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Rocco Siffredi, dirigido por Thierry Demaiziere y Alban Teurlai, documentalistas de origen
francés. Decido verlo un poco atraída por la figura en sí misma (soy una confesa
consumidora de pornografía y las de Rocco fueron de las primeras películas que vi) y otro
poco por la especial recomendación de un amigo, en cuyo criterio estético confío, que la
destacaba particularmente como pieza cinematográfica. Pero antes analizar el documental y
a su protagonista, o, mejor dicho, en lugar de, necesito escribir sobre una libre asociación
que vino a mi cabeza. Porque esta historia, este personaje (me refiero por esto a cómo
¿destruyen? ¿reconstruyen? ¿deconstruyen? el mito Rocco), su contexto, sus cargas
pasadas, quienes lo rodean, y su desenlace, todo me hace pensar que Rocco podría
haberse tratado tranquilamente de otra ficción de Paul Thomas Anderson. O tal vez que el
propio Siffredi podría haber sido otro de sus personajes.
Pocas semanas antes de ver Rocco había visto El hilo fantasma. De golpe, me encontré
relacionando ambas películas en aspectos que cuanto más los pensaba más sentido les
encontraba: en una y otra tenemos a dos protagonistas marcados y obsesionados por la
figura materna, que deciden desempeñarse en profesiones que los rodean de mujeres en
las que buscan y multiplican a aquélla, cada uno a su manera son creadores y productores,
también son una marca, evidencian un claro afán perfeccionista en el trabajo y, finalmente,
ambos cuentan con la presencia de una mujer que sabe cómo controlar a la extenuante
criatura.
Sin embargo, más allá de este vínculo en particular, tanto documental como objeto de
estudio parecieran contener varios de los rasgos característicos que se encuentran en la
filmografía toda del director estadounidense. Empezaría por lo más obvio y sencillo
nombrando la correspondencia entre Rocco y The Dirk Diggler Story, luego Boogie
Nights por compartir el ambiente de la industria porno y por centrarse todas ellas en una
estrella del género, extrayéndose de todo esto cuestiones que tienen que ver más con lo
profundamente humano (temores, traumas, angustias, duelos…) y, por qué no, con lo
social. Superada esta obvia comparación, a continuación pretendo puntualizar las demás
correspondencias.
Como señalé anteriormente en los textos sobre Embriagado de amor y sobre The Master,
una de las características más evidentes del cine de Paul Thomas Anderson es la elección
cromática de la puesta en escena. Así como en su cine, el documental de Thierry
Demaiziere y Alban Teurlai trabaja principalmente sobre el color azul, tanto en elementos
del vestuario como en la iluminación. Esta no es una elección meramente estética, el color
azul denota el carácter melancólico de la narración, y la sugerente presencia del agua
inscribe el ímpetu infantil de sus protagonistas, siempre tras un retorno uterino. El agua
aparece como elemento maternal y sensual, porque la imagen materna queda por lo
general (¿o siempre?) inscripta en el erotismo. En ningún caso se trata de un azul frío, ni
siquiera sublime, es un azul pesado, casi negro, que marca el cuerpo.
El agua también aparece ligada al principio de purificaciòn. Y es que acá encontramos otro
punto en comùn: el derrotero que Rocco documenta es el de la redención, groseramente
literalizado en la filmación de la última escena porno en la que Siffredi se dispone a ser
crucificado y cosificado por las actrices a las que dominó y “denigró” a lo largo de su
carrera. Y encomillo esa palabra porque una de las lecciones finales para Rocco será que
en toda relación de sumisión y dominio, es quien ocupa el primer lugar el verdadero amo de
la situación. Una lección similar enfrenta el protagonista de El hilo fantasma.
Pero Woodcock tiene algo que Rocco no: una hermana con la que compartir algo del vacío.
Lo que Rocco tiene es un hermano ausente, fallecido de bebé y apropiador de la sonrisa de
su madre, sonrisada ligada a su despertar sexual. Eros y Tánatos quedan atrapados en esa
boca que terminará vomitando sangre.
Así como en las películas de Paul Thomas Anderson sus protagonistas acceden a la
redención por via del amor y de la construcción de familias sustitutas de las sanguíneas
pero, no quiero decir disfuncional porque no creo en ninguna relación de ninguna naturaleza
que no lo sea, desintegradas o tóxicas, Rocco suple la ausencia de su hermano con su
primo, FULANO DE TAL, que no pude dejar de ver como un personaje digno de ser
interpretado por William H. Macy, y que entonces podría integrar la serie de personajes
secundarios y de alguna forma impotentes, siempre a la sombra de los demás.
Si bien todos los finales de Paul Thomas Anderson, aun con toda la pesada carga amarga
de lo aprendido, son optimistas o “felices”, no siempre da como resultado el amor en
términos de pareja. Sin embargo, cuando esto sucede, está claro que el concepto de amor
que trabaja PTA está bastante cerca del principio de que siempre hay un roto para un
descosido. Escuchar a la mujer de Rocco narrando su propia experiencia como esposa de
uno de los actores porno no sólo más importantes sino también más potentes de la
industria, me llevó a la narración también calma y completamente en control de sí misma de
MENGANA en El hilo fantasma. Aunque con un carácter bastante más celoso y posesivo
que el de SUTANA, que también se escabulle en el espacio de trabajo de su marido para
escuchar a sus compañeras hablar sobre su desempeño. Pero al contrario de lo que aquella
hace con la princesa en la escena en que le advierte que ella es la esposa y ama de ese
lugar, la italiana decide preservar su identidad en el anonimato para deleitarse
escuchándolas, consciente también de los propios límites que le impedirían darle a su
esposo todo lo que demanda y que sólo la pornografía (SU pornografía) puede saciar.
1. Color azul
2. redención
3. madre
4. secundarios impotentes
5. esposas