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10 formas de elevar la conciencia sin necesidad de usar drogas psicodélicas

Hace unos días lanzábamos algo entre una invitación y un reto a la


exploración de la mente y el cuerpo sin sustancias psicodélicas, con fines de
expandir la percepción y la conciencia. Esta exploración interna, creemos,
está alineada con el principio que han enarbolado todos los sabios, santos y
videntes de todas las eras y que fue inscrito indeleblemente en Delfos:
"Conócete a ti mismo". Mirar hacia adentro y descubrir un universo,
infinitamente profundo, con toda su geografía fractal, con las mismas joyas
resplandecientes y diáfanos manantiales que la imaginación religiosa sitúa
en el cielo.

Ahora cumplimos con lo que prometimos y exponemos aquí una serie de


técnicas y recursos para alcanzar los estados más altos y sutiles de la
conciencia, que muchos sólo hemos acariciado con la ayuda de poderosas
drogas psicodélicas. Tales vuelos asistidos difícilmente son sustentables y,
sin embargo, el deseo e incluso la necesidad --una sed mística-- perdura. Así
que debemos mirar hacia otras sendas que podamos recorrer con seguridad
aunque sean más largas y requieran que nos tomemos nuestro tiempo:
festina lente. En esto podemos seguir los pasos de personajes como Richard
Alpert, el colega de Tim Leary en Harvard, corresponsable de desatar la
revolución psicodélica de los 60, promoviendo el LSD y otras sustancias
psicodélicas como mecanismos de liberación de la mente, pero quien
abandonó esta vía para convertirse en el piadoso Ram Dass y entregarse al
yoga supliendo así su necesidad de experiencias de comunión. O seguir el
consejo de Alan Watts, uno de los divulgadores del budismo zen en Estados
Unidos, quien después de experimentar con psicodélicos señaló: "una vez
que has escuchado el mensaje, cuelga". No sólo colgar, sino después de
escuchar la voz de la planta, la inteligencia planetaria crisálida en nuestra
anatomía oculta, ponerse a trabajar, a sembrar y cosechar ese mismo jardín
desde donde habla lo que Terence McKenna llamaba el Logos de Gaia.

Haciendo memoria noto que una de mis citas favoritas del infinitamente
citable Terence McKenna, el gran gurú porrista de las drogas psicodélicas, es
la sencilla "Pay attention and breath" ("Pon atención y respira"). McKenna
probablmemente está dando un tip para el psiconauta que toma una "dosis
heroica" de hongos o DMT en la oscuridad, y navega a velocidad acelerada el
hiperespacio de la mente --ese teatro que contiene todos los espacios
posibles. La frase, sin embargo, encaja casi con cualquier técnica de
meditación y mindfulness de cualquier tradición. Pienso que podemos
aplicarla como la brújula de una nave que no cruza realidades alteradas sino
la realidad misma, ese mar infinitamente rico en paisajes y en apariciones.
La respiración es "la correa" de la mente, con la cual se doma al mono que
cambia de rama, al toro de los viejos textos zen o al elefante salvaje que
todo lo destruye (la mente sin control). Podemos acceder a un estado de
conciencia más elevado del que teníamos y que sin embargo es ecuánime y
navega sereno a la altura justa, con las olas y con el viento. Ir al ritmo de la
naturaleza, una sincronización de nuestra mente con el tiempo del Sol y los
planetas, una sensibilización a los elementos y sobre todo un estar atentos a
la respiración y a lo que ocurre aquí y ahora.

Una buena bocanada de aire puede abrir un portal dimensional, puede


enviarnos directamente al ojo de la galaxia, al lago de Mnemósine donde
según Platón las almas reveían los arquetipos, la geometría divina, esas
formas puras y brillantes de las cuales está tejida la piel del cosmos. El aire
es en todas las tradiciones el vehículo del espíritu (respiración y espíritu
tienen la misma raíz). El aire, el prana, nos puede llenar de la energía vital
necesaria para elevar la conciencia de la base de la columna hacia la cabeza,
cascabeleando y removiendo impurezas con su vibración ascendente, hasta
despertar con ese zumbido de cigarras eléctricas a la glándula pineal, ese
ojo antiguo, que según Madam Blavatsky al activarse permite que veamos el
universo entero en un instante. El término chino qi, o chi, expresa
perfectamente esta noción: significa tanto energía como aire e incluso
algunos maestros de qi gong le atribuyen también la cualidad de ser
información. Energía-información-aliento, una tríada para elevar la
conciencia al firmamento. El qi se transforma en la alquimia interna china
(neidan) a través de una serie de técnicas de respiración y visualización en
espíritu (shen), el shen es el vínculo con el cielo, con la inmortalidad. O en
sánscrito "akasha", término que significa espacio o éter pero que también
está asociado con la memoria y la conciencia. En uno de los Upanishad se
dice que brahman (Dios, la conciencia suprema) es lo mismo que akasha, el
espacio en su inmaterialidad es la mansión divina, la totalidad de las formas
y manifestaciones en estado puro y latente, una energía inconmensurable
disponible para quien aprenda a alimentarse del vacío, a beber de esa fuente
informe e inagotable.
Sin más preámbulo, enlistamos y comentamos algunas de estas técnicas, sin
querer hacer una lista exhaustiva, al contrario, como un primer
acercamiento, un esbozo de un plan de trabajo, el cual sería
estupendamente complementado por las técnicas y experiencias que los
usuarios agreguen en los comentarios.

Qi gong y neidan

En la década de los 80 se produjo en China una "fiebre del qi gong", con


millones de personas practicando diariamente este "entrenamiento de la
respiración" o "trabajo de la energía" (alternativamente traducciones de qi
gong) en los parques de este inmenso país, con el auspicio de las altas
jerarquías del Partido Comunista. Desde que a finales de los 40 militares
chinos se encontraran con viejas técnicas de respiración y gimnasia
meditativa, y algunos altos mandos aparentemente lograran curarse de
serias enfermedades utilizando estas prácticas, el qi gong se fue
popularizando hasta llegar a un nivel de histeria masiva. Esto se detuvo
luego de que con el desdoblamiento de diversos qi gongs, como el falum
gong, que sostuvieran conducir a poderes supernaturales, y con el
incremento exponencial de la charlatanería, se revirtiera la política e incluso
se lanzara una persecución estatal a diversos maestros, y en general se
viera con malos ojos a todos los practicantes, incluyendo a aquellos alejados
de la usura, depositarios de una preciosa tradición.

David Palmer, en su libro Qigong Fever, describe al qi gong como una


"tecnología del cuerpo" y podemos considerar que es una actualización o
modernización de técnicas taoístas de alquimia interna (neidan), las cuales
han sido combinadas con conocimientos de medicina moderna y medicina
tradicional china, al igual que con aspectos de otras tradiciones como el
budismo y las artes marciales. La función principal del qi gong es el
mantenimiento de la salud a través del equilibrio y la circulación de la sangre
y la energía en el cuerpo. Algunos hospitales (no sólo en China) han admitido
el qi gong como un método de tratamiento para ciertos padecimientos. El qi
gong, sin embargo, puede utilizarse también para aumentar el desempeño
cognitivo, como es el caso del Zhineng Qigong del médico Pang Ming, y en
niveles más altos puede utilizarse como una práctica espiritual justamente
para percibir la energía del cuerpo y del cosmos y purificar el cuerpo a través
de la circulación dirigida del qi. Son famosas las "bolas de energía" que
fabrican los maestros de qi gong y tai-chi, pero más allá de esta curiosidad,
el qi gong es todo un sistema para sensibilizarse a los movimientos
energéticos y a los efectos y bondades que tiene la energía. En el qi gong,
como en los ejercicios taoístas, el hombre se concibe como el eje que
conecta al cielo con la tierra (un microcosomos) y el trabajo se orienta a
hacerse como el cielo (transformar el yin en yang puro) y recibir los dones
celestiales.

El neidan o alquimia interna es una disciplina más esotérica, con principios


similares, pero cuyo foco es esencialmente la fabricación y purificación de
sustancias o elixires dentro del cuerpo para elevar la conciencia y alcanzar la
inmortalidad. Lo que en la alquimia occidental se realiza en un laboratorio,
separando y purificando metales, en el neidan se realiza dentro del cuerpo
humano. Según el gran maestro Zhang Boduan la práctica de la alquimia
interna consiste primero en el cultivo del xing (naturaleza) y el ming (vida).
La segunda etapa es "refinar la esencia para transmutarla en aliento". La
tercera es "refinar el aliento para transmutarlo en espíritu" (según el erudito
Fabrizio Pregadio, el trabajo del xing tiene prioridad al del ming). Y en la
cuarta etapa se trata de "refinar el espíritu para transmutarlo en vacío" y
sólo se trabaja en el xing.

El neidan y el qi gong son excelentes simientes que pueden combinarse con


otras técnicas, ya que vienen de una tradición vitalista que se dedica
fundamentalmente a cultivar la energía y alcanzar el equilibrio con la
naturaleza, esto permite tener sólidos fundamentos, salud y fuerza para una
labor larga. Quizás la hierofanía o el estado de fusión divina con el universo
esté a décadas (o incluso vidas) de distancia, y por ello también hay que
cultivar los aspectos que permiten sostener este esfuerzo.

Alquimia (artes herméticas)

La versión occidental de la alquimia como la conocemos actualmente


también provee una base para la expansión de la conciencia y de hecho
requiere que el practicante en su paso hacia convertirse en un adepto refine,
a la par que trabaja en el laboratorio de manera externa, su propia
percepción (como es adentro es afuera, y viceversa). El momento triunfal de
la transformación de la materia es en esta poética tradición descrito como la
aparición del cauda pavonis, la cola del pavo real: el practicante experimenta
la visión de una luz iridiscente en el crisol o en el espacio de su laboratotio.
En un artículo anterior tracé las similitudes entre este hito de la percepción
en el trabajo alquímico y algunas famosas experiencias psicodélicas,
incluyendo el temprano descubrimiento de Terence McKenna de que los
psiconautas en realidad viven persiguendo "una cierta iridiscencia", la cual
es como las alas de una mariposa en la luz del Sol.

Adam McLean, el erudito de la alquimia, nos dice que la etapa de la cola del
pavo real es “la experiencia consciente del cuerpo astral”, una prueba más
en la evolución espiritual del adepto: inicialmente “los aspectos negativos
distorsionados del propio ser pueden predominar y aparecer como un dragón
alado, pero a través de la purificación, la belleza completa y el esplendor del
cuerpo astral se revelan en la cola del pavo real”.

La irradiación del ángel pavo real dentro de la cocina alquímica es sólo una
manifestación, más o menos metafórica, de la visión depurada que es capaz
de percibir los siete poderes creativos, un abanico de la totalidad, la luz
misma aprisionada en la materia. Pero la alquimia en sí misma es una
plantilla para experimentar los grandes procesos cósmicos en operación y
obtener un insight de participación en los mismos. Es decir, el alquimista al
estudiar la relación entre los diferentes metales y sus correspondencias y al
poner en práctica los principios de su filosofía, experimenta las leyes
cósmicas que lo mismo aplican en el horno de su laboratorio que en el horno
de las estrellas donde se fabrican el oro y la plata o en su propio horno
interno donde los alimentos son descompuestos para que el cuerpo pueda
aprovechar sus "espíritus". Es por ello que la alquimia se basa en la correcta
comprensión de la ley de la analogía expresada en el adagio hermético como
es arriba, es abajo; como es abajo es arriba.

Otro aspecto que no se debe en ninguna medida desestimar es el acto


concreto de la fabricación de elixires y sustancias alquímicas y espagíricas,
las cuales pueden elevar o alterar el estado de la conciencia (una práctica
que sigue viva). Es difícil decir si esto califica como una "droga psicodélica"
--por ejemplo fabricar un poco de oro líquido o un extracto de Venus bajo
principios de magia astrológica-- pero en todo caso la labor contiene la
sublime enseñanza de un conocimiento práctico y de una experiencia de
transformación no sólo en la ingesta de la sustancia sino en todo el proceso,
lo cual, en su afinidad con la alquimia, acerca al experimentador a la gnosis
vivencial. Asimismo, algunos reportan estados de gran agudeza en la
conciencia al participar en la práctica de recoger el rocío de primavera, el
precioso líquido perlado con el cual se preparan ciertas medicinas, bajo la
creencia de que esta delicada sustancia atrapa el espíritu universal, un fuego
celeste que en contacto con la tierra se fija en una sal.

Carl Jung ha sido muy criticado por alquimistas practicantes al intentar


reducir todo el trabajo alquímico a aspectos psicológicos (donde la piedra
filosofal es la individuación de la psique). Si bien ciertamente Jung ha hecho
algo de daño a la vieja tradición en su aspecto metalúrgico y desviado la
atención de ciertos aspectos prácticos que no pueden obviarse, también es
cierto que la alquimia, como una ciencia de transmutación de lo impuro en lo
puro, de lo burdo en lo sutil, tiene una analogía con todo tipo de labor
psicológica de purificación y transformación, la cual podemos aplicar a
nuestra vida cotidiana, especialmente si no tomamos las cosas de manera
literal y somos sensibles a la riqueza psicoactiva de los símbolos y las
metáforas.

Meditación (samadhi)

Existen innumerables técnicas de meditación y ciertamente la meditación


tiene que ser, de manera general, la técnica por excelencia para acceder a
un estado más alto de conciencia. Para acotar este inmenso páramo de
posibilidades que tiene la meditación, cuya constante es la observación de
los procesos de la mente y de la misma respiración, hacemos aquí hincapié
en la meditación de la tradición budista ligada al segundo factor en el que el
Buda divide su enseñanza del óctuple sendero para alcanzar la iluminación.
Junto con shila (moral) y prajna (sabiduría), Gautama Buda incluye al
samadhi (concentración o dominio de la mente) en las tres piedras angulares
de su sistema de liberación. Una de las formas de meditación más difundidas
en el budismo, el shamata, se identifica con el samadhi. Algunas
interpretaciones han ligado, quizás un tanto apresuradamente, el samadhi
con la iluminación, pero al menos es un proxy de la paz nirvánica y de
algunos de los siddhis atribuidos a Buda, como es la omnisciencia. Cuando la
mente se logra calmar es posible entrar en un estado de trance meditativo,
el cual Patanjali en sus Yoga-sutra llama samadhi, el cual constituye el
aspecto final del yoga, y restituye al practicante a un estado de dicha
constante. Curiosamente el psiquiatra John Lilly, en sus experimentos con
sustancias psicodélicas en tanques de privación sensorial, catalogó sus
estados más elevados como diferentes números de samadhi.

Una forma de iniciarse en el samadhi es practicando meditación shamata y


también anapana. Para el practicante que no se encuentra dentro de una
tradición, puede consultar los libros del doctor Alan Wallace o buscar asistir a
un curso de meditación vipassana.

* Debe mencionarse que todas las tradiciones religiosas y esotéricas


practican una forma de meditación. Tenemos desde la meditación de la
contricción del clero cristiano hasta la complejísima meditación del Golem de
los cabalistas, con la cual se construye un doble u homúnculo para entrar en
contacto con la divinidad.

Yoga

Con yoga ciertamente no me refiero a la moderna práctica de esta disciplina


ligada al fitness y la cual ha sido despojada de su verdadero significado, el
cual tiene en las asanas y posturas, que constituyen el grueso de la práctica
en Occidente, una mera actividad preliminar para encaminar al practicante a
la unión con lo divino, que es lo que significaba para los antiguos el yoga,
una disciplina que busca la comunión o el éxtasis divino. La modernidad,
todo pasándolo por el filtro del capital, ha hecho del yoga una práctica
secular, desdiosada y mayormente lite en la que cualquiera puede tener una
experiencia de relajación o moldear su cuerpo para ajustarse a las presiones
de la belleza paradigmática, pero difícilmente se encuentra el estado místico
descrito por los antiguos textos con sólo aumentar nuestra flexibilidad. Yoga
es en cierta forma toda actividad que nos acerca con lo divino, con el
brahman, con la esencia espiritual de las cosas y, sin embargo, las
tradiciones yógicas de la India tienen una serie de prácticas esotéricas
bastante precisas y detalladas para producir efectos tangibles y operar sobre
el cuerpo en su plano sutil. No es una espiritualidad difusa o sugestiva, sino
que se trata de un sistema específico para conseguir activar ciertos centros
energéticos e incluso conseguir la liberación del espíritu y alcanzar un estado
de inmortalidad. En algunas tradiciones se dice que el cuerpo humano es el
mudra de la divinidad, y bajo cierta correspondencia gestual con los
principios arquetípicos del cosmos se convierte en un conductor de la
energía divina.
Siguiendo el texto tántrico Sat Chakra Nirupana, Arthur Avalon en su libro
The Serpent Power explica el proceso de despertar la energía kundalini de la
base de la columna, el primer chakra en el que habita la diosa Shakti,
consorte del dios Shiva, quien simboliza la conciencia y quien habita en el
chakra de la corona de la cabeza, simbolizado por una flor de loto de mil
pétalos. La unión que ocurre en la corona o fontanella es en el yoga tántrico
la unión de atman con Brahman, del individuo con el Uno que es Todo. Arthur
Avalon describe este proceso: Devi Kundalini, "cuando llega a los lotos", por
el canal [nadi] llamado nadi-Brahma, "brilla en todo su esplendor en los
lotos" y "en su forma sutil, fina como la fibra de loto, se acerca a Shiva, quien
es el Goce Supremo, y quien está en su forma de Bindu, en el pericarpio de
Sahasrara", esto llena al "sadhaka", al practicante, del "goce de la suprema
liberación". Es decir, en nuestro cuerpo se unen los dos principios cósmicos
esenciales, la pareja divina en su eterna ebriedad erótica, la energía y la
conciencia. En el Sat Chakra Nirupana se habla de un punto (bindu) difícil de
lograr, "el cual es la llave de la liberación" y donde también se dice que
reside Parama-Shiva, "el Brahman y atman de todos los seres". Este punto es
descrito como "sunyata", el gran vacío y, Avalon explica, "puede ser logrado
sólo con gran esfuerzo e incesante desempeño practicando dhyana"
(meditación). Se dice también que en este bindu chakra se produce el
amrita, el néctar de la inmortalidad.

Como sabemos hoy el habitante de una ciudad en casi cualquier parte del
mundo tiene una oferta amplia de diversas corrientes de yoga, algunas serán
más atinadas que otras para sus expectativas, pero me parece que lo
importante es que se profundice en las técnicas, que se instale el
conocimiento dentro de una tradición y que se lleve toda práctica hacia su
finalidad que es, reitero, la unión con un principio divino o con una esencia
espiritual. Uno puede hacer todos los "perros bocabajo" o "cobras" que
quiera pero hay que recordar que todo esto está supeditado a la unión con lo
divino y a la experiencia de la verdad. De otra forma se pueden hacer estas
posiciones, y no hay nada de malo en ello, pero no se estará haciendo yoga.

Mantra

En la literatura védica se dice que los rsis, los videntes, en estado de


comunión mística, vieron los himnos brillando en el cielo; es decir, los textos
védicos son fórmulas reveladas que contienen no sólo un contenido litúrgico
sagrado sino que son sonidos que formulan la esencia de la divinidad,
vibraciones que conectan con las fuerzas cósmicas. Es por ello que deben
recitarse en voz alta por horas y horas en los sacrificios, de esta forma
llevando al sacrificante a un estado de conciencia que busca entablar una
correspondencia con la divinidad. Se dice, por ejemplo, que el Om contiene
en una sílaba el principio creativo del universo. Tal vez esto nos parezca
como una magia muy alejada de nuestra vida moderna --especialmente
cuando hablamos lenguas que no tienen gran conexión entre el sonido de las
palabras y las cosas que describen y por lo cual no nos acercamos a la
realidad desde una perspectiva de vibración y no concebimos que nombrar
algo sea una forma de invocar e incluso de actuar físicamente sobre la
naturaleza. Pero como siempre es necesario poner en práctica y probarlo por
nuestra propia cuenta, abrirnos a la posibilidad de que si todas las cosas son
esencialmente vibraciones en el espacio (algo que es cierto a nivel cuántico),
y todos los cuerpos pueden reducirse a una ecuación matemática que a su
vez se puede expresarse como sonido y como un patrón oscilatorio, entonces
repetir ciertos sonidos puede tener efectos sobre nuestros cuerpos y alterar
nuestra conciencia.

La palabra "mantra" proviene de "manas", mente, así que podemos decir


que son sílabas que transmiten una cierta energía psíquica. Los mantras, se
dice en el hinduismo, son fórmulas que encierran la conciencia de las
diversas divinidades. Según el erudito en el estudio del vedanta, Frits Staal,
los mantras podrían ser más antiguos incluso que el lenguaje, y
originalmente no tendrían un significado sino que serían solamente
exclamaciones numinosas, quizás el primer balbuceo con el que hombre se
acerca, a manera de resonancia, a los dioses. Recordemos que coinciden las
más diversas historias de creación en que el universo fue creado con una
palabra o un sonido. En ninguna tradición queda más patente esto que en el
shivaísmo tántrico, donde el universo entero es concebido como sonido,
frecuencia y vibración.

El uso de mantras y yantras, vocalización y visualización, puede englobarse


dentro del tantra, un término que estrictamente refiere a una categoría de
textos pero que tiene la acepción de la unión divina entre ciertos dioses y
diosas y sus vehículos humanos. El tantra tiene también su contraparte en
Occidente con la teúrgia, como la que practicaban filósofos neoplatónicos
como Jámblico y la cual constituye un arte de elevarse hacia lo divino.

Mandala

Los mandalas y los yantras en diversas tradiciones orientales, en un sentido


menos esotérico, al igual que también con los mantras, son utilizados como
herramientras para la meditación, para concentrar la mente o inspirar a los
practicantes con una geometría sagrada y una serie de símbolos que
transmiten los valores principales de una religión o filosofía. Sin embargo,
estos objetos, que pueden ser físicos o mentales, constituyen en sí mismos
todo un camino de desarrollo espiritual, particularmente dentro de ciertas
escuelas del budismo tibetano.

Una rápida introducción al sistema de los mandalas puede entreverse en


este fragmento tomado de un texto de Manly P. Hall sobre el paraíso del
oeste de Amitabha:

En ciertas disciplinas meditativas shingon, el mandala o el diagrama psíquico


compuesto, primero es considerado como una imagen dibujada en una
superficie. La imagen que cuelga de una pared es una puerta cerrada. A
través de la contemplación se logra abrir la puerta. En la secta zen, el
discípulo debe visualizar esta puerta, provocar que se abra en la pared y
finalmente si su fe y su valentía son perfectas, podrá atravesar la puerta
hacia el Vacío...

El místico budista bien puede sostener que estos mandalas dejan de ser
pinturas. La naturaleza búdica en nosotros empieza a irradiar, y los
mandalas resplandecen, no con su propia luz, sino con la luz de nuestros
corazones. Este cobrar vida de la Ley [Dharma] es parte de la experiencia de
meditación. Simbólicamente al menos, descubrimos que la imagen de
Amitabha es una proyección del poder de Amitabha en el núcleo de nuestro
ser. Recordar a Buda en la imagen abre la puerta para recordar al Buda de
nuestro ser. Este ser búdico se vuelve cada vez más significativo mientras
contemplamos este misterio. El mandala parece desvanecerse, y con él
todas las cosas externas. La semilla de Buda en nuestro ser empieza a
estremecerse, y a su alrededor brilla luz de su inmortalidad. Es en este
momento, según la doctrina de la Tierra Pura, que el ser psíquico se vuelve
consciente del universo psíquico en el que vive realmente. Es en este
momento, también, que la semilla de la eternidad cae en la alberca de
Amitabha [en el Paraíso del Oeste] para convertirse en el loto de nuestra
promesa de liberación. La semilla es la primera experiencia mística de un
hombre, la primera conciencia de su propia existencia infinita.

Oración

La oración o la plegaria es el método predilecto de adoración y recogimiento


místico de los tres grandes monoteísmos, y seguramente no es necesario
introducir esta práctica. Pero quiero llamar la atención hacia una forma de
oración en la que el componente místico queda mucho más claro. Esto es lo
que Henry Corbin llama "oración creativa" a partir de la obra de Ibn Arabi, el
gran místico sufí de Andalucía:

La oración no es una petición de algo: es la expresión de un modo de vida,


un medio de existencia y de causar que algo exista, eso es, un medio de
causar al Dios que se revela a sí mismo para aparecer, de "verlo", no
seguramente en su esencia, sino en la forma en la que Él se revela a Él
mismo por esa forma. Esta perspectiva de la oración estremece el suelo que
pisan aquellos que ignoran completamente la naturaleza de la imaginación
teofánica como creación, y que argumentan que un Dios que es la "creación"
de nuestra imaginación debe de ser completamente irreal y que no tiene
sentido rezarle a un dios semejante. Pero es precisamente porque Él es una
creación de la imaginación por lo que le oramos a él, y que Él exista. La
oración es la forma más alta, el acto supremo de la Imaginación Creativa. Por
virtud de compartir roles, la divina compasión, como teofanía y como
existencia que manifiesta el universo de los seres, es la Oración de Dios
aspirando emanar de su estado de desconocido y ser conocido, mientras que
la Oración del hombre logra esta teofanía porque en ella y a través de ella la
"forma de Dios" (surat al-Haqq) se hace visible al corazón, a la Imaginación
Activa, que proyecta ante ella, en su Qibla, la imagen, cuyo receptáculo
(forma epifánica, mazhar) es el ser del devoto en la medida de su capacidad.
Dios ora por nosotros, lo que significa que se epifaniza él mismo, en tanto
que Él es el Dios a quien y por quien oramos (eso es Dios, quien se epifaniza
Él mismo ante nosotros y por nosotros)...
En otras palabras, simplificando esta compleja y hermosa argumentación de
Corbin, según el misticismo sufí orar es una forma de crear a la divinidad que
somos, de establecer una interfase con Dios en nuestro interior, lo cual sólo
es posible (crear a Dios con nuestras palabras, fe e intención) puesto que
nosotros somos esa divinidad que anhelamos. O como señala el crítico
Harold Bloom: "la oración gnóstica es gnosis primordial: conoces al tiempo
que eres conocido", se diluyen las fronteras entre la persona individual y el
objeto de su oración, nos convertimos en aquello que conocemos con el furor
de nuestra mente.

Música

Personajes como Marsilio Ficino y Pitágoras utilizaron la música como


medicina, para a través del ritmo y la armonía conducir a la mente a un
estado de tranquilidad, exaltación o reflexión. Pitágoras es famoso por
supuestamente poder escuchar la música de las esferas, el sonido de la gran
maquinaria cósmica, la naturaleza como una orquesta perfecta. Esto es
seguramente una metáfora, pero de todas maneras nos revela un estado de
conciencia agudo, el cual sintoniza la realidad en su aspecto más sutil. "La
realidad es un sonido que debes sintonizar", escribe Anne Carson. Así
tenemos esta doble vertiente de la música, que nos lleva a un estado de
conciencia más alto, pero que a su vez debemos aumentar nuestra
sensibilidad para poder apreciarla en su invisible esplendor y acceder a sus
beneficios espirituales.

En la mitología de la antigua Grecia tenemos el ejemplo de Orfeo, el gran


músico que viajó al inframundo en búsqueda de su amada y cuya lira llevaba
a la locura a ciertos seres de la naturaleza y a otros lograba hipnotizar. Se
dice incluso que la música de Orfeo era capaz de hacer que las piedras y los
árboles entraran en movimiento como si fuera una viento sobrenatural.
Orfeo lo mismo encarna el principio de la música celeste que eleva como el
de la música melancólica que entristece y que lleva a la nostalgia y al
lamento. De cualquier forma, simbolizan el poder de la música, capaz como
ningún otro arte de operar sobre las emociones. Después de ser
despedazado por las ménades, se dice que su lira fue elevada al cielo como
una constelación, para deleite de los Olímpicos.
Hoy en día sabemos que la música tiene importantes efectos cognitivos, y
que puede utilizarse para mejorar la concentración e influir en el estado de
ánimo. De manera masiva, la música es utilizada para formar identidad entre
los jóvenes y proveer experiencias de trance colectivo, las cuales
reemplazan los antiguos misterios y ritos de iniciación.

El éxtasis de la danza ha sido sin duda una de las primeras tecnologías


extáticas que ha conocido el hombre y la cual podemos calificar de una
meditación en movimiento en el que se establece un vínculo --una magia
simpática-- entre el sonido, el movimiento del cuerpo y la forma que toma,
una especie de escultura dinámica que comunica imágenes externas e
internas sirviéndose de la geometría y de impresiones sensoriales. De aquí
por supuesto, la danza extática de las fiestas dionisíacas.

Sabemos que grandes filósofos como Sócrates o el mismo Nietzsche


practicaron la danza, Sócrates con sus alumnos en la mañana y Nietzsche de
manera solitaria. El filósofo alemán escribió en alguna ocasión que no podría
creer en un dios que no baila.

Literatura

Aquí quiero diferenciar entre la forma y el contenido, aunque esta división no


pueda ser llevada a cabo del todo. Lo que leemos, por su contenido
informativo, nos puede programar para entrar en estados de conciencia
alterados, especialmente si damos el paso de llevar lo que leemos a la
práctica (o simplemente somos muy influenciables). Pero no me refiero a
esto, me refiero a obras que son capaces de alterar nuestra conciencia base
por su estilo, por su lenguaje poético y por el talento mismo del escritor de
grabar en la concatenación de las palabras y en la estructura del texto un
cierto estado mental que puede ser transferido. El escritor Stephen King de
manera acertada ha comparado la escritura con una transmisión telepática.
Marshall McLuhan dijo alguna vez: "He empezado a creer que el LSD tal vez
sólo sea el Finnegans Wake del hombre perezoso". Creo que todos hemos
experimentado textos que sin saber bien por qué --o simplemente
anonadados por la fuerza torrencial de una nueva forma de procesar y
concebir el lenguaje-- nos colocan en un estado de conciencia exaltada,
aguda, sensibles a ritmos, sonidos y formas de ver el mundo que no
habíamos sintonizado antes, que nos revelan de cierta forma una nueva
dimensión de la realidad. Personalmente me ha ocurrido esto con novelas
como Gravity's Rainbow de Thomas Pynchon, Ulysses de James Joyce,
Paradiso de Lezama Lima, libros como Ka de Roberto Calasso, El templo del
hombre, algunos textos de James Hillman (que son somo un jazz
psicogénico) y por supuesto la poesía, especialmente en el caso de poetas
como Rainer Maria Rilke, quienes en sus poemas tienen una clara
preocupación por hacer de la poesía una forma de mirar el mundo, es decir
una poética de la percepción.

Respiración holotrópica

Para incluir algunas técnicas más modernas, las cuales tienen ciertamente
sus bases en prácticas ascéticas antiguas, mencionamos aquí la respiración
holotrópica, originalmente desarrollada por el psicólogo transpersonal
Stanislav Grof y la cual recientemente ha aumentado en popularidad. A
grandes rasgos esto es un método que se basa en la hiperventilación y en
otras técnicas de respiración para producir un efecto similar al LSD. Se
deriva de la terapia asistida con LSD que Grof practicaba anteriormente y
supuestamente permite acceder a planos del inconsciente colectivo donde
se encuentran los arquetipos y los númenes.

Una mención especial al modelo de la conciencia de ocho circuitos, primero


propuesto por Tim Leary y luego desarrollado por Antero Alli, el cual aunque
tiene su parangón directo con ciertas drogas psicodélicas, las cuales
corresponden a cada nivel de este circuito, en teoría constituye una base
para replicar los estados de conciencia de las drogas a través de la
neuroprogramación y el hacking del sistema nervioso. Este sistema nos
acerca de alguna manera a la magia y a la cibernética por igual, abriendo la
puerta a las diversas aplicaciones y gadgets que en la actualidad permiten
también estimular la mente y producir estados psicoactivos a través de la
luz, la estimulación craneal, la biorretroalimentación y otras formas de
estimulación.

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