = ln +u (4.92)
2π rM P

con ∇2 u = 0 ∀M ∈ S es real, simétrico, no trivial y su singularidad en M = P es débil.

Para las ecuaciones integrales del tipo (4.91) son válidas todas las conclusiones hechas en la
teorı́a desarrollada en los capı́tulos anteriores y el núcleo (4.92) es cerrado, por lo que el sistema
de los autovalores y las autofunciones es infinito, cerrado y completo y cumple las propiedades
vistas en el epı́grafe anterior.
Capı́tulo 5

Ecuación Integral de Fredholm de


Segundo Tipo. Teorı́a General

En el presente capı́tulo estudiaremos la teorı́a general de Fredholm para ecuaciones integrales


con núcleos arbitrarios. De esta manera complementamos lo estudiado sobre ecuaciones inte-
grales y brindamos algunos elementos teóricos y prácticos de utilidad para las aplicaciones.

5.1 Transformación de la ecuación en un sistema alge-


bráico

Estudiaremos la ecuación de Fredholm de segundo tipo

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds + f (x) (5.1)
a

donde K(x, s) y f (x) son continuas para a < x < b, a < s < b.

Proponiendo la función incógnita en la forma

ϕ(x) = ψ(x) + f (x) (5.2)

y colocando (5.2) en (5.1), obtenemos para ψ(x) la ecuación:

Z b Z b
ψ(x) = λ K(x, s)ψ(s)ds + λ K(x, s)f (s)ds (5.3)
a a

donde la inhomogeneidad que aparece a la derecha en (5.3) está expresada como emanante del
núcleo K(x, s).

99
100 José Marı́n Antuña

Hagamos una partición del segmento [a, b] en n partes:

b−a
xi = a + ih, sj = a + jh, h = , i, j = 1, 2, ..., n (5.4)
n

y sustituyamos la integral por la suma integral. Obtenemos:

n
X n
X
ψ(xi ) = λ K(xi , sj )ψ(sj )h + λ K(xi , sj )f (sj )h (5.5)
j=1 j=1

Introduciendo las siguientes notaciones:

ψi ≡ ψ(xi ), Kij ≡ K(xi , sj ), fj ≡ f (sj ) (5.6)

hemos obtenido el siguiente sistema algebráico de ecuaciones:

n
X n
X
ψi − λh Kij ψj = λh Kij fj , i = 1, 2, ..., n (5.7)
j=1 j=1

El determinante de la parte izquierda del sistema (5.7) se expresa de la siguiente forma:


1 − λhK11 −λhK12 ... −λhK1n

−λhK21 1 − λhK22 ... −λhK2n
∆(λ) = (5.8)
... ... ...

−λhKn1 −λhKn2 ... 1 − λhKnn

Llamemos ∆i al determinante (5.8) en el que, en la columna i, se encuentra colocada la parte


derecha del sistema (5.7); es decir:

... λh nj=1 K1j fj


P
1 − λhK11 ... −λhK1n
... λh nj=1 K2j fj
P
−λhK21 ... −λhK2n

... ... ... ...
n
... ... ... ...
≡ λh
X
∆i = n
X ∆ij fj (5.9)
−λhK ... λh Knj fj ... 1 − λhKnn j=1
n1
j=1

| {z }

columna i

donde hemos llamado:


Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 101


1 − λhK11 ... K1j ... −λhK1n

−λhK21 ... K2j ... −λhK2n

∆ij =
... ... ... ...
(5.10)
−λhKn1 ... Knj ... 1 − λhKnn
|{z}

columna i

En la expresión de arriba, la columna con los elementos Kmj , con m = 1, 2, ..., n se encuentra
en la columna i de la matriz. Teniendo en consideración (5.8), (5.9) y (5.10), la solución del
sistema (5.7), por la regla de Kramer, es:

n
∆i 1 X
ψi = = λh ∆ij fj , i = 1, 2, ..., n (5.11)
∆(λ) ∆(λ) j=1

y, por consiguiente, de acuerdo con (5.2):

n
1 X
ϕi = fi + λh ∆ij fj , i = 1, 2, ..., n (5.12)
∆(λ) j=1

Analicemos la estructura de los determinantes (5.8) y (5.10) y veamos cuál es su expresión


lı́mite, para h → 0, ya que, al efectuar dicho lı́mite, el sistema algebráico (5.7) se convierte en
la ecuación integral que estamos analizando. Para ello, desarrollemos estos determinantes en
potencias de λh. Llamando

1
t=− (5.13)
λh
podemos escribir:


K11 + t K12 ... K1n

K21 K22 + t ... K2n
∆(t) = t−n ≡ t−n δ(t)

(5.14)
... ... ...

Kn1 Kn2 ... Knn + t

Como se sabe del Algebra Matricial, si tenemos una matriz cuyos elementos son funciones de
la variable t:



a11 a12 ... a1n

a21 a22 ... a2n
A(t) = (5.15)
... ... ...

an1 an2 ... ann

entonces, su derivada se expresa por


102 José Marı́n Antuña



a011 a12 ... a1n
a11 a012 ... a1n

0
a021 a22 ... a2n a21 a022 ... a2n
A (t) = + + ...
... ... ...
... ... ...

a0n1 an2 ... ann an1 a0n2 ... ann


a11 a12 ... a01n
a21 a22 ... a02n
... + (5.16)
... ... ...
an1 an2 ... a0nn

por lo tanto, para la matriz δ(t), definida en (5.14), tendremos:



1 K12 ... K1n K11 + t 0 ...
K1n

0
0 K22 + t ... K2n K21 1 ... K2n
δ (t) = + + ...
... ... ...
... ... ...

0 Kn2 ... Knn + t Kn1 0 ... Knn + t


K11 + t K12 ... 0

K21 K22 + t ... 0
≡ δ1 + δ2 + ... + δn
... + (5.17)
... ... ...

Kn1 Kn2 ... 1

Es decir, dada la estructura del determinante δ(t), su derivada se expresa como

n
X
δ 0 (t) = δα (t) (5.18)
α=1

donde δα (t) es el determinante de orden n−1 que se obtiene al tachar en δ(t) la fila y la columna
α. Análogamente:

n
X
00
δ (t) = δα1 α2 (t) (5.19)
α1 ,α2 =1;α1 6=α2

donde δα1 α2 (t) es el determinante de orden n − 2 que se obtiene al tachar en δ(t) las filas y
columnas α1 y α2 .

De manera similar:

X 1→n
X
δ (m) (t) = δα1 α2 ...αm (t) ≡ m! δα1 α2 ...αm (t) (5.20)
α1 ,α2 ,...,αm =1;α6 =α2 6=...6=αm α1 <α2 <...<αm
Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 103

donde δα1 α2 ...αm (t) es el determinante de orden n − m que se obtiene a partir de δ(t) al tachar
las filas y columnas α1 , α2 ,...,αm . La igualdad de la extrema derecha en (5.20) es evidente, si
se tiene en cuenta que, al ordenar de menor a mayor los ı́ndices de sumatoria α1 , α2 ,...,αm , se
obtiene la permutación de los sumandos.

Es evidente que

δ (n) (t) = 1, δ (k) = 0, ∀k > n (5.21)

Por consiguiente, el desarrollo en serie de Taylor del determinante δ(t) queda en la forma:

1 (m)
δ(t) = δ(0) + δ 0 (0)t + ... + δ (0)tm + ... + tn (5.22)
m!

Llamemos l = n − m e introduzcamos la representación:


Kβ 1 β 1 Kβ 1 β 2 ... Kβ 1 β l
 
K Kβ 2 β 2 ... Kβ 2 β l
δα1 α2 ...αm (0) = β2 β1 ≡ K β1 ... βl

(5.23)
... ... ... β1 ... βl


Kβ β 1 Kβ l β 2 ... Kβl βl
l

Entonces, de acuerdo con (5.20), podemos escribir:

1→n   n  
1 (m) X β1 ... βl 1 X β1 ... βl
δ (0) = K ≡ K (5.24)
m! β1 ... βl l! β ,β ,...,β =1 β1 ... βl
β 1 <β2 <...<βl 1 2 l

donde, a la derecha en (5.24), hemos dividido por l! al quitar el ordenamiento de los ı́ndices
β. Colocando (5.24) en (5.22) y, a su vez, en (5.14), obtenemos, para el determinante ∆(λ), la
expresión:

n−1 n  
−n
X
m1 X β1 ... βl
∆(λ) = t t K =
(n − m)! β β1 ... βl
m=0 1 ,...,βn−m =1
n n
(−λh)l
 
X X β1 ... βl
=1+ K (5.25)
l! β1 ... βl
l=1 β1 ,...,βn−m =1

De manera completamente análoga, para los determinantes ∆ij se obtiene:

n n
(−λh)l
 
X X β1 ... βl , i
∆ij = Kij + K (5.26)
l! β1 ... βl , j
l=1 β1 ,...,βl =1
104 José Marı́n Antuña

donde


 Kα 1 β 1 Kα 1 β 2 ... Kα1 βs


α1 ... αs K Kα 2 β 2 ... Kα2 βs
= α2 β1

K (5.27)
β1 ... βs ... ... ...

Kα s β 1 Kα s β 2 ... Kαs βs

Veamos, ahora, el paso al lı́mite en la solución del sistema (5.7), cuando h → 0. Para ello, a
(5.25) pongamos en correspondencia la expresión:


X (−λ)l
D(λ) = 1 + dl (5.28)
l=1
l!

donde

Z bZ b Z b  
t1 ... tl
dl = ... K dt1 ...dtl (5.29)
a a a t1 ... tl

 
t1 ... tl
K
t1 ... tl

es el determinante cuyos elementos son el núcleo evaluado en las variables t1 , t2 , ..., tl , respec-
tivamente.

De manera similar, a (5.26) pongamos en correspondencia la expresión:


(−λ)l b b b
Z Z Z  
X t1 ... tl xi
D(xi , sj , λ) = K(xi , sj ) + ... K dt1 ...dtl (5.30)
l! a a a t1 ... tl sj
l=1

y a la solución (5.12) pongamos en correspondencia la expresión:

Z b
D(xi , s, λ)f (s)ds
ϕ(xi ) = f (xi ) + λ (5.31)
a D(λ)

De esta manera es lógico esperar que la solución de la ecuación integral de Fredholm de segundo
tipo tenga la forma:

Z b
ϕ(x) = f (x) + λ R(x, s, λ)f (s)ds (5.32)
a
Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 105

donde la resolvente de la ecuación es

D(x, s, λ)
R(x, s, λ) = (5.33)
D(λ)

La serie D(λ) se conoce con el nombre de determinante de Fredholm y la serie D(x, s, λ) con
el nombre de primer menor de Fredholm. La definición de estas series ha sido efectuada de
manera formal. Los teoremas de Fredholm, que veremos más adelante, justifican la existencia
de las series como paso al lı́mite para h → 0.

5.2 Determinante de Fredholm. Menores de Fredholm

5.2.1 Introducción

Veamos a continuación la afirmación siguiente:

Lema.

Si los elementos aij del determinante A son reales y cumplen que

n
X
a2ij = 1 (5.34)
j=1

entonces, |A| ≤ 1.

Demostración:

Un determinante es una función de n variables, donde n es el orden del mismo. Analicemos


el extremo condicional de esta función, bajo las condiciones de ligadura (5.34). Para ello,
utilizando el método de Lagrange, analizamos el extremo de la función

n n
!
X X
F (a11 , ...., ann ) = A + λi a2ij − 1 (5.35)
i=1 j=1

Derivando e igualando a cero, obtenemos:

∂F
= Aij + 2λi aij = 0, i, j = 1, 2, ..., n (5.36)
∂aij

donde Aij es el complemento algebráico del determinante A para el elemento aij . Multiplique-
mos (5.36) por aij y sumemos respecto a j; obtenemos:
106 José Marı́n Antuña

n
X n
X
Aij aij + 2λi a2ij = 0, i = 1, 2, ..., n (5.37)
j=1 j=1

El primer sumando en (5.37) no es otra cosa que el determinante A. Por consiguiente, teniendo
en cuenta (5.34), nos queda:

A + 2λi = 0 (5.38)

Por lo tanto, los multiplicadores de Lagrange son:

A
λi = − , i = 1, 2, ..., n (5.39)
2

Colocando (5.39) en (5.36), obtenemos, para los elementos aij la expresión:

Aij
aij = ≡ a−1
ji , i, j = 1, 2, ..., n (5.40)
A

La igualdad (5.40) nos indica que la matriz k aij k y su inversa transpuesta k a−1
ji k son iguales.
Por consiguiente, tienen iguales determinantes. Es decir:

1
A= (5.41)
A

Es decir, A2 = 1. Esto significa que los valores extremos del determinante A son ±1 , por lo
que, efectivamente, |A| ≤ 1.

Demostrado el lema.

El lema que acabamos de demostrar sirve de base para la demostración del siguiente teorema.

Teorema de Hadamard.

Si los elementos bij del determinante B son reales, entonces, se cumple que

v !
u n n
uY X
|B| ≤ t b2ij (5.42)
i=1 j=1

Demostración:

Analicemos el determinante A, cuyos elementos aij vienen dados por:


Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 107

bij
aij = √ (5.43)
si

donde

n
X
si = b2ij (5.44)
j=1

Dada su construcción, el determinante A satisface las condiciones del lema anterior. Por con-
siguiente, |A| ≤ 1 y, como

n
Y √
B=A si (5.45)
i=1

obtenemos que

n v
Y √ Y n u n
√ uY
|B| = |A| si ≤ si ≡ t si (5.46)


i=1 i=1 i=1

Demostrado el teorema.

Corolario.

Si los elementos bij del determinante B son reales y cumplen que |bij | < M , entonces,

|B| ≤ M n nn/2 (5.47)

Demostración:

Para las sumas (5.44) tenemos, evidentemente, que:

n
X
si = b2ij ≤ M 2 n (5.48)
j=1

Por consiguiente, teniendo en cuenta (5.48) en (5.42), obtenemos :

v
u n
uY √
|B| ≤ t si ≤ M 2n nn = M n nn/2
i=1

Demostrado el corolario.
108 José Marı́n Antuña

5.2.2 Convergencia de las series de Fredholm

De acuerdo con lo desarrollado en el primer epı́grafe, escribamos el determinante de Fredholm


de la siguiente manera:


X (−1)n λn
D(λ) = dn (5.49)
n=0
n!

donde

Z b Z b  
t1 ... tn
dn = ... K dt1 ...dtn (5.50)
a a t1 ... tn

y donde hemos utilizado la notación:


  K ξ1 η 1 ... Kξ1 ηm
ξ1 ... ξm
K = ... ... (5.51)
η1 ... ηm K ξm η 1

... Kξ m η m

Llamémosle menor de Fredholm de orden p a la serie:


X (−1)n λn
Dp (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp ) = dn (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp ) (5.52)
n=0
n!

donde

Z b Z b  
t1 ... tn x1 ... xp
dn (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp ) = ... K dt1 ...dtn (5.53)
a a t1 ... tn s1 ... sp

Para p = 1, de (5.52) obtenemos el primer menor de Fredholm, definido en el epı́grafe 1.

Demostremos la convergencia de las series de Fredholm para cualquier p, incluyendo el caso


p = 0, que nos da (5.49). Para ello, consideraremos el núcleo de la ecuación integral acotado;
es decir, que

|K(x, s)| ≤ m (5.54)

Entonces, evidentemente, de (5.53) tendremos:

|dn (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp )| ≤ mn+p (n + p)(n+p)/2 (b − a)n (5.55)


Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 109

en virtud del corolario del teorema de Hadamard. Por lo tanto, valorando los términos de la
serie (5.52), obtenemos un mayorante numérico:

(−1)n λn |λ|n (b − a)n mn+p (n + p)(n+p)/2



dn (x 1 , ..., x p , s1 , ..., s p ) ≤ ≡ cn (5.56)
n! n!

Como es evidente que

cn+1 m(n + p + 1)(n+p+1)/2


= |λ|(b − a) =
cn (n + p)(n+p)/2
√  (n+p)/2
n+p+1 1
= |λ|(b − a)m 1+ → 0 < 1, ∀n → ∞ (5.57)
n+1 n+p

por consiguiente, de acuerdo con el criterio de D’Alembert, la serie mayorante converge para
toda λ y, por el criterio de Weierstrass, obtenemos que la serie de Fredholm (5.52) converge
uniformemente para toda λ; es decir, es una función entera de λ.

La demostración efectuada es válida, inclusive, para el caso en que p = 0, por lo que, au-
tomáticamente, queda demostrada la convergencia uniforme de la serie (5.49) que también da
una función de λ analı́tica en todo el plano complejo λ.

5.2.3 Relación entre el determinante de Fredholm y los menores de


Fredholm

Analicemos la expresión:

Z b Z b
... Dp (τ1 , ..., τp , τ1 , ..., τp , λ)dτ1 ...dτp (5.58)
a a

donde el menor Dp (τ1 , ..., τp , τ1 , ..., τp , λ) viene dado por (5.52). No es difı́cil ver que, de acuerdo
con (5.53):

Z b Z b
... dp (τ1 , ..., τp , τ1 , ..., τp )dτ1 ...dτp =
a a
Z b Z b Z b Z b   
t1 ... tn τ1 ... τp
= ... dτ1 ...dτp ... K dt1 ...dtn ≡ dn+p (5.59)
a a a a t1 ... tn τ1 ... τp

Por consiguiente, para (5.58) obtenemos, haciendo el cambio de ı́ndice de sumatoria m = n+p:
110 José Marı́n Antuña

b b ∞
(−1)n λn
Z Z X
... Dp (τ1 , ..., τp , τ1 , ..., τp , λ)dτ1 ...dτp = dn+p =
a a n=0
n!

X (−1)m λm−p
p dp D(λ)
= (−1) dm ≡ (−1)p (5.60)
m=p
(m − p)! dλp

Ası́ pues, obtenemos la Primera Relación entre el determinante de Fredholm y los menores
de Fredholm:

b b
dp D(λ)
Z Z
... Dp (τ1 , ..., τp , τ1 , ..., τp , λ)dτ1 ...dτp = (−1)p (5.61)
a a dλp

En lo adelante, cuando aparezca el sı́mbolo ...̆α .. entenderemos que el miembro xα no está en


la expresión que lo contenga. Igualmente, ...̆β .. significará que el miembro sβ no está.

De manera similar, la simbologı́a ...t̆α ... y ...t̆β ... significarán que la variable t se encuentra en
lugar de xα o de sβ , respectivamente.

Las llamadas Relaciones Fundamentales de Fredholm se expresan por las siguientes ecua-
ciones:

Dp (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp , λ) =


p
X
(−1)α+β K(xα , sβ )Dp−1 (x1 , ....̆α ..., xp , s1 , ....̆β ..., sp , λ) +
β=1
Z b
+λ K(xα , t)Dp (x1 , ..., t̆α , ..., xp , s1 , ...sp , λ)dt (5.62)
a

para 1 ≤ α ≤ p.

Dp (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp , λ) =


p
X
(−1)α+β K(xα , sβ )Dp−1 (x1 , ....̆α ..., xp , s1 , ....̆β ..., sp , λ) +
β=1
Z b
+λ Dp (x1 , ..., xp , s1 , ..., t̆β , ..., sp , λ)dt (5.63)
a

para 1 ≤ β ≤ p.

Demostremos la validez de (5.62). Tenemos que, en la expresión (5.53)


Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 111



K(t1 , t1 ) ... K(t1 , tn ) K(t1 , s1 ) ... K(t1 , sp )

 
...

t1 ... tn x1 ... xp K(tn , t1 ) ... K(tn tn ) K(tn , s1 ) ... K(tn , sp )
K ≡ (5.64)
t1 ... tn s1 ... sp K(x1 , t1 ) ... K(x1 tn ) K(x1 , s1 ) ... K(x1 , sp )


...

K(xp , t1 ) ... K(xp tn ) K(xp , s1 ) ... K(xp , sp )

Desarrollemos el determinante (5.64) en complementos algebráicos para la fila α; obtenemos:

 
t1 ... tn x1 ... xp
K =
t1 ... tn s1 ... sp
n  
X
n+α+m t1 ... tn x1 ..̆α . xp
= (−1) K(xα , tm )K +
t1 ..̆m . tn s1 ... sp
m=1
p  
X
n+α+m+β t1 ... tn x1 ..̆α . xp
+ (−1) K(xα , sβ )K (5.65)
t1 ... tn s1 ..̆β . sp
β=1

Para eliminar la antisimetrı́a en el primer sumando de la expresión (5.65), traslademos la fila


tm a la posición de la fila α.

Ello implica multiplicar el primer sumando por (−1)n−m+α−1 , de manera que obtenemos:

n α
..t˘m ..
   
t1 ... tn x1 ... xp X t1 ..̆m . tn x1 xp
K =− K(xα , tm )K
t1 ... tn s1 ... sp t1 ..̆m . tn s1 ... sp
m=1
p  
X t1 ... tn x1 ..̆α . xp
+ (−1)α+β K(xα , sβ )K (5.66)
t1 ... tn s1 ..̆β . sp
β=1

Colocando (5.66) en (5.53), obtenemos:

p
X
dn (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp ) = (−1)α+β K(xα , sβ )dn (x1 , ..̆α ., xp , s1 , ..̆β ., sp ) −
β=1
n Z b
α
X
− K(xα , tm )dn−1 (x1 , ..t˘m .., xp , s1 , ..., sp )dtm ≡
m=1 a
p
X
≡ (−1)α+β K(xα , sβ )dn (x1 , ..̆α ., xp , s1 , ..̆β ., sp ) −
β=1
Z b
−n K(xα , t)dn−1 (x1 , ..t̆α .., xp , s1 , ..., sp )dt (5.67)
a
112 José Marı́n Antuña

ya que el segundo sumando es la suma de n términos iguales.

Colocando en (5.52) la expresión (5.67), queda, automáticamente, demostrada la relación (5.62).


De manera similar se demuestra (5.63), lo que se deja al lector como ejercicio.

Tomando en (5.62) y (5.63) p = 1, obtenemos, para el primer menor de Fredholm, las relaciones
siguientes:

Z b
D(x, s, λ) = K(x, s)D(λ) + λ K(x, t)D(t, s, λ)dt (5.68)
a

Z b
D(x, s, λ) = K(x, s)D(λ) + λ D(x, t, λ)K(t, s)dt (5.69)
a

Si llamamos

D(x, s, λ)
R(x, s, λ) = (5.70)
D(λ)

entonces, de (5.68) y (5.69), obtenemos:

Z b
R(x, s, λ) = K(x, s) + λ K(x, t)R(t, s, λ)dt (5.71)
a

Z b
R(x, s, λ) = K(x, s) + λ R(x, t, λ)K(t, s)dt (5.72)
a

La función (5.70) es una función meromorfa en el plano complejo λ, tiene puntos singulares
tipo polo en los ceros de D(λ).

Una vez obtenidas las relaciones de Fredholm, pasaremos al estudio de los teoremas de Fred-
holm.

5.3 Alternativa de Fredholm

5.3.1 Primer teorema de Fredholm

Se enuncia en los siguientes términos:

Teorema
Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 113

Si λ no es raı́z de la función D(λ), entonces, para dicho valor de λ, la ecuación integral de


Fredholm de segundo tipo

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds + f (x) (5.73)
a

tiene solución continua y única, que se determina por la fórmula

Z b
ϕ(x) = f (x) + R(x, s, λ)f (s)ds (5.74)
a

donde

D(x, s, λ)
R(x, s, λ) = (5.75)
D(λ)

es la resolvente de la ecuación.

Demostración:

Existencia:

Coloquemos, explı́citamente, (5.74) en (5.73), teniendo en cuenta la relación fundamental de


Fredholm (5.71), obtenida en el epı́grafe anterior. Obtenemos:

Z b  Z b 
0 0 0
ϕ(x) = f (x) + K(x, s) f (s) + λ R(s, s , λ)f (s )ds ds =
a a
Z b Z b  Z b 
0 0 0
= f (x) + K(x, s)f (s)ds + λ K(x, s) λ R(s, s , λ)f (s )ds ds =
a a a
Z b Z b Z b 
= f (x) + K(x, s)f (s)ds + λ λ K(x, s)R(s, s , λ)ds f (s0 )ds0 ≡
0
a a a
Z b Z b Z b 
≡ f (x) + K(x, s)f (s)ds + λ λ K(x, t)R(t, s, λ)dt f (s)ds =
a a a
Z b Z b 
= f (x) + λ K(x, s) + λ K(x, t)R(t, s, λ)dt f (s)ds =
a a
Z b
= f (x) + λ R(x, s, λ)f (s)ds ≡ ϕ(x) (5.76)
a

En las operaciones de (5.76) hemos sustituido oportunamente la variable muda s por t y la


variable muda s0 por s.

En (5.76) hemos obtenido la identidad ϕ(x) ≡ ϕ(x), lo que demuestra que la fórmula (5.74)
nos da la solución de la ecuación (5.73).
114 José Marı́n Antuña

Por lo tanto, la existencia queda demostrada.

Unicidad:

Multipliquemos (5.74) por la resolvente R(x, s, λ) e integremos.

Teniendo en cuenta la relación λRA = R − A para la resolvente, obtenemos:

Z b Z b  Z b 
0 0 0
R(x, s, λ)ϕ(s)ds = R(x, s, λ) f (s) + λ K(s, s )ϕ(s )ds ds =
a a a
Z b Z b  Z b 
0 0 0
= R(x, s, λ)f (s)ds + R(x, s, λ) λ K(s, s )ϕ(s )ds ds =
a a a
Z b Z b
= R(x, s, λ)f (s)ds + {R(x, s, λ) − K(x, s)}ϕ(s)ds (5.77)
a a

De (5.77) concluimos que:

Z b Z b
R(x, s, λ)ϕ(s)ds = K(x, s)ϕ(s)ds (5.78)
a a

La relación (5.78) debe ser satisfecha por toda solución de la ecuación (5.73).

Por consiguiente, cualquier solución de la ecuación (5.73) tiene que venir dada por la fórmula
(5.74), lo que demuestra la unicidad de la solución.

Demostrado el teorema.

El Primer Teorema de Fredholm tiene el siguiente corolario evidente:

Corolario

Si λ no es raı́z de D(λ), entonces, la ecuación integral de Fredholm homogénea de segundo tipo


tiene sólo solución trivial.

5.3.2 Segundo teorema de Fredholm

Supongamos que λ0 es una raı́z de D(λ) de multiplicidad p. Es decir, que

dm D(λ0 dp D(λ0 )
D(λ0 ) = 0, = 0, ∀m = 1, 2, ..., p − 1, 6= 0 (5.79)
dλm dλp

Entonces, de la primera relación de Fredholm (5.61) tenemos que


Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 115

b b
dp D(λ0 )
Z Z
... Dp (x1 , ..., xp , x1 , ..., xp , λ0 )dx1 ...dxp = (−1)p 6= 0 (5.80)
a a dλp

de donde se deduce que

Dp (x1 , ..., xp , x1 , ..., xp , λ0 ) 6= 0 (5.81)

Escribamos los menores de Fredholm hasta el orden p evaluados en λ0 :

D1 (x1 , s1 , λ0 ), D2 (x1 , x2 , s1 , s2 , λ0 ), ...

Dp−1 (x1 , ..., xp−1 , s1 , ..., sp−1 , λ0 ), Dp (x1 , ..., xp , s1 , ...sp , λ0 ) 6= 0

En este conjunto existe un menor no idénticamente nulo. Siempre se encuentra tal menor.

Tiene lugar el siguiente concepto.

Definición:

Se llama rango r de la raı́z λ0 del determinante de Fredholm D(λ) al menor orden de los
menores de Fredholm no iguales idénticamente a cero: 1 ≤ r ≤ p.

Con estas ideas previas, pasaremos a enunciar y demostrar el segundo teorema de Fredholm.

Teorema.

Si λ0 es raı́z de rango r del determinante de Fredholm D(λ), entonces, la ecuación homogénea

Z b
ϕ(x) = λ0 K(x, s)ϕ(s)ds (5.82)
a

tiene, sólamente, r soluciones linealmente independientes.

Demostración:

Demostraremos, inicialmente, que existen r soluciones linealmente independientes.

Como, por definición de rango, se cumple que Dr (x1 , ..., xr , s1 , ...sr , λ0 ) 6= 0 idénticamente,
tendremos que existe al menos un punto x01 , ..., x0r , s01 , ..., s0r tal que

Dr (x01 , ..., x0r , s01 , ...s0r , λ0 ) 6= 0 (5.83)

Analicemos el siguiente sistema de funciones:


116 José Marı́n Antuña

Dr (x01 , ..., x̆α , ..., x0r , s01 , ..., s0r , λ0 )


ϕα (x) = , α = 1, ..., r (5.84)
Dr (x01 , ..., x0r , s01 , ..., s0r , λ0 )

Para la función (5.84) ası́ definida, evidentemente, se cumple que ϕα (x0α ) = 1 y, además, que
ϕα (x0β ) = 0, ya que, en este último caso, el determinante en el numerador tiene dos columnas
iguales.

Si analizamos la combinación lineal

r
X
cα ϕα (x) = 0 (5.85)
α=1

entonces, teniendo en cuenta lo dicho arriba, tendremos que, evaluando (5.85) para x = x01 ,
obtenemos c1 = 0, evaluando para x = x02 , obtenemos c2 = 0 y ası́ sucesivamente, hasta llegar
a que, evaluando para x = x0r , cr = 0.

Por consiguiente, concluimos que el sistema de funciones (5.84) es linealmente independiente.

Demostremos, ahora, que este sistema (5.84) satisface la ecuación (5.82).

De acuerdo con la relación fundamental de Fredholm (5.62) del epı́grafe anterior, tenemos que:

Dr (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp , λ0 ) =


r
X
(−1)α+β K(xα , sβ )Dr−1 (x1 , ....̆α ..., xr , s1 , ....̆β ..., sr , λ0 ) +
β=1
Z b
+λ0 K(xα , t)Dr (x1 , ..., t̆α , ..., xr , s1 , ...sr , λ0 )dt (5.86)
a

Pero, por definición de rango

Dr−1 (x1 , ....̆α ..., xr , s1 , ....̆β ..., sr , λ0 ) = 0 (5.87)

Por lo tanto, de (5.86) obtenemos:

Dr (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp , λ0 ) =


Z b
λ0 K(xα , t)Dr (x1 , ..., t̆α , ..., xr , s1 , ...sr , λ0 )dt (5.88)
a

En (5.88) evaluemos para si = s0i , (i = 1, 2, ..., r), xα = x y xi = x0i para i 6= α, i = 1, 2, ..., r.


Entonces, dividiendo por Dr (x01 , ..., x0r , s01 , ..., s0r , λ0 ) la expresión (5.88), obtenemos:
Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 117

Z b
ϕα (x) = λ0 K(x, t)ϕα (t)dt (5.89)
a

lo que significa que, efectivamente, el sistema de funciones (5.84) es solución de la ecuación


(5.82).

Demostremos, por último, que no existen otras soluciones que sean linealmente independientes,
es decir, que cualquier otra solución de la ecuación (5.82) es combinación lineal del sistema
(5.84).

Para ello, introduzcamos la función:

Dr+1 (x01 , ..., x0r , x, s01 , ..., s0r , s, λ0 )


H(x, s, λ0 ) = (5.90)
Dr (x01 , ..., x0r , s01 , ..., s0r , λ0 )

Teniendo en cuenta la relación fundamental de Fredholm (5.63) del epı́grafe anterior con p =
r + 1 y β = r + 1, obtenemos para la función (5.90) la relación:

r
X Dr (x01 , ....̆α ..., x0r , sr1 , ...s0r , λ0 )
H(x, s, λ0 ) = (−1)α+r+1 K(x0α , s) +
α=1
Dr (x01 , ..., x0r , sr1 , ...s0r , λ0 )
Z b
+K(x, s) · 1 + λ0 H(x, t, λ0 )K(t, s)dt (5.91)
a

En el numerador del primer sumando de la expresión (5.91) traslademos la columna x a la


posición α que está ausente con la ayuda de r −α saltos. Ello, como se sabe, implica multiplicar
el determinante por (−1)r−α .

Teniendo en cuenta (−1)α+r+1+r−α = −1 y la expresión (5.84), este sumando se transforma en:

r
X Dr (x01 , ....̆α ..., x0r , sr1 , ...s0r , λ0 )
(−1)α+r+1 K(x0α , s) =
α=1
Dr (x01 , ..., x0r , sr1 , ...s0r , λ0 )
r
X
=− K(x0α , s)ϕα (x) (5.92)
α=1

Entonces, para la función (5.90) -que llamaremos resolvente generalizada- obtenemos, de (5.91),
teniendo en cuenta (5.92), la expresión:

Z b r
X
H(x, s, λ0 ) = K(x, s) + λ0 H(x, t, λ0 )K(t, s)dt − K(x0α , s)ϕα (x) (5.93)
a α=1
118 José Marı́n Antuña

Una vez obtenida esta relación y apoyados en ella, demostremos que cualquier solución de la
ecuación (5.82) es combinación lineal del sistema (5.84).

Para ello, supongamos que la función ϕ(x) es solución de la ecuación (5.82); ello significa que
se cumple la identidad:

Z b
ϕ(x) ≡ λ0 K(x, s)ϕ(s)ds (5.94)
a

Multipliquemos por H(x, s, λ0 ) la identidad (5.94) e integremos. Obtenemos:

Z b Z b Z b 
0 0 0
H(x, s, λ0 )ϕ(s)ds − λ0 H(x, s, λ0 ) K(s, s )ϕ(s )ds ds ≡ 0 (5.95)
a a a

Restemos a la derecha de (5.94) la expresión (5.95); como ésta es cero, el resultado no se altera.

Teniendo en cuenta (5.93), obtenemos:

Z b Z b
ϕ(x) ≡ λ0 K(x, s)ϕ(s)ds − H(x, s, λ0 )ϕ(s)ds +
a a
Z b Z b 
0 0 0
+λ0 H(x, s, λ0 ) K(s, s )ϕ(s )ds ds =
a a
r
Z bX r
X Z b
= λ0 K(x0α , s)ϕα (x)ϕ(s)ds = λ0 ϕα (x) K(x0α , s)ϕ(s)ds (5.96)
a α=1 α=1 a

Llamemos:

Z b
Aα = λ 0 K(x0α , s)ϕ(s)ds (5.97)
a

que son ciertos coeficientes dependientes de α. Entonces, de (5.96) obtenemos:


r
X
ϕ(x) ≡ Aα ϕα (x) (5.98)
α=1

lo que significa que, efectivamente, cualquier solución de la ecuación (5.82) es combinación


lineal del sistema de soluciones ϕα (x) dado por (5.84).

Demostrado el teorema.

Como resultado del primer y segundo teorema de Fredholm, ası́ como del corolario del primer
teorema, podemos enunciar el teorema conocido como Alternativa de Fredholm:
Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 119

Teorema.

Si la ecuación integral de Fredholm de segundo tipo homogénea sólo tiene solución trivial,
entonces, la ecuación no homogénea tiene solución única.

Si la ecuación homogénea tiene solución no trivial, entonces, la ecuación no homogénea, o bien


no tiene solución, o bien tiene un número infinito de soluciones.

Demostración:

El primer teorema de Fredholm garantiza que, efectivamente, si D(λ) 6= 0, entonces, la ecuación


no homogénea tiene solución única y, por su corolario, la ecuación homogénea tiene sólo solución
trivial.

El segundo teorema de Fredholm nos dice que si D(λ) = 0, entonces, la ecuación homogénea
tiene solución no trivial; pero en ese caso, de acuerdo con el primer teorema, no podemos
garantizar nada sobre la ecuación no homogénea, pues la resolvente, dada por la fórmula (5.75),
no está definida.

Por consiguiente, o no existe solución para la ecuación no homogénea o ésta tiene infinitas
soluciones.

Esta situación quedará precisada con el tercer teorema de Fredholm, que estudiaremos en el
próximo epı́grafe.

Demostrado el teorema.

5.4 Ecuación no homogénea de Fredholm para D(λ) = 0.


Tercer Teorema de Fredholm

En el presente epı́grafe precisaremos la segunda afirmación de la Alternativa de Fredholm


referente a la existencia o no de la solución de la ecuación no homogénea para el caso en que
D(λ) = 0; es decir, para el caso en que la ecuación homogénea tiene solución diferente de cero.

5.4.1 Núcleos iterados

Estableceremos, a continuación, el siguiente concepto.

Definiciones

1. Llamaremos núcleo conjugado del núcleo K(x, s) a la expresión

K̄(x, s) = K ∗ (s, x) (5.99)


120 José Marı́n Antuña

2. El menor de Fredholm de orden p para el núcleo conjugado K̄(x, s) es:

D̄p (x1 , ..., xp , s1 , ..., sp , µ) = Dp∗ (s1 , ..., sp , x1 , ..., xp , µ∗ ) (5.100)

3. Los autovalores del núcleo conjugado se definen como aquellos valores de µ para los cuales

D̄(µ) = 0 (5.101)

Es decir:

D∗ (µ∗ ) = 0 (5.102)

El asterisco que indica la conjugación de D en (5.102) realidad no juega ningún papel, ya


que igualar a cero un número complejo significa que son iguales a cero su parte real y su
parte imaginaria, pero, por seguir una notación, lo escribimos.
Es obvio que, si λ0 es raı́z de la ecuación D(λ) = 0, entonces, µ0 = λ∗0 será raı́z de
D̄(µ) = 0.
4. Las autofunciones ψα (x) del núcleo conjugado se definen por la expresión:

D̄r (x01 , ..., x̆α , ..., x0r , s01 , ..., s0r , µ0 )


ψα (x) = ≡
D̄r (x01 , ..., x0r , s01 , ..., s0r , µ0 )
Dr∗ (s01 , ..., s0r , x01 , ..., x̆α , ..., x0r , λ∗0 )
≡ (5.103)
Dr∗ (s01 , ..., s0r , x01 , ..., x0r , λ∗0 )

Por último, para la conjugada de la resolvente generalizada, tendremos la relación:

Z b
H̄(x, s, µ0 ) = K̄(x, s) + µ0 H̄(x, t, µ0 )K̄(t, s)dt −
a
r
X
− K̄(x0α , s)ψα (x) (5.104)
α=1

que se deduce, directamente, de la expresión (5.93) del epı́grafe anterior y donde

H̄(x, s, µ0 ) = H ∗ (s, x, λ∗0 ) (5.105)

Por consiguiente, si a (5.104) le aplicamos la operación de conjugación y, a la vez, cam-


biamos x por s, obtenemos:

Z b
H(x, s, λ0 ) = K(x, s) + λ0 K(x, t)H(t, s, λ0 )dt −
a
r
X
− K(x, x0α )ψα∗ (s) (5.106)
α=1
Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 121

5.4.2 Tercer teorema de Fredholm

Con las consideraciones previas del punto anterior, pasaremos a enunciar y demostrar el tercer
teorema de Fredholm que se expresa en los siguientes términos.

Teorema.

Sea D(λ0 ) = 0. Para que la ecuación integral de Fredholm de segundo tipo no homogénea

Z b
ϕ(x) = λ0 K(x, s)ϕ(s)ds + f (x) (5.107)
a

tenga solución es necesario y suficiente que la función f (x) sea ortogonal a la autofunción del
núcleo conjugado correspondiente al autovalor µ0 = λ∗0 .

Demostración:

1. Necesidad.

Supongamos que la ecuación (5.107) tiene por solución la función ϕ(x). Entonces, la ecuación
(5.107) se convierte en identidad.

Aplicando la operación de conjugación a esta identidad, obtenemos:

Z b

ϕ (x) ≡ K ∗ (X, s)ϕ∗ (s)ds + f ∗ (x) (5.108)
a

Multipliquemos (5.108) por la autofunción ψ(x) del núcleo conjugado correspondiente al auto-
valor µ0 e integremos entre a y b.

Como resultado obtenemos, teniendo cuenta la definición (5.99):

Z b Z b Z bZ b
∗ ∗
f (x)ψ(x)dx ≡ ϕ (x)ψ(x)dx − µ0 K ∗ (x, s)ϕ∗ (s)ψ(x)dxds =
a a a
Z b Z b a Z b 
∗ ∗
= ϕ (x)ψ(x)dx − ϕ (s) µ0 K̄(s, x)ψ(x)dx ds =
a a a
Z b Z b

= ϕ (x)ψ(x)dx − ϕ∗ (s)ψ(s)ds ≡ 0 (5.109)
a a

lo que demuestra la ortogonalidad.

En el penúltimo paso hemos tenido en cuenta el hecho de que ψ(x) es la autofunción del núcleo
conjugado correspondiente al autovalor µ0 es decir, que
122 José Marı́n Antuña

Z b
ψ(s) ≡ µ0 K̄(s, x)ψ(x)dx (5.110)
a

Demostrada la necesidad.

2. Suficiencia.

Supongamos que la ortogonalidad se cumple. Demostremos la existencia de la solución.

De existir, la solución tendrá que expresarse a través de la resolvente mediante la fórmula

Z b
ϕ(x) = f (x) + λ0 H(x, s, λ0 )f (s)ds (5.111)
a

Coloquemos (5.111) en la parte derecha de la ecuación (5.107). Obtenemos:

 Z b Z b 
0 0 0
ϕ(x) = f (x) + λ0 K(x, s) f (s) + λ0 H(s, s , λ0 )f (s )ds ds =
a a
Z b Z bZ b
= f (x) + λ0 2
K(x, s)f (s)ds + λ0 K(x, s)H(s, s0 , λ0 )f (s0 )ds0 ds (5.112)
a a a

Sustituyamos en (5.112) K(x, s) de la primera integral por su expresión sacada de (5.106) y en


la segunda integral sustituyamos las variables mudas de integración, llamando t a s y s a s0 .
Entonces, se obtiene:

ϕ(x) = f (x) +
Z b( Z b r
X
)
+λ0 H(x, s, λ0 ) − λ0 K(x, t)H(t, s, λ0 )dt + K(x, x0α )ψα∗ (s) f (s)ds +
a a α=1
Z bZ b
+λ20 K(x, t)H(t, s, λ0 )f (s)dsdt =
a a
Z b Z bZ b
= f (x) + λ0 H(x, s, λ0 )f (s)ds − λ20 K(x, t)H(t, s, λo )f (s)dsdt +
a a a
r
X Z b Z bZ b
+λ0 K(x, x0α ) ψα∗ (s)f (s)ds + λ20 K(x, t)H(t, s, λ0 )f (s)dsdt ≡ ϕ(x) (5.113)
α=1 a a a

donde hemos tenido en cuenta (5.111) y el hecho de que la integral dentro de la sumatoria es
cero, en virtud de la ortogonalidad de f (x) con las autofunciones.

Al obtener la identidad ϕ(x) ≡ ϕ(x) queda comprobado que (5.111) satisface la ecuación, lo
que significa la existencia de la solución.
Ecuación Integral de Fredholm de Segundo Tipo. Teorı́a General 123

Demostrado el teorema.

Con los teoremas de Fredholm demostrados queda concluida la teorı́a general de las ecuaciones
integrales de Fredholm de segundo tipo con núcleo arbitrario.

Dada la importancia que revisten los núcleos simétricos para la Fı́sica estudiaremos en el
próximo capı́tulo algunos aspectos complementarios de la teorı́a para las ecuaciones con núcleo
simétrico.
124 José Marı́n Antuña
Capı́tulo 6

Aspectos Complementarios de la Teorı́a


de Ecuaciones con Núcleo Simétrico

En el presente capı́tulo analizaremos las ecuaciones integrales de Fredholm de segundo tipo con
núcleo simétrico.

6.1 Desarrollo de un núcleo simétrico en serie bilineal

Analizaremos en este epı́grafe la ecuación integral de Fredholm de segundo tipo homogénea

Z b
ϕ(x) = K(x, s)ϕ(s)ds (6.1)
a

De acuerdo con la teorı́a desarrollada en el epı́grafe anterior, la ecuación (6.1) tiene solución no
trivial para aquellos valores de λ que sean raı́ces de la ecuación D(λ) = 0.

Dichos valores, λ1 , λ2 ,..., λn ,... son los autovalores del núcleo, a los que les corresponden las
autofunciones ϕ1 (x), ϕ2 (x),..., ϕn (x), ...

El conjunto de autovalores puede ser finito o numerable.

Consideraremos que el núcleo de la ecuación (6.1) es simétrico. Ello significa que se cumple la
igualdad:

K(x, s) = K̄(s, x) (6.2)

Dado el sistema de autovalores y autofunciones del núcleo simétrico K(x, s), pongamos en
correspondencia a dicho núcleo la serie bilineal:

125
126 José Marı́n Antuña


X ϕk (x)ϕk (s)
K(x, s) ∼ (6.3)
k=1
λk

6.1.1 Convergencia de la serie bilineal al núcleo de la ecuación in-


tegral

Tiene lugar la siguiente afirmación.

Teorema.

Si la serie bilineal (6.3) converge uniformemente para a ≤ x ≤ b, a ≤ s ≤ b, lo hace al núcleo


K(x, s).

Demostración:

Analicemos el núcleo


X ϕk (x)ϕk (s)
H(x, s) = K(x, s) − (6.4)
k=1
λk

de la ecuación

Z b
ϕ(x) = λ H(x, s)ϕ(s)ds (6.5)
a

que, de acuerdo con el teorema de existencia, tiene, al menos, un autovalor λ0 y una autofunción
ϕ0 (x).

Demostremos, primeramente, que la autofunción ϕ0 (x) es ortogonal a todas las autofunciones


ϕk (x) del núcleo K(x, s).

Tenemos que, para cualquier m:

Z b Z b (Z b " ∞
# )
X ϕk (x)ϕk (s)
ϕ0 (x)ϕm (x)dx ≡ K(x, s)ϕ0 (s) − ϕ0 (s) ds ϕm (x)dx ≡
a a a k=1
λk
Z b (Z b ∞ Z b )
ϕk (s)
X
≡ λ0 K(x, s)ϕm (x)dx − ϕk (x)ϕm (x)dx ϕ0 (s)ds =
a a k=1
λk a
Z b 
ϕm (s) ϕm (s)
= λ0 − ϕ0 (s)ds ≡ 0 (6.6)
a λm λm
Aspectos Complementarios de la Teorı́a de Ecuaciones con Núcleo Simétrico 127

En las operaciones de (6.6) hemos tenido en cuenta, después de sustituir ϕ0 (x) por la identidad
que se obtiene de (6.5), que ϕm (x) son autofunciones del núcleo K(x, s) correspondientes a λm
y que, por lo tanto, son ortogonales, es decir:

Z b
ϕk (x)ϕm (x)dx = δkm (6.7)
a

El intercambio de la integración con la sumatoria se basa en la convergencia uniforme de la


serie.

La expresión (6.6) nos indica que, efectivamente, ϕ0 (x) es ortogonal a todas las autofunciones
ϕk (x) del núcleo K(x, s).

Demostremos, ahora, que ϕ0 (x) es, también, autofunción del núcleo K(x, s). Teniendo en
cuenta (6.6), obtenemos:

Z b( ∞
) Z b
X ϕk (x)ϕk (s)
ϕ0 (x) ≡ λ0 K(x, s) − ϕ0 (s)ds = λ0 K(x, s)ϕ0 (s)ds −
a k=1
λk a

ϕk (x) b
X Z Z b
−λ0 ϕk (s)ϕ0 (s)ds ≡ λ0 K(x, s)ϕ0 (s)ds (6.8)
k=1
λk a a

Como conclusión llegarı́amos al absurdo de que, al ser ϕ0 (x) ortogonal a todas las autofunciones
del núcleo K(x, s) y ser, a su vez, autofunción de dicho núcleo, deberı́a ser ortogonal a sı́ misma.

Por consiguiente, tiene que ser H(x, s) ≡ 0, es decir


X ϕk (x)ϕk (s)
K(x, s) ≡ (6.9)
k=1
λk

O sea, efectivamente, la serie converge al núcleo K(x, s).

Demostrado el teorema.

6.1.2 Series bilineales para núcleos iterados

Como sabemos, los núcleos iterados se definen mediante la expresión:

Z b
Kn (x, s) = K(x, s)Kn−1 (t, s)dt, n = 1, 2, ... (6.10)
a

Según vimos en el Capı́tulo 2, las autofunciones ϕk (x) del núcleo K(x, s), correspondientes a
los autovalores λk , son también autofunciones del núcleo iterado (6.10) con autovalores λnk .
128 José Marı́n Antuña

Pongamos en correspondencia al núcleo iterado (6.10) la siguiente serie bilineal:


X ϕk (x)ϕk (s)
Kn (x, s) ∼ (6.11)
k=1
λnk

Se cumple la siguiente afirmación:

Teorema.

Para el núcleo iterado (6.10) la serie bilineal (6.11) converge absoluta y uniformemente a él.

Demostración:

De acuerdo con (6.10), el núcleo iterado es emanante del núcleo K(x, s). Por lo tanto, por
el teorema de Hilbert-Schmidt, admite un desarrollo en serie de autofunciones convergente
absoluta y uniformemente:


X
Kn (x, s) = Knk (s)ϕk (x) (6.12)
k=1

donde

Z b
ϕk (s)
Knk (s) = Kn (x, s)ϕk (x)dx ≡ (6.13)
a λnk

ya que las funciones ϕk (x) son autofunciones del núcleo iterado con autovalores λnk . Por con-
siguiente:


X ϕk (x)ϕk (s)
Kn (x, s) = (6.14)
k=1
λnk

Demostrado el teorema.

6.1.3 Núcleos definidos positivos y definidos negativos

Daremos la siguiente definición.

Definición.

El núcleo simétrico K(x, s) se llama definido positivo si todos sus autovalores son positivos
y se llama definido negativo si todos sus autovalores son negativos.

Analicemos la siguiente integral:


Aspectos Complementarios de la Teorı́a de Ecuaciones con Núcleo Simétrico 129

Z bZ b Z b Z b 
I= K(x, s)f (x)f (s)dxds = f (x) K(x, s)f (s)ds dx =
a a a a
b ∞ ∞ ∞
fk b fk2
Z Z
X fk X X
= f (x) ϕk (x)dx = f (x)ϕk (x)dx ≡ (6.15)
a k=1
λk k=1
λk a k=1
λk

En este resultado hemos tenido en consideración el hecho de que la integral encerrada entre
llaves es la expresión de una función emanante del núcleo, por lo que, de acuerdo con el teorema
de Hilbert-Schmidt, admite el desarrollo en serie de autofunciones escrito.

Tiene lugar la siguiente afirmación.

Teorema.

Para que el núcleo K(x, s) sea definido positivo es necesario y suficiente que la integral (6.15)
cumpla que I ≥ 0.

Demostración:

Necesidad.

Sea I ≥ 0. Entonces, de acuerdo con (6.15)


X f2 k
≥0 (6.16)
k=1
λk

La desigualdad (6.16) se cumple sólo si λk > 0.

Suficiencia.

Sea K(x, s) definido positivo; es decir, que sus autovalores cumplen que λk > 0. Entonces,
tendremos que


X f2 k
I= ≥0
k=1
λk

Demostrado el teorema.

Ya en el Capı́tulo 2 habı́amos hablado que si la serie bilineal converge uniformemente, lo hace


al núcleo simétrico K(x, s). El teorema del punto 1 de este epı́grafe logró establecer con rigor
este hecho.

Sin embargo, en ningún momento se ha hablado de un recı́proco para esta afirmación. Para los
núcleos definidos positivos y definidos negativos tiene lugar el siguiente teorema de Mercer.

Teorema.
130 José Marı́n Antuña

Si el núcleo K(x, s) es definido positivo o definido negativo, entonces, la serie bilineal converge
absoluta y uniformemente a dicho núcleo.

Demostración:

Haremos la demostración para los núcleos definidos positivos.

Sea K(x, s) un núcleo definido positivo; es decir, sus autovalores λk > 0. Analicemos la siguiente
función:

m
X ϕk (x)ϕk (s)
Hm (x, s) = K(x, s) − (6.17)
k=1
λk

Las autofunciones de K(x, s), excepto las m primeras, serán autofunciones de Hm (x, s). Por lo
tanto, Hm (x, s) es también definido positivo. En particular

m
X ϕ2 (x)
k
Hm (x, x) = K(x, x) − (6.18)
k=1
λk

Es obvio que K(x, x) ≥ 0.

Efectivamente, de la integral (6.15) tenemos que, si suponemos la existencia de al menos un


punto x0 tal que K(x0 , x0 ) ≤ 0, entonces, en virtud de que K(x, s) es continuo, existirı́a un
entorno δ de x0 , Sδx0 , tal que K(x, x) < 0, para x ∈ Sδx0 .

Entonces, tomando

f (x) = 0, x no ∈ Sδx0
f (x) < 0, x ∈ Sδx0 (6.19)

obtendrı́amos I < 0, lo que es imposible, ya que, por hipótesis, K(x, s) es definido positivo.

Además, Hm (x, s) ≥ 0, pues, según vimos, también es definido positivo. Por consiguiente, de
(6.18), obtenemos que

m
X ϕ2 (x)
k
≤ K(x, x) (6.20)
k=1
λk

Es decir, la suma parcial de la serie


X ϕ2 (x)
k

k=1
λk
Aspectos Complementarios de la Teorı́a de Ecuaciones con Núcleo Simétrico 131

es acotada por encima y, por lo tanto, converge. Por lo tanto:


m 2
X ϕk (x)
(6.21)

λk


k=n

De la desigualdad de Cauchy-Buniakovsky tenemos que, por (6.21):


m
(
m m
)1/2
( 2 2
X ϕ k x)ϕ k (s) X ϕ k (x) X ϕ k (x)
≤ < ε, ∀n, m > N (6.22)

λk λk λk


k=n k=n k=n

Por consiguiente, queda demostrada la convergencia uniforme para x, s ∈ [a, b] de la serie


bilineal.

Demostremos, ahora, que la serie bilineal converge en media a nuestro núcleo K(x, s). Efecti-
vamente, tenemos que:

Z b" m
#2
X ϕk (x)ϕk (s)
K(x, s) − ds =
k=1 a λk
 " #2 
Z b m m
X ϕk (x)ϕk (s) X ϕk (x)ϕk (s) 
K 2 (x, s) − 2K(x, s) + ds =
a  λk k=1
λk 
k=1
m m m
X ϕ2k (x) ϕ2k (x)
X X ϕ2k (x)
= K2 (x, x) − 2 + ≡ K 2 (x, x) − (6.23)
k=1
λ2k k=1
λ2k k=1
λ2k

Para obtener (6.23), hemos tenido en consideración que:

Z b Z b
2
K (x, s)ds = K(x, s)K(x, s)ds ≡ K2 (x, x) (6.24)
a a

pues el núcleo K(x, s) es simétrico;

m b m m
ϕ2 (x)
Z
X ϕk (x) X ϕk (x) ϕk (x) X
k
2 K(x, s)ds ≡ 2 ≡2 (6.25)
k=1
λk a k=1
λk λk k=1
λ2k

y que:
132 José Marı́n Antuña

Z b "X m
#2 m Z b 2
ϕk (x)ϕk (s) X ϕk (x)ϕ2k (s)
ds = +
a k=1
λk k=1 a
λ2k
m X m m
ϕk (x)ϕl (x) b ϕ2k (x)
X Z X
+ ϕ k (s)ϕ l (s)ds = (6.26)
k=1 l=1
λ2k a k=1
λ2k
(k6=l)

pues

Z b
ϕk (s)ϕl (s)ds = δkl (6.27)
a

Por lo tanto, de (6.23), tenemos:

Z b" m
#2 m

2
X ϕk (x)ϕk (s) X ϕ k (x)
K(x, s) − ds = K2 (x, x) − <ε (6.28)

a k=1
λk
k=1
λ2k

para m > N , ya que, por el teorema anterior, la serie del núcleo iterado K2 (x, s) converge
uniformemente.

Por consiguiente, queda demostrada la convergencia en media de nuestra serie bilineal al núcleo
K(x, s).

Por último, como K(x, s) es continua y antes habı́amos demostrado la convergencia uniforme
de la serie bilineal, por el teorema de Dini concluimos la convergencia uniforme de la serie
bilineal al núcleo K(x, s).

Para los núcleos definidos negativos la demostración es idéntica.

Demostrado el teorema.

6.2 Resolvente del núcleo simétrico

Para cualquier núcleo, es posible demostrar que la resolvente se expresa en términos de la


siguiente serie:


X
R(x, s, λ) = λn−1 Kn (x, s) (6.29)
n=1

para valores de λ tales que


Aspectos Complementarios de la Teorı́a de Ecuaciones con Núcleo Simétrico 133

1
|λ| < (6.30)
M 2 (b − a)

Esto es evidente, si tenemos en cuenta que en el epigrafe Complementos de la teorı́a es-


pectral de operadores, del Capı́tulo Elementos de Espacios Funcionales y Operadores
del libro de Métodos Matemáticos de la Fı́sica, obtuvimos la convergencia de la serie de
Neumann


X
(λA)n ≡ I + λR(λ) (6.31)
n=0

para valores de λ tales que

1
|λ| < (6.32)
kAk

Despejando R(λ) de (6.31), obtenemos, efectivamente:


X
R(x, s, λ) = λn−1 An (6.33)
n=1

que es equivalente a (6.29).

Si el núcleo K(x, s) es simétrico, entonces, el núcleo iterado Kn (x, s) que aparece en (6.29) se
expresa a través de su serie bilineal. Por lo tanto, tendremos:

∞ ∞
X
n−1
X ϕk (x)ϕk (s)
R(x, s, λ) = K(x, s) + λ =
n=2 k=1
λnk
∞ ∞
1 X X λn
K(x, s) + ϕk (x)ϕk (s) =
λ k=1 n=2
λnk

X λ
= K(x, s) + ϕk (x)ϕk (s) (6.34)
k=1
λk (λk − λ)

En (6.34) hemos intercambiado el orden de las sumatorias debido a la convergencia de las


mismas y utilizado el resultado de la suma de la serie geométrica, ya que |λk | > |λ|.

Por otra parte, para los núcleos en general, tenı́amos que:

D(x, s, λ)
R(x, s, λ) = (6.35)
D(λ)
134 José Marı́n Antuña

y que la primera relación fundamental de los menores de Fredholm, para p = 1, era:

Z b
D(x, x, λ)dx = D0 (λ) (6.36)
a

Por lo tanto, de (6.35) y (6.36), obtenemos:

b
D0 (λ)
Z
R(x, x, λ)dx = (6.37)
a D(λ)

Por consiguiente, de acuerdo con (6.34), para los núcleos simétricos, obtenemos:

Z b Z b ∞
X λ
R(x, x, λ)dx = K(x, x)dx + (6.38)
a a k=1
λk (λk − λ)

en virtud de la ortonormalidad de las autofunciones.

Sea, ahora, λk0 una raı́z de la ecuación D(λ) = 0, de multiplicidad p. En virtud del teorema
sobre el residuo logarı́tmico de una función en su cero:

D0 (λ)
 
Res , λk0 = p (6.39)
D(λ)

Por consiguiente, si la raı́z tiene multiplicidad p, en la suma de la expresión (6.34) hay que
sumar por todas las autofunciones del autovalor λk0 de multiplicidad p.

Además, como el núcleo es simétrico, tendremos que


X ϕk (x)ϕk (s)
K(x, s) = (6.40)
k=1
λk

Colocando (6.40) en (6.34), obtenemos:


X ϕk (x)ϕk (s)
R(x, s, λ) = (6.41)
k=1
λk − λ
Como la expresión general de la solución de la ecuación integral es

Z b
ϕ(x) = f (x) + λ R(x, s, λ)f (s)ds (6.42)
a

obtenemos para la solución de la ecuación con núcleo simétrico:


Aspectos Complementarios de la Teorı́a de Ecuaciones con Núcleo Simétrico 135

∞ ∞
ϕk (x) b
Z
X X fk ϕk (x)
ϕ(x) = f (x) + λ ϕk (s)f (s)ds ≡ f (x) + λ (6.43)
k=1
λk − λ a k=1
λk − λ

Es decir, la conocida fórmula de Schmidt.


136 José Marı́n Antuña
Capı́tulo 7

Ecuación Integral de Fredholm de


Primer Tipo

En el presente capı́tulo haremos un estudio detallado de la ecuación integral de Fredholm de


primer tipo, cuyo análisis obviamos en los capı́tulos anteriores, dada la dificultad intrı́nseca de
este tipo de ecuación.

7.1 Introducción

La ecuación integral de Fredholm de primer tipo tiene la forma:

Z b
ϕ(x) = λ K(x, s)ϕ(s)ds (7.1)
a

Si tenemos una clase de funciones emanantes del núcleo, como se ve de (7.1), la solución existirá.
Si el núcleo es cerrado; es decir, si

Z b
K(x, s)F (s)ds = 0 (7.2)
a

implica que F (s) ≡ 0, entonces, se puede garantizar la unicidad. Sin embargo y pese a lo
dicho, persiste un obstáculo; la ecuación es un problema incorrecto. Escribamos la ecuación
operacional

y = Ax (7.3)

El problema de la solución de esta ecuación se reduce a la construcción del operador inverso.


Inclusive si existe el operador inverso, éste no es acotado en todo el espacio.

137
138 José Marı́n Antuña

Podemos escoger, en el espacio R un conjunto compacto M que se transforma, mediante (7.3)


en el conjunto M1 del espacio R1 . El siguiente teorema establece las condiciones para que el
operador inverso sea acotado.

Teorema.

Sea A un operador continuo que represente R en R1 y para el cual existe el operador inverso. Si,
a la vez, al compacto M ∈ R le corresponde el compacto M1 ∈ R1 , entonces, la representación
inversa en M1 es acotada.

Demostración:

Hay que demostrar que, para cualquier ε > 0, existe un δ > 0 tal que k ȳ − ȳ¯ k< δ implica que
k x̄ − x̄¯ k< ε, donde ȳ ∈ M1 , ȳ¯ ∈ M1 , x̄ = A−1 ȳ, x̄¯ = A−1 ȳ¯. Vamos a efectuar la demostración
por reducción al absurdo. Supongamos que, para ε > 0 y δ > 0 arriba mencionados, existen
ȳ1 y ȳ¯1 tales que, a pesar de ser k ȳ1 − ȳ¯1 k< δ, ocurre que k x̄1 − x̄¯1 k> ε. Tomemos por δ a
(n) (n) (n) (n)
δn = n1 y las sucesiones de vectores ȳ1 , ȳ¯1 , x̄1 y x̄¯1 . Como los conjuntos son compactos,
siempre se pueden lograr subsucesiones convergentes, es decir, tales que
(n) (n) (n) (n)
x̄1 → x̄1 , x̄¯1 → x̄¯1 , ȳ1 → ȳ1 , ȳ¯1 → ȳ¯1

Entonces, en el lı́mite para n → ∞, tendrı́amos que ȳ1 = ȳ¯1 en tanto que x̄1 6= x̄¯1 . Pero ésto es
absurdo, pues Ax̄ = ȳ y Ax̄¯ = ȳ¯. Por lo tanto, tiene que ser k x̄1 − x̄¯1 k< ε.

Demostrado el teorema.

7.2 Familia regulada de soluciones aproximadas

Tratemos de escoger un conjunto compacto al que pertenezca la función ϕ(x). Todo nuestro
razonamiento será efectuado bajo la suposición de que el núcleo es cerrado. Los problemas
sobre la existencia serán analizados posteriormente.

Consideraremos que ϕ ∈ C(a, b); es decir, al espacio normado de funciones continuas en (a, b) y
que f ∈ L2 [c, d]; es decir, al espacio normado y separable de las funciones cuadrado integrables
en [c, d].

Analizaremos el siguiente funcional:

Z d Z b 2
Q= K(x, s)ϕ(s)ds − f (x) dx (7.4)
c a

Si logramos hallar una función ϕ(x) que realice el extremo de este funcional, ésta será la solución
de la ecuación integral de Fredholm de primer tipo (7.1).

Veamos el funcional auxiliar siguiente:


Ecuación Integral de Fredholm de Primer Tipo 139

Z b
R= {p(s)[ϕ0 (s)]2 + q(s)ϕ2 (s)}ds (7.5)
a

donde p y q pertenecen a C(a, b) y veamos, además, el siguiente funcional:

Lα [ϕ, f ] = Q + αR (7.6)

Si α es pequeña, el extremo del funcional (7.6) estará cercano al extremo del funcional (7.4);
es decir, a la solución de la ecuación (7.1). Las funciones ϕα (x) que realizan el extremo del
funcional Lα resultan una clase compacta de funciones a la cual pertenece ϕ(x). Existe una
teorı́a para la solución de las ecuaciones integrales de Fredholm de primer tipo que puede
resumirse en tres teoremas que, a continuación, veremos.

7.2.1 Primer teorema de Tı́jonov

Teorema.

Para cualquier función continua f (x) y cualquier parámetro α > 0, existe una función única
ϕα (x) que realiza el mı́nimo del funcional (7.6).

Demostración:

La demostración la dividiremos en varias partes:

1) Condición necesaria de extremo.

Supongamos, inicialmente, que ϕα (x) existe y realiza el extremo del funcional (7.6); hallemos
la condición de extremo. Para ello, veamos la familia uniparamétrica de funciones:

y = ϕα (x) + βψ(x) (7.7)

Entonces, sobre esa familia de funciones nuestro funcional:

l(β) = Lα [ϕα + βψ, f ] (7.8)

será una función del parámetro β y si ϕα (x) nos da el extremo de (7.6), entonces, la función
(7.8) tendrá un extremo para β = 0. Por consiguiente, deberá cumplirse que

l0 (β)|β=0 = 0 (7.9)

Calculemos (7.9). Tenemos que, integrando por partes:


140 José Marı́n Antuña

Z d Z b Z b 
0
l (0) = 2 K(x, s)ϕα (s)ds − f (x) K(x, s)ψ(s)ds dx +
c a a
Z b
+2α {p(s)ϕ0 (s)ψ 0 (s) + q(s)ϕ(s)ψ(s)}ds =
a
Z d Z b 
2 [K(x, s)ϕα (s)ds − f (x)] K(x, s)ψ(s) dx + 2αp(s)ϕ0 (s)ψ(s)|ba +
c a
Z b
+2α [−(p(s)ϕ0 (s))0 + q(s)ϕ(s)]ψ(s)ds = 0 (7.10)
a

Analicemos el primer sumando en (7.10). Tenemos, después de varias operaciones simples:

Z d Z b Z  b
2 K(x, s)ϕα (s)ds − f (x) K(x, s)ψ(s)ds dx =
c a a
Z d Z b Z b 
0 0 0
= 2 K(x, s )ϕα (s )ds K(x, s)ψ(s)ds dx −
c a a
Z d Z b 
− 2 f (x) K(x, s)ψ(s)ds dx =
c a
Z b Z b Z d 
= K(x, s)K(x, s )dx ϕα (s0 )ϕα (s)ds0 ds −
0
a a c
Z b Z d 
− 2 K(x, s)f (x)dx ψ(s)ds =
a c
Z bZ b Z b
0 0 0
= H(s, s )ϕα (s )ϕα (s)ds ds − 2 F (s)ψ(s)ds (7.11)
a a a

donde hemos introducido la notación:

Z d Z d
0 0
H(s, s ) = K(x, s)K(x, s )dx, F (s) = K(x, s)f (x)dx (7.12)
c c

Colocando (7.11) en (7.10), obtenemos:

Z b Z d
l0 (0)

0 0 0 0 0
= H(s, s )ϕα (s )ds − F (s) − α(p(s)ϕ (s)) − αq(s)ϕ(s) ψ(s)ds +
2 a c
+2αp(s)ϕ0 (s)ψ(s)|ba = 0 (7.13)

Tomemos las funciones ψ de forma tal que se anulen en los extremos del intervalo [a, b]. En-
tonces, de acuerdo con el Lema Fundamental del Cálculo Variacional, de (7.13) concluimos que
la función que realiza el extremo del funcional (7.6) debe ser solución de la ecuación:
Ecuación Integral de Fredholm de Primer Tipo 141

Z d
H(s, s0 )ϕα (s0 )ds0 − F (s) − α[(p(s)ϕ0 (s))0 − q(s)ϕ(s)] = 0 (7.14)
c

2) Unicidad del problema de la ecuación (7.14).

Haciendo f (x) ≡ 0, obtenemos para la función l(β) que

l0 (0) = 2Lα [ϕ, 0] = 0 (7.15)

de donde ϕ ≡ 0, por lo que la unicidad del problema no homogéneo queda demostrada.

3) Unicidad de la solución.

Con ayuda de la función de Green invirtamos en (7.14) el operador diferencial. Se obtiene la


ecuación:

Z b
1
ϕ(s) = − D(s, s0 )ϕ(s0 )ds0 + d(s) (7.16)
α a

donde

Z b Z b
0 0 1
D(s, s ) = G(s, t)H(s, s )dt, d(s) = G(s, t)F (t)dt (7.17)
a α a

Esto significa que (7.14) es equivalente a la ecuación integral de Fredholm de segundo tipo
(7.16). Como la ecuación (7.14) homogénea sólo tiene solución trivial, por lo tanto, por la
teorı́a de Fredholm, la ecuación no homogénea tiene solución única.

4) Existencia de la función ϕα que realiza el extremo del funcional.

Tenemos que:

Lα [ϕ + ψ, f ] = Lα [ϕ, f ] + 2Mα [ϕ, ψ, f ] + Lα [ψ, 0] (7.18)

donde Mα es un funcional lineal respecto a ϕ y a ψ y que es igual a cero por (7.14). Por
consiguiente:

Lα [ϕ + ψ, f ] > Lα [ϕ, f ] (7.19)

lo que significa que, efectivamente, ϕ realiza el extremo de Lα .

Demostrado el primer teorema de Tı́jonov.


142 José Marı́n Antuña

Es conveniente destacar, resumidamente, lo logrado en la demostración del primer teorema de


Tı́jonov. Con grandes cálculos obtuvimos la condición necesaria de extremo del funcional (7.6),
expresada por la ecuación (7.14). A continuación, demostramos que, si existe, ϕα es la única
solución de (7.14) y, por último, demostramos la existencia de la solución de (7.14) y, a la vez,
-como era de esperar, ya que (7.14) es la condición necesaria de extremo del funcional (7.6)-
demostramos que esa solución de (7.14) nos da el extremo (mı́nimo) del funcional (7.6).

7.2.2 Segundo teorema de Tı́jonov

Teorema.

Si a la función f0 (x) le corresponde una solución continua y diferenciable de la ecuación integral


de Fredholm de primer tipo (7.1), entonces, para cualquier ε > 0, existe una α0 > 0 tal que, si
0 < α0 < α, se cumple que

|ϕ0 (s) − ϕ0 (s, α)| < ε (7.20)

donde ϕ0 (s, α) es la función que realiza el extremo del funcional

Z d Z b 2 Z b
Lα [ϕ, f ] = K(x, s)ϕ(s)ds − f0 (x) dx + α {p(s)[ϕ0 (s)]2 + q(s)ϕ2 (s)}ds (7.21)
c a a

Es decir, que si el extremo del funcional (7.21) es ϕ0 (s, α), el teorema afirma la convergencia
uniforme de esta función, para α → 0, a la solución de la ecuación (7.1) de inhomogeneidad
f0 (x).

Demostración:

Por hipótesis, la función ϕ0 (s, α) realiza el extremo del funcional (7.21). Por lo tanto

Z b
Lα [ϕ0 (s, α), f0 ] ≤ Lα [ϕ0 (s), f0 ] = α {p(s)[ϕ00 (s)]2 + q(s)ϕ20 (s)}ds ≡ αC0 (7.22)
a

La primera integral del funcional se anula, ya que ϕ0 (s) es solución de la ecuación (7.1); C0
es cierto número. Veamos en el espacio de funciones con primera derivada continua C 0 (a, b) la
clase de funciones que satisfacen la condición

Z b
{p[ϕ0 ]2 + qϕ2 }ds ≤ C0 (7.23)
a

Demostremos que esta clase de funciones es compacta; es decir, que satisface el teorema de
Artzelá. En otras palabras, hay que demostrar que esta clase de funciones es uniformemente
Ecuación Integral de Fredholm de Primer Tipo 143

acotada y equicontinua; entonces, por el teorema de Artzelá, será compacta. Tenemos que, en
particular, se cumple de (7.23) que:

Z b
p[ϕ0 ]2 ds ≤ C0 (7.24)
a

Es decir:

Z b
C0
[ϕ0 (s)]2 ds ≤ C1 ≡ (7.25)
a min p(s)

Análogamente, se cumple que

Z b
C0
ϕ2 (s)ds ≤ C2 ≡ (7.26)
a min q(s)

Demostremos la equicontinuidad. Tenemos que

s2
Z
0


ϕ (s)ds = |ϕ(s2 ) − ϕ(s1 )| (7.27)
s1

y, por la desigualdad de Cauchy-Buniakovsky:

 Z Z 1/2
0 2
2
p
s2 [ϕ (s)] ds s2 1 ds
≤ C1 |s2 − s1 | (7.28)
s1 s1

2
De (7.28), tomando |s2 − s1 | < δ, donde δ = √ε , obtenemos que
C1

 Z 1/2
s2 Z s2
[ϕ0 (s)]2 ds

12 ds <ε (7.29)


s1 s1

y, con mayor razón aún:

|ϕ(s2 ) − ϕ(s1 )| < ε (7.30)

con lo que queda demostrada la equicontinuidad. Demostremos, ahora, la acotación uniforme.


En virtud de (7.26), existirá un punto s0 ∈ [a, b] donde

r
C2
|ϕ(s0 )| ≤ (7.31)
b−a
144 José Marı́n Antuña

y como

p
|ϕ(s) − ϕ(s0 )| ≤ C1 (b − a) (7.32)

concluimos que

r
C2 p
|ϕ(s)| ≤ + C1 (b − a) (7.33)
b−a

La desigualdad (7.33) se cumple, simultáneamente, para toda s ∈ [a, b] y toda ϕ(s) de la clase
de funciones analizada. Por lo tanto, queda demostrada la acotación uniforme. Ası́ pues, por el
teorema de Artzelá la clase M de funciones es compacta en C 0 (a, b). Veamos, ahora, la función:

Z b
f0 (x, α) = K(x, s)ϕ0 (s, α)ds (7.34)
a

donde ϕ0 (s, α) es la extremal del funcional (7.21). Analicemos la norma en L2 de la diferencia


de (7.34) y f0 (x). Tenemos que, de acuerdo con (7.22):

k f0 (x, α) − f0 (x) k2 ≤ Lα [ϕ0 (s, α), f0 ] ≤ αC0 (7.35)

Por consiguiente, para α → 0, obtenemos que:

k f0 (x, α) − f0 (x) k→ 0 (7.36)

Como para f¯ y f¯ pertenecientes a M1 tales que k f¯− f¯ k< δ corresponden ϕ̄ y ϕ̄¯ pertenecientes
a M1 tales que k ϕ̄ − ϕ̄¯ k< ε, en virtud del teorema sobre la continuidad de la representación
inversa de un conjunto compacto en un conjunto compacto, concluimos, por lo tanto, de (7.36)
que, para ε > 0, existe una α0 > 0 tal que, para α tales que 0 < α < α0 , se cumple que

k f0 (x, α) − f0 (x) k< δ (7.37)

y, por consiguiente

k ϕ0 (x, α) − ϕ0 (x) k< ε (7.38)

Demostrado el segundo teorema de Tı́jonov.

Como consecuencia daremos la siguiente definición.

Definición.
Ecuación Integral de Fredholm de Primer Tipo 145

Se llama familia regulada de soluciones aproximadas a aquella familia de funciones para


las cuales se cumple que:

1. ϕ(s, α) ∈ M para ϕ(s) ∈ M .

2. f (x, α) → f (x) para α → 0 en L2 (es decir, convergencia en media).

Entonces, para la familia regulada, de acuerdo con el primer y segundo teorema de Tı́jonov, se
cumple la convergencia uniforme:

ϕ(s, α) ⇒ ϕ(s), ∀α → 0

Es decir, el primer y segundo teorema de Tı́jonov dan como conclusión que el problema extremal
para el funcional (7.6) nos da la familia regulada de soluciones aproximadas.

7.2.3 Tercer teorema de Tı́jonov

Teorema.

Supongamos que a f0 (x) le corresponde una solución continua y diferenciable ϕ0 (s) de la


ecuación integral de Fredholm de primer tipo

Z b
K(x, s)ϕ(s)ds = f (x) (7.39)
a

Entonces, para cualquier ε > 0 y cualesquiera γ2 > γ1 > 0, existe una δ0 (ε, γ2 , γ1 , f0 ) > 0 tal
que si

k f1 (x) − f0 (x) kL2 < δ (7.40)

donde 0 < δ < δ0 , se cumple que

k ϕ1 (s, x) − ϕ0 (x) k< ε (7.41)

para todo

δ2
γ1 < < γ2
α

Demostración:
146 José Marı́n Antuña

Tenemos que:

Lα [ϕ1 (s, α), f1 (x)] ≤ Lα [ϕ0 (s), f1 (x)] ≡


Z d Z b
2
[f0 (x) − f1 (x)] dx + α {p(s)[ϕ00 (s)]2 + q(s)ϕ20 (s)}ds ≤
c a
≤ δ 2 + αC0 ≤ α(γ2 + C0 ) (7.42)

Veamos la clase M de funciones ϕ que satisface la condición

Z b
{p[ϕ0 ]2 + qϕ2 }ds ≤ γ2 + C0 (7.43)
a

Es evidente que esta clase es compacta. Si a la clase M le ponemos en correspondencia la clase


M1 , podemos decir que para ε > 0, existe una δ0 (ε, γ2 , f0 ) > 0 tal que, para f¯ ∈ M1 , f¯ ∈ M1 y
ϕ̄ ∈ M , ϕ̄¯ ∈ M , si

k f¯ − f¯ k< δ0 (7.44)

se cumple que

k ϕ̄ − ϕ̄¯ k< ε (7.45)

Comparemos, ahora, la cercanı́a. Tenemos:

k f1 (x, α) − f0 (x) k≤k f1 (x, α) − f1 (x) k + k f1 (x) − f0 (x) k≤


 r 
p α
≤ δ + α(γ2 + C0 ) ≡ δ 1 + (γ2 + C0 ) ≤
δ2
s !
γ2 + C0
≤δ 1+ < δ0 (ε, γ2 , f0 ) (7.46)
γ1

donde hemos supuesto

δ0 (ε, γ2 , f0 )
δ0 (ε, γ2 , γ1 , f0 ) = q (7.47)
1 + γ2 γ+C 1
0

Por consiguiente,
Ecuación Integral de Fredholm de Primer Tipo 147

k ϕ1 (s, x) − ϕ0 (s) k< ε

Es decir, efectivamente, se cumple (7.41).

Demostrado el tercer teorema de Tı́jonov.

Nótese que en la base de la demostración de este teorema está el hecho siguiente.

Por la desigualdad del triángulo tenemos que:

|ϕ1 (s, x) − ϕ0 (s)| ≤ |ϕ1 (s, x) − ϕ0 (s, α)| + |ϕ0 (s, x) − ϕ0 (s)| (7.48)

Para valores de α grandes, el primer sumando a la derecha de (7.48) es estable y pequeño por
el teorema del problema extremal, en tanto que el segundo sumando es inestable (grande).

Al disminuir α, el segundo sumando es más estable y tiende a cero para α → 0; sin embargo,
el primer sumando se hace inestable.

Es decir, el parámetro α juega el papel de regularizador; hay que elegirlo ni muy grande (en tal
caso converge el primer sumando y diverge el segundo), ni muy pequeño (converge el segundo
y diverge el primero), sino que hay que elegirlo dentro del diapasón dado por la relación

δ2
γ1 < < γ2 (7.49)
α

Este tercer teorema de Tı́jonov afirma lo siguiente:

Tenemos que resolver la ecuación (7.39) con inhomogeneidad igual a f0 (x).

En su lugar resolvemos la ecuación con f1 (x) por el método de hallar la extremal ϕ1 (s, α) del
operador Lα descrito en el primer y segundo teorema de Tı́jonov.

Este tercer teorema de Tı́jonov afirma que esta función ϕ1 (s, α) es cercana a la solución real
ϕ0 (s) para valores cercanos entre sı́ de las inhomogeneidades f1 (x) y f0 (x), respectivamente,
para cierto diapasón del parámetro α.

Este resultado es muy importante, ya que en los problemas fı́sicos muy a menudo no se conoce la
forma exacta de la función f0 (x) y en su lugar sólo nos es factible conocer su forma aproximada
f1 (x).
148 José Marı́n Antuña
Capı́tulo 8

Ecuaciones Integrales entre Lı́mites


Infinitos con Núcleos que dependen de
la Diferencia de Variables

En el presente capı́tulo estudiaremos, brevemente, el caso particular de ecuaciones integrales


de Fredholm de segundo tipo entre lı́mites infinitos con núcleos que dependen de la diferencia
de variables, las cuales tienen gran aplicación en distintas ramas de la Fı́sica Teórica, la teorı́a
de dispersión y otras.

8.1 Propiedades del operador integral entre lı́mites in-


finitos con núcleo dependiente de la diferencia de
variables

La ecuación integral a cuyo estudio nos dedicaremos ahora tiene la forma:

Z ∞
ϕ(x) = λ K(x − s)ϕ(s)ds + f (x) (8.1)
−∞

donde suponemos que el núcleo es una función continua y acotada en todo el eje y cumple que

Z ∞
|K(x)|dx = M < ∞, |K(x)| < m (8.2)
−∞

Para las ecuaciones del tipo (8.1) la teorı́a de Fredholm desarrollada en el Capı́tulo 5 no es
aplicable, ya que en la expresión del determinante de Fredholm:

149
150 José Marı́n Antuña

∞ ∞ ∞
λ2
Z Z Z
K(t1 , t1 ) K(t1 , t2 )
D(λ) = 1 − λ K(t1 , t1 )dt1 +
K(t2 , t1 ) K(t2 , t2 )
dt1 dt2 + ... (8.3)
−∞ 2 −∞ −∞

las integrales divergen. Nosotros aquı́ trabajaremos en el espacio funcional {ϕ(x)} con x ∈
(−∞, ∞), donde ϕ(x) son funciones acotadas, continuas y con norma dada por

k ϕ k= sup |ϕ(x)| (8.4)

En semejante espacio, el operador integral de la ecuación (8.1) es continuo, pero no completa-


mente continuo y, por lo tanto, la alternativa de Fredholm no es aplicable.

Recordemos que un operador A es continuo si, para ε > 0, existe una δ > 0 tal que k x1 −x2 k< δ
implica que k y1 −y2 k=k A(x1 −x2 ) k< ε y es completamente continuo si representa un conjunto
acotado en un conjunto compacto. Es fácil constatar que nuestro operador es acotado.

Efectivamente:

Z ∞
k Aϕ k≤k ϕ k |K(x − s)|ds = M k ϕ k (8.5)
−∞

Para los núcleos iterados es fácil comprobar el mismo hecho. Tenemos:

Z ∞ Z ∞
K2 (x, s) = K(x − t)K(t − s)dt ≡ K(x − s − τ )K(τ )dτ ≡ K2 (x − s) (8.6)
−∞ −∞

Por consiguiente, de acuerdo con (8.2):

∞ ∞
Z Z

|K2 (t)| = K(t − τ )K(τ )dτ ≤ |K(t − τ )K(τ )|dτ ≤ mM (8.7)
−∞ −∞

Además:

∞ ∞ ∞ Z ∞Z ∞
Z Z Z

|K2 (τ )dτ =
K(t − τ )K(τ )dτ dt ≤
|K(t − τ )K(τ )|dτ dt =
−∞ −∞ −∞ −∞ −∞
Z ∞ Z ∞ 
= |K(τ )| |K(t − τ )|dt dτ = M 2 (8.8)
−∞ −∞

De manera totalmente similar, podemos garantizar para el núcleo iterado de orden n que:

Z ∞
n
k A k≡ |Kn (t)|dt ≤ M n , |Kn (x, s)| ≤ nM n−1 (8.9)
−∞
Ecuaciones Integrales entre Lı́mites Infinitos 151

Es decir, los núcleos iterados y la norma del operador iterado son, también, acotados. De esta
forma, podemos garantizar la existencia de la resolvente


X
R(t, λ) = λn−1 Kn (t) (8.10)
n=1

dentro del cı́rculo de convergencia.

8.2 Autofunciones de la ecuación homogénea

Busquemos la solución de la ecuación integral

Z ∞
ϕ(x) = λ K(x − s)ϕ(s)ds (8.11)
−∞

en la forma

ϕ(x) = eiωx (8.12)

Haciendo el cambio de variables t = x − s, obtenemos, después de sustituir (8.12) en (8.11):

Z ∞
iωx
e =λ K(t)eiω(x−t) dt = eiωx λK(ω) (8.13)
−∞

donde

Z ∞
K(ω) = K(t)e−iωt dt (8.14)
−∞

es la transformada de Fourier del núcleo K(t) de la ecuación integral (8.11).

Por consiguiente, obtenemos que los autovalores de la ecuación (8.11) vienen dados por el
conjunto Λ de valores de la función

1
λ(ω) = (8.15)
K(ω)

Para un parámetro λ fijo en la ecuación (8.11), la ecuación λ(ω) = λ tiene, en general, varias
raı́ces ωk .

Ello significa que existen varias autofunciones de la ecuación integral (8.11).


152 José Marı́n Antuña

Es lógico preguntarse si existen, acaso, otros puntos del espectro del operador. La respuesta es
negativa y lo veremos más adelante.

8.3 Solución de la ecuación no homogénea

Para hallar la solución de la ecuación integral no homogénea

Z ∞
ϕ(x) = λ K(x − s)ϕ(s)ds + f (x) (8.16)
−∞

multipliquemos (8.16) por e−iωx e integremos entre −∞ e ∞. Obtenemos:

ϕ(ω) = f (ω) + λI(ω) (8.17)

donde, en general, como función dependiente de ω representamos a la transformada de Fourier


de la función en x:

Z ∞
u(ω) = u(x)e−iωx dx (8.18)
−∞

I(ω) es la transformada de Fourier de la integral:

Z ∞ Z ∞ 
−iωx
I(ω) = e K(x − s)ϕ(s)ds dx ≡ K(ω)ϕ(ω) (8.19)
−∞ −∞

por el teorema de la convolución de la transformada de Fourier.

Por consiguiente, de (8.17) y (8.19), obtenemos:

f (ω)
ϕ(ω) = (8.20)
1 − λK(ω)

Ası́ pues, la solución de la ecuación (8.16) viene expresada por la fórmula:

Z ∞
1 f (ω)dω
ϕ(x) = eiωx (8.21)
2π −∞ 1 − λK(ω)

donde hemos hecho uso de la expresión de la transformada inversa de Fourier. Las condiciones
de desarrollo de las funciones f y K en integral de Fourier y de integrabilidad absoluta de estas
funciones son suficientes para demostrar que ϕ(x) es solución de (8.16). En cada caso particular
esto se puede comprobar.
Ecuaciones Integrales entre Lı́mites Infinitos 153

Transformemos la fórmula (8.21) en una expresión más cómoda de analizar; después de ello,
las condiciones serán impuestas sólo a la función K. Tenemos, colocando (8.21) en (8.16):

Z ∞ Z ∞ 
λ iωs f (ω)dω
ϕ(x) = f (x) + K(x − s) e ds =
2π −∞ −∞ 1 − λK(ω)
Z ∞ Z ∞ 
λ f (ω) iωs
= f (x) + e K(x − s)ds dω (8.22)
2π −∞ 1 − λK(ω) −∞

En la integral entre llaves a la derecha de (8.22) hagamos t = x − s. Entonces:

Z ∞ Z ∞
iωs
e iωx
K(x − s)ds = e e−iωt K(t)dt ≡ eiωx K(ω) (8.23)
−∞ −∞

Sustituyendo (8.23) en (8.22), obtenemos, finalmente:

Z ∞
ϕ(x) = f (x) + λ R(x − s, λ)f (s)ds (8.24)
−∞

donde


eiωt
Z
1
R(t, λ) = dω (8.25)
2π −∞ λ(ω) − λ

expresión en la que hemos tenido en cuenta (8.15) del epı́grafe anterior.

En esta forma de expresar la solución nos interesan, sólamente, las propiedades de R(t, λ). Las
condiciones de desarrollo de K(t) en integral de Fourier y de integrabilidad absoluta de K(ω)
son suficientes para garantizar que (8.24) es solución de la ecuación (8.16).

A modo de ejemplo ilustrativo, veamos el caso en que el núcleo de la ecuación (8.16) tiene la
forma:

K(t) = e−|a|t (8.26)

Es fácil calcular que

2a
K(ω) = (8.27)
a2 + ω2

y, por consiguiente
154 José Marı́n Antuña

1 a2 + ω 2
λ(ω) = = (8.28)
K(ω) 2a

Por lo tanto, la ecuación λ = λ(ω) tiene por raı́ces:


ω= 2aλ − a2 (8.29)

a
Figura 8.1: Plano λ con corte a partir del punto 2

De aquı́ que el conjunto espectral Λ existe para λ ≥ a/2. La resolvente será, de (8.25):

∞ ∞
eiωt eiωt dω
Z Z
1 a
R(t, λ) = dω = (8.30)
2π −∞ λ(ω) − λ π −∞ a2 + ω 2 − 2aλ

Para calcular (8.30) con la ayuda de residuos, consideremos λ y ω complejos. En el plano λ con
un corte efectuado a partir del punto λ = a/2 de ramificación de la función (8.29), (fig. 8.1) es
decir, tomando como corte el conjunto espectral Λ, quedará definida la rama univaluada
Ecuaciones Integrales entre Lı́mites Infinitos 155


ω1 = 2aλ − a2 (8.31)

de la función (8.29), para la cual Im ω > 0. Por consiguiente, la función (8.31) representa todo
el plano λ en el semiplano superior de ω. En el plano ω los puntos ω1 y −ω1 (fig. 8.2) son
raı́ces del divisor de (8.30).

Figura 8.2: Raı́ces del divisor

Por lo tanto, considerando la integral para t ≥ 0 (para t < 0 cerramos por debajo, de acuerdo
con el lema de Jordan), obtenemos:


eiωt dω
 iωt
eiω1 t
Z 
a a e
= 2πi Res , ω1 = 2a (8.32)
π −∞ ω 2 − (2aλ − a2 ) π ω 2 − ω12 2ω1

Por consiguiente, para toda t:


2
aei 2aλ−a |t|
R(t, λ) = √ (8.33)
2aλ − a2
156 José Marı́n Antuña

De la fórmula (8.25) se ve claro que si λ no pertenece al conjunto espectral Λ, lo que significa que
la ecuación homogénea (8.11) sólo tiene solución trivial, entonces, la ecuación no homogénea
(8.16) tiene solución única, dada por la fórmula (8.24), donde la resolvente se expresa por (8.25).
Esta afirmación es equivalente al primer teorema de Fredholm.

Por otra parte, para los valores del espectro Λ, la ecuación homogénea, de acuerdo con lo visto
en el epı́grafe anterior, tiene solución no trivial (autofunciones), lo que equivale al segundo
teorema de Fredholm para nuestro caso.

Veamos, ahora, cuál es la situación análoga al tercer teorema de Fredholm en el caso de la


ecuación (8.16).

De la expresión (8.20) se ve que si λ ∈ Λ y si el numerador f (ω) tiene un cero del mismo orden
que el denominador 1 − λK(ω) en aquellos puntos ω donde el denominador es cero, entonces,
existirá la solución.

Es decir, la condición suficiente para la existencia de la solución de la ecuación (8.16) en el caso


en que λ ∈ Λ es que

Z ∞
f (ωk ) ≡ e−iωk x f (x)dx = 0 (8.34)
−∞

que puede interpretarse como la ortogonalidad de estas funciones.

Por consiguiente, la condición suficiente para hallar la solución de la ecuación integral no


homogénea (8.16), si λ pertenece al conjunto espectral de autovalores Λ de la correspondiente
ecuación homogénea, es la ortogonalidad (8.34) de la inhomogeneidad con las autofunciones
conjugadas.

Veamos esto más detenidamente. Para ello, analicemos los gráficos de las funciones K(ω) y
λ(ω), a los que supondremos la forma presentada en la figura 8.3 (a) y (b).

Introduzcamos la notación λm = 1/Kmax .

Para cualquier valor λ(ω) > λm corresponden dos valores de ω.

Veamos cómo varı́an estos valores de ω si λ varı́a.

Para ello, tengamos en cuenta la dependencia funcional inversa ω = ω(λ) y para un autovalor
dado λ0 , llamemos ω0 = ω(λ0 ). Con ayuda del desarrollo de Taylor podemos escribir que

ω(λ) ≈ ω(λ0 ) + ω 0 (λ0 )∆λ (8.35)

Pero, de acuerdo con (8.15), tendremos que:

dλ K 0 (ω)
= 2 (8.36)
dω K (ω)
Ecuaciones Integrales entre Lı́mites Infinitos 157

Figura 8.3: Gráficos de K(ω) y λ(ω)

Por consiguiente:

K 2 (ω0 )
ω 0 (λ0 ) = (8.37)
K 0 (ω0 )

Colocando esta expresión (8.37) en (8.35), nos queda:

K 2 (ω0 )
ω(λ) = ω(λ0 ) − ∆λ (8.38)
K 0 (ω0 )
Hagamos una prolongación analı́tica al plano complejo λ, considerando

λ = λ0 + iν, ∆λ = iν, ν > 0 (8.39)

Entonces, en el plano complejo ω, las dos raı́ces ω0 y −ω0 , que están originalmente sobre el
eje real de dicho plano, se desplazan como se indica en la figura 8.4(b). En la figura 8.4(a) se
158 José Marı́n Antuña

muestra el plano λ.

Figura 8.4: Prolongación al plano complejo

Esto significa -pues ν > 0- que si nos acercamos al punto λ0 en el plano complejo λ desde el
semiplano superior (lo que se indica en la figura 8.4(a) con una flecha), los puntos en el plano
complejo ω, que se encuentran desplazados según se muestra en la figura 8.4(b), se acercarán
al eje real por debajo y por encima, respectivamente.

Todo lo dicho queda claro, si observamos el gráfico de K(ω) en la figura 8.3(a). En ella, para
ω0 > 0, tenemos K 0 (ω0 ) < 0 y, de (8.38), por lo tanto

K 2 (ω0 )
ω(λ) = ω0 + iν (8.40)
|K 0 (ω0 )|

Es decir, el desplazamiento es hacia arriba (Fig. 8.4(b)).

Si ω0 < 0 la situación se invierte, ya que, en ese caso, K 0 (ω0 ) > 0 y, por tanto, el desplazamiento
es hacia abajo.
Ecuaciones Integrales entre Lı́mites Infinitos 159

Para este desplazamiento, logrado con la prolongación analı́tica descrita, la solución de la


ecuación integral vendrá dada por la transformada inversa de Fourier:

Z ∞
1
ϕ(x, λ) = eiωx ϕ(ω, λ)dω (8.41)
2π −∞

Esta solución corresponde a λ = λ0 + iν, (ν > 0).

Veamos a dónde tiende esta integral, para ν → 0. Para ello, analicemos la integral siguiente:

Z
1
ϕ+ (x, λ0 ) = eiωx ϕ(ω, λ0 )dω (8.42)
2π C+

donde el contorno de integración C+ en el plano complejo ω es el mostrado en la figura 8.5.

Figura 8.5: Contorno de integración en el plano complejo ω

Esta integral no varı́a para ν → 0, pues los puntos desplazados tienden a los puntos −ω0 y ω0
del eje real, como indican las flechas en la figura 8.5 y su valor se calculará, teniendo en cuenta
160 José Marı́n Antuña

el lema de Jordan, por el residuo en el punto desplazado al semiplano superior (en este caso,
ω0 ) si x > 0 y por el residuo en el punto desplazado al semiplano inferior (−ω0 ) si x < 0.

Si, ahora, el desplazamiento de λ es efectuado al semiplano inferior (es decir, si tomamos ν < 0),
entonces, se invertirá el desplazamiento de los puntos ω0 y −ω0 , de manera que, analizando la
integral

Z
1
ϕ− (x, λ0 ) = eiωx ϕ(ω, λ0 )dω (8.43)
2π C−

por el contorno dibujado en la figura 8.6, tendremos, por el lema de Jordan, que ella será
calculada por el residuo en el punto desplazado al semiplano superior, que en este caso será
−ω0 , para x > 0 y, para x < 0, tendremos que tomar el residuo en ω0 .

Figura 8.6: Contorno de integración en el plano complejo ω

La diferencia de (8.42) y (8.43) nos dará la solución general de la ecuación homogénea.

Analicemos, ahora, la función


Ecuaciones Integrales entre Lı́mites Infinitos 161

Z ∞
ϕ+ (x, λ0 ) + ϕ− (x, λ0 ) 1
ϕ0 (x, λ0 ) = = eiωx ϕ(ω, λ0 )dω (8.44)
2 2π −∞

donde hemos tomado el lı́mite, para cuando el radio de las semicircunferencias en las figuras
8.5 y 8.6 tiende a cero (es decir, tomamos la integral por el eje real en el sentido de su valor
principal).

Esta función (8.44) será la solución particular de la ecuación no homogénea.

Si λ0 tiene raı́ces múltiples, todo el análisis efectuado se complica y hay que establecer mayores
exigencias a las funciones K(ω) y f (ω). No realizaremos este análisis aquı́.

Para la resolvente, el análisis es similar. Teniendo en cuenta (8.25), tendremos:

Z ∞
1
R(x, λ) = eiωx R(ω, λ0 )dω (8.45)
2π −∞

donde

1 K(ω)
R(ω, λ) = ≡ (8.46)
λ(ω) − λ λ − λK(ω)

Al hacer la prolongación analı́tica al plano complejo λ, también se obtienen dos resolventes,


R+ y R− y todo el procedimiento anteriormente expuesto se repite.

Hagamos los cálculos arriba indicados en el ejemplo siguiente. Resolvamos la ecuación:

Z ∞
ϕ(x) = λ e−a|x−s| ϕ(s)ds + e−a|x| (8.47)
−∞

En esta ecuación el núcleo es el analizado en el ejemplo anterior; además, la inhomogeneidad


tiene esa misma forma. Por lo tanto:

2a
K(ω) = f (ω) = (8.48)
a2 + ω 2

Los gráficos de K(ω) y λ(ω) se muestran en la figura 8.7 (a) (b). Aquı́ tendremos:

f (ω) 2a
ϕ(ω, λ) = = 2 (8.49)
1 − K(ω) ω − (2aλ − a2 )

K(ω) 2a
R(ω, λ) = = 2 (8.50)
1 − λK(ω) ω − (2aλ − a2 )
162 José Marı́n Antuña

Figura 8.7: K(ω) y λ(ω) para la ecuación no homogénea

o sea, la misma expresión de la transformada, por lo que sus transformadas inversas serán
iguales. Para ω(λ) tendremos:


ω(λ) = 2aλ − a2 (8.51)

Consideremos que 0 < arg (2aλ − a2 ) < 2π. Entonces, se obtiene, en general:

2aeiωx
Z
1
ϕ+ (x, λ) = R+ (x, λ) = dω (8.52)
2π C+ ω 2 − (2aλ − a2 )

Calculando los residuos, según los casos x > 0 y x < 0, obtenemos:


Ecuaciones Integrales entre Lı́mites Infinitos 163

2aeiω(λ)x
ϕ+ (x, λ) = i , ∀x > 0
2ω(λ)
2ae−iω(λ)x
ϕ+ (x, λ) = −i , ∀x < 0 (8.53)
−2ω(λ)

Es decir, finalmente:


2aλ−a2 |x|
ei
ϕ+ (x, λ) = ia √ (8.54)
2aλ − a2

De forma totalmente análoga se obtiene:


2
e−i| 2aλ−a ||x|
ϕ− (x, λ) = −ia √ (8.55)
| 2aλ − a2 |

Estos valores son idénticos para R+ (x, λ) y R− (x, λ), respectivamente. Entonces, de acuerdo
con (8.44), tendremos:

a √
ϕ0 (x, λ) = − √ sin[| 2aλ − a2 ||x|] (8.56)
| 2aλ − a2 |

que será la solución particular de la ecuación homogénea.

Además, para la solución general de la ecuación homogénea, tendremos:

ϕ+ − ϕ− ia √
= √ cos[| 2aλ − a2 ||x|] (8.57)
2 | 2aλ − a2 |

Por consiguiente, la solución general de la ecuación no homogénea (8.47) de nuestro ejemplo


tendrá la forma:

√ √
ϕ(x, λ) = ϕ0 (x, λ) + A(λ) cos[| 2aλ − a2 ||x|] + B(λ) sin[| 2aλ − a2 ||x|] (8.58)

De esta manera, damos fin a la ampliación de la teorı́a de ecuaciones integrales abordada en


este libro.

Es conveniente destacar que, con ello, no se agota ni con mucho la teorı́a de ecuaciones integrales;
simplemente, hemos presentado algunos de los aspectos más relevantes de la misma.

El lector interesado en ampliar y profundizar en este tema, debe remitirse a la literatura espe-
cializada sobre el mismo.
164 José Marı́n Antuña
Capı́tulo 9

El Método de Wiener-Hopf (Método


de Factorización)

El Método de Wienner-Hopf es un método de amplio uso para resolver ecuaciones integrales y


problemas de frontera de la Fı́sica Matemática con ayuda de la transformada de Laplace, de
Fourier y otras. Su primera aplicación se hizo en un trabajo conjunto de N. Wienner y E. Hopf
en el año 1931 relacionado con la solución de ecuaciones integrales con núcleo dependiente de
la diferencia de sus argumentos en el semieje (0, ∞), es decir, del tipo

Z ∞
ϕ(x) = λ K(x − s)ϕ(s)ds + f (x)
0

Ha sido muy utilizado en problemas de difracción, de la teorı́a de elasticidad, de conducción


del calor, de transporte, etcétera.

V.A. Fok hizo una importante contribución al desarrollo de métodos generales de solución de
este tipo de ecuaciones (V.A. Fok, Sobre algunas ecuaciones integrales de la Fı́sica Matemática,
Cuadernos de Matemática 14 (en ruso), (1944)).

9.1 Conceptos iniciales

Partamos de lo visto en el Capı́tulo anterior, aunque haremos algunas modificaciones para


lograr una prolongación más consecuente y fácil al plano complejo sin perder generalidad, ni
rigor.

Supongamos que tenemos la ecuación (8.1) del Capı́tulo anterior:

Z ∞
ϕ(x) = λ K(x − s)ϕ(s)ds + f (x) (9.1)
−∞

165
166 José Marı́n Antuña
R∞ R∞
Para valores reales de λ y las condiciones −∞
|f (x)|2 dx < A, −∞
|K(x)|2 dx < 1, esta ecuación
tiene solución única.

Definamos la transformada de Fourier ası́:

Z ∞ Z ∞
1 1
U (k) = √ u(x)e ikx
dx ↔ u(x) = √ U (k)e−ikx dx (9.2)
2π −∞ 2π −∞

Esta definición también es válida, pues en definitiva la transformada de Fourier sale de la


integral de Fourier

Z ∞Z ∞
1
u(x) = u(s)eik(s−x) dsdk =
2π −∞ −∞
Z ∞ Z ∞  Z ∞
1 1 −ikx 1
=√ √ iks
u(s)e ds e dk ≡ √ U (k)e−ikx dk (9.3)
2π −∞ 2π −∞ 2π −∞

La constante de normalización se puede colocar en cualquier sitio de la ecuación: es indiferente.

Aceptada esta definición, apliquemos la transformada de Fourier a la ecuación

Z ∞ Z ∞
λ ikx
Φ(k) = √ e K(x − s)ϕ(s)dsdx + F (k) (9.4)
2π −∞ −∞

Calculemos:

Z ∞ Z ∞ Z ∞ Z ∞ 
λ ikx λ iks
√ e K(x − s)ϕ(s)dsdx = √ ϕ(s) K(x − s)e dx ds =
2π −∞ −∞ 2π −∞ −∞
= {y = x − s} =
Z ∞ Z ∞  Z ∞ Z ∞
λ ik(y+s) λ iks
√ ϕ(s) K(y)e dy ds = √ ϕ(s)e K(y)eiky dy =
2π −∞ −∞ 2π −∞ −∞
λ √ √ √
= √ 2πΦ(k) 2πK(k) = λ 2πΦ(k)K(k) (9.5)

Ası́,


Φ(k) = λ 2πΦ(k)K(k) + F (k) (9.6)

De aquı́,

F (k)
Φ(k) = √
1 − λ 2πK(k)
El Método de Wiener-Hopf (Método de Factorización) 167

por tanto,

∞ ∞
F (k)e−ikx
Z Z
1 −ikx 1
ϕ(x) = √ Φ(k)e dk = √ √ dk (9.7)
2π −∞ 2π −∞ 1 − λ 2πK(k)

Nótese que es lo mismo que en el Capı́tulo anterior, con ligeras variaciones.

Escribamos (9.6) ası́:

√ F (k)K(k) √
Φ(k) − F (k) = λ 2π √ = λ 2πR(k)F (k) (9.8)
1 − λ 2πK(k)

donde

K(k)
R(k) = √ (9.9)
1 − λ 2πK(k)

y por tanto,

Z ∞
ϕ(x) = f (x) + λ R(x − s)f (s)ds (9.10)
−∞

donde

Z ∞
1
R(x) = √ R(k)e−ikx dk (9.11)
2π −∞

Hasta aquı́ todo es igual al Capı́tulo anterior, aunque se haya empleado otra forma de definir
la transformada de Fourier.

Los resultados deben ser iguales, con tal de que se respete en todo momento el convenio inicial.
Se puede comprobar fácilmente que para el ejemplo del Capı́tulo anterior

Z ∞
ϕ(x) = λ K(x − s)ϕ(s)ds + f (x) (9.12)
−∞

con K(x) = e−a|x| , se obtiene la misma expresión de la solución

Z ∞ √
aλ a2 −2aλ
ϕ(x) = f (x) + √ e−|x−s| f (s)ds (9.13)
a2 − 2aλ −∞

con λ < a/2.


168 José Marı́n Antuña

O sea, para las ecuaciones entre lı́mites infinitos podemos trabajar con transformadas de Fourier
y con las restricciones adecuadas a las funciones, obtener las soluciones.

Vamos ahora a tratar de trasladar estos métodos a ecuaciones en el semieje:

Z ∞
ϕ(x) = λ K(x − s)ϕ(s)ds + f (x) (9.14)
0

Para ello, estudiaremos la transformada de Laplace como función de variable compleja y sus
propiedades analı́ticas.

9.2 Propiedades analı́ticas de la transformada de Fourier

Para f (x) definida para −∞ < x < ∞, su transformada de Fourier es

Z ∞
1
F (k) = √ f (x)eikx dx (9.15)
2π −∞

Supongamos a k compleja, y veamos las propiedades de F (k) como función de variable compleja.
Para ello escribamos f (x) = f− (x) + f+ (x), con

f+ (x) = f (x), ∀x > 0


f+ (x) = 0, ∀x < 0 (9.16)

f− (x) = 0, ∀x > 0
f− (x) = f (x), ∀x < 0 (9.17)

Entonces,

Z 0 Z ∞
1 ikx 1
F (k) = √ f− (x)e dx + √ f+ (x)eikx dx = F− (k) + F+ (k) (9.18)
2π −∞ 2π 0

Veamos

Z ∞
1
F+ (k) = √ f+ (x)eikx dx (9.19)
2π 0
El Método de Wiener-Hopf (Método de Factorización) 169

Sea

|f+ (x)| < M eτ− x (9.20)

para x → ∞. Entonces, si representamos k = k1 + ik2 , tenemos:

∞ ∞ ∞
Z Z Z
e−(k2 −τ− )x dx =
ikx
ik1 x−k2 x

f+ (x)e dx ≤ |f+ (x)||e |dx < M
0 0 0
M M
= e−(k2 −τ− )x |0∞ = <∞ (9.21)
k2 − τ− k2 − τ−

para k2 − τ− > 0, o sea, Im k > τ− .

Por lo tanto, F+ (k) es analı́tica para Im k > τ− y F+ (k) → 0, ∀k → ∞ en ese dominio. Nos
preguntamos ahora cómo hallar f+ (x) a partir de F+ (k).

Recordemos la transformada de Laplace:

Z ∞ Z a+i∞
−px 1
F (p) = f (x)e dx; f (x) = F (p)epx dp (9.22)
0 2πi a−i∞

lo que equivale a que integramos por una recta paralela al eje Im p que pasa por el punto
Re p = a.

Hagamos el cambio de variables p = −ik lo que equivale a k = ip

Entonces tendremos

Z ∞
F (−ik) = f+ (x)eikx dx ≡ F+ (k) (9.23)
0

y, por tanto,

Z −∞+ia Z ∞+ia
1 −ikx 1
f+ (x) = F (−ik)e (−idk) ≡ F+ (k)e−ikx dk (9.24)
2πi ∞+ia 2π −∞+ia

Por consiguiente, como F+ (k) es analı́tica para Im k > τ− , para hallar la antitransformada inte-
gramos por cualquier recta paralela al eje real contenida en el semiplano superior de analiticidad.
1 √1 , √1 .
En vez de 2π
pondremos 2π
ya que en la transformada directa utilizamos 2π

Ası́ pues,
170 José Marı́n Antuña

Z ∞+ia
1
f+ (x) = √ F+ (k)e−ikx dk (9.25)
2π −∞+ia

con a > τ− .

Debemos observar que si τ− < 0, entonces f+ (x) es decreciente exponencialmente para el semieje
positivo, y viceversa. O sea, existe su transformada con k real, el dominio de analiticidad
contiene al eje real y podemos integrar por el eje real, con a = 0 y la fórmula que se obtiene es
la habitual.

Pero si τ− > 0 (o sea, f+ (x) crece exponencialmente para el semieje positivo), entonces el
dominio de analiticidad no contiene al eje real y por tanto no existe F+ (k) con k real, pero sı́
existe con k complejo, y f+ (x) se halla por la fórmula obtenida.

Esto, por tanto es una prolongación de la transformada de Fourier al plano complejo k que
permite extender su uso a funciones no integrables absolutamente en el eje real.

De manera análoga, sea

|f− (x)| < M eτ+ x (9.26)

para x → −∞.

Su transformada de Fourier

Z 0
1
F− (k) = √ f− (x)eikx dx (9.27)
2π −∞

es analı́tica para Im k < τ+ y

Z ∞+iτ
1
f− (x) = √ F− (k)e−ikx dk (9.28)
2π −∞+iτ

con τ < τ+ . El razonamiento que sigue es igual al anterior: si τ+ > 0, el dominio de analiticidad
de F− (k) contiene al eje real, pero si τ+ < 0 (o sea, f− (x) crece exponencialmente), entonces no
lo contiene y por tanto sı́ existe F− (k) de variable compleja, pero no existe F− (k) de variable
real.

Supongamos ahora que τ+ > τ− . Entonces la función

Z 0
1
F (k) = √ f (x)eikx dx (9.29)
2π −∞

es analı́tica respecto a k compleja en la franja τ− < Im k < τ+ , que puede contener o no al eje
Re k (en dependencia de los signos de τ− y de τ+ ).
El Método de Wiener-Hopf (Método de Factorización) 171

Entonces,

Z ∞+iτ
1
f (x) = √ F (k)e−ikx dk (9.30)
2π −∞+iτ

con τ− < τ < τ+ en la franja de analiticidad.

En el Capı́tulo anterior vimos el ejemplo K(x) = e−a|x| . A la luz de lo visto ahora, su transfor-
mada de Fourier

1 1
F (k) = √
2π a + k 2
2

es analı́tica en la franja −a < Im k < a (que contiene al eje real, pues K(x) es decreciente
exponencialmente, lo que implica que existe la transformada en el sentido antiguo).

9.3 Ecuaciones integrales en el semieje con núcleos de-


pendientes de la diferencia

Sea inicialmente la ecuación homogénea

Z ∞
ϕ(x) = λ K(x − s)ϕ(s)ds (9.31)
0

Introduzcamos

ϕ− (x) = ϕ(x), ∀x < 0


ϕ− (x) = 0, ∀x > 0 (9.32)

ϕ+ (x) = 0, ∀x < 0
ϕ− (x) = ϕ(x), ∀x > 0 (9.33)

por lo que ϕ(x) = ϕ− (x) + ϕ+ (x). La ecuación queda:

Z ∞
ϕ− (x) = λ K(x − s)ϕ+ (s)ds, ∀x < 0 (9.34)
0
172 José Marı́n Antuña

Z ∞
ϕ+ (x) = λ K(x − s)ϕ+ (s)ds, ∀x > 0 (9.35)
0

que sumadas dan

Z ∞
ϕ− (x) + ϕ+ (x) = λ K(x − s)ϕ+ (s)ds, ∀x (9.36)
0

O sea, ϕ+ (x) es solución de la ecuación integral, y ϕ− (x) se expresa a través de ella. Supongamos
que

|K(x)| < M eτ− x , ∀x → ∞ (9.37)

|K(x)| < M eτ+ x , ∀x → −∞ (9.38)

con τ− < 0 y τ+ > 0. Entonces,

Z ∞
1
K(k) = √ K(x)eikx dx (9.39)
2π −∞

es analı́tica en la franja τ− < Im k < τ+ . Busquemos la solución de la ecuación homogénea


inicial que cumpla

|ϕ+ (x)| < M1 eµx , ∀x → ∞ (9.40)

con µ < τ+ .

Entonces tenemos:

∞ ∞
Z Z


K(x − s)ϕ+ (s)ds ≤ |K(x − s)||ϕ+ (s)|ds = {y = x − s} =
0 0
Z −∞
− |K(y)||ϕ+ (x − y)|dy =
Z xx Z x
M M1 (τ+ −µ)y x
= |K(y)||ϕ+ (x − y)|dy < M M1 e µx
e(τ+ −µ)y dy = e |−∞ =
−∞ −∞ τ+ − µ
M M1 µx τ+ x −µx
= (∀τ+ − µ > 0) = e e e (9.41)
τ+ − µ

Ası́ pues para el semieje negativo


El Método de Wiener-Hopf (Método de Factorización) 173

|ϕ− (x)| < M2 eτ+ x , ∀x → −∞ (9.42)

Aplicando la transformada de Fourier a ϕ+ (x) y ϕ− (x) tendremos

Z ∞
1
ϕ+ (x) ↔ Φ+ (k) = √ ϕ+ (x)eikx dx (9.43)
2π 0

que es analı́tica para Im k > µ,

Z 0
1
ϕ− (x) ↔ Φ− (k) = √ ϕ− (x)eikx dx (9.44)
2π −∞

que es analı́tica para Im k < τ+ .

Como µ < τ+ , entonces hay una franja (µ < Im k < τ+ ) donde Φ+ (k) y Φ− (k) son a la vez
analı́ticas.

Apliquemos ahora a nuestra ecuación (9.36) la transformada de Fourier:


Φ+ (k) + Φ− (k) = λ 2πK(k)Φ+ (k) (9.45)

ası́,


[1 − λ 2π]Φ+ (k) + Φ− (k) = 0 (9.46)

Llegamos a una ecuación algebraica con dos incógnitas:

L(k)Φ+ (k) + Φ− (k) = 0 (9.47)

Veamos en qué consiste el Método de Wiener-Hopf. Supongamos que podemos hacer

L+ (k)
L(k) = (9.48)
L− (k)

A esto se llama factorizar. Desarrollando:

L+ (k)Φ+ (k) = −L− (k)Φ− (k) = Pn (k) (9.49)

donde L+ (k)Φ+ (k) es analı́tica en el semiplano Im k > µ y L− (k)Φ− (k) es analı́tica en el


semiplano Im k < τ+ , por lo que existe una franja común de analiticidad µ < Im k < τ+ en la
que ambas funciones son iguales.
174 José Marı́n Antuña

Por el teorema de unicidad de las funciones analı́ticas, existe una sola función entera que coincide
con ellas en la franja y con cada una por separado en los semiplanos respectivos: Pn (k).

Esta función crece para k → ∞ igual que lo hacen L+ (k)Φ+ (k) y L− (k)Φ− (k). Entonces,

Pn (k) Pn (k)
Φ+ (k) = ; Φ− (k) = (9.50)
L+ (k) L− (k)

Se halla la antitransformada, y el problema queda resuelto.

La solución dependerá de constantes arbitrarias que se pueden hallar a partir de las condiciones
del problema en cuestión.

Ejemplo

Sea la ecuación

Z ∞
ϕ(x) = e−|x−s| ϕ(s)ds (9.51)
0

El núcleo es e|x| . Ya sabemos que

1 2
K(k) = √ 2
(9.52)
2π k + 1

Ası́,

√ 1 2 2λ k 2 − 2λ + 1
L(k) = 1 − λ 2π √ = 1 − = =
2π k 2 + 1 k2 + 1 k2 + 1
k2 −2λ+1
k+i L+ (k)
= ≡ (9.53)
k−i L− (k)

O sea, factorizamos ası́:

k 2 − (2λ − 1)
L+ (k) = (9.54)
k+i
2
√ un cero en k = (2λ − 1) y es analı́tica univaluada y diferente de cero para Im k >
tiene
Im 2λ − 1.
√ √
Para 0 < λ < 21 esta región se define por la condición Im k > 1 − 2λ con 1 − 2λ ≤ µ < 1.

Para λ > 12 L+ (k) es analı́tica y diferente de cero para Im k > 0. (Tiene un polo en k = −i,
pero queda fuera del semiplano donde es univaluada).
El Método de Wiener-Hopf (Método de Factorización) 175

L− (k) = k − i (9.55)

tiene un cero en k = i, por lo que es analı́tica univaluada y diferente de cero para Im k < 1 (o
sea, logramos determinar ese semiplano de analiticidad para ella).

La franja común de analiticidad de L+ (k) y L− (k), univaluadas y diferentes de cero, es µ <


Im k < 1 para 0 < λ < 21 .
1
En el caso en que λ > 2
el dominio común de analiticidad de L+ (k) y L− (k) es la franja
0 < Im k < 1.

Ası́ las cosas, hemos logrado la factorización necesitada de la función L(k) dada en la ecuación
(9.53).

Tenemos ahora que

k 2 − (2λ − 1)
Φ+ (k)L+ (k) = Φ+ (k) (9.56)
k+i

Igual,

Φ− (k)L− (k) = Φ− (k)(k − i) (9.57)

Como Φ+ (k) tiende a cero cuando k → ∞, en tanto L+ (k) dada por (9.54) tiende a ∞ como
k 1 cuando k → ∞, concluı́mos que la función entera que coincide con ambas en la franja en
este caso es un polinomio de grado cero (Pn (x) = C). Por tanto

Φ+ (k)L+ (k) = C (9.58)

de donde

k+i
Φ+ (k) = C (9.59)
k2 − 2λ + 1

por lo que

Z ∞+iτ
C k+i
ϕ+ (x) = √ e−ikx dk (9.60)
2π −∞+iτ k2 − (2λ − 1)

para µ < τ < 1.

Aplicando residuos cerramos el contorno por debajo para que se cumplan los requisitos del
Lema de Jordan,
√ ya que x > 0 y obtenemos (los dos polos simples están sobre el eje Re k y son
iguales a ± 2λ − 1):
176 José Marı́n Antuña

√ √
   i
C k+i −ikx
h
ϕ+ (x) = − √ 2πi Res 2 e , 2λ − 1 + Res ..., − 2λ − 1 =
2π k − (2λ − 1)
√ √


2λ − 1 + i −ix√2λ−1 − 2λ − 1 + i ix√2λ−1
= −C 2πi √ e + √ e =
2 2λ − 1 −2 2λ − 1
" √ √ #
√ 1 −ix√2λ−1 1 e−ix 2λ−1 1 ix√2λ−1 1 eix 2λ−1
= −iC 2π e − √ + e + √ (9.61)
2 2i 2λ − 1 2 2i 2λ − 1


Finalmente, haciendo D = −iC 2π, obtenemos:



 
sin x 2λ − 1
ϕ+ (x) = D cos x 2λ − 1 + √ (9.62)
2λ − 1

ϕ− (x) se calcula a partir de ϕ+ (x).

Observemos que para 0 < λ < 12 esta solución crece exponencialmente con x y que para
1
2
< λ < ∞ es acotada en el infinito.

Conclusión:

La idea central del Método de Wiener-Hopf es representar la ecuación algebraica

L(k)Φ+ (k) + Φ− (k) = 0 (9.63)

con ayuda de la factorización en forma de la función entera

L+ (k)Φ+ (k) = −L− (k)Φ− (k) (9.64)

9.4 Esquema general del Método de Wiener-Hopf

Supongamos que de alguna manera llegamos a la siguiente ecuación más general:

A(k)Ψ+ (k) + B(k)Ψ− (k) + C(k) = 0 (9.65)

donde A(k), B(k) y C(k) son funciones conocidas de la variable compleja k en la franja τ− <
Im k < τ+ , y A y B son diferentes de cero en dicha franja.

Supongamos posible la factorización


El Método de Wiener-Hopf (Método de Factorización) 177

A(k) L+ (k)
= (9.66)
B(k) L− (k)

(llamada primera factorización), donde L+ (k) es analı́tica y diferente de cero en Im k > τ−0 y
L− (k) es analı́tica y distinta de cero en Im k < τ+0 , de forma tal que las franjas τ− < Im k < τ+
y τ−0 < Im k < τ+0 tengan una parte común, es decir, una intersección no nula.

Entonces la ecuación general puede escribirse ası́:

C(k)
L+ (k)Ψ+ (k) + L− (k)Ψ− (k) + L− (k) =0 (9.67)
B(k)

Supongamos que el último sumando puede escribirse ası́:

C(k)
L− (k) = D+ (k) + D− (k) (9.68)
B(k)

(llamada segunda factorización), donde D+ (k) es analı́tica en Im k > τ−00 y D− (k) es analı́tica
en Im k < τ+00 .

Si las tres franjas: τ− < Im k < τ+ , τ−0 < Im k < τ+0 y τ−00 < Im k < τ+00 tienen una parte común
en la franja τ−0 < Im k < τ+0 , entonces en esta franja se puede escribir

L+ (k)Ψ+ (k) + D+ (k) = −L− (k)Ψ− (k) − D− (k) = Pn (k) (9.69)

donde L+ (k)Ψ+ (k) + D+ (k) es analı́tica para Im k > τ−0 y −L− (k)Ψ− (k) − D− (k) es analı́tica
para Im k < τ+0 .

Por tanto, existe una función única entera Pn (k) que coincide con ellas en cada semiplano y
con las dos en la franja.

Entonces, despejando

Pn (k) − D+ (k)
Ψ+ (k) = (9.70)
L+ (k)

−Pn (k) − D− (k)


Ψ− (k) = (9.71)
L− (k)

Todo el método está debidamente fundamentado con teoremas, que el lector interesado en
profundizar en este método puede encontrar en el libro de Teorı́a de Funciones de Variable
Compleja de los autores Sveshnikov y Tijonov, publicado por la editorial ”Mir” en inglés.

Ası́ las cosas, si queremos resolver la ecuación


178 José Marı́n Antuña

Z ∞
ϕ(x) = λ K(x − s)ϕ(s)ds + f (x) (9.72)
0

definimos:

ϕ+ (x) = 0, ∀x < 0
ϕ+ (x) = ϕ(x), ∀x > 0 (9.73)

ϕ− (x) = ϕ(x), ∀x < 0


ϕ− (x) = 0, ∀x > 0 (9.74)

f+ (x) = 0, ∀x < 0
f+ (x) = f (x), ∀x > 0 (9.75)

f− (x) = f (x), ∀x < 0


f− (x) = 0, ∀x > 0 (9.76)

Suponemos que K(x) y f (x) cumplen la condición

|ν(x)| < M eτ− x , ∀x → ∞


|ν(x)| < M eτ+ x , ∀x → −∞ (9.77)

y buscamos la solución que cumpla la condición

|ϕ+ (x)| < M eµx , ∀x → ∞ (9.78)

con µ < τ+ .

Repitiendo los razonamientos, vamos a obtener en la franja µ < Im k < τ+ la ecuación


Φ+ (k) + Φ− (k) = 2πλK(k)Φ+ (k) + F+ (k) + F− (k) (9.79)

o sea,
El Método de Wiener-Hopf (Método de Factorización) 179

L(k)Φ+ (k) + Φ− (k) − F (k) = 0 (9.80)



donde L(k) = 1 − 2πλK(k). La primera factorización es:

L+ (k)
L(k) = (9.81)
L− (k)

Entonces,

L+ (k)Φ+ (k) + L− (k)Φ− (k) − L− (k)F− (k) − L− (k)F+ (k) = 0 (9.82)

y haciendo la segunda factorización,

L− (k)F+ (k) = D+ (k) + D− (k) (9.83)

tendremos

L+ (k)Φ+ (k) − D+ (k) = −L− (k)Φ− (k) + L− (k)F− (k) + D− (k) = Pn (k) (9.84)

de donde

Pn (k) + D+ (k)
Φ+ (k) =
L+ (k)
−Pn (k) + L− (k)F− (k) + D− (k)
Φ− (k) = (9.85)
L− (k)

De aquı́ se hallan con la transformada inversa ϕ+ (x) y ϕ− (x).


180 José Marı́n Antuña
Capı́tulo 10

Respuestas a los ejercicios


1. λn = n2 π 2 , ϕn (x) = 2 sin nπx, n = 1, 2, ...

2. Autovalores y autofunciones de la ecuación homogénea:

1 1 1 1
λ1 = , ϕ1 (x) = √ (sin x + cos x), λ2 = − , ϕ2 (x) = √ (sin x − cos x)
π 2π π 2π
Solución de la ecuación no homogénea:

sin x + cos x
ϕ(x) =
1−π
q q
3. λ1 = λ2 = π2 , ϕ1 (x) = π2 cos x, ϕ2 (x) = π2 sin x

4. Autovalor y autofunción de la ecuación homogénea:



λ0 = 2, ϕ0 = 3x
R1 √
Como (f, ϕ) ≡ 0 (2x − 1) 3xdx 6= 0, por la alternativa de Fredholm la ecuación no
homogénea no tiene solución.

5. Autovalores y autofunciones de la ecuación homogénea:


r r
3 3 5 5 2
λ1 = , ϕ1 (x) = x, λ2 = , ϕ2 (x) = x
2 2 2 2
Como coincide q el parámetro λ de la ecuación homogénea con el autovalor λ2 y como
R1
(f, ϕ2 ) ≡ −1 x 52 x2 dx = 0, por la alternativa de Fredholm la ecuación no homogénea
tiene infinitas soluciones que son:

3
ϕ(x) = Kx2 − x
2
donde K es una constante arbitraria.

181
182 José Marı́n Antuña

6. Autovalor y autofunción de la ecuación homogénea:


r
2 2
λ0 = 2 , ϕ0 (x) = ex
e −1 e2 −1
Solución de la ecuación no homogénea: ϕ(x) = 2ex .

7. Autovalor y autofunción de la ecuación homogénea:



2
λ0 = 2, ϕ0 =
x
Solución de la ecuación no homogénea:

x2 + 2
ϕ(x) =
x
8. Autovalor y autofunción de la ecuación homogénea:
r
3
λ0 = 1, ϕ0 (x) = x
7
Solución de la ecuación no homogénea: ϕ(x) = −x.
Bibliografı́a

Referencias

1. A Angot, Complementos de Matemática

2. G Bateman y A Erdelyi, Tablas de Transformadas Integrales

3. M Krasnov, A Kiseliov y G Makarenko, Ecuaciones Integrales

4. V.A. Marchenko, Teorı́a Espectral de los Operadores de Sturm-Liouville

5. J Marı́n Antuña, Teorı́a de Funciones de Variable Compleja

6. J Marı́n Antuña, Métodos Matemáticos de la Fı́sica

7. S.G. Mijlin, Ecuaciones Integrales

8. I.G. Petrovsky, Lecciones sobre la Teorı́a de Ecuaciones Integrales

9. V.I. Smirnov, Curso de Matemática Superior

10. A.G. Sveshnikov y A.N. Tijonov, Teorı́a de Funciones de Variable Compleja

11. A.B. Vasilieva y N.A. Tijonov, Ecuaciones Integrales

12. V.S. Vladimirov, Ecuaciones de la Fı́sica Matemática

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