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La bancada alternativa acoge la principal exigencia del imperialismo al
gobierno de Venezuela
El día de ayer, 12 de febrero, la bancada alternativa convocó a una rueda de prensa para
hacerles entrega a los medios de comunicación de una misiva dirigida al presidente de la
República, Iván Duque Márquez, escrita con ocasión del besamanos al que fue convocado
por Trump. En ella se muestra “preocupada” por la complacencia del gobierno con una
“eventual intervención militar de los Estados Unidos en Venezuela”. La carta la suscriben
22 congresistas de los partidos Polo Democrático, Farc, Colombia Humana, Verde, junto con
otros casi 700 firmantes, entre personalidades y organizaciones como la Central Unitaria de
Trabajadores, CUT, Fecode, la Unión Sindical Obrera, USO. El vocero principal fue el senador
Iván Cepeda quien declaró paladinamente que los remitentes apoyan “una salida
democrática con mecanismos que pueden incluir la convocatoria a elecciones tanto de la
Asamblea Nacional como también elecciones presidenciales”; y agregó que: “No vemos con
buenos ojos que en el día de ayer se anuncie que habrá misiles en la frontera”, para referirse
a la determinación anunciada por el presidente de la república hermana, Nicolás Maduro,
de entregar misiles antiaéreos y otras armas al pueblo para la defensa del país ante la
orquestada intervención de tropas norteamericanas.
Según la revista Semana, la declaración “sorprendió a los asistentes”. En la edición central
de Noticias Caracol la primicia fue presentada con fruición, y de ese mismo estilo fueron las
notas en otros noticieros televisivos y radiales y en la prensa diaria. Una reacción lógica,
pues se trataba de que la izquierda colombiana no solo anunciaba su franca adhesión a la
principal exigencia que le hacen al unísono al gobierno venezolano la Casa Blanca, las
potencias europeas, los mandatarios cipayos del Grupo de Lima, entre los que destaca por
oficioso el colombiano, y el Grupo de Contacto Internacional; sino que condenaba el
derecho elemental de una nación soberana y de su gobierno a hacer los aprestos militares
necesarios, incluido el de armar al pueblo, para resistir a la agresión de un enemigo externo.
Pero no son estas las únicas concesiones, por decir lo menos, que los dirigentes de la
izquierda les hacen a los agresores del pueblo y del gobierno de Venezuela. Ni en la carta ni
en la rueda de prensa se rechazan las criminales medidas tomadas por Washington:
instaurar un gobierno espurio autoproclamado ilegalmente, cuya marioneta, Juan Guaidó,
ha pedido abiertamente la intervención de las tropas gringas y ofrecido poner en subasta
las riquezas del país para pagar los favores recibidos. No se protesta porque Trump le haya
confiscado a Venezuela activos y recursos que pueden alcanzar, según el propio secretario
del Tesoro norteamericano, una suma cercana a los 20.000 millones de dólares, entre
activos e ingresos petroleros, con lo que le impide adquirir alimentos y materias primas
indispensables en el exterior. Y no dice una sílaba sobre que Estados Unidos que ha sitiado
físicamente por hambre al país suramericano —no solo con las actuales medidas sino
mediante un sistemático bloqueo que lleva años adelantando coludido con la vieja
burguesía venezolana y sus aliados del hemisferio—, ahora pretende obligarlo a abrir la
frontera para que ingresen triunfantes los convoyes ondeando la bandera de las barras y
las estrellas a repartir la “ayuda humanitaria”, es decir, la limosna que se cobran con creces
de los fondos usurpados.
En estas condiciones, cualquiera debería caer en la cuenta de que lo que llama el senador
Cepeda una “salida democrática”, es decir, la realización de unas elecciones de presidente
y de Asamblea Nacional, en medio de un golpe de estado en marcha, y con semejante
cantidad de factores en contra, comicios en la que los “observadores” serían quienes ya
reconocieron al presidente fantoche, no significa otra cosa que hacerle el insólito pedido al
gobierno de la República Bolivariana de que se ate de pies y manos ante la conjura.
Es inconcebible que la oposición ni siquiera haya tenido en cuenta que el propio Nicolás
Maduro ha expresado su disposición a buscarle una salida pacífica a la crisis mediante
fórmulas distintas a las dictadas por las potencias imperialistas. Expresamente acogió el
llamado Mecanismo de Montevideo, propuesto por los gobiernos de México y Bolivia y las
15 repúblicas de la Comunidad del Caribe, Caricom, el cual se basa en los principios de la
soberanía nacional, la autodeterminación de los pueblos, la no intervención en los asuntos
internos de los países, la igualdad jurídica de los Estados, la solución pacífica de las
controversias. Dicha propuesta llama a un diálogo inmediato con una duración determinada
por las partes y sin condiciones previas, tales como fechas de elecciones o liberación de
presos o cualquiera otra por el estilo; una etapa de negociación para buscar puntos
comunes e identificar acuerdos potenciales; otra de compromisos en la que se suscribirían
acuerdos con características y temporalidad previamente establecidos, y una última para
poner en práctica lo acordado con acompañamiento internacional. Llama la atención que la
bancada oposicionista desdeñe estas razonables y justas alternativas planteadas con
sincero ánimo constructivo por clubes de países pobres como los que impulsan el
Mecanismo de Montevideo, o las del Movimiento de Países No Alineados, entre otros.
Notas Obreras considera un gravísimo error de la izquierda comprometerse con las
fórmulas artificiosas con las que el imperialismo encubre este nuevo asalto sobre un país
de América Latina, y llama a los dirigentes sinceros y a las bases de las organizaciones
comprometidas en semejante desatino a exigir una inmediata rectificación. No sobra
recordarles a esas colectividades, parafraseando a Marx, que quien se presta a oprimir a
otro pueblo está forjando sus propias cadenas.
Bogotá 13 de febrero de 2019