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¿LAZOS QUE UNEN?

ATRACTIVAS MOCIONES, GOBERNABILIDAD Y


NEOLIBERALISMO: INTRODUCCIÓN A ESTE ESPECIAL ASUNTO

Esta introducción al número especial sobre " atractivas mociones, gobernabilidad y neoliberalismo"
sitúa el tema dentro de la reciente literatura dedicada a las opiniones y la influencia de las relaciones
internacionales. Esta literatura no tiene ningún compromiso con lo que refiera a gobernabilidad,
fundamentalmente porque la principal preocupación de Michel Foucault con las racionalidades
prácticas, como por ejemplo" Gobernar a los otros, gobernarse a uno mismo " si se refiere a la
gobernabilidad, llevó a la suposición de que éstas carecían de dimensiones afectivas. Prestar atención
a la gobernabilidad nos permite examinar de qué manera las emociones y la racionalidad se
entremezclan, especialmente al poner al ente en el centro del análisis de una manera que no lo
convierte en un foco de un "afecto" pre-social. Las seis contribuciones a la edición especial son
discutidas individualmente en torno a las tres dimensiones esenciales que todos buscan darle un
abordaje y un énfasis: (1) la manera en que las emociones toman parte en relaciones de poder, a veces
hasta el punto en que los individuos pueden vincularse emocionalmente a los regímenes de poder que
los vulneran; ; (2) La manera en que los procesos neoliberales son afines a lo que encierra y la valoriza
ciertas disposiciones subjetivas / emocionales; y por último; (3) las formas en que las emociones
pueden desafiar o superar las relaciones de poder ya existentes.
A pesar del hecho de estar lejos de poder identificar un giro emocional o afectivo en las Relaciones
Internacionales (De aquí en adelante RI), ha habido un renovado interés en el tema en los últimos
años, hasta el punto de que “los artículos sobre el tema son cada vez menos probable de señalar que
el estudio de las emociones es un fenómeno reciente en las RI; que hay más trabajo por hacer.”1 De
hecho, la mayoría de los trabajos convencionales que consideran las emociones como una variable
clave para explicar el comportamiento del estado2 o incluso la geopolíticos 3 que ahora simpatizan
con más estudiosos críticos, que van desde trabajos constructivistas4 hasta feminista; 5
postestructuralista6 y postcolonial7, que investigan el cómo surgen las emociones y cómo se infunden
en la vida política. Frente a a este renovado compromiso con las emociones, los académicos han
comenzado a abordar el tema del afecto y su relevancia en la política mundial.8 El afecto se considera
aquí como cognición precursora, experimentándose como una intensidad física. Este doble
compromiso refleja de cierta manera la diferencia que muchos académicos suelen hacer entre los dos
términos, siguiendo la famosa distinción planteada por el erudito cultural Brian Massumi:
Una emoción es un contenido subjetivo, la fijación sociolingüística de la calidad de una vivencia que
desde ese momento se define como personal. La emoción es intensidad calificada, el punto
convencional, consensual de inserción de intensidad en las progresiones formadas semántica y
semióticamente, en los circuitos de acción-reacción de temporalidad lineal, en función y significado.
Es de intensidad propia y reconocida. Es crucial teorizar la diferencia entre afecto y emoción. Si
alguien tiene la impresión de que esta se ha disminuido, es porque el afecto no está calificado. Como
tal, no es adecuado ni identificable, y por lo tanto es rígido a la crítica.

Estos estudios boyantes, ciertamente no se limitan a RI. De hecho, varios estudiosos han advertido
sobre un giro emocional o afectivo en disciplinas tan variadas como la sociología, la geografía y la
antropología, si no la totalidad de las ciencias sociales.
Si bien varios factores pueden dar una explicación este compromiso renovado, Ruth Leys capta
nuestra atención sobre el hecho que parece estar estrechamente vinculado a preocupaciones
epistemológicas más amplias, acompañado de la sensación que nuestro mundo ha estado cayendo
cada vez más en las garras de la gobernabilidad (global).
La gubernamentalidad, como explicó Michel Foucault, se refiere a la conducta, al “conjunto formado
por las instituciones, procedimientos, análisis y reflexiones, cálculos y tácticas que permiten el
ejercicio de este poder tan especifico, pero tan complejo, tiene por objetivo principal la población,
por forma de saber la economía y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad”. 11
Esta comprensión de la racionalización de la vida, argumentada por Leys, lleva a los académicos
contemporáneos a describir cuidadosamente las emociones y el afecto como algo no racional,
reproduciendo así la dicotomía entre emoción y racionalidad, las cuales intentaron cuestionar en
primer lugar. Partiendo desde Nigel Thrift hasta llegar a William Connelly y Brian Massumi, ella
afirma que lo que lo que motiva a estos académicos es el deseo de contradecir una cierta explicación
de cómo, en su opinión, se cree que operan los argumentos políticos y la racionalidad. Estos teóricos
se ciñen a la idea que la mayoría de los filósofos y críticos del pasado (kantianos, neokantianos,
habermasianos) han sobrevalorado el papel de la razón y la racionalidad en la política, la ética y la
estética, aludiendo que también le han dado una forma plana o " desestratíficada " o sin estructura,
una descripción de la manera en que las personas realmente crean sus opiniones y juicios políticos12.
Pero la principal preocupación de Foucault respecto a las racionalidades prácticas, como " Gobernar
a los otros, gobernarse a uno mismo " en el caso de la gubernamentalidad, no significa que exista la
carencia de dimensiones emocionales.
El capitalismo avanzado, por ejemplo, se caracteriza por un nivel de producción simbólica que no
solamente resulta en una desmaterialización del trabajo, sino que también cada vez depende más de
componentes altamente emocionales, que van desde el deseo de consumo hasta la gestión de recursos
humanos.
Sentimientos tan diversos como el amor, la ansiedad, la ira y el deseo son parte integral de los
procesos neoliberales, aunque no de un modo sencillo y colosal.13
Mientras que algunos informes denuncian el control del capitalismo en el ámbito emocional, como la
búsqueda de parejas que se hace similar a la compra de productos mediante el uso de los sitios de
encuentros en línea o la promoción de “comercio justo de café” hecho por “Starbucks”, parece sugerir
que otros contradicen que, de hecho, las emociones podrían representar el lugar privilegiado de la
resistencia a la racionalidad del mercado.
Nuevamente, tales pensamientos binarios, como lo señala críticamente la geógrafa humana Nancy
Ettlinger, a menudo reflejan un compromiso discursivo ontológico para considerar las emociones
como parte integral del capitalismo o como perteneciente a una esfera de resistencia distinta de ella.
14.
Las emociones y la gubermentalidad
El prestar atención a la gubernamentalidad nos permite examinar la manera en que las emociones y
la racionalidad en realidad se entremezclan, especialmente al poner al ente centro del análisis de una
manera que no lo convierta en un foco de un “efecto” pre-social. De hecho, debemos ser cautelosos
al hacer una distinción demasiado fuerte entre las emociones y el afecto. Mantener esta distinción
reproduce implícitamente la suposición de que "existe un modelo de subjetividad humana, uno que
se enfrenta al “yo” con las normas sociales y al" sentimiento verdadero "con la conformidad,
representando así la división entre experiencia y expresión.
(regido por normas o por el “discurso”). ”15 En otras palabras, parafraseando a Scheer, el insistir en
la distinción entre afecto y emociones conduce a un entendimiento no planeado de que las expresiones
de las emociones son el dominio propio de los estudios científicos sociales, dejando al “ente "como
un sitio de afecto estable y ahistórico adecuado que debe entenderse a través de las" ciencias naturales
", como las neurociencias.
Mientras que el propio Foucault no se involucraba mucho con las emociones, su compromiso con
la parte física implica que estás tienen una relación con las formas en que debemos concebir la
gubernamentalidad y su funcionamiento.
Las emociones infaliblemente se pueden considerar como otra forma instrumental a través de la cual
se pueden aplicar las racionalidades prácticas o como un efecto de las relaciones específicas de poder
o conocimiento las cuales están sometidas a variaciones históricas y sociales.
Entendiéndose de esta manera, las emociones generalmente solo son notadas al pasar los trabajos
que se basan en la gubernamentalidad como un marco clave, ya sea como tecnologías de gobierno
"saturadas de aspiraciones que forman la conducta con la esperanza de generar ciertos efectos
deseados" 16 o como socialmente ya condicionados los estados deseados (de felicidad, de sabiduría,
etc.) que se alcanzan individualmente por medio de las tecnologías del yo.17
Si bien son relevantes, estas lecturas tienden a poner demasiado énfasis en la racionalidad de la
expresión emocional, el despliegue y la gestión. E incluso, a menudo no le dan la importancia al papel
de la demasía emocional en las prácticas de manejo, así como la disconformidad entre las prácticas
emocionales reales y los discursos sobre el manejo emocional.18
Monique Scheer insiste en que, debemos renunciar a una comprensión directa de las emociones, por
lo que se es vista como respuestas desencadenadas de un evento o de una situación: "La afirmación
que las emociones" ocurren "al sujeto separa la mente del cuerpo, ubicando al sujeto en la mente. En
esta lectura, las emociones se ven como fuera del tema y, adquiriendo así una especie de
autonomía ”.19 Las emociones no son fuerzas que flotan libremente, e igualmente no son algo
que“ nosotros ”poseamos:
Las emociones no son una propiedad, refiriéndonos a, algo que yo o nosotros tenemos. Pero si, la la
parte superficial de los cuerpos que "emerge" como efecto de las impresiones dejadas por otros. Las
emociones producen lo superficial y los límites por los cuales se pueden diseñar tipos específicos de
objetos. En este sentido los objetos de las emociones “circulan”. A medida que se mueven a través de
las circulaciones de los objetos, tales objetos se vuelven “adherentes” o saturados de efecto, como
sitios de tensión o disputa personal y social, a medida que se “crean” las emociones. Las emociones
son, entonces, una manera de construir el mundo, que nos permite dar un abordaje a la cuestión de
cómo los sujetos incorporan el significado y la pertenencia.20
Las emociones no solo son fundamentales para la subjetivación y la creación de significado, sino que
tampoco pueden descomponerse de la materialidad de los cuerpos, cuya importancia o "legibilidad"
depende del significado emocional.
Debido a que los cuerpos siempre están situados, sexualizados y dados a un rasgo racial, no se sienten
de la misma manera, a nosotros mismos, sino también a los demás. Por ejemplo, las emociones
específicas otorgan cierta materialidad a algunos cuerpos y no a todos, como lo demuestran las
reflexiones de Judith Butler sobre qué cuerpos son susceptibles o no en la guerra, ella aclara.21
Por lo tanto, las emociones no pueden ser desacopladas de las relaciones de poder que caracterizan y
permean el campo social.
John Protevi y otros han argumentado, el cuerpo es fundamental para el trabajo de Foucault, ya sea
como un objeto de conocimiento, un objetivo de poder o una cuestión de preocupación en las
tecnologías del “yo”.22 Es precisamente porque las emociones son fundamentales para la
inteligibilidad de cuerpos, y viceversa; deberían ser vistos como algo central para fenómeno en sí del
arte de gobernar a Foucault. Por lo tanto, cuando nos comprometemos con nociones claves como la
gubernamentalidad, debemos tener en cuenta que las emociones como la felicidad o la autoestima no
son simplemente un producto secundario o una consecuencia de los procesos de subjetivación. Este
último “también se maneja en el nivel de afecto, a través de la producción material de modos
específicos de experiencia". 23
El neoliberalismo como régimen de gobernanza emocional.
Pese al no compartir un compromiso con una teorización singular de las emociones en este documento,
todos los que han contribuido, sin embargo, toman en serio la idea de Sara Ahmed de quien dice que
las emociones se deben entender en sí mismas como económicas, puesto que estas circulan entre
sujetos individuales y colectivos para así de esta forma crear, asegurar y desafiar los cuerpos
específicos y jerarquías sociales. .24
Como resultado, mientras que colaboradores como William Walters o Anne-Marie D’Aoust
participan en discusiones sobre el significado de emociones específicas como el coraje o el amor, en
cambio otros como Nicholas Kiersey o Nadine Voelkner prefieren hablar de economías afectivas o
incluso de estados emocionales, como lo hace Luis Lobo-Guerrero.
Aun así, cada contribución reconoce las diferentes dimensiones y tensiones inherentes a las
discusiones sobre nociones tan complejas y saturadas como "gobermentalidad", "emociones" y
"neoliberalismo". Tres dimensiones que se destacan principalmente para todos los colaboradores.
Cada uno trata de abordar y enfatizar: (1) las formas en que las emociones participan en las relaciones
de poder, a veces hasta el punto en que los individuos se puedan unir emocionalmente a regímenes
de poder que los perjudican o incluso los vulnera; (2) las formas en que los procesos neoliberales son
concomitantes que encierra y la valorizan ciertas disposiciones subjetivas / emocionales; y,
finalmente, (3) las formas en que las emociones pueden desafiar o superar las relaciones de poder
existentes.

Pese a que los colaboradores de esta edición especial examinan las conexiones entre las emociones,
la gubernamentalidad y el neoliberalismo, no entienden las implicaciones de este nodo específico de
la misma manera, ni encaminan sus análisis en la misma dirección. Tal variación en sus corrientes
teóricas y líneas de investigación no es algo casual. Por un lado, reflejan la riqueza de los estudios
actuales sobre la gubernamentalidad, representados por un rechazo al ver a la gubernamentalidad
como un edificio teórico completamente formado que solo requiere pruebas o expansión en diferentes
entornos. En ese sentido, todos los autores de este documento toman las ideas de Foucault sobre la
gubernamentalidad como si fuese un trampolín para la investigación, en lugar de un mapa que se ha
establecido cuidadosamente que se debe seguir.
Sin embargo, y quizás más importante, estas diferentes trayectorias reflejan diferentes formas
contemporáneas de asumir el ambicioso desafío propuesto por Foucault de derrumbar
simultáneamente, a través de sus reflexiones sobre la gubernamentalidad, "Dos" monstruos fríos "al
mismo tiempo: la economía y el estado".25 Ute Tellmann señala que el propio proyecto de Foucault
tiene más más exitoso al querer deshacer "el monstruo frío del estado" en vez de proporcionar un
análisis cuidadoso "de las formas flexibles de temporalidad, espacialidad y valoración inherentes a lo
económico". 26 Ella insiste en que, cuando nos comprometemos con la gubernamentalidad, se debería
prestar mucha atención al mostrar" su propia “máquina” de ver el mercado 27 como a cuestionar
cómo la política termina siendo concebida como una forma de ordenamiento económico.
Nicholas Kiersey, Wanda Vrasti y Jean Michel Montsion (este problema) toman en serio este recurso
y marcan el hecho de que la propia "máquina de ver" del mercado también está inextricablemente
vinculada a una máquina del sentimiento. Los tres ponen su intervención en un intento por conciliar
las nociones de Foucault sobre gubernamentalidad con las críticas marxistas del neoliberalismo.28
En este trabajo, su compromiso con el neoliberalismo no se limita solo a una forma de hacer las cosas
en una economía maximizada; pues también abarca una comprensión económica-política del término
que en el sistema capitalista refleja un desarrollo específico.
El neoliberalismo considera las formas de socialidad, comunicación, lenguaje y afecto que siempre
han estado presentes; los usa para reproducir su lógica y producir valor. Desde ese punto, se preguntan
hasta qué punto estos modos de subjetividad desafían o fortalecen las prácticas económicas
neoliberales. ¿Cómo participan las economías afectivas en la consolidación de varios aparatos de
seguridad? ¿Cuáles son los procesos sociológicos y políticos que sostienen esta nueva forma de
economía política? Si el neoliberal se involucra directamente en los ámbitos emocionales, como el
cuidado y la compasión, ¿qué formas pueden adoptar la resistencia o las prácticas emancipatorias y
cómo se pueden prever?
El neoliberalismo argumenta que Graham Burchell se preocupa por las personas "en el corazón de sí
mismas al hacer de su racionalidad la condición de su libertad activa". 29 Luchar y resistir los
regímenes de poder se vuelve aún más difícil cuando los vinculamos con nuestro propio sentido de
libertad y bienestar, tanto emocional como físico. Al examinar dos casos diferentes de voluntarismo
transnacional, Vrasti y Montsion nos muestran de manera convincente que los flujos emocionales y
de capital están en realidad van de forma paralela, y que el voluntarismo, lejos de ser una virtud
generosa, la racionalidad del mercado y la responsabilidad social va en congruencia con el doble
precepto del neoliberalismo. La idea de que las emociones son fundamentales para la reproducción
del trabajo dentro del capitalismo de hecho no es algo nuevo. Algunos autores señalan que Marx
reconoce las emociones, especialmente en los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, y que
"la motividad, incluida la alienación, el alejamiento y el desencanto con el mundo, se traducen en
prácticas económicas que reducen la definición de los individuos a simplemente términos monetarios,
de valor laboral ”.30
Pero Vrasti y Montsion argumentan que es la intensidad y la visibilidad (este problema) de este
proceso reproductivo lo que ha cambiado y lo que debe abordarse. A partir de las experiencias de
estudiantes internacionales chinos voluntarios en Canadá y estudiantes occidentales voluntarios en
Ghana, las cuentas etnográficas de Vrasti y Montsion muestran que el voluntarismo es más que la
satisfacción emocional personal. Es, ante todo, una forma de adquirir competencias emocionales muy
necesarias para tener éxito dentro del capitalismo global. "Ser un voluntario", insisten, "no se trata
solo de sentirse responsable (lea:" retribuir ") a la comunidad sino de convertirse en un sujeto
responsable de sus propias habilidades y activos" (este tema). En un giro irónico, el voluntarismo
podría no ayudar a cambiar el mundo como lo conocemos, y desafiar las diferentes relaciones de
poder, así como ayudar a mantener las relaciones sociales de manera congruente con el espíritu del
capital neoliberal.
Si Vrasti Montsion y explora cómo una economía emocional específica podría ayudar a sostener los
regímenes neoliberales pueden operar y operan diariamente, Kiersey, por su parte, demuestra cómo
esta economía emocional es central cuando tales esquemas están en crisis.
Dirigiendo su atención a la cultura popular y las estrategias de reinversión en Irlanda después de la
crisis económica de 2008, Kiersey detalla cómo las estrategias para mantener la economía a flote se
construyen explícitamente en un giro irlandés a subjetividad laboral afectiva y emocional
autoconsciente, la piedra angular de Q EU sigue siendo " La capacidad de hacer que a la gente le
gustes tanto, si no más, el producto que vendes "(este problema). Los populares programas de
televisión irlandeses, como Retail Therapy y Dragon's den, son ejemplos de este cambio.
El trabajo de Kiersey, basado en el trabajo del “yo” y la gubernamentalidad académica marxista,
destaca cómo los cambios en el capitalismo son afines a las tecnologías, Los empresarios exitosos
representados y elogiados en “Dragon´s Den” y “Retail Therapy” muestran disposiciones afectivas
apropiadas hacia los clientes, los productos que producen, pero también el mercado económico
nacional. Sobre la base del concepto de gubernamentalidad de Foucault y las discusiones de Michael
Hardt y Antonio Negri sobre el trabajo afectivo, Kiersey nos invita a reconsiderar cómo se desarrollan
las relaciones de poder en una economía caracterizada por la hegemonía del trabajo inmaterial y
emocional: "En virtud de la forma en que el capitalismo extrae el excedente actual, a través de la
producción de conocimientos, deseos y afectos, la cuestión del poder no es simplemente una cuestión
de la producción de esta o esa clase de subjetividad, sino más bien una cuestión de las formas reales
e intensas en que las "puestos de mando" de la economía se han vuelto inmanentes a través de la
hegemonía del trabajo inmaterial "(este tema).
Las contribuciones de Vrasti y Montsion y Kiersey destacan el desarrollo de una economía afectiva
específica que forma parte integral de las relaciones sociales requeridas por el neoliberalismo,
concebido como un marco tanto ideológico como económico. A través de sus respectivos estudios de
caso, ilustran cómo esta economía afectiva se convierte en una característica central del
neoliberalismo, entendido como gubernamentalidad: un arte de gobernar.31 en este trabajo, el
neoliberalismo se entiende ante todo como prácticas, como un modo de racionalización que produce
regímenes de verdad. Para entender cómo las emociones se enredan en proyectos y racionalidades
neoliberales, debemos acudir a proyectos específicos de políticas y examinar cómo movilizan las
emociones con el fin de alcanzar ciertos fines. El estudio de Nadine Voelkner sobre las políticas
contra la trata en la provincia de Hau Giang en Vietnam presenta un caso de la gubernamentalización
de la vergüenza, a medida que las mujeres y los niños identificados en aldeas en riesgo de trata de
personas se convierten en objetivo de una población que requiere la intervención del gobierno, la
comunidad y las organizaciones no gubernamentales (ONG). Estas mujeres se equiparán con las
víctimas de la trata, ya que se dice que ambas dan lugar a flujos migratorios ingobernables derivados
de años de políticas económicas neoliberales y discursos sobre la feminidad y el riesgo adecuados.
Esta gubernamentalización de la vergüenza también permite al gobierno revitalizar un discurso sobre
el socialismo y la buena ciudadanía. Este renovado nacionalismo está específicamente vinculado al
cuerpo femenino, argumenta Voelkner, y se desarrolla en reacción a las políticas neoliberales: “El
género vietnamita presenta un tema a través del cual el gobierno y la sociedad están constituyendo
tradiciones del Yo nacional frente a la integración capitalista” (este tema). Los discursos de
respetabilidad y vergüenza alimentados por ONG como la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) crean nuevas formas de gobierno donde el ideal de feminidad del estado se canaliza a nivel de
la comuna, donde las ONG capacitan a las mujeres para ser buenas, conscientes de los riesgos, a sí
mismas. -Los sujetos morales rectores. Las actividades del estado se preocupan más por "un espíritu
probalístico de riesgo" característico de la gubernamentalidad liberal32.

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