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David Hume

Diferencia entre impresiones e ideas; consecuencia


Hume nos va decir lo que nos enseña la experiencia es que todas las
percepciones del espíritu humano se reducen a dos especies: impresiones e ideas, la
diferencia consiste en el grado de fuerza y de vivacidad. Las percepciones más fuertes
son las impresiones, externas o internas (ver, oír, amar, querer). Las percepciones
débiles son las ideas: son copias de nuestras impresiones. Por tanto no hay ideas
innatas.

¿Qué se entiende por ideas generales y cómo se vinculan la ideas principios?


Todas las ideas son particulares, puesto que son débiles copias de nuestro de
nuestras impresiones. Una idea particular se convierte en general cuando se vincula a
un término general. Éste es el que evoca un gran numero de ideas particulares
parecidas entre si. La ida general se funda, pues, en la asociación de ideas. También es
un hecho que nuestras ideas están vinculadas unas con otras, Hume encuentra tres
Principios de asociación de ideas:
La semejanza
La contigüidad en le espacio y tiempo
La relación causa y efecto
Por tanto, las relaciones entre ideas son simples asociaciones, y en el fondo, las
tres leyes no son más que diversas formas de un único principio: el hábito.

¿Cuál es su crítica al principio de causalidad y qué se funda?


Las operaciones del entendimiento se refieren o a las ideas o a los hechos.
Las ciencias de las ideas son las matemáticas, sus ideas son sensibles, claras y
distintas, se limitan a sustituir una idea por otra, por identidad.
Las ciencias de los hechos se fundan en el principio de la causalidad. Éste no es
a priori no se reduce al principio de de identidad o contradicción. Si se analiza una
cosa, no encontramos jamás en ella que deba producir un determinado efecto, “pues el
efecto es totalmente distinto de la causa, y jamás podemos descubrirlo en ella”. Si
analizando una cosa encontramos que debe producir un efecto determinado, es
porque previamente hemos incluido este efecto en su idea, cómo hemos sabido que
tenía este efecto: sólo puede ser por la experiencia. No podemos afirmar a priori, que
todo lo que empieza a existir tiene una causa, ni que las mismas causas producen los
mismos efectos.
Por consiguiente, el principio de causalidad no es más que una asociación de
impresiones sucesivas. Esta asociación crea la ilusión de la necesidad porque es
habitual. Si esperamos tal efecto, cuando vemos tal cosa, es porque estamos
acostumbrados a ver esta cosa seguida de este efecto, y un vez adquirido el hábito no
podemos pensar de otro modo.

¿Existe un mundo como exterior a nosotros? ¿Por qué?


Es pues, la imaginación sola la que no hace creer que nuestras impresiones son
reales, que existen independientes de nosotros, cuando se presentan con cierta
coherencia y con cierta constancia.

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La existencia del mundo externo es algo a lo que sólo podemos asentir. .Para
Hume, la existencia del mundo externo no es más que una suposición, una creencia. Es
pues, la imaginación sola la que no hace creer que nuestras impresiones son reales,
que existen independientes de nosotros, cuando se presentan con cierta coherencia y
con cierta constancia. Pero, según Hume, sólo se trata de una creencia infundada; una
creencia, eso sí, de la que nadie en su sano juicio podría prescindir.

¿Existe un yo, como substancia? ¿Por qué?


Hume sostiene que la existencia del yo como sustancia no puede justificarse
apelando a una pretendida intuición, ya que sólo tenemos intuición de nuestras
percepciones (ideas e impresiones), y ninguna impresión es permanente, sino que unas
suceden a otras de manera interrumpida: "El yo o persona no es ninguna impresión...Si
alguna impresión originara la idea de ese yo permanente, tal impresión habría de
permanecer invariable a través del curso total de nuestra vida... Sin embargo, no hay
impresiones constantes e invariables. Dolor y placer, tristeza y alegría, pasiones y
sensaciones, se suceden unas a otras y nunca existen todas al mismo tiempo”.
Por tanto, no existe el yo como sustancia permanente, simple e idéntica a sí
misma, distinta de las impresiones e ideas y sujeto de la serie de los actos psíquicos.
Cuando entro en lo que se llama "yo", dice Hume, "topo siempre con alguna
percepción particular u otra" .Todas nuestras percepciones se suceden y existen
separadamente, y no necesitan de ningún sujeto de soporte de su existencia. Nunca
puedo observar nada más que mi percepción. No tiene sentido hablar de la mente
como algo específicamente diferente de mis percepciones (que es lo que han los
racionalistas). Lo que llamamos mente -apunta Hume- no es más que un haz o
conjunto de diferentes percepciones que se suceden en el tiempo unas a otras con una
inconcebible rapidez (estando en perpetuo flujo y movimiento), y que son unidas entre
sí mediante ciertas relaciones (de semejanza y de causalidad) por medio de la memoria
y la imaginación.
Entonces, la conciencia que todos tenemos de nuestra propia identidad se
origina gracias a la memoria, por la que reconocemos la conexión existente entre las
distintas impresiones que se suceden. El error de los racionalistas consiste en confundir
la idea de una sucesión de objetos diferentes pero relacionados con la idea de
identidad, esto es, con la idea de un sujeto que permanece absolutamente idéntico por
debajo de los cambios.

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